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Aprender a "Abogar"

I.- Presentación del tema


Si tuviéramos que definir con un solo concepto cual es el objetivo
buscado por el sistema de enseñanza del Derecho en la Argentina,
seguramente la mayoría coincidiría en que el objetivo aludido es la
formación de expertos en leyes.
Tan arraigado está este concepto que el común de la gente sintetiza
nuestra profesión como “la carrera de Leyes”.
Pues bien, esta no es solamente una definición popular, sino es la
síntesis de una realidad palpable: las Facultades de Derecho preparan
futuros profesionales conocedores de reglas de conducta obligatorias,
es decir se enseña el “qué” del Derecho, pero no el “cómo”.
Veamos si podemos aclarar este concepto.

II.- El “qué” y el “cómo” del Derecho


La currícula de la Carrera de Abogacía está orientada a preparar en
forma enciclopédica a los alumnos, obligándolos a estudiar diferentes
códigos a fin que sepan aplicar tal o cual norma ante la consulta
específica del cliente. Y ante la presencia del conflicto judicial se les
enseña nuevamente “leyes”, las llamadas “leyes de forma”, los Códigos
Procesales que describen procedimientos para aplicar el Derecho de
fondo que antes han estudiado estos mismos alumnos.
Estamos frente a un círculo vicioso que responde a la pregunta “qué
norma debo aplicar”, pero que no logra responder con precisión a un
interrogante que deja perplejo al estudiante: “¿cómo debo hacerlo?”.

III.- Aprender a abogar


La convivencia de los hombres en sociedad sería imposible sin la
vigencia de normas. Independientemente de su carácter (religiosas,
morales, sociales o jurídicas) las normas están para ser cumplidas y, en
caso de incumplimiento devienen diferente tipo de consecuencias y
sanciones. Las normas jurídicas presentan la característica distintiva de
la coactividad que tiende al cumplimiento inexorable de la ley, llegando
en determinados casos a la compulsión física para lograr ese objeto.
Es por ello que ante conflictos de orden jurídico la resolución de los
mismos por un juez que administra justicia presenta una situación
diferente: el “imperium” de la autoridad estatal.
Ahora bien: ¿Qué lugar tiene el abogado en este escenario?
Abogar es interceder, hablar a favor de alguien, auxiliar, proteger,
representar, asesorar, persuadir.
Para poder conjugar estos verbos no solamente se debe conocer la ley
sino que, por el contrario, se deben dominar otras técnicas que son tan
imprescindibles al abogado como lo es para el arquitecto el arte del
dibujo. Y nos estamos refiriendo al “cómo” no al “qué”.
El abogado debe saber, precisamente, abogar. Y esto, aunque parezca
mentira, no se enseña en la Facultad, no está en los planes de la carrera
de Derecho. El arte de persuadir, de hablar en favor y representación
de alguien, de interceder, no se prevé en los planes obligatorios de
estudios de las universidades de Derecho de nuestro país. Y esto es un
error que ha tenido consecuencias en el cúmulo de casos que tramitan
ante nuestros tribunales.
El famoso cambio de cultura al que aspiramos los abogados
argentinos no puede dejar de lado la preparación de los profesionales
del día de mañana que deben ser entrenados en técnicas que les
permitan abogar con eficiencia.
Y al profundizar en la materia caeremos en la cuenta que estas
técnicas no son otra cosa que “Técnicas de Negociación”. ¿Y dónde se
ubica la Negociación en la carrera de Abogacía?
Negociación, en sentido amplio, es un proceso de comunicación
desarrollado entre personas donde al menos una de ellas busca obtener
un resultado.
Si intentamos vincular la definición precedente con el ejercicio del
Derecho, sus puntos en común son innumerables. ¿Qué es lo que hace
un abogado en su día a día? Su tarea fundamental como especialista en
normas, en derecho positivo, es representar intereses, defender de
palabra o por escrito los derechos de sus clientes y obtener los
resultados encomendados.
Y esta actividad descripta, básicamente, puede sintetizarse en la tarea
que el Abogado desarrolla al contratar, al instrumentar contratos para
sus clientes. “Hay contrato cuando varias personas se ponen de
acuerdo sobre una declaración de voluntad común destinada a reglar
sus derechos”, asi reza el artículo 1137 del Código Civil. Sin pretenderlo,
esta es la mejor definición de cómo el abogado ejerce su profesión.
Es por ello que no puede pretenderse que el Abogado estudie
“Contratos” sin estudiar las técnicas adecuadas y los procedimientos
para lograr lo que dice el artículo 1137 citado, es decir lograr que “varias
personas” se pongan de “acuerdo sobre una voluntad común”.

Preparar a los alumnos de derecho sin estas técnicas es prepararlos en


forma incompleta. Nadie pretendería formar a un pianista enseñándole
los diferentes tipos de pianos, sus teclados o sus cuerdas, sino
enseñándole a tocar el piano. Pues a los abogados nos han enseñado
que es la “música” pero no como tocar el instrumento…
Y lamentablemente a esta falencia debemos agregarle que los alumnos
de Derecho son sólo preparados en “Métodos Adversariales de
Resolución de Conflictos”. Muchas veces una imagen sintetiza las ideas
mejor que mil palabras: las facultades de Derecho de la
Argentina forman y entrenan “boxeadores intelectuales” que
precisamente salen entusiasmados de las casas de estudios a vencer en
los litigios, a “knockear” a sus adversarios, sin advertir que a quien hay
que vencer es al “conflcito” y no a la contraparte. El lograr que se haga
Justicia se obtiene no solamente con la actuación de los Tribunales sino
que también administra justicia quien resuelve inteligentemente un
conflicto mediante Métodos Alternativos a los Juzgados Nacionales. Y
esto también es “hacer justicia”.

IV.- Conclusión
Las leyes, la doctrina, la jurisprudencia, en definitiva el derecho se aprende
investigando, estudiando, instruyéndose, pero la abogacía se ejerce abogando.
Y para ese ejercicio es que debe prepararse a los abogados del mañana. Es por
ello que no podemos limitar su entrenamiento a prepararlos para “boxear
intelectualmente”, sino que debemos brindarles técnicas de administración de
conflictos. La carrera de Derecho no puede dejar de responder el “cómo” se
desempeñarán los abogados del futuro. El abogado es por excelencia quien
representa intereses, intercede y debe persuadir a terceros. Esto es negociar.
Para ello necesita como herramienta imprescindible en la carrera de Derecho
de Técnicas de Negociación que le enseñen precisamente a abogar y que
permitan a los estudiantes no quedarse perplejos ante aquella dramática
pregunta: “¿cómo vas a ejercer?".

Publicado en LA LEY, Martes 23 de Junio de 1998


por MANUEL ALVAREZ-TRONGÉ
Publicado en http://metodosalternativos-marc.blogspot.com

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