Dos semillas estaban juntas en el suelo primaveral y fértil.
La primera semilla dijo: “—¡Yo quiero crecer! Quiero hundir mis raíces en la profundidad del suelo que me sostiene y hacer que mis brotes empujen y rompan la capa de tierra que me cubre… Quiero desplegar mis tiernos brotes como estandartes que anuncien la llegada de la primavera… ¡Quiero sentir el calor del sol sobre mi rostro y la bendición del rocío de la mañana sobre mis pétalos!” Y así creció. La segunda semilla dijo: “—Tengo miedo. Si envío mis raíces a que se hundan en el suelo, no sé con qué puedo tropezar en la oscuridad. Si me abro paso a través del duro suelo puedo dañar mis delicados brotes… Si dejo que mis capullos se abran, quizá un caracol intente comérselos… Si abriera mis flores, tal vez algún chiquillo me arrancará del suelo. No, es mucho mejor esperar hasta un momento seguro.” Y así esperó. Una gallina que, a comienzos de la primavera, escarbaba el suelo en busca de comida encontró la semilla que esperaba y sin pérdida de tiempo se la comió. MORALEJA: A los que se niegan a arriesgarse y a crecer los devora la vida. Vive el presente
Un hombre se le acerco a un sabio anciano y le dijo:
– Me han contado que eres muy sabio. Por favor, ¿qué cosas haces como sabio que no podamos hacer los demás? El anciano le contestó: – Bueno, cuando como, simplemente como; duermo cuando estoy durmiendo, y cuando hablo contigo, solo hablo contigo. El hombre lo miró con asombro y le dijo: – Pero yo también puedo hacer esas cosas y no por eso soy un sabio. – Yo no lo creo así -replicó el anciano. – Cuando duermes, recuerdas los problemas que tuviste durante el día, o te preocupas por los que podrás tener al levantarte. Cuando comes, estás pensando en qué harás después. Mientras hablas conmigo, estás pensando en qué vas a preguntarme o cómo vas a responderme antes de que termine de hablar. Moraleja: El secreto es estar consciente de lo que estamos haciendo en el momento presente, y así podremos disfrutar de cada minuto de nuestra maravillosa vida.