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El juicio de amparo y la ensefianza del derecho procesal HECTOR FIX-ZAMUDIO I. Problemas que plantea el estudio del amparo mexicano . 425 IL. Diversas etapas que se han seguido en el estudio del am- paro. . 427 UL, Teoria general del proceso, derecho procesal constitucio- nal y derecho de amparo . 430 IV. Autonomia del amparo respect del derecho constitu. cional . Loe oe 44d V. Problemas metodoldgicos . to 1. AB VI. Terminologia . an . 448 VIL. La enseftanza del derecho de “amparo eee ee 451 EL JUICIO DE AMPARO Y LA ENSENANZA DEL. DERECHO PROCESAL A Niceto Alcalé-Zamora y Castillo Héctor Frx-Zamupto * SUMARIO: 1. Problemas que plantea el estudio del amparo mexicano. UL. Biversas etapas que se han seguido en ef estudio del amparo. Ul, Teo- rla general del proceso, derecho procesal constitucional y derecho de an paro, IV, Autonomia del amparo respecto del derecho constitucional. V. Problemas metodoldgicos. VI. Terminologia. VII. La enseitanza del derecho de amparo 1 Problemas que plantea el estudio del amparo mexicano 1, A mds de un siglo del establecimiento de la institucién juridica més apreciada y entrafablemente querida por el pueblo mexicano y en primer término por sus juristas, no nos hemos puesto de acuerdo sobre su naturaleza, sobre su contenido, su estructura, ctcéiera, todo lo cual determina que se produzcan serias dudas respecta de su encuadramiento dentro del campo, del derecho. La circunstancia de que la disciplina que se imparte en Ja Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Auténoma de México y en varias escuclas de derecho de la republica, leve el nombre hibrido de “garantias y amparo”, produce desorientacién respecto del método que debe seguirse para su ensefanza. _Particularmente resulta dificil establecer la delimiracién de la mate- en relacién con dos ramas del conocimiento juridico que se disputan su encuadramiento. Es decir, no puede afirmarse a primera vista si se trata de una disciplina sustantiva que pertenece al campo del derecho constitucional, o una de cardcter instrumental que se desarrolla dentro del terreno del derecho procesal. 2. Con motivo de Iu aparicién de la sexta edicién del excelente y fundamental libro de Ignacio Burgoa sobre El juicio de amparo,! se * Director ¢ investigador del Instituto de Investigaciones Juridicas de ta Univer- sidad Nacional Auténotma de México. 1 Editorial Portia, México, 1968, Actualmente se ha publicado Ia novena edicién de este libro, por fa misma Editorial Porrita en el aio de 1973, y las palabras previas a la mencionada sexta edicién aparecen en las paginas 21-23. 426 HECTOR FIX-ZAMUDIO produjo una apasionante polémica entre el citado tratadista y el desta- cado jurisconsulto recientemente fallecido, Santiago Ofiate,? precisa- mente sobre la forma en Ia cual debe abordarse el estudio y, por con- siguiente, la ensefianza de los problemas fundamentales del juicio de amparo. De acuerdo con a situacién actual, Ia interrogante puede formularse, en esencia, respecto a la vinculacién del amparo con la “teoria general del proceso” y, consiguientemente, con el derecho procesal. En owas palabras, es preciso preguntarnos si resulta conveniente que los profesores de esa materia calificada por los programas como “ga- rantias y amparo” utilicen, respecto de este ultimo, el método de la ensefianza del derecho procesal, o si por el contrario estan obligados a emplear criterios especificos y peculiares, que se apartan esencialmente de los del mismo derecho procesal. En efecto, en tanto que Ignacio Burgoa sostiene en las interesantes palabras que preceden a a mencionada sexta edicién de su libro que: “Resulta, pues, inaceptable la pretensién de querer incrustarlo (cl amparo) dentro de una ‘teoria general de proceso’ originada en el pro ceso civil, 0 sea en um proceso que es diferente del amparo por su motivacion y telcologia...” 8 Santiago Ofiate afirmaba que: “...se tendré que convenir cn que cl amparo ¢s un capitulo del derecho procesal y estd vinculado a la doc- trina del proceso, ..""* Esta controversia, como puede comprenderse, no es puramente aca- démica, sino que se refleja profundamente en los programas que se han elaborado para a exposicién de la materia en las facultades y escuelas de derecho de la reptiblica, asi como la vinculacién que deba estable- cerse respecto a la recientemente establecida “teoria general del proceso” en Ja Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autonoma de México. * Por tales motivos, resulta indispensable replantear la problematica procesal det juicio de amparo, con la pretensién de aportar algunos cri- terios que permitan resolver uno de los aspectos esenciales de nuestra disciplina. 2Polémica que puede consultarse en Ios peri El Heraido, de 2 y 5 de julio, de 1968. BEL juicio de amparo, cit, p. 22. 4 .Excelsior, 7 de junio de 1968, p. 7-A. 5 fr. Carlos, Eduardo B., Acotaciones al problema de la unidad del derecho pro- cesal, en Revista de Derecho Procesal, aiio 1x, vol. 1, Buenos Aires, 1951, p. 179, autor que afirmaba con agudert que la solucién que al efecto se adopte no sdlo definiré una actitud intelectual y una orientacién cientifica a seguir, sino que habra de proyectarse invariablemente en la ensefianza y en Ia exposicién de la asignatura, dicos Excelsior del 7 de junio y JUICIO DE AMPARO ¥ ENSENANZA DEL DERECHO PROCESAL 427 Il. Diversas etapas que se han seguido en el estudio del amparo 3. El juicio de amparo mexicano ha sido analizado de diversas ma- neras desde su consolidacién definitiva en los articulos 101 y 102 de la Constitucién de 1857, a través de su incontenible desarrollo que desembocé en una transformacién radical en la Carta Fundamental de 1917 y las subsecuentes reformas constitucionales y legales, hasta Hegar a la tiltima que entré en vigor el mes de octubre de 1968. Resulta evidente que la institucién aparecié en la citada Carta de 1857, después de haberse conformado en los antecedentes de Ja Consti- tucién yucateca de 1841 y del Acta de Reformas de 1847, como un instrumento dirigido en forma exclusiva a la proteccién de los derechos del hombre o “garantias individuales”, consagrados en el mismo tex- to de la Constitucién federal, y a través de los primeros, también la tutela del equilibrio del régimen federal, evitando o reprimiendo las invasio- nes que las autoridades respectivas pudiesen efectuar en telacién con las esferas federal 0 local, respectivamente, 4. No resulta extrafio, por el contrario muy explicable, que los culti- vadores clisicos de nuestra disciplina lo fuesen eminentes constitu- cionalistas, tales como José Maria Lozano, Ignacio Luis Vallarta, Ignacio Mariscal, Isidro Montiel y Duarte, Silvestre Moreno Cora y Emilio Ra- basa, para no citar sino algunos, que analizaron la institucion desde el angulo del derecho constitucional. A esta doctrina clasica también la podemos calificar de ortodoxa, en virtud de que en ella se advierte la preocupacién de sus principales exponentes para preservar la puteza constitucional del amparo contra Tos avances del llamado “control de Iegalidad”, que se hace sentir des- de los primeros tiempos en virtud de la interpretacién que podemos estimar “artificiosa” del articulo 14 de la Constitucién de 1857, y que resulta tan conocida que sobre ello no necesitamos insistir. © Esta orientacién culmina con los trabajos fundamentales de Emilio Rabasa, quien calificé de “degeneracién” el desenvolvimiento del am- paro que terminé por absorber la impugnacién de todas las resoluciones judiciales? y luché denodadamente para rescatar la pristina funcién estrictamente constitucional del amparo. 5. Paralelamente a a anterior aparecié una corriente que es posible considerar como exegética o procedimentalista® ya que se caracteriza 6 Cfr. Fix-Zarmidio, Héctor, El juicio de amparo, México, 1964, p. 121, 127 y 259. TEL articulo 14, p. 95-102; El juicio constitucional, 2 ed. conjunta, México, 1955, p. 813 y 8: La Constitucién y Ia dictadura, 3% ¢d., México, 1956, p. 220-221. 8Sobre la etapa procedimentalista en cl estudio del proceso, cfr. Niceto Aleala- Zamora y Castillo, Proceso, autocomposicién y autodefensa, México, 1947, p. 100-103; y 24 ed., México, 1970, p. 104-108, 428 HECTOR FIX-ZAMUDIO por el andlisis puramente formal y descriptive de las disposiciones Je- gales que sucesivamente han regulado el juicio de amparo. Este criterio, que era el predominante para todas las disciplinas juri- ricas durante el siglo x1x, se puede advertir, respecto de Ja materia que examinamos, particularmente en varias obras publicadas durante el propio siglo pasado y primeros aios del presente, tales como las de Fernando Vega,® Manuel Ruiz Sandoval, 1° Federico M. del Castillo Velasco, 11 Francisco Cortés"? y, muy especialmente, Ja de Deme- trio Sodi. 6. Corresponde a Ignacio Burgoa ¢1 mérito indiscutible de iniciar el estudio sistemdtico del juicio de amparo en la primera edicién de su libro del mismo nombre, publicado en el aio de 1943,1* y que ha seguido perfeccionando en las subsecuentes ediciones de 1946, 1950, 1957, 1962, 1970, 1971 y 1973, todas las cuales han servido de guia y modelo a los tratadistas que han abordado la institucién en una forma siste- miitica. Por este camino han seguido los trabajos de Romeo Leon Orantes, % Jorge Trueba Barrera, #* Octavio A. Hernandez, 7 Mariano Azuela, 18 Luis Bazlresch, ® y Arturo Gonzéles Cosio. 7. Al lado de esta corriente moderna en el estudio —y ensefanza— del juicio de amparo mexicano, ha surgido ota, que si bien todavia mino- ritaria, ha venido ganando adeptos entre los tratadistas mexicanos y es la que podemos calificar de procesalista, en el sentido de que, sin desconocer los aspectos peculiares de Ja institucién, se examina tomando en consideracién los lineamientos de la cortiente cientifica del dere- cho procesal, que se inicié en Alemania cn la segunda mitad del siglo 9 La nueva ley de amparo, México, 1883, que comenta Ia ley de la materia de 1882, 30 Manual de procedimientos en el juicio de amparo, México, 1896, quien analiza el mismo ordenamiento citade en la note anterior. 11 Manual sobre procedencia y sustanciacién de tos juicios de amparo, 2 ed. México, 1899, comentario al capitulo respective det Cédigo de Procedimientos Fe- derales de 1897. 2 Et juicio de ampuro al atcance de todos, México, 1907, el cual comenta el citado Codigo de Procedimicntos Federales de 1897, en Ja parte relativa al referido juicio de amparo. 18 Procedimientas federales, México, 1912, quien estudia las disposiciones respec- tivas del Cédigo Federal de Procedimientos Civites de 1908. MY cuyos mérites sefialé con gran profundidad el tratadista Alfonso Noriega, distinguido cultivador de esta disciplina, en el prélogo a esa primera edicién de 1943, que se reproduce en lus siguientes. Il juicio de amparo, 8 ed., Puebla, 1957. GEL juicio de amparo en materia de trabajo, México, 1963, 17 Curso de anipaio, instituciones jundamentates, México, 1966. 18 futroducrion ai estudio del anrparo, lecciones, Monterrey, 1968, 19 Cwso elemental del juicio de amparo, Guadalajara, Jalisco, 1972 20 Fi jnicio de amparo, México, 1973, JUICIO DE AMPARO ¥ ENSENANZA DEL DERECHO PROCESAL 429 XIX #!_y pas posteriormente a Italia, pais en el cual ha tenido un flore- cimiento extraordinario, * y actualmente también a Espaiia y Latino- america. *4 8. Creemos haber tenido el privilegio de iniciar esta corriente con nuestra sencilla tesis profesional intitulada La garantia jurisdiccional de la Constitucién Mexicana (México, 1955), que Ieva el subtitulo significative de ensayo de una esiructuracin procesal del amparo, “4 ins- pirada en las ensefianzas del distinguido procesalista Niceto Alcala-Za- mora y Castillo sobre la unidad del derecho procesal,25y en cuanto a la trilogia estructural de nuestra institucién que puso de relieve al sostener que: “el amparo mexicano ¢s a Ia vez recurso de inconstitucio- nalidad, de amparo de garantias individuales y de casacién.” 24 Esta nueva etapa sc ha desarrollado con bastante rapidez, ya que la orjentacion procesal predomina en numerosos trabajos recientes que estudian ¢] juicio de amparo, y para no citar sino Jos libros, prescin- diendo de numerosos articulos y estudios monograficos, podemos mencio- nar las obras de Alejandro Rios Espinoza; ** J. Ramén Palacios; 2 Humberto Brisefio Sierra; ?® Juventino V. Castro, *® y Ia mds reciente del distinguido profesor emérito de la Facultad de Derecho de la Uni- versidad Nacional Auténoma de México, Alfonso Noriega Canttt, que no obstante el nombre modesto de Lecciones de amparo (México, 1975), debe considerarse como un verdadero tratado sobre la materia. 21 Gfr, Goldschmidt, James, Teoria general del proceso, 2¢ ed., Buenos Aires, 1961, pid ys. 22 Cfr., cl fundamental estudio de Allorio, Enrico, “Reflexiones sobre el desenvol- vimiento de la ciencia procesal”, en el volumen Problemas de derecho procesal, tad. de Santiago Sentis Melendo, t. 1, Buenos Aires, 1963, p. 101-137. 28 Al respecto pucde consultarse a Sentis Melendo, Santiago, Teoria y toniva del proceso, t. 1, Buenos Aires, 1959, dedieado en gran parte a un examen del procesalis- mo argentine, y en general de América y Espaiia, p. $498; cfr. el documentado panorama que sobre esta materia reatiza Niceto Alcali-Zamora y Castillo, en su libro Veinticinca afos de evolucién del derecho procesal (1940-1965), México, 1968, esp. p, 1-16, 71-73; 75-79; 87-90; 91-92. 24 Reproducida posteriormente cn nuestro libro Bl juicio de anparo, México, 1964, . S141, r Expuesta cn varios cnsiyos, pero esencitlmente en su fundamental monogtalia “Trayectoria y contenido de una teoria general del proceso”, publicada primera- mente en Jus, nim, 149, México, marzo de 1950, p. 153-177, y posteriormente incor- porada a Ia obra del mismo autor intitulala Estudios de Teoria general e historia del proceso (1945-1972), tomo 1, México, 1974, p. 505-523. 26 Proceso, autocomposicin y autodefensa, cit., p. 230, nota 394, 27 Anparo y casacidn, México, 1960, 28 Instituciones de amparo, 2 ed., Pucbla, 1969. %® Teorta y tenica det amparo, 2 vols., Puebla, 1966, y El amparo mexicano, México, 1971. Hacia ef amparo evolucionado, México, 1971, y Lecciones de garantias y amparo, México, 1974, 430 HECTOR FIX-ZAMUDIO 9. Para conchuir esta rapida y superficial descripcién de los diversos aiiterios que han imperado para el estudio de nuestra institucion, debe- mos sciialar que, con independencia de los cuatro sectores que hemos indicado, sigue siendo materia de estudio para los cultivadores del dere- cho constitucional, en virtud de que las bases fundamentales del amparo estin consignadas, en forma pricticamente reglamentaria, en las frac- ciones 1 a xvr del articulo 107 de la Carta federal, y por tal motivo su anilisis figura en las dos obras esenciales redactadas por Miguel Lanz Duret*' y Felipe Tena Ramirez, Jos cuales han realizado aportacio- nes muy importantes a la propia institucién que examinamos. ILL. Teoria general del proceso, derecho procesal constitucional 10. Una de las cuestiones esenciaies que deben dilucidarse para tomar partido respecto al andlisis del amparo desde el punto de vista procesal, radica en las relaciones entre nuestra disciplina y la Hamada “teoria general del proceso”. Precisamente en este aspecto es donde los puntos de vista de las dos corrientes predominantes en la actualidad, son irreconciliables, si toma- mos en consideracion que ¢l distinguido tratadista Ignacio Burgoa en las palabras introductorias a la sexta edicién de su libro, ya menciona- das anteriormente, no obstante reconocer que el juicio de amparo jamas ha perdido su naturaleza procesal, sosticne en forma tajante que resulta inaceptable la pretensién de incrustarlo dentro de una teorfa general del proceso. El mismo autor afirma, tanto en su prdlogo, como en varias partes de su fundamental estudio, que la pretendida vinculacién del amparo con la teoria general del proceso implica una injustificada “extranjeriza- cién”, cn cuanto significa la referencia a los autores alemanes e italianos, cuyas opiniones deben considerarse “extraias”, en cuanto provienen de tratadistas que no han abrevado en la fuente misma de su esencia juri- dica, pues no se reficren al amparo ni han tenido contacto con él como materia de investigacion, #4 11. Por nuestra parte, tenemos Ja firme conviccién contraria de que el andlisis de nuestra m:xima institucién procesal debe apoyarse esen- cialmente en Ja concepcidn unitaria del derecho procesal, que es precisa- St Derecho constitucional mexicano, 54 ed., actual Gil, México, 1959, p. 316-519. 22 Derecho constitucional mexicano, 128 ed., México, 1973, p. 498-572, 48 Palabras previas del autor sobre Ia sexta edicién, en El juicio de amparo, cit., p. 28. ada por Roberto Castrovido JUICIO DE AMPARO Y ENSENANZA DEL DERECGHO PROCESAL. 431 mente Ia que ha desembocado en la existencia de una teorfa general del proceso, pero que también se ha denominado “teoria general, in- troduccién, 0 parte general, del derecho procesal”. # 12, 2En qué consiste esta teorfa general del proceso, que parece tan esotérica a varios de los cultivadores del juicio de ampato mexicano? Se trata en realidad de una conclusién muy simple, que consiste en sostener la existencia de una serie de conceptos comunes a todas las ramas de enjuiciamiento, los cuales pueden estudiarse en su aspecto gencrico, sin perjuicio de los aspectos peculiares que asumen en cada una de las disciplinas especificas. Es cierto que se trata de una materia en vias de formacién y que no existe un acuerdo total entre los tratadistas respecto a su contenido, pero como lo ha sostenido uno de sus mas brillantes cultivadores, Nice- to Alcali- Zamora y Castillo, no por ello carece de conceptos fundamen- tales, y que para formar parte de una disciplina auténoma representa mds una aspiracién que una realidad, aun cuando constantemente se va enriqueciendo con nuevas investigaciones. * Podemos discutir, por otra parte, el contenido y la extensién de estos Tineamientos generales, como se controvierte apasionadamente el conte- nido y los limites de disciplinas tales como Ia teorfa general del derecho, la (eoria general del Estado o la teoria general del contrato, de las obligaciones, del delito, etcétera, Pero lo que nos parece indiscutible es que, en la situacién actual de los conceptos genéricos de las diversas disciplinas, si es que pretendemos elevarnos sobre los aspectos particulares y no volver a caer en la exége- sis que caracterizaba el estudio del derecho en el siglo xix. 13. Precisamente, uno de los motivos por los cuales los cultivadores de las disciplinas naturales y fisicomatematicas exponen dudas sobre el caracter cientifico del estudio del derecho radica en una aparente di- ferencia entre la orientacién sistematica y generalizadora de los datos de la experiencia en ambos campos de la investigacién,® y en esto 34 Cf, Alcali-Zamora y Castillo, Niceto, “La teoria general del proceso y Ia en- sefianza del derecho procesal”, en Revista [beroamericana de Derecho Procesal, Madrid, 1968, sobretiro, p. 31 y s., trabajo incorporado a la obra ya citada, Fsludios de Teoria general e historia del proceso, tomo 1, p. 525-610. 35°Trayectoria y contenido de una teoria general del proceso”, y “La teoria ge- neral del proceso y Ia enseftanza del derecho procesal”, en el volumen ya citado Estudios de teorla general € historia del proceso, vol. 1, p. 513 y 593-397, respecti- vamente. $6 Cfr. Garcia Maynez, Eduardo, Légica del concepito juridico, México, 1959, p. 38 y 8, seflala, por el contratio, las grandes semejanzas cn 1a formacién de conceptos abstractos tanto en las disciplinas naturales como en las culturales, especialmente en Ia ciencia que se ocupa del conocimiente del derecho. 432 HECTOR FIX-ZAMUDIO tenemos grande culpa los juristas que nos aferramos a una exagerada especializacién, con sacrificio de los conceptos generales. #7 No se trata tampoco de crear abstracciones ajenas a la realidad, sino conformar con los datos de la experiencia, ya que nuestra dlisciplina es fundamentalmente empirica, 5 los aspectos comunes a todas las disci- plinas procesales, como lo ha puesto de relieve la ciencia procesal con- tempordnea. En consecuencia, podemos concluir en el sentido de que Ia teoria ge- neral de] proceso no surgié a priori, sino que se fue perfilando debido a los descubrimientos logrados por los cultivadores de las distintas ramas instrumentales, empezando por la ciencia del derecho procesal civil, de Ta cual se recibié el impulso inicial, pero fue continuada por los tra- iadistas del derecho proceyal penal, luego los del derecho procesal ad- ministrativo, laboral, constitucional, etcétera. 14. Diferimos de Ta idea que se desprende de las palabras de Ignacio Burgoa en el sentido de que la teoria general del proceso est referida unica o preterentemente al derecho proces] civil, pues si bien surgieron varios conceptos en esta rama del enjuiciamiento, que posteriormente han Ilegado a ser de cardcter general, de ninguna manera resultan pri- vativos de la misma, ni Jos especificos de esta ultima pretenden exten- derse de manera forrada a otras disciplinas procesales, como una especi de imperialismo del proceso civil sobre los dema Suscribimos a esie respecto la profunda observacién del procesalista espafiol Victor Fairén Guillén en cuanto sostiene que el problema de Ja constitucién de una tworia general del derecho procesal —o del pro- ceso— y que no debe confundirse con Ja construccién unitaria del proce- so en su totalidad, significa Hegar en la unidad cientifica hasta alli donde sea posible, sin forzar la esencia de los conceptos; fijarnos, ante todo, en sus diferencias, ahondar en ellas; de ello extraer primero la falta de conwadicciones fundamentales, y de ahi caminar por Ja via sin- tética hasta donde sea metédicamente posible. #9 15. Ya el ilustre Carnelutti habia utilizado la metifora del tronco y las ramas, equiparando al primero, que nutre a las segundas con el aspecto comin, y las diversas ramas representarian los enjuiciamientos cfr. mudio, Héctor, “En tomo a Jos problemas de la metodologia del Derecho”, en Revista de la Facultad de Derecho de México, wim. 62, abril-junio de 1966, p. 407-476; Id. “Ref-exiones sobre Ia investigacion juridica”, en et volumen colectivo Conferencia sabre fa ensefianza det derecho y el desarvalta Faiparatso, 5 al 9 de abril de 1972), Santiago de Chile, 1973, p. 195-223 8 Para la evolucién del derecho procesal cientifico y sus diversas escuelas, debe consultarse la excelente y completa exposicién de Aragoneses Alonso, Pedro, Proceso y derecho procesal, Madvid, 1960, p. 562 y 5. 89 "Ideas sobre una teoria general del derecho procesal”, en Revista de Derecho Proresal, mim. 1, Madvid, enero-marzo de 1966, p. 29. JUICIO DE AMPARO Y ENSENANZA DEL DFRECHO PROCESAL 433 particulares, dotados de autonomia pero unidos al propio tronco comin, 4° Por nuestra parte hemos empleado en anteriores trabajos el simil de la “federacién procesal”, en el sentido de que los principios genera- les integran el sector central que regula todo el territorio, en tanto que las entidades auténomas estan constituidas por Jos diversos enjui- ciamientos particulares, regidos por principios peculiares, pero vincula- dos a los linexmientos de cardcter general, que imperan en totos los sectores especificos. #1 Esta misma idea la expresaba el procesalista argentino Eduardo B. Carlos, en cuanto sostenia la posibilidad y aun Ia necesidad de una teoria general que vincule a las diversas disciplinas procesales a una ra- ma general que abarque el estudio del derecho procesal y sus nociones sistematicas. 42 16. También es preciso poner de relieve que cada una de las ramas particulares van conformando los lineamientos que posteriormente pue- den adquirir cardcter general, al establecerse sus aspectos comunes y separando los especificos, pero al mismo tiempo, estos principios o con- ceptos abstractos y generales revierten sobre las disciplinas auténomas para lograr una mayor sistematizacién y ordenacién cientifica de los aspectos individuales. Se trata de una labor de compenetracién cientifica de caracter reci- proco, ya que mientras las diversas ramas procesales aportan sus descu- brimientos a la naciente teoria general del proceso o del derecho pro- cesal, los conceptos fundamentales que van formando ¢l patrimonio comtin de todas esas disciplinas, van otorgando a cada uno de los diver- sos enjuiciamientos una armazdn sistematica que permite una solidez cientifica cada vez mayor, que no podria adquirirse si se estudiaran aisladamente, como lo demuestra el florecimiento de todas las disciplinas procesales en cuanto se logré ese fructifero intercambio entre el centro y la periferia. * 17. Una ver establecida la existencia y necesidad de una asignatura general, es preciso ahora delimitar el territorio en el cual se encuentra el juicio de amparo: mexicano. 40Citado por Alcald-Zamora y Castillo, “La tcoria general del proceso y 1a ense- fianza del derecho procesal”, cit., p. 583 y nota 82. 41Gfr. Fix-Zamudio, Héctor, “Introduccién al estudio del derecho procesal social”, en Revista Iberoamericana de Devecho Procesal, Madrid, 1965, p. 28-30. #2 Introduccidu al estudio det derecho procesal, Buenos Aires, 1959, p. 92; Id. dco- laciones «l problema de la unided del derecho procesal, cit., p. 171-172. 42 Gfr. Alealé-Zamora y Castillo, Niceto, Trayectoria y contenido de una teoria general del proceso, cil. p. 514-515; Gonzilex Pérer, Jestis, Derecho procesal adminis- trative, tomo 1, 2% ed., Madrid, 1964, p, 102-103. 434 HECTOR ¥IX-ZAMUDIO Al respecto conviene tener en cuenta que asi como en un principio del venerable tronco del derecho civil sustantivo se desprendid el de- recho procesal civil, como disciplina auténoma, paulatinamente se fueron independizando de sus respectivas materias también sustantivas, el derecho procesal penal, el procesal administrativo, el procesal laboral, etcétera, y que mas recientemente ha aparecido una nueva disciplina en plena formacién y que podemos calificar como “derecho procesal constitucional”. + En efecto, a primera vista podemos descubrir la influencia indudable que ejerce la materia sustantiva sobre Jas normas instrumentales que le sirven para realizarse, a través del proceso. A este respecto, el ilustre jurista Florentino Piero Calamandrei, con su gran penetracién juridica, habia adyertido que toda norma de derecho sustantivo puede penetrar en el proceso como fuente del deber del organo judicial de dar a su providencia cierto contenido. 4 18. Pero la separacién entre el derecho constitucional y su respec- tiva disciplina instrumental ha sido lenta y dificil, tomando en con- sideracion que asi como ocurre todavia actualmente con numerosas disposiciones del derecho internacional publico, las de derecho consti- tucional han carecido durante mucho tiempo de sancidn, y por lo tanto se ejaba su ejecucién a la buena voluntad de las antoridades que debian cumplirlas, ya que no podia exigirse coactivamente su realizacién. Fs cierto que los griegos y los romanos ensayaron diversos sistemas para impedir la violacién o restaurar las disposiciones fundamenta- les que regian la estructura de su organizacién politica, y asi podemos mencionar a los Eforos espartanos, el Aeredpago ateniense, el Tribuno de la Plebe, la doble magistratura y el Senado romanos, etcétera, pero con independencia de la imperteccion y tosquedad de estos instrumentos, ninguno de ellos significaba la existencia de una verdadera controversia que se resolviera supra partes ante un drgano ptblico de cardcter im- parcial. #6 19. E] mérito de haber establecido por vez primera un instrumento auténticamente procesal para la realizacién coactiva de las disposiciones constitucionales contenidas en la Carta Fundamental, corresponde a los constituyentes de Filadelfia, que apoyados en la practica de los ui- bunales coloniales y aun de los ingleses (cuando revisaban los fallos de los primeros); y en las ideas del ilustre lord Edward Coke —que para- 44.Cfr, El juicio de amparo, cit, p. 47-82. 45 Instituciones de derecho procesai civil segin cf nuevo Gédigo, trad. de Santiago Sentis Melendo, t. 1, Buenos Aires, 1962, p. 371. 46 Cfr, para el examen de estos sistemas, Schmitt, Cal, La defensa de la Consti tucién, trad, de Manucl Sanchez Sarto, Barcelona, 1981, p. 9-20; Fix-Zamudio, Héctor, “Introduccién al estudio de Ia defensa de la Constitucién”, en Boletin Mexicano de Derecho Comparudo, wim. 1, encro-abril de 1968, p. 89-91 JUICIO DE AMPARO Y ENSENANZA DEL DERECHO PROCESAL 435 déjicamente no se impusieron en Inglaterra debido a la supremacia ab- soluta del Parlamento— establecieron los principios de la Hamada “re- visién judicial de la constitucionalidad de las leyes” en el articulo tercero de la Constitucién federal de 1787. 47 Este instrumento jurisdiccional ha tenido un desenvolvimiento pau- jatino pero constante en los Estados Unidos, esencialmente por obra de la jurisprudencia de Ia Suprema Corte Federal, #* pero este desarrollo puede considerarse esencialmente pragmatico ya que no es posible esti- mar que se hubiese establecido simulténeamente una disciplina procesal de caracter sistematico y, lo que resulta mas significative, se ha negado al sistema estadounidense el cardcter de verdadera jurisdiccién cons- titucional. #” 20. Por ello nos adherimos plenamente 2 la autorizada opinién de Niceto Alcalé-Zamora y Castillo en cuanto considera al distinguido ju- risconsulto Hans Kelsen, como el fundador de esta rama procesal, * por haber iniciado Ja sistematizacién de los conceptos que habian surgido empiricamente en la practica del derecho constitucional estadounidense y de otros paises que siguieron su ejemplo. * 21. Las profundas ideas del jefe de la escuela vienesa tuvieron reali- zacién pratica a través del establecimiento de una corte constitucional (Verfassungsgerichtshof) , como tribunal especifico para resolver las con- troversias respecto a las disposiciones de la Garta Fundamental, en los términos de los articulos 137 y siguientes de la Constitucién de 1° de 47 Cfr. Cappellctti, Mauro, El control judicial de la constitucionatidad de las leyes en el derecho comparado, trad. de Cipriano Gémex Lara y Héctor Fix-Zamudio, México, 1966, p. 19 y s., Id., Judicial Review in the Contemporary World, Indiana, Kansas Gity, New York, 1971, p. 36-41; Grant, J. A. C., EL control judicial de la constiiucionalidad de tas leyes. Una coniribucién de las Américas a In ciencia politica, México, 1963, p, 24 y s3 Bittencourt, Lucio, O contréle jurisdicional da constitu- rionalidade das (cis, % ed, actualizada por Jost Aguiar Dias, Rio de Janeiro, 1968, Dy s. PBA cate respeeto puede cousultarse el excclente estudio de Boechart Rodrigues, Leda, La Suprema Corte y el derecho constitucional norteamericano, trad. de Justo Pastor Benitez, México, 1965; asi como el libro de Evans Hughes, Charles, La Supre- ma Corte de tos Esiados Unidos, trad. de Roberto Molina Pasquel y Vicente Herrero, 2 ed., México, 1971. 49Fsta cs la opinion del tratadista aleman Jerusalem, Die Staatsgerichtsbarkeit (La jurisdiccién politica), Tubingen, 1930, p. 44-72, citado por Alcalé-Zamora_y Castillo, Niceto, en Proceso autocomnposicién y autodefensa, cit, p. 215, nota 865, DOOD. ult. cit, p. 215-216, 51 Debe citarse como esencial en esta materia el estudio det propio Kelsen intien- lado “La garantie jurisdictionnelle de la Constitution (La justice constitutionnel) ", publicado cn Ia Revue de droit public et la science politique en France et a Vetvanger, ©. 45, Paris, 1928, p. 127-257, y reproducido ct Annuaire de Institut Internationale de Droit Public, Paris, 1929, p. 52-143; trad. espaiiola de Rolando Tamayo y Salmo- xin con el ttulo “La garantia jurisdiccional de la Constitucién”, en Anuario Juridico, 1, México, 1947, p. 471-515. 436 HECTOR FIX-ZAMUDIO octubre de 1920, reformada esencialmente, en este aspecto, por la Ley Constitucional federal de 7 de diciembre de 1929, 5% En esta segunda postguerra el ejemplo de la jurisdiccidn constitucio- nal austriaca, que por otra parte fue restablecida nuevamente por ley constitucional de 1° de mayo de 1945 (con varias modificaciones poste- riores) , se ha extendido considerablemente con la creacién de tribunales especificos para conocer de las controversias constilucionales, en las le- yes fundamentales de Italia (1948); Reptiblica Federal Alemana (1949) ; Chipre (1960); Turquia (1961); Yugoslavia (1963 y 1974); Greci (1968), Trak (1968); Guatemala (1965) y Chile (1970), como se expli- card mis adelante al hacer referencia a los Grganos que tienen a su cargo cl control constitucional. + 22. Y nuevamente han sido los tratadistas italianos y alemanes los que han creado un cuerpo de doctrina verdaderamente impresionante sobre los lineamientos de esta jurisdiccién constitucional, a tal grado que podemos afinmar que se ha conformado una disciplina auténoma de perfiles propios y definides —pero siempre vinculada a la teoria ge- neral del proceso o del derecho procesal—, que se ocupa del estudio de los instrumentos procesales establecidos por las mismas cartas funda- mentales para la tutela de sus propias normas, y que ya hemos calificado como “derecho procesal constitucional”. 28. Pero también en América Latina, como ha ocurrido en otras ramas del enjuiciamiento (procesal penal, administrativo, laboral, agrario, 52 Debe tomarse en consideracién que las ideas de Kelsen inspivaron previamente el establecimiento de una corte constitucional, regulada por el capitulo preliminar de la Carta Fundamental de Checoslovaquia de 29 de febrero de 1930, cfr, Mirkine Guetzevitch, Boris. Las nuevas Constituciones del mundo, tad, csuafiola, Madrid, 1931, p. 16, y 229-280, 58 Gjr, Cappelletd, Mauro, £1 control judicial de la constitucionalidad de las leyes, cit,, p. 55-58; Werner, Leopold, Die dster reichischen Bundsverfassungsgesetze (Las leyes federales constitucionates austriacas), Wien, 1963, p. 113-120; Frisch Philip, Walter, “La forma en que se plasmé la teoria pura del derecho de Hans Kelsen en Ja jurisdiccion austriaca creada por él, trad, de Elsa Bieler, en Juridica, Anuario de Ja Escuela de Derecho de la Universidad Iberoamericana, México, julio de 1970, p. 120-180; Melichar, Exwin, “Die Verfassungsgerichtsbarkeit in Osterreich” (La jue Tisdiccién constitucional en Austria), en el volumen Ferjassungsgerichtsbarkeit in der Gegenwart (La jurisdiccién constitucional en cl presente), Kéln-Berlin, 1962, p. 440- 445: Ermacora, Felix, Der Verfassungsgerichtshof (La Corte Constitucional), Graz, Austria, 1956, p. 76-81. 54 Gjr. Fix-Zamudio, Héctor, “Introduccién al estudio procesal comparative de la proteccién interna de los derechos humanos", en el volumen Veinte ajios de evolu- cién de los derechos humanos, México, 1974, esp. p. 221-247. 35Como seria imposible proporcionar en una nota siquiera una imagen aproxi- mada de la doctrina yermano-italiana sobre cl proceso constitucional nos remitimos a nuestras monogralias, Veinticinco aiios de evolucién de ta juslicia constitucional (1910-1963), México, 1968, esp. p. 68-81; © “Introduccién al estudio procesal com- parative de la proteccién interna....”, cil, p. 227-210. JUICIO DE AMPARO ¥ ENSENANZA DEL DERECHO PROCESAL 437 eteétera) , se ha iniciedo la configuracién de esta disciplina instrumental que se ocupa del estudio de las disposiciones procesales tutelares de la constitucién, y aun cuando, con las excepciones de la Corte de Consti- tucionalidad de Guatemala** y del Tribunal Constitucional introdu- cido en las reformas de 1970 a la Constitucién de Chile? —suprimido este Ultimo por Ja junta militar que tomé el poder en septiembre de 1978—, no se han establecido en la mayor parte de nucstros paises juris dicciones constitucionales especificas, ello no impide que ya sea con- siderable el acervo doctrinal y jurisprudencial que justifican la existencia de esta nueva rama procesal constitucional. 58 24. No es ésta la oportunidad de profundizar sobre los lineamientos de esta reciente disciplina de cardcter procesal, pues basta a nuestro propésito comprobar su existencia auténoma, * lo que resulta evidente, y subsecuentemente procurar el encuadramiento del estudio del juicio de amparo en relacién con esta asignatura. A primera vista y desde el Angulo formal, podria afirmarse que el conocimiento de nuestra institucién queda comprendida plenamente dentro de esta rama procesal constitucional, puesto que la finalidad aparente del juicio de amparo mexicano radica en Ja tutela de los de- rechos de la persona humana consagrados constitucionalmente (es decir, Jas Hamadas “garantias individuales”), asf como la proteccién, a través de los primeros, del equilibrio del sistema federal, como la lectura de Jas tres fracciones del articulo 103 de la Carta Federal nos indican clara- s6La Corte de Constitucionalidad de Guatemala es un tribunal especifico para conocer de Ia inconstitucionalidad de las leyes cuando son impugnadas por el Conse- jo de Estado, el Colegio de Abogados, el Ministerio Puiblico, por disposicién det presidente de la Repablica, y por cualquier persona 0 entidad afectada con el auxitis en este tiltimo caso, de diez abogados en cjercicio, en Ja inteligencia de que los fallos de la propia corte tienen efectos generales, y que al Iado de esta impugnacién objetiva existe Ia via de amparo para reclamar Ja inconstitucionalidad de las leyes con efectos particulares, fr. Fix-Zamudio, Héctor, Feinticinco aitos de evolucién..., cit., p. 41-44; Introduccion al estudio procesal comparativo, cit., p. 220-221; Aguirre Godoy, Mario, Derecho procesat civil, tomo 1, Guatemala, 1973, p. 182-133. 87 Cfr. Silva Basenfiin, Alejandro, “EL Tribunal Constitucional” en cl_volumen colectivo Reforma Constitucional de 1970, Santiago de Chile, 1970, p. 199-274. 58 Cfr. Fix-Zamnudio, Héctor, “La proteccién procesal de tas garantias individuales en América Latina”, en Revista Iberoamericana de Derecho Procesal, nim. 3, Madrid, 1967, p. 9-85; reproducide en cl Boletin def Colegio de Abogados de Guatemuta, aito xv, nitms. 1 y 2, Guatemaix, encro-abril, mayo-agosio, de 1967, p. 218 y 222, y actualizado en Reuista de ia Comision Internacional de Juristas, Ginebra, diciembre de 1968, p. 69-111, 59 En la inteligencia de que csa autonomia, como la de cualquier otra rama pro- cesal, slo puede concebitse para efectos dicicticos, ya que en la prictica no se prescn- ta con la nitidez con la cual podemos conccbirla para efectos de estudio, cfr. Gonzd- lez Pérez, Jesits, Derecho procesal administrative, cit, tomo 1, p. 85, nota 103. 438 HECTOR FIX-ZAMUDIO mente; % y ademas dehemos tomar en cuenta que los principios esen- ciales de la institucin estin consignados en forma detallada en el ar ticulo 107 de la misma Ley Fundamental, que de esta manera adquiere el rango de “garantia institucional de canicter constitucional” en la terminologia de Carl Schmitt. * 25. Pero si nos preocupamos por ahondar la naturaleza procesal del juicio de amparo, que no puede quedarse en su examen estrictamente formal, nos encontramos que al haber incorporado instituciones que nada tienen de constitucional, puesto que se refieren a lo que se ha calificado como “control de la legalidad”, y mas particularmente, a la impugna- cion de las resoluciones judiciales por indebida o incorrecta aplicacién de las disposiciones legales ordinarias o secundarias, un amplio sector del propio amparo no puede incorporarse a Ia citada disciplina procesal constitucional, ® 26. Esto lo ha aryertido claramente Ja doctrina extranjera, precisa- mente por observar Ja institucién desde cl exterior y a través del angulo de los principios generales, y en este sentido el procesalista espafiol Jestis Gonuilez Pérez afirma que el amparo mexicano no puede encerrar- se en alguna de las ramas en que tradicionalmente se viene dividiendo el derecho procesal, por la sencilla razén de que afecta a todas, 0 al menos a varias de ellas, ® Si no nos quedamos en Ia superficie, sino que penctramos més pro- fundamente en la cnirafia misina del amparo mexicano, su aparente unidad queda desvirtuada al observar una amalgama de instituciones procesales con perfiles propios, que se encuentran vinculadas por algu- nos principios genéricos, pero cada una de ellas con aspectos peculiares bastante marcados. “ 27, Basta rellexionay que todo acto de autoridad, ya sea administra- tiva, judicial o legislativa, se pucde impugnar a través del juicio de amparo, y que todo procedimiento, que absolutamente toda controversia 6 Sobre Ja finalidad estrictamente constitucional del juicio de amparo, cfr, Burgoa, Ignacio, Kl juicio de amparo, cit, p. 189-174; Herndndez, Octavio, Curso de am- paro..., cit, p. By s. %: Teoria de la Gonstitucién, trad. de Francisco Ayala, México 1952, p. 197 y 8, en ef sentido de que determinadas institucioncs juridicas se clevan al rango constitu: cional (en este caso, el amparo}, con el objeto de otorgarles firmeza y permanencia, sustrayéndolis a la via legistativa ordinaria. 62 Cfy. Fix-Zamudio, Héctor, “Reflexiones sobre La naturaleza procesal del amparo", en Revista de ia Facuitad de Derecho de México, nm, 56, octubre-diciembre de 1964, p. 985 y s. 68 Derecho procesal administrativo, cit, to 1, p. 242-245. 64 Estos principios genéricos corresponden a los que la doctrina ha calificado como “principios juridicos fundamentales del juicio de amparo”, cfr. Burgoa, Ignacio, El juicio de amparo, cit., p. 250-290. JUICIO DE AMPARO Y ENSENANZA DEL DERECHO PROCESAL 439 (0 litigio) desemboca en wltima instancia en los tribunales federales, precistinente por conducto del mismo juicio de amparo, para Hegar a la conclusién de que nuestra maxima institucién procesal no puede quedar encerrada en los Imites del derecho procesal constitucional, sino que debe examinarse con los elementos de todas las disciplinas procesales. 28, Por ello es que hemos cnsayado una divisién por sectores, exclu- sivamente didactica, ya que 1a realidad no admite estos parcelamientos, para poder estudiar nuestro juicio de amparo con criterio derivado de la ciencia procesal, y por ello cs que hemos hablado de “amparo de la libertal”, “amparo contra leyes”, “amparo judicial o casacién", “am- paro administrative” y “amparo en materia agraria’. De estos cinco scctores, sdlo los dos primeros y ocasionalmente el am- paro contra actos de autoridades administrativas, pueden quedar com- prendidos dentro de la disciplina del derecho procesal constitucional; en cuanto al que calificamos amparo de Ia libertad es similar en prin- cipios formativos y procedimiento al tradicional habeas corpus, puesto que esi dirigido a la tutela de los particulares contra actos de auto- ridad que pongan en. peligro la vida, ataques a la libertad personal fuera de proceiimiento judicial y los prohibidos por el articulo 22 constitucional. 6% 29, El amparo contra las disposiciones legales que sc estiman contra- vias a la Carta federal, es tal vez el sector mas vinculado con la mate- ria constitucional, como lo ha advertido claramente el tratadista Mariano Azela, y, tinalmente, Ia tutela de una gran parte de los derechos del hombre consagrados constitucionalmente sc logra, aun cuando con un procedimiento poco efectivo, a través de la impugnacién de actos o resolucioncs de jas autoridades administrativas. 30. Pero tratindose de Ia impugnacién de las resoluciones judiciales, sélo excepcionalmente, cuando se reclama la inconstitucionalidad de la ley aplicable por considerar violado el articulo 138 de la Ley Suprema lo que sucede en nuestro sistema muy rara vez—, puede hablarse de un problema procesal constitucional, ya que en todos los demis 865 Cr, Fix-Zamuslio, Héctor, Et juirio de amparo, cit,, esp. p. 376-383; estos mismos sectores son abordados por e] tratadista italiano Mauro Secci en su estudio traducido por nosotros con el titulo de: “Lincamientos constitucionales y procesales del juicio de amparo mexicano”, on Boletin del Instituto de Derecho Comparado de México, tin, 60, septiembre-diciembre de 1967, p. 462-487. 86 Cyr. lox derechos enumerades en el articuto 17 de Ia Ley de Amparo. 67 Aportacién al estudio del amparo contra leyes, en Revista Juridica Peracruzana, Jalapa, marzo de 1957, p. 7. 8x Cfr. Fix-Zamudio, Héctor, “La adecuacién del proceso a la proteecién de los derechos, en “Revista de la Faculiad de Derecho de Mexico, wim. 61, enero-marzo de 1966, p. 97-110. 60 Gfr. Fix-Zamudio, Héctor, El juicio de amparo, cil. p. 175-180 y 247-249. 440 HECTOR FIX-ZAMUDIO casos, que forman un porcentaje muy elevado de la totalidad de los juicios de amparo, se discuten cuestioncs relativas a la aplicacién de leyes ordinarias, y por ello podemos hablar de wna casacién federal o nacional, que abarca todas Jas ramas de enjuiciamitnto —civil, mercan- til, penal, laboral y, recientemente, también administrativa. 81. Esta divisién que hemos formulado por imperativos de cardcter didactico ha sido criticada severamente por el tratadista Ignacio Bur- goa, el cual estima que todos los derechos del gobernatlo estiin protegides por el amparo, sin que su variadisima gama autorice a subdividirlo o clasificarlo, pues en el. supucsto contrario habria tantas especies de ampzaro cuantos fuesen Jos derechos tutelados, mismos que pueden ser afectados indistintamente por cualquier acto de autoridad, y agrega que nuestra clasificacién parte de cuatro criterios diferentes los cuales siendo susceptibles de extenderse prolijamente, proporcionarian un nu- tridisimo niimero de “tipos” de amparo, lo que sc antoja ilégico. 7 E] mismo autor, partidario de una tesis unitaria en cuanto al examen del amparo, reconoce que tratar de condensar este concepto tinico en una definicién correcta expone a los riesgos de ia tautologia o a crrores por exceso o dclecto, y Mega a Ja conclusién de que el amparo consti- tuye un verdadero juicio o accién sui generis distinto ¢ independiente, en el cual surge el acto reclamado. 32. En consecuencia, para evitar los problemas derivados de la dili- cultad de delimitar una materia tan compleja como Ja del amparo mexicano, resulta necesario realizar una clasificacién por sectores, como Ia que hemos intentado, y esta divisin sélo puede efectuarse de acuerdo con los principios generales de la teorfa general del proceso o del derecho procesal, ya que si acudimos a ellos al menos podemos orien- tarnos dentro de un campo tan amplio y complicado. Por otra parte, si como Jo ha advertido Ja doctrina extranjera, el jut: cio de amparo mexicano abarca o comprende pricticamente todas Jas ramas de cnjuiciamiento, con mayor razén resulta necesaria su vincus JOEn Jas reforms legislativas y constitucionales a la legislacion de amparo que entraron en vigor en cl mes de octubre de 1968, se equipararon las sentencias de los tribunales adminisirativos con las dictadas por los tribunales judiciales ordi- narios, ul ercarse ¢l amparo administrative divecto © de una sola instuncia, cfr. ix-Zamudio, Héctor, “Reformas constitucionales al poder judicial federal", en Re- vista de la Facultad de Derecho de México, mim, 65, México, encro-marzo de 1967, p. 97. TLEI juicio de amparo, cit., p. 169-170, sin embargo el cratadista mexicano Mariano Azucla, frente al mismo problema ha sostenido que cl intento de regir el juicio de amparo por idénticas normas y la pretensién de explicarlo mediante una’ doctyina unitaria, parecen destinadas fatalmente al fracaso, 4 portacién al estudio del amparo contra leyes, cit, p. 8. TOp, ull, cit, p. 171TH. JUICIO DE AMPARO ¥ ENSESANZA DEL DERECHO PROGESAL 441 lacién con los principios generales como tmico medio para lograr una sistematizacidm satislactoria, 7% IV. Aiitonomia del amparo respecto del derecho constitucional 83. Aun cuando a primera vista pudiera parecer evidente que el juicio cle amparo es una institucién claramente procesal y por lo tanto autd- noma respecto det derecho sustantivo, particularmente del constitucio- nal, desde el punto de vista doctrinal todavia no se reconoce plenamente est separacién, que ha sido alcanzada claramente cn Jas restantes ramas del enjuiciamiento, En efecto, hasta hace poco empo la doctrina mayoritaria encabezada por el distinguide tratadista de Ja materia Ignacio Burgoa, estimaba que cn tanto que en otras disciplinas procesales se habla alcanzado la autonomia de la accién respecto de la muateria sustantiva correspon- diente, especialmente en Ja civil, esto no ocurrit en el amparo, ya que por imperative cel articulo 103 constitucional se requeria, para Ja exis: tencia de ln propia accién, la violacién de los derechos fundamentales del quejoso. ™ Este es también el criterio expuesto por Felipe Romero Rebolledo, autor de la tmica monograffa que existe sobre la accién de amparo, 7 y éste parece ser también el criterio de Romeo Leén Orantes, 76 $4. Desde el momento en que elaboramos nuestro primer trabajo sobre la materia adoptamos decididamente la tesis de la autonomia y, ademas, el concepto de 1a accién como derecho abstracto de obrar, 7” y ya cn el afio de 196% el joven jurista Jorge Trucha Barrera, al hacer referencia a la doctrina sobre Ia accién procesal, acepta su autonomia, y lo que es mas signilicativo, se afilia a la corriente que la considera como un derecho subjective publico paralelo al derecho constitucional de peti- cién. 85. El criterio sobye Ia autonomia de la accién de amparo ha ganado decisivamente terreno y a partir de la sexta edicién publicada en 1968, y en las postariores, dé su excelente libro, el mismo Ignacio Burgoa se afilia a la corriente autonomista, pero todavia con algunas limitaciones, 79 Cfr. Fix-Zamucdio, Héctor, “Reflexiones sobre la naturaleza procesal del amparo”, cit, p. 959-963, TAEL juicio de amparo, 44 cd., México, 1957, p. 308-309; y 5* ed., México, 1962, p. 285-284. 7 La accion de amrparo, tsis, México, 1951, p. 52. WEL juicio de amparo, cil, p. 205 y s. La garantia jurisdiccionat de la Constitucién Mexicana, cit., incorporado tam- bign a Juicio de amparo, cit., p. 97-108. 38 El juicio de amparo en materia de trabajo, cit, p. 183-186. 442 HECTOR FIX-ZAMUDIO en virtud de que si bien acepta que esta separacién entre la accién y el derecho sustantivo es de cardcler procesal 0 real, no existe en un terreno estrictamente Igico-jividico, ya que de acuerdo con Ja lectura del articulo 103 constitucional se Hega a Ia conclusién —agrega el des- tacado tratadista— de que Ia procedencia del amparo se suscita siempre y cuando exista una violacién a las garantias individuales, una vulne- racién o restriccién a Ia soberania de los Estados o a una invasién por parte de éstos a Ja csfera de competencia de la autoridad federal. 36, E] mismo procesalista mexicano Eduardo Pallares, que durante mucho tiempo defendié cl punto de vista contrario a la autonomia de la accién respecto del derecho sustantivo,™ adopta con posterioridad una actiitud ecléctica al distinguir entre el derecho “constitucional” y “procesal” de accidn, *! para finalmente afiliarse a la opinién que la califica como derecho subjetivo piiblico de caracter constitucional. © Sin embargo, este avance respecto del criterio tradicional se ve oscu- recido por una serie de imprecisiones, que a nuestra modo de ver obe- decen precisamente a la resistencia de los tratadistas de amparo para acudir a los conceptos genéricos obienidos por la teoria general del proceso 0 del derecho procesal, uno de cuyos elementos de estudio esta constituido precisamenie por el andlisis general de la accién. $7. Efectivamente, en los mencionados tratadistas se advierte, no obs- tante haber aceptado Ia autonomia de la accién de amparo, una con- fusién entre jas dos grandes corrientes modernas sobre esta institucién procesal, o sea la que pretende caracterizarla como “derecho concreto a una sentencia favorable”, que es precisamente el punto de vista de procesalistas tan destacados como Giuseppe Chiovenda, * Piero Cala- mandrei* y James Goldschmids, ** en relacién con otro criterio mas reciente, que arranca de las ideas preconizadas por el ilustre Francesco Carnelutti, quien caracterizé a la accién como un derecho subjetivo pit TEI juicio de amparo, cit., % ed. p. 292-295, 80 Tratado de las acciones civiles, 2 cd., México, 1945, p. 40 ys. 81 Derecho procesal civil, México, 1961, p. 148 y 8. 42 Diccionario tedrico y prictico del juicio de amparo, México 1967, p. 14. 84 Cfr, Aleali-Zamora y Castillo, Niceto, “Ensefianzas y sugerencias de algunos pro- ecsalistas sudamericanos acerca de la accién”, en la obra citada Estudios de teoria general € historia del proceso, tomo 1, p. 322-324. #4La accién en el sistema de los derechos”, incluido en la obra Ensayos de Dere- cho Procesal Civil, trad. de Santiago Sentis Metendo, Buenos Aires, 1949, t. 1, p. 29 y 8: Instituciones de derecho procesal civil, trad. de Emilio Gémez Orbaneja, t. a, Madrid, 1954, p. 25 y sz Principios de derecho procesal civil, trad. de Jost Santais Santal6, t. 1, Madrid, 1992, p. 60 ys. 85 Instituciones de derecho procesal segtin el nucvo Codigo, cit, t 1 p. 256-257: “La relatividad del concepto de accin”, en ef volumen Estudios sobre ef proceso civil, Gad, de Santiago Sentis Melcndo, Buenos Aires, 1962, p, 155-160. 86 Derecho procesal civil, ad. de Leonardo Prieto Castro, Barcelona, 1936, p. 96. JUICIO DE AMPARO Y ENSENANZA DEL DERECHO PROGESAL 443, blico frente al Estado para solicitar la prestacién jurisdiccional, ** que puede calificarse como “derecho abstracto de obrar”, y que ha sido ampliamente desarrollada por varios procesalistas iberoamericanos, men- cionando particularmente a los que han tenido una influencia decisiva en el ambiente latinoamericano; nos referimos a Fduardo J. Couture, *8 Hugo Alsina, Jaime Guasp, ® Victor Fairén Guillén" y, fundamen- talmente para los mexicanos, Niccto Alcald-Zamora y Castillo. 38. La concepcidn de Ja accién como derecho concreto a una sentencia favorable no resulta compatible con e1 diverso criterio que lo caracteriza como un derecho abstracto de obrar, ya que si bien ambos afirman la autonomia de la accién respecto del derecho sustantivo, se separan esen- cialmente en relacién con el angulo conforme al cual analizan Ia ins- titucién genérica, y la razén de la diferencia entre ambas corrientes radica en el concepto que se tenga de otra institucién cuyo examen ha sido abordado por Ja doctrina de Ja ciencia del proceso, es decir, la pretension, ° 89. La doctrina del derecho (0 posibilidad) abstracto de obrar, que es la dominante en la actualidad,°* separa nitidamente Ja accién de Ja pretensién, estimando esta ultima como a afirmacién de un sujeto de derecho de merecer la tutela juridica y, por supuesto, la aspiracién concreta de que ésta se haga efectiva,*" y ha puesto de relieve que aquellos tratadistas, todos ellos ilustres, que se afilian a la corriente del derecho concreto a una sentencia favorable, confunden la accién St Sistema de derecho procesal civil, ad. de Niceto Aleal-Zamora y Castillo y Santiago Sentis Mclendo, t. 1, Buenos Aires, 1944, p. 687 y 83 Instituciones del prow ceso civil, p. 317 y 82 Leceiones sobre ef proceso penal, trad, de Santiago Scntis Me- lendo, t. 1, Buenos Aires, 1950, p. 11 y s. 88 Fundamentos del derecho procesal civil, $¢ ed., Buenos Aires, 1958, p. 67-69. 89 Tratado tedrico-prictico de derecho procesal civil y comercial, % ed. t. 1, Buenos Aircs, 1956, p, 352-537. 90 Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Civil, t. 1, Madrid, 105, p. 983 y 83 “La pretensién procesal”, en Revista de Derecho Procesal, Buenos Aires, 1951, pri- mera parte, p. 350 y s. 91" Accién”, en Revista de Derecho Procesal, Buenos Aircs, 1950, primera parte, p. 47 ys; “Ideas sobre una teoria general det derecho procesal”, en Revista de Derecho Procesal, nim. 1, Madrid, abril-junio de 1965, p. 57 y 92 Ensefianzas y sugerencias de algunos procesalistas sudamericanos acerea de la accién, cit., p. 340-346, 93 Cfr. Guasp, Jaime, Fa pretensién, cit., p. 383-592; Sentis Melendo, Santiago, “Ac- cin y pretensién”, en Revista Iberoamericana de Derecho Procesal, mim, 1, Madrid, 1967, p. 7-53; Reimundin, Ricardo, Los conceptos de pretensién y accién en ta doctrina actual, Buenos Aires, 1966. 4Nos remitimos a los autores sefialados en las notas 87 a 93, y ademés a Ia fundamental monografia de Pakelis Alejandro, Accién, trad. de Santiago Sentis Me- lendo, en Revista de Derecho Procesal, Bucnos Aires, 1948, primera parte, p. 115-171. 95 Gfr. Couture, Eduardo J., Fundamentos del derecho procesal civil, cit. p. 72. 444 HECTOR FIX-ZAMUDIO propiamente dicha con la pretensién y mas especificamente, con la pre- tension fundada. %% Si se tomara en cuenta Jo anterior, que en realidad no es tan com- plicado como a primera vista se piensa,% se simplificarian las dudas € imprecisiones de los cultivadores del derecho de amparo, que por una parte, segiin hemos visto, se suman a los que sostienen que la accién ¢s un derecho subjetivo ptiblico paralelo al derecho constitucional de peticién, * pero en cambio invocan la autoridad del ilustre Chiovenda para analizar Jos presupuestos y los clementos del derecho de acciém de ampare, no obstante que pertenecen a puntos de vista completa- mente distintos y que solamente coinciden en el concepto de Ia auto- nomia. 40. En consecuencia, si bien constituye un punto de vista pacifico, al menos recicntemente, el de la autonomia de la accién de amparo res- pecto del derecho constitucional sustantiva —y para los que afirmamos que el propio amparo abarca practicamente a todas las ramas de enjui- ciamiento, en relacién con las respectivas disciplinas también sustan- tivas—, en cambio no existe precision respecto a la naturaleza, presu- puestos y elementos de la propia accién de amparo, precisamente, a nuestro modesto modo de ver, por Ja negativa a acuiir al auxilio de les conceptos genéricos de la teoria del proceso, con mayor razon cuanto que en estricto sentido, la accién es puramente abstracta y tinica en todos los campos de enjuiciamiento, pues Jo que le da contenido con- creto es precisamente la pretension. 1° 41. Por tanta, sélo por motivos didicticos se habla de accién civil, penal, administrativa o constitucional, e inclusive de acciones concretas en cada una de estas ramas procesales, pues lo que realmente existe es el derecho de accion abstracto, gencrico, unitario; es decir, un derecho subjetivo publico frente a los tribunales, paralelo al derecho de peticién, 96 Por este motivo, cl tratadista espafiol Jaime Guasp ha propuesto que el con- cepto de accion sea elaborade fucra del dambito del derecho procesal y su_Iugar en esta disciplina debe ocuparlo el concepto de pretension, Comentarios a la Ley de Enjui.ianiento Givil, cit, tomo 1, p. 335 y 8. 97 No advertimos en tos tratadistas que se afilian a la covriente mayoritaria en eb estudio de la accién de amparo, la referencia a las distintas corientes doctrinales que han estudiado los conceptos de accidn y pretension, cfr. Burgoa, Ignacio, El juiio de anparo, cit. p. 803-304; Trucba Barrera, Jorge, Bf juicio de amparo en materia de trabajo, cit, p. 183-188, 9S En nuestro sistema constitucional el derecho gentrico de peticén esté consagra- do por ef articu’o 8? de la Ley Suprema, en tanto que el de accién debe considerarse inserto cn el diverso articulo 17 del mismo codigo fundamental. 99 Nos remitimos a este respecto a lo que se expresa en la nota 96. 100 Por tal motivo, una gran parte de las ideas expresadas por los tratadistas Bur- goa, Ledn Orantes, Trucba Barrera, etcétera, sobre Ia accién de amparo, particu- larmente por lo que respects a sus elementos, en realidad se reficren a Ja pretensién, JUICIO DE AMPARO Y ENSENANZA DEL DERECHO PROCESAL 445 que se concreta por las pretensiones, éstas si, civiles, penales, adminis- trativas o constitucionales, de los que ejercitan ese mismo derecho tnico de accién, 1 Estimamos que desde un dngulo estricto no se puede admitir gue exista © se configure una accién de amparo, sino que se trata de la accion genérica, que se concreta o individualiza, cuando se pretende quc el juez del amparo otorgue Ja proteccién dle la justicia federal, al alegarse violacién de los derechos del quejoso. V. Problemas metodoldgicos 42. Al abordar este tema nos queremos referir exclusivamente a las dificultades que se presentan para determinar cules deben ser los ins- trumentos concepttales que deben utilizarse para estudiar y comprender esa materia tan compleja que conocemos con ¢l nombre de “juicio de amparo”. Estamos conscientes de que existe un sdlo método para el conoci- miento del inmenso territorio del derecho, y que se pucde calificar como metodo juridico, que corresponde a la que se denomina “metodologia del derecho”, en ¢l sentido de Ia disciplina que se ocupa del estudio de los instrumentos técnicos necesarios para conocer, elaborar, aplicar y ensefiar el objeto del conocimicnto que denominamos “derecho”. 1° 43. Pero, exclusivamente para efectos ditlacticos se puede hablar de un método adecuado a cada una de las ramas en que es necesario di- vidir ese inmenso tertitorie juridico, y que esta constituide por Jos medios técnicos peculiares de las diversas disciplinas, y habiendo es- tablecido a nuestro modo de ver de mancra indiscutible, que el amparo ¢s una institucién estrictamente procesal, debe encaminarse de acuerdo con los principios generates de Ia ciencia del derecho procesal. 44. Ahora bien, Ja primera interrogante que debemos formularnos es Ja relativa al criterio de acuerdo con el cual debe examinarse la institucién del amparo: es decir, si primero debemos acudir a las dis- posiciones legales que lo regulan, o bien se debe partir de un dngulo doctrinal para analizar Ja propia institucién de acuerdo con los con- ceptos fundamentales precstablecidos. Este dilema no es tan simple como pudiera creerse, ya que muchas de las discrepancias que se observan cn la doctrina provienen del pun- to de partida; es decir, si primero debe acudirse a los conceptos generales 101 El concepto unitario de aceién es cl que se ha abierto paso en la doctrina procesal mis reciente. 12 Chr, ¥ ‘amudio, Héctor, derecho”, cit, p. 482 y ‘En tomo a los problemas de la metodologia del 446 HECTOR FIX-ZAMUDIO de la ciencia del proceso, o debe darsele la primacia al derecho positivo y a la jurisprudencia, sobre los primeros. 45. En el primer caso, el estudio del amparo se inicia de acuerdo con una base doctrinal y en el segundo se parte del examen particulari- zado de la reglamentacidn legal y jurisprudencial, a través de “concep- tos y principios propies”, haciendo a un lado o apreciando de manera accesoria a los aspectos de caricter general, que se consideran ajenos a la disciplina, e inclusive de caracter “extranjerizante’, en virtud de Jas aportaciones fundamentales de la doctrina germanoitaliana y tam- bién latinoamericana. 46. Por nuestra parte, en forma decidida somos partidarios de co- menzar ¢] esiudio tomando en cuenta los conceptos doctrinales y de allf descender hacia el derecho positivo para sistematizar los datos que éste nos aporte de acuerdo con los principios genéricos, y en un segundo término llevar hacia el terreno de los principios gencrales aquello que hubi¢semos podido abstraer de la observacién particular. Primeramente, ¢s necesario claborar la doctrina procesal del amparo con el objeto de cstar en aptitnd de examinar, con posterioridad, sus elementos bajo la proyeccién de los altos conceptos juridicos, 0 para decirlo con Niccto Alcali-Zamora y Castillo, que en esto sigue al pro- cesalista alemin Wilhelm Kisch: junto a la descripcién ha de figurar la construccién de las instituciones procesales. 47. Lo anterior no implica que se haga a un lado al derecho positive con el propésito de tcorizar con abstraccién de las disposiciones legales y Jas tesis de jurisprudencia; todo Io contrario, éstos son los datos fundamentales con los cuales se debe trabajar, pero analizados debida- mente a través de una base doctrinal, ya que coincidimos con el trata- dista argentino Eduardo B. Carlos, cuando afirma que la ley positiva en modo alguno ha de ser cl punto de iniciacidn de los estudios, sino que a ella se ha de egar después de haberse formada el concepto de la institucién de que se trata, 1° De invertir los términos y concretarnos a los datos positivos de ma- nera exclusiva o primordial, se corre el peligro de adoptar una actitud localista y particular, que, por muy respetable que se le considere, estara limitada forzosamente a la ordenacién de los datos legislativos y juris. prudenciales sin poder aprovechar el riquisimo acervo que nos propor ciona la doctrina que se ya acrecentando con los estudios de los cultivadores de todas las disciplinas procesales, tanto nacionales como extranjeros, y que estén construyendo un patrimonio comin, del cual pedemos también aprovecharnos, y ademés contribuir con los descu- 103En su trabajo inedito intitulado Estudio acerca del concepto, método, fuentes y programas del derecho procesal, p. 89 del ejemplar mecanografiado. 104 Introduccion al estudio del derecho procesal, cit, p. 92. JUICIO DE AMPARO Y ENSENANZA DEL DERECHO PROCESAL 447 brimientos que podemos realizar en ¢sa veta tan amplia y compleja como la de nuestra maxima institucién procesal. 48. En consecuencia, y afiliandonos a una opinién que ha sido pre- conizada por los procesalistas mds emincntes, los aspectos fundamentales de Ia teoria proccsal, a través de la cual debe examinarse nuestra ins- titucién, configuran lo que se ha denominado trilogia estructural, es decir, los conceptos bisicos de accion, jurisdiccién y proceso. 166 Si nos apoyamos en estas tres instituciones procesales fundamentales, ¢s posible sistematizar los datos que nos proporciona el derecho positivo que regula cl juicio de amparo, como Io pretende Ia nueva doctrina procesal a ka cual nos hemos afiliado firmemente. 49. Esta base tedrica indispensable no tiende en manera alguna a deformar o desvirtuar nuestra institucién, ni pretende despojarla de sus caracteristicas peculiares que se han venido conformando a través de una experiencia centenaria de Ia legislacion, la jurisprudencia y la doc- trina mexicanas, sino que por cl contrario, tiene ¢l propdsito de otor- garle un cardcter de mayor firmeza cientifica y de esta manera poder llevarlo al dominio internacional. Si bien es verdad que el jurista mexicano esté en aptitud de exportar los principios inherentes ai juicio de amparo, esto s6lo puede hacerlo si se le otorga un carécter doctrinal que petmita incorporarlo a la cien- cia del proceso, que ya ha asumido un cardcter ecuménico. 50. El éxito de los procesalismos aleman, italiano y ahora del latino- americano, radica en su abandono del estudio exclusivo de sus institu- ciones estrictamente nacionales y positivas —que tampoco se descuidan—, clevindose sobre el simple anilisis de la legislacion particular, para intentar una tcoria general, que precisamente por ello se ha calificado de cientifica, y que de esta manera pudo ser exportada y aprovechada por Tos tratadistas de otros paises, sin que éstos pensaran en ningtin momento en la extranjerizacién de sus instituciones propias, ya que en cse supuesto no se esta aplicando el derecho italiano, alemin, espa- fiol, etcétera, sino la ciencia procesal universal. 17 105 Denominacién afortunada que se debe al procesalista argentino J. Ramiro Po- detti, “Trilogia estructwal de la ciencia del proceso civil”, en Revista de derecho procesal, Buenos Aires, 1944, primera parte, p. 113, y s.: Teoria y Técnica del proce- so civil, Buenos Aires, s.L, p. 64 ys. 108 Cfr. Alcaldé-Zamora y Castillo, Niceto, Ensefanzas y sugerencias, cit, p. 322-523; Id., Proceso, atilacomposiciin y autodefensa, cit., p. 103-104; Carlos, Eduardo B., In- troduccién al estudio del derecho procesal, city pr MIB y 8 107 Gfr. El documentado estudio de Altorie, Enrico, “Reflexiones sobre el desen- volvimiemto de la ciencia procesal”, trad. de Santiago Sentis Mclendo, en Revista de Derecho Procesal, Buenos Aires, 1951, primera parte, p. 7-945 incluide posteriormente en la obra Problemas de derecho procesal, cit., t. 4, p. 101-109, 448 HECTOR FLX-ZAMUDIO VI. Terminologia 51. Otro aspecto importante que debemos dilucidar es el relativo a la terminologia que debe utilizarse en cl campo del estudio del juicio de amparo, que adolece de serius imprecisiones, empezando por el nom- bre mismo, tanto de la institucién, como de Ja disciplina que lo estudia. En efecto, podemos observar que desde el nacimiento mismo del am- paro, tanto Ia doctrina como la legislacién y la jurisprudencia, han ignarlo, si tomamos en cuenta, en primer término, que el articule 25 del Acta de Reformas de 1847, que lo consagré en el orden nacional, habla de “proceso”; el ar- ticulo 102 de la Constitucién de 1857 Io designa como “juicio”, en tanto que cl articulo 107 de la Carta Fundamental vigente se refiere a “con- trovers incurrido en constantes confusiones para des 52. Por su parte, varias de las leyes reglamentarias, inclusive los pro- yeetos que las antecedieron, "8 0 sean las de 26 de noviembre de 1861; 20 de enero de 1869, y 14 de diciembre de 1882, se referian al amparo con el nombre de “recurso”, y no fue sino hasta el Cédigo de Proce. dimicntos Federales de 6 de octubre de 1897, cuando definitivamen- te se le designd como “juicio”, que ha seguide conservando a través del Cédigo Federal de Procedimientos Civiles de 26 de diciembre de 1908 y de las Leyes Reglamentarias de 18 de octubre de 1919 y de las de 30 de diciembre de 1935, todavia en vigor, aunque con varias refor- mas posteriores. 11° 53. En cuanto a a doctrina, ademis de utilizar las anteriores, tam- bién ha creado otras denominaciones tues como la de “juicio constitu- cional” debida a uno de los tratadistas mas destacados de la materia o 168 Nos referimos a los proyectos de Vicente Romero, presentados a la Ciimara de Diputados en ef atio de 1819, cfr. Ofate, Santiago, “EL primer proyecto de ley de Am- 4849", en Boletin de Informacion Judicial. nam. 98, México, octubre de 1955, paro: p. 555 y si el mis conocido de Jos¢ Urbano Fonseca que data de febrero de 1852, comsignado en Ta obra de Lonma, José Maria, fsiudin det derecho constitucional patio en lo velativo a los derechos det hombre, México, 1876, seimpreso. por Edito- Fial Pornia, en 1972, p. 418-422; y finalmente del diputado Domingo Maria Pérez Fernandez, que data de 1857, uanscrito por José Alivedo Zarzoza Cartillo, La primera Ley de Amparo (esis), México, 1967, p. 157-162. 100 En la parte conducente de la exposicién de motivos del citado Cédigo se expresaba: “Como la interpretacion viciosa de ciettos conceptos ha dado lugar a insisientes contioversias, a Ia vez que ¢l establecimiento de bases que falsean el pen- samicnto constiucioual, ha sido ahora necesario fijar de modo terminante Ta natu- raleza del amparo, Vandndoto juicio, como realmente lo Hama la Constitucién (de 1857) y procurando sostener este caricter en todo el capitulo...” 10 Cfr, Ignacio Burgoa, El juicio de ampavo, cit., p. 130-136.

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