depresión. Ahora veo las cosas de otra manera. Antes veía una mosca y estaba preocupado por matarla. Ahora en cambio, doy un manotazo al aire para que se vaya.
Han cambiado mucho las cosas.
Ahora me doy cuenta de lo mal que he estado. Pasé muchos años metido en casa sin salir para nada. Creo que es como si hubiese resucitado igual que Lazaro. He vuelto a la vida. He estado metido en manteca como los chorizos. Me miro al espejo y veo que soy otro. Ahora distingo los detalles. Antes no veía las cosas en su verdadera magnitud. Estaba ciego por asi decirlo. Pero afortunadamente todo ha cambiado. Es increíble. Es como si antes estuviese metido en un pozo profundo y negro. Ni para la derecha ni para la izquierda podía ir. Solo para arriba. Menos mal que había una escalera, (un poco maltrecha), por la que se podía subir. Allí abajo había personas, sí, pero yo no podía comunicarme con ellas realmente. ¿Por qué? Pienso que era porque yo estaba figuradamente sordo. No podía oir sus mensajes. Cuando ellos me decían: “ Tienes que salir de ahí”, yo sabía internamente que tenían razón. El problema es que yo era incapaz de dar ese paso por mí mismo. ¡Salir de ahí! Ni que fuera tan fácil. Me costó un gran esfuerzo ir a mi médico de cabecera para que me derivase al Psiquiatra. Pero lo hice. Y ahora, la cosa va bien. Tengo nuevo tratamiento. He de explicar aquí, que mi juicio clínico anterior era de depresión; sin embargo, ahora, es de trastorno bipolar. El Psiquiatra (con mayúsculas), en un principio, me aplicó un tratamiento bastante cañero, para levantarme de la tumba en que me encontraba. Después fue modulando la medicación según como él me veía día a día. A todo esto, he de decir que ese tratamiento me fue recetado y modulado durante mi estancia en el Hospital. Estuve ingresado aproximadamente quince días, de los que no guardo especialmente un mal recuerdo. Al contrario: Pude tomar conciencia de mi situación, y a la vez, comunicarme con otras personas que como yo sufren de un trastorno mental, sea el que sea. El módulo de ingreso, forma, como una gran familia, en la que enfermeros, médicos y pacientes están en el “mismo barco”, y había que procurar que ese barco llegara a buen puerto. He experimentado un gran cambio en mi vida desde que ocurrió todo lo que acabo de contar. He abierto los ojos a un nuevo mundo muy distinto al anterior. Ahora me levanto a las ocho de la mañana, cuando antes lo hacía a las dos de la tarde. ¡Cuánto tiempo he malgastado! Cuando uno se levanta pronto, puede disfrutar más de la vida, desde el simple desayuno hasta una salida mañanera para ir de compras. ¡Compras! Me viene al pelo hablar ahora de las compras. Es la bestia negra de todo bipolar. A uno cuando sale de casa, se le ocurren mil necesidades que atender, y por tanto, mil cosas que comprar. Yo estuve a punto de comprarme un nuevo coche (cuando ya tenía uno). También estuve a punto de comprarme un perro (que en realidad no quería tener). Según parece, este comportamiento es típico de los bipolares cuando se encuentran en la fase eufórica: Todo se te antoja, todo lo quieres. Y si da la casualidad de que tienes dinero para gastar, al final te lo gastas. Aquí jugarían un papel importante los familiares, quienes deben de servir de freno ante estos despilfarros.
Cuando el corazón llora. Hacer las paces con el pasado para mejorar tu presente y disfrutar del futuro: Hacer las paces con el pasado para mejorar tu presente y disfrutar del futuro