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En los campos de batalla donde el acero resuena, donde los valientes guerreros caen sin temor ni

pena, allí reside Valhalla, morada de los elegidos, donde las hazañas gloriosas son los lauros
recibidos.

En el vasto salón de Odín, los banquetes se celebran, con hidromiel que fluye y canciones que
retumban, los caídos en combate son recibidos con honor, en la mesa de los dioses, su destino es
el esplendor.

Los guerreros despiertan cada día para luchar de nuevo, en un ciclo eterno de batallas, sin
descanso ni freno, pues en Valhalla la gloria se obtiene con la espada en mano, y el coraje en el
corazón, forjado en el fragor del llano.

Entre risas y brindis, se cuentan viejas gestas, se recuerdan las proezas de las almas que están
prestas, a defender los reinos de los dioses en la eternidad, con la promesa de la batalla como su
leal heredad.

Así en Valhalla, el destino de los valientes se cimenta, donde la muerte en combate es la senda
que alimenta, el honor y la gloria que resplandecen en la eternidad, en los campos de batalla
donde la leyenda encuentra su verdad.

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