a decoracién dels paginas de los ma~
fuscritos era una trea para expecalistor
yriniaturistas.
Durante la Edad Media (sigs va 1”), muy
‘pocoslicossabianleryeseribit. Por este
‘motivo, eran los monje los encargades de
copiary de decorar le manuscrite.
Ty
Arty)
re
éPara qué leer literatura?
Una de las preguntas que las personas relacionadas con la literatura se
hhan hecho frecuentemente es “para qué leer literatura?”. En respuesta 8
este interrogante, cl escritor peruano Mario Vargas Llosa sostiene en La
verdad de las mentiras: “[..) [las ficciones] se escriben y se leen para que
los seres humanos tengan las vidas que no se resignan a no tener. En el
embrién de toda novela, bulle una inconformidad, bulle un deseo”
Esta idea de oposicién entre la finitud del ser humane -no sélo por su.
condicién de mortal, sino de limitado~ y la necesidad de proyeceién y tras:
cendencia, también comin al hombre, es frecuentemente tomada por tebri-
Se
eet
cos y escritores como el motivo principal que mueve a las personas a lee [i+
teratura. La idea es que, a través de la literatura, el lec
tor vive aquello que en la realidad le es inaccesible,
Pero, no cualquier lector es capa de experimentar esa
transmutacién que lo completa, sino s6lo aquel que entien-
de la Iiteratura como un juego de pocas reglas, pero inelu-
dibles. La principal: aceptar que, durante el tiempo de la
lectura, todo lo lefdo es verdadero, El mundo plantgado en
tuna novela, los sentimientos expresados en un poema, las
pasiones desatadas en una tragedia deben ser aceptados co-
mo verdaderos durante la lectura. Esta es la forma de “vi«
vir" esas experiencias y de sentir que se es parte de ellas,
€l buen lector
El buen lector es el que no busca comprobaciones,
‘el que acepta, olvida todo lo que estd fuera del texto
y se convierte en parte de Ia obra, No slo es destinata-
To, sino protagonista, porque sale de sf mismo y de su
‘mundo cotidiano y se ubica en el lugar del otro: el perso-
nnaje. Al mismo tiempo, acta como coautor cuando penetra en el mundo
de ambigdedades y en la multiplicidad de sentidos que el texto presenta y
toma partido, dandole, en cada leetura, un sentido. Esta préctica es lo que
hhace que una obra sea diferente pata cada lector e, incluso, que un mismo
lector lea de manera distinta una misma obra en dos momentos de su vie
da. Ademés, como la literatura esta constituida por una larga tradicion de
obras, cada vez que se lee, el eco de otras lecturas resuena en Ia mente del
lector, y nuevas relaciones y entramados de sentidos se establecen en ella,
De alli que un lector competente es aquel que, entrenado, puede anticipar
to que propone el autor, o asombrarse ante el descubrimiento de lo inédi-
to, 0 desconcertarse ante lo novedoso que plantea y participar activamer
te de su descitramiento.
El escritor argentino Julio Corrézar (1914-1984) escribe en su novela Ra.
yuela: *{..] hacer del lector un cOmplice, un camarada de camino. Simulta-
neizarlo, puesto que la eetura aboliré el tiempo del lector y lo trasladard al
del autor. Asf el lector podria llegar a ser coparticipe y copaciente de la ex=
petiencia por la que pasa el novelista, en el mismo momento y en la misma
forma [..] Lo que el autor haya logrado para si mismo se repetirs (agigan-
tandose, quizé, y eso seria maravilloso) en el lector cémplice”.
covruen itt statementmn
Leer como acto de rebeldia
No se lee literatura para “estar infor-
mado”, sino que esta actividad se rela-
ciona con el placer y, en todo caso, con
‘otra tipo de “saber”: el de apropiarse de un
‘espacio y un tiempo que no se mide con
fos pardmetres de la cotidianidad, en los
‘que se juega con la posibilidad de ser otto.
En el colegio, la obligacin de ler mnu-
chas veces aleja ls posibilidad del placer y
del entretenimiento que ofrece la literatura.
Frente a este desaffo planteado entre la obli-
sgacién y el goce, lo mis dificil es optar por
el segundo, porque el deber lo cbstaculiza, y
Ja rebeldfa ante lo impuesto desde afvera suele ser la reacci6n natural. Por otra
parte, otras formas ce entretenimiento, que no exigent el trabajo de a imagic
‘nacion sino la destreza (por ejemplo, ls juegos de computadoras), parecen
‘oponerse a la eleccién de la literatura, Ente los jévenes, leer ha perdido presti-
io, es una actividad que realizar los viejo. Sin embargo, no se trata de opcio-
nes que se anulan unas a otras, sino que amplian las posibilidades hidicas. Es
de esperar que quienes tienen tan desarrollada la capacidad de abstraerse
de la realidad y entrar en la ficcion que les propone un juego electrénico,
por ejemplo, puedan aplicar esa eapacidad al juego de la Fiecién literaria.
Si superan la obligacion, siaceptan el desafio, escubriran en el acto docen-
te de indicar una lectura, la entrega de una llave para acceder a un placer toda-
via no descubierto. Para que esto suceda, es necesario un voto de confianza,
Esta confianza adquiere sentido si se tiene en cuenta que, durante siglos y en
todas partes del mundo, millones de personas disfrutaron y siguen disfrutan-
4 aller literatura. Quizas, la verdadera rebeldia contra el sistema Sea no res:
tar, sino sumar e intentar este otto tipo de placer que propone la literatura,
‘Aceptadi el reto, se encuentra en la Lectura la fuerza que hace falta para
ro resignarse ante el estrecho horizonte que fora la realidad. Dice Danic]
Pennac en Como una novela: “(..] a mayoria de las lecturas que nos han For-
‘mado no las hemos hecho por, sino contra, Leimos (y leemos) de la misma
ranera como tno se atvinchera, como se rehtis, 0 como se opone. Si esto
nos da facha de fusitivos, sila realidad pierde la esperanza de alcanzernos
detrés del ‘encanto’ de nuestra lectura, somos préfugos ocupados en cons-
truiros, evadidos a punto de nacer.
Cada lectura es un acto de resistencia. :De resistencia a qué? A todas las
contingeneias. Todas: sociales, profesionals, psicolégias, afectivas, elims
ticas, familiares, domésticas, gregarias, patol6gicas, pecuniarias, ideol6gicas,
culturales 0 umbilicles.
‘Una leecura bien llevada salva de cualquier cosa, ineluso de uno mismo.
Y, por encima de todo, leemos contra la muerte’
Por eco, un curso de lceratura escolar intenta enseftar a los lectores po-
tenciales 0 poco entrenados a descubir y a desciftar las claves que todo tex-
to lterario encierra y que son necesarias para su interpretacion. No se trata
de revisar cada texto, sino de adquirir las herramientas de bdsqueda de sei
les dentro de cualquier texto a fin de transformarse en buenos Jectores.
Un grupo de estudiantes universitarioses-
‘uch a su proferor que lee en vor alte.
?
Julio Cortézar
GuiA DE LECTURA3
1. Definar con su plabros al ector
cémplie.
2. Epigiencémo justific Yorgas Lesa
Inleeturade lo eeratir
5. Darel Penne atirma quel lecture
sun acto de resistencia a tds lot
ontngensias. Un ejemplo de reisten~
cia al contingencia“pecuniai
Jeer, aunque el 2eces0 oo irae se
caro: se pueden pedir prestades oir
tuna bib teen, Propongan ejemplos po-
‘1 cade una de los otras “eantingen-