Está en la página 1de 1

En un colorido vecindario llamado Arcoíris, vivía una niña llamada Sara que era adoptada y se

preguntaba por qué ella era diferente de sus amiguitos que no lo eran. Un día, mientras jugaba en
el parque con sus amigos, Sara decidió hablar con su amiga más cercana, Emma, sobre sus
sentimientos y preguntas.

"Emma", dijo Sara con ternura, "me pregunto por qué soy una niña adoptada y mis amiguitos no lo
son".

Emma miró a Sara con cariño y respondió: "Sara, cada familia es única y especial,
independientemente de cómo se formó. Ser adoptada significa que tus padres te eligieron con
amor y te aceptaron como parte de su familia. Eso es algo muy especial".

Sara asintió con entendimiento y preguntó: "¿Pero por qué algunas familias adoptan niños y otras
no?"

Emma explicó con paciencia: "Hay muchas razones por las cuales las familias adoptan niños.
Algunas personas no pueden tener hijos biológicos y deciden adoptar para cumplir su deseo de ser
padres. Otras familias adoptan porque quieren darle un hogar y amor a un niño que lo necesita".

Sara reflexionó sobre las palabras de Emma y dijo: "Entonces, ser adoptada significa que soy parte
de una familia que me eligió y me ama mucho".

Emma sonrió y dijo: "Exactamente, Sara. Ser adoptada no te hace diferente de tus amiguitos, te
hace única y especial de una manera maravillosa. Lo importante es el amor y la felicidad que
compartes con tu familia y amigos".

Sara abrazó a Emma con cariño y se sintió reconfortada al comprender que la adopción no era algo
que la hiciera diferente, sino que era parte de lo que la hacía especial y amada. Desde ese día, Sara
compartió con orgullo su historia de adopción, inspirando a otros a entender que la familia no se
trata solo de la sangre, sino del amor y la conexión profunda que se comparte entre sus miembros.

También podría gustarte