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Impacto Socioeconómico Del Desarrollo Rural en España
Impacto Socioeconómico Del Desarrollo Rural en España
Resumen
1. Introducción
En los últimos años ha habido numerosos intentos de definir nuevas líneas de desarrollo
para el mundo rural europeo motivado, principalmente, por la constatación del fracaso del
modelo modernizador que ha dominado la política, la ciencia y la economía agraria
europea durante décadas. El relativo fracaso de las experiencias agrarias más intensivas,
orientadas exclusivamente hacia la obtención de una mayor productividad, expresado en
la consecuente pérdida de renta, y el olvido de cuestiones de sustentabilidad agraria y
medioambiental, que ha generado importantes problemas ecológicos, son parte del marco
histórico que precipita la incipiente reformulación de la política agraria y del posterior
avance del DR.
Principalmente desde la reforma de la PAC de 1992, el Desarrollo Rural (DR en adelante)
se ha presentado como la salida natural a ese constatado fracaso. Sucintamente, el DR
es presentado como un nuevo eslabón en el desarrollo agrario que ya no apuesta por la
reducción de la fuerza de trabajo, que reconoce valores positivos en la gestión agraria
más allá del resultado exclusivamente productivo y que, finalmente, puede servir para
atenuar los numerosos problemas ambientales de la producción agraria.
113
Aunque son muchas las actividades que pueden enmarcarse dentro de este enfoque de
DR, el presente trabajo se va a centrar en aquellas actividades cuyos sujetos activos son
los agricultores y ganaderos, dada la importancia que tiene para este sector la redefinición
política de sus funciones en la actualidad. De acuerdo con la definición dada por Ploeg1
(2001) podemos entender el DR como una re-configuración de las relaciones entre la
agricultura y su entorno social, técnico y natural, en tres dimensiones diferentes que
permitan “ampliar” (broadening), “profundizar” (deepening) y “reestructurar” (regrounding)
lo que se consideraba la agricultura convencional, exclusivamente orientada a la
producción de alimentos –ver figura 1 del Anexo-.
El trabajo que presentamos aquí, muestra, a partir de los resultados de un proyecto
europeo2, un intento de valoración socio-económica del DR en el estado español. Para
ello asimilamos el DR con el extra valor añadido generado a través de un conjunto de
actividades económicas –ver tabla 1-, cuya naturaleza implica esa re-configuración de las
relaciones de los sistemas agrarios con el entorno socio – económico y ambiental en el
que se desenvuelven. El impacto está medido también en términos de extra empleo
generado, en la medida en que ello permite la fijación de población en el mundo rural, uno
de los objetivos que persiguen las diferentes políticas de DR europeas.
La búsqueda de un objetivo tan ambicioso, como medir por primera vez el DR en el
Estado español, no ha estado exenta de dificultades metodológicas, siendo las más
importantes: la inexistencia de datos estadísticos sobre algunas actividades de reciente
implantación, la descentralización administrativa de España que obliga a buscar
información en diecisiete Comunidades Autónomas y la inexistencia para algunas
actividades de estudios específicos que permitieran estimar con un grado aceptable de
fiabilidad su impacto socio-económico.
Por otra parte, el análisis se ha hecho para un año concreto (1998) lo que, en cierto modo,
limita su representatividad. Así, esta primera aproximación a la valoración del DR en
España debe tomarse como un punto de partida para posteriores trabajos, y sus
limitaciones podrán ser superadas en la medida que nuevos equipos multidisciplinares
retomen el trabajo.
Hechas estas salvedades, a continuación se analiza el impacto social y económico en
términos de Extra Valor Añadido Neto (VAN) y extra empleo generados de diferentes
actividades de DR. Como colofón a este apartado se muestran los resultados de agregar
el impacto de todas las actividades analizadas.
1
Este autor define el DR como “a three-way reconfiguration of the relation between farming and its socio-
technical and natural environment, corresponding to the different dimension of a triangle where we find
regrounding, deepening and broadening of conventional agriculture”
2
FAIR. 1998 –2002
114
En el caso de las actividades que conforman la “profundización” de la agricultura
convencional se ha considerado que estas actividades permiten generar una renta y
empleo extras –hablaremos por tanto de incremento de Valor Añadido (VA) y empleo-. El
diferencial de renta y empleo ha sido obtenido a partir de la diferencia entre el VA y
empleo generados por tales actividades y sus homólogas convencionales.
En el caso de las actividades que “amplían” la dimensión de la agricultura convencional,
el extra VA generado se obtiene en unos casos, a través de la cuantificación de las
transferencias concedidas al agricultor. Estas transferencias se consideran valor añadido
extra en su conjunto, porque está concebidas para “premiar” conductas productivas
acordes con ciertos parámetros ambientales, uno de los pilares del DR. En el caso del
agroturismo, que se incluye en este grupo, se trata de un VA que hasta ahora no había
sido considerado como agrario. Pasa a ser considerada parte de la renta agraria al ser
generado por agricultores y agriculturas que obtienen rentas en otras actividades
productivas, del sector servicios o del industrial.
Por último, La “reestructuración” de los factores de producción, que permiten las
estrategias de reducción de costes y la agricultura a tiempo parcial, conlleva también un
incremento de la renta y empleo agrarios como veremos, pero en este caso estaremos
hablando de renta agraria disponible y no simplemente de renta agraria.
Los siguientes apartados hacen un repaso del impacto en términos de renta y empleo
para cada subgrupo o dimensión del DR y para cada una de las actividades incluidas en
ellos. Las tablas 1 y 2 recogen los resultados para cada escala del análisis.
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Reglamento (CE) 2078. La normativa española básica es el Real Decreto 51/95 y cada
comunidad autónoma ha desarrollado su propia normativa básica. A pesar de ello y
aunque existen diferencias importantes entre regiones, la agricultura orgánica ha tenido
en general, poco apoyo institucional: bajos pagos compensatorios, escasa investigación,
falta de servicios de extensión, etc. No obstante, el impacto socio económico de esta
actividad comienza a ser importante: ha generado 281 Extra empleos y un extra renta
agraria de más de 41 millones de Euros (generando el 7,35% del nuevo extra valor de las
dimensiones de profundización y ampliación), lo que significa 5.624 € adicionales por
explotación implicada en 1998.
La segunda actividad dentro de la dimensión de profundización es la Producción de
Calidad que se refiere a aquellos productos específicos bajo Denominaciones de Origen
e producción garantizada (PDO y IPG). Las políticas que apoyan esta actividad incluyen la
protección bajo las regulaciones comunitarias, 2081/92, 2082/92, 823/87 y 1493/99. No
obstante, aunque existe esta legislación específica sobre productos bajo DO y PG la
actividad no está totalmente dirigida desde el ámbito político. De hecho, las principales
fuerzas impulsoras de la producción de calidad son más bien la iniciativa privada y el
interés del agricultor y ganadero por buscar productos de mayor calidad alimentaria, así
como su necesidad por incrementar los ingresos derivados de la actividad.
En la tabla 1 se puede observar que la producción de calidad es la más común entre las
Unidades Productivas (UP) que realizan actividades de Profundización y de Ampliación.
Realizar actividades productivas bajo un sistema especial de producción de calidad
permite generar un extra empleo de 2.386 personas e incrementar la renta agraria de la
agricultura en cerca de 142 millones de euros, el equivalente a la cuarta parte del extra
valor añadido generado por las actividades de profundización y de ampliación. Por otra
parte, ello permite incrementar el valor añadido por UP en 635 euros al año. Este
relativamente bajo valor medio unitario está muy relacionado con la circunstancia de que
parte de las producciones amparadas bajo distintivos de calidad es vendida como
producción convencional3 (al estar en pleno proceso de búsqueda y/o creación de
mercados), perdiendo el valor añadido del distintivo. A pesar de ello, es evidente que el
productor dejaría de ingresar esa cantidad si toda la producción de calidad fuese
convencional, no amparada por la normativa. Por su parte, la existencia de una larga
tradición en sistemas de protección de las producciones alimenticias (el Estatuto del Vino
de 1932 regula por primera vez la utilización de las denominaciones de origen en
España), las excelencias de la gastronomía en climas mediterráneos y el hecho de ser
España un Estado con vocación turística (factor que internacionaliza el consumo),
explican la importancia que tiene este campo en relación con el número de UP que la
realizan.
Los circuitos cortos de comercialización pueden ser considerados como reductos del
pasado que han persistido al avance de las mega-cadenas alimenticias y que,
actualmente, parece que están recobrando parte del protagonismo perdido (KNICKEL y
col., 2002). Aunque la venta directa podría estar relacionada con la producción orgánica y
de alta calidad y por lo tanto sus políticas deberían estar interrelacionadas, en términos
reales el desarrollo de estas cadenas cortas está sometida a un vacío legal en España..
De hecho, las principales fuerzas impulsoras las encontramos a nivel de la explotación: la
obtención de mayores precios como resultado de la eliminación de intermediarios y el
interés en establecer un contacto directo tanto por parte del consumidor como por parte
del productor en busca de una mayor confianza y conocimiento del producto.
3
A partir de los datos del MAPA (2000), se ha estimado que tan sólo la producción obtenida del 55% de la
superficie dedicada a vinos amparados bajo denominaciones de calidad en 1998 es vendida como tal.
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A través de la venta a domicilio y callejera, en mercadillos y en la explotación, los
productores se apropian de un extra valor de 262 millones de euros (la mayor contribución
relativa, 46%, al extra valor de las actividades de profundización y ampliación), lo que
permite generar 24.276 empleos adicionales. El incremento de ingresos por explotación
es superior a los 2.900 euros, lo que permite afirmar que, el incremento del control del
mercado por los propios productores, se traduce directamente en mayores rentas en el
medio rural que, de otra forma, serían captadas por mayoristas, comerciantes al por
mayor y comerciantes al por menor. Las implicaciones ambientales de esta actividad
están relacionadas con el menor consumo energético (y la consiguiente contaminación),
al recorrer menor distancia los productos, y con el mayor acercamiento (en muchos casos
existe un contacto directo) entre productor y consumidor, que hace que este último exija
productos de calidad, “obligando” a aquél a emplear prácticas agrarias poco intensivas
(menor uso de agroquímicos, mayor presencia de variedades tradicionales y razas
autóctonas, etc) para conseguir la diferenciación del producto exigida.
Estas tres actividades que configuran el ámbito de la profundización del objetivo de la
agricultura convencional, se muestran promisorias de cara a impulsar el desarrollo rural:
en la actualidad representa más de las ¾ partes del extra valor generado por el conjunto
de actividades que configuran los subconjuntos de profundización y ampliación. Su
fomento puede contribuir a incrementar la importancia relativa del DR dentro del Estado
español.
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tiene en el conjunto de actividades de profundización y ampliación, al situarse en el 1,5%
del extra valor total), lo que supone que cada una de las 2.180 explotaciones agrarias
implicadas obtienen por esta actividad poco más de 4.000 euros, que se vienen a sumar a
la renta procedente de otras actividades agrarias que esté realizando. El empleo
generado por el agroturismo se estima en 2.537 UTAs. El mantenimiento de un equilibrio
entre agroturismo y actividad agraria es, probablemente, la principal debilidad detectada;
cuando los beneficios de la primera superan a los de la segunda, se producen en algunos
casos el abandono de la actividad agraria. Si esto se produce de forma generalizada en
una zona determinada puede incluso tener efectos negativos para el turismo, ya que se
puede perder el atractivo del paisaje agrario (mosaicos diversificados de cultivos, razas y
variedades autóctonas que han dado lugar a productos típicos de calidad, deterioro de
terrazas y acequias tradicionales, destrucción de molinos de agua y viento...) y, con él, el
atractivo turístico de la zona. Esto que acabamos de comentar también está relacionado
con el aspecto ambiental del agroturismo. En efecto, cuanto menos intensivas son las
prácticas agrarias que se realizan en las explotaciones, mayor atractivo tienen, por lo que
se puede intuir que el agroturismo puede estar contribuyendo a disminuir los efectos
negativos de la actividad agraria sobre los recursos naturales.
El campo de diversificación incluye la forestación de tierras agrarias, actividad que ha
tenido una gran acogida, siendo más de 40.000 las explotaciones que la han realizado en
1998. En España, el programa de reforestación ha sido totalmente guiado desde el
ámbito, político regulado por la legislación europea Reglamento (CEE) 2080/92, C(94)
953/13; y por el RD español RD 378/93 y 152/96.
Aunque la forestación de tierras agrarias puede ser considerada como una fuente de
rentas que sustituye a otro uso de la tierra, en el caso español se puede afirmar que no es
así. Son nuevas rentas, ya que el 75% de la tierra sustituida por especies forestales era
tierra no cultivada (MAPA, 1998). En consecuencia esta actividad genera 87 millones de
euros de extra valor en el año 1998 (suponiendo casi un 7% del extra valor total
procedente de las dimensiones de profundización y ampliación), lo que supone una media
de casi 1.000 euros por explotación. No obstante, es necesario aclarar que esta renta
adicional proviene de pagos compensatorios que las instituciones otorgan a los
propietarios de tierras agrarias para pasarlas a terreno forestal. Aunque esto puede
parecer en un principio una “ambientalización positiva” de la agricultura, también se están
produciendo efectos perversos. En efecto, aunque en pequeña proporción, algunos suelos
con una gran “capacidad de uso”, es decir, suelos de alta calidad para la actividad
agrícola, se están convirtiendo en tierras forestales. Por otro lado, las nuevas plantaciones
realizadas con especies de rápido crecimiento se están manejando de una forma
intensiva, por lo que se está incrementando el efecto negativo sobre los recursos
naturales con respecto al uso previo del suelo. Es necesario, por lo tanto, establecer
nuevos esquemas de reforestación que necesitan una perspectiva más medioambiental,
enfocada en especies que tengan menos impactos negativos sobre los recursos
naturales.
La última actividad que conforma el subconjunto de ampliación dentro del DR es el
manejo de la naturaleza y el paisaje, donde se incluyen las medidas agroambientales
diseñadas dentro de las medidas de acompañamiento de la PAC.
El manejo de la naturaleza y paisaje en la forma de esquemas agro-medioambientales ha
sido totalmente conducido desde el ámbito político en España, siendo el Reglamento (CE)
2078/92 la principal fuerza impulsora. El Ministerio de agricultura y los Departamentos de
Agricultura son las instituciones más influyentes. Las políticas y medidas agro-
ambientales han tenido un fuerte impacto en España, que se ha visto no obstante
118
reducido por ciertas debilidades en su implementación – retraso en los pagos, sobre-
suscripción y baja financiación –.
Se ha estimado que en este campo de actividades se han generado 71 millones de euros
de extra valor (casi el 13% del extra valor total generado por la ampliación y la
profundización) lo que implica casi 1.355 euros de extra valor para cada una de las UP
implicadas en estas actividades. Al igual que ocurre en el caso anterior (reforestación), las
explotaciones que están realizando medidas agroambientales obtienen una renta agraria
adicional proveniente de pagos compensatorios que la sociedad les concede por des-
intensificar su producción, pudiéndose producir algunas disfuncionalidades. Desde el
punto de vista económico, se incrementa la dependencia de estas explotaciones de
ayudas públicas, teniendo además que hacerse cargo la sociedad del coste de controlar
la realización correcta de las prácticas agrarias. Desde la perspectiva ambiental, estas
actividades no parecen conformarse como soluciones para zonas que están ya
degradadas, dado su carácter voluntario.
De lo anterior se deduce que estas actividades, complementarias a otras derivadas de la
actividad agraria, están generando un impacto socio-económico positivo, aunque de
menor importancia relativa que las actividades de DR que forman parte de la dimensión
de profundización. Efectivamente, la contribución de las actividades de ampliación al extra
valor total, al RD, no alcanza el 22%. Sin embargo, es necesario relativizar este resultado,
ya que como apuntamos anteriormente, existe un conjunto de nuevas actividades (cultivos
energéticos, procesado en finca...) que no se han contemplado en este apartado por su
carácter incipiente, pero que pueden impulsar notablemente la componente de ampliación
del RD en un futuro próximo.
4
Las estrategias de reducción de costes consideradas dentro de esta encuesta fueron: reducción del uso de
insumos externos (fertilizantes, pesticides, etc), reducción del uso de trabajo asalariado, minimización de
préstamos para inversiones en tierra, maquinaria, edificios, etc), maximización de la escala productiva y
volumen de producción
5
Survey on Rural Development. 2001
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niveles de integración urbano-rurales que pueden generar interesantes sinergias en la
movilización de los recursos existentes. Por una parte, la complementación permite que la
parte más débil, el campo, se sostenga con procesos de constante ocupación humana.
Por otra, el estrechamiento de los vínculos ciudad-campo puede generar dinámicas de
intercambio locales, más seguras y eficaces. Por todo ello, la agricultura a tiempo parcial
aparece hoy como una gran opción para el desarrollo del mundo rural y sería necesario
establecer medidas desde el ámbito político e institucional que la apoyasen, partiendo de
la consideración de que la agricultura a tiempo completo ya no es más la única manera de
vivir de la agricultura. De hecho, la agricultura a tiempo parcial puede generar sinergias
medioambientales importantes al promover sistemas menos intensivos y la preservación
del paisaje. Además este tipo de agricultores a tiempo parcial están contribuyendo al
mantenimiento de la actividad rural, puesto que estas explotaciones se verían abocadas al
abandono.
Los cálculos realizados para obtener la cuantía de rentas extra-agrarias procedentes de la
aplicación de factores productivos en esas actividades se han realizado a través de la
escasa bibliografía que en el estado español analiza la presencia de esta actividad, a
partir de un dato de partida de VA generado por explotación según el porcentaje de
ingreso extra agrario para el año 1965, actualizándolo para el año 1998 según el número
de titulares y cónyuges que tienen otra actividad lucrativa.
La cuantía de estas rentas alcanza los 7.829 millones de euros lo que representa un 84%
del extra valor generado por las actividades de re-estructuración de los factores
productivos. La toma en consideración de estas rentas extra-agrarias provoca que la renta
familiar total se incremente hasta los 20,384 millones de euros. Según nuestros cálculos
el 28.7% de las explotaciones españolas realizan algún tipo de actividad extra-agraria lo
que supone un extra valor medio 22.581 euros por explotación y año.
120
Subtotal de Profundización 328.469.201 3,37 1,62
Subtotal de Ampliación 88.469.513 0,91 0,4
Subtotal de Reestructuración 9.306.292.796 95,59 45,83
DR Total 9.735.455.702 100 47,95
Renta Familiar Total (RFT) 20.304.019.162 100
Fuente: Adaptado de los resultados de la matriz del proyecto FAIR – CT 98-4288
Como ya habíamos sugerido, las actividades de reestructuración son las que están
generando un mayor Extra VA dentro del DR. En términos de RFD, las estrategias de
reducción de costes y el ingreso extra agrario representan más del 95% del Extra VA de
DR. Algo más del 3% del incremento se debe a las actividades de profundización y
apenas un 1% a las de ampliación.
La Tabla 2, también nos permite relativizar la importancia del nuevo paradigma de
desarrollo dentro del conjunto de la actividad agraria, ya que éste representa en el Estado
español el 47,9% de la RFT en 1998. Es decir, el 52% de las rentas obtenidas en el
mundo rural son imputables a actividades productivas que reproducen enteramente el
paradigma convencional de desarrollo agrario impulsado durante décadas por las políticas
agrarias nacionales o de la UE.
Conclusiones
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Por otro lado, hay que tener en cuenta que en España existen 17 comunidades
autónomas que presentan una gran diversidad natural y política, lo que hace difícil
homogeneizar y generalizar las medidas que se deban tomar.
Es necesario definir nuevos sistemas productivos y de consumo. El resultado final no
tiene que ser un mundo rural dual: por un lado, una agricultura convencional que repite el
modelo de modernización con producciones homogéneas y externalides negativas de
carácter económico, social y ambiental, aunque atenuados por mecanismos de política
agraria previamente fijados; y por otro lado, una agricultura que produce calidad, más
empleo y renta y que ha sido implementada con criterios medioambientales previamente
fijados. El resultado final debe ser un mundo rural diverso, donde tengan cabida las
mejoras sociales y económicas y además el concepto de sustentabilidad medio ambiental
sea una realidad.
Referencias
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ANEXO
AGRICULTURA
CONVENCIONAL
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