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Garzuzi. Proceso Psicodiagnóstico y Entrevista Psicológica
Garzuzi. Proceso Psicodiagnóstico y Entrevista Psicológica
TEMAS:
Unidad I.
Punto 1.
PROCESO PSICODIAGNÓSTICO.
PROCESO PSICODIAGNÓSTICO
Siquier de Ocampo, M., Arzeno y E. Grassano (1987) caracterizan al PROCESO PSICODIAGNÓSTICO
como:
"Una situación con roles bien definidos y con un contrato en el que una persona (paciente) pide
que la ayuden y otra persona (profesional) se compromete a satisfacerla en la medida de sus posibilidades.
Es una situación bipersonal (psicólogo-paciente o grupo familiar), de duración limitada, cuyo
objetivo es lograr una descripción lo más profunda y completa que sea factible de la personalidad total del
paciente. Así mismo enfatiza la investigación de algún aspecto y las características de la derivación (si la
hubiere)”.
Abarca los aspectos pretéritos, presentes (diagnóstico) y futuros (pronóstico) de esa personalidad,
utilizando para lograr tales objetivos ciertas técnicas (entrevista semidirigida, técnicas proyectivas,
entrevista devolutiva, etc.).
La investigación no sólo se centra en los aspectos patológicos del paciente, sino que también tiene
en cuenta los aspectos adaptativos y las áreas libres de conflicto.
Ello permite que el funcionamiento del individuo pueda irse observando diacrónicamente, en
distintas situaciones y momentos, lo cual aumentará, cuantitativa y cualitativamente, el muestreo o
recogida de conductas, respuestas y actitudes ante campos estimulares interactivos que presentan un
cierto grado de modificabilidad. De este modo se posibilita el contraste entre esos diferentes momentos y
la diversidad de estímulos comunicacionales que se ponen en marcha. Fases básicas
1. Entrevista inicial.
2. Entrevista de aplicación de pruebas psicológicas.
3. Entrevista de comunicación de resultados, que incluye la confección de un informe escrito.
Para avanzar eficazmente en esta secuencia, no se puede pasar a la fase siguiente con
expectativas de lograr sus objetivos si no se han cubierto los objetivos de la anterior. Las informaciones
recogidas en cada una revierten y retroalimentan las obtenidas en las demás.
Son necesarias todas estas fases para cubrir los objetivos básicos de un diagnóstico pero, en
ocasiones, dependiendo de los resultados de la entrevista inicial, del tipo de información obtenida por
otras fuentes y/o de las características de la demanda, estará indicado alargar, acortar, o incluso eliminar
la fase de aplicación de pruebas. En cambio la primera y última fase resultan indispensables.
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Elementos constantes
Las variables que deben ser mantenidas constantes y que forman parte del encuadre son (adoptan
características distintivas según el ámbito de que se trate) (Veccia, 2006: 24):
- La institución pública, por caso el hospital, mostrará un encuadre más plástico. El paciente
deberá atravesar diversos lugares. Recorrer la institución y tratar probablemente con empleados
administrativos antes de llegar al consultorio del Psicólogo. Generalmente los consultorios están pegados
unos a otros y a veces separados sólo por tabiques delgados, con lo cual la intimidad ofrecida será menor.
Además pueden ocurrir interrupciones.
Una Entrevista psicológica clínica es una situación de campo en la que influyen múltiples factores.
Si se desarrolla en un consultorio privado, la idealización y desplazamientos del entrevistado se dirigen a
la persona y personalidad del Entrevistador, y al escenario de su consultorio, no importa la escuela en que
aquél se haya formado. La transferencia es de persona a persona.. El Entrevistador puede resultar un
individuo anónimo para el entrevistado.
La duración estimativa de las entrevistas, incluso las iniciales, deben comunicarse al entrevistado
desde el inicio para que él disponga de las prevenciones necesarias.
Cuando se trata de un Psicodiagnóstico con inclusión de pruebas psicológicas también deberá
explicitarse la posibilidad de que dicho tiempo se vea aumentado.
Cuanto más explícito es el encuadre mayor es la posibilidad de investigar la variable dependiente
y la adaptabilidad del consultante al mismo.
En las instituciones esto no siempre es posible dada la gran cantidad de personas que
generalmente acuden.
La frecuencia en el caso de las entrevistas di agnósticas no debe ser inferior a una por semana ya
que es necesario valorar los cambios en el entrevistado durante un lapso razonable de tiempo.
En cuanto al tiempo de duración lo ideal serían entrevistas iniciales de alrededor de una hora a hora.
ya que es mucha la información a recabar y el trabajo de observación.
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fijación de honorarios
en el caso de la consulta privada los horarios pueden ser arreglados con mayor flexibilidad por parte
del profesional, no así en la institución ya que allí una ausencia o demora por ejemplo, perjudica a
varias personas a la vez.
El costo de las ED o de las de un Psicodiagnóstico debería ser mayor. En primer lugar porque
generalmente el profesional debe trabajar con una también mayor exigencia: invertirá más horas de
trabajo a posteriori de las ED para la interpretación cuali-cuantitaviva de los datos e indicadores
obtenidos y deberá elevar un informe diagnóstico fundamentado en muy breve tiempo. Hasta aquí lo
ideal cuando del profesional independiente se trata.
En los hospitales y centros públicos de atención, el arancel lo fija y lo cobra la institución quien
además sostiene un staff mínimo de profesionales rentados y una gran mayoría de recursos humanos
gratuitos a los que se les paga con el solo reconocimiento de su concurrencia.
1. El contenido y la forma manifiesta del discurso, lo que dice el paciente, cómo lo dice, su conducta,
lo que expresa gestualmente,
2. El contenido latente que subyace al texto manifiesto, y que corresponde a las fantasías
inconscientes de relaciones de objeto y
3. La interacción entre ambos.
La flexibilidad en los procesos de pensamiento y empatía resultan indispensables para este perfil
profesional, la rapidez de las síntesis y la capacidad de análisis, la habilidad verbal para registrar el código
particular del examinado y usar metáforas, analogías, expresiones y giros verbales que tornen
comprensibles sus señalamientos, su actitud atenta pero no reconcentrada o evasiva, permite al
entrevistado ir experimentando la confianza básica y el rapport necesarios.
El entrevistador debe brindar una imagen de estabilidad. Las primeras entrevistas son siempre
exploratorias en un doble sentido: el/los entrevistado/s exploran también cómo somos, quieren descubrir
nuestros códigos, qué aprobamos y qué no, cuales son nuestros valores, etc.
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A las habilidades generales mencionadas, se agrega el conocimiento del propio perfil, es decir, de
las características personales del entrevistador.Dentro del perfil personal incluye variables tales como los
modos o funciones de la comunicación que se manifestarían a través de diferentes dimensiones. Las de
mayor relevancia para la tarea psicodiagnóstica son:
Función Instruccional: referida a las acciones que fijan los alcances y límites de la relación
establecida con el paciente, la distancia entre ellos y los intercambios considerados legítimos dentro
de esa relación. Sus dimensiones relevantes son: Rigidez versus flexibilidad; Asimetría marcada versus
asimetría moderada.
Función Atencional: tradicionalmente llamada función de escucha, para la que el autor contempla
las siguientes dimensiones: activa versus receptiva; concentrada versus abierta.
Función Operativa: son las acciones llevadas a cabo para cumplir con el plan de tareas. El estilo
personal influye en el cumplimiento de las mismas de manera diversa: directivo versus persuasivo;
lógico (literal) versus retórico (figurado).
Estos elementos deben ser definidos en la primera entrevista, y permanecer constantes a lo largo
de todo el proceso, con la flexibilidad necesaria para que determinadas situaciones o vicisitudes resulten
contempladas, sin que se transforme en un lassaiz faire ingobernable, y, por supuesto, sin caer en el otro
extremo, igualmente negativo, de la rigidez que no considera las diferencias individuales y las dificultades
que la realidad impone.
En el primer encuentro se establecen los lineamientos generales del proceso: se fijan los
elementos del encuadre, se conversa sobre los objetivos generales y sobre las diferentes actividades que
se realizarán. Si bien ciertas variables son transformadas en constantes, esto no significa que no puedan
realizarse modificaciones. Por el contrario, en caso de introducirlas, deben observarse los efectos que
estas producen.
En palabras de Bohoslavsky (1976): "Tal fijeza es desde luego arbitraria, de ahí que el encuadre sea
un artificio, una táctica o un conjunto de reglas de juego. El significado de táctica (arte de poner orden a
las cosas), enriquece la comprensión del encuadre, puesto que así como el psicólogo tiene un arte, el de
poner orden en el proceso de la entrevista, el entrevistado tiene el arte de poner desorden en el mismo.
El interjuego de ambas artes aclara eventualmente el porqué, para qué y cómo de las conductas del
entrevistado. Interpretar implica siempre una confrontación del dato (la conducta) emergente en el
interjuego del encuadre del psicólogo (su táctica) y las tácticas del entrevistado. Estas últimas son
actuales siempre pero a la vez condensan y expresan su historia pasada y futura. Son hipotéticamente la
manifestación de su estructura de personalidad. Mantener fijo el encuadre de la entrevista (las reglas de
juego manifiestas) es el requisito indispensable para poder poner en evidencia las reglas de juego latentes
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Elementos adaptables
Si bien la mayoría de los elementos del encuadre son fijos para todos los sujetos, un pequeño
número de ellos puede variar según las circunstancias de cada caso, a fin de ajustar el marco del proceso a
las características específicas del evaluado:
1. El número de personas implicadas.
2. El número de entrevistas necesarias.
3. El tipo de pruebas a aplicar.
4. La presencia de dificultades específicas en el sujeto, que pueden lentificar la ejecución o exigir
otras modificaciones.
El rango de variación es casi siempre estimable y comunicable a los sujetos de antemano.
De este modo se crea una situación estándar que permite también observar las variaciones
interindividuales en cuanto a las modalidades de adaptación de cada sujeto a la misma.
Aclaraciones básicas
En la definición del encuadre, (imprescindible en el primer contacto con el sujeto), el psicólogo
debe asegurarse de que quede suficientemente explicado:
1. En qué va a consistir la evaluación.
2. Cuáles son los fines y límites, es decir, qué se espera y qué no se espera lograr.
3. Qué utilidad puede reportar este proceso al sujeto.
4. Hay que garantizar al sujeto la confidencialidad y ofrecerle un protocolo de consentimiento
informado, si fuera necesario.
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Objetivos principales
La descripción derivada del proceso evaluativo ha de incluir las múltiples conexiones con los
sistemas y subsistemas relacionales en los que el sujeto aparece inscrito. En otros términos, aunque el
diagnóstico sea individual, no puede ser individualista, sino contemplar siempre los contextos inmediatos
con los que el sujeto interactúa. Para cumplir este objetivo hay que integrar toda la gama de
informaciones que, procedentes de distintas fuentes, permitan identificar y definir dos grupos de aspectos
del funcionamiento del sujeto:
a) Aspectos disfuncionales. Pueden ser explícitos o implícitos y estar presentes tanto en el sujeto
como en su entorno inmediato. Se trata de identificar todos aquellos factores que intervienen en la
generación y mantenimiento de las dificultades y que presentan, a menudo, efectos acumulativos.
b) Recursos adaptativos potenciales. Pueden aparecer tanto en la persona evaluada como en su
entorno. Su descubrimiento es extremadamente útil, a fin de que puedan servir como referencia y ser
instrumentalizados para favorecer cambios y apoyar el proceso de intervención.
Con la integración de estos se pretende comunicar que un diagnóstico es incompleto si solo
registra los conflictos, deficiencias o disfunciones de un sujeto.
Los resultados de un proceso evaluativo son mucho más útiles si logran aportar una visión
integrada de los aspectos saludables y conflictivos de un individuo y su entorno, es decir, una síntesis de
sus puntos débiles y fuertes.
La conjunción de los aspectos disfuncionales y adaptativos con que cuentan el evaluado y su
contexto, permite definir y comprender mejor:
a) Lo que está ocurriendo.
b) Los motivos que provocaron la situación actual.
c) Los intentos previos de solucionar los problemas.
d) Las probabilidades de introducir cambios en su funcionamiento.
2. Planificación de la intervención
Objetivos secundarios
su funcionamiento psicológico que, con frecuencia, le resulta útil para aumentar su capacidad de reflexión
y auto-conocimiento.
Obviamente no todos los individuos presentan el mismo grado de receptibilidad ni de recursos
potenciales para iniciar conductas deliberadas encaminadas a recuperar su homeostasis y por ello no
todos registran o son capaces de utilizar del mismo modo los beneficios derivados de esta experiencia.
Se puede producir a través de muchas de las actividades que se solicitan habitualmente a los
evaluados durante el proceso diagnóstico para recopilar información. Tales actividades ayudan, indirecta y
simultáneamente, a incrementar su capacidad de observación y análisis de las situaciones.
Así parecen funcionar como elementos importantes en dicha instrumentalización:
a) La petición de autorregistros o descripciones detalladas de acontecimientos pasados y presentes.
b) La co-responsabilización en la resolución de los problemas. El psicólogo se presenta como un
acompañante cualificado que necesita contar con la ayuda de todos los implicados.
c) La valoración del esfuerzo y la transmisión de confianza en sus posibilidades que suponen un
cambio con respecto al sistema de refuerzo social al que muchos sujetos habían estado habituados.
d) La conexión de aspectos del funcionamiento psicológico con las consecuencias conductuales que
generan los motivos de la demanda, conexión, que a menudo, no había sido percibida anteriormente.
Se produce usualmente mediante el registro, a través de la actuación del sujeto durante todo el
proceso diagnóstico, de una serie de informaciones cualitativas que representan indicadores de
motivación y de pronóstico favorable, ambos relacionados con las posibilidades de cambio o potencial de
modificabilidad que el caso presenta.
a) Indicadores de motivación.
En función del nivel de esfuerzo para aportar datos y del grado de implicación personal en el
proceso que presente el sujeto evaluado, se podrán derivar hipótesis prospectivas, favorables o
desfavorables, registrando la aparición de: conductas cooperativas, respuestas ajustadas a las demandas
de cada momento y a la receptibilidad para comprender el feed-back relacional.
Se señalarán algunos elementos cuya presencia continuada y conjunta a o largo del proceso
diagnóstico permite interpretarlos como indicadores de pronóstico favorable.
Su aparición se relaciona con la existencia de recursos adaptativos, con una alta motivación para
iniciar procesos de cambio y en definitiva, con lo que se podría denominar potencial de modificabilidad de
un sujeto y/o sistema. Inversamente, su ausencia conjunta apunta a la hipótesis de un pronóstico
desfavorable.
Los siguientes indicadores favorables surgen de los procesos comunicativos tanto digitales como
analógicos (o tanto simbólicos como procedimentales), se pueden destacar los siguientes:Respeto por el
encuadre y grado de colaboración a lo largo de todo el proceso.
Buen nivel de desarrollo intelectual.
Responsabilidad afectiva o capacidad para registrar y expresar emociones.
Plasticidad/flexibilidad para adecuar y modificar actitudes a lo largo del proceso.
Permeabilidad/sensibilidad para utilizar el proceso de introspección de manera ajustada a las
exigencias externas y acorde con la conexión entre los motivos explícitos e implícitos de la demanda.
Nivel aceptable de estructuración del entorno.
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Si el evaluador registra varios de estos indicadores a lo largo del proceso evaluativo, podrá emitir
la hipótesis de pronóstico favorable, al entender que su presencia conjunta representa una actitud flexible
y adaptativa, un alto grado de motivación para el cambio y una buena capacidad para el trabajo
elaborativo por parte del sujeto. Viceversa, su ausencia global señalará casi siempre, serias dificultades y
fuertes resistencias a la introducción de modificaciones significativas. Tales hipótesis estarán sujetas a
ulteriores contrastes.
Asegurarnos que el nivel técnico y lingüístico de los contenidos sea adecuado para su
comprensión por los receptores.
Incluir, cuando corresponda, un resumen claro en los informes, y, cuando sea pertinente,
recomendaciones concretas.
Explicitar claramente en los informes que los resultados de los tests son confidenciales y se
mantendrán archivados el tiempo establecido.
Resulta pertinente reiterar que no se debe informar acerca de las respuestas esperadas en los
tests o de los criterios para su evaluación, a los efectos de no invalidar el uso futuro de los instrumentos. Y
con una clara meta de proteger los instrumentos de trabajo del psicólogo.
Deben tomar el recaudo de suprimir el nombre y otros datos identificatorios que comprometan la
confidencialidad del caso. Cuando el fin es la investigación, es obligación suprimir el nombre y otros datos
identificativos de las bases de datos de los resultados, elaboración de baremos, u otros tratamientos
estadísticos, con el claro fin de no violar la confidencialidad. Además, deberán asegurar que los materiales
sean guardados en archivos seguros, inaccesibles a quienes sean ajenos a la investigación.
Llegado el momento, darán a conocer los primeros resultados de la investigación, y en este punto,
no está de más recordar que los resultados que se difundan no deben ser falsos ni se debe proveer el
material de las técnicas psicodiagnósticas para ser difundidas en los medios masivos de comunicación.
La ética constituye nuestra línea directriz en el ejercicio profesional. El ejercicio ético del
profesional psicológico que se especializa en psicodiagnóstico.
El individuo parece reaccionar a las variables interpersonales movilizadas durante todo el proceso
evaluativo y, en bastantes ocasiones, éstas actúan como disparadores o estímulos interactivos para la
puesta en marcha de sus propios recursos que, consecuentemente, le ayudan a buscar por sí mismos
nuevas formas de abordaje para sus dificultades.
No se pretende afirmar que a través de un diagnóstico el sujeto modifica siempre o
significativamente su funcionamiento, porque ello no ocurre en todos los casos, pero sí reconocer y
destacar que, con frecuencia, la situación procesual e interactiva produce efectos terapéuticos
constatables y parece actuar a modo de experiencia emocional correctora.
La evaluación psicológica podría también entenderse como una especie de primer escalón de la
intervención psicológica o como una especie de intervención preventiva.
Evaluación e intervención representan dos procesos diferentes pero complementarios, en cuya
interacción, el diagnóstico funciona, fundamentalmente, como un sistema de validación de la
intervención.
No obstante, la influencia entre ambas es recíproca de manera que también los datos derivados
del tratamiento pueden servir como validadotes de la evaluación, sobre todo en los aspectos pronósticos
y evolutivos que se hubieran podido establecer en el diagnóstico inicial y que van a ser confirmados o
refutados por el seguimiento continuado del sujeto.
La evaluación psicológica representa, por tanto un proceso que, a la vez que permite la
planificación de la intervención, pone posteriormente de relieve y contrasta la magnitud de sus efectos. Es
decir, a través del proceso diagnóstico se toman decisiones sobre el tipo, secuencia y objetivos del plan de
tratamiento y, a posteriori, son también las técnicas evaluativos las encargadas de valorar los cambios
producidos.
Bibliografía
Celener, G. (coord) (2006). Técnicas proyectivas, Actualización e interpretación en los ámbitos
clínico, laboral y forense. Buenos Aires: Lugar editorial. Tomo I.
Veccia. T. A. (2006). Diagnóstico de la Personalidad. Desarrollos actuales y estrategias
combinadas. Buenos Aires: Lugar Editorial.
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TEMAS:
Unidad I.
Punto 1.
LA ENTREVISTA PSICOLÓGICA.
REVISIÓN CONCEPTUAL
La técnica que utilizaremos a lo largo del Psicodiagnóstico es la Entrevista, por ello haremos un
repaso conceptual de la misma.
Conceptualización
Varios autores se han ocupado de analizar el tema de las entrevistas, por lo que nos encontramos
con diferentes conceptualizaciones y maneras de abordarlas.
Desde un punto de vista semántico la entrevista es un encuentro, reunión o cita de dos o más
personas en un lugar determinado, para tratar de resolver algún asunto o negocio.
Según el Diccionario de la Real Academia Española (1992), el vocablo “entrevista” significa la vista,
concurrencia y conferencia de dos o más personas en lugar determinado para tratar de resolver un
negocio. (Veccia, 2006: 11):
Y la acción de “entrevistar” es explicada como:
Mantener una conversación con una o varias personas, sobre ciertos extremos, para informar al
público de sus respuestas.
Tener una conversación con una o varias personas para un fin determinado.
Implica un intercambio presencial entre dos o más personas y una direccionalidad o propósito
planteado de antemano, con la consecuente expectativa de resolución por parte de los actores
involucrados. Existe un común acuerdo entre las partes, un consentimiento recíproco por el cual una de
ellas puede preguntar y la otra responder. Este constituye una regla implícita.
Entendemos a la entrevista como una técnica, un instrumento clínico, que servirá en el contexto
de un psicodiagnóstico para revelar y relevar datos acerca del consultante.
Según Bleger (1979) "La entrevista es un instrumento fundamental del método clínico y es -por lo
tanto- una técnica de investigación científica de la psicología”.
La define como "una relación de índole particular que se establece entre dos o más personas. Lo
específico o particular de esta relación reside en que uno de los integrantes de la misma es un técnico de la
psicología que debe actuar ese rol y el otro, paciente, necesita de su intervención técnica”'.
Edgardo Rolla (1981) considera la entrevista clínica como "uno de los pasos técnicos a dar en la
toma de contacto con una persona que dice desear ser ayudada (por iniciativa propia o por instancia de
otros), que es llevada a cabo por un psicólogo con la finalidad de arribar a un diagnóstico de síntesis, al
pronóstico y a la orientación terapéutica".
Objetivos de la entrevistas
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Entrevista de investigación:
Se trata de recoger información que luego será procesada para obtener datos estadísticos; el
contacto con el entrevistado se realiza de manera fugaz. El objetivo principal está en relación con los fines
investigativos, con la temática a ser investigada, aunque no exclusivamente, ya que en un segundo
momento esos resultados pueden estar al servicio de los sujetos entrevistados.
Entrevistas clínicas:
Tienen como objetivo obtener información acerca del entrevistado para poder planificar estrategias
de acción, aunque en sí mismas puedan llegar a producir alguna modificación en el sujeto.
Se trata de uno o varios encuentros cuya finalidad es producir una categorización o valoración,
que permita la adopción de decisiones. Sus características variarán según el contexto en el que se inserten
(clínica, selección de personal, pericia psicológica, educacional, etc.).
Si el objetivo es el diagnóstico de la personalidad pueden plantearse los siguientes propósitos:
(Veccia, 2006: 13):
Conocer el padecimiento actual del consultante.
Relacionarlo y contextuarlo con el momento vital que atraviesa. Reconstruir con él la historia de
su padecimiento.
Tener una visión probable de lo que podrá ocurrir en los primeros momentos de la terapia.
Estos objetivos están al servicio de la investigación de la “dinámica” de la personalidad del
entrevistado. La “estructura”, en cambio, se refiere a la organización más profunda y estable de sus
componentes metapsicológicos. Inferimos la organización profunda de la personalidad a partir de la
observación y registro de los datos concretos y los indicadores relevantes, en el desarrollo de la
interacción con el entrevistado.
El término "diagnóstico" designó en sus orígenes los hechos y los actos de reconocer y discernir, y
configuró un campo significativo atinente a un modo de conocer consistente en separar y discriminar las
notas de lo cognoscible. Diagnosticar era, en efecto, “discernir, esto es, conocer racionalmente de modo
lúcido y perspicaz, penetrando en lo cognoscible, y enjuiciarlo diciendo algo”.
Realizar un diagnóstico supone siempre partir de una cierta clasificación de signos, con los que
luego se edificarán categorías. Estas categorías no son más que esquemas abstractos, que pretenden
alcanzar un valor universal para que se entiendan los especialistas y para operar con propósitos sanitarios
relacionados con políticas institucionales.
Aplicar aquí categorías tiene pues un límite, ya que el propio proceso de personalización es
abierto y cambiante. Por otro lado, no se puede prescindir de que existe un diagnosticador que las aplica y
de que la relación entre ambos, diagnosticador y diagnosticado, desarrollada en un medio cultural que los
determina, interviene en el reconocimiento de las configuraciones de signos.
Pronóstico (Veccia, 2006: 15):
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Si diagnosticar implica por su propio origen semántico, discernir, no es menos cierto que llevarlo
adelante supone proceder de acuerdo a ese discernimiento, decidir, a partir del reconocimiento de ciertos
signos, si existe o no enfermedad y de qué enfermedad se trata y establecer un pronóstico que, en el caso
de la Psicología clínica, consiste en una conjetura o predicción probabilística del curso que tomará la
perturbación y de las posibilidades de cambio a partir de la intervención terapéutica.
La tarea diagnóstica conlleva un “para qué”.
Si bien diagnosticar supone partir siempre de una clasificación de signos, debe también incluir una
consideración del funcionamiento total de la organización psíquica del entrevistado que permita
pronosticar sus posibilidades de cambio. Para ello, aquellos “índices o indicadores” que se han separado
en un primer momento, deberán volver a reunirse e integrarse para dar cuenta de las conductas y
comportamientos del entrevistado, no solo de aquellas consideradas como “desviadas” de la norma sino
también de las que se ciñen a ella.
Esto permite trabajar la “hipótesis pronóstica” tomando en cuenta los recursos del Yo (cognitivos,
afectivos, del relacionamiento interpersonal), y las posibilidades de cambio psíquico condicionadas por su
historia y su estructura.
Pronosticar no es pues, adivinar, es abrir lo diagnosticado en tanto reconstrucción de las huellas
de lo vivido, desde el presente y de cara al futuro.
En síntesis: el estudio de la personalidad con fines diagnósticos y pronósticos, para la indicación
de un tratamiento, debe ofrecernos (Veccia, 2006: 15):
1. La descripción de la conducta normal y habitual junto con la más desviada o anormal. Pero a ello
debe agregarse
2. La explicación de los objetivos y consecuencias de dichas conductas. Se requiere comprender los
significados contextuales de las conductas,
3. No solo de las limitaciones del paciente, sino también sus posibilidades de cambio.
4. Debe haber un marco teórico de referencias que sea capaz de explicar la cohesión entre los
distintos aspectos de la conducta del paciente, lo cual significa partir de un modelo de la
personalidad.
Momentos de la entrevista
Toda entrevista, según F Ulloa (1985), se puede entender como un proceso, que abarca cinco
momentos diferentes que van a condicionar actitudes técnicas particulares:
1. Preentrevista.
2. Apertura.
3. Acontecer propiamente dicho.
4. Cierre.
5. Posentrevista.
Preentrevista:
Se evalúan los datos que se obtuvieron de la persona antes de contactarse con el entrevistador; es la
primera información que obtenemos acerca del consultante.
Evaluamos:
Existencia o no de derivante: puede ser por pedido de algún profesional, familiar, amigo o una
consulta espontánea. Permite conocer el grado de insight acerca del motivo de consulta.
Tipo de derivante: se refiere a cómo y quién nos vinculó con el entrevistado.
Quién realiza el pedido: si el mismo es solicitado por el propio sujeto o por un tercero (padres, pareja,
amigo). Nos brinda la posibilidad de observar la consistencia o no entre las características del
consultante (edad, estado civil) y la persona que se hace cargo del pedido, permitiéndonos inferir
acerca de la gravedad de la perturbación y/o dependencia del sujeto.
Calidad del pedido: se refiere a la modalidad del requerimiento (urgente, desconfiado, indiferente); si
esta modalidad se mantiene a lo largo de la entrevista, si acepta o no las primeras indicaciones. Nos
brindará información para lograr detectar el grado de ansiedad, de ambivalencia y el estilo defensivo
del sujeto. Debemos estar atentos al grado de urgencia con el que se manifiesta el pedido, si el
llamado telefónico se realiza en horas de madrugada, en el fin de semana o a altas horas de la noche.
Grado de consistencia entre la vía elegida para la consulta y el nivel socioeconómico del sujeto: nos
permite inferir la valorización o desvalorización del profesional, la ambivalencia ante la consulta.
Datos provenientes de nuestra impresión: expectativa frente a la entrevista, temores, deseos y
prejuicios frente al consultante.
Apertura:
Es el momento del encuentro entre las dos personas y, por ser una situación novedosa para ambos,
se produce un incremento de ansiedad acompañada de su correlato corporal.
En palabras de F. Ulloa- la apertura podría definirse como "la situación vincular donde comparten
tiempo y espacio el entrevistado y el entrevistador. Ambos meten el cuerpo, lo que al acompañarse de
un aumento de ansiedad hace particularmente elocuente todo el lenguaje corporal. Es el momento en
el que el entrevistador atiende las impresiones que a manera muchas veces subliminal, recoge del
entrevistado".
El objetivo es captar los emergentes que surgen en este momento, los "mensajes extraverbales' que
circulan. El entrevistador debe estar atento, ser receptivo, estableciendo una distancia óptima que le
permita escuchar y vivenciar lo transferido por el consultante.
Esta primera exploración se centra en los aspectos verbales y no verbales del discurso del
entrevistado: cómo es, cómo se presenta, su vestimenta, gestos, mirada, silencios. Por dónde empieza su
autopresentación, en quién la centra, en sí mismo o en otros. Si habla de su presente o de su pasado qué
temáticas aborda y cómo lo hace. Si relata síntomas, vivencias, con qué lenguaje, si busca ser
comprendido por el entrevistador, si empieza por el cuerpo, la mente, sus relaciones con otros. Qué
personajes aparecen en su relato y cómo los trata, como los define.
En este momento, el "acontecer' deber ajustarse a las motivaciones y fines de la entrevista, a los
objetivos específicos de la misma. En esta etapa transcurre la entrevista, y el "material' que se obtenga
nos servirá para acercarnos al futuro trabajo con el paciente.
Debe ser lo suficientemente abierta y libre como para que el otro pueda mostrarse y verse, y lo
suficientemente cerrada y dirigida como para no perder los límites del encuadre y los propósitos de la
misma.
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La pregunta del entrevistador, si está bien instrumentada puede ser un puente en la relación que
se busca establecer con el Entrevistado.
Cierre:
Está condicionado a cómo se haya logrado el objetivo propuesto; se trata de producir situaciones
abiertas, en las que se instalen esclarecimientos prospectivamente operantes.
Es importante en esta etapa evaluar la situación de separación. ¿Qué tipos de ansiedades se
registran en esta situación? Las fantasías que aparecen son las de cura, de abandono.
Posentrevista:
DINÁMICA DE LA ENTREVISTA
El campo de la entrevista
Bleger (1992) afirma que "La regla básica ya no consiste en obtener datos completos de la vida total
de una persona, sino en obtener datos de su comportamiento total en el curso de la entrevista. El campo
de la entrevista debe ser configurado fundamentalmente por las variables de la personalidad del
entrevistado. Esto implica que lo que ofrece el entrevistador debe ser lo suficientemente ambiguo como
para permitir la mayor puesta en juego de la personalidad del entrevistado. El entrevistador controla la
entrevista, pero quien la dirige es el entrevistado".
entre los participantes se estructura una relación de la que depende todo lo que en ella acontezca
tratar de obtener que el campo se configure especialmente y en su mayor grado por las variables
que dependen del entrevistado
el entrevistador controla la entrevista, pero quien dirige es el entrevistado
la relación entre ambos delimita y determina el campo de la entrevista y todo lo que en ella
acontece
ninguna entrevista puede agotar la personalidad del consultante
para obtener el campo particular de la entrevista debemos contar con un encuadre fijo
el campo de la entrevista es dinámico, está sujeto a un permanente cambio y la observación se debe
extender del campo específico existente en cada momento a la continuidad y sentido de estos
cambios.
En nuestro trabajo cotidiano utilizamos la entrevista como una herramienta básica de recolección
de datos y como vía para el establecimiento de un adecuado rapport con el consultante.
Esto significa el logro de un adecuado clima de trabajo, cálido, amable y ameno, respetando los estilos
personales de ambos. Sin duda alguna, el logro de una relación de trabajo que implique un clima
emocional relajado y distendido, donde el entrevistado pueda expresarse libremente, confiando en la
comprensión y pericia del profesional, es un paso fundamental e infaltable en un proceso que pretenda
ser exitoso.
Otros autores provenientes de la clínica, como S. Minuchin (1988), hablan de coparticipación, no
de rapport, queriendo denotar con este término, más una actitud que una técnica que constituye la
cobertura bajo la cual se producen todas las interacciones (terapéuticas]. Parafraseando a Minuchin,
podemos decir que coparticipar con un consultante es hacerle saber que el orientador lo comprende y
trabaja con él y para él.
Como bien dice A. Anastasi (1980), "en el lenguaje psicométrico, el término rapport se refiere al
esfuerzo del examinador por despertar el interés del sujeto, obtener su cooperación y asegurar que sigue
las instrucciones tipificadas del test". Si extendemos este uso de la expresión al ámbito de las entrevistas,
podemos afirmar que las técnicas específicas para el establecimiento del rapport varían según la
naturaleza de la entrevista y la clase de sujetos a quienes se aplique: niños, adolescentes, etc.
Transferencia y contratransferencia
Transferencia
TRANSFERENCIA NEGATIVA:
Hostil, defensa o resistencia: tipos:
Bloqueo: se detiene en relatos, no avanza
Contradicción: se rebela, opone sistemáticamente
Predominio: pretende prevalecer o demostrar superioridad
Familiaridad: adquiere excesiva confianza y familiaridad, bromea, etc.
Ratimia: olvidos, dejadez, posterga
Dependencia
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TRANSFERENCIA POSITIVA:
Es una actitud de simpatía. El psicopedagogo es considerado una persona seria, bien formada. La
interrelación es madura y hay un sentimiento de aprecio y respeto recíproco.
Contratransferencia
CONTRATRANSFERENCIA NEGATIVA
Tendencia al predominio: exigente, habla “ex cátedra”, falta de cordialidad y comprensión
Egocentrismo: se preocupa en exceso por su yo, susceptible
Aplauso: busca impresionar, llamar la atención
Ratimia: actitud abúlica, indiferente
Crematismo: preocupación excesiva por el tiempo y el factor económico.
CONTRATRANSFERENCIA POSITIVA
Actitudes responsables en su actuación profesional:
Simpatía y cordialidad
Siente las dificultades y las comprende (empatía)
Para él el consultante es una persona digna de respeto y valiosa por su si misma.
Según R. Frank de Verthelyi (1987) -quien integra aportes de Scliajer (1970) y Rolla (1970)- toda
entrevista produce en los participantes "una serie de expectativas explícitas e implícitas que configuran un
campo especial dentro del cual se va a desarrollar el proceso". Agrega que parte de estas expectativas
estarían dentro del fenómeno transferencial - contratransferencial. En efecto, los fundamentales aportes
del psicoanálisis en relación con los conceptos de transferencia y contratransferencia resultan en la
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entrevista psicológica de una importancia capital en el análisis de los contenidos aparecidos durante el
curso de ella. Ambos fenómenos deben ser siempre tenidos en cuenta dada su utilidad a la hora de la
formulación y contrastación de hipótesis.
Ansiedad
En este punto nos vamos a referir a la ansiedad que aparece tanto en el entrevistador como en el
consultante en el momento de la entrevista. Frente a la misma, no se debe recurrir a ningún mecanismo
que la anule o suprima sino que debe ser tenida en cuenta (al igual que la transferencia y
contratransferencia), para establecer cuáles son los factores que la producen y poder operar sobre ellos.
La ansiedad en la entrevista surge inevitablemente tanto en la persona del entrevistado como del
entrevistador, ya que ambos al enfrentarse a un hecho desconocido, deben modificar las pautas de
conducta anteriores ante la nueva situación.
J. Bleger (1992) sostiene que "la ansiedad del entrevistador es uno de los factores más difíciles de
manejar, porque ella es el motor del interés en la investigación y del interés en penetrar en lo
desconocido. Toda investigación requiere la presencia de ansiedad frente a lo desconocido, y el
investigador tiene que tener capacidad para tolerarla y poder instrumentarla, sin lo cual se cierra la
posibilidad de una investigación eficaz; esto último también ocurre cuando el investigador se ve abrumado
por la ansiedad o recurre a mecanismos defensivos frente a la misma (racionalización, formalismo, etc.). Si
lo que predomina son los mecanismos defensivos frente a la misma, la tarea del entrevistador es la de
desarmar en cierta medida estas defensas para que aparezca cierto grado de ansiedad, lo que significa un
índice de la posibilidad de actualización de los conflictos. Todo este manejo técnico de la ansiedad tiene
que ser hecho teniendo siempre en cuenta la personalidad del entrevistado y por sobre todo el beneficio
que para él puede significar la movilización de la ansiedad, de tal manera que aún frente a situaciones
muy claras no se debe ser activo si ello significa abrumar al entrevistado con conflictos que no podrá
tolerar".
Esto último está en relación con el concepto de "timing', que es el tiempo propio de cada consultante
para poder enfrentar y resolver los conflictos que se le presentan.
Es probable que durante la entrevista de psicodiagnóstico se incrementen los montos de ansiedad por
parte del consultante. Por un lado, se enfrenta a una situación desconocida, nueva, sobre la que no tiene
control. Además está la incertidumbre de exponer aspectos de su personalidad a un desconocido sin
saber cuál va a ser el destino de esa información, cómo van a ser utilizados esos elementos. Esto último se
incentiva en el marco de entrevistas realizadas en los campos forense o laboral.
Por el lado del psicólogo también encontramos situaciones que provocan ansiedad: la presencia de
sujetos resistentes, poco colaboradores, desvalorizantes, con intentos de romper el encuadre establecido.
Por lo expuesto es evidente que el psicólogo debe entender que el comportamiento que el consultante
muestra es análogo a otras situaciones por fuera del marco de la entrevista de psicodiagnóstico y no por
fallas o errores en su rol profesional. Este aspecto está íntimamente relacionado con el concepto de
disociación instrumental que será abordado más adelante.
H. Sullivan (1959) entiende la ansiedad como señal de que la propia estimación y respeto se
encuentran en peligro, por lo que es necesario que se "maneje" la misma, tratando de evitarla
innecesariamente, actuando con claridad para no obstaculizar la comunicación entre ambos.
En muchas ocasiones de presenta gran dificultad para hablar sobre determinados temas que
producen ansiedad, por lo que se los rodea sin poder abordarlos. Ante esto el entrevistador debe estar
atento al "hilo del discurso' para observar en qué punto se presenta la ansiedad, oponerla en palabras
para aliviar al entrevistado y permitir que la comunicación continúe.
E. Rolla (1981) diferencia distintos tipos de ansiedades que se presentan en la entrevista
psicológica, predominando una de ellas sobre las otras en los momentos de la misma.
Disociación instrumental
Es conocido el concepto de disociación instrumental, que se define como “la capacidad del psicólogo
para actuar en identificación proyectiva con el entrevistado, por un lado, y fuera de esta identificación, en
actitud observadora por el otro”.
Esta capacidad disociativa le permite tener empatía con quien consulta, a la vez que mantenerse
observador y resguardado en una actitud profesional.
J. Bleger (1992) sostiene que "el entrevistador debe operar disociado: en parte actuando con una
identificación proyectiva con el entrevistado y en parte permaneciendo fuera de esta identificación,
observando y controlando lo que ocurre, de manera de graduar así el impacto emocional y la
desorganización ansiosa.
Esta disociación con la que tiene que operar el entrevistador es a su vez funcional o dinámica, en el
sentido de que tiene que actuar permanentemente la proyección e introyección, y tiene que ser lo
suficientemente plástica o porosa para que pueda permanecer en los límites de una actitud profesional.
En su tarea, el psicólogo puede oscilar fácilmente entre la ansiedad y el bloqueo, y esto no perturba su
tarea siempre que pueda resolver ambos fenómenos en la medida en que aparecen.
Siguiendo a Bleger "el entrevistador tiene que jugar los roles que en él son promovidos por el
entrevistado, pero sin asumirlos en su totalidad. Asumir el rol implica la ruptura del encuadre de la
entrevista. Fastidio, cansancio, sueño, irritación, bloqueo, lástima, cariño, rechazo, seducción, etc., son
todos indicios contratransferenciales que el entrevistador debe percibir como tales en la medida en que
se producen, y tiene que resolverlo analizándolos para sí mismo en función de la personalidad del
entrevistado, de la suya propia, y en función del contexto y el momento en que aparecen".
Una buena disociación instrumental es importante ya que el psicólogo cuenta como instrumento de
trabajo con su propia personalidad, que entra en juego en la relación con el entrevistado, por lo que al
examinar la vida de los demás queda implicada la revisión de su propia vida, conflictos, ansiedades, éxitos,
fracasos.
Una mala disociación puede producir en el profesional el desarrollo de conductas fóbicas, de huida
frente al entrevistado o la realización de entrevistas demasiado pautadas, estereotipadas, en las cuales
todo el acontecer está ordenado, reglado de antemano o la incorporación excesiva de técnicas para evitar
el acercamiento. Además de estas conductas, puede aparecer la rigidez (observar siempre lo mismo) o la
proyección (volcar los propios conflictos en el consultante) como mecanismos defensivos.
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El proceso de comunicación
Según R Watzlawick "toda conducta en una situación de interacción tiene valor de mensaje de
comunicación (ya sea gestual, postural, contextual), por lo tanto hay un compromiso que define el modo
de relación entre el emisor y el receptor".
La Teoría Comunicacional entiende al síntoma como mensaje de comunicación, por lo tanto el motivo
que lleva a consultar a una persona tiene valor comunicativo. Para esta escuela, la comunicación es una
forma de transmisión de información. El primer contacto con la persona tiene como objetivo establecer
medios y canales de comunicación. En este apartado se hará referencia a cuáles son los elementos que
aparecen en toda entrevista psicológica.
Existen seis elementos básicos que se encuentran presentes en toda comunicación: el transmisor, el
receptor, la conducta misma, el código, el contexto y el canal.
Trasmisor: es el que realiza una "conducta desencadenante o estímulo'.
Receptor: es el destinatario de dicha conducta.
Conducta: entendida como un mensaje.
Código: es el conjunto de reglas por las cuales se formula el mensaje.
Contexto: el lugar en el cual se realiza dicha comunicación.
Canal: es la vía por donde circulan los mensajes, desde las conductas gestuales, mímicas,
pantomímicas y los silencios.
"El contexto, es importante destacarlo, está constituido por la situación misma de interacción, de
modo que todo lo que ocurre en la situación de entrevista tiene que considerarse como mensaje cuyo
referente es, además del aludido en el mensaje, el contexto mismo en el que se expresa. Los mensajes
que circulan por el canal están configurados en realidad por un paquete de conductas que integran las
palabras, los gestos, la mímica, la pantomima y hasta los silencios, las entonaciones de la voz y el estilo
personal del mensaje emitido. Este paquete ha sido analizado por Pittenger, Hockett y Danehy quienes
dicen que todo mensaje está integrado en realidad por tres series:
una serie auditiva lingüística, o sea las palabras, que tienen un código conocido y
formalizado en el léxico de una lengua,
una serie auditiva paralingüística, configurada por todos los componentes sonoros del
mensaje, sea por presencia o ausencia (los silencios), que no tienen hasta el momento una
codificación formalizada en ningún léxico, pero que sin embargo son indicadores
fundamentales para la comprensión del clima afectivo del mensaje;
la tercera serie es denominada serie no auditiva paralingüística, (abarca los gestos, la
mímica y la pantomima). En esta serie el entrevistado y el entrevistador comprometen su
esquema corporal, y es por ello que desatenderla implica dejar de lado una importante
fuente de información.
Siguiendo a Jakobson, todo mensaje cumple con alguna de las siguientes funciones, pudiendo llegar
a cumplir más de una: emotiva, referencias, conativa, metalingüística, pática y poética.
la función emotiva está relacionada con el aspecto afectivo y nos permite entender las motivaciones y
las actitudes del paciente;
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A ellas podemos agregar otras cualidades citadas por Allport en su “Psicología de la Personalidad”:
Inteligencia: percibir relaciones entre pasado, presente, entre el comportamiento expresivo y rasgos
de personalidad, etc
Introvisión: autoconocimiento
No ser simplista: evitar las etiquetas y rótulos apresuradamente
Inteligencia emocional y social
Experiencia: entendida como madurez y elaboración de la experiencia vivida
Prudencia
Asumir compromisos, ser responsable
El profesional debe:
Saber escuchar: atenta y activamente, dejar hablar
Saber hacer pausa: para estimular a que siga hablando
Saber preguntar: cuando sea conveniente
Además, el profesional, al ser un observador participante en la entrevista, interviene y participa en
la misma. Las diferentes intervenciones posibles del profesional son:
Técnica de "counseling"
Señalamientos
Interpretaciones
Técnica de "counseling"
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El objetivo de esta intervención consiste en la estimulación para obtener más datos acerca del sujeto;
un recurso es repetir las últimas palabras del entrevistado en tono interrogatorio.
Señalamiento
Interpretación
- Reflejo
- Clarificación
- Reflexión
- Confrontación
- Interpretación
Esta técnica ha sido trabajada fundamentalmente por C. Rogers (1966) en la corriente "centrada en el
cliente". En la misma se intenta "expresar con palabras nuevas no tanto el contenido (material lingüístico
o paralingüístico con que se codifica el mensaje) expresado por el paciente sino las actitudes esenciales".
Si bien tiene características compartidas por la técnica del "counseling' debe ser distinguida de
aquélla ya que no consiste en la simple repetición de las palabras del paciente sino que la función del
terapeuta o entrevistador consiste en formular con sus palabras las actitudes esenciales del paciente,
transformándose en un espejo de las actitudes de éste.
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La técnica del reflejo posibilita que el consultante pueda asumir sus actitudes y sentimientos como
algo que le pertenece, que forma parte de su propia personalidad.
Reflexión: Este tipo de intervención posibilita al entrevistador agregar más datos de los que aporta el
consultante; es la posibilidad de expresar con palabras lo que es implícito e inconsciente, siempre y
cuando esta intervención no lleve al entrevistado a levantar barreras contra ese contenido. La
reflexión implica que el entrevistado pueda conectar actitudes latentes, motivos, conductas y afectos.
Interpretación:
Este es el quinto nivel de profundidad. Implica “la verbalización de los contenidos inconscientes,
pero incluye además la mención de las defensas, las resistencias a reconocer como propios, tales
contenidos y aquél que se supone es el origen del conflicto".
En este nivel podemos dar cuenta del acceso al inconsciente del entrevistado, incluyendo los
contenidos transferenciales que se encuentran presentes, como ya se ha expuesto anteriormente, en toda
situación interpersonal.
Bohoslavsky (1976) plantea que "toda interpretación incluye la verbalización del contenido latente
de la conducta, la resistencia a hacer consciente este contenido, la transferencia de aspectos ajenos al
campo geográfico o interno del sujeto que se evidencian en su conducta.
Las interpretaciones deben realizarse una vez que el consultante haya llegado a un punto en el que
pueda formularla por sí mismo. La verbalización debe realizarse siempre y cuando el consultante pueda
absorberla, que pueda manejar la angustia que le genera ya que podemos estar movilizando un núcleo
patógeno. El cuándo, cuánto y cómo interpretar variará según las características del entrevistado y de la
formación profesional.
Este apartado tiene como finalidad diferenciar los tipos de entrevista psicodiagnósticas, motivo por
el cual necesitamos categorizarlas.
El grado de estructuración de las entrevistas variará de acuerdo con las diferentes combinaciones
posibles de realizar, ya que es imposible separar dicotómicamente las entrevistas estructuradas de las no
estructuradas; es preferible hacer referencia a los diferentes grados posibles dentro de un continuo.
Abierta:
En ésta, el entrevistador asume un rol poco participativo, la consigna consiste en que el entrevistado
exprese lo que quiera, que tenga la libertad de hablar de lo que desee. En palabras de J. Bleger (1971)
"esta libertad reside en una flexibilidad suficiente como para permitir en todo lo posible que el
entrevistado configure el campo de la entrevista según su estructura psicológica particular. 0 dicho de
otro modo, que el campo de la entrevista se configure al máximo posible por las variables que dependen
de la personalidad del entrevistado".
En otras palabras, el entrevistado configura el campo de la entrevista según su estructura psicológica
particular; es por ello que este tipo de entrevista no tiene como objetivos plantear preguntas ni recolectar
datos.
Para J. Bleger "la regla básica no consiste en obtener datos completos de la vida total de una persona,
sino e n obtener datos completos de su comportamiento total en el curso de la entrevista. Lo importante
es observar cuál es la historia que tiene organizada el consultante, no tanto la historia objetiva sino la
subjetiva, la que él pudo construir.
El concepto de entrevista libre o no estructurado, de por sí, es utópico, ya que es difícil que un
entrevistador pueda manejarse sin esquemas, en especial cuando se trata de entrevistas en un proceso
psicodiagnóstico. Se visualiza como origen de esta modalidad el método de asociación libre delineado por
Sigmund Freud. Más adelante Carl Rogers planteará este tipo de entrevista para su modelo terapéutico
"psicoterapia no directiva'.
Cerrada
Las preguntas han sido establecidas con anterioridad, así como el orden y la manera de plantearlas. El
rol del entrevistador, a diferencia de la modalidad anterior, es directivo, guiando a través de preguntas al
entrevistado para obtener datos sobre su historia.
Un ejemplo de entrevista cerrada son los interrogatorios y la anamnesis, donde el objetivo principal
reside en la recolección de información sobre la historia personal del entrevistado para lograr la mayor
sistematización posible.
La anamnesis tiene su origen en el modelo médico; recopila datos concernientes al paciente a través
de interrogatorios, que permitan obtener una síntesis en el menor tiempo posible de la historia de la salud
y de la enfermedad de un sujeto.
El objetivo de toda anamnesis es la recopilación de datos y se considera que toda aportación o
comentario del paciente por fuera de los datos necesarios es pensada como una perturbación. Para poder
recogerlos, se trabaja con el supuesto de que el paciente conoce y está capacitado para brindarlos.
Una de las diferencias entre la entrevista médica y la entrevista psicológica reside en que en la
primera el acento está puesto en la enfermedad, siendo el paciente un mediador entre ésta y el médico.
En cambio, en la entrevista psicológica la enfermedad es tomada como un puente entre el paciente y el
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psicólogo, poniéndose énfasis en la personalidad del paciente y en comprender cuál es el origen del
malestar.
La Entrevista Diagnóstica Infanto Juvenil (EDIJ) y la Entrevista Diagnóstica para Adultos (EDPPA) son
un ejemplo de este tipo de entrevista. Las mismas cuentan con el marco teórico propuesto por el DSM
III (Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Desórdenes Mentales).
Semidirigida:
Como su nombre lo indica, en esta modalidad se alternan secuencias no directivas que permiten
que el entrevistado se exprese libremente y secuencias directivas en las que las intervenciones tienen
como finalidad esclarecer algunos puntos que han quedado confusos o que no fueron referidos por el
entrevistado.
Este tipo de técnica se utiliza en la entrevista inicial de todo proceso psicodiagnóstico.
Como entrevistadores, nos debemos guiar no solo por el lenguaje verbal sino también por el
gestual, el corporal ya que nos informan sobre la vida del paciente y pueden entrar en contradicción con
el lenguaje manifiesto, con el lenguaje consciente. Estas contradicciones o disociaciones deberán ser
analizadas para poder integrarlas durante el transcurso de la entrevista.
Cada entrevista es una unidad con apertura y cierre, pero pertenece a una cadena secuencial de
un proceso de desarrollo reflexivo que llevan a cabo una o más personas con un profesional experto que
la conduce. (Veccia, 2006: 18).
En síntesis, la validez de una entrevista diagnóstica aumenta con la aplicación de una secuencia y
la posibilidad de establecer cotejos entre distintas secuencias. En el caso específico de la metodología
psicodiagnóstica disponemos de una o más entrevistas iniciales; entrevistas con inclusión de tests y
técnicas psicométricos y proyectivos; y entrevistas de cierre y síntesis al final del proceso. (Veccia, 2006:
22).
En todas ellas se aplica el método de recurrencias y convergencias entre indicadores con la
finalidad de basar las hipótesis EN SUFICIENTE EVIDENCIA. (Schefer, 1992) (en Veccia, 2006: 23):
El problema radica en el sesgo causado por la visión propia de cada entrevistador. En este sentido
los tests psicométricos y los cuestionarios por su carácter extrínseco, serían más confiables pero menos
válidos por su distancia con los hechos clínicos.
Las TP aumentan en algunos casos la validez pero resultan menos confiables. Y la observación
clínica directa resulta de alta validez clínica pero de confiabilidad relativa.
Es conveniente escribir libremente todo lo ocurrido en ella con lenguaje sencillo y correlacionar esta
producción con los otros registros obtenidos a fin de:
Luego de organizar los datos, conceptuar de acuerdo al marco teórico referencial correlacionando
el resultado con los datos anteriores y viendo dónde aparecen ambigüedades, proyecciones parciales,
datos insuficientes o poco claros, etc.
Poder elaborar un informe para sí mismo que permita establecer correlaciones empíricas y
objetivas evitando la sola intuición como parámetro.
BIBLIOGRAFÍA