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“ ”
Para comenzar la lectura, previamente, preparamos el corazón, pidiéndole al Señor que, de
manera similar al encuentro pasado, nos ayude a conocer de mejor al grupo que nos ha
concedido, conociendo sus particularidades y que nos ayude a ser dóciles a su Gracia, para
saber cómo guiarlos como grupo que se complemente y ayude hacia su Reino celestial.
Preparamos al lado del lugar en donde leamos el texto, la Biblia, una imagen de la Cruz y, si es
posible y seguro, una vela.
Poné una foto de tu grupo o un listado con sus nombres y aquello que hayamos planificado
para acompañarlos durante éste año.
Oramos con el Evangelio:
Mt. 18, 20
19 También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo
concederá.20 Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos».
Amén.
Sencillamente contundente. No estamos en una ONG, una sociedad de fomento o de beneficencia. No estamos en un
club o en la murga del barrio. Somos comunidad. Un grupo reunido a alguien que nos aúna y no entorno a algo. Jesús es
el que nos convoca, el que nos llama a estar reunidos, todos nosotros, con un corazón semejante al suyo.
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Jesús nos recuerda uno de los modos de hacerse presente entre nosotros: una reunión. No en torno a una comida
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cualquiera o a un encuentro para “pasar el rato”. Sino entorno a la oración. Todo grupo cristiano debe juntarse a orar.
Aún cuando el motivo principal sea estudiar en el colegio, aprender catequesis, doblar ropa en CARITAS o ir a misionar
Seminario – Taller “El Juego y la Catequesis” Características de los Grupos
Pbro. Juan Andrés Rosso. Mar del Plata – Argentina
por el barrio. Sólo estando con el Señor estaremos con el Señor. Sólo invocando y haciendo en su nombre nuestras
obras serán de Dios y tendrán valor de eternidad.
La clave está en hacerlo y reconocerlo presente y en recordar para qué y por quién estamos. Qué triste es cuando un
grupo en nuestra parroquia o comunidad tiene a Dios como un agregado necesario para poder seguir juntándonos en el
mismo lugar y no quedar desalojados y a la deriva. Y qué triste también cuando nuestro modo de ser compañeros,
amigos, estudiantes, profesores, catequistas, dirigentes y colaboradores no nos habla en ningún momento del Cristo de
nuestra Fe; es decir, de un Dios vivo al cual vale la pena seguir en todo momento y frente a cualquier circunstancia de la
vida.
Ahora, ¿Cómo podemos a nuestro grupo, recién formado o más antiguo, darle la forma de Jesús buen Pastor, para que
camino animado por el Santo Espíritu? Debemos conocerlo. Conocerlo en su individualidad y pluralidad. Hacerlos
descubrir a sus compañeros más próximos, sus metas en común, el valor y lugar del otro. Sólo quien es capaz de
descubrir a su otro más cercano, es capaz de descubrir a Jesucristo como prójimo. Sólo quien se reconoce caminando
junto a otro es capaz de descubrir que Dios también se hace presente a su lado.
(Pedro casados)
Desde niño siempre me gustó navegar en un pequeño río, mi sueño era navegar en el mar, siendo mayor de edad. El
sueño se me cumplió por la ayuda de mi padre que me animaba a terminar mis estudios como mecánico y piloto para
motores fuera de borda.
Felicidad fue para mí, el día que metí la aplicación en un famoso puerto y fui aceptado ese mismo día para llevar un
grupo de personas en un súper barco. Unas horas antes de emprender el viaje, comencé a revisar todo con mucho
cuidado; cuando bajé a ver las hélices, supe inmediatamente que eran muy pesadas para los motores en un viaje como
en que íbamos a emprender. Subí al barco y quise explicarle al dueño, pero la gente ya estaba entrando y para
cambiarlas se necesitaba por lo menos una hora. Lo hice por la gente para que no se desesperara, no dije nada. “Si voy
con precaución no creo que haya tanto problema” me dije.
Llegó la hora de partir y el dueño del barco me preguntó: ¿Quieres que te acompañe? No, no lo creo necesario, le
contesté. Pero él añadió: bueno, no sé qué tan seguro te sientas para realizar este viaje solo. tan solo. “Tan seguro como
si fuera a estar aquí en tierra”, dije. Me deseó buena suerte y me dejó partir solo.
Después de unas cuatro horas de marcha de maravilla, miré que nos toparíamos con una pequeña tormenta, y en
menos de dos horas estaba encima de nosotros. Fue entonces que uno de los motores dejó de funcionar; tomé la radio
para comunicarme con la base central del puerto y pedir ayuda con mi jefe, el dueño del barco, pero me dijeron que no lo
localizaban por ninguna parte. Más creció mi preocupación, pues no contaba con esa tormenta. En esa situación había
comprendido mi error, sólo por no hacer esperar a la gente un poco de tiempo. Ahora pensarían que mi jefe es un
irresponsable y descuidado. Todos preguntarían por el dueño del barco y yo no sabría qué contestarles y, sino,
cobardemente diría que nos había abandonado a nuestra suerte.
Arrepentido y sin saber qué hacer, sabía que una desgracia nos esperaba. Entre lágrimas y sollozos, mi corazón
comenzó a saltar del pecho, cuando miré a mi jefe entrando a la cabina del barco, bien tranquilo. Me miró y me dijo:
“Hola muchacho. Sabía que necesitarías mi ayuda.” Yo apenas lo creía. Le pregunté: “¿Cómo llegó al barco, señor?” Me
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contestó sonriendo: “cuando tú entraste al barco, yo también entré detrás de ti, no olvides que soy el dueño del barco. Lo
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conozco. Ah, por cierto, vengo de reparar el motor averiado, enciéndelo. Ya funciona; lo intenté y sí, funcionaba.”
Hace falta ser responsable, precavido, formado, propenso a pedir ayuda y orientación. Pero por sobre todo, es
necesario recordar que solos, lo que se dice solos, no podemos nada. Que las tormentas y daños inevitables solo se
superan en compañía del Señor. Y nuestro deber de dejarnos acompañar por Él se ve acrecentado cuando de nuestra
mano, acompañamiento y educación, depende también la vida de fe de muchos otros.
CARACTERÍSTICAS DE GRUPO
•Definición general.
•Tipificaciones.
Introducción
El grupo nos es, ni solamente, ni principalmente nuestro. Alguien nos acompaña y nos guía en grupo, en pueblo; en
comunión de etapas, deseos, necesidades, procesos de fe y de actos de fe. Ahora bien, sabiendo que es Cristo quien nos
constituye como tal no dejamos de ver que somos nosotros quienes debemos apropiarnos de aquello que nos da y
tampoco que hay ciertos cuidados y procesos que debemos tener en cuenta a la hora de cuidar a aquellos que nos han
sido encomendados.
Que otras personas ajenas al grupo también los reconozcan como miembros de éste.
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RASGOS GENERALES:
Si bien podemos plasmar una estructura general, siempre ésta dependerá de:
Los requerimientos generales para poseer pertenencia al grupo (mayor de tantos años, soltero, profesional,
etc.),
La edad de los participantes,
cantidad de miembros,
cualidades particulares de cada integrante,
espacialidad (días, semanas, meses.)
duración temporal (minutos u horas de cada encuentro),
cantidad de encuentros, y
finalidad del grupo (auto ayuda, educación, esparcimiento).
Objetivos
_ Generales (a lograr a perpetuidad o al momento de la disolución del grupo)
_ Intermedios (en distintos momentos del grupo, a momentos a fijar: por número de encuentro, meses, etc.)
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Cartwright y Zander .
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Adquisición de modos de ser y contenidos. Tener en claro a dónde queremos llegar nos lleva a convertirnos,
poco a poco, a las personas que se encuentran en ese lugar; por lo tanto, deben ir dibujándose ciertos rasgos
distintivos: Si es un grupo cristiano se deberá sentir cierta comodidad y predisposición al momento de orar, se
incorporará cierto vocabulario específico, señales y ritos, etc. Respecto a los contenidos, estos variarán, según la
finalidad del grupo (pre-juveniles, grupo de oración con adultos, jóvenes en un colegio católico, etc.).
Afianzamiento de vínculos y roles. Se tendrán en claro, de manera progresiva, la razón de ser de cada
integrante en el grupo, qué debe esperarse de él, qué puede aportarle, qué podemos pedirle a cada uno (al
dirigente, al dirigido). cada integrante debe aportar, más o menos lo esperado (asistir, acompañar, portarse
bien, cantar, preguntar, brindar cercanía, etc.). En los jóvenes y adultos, luego de un tiempo breve (cuatro a seis
encuentros –teniendo en cuenta 1,5hs semanales-) Se hace propensa y generalizada la idea de compartir fuera
del tiempo y espacio grupal. Es bueno fomentar y alentar esto, teniendo idea de los lugares en los que se
reúnen y marcando la diferencia que hay entre juntarse dentro o fuera del ámbito primario del grupo (esto
especialmente pensando en los adolescentes).
Maduración de grupo. “Estamos andando bien” es la frase y sensación que describe este momento del grupo.
No debe asociarse a un mero sentimiento de bienestar, sino que es el resultado de un crecimiento equilibrado y
parejo en los puntos anteriores: responsabilidad en la asistencia. Reconocimiento de los distintos espacios como
propios, identificación y respeto por los pares y por el guía del grupo. Comodidad a la hora de expresarse y
realizar las distintas actividades propuestas, adquisición de cierta terminología y contenidos. Mediana relación o
disposición de apertura con el resto de la comunidad.
Meseta y conflictos. A veces, conocerse demasiado genera la sensación de no querer conocerse tanto. Finaliza
la etapa de “noviazgo grupal”. Se manifiestan las primeras diferencias entre los integrantes del grupo. Pueden
ser puestas en duda la autoridad y los conocimientos del dirigente y hasta descubrir que no siempre se le puede
hacer caso.
Reacomodamiento y fijación de nuevas metas o reordenamiento de las mismas. Luego de discusiones o
disconformidades más o menos generalizadas durante un pequeño lapso de tiempo, luego de descubrir más
profundamente las características del grupo formado y de ver cómo el grupo va siendo permeable a los
contenidos y modos de darlos; es necesario volver a preguntarnos quiénes son nuestros dirigidos o
acompañados, como se adaptan a los contenidos y actividades lúdicas o de apoyo, cómo es su vida de oración y
relación con los sacramentos. Preguntarse nuevamente sobre las metas puestas a comienzo de año. ¿Seguimos
viendo necesarias tales cosas? ¿Pueden llegar a ellas en el tiempo que nos queda? ¿Debemos recortar, reforzar
o agregar tiempos? ¿Han en algo sabido vincularse con el resto de la comunidad? ¿Serviría que se les pregunte y
se les pida orientación? Esto debería suceder, por lo menos, una vez al año.
Búsqueda de logros. Afinar la puntería. Al comienzo de cada año o etapa, es común saber a dónde se quiere ir y,
más o menos, qué rumbos debemos tomar. Pero es necesario al acercarse al final de cada bloque o etapa
delinear actividades, momentos y/o gestos concretos que nos propicien el apoderarnos de aquello que
perseguimos. Así como un examen escolar convencional nos ayuda a saber sobre ciertos contenidos fijados, una
actividad concreta (salir a misionar luego de prepararse, asistir a Misa, lograr confesarse con cierta periodicidad;
poder expresarse de cierto modo a la hora de orar, bendecir, hablar de Dios, etc.) nos ayuda a saber que hemos
alcanzado algo de lo que nos proponíamos alcanzar.
Fin del grupo. No pretende sellarse con lágrimas de amarga despedida. El fin del grupo debe buscarse de modo
deliberado, aunque no siempre pueda darse (tantos años de catequesis de iniciación, de tal a tal mes; Tres años
de grupo juvenil, de tal a tal mes) para marcar la solidez de un proceso. Es difícil asumir madura y
permanentemente algo que da la sensación de haber quedado inconcluso. Muy por el contrario, si es esa la
situación, posiblemente se busca cerrar un proceso distinto, ajeno a la fe, ya que la idea que ronda es la de “No
me termina de cerrar esto o aquello de la fe”. Debe marcarse la importancia del proceso, de los integrantes que
hayan acompañado, de lo aprendido, de las herramientas adquiridas y, por sobre todo lo demás, lo importante
que ha sido lo recorrido para descubrir a Cristo como amigo, como Señor y Maestro, que nos acompaña y
fortalece con sus dones, para poder vivir, en Él, todo lo que nos toque vivir y para servir, desde Él todo lo que
debamos servir a los demás. Es bueno hacer un encuentro alusivo y participar de la Santa Misa, dando gracias e
incluso participando con el resto de la comunidad.
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Comunidad cebolla: se sobrevalora el elemento afectivo: Se da mucha amistad y convivencia, pero no hay
Contenidos, no se logran las metas. Un grupo cristiano no es sólo para convivir. También es para formarse y
actuar. Tiene que cumplir una misión: evangelizar.
Comunidad cabezota: todo es reflexión. Se descuida el elemento religioso, afectivo y metodológico. Se tiende
sólo a la social. Las reuniones y actividades en general se hacen cansadoras.
Estereotipos de miembros de un grupo:
El agresivo El desubicado
El mandaparte El experto
El deprimido El creativo
El indeciso El práctico
El chistoso
Planeamientos
o Qué se desea hacer (ej.: hacer funcionar un grupo de jóvenes adultos),
o con quién (ej.: con jóvenes de entre 18 y 30 años ),
o por qué (ej.: es necesario tener un grupo de pertenencia y de formación cristiana en medio de la etapa de
estudio profesional y de inserción laboral),
o cómo (ej.: procurando un espacio de oración, de experiencias compartidas, tratando temas de actualidad y
celebrando juntos, de manera periódica, la Santa Misa ),
o cuándo(ej.: cada miércoles de mes, entre marzo y noviembre ),
o dónde(ej.: en el salón principal de catequesis parroquial ),
o cuánto tiempo (ej.:2 horas por encuentro ),
o con la ayuda de quién (ej.: del cura párroco y de dos dirigentes),
o con la ayuda de qué (ej.: Proyector, computadora, parlantes, fotocopias e impresiones, mate) y
o con qué costos (ej.: entre $ 50 y $100 mensuales de material fotocopiado).
De Fe, del mismo Cristo, se trata lo nuestro y aún con lo importante qué es abordar los grupos humanos desde las
ciencias sociales hay un área que no podemos dejar de lado; y es aquella que nos posiciona justo al lado de aquél que
nos llama. No podemos abordar un grupo de fe sin Dios. Es más, en realidad se debería hablar primero de Dios creador y
convocante, para luego hablar de aquellos que fueron convocados.
“Él nos amó primero” (1Jn 4, 19). Éste movimiento amoroso, que tiene la iniciativa primera de Dios, es el que genera la
necesidad de unión entre el amante y el amado, entre el amado y aquél que ama. Quiero estar con aquél que me brinda
todo de sí y al descubrir que somos tantos los amados, en igual y en la más grande medida, surge la necesidad de
compartir el camino de maduración que nos acerque perfectos.
Recordamos las palabras de Jesús “¡Cuántas veces (Jerusalén) quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus pollitos
debajo de sus alas!” (Cf. Lc 13, 34).
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Consideramos algunas palabras de uno de nuestros más conocidos catequistas en nuestra República Argentina:
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“Así como al considerar la vida de todos nosotros es inevitable hablar de grupos (pues nuestra vida se desarrolla en y
junto a los grupos que integramos), al hablar de catequesis es imprescindible hablar de grupos, también.
La vivencia de la fe es esencialmente grupal. El bautismo, primero de los sacramentos, que nos inicia en la vida de fe,
nos integra a un grupo, nuestra comunidad cristiana.
Jesús mismo, formó un grupo de personas para compartir la venida y la fe, al inicio de su predicación, y, nos prometió
estar presente cuando haya un grupo reunido en su nombre (Mt. 18, 20).
El grupo de fe tiene todas las características de un grupo humano, pero además tiene otras específicas que le dan
identidad propia y que es bueno tener en cuenta para el trabajo catequístico.”2
Si miramos desde el lugar del cual venimos a hacer este curso: parroquia, colegio y más específicamente un aula de
5° grado, una sala de jardín, un grupo juvenil o de adultos, un espacio de catequesis para niños, etc., se nos hace
evidente que nuestro grupo más directo de pertenencia es un grupo relativamente pequeño y que éste no es
anulado por espacios más grandes, como una parroquia o un colegio, anteriormente mencionados, o por un
movimiento. Son asumidos por ellos. Toman rasgos generales y crean o adquieren rasgos propios del grupo
específico.
Lucas Berrocal de la Cal, rescata del Directorio general para la catequesis que: «El grupo tiene una función
importante en los procesos de desarrollo de la persona. Esto también vale para la catequesis» (DGC 159). Nosotros
no dudaremos en ampliar esa mirada a todo grupo o estructura eclesial, ya que como suele decirse risueñamente:
“tooodo es catequesis”. y de hecho se habla para todos los cristianos que han finalizado su catequesis de iniciación
cristiana (IC) de un itinerario catequístico permanente (ICP). Es por esto que nos dejaremos guiar por una muy
pequeña síntesis, extraída de Berrocal de la Cal, para hablar más específicamente de un grupo cristiano:
“La dimensión comunitaria de la vida cristiana exige que la catequesis sea una auténtica escuela de iniciación a la
vida eclesial. […] En esta perspectiva grupal y comunitaria, la figura del catequista también queda enriquecida.
1. IMPORTANCIA EN LA CATEQUESIS.
[…]El grupo ofrece una magnífica experiencia de vida eclesial y encierra potencialidades formativas en los
distintos niveles y edades. El grupo educa al niño para la vida social; para adolescentes y jóvenes es una
necesidad vital; en los adultos fomenta la corresponsabilidad cristiana.
El grupo de catequesis adquiere en Evangelii nuntiandi el carácter de pequeña comunidad, y la catequesis se
convierte en un verdadero acto eclesial: «Cuando el más humilde catequista reúne su comunidad, aun cuando
se encuentre solo, ejerce un acto de Iglesia» (EN 72).
[…] Su necesidad no sólo es de orden antropológico, sino de fe, ya que la referencia catecumenal y la
dimensión comunitaria de la catequesis dan al grupo una importancia privilegiada para la educación de la fe,
la integración personal y el desarrollo del amor fraterno. La importancia y necesidad del grupo en la catequesis
no son óbice para soslayar los posibles riesgos de la catequesis grupal, así como para revalidar otros ámbitos
más multitudinarios de educación en la fe.
2. EL GRUPO COMO «MEDIACIÓN» ECLESIAL.
Frecuentemente el catequizando se inicia y expresa su pertenencia a la vida de la comunidad eclesial a través
del grupo de catequesis. La relación entre grupo e Iglesia ha tomado distintas posiciones que conviene tener en
cuenta:
1) En un extremo estaría la concepción del grupo como iglesia alternativa o paralela, o el grupo.
2) En el otro extremo se situarían aquellos para quienes la vida del grupo sólo sería una mera iniciación y
preparación a la vida de la Iglesia, porque sólo en la comunidad cristiana se vive la experiencia eclesial.
3) El lugar más equilibrado está en descubrir la función estructural […] del grupo como primera experiencia
eclesial de sus miembros; en el grupo, palabras como comunión, corresponsabilidad y presencia, se convierten
en experiencia vivida.
El Directorio general para la catequesis afirma: «El grupo cristiano está llamado a ser una experiencia de
comunidad y una forma de participación en la vida eclesial, encontrando en la más amplia comunidad
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Marcelo Murúa, www.buenasnuevas.com.ar
Pero, sobre todo, la necesidad del grupo en la catequesis nace de la peculiaridad de la pedagogía divina. La
necesidad del grupo nace, sobre todo de la misma exigencia de la pedagogía de Dios, que no nos salva
aisladamente, sino en un pueblo (cf LG 9). El talante catecumenal de la catequesis y su dimensión comunitaria
convierten al grupo en cauce adecuado de iniciación y expresión de la fe. Las razones de la importancia del
grupo en la catequesis hacen referencia directa a la educación de la fe.
En el grupo se transmite y recibe el mensaje cristiano, se crea la experiencia en común de la fe, esta se
comparte y expresa con lenguaje propio, se comunica a lo otros devolviendo lo recibido con palabras propias.
La integración personal —ser acogido, aceptado y reconocido, personalmente llamado e integrado-- se vive en
el grupo de catequesis como expresión adecuada de la acción insondable de Dios —plural en las personas y en
los caminos— y como cauce humano del desarrollo del amor fraterno.”
Elabora una actividad lúdica, pensando en tu grupo, que sirva para trabajar,
madurar y superar una etapa de meseta y conflictos.
Elabora una actividad lúdica, pensando en tu grupo, que sirva para un
Reacomodamiento y fijación de nuevas metas o reordenamiento de
las mismas. (Explicitá qué cosas buscás reordenar o fijar).
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