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Darle sentido historico a la violencia politica en el Africa poscolonial Mahmood Mamdai AXcaba de terminar un siglo ahito de violencia. El siglo Xx fue quizd més vio- Jento que cualquier otro de Ja historia documentada. Pensemos tan sélo en guerras mundiales y revoluciones, en conquistas coloniales y resistencia anti- colonial y, en efecto, contrarrevoluciones. A pesar de la asombrosa extensién de esta violencia, para nosotros tiene sentido. La modema sensibilidad politica considéra que Ia violencia politica es nece- satia‘para el progreso hist6rico.-Ya desde la Revolucién Fraricesa los modernos consideraron a la violencia como la partera de la historia, La Revolucién France- sa provocs terror y éste un ejército de ciudadanos. El verdadero secreto de los espectaculates éxitos de Napoledn en el campo de batalla fue que su ejército no estaba integtado por mercenarios, sino por patriotas que mataban por una causa, por un sentimiento nacional, por eso que se ha reconocido como una religién ci- vil: el nacionalismo. Al reflexionar sobre la Revolucién Francesa, Hegel pensa- ba que los hombres -en el sentido genérico- eran diferentes de los animales, pues el hombre estaba dispuesto a morir por una causa mds grande que la vida. Hegel deberfa haber agregado que el hombre también esté dispuesto a matar por tuna causa mds grande que la vida. Eso, pienso, es més cierto para los hombres y Jas mujeres modemos que para la humanidad en general en toda su historia. ‘Ala modema sensibilidad politica no le horroriza toda la violencia. Vista- ‘mos con el uniforme equivocado a millones de personas: ciudadanos y patrio- 12s festejardn su muerte como el fin del enemigo. Las guerras mundiles lo han * Tiaduccién del inglés por Susana Moreno. 48 dossier demostrado bastante bien. Lo que hozroriza ala moderna sensibilidad politica no es la violencia per se, sino la que carece de sentido, Esa violencia que no es ni tevolucionaria ni contrarrevolucionaria, la que no puede ser explicada por la historia del progreso, la que nos parece insensata. Al no estar esclarecida por ; patadigma alguno, la violencia no revolucionaria nos parece obtusa. Como no podemos explicarla, damos la espalda a la historia. Vale la pena sefialar(dos)de esos esfuerzos. El primero recurre ala culeura, el segundo a la teologia El giro cultural distingue a la cultura modema de fa premederna y inego oftece a ésta como una explicaci6n de la violencia politica. Sila violen- cia revolucionaria 0 contrarrevolucionaria surge de identidades de mercado como la clase, entonces se dice que la violencia no revolucionaria es el resulta- do de una diferencia cultural. A escala mundial, esto se Hlam6 el choque de ci- vilizaciones.: En el plano local, es decir, cuando no cruza las fronteras entre Cccidente y el resto, se e llama conflicto comunal, como en el sur de Asia, 0 conflicto étnieo, como en Africa. Existe una gran resistencia, moral y politica, a estudiar derenidamente esta violenéia colocndola en un contexto histérico. ‘ 1, IDENTIDADES LEGALES Y POL{TICAS proceso mediante el cual victimas y vietimarios se polarizan como identidades de grupo. :Quiénes creen set los autores de la violencia? Y, ¢a quién cree que eliminarin? Inclusive si las identidades impulsadas a través de la violencia pro- Si queremos que Ia violencia politica sea concebible, necesitamos entender el vienen de campos ajenos a la politica ~como la raza (de la biologia) o el grupo étnico 0 la religion (de la cultura)-, necesitamos desnaturalizar esas identidades esbozando su historia y explicando sus vinculos con formas organizadas de poder. ‘Asf como ubicamos las identidades de mercado como la clase en la histor de los mercados para entenderlas como producto de relaciones histéricas espe- 3 cificas, del mismo modo debemos recurrir a la historia de la formacién del Es- ? tado para entender la naturaleza hist6tica de las identidades politi . Particu- por ejemplo, Semvel Huntington, Zhe Clash of Civilizations andthe Remaking of World Order ‘Nueva York, Simon end Schuster, 1996 [Versién en espafok: BI choque deccilisacones y la reconfiguracit del orden mundial, México, Paidés, 1998) 49 dossi¢r ana Jarmente, esto es asf en el caso del Estado modemno, que trata de naturalizar g estes las identidades politicas como cualquier cosa, excepto politicas. Por un lado, el (Ow ligiosa o étnica, y dos, que debfa obligarse a todo grupo colonizado a regresar ) a esa condici6n original, y que esto se haria por medio de la ley. Juntas, esas dos propuestas constituyen Ia plataforma bisica de todo el fondamentalismo | religioso y étnico en el mundo poscolonial. a s necesario entender este proyecto legal como parte de un proyec- ‘Este se destacaba por la afirinacién del Estado de gobierno indirec- to de que los nativos eran por naturaleza tribales. A pesar de que esta afirma- cién Ia puso en préctica en su totalidad por primera vez Gran Bretafia en las tierras afticanas que colonizé a fines del siglo xix, después de la Conferencia de Berlin, esta declaracién ya la habia hecho sir Henry Maine, miembro de la Ley de la Comisi6n del Virrey en la India después de 1857. En Ancient Law, Maine sefiala: “Repito la definicién de una sociedad primitiva que se dio an- to politico. 5 David Laitn, Hegemony and Gnture: Plits ond Religious Change among te Yoruba, Chicago, Chicago University Press, 1986, 54 dossier SB tes. Sus unidades no son individuos, sino grupos de hombres unidos por la rea~ lidad 6 la ficci6n de una relacién consanguinea”.* Con el paso del tiempo, esta misma afirmacién de que los nativos son por naturaleza tribales se presentaria como razén de por qué las colonias africanas no tienen mayoria, sino s6lo $ norfas tribales. Esta afitmacién debe considerarse politica, no s6lo porquelno ~ escierta/sino porque no refleja un hecho original, sino un hecho creado politi- camente y aplicado legalmente. _ to No es que Tos grapos étnicos no existieran en las sociedades afticanas antes del colonialismo, sf existian. Quiero distinguir grupo étnico en cuanto identi dad cultural -una identidad basada en una cultura comtin— y grupo étnico en ¢ cuanto identidad politica, Cuando la autoridad politica y la ley que aplica iden- 3 tifican sujetos étnicamente y discriminan entre ellos, entonces el grupo étnico cultural es consensual, pero cuando el grupo étnico se convierte en una identi- dad politica, ésta es impuesta por los érganos legales y administrativos del Esta- do. Dichos érganos distinguen entre grupos étnicos, entre los que consideran { indigenas y los que no, y a los primeros les dan acceso a derechos considera- \ dos de “usos y costumbres”, como el derecho al uso de la tierra, mientras que a los segundos les niegan los mismos derechos. Esto me lleva a mi guinfa observacién, Cuando la ley impone una diferen- ¢ / cia cultural, la diferencia se materializa. Al impedir que cambie, se congela. i Pero como la base de la discriminacién legal, entre quienes supuestamente pertenecen a ese lugar -en términos religiosos 0 étnicos~ y quienes no, entre ~ Jos integrantes que tienen derecho a los usos y costumbres y los forasteros que carecen de esos defechos, esas diferencias culturalmente simbélicas se vuel- ven politicas. La distinci6n entre identidades culturales y politicas es importante pata mi razonamieito, Por regla, las primeras son consensuales, voluntarias y pueden. ser multiples Set multiples > Todas las charlas posmodernas sobre lo hibrido y las identida- * Sic Henry Maine, Ancient Law, Washington D.C., Beard Books, 1861, p. 178. 5 Rsetibo esto sin uatar de idealizar el consentimiento o de quitarle mértos a la existencia de relaciones de poder en el campo de la cultura. 55 dossier waa des miltiples se ubican en el campo de Ia cultura. Sin embargo, una vez im: ‘Sin embargo, uaa vez im. puestas por Ia ley, las identidades dejan de ser todo es0. Una identidad legal ‘no es voluntaria y tampoco es miiltiple. La ley lo reconoce a usted com« ¥ como ningin otro, Una vez aplicada legalmente, la identidad cultural es a f vada al campo de la politica y se vuelve politica, Una identidad asf no puede considerarse como un vestigio de la tradicién a causa de su historia antigua, ni puede descartarse como una simple invencién de la potencia colonial por su aplicaci6n legal. Aun cuando estén basadas en una genealogia que precede al colonialismo, identidades populares como la religién y el grupo étnico deben entenderse como la creacién misma de la modernidad colonial, Distinguir en- tre identidades culturales y legales/politicas es distinguir entre la identifi- cacién propia y la identificacién del Estado. I RWANDA: UNA METAFORA DE LA VIOLENCIA POLITICA En un aspecto importante, la Rwanda colonial era distinta del panorama que 5 acabo de describ. Ahi, el censo no identificaba.atribu alguna, Sélo conocta ra- zasi hutus/eomo banties ries} (asi comechamitey Se presumia que los bantéies fa panne lizados y los ores. Veremos que esta diferencia en- ‘re Rwanda y otras colonias afticanas ~en que las identidades politicas se basa- ban en términos raciales y no étnicos- resultarfa de gran importancia. Hoy, Rwanda es una metéfora de la violencia politica, en particular de la violencia sin sentido en la politica. Hace poco escribf un libro sobre Rwanda. Aqui me gustarta describir la jomada intelectual y politica que dio como resultado su redaccién.® 7 Ruwnda tuvo una revolucién en 1959. A primera vista, este conflicto en- T1VEQE EY frent6 a los hutns, Ja mayoria indigena, contra los tutsis, la minorfa inmigranie, “UTA oe La identidad indigena e inmigrante sali6 directamente de los libros de la histo- (Urs) y Los THEE OCTWVIEION EL . 7 Tone. —D quién era el enemigo y quién el pueblo. Dos tendencias tucharon por la SUpTE- pp 079 HTD © (A6l, ARDee RONAIBUA tia y de la ley colonial. En medio de la revolucién hubo un debate acerca de © Mahmood Mamdani, When Vii Become Killers: Colonialism, Nativism ond Genacide is Ruanda, cceton, Princeton University Press, 2001 ~ _ ENTE AR = (9. 56 Uy TNTRR Be LA pp, TH Ho¥o tee PAIS. IPB Conctne uwvenae Hagyneuronia (hunter 2 Rovee —b Nubrt eDusrescuoN 20-7 bymaaces EXILHADe MPDyHOS « UE y O26, ER EL Freane Patan Ramtec y Su Bun ARMAD Ewrcito 7. ¢| peneoorr 4) JvENAL 2 —p JUVEMAL H. => WEVA COUsTHUCLON , DB6ANIA 30.000 FReUTMES E IWtTISG A Ln PORCA Goon ef ABACK TeASHAL. peste LH PAMD Se mueTIgas AL GENDCDD Y Lh OF AL FPA Listy ke PObLECEIN Y TReleTHr bE IeNTIWia ETNICH. 22 —D (NTECO GARINETE GE” ThfltCeon) Perec B& PHS. 24 —> conienra KL GENOA FPR Tat ey FORER y HA HE 2 Hileones AE HUE HoyeLdd A PES veawDe Pao Kheane dossier Esa macia. Quienes perdieron sostenfan que la batalla no era de Ios hutus contra los tutsis, sino de la mayorfa contra la minorfa, de los pobres contra Ios ricos, y $ de la naci6n contra los colonizadores, Esta tendencia perdié no porque carecie-( ra de apoyo, sino porque el que tenfa se debilité cuando la contrarrevolucién / intenté restaurar la monarqufa tutsi. Con la dertota de la contrarrevolucién, el | objetivo de la violencia revolucionaria se extendi6 de quienes habjan simbo- lizado las manifestaciones locales de poder (como el jefe) a todos los tutsis. Cuando los revolucionarios de 1959 hablaban de justicia, no hablaban de justi- cia para los pobres o para los ruandeses, sino para los hutus, a costa de los tut- sis, Para asegurarse de que realmente se hiciera justicia insistfan en que el Estado revolucionario continuara la préctica colonial de expedir credenciales que identificaban a todo individuo como hutu o tutsi (0 twa, una minorfa in- significante). En lo sucesivo, los hutus serfan la nacién ruandesa y los tutsis $ una minorfa extranjera. Todavia hoy pueden encontrarse dos tipos de escritos sobre Rwanda. El xigs¢ a primero corresponde de manera preponderante a Id academia\ y el segundo al escenos mundo del periodismo.|Los primeros estén dominados por autores cuya pers- pectiva intelectual estaba moldeada por su simpatfa con la revolucién de Rwanda de 1959.” Consideraban que ese conflicto y su violencia polftica eran progresistas, que llevaban a un orden politico y social mas popular. Incapaz de ver las oscuras entrafias de la revolucién y, por tanto, de establecer el vinculo entre la de 1959 y el genocidio de 1994, este tipo de escrito describen a éste, principal o exclusivamente, como un proyecto de Estado de una estrecha elite dominante. Al hacerlo, evita por completo el asunto de la participacién de las & masas en el genocidio, Al describir el racismo y las identidades taciales como ¢ un asunto definido y aplicado exclusivamente por el Estado, no explica cémo a se incrustazon y reprodujeron socialmente esas mismas identidades. Al deseri- - _) bir el genocidio exclusivamente como un proyecto de Estado, su faila particular consiste en una incapacidad de{entender el genocidio ae 7 Véanse, por ejemplo, René Lemarchand, Ruanda ard Berandi, Nueva York, Pracger, 1970; Catharine Newbury, The Gotesion of Oppression: Glientship and Eibniciy in Rnando, 1860-1960, Nueva York, Columbia University Press, 1989, )SSier EE dos Pero no es facil afirmarlo. El genocidio en Rwanda se realiz6 abiertamente, Unos 800 000 tutsis fueron asesinados en cien dias. El Estado organiz6 los ase- sinatos, pero los asesinos fueron en gran medida personas comunes y corrien- tes, El asesinato lo realizaron principalmente turbas armadas con machetes. Era més probable que a usted lo mataran sus vecinos 0 compafieros de traba- jo, ¥ sus maestros 0 médicos o sacerdotes, o inclusive defensores de derechos hhumanos o su propio esposo. Hace unos meses, cuatro civiles comparecieron _en Belgica en un jucio por crimenes contra la humanidad, Entre ellos habia ‘dos monjas y un fisico] Como explicamos su participacién ~y la de otras secto- res de la sociedad civil- en el genocidio? En contraste, los escritos periodisticos se enfocan precisamente en este as- pecto del genocidio.® Su caracteristica particular es escribir una pornografia de Ta violencia. Al igual que aquélla, quienes se desnudan son otros, no nosotros. La exposicién de los otros va de la mano con la afirmacién no dicha de que no. somos como ellos. Es una pornografia en donde la violencia sin sentido es un jasgo de las culturas de otros pueblos: donde ellos son violentos, pero nosotros ‘Somos pacificos, y donde centrarnos en su degradacién facilmente se convierte Gnonra forma de celebrar y confirmar nuestro status superior. En el proceso, los relatos periodisticos también tendieron a reforzar afirmaciones més generales: que el mundo esté, de hecho, dividido entre lo modemo y lo premodemo, oerexmusyo donde lo modemno ace cultura, pero lo premoderno vive con una cultura eterna. (senses) Gi el telato de la ciencia social es abiertamente instrumentalista, y acentua s6lo el accionar del 4 laste) los periodists tienden a prestarse en exceso a un relato primordialista que suele explicar los conflictos contempora- neos.como repeticiones de antagonismos eternos.” Si las interpretaciones de los cientificos sociales tienden a explicar la participacién de las masas en el genacidio como una forma de obediencia alos gobermantes (para los ruandeses comunes ¥ corrientes, dice la explicacién més generalizada, una orden es tan 9 Bl relato periodistico més convincente se encuentra en Philip Goureviteh, We Wisk 0 Inform You tat ‘Tomorrow We Will be Killed with onr Families, Nueva York, Picedor, 199% ® Para una narracién peciodfstica mixta que critica fuertemente el voyeurism periodistice pero oftece uns explicacién de complicidad (instrumentalist) sin ningin eparo,véase Bill Beckeley, Te Greve Are Not Yat Full: Rae, Tribe and Poser in the Heart of Africa, Nueva York, Basic Books, 2001. 58 dossier a pesada como tna pied}, para los periodistas, en cambio, explica la accién de Jas masas adheridas siones y antagonismos. En el andlisis final, ni la tac interpretaci6n instrumentalista}ni Ia{primordialista)son capaces de oftecer una explicacién histérica de la accién en el genocidio, Politicamente, el escrito periodistico nos ha dado un mundo moral sencillo, donde un grupo decperperradored se enfrenta con otro grupo de(victimas, pero donde ni la historia ni la motivacién son imaginables porque ambas estén fuera dels historia y del contexto. Pero, cules son las fuerzas y las formas de la ac- cidn humana que produjeron este “holocausto afticano”? Llamé a mi libro Cuando las vfetimas se convierten en asesinos porque me interesaba la actuacién de los perpetradores. {Cufntos asesinos fueron victimas en afios anteriores? Qué sucede cuando las victimas de ayer tienen la determinacién de que nunea més van a ser victi- mados, sunca mds? Me parecié importante entender la humanidad del perpe- trador, fuera cual fuera, meterse en su piel, no para disculpadlo nia él ni al asesinato, sino pata hacer el acto “imaginable”, para poder aprender algo de nosotros los humanos. ;Cémo entendemos la actuacién del perpetrador? :En- marcado en cudl historia? Qué instituciones lo mantienen vivo, lo reprodu- con? sQuiénes crefan que eran los hutus que mataban? Y, 3a quiénes pensaban que estaban matando en la persona de los tutsis? IIL. LA HISTORIA DE VIOLENCIA ENTRE HUTUS Y TUTSIS La importancia de Fanon me quedé clara cuando traté de entender la historia de la violencia politica en Rwanda, especialmente de la violencia entre hutus y tutsis. Me sorprendié un hecho: no pude encontrar un episodio significdtivo antes de 1959 donde las lineas de batalla se dibujaran con tanta claridad entre los hutus, de un lado, y los tutsis, del otro. El de 1959 fue el primer episodio significativo en el que los hutus se enfrentaron a los tutsis en una lucha politi- a, asf, hutus y wuitsis se convirtieron en nombres que identificaban a adversa- rios politicos. Pensé que esto contrastaba mucho con las primeras luchas politicas, como la de Nyabingi al inicio del periodo colonial. Nyabingi era el nombre de un 59 Extucacion HISTORIA La Maley eeverontoe dossier SR culto espiritual, y también un movimiento politico, en lo que ahora es el norte de Roanda, la regién incorporada al creciente reino de Rwanda a principios del siglo xx. Pensé que dos hechos eran impresionantes acerca de este movimien- rial alemana y la aristocracia tutsi del reino ruandés, no peleaban como hutus contra tutsis. Luchaban contra los Gutsis hue estaban en el poder, pero aliados to. Primero, cuando los Gakkigad/pelearon contra la alianza de la potencia impe- acne con Jos tutsis que no estaban en.él, primero bajo el liderazgo de una antigua reina tutsi, Muhumuza, y luego bajo el de su hil Segundo, estas perso , Ndungutse. wnas de Jas montaiias no se Hamaban a si mismas hutus, \ t ! sino bakigns (montafieses), S6lo cuando fueron derrotados, ¢ incorporados al rein de Rwanda, dejaron de ser bakigas y se volvieron hutus. Porque hutu no cra la identidad de un grupo étnico diferenciado, sino la identidad politica de \ todos aquellos que estaban sometidos al poder del Estado ruandés, En Rwanda antes del colonialismo, con el paso de las generaciones los hutus présperos se volvfan tutsis, Es cierto, los nimeros eran muy pequefios para ser estadistica- mente significativos, pero era un desarrollo de gran importancia social e ideo- l6gico: Este proceso ‘SJennobesiniees ual donde los hutus se despedfan } de su caricter como tal, inclusive tenfa un nombre: Keitutura. Su contraparte, \ cuando una familia tutsi empobrecida perdfa su status con el paso de las gene- | raciones, también tenfa un nombre: Gucupira, El colonialismo belga no invent6 el privilegio tutsi. Este ya existfa antes oon del colonialismo. :Entonces qué tenfa de nuevo el colonialismo belga? No el oe privilegio tutsi, sino sv[justificacién. Por primera vez en la historia de Rwanda Jos términos hutu y tutsi identificaron a dos grupos, uno etiquetado como indie gona y ol otro como extranjero, Por primera ver. se dijo que el privilegio cuts! era el de un grupo extranjero, identificado como hamitico, racialmente extran- fin jero(S6lo)con el colonialismo belga Jos hutus se volvieron indfgenas y los tut sis extranjeros, la degradaci6n de los pr jmeros ¢ convirtié en una degradacion zativa ¥ el privilegio tursi en un privilegio extranjero, Cuando las autoridades belgas emitieron credenciales a hutus y tutsis, éstos quedaron separados de aquéllos. [dentificados legalmente como dos razas diferentes en términos bio- \6eicos, tutsis como hamitas y hutus como bancties, hutus y tutsis se convirtie- oe aaa © dossier 8 | con en entidades legales distintas, El idioma de la raza servia para subrayar esta diferencia entre indigenas y extranjeros. La|factalizaci6n}de los cutsis, y la diferencia entre hutus y tutsis, es funda- mental para entender la violencia politica entre ambos grupos. Por una raz6n. Fue la fraseologfa de raza lo que definié a propios y extrafios, lo que distingui6 a ind{genas de extranjeros. A la larga, separé a vecinos de forusteros y a amigos de enemigos. LAS IDENTIDADES POL{TIGAS Y LA REVOLUCION NACIONALISTA El colonialismo es la génesis.de la violencia hutu-tutsi en Rwandad pero no ‘Explica por qué esta violencia continué después de la revolucién. Si el colo- nialismo es el lugar de origen del problema hutu-tutsi en cuanto identidades politicas raciales, entonces|el nacionalismo reprodujo ese problema He aqu‘ el dilema que debemos enfrentar: catalogar por razas no fue simplemente una ideologfa de Estado, también se convirti6 en una ideologfa social, reproducida por muchos de los mismos hutus y eutsis eatalogados como nativos y extranje- 10s. La reproduccién tuvo lugar a través del proyecto politico nacionalista que tradujo la identidad colonial de los hutus como la raza banti indigena en la nacién ruandesa poscolonial, traduciendo asi el proyecto de raza colonial en el proyecto de construccién de la naci6n después de la colonia. Discutir el pro- yeeto de construccién de nacién implica, al mismo tiempo, crticar la revolu- cién de 1959 y la accién popular que le dio forma. La revolucién de Rwanda de 1959 fue anunciada como Ia “revolucién hutu”, Cuando octane a. Rwanda en una “nacién hutu”, se embatcaron en un programa de justicia: justicia para los hutus, ajuste de ventas con los tutsis. Al actuar asf, confirmaron que hutus y tutsis eran iden- tidades polticas: los hutus eran nativos y los tutsis extranjeros, 2 ge as finit a los inmigrantes como no indigenas, los privaba de sus derechos politi- §yea10 cos. La repuesta del ENR fue definis Ia base de derechos, de ascendencia a {ONAL residencia, Dicho en palabras sencilla, se consideraba que todo adulto rest 2 dente de un poblado tenfa el derecho de participar en la asamblea del pueblo. Esta nueva idea de derechos se tradujo en una ley de nacionalidad después de 1986: todo aquel con diez afios de residencia en el pais tenfa el derecho de ser ciudadano. El gran cambio fue que los refugiados de 1959 de la revolucién de ; Rwanda ahora eran considerados ugandeses. Esta herencia politica se puso en duda con la primera crisis politica impor- tante del-ENR en 1990, provocada por un intento de cumplir uno de los diez fo se. PO- puntos del programa de la guerilla: la promesa de redistribuir la sierra de los S07 S*+ ausentes a quienes las habfan utilizado para el pastoreo. Cuando llegé el mo- ene mento de distribuir la tierra entre la poblacién de pastores némadas, surgié la pregunta: iquién debe recibir la tierra?, ¢quién era ciudadano? La oposicién se movilizé en torno de esta pregunta, buscando excluir a los¢ benyarwandas como no ciudadanos. La magnitud de la crisis resuleante se ex- pres6 a través de una extraordinaria sesi6n del parlamento que duré tres dias. 63 dossier ea Alfinal de su deliberacién, el parlamento cambié la ley de ciudadania de los diez afos de residencia al requisito de ser reconocido como ciudadano si se de- : mostraba un vinculo de los antepasados con la tetra, es dec sila persona de- mostraba que por lo menos uno de sus abuelos habia nacido en el territorio que nego serfa demarcado como Uganda. Un mes més tarde, la Agrupacién del yyouy xe Ue Pueblo Francés cruz6 la frontera Uganda-Rwanda. Mi opinién es que no fue 5 2wsh simplemente un reggeso armado a Rwanda, también fue una expulsién arma- da de Uganda. Para entender el efecto explosivo de la guerra civil en Rwanda necesitamos comprender la cambiante posicién politica de los wutsis desde la primera re- publica, inaugurada por la revolucién de 1959, hasta la segunda repéblica que \9s9 comenz6.con el golpe de 1973 y que llev6 al poder a Habyarimana, Hlemos vis- | to que la primera repiiblica fue la culminacién de una lucha entre dos liness de la tevolucién. La linea victoriosa, asociada al nuevo presidente Kayibanda, ~ definié a hutus y tatsis como dos rasas y dos naciones diferentes: pot lo tanto, Cj Rees Jos tutsis serfan tratados como extranjeros en Rwanda, hogar de la nacién hutu. Fin a segunda reptblica de Habyarimana, os eusis fueron redefinidos de raza 1973 stetna, De extranjeros residents en la primera repli, los wis pasion a Ser una minoria politica en la segunda repiiblica. En lugar de la distincién en- tre hutu y tutsi, la segunda reptiblica destacé la distincién entre los cutsis de Rwanda y los tutsis en el exilio, fuera de Rwanda: mientras que los primeros Fueron elevados politicamente como una minorfa ruandesa que podia esperar legitimamente una represer i6n minoritaria en instituciones politicas, Ios tiltimos fueron desnacionalizados ‘como eternos extranjeros para los cuales yang habia lugar en Rwanda, Durante la segunda republica, la divisién poltti- ca clave dentro de esta nacién no fue entre hutus y tutsis, sino dentro de Ia eli- te hutu, entre los del norte y los del sur. La organizaci6n militar del exilio tutsi, conocida.como|Bjército Patriético “Ge Rovandal(epr), y su entrada al pats, dieron inicio a la guerra civil. A su vez, sta tuvo varias consecuencias politicas. Para empezar, permitié que el régi- men de Habyarimana se hiciera pasar como el defensor de la naciGn, en con- tra de lo que se decfa era un intento de los tutsis exiliados por restablecer la monarqufa colonial ~una repeticién de 1963— en un momento en que el régi- 64 dossier 28 men estaba muy presionado por la oposici6n interna predominantemente hutu para que se liberara. Segundo, permitié que los hutus radicales, hasta entonces marginados por la segunda tepiblica,resurgieran en la corriente politica domi- nante. Describiéndose a sf misma como defensora del “poder hutu”, esta ten- dencia organiz6 una variedad de medios de comunicacién, desde radio y te- levisién hasta medios impresos, en los que afirmaban que los logros de la revolucién estaban siendo amenazados por los tutsis, quienes, en efecto, eran tuna raza, no una etnia, que en realidad eran extranjeros, no minorfa ruandesa. Cease. peraor Bawnes TTercero, a medida que crecfa la guerra civil y el zpal ganaba terreno, més se desacreditaba la oposicién interna como una quinta columna politica vincula- deses, no una da al EPR, y sus programas democraticos eran sefialados como una agenda an- tinacional. Cnarto, en todas partes donde el EPR ganaba el control milivar, la poblacién hutu local hufa o era expulsada por presiones administrativas. La mayorfa de los observadores calcula que pat 95 hasta 15% de la poblacién ruandesa habfa sido desplazada, algunas personas inclusive cuatro veces. Ahora la mayorfa vivia en campamentos en Kigali y sus alrededores y en la parte sur del pais. Algnnos de los.participantes més entusiastas en el genocidio prove- nian de ka poblaciér(joven fle es0s campamentos. Finalmente, teniendo como telén de fondo Ia marcha vietoriosa del EPR, la dificil situacién de los desplaza- dos infundié temor en quiénes iban a ser absorbidos por Ia guerra civil. Los medios del “poder hutu” les advirtieron de un destino que la visi6n de los des- plazados simplemente confirmaba: si los tutsis regresaban al poder, perderfan tanto su tierra como su libertad; en pocas palabras, todo. La guerra civil de 1990-1994 regres6 a Rwanda al mundo del poder hutw-y tutsi, El posible regreso del poder tntsi proporcioné a los hutus radicales, una tendencia marginal en la segunda repéblica, su primera oportunidad de volver al escenario politico central como defensores de la revolucién de 1959. Sin la guerra civil, no habrfa habido genocidio. El genocidio de Rwanda debe ubicarse en el contexto de tres momentos relacionados: el momento imperial globel definido por el colonialismo belga y su racismo de Estado; el momento nacional, que fue la revolucién de 1959 y que reforz6 las identidades raciales en nombre de la justicia, y el montento 65 Hors wakes puis Noses dossier x= regional pascolonial, nacido de un vinculo entre la crisis ciudadana de Rwanda después de la revolucién y sus vecinos. Cierto, la crisis de la ciudadanfa posco- lonial tuvo un alcance regional y llevé la guerra civil no s6lo a Rwanda sino también a Uganda y al Congo. Pero sélo en Rwanda la guerra civil se desarro- 116 en un contexto que podfa, y en efecto lo hizo, detonar el barril de pélvora de un legado colonial distintivo, a lasficacién por razas, que se produjo como un legado revolucionario de /a raka como nacién. Kunque es un resultado in- necesario pero contingente, és imperativo que extraigamos lecciones del geno- cidio de Rwanda. ‘VI. PODER POLITICO E IDENTIDAD POLITICA, Mi argumentacién del genocidio de Rwanda vinculaba la violencia durante el 1 genocidio con las identidades politicas que condujeron a la violencia, mientras que la reproduccién de esas identidades politicas, a su vez, llev6 a una forma particular de Estado, En lugar de dar por sentadas las identidades de grupo, he tratado de hacer la historia del proceso de la formaci6n de grupos. Al vincular las identidades politicas con el proceso de formacién del Estado es posible dis- tinguir todas las identidades prepoliticas ~culturales, econémicas o biol6gicas- de las politicas, Ademés, permite entender la dindmica mediante la cual se polarizaron las identidades politica binarias, como hucu y tuts El genocidio de Rwanda muestra Ges tems) importantes para los que de- ben vivir en su secuela, asf como para quienes lo estudian. El primerdse rela- ciona con el vinculo entre identidades politicas y el proceso de formacién del Estado, Para entender o6mo lo hutu se volvi6 sindnimo de indigena y lo tutsi de extranjero, me patecié necesario trascender el andlisis del Estado colonial y criticar la revolucién nacionalista de 1959 que adopts las identidades politicas creadas por la potencia colonial en el nombre de la justicia. ElGégundo tema ; surge del legado combinado de régimen colonial y poder nacionalista. Tam- bién es el tema que representa la herencia més problemética del genocidio de ¢ Rwanda y que amargamente ha dividido a quienes escriben sobre él, jacaso la organizacin de la violencia genocida desde la cispide del poder politico no ? | 4 renowiat estuvo vinculada con la participacién de las masas en el campo de accién? Las 66 S 3 s pruebas muestran que asi fue, por lo cual debemos entender el genocidio como proyecto estatal y social er Ekiercer tema destaca la cisis de la ciudadanfa en toda la regién. Tal como la guerra civil que comenz6 en 1990 unié a la crisis ciudadana de Rwanda con la de Uganda, asf la entrada de tropas ruandesas en el Congo oriental en 1996 uniG la crisis ciudadana de Rwanda con la del Congo. Si la revolucién de 1959 ¥ sus consecuencias subrayaron la diferencia en la experiencia colonial de Rwanda y sus vecinos ~que el régimen colonial en Rwanda cre6 identidades politicas por raza y no por grupos émicos-, la Rwanda posterior al genocidio subraya el aspecto de semejanza én la experiencia colonial regional. En mi libro sostengo que la Rwanda colonial fue una especie de término medio entre el gobierno directo y el indirecto. Como gobierno directo gener6 identidades polfticas exclusivamente raciales; al mismo tiempo, como régimen indirecto legitim6 el poder despético de los jefes locales como remanentes de las précti- cas precoloniales en lugar de una reorganizaci6n colonial del Estado. El discur- so sobte las costumbres vincula a la ciudadanfa (y a los derechos) con la iden- tidad cultural y los origenes histéricos. La proliferacién de minors politcas en el contexto africano contemports Fico neo nd es por fuerza un reflejo del mapa cultural de Aftice. Ms bien, esta pro- § Couns. liferacin es el resultado de una forma particular de Estado, de un gobierno indirecto, cuya génesis rafces en el periodo colonial. La verdadera distin- ci6n entre faza y grupo érni Sb no es la misma que hay entre biologia y cultura, Res, donde la raza es una idéntidad biol6gica falsa y el grupo étnico una identidad *TS\4 cultural verdadera hist6ricamente creada. Es decir, que tanto raza como grupo ético deben comprenderse como la politizaci6n de identidades extrafdas de ‘otros campos: la raza como identidad poltica de los no indfgenas (colons) y el ‘grupo étnico como la identidad de los inidigenas (nativos). He dicho que el ver- dadeto reto politico de Africa es reformar y, asi, eliminar la forma de Estado que ha seguido reproduciendo la raza y el grupo étnico como identidades poz} Iiticas, junto con un discurso sobre lo nativo y la tradicién “genuina”. EI poder colonial no sélo dio forma a la accién de los estratos populares. ‘También marcé la actuacién de Jos intelectuales. El poder colonial se grab6 no s6lo en los limites de la esfera publica, sino también en los indices de trabajos 67 dossier académicos. Tal como la potencia colonial puso en movimiento, en la esfera publica, primeto al colono y luego al nativo, asf preocup6 a fa imaginacién inte- lectual con la cuest n de los oriéenes, La manera como se entendia el origen dependia del lenguaje del poder, espectficamente, de cémo enmarcaban el po- der las acciones mediante las leyes de usos y costumbres. En el contexto afticano, los usos y costumbres enmarcaban la accién ~y la “coscumbre”— como cuestiones étnicas. En otro contexto, como en la India, esa acci6n se encuadraba como religiosa. ZEs, entonces, una mera coincidencia que la preocupacién africana poscolonial haya sido quién es nativo y quién no, y que la preocupacién india poscolonial haya sido quién es converso y quién no? :Sorprende menos, entonces, que la imaginacién nativa en el Africa posco- Ionial tiende a absorber al inmigrante en el guién de la invasi6n, en tanto que 1a imaginacién nativa en la India poscolonial parece ver la accién del converso como una verdadera traicién, como una transgresi6n tan subversiva que el con- verso es considerado como si siempre le faltara autenticidad en sus acciones? @Por qué serd que en lo que se refiere al vocabulario politico poscolonial, hinds y musulmédn en la India, o para el caso sinhala y tamil en Sri Lanka, al igual que hutu y tutsi en Rwanda, suenan como sinénimos politicos de nativo y colono? El reto, he argumentado, no consiste en negar historias separadas ni cen basatse en esa separacién. Es, més bien, distinguir entre comunidad polfti- cay comunidad cultural y, en consecuencia, separar el discurso sobre los dere- hos politicos del relacionado con los orfgenes culturales o histéricos. El punto de diferencia entre comunidades culturales y politicas es més agudo cuando comparamos las didsporas con las comunidades de inmigrantes. Las primeras comparten una historia comin, pero no necesariamente el mismo futuro. En cambio, las comunidades de inmigrantes estén dedicadas a construir un futuro comtin, pero pueden no compartir un mismo pasado. Distinguir entre comuni- dades culturales y politicas es distinguir entre el pasado —-varios pasados- y un solo futuro, Bl nico rasgo unificador de una comunidad politica es el compro miso para construir un futuro politico comtin bajo un mismo techo politica. Este reconocimiento debe ser un paso importante para crear una sola comuni- dad politica y una ciudadanta a partir de diversos grupos ¢ identidades cultura- les ¢ hist6ricas. @ 68 ANN

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