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Cosmovision Genesis Cainita - Original
Cosmovision Genesis Cainita - Original
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Habiendo tomado consciencia de sus actos, Adán y Eva notaron que estaban
desnudos y se avergonzaron. Tomaron entonces hojas de una Higuera y se
improvisaron taparrabos para cubrirse.
Buscó Adonai en el Edén a Adán y Eva y los encontró a los pies de la Higuera
descansando, y al verlos supo de inmediato lo que había ocurrido.
-¿QUÉ HAN HECHO?- Su voz sonó como un estruendo en todo el Edén.
Ambos se arrodillaron asustados, pues ahora la Consciencia les permitía sentir
todo tipo de sensaciones, incluyendo el miedo.
-Adán, ¿Por qué lo hiciste?-
-La culpa ha sido de Eva, ella me dijo que lo hiciese mi Señor- Refunfuñó
cobardemente Adán.
-¿Es verdad esto Eva?-
Ella se mantuvo en silencio, pues no quería perder el regalo de Lucifer.
-La Serpiente me ofreció el fruto prohibido, mi Señor – Se excusó Eva.
Pero no había Serpiente alguna ahí, Lucifer se había retirado.
-Entonces serás castigada por pervertir a Adán a que lo hiciese, y parirás con
dolor al hijo que ahora llevas en tu vientre; y subyugada vivirás a los pies de tu
marido, siguiendo sus órdenes. Ese será tu castigo-
Y se postró de rodillas Adán y dijo – Oh Poderoso y Sabio eres Adonai, el más
justo entre los justos.
Y Adonai se sintió halagado de ver el sometimiento de su Creación.
II
Nacimiento de Caín
La Epifanía de Eva
Un día, Adán llevó a Abel consigo como cada mañana para dedicarse a sus
animales, mientras que Caín iría a su Gran Cosecha para trabajar allí y recoger lo
sembrado. Pero esa mañana, Caín habló con Eva.
-Madre, acompáñame a ver mi Gran Cosecha, deseo que veas lo que he Creado-.
Y sonriente acompañó Eva a su hijo al lugar que se encontraba cercano a aquel
Árbol del que alguna vez había comido su fruto y los recuerdos la invadieron
sobre aquel momento.
Habiendo llegado a la Cosecha, contempló Eva obnubilada el trabajo de su hijo,
no pudiendo creer que una sola persona lograra tanto. Entendió así Eva lo que la
Serpiente alguna vez había profetizado sobre Caín.
-Bendecido eres hijo mío, con la sabiduría que te dio nuestro Señor-.
-Mi Padre me ha hablado de Adonai y sus bondades y de como nosotros fuimos
creados-. Musitó Caín.
Pero Eva no hablaba de Adonai ya que nunca lo reconoció como su Señor.
-Ven conmigo Amor mío, hay algo que debes saber-.
Tomó Eva de la mano a Caín y lo llevó a los pies del Árbol de la Vida y la Muerte;
allí se sentaron y ella contó a su hijo la historia sobre cómo fue concebido, la
profecía que Lucifer había dado sobre él y de porque ella reconocía a Él como su
único Señor.
Fue así como Caín entendió porque era tan diferente a su padre y a su hermano,
la inteligencia y astucia de la cual gozaba y porque nunca había sentido deseos de
alabar a Adonai.
Su madre tomó su mano con fuerza para consolar a su hijo, puesto que el sentido
de su vida había cambiado para él en solo un instante; y fue en ese momento
cuando ocurrió lo inevitable.
En un arrebato de lujuria, pues la llama de su verdadero Señor ardía fulgurante en
su interior, Eva besó apasionadamente a Caín y su gesto fue correspondido.
Y como alguna vez sucedió a los pies del mismo Árbol, madre e hijo se unieron en
el irrefrenable éxtasis de la carne.
Poseyó Caín a Eva con vehemencia absoluta de todas las formas posibles y ella se
entregó con lujuria sobrenatural y con total complacencia a su hijo. La unión
finalizó con un orgasmo, el segundo en la vida de Eva, puesto que el primer y
único orgasmo que había sentido hasta ese momento fue cuando concibió a Caín.
Ambos se acurrucaron y sostuvieron una mirada cómplice, de esas que dicen todo
sin hablar, y tras breves caricias se durmieron a los pies del Árbol de la Vida y la
Muerte.
De repente, Eva abrió sus ojos y se encontró en un oscuro bosque de tierra negra
e infértil. Miro hacia arriba y vio la luz de la luna asomándose entre las ramas de
aquellos árboles secos desde hacía mucho tiempo.
Un sendero cuesta arriba se levantaba frente a ella, y en cada paso que daba por
el mismo se escuchaba el sonido de los cuervos graznando a lo lejos.
Transitado aquel sendero llegó a una colina elevada, miró hacia arriba
nuevamente y la luna ya no era la misma, había cambiado su fase lunar a cuarto
menguante y se había tornado de color carmesí; ahora el cielo estaba despejado.
De repente, escucho una voz a modo de susurro, como si el viento trajera estas
palabras desde un lugar muy lejano:
La tierra bajo sus pies se estremeció brevemente, y tras correrse de ahí surgió de
la misma un tallo. El mismo creció rápidamente justo en el centro de la colina
hasta convertirse en una rara planta que casi alcanzaba la altura de Eva.
La voz nuevamente se hizo escuchar:
Una rosa escarlata floreció en aquella planta, era hermosa y perfecta en todos los
sentidos. Eva la tomó con precaución, y aun así terminó cortándose con sus
espinas. Una gota de sangre cayó en la tierra y aquel extraño rosal murió
intempestivamente. Emergió la misma voz desde la tierra:
La tierra se abrió donde aquella rosa seca estaba, dejando ver una calavera
enterrada. Aunque nunca había visto una calavera humana, Eva supo de
inmediato que se trataba de una, ya que conocía los restos óseos de los animales.
La calavera abrió la boca y dijo:
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Pasado el tiempo, mientras la tribu compartía la comida, se manifestó Adonai
entre ellos y habló para todos.
-Han crecido y prosperado en muchos sentidos, pues la inteligencia que di para
ustedes es vasta, pero ha llegado el momento de poner a prueba la Fe que tienen
hacia mí, su Señor-.
Adán se arrodilló ante Él diciendo:
-Tus deseos son órdenes para nosotros, Señor de todo lo Creado-.
Y detrás de él, Abel y Azura entonaron alabanzas en su Gloria.
-Entonces-dijo Adonai- Mañana al salir el Sol sacrificarán tus hijos varones lo más
preciado que tengan, demostrando su pleitesía hacia mí; el fruto de su trabajo
será recibido y así determinaré la Fe que profesan hacia mí-.
- Que así se haga, mi Señor- Respondió Adán con su tan característica sumisión; y
Adonai nuevamente se sintió halagado por el sometimiento de su Creación.
Pero Caín sabía en el fondo que no tenía deseo alguno de servir a Adonai de
ninguna forma; no debía demostrar nada hacia aquel Ser egoísta.
-Sacrificaré mi mejor cordero para la gracia de nuestro Señor- Expresó Abel- y así
Él verá que mi Fe es grande y mi agradecimiento eterno-.
Y Adán sonrió complaciente por la veneración de su hijo.
V
Esa misma noche, Caín no podía conciliar el sueño debido a aquel sacrificio que
estaba obligado a hacer por la mañana.
Decidió entonces caminar por su Cosecha, su máxima creación, meditando todo
aquello que había aprendido hasta ese entonces y sobre las vicisitudes que
acontecían ahora en su vida.
Notó entonces en la negra noche, en un lugar apartado que nunca había
explorado del Edén, pues sus pies lo habían llevado muy lejos, una cueva en la
cima de un peñasco de donde una extraña luz emanaba.
Desconcertado con esto, decidió ascender hacia ese lugar tan elevado hasta llegar
a la entrada misma de esa cueva; pero no había luz alguna allí, solo la negrura
inconmensurable de ese profundo lugar.
Guiado por su instinto, que en ese momento se opuso a toda muestra de
raciocinio alguno, entró a aquella cueva sin luz alguna y camino en ella por lo que
parecieron horas, hasta que finalmente logró escuchar lo que parecían susurros
de diversos seres nunca antes escuchados por alguien; y el miedo se apoderó de
Él, pero en el fondo algo le decía que volver sería en vano.
Regido por estos sonidos caminó un trecho más hasta vislumbrar un haz de luz
de un extraño color violáceo que le pareció hermoso e intrigante, y mientras más
se acercaba a esa extraña luz, más se acentuaban esos horribles sonidos que
parecían el chirrido de cientos de grillos a la vez.
De pronto los chirridos pararon en seco, y el haz de luz se atenuó, dejándolo ver
que había llegado al final de aquella cueva. Y allí, sentado sobre una gran roca
negra, rodeado de cráneos y huesos de diversos animales, observó la silueta de lo
que parecía ser un hombre con una túnica negra que cubría el cuerpo en su
totalidad.
-Ha pasado mucho tiempo, Caín, hijo de Eva- expresó aquella silueta con una voz
que recordaba vagamente al siseo de una serpiente.
Caín se tambaleó, sintió que sus piernas se aflojaban y que la voz se le crispaba.
-¿Quién eres y como conoces mi nombre?- farfulló.
-Nombres tengo muchos y tendré muchos más. Te conozco desde aquel día en
que tu madre te engendró en aquel Árbol Prohibido- susurró Lucifer, seguido de
una risa sobrenatural.
Caín entendió entonces frente a quien estaba y que todo lo que su madre había
dicho era verdad y no pudo evitar arrodillarse frente a Él, en una clara señal de
respeto y devoción.
-Mi madre me ha contado su historia, y me ha dicho que tú eres Lucifer, nuestro
único y verdadero Señor, Padre de la Sabiduría y el Alma-
Una sonrisa mefistofélica se dibujó en aquel rostro cubierto en tinieblas.
-Levántate Caín, hijo de Eva, no has nacido para vivir de rodillas-.
Caín alzó la mirada y posteriormente se sentó en el suelo de la caverna.
Dijo entonces Lucifer – Solo el hombre que busca la verdad adquiere el derecho a
transitar por mi Senda-
-¿A qué te refieres, Gran Señor?- expresó Caín.
- Que nada esta librado al azar en tu existencia y hoy has venido a entender
porque eres como eres y hacia donde debes ir. Soy Señor de aquel que me acepta
como tal y que además está dispuesto a pasar por mis pruebas. No exijo
sometimiento alguno, pues traigo Libertad y Sabiduría a los Hombres y Mujeres.
- Eres muy diferente de Adonai – Dijo Caín
- Adonai y yo somos dos partes diferentes de un mismo todo, coexistiendo juntos
y separados a la vez; nuestra meta en el fondo es similar, pero los caminos a
seguir diferentes-.
- No me parece que su meta sea la misma, Adonai es cruel y egoísta con nosotros
y disfruta someternos; dime entonces Gran Señor Lucifer ¿Acaso eso es amor? -
- Eres Sabio Caín, hijo de Eva, pero hoy no has venido a descubrir eso.
Dime, ¿Qué sacrificarás mañana para Adonai? -
- Le entregaré ofrendas de mi Cosecha, es el esfuerzo de mi trabajo, me ha llevado
mucho tiempo obtener esos frutos -
- Si vas a dar lo que consideras lo mejor de ti para Adonai, ¿Qué ofrendarás para
mí, tu Señor? - Interrogó Lucifer, y nuevamente una sonrisa se dibujó en su
rostro.
Caín quedo en silencio y dubitativo sobre qué contestar.
- Ciertamente no lo he considerado, Gran Señor, ruego tu perdón por mi falta -.
- Deja de disculparte por todo, te he dejado en claro que no exijo tu
sometimiento; estoy aquí para que cuestiones, reflexiones y cambies tu forma de
pensar-.
- ¿Qué deseas entonces de mí? -
- Que entiendas el rol que cumplirás en la historia de tu Raza -.
Lucifer entonces pidió a Caín que le alcanzara algunos huesos que estaban
desperdigados por la cueva, pidió además que cortara una extraña hierba que
crecía en las paredes de aquella húmeda caverna. Caín no pudo evitar pensar
cómo era posible que creciera una planta en un lugar donde no había luz solar.
Lucifer ordenó a Caín que apilara estos elementos para hacer una fogata y arrojó
sobre ellos una extraña tierra negra que sacó del interior de su túnica, la cual
inició un fuego de inmediato.
Caín observo asombrado como este fuego se tornó de un rojo vivo a un negro
azabache y miró embelesado las llamas danzantes más allá del tiempo.
En aquel fuego, que pareció arder durante horas, contempló hombres y mujeres
de diversos colores vestidos con extraños ropajes, civilizaciones que aún no
existían. Contemplo Caín actos impúdicos relacionados con lujuria y magia,
ceremonias prohibidas de carácter nigromántico, aquelarres y grandes orgías,
todas ellas celebradas en nombre del Iluminado.
Observó realidades alternativas que no supo si se trataban del futuro o producto
de un profundo delirio; campos con pilas inconmensurables de cadáveres,
masacres de todo tipo donde hombres, mujeres y niños lloraban sobre el
derramamiento de sangre. Contempló grandes hogueras con hombres y mujeres
ardiendo en ellas, en una mezcla de gritos desgarradores y el tumulto de la
muchedumbre.
Vio estructuras de gran tamaño de una profunda belleza que no se parecían a
nada que hubiera visto antes.
Se vio a si mismo errando por desiertos y bosques interminables, enfrentando
adversidades de todo tipo; en una tribu junto a una mujer que no logró
reconocer, rodeado de muchas personas que también desconocía, en un lugar de
gran magnitud con muchas chozas, mucho más sofisticadas que las actuales
donde vivían.
Se vio portando una corona flamígera, sentado en un gran trono negro,
comandando un ejército de incontables subordinados.
Tuvo visiones sobre un extraño lugar nunca antes visto por alguien, cuya tierra
era negra y con un eterno crepúsculo rojo en donde un Sol y una Luna podían
visualizarse con facilidad en extremos opuestos de aquel cielo carmesí.
Finalmente, se visualizó en un lugar que reconoció como las cercanías de donde
habitaba, en una loma cercana a su Gran Cosecha, junto a su hermano.
Allí, pudo ver una acalorada discusión entre ambos y en un momento de sangre
fría, golpeó a su hermano y lo degolló con un extraño elemento blanco y filoso.
De repente, despertó de su visión, y aunque estuviera al lado del fuego
experimentó el frío más horrible de su vida.
-¿Qué ha sido eso, Lucifer?- Expresó mientras tiritaba y se acercaba aún más a
aquella hoguera.
- Eso soy yo; soy pasado, presente y futuro. Te he dado el privilegio de conocer el
declive y progreso de la civilización de tu Raza, aunque sé que en este momento
otra pregunta ronda tu cabeza; ese es el motivo por el que hoy llegaste aquí.
-¿Por qué mato a mi hermano?- Preguntó.
- Por mucho que lo intenten, hay hombres que no puede escapar de su destino,
aunque muy pocos entenderán que el destino es un acero forjado en el Fuego de
la Voluntad- contestó – Ciertamente, tu hermano y tu son muy diferentes, ambos
podrán venir de un mismo origen pero su espíritu es muy diferente; cada uno de
ustedes cumplirá con un propósito que marcará la Historia para siempre-.
-¿Qué propósito puedo venir a cumplir, si me encomiendas la difícil tarea de
matar a mi hermano?-
-Tu propósito final aún no puedes conocerlo, ese será el último misterio que
descubrirás en tu existencia. Pero dime, Caín hijo de Eva, ¿No te gustaría tener
todo el conocimiento del mundo en tus manos? ¿Conocer los secretos del
Universo conocido y desconocido; saber que hay más allá? ¿Erigir una civilización
desde sus comienzos y tener la sabiduría de comandarla? ¿Poseer todo aquello
que tú y yo sabemos que deseas? ¿Vivir larga y plenamente más que cualquiera?
¿Trascender incluso a la propia Muerte?
-No ha respondido a mi pregunta Señor, ¿Por qué debo matar a mi hermano?-
Interrogó nuevamente Caín.
-Porque no existe ni existirá sobre la tierra Hombre o Mujer que reciba la
Iluminación sin antes realizar un sacrificio. ¿Quién te daría semejante
conocimiento sin recibir algo a cambio? Nadie ciertamente.
La sangre derramada de tu hermano será el precio a pagar. Ofrenda a tu hermano
en mi Gloria, y la Vida y la Muerte serán tuyas por siempre.
Yo te daré mi conocimiento y con él dominarás la Magia Negra, que se encuentra
apartada para los más selectos de mi estirpe-.
Caín reflexionó sobre lo que había escuchado y no podía evitar pensar cual sería
el propósito final del que hablaba Lucifer.
-¿Aceptas? – Preguntó Lucifer con una pícara sonrisa.
Y tras un tiempo prudente en silencio, respondió – Si-.
Tomó Lucifer una quijada de buey, la parte superior del hueso servía de “mango”
y la recubría una lía negra y fina para que pudiera ser correctamente manipulada,
la otra parte, en donde debían hallarse los dientes, conformaba un filo uniforme;
la silueta de este artilugio era inequívocamente la de una hoz, le dijo entonces:
-Esta será tu Hoz, será tu emblema, con ella derramarás la sangre de tu hermano
y erigirás tu imperio más allá del Tiempo-.
Y cuando Lucifer le entregó la Hoz, usó parte de su filo para cortar la palma de la
mano izquierda de Caín, y cuando este la sostuvo por el mango le dijo:
-Ya tiene tu sangre, te pertenece. Ahora solo falta de la otra parte.
Sé cómo te sientes Caín, no entiendes nada de lo que digo, no puedes hacerte ni
las más remota idea de quién eres ni a dónde vas; pero te aseguro que el tiempo
te dará la sabiduría para entender-.
Contempló pensativo aquel objeto afilado y sintió en sí mismo un calor de
adentro hacia afuera que hacía arder sus huesos y entrañas, sumergiéndolo en un
estado alterado de consciencia, vibrando en múltiples niveles dentro y fuera de su
micro-cosmos. Era la Llama Negra de Lucifer, manifestada por primera vez en un
ser humano, sellando el sagrado Pacto.
-Gracias Maestro- Expresó Caín. Y se dio media vuelta, decidido a enfrentar lo
que estuviera allá afuera en el mundo, pues ahora era un hombre nuevo.
-Nos veremos pronto, Caín hijo de Lucifer-. Dijo el Iluminado y rió con
complacencia.
Y Caín salió de la cueva y contempló el alba, sabiendo que el gran momento había
llegado.
VI
Decidido por completo y con una nueva visión, Caín se dirigió a su Gran Cosecha;
con su Hoz cortó varias espigas de trigo, tomó albahaca y tomate de su huerta,
recolecto diversos cítricos y hortalizas y cortó una rama de un árbol de laurel;
metió todo en un saco y se dispuso a volver a su morada.
Al encontrarse en las cercanías, notó humo negro en el cielo y supo de inmediato
de que se trataba; subió un repecho hasta llegar a la cima y pudo ver a todos
reunidos frente a una gran pira ceremonial que se erguía imponente.
Cuando su familia se percató de su presencia, dieron por iniciado el ritual. Caín
dejó su saco en el suelo y contempló con atención aquel rito.
-Oh Poderoso Adonay, tus fieles siervos te llaman para rendirte pleitesía. Estamos
aquí para honrarte Todopoderoso-. Dijo Adán.
Y en el cielo cada nube se dispersó y dejo ver un día s0leado, y a esta acción le
siguió una voz que retumbó la tierra.
-Bendecidos aquellos que me honren en carne y espíritu, pues la gloria eterna
será de ellos- dijo Adonay – ¡Inicien el sacrificio!
Tomó Abel una pareja de corderos macho y hembra y los condujo hacia la pira,
con vehemencia degolló primero al macho y luego a la hembra, y los arrojó al
fuego cuando aún continuaban vivos, causando un espectáculo grotesco de
berros, chirridos y sangre.
Cuando los animales dejaron de sufrir, su carne ardió en la gran pira y un humo
negro y maloliente ascendió a los cielos, seguido de una reverencia por parte de
Abel – Señor misericordioso, te ofrendo mis mejores animales como muestra de
mi devoción y gratitud hacia ti; gracias por darme alimento de tus animales cada
día, frutas y verduras de tu sagrada tierra, el fuego que arde en mi hoguera cada
noche y la familia que me acompaña en cada momento-.
Adán sonrió mientras lagrimas caían por sus mejillas, orgulloso de que su hijo
siguiera el camino de su Señor.
Caín no sintió más que una mezcla de ira y desprecio, pues su hermano atribuía a
Adonay fuego y alimentos que eran proporcionados por su arduo esfuerzo, a
diferencia del holgazán de su hermano, que solo se dedicaba a cuidar animales
previamente domesticados por su padre. Pero ahora Caín era otro hombre, pues
la Llama Negra de Lucifer ardía en su interior, fulgurante y apasionada, a la
espera del Supremo Oficio.
-Acepto tu sacrificio, Abel hijo de Adán. Tu ganado será multiplicado por cientos
en recompensa a tu veneración; abundancia y prosperidad sobrarán en tu vida y
la de tu estirpe- dijo Adonay.
-Gracias, Todopoderoso- exclamo Abel agradecido.
Eva hizo una señal a Caín, y este se acercó a la pira con su saco. Sacó del mismo
cada elemento recolectado, salvo por su Hoz que mantuvo siempre oculta.
Colocó sin mucha parsimonia los elementos en el suelo frente a la gran pira y dijo
–Ofrezco el esfuerzo de mi vida; este es mi tiempo y mi sudor, mi dolor y mi
cansancio. Con estos frutos me alimente, y di de comer a los míos-.
Caín depositó todo en el fuego, y los frutos y hojas ardientes formaron un humo
negro aunque perfumado que se extendió por el suelo y descendió por aquel
repecho en múltiples direcciones.
Caín sonrió, porque sabía que el sacrificio había sido aceptado, ya que nunca dijo
a quién iba dedicado.
-Tu hermano ha traído sus animales desde lejos, los ha domesticado, sacrificado y
ofrendado para mí ¿Y tú solo traes frutas y verduras en una bolsa y crees que eso
es sacrificio suficiente para mí? ¿Qué clase de blasfemia es esta, Caín hijo de
Adán?- espetó Adonay – Pero como soy tan grande y misericordioso, te permitiré
progresar en tus plantaciones, mas no acepto tu sacrificio-.
Una sonrisa se dibujó en los rostros de Abel y Adán, presos de su envidia y celos,
pues su necesidad de aprobación era vasta y su mediocridad infinita.
La arrogancia de Adonay solo hizo enfurecer más a Caín, pero guardó silencio.
Tomó su saco y se retiró a su morada, con una mezcla de sentimientos
encontrados, pues sabía en el fondo que su verdadero Maestro aceptó sus
ofrendas, pero el odio y la ira emanaban de él por la humillación a la que se había
visto sometido.
La verdad se hacía evidente, las respuestas halladas y las dudas disipadas. Caín
encontró en su interior aquello que su Maestro le había dicho. En aquella
conjunción de sentimientos, en esa encrucijada de su existencia, Caín se halló a sí
mismo, a su “Yo Luciferino”, su “Yo Superior”. Era su primera prueba; la
exaltación de su verdadero Ser.
Su Voluntad, ahora manifestada, había sellado el destino de ambos. El camino a
lo inevitable había sido trazado.
Caín debía matar a Abel, y nadie iba a detenerlo.
VII
La Marca de Caín
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Con el tiempo, Adán tomó por mujer a Azura y esta concibió a Set, el
primogénito. Éste último procreó con su Madre/Hermana y nació Enós, quien fue
el máximo patriarca de la Estirpe Adamita, pues fue él quien enseñó a su pueblo a
venerar a Adonay y esparcir su palabra. Los descendientes de Enós se dedicaron
durante milenios a enseñar a la Raza del Rebaño la vida de sometimiento que sus
ancestros tuvieron. Su misión fue y será siempre la de engañar a sus congéneres
con promesas de Paraísos y perdón eterno, declarando que la única Voluntad que
puede cambiar el Mundo persiste en el capricho de su Dios y no en la Voluntad
interna que cada Hombre y Mujer posee en su interior a raíz de la Llama de
Lucifer; el regalo que Éste le dio a los Humanos.
IX
El Éxodo Cainita
Caín se dirigió al Oriente del Edén con Eva y Awan, encontrándose con un
desierto de dimensiones incalculables, con montañas tan altas que no permitían
ver el horizonte a lo lejos.
Vagaron por el mismo durante días. Ocasionalmente encontraban un Oasis en
donde podían beber agua y recolectar frutas, estableciéndose temporalmente allí
hasta agotar los recursos.
Pasados varios días, su fe tambaleó como lo hace la de cualquier Hombre. Lo
inhóspito de aquel desierto hizo florecer la decadencia de cada uno.
Una noche, luego de mucho caminar, encontraron una cueva y decidieron
reposar allí hasta que se mitigara el gélido frio del desierto.
Frente a aquella cueva se encontraba un árbol seco desde hacía mucho tiempo.
Awan se acercó al mismo para cortar sus ramas y así poder encender una fogata
que los calentase durante la noche cuando de repente oyó una voz del interior de
aquel árbol.
-El tiempo pasa pero los ciclos se repiten, ¿no es así, Awan hija de Caín?-.
Awan corrió asustada hasta la cueva y contó a sus padres lo sucedido y ambos se
apresuraron hacia aquel árbol. Del tronco del mismo, emergió una serpiente roja
y negra que reptó lentamente sobre una roca y les dijo:
-¿No fue Abel quien dijo “Hasta el hombre más puro puede verse tentado a
desviarse de la única y verdadera senda del Señor”? – Lucifer rió a carcajadas que
retumbaron en toda la zona – Que curioso, el Primer Muerto le da lecciones al
Primer Asesino- y su carcajada se volvió a oír.
Caín no pudo evitar sentirse fastidiado, pero aún así se hincó de rodillas e hizo un
ademán para que las dos mujeres hicieran lo mismo, acto seguido habló a su
Señor.
-Lucifer, he realizado la tarea que me encomendaste, sacrifiqué a mi hermano en
tu nombre y lo único que he recibido es una Marca. He perdido mi gran cosecha y
mi hogar, la hambruna y el frió nos azota. Tal vez no a mí, pero si a mi mujer y a
mi hija. Errantes vagamos por la maldición que Adonay arrojó sobre mí, el agua
no alcanza y la comida tampoco ¿Por qué nos has abandonado?-preguntó Caín.
-Pocos logran comer del Fruto del Árbol, más solo uno pocos lograrán ver el
bosque detrás de el- respondió Lucifer-.
-Aquello que a tus ojos es una maldición, a los míos solo son una bendición, pues
nadie puede parar a quien por su propia Voluntad ha decidido forjar su destino y
el de los suyos. No morirás a manos de nadie, ni el frio ni el hambre llegarán a ti.
En otras palabras, las preocupaciones que afectan a los mundanos no te afectarán
a ti. En tu mente solo deberá estar presente una preocupación; erigir la
civilización que dará el comienzo al progreso de tu Raza. Tú, tus hijos, y los hijos
de tus hijos esparcirán mi palabra por el mundo de la misma forma que tu
esparciste semillas en tus plantaciones, y mi palabra será oída por muchos, mas
pocos tendrán la sabiduría de entender el genuino llamado de la Sangre, el
llamado de mi estirpe.
Y donde arrojes una semilla esta se multiplicará en decenas, pues toda tierra que
labres, por muy seca e inservible que ésta parezca, será bendecida para ti y los
tuyos con alimento y prosperidad.
Y de tu Línea de Sangre emergerán los más grandes Hombres y Mujeres de la
Tierra, serán grandes en muchos sentidos, buenos y malos, pues la bondad y la
maldad convergen en cada Ser.
La Muerte de tu hermano no fue la conquista del Mal sobre el Bien, sino la
conquista sobre ti mismo, sobre aquello que te limitó hasta ese momento.
Nunca abandonaste tu Humanidad, Caín hijo de Lucifer, solo enalteciste tu Ser-.
Caín escuchaba atento a cada palabra que la serpiente decía, y antes de que
pudiera interrumpirla la misma volvió a hablar para ellos.
-Tu no solo mataste a Abel, también mataste a Caín, al Caín limitado por sus
inseguridades y sus vicios terrenales, por sus miedos y desolaciones.
Ambos son, de cierta forma, como Adonay y yo, dos opuestos que se necesitan
para que la naturaleza mantenga el equilibrio. El Primer Muerto y el Primer
Asesino.
Caín fue enterrado en La Primera Tumba junto con Abel, y de ésta emergió un
nuevo Ser exaltado y triunfante, Conquistador de la Vida y la Muerte.
Trascendental serás Caín, y la Gloria espera para ti y tu estirpe. Tu peregrinar está
llegando a su fin. Si aún confías en mí, tu Señor, al salir el alba caminarás hacia el
oriente por trece días más hasta llegar a la Tierra de Nod, donde erigirás la
Primera Ciudad, la cual llamarás como tu primogénito varón. Allí te asentarás y
tus descendientes también lo harán así. Y aquel lugar será el comienzo de una
Nueva Era.
Si por el contrario, decidieras hacer lo opuesto, comprobarás que la maldición
que Adonay colocó sobre ti será aquello que traerá la verdadera condena a tu Ser.
Y errante serán tú y los tuyos, y no habrá tierra ni lugar para ti nunca. Vivirás
eternamente caminando en círculos, en búsqueda de algo que jamás encontrarás,
hasta el final de los tiempos como los conoces. Como te darás cuenta, desde el
principio, siempre fue tu decisión lo único que importó.
Caín reflexiono sobre lo que oyó y dijo:
-Gracias Gran Señor por la lección que das para mí. Cumpliré aquello que me
pides. Haré de tu Sabiduría una Ley y de tus Enseñanzas una Doctrina: y mis hijos
y los hijos de sus hijos sabrán quien eres. Y pasará el tiempo y todo Hombre y
Mujer conocerá tu nombre, mas solo aquellos que buscan la Verdad la
encontrarán en tu Conocimiento. Así se hará-.
-En trece días llegarás a Nod, y allí estaré esperando. Tu camino estará libre de
obstáculos, pues éstos vienen solamente del interior de cada uno de ustedes.
En aquella tierra te enseñaré todo lo necesario para prosperar en todos los
sentidos posibles, y pasarás ese conocimiento a tus hijos y ellos a sus hijos.
Allí estaré esperando Caín, ni un día más, ni un día menos-.
Y en silencio la serpiente se deslizo por aquella roca y se alejó de ellos,
mezclándose con la arena del desierto.
Se miraron entre los tres y la tranquilidad los invadió; lágrimas de felicidad
escurrieron por las mejillas de Eva y un sentimiento de alivio envolvió a Caín.
Volvieron a la cueva y encendieron el fuego. Esa misma noche Caín tomó a Eva
como suya nuevamente y propagó su semilla en su matriz en aquel acto lujurioso.
Y Awan contempló ese acto con lascivia y placer, deseando que su padre hiciera
lo mismo con ella.
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Al otro día, a la salida del alba, despertaron y emprendieron el viaje a la Tierra
Prometida, unidos y esperanzados con las palabras que Lucifer les había dado en
la noche anterior.
De repente, el hambre no significaba nada, tampoco el frío o el calor y trece días
en realidad no eran tanto. El viento era más agradable, como también lo fue el
Sol, y las noches eran menos frías. Los pies ya no dolían, el agua y la comida
ahora sobraban.
De repente, la maldición era ahora una bendición…