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Pe ene Re Seen en eed convietié en un determinado espacio de con- vivencia. Marta Llorente nos muestra que la Bree eet ee ean ea ern ciendo progresivamente desde un germen sim- eee eee cere ee ne la condicién del ser civilizado, de quiea se sabe a si mismo inscrito en un espacio radical- eee ere er en ae Se ere eee eT no ern eee an eC Seen ea Pe Rale MNCS R Ero TST Marta Llorente MARTA LLORENTE LA CIUDAD: HUELLAS EN EL ESPACIO HABITADO BARCELONA 2045 | ACANTILADO Publicado por ACANTILADO Quadeens Crema, S.4.U Muotaner, 462 - 08006 Barcelone Tel. 934 144 906 + Fax. 954.147 107 corteogiecaniladoses ‘wanwacantlad cs 2015 by Marte Llorente Dia @ desta edicisn, 2015 by Quademns Crema, SAU, Derechos exclusivos de edi ‘Quadems Crema, $4.0, Rola cubierta,forogratia de Marca Llocemte Hsu 978-B4-18010-58-2 spasiTe ungak: A 23191-2015 areapevipRe Gratis quaDERNs CREM Composicion howanyh-vatis Impresion y encuadernaciéor PaIMNRA EDrcida octubve de 2075 ‘fo las sancioneseetablocdas por laslenes, quedan iguoones probibida, ine sutorinaciso pas eri de lor urvlare el copyvaht ln eproduccion tote) «9 parca deers aba por leur pedo 0 procedimizaro mecinico © ecwaniea, acta letarominelujende as ferocepis 9 cfusion ‘atcaves de nterst—, yl distribucion de eemplaes de esta edicion mediate aleidere prestame publics. CONTENIDO La ciudad: buellas on el espacio habitado PRIMERA PARTE BL ORIGEN: LA INSCRIPCION PERDURABLE DE LAS CIUDADES ANTIGUAS 1. ANTES DE LA HISTORIA: BL CAMINO Y La SEPULTURA Los primeros caminos La inscripcién de la sepubture 2. EL ORIGEN: LA CIUDAD Y LA ESCRITURA La huella del origen El gran cruce de camines de Oriente Préximo El primer relato: le ciudad een los textos dela antigua Mesopotamia 4. CIUDAD ¥ COLONIZACIGN: LA IMPOSICION DE LA CIUDAD EN BL TERRITORIO ‘Tiempo y espacio: la unidad de la urhanizacién precorromana Los trazados geométricos: sombra y memoria dela ciudad antigua Las fundaciones romanas: devastacién ycivilizacion del teritorio 29 33 56 76 77 89 100 14 ns 134 156 4 £TICA ¥ POLITICA: ALMA ¥ CTUDAD Scrates, Aristofanes y Plat6n: ironia, sarcasmo y utopia Una ciudad de palabras Elespacio idilico del retito y ln ciudad ena literatura latina SEGUNDA FARTS LA CIUDAD HABITADA, LA CIUDAD DESTRUIDA: REPRESENTACIONES Y¥ HUELLAS 5: INFIERNO ¥ PARAISO: LA IMAGEN CRISTIANA DE LA CIUDAD, La milensria constelacié de Ins ciudades medievales Ciudades malditas Le atquitectuea de la ciudad ideal: resplandor yorden 6. EL MIEDO ¥ L.A CIUDAD: LA EXPOSICK PUBLICA DEL CASTIGO. La Inquisicién en la Espaiia moderna La situacion histérice Una memoria mal guardada Los espacios dele inquisicién 7 LITERATURA ¥ CIUDAD: LA BSCENA URBANA COMO HORIZONTE DE REPRESENTACION Imagenes y relatos del espacio contemporéneo 1a 1p1 208 as 237 237 244 261 273 aa 285 302 ate Bar 341 Antes dela era industrial: nombres, mapas, Paisajes y relatos La desgarrada realidad de la indusitia, Un sujeto colectivo para la ciudad: Marx, Ruskin, Hugo E] sujeto enajenado: la ciudad del transetinte. Melville, Poe, Kafka y Woolf La naturaleza inhéspica dela ciudad en la poesia contemporsinea: Baudelaire y Eliot, Lorca y Le Corbusier 8, LA CIUDAD DEVASTADA FOR LA GUERRA La ciudad industrial y las nuevas formas de armamento Hellas materiales de destruccisn en el espacio urbano: sepulturas, escombyos, surcos ycaminos Bibliografia 366 394 406 430 442. 461 477 Para Elisa, que aprende ahora 1 reconocer uellas para llegar a construirexpacios. LA CIUDAD: HUELLAS EN EL ESPACIO HABITADO, Pensar la ciudad es pensar el campo extenso de los proyec- tos humanos de convivencia, su entorno de formas construi- das, su arquitectura, sus simbolos, el torrente de su actividad transformada alo largo demilenios de experiencia, lasdistin- tas formas de sus tepresentaciones. Le ciudad es ana cons- trucci6n milenaria que arcancaen los inicios de lahistorie yse pierde en el presagio de un fururo que desconacemos. En el presente, seguimos inmersos en este devenir histérico y asis- timos.ala expansidn irceversible de las ciudades del mundo y a ladisolucién de sus limites en un terrizorio continua, cada vez més alterado y construido. Pero seguimnos atin dando el nombre simbélico y central de ciudad al escenario que acoge Jaexperienciade habitar en comunidad, Es dificil responder al porqué de esta permanencia de la nocién de ciudad como marco crucial de a arquitecturay dela vida, Para contestara cesta pregunta y para comprender mejorla realidad urbana de nuestro mundo se ha escrito este libro, que vuelve la miada al origen y recozte su hilo hist6rico en busca de una relacién més intensa entre el orden arquitecténico de la cincad, las iltnral, formas urhanas, an realidad vital y en interpreracién. Eleampo dels investigacién esextensa pero concreto:su- pone adentrarse ea escenstios construidos de la historia de Ia ciudad que tienen el poder de definir la cultura de habi- tar que compartimos. Desde la historia de la arquitectura y del urbanismo, la investigacién se abre hacia un enfoque mis amplio delos estudios urbanos, con iaintencién de perfil: historia objetiva y técnica del forma usbana y sus represen taciones a través de un enfoque centrado en la cultura, que incluye al sujeto plural de la historia v2 las lecturas subjeti- vvas que parten de su percepeién del entomo, Las fuentes de ° ANTRODUCCION estudio recogen datos arqueol6gicos e histéricos de la ciu- dad y son comparadas con fuentes literarias, imagenes y re- presentaciones. y recurren a lu cantera de datos que aporta lahistoria delas sociedades. En cierto modo, el texto sigue el rastro de las representaciones del espacio urbano que la cul- tura nos ha legado. El campo bibliogréfico de referencia es ‘extenso y su delimitacién tiene la voluntad de hacer confluir espacios de investigacton normalmente distantes, y a menu do estancos, pertenecientes al discurso dela arguitectura ut- bbana, de Ia historia y de las ciencias hurnanas, Eltexto y la estructura del libro se han elaboredo a partir de esta reconsideracién de la idea de ciudad: tiene la inten- cin de coufrontar el proyecto de la ciudad construida con Ja experiencia de habitarla. El libro pretende contemplar la ciudad desde una perspectiva que enlace la historia de sus ‘formas con la de sus habitos y representaciones. Propone un itinerario histérico que contemple la ciudad de maneze nte- ‘ta, en sus aspectos fisicos y emocionales, en Jo que las civili- zacioneshan quetido que fucra yen lo quelas gentes han he- cho de ella. Estd orientado porla conviecién de que es preci- so acortar la distancia que, en ocesiones, crean los proyectos urbanos respecto de las expectativas de la vida real y por la conciercia de que la historia urbana no puede ser nile histo- ria de las construcciones nila historia de las sociedades, sino lade su mutua implicacién. ELlibro se titula «La ciudad: huellas en el espacio habita- do» y remite alos dos principios bisicos que dan origen y f- nal al hecho de conformar el expacio que compactimos: la voluntad de configurar Ja ciudad como estructuta inserite en un lugar, ylas huellas, las improntas reales que la vida impxi- me en los espacios en los que se desarrolla, La arquitectuta es considerada deseo de configuracién que encierra expec- tativas frente a la experiencia vital, que la desborda porque lla misma es deseo. Esta tensign entre proyecto y experien- cia, inscripcién y buella, se contempla desde la distancia te 10. INTRODUGCION rica como un hermoso duelo que no puede dejar de existiren nuestras obras de arquitectura y en la planificacién urbana, Unaensién que poneen relacién a quien emprendela plani caci6n urbana conel sujetohabitacl espacio, La ciudad seins- ctibeen elcentro mismo de esta tensi6n; constituyeel escena- fio variable de la relacidn queexiste entre habitar yconstruie, Eltexto se divide en unasecuencia de ocho escenarios his- téticos, de ocho momentos que contienen imagenes en las que se enlazan la vivencia real, la experiencia y el entorno construido, el marco. El tiempo se detiene en escenas que permiten ser contempladas, en fas que la vida resulta ilum nada sobre el fondo de la erquitectura de la ciudad. Esta di visién en escenarios es una ecteuctura til para abordar la complejidad del devenie histécico y plantear una secuencia de situaciones sigeificativas: desde Ia escena de una natura- leza primigenia, originaria, en Ia que se perciben Jas prime- 1as sefiales de ocupacién espacial—en el capitulo que abre el Jibro—hasta las escenas de destenccién bélica que marcaron la memoria del espacio de las ciudades europeas, a mediados del siglo xx—en el ltimo cepitulo. Entre ambas imigenes extremas, se recorre el tiempo hist6rico de la ciudad de mo- dos distintos. Solo en una de estas escenas se enfoca plens- ‘mente la visién de la ciudad en torno a aspectos formales: la que describe las operaciones de trazado de las colonias gre- corromanas en el tercer capitulo, donde se intenta plantear elsignificado queemana de la fuerza de inscripcién del traza do regulary superdurabilidad en el tiempo. Dos capitulos se han dedicado a contemplar las formas de las consteucciones, y del espacio en relacién con la ideologia moral: el quinto, que plantea el orden de Ia arquitectura sagrada frente al de- sorden de|os asentamientos humanos en la etapa medieval, y el sexto, dedicado a contemplarlos tétricos escenarios crea- dos en el marco urbano por los tribunales de la Inquisicién Elrresto de los capitulos reconsteuyen la ciudad a través de Jaliveratura que habla de la ciuded, sefialando su poder ex- u INTRODUCCION presivo frente a las imagenes pictoricas o graficas de la vida civiea, La liseratura representa una fuente privilegiada para Ja teconsttuecicin de la ciudad hist6rica, en lamedida en que recoge experiencia y realidad; pero también como expresioa del deseo, en forma de utopia y de fcci6a, como figuras limi- tequeenmarcan y orientan Ja naturaleza de nuestros proyec- tos. De este modo, el segundo escenario rememora los ori- genes dela ciudad y los del selato urbano, sefialando la coin cidencia del origen simultineo de la ciudad y de Ja escritu- ra. El cuatto capitulo recrea las imagenes del retiro elabo- radas por la literatura latina, contrapuestas ala memoria ya Ja conciencia de la realidad urbana desde una dptica indivi- dul, El capitulo séptimo recoge especialmente la relacién enre literatura y ciudad, pues sigue la formacién dela nove- Ja, como estructura scmejante & la propia ciudad, y la aper- tara de la poesia urbana, que celebra y lanza su critica, a ve- ces despiadada, hacia los modos de vida que este medio com- porta, Este capitulo destaca la coincidencia de la expansién literaria contemporénea con la de la ciudad industrial y se- ala una semejanza singular de ritmos y texturas que se dat entre la propia literatura y la agitacién de la vida uebana.La leccién delos aspectos parciales de la vida urbana que seha desplegado en Jos distintos capiculos trata de hur, en cierto modo, de la rutina de las referencias habituales en la elabo, racién de nna historia de Ins asentamientos humanos y po- nner de relieve la originalidad de los fendmenos urbanos y su poder de transformacién, El iltimo capitulo, el octavo, es en cierto modo un punto final a esta secuencia histérica, recotte el escenario destrui- do por las guerras del siglo xx en las ciudades europeas; in- dicando el combn desarrollo de la tecnologia de la construc. ci6n y de la destruccién como un fendmeno queno cesa ene! ‘mundo actual. La ciudad comoidea y como realidad ha rebro- Lado desde aquellos escenarios de destzuccién en su vitalidad yba hecho posible tanto la esperanza como la memoria. Sila ae INTRODUCE memoria no se destruye, si aprendemos de ella, posiblemen: te seremos capaces de escoger agin dia entre construceisn y destrucci6n, La libertad de esta eleccida nos pertenece y compromete. Las formas ectuales de las estructuras urbanas se han hecho complejas y diversas en los distintos expacios del mundo, « pesar de que siguen poniendo de relieve el ner vio comiin de unos modos de vida que pesiblemente, segin todos los presagios, se extenderdn atin més en el fatto. For: ma, sepresemtacién y experiencia han centeado esta secuen: cia de escenaries en el hbro, pero en todos ellos se insiste en <1 lazo que anuds los distintos aspectos entre si dando lugar esta idea comin y abstracte de cindad. La complejidad de Jas figuras que actualmente adopta lo urbano es intencada, refuerzay niege, alternativamente, elespectro delaglebaliza- ciémy requiere otras formas deanilisis y otras investigaciones que aqui no se siguen y se dejan deliberadamente en suspen- so. Para la comprensién de estas rutas del presente hacia el futuro, sin embargo, sigue siendo esencial recordar loslargos ‘caminos de la formacién de las estructuras urbanas y la per- ‘manente accién dela vida sobre ellas, Esta tarea de fijarlame- ‘moria y de tratar de partir de ella para elegit nuesteos actuales caminos ha sido la intencidn de la que patte esce libro. Eltexte que aliora te oftece fue publicado en 2010, en la que entonces erala editorial denuestra Universitat Poliécni- cade Caralunya, El material que recoge v elabora el texto es «en parte resultado de afios de trabsjo dedicados a formar las bases histdricas de Ia asignatura Antropologia de la ciudad ‘que imparto en la Escola Técnica Supasior d’ Arquitectuta de Barcelona. También procede de la asignatura Arquitectura y cultura del méster en ‘Teorfa ¢ Historia que impario en mi misma universidad y que alore gira en toro ala relacion en- tretextoliterario y espacio habitado. Estas asignaturassiguen representando un luger de debate oritico y han engrosado el caudal de interrogantes que el espacio urbano merece poder plantear ante las furuzas genezaciones dedicadas a Ja axqui- INTRODUCCION tectura, en una era de extrema responsabilidad y amarga cx sis de la profesidn, Bl debate que han suscitado estos armbi- tos docentes ha abierto el nicleo de nuestro actual grupo de investigacién «Atquitectura, ciudad y cultura». Por esta ra- 26n, a todas las alurnas y @ todos los alumnos de las asigna- tras, en primer lugar, asi como alas personas que componea muestto grupo va dedicado mi agradecimiento. En especial a Carmen Rodriguez, y también a Pau Pedragosa, a Carlos Bi- ‘rid y « Ricard Grataeés, a Marina Povedeno y a Elodie De- gavre, como miembros actuales del grupo de debate que de algan modo contintia plaateando el cardctet de una investi- gacién scbree! espacio hebitedo que esti en sintonfacon este texto. Laescritura es un hecho solitario que noes posible sin contar con el amparode guienes nos acompafan en el ejerci- cio dela bésqueda de sentido y en el debate de Las ideas, y no tiene sentido sin el tiempo que reclama a la lecrura. Por esta raza quiero agradecer Ia lectura del primer texto publica~ doa Carles Carzeras, a Juan Calatrava, a Victoria Garriga ya Susana Solano, entre otras lecturas y aportaciones, que Lue- ron especialmente alentadores y significativas para mi. Todas estas figuras, del mismo modo que ocurre en la cindad, son las siluetas imprescindibles para dar vida y realidad al dificil espacio del trabajo al que impulsa y obliga el peasamiento, En este sentido fue también una gran fortuna poder conver- sar sobre el texco con el desaparecido Jaume Vallcorba, Mi agradecimiento especial, en esta aueva edicién, es para la f- gura también desaparecida de Eugenia Trias: janto a él uve la suerte de vivir mis afios de formacién en Ja universidad y su lectura del texto, que me ha permitide guardar un inolvi- dable recuerdo de conversaciones y correos, ha sido esencial para poder dar vida plena a esta nueva ed Inlio de 2015 4 PRIMERA PARTE £L ORIGEN: LA INSCRIPCION PERDURABLE DE LAS CIUDADES ANTIGUAS Seas quien seas, forastero que ests ante la Arenas ce Tos ce- ‘ropios, que apenas daré sefales de su antiguo renombre, dirs: ¢Fue aqui adonde se dicigicron los dioses teas aban- sonar Jos cielos? 2Y,al repartitse los reinas, fueton éstos los que ocuparon los propios dioses? Lo mismo dirés al var el alcizar de Agamensn: jAy! jLa cindad vencedora yace més devastada que la vencida! Esta e¢ la que con cazén en otro tiempo admisé la Ancigiedad, De grandes coses consemplas pequeiios sepuleros. Grecia, devastada por la larga evina de las guerras, cay, pueshabia administrado sin moderacidn sus fersas.Su fama permanece, su fortuna sc ha desvanecido; visitamos sus ee ‘izas extendidas por la tierr»y solo ahora es inviolable en sa ‘tuba. Gonserva escasos vestigios de su inmensa fara ¢, in feliz de ella, no reciene mis que un gran renombre Estos monumentes fruto de un necio esfuerzo arededor de la ciudad y les moles que contemplas, via Apia, marmé- reas, como las picsmides, de las cuales huye la sombra al me- diodia, y cl mausoleo, compaiiero de la miserable muerte, en, cl que Cleopatra enternd a un marido extraniero, los secadi- rd y abatind cl tiempo, y cuanto més alta se levapta cualquier ‘obra, maa fe abatiré y consumié, Sélo los pocmas estén li= bres del destino fatidico y rechazan fa muerte; gracias a tus poctnas, vivirds siempre, Homero. [Ninguna obra se alza sin que la asate le veje sin ee la desteuyan los dias inicuos, por més que levantes hadi las e3- tucllas montis magnificas y con el mrmol emule las céli- das pirimides. Ninguna muerte dsia el ingenio, vaga seguro por todas partes ls poesia conserva su renombre peta siem- pre intact séneca, EpigromoelL, IE Vy ¥ ay 1 ANTES DE LA HISTORIA: EL CAMINO ¥ LA SEPULTURA No podiamos recordar, porque viajabamos en la noche de fos primeros tiempos, de esa época ya desapacecida que deja con dificultedes algunas hauellas... pero ningiin recuerdo, JOSEPH CONRAD, El cornzdn de las uticblas Hacer conjevuras sobre la Prehistoria es siempre una tarca que conduce a la interrogecidn, antes que a la certeza: per tite realizar las preguntas esenciales sobre la criatuce hu- mana, pero apenas permite dar respuestas claras y diferen- ciadas sobre el significado de sus actos. Y no tanto porque las fuentes de la Prehistoria sean las que han permanecido gracias al azar, y han sido zambién abiertas principalmente por el azar, mientras que las fuentes histGricas representan mejor la voluntad de permanencia de la memoria, sino por que los datos que nos permiten reconstruir ese largo paca- do anterior ala esctitura se encuentran desbaratades y cas- tigados por el tiempo, dispersos en el espacio, y represen tan sélo una minime fraccidn del sentido de la vida que los. dejé como rastro. A esta dispersidn de fragmentos de sentido se afiade el poderoso silencio, en el sentido de ausencin de lenguaje, que guardan las inscripciones realizadas en el espacio du- zante la Ptehistoria por los éesaparecidos seres que lo habi- taron, La Prehistoria es rica en inscripciones: delata el hé- bito humano de imprimir forma a su entorno y la facultad de hallar fas téenicas que capacitan para manipular fa mate- tia, asi como las que posibilitan mantener el entorno que ha 19 PREMERA PARTE — EL ORIGEN sido adecuado y transformado a Io largo del tiempo.’ Pero ‘esis inscripciones no transcriben el lenguaje, gue sin duda, estuvo presente en la vida, como lo hace la eseritura, sino que permanecen en el ambito matricial de las imagenes, ya sea el de las abstracciones geométricas marcadas en el espa- cio, el de las incisiones atiles sobre objetos materiales o ef de las representaciones del mundo visual 0 imaginaria, Por eso, el mensaje que comunican todos estos vestigios esta he- cho de silencios, muestean la abrupta presencia y la config: raci6n formal de las cosas, sin rastros de un significado légi co en el estricto sentido del término, -Merece ja pena, sin embargo, adentrarse en el enigma de Ja Prehistoria, en el tiempo de partida dela humanidad, para proponer un reconocimiento de la ciudad como fruto de la voluntad y de lx experiencia: acaso porque, més que nin- iin otro Ambico temporal, la Prehistoria sittia plenamente la pregunta sobre el oxigen de lo que Hlegaran a set los hibi- tos dela cultura y, en concreto, de habitar el mundo y el es pacio. ¥ si el origen de la ciudad se ubica en el tiempo de * La itoportancia de ola produccién de manseaitaientow de cucipos y objeros ha sido sefialada por Encarns Saastija, Lx ontidiznetdad en la pre bistoriz 2007. Para nuestra bisquedsa del significada dado al espacio y ls posibilidad de ceconsenuir este sentico a partir de fueszes arqueclégieas auatsriales tan dispersas y escasas, este concepro 3 esencial. No sélo se trata de valocar y contemplar loz producroe scabados ds is ¢ehives sons tructives, pictSrease deadecuacién del media habitado, sino de compres dec la necesidad de mantener y snodificar estos abjetos 9 estructutas, de sxdaptarlosa sus fines alo largo de periodas may dilatados de tiempo Le ‘perspeetiva actual desestiona la importancia de la consecvacisn de extrac tras yobjatos, porque la eaducidad de todo lo que fabricamas eazacter: 23 af mundo postindastsial Sin embargo, cuanto mis noe handimos en el pasado, advertimos que moyores la necesidad de conterssciéa y manteri- imiento de los objotes y consiracciones que coafiqueaz el entomo habit do, La extabilidad de la ocupacin del espacio, perfectamente compatible coatlos cambios de hibicerestacionales o con los desplazamientos eeieera- 40s, es posiblemente uno de los elementos de identicad mide avoabrosoe de las primeras cults, 20 EL CAMINO Y LA SEPULTURA las sociedades que conocieroa la escritura, su genética debe busearse en el establecimiento de las primeras condiciones de existencia de la humanidad, Rastrear las raices de los hé- bitos de ocupacién del espacio en la Prehistoria supone en- contrarse con alguna revelacién fundamental para nuestro estudio: que nos habla acerca de la definicién misma de hu- manidad, de la posibilidad de avance de las sociedades pre- histéricas hacia Ja compleja estructura simbsélica y practica que supone la ciudad. La humanidad se reconoce en la ne- cesidad de establecer los proyectos de transformacién del espacio en comunidad Un esbozo de la relacién entre el ser humano y elespacio en la Peehistoria supone, ademas, prefigurar los mapas del mundo de la cultura: tender las primeras tramas de sentido dibujadas por los movimientos humanos sobre el azaroso es- pacio geografico. Desdeluego,la humanidad dela Prebistoria no conocié la ciudad, No la habits, Tampoco la pudo imaginae ni descar. Para establecer el origen de los habitos ucbanos sezia preci- 0 dibujar una frontera claraentre los primeras poblados y la ciudad, La ciudad no se puede considerar una estructura que fue adguiriendo progresivamente dimensiéa desde un ger- men simple, en los primeros poblados sedentarios,o inclue so en Jos campamentes propios de la vida némada ca la que se enlazaron los grupos humanos, formando hordas y comu- nidades. La ciudad no ¢s tampoco una estructura generada por la amplificacién cuantitetiva y la diversidad cuslitetiva de los primeros nticleos habitados. La ciudad posiblemente sea, ante todo, una concepcién abstracta que define la con- dicién del sercivilizado, de quien se sabe a si mismoinscrito en un espacio radicalmente difetenciade del espacionatural Sin embargo, volviendo a la escena de un primer espacio babitado, anterior « la Histotia, se puede comprender que nunca hubiera llegado a ser posible Ia ciudad, como repre~ sentaci6n abstracta, sin la condicién de partida de ur ser que PRIMERA PARTE ~ EL OR(GEN ingresa en el sendero de esas absteacciones al haces de sus movimientos ¢ inscripciones en el espacio un proyecto co- Tectivo. La Prehistoria nos revela que Ia humanidad teaspa- sauna primera frontera en cuanto habita un espacio al que dan forma la voluntad y la experiencia colective. Asi, sin la tendencia a formar comunidades como actitud que tiene su reflejo fisico en el espacio, sin Ia insinuacién de ese sendero que culmina en la consteuecién compleja de le trama urba- na, la eriatura humana no habria llegado a alcanzar el desa- rrollo de la potencia intelectual necesaria para desplegar esa condicién misteriosa pero conereta que es, en definitiva, Ia cultura. De manera que el espacio de la Prehistoria permite ue comprendamos no sélo una tendencia en los habitos de ccupar el mundo y la neturaleza gue conducen a la ciudad, sino la condicién misma de humanidad que se encierra en esa priictica fundamental de vivir en comanidades, de com partir el espacio, de dirigir los pasos hacia objetivas tertito- riales formando los primeros caminas de le tierra, de dispu- tar el espacio con otras comunidades, de sefialarlo, de apro- piarse de él, de guardas la memoria en los relatos que trans criben la conciencia del espacio en el lenguaje. Todo lo que permite habitar un lugar, pero tambien abandonarlo y poder rearesat 2 él, Un imponente arco de posibilidades que hace del mundo un hibitat y que puede demostiarse a través de Jos segmentos de sentido que nan permanecido a lolargo del tiempo, recuperados en el laborioso estudio del pasado mnds alejado, del tiempo anterior ala Historia y ala ciudad. En el largo plazo de la Pyehistoria aparece en progresién Ja voluntad de dejar huella que impele a realizar inscripcio- nes en el espacio. ¥ Ia voluntad de adecuaz el espacio cir cundante «la vida. Ambas son formas de una misma volun- tad arquitecténica. Voluntad que indica la maduracién dela condicién de humanidad y que se debié instaurar lentamen- te entre quienes formaban el género de nuestros sntepasa- dos. Esa voluntad se materiaiza al final de! largo umbral de 22 FL CAMINO ¥ 1A SEPULTURA la humanidad a través de actos que dejan rastro fisico para la memoria del lugar: actos que componen la accién de reali- zar la cavidad de una sepultura; el sefialamiento del entor- no natural, en el espacio abiesso o en la cueva; la instalacién, mis 0 menos temporal de la tienda o de la cabaiia como es- tructura artificial, o Ja brutal inclusién de hitos tervitoriales que anuncian el cardcter monumental de lo arquitect6nico. ‘Un comportamiento activo sobre el medio, que debé de ir precedido de largos milenios de maduracion de esa concien- cia de lugar, durante los cuales nuesties antepasados fueron elaborando la capacidad de reconocer el espacio natural que precede a su manipulacién técnica, Una larga aproximacién, qucha quededo iijada en os vestigios quemuestran laocapa- Lasfechas deorigen deli disintas cnicas so slo hits deensiado esquemticos de refeencia en realidad, todas estos fechas coscesponden «Las de los primeroshallazgos. Mas sinuficativas son las fechas que dei ita los periodos en log que coda una de ae fotmes de actuacign sobre medio que ha dejidovestigis x hice ecssents 9 cepa. En tndo 60, yen este texto ls dtaciones an sido extetacadas de aeuercl con for dsietos autores consultados: se dan esquematicamerte aquellas ge se apron mis alas dates fuentes, 26 EL CAMINO Y LA SEPULTURA taje de andamios y para a obtencién y preparacion de mate- riales, y este acontecimiento puede haberse originado entre cincuenta mil y treinta mil afios ats, mucho antes también del estallido cultural que con la invencién de la escrituca re- presenta el principio de la Historia, hace poco mas de cin- co mil aiios. Antes de que las babilidades récnicas permitie- ran el marcado superficial de las pinturas que denominamos rrupestres, que saponen ademas una transformacin tembién espacial, las cavernas ya debieron de ser recotridas y ocupa: das reiteradamente. Y el acto de adentcarse en la prolundi- dad de sus tinieblas, incluso en épocas en las que el fuego era yauna técnica estable que facilitaba la penetracién delas zo- ‘nas de oscurided, invita a imaginar una exploracién comu nitaria, progresivamente sistemética, como toda exploracién de un rerritosio cuya experiencia pueda ser comunicadaein- corporada ala memoria coleetiva, Con una anterioridad de cientas de miles de niiosa estas actuaciones que podemos considerar arquitectonicas en el espacio natural, las industrias lticas del primer estado dela humanidad requerian ya pequefias cadenas de operaciones écnicas diferenciadas, lo que implica a existencia de arupos progresivamente organizados. La organizacién comunitaria ue tiene como objetive Ja construccién de herramientas te- presenta, junto con las técnicas de la sobrevivencia mas ele mentales, 1a mis antigua de todas las formas de operar que implican comunidad, y aunque su despliegue es exponencial en las épocas del Homo neanderthalisy del Homo sapiens, es la que puede indicer con mayor clatidad un habito de coo- peracisn anterior, Un hébito que se puede conjeturaren las incustrias que se atribuyen al género Homo habilis, nombre asignado a los restos que preceden al linaje del Homo erectus, ya que se encuentran en niveles que superan los dos millo nes de afios, El Homo babilis, en la fromtera entre los austra~ lopitecos y los seres mas humanos, se conjetura come el pri- met bipede capaz de construir herramientas, La construc- 2 PRIMERA PARTE — EL ORIGEN cidn sistematica de herramientas supone la condicion de to- das las formas posteriores que tendieron ala humanizacién y a la definitiva separacién del mundo de los primates, ysiem- pre discurre de forma paralela al lenguaje-* ‘También la apropiacién del fuego, su mantenimiento, re- presenta una técnica social. Actualmente se discute Ja posi- bilidad de que el origen de estas primeras técnicas de man- tenimiento fuera anterior a los més antiguos restos hallados de hogueras controladas, de unos cuatrocientos mil de aeti- giiedad. La provocaciéa del fuego necesariamente fue pos- terior, y existen numerosas evidencias en todo el ambito eu- ropeo acapado por los neandertales. Todas son acciones que demuestran Ia existencia de acuerdo téenico, de aprendizaje y tranemisién dela experiencia técnica y, por tanto, dela vida comunitaria basacla en estructuras sociales, aunque en ori gen fueran clementales, Del mismo modo quela hoguera que resulta de esta cuidadosa destreze invita areconstruir la ima gen de un circulo comanitaria, en cuyo imbito brota la pa- labra, un citculo habitado en el interior del cual se debié de instaurarlatradicién del relato que, sin embatgo, no ha per- manecido y no podemos reconstruir, Lacomplejidad técnice eset signo de cooperacién nds evi- dence que emprende la bumanidad en sa camino hastaalcan. zar su dimensién exponencial y madura en los rastros de las operaciones que componen las distintas formas de marcarel espacio, propias ya del comportamiento de nuestro linaje hu- mano. Pero la complejidad psicolégica sélo se puede conie turar imaginando estos actos téenicos en toda su dimensién; sainguno de ellos serfa posihle en soledad; ninguno de ellos liegaria a establecer un sentido si no hubicre sido eomparti do. La esencia colectiva que revela la complejidad afectiva + Fuentes consultadis acerca de Jos distintos niveles de humanivacién, revoluciin de los primates, »éase]. Chaline, 2500; Carhorell yR. Sala, 20c0, D, Turbéo, 2006. 28 EL CAMINO Y LA SEPULTURA de estos proyectos téenicos es una conjetura perfectamente legitima en virtud del conocimiento de lainteligenciay dela afectividad que ahora poseemos a partir de nuestra propia experiencia. Y nosotros, en definitiva, somos os mismes gue aquellos pobladores que aparecieron en Africa hace dos mi llones de afios y que extendieron su estitpe por el continen- te eurasistico. Desde luego, nuestra transformacién, que es cultural, obliga a considerar esta similitud como wn lazo de parentesco, muy fragil, que nos une a aquellos hebitantes del mundo sdlo por la potencia de estructurar nuestros aztos de demarcacién del espacio, pero que nos distancia de dllos en el orden de la significacién que hemos dado al propio espa- cio con el sucederse de las distintas generaciones. La Prehistoria, asi, ofrece el campo en que podemos in- terpretar el origen de esa necesatia comunidad en la cual se afirman los habitos que instauran nuestra tradicién urbana, una vez traspasadas las fronteras de la Historia. Y nes ofte- cetambién el poder de afirmar que, sin esa capacidad de es- tablecer un principio de colectividad, un acuerdo camani tario, del cual surgirdn la orientacién y el sentido dado al es- pacio, probablemente la urbanizacién como forma de vida 1o habria legado a ser posible. Esta fuerza que petinite manipular ef espacio, lafuesza de {a accién colectiva, es una de las pocas respuestas firms ala interrogacién que se abre sabre el largo tiempo de la Prehi toria: sabemos que existié esa fuerza colectiva que hizo del tnundo un luger habitado y que construyé reiteradamente es- tructuras para dar lugar ala vida. La misma fuerza que, ade- iis, realizé acciones excepcionales y cavé la sepulturs, esta- bleci6 un ritual de enterramiento en ella, decoré las rugosas superficies de ias rocas y levanté un hito artificial en el espa- io abierto, Pero dificilmente podremos it més alls. Apenas podremos responder sino con aproximaciones a la preguata de por guése realizaron estas acciones, y mucho menos lade U6 significado dieron aquellos habitantes a su experiencia, 29 PRIMERA PARTE ~ EL ORIGEN Persiste como respuesia el silencio de la Prehistoria, pues esos misinos actos de fuerza colectiva, que modifican e den sobre el espacio siguiendo una intencién configuradora, no pueden ser desciftados en su significado pleno, Incluso asi, abandonando las especulaciones sobrela significacién de las imigenes, de las consttucciones paca el habitat, de las se- pulturas y de las peotoarquirecturas prebist6ricas, seguimos teniendo ante nosotzos un extenso campo de interés para comprender la misma forma de esa voluntad de inscripcién, ‘Manos, El Castillo, Cantabria, peninsula Thétic Palcolticu Suprrior Conce mi aor) ‘Tenemos ante nosotros el extenso campo que supone el reconocimiento preciso de esas transformaciones mocfolé- sicas del habitat. La forma que queda, la huclla,es ya mucho para fundar un discurso sobre el espacio humanizado. La ft ura que he dejado el tiempo como rastro eseé formada por Ja imponente presencia, aunque fragmematia, de una inci- si6n voluntaria en el medio natural, que se inici6 en la exapa del Paleolitico y que se desplegé con potencia multiplicada 30 | : FL CAMINO ¥ LA SEPULTURA enal Neolitico, como predmbulo de la cultura histérica. Un orden exponencial de incisiones y rastros que nos pordri en puertas de la Historia, Rastros dejados por voluntad y por azar. Ya que, para re- conocer el conjunto de inscripciones otiginarias, contamos también con Jos rastros que el azar ha querido guardar. La Prehisioria ha dejado su memoria, més que ninguna otra edad, a través de la indescifrable ley del azar, Voluacad y azar elaboran una trama de sentido, intimamente trabada, E] azar trabaja sobre la realidad cue fue y destina a la per- manencia una minima parte de la labor humana que ba mar- cado el espacio. El azar permite que sdlo algunas materia- lizaciones de la voluntad se abran a la uz. Y el azar aos ha dado, en eses apervuras a Ja luz ocasionales, esa hermosa re- velaciGn que suponen las huellas fagaces dejadas en elentor- no fisico. Impresiones instanténcas o reiteradas de los actos ‘bumanes, que se suman a las fuertes impresiones que ue- ron fruto de une deliberada voluntad de permanencis, Imi- genes fugaces pero concretas, de caracter fotageslico, Como Ta mano del nidio en la pared de ta cueva de Fontaner, en el valle del Aciége, que se detuvo a impiar la untexcha de sebo con la que iluminaba sus forrivos pasos, hace unos veintiséis ail afios, también impresos en el suelo arcilloso.‘ Destellos de luz que permiten examinaralgunos movimientos ne desti- nados a permanecer en la memoria Huellasimpresas porlos ? Lamang del nifio de la cueva del Ariége es uno de los puntos de par tida de la ides obstinsda que abre muchas de Iss reflexciones de este texto, Ia idea de huella: aquello que permanece en el entorno por e! puro azar, Pero que permite ceconacer un testimonio de la vida en su forma mis ele- =nental,iconsciente,emls cara opteta dels insripeones que argu ‘setts ha realizado ‘en el meso gue hebitamos, Armas formas ve coms plemencan » openen en permanente tensiéis y alternancia, He alvidado el sexcoa par del evalme cone esta imagen, perl mgen sempre me Sa asompatiado, muchas veces como presagio de ie ee va aconser vat alguno de nucseros gestos ands eoidianos, lo que apacentemence es fu- Baz, ct forma de huella y de memocia, 3 PRIMERA PARTE EL ORIGEN etéreos trazos de la vida y que insinéian las formas de babitar el mundo y también certifican su constancia y su repcticién, Estas son las azarosas fuentes de a Prebistoria, a través de las cuales logramos distinguis en nuestra especie un potente instinto otiginal de apropiacién cultural del espacio vivido, En el campo silencioso que recorre este tiempo anterior a la Historia, y que muestea las transformaciones del espacio ori- ginario, sc esboza ya la rafz de la ciudad, latente en el necesa- rio pacto de la colectividad para emprender la modificacién del habitat. En este carapo silencioso que nos revela, de mo- memto, s6lo trazos y figuras inscritas se puede iniciar la bis queda de sentido del futuro escenario usbano, partiendo de dos formas deinscripcién que sirven paraestablecer elestrato mas profundo de nuestra manipulacion técnica del espacio, La primera forma de inscripciéa supone el conjunto de surcos marcados en la natureleza, visible en una geografia apenas lterada por la presencia humana: el entramado delos primeros caminos. B! haz de los primeros caminos forma la trama inicial que da fundamento y sentido a las furaras cons- telaciones urbanas, Estos trazos de caminos parecen deter- minar desde el origen, ademés de los lugares habitados, los espaciosde crucey de comunicaciéa, y establecea los prime- 108 pasos, puentes y estrechos, asi como delimitan regiones yzonas de aceleracién cultural o de demors, en el mismo or- den cle transformacién, [as primeras tramas de caminos ten- didos sobre el espacio natural parecen poder explicar ain el sentido que con el tiempo adquirirén las dlistintas regiones cogréficas, su destino historico. Se trata de ue primer ten- dido que expresa muy prematuramente las distintas condi ciones culturales que va adquirieado ef mapa de la tierra, y ue persiste mas allé de las transformaciones historicas. De algin modo, esta primera disteibucidn de espacios geoard- ficos que sefizlan las sutas de los primeros caminos parece explicar algunos de los acruales conilictos que viven las dis- tintes poblaciones del mundo. Los espacios geogrificos en 3B EL CAMINO ¥ La SEPULTURA que se han condensado eutas y pasos, superposiciones cul rurales y sistemas de intercambio, desde los primeros usos humanos y alo large del tiempo, suelen coincidir con espa- ios de contflicto, y de ellos trataremos mis adelante. Son Jas, puertas del mundo, transitadas, complejas en su sentido. Y cerca de ellas sc asientan lugares singulares, ciudades deme- ‘moria perdurable. La segunda forma de inseripcién que exploraremos es la que representa La sepultura, Las sepulturas fijan ef lugar de Ja memoria y tienden a crear también una historia de larga permanencia en el espacio, porque sefialan puntos fos, ya desde finales del Paleolitico Inferior e inicios def Paleoiti- ‘0 Medio, sobre los cuales se asentaron los lugares de hibi- tat estable y los primeros poblades que se consolidaron en Jas distintas fases cronolégicas del Neolitico,en los dstintos espacios dela Tierra, Lasepultuse dard paso a una larga totia que establece sabre cl espacio altemnancias delo visible y de lo oculto, alternancias entre el orden visible de habitar el mundo y el orden invisible que da paso ala ilusion de los lugares ultramundanos, que abre el reino de los vivosy sella el de la memoria de Jos muercas. La sepultura se encuentra enlafrontera de este claroscuro espacial formado por zobla- dos y necropolis y que ha creado nuestra capacidad téenicay simbélica para bumanizar el espacio de la muerte, LOS PRIMEROS CAMINOS, Los caminos son estmuctutas espaciales gue conducen a t0- dos los puntos que adquicren sentido en el amplio espacio del horizonte natural. Los puntos de inscripcién, los Ing. ressedalados porla accién humana, se relacionan inevitable- mente con los surcos que recorren la compleja corteza de la tierra y traspasan las primeras barreras de montaiias, agua, Gesiertas y paramos. PRIMERA PARTE ~ EL ORIGEN Los primeros seres humanos, « los antevesores del lingje humano que habitaron el mundo durante ef inmenso plazo de tiempo que llamamos Prehistoria, no pudieroa proyectar Jos surcos que forman los caminos, anticiparse a su trazado, sino que los fueron abriendo y conduciende con sus propios pasos. El uso reiterado debio de ir abriendo rutas y cana- les de comunicacidn y desplazamiento, La experiencia y el uso reicerado preceden @ ls capacidad de proyectar formas. Aquellos seres debieron de conducie también asi sus propias manos sobre las rugosas superficies de las rocas, siguiendo cl primer instinto pictérico, antes de concebir patrones for- males pata las repzesentaciones de figuras, animales y signos. Del mismo modo que, antes de adquirir la facukad de repre- sentacia, resiguieron con laa manos los aurcos de sa propio cuerpo y de sus rasyos faciales, sobre los cuales establecie- son probablemente las primeras decoraciones corporales. La Prehistoria parece haber sido el reino del sentido del tacto, que se abre leatamente al campo de lo visual y finalmente al de lo imaginario, También las corrientes migratorias abren con sus pasos caminos, desde sus origenes, como un fluido que se vierte sobre la superficie de la tierra, sesiguiendo la fsonomia geogrifica. En ef origen de todas las capacidades técnicas,el gesto precede al proyecto, a experienciaal acuer- do. No kubo acuerdo al principio pera teazar caminos, sino fuerza de expansién, dotada de la légica propia de le adap tacidn al medio natural y al entorno geografico. Antes del actual inaje humano, les primeras migraciones de los australopitecos, desde su origen hace cuatro 0 cinco largosmillones de afios, se mantuvieron ceiiidas al continen- te afrieano, aunque acaso lo rebasaran en las fronteras natu- rales que conducem hacia las tierras de Orieave. Las migra- ‘ones que emprendis el Honzo erectus, el primer género con- siderado humano, hace 1,8 millones de atios, ya stzavesaron clumbral africano y se desparramaron por un gran espacio, recortiendo primero las euras del sur de Asia, hasta aleanzar 34 i BL CAMINO ¥ LA SEPULTURA el archipilago de Indonesia, de Java y de Flores, de manera casi inmediata, donde quedaron embolsados durante cien- tos de miles de aios, Las sucesivas migraciones de los gru- pos de este pénero que precede a la humanidad actual fueron intigando después desde Aftica los tertitorios del sur de Asie ys hace ands de un millén de afos, iniciaron las rutas de pe- netracidn y ocupacién de Europa, donde tambiga se embol- saroa y dieron lugar a la neandertalizacién. Los restes més. antiguos que atestiguan la ocupacidn del género Homo erec- nus en Euzopa Occidental son los hallados en Atapuerca, en Ja Gran Dolina y en la Sima del Elefante, con una antigtie- dad de més de un millén de afies.* Todos estos movimientos de nuestzos antecesores areaicos se han considerado ya mi araciones, aunque formaron caminos tendidos sobre latierra ‘con la lentitud que implica un movimiento no programado. Caminos surcados por los empuies naturales, por la escasez de recursos y por las hostilidades creadas entre las primetas especies de nuestros antepasados. Acaso también abiertos por la euriosidad humana y por los intensos cambios clima ticos de esta etapa de la Prehistoria, Pero las Kineas migratorias de las primeres comunidades, humanas se ajustan ya inconscientemente al eshozo de una red euyo trazado general, aunque no pudiera ser pautedo, es + aos desevbsinientoscealiztdlos en la serra de Arapuerct en Ite has oeasioues adn a0 eparecen incorporades en Ta tralia de estudios sobre entropolgin dele Peehstova; in embargo, deve cl descusimien £9 pot parte del elo digi por Juan Luis Arsuage, José Maria Ber unides de Canto Eualdl Carbonell en lx Gean Dana en 1994, fea rnentos de hueses hurnanos de serecentos cchenta ll afos de anigLedad, correspondents alTlamado Homa ancereso,y el recente descubvimiento douna mandibula humana de millones de aos ena Sima de Hefane, caida vezee mis dificil negara evidencia dela necesidad dezeplanteulasfe- chasenlasque los atcpasados cel ser urnaoo Mlegaron a Enrops. Ealaweb -chupi/frer atapueres.coma> se atualizan los datos del descubizien ‘oye pueden encontrar enlaces ybiblogtaficomoe! srcculo publica nla revista Nature commotivo del descubzimiento dela Sima det Hefane 35 sorprendentemente estable, A pesar de que el perfil de tos continentes ha cambiado en funcién de los sucesivos niveles de las aguas marinas que han obstaculizado o facilitado mo- vimientos muy semejantes, esa red esboza ya la estructura de todos los transitos sucesivos en Africa y en Eurasia, y perma- aece de algiin modo en 1a actual configuracién geogréfica. No debié de existir todavia para estos antepasados nues- tros un acuerdo, ni tampoco una imagen del trazo dejado por los desplazamientos, pero el habito de los desplazamien- tos teiterados debié ce formar progresivamente na prime- ra conciencia del significado de caminar. Desde el origen, esas primeras huellas dejadas en ef gran espacio de la tiersa s¢ han hecho cada vez més profundas, porque los distintos antecesores de los humanos reitetaron la marca de sus des- plazamientos demostrando su légica. Elotigen pudo serasi. ¥ esa conciencis de caminar condu- jo lejos a los cistintos grupos formades por el género Homo erectus, cuyos restos paleontoldgicos se distinguen segiin los hallazgos, como los restos del amado Homo ergastery los del ago Turkana. Todos estos restos humanos marcan una fron- tera difusa con los individuos de un estadio anterior, cono do como Homo habrlis, pero convergen en determinados tas- 0s morfolégicos que marcan el umbral de lo que considera- mos humanidad. Un lango umbral que nuestros antecesores fueron atravesando sin retorno y que comporta ya naséla el bipedismo yla fabricacién de herramientas, contemporinea alinicio de un lenguaje articulado,facultades ya demostradas en el Hovso habitis, sino una determinada capacidad encefa ca que permite adquirit un dominio de la memoria del espa- cio, la capacicad técnica de organizar un habitat ole de esta- bblecer trayectoriassistemsticas enel territorio, Las migraci nes también contribuyen a marcar otros rasgos de estructura ydecomportamiento, el origen de la condicién burcana. La conciencia de poder desplazarse de maneta organizada con- duce a estos seres més lejos que 2 cualquicr primate antes de 36 FL CAMINO Y LA SEPULTURA ellos, a un ritmo también humane, superior al que peuts la expansidn por el planeta de los antepasados de los grandes simios, antes de la separacion definitiva del tronco humano, hace mas de seis millones de afics. Antes de la formacién de Ja gran falla del Rift, hace unos cinco millones de afics, que ‘marca la separacién radical que dio lugar ala humanidad del ronco comiin de los simias, los antepasaclos de ambes lina jes fueron impelidos ciegamente a desplazarse por las fuer- zas del clima y de Ja sobrevivencia durante dilatados perio- dos temporales que no pueden considerarse migraciones.” La aparieién de nuestro propio linaje humano, conocido como Hoxzo sapiens, nuevamente viene acompafiada de in- tensos movimientos migratorios. Nuestros propios caminos ban sido tendidos con continuidad desde hace doscientos mil afios y son de nuevo, en sus trazados originales, muy se- igjantes a los que expandieron a los anteriores linajeshama- nos. E] mapa del mundo surcado de rutas se ira desplegando a pastir de esas primetas estructuras. Y llegard a esbozar, a través de las sucesivas migractones, rutas exploradas que po- din guardarse alin da en la memoria y modifica: la expe- riencia del espacio. Desdeestas vias que ofrecen una concien- cia progresiva del espacio de las comunicaciones, conciencia plenamente cultural, se dara por primera vez la posibilidad delregreso alos!ugares propios o conocides, asicomolacon- ciencia de la distancia o del desarraigo. Fl resultado de estas experiencias dibuja un mapa de itinerarios de exploracién. y regresos es fruto de una comprensién imaginaria del esp cio préximo y distante que posee cada vida humara. ¥ a par- ? Todds los datos antropeldgieos que agut se dan eesohan de controm- lat ysimetzar datos ofrecidos poe. Chalin, Clive Gamble, D.Tasbon y E.Carbopell Nuestro esundiomancje estos datos paraesbora laidea dered dle caminosylarelaign de esta eronsiogaahismal co la formactin sete ‘eda dels ras tends sobrela geogeia. La separncidenteelanma que diluga al linaje humane ylaque deriva els grandes simios dela actus lia tue agar enue zis y doce millones de is auds(D. Turbén, 2006). 7 PRIMERA PARTE ~ EL ORIGEN tir de él se podrd esbozar un horizonte de sentido global del mundo, compartido por una cultura, al que segeirin las mal- tiples formas de eepresentacién del espacio y de la geografia, Asi se ird construyendo en la cultura, on defiaitiva, el primer esbozo imaginario que funda la impresionante conciencia de una topologfa humana Delos eaudalosos cursos delas migcaciones, cuya ley prin- cipal pudo obedecer el empuje ciego de ia supervivencia, destacan los caminos breves, segmentos c itinesarios forma- dos por trayectos reiterades que enlazac los puntos deestan- cia habituales 2 los grupos humanas. Caminos que unen los lugares de suministro para abastecerles operaciones téenicas y para la explotacién ocasional de los recursos de slimento, El camino corto es un fragmenta o una derivacién de los lar ‘os senderos de las migeaciones, marcado por signos, hitos © inscripciones de sentido, para habilitar su reconosimien, to. Los sistemas formados por tos distintos caminos de nues- tros antepasados se hicieron arbooresceates, formando re

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