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Hayden White El texto histérico como artefacto literario y otros escritos Introduccién de Verénica Tozzi Ediciones Paidés LC.E. de la Universidad Auténoma de Barcelona Barcelona - Buenos Aires - México Los capitulos del presente volumen se han traducido de Tropics of Discourse y Fé- gural Realism, otiginalmente publicados en inglés, en 1978 y 1999, respectivamente, por The Johns Hopkins University Press, Baltimore, EEUU. Traduccién de Verénica Tozzi y Nicolas Lavagnino («E] texto histérico como artefacto literario»; «La trama historica y el problema de la verdad en la repre- sentacién histérica»), Introduccién de Verdnica Tozzi Cubierta de Mario Eskenazi ‘Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacién escrita de los ticulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccién total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ‘comprendidos la reprografiay el tratamiento informatico, y la distribucién de ejemplares de ella mediante alquiler 0 préstamo publicos. © 1978 (Tropics of Discourse] y 1999 [Figural Realism] The Johns Hopkins University Press © 2003 de la introduccidn, Verénica Tozzi © 2003 de la traduccién, Verénica Tozzi y Nicolas Lavagnino © 2003 de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidés Ibérica, S.A., Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paidés, SAICF, Defensa, 599 - Buenos Aires http://wanw.paidos.com ¢ Instituto de Ciencias de la Educacién de la Universidad Auténoma de Barcelona 08913 Barcelona ISBN: 84-493-1416-X Depésito legal: B. 17.229-2003 Impreso en Novagrafik, $.L Vivaldi, 5 - 08110 Montcada i Reixac (Barcelona) Impreso en Espafia - Printed in Spain SUMARIO INTRODUCCION, Veronica Tozzi... ee ee 9 PREFACIO: Hecho y figuracién en el discurso histérico. 43 1. Tropologia, discurso y modos de conciencia humana. . . 2. El texto histérico como artefacto literario. . . 3. Teorfa literaria y escrito historico. .. 1.2.0... 141 4. La trama histérica y el problema de la verdad en la representacion histérica .. 2... 2. ee 5. El acontecimiento modernista INTRODUCCION* El pasado tiene que ver con nuestros muertos y a ellos no podemos recordarlos con actitud aséptica, cien- tifica.’ Los debates en la filosofia de la historia han sido revitaliza- dos gracias a la aparici6n en 1973 de Metabistoria. La imagina- cién hist6rica en la Europa del siglo xx? de Hayden White. A lo largo de su obra este historiador de las ideas y filésofo de la historia ha argumentado a favor de la insostenibilidad de la distincién entre relato histérico y relato de ficcién, basada en el criterio de que relatan, respectivamente, acontecimientos reales o imaginarios. Si bien esta afirmacién no es nueva, Me- tabistoria tiene el mérito peculiar de conformar una teoria sis- tematica y de amplio alcance de los «mecanismos» poéticos que determinan la produccién de relatos historicos, los cuales resultan ser los mismos que determinan los relatos de ficcién. En las sucesivas publicaciones de White, puede apreciarse un juego no necesariamente coherente con dos estrategias de ana- lisis del texto histérico: una de caracter formal-estructuralista que mostraré la dificultad de distinguir los relatos histéricos de los de ficcién, y otra de caracter histérico-contextual que re- laciona diferentes formas de escribir historia con diferentes * Agradezco especialmente a Federico Penelos y Nicolas Lavagnino la atenta lectura de este trabajo y sus agudas observaciones. 1, Hayden White, Buenos Aires, 2000, en una conversacion personal. 2. White, Hayden, Metahistory, The Historical Imagination in the Ni- neteenth-Century Europe, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1973 (trad. cast.: Metahistoria. La imaginact6n bistorica en la Europa del siglo x1x, México, Fondo de Cultura Econémica, 1992). 10 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO situaciones y experiencias histéricas. Tal vez lo que es cons- tante, y lo que nos permitira rastrear un hilo conductor que tienda a producir una consideracién consistente de su posi- ci6n, es su preocupacién por recordarnos que nuestra vin- Ye culacién con el pasado es, y no debe dejar de ser, emotiva. Es por ello que la dimensién poético-expresiva del escrito histérico no sdlo se presenta como inexpugnable, sino, mas atin, como determinante de todas las demas. Si el lazo emo- tivo es primario, entonces las diferencias interpretativas irre- conciliables entre relatos histéricos en competencia acerca de los mismos acontecimientos responderan a diferencias en las valoraciones que los motivan. Los conflictos valorati- vos no pueden dirimirse a través de la sola apelacion a la evidencia. Es més, si bien podria objetarse que lo que debe- riamos hacer es adoptar un discurso despojado ante los acontecimientos, en caso de que algo asi fuera posible, no se seguiria de ello que su adecuaci6n se juzgara por su corres- pondencia 0 no con los acontecimientos. Por el contrario, siempre sera la conformidad o no con nuestros intereses, deseos, compromisos y temores lo que provocara nuestra | adhesion a uno u otto relato en conflicto. En definitiva, un discurso desafectado, por el mismo hecho de ser desafecta- do, no deja de ser un tipo de figuracidn entre otras. Todas estas observaciones requieren, segtin White, que se las en- , frente sistematicamente, y es la moderna teoria literaria la que nos ofrece el modo adecuado de llevarlo a cabo. Después de Metahistoria, White ha publicado una gran cantidad de articulos, muchos de los cuales han sido reunidos en tres compilaciones: Tropics of Discourse. Essays in Cultural Criticism (1982), The Content of the Form. Narrative Discour- se and Historical Representation (1987) y Figural Realism. 3. Trad. cast.: El contenido de la forma. Narrativa, discurso y represen- tacton bistérica, Barcelona, Paidés, 1992. INTRODUCCION i Studies in the Mimesis Effect (1999). La recepcion de su tra- bajo suscité una gran controversia y convocé a historiado- res, fildsofos y tedricos literarios a dirimir hasta qué punto su concepcién se compromete con el sostenimiento de tres posturas acerca del estatus cognitivo del relato hist6rico: el antirrealismo, el determinismo lingiiistico y el relativismo. En lo que sigue recorreremos la obra de White, exponiendo su teoria del escrito histérico y evaluando si estos compro- misos son reales. La presente compilacién cuenta con un sustancioso prefacio del autor escrito especialmente para la misma y en el que afortunadamente vuelve una vez mas sobre estos temas. De este modo, el lector tendré la oportunidad de entrar en contacto con los candentes debates en la filo- sofia de la historia actual. 1, LA TEORIA DE LOS TROPOS En el estudio introductorio a Metahistoria, White expo- ne su famosa teoria de los tropos.’ En el libro se propone una aplicacién de dicha teoria al andlisis de cuatro grandes historiadores y cuatro grandes filésofos de la historia del siglo xIx. Las historias de Michelet, Ranke, Tocqueville y Burkhardt y las filosofias de la historia de Hegel, Marx, Nietzschte y Croce son examinadas para dejar al descubierto en sus escritos un nivel preconceptual, de cardcter intrinse- camente estético 0 figurativo, determinante del nivel con- ceptual explicito. Es decir, tanto los compromisos explicitos de cardcter tedrico-epistemoldgico y politico-moral como 4, Tropo: figura retérica que consiste en usar las palabras en un senti- do no literal o propio. Hay diferentes clasificaciones de los tropos. Los més comunes son la metéfora, la metonimia y la sinécdoque. White prefiere una clasificacién cuddruple y afiade la ironia a los otros tres. Oe 12 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO las elecciones entre diferentes técnicas narrativas para tra- mar los acontecimientos se correlacionan, en la obra de es- tos grandes autores, con algtin tropo discursivo implicito y determinante. La formulacién de la teoria tropolégica resulta de un enfoque formalista de la obra histérica, que toma a ésta como un artefacto verbal. White justifica su punto de partida en el cardcter esencialmente opaco de la discursividad, opacidad que se manifiesta en la incapacidad de todo discurso de permitirnos expresar lo que efectiva- mente queremos cuando se trata de comprender areas como lo humano, lo social 0 lo cultural. En este tipo de dominios, sefiala, «existen siempre fundamentos legitimos para las di- ferencias de opinién».’ Es decir, un inevitable pluralismo interpretativo y la fini- tud de nuestro conocimiento empujan a White a indagar en los aspectos propios del discurso que opacan la realidad ala que pretende describir. Una vez adoptado el formalismo se reconoceré que, contrariamente a lo que han pensado hasta ahora los fildsofos de la historia —e incluso los propios his- toriadores—, las diferencias primordiales entre relatos histé- ricos rivales no residen ni en haber seleccionado diferentes hechos, ni en haber adoptado diferentes concepciones me- todolégicas o epistemolégicas, ni siquiera en sostener dife- rentes compromisos ideoldgicos 0 en haber elegido diferentes técnicas de narracién. Lo que los distingue y los hace irre- conciliables es el diferente acto poético, precritico y cons- tructivo por el cual cada historiador prefiguré el campo his- térico® y lo constituyé como un dominio sobre el cual, ahora ” si, aplicar su concepcién ideoldgica, sus creencias epistemo- légicas 0 sus preferencias narrativas. En otras palabras, 5. Véase, en este volumen, pag. 63. 6, Por campo histérico White entiende el registro histérico antes de andlisis y conceptualizacion. Véase White, Metahistoria, pag. 25, n. 8. INTRODUCCION 133 focalizar la obra histérica como puro discurso nos permite reconocer en ella las siguientes dimensiones manifiestas: 1) la ordenaci6n cronolégica de los acontecimientos en una se- cuencia; 2) la composicién de un relato con principio, medio y fin; y tres tipos de estrategias explicativas, cada una de las cuales ofrece cuatro posibilidades electivas: 3) explicacién por la trama (romance, tragedia, comedia y satira), 4) expli- cacién por argumentacién formal (formismo, mecanicismo, organicismo y contextualismo) y 5) explicacién por implica- cién ideoldgica (liberal, radical, anarquismo 0 conservaduris- mo). Estas cinco conceptualizaciones tedricas explicitamente utilizadas por el historiador para lograr que su narrativa sea explicativa conforman la superestructura del trabajo hist6- rico. Subyaciendo a ellas, se encuentra su metahistoria, su infraestructura, constituida por el acto poético de prefigu- racion. Es decir, ya adopte el historiador o el fildsofo de la historia una trama con un tono tragico, c6mico, romantico 0 satirico, ya busque explicarnos lo ocurrido de un modo me- canicista u organicista o acentuando el contexto o estable- ciendo la unicidad y variedad de los fenémenos, ya promueva una ideologia liberal, anarquista, radical o conservadora, fi- nalmente, la particular combinacién que haga de estas posi- bilidades narrativas, explicativas e ideolégicas respectiva- mente, tiene su origen en ese acto poético primario. En suma, _ la forma final del relato, lo que corrientemente llamamos el estilo del historiador, que resulta de todas estas adopciones y elecciones, se explica por referencia al acto de prefiguracién. ) Ahora bien, sefiala White, las posibilidades de prefiguracién no son infinitas: son cuatro y son provistas por el uso lingiiis- \_tico mismo. Los cuatro tropos basicos para el andlisis del len- / guaje figurativo (la metéfora, la metonimia, la sinécdoque y la ironfa) son ttiles para entender las operaciones por las cuales ~ los contenidos de la experiencia pueden ser aprehendidos conscientemente. La metéfora sanciona las prefiguraciones 4 Ne 14 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO del mundo dela experiencia en términos objeto-objeto, la me- tonimia en términos parte-parte, la sinécdoque en términos objeto-totalidad y la ironia afirma de forma tacita la negacién de lo afirmado positivamente en el nivel literal. En definitiva, la teorfa de los tropos permite identificar cuatro modos de conciencia (modos discursivos) previos y determinantes de la posterior eleccién de estrategias por parte del historiador. Se hace dificil no interpretar Metabistoria como una teo- ria del determinismo lingiiistico.’ En primer lugar, la teoria + de los tropos revela los «recursos» de los que dispone el his- toriador para producir relatos histéricos. En segundo lugar, es restrictiva de las posibilidades de invencién: dichos re- cursos hacen que sean limitadas las clases de relaciones esta- blecidas por los relatos 0 los tipos de significados que pue- den transmitir 0 las combinaciones estilisticas que pueden ofrecer al lector una imagen coherente del pasado. En tercer lugar, es simétrica en cuanto al tipo de factor explicativo uti- lizado para dar cuenta de relatos rivales. Es decir, mas alla de cémo evaluemos la adecuacién 0 no de los relatos en tan- to imagenes del pasado, su produccién o invencién es expli- cada por referencia a los mismos mecanismos, esto es, con relacion a la dimensién tropoldgica. Por otra parte, el caracter determinista de la tropologia whiteana conduciria al relativismo en tanto pone al descu- bierto los aspectos no racionales que en Ultima instancia dan cuenta de las diferencias irreconciliables entre relatos riva- 7. «El uso de un lenguaje técnico [...], tal como, pongamos por caso, la econometria o el psicoandlisis, no libera al historiador del determinis- mo lingiiistico al que el historiador narrativo tradicional permanece es- clavizado [...] No es cuestién, entonces, de elegir entre el historicismo relativista de Ranke y el historicismo objetivo de Marx, Weber, Spengler, Toynbee [...] Ellos son ‘gualmente relativistas, igualmente limitados por el lenguaje elegido en el cual demarcar lo que es posible decir acerca del objeto de estudio.» (Tropics, pag. 117). INTRODUCCION 15 ey) les de un mismo suceso. En definitiva, el elemento no racional, poético-precognitivo, constituyente del relato histérico, re- vela cuanto depende su aceptacion y justificacién de este nivel estético y no de su pretensién de representar verdadera- mente el pasado. Finalmente, la critica metahistérica de White no involu- cra necesariamente el antirrealismo acerca del pasado. La estrategia formalista adoptada no se apoya en un argumento metafisico acerca de la existencia o no de los sucesos pasa- dos. El mismo White insiste en aclarar que no sélo no niega la existencia de acontecimientos tales como el Romanticis- mo, la Revolucion francesa o el Holocausto, sino que tam- bién admite la objetividad y confiabilidad de la informacién , obtenida a partir de los datos histéricos. Pero lo que si nie- ga es que pueda atribuirse a tales sucesos el haber ocurrido en la forma que los relatos de los historiadores dicen que ocurrieron, Justamente, su estrategia formalista busca mos- trar que el relato histérico es una forma impuesta al pasado. ‘Por todo ello, en lugar de antirrealismo es mas adecuado bautizar como imposicionalismo a esta particular conjun- cién que, por un lado, admite acontecimientos y datos his- toricos y, por otro, concibe al relato histérico como pura forma discursiva.* El resultado de esta concepcién es pro- fundamente desmitificador, pues las narrativas historiogra- ficas no sélo no pueden ser verdaderas por ser esencialmente poéticas, sino que son distorsionadoras de los acontecimien- tos pasados pues pretenden encontrar en ellos elementos poéticos que por su naturaleza pueden ser sdlo discursivos y nunca pertenecer a los acontecimientos mismos. Para White el realismo con respecto al estatus cognitivo de las narrativas historicas debe comprenderse como una 8. Denominacién debida a A. Norman, «Telling It Like It Was: Histo- rical Narratives on Their Own Terms», History and Theory, 30,n° 2, 1991. 16 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO forma alternativa, pero no exclusiva, de figurar el campo histérico, promovida por un tropo especifico, al igual que sucede con las otras posibles formas de figuracién. Es decir, cada tropo prefigura el campo histérico permitiendo algin tipo especifico de relacién y prohibiendo algiin otro. El tipo de prefiguracién, a su vez, favorecerd a uno de los cuatro ti- pos de estrategias explicativas, narrativas e ideolégicas. El tropo de la ironia es el que favoreceré Jas ficciones de tipo més realista, es decir, aquellas que pretenden representar la experiencia de un modo no figurativo. Por su caracter me- tatropologico es autoconsciente del posible «mal uso del len- guaje figurativo y de la naturaleza problematica del lenguaje mismo».’ Este desarrollo del tropo irénico como motor de un pensamiento realista y autocritico proporciona a White la ocasién de mostrar el cardcter esencialmente poético que , determina la practica historiografica contemporanea. En , definitiva, ésta se comprende a si misma con todas las carac- teristicas que White atribuye al pensamiento irénico: realista, en cuanto a que pretende dar cuenta de lo que realmente su- cedi6; escéptica) en cuanto a la posibilidad de alcanzar de modo definitivo, de una vez y para siempre, el relato del pa- sado; relativista, en cuanto a que asume la multiplicidad de relatos alternativos de un mismo fenémeno y a que es fun- damentalmente critica y autocritica acerca del modo y grado en que la evidencia sustenta los relatos. De este modo, se de- vela, en el origen de las reglas cientificas de la historiografia, una modalidad poética de prefiguracién que es, en tanto que representacion de la realidad, tan legitima (o ilegitima) como las otras tres. Los trabajos posteriores de White retoman una y otra vez todas estas consideraciones. Algunos articulos acenttian sus afirmaciones en torno al determinismo lingiiistico, al im- 9. Metahistoria, pag. 46. 5 eee «a INTRODUCCION 17 posicionalismo y al relativismo. Otros, como los compilados en el ultimo libro, tratan de moderar interpretaciones extre- mas de su posicién y avanzan hacia una aclaracion de una concepcién llamada realismo figurativo y que pretende ofre- cer un criterio de decisién entre versiones alternativas de ciertos acontecimientos histéricos traumaticos. 2. EL ESTATUS DE LA TEORIA DE LOS TROPOS Tropics of Discourse es el siguiente libro de White. Retine articulos anteriores, contempordneos y posteriores a Meta- historia (de 1966 a 1976),° que nos proporcionan argumen- tos nuevos a sus desarrollos previos. A pesar de la gran va- riedad de temas y problemas que se suceden a lo largo del libro, pueden identificarse dos estrategias de argumentacién que discutiré con cierta profundidad. La primera explica el interjuego especifico entre las dimensiones facticas, politicas y figurativas del texto histérico. Su principal objetivo reside en separar, no siempre de modo claro y consistente, dos di- mensiones del conocimiento histérico: una dimensién de ca- racter evidencial 0 factica (a la cual podriamos llamar infor- mativa) y una dimension figurativa y politica. El resultado de esta adopcién estratégica permite apreciar su teoria como una combinacion de deconstruccién epistemoldgica y critica politica de la practica historiografica. La segunda linea es- tratégica ofrece elaboraciones teéricas acerca del estatus de los cuatro tropos como cuatro modos de conciencia. Veamos la primera. A mi juicio, entre todos los aportes de Tropics, hay uno que suscita un interés primordial, pues 10. Dos de ellos, «Tropology, Discourse, and the Modes of Human Consciousness» y «The Historical Text as Literary Artefact», incluidos en el presente volumen. 18 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO tiene el mérito de expresar claramente los problemas epis- temoldgicos cruciales de la historiografia. Las reflexiones de White acerca del conocimiento histérico pueden ser (y, de hecho, han sido) objeto de mala interpretacién y vul- garizaci6n, en el sentido de que se piensa que implican que la decisién acerca de la ocurrencia de los acontecimientos pasados es dependiente de gustos estéticos o preferencias politicas. Segtin este tipo de lectura, en el proceso de narra- tivizaci6n, el historiador no solo inventa un relato acerca del pasado, sino el pasado mismo. De este modo, se sostiene, las conclusiones de White no sdlo contradicen nuestras intui- ciones y experiencias acerca de la disciplina histérica (gra- cias a la cual hoy contamos con una amplia informacién de diversos pueblos y épocas de cuya existencia no tendriamos noticia si no fuera por los historiadores), sino todavia peor: este tipo de argumentaciones provocativas y pretendida- mente novedosas no hacen més que seguir el juego a los sec- tores mds peligrosos de la sociedad, como, por ejemplo, aquellos que, disfrazados de historiadores, pretenden de- mostrar que el mas horroroso suceso de la modernidad, el Holocausto, no ocurrié. Nada mas alejado de la posicién de White que pensar que su critica a un realismo ingenuo po- dria consistir en un idealismo o ficcionalismo mas ingenuo atin. Como dice en «The fictions of factual representation», la intencién no es ir contra la distincién entre acontecimien- tos histéricos y acontecimientos de ficcién en los modos en que han sido convencionalmente distinguidos desde Arist6- teles; mas atin, el problema que lo motiva no tiene que ver con la naturaleza de los acontecimientos de los que hablan los historiadores o los escritores literarios, sino con las for- mas de sus respectivos discursos y lo que intentan transmi- tir a través de ellos. De manera que si nos abocamos a anali- zar el texto histérico desde un punto de vista formalista, esto es, como un artefacto verbal, veremos que historiado- INTRODUCCION 9 res y novelistas desean lo mismo: proporcionarnos una ima- gen verbal de la «realidad». ~~ Debemos profundizar en este ultimo punto. Como sefia- la en «El texto histérico como artefacto literario»,'! si nos planteamos la historia de la Revolucion francesa construida por Michelet como si fuera un drama de trascendencia ro- mantica y la comparamos con la tragedia irénica de su con- tempordneo Tocqueville, veremos que sus diferencias no se deben al descubrimiento de diferentes clases de hechos (po- liticos o sociales) ni a la utilizacién de diferentes datos. Menos atin, como dice en «Historicism, History, and the Figurative Imagination», deberiamos acusar a estos historiadores de violar las reglas de la evidencia, ni siquiera de cometer erro- res por ignorancia o mala informacién. Si se fijaron en dife- rentes clases de hechos y si ofrecieron diferentes modos de relacionarlos, es porque tenfan diferentes clases de relatos para contar, y las diferentes concepciones de la naturaleza, la sociedad, la politica y la historia que transmiten esas narra- tivas tienen su origen en las caracterizaciones figurativas del conjunto total de hechos como representaciones de totali- dades de clases fundamentalmente diferentes. Sin embargo, estas versiones alternativas —y, en cierto sentido, conflicti- vas y hasta mutuamente excluyentes— del mismo conjunto de acontecimientos pueden aparecer, segtin White, como igualmente plausibles a sus respectivas audiencias. Ahora bien, lo que hace aparecer a las diferentes narrativas como veraces ante sus audiencias e irreconciliables entre si no depende de su correspondencia con los sucesos del pasado sino de la manera en que ellas traman dichos sucesos. Y la tra- ma propuesta por el historiador no es algo encontrado en los sucesos mismos: ellos no son intrinsecamente satiricos, 11. Incluido en el presente volumen. Las citas pertenecen al mismo. 12. Tropics, pag. 111. } 0 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO cémicos 0 trdgicos; si el historiador elige alguna de estas modalidades de las que dispone (en tanto recursos cultura- les socialmente disponibles para cualquiera), se debe a que comparte con sus audiencias ciertos preconceptos y ciertas preferencias emotivas sobre la mejor manera de expresar su [ conocimiento acerca de los mismos. La configuracién de una situacién histérica especifica, esto es, el darle una trama, “explicarla e interpretarla politicamente, es una operacién esencialmente discursiva. Los hechos no cuentan su propia historia, el pasado no es un relato que espera a un relator, con- figurar la Revolucién francesa como una estructura con prin- cipio, medio y fin es una operacion literaria, productora de fic- cién, que de ninguna manera atenta contra el estatus cognitivo del relato, sino que es la operacién necesaria para lograr refa- miliarizarnos, a nosotros los lectores, con sucesos ajenos u olvidados. Este punto es de suma importancia: el trabajo del historiador no puede desconectarse de su audiencia contem- poranea, preocupada por su presente; por ello los historiado- res refamiliarizan el pasado para nosotros, no sélo suminis- trandonos mayor informacién acerca de él, sino mostrandonos ~ cémo su desarrollo conformé un tipo u otro de relato que con- vencionalmente invocamos para darle sentido a nuestras pro- L. pias historias de vida. Adquiere ahora pleno sentido la exhor- tacién de White (que titula un trabajo anterior a Metabistoria, pero reeditado en Tropics), a que el historiador se libere de «la carga de la historia»"’ para participar positivamente en la libe- racién del presente. Pues sdlo tiene sentido estudiar el pasado como historia si interpretamos la carga de la historia como la carga moral de liberar al hombre de la carga de la historia, esto es, hacernos comprender que nuestra condicién presente es producto de elecciones especificas humanas que pueden ser cambiadas por nuestras propias acciones humanas. 13. «The Burden of History», en Tropics, op. cit. x 5 INTRODUCCION 21 La separacién entre el componente ficcional-figurativo y el factico-informativo es uno de los puntos mas importantes y mas oscuros de White —al que no ha renunciado hasta ahora— porque a lo largo de su obra se refiere indistinta- mente a este segundo componente como acontecimientos, hechos, datos o registro histérico y experiencia del pasado."* El objetivo de esta separacién es doble: por un lado, permite acentuar las operaciones figurativas de la imaginacién hist6- rica preservando un 4mbito no procesado o prefigurado sobre el cual ellas van a actuar; por el otro, el aislamiento de estas operaciones discursivas provee a White de pardmetros estables de maneras de figurar que darian una salida al rela- tivismo absoluto.” Respecto al primer objetivo, la narracién histérica no reproduce los hechos que describe, no es un “modelo verbal de un conjunto de hechos externos a la mente del historiador, «[...] no refleja las cosas que sefiiala; recuerda imagenes de las cosas que indica, como lo hace la metafo- ra».'° Como dice en «Historicism, History, and the Figurative Imagination», no se trata de afirmar lo que cualquier histo- riador sabe, es decir, que su discurso no es un equivalente perfecto del campo fenoménico que se propone describir por la simple operacién de seleccién. La narrativa es mas bien una distorsién del campo factico total al cual el discurso se propone representar, pues, ademas de excluir hechos que podrian desde otro punto de vista haber sido incluidos, «[...] los redine en un orden diferente del cronoldgico de su ocu- rrencia original, como para dotarlos con funciones diferentes 14. Para esta cuestion, véanse los tres articulos de Figural Realism in- cluidos en el presente volumen: «Literary Theory and Historical Wri- ting», «Historical Emplotment and the Problem of Thuth in Historical Representation» y «The Modernist Event». 15. Véase Wulf Kansteiner, «Hayden White's Critique of the Writing of History», History and Theory, 32, n° 3, 1993. 16. «El texto histérico como artefacto literario», pag. 125. 22 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO en un patrén integrado de significado». Esto nos leva al segundo objetivo, pues el reconocimiento de la dimensién figurativa en el discurso histérico otorga a White una parti- cular forma de tratar el problema del relativismo histérico. Si bien, como dice en este mismo articulo, en la medida en que toda version del pasado «([...] esta mediada por el modo del lenguaje en el que el historiador figura su descripcién original del campo histérico antes de cualquier anilisis, ex- plicacién o interpretacidn que pueda ofrecer de él»,"* sin embargo, una teoria del determinismo /ingiiistico se ofrece como una salida al relativismo absoluto, pues, a diferencia de los relativismos de época, lugar o ideologia, la tropologia es un «[...] medio de traducir de un modo de discurso a otro, de la misma forma que traducimos de un lenguaje a otro [...] es posible imaginar formas de traducir entre diferentes cédigos lingiiisticos».’* Mas atin, en este texto, White sos- tiene que hasta es posible hablar de un progreso en la medida en que [...] cada nueva representacién del pasado representa una pos- terior puesta a prueba y un refinamiento de nuestras capacida- des para figurar el mundo en el lenguaje, de modo que cada nueva generacién es heredera, no sdlo de mas informacién acerca del pasado, sino también de un conocimiento mas ade- cuado de nuestras capacidades para comprenderlo.” Ya es tiempo aqui de que abordemos la segunda estrate- gia argumentativa presente en Tropics, anunciada al princi- pio de este apartado, dirigida a la dilucidacién del estatus 17. Tropics, pag. 111. 18. Ibid., pag. 117. 19. Ibid 20. Ibid. Fiber on ae ladiael Sis INTRODUCCION 23 tedrico de los tropos. El desafio al que se expone White en esta tarea elucidatoria consiste en el logro de diversas conci- liaciones: el caracter tanto inventado como descubierto de los tropos, el hecho de que sean tanto impuestos sobre los materiales a los que se aplican como encontrados en ellos, el ser tanto modos de conciencia como modas de discurso y, finalmente, el hecho de que si bien los tropos, en el caso his- toriografico, se aplican a un material factico independiente del discurso, operan sobre él tanto de una manera distorsio- nadora de los mismos (pues los acontecimientos histéricos en si mismos no son ni metaf6ricos, ni metonimicos, etc.) como de un modo enaltecedor del propio discurso acerca de los acontecimientos, pues proporcionan una salida a la iden- tificacién de la historia con la propaganda y al relativismo absoluto. Justamente, en «Tropologia, discurso y modos de la conciencia humana»,”! White sostiene explicitamente que su modelo tropolégico es tanto descubierto como inventado. Su caracter «descubierto» aparece no sélo en la aplicacién del mismo por parte de White para analizar la historiografia y la filosofia de la historia del siglo Xtx, como hizo en Meta- historia, sino también en el paralelismo que la tropologia presenta con los modelos de conciencia desplegados por otros autores. Concretamente esta presente en las cuatro etapas del desarrollo del conocimiento de Piaget, en el ana- lisis del suefio de Freud y en el libro La formacién de la clase obrera en Inglaterra de E. P. Thompson. Ahora bien, este pa- ralelismo entre el modelo discursivo y otros modelos del pensamiento permitiria despejar sospechas de arbitrariedad acerca de la propia tropologia, al tiempo que despojaria de significacién a la dicotom{a objetividad y distorsién (tan su- brayada en los articulos comentados hasta aqui) con respecto a la relacién entre discurso histérico y acontecimientos del 21, Incluido en el presente volumen. 24 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO pasado. Sin embargo, White evita asimilar su concepcidn a una fenomenologia de la conciencia o a una hermenéutica para la interpretacion y subraya el cardcter inventado y dis- cursivo de la misma. Es més, insiste en que la reduccidn de- be ir de las teorias de la conciencia al modelo discursivo y no al revés. En definitiva, cada vez que hace afirmaciones sus- tantivas acerca de las formas universales de pensamiento 0 de la realidad, rapidamente aclara que lo que dice no es otra cosa que un discurso. Esta conclusién es reforzada al preve- nir que se interpreten las cuatro fases tropolégicas como un desarrollo légico o una evolucién progresiva del pensa- miento. Por el contrario, el paso de una a otra es de caracter gestaltico. Es mas, el rechazo de la légica para dirigir los pa- sos de una etapa a otra le permite avanzar sobre la irreduc- tibilidad de los modos discursivos entre sf, asi como de la relatividad en cuanto a cuél de ellos puede erigirse en la representacién mds adecuada de la realidad. Ahora bien, por representacién mas adecuada de la realidad debe en- tenderse adecuacién en un sentido acorde con un ideal de objetividad cientifica, y es contra esta idea contra la que White arroja sus dardos. Pues si enfocamos la cuestién en términos emotivas, tal como sefialé al principio de esta in- troduccién, la arbitrariedad de estos recursos para comuni- car lo acontecido en el pasado se diluye. Y pierden fuerza también los intentos de considerar que el reconocimiento de un interés practico-moral inexpugnable del discurso his- t6rico, interés que encuentra en los tropos el recurso privi- legiado para expresarse, conduce a un relativismo absoluto y aun menosprecio del estatus cognitivo de la historia. Pero debemos esperar a su ultimo libro para que sus intentadas conciliaciones adquieran mayor fuerza argumental. En conclusién, si bien el trabajo de White en este punto es uno de los mas profundos e inspiradores para promover una linea de investigacin en torno a la relacién entre dis- Fetish INTRODUCCION 25 curso y conciencia, parece no explicar por completo cual es el estatus tedrico de los tropos. Pues, por un lado, ellos son ele- vados al nivel de «universales culturales» y, como tales, White afirma correctamente que son tanto inventados como descu- biertos. Sin embargo, por otro lado, White nos deja con esta interesante intuicién en el plano metaférico sin aclarar por qué pueden portar este caracter dual. Wulf Kansteiner” efec- tia dos criticas relevantes a Tropics. La primera, referida al propio estatus de los tropos, sefiala que la negativa de Whi- te a emprender el camino de una fenomenologia universal y la falta de elaboracién de la dimensién histérica de estas con- venciones discursivas dejan sin aclarar si los tropos deberian verse como figuras preconceptuales de pensamiento deter- minantes del procesamiento inicial del material 0 como con- ceptos maestros que solo guian el proceso de escritura pro- piamente, la efectiva organizacién de los hechos en una estructura de trama. Hans Kellner” realiza un comentario en la misma linea de Kansteiner. Seguin él, la tropologia misma no parece ser nada mas que una serie de ejemplos alegéricos, es decir, implica que en cierto sentido los ejemplos reflejan una estructura, pero la teoria tropoldégica nunca es capaz de especificarla, excepto a través de otro ejemplo. De los traba- jos de White parecece desprenderse, dice Kellner (siguiendo a Mellard),” que la tropologia no tiene una conexién esencial con la historia, que cualquier cosa puede leerse tropoldgica- mente y que White puede de hecho haber intentado que los tropos llegaran a ser un fundamento comin para discursos totalmente divergentes. 22. Kansteiner, op. cit. 23. Hans Kellner, Language and Historical Representation. Getting the Story Crooked, Madison, The University of Wisconsin Press, 1989. 24. James Mellard, Doing Tropology, Analysis of Narrative Discourse, Urbana, University of Illinois Press, 1987. 26 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO La segunda critica de Kansteiner, derivada de la primera, hace referencia a inconsistencias y contradicciones entre los diferentes textos de Tropics, en cuanto a los criterios de dis- tincién entre buena y mala historiografia y buenos y malos historiadores. Por un lado, White propone un criterio de con- sistencia légica en cuanto a la eleccién entre las diferentes es- trategias explicativas derivadas de alguno de los tropos; por el otro, critica al historiador que permanece dentro del mismo esquema explicativo a través de todos los niveles explicativos de su discurso; este historiador podria agudamente ser l]ama- do un pensador doctrinario que «doblega los “hechos” para que encajen en una teoria preconcebida».”* En definitiva, estas inconsistencias e indecisiones acerca del estatus de la cuddruple estructura tropololégica del discurso histérico alientan dudas tanto acerca de su poder para explicar la cons- titucién de dicho discurso como acerca de su pretendido enfrentamiento al relativismo absoluto. En la siguiente co- leccién de articulos de White, la estructura cuaternaria de la tropologia es en gran parte abandonada.* 3. LA HISTORIA DE LA ASOCIACION ENTRE NARRATIVA E HISTORIA El contenido de la forma revne articulos que van desde 1979 hasta 1985. Como buen historiador intelectual, White no duda en toda su obra en buscar apoyo para sus argu- mentos filosdficos en consideraciones histéricas. Al princi- pio del presente estudio introductorio, sefialé la presencia en la obra de White de dos estrategias de aproximacién al 25. Tropics, pag. 129. 26. Las referencias a la tropologia por parte de White en los textos posteriores son ms flexibles en cuanto a la estructura cuddruple. _ INTRODUCCION ‘27 discurso histérico: una formal-estructuralista y otra histéri- co-contextual. Esta segunda estrategia la encontramos desa- rrollada en «El valor de la narrativa en la representacién de la realidad», donde White, adoptando una actitud irdnica, salta del texto al contexto para ofrecer una explicacién his- térico-contingente de la asociacién entre el conocimiento del pasado y su expresi6n en forma narrativa, asociacién que él llama «narrativizacién». Con tal denominacién pretende distinguir el simple contar o relatar una historia, una activi- dad que abiertamente adopta una perspectiva, de un discurso que finge que es el pasado el que habla en forma de relato. Pero, dice White, si la narrativizacién consiste en dar a los acontecimientos reales la forma de relato, es licito pregun- tar: ¢cual es la funcién cultural del discurso narrativizador? La respuesta la encuentra en las Lecciones sobre filosofia de la historia de Hegel: sdlo hay necesidad de narrar y mostrar la coherencia y clausura de una serie de acontecimientos cuando existe un sujeto social que exige legitimacién, esto es, un sistema legal (el estado) en contra o a favor del cual pudieran producirse los agentes tipicos de una narracién. La intima relacién entre ley, historicidad y narratividad es desvelada a través de este recorrido histérico por la historia de la historiografia. En suma, White deriva el cardcter ficti- cio de la narrativa a partir de un relato en el que muestra 1) la contingencia de la asociacién entre historia académica y expresiOn narrativa y 2) el carécter fundamentalmente mo- ral de esta alianza, es decir, que la asociacién esta motivada por la btisqueda de legitimacién que presenta un sujeto so- cial. En este sentido, los historiadores participarian en ese, propésito u obedecerian a él, por lo cual la historiografia cientifica y la «popular» o comunal cumplirian la misma funci6n y serian igualmente distorsionadoras. White nos ofrece un ejemplo histérico a favor de esta conclusién; los Anales medievales de Saint Gall presentan 2 28 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO un claro caso de representacién no narrativa de la realidad hist6rica, consistentes nada més que en listas de aconteci- mientos ordenados cronoldégicamente. Mas concretamente, nos enfrentamos a una secuencia ininterrumpida de afios, algunos de los cuales consignan algtin acontecimiento, na- tural o social, y otros ninguno. Estos registros no manifies- tan ninguno de los rasgos propios de la forma narrativa, no hay comienzo ni final, no hay voz narrativa identificable, ni peripecia. Ni siquiera sabemos cudndo han sido registra- dos. «f...] Esta lista nos sittia en una cultura en trance de disolucién, [...] Todos los acontecimientos son extremos.»” Seria un gran error, segiin el autor, pensar en los anales co- mo una forma subdesarrollada de historiografia, pues ellos son el resultado no arbitrario de una imagen de la realidad segtin la cual el sistema social, en tanto centro de cohesién y legitimaci6n, esta ausente, pero, pregunta White: ¢quién esta mas cerca de la realidad, el historiador narrativo o el analista?, ese presenta realmente el mundo a la percepcién en la for- ma de relatos bien hechos [...] 0 bien se presenta mas en la forma que sugieren los anales [...] sin comienzo o fin? [En definitiva], [...] este valor atribuido a la narratividad en la re- presentacién de acontecimientos surge del deseo de que los acontecimientos reales revelen la coherencia, integridad, ple- nitud y cierre de una imagen de vida que es y slo puede ser imaginaria.”* En «La politica de la interpretacién histérica: disciplina y desublimacién» White extrema su posicién al punto de 27. Hayden White, «El valor de la narrativa en la representacién de la realidad», en El contenido de la forma, Barcelona, Paidéds, 1992, pag. 23. 28. Ibid., pag. 38. INTRODUCCION 29 dividir en dos las actitudes emotivas 0 sentimientos capaces de determinar tipos diferentes de visiones del pasado (visio- nes subyacentes a los relatos histdricos). Una ve el pasado como algo «sublime», horroroso, incomprensible y que es imprescindible cambiar. Este tipo de actitud es la que daria lugar a relatos de cardcter revolucionario. La otra lo ve como «bello» en el sentido de comprensible y explicable, por lo cual no hay urgencia de modificarlo o abandonarlo.” La pri- mera visidn estaria presente en relatos tan opuestos como el relato nazi y el sionista, o este ultimo y el palestino. Todos construyen una historia para o bien abolir el sistema hege- ménico y sustituirlo por uno absolutamente nuevo (como en el caso nazi), o bien legitimar la construccién de un estado particular (como en los casos palestino y sionista). Por otro lado, la vision del pasado como algo bello es la actitud do- minante en la historiografia académica, aun en la de caracter marxista en tanto construye el pasado como explicable y comprensible y el presente como resultado de «leyes» y, por lo tanto, también comprensible. En El contenido de la forma comienzan a dibujarse ciertas tesis que seran desarrolladas con mayor énfasis en Figural Realism. Por un lado, la conexi6n entre ciertas experiencias del presente y la manera de construir los relatos, una cone- xién que muestra que ciertas situaciones, por la manera en que son experimentadas, parecen adecuarse mejor a ciertos relatos y no a otros 0, como en el caso de los Anales de Saint Gall, a ciertas formas de escritura y no a otras. Pero la cone- xi6n entre experiencia o situacién histérica y formas discur- sivas no responde a un ideal de semejanza entre ellas, ni a, una idea de verdad por correspondencia, sino a ideales morales y actitudes emotivas. Es mas, este énfasis en la vin- 29. Las nociones de lo «bello» y lo «sublime» estén inspiradas en Schiller. 30 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO. culacién emotiva con el pasado, que al principio del presen- te estudio sefialé como una constante en White, sera defen- dido en conjuncién con sus tesis imposicionalistas. En «La cuestién de la narrativa en la teoria historiografica actual» afirma que la narrativa histérica no disipa falsas creencias sobre el pasado, la vida humana, la naturaleza de la comunidad, etc.; lo que hace es comprobar la capacidad de las ficciones [de una cultura para dotar a los acontecimientos reales con los tipos de significado] que la lite- ratura presenta a la conciencia mediante su creacién de pautas de acontecimientos «imaginarios».” Es mas, si hay elementos de verdad en sentido propio en el discurso histérico, pero ellos se limitan a los enunciados fActicos (singulares existenciales) tomados individualmente y ala conjuncién légica de la serie total de enunciados to- mados distributivamente. Pero, nuevamente, la narrativa re- sulta una imposicién, pues no hay ninguna forma de con- cluir mediante argumentos légicos que una serie dada de acontecimientos deba ser tramada como una farsa 0 una tra- gedia. En este punto particular, White ha sido varias veces criticado como un residuo positivista, pues atribuye una cierta estabilidad al nivel de los acontecimientos 0 hechos y una arbitrariedad en el nivel interpretativo inspirada a veces en sus posibilidades creativas, otras en intereses politicos no reconocidos.”! Especificamente se critica esta manera de concebir los sucesos histéricos y nuestra experiencia de 30. El contenido de la forma, pag. 63. 31. Por ejemplo, Néel Carroll «Interpretation, History and Narrati- ve», The Monist, 73, 2 (1990), Wulf Kansteiner (1993) y Verénica Tozzi, «El relato histérico: chipétesis 0 ficcién? Criticas al “narrativismo impo- sicionalista” de Hayden White», Andlisis filosdfico, 17, n° 1, 1997, pags. 75-93. INTRODUCCION 31 ellos por ser sucesidn de incidentes aislados carentes de forma y conexién sobre los cuales la operacién narrativa impondria una coherencia de la que carecen. Por ejemplo, A. Norman (1991) observa que la Segunda Guerra Mundial no es menos real que el dia D, ni el dia D menos real que los aconteci- mientos ocurridos a lo largo de esas 24 horas. En la historia las partes no son menos problematicas que el todo. La apariencia de coherencia no deberia producir mas escepticismo que la incoherencia. Fs mas, ¢por qué pensar que los registros histé- ricos sdlo informan acerca de incidentes aislados? Tampoco esta claro que nuestra experiencia histérica nos dé acceso a una serie de incidentes aislados; sin embargo, es esta particu- lar concepcién del pasado —ya hable de los acontecimientos, los registros o de nuestra experiencia— como carente de for- ma y conexidn la que impide otorgar a la informacion y a la experiencia algun rol critico en la elecci6n entre interpreta- ciones alternativas del pasado. Es esa misma concepcién la que también nos deja perplejos respecto al estatus de su pro- pia reconstruccion histérica de los contextos histéricos que dieron lugar a los Anales de Saint Gall y las historias narrati- vas. Por otra parte, aunque ni el registro histérico ni nuestras experiencias del pasado justifiquen de manera concluyente, ni siquiera con cierta probabilidad, nuestras sistematizaciones del pasado, ello no implica que sean inevitables distorsio- nes del mismo. Si efectivamente lo distorsionan, no sera por el hecho mismo de establecer conexiones, sino tal vez por no haber establecido las conexiones adecuadas. ¢De qué otro modo entender adecuadamente la carga de la historia para li- berarnos de la carga de la historia, sino porque es justamente la investigacién hist6rica la que nos permite descubrir aque- Ilas conexiones entre ciertas situaciones y ciertas construccio- nes ficticias que nos oprimen? EI caracter no narrativo y no estructurado de la expe- riencia histérica es un punto al que White no renunciara,

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