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Ciencia y religión , ¿enemigos o aliados?

Desde tiempos inmemorables , se ha cuestionado sobre el papel que afrontan entre sí la fe


(Religión) y la razón (Ciencia) . Sin ir muy lejos , en nuestro diario estudio , observamos como
las enseñanzas de los profesores a los alumnos , se enfrentan y al la vez se complementan y
perfeccionan con las creencias religiosas . El proceso de evolución , la creación del universo y el
inicio de la vida en le planeta , son claros ejemplos de estas oposiciones intelectuales y
espirituales . Así como los griegos perseguían lo bueno, lo verdadero y bello de un modo
armónico y fusionado, la Modernidad separa lo verdadero (Ciencia), de lo bueno (Religión) y
de lo bello (Arte), separa, inteligencia, voluntad y sensibilidad. Y esa separación se convierte en
oposición en el caso de Ciencia y Religión. En el siglo XVII cuando la ciencia empieza a
desarrollarse, muchos científicos (Kepler, Bacon, Boyle, Newton entre otros) creían que el
progreso científico apoyaría el sentimiento religioso del ser humano: efectivamente el
conocimiento del Universo ensalza la obra de su creador y por lo tanto el progreso de la
ciencia acerca a la humanidad hacia Dios, el único camino para llevar a cabo el amor de Dios es
comprendiendo las obras de su mano, el universo natural. Saber cómo funciona el universo es
crucial para una persona religiosa porque éste es el mundo que Él creó. Newton, por ejemplo
estaba convencido que profundizando en la ciencia se conseguía entender mejor a Dios, es
decir, no veía conflicto entre la Revelación y la Naturaleza. Según un estudio hecho público el
año pasado, el 40 por ciento de los científicos americanos cree en un Dios personal: no
meramente en un poder y una presencia inefables en el mundo, sino en una deidad a la que
pueden rezar, sin embargo, en la actualidad a ojos de una gran parte de la población este
progreso ha jugado un papel esencial en el olvido creciente de la religión, e incluso algunos
científicos señalan también que religión y ciencia son completamente incompatibles e incluso
hay quien considera a la religión el enemigo de la ciencia. Evidentemente no existen pruebas
de esta aseveración. Probablemente este declive de la religión no sea un problema
eminentemente científico sino que responde a diferentes factores entre los que los cambios
tecnológicos, económicos, sociales y políticos tienen también un papel importante. Ciertos
grupos religiosos han sido especialmente críticos con la ciencia e incluso han impedido su
avance. Son conocidas las posturas de la Iglesia Católica Romana frente a científicos de la talla
de Galileo, Darwin e incluso más recientemente Teillhard de Chardin. Más recientemente
hemos visto como en ciertos estados baptistas de USA se ha prohibido la enseñanzas del
darwinismo. La religión proporciona tradicionalmente a la humanidad unas comunidades con
valores sociales, éticos y morales, como aspectos de la experiencia humana que la ciencia no
puede ni debe ofrecer, por lo tanto en un principio religión y ciencia coexisten y han de ser
complementarios para el bien de la humanidad; sin embargo esta coexistencia y
complementariedad han sido utilizadas por los científicos para tender un puente ente religión
y ciencia y hacer una interpretación religiosa de ésta última y en definitiva para integrar una
con otra. Todos estos intentos no han conseguido solucionar los tópicos más importantes de la
frontera entre religión y ciencia, como por ejemplo en el mundo médico la forma en que las
diferentes religiones tratan temas como la clonación, la terapia génica, e incluso la eutanasia o
la buena muerte. Tanto la religión como la ciencia son fundamentales en nuestra civilización y
no pueden dejarse en manos del científico beato o del biólogo ateo. Es conveniente que
existan científicos con diferente forma de pensar, con diversas actitudes religiosas ante la vida
de forma que la confrontación, coexistencia y colaboración de religión y ciencia proporcione al
milenio que viene un enriquecimiento de los valores de la experiencia humana. En los primeros
años de este siglo, los físicos descubrieron que entidades imaginadas como partículas, como
los electrones, pueden actuar también como ondas. Y la luz, considerada una onda, puede en
ciertos experimentos actuar como un bombardeo de partículas. La interpretación ortodoxa de
esta extraña situación es 1 que la luz es, simultáneamente, onda y partícula. Los electrones
son, simultáneamente, onda y partícula. El aspecto de la luz que uno pueda ver, la cara que un
electrón ofrece a un observador humano, varía con las circunstancias. También así sucede con
Jesús, sugiere el físico F. Russell Stannard. Jesús no debe ser visto como realmente Dios con
apariencia humana, o como realmente humano pero actuando como divinidad, dice Stannard.
Él era completamente ambas cosas. La ciencia no puede probar la existencia de Dios, y mucho
menos espiarlo al final de un telescopio. Pero para algunos creyentes, aprender acerca del
universo ofrece indicios sobre lo que Dios podría ser. En cierto sentido, la ciencia y la religión
nunca estarán verdaderamente reconciliadas. Quizás no deberían estarlo. El escenario
contumaz de la ciencia es la eterna duda; el corazón de la religión es la fe. Seguramente tanto
la gente de profundas convicciones religiosas como los grandes científicos tratan de
comprender el mundo. En otro tiempo, la ciencia y la religión fueron vistas como dos formas,
fundamentalmente diferentes, incluso antagónicas, de perseguir tal búsqueda, y la ciencia fue
acusada de enterrar la fe y matar a Dios. Ahora, en cambio, puede que refuerce la fe. Y aunque
no pueda probar la existencia de Dios, la ciencia podría susurrar a los creyentes dónde buscar
lo divino. Maimónides

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