Está en la página 1de 220

LA MASONERÍA

Y LOS MISTERIOS SAGRADOS


ENTRE LOS
MAYAS Y QUICHÉS
y fotó-
ugustus Le Plongeon (1825-1908) Masón, arqueólogo
es
grafo. fue el primero en excavar los centros ceremonial
Mavas prehispánicos de Chichen Itza en Yucatá n, en su libro
Mayas y
“La Masonería y los misterios Sagrados entre los
o.
Quichés” propone que los mayas habían fundado Egipto antigu
mayo de 1825.
Le Plongeon nació en la isla de Jersey el 4 de
de
Estudió y se graduó en la Ecole Polytechnique de París. Después
naveg ó a Suram érica donde fue
su graduación a la edad de 19 años.
sorprendido por un naufragio en la costa de Chile. Se estableció en
-
Valparaíso allí enseñó matemáticas, dibujo e idiomas en la univer
sidad local. En 1849 supo de la fiebre del oro en California y se
embarcó a San Francisco para trabajar como topógrafo y aprendiz
de medicina.
La investigación de tiempo completo comenzada para Plongeon
sobre la civilización maya e iniciaba el uso de la fotografía como
herramienta para su investigación. Comenzó a usar el proceso ne-
gativo de la placa de cristal mojada del collodion que utilizó para
los retratos de su exploración. Viajó ¿xtensivamente por Perú por
ocho años y fotografió los centros ceremoniales antiguos.
En 1870, abandonó Perú y viajó de nuevo a San Francisco en
donde dio conferencias ilustradas en la Academia de California de
Ciencias en Arqueología, visitó el museo británico en Londres
donde estudió algunos Códices Mesoamericanos y leyó los trabajos
del erudito francés Brasseur de Bourbourg donde concluyó que el
nacimiento de la civilización tenía sus orígenes en América
En Londres se casó con Alicia Dixon, la mujer que colaboraría
con el para el resto de su vida. Alicia nació en Londres en 1851.
Augustus Le Plongeon también tuvo la oportunidad de aprender
la tecnología de crear negativas fotográficas directamente del padre
de la fotografía moderna, Talbot de Guillermo en 1873.
Le Plongceon hizo un estudio comparativo de lingúística, arqui-
tectura y religión entre los mayas y los egipcios y concluyó que la
cultura maya había sido difundida por Asia por los viajeros mayas
y era el origen de la cultura egipcia aunque los arqueólogos del
siglo XVII demostraron que los egipcios eran anteriores a los
mayas, sin embargo muchos estudiosos creyeron en él.
En 1873 viajó a Yucatán, donde permaneció casi continuamente
hasta 1885 en busca de conexiones culturales entre los mayas y el
Egipto antiguo. Utilizaron la fotografía para registrar lo que consi-
deraban evidencia de esas conexiones, pero también procuró un
expediente fotográfico cuidadoso de los sitios como base para su
pasa a la segunda solapa CEN
RECEIVED
1U6 25 2017
SOUTH PARK
LA MASONERÍA
Y LOS
MISTERIOS SAGRADOS
ENTRE LOS

MAYAS Y QUICHÉS
Hace 11500 años
LA MASONERÍA
Y LOS
MISTERIOS SAGRADOS
ENTRE LOS
MAYAS Y QUICHÉS
Hace 11500 años

La Fracmasonería en épocas
anteriores al templo de Salomón y su
relación con los Misterios Sagrados
de Egipto, Grecia, Caldea y la India.

Por Augustus Le Plongeon


Fotos e ilustraciones del autor

BERBERA EDITORES S.A DE C.Y.


EA ATI RASO STE DIESE

Delibes No. 96 Col. Guadalupe Victoria C.P. 07790


México, D.F. Tel: 5 356 4405, Fax: 5 356 6599
Página Web: www.berbera.com.mx
Correo electrónico: editores(Vberbera.com.mx
O La masonería y los misterios
sagrados entre los mayas y
quichés.

O Berbera Editores S.A. de C.V.

lera. Edición Marzo de 2007


lera. Reimpresión Agosto de 2008

La presentación y composición
tipográfica de ésta obra son
propiedad de Berbera Editores S. A.
de C. V. prohibida su reproducción,
total o parcial, por ningún medio, ya
sea químico, eléctrico, mecánico o de
fotocopia, sin permiso previo de los
editores.

ISBN: 970-783-048-4

Impreso en México
Printed in Mexico.
DEDICO
RESPETUOSAMENTE ESTE BREVE ESTUDIO HISTÓRICO
REMOTAS
DE LOS MISTERIOS SAGRADOS PRACTICADOS EN ÉPOCAS
POR LOS MAYAS Y QUICHÉ S

PIERRE LORILLARD
TESTIMONIO DEL APRECIO QUE ME MERECEN
COMO PEQUEÑO
SUS ESFUERZOS PARA AYUDAR A DESCORRER EL VELO

QUE CUBRÍA DESDE TANTO TIEMPO LA HISTORIA,


HACE
LAS COSTUMBRES Y LA CIVILIZACIÓN DE LOS ANTIGUOS
HABITANTES DEL CONTINENTE OCCIDENTAL

AUGUSTUS LE PLONGEON
PRA CTO

Casi todos los habitantes de los Estados Uni-


dos y hasta los que se denominan a sí mismos hom-
bres de ciencia, creen hoy día que las selvas del
Yucatán y de la América Central son tierras tan
incógnitas como era América para los europeos
antes de que fuera descubierta por Cristóbal Colón
en 1492, en cuyo año este navegante vió por vez
primera la costa norte de la América meridional
y la recorrió desde la desembocadura del río Ori-
noco hasta Puerto Cabello en el Golfo Triste.
Algunos de los que han leído las obras de
J. L. Stephens, de Norman y de otros viajeros
que visitaron de paso y precipitadamente las rui-
nas de las antiguas ciudades ocultas en las espesu-
ras de esos bosques, tienen una vaga idea de que
allí existen restos de edificios de piedra que fueron
construidos antes del descubrimiento, y afirman
con autoridad que “sus constructores se hallaban
en un estado poco distante del salvajismo y que
ninguna de sus obras merece la pena de ser estu-
diada por los investigadores de nuestra época. En

7
Prefacso

el mejor de los casos, afirman, su civilización era


muy imperfecta. Ignoraban el arte de escribir, y
los escasos documentos de su historia trazada so-
bre pieles de gamo en forma de representaciones
pictóricas son casi ininteligibles. No tenían cien-
cias, ni cultura mental ni desarrollo intelectual al-
guno. En una palabra, la inteligencia de esta raza
era, por lo general, de orden inferior. Ninguna
de sus obras nos puede enseñar algo que tenga
relación directa con los progresos de la civiliza-
ción”. No puede comparárseles de ningún modo
con los egipcios y caldeos y mucho menos con los
griegos o romanos; por lo tanto, no vale la pena
que gastemos tiempo y dinero en hacer investiga-
ciones en sus ruinas y ciudades. Es a Grecia, a
Egipto y a Caldea adonde los americanos deben
ir para hacer nuevos descubrimientos, en cuyos
países deben fundarse escuelas dedicadas al estu-
dio de las arqueologías griega, egipcia y caldea:
por eso se han fundado escuelas americanas en
Atenasy Alejandría, y se han enviado expedicio-
nes a Siria y a las riberas del Eufrates.
- Pero los científicos de Europa que exploraron
durante muchos años sus viejas tierras para des-
cubrir reliquias con que llenar los armarios de sus
museos y removieron el suelo de Oriente en busca
de tesóros arqueológicos, concentran ahora su
atención en el continente Occidental buscando el

8
Prefacio

origen de esas antiguas civilizaciones que han sido


incapaces de encontrar en sus países natales y
contemplan los antiguos templos y palacios de
América, tan despreciados por los modernos inves-
tigadores americanos, con esa reverencia que es
hija de la verdadera cultura.
Así, por ejemplo, en París se ha fundado la
“Société des Américanistes” con el exclusivo ob-
jeto de estudiar todo lo relacionado con la antigua
civilización americana. Esta Sociedad compuesta
de investigadores trabaja infatigablemente estu-
diando la arquitectura, las ciencias, las artes, el
lenguaje y la civilización de los pueblos que habi-
taron en remotas épocas en las diversas comarcas
del continente Occidental. Se ha ofrecido un pre-
mio de 25.000 francos al que descubra el alfabeto
o la clave que descifre las inscripciones esculpidas
en los muros de los monumentos existentes en Yu-
catán y América Central. Désiré Charnay ha sido
enviado a América con el exclusivo objeto de obte-
ner moldes de las esculturas y de las valiosas reli-
quias ocultas en las reconditeces de los bosques
de América Central. Se han hecho vaciados de los
moldes obtenidos por él. Estos vaciados adornan
el Museo del Trocadero de París. El neoyorquino
Pierre Lorillard ha regalado duplicados de los mis-
mos al Smithsonian Institute de Wáshington. Este
caballero es el único americano que ha contribuido

9
Prefacio

con su dinero e influencia (ha gastado en ello unos


25.000 dólares) para organizar expediciones con
objetode hacer investigaciones y rescatar objetos
que puedan lanzar alguna luz sobre la obscura
historia antigua de América.
Además, existe el “Congreso Internacional de
los Americanistas” que se reune cada cuatro años
en una de las capitales de Europa con objeto de
copilar todos los nuevos datos concernientes a la
antigua civilizatión americana que se hayan obte-
nido en ese intervalo.
En la Universidad inglesa de Cambridge se
ha dedicado un gran edificio a la arqueología de
Centro América, en cuyo museo se pueden ver,
según me ha dicho el General Sir Henry Lefroy,
los vaciados y fotografías obtenidos por Mauds-
lay, opulento caballero que consagró su vida y su
dinero a obtener fotografías y facsímiles en yeso
de los antiguos monumentos de Honduras y Gua-
temala.
Pero ¿qué podemos ofrecer en Nueva York
y en los Estados Unidos a los investigadores de la
arqueología americana?
Cierto es que George Peabody legó cierta suma
para fundar un museo dedicado especialmente a
coleccionar objetos pertenecientes a la arqueología
americana y que este museo, que lleva su nombre,
existe en la Universidad de Cambridge, Massa-

10
Prefacio

chusetts. Pero ¿se guarda en él alguna cosa que


pueda esclarecer la historia de los antiguos mora-
dores de este continente Occidental? Una vez es-
cribí yo a un señor muy influyente en la Univer-
sidad pidiéndole que propusiese a los síndicos de
la misma que adquiriesen una copia de mis colec-
ciones de vaciados y de pinturas murales. Su res-
suesta, que lleva la fecha de 23 de julio de 1885,
fué la siguiente: “Enviaré su carta a un síndico,
recomendándole que acepten su ofrecimiento, pero
mucho me temo que, como es costumbre, den una
respuesta negativa a su proposición. Deberían ad-
quirir su colección de copias, porque ha llegado el
momento de hacerse con semejantes cosas a toda
costa. Pronto nos ha de pasar con esto lo que aho-
ra está ocurriendo en la India, en donde se buscan
con «ahinco cosas que hace pocos años se podían
obtener fácilmente.”
Mi corresponsal ha visitado las ruinosas ciu-
dades del Yucatán y aprecia mis colecciones en su
verdadero valer.
He hecho todo cuanto ha estado de mi mano
para conseguir de los científicos americanos y de
los potentados que se erigieran en el Parque Cen-
tral de Nueva York facsímiles perfectos de los pa-
lacios y templos mayas, que podrían servir de or-
nato en ese lugary de objeto de estudio a los afi-
cionados a la arqueología americana que no posean
H
Prefacio

medios, no tengan tiempo ni deseen correr el ries-


go de exponerse a las privaciones y molestias a que
han de someterse quienes vayan a visitar esas ciu-
dades en ruinas.
Pero ¡ay!, todo ha sido inútil.
Hace tres años hice yo el ofrecimiento de exhi-
bir en el Museo Metropolitano de Arte existente
en el Central Park copias de algunos de los moldes
estereotipados por mí de las esculturas de Uxmal.
Y las pusieron en los sótanos “por falta de sitio”
de suerte que el público nunca pudo ver mis traba-
jos. Propuse también a uno de los administradores
vender al Museo una copia de la colección de pin-
turas al fresco de Chichen Itza, últimos vestigios
del antiguo arte americano, y este caballero me
repuso: “No. Estas cosas no se aprecian, pues se
consideran como de valor nulo.” Sin embargo; al-
gunas de las ilustraciones de este libro son foto-
grafías de esos despreciados moldes y de esas dese-
chadas pinturas o representaciones murales.
Durante la última temporada de conferencias
me he ofrecido a varias sociedades literarias, cien-
tíficas e históricas para dar lecturas ilustradas con
las fotografías de los monumentos tomados por
Y siempre he recibido la misma respuesta:
“Esos asuntos no les interesan a nuestros miem-
bros.” Pero ¿es posible que hallen americanos a
quienes no interesen las antiguedades americanas,
12
Erie
A CO

ni la historia y la civilización antigua de su con-


tinente?
Sin embargo, como ya deseaba dar a conocer
mis investigaciones antes de que se terminase- la
temporada de conferencias, me dirigí, en último
recurso, al doctor John Stoughton Newbury, pro-
fesor de la Escuela de Minas en el Colegio de Co-
lumbia, rogándole que me proporcionase una oca-
sión para exponer el tema ante la Academia de
Ciencias neoyorquina. He de confesar que no abri-
gaba ninguna esperanza, cuando, con gran sorpre-
sa mía, el Profesor Newbury aceptó con entusias-
mo mi ofrecimiento, y la señora Le Plongeón pudo
leer mi conferencia relativa a los monumentos del
Yucatán el día 2 de marzo último en el Colegio de
Columbia. Las damas y los caballeros asistentes
al acto dirán si los hechos y las vistas presentadas
eran interesantes. Tanto le entusiasmó nuestra
conferencia a la señora Francis B. Arnold, de
Nueva York, que rogó a la señora de Le Plongeón
dar otra lectura en su propia casa a un selecto gru-
po de amigos. Las señoras y señores que- concu-
rrieron a la casa de la señora Arnold dirán si no
vale acaso la pena ver y estudiar los restos de la
antigua civilización americana.
Nosotros hemos de estar reconocidos a la se-
ñora Arnold y al doctor Newbury por habernos
proporcionado la oportunidad de presentar a unos

13
Prefacio
e

cuantos inteligentes escogidos nuestras investiga-


ciones sobre la América antigua.
La señora Le Plongeón y yo hemos escrito dos
obras sobre el Yucatán. Una de ellas se titula:
“Los monumentos de los mayas y sus enseñanzas
históricas”, y la otra: “El Yucatán, sus palacios
antiguos y sus ciudades modernas; vida y costum-
bres de los aborígenes”, las cuales hemos ofre-
cido a varias editoriales, que nos han dado siempre
esta respuesta: “Esos libros no producen dinero;
los lectores americanos no se interesan por esos
temas.”
Pero, a pesar de esas contrariedades, me he
decidido a presentar a los lectores americanos al
gunos de los hechos históricos sacados a luz al des-
cifrar los bajorrelieves y las inscripciónes murales
por medio del antiguo alfabeto hierático de los ma-
yas, descubierto por mí:

19
1 slAd O

Antiguo alfabeto hierático de Alfabeto hierático egip-


los Mayas, según las inscripcio- cio, según Campollión el
nes murales; Joven y Bunsen:

GE
En
88 .
Sd

e31D80
O.
X.
Fa |
ce
<»x<
EN (a).
14
JE
3
o» a. E
Ro E

Si la lectura de este libro no despierta interés


alguno en este país por la civilización y la historia
I5
Prefacio

antigua de América, entonces seguiré el consejo


que diera Jesús de Nazareth a sus discípulos cuan-
do les envió con la misión de enseñar el evangelio:
“Y todos aquellos que no os recibieren, ni os Oye-
ren, al salir de allí, sacudid el polvo que está de-
bajo de vuestros pies...” (San Marcos, cap. VI,
versículo 11), porque consideraré que es inútil per-
der el tiempo y el dinero sobre este asunto en los
Estados Unidos, recordando lo que le ocurrió al
profesor Morse, cuando pidió permiso al Congreso
para introducir en este país su telégrafo eléctrico.
En este libro (que dos de las más famosas
casas de Nueva York se han negado a publicar,
por estimar que daría lugar a una especulación
ruinosa) presento únicamente hechos que pueden
demostrarse por medio de las obras de reputados
autores antiguos y modernos, y de las inscripciones
esculpidas en piedra por los sabios e historiadores
mayas. Lector, tú juzgarás si su estudio vale la
pena.

16
LOS MISTERIOS SAGRADOS ENTRE LOS
MAYAS Y QUICHÉS
Hay autores que atribuyen el origen de la
Francmasonería moderna a los prosélitos de Pitá-
goras, fundándose en que algunas especulaciones
de ese filósofo acerca del significado de los núme-
ros se encuentran en las doctrinas esotéricas que
se enseñan en las Logias masónicas. Otros, basán-
dose en los simbolos cristianos que han sido incor-
porados a la decoración de las cosas pertenecientes
a la Masonería siguiendo el sistema sueco, creen
que los verdaderos fundadores fueron los esenios
y los primeros cristianos. En fin, hay quienes afir-
man que tuvo su origen en la construcción del tem-
plo de Salomón, porque en los ritos iniciáticos de
los diferentes grados existen muchos nombres,
emblemas y leyendas judías que han sido tomadas
de la Biblia. Algunos creen que se fundó en tiem-
pos de Adán; pero si se les pregunta el por qué de
sus afirmaciones, no saben qué responder. Sin em-
bargo, no somos pocos los que creemos que la Ma-
sonería existíaya antes de que fuera creado Adán.
Y yo tengo esta creencia porque estoy convencido

Y7
- 2.—LOS MISTERIOS SAGRADOS
Los misterios sagrados

de que este pretenso antecesor del hombre es un


ser mítico que nunca ha existido. Tomás Payne y
aleunos de sus discípulos creen que los druídas
fueron los padres de la Francmasonería, puesto
que ellos tributaban culto al sol, a la luna y a las
estrellas y estas joyas del firmamento se hallan re-
presentadas en los techos de las Logias masónicas.
Dance de Villoison cree que tuvo su origen en
Herculano, a causa de las grandes semejanzas
existentes entre los collegia romanos y las Logias
de los masones operativos de la edad media. El ca-
ballero escocés Miguel Andrés Ramsay sugirió en
un discurso pronunciado en París en el año 1740,
la posibilidad de que la fraternidad hubiera tenido
origen en tiempo de las cruzadas, entre los Caba-
lleros templarios, y se explicaba de la siguiente
manera: |
El Papa Clemente V y Felipe el Hermoso, rey
de Francia, que temían al poder de los templarios
y ambicionaban poseer sus inmensas riquezas, re-
solvieron destruir la Orden. Cuando el Gran Maes-
tre de la Orden del Temple, Jacobo de Molay, pre-
paraba en 1308 una expedición para vengar los
agravios y desastres que habían experimentado los
cristianos en Oriente, fué atraído a Francia por
el Papa, quien era el único poder a quien debían
obediencia los templarios en el orden espiritual.
Al llegar a Francia fué recibido con muestras
18.
entre los mayas y quichés

de verdadera amistad; pero el Rey no tardó en


mandar que se le arrestara junto con algunos dig-
natarios más, acusándoles de haber cometido atro-
ces crimenes e imputándoles los secretos ritos de
su iniciación. Jacques de Molay, Guy de Auverg-
ne y varios oficiales de la Orden fueron quemados
vivos en el día 18 de marzo de 1314 por orden del
arzobispo de Sens y de su consejo provincial.
El Papa abolió en todo el mundo la Orden del
Temple por medio de una bula que lleva fecha 2 de
abril y que fué publicada en 2 de mayo de 1312,
lo cual hizo bajo su propia responsabilidad, pues
el Concilio de Vienne (Delfinado) era adverso a
tan extrema medida. La ejecución del Gran Maes-
tre y de sus compañeros dió el golpe de gracia a
la Orden. Algunos caballeros que lograron escapar
a Portugal continuaron la Orden, adoptando, más
tarde, el nombre de Caballeros de Cristo, con que
se siguen denominando hoy día; pero la Orden
no volvió a recuperar su prestigio ni su poder de
antaño. $
Jacques de Molay había designado como suce-
sor suyo en el cargo de Gran Maestre a Johan
Marcus Larmenio. Los caballeros que, huyendo
de la persecución, se habian refugiado en Escocia
en la corte del rey Roberto Bruce, se negaron a
reconocer la autoridad de Larmenio y, preten-
diendo restablecer la Orden del Temple bajo la
19
Los misterios sagrados

alegoría y título de Arquitectos protegidos por el


Rey, pusieron los fundamentos de la Orden de
los masones libres y aceptados del Rito escocés
en 1314.
No tardó la nueva Sociedad en olvidar el jura-
mento execratorio que se obligaba a prestar a los
miembros de la iniciación, pues la muerte de Cle-
mente V, de Felipe el Hermoso, de los acusadores
y enemigos de Jacobo de Molay y de los demás
Caballeros ejecutados había eliminado el objeto
de la venganza. No obstante, todavía siguieron
decorando sus Logias con muestras conmemorati-
vas de la muerte de su Gran Maestre, para impo-
ner a los nuevos miembros la obligación de ven-
garla, lo cual significaban hiriendo con puñales a
seres invisibles, sus supuestos asesinos, aunque
todos los esfuerzos. se dirigian a reestablecer el
honor de la Asociación. Los caballeros Kadosch
conocen bien esta alegoría. Esta idea fué aban-
donada después de transcurrido un siglo, porque
los fundadores y sus sucesores habian dejado de
existir, y quienes les sucedieron no veían más que
alegorías en los símbolos de la Orden. Entonces
empezaron a hacer uso de palabras y textos bíbli-
cos. De su labor apenas existen datos positivo:
hasta el reinado de Carlos 1 de Inglaterra, en cuya '
época empezaron a atraer la atención las misterio-
sas iniciaciones de los arquitectos.
20
entire Los" mayas y. quichés
Los enemigos de Cromwell y de la República
que proyectaban el restablecimiento de la monar-
quía crearon el grado de Gran Maestre con objeto
de preparar las mentes de los masones para tal
acontecimiento. El rey Guillermo III era iniciado.
Según Preston la Masonería yació en el olvido
hasta el reinado de Jaime 1, y aun después de este
período no hizo más que lentos progresos hasta
1714, en que el rey Jorge 1 ascendió al trono.
Tres años más tarde, es decir, en febrero de
1717, se fundó en Londres la primera Gran Logia.
Un comité formado por representantes de las cua-
tro Logias entonces existentes en la ciudad se re-
unió en la taberna “El Manzano” y designaron a
Antonio Sayer, quien fué elegido Gran Maestre
en 24 de junio siguiente, día de San Juan Bautista,
al que, por esta razón, se nombró patrón de la
Orden.
Muchos de los autores más autorizados sobre
la materia creen que ese fué el origen de la Franc-
masonería y fundamentan su opinión en que los
masones siguen practicando todavía muchas de las
ceremonias que practicaban los Argwtectos. Sin
embargo, otros autores que se jactan asimismo de
estar bien informados pretenden que la Francma-
sonería no nació en ninguna Orden de caballería,
sino que procede de las fraternidades de construc-
tores existentes en la edad media.
21
Los misterios sagrados

Pero sea cual fuere su origen, lo cierto es que la


Francmasonería se difundió rápidamente por Eu-
ropa desde que fué fundada la Gran Logia en “Ta
Taberna del Manzano”, no obstante, la abierta
oposición de la Iglesia romana, que, instigada por
la Inquisición, fulminó contra la Orden sus más
terribles anatemas nada menos que en 1738. En 28
de abril de ese año el Papa Clemente XII expidió
una bula prohibitiva contra la Francmasonería con '
el título de In Eminenti, por la cual excomulgaba
a todos los masones; el Cardenal Vicario de Roma
decretaba contra ellos la pena de muerte en 1739
en un edicto en nombre del Supremo Sacerdote del
Dios de la Paz; y el Papa Benedicto XIV reno-
vaba en 18 de mayo de 1751 la bula de Clemen-
te XII, con otra que empezaba con las palabras:
Providas Romanorum Pontificum.
La Orden se introdujo en Francia en 1725, y
en 14 de septiembre de 1732 fueron prohibidas las
Asociaciones masónicas por un decreto de la Cá-
mara de Policia del Chatelet de París.
Lord Coleraine fundó en 1727 una Logia en
Gibraltar, y al año siguiente otra en Madrid, capi-
tal de España y fortaleza de la Inquisición.
Pero en 1740 el rey Felipe V de España pro-
mulgó, como consecuencia de la bula de Clemen-
te XII, una orden contra los masones de su reino,
muchos de los cuales fueron arrestados y enviados
22
emir "103 mayas y quichés

a galeras. Los inquisidores aprovecharon esta


oportunidad para perseguir a los miembros de una
Logia que habían descubierto en Madrid, a quie-
nes hicieron cargar de cadenas, condenándoles a
remar en las galeras sin más retribución que unas
escasas raciones de vituallas de la más pobre cali-
dad, acompañadas de buenas tandas de palos. Fer-*
nando VI renovó la ordenanza en 2 de julio de
1751, declarando queel pertenecer a la Masonería
era un delito de alta traición.
Esta Fraternidad hizo su aparición en Irlanda
durante el año 1730. No se sabe de modo positivo
si existió antes de esta fecha en tal isla.
En 1732 cruzó el Atlántico, y fué importada
a las Américas. En este año se reunió una Logia
en la “Taberna del Tonel”, de Filadelfia, habién-
dose reunido antes la Fraternidad en Boston, cuya
población puede considerarse como el lugar de na-
cimiento de la Francmasonería americana. Henry
Price fué el primer Gran Maestre provincial nom-
brado por la Gran Logia de Inglaterra en 30 de
abril de 1733.
En este mismo año se establecieron Logias ma-
sónicas en varias ciudades italianas. El Gran Du-
que Francisco de Lorraine fué iniciado en 1735.
Él protegió a los masones, y la Orden floreció en
Italia hasta 1737 en que el Gran Duque de Tos-
cana, Juan Gastón de Médicis, promulgó un de-

23
Los misterios sagrados

creto prohibitivo contra ella; pero las Logias se


volvieron a abrir después de su muerte, ocurrida
en ese mismo año, cosa que no duró mucho tiempo,
pues fueron denunciadas al Papa Clemente XII,
quien promulgó su famosa bula de 28 de abril de
1738, y envió a Florencia a un inquisidor, el cual
logró que fueran encerrados en las calabozos va-
rios miembros de la Sociedad. Éstos fueron pues-
tos en libertad tan pronto como Francisco de Lo-
rraine llegó a ser Gran Duque de Toscana, quien
no sólo protegió a los masones, sino que, además,
fundó Logias en Florencia y otras poblaciones de
sus Estados.
En 1735 se fundó una Logia en Lisboa. Re-
cuérdese que algunos caballeros templarios ha-
bían conservado en este país la antigua Orden con
el nuevo nombre de Caballeros de Cristo, desafian-
do las excomuniones que fulminaba el Papa.
Entre los masones iniciados en Inglaterra ha-
bía ya en 1730 muchos alemanes, que, de. vez en
cuando, se reunían al viajar por Alemania y cam-
biaban correspondencia entre sí; pero no se sabe
que haya existido Logia alguna antes de 1737, en
cuyo año se fundó en Hamburgo una que carecía
de nombre, aunque ya antes, en 1733, el Gran
Maestre Lord Strathmore había autorizado a once
caballeros y Hermanos para instalar una.
B. Puttman, perteneciente a la Logia de Ham-
24
entre los mayas y quichés
burgo, recibió en 1740 una patente de Gran Maes-
tre Provincial enviada desde Inglaterra, y la Lo-
gia tomó el título de Absalom. :
El rey Federico 11 denominado el Grande fué
iniciado cuando era príncipe, y desde el momento
de su iniciación se interesó por la prosperidad de
la Fraternidad. Coronado rey de Prusia, siguió
prestándole su apoyo y asumió el título de “Gram
maestre universal y Conservador de la más anti-
gua y respetable asociación de los antiguos maso-
nes libres o arquitectos de Escocia.” Durante su
reinado la Francmasonería gozó tan buena repu-
tación que muchos principes germanos se hicieron
iniciar, siguiendo el ejemplo del Rey; y fueron tan-
tos los nobles ingresados en la Sociedad, que se
consideraba señal de nobleza y de alta crianza el
pertenecer a ella.
A pesar de los absorbentes deberes del Estado
y de las numerosas guerras que tuvieron lugar du-
rante su reinado, las cuales demandaban su cons-
tante atención, Federico II supo hallar tiempo para
redactar una constitución con objeto de robustecer
a la Orden que corría peligro de venirse abajo a
causa de las persecuciones externas y de las disen-
siones internas suscitadas por la incorporación a
la Orden de los rosacruces y, principalmente, de
los Illuminatt.
Esta constitución, firmada por Federico II en
25
Los misterstos soyrados

1.” de mayo de 1786, evitó la aniquilación de la


Francmasonería alemana, pues muchos la ataca-
ban y perseguían por considerarla sospechosa: los
católicos, porque procedía de la protestante Ingla-
terra; los protestantes, porque creían que era hos-
til al Cristianismo, a causa de las enseñanzas y
simbolos absolutamente católicos del grado 18”, o
sea, el de los Rosa-Cruces, cuyo lema: “Tenemos
la dicha de estar en la pacífica unidad de los nú-
meros sagrados”, y “en nombre de la Santísima
e Indivisa Trinidad” demuestra su origen jesuíti-
co. El pueblo creía en la acusación de hechicería
que lanzaban contra ella sus enemigos, a causa
del misterio que rodeaba a las reuniones masó-
nicas.
Autores han habido que han pretendido demos-
trar que la Francmasonería moderna no se deriva
de los misterios de los antiguos. J. G. Findel, que
aboga por esta opinión, dice: “Al ver que las an-
tiguas marcas simbólicas y los ceremoniales de las
Logias guardan pasmosa semejanza con los de los
misterios de los antiguos, algunos se han dejado
engañar y han descarriado a otros imaginándose
que pueden encontrar los vestigios de la historia
de la Orden en las densas nieblas que envuelven a
la antigúedad. En vez de procurar cerciorarse de
cómo y cuándo fueron introducidas esas ceremo-
nias en nuestro sistema actual, han dado por
26
entre los mayas y quichés

sentado que se derivaban de los misterios religiosos


de los antiguos.” |
Ahora bien, si nos fijáramos únicamente en
los toques de reconocimiento, en las palabras se-
cretas y de paso y en las decoraciones de las Logias
correspondientes a los grados en que se halla di-
vidida la Masonería moderna, llegaríamos a la
conclusión de que ésta no se deriva de los Miste-
rios antiguos, puesto que la mayor parte de esos
toques, palabras y decoraciones, han sido tomados
de la Biblia y con ellos se trata de simbolizar acon-
tecimientos reales o imaginarios que, según se dice,
tuvieron lugar en época relativamente moderna y
con posterioridad a la decadencia y desaparición
de los antiguos misterios producida por la difu-
sión del Cristianismo, o acaecieron en los primeros
días de la era cristiana o en tiempos de la edifica-
ción del templo de Salomón, acaecimientos que,
por lo tanto, no tienen nada que ver con los miste-
rios religiosos de Egipto, Caldea, Grecia, Etruria,
ya que éstos fueron instituiídos en épocas muy an-
teriores. Pero si por el contrario observamos lo que
es difícil que pase desapercibido, es decir, que es-
tos simbolos son precisamente los mismos que se
encuentran en los templos de Egipto, Caldea, la
India y la América Central, sea cual fuere el sig-
nificado esotérico que les hayan dado los iniciados
de esos países, tendremos que admitir a la fuerza
27
Los misterios sagrados

que existe el nexo de enlace entre los antiguos mis-


terios y la Francmasonería. Ahora debemos tratar
de descubrir cuándo fué reforzado este lazo y
quién verificó esta obra.
Si la teoría del Caballero Ramsay es cierta,
esto es, si la Masonería moderna tuvo sus comien-
zos en la Sociedad de Arquitectos que se fundó
en Escocia bajo la protección del rey Roberto Bru-
ce, como parece dar a entender el título de “Maso-
nes antiguos y aceptados del Rito escocés”, en-
tonces podríamos inferir que se deriva de la Orden
de los Caballeros Templarios, y podríamos seguir
sus huellas hasta los antiguos misterios practicados
desde tiempo inmemorial en Oriente. Sabido es
que una de las imputaciones hechas contra Jacobo
de Molay y sus asociados era la de que empleaban
ritos secretos en sus iniciaciones. Conocidos eran
sus cuatro juramentos, pero no sus ritos iniciáti-
cos. ¿En qué consistían éstos?
Dícese que la Sociedad de Arquitectos tenía
como objeto la perpetuación de la antigua Orden
del Temple. Por lo tanto, es presumible que aqué-
llos debieron seguir observando los ritos y cere-
monias practicados en los capítulos de los tem-
plarios, utilizándolos en las iniciaciones de miem-
bros de la nueva Sociedad, a quienes comunicarian
la significación secreta de sus símbolos. ¿Eran es-
tos ritos análogos a los que se observan en las ini-
28
entre los mayas y quichés
ciaciones en los grados simbólicos? Téngase en
cuenta que estos grados eran los únicos reconoci-
dos por la fraternidad en sus primeros tiempos,
pues no hay más que tres en la Sociedad de Jesús:
los neófitos, los coadjutores y los profesos. Lo mis-
mo ocurría entre los antiguos sacerdotes egipcios,
quienes es indudable que considerarían un alto ho-
nor que se les juzgara dignos de ser iniciados en
el tercer grado, es decir, en la participación de los
misterios mayores. ¿Era la explicación de sus sím-
bolos similar a la que se enseña en las Logias ma-
sónicas? Los templarios fueron acusados del cri-
men de herejía como los masones modernos por
la Iglesia de Roma en cuanto ésta perdió su in-
fluencia y su dominio sobre la Asociación, y mu-
chos masones han muerto en la hoguera condena-
dos como herejes.
¿De quiénes aprendieron los templarios esos
simbolos y su significado esotérico en que se ob-
servan claros vestigios de la doctrina de Pitágo-
ras? No cabe duda de que sería de los cristianos
que, como el emperador Juliano, el obispo Sinesio,
Clemente de Alejandría y otros muchos filósofos
habían sido iniciados en los misterios por los sacer-
dotes de Egipto antes de que se convirtieran al
cristianismo. En este caso, el eslabón que enlaza
a la moderna Masonería con los antiguos misterios
religiosos de Egipto y, por consiguiente, con los
20
Los misterios Sagrados

de Grecia y Samotracia, se ha descubierto sin lugar


a dudas; lo cual explica naturalmente la semejanza
de las marcas simbólicas y de los ceremoniales de
las Logias masónicas con los de los misterios. De
este modo es como muchos autores masónicos han
inferido que su Orden fué fundada por los pro-
sélitos de Pitágoras, mientras que atribuyen su
fundación a los esenios o a los primeros cristianos.
Krause ha tratado de demostrar que la Maso-
nería nació en las Asociaciones de masones Opera-
tivos de la edad media que recorrían Europa cons-
truyendo catedrales, monasterios y fortalezas, cu-
yas leyes, tradiciones, costumbres y utensilios fun-
damentales se utilizan hoy día en las Logias en
sentido figurado.
Estas asociaciones quizás procedan de las cor-
poraciones de constructores romanos; si tal cosa
fuera cierta, poseeríamos un eslabón de enlace en-
tre las Logias de la edad media y los misterios de
los antiguos. Los iniciados pertenecientes a los co-
legios de arquitectos de Roma no se llamaban her-
manos entre sí, pues este título no se empezó a
emplear hasta que lo adoptaron las fraternidades
masónico-cristianas. Ellos se denominaban entre
si colegas o imcorportus.
Estas asociaciones trabajaban separadamente
o en habitaciones aisladas; y la constitución de las
Logias masónicas, en cuanto concierne a sus oficia-
30
entre los mayas: y quichés

les, títulos, deberes y símbolos es tan similar a la


suya que, quien la observa, puede sentirse incli-
nado a creer que los primeros masones imitaron a
los collegia romanos.
Esta teoría no deja de tener verosimilitud.
Roma rigió durante muchos siglos los destinos de
la Galia y de las Islas Británicas. En diferentes
partes de estos países se establecieron colonizado-
res romanos que, con su lenguaje y sus costum-
bres, importaron muchas de sus instituciones y so-
ciedades, entre las cuales se cuenta la de los cons-
tructores o collegia, como lo demuestran los restos
que aun hoy día existen de los grandes caminos y
de los soberbios edificios de todo género construí-
dos por ellos.
Los Collegae celebraban sus reuniones de Logia
doquiera se establecian. Y, cuando estos países sa-
cudieron el yugo romano, las sociedades de cons-
tructores se transformaron en asociaciones de
errantes albañiles o masones operativos que here-
daron los símbolos, toques y palabras de paso de
los Collegae. Parece probable que éstos los reci-
bieran de los magos caldeos que se congregaron en
Roma a principios de la era cristiana, cuando el
progreso de la incredulidad filosófica había dismi-
nuído la confianza en la adivinación legal; o que
los aprendieran de algunos sacerdotes de orden
inferior que emigraron a la capital del mundo
31
Los misterios sagrados

cuando la clase sacerdotal perdió su majestad, po-


derío y riquezas a fin de conservar su numerosa
jerarquía y de escapar a la miseria, exigiendo tri-
butos a la credulidad y a la superstición del pueblo.
La Iglesia cristiana por una parte y los empe-
radores romanos por otra les hicieron una guerra
sin cuartel, por temor a la influencia de los magos
y de los sacerdotes. Estos hombres formaron so-
ciedades secretas con el fin de conservar y trans-
mitir sus conocimientos, sociedades que sobrevi-
vieron durante la edad media, entre las cuales se
contaban la de los Rosa-Cruces y la de los Teurgos.
Leibnitz, que fué uno de los hombres más eminen-
tes de la ciencia y murió en Hannóver a la edad de
setenta años en 1716, se hizo miembro de una de
estas sociedades, en donde recibió las enseñanzas
que había buscado vanamente en otras partes.
¿Eran sus misteriosas reuniones una supervi-
vencia de las antiguas iniciaciones de los sabios?
Todo parece venir en apoyo de esta hipótesis: tanto
las pruebas y exámenes a que eran sometidos los
que aspiraban a iniciarse, como la naturaleza de
los secretos y la manera de conservarlos. En esto
puede hallarse una explicación de por qué se han
abierto paso en Masonería tantas doctrinas de Pi-
tágoras.
Actualmente sabemos poquísimo acerca de las
ceremonias que se realizaban en las iniciaciones
32
entre los mayas y quichés
egipcias, porque los iniciados tenían buen cuidado
de no revelar estos sagrados ritos. Herodoto, re-
fiere que cuando una persona divulgaba una parte
de estos secretos, crelase que incurría en maldi-
ción divina y nadie quería habitar bajo el mismo
techo que ella. Y hasta era encarcelado como ofen-
sor público y condenado a muerte.
Es más, al leer las visiones que se relatan en
el libro de Henoch y al compararlas con lo que nos-
otros conocemos acerca de las pruebas a que eran
sometidos quienes deseaban iniciarse en los gran-
des misterios de Eleusis, Egipto y Xinalba no po-
demos por menos de creer que el autor relata sus
experiencias en la iniciación y lo que había apren-
dido en los misterios antes de convertirse al Cris-
tianismo. Créese que este libro fué escrito a prin-
cipios de la era cristiana, época en que las religio-
nes y costumbres de los egipcios cayeron en la de-
cadencia, bajo el yugo de los emperadores roma-
nos; época en que los obispos cristianos de Ale-
jandría, entre los que destacan Jorge, Teófilo y
Cirilo — el asesino de la hermosa y sabia Hipatia,
hija del matemático Theón — persiguieron a los
adoradores de Isis y de Osiris y transformaron
sus templos en iglesias cristianas, después de desfi-
gurar y de cubrir con yeso las antiguas esculturas
de los muros, sobre las que pintaron ellos burdas
imágenes de santos. Es posible que, a pesar de que
33
3. — 108 MISIERIOS SAGRADOS
Los mibsterios sue aae
ismo,
el autor del libro de Henoch abrazó el cristian
-
conservara en lo más hondo de su corazón un fuer
te amor hacia las antiguas instituciones que iban
nes
desapareciendo rápidamente entre las disensio
políticas y religiosas que lo destruían todo en aque-
lla época. Temiendo quizás que se perdieran las en-
señanzas de los sacerdotes y la sabiduría que él
había aprendido al iniciarse en los misterios y ha-
biendo acabado el nuevo orden de cosas con el te-
mor a la muerte que había hasta entonces impedido
que se revelaran los secretos, el autor puso en boca
de Henoch lo que había visto y aprendido en la
parte oculta de los templos, con objeto de poder
conservarlo y de que sirviera de enseñanza a Su
propio hijo. :
Esperemos a que se descubran en las ruinas de
los templos y de las tumbas algunos papiros cuyo
contenido esclarezca este tema y que revele estos
secretos. Los objetos masónicos que se encontraron
bajo la base del obelisco de Cleopatra, hoy exis-
tente en el Parque Central de Nueva York, vienen
a demostrar que por lo menos 1.900 años antes de
Cristo las corporaciones de constructores y los ar-
quitectos empleaban muchos de los símbolos per-
tenecientes a los ritos de la Francmasonería mo-
derna. Y, aunque yo no acepto todas las conclusio-
nes del doctor Fanton, no obstante haber sido apro-
badas por algunos de los masones de alta grada-
34
entre los" mayas y. quichés

ción del Cairo y de Alejandría, estoy conforme en


aceptar muchos de los emblemas y admitir que per-
tenecían a los misterios, si su significación antigua
no es idéntica por completo a la que nosotros les
damos actualmente.
Los egipcios negaron durante muchos siglos la
entrada en el santo recinto de sus misterios a los
extranjeros. Sin embargo, parece ser que rompie-
ron esta norma algunas veces en favor de perso-
najes notorios por su sabiduría y cultura. Así por
ejemplo, admitieron al gran filósofo Tales que fué
a Egipto hacia el año 587 antes de la era cristiana
con objeto de aprender geometría y astronomía;
a Eumulpo, rey de Eleusis, que cuando retornó a
su país, instituyó los misterios eleusinos en honor
de la diosa Ceres, quien presidía las cosechas y
otros frutos de la tierra. Orfeo, el célebre poeta
griego, obtuvo, asimismo, los honores de la inicia-
ción, y estableció las ceremonias órficas que, según
dice Herodoto, fueron observadas tanto por los
pitagóricos como por los egipcios. Recuérdese que
Pitágoras fué sometido a severísimas ordalías por
los sacerdotes con objeto de hacerle desistir de su
deseo de iniciarse y que, debido a su firmeza, se le
concedió el privilegio de la iniciación. Gran parte
de las ceremonias y ritos de los misterios griegos
fueron tomados de los egipcios. Herodoto dice lo
siguiente cuando se refiere a las Tesmoforias, fes-

35
Los misterios sagrados
ían
tivales celebrados en honor de Céres, que segu
en orden de importancia a los misterios de Eleusis:
to
“Estos ritos fueron traídos a Grecia desde Egip
por las hijas de Danao, que los enseñaron a las
-
mujeres de los pelasgos; pero en el curso del tiem
po, cayeron en desuso, excepto entre los arcadios
que continuaron practicándolos. Los pelasgos ha-
bían iniciado también a los habitantes de Samo-
tracia, quienes, a su vez, enseñaron a los atenienses
los misterios de los “Cabires”.
De lo que se infiere que, si deseamos saber en
qué consistían los misterios egipcios, debemos ave-
riguar qué es lo que sucedía en las iniciaciones de
los misterios griegos.
Nadie era admitido a los misterios mayores si
no se había purificado en los menores y si no ha-
bía transcurrido por lo menos un año desde que
había sido hecho Mystai o iniciado.
La iniciación en los grandes misterios en que
el Mystai ascendía al grado de Ephoroz, es decir,
de Inspector, en el que se le instruía en los ritos
secretos, con excepción de unos pocos de éstos que
se reservaban únicamente para los sacerdotes, era
como sigue:
El candidato coronado de mirto, planta que
substituía a nuestra acacia, era admitido durante
la noche en un inmenso edificio denominado el
Mystikos Sékos, es decir,el “mistico recinto”. Al
.
EME ROS MAN AS y gq aichés

entrar en él los candidatos se purificaban laván-


dose las manos con agua sagrada, mientras se les
advertía que era menester que sus almas fueran
puras e inmaculadas, pues sin este requisito no se
aceptaría de ningún modo la purificación externa
del cuerpo. Después de testo se les leían los sagra-
dos misterios de un libro llamado Petroma, a causa
de que consistía en dos piedras unidas perfecta-
mente. El año pasado descubri yo piedras seme-
jantes a éstas en el mausoleo del supremo pontí-
fice Cay, existente en la ciudad de Chichén-Itza
del Yucatán. El sacerdote que dirigía las ceremo-
nias recibía el nombre de hierophantes. Él propo-
nía problemas, a los que se contestaban en una for-
ma determinada. Después, aparecian objetos sor-
prendentes y extraños. Unas veces, parecía que el
lugar en donde se hallaban los candidatos era sa-
cudido como por un terremoto, o que giraba ver-
tiginosamente cual si lo moviera un tornado; otras
parecía bañado en luz resplandeciente, y surgían
de sus paredes grandes llamas que amenazaban
con destruir el templo, las cuales eran extinguidas
de súbito por manos invisibles, sucediendo a la luz
deslumbradora profunda obscuridad. A interva-
los surgían deslumbradores relámpagos que hacían
más tenebrosa la obscuridad, cuando el continuo '
resonar del trueno hacía temblar el edificio hasta
en sus mismos cimientos. Los truenos iban segui-
37
Los mistersos 306gradoy

dos de gritos de socorro y lamentos de personas,


a los que sucedían horrendos ruidos, rugidos y te-
rribles aparicionees. Allí se ponían a prueba los
nervios de los aspirantes que debían poseer indó-
mita voluntad y un extraordinario valor físico y
moral para poder resistir hasta el fin el efecto de
las tremendas pruebas.
Los débiles eran rechazados invariablemente,
negándoseles la admisión al grado de Epoptera o
Inspección. A los timoratos se les administraban
poderosos narcóticos que les hacían caer en pro-
fundo sueño, del que despertaban recordando de
modo confuso o habiendo olvidado por entero las
terribles escenas de que habían sido testigos, que
creían producidas por horrendo sueño o-terrible
pesadilla.
Veamos ahora lo que dice el libro de Henoch:
Cap. XIV, vers, 12: “Vi una espaciosa habitación
construida con piedras de cristal. El techo tenía
apariencia de agitadas estrellas y de relámpagos
de luz. Llamas ardían en torno a las paredes, y
en los portales flameaba el fuego. Esta vivienda
estaba caliente como el fuego y fría como el hielo.”
Capitulo XVII, vers. 1.: “Me levantaron hasta
cierto lugar en que había una apariencia de ardien-
te fuego, y cuando querían, asumían forma de
hombres — (vers. 3), — y vi los receptáculos de la
luz y del trueno en las extremidades del lugar.
38
entre=Llos— mayas. y quichés

En su carcaj había un arco y flechas, una espada


de fuego y todo género de centellas.”
Capítulo XXI, vers. 4.”: “Después pasé a otro
horripilante lugar — (vers. 5.) —en donde pude
contemplar un gran fuego de grandes y chisporro-
teantes llamas, en medio del cual había una gran
división, pues unas columnas de fuego se abrían
paso hasta el fondo del abismo. (Vers. 6.”.) Este
era el lugar del sufrimiento.”
Los que resistían la última prueba de la Autop-
sia, nombre con que se designaba entonces la ini-
ciación, eran despedidos con estas tres palabras:
Kon-x Om Pan-x que, aunque parezca extraño, no
tienen significación alguna en el idioma griego. El
capitán Wilford dice en su Ensayo sobre Egipto
que corresponden a las palabras Camsha Om Pans-
ha que pronuncian los brahmanes todos los días
para anunciar a sus devotos la terminación de las
ceremonias religiosas. Su traducción es: “Retíra-
te, profano.” De suerte que corresponden al tte
missa est de la Iglesia católica.
Estas palabras no son sánscritas, sino mayas.
“Con-ex Omon Panex”, vete, extranjero, dispér-
sate, son vocablos del idioma que hablaban los an-
tiguos habitantes del Yucatán y que usan todavía
sus descendientes, los aborígenes de este país. Es
probable que fueran empleadas por los sacerdotes
de los templos mayas para despedir a los miembros

d9
Los misterios sagrados
encon-
de sus sociedades místicas, entre las cuales
tramos los mismos símbolos que en los templos
egipcios y en las Logias masónicas. |
Quiero demostraros que los antiguos y Sagra-
dos misterios y, por consiguiente, el origen de la
Francmasonería, datan de un período mucho más
remoto de lo que suponen los más entusiastas es-
tudiantes de su historia. Voy a seguir paso a paso
sus huellas partiendo de este continente en que ha-
bitamos (América), desde donde los colonizadores
mayas transportaron sus antiguos ritos y ceremo-
nias religiosas no sólo a las orillas del Nilo, sino
también a las del Éufrates y a las costas del Océa-
no Índico, hace por lo menos 11.500 años.
Pero volvamos a los misterios de Eleusis. Sin
duda alguna los masones han de reconocer muchas
ceremonias de su Orden en las pruebas a que eran
sometidos los Mystai, con objeto de comprobar st
eran aptos para llegar al grado de Ephoroz. Ahora
bien, si la Francmasonería no tuvo su origen en
los sagrados Misterios de la antigitedad ¿cómo po-
drían estos ritos haberse introducido en ella?
Los Ephoroi estaban ya preparados para el
tercer grado, tel de Epopteia, que era el más sagra-
do de todos. En éste eran presentados los Epopta:
Oo “inspectores de sí mismos” ante los dioses, quie-
nes, según se creía, aparecían a los iniciados. Pro-
clo, filósofo que había sido discípulo del divino
40
entre los mayas y quichés

Platón, dice en sus comentarios a la República de


su maestro: “Los dioses se exhiben bajo muchas
formas y aparecen con diversas apariencias en to-
das las iniciaciones y misterios. A veces su luz sin
forma se hace visible. Unas veces, la luz aparece
- bajo la forma humana, y otras, asume una apa-
riencia diferente.” Y en sus comentarios sobre el
primer Alcibíades dice también: “Antes de que el
dios aparezca en el más sagrado de los misterios
se hacen visibles los impulsos de ciertos demonios
terrestres, atrayendo al iniciado desde el bien puro
a la materia.” A continuación se ponían al alcance
de quienes aspiraban a ser Epoptaz todo género
de seducciones imaginables para excitar sus pasio-
nes. Eran invitados a entregarse libremente a la
voluptuosidad, al goce de toda clase de placeres
mundanales, antes de renunciar a ellos para siem-
pre. No se omitía nada de lo que pudiera hacer des-
cender a los aspirantes de su estado moral y físico,
y se recurría a todo cuanto les podía hacer caer en
la tentación. ¡Desgraciados si permitían que por
un solo instante sus sentidos se impusieran a la
razón, pues, antes de que pudieran percatarse de
cuál era su situación y de que pudieran volver a
concentrar sus pensamientos dispersos, el deslum-
brante ambiente de que se hallaban rodeados des-
aparecía como por arte de magia para hundirles en
densísimas tinieblas; la tierra cedía bajo sus pies,
AI
Los misterios sagrados

y eran precipitados a un profundo abismo, y quie-


nes lograban escapar con vida de él, no volvían a
recobrar la razón.
Theón de Esmirna divide los misterios en cin-
co partes, en su obra Matemática:
1.* La purificación.
2.2 La recepción de los ritos sagrados.
3.* La Epopteia, o recepción.
4.* Fin y objeto de la revelación, la construc-
ción de la cabeza y la colocación de las coronas.
s* La amistad y la comunión interna con
Dios, que era el último y más terrible de todos los
misterios.
Supónese que el profeta Ezequiel alude a estas
indicaciones cuando habla de las abominaciones
que cometieron los antiguos idólatras de la casa de
Israel en las tinieblas, cada hombre en las cámaras
de su fantasía. |
Citemos una vez más el libro de Henoch: Ca-
pítulo XXIT. — “Desde alli me encaminé a otro
lugar en cuya parte occidental vi una grande y ele-
vada montaña, una fuerte roca y cuatro deliciosos
sitios.”
Cap. XIV, vers. 14. — “Después marché a otra
habitación menos espaciosa que la anterior. Todas
las entradas abiertas ante mí habían sido erigidas
en el centro de una vibrante llama. Vers. 18: Su
pavimento descansaba sobre fuego; arriba se veian
42
extbre- To0S" Wayas?3y quichés

brillantes y agitadas estrellas, mientras que su te-


cho despedía un fuego deslumbrador. Vers. 21: Un
ser resplandeciente en extremo sentóse sobre el
globo del brillante sol. Vers. 24: Ante mí conti-
nuaba levantándose un fuego que abarcaba gran
extensión.”
Dícese que la ordalía a que eran sometidos los
candidatos antes de ser admitidos en los misterios
egipcios eran más severas todavía, y que Pitágo-
ras con toda su sabiduría, estuvo a punto de fra-
casar en ellas.
Unicamente los sacerdotes eran quienes podían
llegar a comprender por entero los misterios. Tan
sagrados eran los secretos que en ellos se conser-
vaban que no eran admitidos a su participación
muchos sacerdotes, pues únicamente se comunica-
ban a quienes lo merecían. Por eso dice Clemente
de Alejandría: “que los egipcios no confiaban sus
misterios a todo el mundo, ni degradaban los se-
cretos divinos revelándolos a los profanos, sino
que, por el contrario, los reservaban para el here-
dero aparente del trono y para los sacerdotes que
destacaban por su virtud y su sabiduría”.
Según se observa por las referencias existen-
tes sobre este asunto, había dos especies de miste-
rios: los mayores y los menores, que se subdivi-
dían a su vez en numerosas clases. Los candidatos
a la iniciación debían ser puros y de carácter irre-

43
Los misterios sagrados

prochable. Se les ordenaba que estudiaran ciertas


lecciones para purificar sus almas. Ascender a los
erandes misterios era un honor señaladisimo y di-
fícil de conseguir. Dice Samuel Birch que en una
inscripción de un alto sacerdote egipcio se lee lo
siguiente: “Que él conocía las distribuciones de la
Tierra así como las de Heliópolis y Menfis; que él
había descubierto los misterios de todos los san-
tuarios; que nada había oculto para él; que adoraba
a Dios y le glorificaba en todos sus actos, y que
ocultaba en su corazón todo cuanto había visto. Si
él no hubiera guardado tan escrupulosamente sus
secretos, nos habría dicho que la figura del dios
Osiris en cuyo honor se celebraban los misterios y
cuyo nombre no se atrevían a pronunciar los ini-
ciados se aparecía al candidato, como le ocurrió
en Heliópolis a Pianchi, rey de Etiopía.
En un período posterior cuando las antiguas
costumbres se habían relajado debido a la invasión
del país por extranjeros y las riendas del gobierno
habian pasado a poder de los persas, griegos y
romanos, se admitieron en los misterios menores
a muchas personas que no eran sacerdotes. Pero
todas debían de pasar por los diferentes grados y
someterse a las reglas prescritas, como les ocurrió
a Thales, Eumolpio, Orfeo, Pitágoras, Platón,
Herodoto y muchos otros.
No pretendo describir ahora detalladamente las
44
entre los” mwayas:y quichés
iniciaciones en los misterios que se celebraban en
honor del dios Sol, Mithra, instituídas por Zo-
roastro; baste decir que Porfirio relata que, según
manifestaba Eubulo, este filósofo y reformado
eligió una caverna situada en un hermoso paraje
de las montañas próximas a Persia, para dedicarla
a Mithra, el Sol, creador y padre de todos los
seres; que la dividió en figuras geométricas por
cuyo medio pretendía representar a los climas y
elementos; en una palabra, que hizo una imitación
en pequeño del orden y disposición del universo
realizados por Mithra. Después de muerto Zoroas-
tro llegó a hacerse habitual la consagración de ca-
vernas para celebrar los misterios en ellas, cosa
que todavía puede verse en la India y el Japón.
Quienes aspiraban a iniciarse en los misterios
- de Mithra eran sometidos a tremendas pruebas; en
una de las cuales se ponían a prueba la docilidad y
el valor del aspirante a quien un sacerdote orde-
naba que asesinase a un hombre. Plutarco refiere
en la vida de Pompeyo que estos misterios fueron
importados a Occidente por los piratas sicilianos
sesenta y ocho años antes de la era cristiana apro-
ximadamente. Hallaron gran aceptación en el mun-
do grecolatino y pronto se contaron sus iniciados
por millares. Los misterios de Mithra llegaron a
ser tan populares en tiempos del emperador Adria-
no que el escritor griego Pallas compuso un poema
45
Los misterios sagrados

referente a los mismos, el cual ha conservado Por-


firio en un tratado especial acerca de la abstinencia
de carne animal.
Las misteriosas iniciaciones producían intensa
impresión a los iniciados, pues a veces Se ofren-
daban e inmolaban víctimas humanas so pretexto
de expiación: Dice Orígenes que las ceremonias de
los sacerdotes consistían en imitar los movimientos |
de los cuerpos celestes y de los planetas; en una
palabra, los de los cielos. Los iniciados tomaban
sus nombres de las constelaciones, y se disfrazaban
de animales. Una teología puramente astronómica
se enseñaba en estos misterios, en que se hacían la
purificación por medio del agua en honor de la
diosa Ardvi coura anáhita, “La de las aguas celes-
tiales”, la confesión de los pecados y una especie de
eucaristía u ofrecimiento de pan, que todavía ob-
servan los parsis o adoradores del fuego habitan-
tes en la India. Puede decirse que la religión de
Mithra había llegado a ser la del Estado durante
los últimos años del imperio romano. Por lo tanto,
no debe extrañarnos que se difundiera por las
provincias romanas de la Galia y Britania, ni que
algunos de sus ritos se hayan abierto paso en la
Francmasonería y se practiquen en nuestros días.
De esta forma la Francmasonería se relaciona con
los antiquísimos y sagrados misterios fundados por
Zoroastro, cuya existencia fija el autor del Zend-
46
EN TO FM ES IN Guichés

Avesta en el año 1100 antes de Cristo, y Hermip-


po, el traductor griego de su obra, en el año 5000
antes de la toma de Troya.
En el Indostán existe una secreta Sociedad
de sabios cuyo objeto consiste en estudiar todas las
ramas de la filosofía y, particularmente, el des-
arrollo espiritual del hombre. A la fraternidad di-
rectora que se halla establecida en el Tíbet, perte-
necen el soberano pontífice y otros dignatarios de
la religión de los Lamas. Estos sabios reciben en
la India el nombre de Mahátmas (almas grandes)
o Hermanos. Para obtener este título es preciso
someterse a luengas y abrumadoras pruebas y pa-
sar por ordalías de terrible severidad. Muchos de
los Chélas (así se llaman los aspirantes), han
dedicado a su labor veinte o treinta años de ar-
diente y pura devoción, y no se hallan todavía más
que en los primeros grados.
Estos Mahátmas son los sucesores de esas sO-
ciedades secretas de sabios brahmanes que se hi-
cieron célebres por su sabiduría en tiempos remo-
tísimos y cuyos colegios o Logias, situados siempre
en elevados montículos naturales o artificiales no
pudo conquistar Alejandro el Grande. Philostrato
refiere que su sistema de defensa consistía en ro-
dearsede nubes, por cuyo medio se podían hacer
visibles o invisibles a voluntad, y lanzar, ocultos
tras de ellas, rayos y truenos contra sus enemigos.

47
Los misterios sagrados

Es evidente que conocían la pólvora o algún otro ex-


plosivo de naturaleza semejante, y que se valían de
minas explosivas para destruir a los asaltantes (*).
Estos brahmanes afirman que han sido los maes-
tros de los egipcios, quienes, si tal cosa fuera cier-
ta, habrían recibido de aquéllos su civilización y
conocimientos científicos, del mismo modo que los
caldeos. Sabido es que los Magos eran extranjeros
llegados a Babilonia que poseían, según dice el
profeta Daniel, una sabiduría especial y un idioma
peculiar. Formaban parte de una poderosa Sociedad
en la cual no admitían al principio más que a los
de su pueblo, pues su ciencia era exclusiva y he-
reditaria. La corporación tenía cierto carácter reli-
gioso; todos los sacerdotes debían de ser caldeos.
pero no todos los caldeos eran sacerdotes. Dedica-
ban toda su vida a meditar en problemas filosóficos.
Su estudio favorito era la astronomía; pero adqui-
rieron gran reputación como astrólogos. Los pa-
dres enseñaban a los hijos. Al frente de ellos se
hallaba un soberano pontífice, que recibía el título
de Rab-mag, Venerable, palabra que se pronuncia

(*) Se deduce que el autor desconocía teóricamente la exis-


tencia del poder “fohático”, el “Vril” que Lytton menciona en su
libro: “La Raza Futura”. Los altos Iniciados que desarrollan tal
poder, mediante el despertar del “Kundalini”, que todo ser humano
lleva dormido consigo, pueden producir el rayo, resucitar a un
muerto reciente, como pueden destruir una fortaleza. Jesús fué
uno de tales Iniciados y por ese poder resucitó a Lázaro, calmó la
tempestad, efectuó curas prodigiosas, y llegó a realizar muchas
otras maravillas. (N. del E.)

48
entre los mayas y quichés
en lengua maya Zab-mac y que significa “el ancia- '
no”. En Babilonia constituían la clase más impor-
tante de la Sociedad y eran los consejeros del Rey.
Nada se conoce actualmente acerca de sus ritos
iniciáticos; pero creemos que serían muy similares
a los de los egipcios, puesto que las civilizaciones
de Egipto y de Caldea son gemelas, por ser hijas de
los mismos padres.
He tratado de demostrar de un modo breve
que los antiguos misterios se fundaron siempre con
el mismo objeto en todas las naciones civilizadas
de la antigúedad; es decir, para el cultivo de la
ciencia; la adquisición de conocimientos; el mejo-
ramiento de la naturaleza moral y de la física del
hombre; el desarrollo de las facultades intelectua-
les y mentales y el estudio de las leyes a que obede-
cen los mundos material y espiritual, con objeto de
aproximar cada vez más el hombre a Dios. Guar-
daban en secreto profundo sus descubrimientos y
su saber, ocultándolos por medio de misteriosas
alegorías y de enigmáticos símbolos, pues, como
dice Estrabón: “Rodear las cosas santas de mis-
teriosa obscuridad es hacer venerable a la Divi-
nidad, es imitar a Su naturaleza que los sentidos
del hombre no son capaces de percebir”, o, como
escribía Gregorio de Nacianzo a Jerónimo “cuanto
menos comprenden los hombres ignorantes una
cosa, más la admiran”; ya es sabido que los sacer-
49
4.
— LOS MISTERIOS SAGRADOS
Los mistersos sagrados

preten-
dotes de todas las épocas y religiones han
como
dido siempre que las masas les considerasen
me-
dispensadores de los favores divinos y como
diadores entre el hombre y Dios.
Esta semejanza de los ritos practicados en las
a
iniciaciones y esta identidad de símbolos vienen
demostrar que estos ritos y símbolos han sido
comunicados de unos hombres a otros, del mismo
modo que los secretos de la Francmasonería mo-
derna, que desde su fuente original, la Gran Logia
de Inglaterra, se han difundido por el mundo, gra-
cias a los viajeros y colonizadores que los han
llevado hasta los lugares más remotos del planeta.
Pero, respecto a los Misterios sagrados de los
antiguos es preciso averiguar en dónde nacieron.
Sabemos ya que fueron llevados desde Egipto y
Caldea a Grecia y Roma. ¿De quiénes los recibie-
ron los caldeos y los egipcios? Los brahmanes afir-
man que los magos y los hierofantes fueron dis-
cípulos suyos.
Una vez admitido este aserto, ¿podríamos pre-
guntar que quiénes se los enseñaron a los brah-
manes? No cabe duda de que si les hiciéramos a
éstos esa pregunta, nos responderían que ellos fue-
ron quienes fundaron esos místicos ritos y esas se-
cretas sociedades de sabios. Difícil nos sería con-
tradecirles, si no fuese porque Plutarco y otros
autores griegos han descrito los misterios eleusi-
50
ercer -Los" mayesia .quichés

nos y han tenido la precaución de conservar las


palabras que pronunciaban los sacerdotes oficiantes
al clausurar las ceremonias, así como de confiar
al papel el nombre y la forma que daban a los lu-
gares en que se reunían los iniciados.
Sabido es que los brahmanes emplean muchas
palabras en sus ceremonias religiosas que no perte-
necen al idioma sánscrito, sino que, según se dice,
correspondían a una antigua lengua muerta — la
Acadia — hablada por los habitantes de los países
próximos a la desembocadura del Éufrates. Aun-
que parezca extraño lo cierto es que este idioma
guarda grandes afinidades con el maya, el cual es
todavía el vernáculo de los aborígenes del Yucatán
y de otras comarcas existentes al sur de esta pe-
nínsula. Lo cierto es que las palabras con-*-om-
pan-x no tienen significación alguna en griego, y
que son vocablos puramente mayas, que tienen el
mismo sentido que el que daba a las palabras cam-
sha-om-Pansha el capitán Wildford.
No acaba aquí la cosa. Dícese, además, que el
lugar o templo en que se reunían los iniciados para
verificar sus ceremonias tenía la forma de un rec-
tángulo, [2] y que simbolizaba el Universo. Los
masones modernos han traducido erróneamente
esta idea por medio de la palabra sánscrita loga,
de la cual se ha derivado la voz logia y la forma
del lugar en que se reúnen los masones.
5I
Los misterios sagrados

Los templos tenían la forma de la letra egipcia


ién
M llamada “ma”, palabra que significa tamb
lugar, país y, por extensión, el Universo. Por lo
tanto, los egipcios adoptaron esta forma, no por-
que creyeran que la tierra era cuadrada o rectan-
gular, como sugiere el Dr. Fantón, ya que sabían
muy bien que es esférica, sino porque el signo de la
palabra ma, les sugirió la idea de la Tierra, del
mismo modo que esta última palabra (tierra) nos
lo sugiere a nosotros. Pero ma es, además, la radi-
cal de Mayax y significa también el país, la tierra
en lengua maya. Los mayas eligieron el rectán-
gulo [2] para representarla, porque es la forma
geométrica que más se aproxima o parece a los
contornos de la península del Yucatán.
De suerte que ya hemos encontrado un puente
para cruzar la enorme extensión de agua que se-
para al continente oriental del occidental: una clave
que nos ha de conducir al lugar donde nacieron los
antiguos misterios sagrados en estas TP “Tie-
rras de Occidente”, 32 esta “Tierra de Kus”, la
madre tierra de los dioses y de los antecesores de
los egipcios, en donde el dios Osiris reinaba supre-
mo en las almas emancipadas de las trabas de la
materia. ,
Las ruinas de las antiguas ciudades mayas ya-
cen ocultas en las espesuras de los bosques de la
52
CARTES VOS". MA A Y gu ich és

América Central bajo una capa de verdor. Alli


pueden verse vestigios desmoronados y admira-
bles de grandes monumentos antiguos, testimonios
fehacientes del poderío y de la civilización, así como
de la capacidad intelectual y científica de las pode-
rosas razas que los erigieron y que han desapare-
cido para siempre en el vórtice irresistible del
tiempo.
En Uxmal, que es una de las viejas y grandes
metrópolis yucatanas, existe un montículo artifi-
cial de extraordinaria construcción.
Oriente

Occidente
Plano de la planta del Santuario

La estructura mide en conjunto 29 metros de


altura, 66 de longitud en la base y 33 de anchura.
53
Los mistertos sagrados

La parte inferior tiene la forma de un cono elip-


en
tico truncado de 14 metros de altura, dividido
me-
siete rampas, cada una de las cuales tiene dos
trun-
tros de altura. En el plano superior del cono
me-
cado, que forma una terraza de treinta y cinco
tros de largo por diez de ancho, se hallan: el San-
occi-
tuario, o Santo de los Santos, orientado hacia
-
dente, cuya planta tiene forma de una cruz recru
zada, y una pirámide truncada rectangular de seis
metros de altura, cuyo plano superior soporta el
edificio que corona la estructura, el cual tiene seis
metros de altura, veintinueve de largo y siete de
ancho.
Este edificio, emblema de las “Tierras de Occi-
dente” consta de tres cámaras de 2,25 metros de
Oriente

S=<S SSSSS5SSS
TB S
RR

Occidente
Planta del Santuario

anchura, que originalmente no tenían comunica-


ción alguna entre sí. En los muros de medianería
se han abierto boquetes que no sólo han debilitado
mucho la construcción, sino que parecen haber
sido hechos con propósito destructor,
54
en trie, los. mayas y. quichés

Las cámaras situadas a los extremos tienen el


mismo tamaño (5,50 metros de largo), mientras
que la central mide 7,25 metros de longitud. La
puerta de esta cámara se abre en el muro occiden-
tal, y conduce, por medio de una escalerilla, a una
terraza formada por el techado del santuario.
Desde esa terraza que se eleva por encima de
las neblinas que cubren las tierras bajas, podrían
contemplar los sacerdotes y los astrónomos el cur-
so de los astros en el limpido cielo sin nubes del
Yucatán, en donde la atmósfera es a veces tan
transparente y pura que pueden distinguirse a
simple vista muchas estrellas sólo visibles en otros
países con ayuda del telescopio. |
Las puertas de las otras dos habitaciones se
hallan en la parte oriental. Sus techos tienen for-
ma de bóveda triangular, como todos los de las
habitaciones existentes en los monumentos del Yu-:
catán y de América del Centro. Los constructores
adoptaron testa forma, no porque ignorasen el arte
de construir bóvedas circulares, ya que erigían
edificios con cúpulas, sino siguiendo ciertas doc-
trinas esotéricas que pertenecian a los misterios y
guardaban relación con los místicos números 3,
0 A
Este género de bóvedas se encuentra también
en las antiguas tumbas de Caldea, en Mughier
— en el centro de la gran pirámide egipcia de Ghi-
55
x
Los misterios sagrados

zeh y en los monumentos más antiguos de Grecia,


como, por ejemplo, en la cámara del tesoro exis-
tente en Mikene, en las tumbas de Etruria y en
otros lugares.
Henoch refiere en su libro que el subterráneo
que había construido él en la tierra de Canaán

IPETPITOPPESFDL

¡Tú eres Bait (el alma); tú eres Athor, una de las Bias; tú eres
Akori! ¡Salve, padre del mundo! ¡Salve, triforme Dios!

en la montaña con ayuda de su hijo Matusalén,


era una imitación de los nueve subterráneos que le
había mostrado Dios, y que cada cámara tenía una
bóveda por techo, cuyo ápice estaba formado por
una piedra-clave en que se habían inscrito mirí-
ficos caracteres. Dícese que cada una de las nueve
letras representaba uno de los nueve nombres de
los atributos de la Divinidad trazados con carac-
teres emblemáticos. Luego Henoch fabricó con oro
puríisimo dos triángulos, y trazó en cada uno
de ellos un signo misterioso. Uno de estos trián-
guloslo colocó en la bóveda más profunda, y el
otro se lo entregó a Matusalén, a quien él confió
importantes secretos.
Por consiguiente, las bóvedas triangulares son
56
entre los mayas y quichés
hitos de una y misma doctrina practicada en re-
motos tiempos en la India, Egipto, Caldea, Gre-
cia, Etruria y América Central.
En los techos de las habitaciones situadas en
los extremos norte y sur del edificio se ven semies-

|
|A
»| ll
¡=> == ya

Figura 1 ) Figura 2

feras de diez centimetros de diámetro esculpidas


en acentuado relieve con las que se tratan de re-
presentar las estrellas que embellecen el firmamento
durante la noche. En el interior del triángulo que
forman en cada una de las mencionadas habita-
ciones las lineas convergentes de la bóveda se ven
también algunas de estas semiesferas: las del nor-
te forman un triángulo (fig. 1); mientras que las
de la habitación situada al sur, cuyo número es
cinco, figuran un trapecio (fig. 2), encontrándose
una de estas semiesferas en el centro.
; La cámara central está desprovista hoy día de
todo género de adornos. Su longitud de siete me-
tros, es el único vestigio que subsiste para indicar-
nos que antiguamente se practicaron en ella ritos
57
Los misterios sagrados

y ceremonias pertenecientes al tercer grado de la


iniciación. A esta cámara se podía llegar por la
estrecha terraza que daba la vuelta al edificio;
pero tengo la certidumbre de que quienes tenían el
privilegio de reunirse en este recinto llegaban a él
por la parte occidental, pues había una escalinata
de nueve metros de anchura que conducía desde el
patio adjunto al palacio de los sacerdotes hasta la
entrada del santuario. Otra escalera de 2,40 metros
de anchura situada een el lado norte del santuario,
conducía desde la entrada de éste hasta la terraza
superior, así como al tejado de este monumento y
a la cámara central. El acceso a las habitaciones
situadas al norte y al sur se conseguía por medio
de una gran escalinata de noventa y seis peldaños,
cada uno de los cuales tenía veinte centímetros de
altura, escalinata que conducía a la terraza supe-
rior que rodeaba al edificio entero. Esta escalinata,
situada en la parte oriental del montículo, tiene
catorce metros de anchura y es tan empinada como
la de la parte este, de modo que es menester subirla
con muchísimo cuidado para llegar sano y salvo
a la cumbre.
A pocos centímetros sobre el dintel de la puerta
que da entrada al santuario se ve una cornisa que
da la vuelta enteramente al edificio. En ella están
esculpidos repetidas veces estos símbolos:

58
entre los mayas y quichés

En la parte inferior de esta cornisa se ven pe-


queñas argollas de piedra de las que se colgaban
cortinas para ocultar el Santo de los Santos a la
vista de los profanos.
El exterior del monumento estuvo en un tiem-
po ornamentado con esculturas primorosas bella-
mente ejecutadas que han desaparecido casi por
completo. Las que todavía adornan los muros ex-
teriores del santuario demuestran que quienes las
labraron eran habilisimos artistas, mientras que las
exquisitas proporciones del edificio nos revelan los
grandes conocimientos matemáticos y científicos
a que habían llegado los arquitectos que proyecta-
ron el monumento y dirigieron su erección.
Los ornamentos de que están cubiertos los mu-
ros son notables por muchos conceptos, pues no
sólo se encuentran entre ellos inscripciones en len-
gua Maya, esculpidas con caracteres idénticos por
su forma, significación y valor a los que se han
descubierto en los templos egipcios, sino que, ade-
más, hay símbolos pertenecientes a los antiguos
misterios sagrados de Egipto y a la Francmaso-
nería moderna. En agosto de 1880 encontré yo en-
tre las ruinas existentes al pie del montículo peda-
59
Los misterios sagrados

zos de lo que fuera en un tiempo estatua de un


sacerdote. La parte de la estatua que más me llamó
la atención era la comprendida entre la cintura y
las rodillas. El personaje llevaba sobre su vesti-
dura un delantal con una mano abierta, tal como

se ve en la ilustración adjunta, símbolo que los


miembros de la fraternidad masónica han de reco-
nocer fácilmente.
No se debe olvidar que, según refiere Platón,
los sacerdotes de Egipto habian asegurado a Solón
en el año 600 antes de Cristo, que sus relaciones
con los habitantes de las “Tierras de Occidente”
estaban interrumpidas desde hacía 9.000 años, a
consecuencia de grandes cataclismos, durante los
cuales la gran isla de Atlantis desapareció en una
noche, sumergiéndose bajo las aguas del océano (*).
(*) No fué la gran isla de Atlantis la que hace unos 11.599
años desapareció de la superficie del océano Atlántico, sino la isla
Poseidón, o Poseidonis, último resto del continente atlante, mucho
tiempo antes desaparecido, según detalladamente refiere el señor
Scott Eliot en su notable libro: La Historia de los Atlantes, ilus-
trada con cuatro grandes mapas, publicada en español por la
Editorialde R. Maynadé.

60
entre los mayas y quichés
¿No es cierto, pues, que tenemos razón cuando
conjeturamos que los monumentos de Mayax exis-
tian hace 11.500 y que en ellos se celebraban mis-
terios similares a los de Egipto? En apoyo de esta
creencia nuestra vienen los símbolos ya mencio-
nados existentes en las cámaras, la construcción
de éstas, las esculturas de la cornisa que da la
vuelta al edificio y que representan cruces de hueso
y esqueletos con los brazos y las manos levantados,
contraseña que muchos masones no pueden dejar
de reconocer; además, en los muros de la residen-
cia sacerdotal y en el edificio adjunto al templo
existen otros emblemas, que pienso explicar a con-
tinuación. Creemos que este es el edificio consa-
grado a ritos y ceremonias secretas más antiguo
del mundo. Asimismo sus constructores deben ha-
ber sido los fundadores de los misterios sagrados,
que, más tarde, fueron transportados desde Mayax
a la India, Caldea y Etruria por colonizadores y
misioneros.
Difícil es hoy día conjeturar qué ceremonias
realizaban los mayas en sus iniciaciones, puesto
que todos sus libros, excepto cuatro, fueron des-
truídos por los frailes que llegaron al Yucatán
acompañando a los aventureros españoles durante
la conquista.
Pero deben de haber sido similares a los ritos
iniciáticos que practicaban los quichés — rama de
Ó1
Los misterios sagrados

la nación maya —en Xibalba, población. situada


en el corazón de las montañas guatemaltecas. En el
Popol-Vuh, libro sagrado de los quichés, leemos
que los aspirantes a-la iniciación en los misterios
debían cruzar dos ríos, uno de los cuales era de
barro, y el otro de sangre, antes de llegar a lós
cuatro caminos que conducían al lugar en dónde
les esperaban los sacerdotes. Al cruzar estos ríos
había que evitar numerosos peligros. Después -los
- aspirantes debían recorrer los cuatro caminos—
el blanco, el rojo, el verde y el negro— que condu-
cían a donde les esperaba el consejo compuesto de
doce sacerdotes velados y una estatua de madera
vestida y adornada como éstos. Cuando se hallaban
en presencia del consejo, se les decía que saludaran
al Rey, señalándoles la estatua. Esto se hacía para
poner a prueba su discernimiento. A continuación
debían saludar a cada uno de los individuos dán-
doles el título que les correspondía sin que este
título se lo hubieran dicho antes, después de lo cual
les ordenaban que se sentaran en determinado
asiento. Y, si dando al olvido el respeto debido a
la augusta asamblea, se sentaban como se les ha-
bía invitado, pronto tenían motivos para lamentar
su carencia de buena educación y de debida pre-
paración, pues el asiento hecho de piedra estaba
tan caliente que abrasaba. Si declinaban con mo-
destia la invitación eran conducidos a la “Casa
62,
entre los mayas. y quichés
Obscura”, en donde habían de pasar la noche y
someterse a la segunda prueba. Alrededor del edi-
ficio se colocaba una guardia especial para impedir
que los candidatos se comunicaran con quienes se
hallaban fuera de él. Después se daba a cada can-
didato una antorcha de madera de pino y un ciga-
rro, que no debían dejar apagar. Sin embargo, era
menester que devolvieran estos objetos enteros al
llegar la aurora. ¡Desventurado del que permitía
que su antorcha y su cigarro puro se consumieran!,
pues entonces le esperaban terribles castigos y qui-
zás la muerte.
Al salir triunfantes de esta segunda prueba se
sometían a la tercera en la “Casa de las Lanzas”,
en donde debían de producir cuatro tiestos de cier-
tas flores raras sin comunicarse con nadie de fue-
ra, ni llevarlas consigo al entrar; además, tenían
que defenderse durante toda la noche dealos ata-
ques de los mejores lanceros, escogidos al efecto,
de modo que hubiese uno por candidato. Si al lle-
gar la aurora salían victoriosos de esta. prueba,
pasaban a la cuarta, que consistía en permanecer
encerrado durante toda una noche en la “Casa de
Hielo”, sin que el frío intensísimo de la cámara
les produjera la muerte.
La quinta prueba no era menos terrible, pues
consistía en pasar toda una noche en compañía de
salvajes tigres en la “Casa del Tigre”, expuestos
63
Los. mtidreér ios. OPUS

a ser despedazados o devorados por los feroces


animales. Si lograban salir sanos de este antro se
les sometía a la sexta prueba en la “Casa ardien-
te”, que era un horno encendido en donde habían
el alba.
de permanecer desde la puesta del sol hasta
-
Si salían indemnes estaban en condiciones de some
ser
terse a la séptima prueba, que tenía fama de
la más severa de todas y se verificaba en la “Casa
de los murciélagos”. Dice el libro sagrado que
esta casa era la de Camazotz, el “Dios de los mur-
ciélagos”, llena de mortíferas armas, en donde el
mismo Dios se aparecía a las candidatos y les de-
gollaba si perdían la guardia.
¿No nos recuerdan, acaso, estas iniciaciones
las visiones de Henoch: la llameante casa de cris-
tal caliente como el fuego y frío como el hielo; el
lugar en que se veía el arco de fuego, el estreme-
cimiento de las flechas, y la espada de fuego; la
prueba en que había que cruzar la murmurante
corriente y el río de fuego; los extremos de la tie-
rra poblados por animales y aves monstruosos, y
la habitación en que se aparecía un ser resplan-
deciente sentado sobre el globo solar? Por último,
el tamarindo situado en el centro de la tierra, que,
según le dijeron a Henoch, era el Árbol de la Sabi-
duría, halla su semejante en el calabacero, situado
en medio del camino, en donde los de Xibalba colo-
caron la cabeza de Hunhun Ahpu, después de ha-
64
entre los mayas y quichés
berle sacrificado por no haber podido soportar la
primera prueba de la iniciación. Hasta el mismo
título de F]A P=VWW> Hach-mas, “el verda-
dero hombre, el hombre real” con que se designaba
al gran sacerdote de Mayax, título que se ve en el
busto del Supremo Pontífice, el príncipe Cay Can-
ch1, hijo del rey Can de Uxmal, nos recuerda al
del jefe de los magos de Babilonia.
Estas eran las horrendas pruebas por que te-
nían que pasar en Xibalba los candidatos que aspi-
raban a iniciarse. ¿No parece, acaso, una contra-
parte de lo que ocurría en forma más suave en la
iniciación en los misterios eleusinos y en los gran-
des misterios egipcios de los que se habian copiado
los de Grecia? Los conocimientos que los jefes de
los misterios de Xibalba exigían a los candidatos
antes de admitirles, con objeto de que supieran
distinguir entre los hermanos velados y la estatua
de madera que se les señalaba como rey, evitara
el sentarse en la ardiente piedra, conservar encen-
didos la antorcha y el puro, impidiendo que se con-
sumieran, producir las flores que se les pedía cuan-
do se hallaban aislados del mundo en una cámara,
defenderse de los ataques de hombres diestros en
el manejo de la lanza, protegerse contra el intenso
frío de la “Casa de Hielo”, permanecer indemnes
entre los tigres salvajes, o sin quemarse en el hor-
no ardiente, ¿no nos recuerdan esas fiestas simi-
65
5. —1LOS MISTERIOS “SAGRADOS
Los misterios sagrados”
lares que según se dice practican los Mahátmas,
los Hermanos de la India? ¿No nos traen a la me-
moria también algunos párrafos del libro de Da-
niel, de ese profeta iniciado en los misterios de los
Caldeos y de los magos, los cuales se dividían en
tres clases o géneros, de tal suerte que los más
sabios ostentaran grado superior, según refiere
Eubulo ?
- ¿Puede decirse, acaso, que los misterios fueron
importados al continente americano desde Egipto
o Caldea o la India o Fenicia? Entonces es pre-
ciso preguntar que cuándo ocurrió tal cosa y quién
los trajo. ¿Qué hechos se pueden aducir en apoyo
de ese aserto? ¿Por qué razón eran mayas en vez '
de griegas o sánscritas las palabras con que los
sacerdotes despedian a los asistentes al terminar
las ceremonias de los misterios eleusinos y los
brahmanes al finalizar sus ceremonias religiosas?
¿No es posible que las palabras de despedida se
siguieran pronunciando en el idioma de quienes
instituyeron y enseñaron por vez primera los ritos
y ceremonias de los misterios? No cabe duda algu-
ma de que los misterios sagrados han existido en
América desde tiempo inmemorial. Aun dejando
a un lado las pruebas de su existencia recogidas
por nosotros en los monumentos de Uxmal y la.
descripción de las pruebas iniciáticas que se rela-
tan en el libro sagrado de los quichés, encontra- *
66
entre los mayas y quichés

mos vestigios de ellos en varios paises del conti-


nente Occidental.
Garcilaso de la Vega cuenta que la ley no con-
sentía adquirir cultura a los peruanos que no per-
teneciesen a la nobleza. También allí, como en
Egipto, en Caldea, en Etruria, en la India y en
Mayax la ciencia era privilegio de los sacerdotes
y de los reyes. La clase sacerdotal ostentaba la su-
premacía. Las órdenes sacerdotales no se confe-
rían más que a los jóvenes que habian dado prue-
bas de suficiencia para tan importante ejercicio;
y, antes de que ellos pudieran ser admitidos en la
Sociedad de los Amautas u hombres sabios, lo cual
se consideraba como gran honor, debían someterse
a severísimas ordalías. Las ceremonias y ritos ini-
ciáticos fueron importados al Perú por los ante-
. cesores del fundador de la dinastia de los Incas,
Manco Capac, quienes eran colonizadores proce-
dentes de la América del Centro, según leemos en
un incunable escrito en Lima a principios del año
¿1631 por el jesuita Anello Oliva, libro que hoy día
se conserva en la biblioteca del Museo Británico de
Londres. El nombre quichúa con que se designa el
idioma del Perú, indica directamente que los qus-
chés, pertenecientes a una rama de la nación Maya,
fueron quienes llevaron la civilización al Perú.
Si desde América del Sur nos encaminamos a
Nuevo Méjico encontraremos allí a los zuñís y
67
Los misterios sagrados

otros pueblos indios que, por haber conservado la


independencia desde que en los primeros días de la
conquista sacudieron el yugo de los españoles, han
sido poco influenciados por la civilización europea;
viven actualmente como lo hicieron sus anteceso-
res hace muchos siglos, y no sólo conservan cuida-
dosamente la pureza de su idioma, que enseñan a
hablar correctamente a sus hijos, sino también sus
costumbres, tradiciones, antiguos ritos y oObser-
vancias religiosas.
Frank Cushing, que fué comisionado por la
Smithsonian Institution de Wáshington para es-
tudiar sus costumbres y usos, ha sido adoptado
por la tribu y ha llegado a ser uno de sus jefes
más influyentes. Una de las cosas más interesantes
descubiertas por él, es la existencia de doce órde-
nes sagradas, con sus sacerdotes, iniciaciones y ri-
tos sagrados, que han sido conservados con tanto
cuidado como los secretos de los misterios anti-
guos, con los cuales tienen grandes semejanzas.
Cushing ha sido iniciado en muchas de estas ór-
denes, para lo cual ha debido someterse a ordalías
casi tan severas como las de Xibalba, de las que,
sin duda, se derivan, pues fueron introducidas en-
- tre ellos por los colonizadores mayas y, más tarde,
por los invasores nahualtas. Los invasores nahual-
tas dominaron durante mucho tiempo en Méjico
y en algunas zonas septentrionales de la América
68
ER Fer LoS mayas y quichés

Central; pero los aborígenes de estos países logra-


ron expulsarles, obligándoles a dispersarse en to-
das direcciones hacia fines del siglo xt1 de la era
cristiana. Algunos llegaron hasta el golfo de Cali-
fornia y Arizona. Los indios yaquis, vecinos de
los mayos y habitantes de las comarcas bañadas
por los rios Yaqui y Mayo en Sonora sor: descen-
dientes de una tribu nahualta, que, probablemente,
enseñó sus prácticas religiosas a las naciones limí-
trofes y a los habitantes de las siete ciudades de
Cibola, entre quienes comprendemos a los zuñís.
La institución de las doce Órdenes sagradas nos
recuerda a los doce sacerdotes que presidían las
iniciaciones en los sagrados misterios de Xibalba.
Al tratar de descubrir el origen de la institu-
ción de los misterios sagrados, de que parece pro-
ceder la Francmasonería y al seguir sus vestigios
de país en país, hemos cruzado el océano, llegando
a este continente occidental, a estas misteriosas
“Tierras de Occidente”, en que, según creían los
egipcios, moran las almas de los hombres buenos
entre los bienaventurados. Por lo tanto, es en ese
país en que se decía que reinaba supremo Osiris,
en donde podremos encontrar la verdadera signifi-
cación de los símbolos tenidos por sagrados por los
iniciados de todos los países, simbolos que han lle-
gado hasta nosotros envueltos todavía en el velo
casi impenetrable del misterio que tejieron en su

69
Los misterios sagrados

torno sus inventores. Mis largas investigaciones


entre las ruinas de los antiguos templos y palacios
de los mayas han sido recompensados, pues he po-
dido aprender en su fuente la significación esoté-
rica de algunos símbolos, cuya interpretación ha
confundido a muchos sabios: el origen del simbo-
lismo de los números 3, 5 y 7 y de su conversión
en cifras místicas.
Todo el que haya estudiado historia sabrá que
tanto los sacerdotes de las naciones civilizadas
como de las salvajes, han proclamado siempre y.
desde la más remota antigitedad que el saber cons-
tituye un privilegiode su casta, concedido como ía-
vor especial por el Espíritu gobernador del Uni-
verso. Por esta razón han ocultado a los demás
hombres sus tesoros intelectuales, envolviéndolos
en el velo del misterio. Cuidadosamente han encu-
bierto ellos todos sus descubrimientos científicos
y artísticos bajo el velo de los símbolos y han re-
servado su significación secréta y esotérica para
los iniciados, no dando otra explicación pública y
exotérica de los mismos que la que mejor convenía
a sus propósitos. Supieron poner en práctica el
principio de que “era necesario ocultar los descu-
brimientos de los filósofos en las obras de arte o
de la naturaleza a quienes eran indignos de cono-
cerlos”, enunciado por el monje inglés Roger Ba-
con, hombre ilustre a quien encerraron en una pri-
70
entre _ los _mayas. y :quichés
sión sus ignorantes hermanos a causa de su gran
erudición. Este mismo principio lo sustentan tam-
bién los brahmanes, los sacerdotes buddhistas del
Tibet, los Adeptos de la India y, podría añadir, que
los jesuítas, aunque éstos son muy inferiores en
cuanto a sabiduría a los demás; ese secreto ha sido
conservado durante siglos y sigue siéndolo, porque
es la mejor garantía de su poder y de su honor.
Los sacerdotes de Mayax deben haber sido tan
aficionados a la simbología como sus congéneres
de la India, Egipto, Caldea, etc., a juzgar por los
numerosos artificios y emblemas que intervienen
en la ornamentación de los templos y de los pala-
cios existentes en las antiguas ciudades derruídas
del Yucatán. Entre estos artificios y emblemas hay
muchos que pertenecen claramente a sus sagrados
misterios.
El estudio de las reliquias pertenecientes a la
antigua civilización maya ha puesto de manifiesto
en mi pensamiento la fuente de muchas de las pri-.
mitivas tradiciones de la humanidad, que han lle-
gado hasta nosotros gracias a los libros sagrados
de los hindúes, caldeos, egipcios y judíos. Éstos,
que las aprendieron de los caldeos y de los egip-
cios, las consignaron en el Pentateuco, libro atri-
buído durante mucho tiempo a Moisés, aunque,
según Matthew Henry y otros comentaristas que
se tienen por ortodoxos, debió haber sido escrito
28
Dios “mwisiterids "OPA
mo-
en tiempos posteriores a la fundación de la
tam-
narquía hebrea. ¿No sería posible encontrar
ón
bién en el pueblo maya el origen de la conversi
s
en números místicos del 3, el 5 y el 7, que toda
i-
las naciones de la civilización antigua han cons
derado como místicos?
No cabe duda de que esta superchería tuvo
origen en una de estas naciones, difundiéndose en
las demás por medio de los colonizadores, misio-
neros y viajeros, pues no es lógico ni presumible
que todos estos pueblos hayan relacionado con es-
tos números, ideas y misticismos idénticos, sin Co-
municarse entre sí. Semejantes especulaciones
abstrusas acerca de las propiedades ontológicas de
los números, no puedan atribuirse de ningún modo
a los primeros tanteos de la mente humana cuando
el hombre daba pasos incipientes hacia el desarro-
llo intelectual. La humana inteligencia que en los
comienzos de su despertar, era incapaz todavía de
comprender las causas a que obedecen los fenó-
menos naturales que tienen lugar a diario en la
existencia material del hombre, no se remontaba
a las elevadas regiones de la metafísica o de las
teorías abstractas y filosóficas. ¿No vemos, por
ventura, que aún hoy día los ignorantes atribuyen
las manifestaciones de las energías naturales a
- seres invisibles y poderosos, a quienes ellos temen
a toda hora, a quienes tributan homenaje y dirigen
72
entre los mayas y quichés
plegarias plagadas de temores supersticiosos, pro-
ductos fantásticos de su imaginación inculta? Los
conceptos abstractos, las combinaciones numéri-
cas, las especulaciones metafísicas y las hipótesis
filosóficas son productos de inteligencias muy culti-
vadas, de mentes acostumbradas a razonar sobre
las causas y los efectos, para deducir cosas invisi-
bles de las visibles.
El misticismo de que van envueltos estos nú-
meros y su simbolización en los misterios sagrados
deben haber tenido origen en causas materiales y
palpables a los sentidos físicos, cuyo recuerdo llegó
a perderse con el transcurso del tiempo y cuya idea
debió sufrir grandes alteraciones al ser difundida
en pueblos lejanos de la nación que la concibiera y
al pasar de boca en boca en el secreto de las inicia-
ciones. La idea de que existeun Dios único y omni-
potente creador de todas las cosas, parece haber
sido una creencia universal de los tiempos primeros
en las naciones que alcanzaron un alto grado de
civilización. Tal era la doctrina de los sacerdotes
egipcios, quienes denominaban Kneph a la Divina
Inteligencia, a la cual consideraban superior a las
Tríadas y aparte de ellas. Dasmacio, el filósofo
ecléctico que explicara sus doctrinas en las escuelas
atenienses allá por el año 526 de la era cristiana,
dice en su “Tratado sobre los Principios” que
“ellos no sustentaban ninguna idea acerca del pri-
73
Los misterios sagrados

mer principio de todas las cosas, pero lo alababan


como unas tinieblas tres veces incógnitas que tras-
cendían a toda percepción intelectual”. Y Proclo,
el platónico director de las escuelas de Atenas en
el año 450 de la era cristiana, afirma que “el De-
miurgo o Creador es triple” y que los tres intelec-
tos son los tres reyes; el que existe, el que posee y
el que contempla. Por lo cual supone que estos tres
intelectos deben ser el Demiurgo, lo mismo que los
tres reyes de Platón y que los tres seres a quienes
celebra Orfeo bajo los nombres de Phaenes, Oura-
nos y Cronos, reyes del “gran continente satur-
niano”, en el océano Atlántico.
En Caldea, la hermana gemela de Egipto, país
que es hermano de Poseidón, rey de los “países de
la otra parte del mar” y de Libia, obsérvase que,
no obstante el carácter politeista asumido por la
religión desde los tiempos antiguos, los sacerdo-
tes y los sabios explicaban la multiplicidad de sus
dioses reduciéndolos a poderes de la naturaleza, y
reconciliaban de este modo el politeiísmo con el mo-
noteísmo, si hemos de creer lo que cuentan Pitá-
goras, Demócrito y otros filósofos. En una pala-
bra, que reconocian la existencia de un ser, RA,
superior a los demás personajes que poblaban su
Panteón, y eran reverenciados por los reyes y el
pueblo. Creian que este ser era tan superior a su
primera tríada que no sabían cómo adorarle. Los
74
RAE FE 10. MO As y "quichés

historiadores desconocen la significación del nom-


bre RÁ, pues, aunque afirman con énfasis que
quiere decir Dios, su origen sigue siendo un mis-
terio. En Egipto aplicaban este nombre al “Sol”
de un modo particular, como origen de todas las
cosas, emanador, vivificador y conservador de todo
cuanto existe en la tierra. LA significa en len-
gua maya “lo que siempre ha existido, la verdad
eterna”. |
De suerte que es evidente que los antiguos cal-
deos conocían la existencia de un ser supremo, o
divina esencia, Ra, a la cual se hallaban subordi-
nadas las Tríiadas. |
Idénticos conceptos acerca de la divinidad exis-
tieron en la India desde los tiempos más remotos.
H. T. Colebrooke dice en un artículo dedicado a
“Los Libros sagrados de los Hindúes” que “en la
última parte del Nzroukta, dedicada exclusivamente
a las divinidades, se afirma por tres veces que sólo
- hay tres dioses, y que estos tres dioses designan
a una sola divinidad. Únicamente hay tres dioses,
cuyas mansiones son la Tierra, las regiones inter-
medias y los cielos; es decir, el fuego, el aire y el
sol; pero Pradjapati, el Señor de todos los seres
creados, es su Dios colectivo. En efecto, no existe
más que un solo Dios, la “gran Alma”, Mahá-
atma. Recibe el nombre de “SOL” porque este
astro es el alma de todos los seres, de todo lo que
75
Los misterios sagrados

se mueve y de todo lo que no se mueve. Los demás


dioses no son más que partículas o fracciones de”
su Ser. También los filósofos chinos han susten-
tado la creencia en un Dios trino desde tiempos
remotísimos. Lo-pi, escritor chino que floreció allá
por el siglo undécimo de la era cristiana durante
la dinastía de los Songs, dice al explicar ciertos
párrafos del Hi-Tsé que el “Gran Término” es
la “Gran Unidad” y la gran Y; que la Y no tiene
cuerpo ni forma; que todo cuanto tiene cuerpo y
forma fué hecho por lo que no tiene cuerpo ni for-
ma. Según la tradición china el “Gran Término”
o la “Gran Unidad” contiene a los tres; y uno es
tres y tres son uno.
Hiu-Chin, quien vivió bajo la dinastía de los
Hans, es el autor del diccionario chino llamado
Choueven, en el cual se han conservado muchas
tradiciones. Este libro fué escrito a principios de
la era cristiana. Al explicar la letra Y, dice este
autor: “En el primer principio la razón subsistía
en unidad. La Razón hizo y dividió el Cielo y la
Tierra; la Razón transformó y perfeccionó todas
las cosas.” Y Lao-Tsé, contemporáneo de Confu-
cio y autor del Tao-te-King, libro que tiene fama
de profundo, decía ya en el año 500 antes de Cris-
'to: “Esta razón, Tao, produjo uno. Este uno pro-
dujo dos y ambos produjeron tres; y estos tres pro-
Cujeron todas las cosas.” Los primeros autores que
76
enmtrie? los” mayasiy. quichés
escribieron acerca de las religiones de los antiguos
peruanos dicen que éstos rendían culto a un ser
poderoso e invisible, quien había creado todas las
cosas, por cuya razón le denominaban Pacha ca-
mac. Como era incomprensible, no le representaban
por medio de ninguna forma o figura, aunque eri-
gieron un magnífico templo en su honor a la orilla
del mar, el cual rivalizaba por su esplendor y ri-
queza con los dedicados al Sol en Titicaca y Cuzco.
También sabemos que Él era el jefe de una trini-
dad, compuesta de él (Pachacamac), Con y Utra-
cocha, |
En este concepto del Ser Supremo, Creador de
todas las cosas, vemos reflejada nosotros las doc-
trinas del Popol-vuh, el libro sagrado de los qui-
chés, en el cual leemos que “todo cuanto existe es
obra de Tzacol —el Creador, — quien por volun-
tad propia hizo que el Universo surgiese a la exis-
tencia y quien recibe los nombres de Brtol (el hace-
dor), 4Alom (el engendrador) y Qaholon (el que
da ser)”.
El hecho de que prevaleciese entre las naciones
civilizadas de América, Asia y el Egipto la misma
doctrina de que la Suprema Deidad consta de tres
partes distintas entre sí que, sin embargo, forman
una sola, nos ha de llevar a la deducción de que
debió haber existido comunicación entre aquellas
naciones en un tiempo o en otro. Así, pues, estas

77
Los" mister 105” sogroados

naciones deben haberse enseñado mutuamente sus


tradiciones, sus especulaciones metafísicas y sus
logros intelectuales.
Todos los historiadores están de acuerdo con
Filostrato en admitir que Egipto y la India sostu-
vieron antiguamente relaciones comerciales. Es
más, Eusebio asegura que en el reinado de Mem-
nón, rey de Etiopía, un cuerpo de etíopes emigró
de las comarcas situadas en las márgenes del Indo
y se estableció en el valle del Nilo. Y las numero-
sas botellas con inscripciones en lengua china en-
contradas en las tumbas de Tebas demuestran sin
dejar lugar a dudas que los habitantes de la China
y de Egipto se comunicaban entre sí en tiempos
muy remotos, como se conjetura por la calidad in-
ferior de las botellas, que, según creen muchos, se
fabricaron antes de que el arte de hacer objetos
de porcelana llegara al alto grado de perfección
que alcanzó más tarde.
Por otra parte, la vasija con inscripciones chi-
nas encontradas en Hissarlik por el doctor Schilie-
mann en el estrato inferior de sus excavaciones,
inscripciones que fueron descifradas en parte por
el eminente indianista Emilio Burnouf y total
mente por el sabio chino Fi-Fangpao, embajador
en Berlín, quien demostró que hacían mención de
que la vasija contenía muestras de seda china, de-
muestra que los chinos mantuvieron activas rela-

78
entre los mayas y quichés

ciones comerciales con Grecia y el Asia Menor,


aun antes del sitio de Troya.
Muchos cristianos y brahmanistas sustentan
todavía estos conceptos concernientes al Dios trino
que han subsistido a través de los siglos gracias
a las obras de los filósofos, pero los libros sagra-
dos de aquéllos no nos dicen dónde, cómo y cuándo
se originó esa doctrina. Sea cual sea la fuente de
donde proceda, es cierto que si los sacerdotes y sa-
bios de Egipto, Caldea, la India y China conocieron
el origen de esta doctrina, la conservaron con pro-
fundo secreto y sólo la enseñaron a un reducido
número de hombres escogidos entre los que se ini-
ciaban en los misterios sagrados.
No es menester que tratemos de informarnos
acerca de esto en las obras de los Padres de la
Iglesia, porque están más callados que una tumba
sobre el particular. Estos Padres admitieron entre
sus dogmas el del Dios trino tal como era enseñado
por los filósofos paganos, y se lo apropiaron como
habían hecho con tantas otras enseñanzas y teo-
rías, sin preocuparse de inquirir cuál era su origen.
Los concilios declararon que estas doctrinas eran
revelaciones del cielo y misterios insondables que
no se debían investigar, y los impusieron como
dogmas en los que era obligatorio creer implícita-
mente con fe ciega, como hoy día lo hacen los pro-
sélitos de la Iglesia romana. La idea de la existen-
.

79
Los misterios sogrados

cia de tres personas en Dios llegó a la Francma-


sonería por medio de los cristianos, y en las colum-
nas que adornan el templo en uno de los grados
leemos estas inscripciones: “En nombre de la santa *
e indivisa Trinidad”, y más abajo: “tenemos la
felicidad de vivir en la pacífica unidad de los nú-
meros sagrados”
La doctrina se enseñaba a esos iniciados en los
misterios menores bajo el ropaje de complicadas
especulaciones metafísicas con que ha llegado hasta
nuestros días. Las explicaciones acerca de la na-
turaleza simbólica de los números místicos se da-
ban de la manera más enrevesada posible con obje-
to de que fuera casi imposible comprender las ver-
dades debidamente. Leyendo las citas que acaba-
mos de dar se verá que los razonamientos concer-
nientes al místico valor del número 3 y a sus rela-
ciones con un Dios Supremo son meras fantasías
de la imaginación, vagas especulaciones y falaces
sofisterías, que no tienen significación alguna para
las mentes prácticas e investigadoras. En cuanto
a explicar la naturaleza de Dios, todos los filósofos
están de acuerdo en que trasciende a la inteligencia
humana, puesto que el hombre es finito, y lo que
es finito no será jamás capaz de comprender a lo
que es infinito.
Algunos autores griegos reflejan en sus ense-
ñanzas y obras las doctrinas que aprendieron de
80
entre los —mayas y quichés

sus maestros, los sacerdotes de Heliópolis, Menfis


y Tebas. En sus obras es posible encontrar un vis-
lumbre que nos indique el origen de la simboliza-
ción de los números. Hemos dicho antes que Pro-
clo afirma que las tres partes componentes de la
divinidad triple eran tres intelectos o tres Reyes:
cosa que corroboran el iniciado Platón y Orfeo,
quien celebraba a estos tres Reyes en las ceremo-
nias que él había instituido, ceremonias que, según
manifiesta Herodoto, eran idénticas a los misterios
egipcios.
Pitágoras, que había aprendido de los egipcios
la doctrina de los números y de su significación,
enseñó a sus discípulos que Dios es número y ar-
monía, lo cual fué causa de que éstos adoraran a
los números y a los diagramas geométricos, dán-
doles nombres de los dioses. Los egipcios decían
que la naturaleza era semejante a un triángulo
equilátero, el más perfecto y bello de los triángu-
los, y, según Servio, asignaban al gran Dios el
número perfecto, 3.
Los caldeos simbolizaban la Eusoph o gran luz
por un triángulo equilátero; y, en el Sri-Santara
o diagrama cosmogónico de los Hindúes que ha
servido de modelo para muchos templos suyos, el
innominable, el gran Aum que vive en el infinito
se representa por medio de un triángulo equilátero.
El triángulo equilátero era en Egipto el símbolo
81
6.— 1,08 MISTERIOS SAGRADOS
Los misterios sagrados

de “Natura” bella y fecunda. En los jeroglíficos


era el emblema del culto. En todos los altares ma-
yores de las antiguas iglesias católicas se ve un
triángulo equilátero que contiene el ojo de Osiris
que todo lo ve, como símbolo de Dios. Ese mismo
emblema es conocido por quienes visitan las Logias
masónicas en las que se representa de este modo
al “Gran Arquitecto del Universo”.
Y si guiados por las tres palabras de despedida
que empleaban los brahmanes y los sacerdotes ofi-
ciantes en los misterios eleusinos para clausurar
sus ceremonias religiosas, palabras que, como he-
mos demostrado pertenecen al idioma maya, nos
encaminamos desde estos países del “Viejo Mun-
do” a las “Tierras de Occidente” para continuar
nuestras investigaciones, descubriremos que el
triángulo era, también, una figura simbólica en
los pueblos mayas y en los vecinos de éstos.
Como ya dijimos, las tres semiesferas esculpi-
das en la cámara septentrional del edificio existente
sobre el santuario de Uxmal forman un triángulo
equilátero, figura que volvemos a encontrar en las
bóvedas triangulares que sirven de techo a las ha-
bitaciones de todos los templos y palacios; en una
palabra; en todos los edificios de Mayax, así como
en los de Palenque y otras localidades de América
Central.
El plan general de estos edificios es idéntico en
82
entres los “mayas y quichés

todas partes; y no porque hayan sido construídos


por un mismo arquitecto o en un mismo periodo,
sino porque su construcción obedecía a ciertas en-
señanzas pertenecientes a los misterios. El plano
horizontal de todas las construcciones mayas tiene
la forma de un rectángulo [2], es decir, de su
letra M, que se pronunciaba Ma. Ma es la contrac- -
ción de Mam, el antecesor, como ellos denominaban
a la tierra y, por extensión, al Universo. Ma es,
también, la radical de Ma-yax, nombre de la pe-
nínsula yucatana en los tiempos antiguos, cuya
forma sugirió, sin duda, a los mayas y egipcios la
de la letra M. Es decir que, tanto en Egipto, como
en mayax la figura [2] es el jeroglífico de la
Tierra y del Universo. Al examinar las plantas de
las habitaciones pertenecientes a los templos y pa-
lacios caldeos, egipcios y griegos, así como a las
tumbas de los etruscos, se observa que tenían tam-
bién forma rectangular. De ahí procede, sin duda,
la forma de nuestras Logias masónicas.
El techo triangular simbolizaba en esos países
al Dios trino, Espíritu Regente del Universo, que
moraba en los cielos sobre todas las cosas (lo cual
explica el que representaran las constelaciones del
firmamento en los techos de sus templos iniciáti-.
cos). Y no existe razón alguna para dudar de que
no simbolizara lo mismo en las “Tierras de Occi-
dente”. |
83
Los misterios sagrados

Según Zoroastro, Él es el fuego, el sol y la


luz; es la trinidad que descrita más tarde por los
platónicos como energía, intelecto, alma o espí-
ritu; la trinidad a quien los antiguos teólogos que
invocaban al sol en sus misterios, según dice Ma-
crobio, la denominaban poder del mundo, luz del
mundo, espíritu del mundo; la trinidad que descri-
be Plutarco como inteligencia, materia, cosmos,
belleza, orden y mundo, cuando dice que de esta
trinidad platónica “puede decirse que está formada
la naturaleza universal, y tenemos razones para
creer que los egipcios solian decir que esta natu-
raleza era el más bello y perfecto de los trián-
gulos”.
Téngase, también, en cuenta que la figura geo-
métrica formada en cada una de esas cámaras por
las líneas del techo, de los muros y del suelo cuan-
do se da una sección vertical a la habitación, es un

pentágono, simbolo del místico número 5, cuyo


nombre griego, penta, implica también la idea de
Universo; mientras que Ho que, en maya, signi-
fica 5 es, asimismo, la radical de Hool, el jefe, de
donde viene la idea de Divinidad.

84
entre los mayas y quichés

Y, por último, el número de planos de que es-


tán formadas las cámaras — los dos del techo, los
cuatro de los muros y el del suelo — cuyo número
es siete, no sólo demuestra de modo concluyente la
razón de que los constructores adoptaran la bóveda
triangular en vez de la circular, sino que además
es prueba de que concibieron el plano de sus edifi-
cios, sometiéndose estrictamente a los números
místicos 3, 5 y 70 a sus múltiplos, como se ve por
la altura de las pirámides, el número de hiladas
de piedras de que están hechos los muros, el de las
terrazas sobre que descansan los templos, y el de
peldaños por donde se asciende hasta ellos.
Sólo dos edificios de construcción diferente se
han encontrado en las antiguas ciudades mayas.
Uno de ellos, que fué destruido por un rayo en
1848, se hallaba en Mayapán, lugar que fué derruí-
do, según dice el obispo Landa, en el año 1446 de
la era cristiana por los nobles y señores del país,
para poner término a la dinastía de los Cocomos
que lo gobernaban tiránicamente. El otro que se
halla todavía en pie, a pesar del efecto destructor
de la vegetación y del tiempo, puede verse en la
antiquísima ciudad de Chichén. Estos edificios es-
taban consagrados al estudio de la astronomía y,
sin duda, a la realización de ciertas ceremonias
relacionadas con el culto tributado por los indíge-
nas al sol, a la luna y a los astros. Tenían forma
85
Los misterios sagrados

circular; su planta formaba tres círculos concén-


tricos que representaban el Zodíaco, y el contorno
de su sección vertical sugiere la idea de que el ar-
quitecto trató de representar en la parte interna y
esotérica de la construcción la figura de un masto-
donte, animal venerado por el pueblo como imagen
de Dios en la Tierra, probablemente porque este
paquidermo era el ser más poderoso y de mayor:
tamaño que vivía en el país...
Entre los adornos que hermosean una de las
siete torrecillas que embellecen la fachada meridio-
nal existente en el ala norte del antiguo palacio del
rey Can, la dedicada al hijo primogénito y supre-
mo pontífice, Cay (pez), destaca por su ornamen-
tación y por los siguientes símbolos:

Figura 2

Mi conocimiento de los símbolos y de los ca-


racteres sagrados empleados por los sabios sacer-
dotes de Mayax en las inscripciones murales y en
los ornamentos de sus templos y palacios me capa-
86
entre los fayas y. quichés

cita para comprender su significación exotérica.


El primero (fig. 1) se compone de un triángulo
equilátero invertido, en cuya parte inferior se ve
una cinta atada con un nudo. El triángulo repre-
senta aquí a todo el país (las “Tierras de Occiden-
te”), formado por tres grandes continentes: “La
América del Norte y del Sur” actuales, y la “gran
isla” denominada Atlantis por Platón, la que des-
apareció durante un horrendo cataclismo bajo las
aguas del océano, como describe el autor del Ma-
nuscrito Troano, quien confirma de este modo lo
que dijeron a Solón los sacerdotes egipcios. La cin-
ta atada con un nudo indicaría que los iniciados a
quienes se habia confiado la explicación esotérica
del simbolo, se hallaban unidos entre sí por el se-
creto y el júramento. Su significación esotérica
debe ser que el triángulo equilátero representa a
la Deidad siempre vigilante y creadora: la natu-
raleza en que todos nos movemos, vivimos y tene-
mos nuestro ser, en la cual se hallan unidas todas
las cosas.
El segundo emblema (fig. 2), parece haber per-
tenecido al grado superior de los misterios sagra-
dos, puesto que se encuentra entre otros símbolos
esculpidos en las losas existentes en los muros ex-
teriores del mausoleo erigido en memoria del su-
premo pontífice Cay. Este símbolo es, asimismo,
una cinta que tiene la forma de un rectángulo—

87
Los misterios sagrados

imagen del universo — en tres lados del cual se


han atado lazos; mientras que en el cuarto hay do-
bleces, que representan a Mayax, la sede del go-
bierno, y están dibujados de modo que formen los
escalones — cuyo número es cinco — de un trono.
Esto explica el motivo de que se halle situado en
el ángulo superior. Los tres lazos redondos repre-
sentan las tres grandes partes de “Las Tierras de
Occidente”, las cuales simbolizaban los mitólogos
griegos por medio del tridente de Poseidón, el dios
del mar. En cuanto al signo O, es el símbolo del
sol, tanto en Mayax como en Egipto. Se colocaba
en el centro del cuadrado para significar que, así
como el sol es centro del universo y alma vivificante
de todas las cosas, asi también su representante,
el “Hijo del Sol”, el supremo sacerdote, era la luz
que iluminaba los secretos de los misterios sagra-
dos por su sabiduría, sabiduría que le instituía en
el verdadero legislador del país. El signo O es,
también, la primera letra de los alfabetos maya y
egipcio, correspondiente a nuestra Á latina, y es
la inicial de Ah, el artículo masculino maya, que
significa fuerza, poder: 4h es también la primera
silaba de la palabra Ahau, Rey.
Tan poco sabemos acerca de los dogmas reli-
glosos del antiguo sacerdocio maya que no pode-
mos aventurarnos a buscar una explicación. Lo
único que podemos afirmar de un modo positivo es
88
entre los mayas“y quichés

que el número 7 estaba asociado de modo especial


con el tercer grado de los misterios, y que se creía
que tenía gran potencialidad, y que era, como dice
Pitágoras, el vehículo de la vida que contiene al
alma y al cuerpo.
Hoy día sólo podemos hacer conjeturas, pero
no afirmaciones rotundas acerca de los motivos que
indujeran a los fundadores de los misterios mayas
a elegir los números 3, 5 y 7 como símbolos de los
diferentes grados en que los dividían. Es probable
que esta adopción fuera sugerida por ciertas cau-
sas naturales o por la conmemoración de algún
acontecimiento importante que había tenido lugar
en la vida de la nación, o en la de la familia de los
fundadores de la dinastía que gobernaba el país.
El hecho es que los mayas simbolizaban colectiva-
mente a los siete miembros de esa familia, valién-
dose del emblema de la 4h-ac-Chapat o serpiente
de las siete cabezas. Aunque se descubran las bi-
bliotecas de los mayas será difícil que se puedan
llegar a comprender sus enseñanzas esotéricas,
pues es de suponer que no las hayan confiado a los
papiros de sus libros.
Landa dice en su “Relato de las cosas del Yu-
catán” que: “Los hijos o parientes más próximos
del gran sacerdote sucedían a éste en el cargo. Él
guardaba en su alma la clave de todas las ciencias,
y de lo más importante de la vida maya, pues los
89
Los misterios sagrados

sacerdotes eran quienes daban consejo a los seño-


res y respondían a sus preguntas... El gran sacer-
dote era quien nombraba a los sacerdotes para que
fueran a ejercer sus funciones en las ciudades y
pueblos en que no había ninguno, examinándoles
de sus conocimientos en las ciencias y ceremonias.
Él les confiaba las cosas de su oficio, y les ordenaba
que sirvieran de buen ejemplo al pueblo. Los
sacerdotes se dedicaban al servicio del templo y a
enseñar sus diversas ciencias, particularmente a
escribir los libros en que se hallaban contenidas.
Daban enseñanza a los hijos de otros sacerdotes
y a los de los príncipes, que manifestaban inclina-
ciones para la profesión sacerdotal.”
A fin de llegar a comprender la explicación del
posible origen de la conversión en místicos de los
números 3, 5 y 7 es necesario saber algo acerca
del pueblo en que, según parece, tuvieron origen.
Si partimos de la desembocadura del Mississipí
y viajamos hacia el sur cruzando el golfo de Mé-
jico, llegaremos después de haber recorrido 480
millas a la costa septentrional de la península del
Yucatán. El cabo Catoche es la tierra de esta pe-
nínsula que situada más al noreste, está a ciento
veinte millas del cabo San Antonio, extremo occi-
dental de la isla de Cuba. El Yucatán separa al
golfo de Méjico del mar Caribe, y se halla com-
prendido entre los 17? 30' y 21” 50' de latitud norte
90
entre los-mayas y quiíichés

y los 88” y 91” de longitud oeste del meridiano de


Greenwich. Por lo tanto, tiene 260 millas de norte
a sur y 180 de este a oeste. El país entero es una
formación caliza fosilifera, elevada a pocos pies
sobre el nivel del mar, siendo su altura máxima en
el interior unos 70 pies. Aunque su superficie, ro-
cosa y desnuda en su mayor parte, se halla cubier-
ta en algunos sitios con una capa de tierra labran-
tía de pocas pulgadas de profundidad formada por
los detritus de las piedras y la descomposición de
las materias vegetales, su suelo es pasmosamente
tértil. qe
Casi todo el país se halla cubierto de bosques
casi impenetrables. El viajero que contempla el pai-
saje desde la cumbre de una de las altas pirámides
que parecen faros en este océano de follaje, cree ha-
llarse ante un inmenso mar de verdor que tiene por
límite el horizonte y cuyas olas mueren con suave
murmullo al pie del monumento en que se encuen-
tra. Ni una colina ni un cerrejón tan siquiera rom-
pe la monotonía del paisaje, en el que sólo asoman
de vez en cuando racimos de palmeras que desta-
can a manera de islotes en la superficie verde.
Este país, hoy casi despoblado, estuvo en tiem-
pos antiguos densamente habitado por una nación
muy civilizada, a juzgar por el gran número de
grandes ciudades, cuyas ruinas se hallan esparci-
das en los bosques y por los estupendos edificios,
OI
Los misterios sagrados

que fueron en otro tiempo templos de dioses o pa-


lacios de reyes y de sacerdotes, y cuyos muros es-
tán cubiertos de inscripciones, bajorrelieves y otras
interesantes esculturas que rivalizan por la belleza
del dibujo y la maestría de su ejecución con las
de Egipto y Babilonia.
El autor del Manuscrito Troa no
— antiquísi-
mo tratado de geología, uno de los cuatro libros
que escaparon de las destructoras manos del obis-
po Landa y de los fanáticos monjes católicos que
acompañaron a los invasores españoles, quienes
lograron hacerse dueños del país en 1541, tras
veinte años de lucha,— refiere que la península reci-
bía, antiguamente, el nombre de MAYAX:; es de-
cir, la tierra primitiva, la terra firma. Dió su nom-
bre al imperio de los mayas, que comprendía todos
los países de la América central desde el istmo de
Darián al sur, hasta el de Tehuantepec al norte.
La sede del gobierno era Uxmal; pero el gran
emporio de sus artes y ciencias y, por consiguien-
te, el centro de esta maravillosa civilización, era
Chichén-Itza, que llegó a ser una gran metrópolis.
Los peregrinos venían desde todas las partes del
imperio a rendir adoración en sus templos y hasta
a ofrecerse en sacrificio al Todopoderoso arro-
jándose al pozo sagrado de que tomó la ciudad su
nombre. También venían desde tierras lejanas
hombres cultos para consultar a los H-Menes, a los
92
entres tos—mayasoy/quichés

sabios sacerdotes, cuyo colegio existe todavía. En-


tre estos extranjeros había hombres barbudos cu-
yos rasgos recuerdan a los antiguos asirios y a los
modernos afganos.
Esta gran civilización extendió, al parecer, su
influencia desde Chichén hasta las partes más re-
motas de la tierra, y ejerció un poder director so-
bre lejanas y heterogéneas naciones. Lo cierto "es
que encontramos el nombre Maya en muchos paí-
ses de Asia, África, “Europa y América, y que con
él va asociada siempre la idea de sabiduría y de
poder. En todas las partes en que se encuentra este
nombre, se hallan también vestigios del idioma, de
las costumbres, de la religión y de las tradiciones
cosmogónicas e históricas de los habitantes de
Mayax. Muchas de estas tradiciones han sido con-
servadas en los libros sagrados de varias naciones
y han llegado hasta nosotros como historia primi-
tiva de la humanidad. Veamos unos pocos ejem-
plos. La creación del mundo está esculpida y forma
un cuadro interesante sobre la puerta que se abre
en la fachada oriental del palacio existente en Chi-
chén-Itza. Este cuadro podría servir de ilustra-
ción al relato de la creación descrito al principio
del capitulo primero del Manava-Dharma Sastra,
o leyes de Manú, libro que es una compilación de
otras obras brahmánicas más antiguas, hecha allá
por el año 1300 antes de Cristo, según opina el
93
Los misterios sagrados

célebre hinduísta H. T. Colebrooke. Este relato se


completa con la narración del mito dada por los
egipcios y que describe Eusebio en su obra Prepa-
raciones Evangélicas.
Efectivamente, en el cuadro vemos un huevo
luminoso que emite rayos y flota en medio de las
aguas, en las que había sido depositado por la Inte-
ligencia Suprema. En este huevo se halla sentado :
el Creador. Su cuerpo está pintado de azul, y se
ciñe la cintura con un cinturón. En la mano dere-
cha lleva un cetro. Su cabeza está adornada con un
penacho de plumas. El Creador está rodeado por
una serpiente, simbolo del Universo.
Porfirio dice al hablar de Júpiter, el Creador
en los misterios órficos, que “los filósofos, es de-
cir, los iniciados, le representaban como un hom-
bre sentado aludiendo a su esencia inmutable; des-
nuda la parte superior del cuerpo, porque el Uni-
verso está menos cubierto en sus porciones supe-
riores (los cielos); vestidos de la cintura abajo,
porque las cosas terrestres son las que se hallan
más ocultas a la vista. Sostiene un cetro en la mano
jgequierda, porque el corazón. se encuentra a este
lado del cuerpo y es la sede de la inteligencia que
regula todos los actos humanos”. Y más adelante
continúa diciendo que “los egipcios daban el nom-
bre Kneph a la inteligencia o poder creador. Kneph,
c sea Kaneh parece ser una palabra afín de can-

94
FOTOGRAFÍAS DE A. LE PLONGEON

PARA EL LIBRO:

LA MASONERÍA Y LOS

MISTERIOS MAYAS Y QUICHÉS


A. Le Plongeon
*
a 2D 1
ma 0 y

"
Piedra
simbólica
encontrada
el
Mausoleo
del
Soberano
Pontífice
en
Cay,
Chichén
en
Jeux] uo * sefuoja se 7,, Opeure]] opdura] [op PPeyory e] ap a[[eJ9p US eIsIA- 'Up¿VONA 19P $97UV]I10 SVUNY
VI
opejso7)
anb exrur
[e 2HON[9P 0184,
ap Se] sefuo]A]
* ue Jeux
VII
vr

Símbolos copiados de la torrecilla dedicada al soberano pontífice Cay


en el palacio del rey Can, existente en Uxmal
IX

Costado que mira al Poniente del “Patio de las Monjas”, en Uxmal


Fido
EN A
P

PP! UOI[9 Pse),,


[ep
1d ¡P01103,3PTU 9IQU9PIOU ¿¡OU
uH
* BUuo Teuxn
IY
uorerdury
ap e] epeyoej [eyuatio
[op opered
Sp eZJ[-U9Y>IYO
XI
XII

Chiché
de
Palaci
del
Orient
fachad
la
creaci
de
Cuadr
en
OS SS IS SISS
SS: II

SUUINY SOJUNIV
19p 'UY¿UIN
- OWISMbordura]
UY opeuruousp eJuswie3p
[4, mna OT[ASe)
* us Tewx(]
XIII
XIV

Costado sur del Palacio del Gobernador, en Uxmal


XV

Colt 7 Mart

Plano del templo de Chichén-Itza


(eZ]]-U9YIYI SP SAJRINUL SOUODRJUISIIASI SP] A) UOPPUALO e] exed operedard yo) adroupid [op 19APPeo TH
XVI
Ruinas mayas, en Uxmal
UYYIYO PP AJUOPOJSPA [9P 01]M9 T9p OIpeno
XVIII
XIX

Losa del mausoleo del príncipe Coh existente en Chichén; leopardo


comiendo el corazón de los enemigos de este personaje
XX

Edificio en una de las alturas de Uxmal

Restos del templo llamado de las “Palomas”, en Uxmal


14 O[]useo 01d,10keyy
$8

Pza]
To
us
XXI

-U9Yo
XXII

Escultura, entre otras, existente en una puerta monolítica de


Tiahuanuco (Perú)
XXIn

A AA A A eN TR
3 nn 7 PP MA E

AA at
y ;

$”

“Troano
Manuscrit
del
Reproduc
XXIV

Vista del misterioso castillo llamado del Adivino, en Uxmal


XXV

op
vopor
[e
e]
93184
OTIENJUES
esturos
anb
XXVI

Troano
Manusc
Tierra.
madre
la
de
Tocad
saaorjorioleg
ap e] euanbad exeures ajuajsixa
[e a1d [Sp OJUSVINUOUI
Opr3tIS
US erLouaur
[PP
XXVII

adrourid
“yo)ue PZJ[-U9UTIO
XXVII

svuiny: so3uojy0
19p —'Upp1oOnAojdua
ap so] seÁeur OpruBrsop
UO)[9 OLIBIJLGIE9IQUIOU
SP doyuvy91Y)
XXIX

Monumento de la antigua civilización Maya, con inscripciones de su esotérica


religión. Mide 24 pies de altura. Visto de frente y de lado
XXX

Cronómetro que usaban los antiguos mayas en cuyos lados se hallan


grabados los signos del calendario. Monolito sacado de las minas de
Guirigná (Guatemala)
XXXI

Toza simbólica con el título del Soberano Pontífice


XXXII

Entrada del Patio de las Monjas, en el fondo el “Gobernador” y


las “Tortugas”, en Uxmal
entre. los mayas y quichés

hel, voz maya que significa serpiente (dragón), y


dicen que este dios lanzó de su boca un huevo, en
el cual se produjo otro dios llamado Phtha (Thah
es Otra palabra maya, que significa el trabajador;
de ahí el Hacedor, el Creador); y Eusebio afirma
que “representaban a Kneph, o sea a la Causa Efi-
ciente, por medio de un hombre de color azul, cu-
yos lomos estaban ceñidos por un cinturón y que
tenía un cetro en la mano, una corona en la cabeza,
adornada con un penacho de plumas, y que, emble-
máticamente, ellos le figuraban bajo la forma de
una serpiente”.
¿Quién que tenga sentido común pretenderá
que esos conceptos relativos al Creador, conceptos
que no sólo son idénticos, sino que, además, han
sido expresados de modo semejante y con iguales
simbolos por los filósofos de la India y de Mayax,
no son sino meras coincidencias? Si no son resul-
tado del azar, deben haber sido concebidos por los
sabios de uno de estos países, sin duda en el más
antiguo, y comunicados a los otros; los cuales, a su
vez, los enseñaron a sus vecinos, como los egipcios
a los griegos.
Asimismo leemos en el Génesis que cierto hom-
bre asesinó a su hermano por envidia en un perío-
do muy temprano de la historia humana. Esta víc-
tima llámabase ABEL, y su asesino, Caín.
Sin duda, el escritor del libro no hizo más que
95
Los+misterntos 5 pguiasoa

repetir la leyenda que había aprendido de boca de


los sacerdotes egipcios, leyenda que se refería al
asesinato de Osiris (en cuyo honor se instituyeron
los misterios), por su hermano Set, debido a la
envidia, y alteró su narración de forma que no
se divulgaran los secretos que había prometido
guardar.
Si alguno de los iniciados en los misterios su-
periores conocía la verdadera historia del asesi-
nato, la conservó en profundo secreto, y sólo dió
las explicaciones exotéricas que mejor convenían
a su propósito. Los antiguos historiadores nos pue-
den enseñar muy poco. Herodoto siempre se ex-
cusa de hablar sobre el asunto, aunque manifiesta
que conoce a fondo lo perteneciente a los miste-
rios; y el libro de Plutarco Iside et Osiride no nos
da a conocer más que una versión inventada para
satisfacer la curiosidad de los iniciados en los gra-
dos inferiores. En este libro aparece Osiris como
el héroe de la civilización egipcia, quien después
de haber ascendido al trono y enseñado a sus súb-
ditos las artes de la civilización emprendió una ex-
pedición para visitar a los diferentes países de la
tierra y dispensarles los mismos beneficios, dejan-
do a su esposa y hermana Isis a cargo de los asun-
tos del reino que ella administró con ayuda de su
amigo y preceptor Thoth. Como Isis estaba en ex-
trema vigilancia, su otro hermano, Set, no encon-
96
entre los. mayas y: quichés
tró oportunidades para hacer innovaciones en el
gobierno; pero siguió alimentando la esperanza de
sentarse en el trono. Después del retorno de Osi-
ris, Set conspiró contra él, y logró atraerse a se-
tenta y dos conspiradores y a cierta reina de Etio-
pía llamada 4so, que por entonces se hallaba en
Egipto. Invitó a su incauto hermano a un ban-
quete, en el que mostró a los invitados un hermoso
arcón, que causó la admiración de todos. Aparen-
tando bromear, ofreció que lo entregaría a la per-
sona que mejor cupiera en él. Todos intentaron
hacerlo; pero a nadie le venía más justo que a
Osiris, quien se tumbó en su fondo confiado; pero
Set, cerró rápidamente la tapa claveteándola por
fuera con ayuda de los demás conspiradores.
Esta historia de un hombre muerto por envidia
por su hermano se repite, también, en el antiguo
poema sánscrito de Valmiki, el Ramayana, en don-
de, sin que el autor nos diga de dónde tomó los
nombres, observamos que la víctima recibe el nom-
bre de Bali, y que su enemigo se llama MavYa.
Como la narración de este suceso es idéntica a la
archivada en las esculturas y pinturas murales to-
davía existentes en ciertos edificios de Chichén-
Itza y con el relato descrito en la segunda parte
del manuscrito Troano, hemos de inferir de ello
que la historia del fratricidio fué llevada a la India
por algún viajero o misionero procedente de Ma-
97
7. —10S MISTERIOS SAGRADOS
Los misterios sagrados
yax, o por los colonizadores que tomaron posesión
en tiempos remotísimos de las comarcas existentes
al sur de la Indochina, conocidas con el nombre
de Dekkán, estableciéndose en ellas, según refiere
Valmiki. Como es natural, no sólo aportaron ellos
a su nueva tierra su idioma y costumbres, sino
también la civilización, tradiciones y folk-lore del
país de donde procedían, entre cuyas tradiciones
se contaba la de que el hijo de uno de los primeros
gobernantes había asesinado a su hermano por en-
vidia en tiempos antiquísimos, a fin de poseer a su
esposa, de la que se había enamorado y de apode-
rarse de las riendas del gobierno.
Valmiki refiere con el estilo pomposo tan ca-
racterístico de los poetas indos el asesinato de Bali,
cuya historia es como sigue: Había dos príncipes
llamados Bali y Sougriva, hijos del rey de la na-
ción de los monos. Después de la muerte de éste
fué llamado al trono el mayor de los dos, Bali,
quien había sido elegido por el pueblo único mo-
narca y supremo señor del país. Bali y Maya se
odiaban mortalmente, porque ambos deseaban a
una misma mujer. Maya retó a Bali a mortal com-
bate y le atrajo a una emboscada. Como Bali no
volvió a aparecer, todo el mundo le dió por muer-
to, y su hermano Sougriva ascendió al trono. No
obstante, Bali retornó y, al hallar a su hermano
en el trono, le acusó de traición ante el consejo de

98
entre los" mayas, y quichés

los nobles y ante el pueblo, diciendo que Sougriva


había hecho circular la noticia de su muerte, a fin
de usurparle las riendas del gobierno. Luego le
desterró de su corte sin medios de vida y le despo-
seyó de su casa, mujer y posición social.
Sougriva encontró a Rama, a quien pidió ayuda
para vengarse. En cuanto arrancó a Rama la pro-
mesa de matar a Bali, se sintió fuerte con seme-
jante aliado y retó a su hermano a mortal comba-
te, aunque sabía que no manejaba las armas tan
bien como él. Como Rama viera que durante el en-
cuentro Sougriva llevaba las de perder, disparó -
una flecha al pecho de Bali que le produjo la muer-
te. Las últimas palabras que este príncipe dirigió
a, su asesino fueron: “¿Qué gloria esperas alcan-
zar al referir que me has dado muerte cuando yo
no miraba hacia ti? Tú me has herido cobarde-
mente mientras yo concentraba mi atención en '
este duelo.” Así es como fué traidoramente ase-
sinado Bal. :
' Las esculturas y las pinturas murales que ador-
nan los palacios de Chichén-Itza y de Uxmal nos
enseñan que el rey Cam (serpiente), fundador o
quizás restaurador de estas antiguas ciudades, te-
nía tres hijos, cuyos nombres eran: Cay (Pez), Aac
(Tortuga) y Coh (Leopardo), y dos hijas: Moo
(Guacamaya) y Nicté (Flor).
Era ley entre los mayas que el más joven de los
99
Los misterios sagrados

hermanos debía casar con su hermana mayor, para


asegurar la legítima y divina descendencia de la
familia real. Esta misma costumbre de que los
príncipes de sangre real se casaran con sus her-
manas existió entre los egipcios desde los primeros
tiempos, y llegó a hacerse general con el tiempo,
pues creíase que semejante unión era afortunada.
También prevaleció entre los etíopes, los griegos,
los habitantes de Mesopotamia en tiempos de los
patriarcas, los peruanos y muchas más naciones. El
príncipe Coh fué un valiente y afortunado guerre-
ro, que yendo al frente de sus soldados, a quienes
había llevado muchas veces a la victoria, conquistó
numerosas naciones y aumentó considerablemente
la extensión del imperio maya. Como era el más
joven de los hermanos, hubo de casar con su her-
mana mayor, Moo, quien por su parte le amaba y
sentíase envanecida de sus hazañas. Cuando el rey
Can, su padre, murió, el país fué dividido entre
los hijos. Moo llegó a ser reina de Chichén, y mu-
chos señores le juraron fidelidad. Esta reina reci-
bió al morir honores apoteósicos; llegó a ser la
diosa del fuego, y fué adorada en un magnífico
templo, construido en la cumbre de una elevada
pirámide, cuyas ruinas todavía pueden verse en la
ciudad de Izamal.
Aac, el segundo hijo del rey Can, también ama-
ba a Moo.A este principe le había correspondido
100
CNEA OSAMA ay as A A Gee hés

como lote la antigua metrópolis de Uxrmal, “la ciu-


dad reconstruida tres veces”. Todavía puede verse
sobre la entrada principal del palacio conocido con
el nombre de “Casa del Gobernador” la estatua
de Aac, ahora sin cabeza ni piernas. A sus pies se
hallan los cadáveres desollados de sus dos her-
manos y de su hermana mayor, cuyas cabezas pen-
den del cinturón de Aac. Las ruinas de su residen-
cia privada, adornadas con tortugas — su totem —
existen todavía en el extremo noroeste de la se-
gunda terraza de las tres, sobre que se ha cons-
truido el palacio. La ley del país y la predilección
que sentía Moo por Coh, fueron las infranqueables
barreras que impidieron a Aac unirse a su her-
mana mayor. Éste, que no era guerrero sino cor-
tesano, pasaba la vida perezosa entre placeres y
frivolidades; pero sentía envidia de la fama de su
hermano, y celos de que el pueblo le amara y de
que su hermana mayor le adorara. Y, dejándose
llevar de sus malas pasiones, conspiró contra los
amigos de su niñez con objeto de matar a su her-
mano, de obtener a la fuerza a su hermana, de
adueñarse de las riendas del gobierno y de ser el
dueño supremo del país.
En las esculturas en madera de los dinteles
existentes a la entrada: de la cámara fúnebre de
Coh, así como en las pinturas que adornan los mu-
ros, en los cuales se describe esta parte de la vida
IOI
Los, mitstertos 5o63rados

de los personajes que tomaron parte en los citados


sucesos, se representa a Aac lleno de ira, con tres
lanzas en la mano disputando con Coh. Las escul-
turas de su mausoleo nos dan a conocer que fué
asesinado traicioneramente por la espalda, siendo
herido tres veces con una lanza; y el autor del có-
dice Troano ha registrado e ilustrado este hecho-
en la primera sección de la lámina XIV correspon-
diente a la segunda parte de su obra, al describir
el homicidio y sus consecuencias. (Cuando yo des-
enterré su estatua, encontré en una urna su cora-
zón, quemado en parte, y la punta del pedernal de
la lanza con que había sido muerto.) En uno de los
cuadros existentes en las pinturas murales se ve
preparado para su cremación y rodeado de su es-
posa, de su hermana Nicté, de sus hijos y de su
madre el cadáver de Coh del que se habían extraído
el corazón y otra víscera para guardarlos en urnas.
La misma costumbre tenian los egipcios, de alta
categoría, pues embalsamaban sus cadáveres por
procedimientos costosísimos. Las partes internas
del cuerpo se extraían, se limpiaban y se embalsa-
maban con especias y diversas substancias, siendo
depositadas luego en cuatro vasijas que se colo-
caban en la tumba con el sarcófago.
Al morir Coh se encendió una guerra civil en
el país, pues por una parte, los conspiradores y
' partidarios de Aac aspiraban a adueñarse de las

102
Pe

entre los mayas y quichés

riendas del gobierno, y por otra, los amigos del


príncipe Coh luchaban para vengar su muerte y
defender a la reina. La diosa de la guerra favo-
recía unas veces a unos partidarios y otras a sus
enemigos. Aac recurrió a la diplomacia para triun-
far. Renovó la petición de la mano de su hermana,
a quien envió mensajeros con presentes de frutos,
con orden de que pidieran que aceptara su amor,
ya que estaba libre. La escena está descrita de
modo vívido en las pinturas murales.
En uno de estos cuadros se ve a la reina Moo
sentada en su casa, la cual se halla en el centro de
un jardin. Á sus pies, pero fuera de la casa para
indicar que ella no la acepta, hay una cesta llena
de naranjas. La mano izquierda de la reina, que se
halla extendida, indica que declina el escuchar al
mensajero que se encuentra ante ella en actitud de
súplica, y que ella se burla del amor de Aac, a quien
se ve en un plano inferior, haciendo una reveren-
cia. Sobre la cabeza de este príncipe se ve una ser-
piente, cuyo nombre típico es Can, la cual mira tan
amorosamente como puede hacerlo una serpiente,
y un Guacamayo posado en la rama más alta de
un árbol y encima de la figura de la reina, cuyo
totem es. El árbol se halla guardado por un mono
en actitud amenazadora. Este mono es aquí, como
el cinocéfalo en Egipto, el emblema del preceptor
de Moo, simbolo, por tanto, de la sabiduría.
103
Los misterios sagrados

Este cuadro es interesantísimo y significativo,


puesto que nos da una explicación natural del mito
de la tentación de la mujer por la serpiente. En él
se ven el jardín, la mujer, el tentador y el fruto.
-“Los pueblos que no tuvieron en alta estima a la
mujer y que no la honraron tanto como los mayas
han ido desfigurando el relato de este incidente fa-
miliar, al transmitirse oralmente de generación en
generación y de país en país. Quizás ocurrió que
algún misógino escribiera el relato de la tradición
falseándolo, a causa del despecho que sentía por
haber sido rechazado por la mujer que amaba, y
su versión fué aceptada por el autor del Génesis,
si no fué él mismo quien hizo la alteración. Lo
cierto es que, tanto el autor del Manuscrito Troano
(lámina XVII de la parte segunda) como el artista
que dibujó esta escena, afirman que ella se negó a
escuchar los requerimientos amorosos de Áac, y
que, como consecuencia de esta negativa, continuó
la guerra civil. Moo y sus partidarios acabaron por
sucumbir. Ella cayó en manos de Aac, quien-la
maltrató, obligándola a huir, de lo que él se vengó
dando muerte a su hermano mayor, el supremo
pontífice Cay, que se había pasado al partido de la
reina. Y, para conmemorar su victoria, 4ac hizo
que colocaran su estatua — cuyos pies huellan los
desollados cadáveres de sus parientes — sobre la
entrada principal del palacio real de Uxmal, en

104
entre” Tos "mayas iy quichés

donde, como dije antes, todavía pueden verse sus


ruinas.
Para explicar el cuadro de la escena del jardín
he de añadir ahora que el presente de una cesta de
naranjas era la petición de matrimonio que hacía
Aac a Moo. Los aborígenes del Yucatán, que to-
davía conservan muchas costumbres de sus ante-
pasados, suelen enviar por medio de un amigo fru-
ta, flores o confituras a la mujer que desean pedir
en matrimonio. La aceptación del presente indica
que ha sido admitida la proposición del preten-
diente y que son novios desde ese momento; mien-
tras que la rehusación del presente significa que el
aspirante ha sido rechazado. En el Japón se con-
serva una costumbre semejante, en donde, cuando
una joven espera que le hagan proposición de ma-
trimonio coloca un tiesto en su ventana, de modo
tal que pueda cogerse desde la calle. El amante
planta en él una flor, si a la mañana siguiente ha
sido regada, puede él presentarse a su amada, sa-
biendo que ha de ser bien recibido. Si, por el con-
trario, la flor ha sido arrancada y arrojada a la
acera, sabe que no se le ama.
El apellido de los reyes de Mayax era Cam
(serpiente); y Khan es hoy día el título de los reyes
de Tartaria y Burma y el de los gobernadores de
provincias en Persia. Afganistán y otros países del
Asia Central. Por lo tanto, Can era el nombre de
105
Los misterios sagrados

familia de Aac. Ahora se podrá comprender fácil-


mente lo que quiere dar a entender el autor del
Génesis cuando dice que la serpiente habló a la mu-
jer y la sedujo con un fruto.
El relato del fratricidio hecho en el Génesis, en
el Ramayana o en los papiros egipcios no es otro
que el de la historia de las contiendas de los hijos
del rey Can, con pequeñas variantes. Esta historia,
conservada por los sacerdotes de Egipto y de la
India en sus libros sagrados y en sus poemas, ha
llegado hasta nosotros entre las tradiciones primi-
tivas de la humanidad. .
En ninguna parte, excepto en Mayax, encon-
tramos que esta historia forme parte de la historia
de una nación. En ninguna parte, excepto en Ma-
yax, se encuentran los retratos de los actores de
la tragedia. Y, no sólo se encuentran alli sus retra-
tos esculpidos en bajorrelieves de piedra o de ma-
dera y sus estatuas de mármol, o representados en
las pinturas murales que adornan las paredes de
la cámara fúnebre construida en memoria de la
víctima, sino que, además, descubrimos los orna-
mentos que llevaban, las armas que empleaban y
hasta sus restos mortales.
Transcribimos a continuación el certificado ex-
pedido por Carlos O. Thompson, Director y Pro-
fesor de Química del Instituto Libre de Worces-
ter, quien hizo el análisis químico de los restos
106
entire. los mayas y. quichés

encontrados por mí en una urna pétrea junto a la


estatua que ocupaba el centro del mausoleo erigido
a la memoria del famoso guerrero Coh, a veinte
pies del plano superior del monumento:

WorceEsTER, Mass., 25 de septiembre de 1880.


“El Caballero Stephen Salisbury, Junior, en-
trega un sólido desconocido para que se haga su
examen cualitaivo.
”Visto con el microscopio, se observa en este
cuerpo cierta densidad y el aspecto córneo carac-
terístico de las materias animales que han sido car-
bonizadas en vasijas cerradas. Pierde un nueve por
ciento cuando se seca a cien grados y nueve por
ciento más por combustión. Después de calcinado,
quedan escorias y residuos que contienen un tres
por ciento de óxido fénico, algo de alúmina y bas-
tante sílice. El agua caliente expuesta a la acción
de los residuos demuestra que hay vestigios de
potasa y Óxido de sodio.
”Estos resultados son compatibles con la teoría
de que la masa formó parte de un cuerpo humano
que ha sido quemado con algún combustible.
"CHARLES O. THOMPSON.”

Hay una cosa en que debemos fijarnos, y es


que los nombres de los personajes mencionados en
los diferentes relatos del fratricidio son idénticos
107
Los misterios sagrados

o tienen la misma significación. ¿No es esta una


prueba irrefutable de que todos los relatos se re-
fieren a un mismo acontecimiento?
Quien sepa filología no podrá negar que A-bel,
A-bal, Bal-i, y Balam son palabras idénticas.
A, contracción de 4h, es el artículo masculino
de la lengua maya. Bal, es la radical de Balam.
Aun hoy día, Balam es para los supersticiosos abo-
rígenes, el Vumil Kaax, el “Señor de los campos”.
el Leopardo, como ellos denominaban, también, a
Coh. El totem de la víctima de Aac es el leopardo,
animal que se ve en los bajorrelieves y esculturas.

En Egipto se suspendía junto a las imágenes


y estatuas de Osiris una piel de leopardo, usual-
mente sin cabeza; pero, a veces, con ella. Los sacer-
dotes llevaban pieles de leopardo a manera de man-
tos sobre sus vestiduras. Además, cuando Osiris
era representado como rey del Amenti — de “Occi-
108
ena re los. ¿nia yaa y quuetchés

dente” — su símbolo era siempre un leopardo aga-


chado encima del cual se veía un ojo.
No debemos olvidar que la piel de leopardo que
llevaban Nemrod y Baco era un accesorio sagrado
de los Misterios. Fué usado en los misterios eleu-
sinos, así como en los misterios egipcios instituídos
en honor de Osiris. Se hace mención de él en las
más antiguas especulaciones brahmánicas relati-
vas a las oraciones sacrificiales del Aytareya Brah-
mana, y se emplea en los agnishtoma, ritos iniciá-
ticos de los misterios de Soma. Cuando el neófito
está a punto de nacer otra vez se le cubre con una
“piel de leopardo”, de la cual sale como del claus-
tro materno.
Según cuenta el viajero francés Paúl du Chai-
llú, los guerreros africanos que tienen la fortuna
de poseer una piel de leopardo se cubren con ella,
creyendo que les hace invulnerables contra las lan-
zas. No parece sino que los sucesores de Coh co-
nociesen que había muerto a lanzadas y que se
creyeran que llevando su totem evitarian el ser
heridos con el arma que había ocasionado la muer-
te de este principe. Es indudable que los habitan-
tes de África mantenían relaciones con los del
continente occidental, antes del descubrimiento de
América, puesto que cuando los conquistadores
españoles llegaron a este. país encontraron en el
istmo de Panamá y en otras localidades poblaciones
100
Los "mtist ers o EM EPS

negras, que, además, se hallan representadas en


las pinturas murales de Chichén.
En cuanto al nombre Osir o sea Ogil, parece
haber sido el sobrenombre que dieron a Coh sus
hermanas y el pueblo, a causa del gran amor que
por él sentían. Ozgil es un verbo maya que significa
desear vehementemente. Por lo tanto, él era el muy
deseado, el muy amado.
Osiris en Egipto, Abel en Caldea, Bali en la
India, son mitos; pero Coh es en Mayax una reali- -
dad, un guerrero cuyo mausoleo yo he abierto, cu-
yas armas y ornamentos de jade están en mi poder,
cuyo corazón he encontrado yo, habiendo sido ana-
lizado un pedazo de él por el doctor Thompson,
cuya estatua con su nombre inscrito en las tabletas
que ocupan el lugar de las orejas he desenterrado
yo. Esta estatua se conserva actualmente en el Mu-
seo nacional de la ciudad de Méjico, y es una de
las reliquias más valiosas de la institución, que me
fué arrebatada por la fuerza de las armas por las
autoridades mejicanas.
Isis era esposa y hermana de Osiris. La pala-
bra /sis puede ser simplemente un modo dialéctico
de pronunciar la voz maya ísin (idzin), la hermana
menor. Su tocado de diosa era un buitre, ave que
servía de totem de la diosa y que era el prototipo
peculiar de la maternidad. Isis recibía con fre-
cuencia el nombre de gran diosa-madre Mau, pa-

110
entre los mayas y quichés

lebra que nos recuerda el nombre Moo, hermana


y esposa de Coh y reina de Chichén, así como el
buitre nos trae a la memoria el guacamayo. No
debe olvidarse que uno de los títulos de Isis efa
el de esposa real y hermana.

Algunos autores que, como es natural, no cono-


cen los hechos de la historia antigua de Mayax
descubiertos por mí en las esculturas y pinturas
murales de los templos y palacios mayas, hechos
que se encuentran también en las páginas del ma-
nuscrito Troano, no aceptan que Osiris y su herma-
na Isis hayan sido personas deificadas que vivieron
en la tierra, sino que opinan que son seres fabulo-
FIT
Los misterios sagrados
sos, puramente mitológicos, cuya historia se fun-
damentaba en especulaciones metafísicas y se adap- *
taba a ciertos fenómenos de la naturaleza. Pero
los primitivos jefes de los mayas, cuya historia es
una exacta contraparte de la de los hijos de Seb y
Nut, fueron deificados después de su muerte y ado-
rados como dioses dé los elementos. No es mi inten-
ción dar largas explicaciones acerca de estos des-
cubrimientos históricos. Remito al lector que desee
conocer más datos sobré el particular a mi obra
“Los Monumentos de Mayax y sus enseñanzas
históricas”.
Caín da, por apócope, C 09, la palabra maya
aplicada al “pez”.
Set es una palabra afín de la maya Ze, maltra-
tar con golpes. ¿Puede encontrarse nombre más
apropiado que éste para designar a quien asesinó
a su hermano a lanzadas e hirió mortalmente a su
hermana, como hizo Aac, según los dibujos del
autor del manuscrito Tróano?
Set, a quien:al principio se trató con los mis-
mos honores que a los otros miembros de la familia
de Seb, fué considerado más tarde como principio
del Mal y recibióelnombre de Nubtt, es decir, el
adversario, según la lengua maya, palabra formada
por nup, adversario, y $1, por. También era el Dios
Sol, el enemigo de la serpiente. Esta es, asimismo,
una semejanza singularísima. En las esculturas

112
ermitas dos mayas y quitchés

mayas se representa siempre a 4ac rodeado del sol


como genio protector; mientras que la serpiente,
emblema del país, protege siempre a Coh y a su
hermana entre sus anillos. El escudo de armas de
la ciudad de Uxmal demuestra que esta metrópolis
era la “Tierra del Sol”. En los bajorrelieves de la
cámara de la reina existentes en Chichén, se ve
a los secuaces de Aac rendir homenaje al Sol y se
observa que los amigos de Moo tributan culto a la
serpiente. Sol y la Serpiente eran enemigos, tanto
en Egipto como en Mayax. En Egipto esta enemis-
tad era un mito; en Mayax era una horrenda rea-
lidad.
El hipopótamo y el cocodrilo eran emblemas
de Set. Plutarco dice que “en Hermópolis habia
una estatua de Set, consistente en un hipopótamo,
en cuyo lomo había un halcón luchando con una
serpiente”. Tanto el hipopótamo como el cocodrilo
son animales anfibios que, como es consiguiente,
tienen mucha afinidad con el agua.
AÁac el nombre que se aplica en lengua maya a
la tortuga, que es, también, un animal anfibio.
El nombre Sougriva con que se designaba al
hermano de Bali es una palabra compuesta de las
tres raíces mayas zuc (tranquilo, sosegado), lb
(ascender) y ha (agua): “El que lentamente se ele-
va en el agua”, como hace la tortuga.
El diluvio universal es otra tradición de los
113
8. —10S MISTERIOS SAGRADOS
Eos "mistorsonst Saura

tiempos primitivos conservada por algunas nacio-


nes civilizadas de la antigúedad.
Los sacerdotes egipcios, quienes desde tiempo
inmemorial habían conservado en los archivos de
sus templos fieles descripciones de todos los su-
cesos dignos de ser recordados, se burlaron de los
filósofos griegos cuando éstos les hablaron del di-
luvio de Deucalión y de la destrucción de la raza
humana, respondiéndoles que, puesto que ellos se
habían visto libres de él, la inundación no había
sido universal; además, añadieron que los helenos
daban una importancia pueril a ese acontecimien-
to, pues habían ocurrido muchas catástrofes locales
semejantes.
Ellos dijeron a Solón que el mayor cataclismo
registrado en sus libros era el que aconteció cuando
Atlantis (Poseidonis) desapareció bajo las aguas
del océano en una noche y un día a consecuencia
de violentos terremotos y erupciones volcánicas, y
le manifestaron que, desde entonces, estaban in-
terrumpidas las comunicaciones entre los egipcios
y los habitantes de “Las Tierras de Occidente”,
y que el acontecimiento había tenido lugar hacía
9.000 años.
-Los sabios de Mayax conservaron también un
relato de esta horrenda tragedia, describiéndolo de
modo idéntico a la narración egipcia. Casi todas
las naciones del continente occidental han conser-

114
entre los. mayas y quichés

vado esta tradición, pero no pretenden que fuese


destruida la humanidad entera.
Los sacerdotes de Mayax mandaron esculpir
en el dintel de piedra de la puerta interior que da
acceso a las habitaciones meridionales de su cole-
gio, una relación en relieve de este acaecimiento.
El edificio recibe el nombre de 4kab-sib, la tene-
brosa o terrible escritura.
El autor del manuscrito Troano, obra que como
ya dije antes trata de geología, dedica a princi-
pios de la segunda parte varias páginas a relatar
este horrendo cataclismo y los fenómenos que tu-
vieron lugar entonces. Con lo que deja de ser du-
dosa la existencia de un gran continente en medio
del océano Atlántico, pues queda demostrado que
los hombres han conservado el recuerdo de su des-
trucción, y que la narración hecha por Platón de
la sumersión del resto de Atlantis era, en general,
correcta. El autor maya representa al país desapa-
recido por la figura de un negro con labios rojos, de
lo cual se infiere que ese continente estaba habitado
principalmente por una raza de hombres negros. De
ser esto cierto podría explicarse fácilmente la exis-
tencia de poblaciones de hombres negros en el con-
tinente occidental, antes de la llegada de los espa-
ñoles. Tanto los mayas como los egipcios repre-
sentaban el mundo como un hombre anciano. Plu-
tarco dice que llamaban Oriente a la faz; Norte,
IT5
Los misterios sagrados

al lado derecho, y Sur, al izquierdo; idea que ha


llegado a nuestros días, sólo que nosotros decimos
que el Oriente está a la derecha, el Occidente a la
izquierda, y el Norte de frente.
Cuando el autor del Manuscrito T'roano se re-
fiere al “Dueño de la tierra” por excelencia, esto
es, al rey Can deificado, le describe a veces con un
cuerpo humano pintado de color azul y con cabeza
de mastodonte. En la fachada del edificio existente
en Chichén-Itza, al que los nativos dan el nombre
de Kuna, casa de Dios, y Stephens denomina /gle-
sia en su obra sobre el Yucatán, hay un cuadro
que representa la adoración del gran paquidermo,
cuya cabeza y tronco constituye el ornamento prin-
cipal de los templos y palacios construídos por los
miembros de la familia del rey Can.
Este cuadro se compone de una faz que pre-
tende ser la del mastodonte. Sobre el tronco y en-
tre los ojos había antiguamente una cabeza huma-
na que ha sido destruida por gente perversa. Lleva
una corona real, que no ha sido destruida todavía.
En la parte delantera de la corona hay un pequeño
retrato esculpido de un antiquísimo personaje.
A ambos lados de la cabeza hay unas capillitas cua-
dradas que contienen una estatua de hombre y
otra de mujer, respectivamente, hoy día sin cabe-
zas. Están sentadas, pero no a la usanza india, es
decir, en cuclillas, sino con las piernas cruzadas
116
EFI AA A ASIA AUTE
y dobladas bajo el cuerpo en actitud de adoración.
Cada estatua tiene un símbolo en la espalda, totem
de la nación o tribu que tenía al mastodonte por
sagrado. Bajo estas figuras, hay dos triángulos
VAN , emblemas de ofrenda y de adoración tanto
en Mayax como en Egipto. También había otro
símbolo, RSS consistente en la imagen de un pa-
nal de miel, cuya oblación era la más grata a los
dioses, puesto que, junto con la corteza del árbol
Balche, la miel constituía el principal ingrediente del
Balche, de ese brebaje tan agradable al paladar, que
es el mismo que sirvió Hebe a los habitantes del
Olimpo, dándole el nombre de néctar. Es el A4mr1-
ta que todavía beben los dioses, los manes y los
santos en los días de luna llena, según dicen los
hindos; no obstante lo cual, fué causa de la guerra
entre los dioses y los titanes, y es el origen de mu-
chas luchas sanguinarias en las tribus del África
ecuatorial aun en nuestros días.
Estos simbolos no dejan duda alguna en cuanto
al hecho de que los personajes representados por
las estatuas están adorando al mastodonte.
La corona de la cornisa superior que se ve so-
bre la cabeza del mastodonte está hecha con un
peculiar adorno sinuoso que suele hallarse en los
monumentos erigidos por los Canes. Es el emble-
ma de la serpiente y está formado por dos le-
117
Los misterios sagrados

tras N yuxtapuestas, monograma de Can ££25.


La corona de la cornisa inferior está formada con

dos caracteres | |= que significan en maya Ah


sam, el del trono: el monarca.
Los siete miembros de la familia Can, que han
sido deificados y representados en el Japón con los
mismos símbolos que entre los mayas, son actual-
mente objeto de adoración en la capillita del pala-
cio de Tokio, dedicado a la diosa simbolizada por
un pájaro. Esta diosa nos recuerda la diosa Moo
de los Mayas o la Isis de los egipcios. En la parte
superior de la capilla y por encima de todos los
seres subalternos con alas y narices en forma de
pico, se ve un elefante acostado, sobre cuyo lomo
se halla en pie el dios del fuego. En el centro de
las llamas que rodean a este dios se ve la cabeza de
un pájaro. También puede verse en Chichén el sé-
quito de la reina Moo, quien, según nos da a cono-
cer el autor del manuscrito Troano, llegó a ser
diosa del fuego que entre los adornos de su ca-
beza llevaba su totem, el cual consistía en un pá-
jaro. 2)
Los japoneses pretenden que descienden de los
dioses y, para apoyar su aserto, citan dos tablas
genealógicas diferentes. Según ellos estos dioses,
cuyo número ascendia a siete, reinaron durante
incalculable número de años en el país, si bien afir-
118
entre los" mayas y quichés

man que estos dioses primitivos eran substancias


espirituales e incorpóreas. Les sucedieron cinco es-
piritus terrestres o héroes deificados, tras de los
cuales aparecieron los japoneses.
Esto nos recuerda a los doce dioses que, según
le dijeron los egipcios a Herodoto, habían gober-
nado su país durante un incalculable número de
años, con anterioridad al reinado de Menes, su pri-
mer dios terrestre. Los griegos hicieron de estos
dioses las doce deidades que moraban en el Olimpo.
Las doce cabezas de serpiente que yo saqué a luz
en diciembre de 1883, cuando las descubrí en el
centro del mausoleo dedicado al soberano pontifice
Cay en Chichén-Itza, representan a los doce legis-
ladores que reinaron en Mayax en tiempos ante-
riores al gran cataclismo que produjo la sumersión
de la Tierra de Mú, cuyos retratos, con el signo
cimi, muerto, adornan la fachada oriental del pa-
lacio con el cuadro de la creación, con lo que se
ha tratado de dar a entender que reinaron en tiem-
pos antiquísimos. La tradición de estos legisladores
se conserva de un modo vago en los Tchi de la Chi-
na, denominados también che-cull-tsé: los doce
hijos de Tien-hoang, el emperador del Cielo, quien
tenía cuerpo de serpiente. Dícese que cada uno de
los Tchi vivió diez y ocho mil años y reinó en tiem-
pos anteriores a la época de T1-hoang, soberano
del país situado en medio de la tierra.
119
Los misterios sagrados

Después de hecha esta breve digresión, volve-


mos a tratar del culto del mastodonte, el cual pre-
valece en la India en el del elefante Ganesha, el dios
de la prudencia, de la sabiduría y de las letras, a
quien se representa en forma de un hombre de co-
lor rojo con cabeza de elefante, al cual invocan los
hindúes de todas las sectas al principio de todos
sus asuntos. Nadie se atrevería a escribir una car-
ta o un libro sin saludar previamente a Ganesha.
Su imagen se ve en las encrucijadas y suele estar
adornada con una guirnalda de flores, ofrenda de
algún piadoso devoto. Los arquitectos la colocan
en los fundamentos de todos los edificios. Escúl-
pese o se pinta en las puertas de las casas para pro-
tegerlas contra el mal en una de las entradas de
todas las ciudades indúes, que por este motivo re-
cibe el nombre de Ganeshapol y, asimismo, en las
puertas importantes de los palacios. Ya vimos an-
tes que la cabeza del mastodonte junto con el tron-
co constituyen el adorno principal y más corriente
en los más antiguos edificios de Mayax. ¿Son és-
tas meras coincidencias? El nombre Ganeshapol
significaría en lengua maya, la cabeza de Ganesha,
puesto que pol es cabeza en maya. Si quisiera lle-
var más adelante la semblanza diría que descubro
en Ganesha la pronunciación alterada y dialéctica
de Can-ex “las serpientes”. Ganesha es el dios del
panteón hindú a quien invocaban con mayor fre-
320
CHEPE SbOS maryasioyY “qubechés

cuencia los devotos; y sus títulos son tan nume-


rosos que merece que se le aplique, como a Osiris, *
el calificativo de Miriónimo, “el de los diez mil
nombres”.
Son tantísimas las leyendas relativas a la his-
toria del culto tributado a la cabeza del elefante,
que debe inferirse de ello que su origen es desco-
nocido. ¿No habrá sido introducido su culto en
la India, junto con muchas otras costumbres, como
por ejemplo, la de llevar a los niños a horcajadas
en la cadera y la de imprimir en los muros de los
templos y de los edificios sagrados la mano humana
humedecida en tinta roja; no habrá sido introdu-
cido este culto, decimos, por los colonizadores pro-
cedentes de Mayax en donde estas costumbres pre-
valecieron y el culto al mastodonte se halla muy
difundido? Esta hipótesis tiene visos de verosimi-
litud cuando se piensa que el cuerpo de Ganesha
está pintado de color rojo, color característico de
la raza americana y simbolo de nobleza de raza en-
tre los egipcios.
Los egipcios no tributaban culto al elefante;
pues apenas conocían a este animal; pero la im-
pronta de la mano roja que, con tanta frecuencia,
se observa en los muros de los templos de Mayax
y de la India, no se encuentra jamás en los de
Egipto; tampoco llevaban las nujeres egipcias los
niños a horcajadas como las de la India y de Ma-
121
L 0:55) Museros “LITA

yax, aunque existian muchas costumbres comunes


a los tres pueblos. Es probable que los coloniza-
dores procedentes de las tierras de Occidente que
se establecieron en el valle del Nilo reemplazaran
el culto del mastodonte, animal que no existía en
el país, por el del buey, que era el mayor y el más
útil de los animales domésticos de Egipto; y que
éste fuera el origen de la veneración que sentían
por el buey Apis, pues como sabían muy bien los
iniciados en los misterios osíricos, debían consi-
derar a este animal como imagen bella de sus
almas.
La serpiente ha sido objeto de gran veneración
en todos los pueblos antiguos como encarnación de
la sabiduría divina. Ya dijimos antes que Eusebio
dice que los egipcios representaban a Kneph, el
Creador, en forma de una serpiente y que los sa-
bios sacerdotes mayas representaban en sus escul-
turas al antecesor de todos los seres protegido por
una serpiente enroscada. Staniland Wake dice en
su libro sobre el origen del culto de la serpiente
que “los estudiantes de mitología saben que los
pueblos de la antigiedad asociaban ciertas ideas
con la serpiente, animal que era el símbolo favo-
rito de ciertos dioses; pero ignoramos por qué fué
elegido este animal en vez de otros para semejante
propósito”.
James Fergusson, quien en su obra “El Culto

122
a A dd e E A

de la Serpiente y del Árbol”, libro lleno de erudi-


ción y de descubrimientos interesantes, demuestra
concluyentemente que estos cultos eran comunes a
todas las naciones civilizadas y semicivilizadas de
la antigúedad, no indica en qué país tuvieron ori-
gen. Todos los autores que han escrito sobre este
tema admiten que el origen de estos cultos es un
misterio impenetrable, aunque se hallan de acuerdo
en que se encuentran tan íntimamente ligados que
es imposible dudar de que no hayan tenido un mis-
mo origen. |
La poca extensión de este libro no me permite
dedicar a este tema todo el espacio que merece. Por
lo tanto, me limitaré a citar solamente hechos que
demuestren de modo concluyente a quienes no ten-
gan prejuicios que los cultos de la serpiente y de
los árboles tuvieron su origen en este continente
occidental y que proceden de la misma causa; “el
amor al terruño”, tan firmemente arraigado en el
corazón de los aborígenes, que es difícil inducirles
a que abandonen el pueblo' en donde han nacido,
aunque sea para mejorar de situación. En todos los
países de los continentes orientales el culto de la
serpiente guarda relación con narraciones mitoló-
gicas, especulaciones metafísicas o ideas astronó-
micas muy superiores a la capacidad intelectual de
las masas que las han conservado.
Estas leyendas no eran más que meras ficcio-
123
Los misterios sagrados

nes inventadas por los sacerdotes y los hombres


de letras para ocultar los hechos reales o quizás su
ignorancia acerca de ellos. Además, como ansiaban
mantener lo preponderancia y el poderío que les
daba su cultura sobre las multitudes, cuya curio-
sidad era necesario satisfacer, imaginaron expli-
caciones adecuadas a las nociones corrientes en la
época y a las ideas del pueblo.
En los primeros tiempos, la serpiente, emble-
ma de Kneph, el Creador, era el agathodoemon,
el genio del bien. Los chinos le dan todavía esta
significación, y creen que es uno de sus más bellos
símbolos. Pero más tarde, cuando la serpiente se
convirtió en símbolo de Set o Tiphón, o sea del
asesino de Osiris, se consideró como principio del
mal, destructor y enemigo de la humanidad. Y, des-
de entonces, los judíos, los cristianos, los mahome-
tanos y, en una palabra, todos los pueblos que fun-
damentan sus dogmas religiosos en la Biblia, han
asociado la idea del mal con la imagen de la ser-
piente. Si el árbol y la serpiente fueron objeto de
adoración en los continentes orientales desde las
crillas del Océano Atlántico hasta las del Pacífico
y desde Escandinavia a Egipto y a las penínsulas
asiáticas, no menos extendido estuvo su culto en-
tre las naciones que habitaban en “las tierras de
Occidente”, pues se encuentran sus vestigios en
toda América; desde las márgenes del riachuelo

124
Ear LaS masas y qua tahés

de Brush, en el condado de Adams, del Estado de


Ohío, en donde aún existe en la cumbre de un
montículo la efigie de una gran serpiente de 700
pies de longitud enteramente igual a la que descu-
brió Juan S. Phené en la cañada de Feechan, Ar-
gyleshire, Escocia, hasta la antigua ciudad de Tia-
huanuco, cuyas ruinas se hallan a 13.500 pies so-
bre el nivel del Pacífico, a orillas del lago Titicaca,
junto a la frontera de Bolivia y sobre la alta pla-
nicie de los Andes. También puede verse allí una
notabilísima portada hecha con un monolito de cua-
tro metros de largo, 2,15 de ancho y 46 centíme-
tros de espesor. Este monolito ha causado asombro
a d'Orbigny y otros viajeros por la belleza de las
esculturas que adornan su fachada sudeste. No cabe
duda+de que los mayas fueron quienes construye-
ron esta gran ciudad, puesto que en las menciona-
das esculturas encontramos como en el Japón el
totem del principe Coh, de su esposa y hermana
Moo y de su padre,el rey Can (serpiente).
Voy a permitirme una pequeña digresión para
describir estas esculturas que, dado los conocimien-
tos que poseemos hoy día respecto a la historia de
los fundadores de las principales ciudades ruino-
sas de Mayax, nos han de proporcionar otra prue-
ba de que los constructores de la ciudad de Tiahua-
nuco pertenecieron a una. nación muy civilizada
que envió colonizadores a las comarcas más re-
125
Los wisterios" sarro

motas de la tierra; a una nación en cuyos anales


históricos ha de descubrirse el origen de muchas
tradiciones primitivas de la antigúedad. Esta ciu-
dad se hallaba ya en ruinas cuando Manco Capac
puso los fundamentos del imperio de los Incas y,
según dijeron los nativos a los españoles, había
sido construida por gigantes antes de que el sol
brillara en el cielo.
Hemos visto que los miembros de la familia
del rey Cam son aún en nuestros días objeto de ado-
ración en los templos japoneses, como lo fueron en
los de Egipto. Pues bien, ahora encontramos irre-
cusables pruebas de ellos esculpidas en los anti-
quisimos monumentos existentes en las orillas del
lago Titicaca al pie de los grandes glaciares de
Sorata e Illimani; del mismo modo que las encon-
tramos en las leyendas mitológicas de la India y
de Grecia. ¿Puede decirse, acaso, que son meras
coincidencias ?
El frontispicio estaba antiguamente tan bien
pulido como lo permite la traquita de que está he-
cho. Todo el espacio existente sobre el hueco de la
puerta está dividido en cuatro listones de unos
veinte centímetros de altura. El listón inferior tie-
ne diez y siete cabecitas en bajorrelieve, las cuales
están adornadas de un modo parecido a la figura
central. Las siete que se hallan precisamente de-
bajo de esta figura llevan, como ella, una insignia
126
CARTERARE OS RANES Y qt
ch és

que parece ser un penacho de tres plumas. Las ca-


becitas están separadas por grecas, en cuyas par-
tes más salientes hay cabezas de guacamayo; estas
grecas son el símbolo del poder y de la fuerza. La
greca de los antiguos alfabetos maya y egipcio
equivale a nuestra H latina. 4h es el artículo mas-
culino maya, que sugiere la idea de poderío y de
fuerza. Cuando esta palabra va unida a la cabeza
del guacamayo, totem de Moo, es decir, de la reina
de Chichén, significa “la poderosa y fuerte Moo”.
Los otros listones están divididos en cuadra-
dos de tamaño idéntico, excepto sobre el hueco de
la puerta, en donde hay una figura de SI centíme-
tros por 53.
Su cabeza, cuya forma no sólo es convencio-
nal, como indican sus ojos cuadrados y su boca rec-
tangular, sino que es, además, simbólica, consta de
tres capas superpuestas en forma de escudo, sien-
do la última la que ha sido esculpida para repre-
sentar la forma humana. Estos tres escudos, así
como las tres plumas del penacho que lo adornan,
el triple trono en que descansa al parecer la figura,
los tres puntos de cada carrillo, los tres rectán-
gulos del peto y las tres cabezas de guacamayo que
se ven en las extremidades del triple cetro, simbo-
lizan las tres grandes regiones que los egipcios de-
signaban con el nombre genérico de “Tierras de
Occidente”, las cuales representaban por medio del
127
Los misterios” ug iranaross

signo ináfhrg que es imagen de la corona ostentada


por algunos jefes principales en Mayax.

El signo [2] que substituye a los labios e


indica que la figura central representaba esos paí-
ses, es la letra M de los antiguos alfabetos egip-
cios y maya, la cual se pronuncia Ma, y la radical
de Mayax, nombre del imperio maya. Pero Ma,
es una palabra que, tanto en Egipto como en Ma-
yax, significa tierra, país y, por extensión, univer-
so; y, lo mismo en Mayax que en Egipto el [2]
rectángulo es uno de los signos con que se repre-
senta la tierra y el país.
La cabeza se halla rodeada de rayos divididos
en grupos de cuatro, pues hay cuatro sobre la
frente, cuatro a cada lado y cuatro en la parte in-
ferior. Cada rayo termina en un círculo con un
punto en su centro (O), signo que se encuentra con
mucha frecuencia en los monumentos de Mayax,
particularmente en el tronco de las cabezas de mas-
todonte. Es la primera letra de los antiguos alfa-
betos maya y egipcio, y corresponde a nuestra le-
tra A, la inicial de la palabra maya Ahau, rey. Esto

128
entre los mayas y quichés
parece indicar que la figura central simboliza, tam-
bién, el rey par excellence, gobernador del imperio,
ante quien los personajes que le rodean están en
actitud de adoración, como no sólo indica su pos-

tura, sino también el signo LN esculpido en el cue-


llo de las figuras que tienen cabezas de guacama-
yos, secuaces de la reina Moo (guacamayo), signo
que, tanto en Egipto como en Mayax, es el símbolo
de la ofrenda, del culto, de la adoración. Nosotros
hemos leído el nombre de este gran rey en las cua-
tro cabezas de leopardo en que terminan los rayos
de los ángulos superiores, así como los que están
en el centro de cada lado del escudo y los cuatro
rayos de cada grupo. Si traducimos estos simbolos
por medio del lenguaje maya, descubriremos que
este personaje se llamaba Can Coh y que pertenecía
a la familia de los Can, gobernantes de Mayax.
Este hecho lo indican las cabezas de serpiente visi-
bles en los ángulos inferiores del escudo, así como
las que están en los extremos del peto, los cuatro
rectángulos esculpidos en las cintas de que éste
pende y el número de rayos que forma cada grupo
en torno a la cabeza.
Cuatro se dice can en idioma maya; pero esta
palabra significa, además, serpiente, sinónimo de
poder. Según los pitagóricos el número cuatro se
asociaba particularmente a Mercurio, el Thoth
120
9.
— LOS MISTERIOS SAGRADOS
Los, misterio. 36 mMrasas
egipcio, como dios que confería a los hombres las
dotes intelectuales. El Tetraktus o número cuatro
representaba el nombre místico del Poder creador,
y, en tiempos posteriores, significaba el intelecto, la
sabiduría y todo cuanto es activo. Pitágoras pre-
gunta: “¿De qué modo cuentas?” y Mercurio res-
ponde: “Uno, dos, tres, cuatro”, a lo cual Pitágo-
ras replica: “¿No sabes que lo que para ti son cua-
tro, son para nosotros diez y nuestro juramento,
porque, sumándolos (1-2-3-4), dan diez como re-
sultado y los cuatro contienen todos los números
en sí?” Las cuatro cabezas de leopardo son los
tótemes de Can Coh, puesto que Coh significa leo-
pardo. Más adelante, trataré con mayor extensión
de estos personajes, a los que se adoró y aun hoy
día se tributa culto en diferentes países bajo dis-
tintos nombres. También pienso tratar del papel.
que representaron en la civilización del mundo. La
forma particular del cetro que sostiene la figura
en su mano izquierda, cetro bifurcado en su parte
superior, cuyos extremos terminan en cabezas de
guacamayo, totem de la reina Moo de Chichén-
Itza, quien era hermana y esposa de C oh, y sus on-
dulaciones semejantes a las de una serpiente, tra-
tan de ser un emblema de las tres grandes regio-
nes de que constaba el imperio, emblema que se
repite en las tres filas de alados personajes arrodi-
llados. La parte superior de dicho cetro simboliza

130
entre los. mayas y quichés

el continente occidental, dividido en dos grandes


partes que se unen por medio del Istmo de Pana-
má. La parte inferior trata de representar la 'ex-
tensa isla que se sumergió bajo las aguas del océa-
no Atlántico hace unos 11.500 años.
Estando completo el cetro que sostiene la figu-
ra en su mano derecha parece que quiere dar a en-
tender que todo el país se hallaba sometido a un
potentado, a quien los gobernantes de las diez y
siete naciones acataban y rendían homenaje. Estas
diez y siete divisiones del imperio se indican por
medio de las diez y siete cabecitas esculpidas en la
franja inferior y de los diez y siete signos de tie-
rra que adornan los brazos, el peto y la cinta de
que éste pende.
Las figuritas arrodilladas pertenecientes a la
hilera del medio se representan con cabezas de gua-
camayos para dar a entender que se trata de los
partidarios particulares de la reina Moo, que aquí
como en Mayax llevan su totem como insignia O
signo de reconocimiento; mientras que las figuras
de las otras hileras tienen cabezas humanas, si bien
llevan también el totem de la reina en su coronas
como señal de que la reconocen. como soberana.
Todas estas figuras están ornamentadas con doce
serpientes distribuidas en grupos de tres, mientras
que la banda que cada uno lleva y que les cruza
desde el hombro a la parte opuesta de la cintura
131
Los misterios sagrados

termina en un nudo especial adornado con los cua-


tro círculos que, como ya dijimos antes, significan
Ahan, esto es, rey, indicando con ello que su prin-
cipal señor es miembro de la dinastía de los Can
(serpientes). El cuadro nos recuerda vividamente
por su conjunto el de los arrodillados personajes
con nariz de pájaro existente en el santuario de la
diosa-ave de Kioto.
El famoso arqueólogo francés Angrand opina
que estas esculturas coinciden con las de América
Central y que tienen significación simbólica seme-
jante. Cree que estas esculturas prueban la iden-
tidad de origen y la íntima relación existente entre
los constructores de Tiahuanuco y de Palenque,
Ocosingo, Xochicalco, y, podría haber añadido, que
entre los de las ciudades mayas, que fueron funda-
das muchos siglos antes que las que él menciona,
con lo cual se habría aproximado más a la verdad.
No cabe duda de que es en Mayax en donde se
encuentra con mayor frecuencia la imagen de la
serpiente como símbolo. Se ve en casi todos los edi-
ficios de sus ciudades. Es uno de los ornamentos
favoritos, especialmente en Chichén-Itza, de cuyo
lugar parece haber sido el genio protector. En Chi-
chén se encuentra por doquiera. Guarda la entrada
de todos los edificios públicos; está al pie de las
“grandes escalinatas, como si tratara de proteger al
que las sube. Las columnas que soportan los pór-
132
ERICO AOS AY AY quichés

ticos son representaciones de este animal, pues su


cabeza sirve de base, y su cuerpo, de fuste. Los no-
bles y los personajes de alto rango llevan adornos
hechos en forma de serpiente. Podría decirse que
Chichén es la “Ciudad de las Serpientes” por exce-
lencia. Por lo tanto, si pretendemos saber el ver-
dadero significado del símbolo de la serpiente y si
deseamos descubrir los motivos que indujeron a
tributarle culto, es necesario interrogar a los sabios
sacerdotes de esta. ciudad, consultando los libros
en que han sonsignado los filósofos de Mayax su
sabiduría y sus doctrinas esotéricas.
Según ellos, el origen del “Culto de la Serpien-
te” se puede atribuir a dos causas, al parecer dis-
tintas. Una de ellas, la esotérica, que se enseñaba
únicamente a un reducido número de iniciados en
los grandes misterios, es el homenaje que deben
tributar a su Creador los seres creados. La otra,
la exotérica, que se inculcaba a los que no eran ini-
ciados, era el amor al país, y el respeto que debían
los súbditos a sus gobernantes, imágenes vivien-
tes y vicarios de Dios en la tierra.
Para comprender la primera, es decir, la esoté-
rica, recordemos que Eusebio nos refiere que los
egipcios representaban emblemáticamente a Kneph
(el Creador) y al mundo bajo la figura de una ser-
piente, la cual según dice Horapollo, era de color
azul con escamas amarillas; pero lo que no nos
133
Los misterios sagrados

dicen son los motivos que tuvieron para simbolizar


de esta forma a la Causa Primera, ni de quién re-
cibieron este símbolo, que era el mismo empleado
por los Mayas. No cabe duda de que la clave de
este misterio ha de encontrarse en las naciones cos-
mogónicas de las antiguas naciones civilizadas,
que, cosa extraña, son idénticas en todas ellas.
Leemos en el Manava-dharma-sastra que el univer-
so visible no era al principio más que tinieblas.
Luego, el gran Poder existente por sí mismo dis-
persó estas tinieblas, y apareció con todo su es-
plendor. Lo primero que creó fueron las aguas,
sobre las cuales se movía Narayana, el espíritu
divino.
Beroso dice al referir la leyenda de la crea-
ción caldaica que: “En el principio todo era tinie-
blas y agua; y en ésta se engendraron animales
monstruosos y formas extrañas y peculiares... Una
mujer lo regía todo.” Su nombre en Caldea es
Thalath; en griego, Thalassa (el mar), y en maya,
Thallac (una cosa que carece de estabilidad).
El Génesis dice a su vez que: “En el principio
la tierra estaba desordenada y vacía; y las tinie-
blas estaban sobre la haz del abismo, y el Espíritu
de Dios se movía sobre el haz de las aguas. Y Dios
dijo: Sea la luz, y fué la luz.”
En el “Pymander”, obra atribuida a Hermes
-“Trismegisto que en opinión de los críticos moder-

134
empre losmayas y: quichés

nos es el más auténtico y antiguo de los primeros


libros egipcios, leemos en el diálogo que sostienen
Thoth y Pymander, la Suprema Inteligencia, las
siguientes palabras de Thoth: “Después mis ojos
contemplaron un espectáculo más prodigioso tóda-
vía. Todas las cosas se resolvieron en luz. Su con-
templación era una cosa maravillosa, placentera y
seductora, que me llenaba de placer. Pocos momen-
tos después apareció una hórrida y horrisona som-
bra que terminaba en pliegues oblicuos y asumía
una naturaleza húmeda. De ella surgía humo con
estrépito, y una voz se ola más potente que el es-
trépito. Parecía como si fuera la voz de la luz; y
el verbo surgió de esa voz de luz, verbo que fué
llevado sobre el húmedo principio. De él surgió
el fuego puro y la luz, y, elevándose, se perdió en
el aire que, semejante al espíritu, ocupa el espacio
intermedio entre el agua y el fuego La tierra y el
agua estaban mezclados de tal forma que la super-
ficie de la tierra cubierta por el agua, no aparecía
por ninguna parte.” |
Y en los modernos libros herméticos se explica
del siguiente modo el origen de todas las cosas:
“El principio de todas las cosas existentes es Dios
y la inteligencia y la naturaleza y la materia y la
energía y el destino y la conclusión y la renovación.
Porque en el abismo había ilimitadas tinieblas; y
el agua, y un sutil espíritu de poder intelectual
135
Los misterios sagrados

existían en el caos. Pero la santa luz brotó, y los


elementos fueron producidos de entre la arena de
una esencia acuosa.”
En el Popul-Vuh, el libro sagrado de los qui-
chés, leemos: “Este es el relato de cómo todas las
cosas estaban sin vida, calmas, silenciosas. Todo se
hallaba inmóvil y quieto; la inmensidad de los cie-
los estaba vacía; el haz de la tierra no se había ma-
nifestado todavía; sólo existían el tranquilo mar y
el espacio de los cielos. Todo era inmovilidad y si-
lencio en las tinieblas, en la noche. Sólo el Crea-
dor, el Hacedor, el Dominador, la serpiente cu-
bierta de plumas, los que crean y engendran, es-
taban sobre las aguas como una luz que crecía con-
tinuamente. Estaban rodeados de verde y azul; su
nombre es Gucumatz.”
Ya hemos dicho de qué modo han procurado
los sabios mayas perpetuar sus ideas cosmogóni-
cas, haciendo que se esculpiera en altorrelieve so-
bre la puerta de la fachada oriental del palacio
existente en Chichén-Itza el relato de la creación,
ideas idénticas a las de los hindúes y egipcios. No
es posible suponer que sea puramente accidental
esta identidad de ideas referentes al origen de las
cosas a que llegaron los sabios de la India, Egipto
y Mayax, expresándolas casi con las mismas pala-
bras ten cuanto se lo permitía el carácter particular
de sus idiomas; tampoco se puede creer que llega-

136
eaMtarte LoS mayas yq esc héos

ran separadamente a las mismas conclusiones, sin


comunicarse entre sí. La noción de la creación y
su explicación debe haber nacido en uno de esos
países, que debió enseñarla a las demás como ha
ocurrido con los descubrimientos científicos o con
las creencias religiosas que se han ido propagando
de país en país, hasta llegar a los más remotos ha-
bitantes del planeta. ¿Qué idea nos formaríamos
nosotros del hombre que pretendiese que el ferro-
carril, el telégrafo y muchas invenciones modernas
habían aparecido simultáneamente en todas las na-
ciones que las utilizan, en vez de haber tenido ori-
gen en un país particular, mejor dicho, en el cere-
bro de un solo hombre? ¿No creeríamos, acaso,
que ese hombre estaba idiota o loco? Es fácil com-
prender de qué modo pasaron estas ideas desde los
egipcios a los Caldeos o a los hindúes o viceversa,
pero ¿quién las llevó a las “Tierras de Occidente”?
¿Cuándo aconteció esto? ¿Quién puede negar que
se originaran entre los habitantes del continente
occidental y fueron llevadas por sus habitantes a
las demás naciones del mundo?
En mi obra “La reina Moo y la Esfinge egip-
cia” he demostrado que, cuando las leyendas de
que van acompañadas varias de las imágenes de
los dioses egipcios se interpretan por medio del len-
guaje maya, se descubre que Mayax es el lugar en
donde nació la civilización egipcia. El antiguo al-
137
Los misterios sagrados

fabeto hierático de los mayas descubierto por mí


es tan semejante al antiguo alfabeto hierático de
los egipcios como es posible que lo sean dos alfa-
betos, por lo cual es forzoso llegar a la conclusión
de que los mayas y egipcios aprendieron el arte de
la escritura de unos mismos maestros o que Jos
egipcios lo aprendieron de los mayas. Todo viene
en apoyo de nuestra hipótesis de que las ideas cos-
mogónicas tuvieron su origen entre los mayas,
quienes las enseñaron a las demás naciones en que
encontramos su nombre.
Por lo tanto, el análisis del cuadro de la crea-
ción esculpido en la fachada de Chichén-Itza ha
de ser interesantísimo. Haciéndolo, encontraremos
la prueba de los adelantos científicos a que llega-
ron sus autores, así como la razón de que la ser-
piente llegara a ser adorada en toda la Tierra.
Los filósofos de Mayax sabían, sin duda, que
las aguas cubren la mayor parte de nuestro planeta
(aproximadamente las tres quintas partes), y que,
siendo el agua un compuesto de gases (hidrógeno
y Oxígeno) y ll más sutil de los flúidos, debió ha-
ber sido la primera forma de la materia cread
a.
Por eso dibujan en la parte más alta del cuadr
o y
a cada lado del mismo el simbolo del agua TAR
A -
NAAA
y tienen el cuidado de dejar sin teste sign
o, en la
parte superior, una porción igual a los
dos quintos
138
entre los mayas y quichés

de su longitud. Esculpieron la figura de un huevo,


es decir, un germen en medio del símbolo de las
aguas. ¿Por qué esculpieron un huevo y no otra
clase de semilla? ¿Es porque al estudiar la fisiolo-
gía habían llegado a la conclusión de que todos los
seres de la tierra nacen de huevos? Ellos repre-
sentaban al huevo emitiendo rayos: esos rayos de
luz en que dice Thoth que se resolvieron todas las
cosas: esos rayos de luz que, según dice el quiché
autor del Popul-Vuh, aparecieron sobre las aguas
como una luz creciente que bañaba de color azul
y verde al Creador, a la serpiente plumada, al
Kneph de los egipcios. Obsérvese que los simbolos
de agua terminan con cabezas de serpientes, por-
que los mayas comparaban las olas del océano a
las ondulaciones que hace la serpiente cuando se
arrastra. Por esa razón los mayas daban al mar
el nombre de Canah, serpiente grande y poderosa,
y vemos quie el códice Trohano designa siempre al
mar por una cabeza de serpiente. Por esta razón,
dibujaban una serpiente dentro del huevo y detrás
del Creador para indicar que este simbolo es el
totem del antecesor de todos los seres. He ahí uno
de los orígenes del culto a la serpiente; la adora-
ción al Creador.
La diosa Uati, genio del bajo Egipto se repre-
sentaba unas veces en forma de serpiente con el
pecho hinchado, cuyo cuerpo se erguía sobre un
139
Los misterios sagrados

cesto o harnero y cuya parte inferior descansaba


contra una figura parecida a nuestro número 8;
y otras veces como una serpiente alada, con el
pecho hinchado, que ceñía su cabeza con un gorro
o corona de forma extraña, corona que, según se
dice, era la del Bajo Egipto.

Figura 1 Figura 2

lgnoramos las razones en que se basaron los


egipcios para elegir semejantes símbolos como re-
presentación del Bajo Egipto y no creemos que los
sabios legiptólogos puedan explicárnoslo.
Ahora bien, es digno de tener en cuenta que
estos símbolos eran los mismos empleados por los
hierogramatistas y artistas mayas para represen-
tar a su patria, al imperio Maya.
El autor del manuscrito Troano representa
unas veces a Mayax en forma de serpiente con el
pecho hinchado (Lámina XVII de la parte ID), y
otras como una serpiente, en que parte del cuerpo
adopta la forma de la península del Yucatán (*);

(*) Creemos que no puede ser inoportuno interpretar aquí la


leyenda maya que sirve de explicación a la ilustración, tanto más

140
rr

Le LINE E ¿
ES ¿[ St
Ve E esoE) SS
EZ LS
A
ATA

LJ)
O
ATA
TT

vE0D00n

MS, E We
mM e
AAA

d
A AA >

te,

JS
ad
S
AVAA
LT IMSS

MT»
S00)
Yan a)
(U
V
o :'
aTOA Los SI

y los artistas que pintaron los cuadros existentes


en la cámara funeraria del principe Coh, simbo-

cuanto que demuestra que la serpiente era el símbolo del país.


Empezando por la parte superior de la columma, se lee lo
que sigue:

o [Y O (e)
Abau Eb Kan cib Lamat
A-ha-u Heb Kanaan cib Lam-a-ti
que literalmente significa: El Dueño del depósito de agua lo vuelca:
abundante flúido sumerge al país.
Y traduciéndolo libremente:
El Dueño del depósito de agua lo vuelca: abundante flúido
sumerge al país.
Basta dar una ojeada a la ilustración para convencerse de que
la interpretación es correcta. En mi obra “Los Monumentos de
Mayax”, etc., doy una interpretación más extensa de estos signos.

141
Los misterios. sagrados

lizaban el país por medio de una serpiente alada,


con el dorso pintado de color verde y el vientre
amarillo; serpiente que llevaba en la cabeza una
corona azul y cuya cola terminaba en forma de
dardo muy parecido al contorno general del con-
tinente meridional de América. ,
No vamos a explicar ahora minuciosamente es-
tos simbolos cuyo estudio he hecho en otra obra,
sino que sólo quiero consignar aquí hechos que no
se puedan atribuir de ningún modo al azar. El en-
roscamiento en que descansa la serpiente que sirve
de emblema al Bajo Egipto, es el mismo símbolo
exactamente que se emplea en el manuscrito
Troano para representar el golfo de Mé-
jico y el mar Caribe, cuyas SES aguas bañan
la península del Yucatán, que parece como si estu-
viera erguida entre ellas como la serpiente en el

signo egipcio. En cuanto al harnero, los nativos


de este país le dan el nombre de Mayab. Mayab
era en tiempos pasados uno de los nombres con que
se designaba la península. La corona del Bajo

142
palta e Tos mayas yiqueichés

Egipto es idéntica a la que llevaban ciertos capi-


tanes retratados en los bajorrelieves exis-
tentes en Chichén-Itza. Aquí el pico de la co-
rona se llevaba delante, y en Egipto atrás, quizás
como muestra de respeto por parte de los egipcios
para con su país paterno, con lo cual querrían dar
a entender que Egipto debía testar detrás de su pa-
dre, del mismo modo que los hijos de los aborí-
genes del Yucatán tienen por costumbre.
Puesto que los egipcios y los mayas empleaban
signos idénticos para simbolizar al país en que vi-
vían ¿no podemos, acaso, inferir de ello que esta
elección obedeció a una misma causa? No debemos
de perder de vista que las serpientes aladas exis-
tentes en las pinturas egipcias, no son sino repre-
sentaciones emblemáticas que guardan relación con
los misteriosos ritos de los muertos y con el modo
de vivir ien el Amenti, es decir, en las “Tierras de
Occidente”, a donde se suponía que iban a parar
las almas de los difuntos después de haberse liber-
tado de su cuerpo mortal. En los primeros tiempos
de la civilización egipcia, Uati o Mati, el pais de
Mayax, era una de las divinidades a quien tribu-
taban culto los moradores de las riberas del Nilo;
y el áspid y no otra clase de serpiente representaba
un papel importante en los misterios religiosos,
siendo adorado universalmente.

143
Los misterios sagrados

¿Hemos de preguntar una vez más su por qué?


¿Qué relación puede existir entre el áspid y el país
y entre aquél y el oficio de rey o los atributos de
Dios? A pesar de esto tera la insignia de realeza
que llevaban en su cabeza como ornamento los dio-
ses y los reyes (*). ¿Se debe atribuir a mero capri-
cho la elección del áspid como signo de distinción?
¿No se puede atribuir esta predilección a que el ás-
pid dilata el pecho cuando se enfurece y que la for-
ma de este reptil enfurecido recordaba a los coloni-
zadores los contornos geográficos de la Tierra de
Occidente de donde procedían sus antepasados, así
como la forma en que ésta se solía representar en
los libros que habian estudiado en su niñez? Si
miramos un mapa del continente occidental, nos
daremos cuenta en seguida de que los contornos de
(*) El símbolo de la serpiente figuraba la Sabiduría divina,
la regeneración física y la inmortalidad. En los tiempos de mayor
esplendor de la civilización egipcia los faraones eran iniciados en
diferentes grados, según su valer, en los “Misterios”, y la ser-
piente en su corona real simbolizaba la posesión de la facultad de
la clarividencia y el haber despertado la intuición.
Hay diversos significados del mismo símbolo, como la “Serpiente
de la eternidad”, llamada Ananta; la “serpiente de fuego” que
representaba la Luz Noumenal, o sea la radiación de la substancia
cósmica, llamada también “Mar de Fuego”. La “serpiente mun-
dana” representa a la materia con sus sensaciones tentadoras.
También se llama el “fuego serpentino” al despertar del “kun-
dalini”, o sea la fuerza que cada humano lleva dormida en el
extremo inverso de la columna vertebral y quienes han podido
des-
pertarlo disponen del poder llamado “fohático” que trasciend
e el
magnetismo común,
Los “Serpientes de Sabiduría”, llamados “Nagas”, son
los
sabios y puros iniciados de todos los tiempos y lugares. Dijo
Jesús:
“Sed sabios como un serpiente y sencillos como la paloma—.” (N,
del Editor.)

144
entre los mayas y quichés
la América Central — es decir, del imperio Maya
— tienen la forma de una serpiente con el pecho

hinchado en posición muy semejante a la del em-


blema del Bajo Egipto, siendo la cabeza la penín-
sula del Yucatán, sede antigua del gobierno, y que
el continente meridional sería la punta de su cola,
tal como lá representan los artistas mayas. El color
verde de su espalda, representa los bosques tro-
picales del país; el vientre amarillo, simboliza los
volcanes internos que hacen culebrear a la super-
ficie como a una serpiente; la corona azul de su
cabeza, los cielos; las alas, el humo de los volca-
145
IO. —10S MISTERIOS SAGRADOS
Los,m1s5t0 350.8: 3.0 97 MA

nes; las aletas, los elevados picos de la sierra que


atraviesa el país de norte a sur, formando parte de
la Cordillera que viene a ser el espinazo del conti-
nente.
Una de las características más notables de los
aborígenes actuales es el intenso amor que sienten
por su país, amor que llega hasta el fanatismo y
en el cual encontramos otro origen del culto de la
serpiente, emblema del país paterno.
En el mantra de la Serpiente citado en el Ayta-
reya Brahmana hay un párrafo que califica a la
Tierra de Sarpa Rajni, reina de las serpientes y
madre de todo lo que se mueve, a la cual rinden
hoy día culto todavía los Nagas que habitan el valle
de Cachemira.
Los primitivos jefes de Mayax derivaron su
titulo, Can (serpiente), de la forma de los contor-
nos de su imperio, así como los sacerdotes del sol
recibían el suyo derivándolo del nombre de esta
luminaria, Kin. Sin embargo, su emblema no con-
sistia en una serpiente alada con un dardo en la
punta de la cola, sino en una culebra de cascabel
cubierta de plumas, imagen del manto de plumas
que usaban el rey, el supremo pontífice y otros altos
dignatarios como vestidura de ceremonias. Esta
serpiente de cascabel plumada adorna los muros de
las mansiones reales. Se ve todavía en Uxmal, so-
bre la fachada oriental del ala de poniente del pa-

146
An IO SA MS Y Guichés

lacio que perteneciera al rey Can y en otros luga-


res. Estos gobernantes, imágenes de Dios en la
tierra, recibieron después de muertos los honores
de la deificación; llegaron a ser dioses y diosas, y
fueron adorados como tales. El símbolo de la ser-
piente alada fué substituido en Asiria por el de un
circulo alado, emblema de Asur, el dios supremo
de los asirios, y este simbolo se encuentra rara-
mente en las esculturas que no tienen relación iñ-
mediata con el monarca. Parece ser que se halla '
asociado también con el árbol sagrado o simbólico.
He aquí de nuevo otro origen del “culto a la
serpiente” en este de los reyes de Mayax simbo-
lizados por la “serpiente plumada”. 4Ahau-Can, la
serpiente real, es uno de los nombres con que se
designa en idioma maya a la culebra de cascabel.
En las esculturas se representa a mienudo al rey
por este emblema con siete cascabeles en la cola,.
por haber sido siete el número de miembros de que
constaba la familia del rey Can. En Egipto se hon-
raba como dioses a los reyes y a las reinas después
de muertos. En Grecia y en otros países, se delfi-
caba a los héroes adorándoles como a dioses.
El culto del árbol y de la serpiente se han iden-
tificado de tal suerte en todas las naciones de la
antigiiedad que abonan la hipótesis de que tienen
un origen idéntico, aunque sin conocer el lugar en
donde tuvieron origen, el pueblo en que fueron ins-
147
Los misterios sagrados

tituídos por primera vez y sus tradiciones e ideas


particulares es difícil comprender qué analogía
pueda existir entre ellos. Muchos sabios eruditos
han publicado el resultado de sus investigaciones
sobre este tema, pero ninguno ha asignado todavía
un lugar de origen al culto del árbol y al de la
serpiente.
El difunto James Fergusson dice que se siente
inclinado a creer que tuvo origen en “las riberas
del bajo Éufrates, entre gentes de origen turanio,
y que se esparció desde ese punto a todos los de-
más países del globo”. Estas palabras no parecen
definitivas, porque en seguida hay que preguntar
que ¿cómo explicaríamos entonces el que los habi-
tantes del continente occidental hayan tributado
culto a la serpiente y al árbol antes del descubri-
miento de América? Pues ellos tenían también sus
_ árboles sagrados, y tanto para ellos como para los
habitantes del mundo oriental, el árbol era símbolo
de vida eterna.
El roble estaba dedicado a Baal, dios principal
de los fenicios y de otras naciones orientales. Los -
druidas celebraban sus ritos más sagrados bajo
ese árbol en honor de Eseus, el Ser supremo. Los
escandinavos veneraban al fresno. Los habitantes
de la isla de Delos creían que la gigantesca pal-
mera era el producto favorito de Latona. Las gen-
tes de Samos, Atenas, Dodona y Arcadia daban

148
entre. los mayas y quichés

culto a sus dioses en los bosques sagrados. El culto


al árbol es antiquísimo en la India, así como en la
isla de Ceilán; en el patio de todos los monaste-
rios hay siempre una higuera india. Y, sin embar-
go, en ninguna parte se menciona «el origen de este
culto.
Fergusson aconseja que se busque su origen en
Egipto, por ser el más antiguo de los pueblos civi-
lizados y cree que leste culto prevaleció entre los
egipcios antes de que se creara el múltiple panteón
tebano. El tamarindo fué el árbol elegido por los
egipcios para dar sombra al supuesto sepulcro de
Osiris, el rey de Amenti. La persea era el árbol
sagrado de Athor, regente de Occidente, a quien
a menudo se identifica con Isis. El sicomoro fué
consagrado a Nut, madre de Isis y de Osiris, a la
que suele verse entre sus ramas en las pinturas de
las tumbas escanciando de una vasija el liquido
que recibe ten sus manos el alma del difunto, el
cual tiene en este caso forma de ave con cabeza
humana. De suerte, que los árboles se consagraban
particularmente a las divinidades que tenían rela-
ción con el Amenti, esto es, a los reyes y reinas
deificados procedentes de las “Tierras de Occi-
dente”
Dícese que el emblema del árbol sagrado se en-
cuentra asociado en Asiria frecuentemente al
“círculo alado”; y, como este símbolo guarda in-
149
y

Los. mbtstentuos. s 007 aaa

mediata relación con los monarcas, hemos de infe-


rir de ello que el culto del árbol va unido al de los
héroes y reyes deificados, si no es característico
del mismo.
Para poder comprender la relación existente
entre el árbol, la serpiente o “círculo” alado y los
“monarcas” es necesario consultar de nuevo los
anales que nos han legado los sabios de Mayax en
sus piedras esculpidas o en sus libros. Los Mayas
tributaban culto a ciertos árboles. Landa, Cogo-
lludo y otros lescritores contemporáneos de los pri-
meros conquistadores españoles dicen que los abo-
rígenes creían en la inmortalidad del alma y que
ésta había de ser recompensada o castigada en la
vida de ultratumba por las obras que realizara
mientras vivía en el cuerpo. La recompensa con-
sistía en vivir en un delicioso lugar en donde no
era conocido el dolor, en donde había abundantes
alimentos deliciosos, de los que habrían de gustar
con eterno reposo bajo la fresca sombra de las ra-
mas siempre verdes del ya.rché (ceiba), árbol que
se encuentra en nuestros días frente a la entrada
principal de las iglesias del Yucatán y de América
Central. A veces, las iglesias se encuentran en el
centro de arboledas de ceibas, que, en aleunos si-
tios, son substituidas por gigantescas palmeras
(Palma real).
Según el autor del M. S, Troano el imperio
150
entren -Llosimayas y; quichés
Maya se representaba antiguamente por medio de
un árbol plantado en el continente que lleva hoy
día el nombre de América del Sur, siendo su rama
principal la península del Yucatán (véase el mapa
inserto en la pág. /11/).) He aquí de nuevo la clave

ECT)==
UE —

del origen del culto al árbol y de su íntima relación


con la serpiente alada y con el rey. El culto al país
se simboliza de nuevo por el árbol, como lo fué
por la serpiente o por el Gobernante. De esta for-
ma descubrimos una explicación natural de la tra-
dición tan en boga entre las naciones antiguas de
que el ÁrBOL par excellence, el árbol de la vida,
esto es, de la civilización y de la ciencia, estaba
situado en el centro del país, del jardín, del país
primitivo de la raza (Mayax); estando el imperio
de los mayas situado entre los dos grandes conti-
151
Los mistertos s¡0pyrodcos

nentes — América del Norte y del Sur — que for-


man las “Tierras de Occidente” (*).
Esta relación del árbol, la serpiente y el país
situado en el centro del Mundo la confirman los

(*) La leyenda se lee comenzando desde la parte superior de


la columna situada más a la izquierda:

13 y A E pl ES
Can ÁAhau Cimen eb por heb Ezanab Kan
el Rey dueño muerto al tratar de terremoto se ha
del deposito abrirse paso levantado
de agua
(Y volviendo a empezar por la parte superior de la segunda
columna leemos):

O LEY ls] E
Can oc cib ik lamat ix
pie hundió alre-viento colmado cráter,
o seno de
los volcanes
a STO 00... o p=2]
uac luumilob umukan can kak-mul Timanik
seis fértiles países umukán cuatro volcán Timanik
Que traducido libremente, dice así: .
“Can, el señor del depósito de agua, que fué muerto al
tratar
de abrirse camino por medio del terremoto, se ha levantado.
Los
pies de Can se hundieron al llenar el aire el cráter del
volcán.
Seis fértiles países han aparecido en Umukán (Cuba) y cuatro
“volcanes en Timanik (una de las pequeñas Antillas).”
Los escritores mayas como, por ejemplo, el autor del M. S.
Troano, representaban a veces a la Tierra bajo la figura
de una
anciana, a la que denominaban mam: la abuela. En este
dibujo se
la representa teniendo en su mano izquierda el signo del
humo y
lanzando una jabalina, emblema de la energía volcánica,
y en su
diestra ostenta el símbolo del “País del Escorpión”, “Zinaan”,
las islas de la India Occidental de nuestros días. Su
cabeza de
ciervo representa el imperio Maya.

152
entre los mayas y quichés

autores chinos, que han comentado el Chu-king,


uno de los monumentos literarios más antiguos de
la China, pues cuando Yong-chi se refiere a los
Tién-Hoang o reyes del cielo, dice Yong-chi: Tien-
hoang tenía cuerpo de serpiente. Él fué el origen
de las letras. El dió nombres a los diez KAN y a los
doce Tchi a fin de determinar el lugar del año; y
Yuen-leao-fan, otro célebre autor, dice que Kan
significa el tronco de un árbol, y que TcH1 son las
ramas, por cuya razón reciben el nombre de CHE-
CULL-TSE, los doce hijos. Fijémonos en que los hi-
jos del rey Can se llamaban CAN-CHI, que es, toda-
vía, un apellido familiar entre los aborígenes.
Ti-HUANG, el rey de la Tierra, recibe también
el nombre de Hoang-kium, o sea el que reina so-
beranamente en el medio de la tierra, y el de TsE-
YUEN o el hijo principio, el engendrado, el Brahma
de los hindúes, el Kneph de los egipcios y el Menen
de los mayas.
La cruz es otro simbolo sagrado que ha sido
venerado por todas las naciones civilizadas y semi- -
civilizadas muchos siglos antes de la fundación del
Cristianismo; y, aunque en todas partes se ven re-
presentaciones suyas, desde las someras incisiones
hechas en las rodas, hasta los magníficos templos
y las cavernas admirablemente esculpidas de Ele-
fanta (India), en ninguna parte se nos dice cuál ha
sido su origen. Existen varias clases de cruces,
153
Los misterios sagradas

pero todas ellas se pueden reducir a la forma pri-


mitiva que se parece a la cruz latina.
La “Crux Ansata” conocida con el nombre de
“Llave del Nilo” es una de las más antiguas clases
de cruces conocidas en el continente oriental. Era
el “simbolo de los símbolos” entre los egipcios,
fenicios y caldeos, por ser el emblema de la vida
venidera. Era costumbre ponerla sobre el pecho de
los difuntos, a veces como una simple T sobre el
fulcro de un cono; y otras veces se la representaba
como si descansara sobre un corazón. También se
ve sirviendo de adorno en los torsos de las esta-
tuas y estatuitas existentes en Palenque, Copán y
otras antiguas ciudades de Guatemala, así como en
Nicaragua y en diferentes localidades de la Amé-
rica Central. En todas partes se asociaba con el
agua; en Babilonia era el emblema de los dioses del
agua; en Egipto, Asiria e Islas Británicas era el
simbolo del poder creador y de la eternidad; en la
India, China y Escandinavia, el del cielo y de la
inmortalidad, y en Mayax, el del rejuvenecimiento
y de la liberación de los sufrimientos físicos. La
cruz, como símbolo, se ponía sobre el pecho del
iniciado después de haber tenido lugar su “nuevo
nacimiento en los misterios eleusinos o báquicos.
Remesal y Torquemada refieren en sus respec-
tivas obras que cuando los españoles desembarca-
ron durante el año 1519 en la isla de Cozumel a

154
entre los mayas y quichés

las órdenes de Hernán Cortés, observaron que los


aborígenes rendían culto en sus templos a ciertas
cruces como si fueran dioses. Muchos autores han
sostenido lo mismo posteriormente, dando crédito
a semejantes afirmaciones. Sin embargo, la cosa
parece errónea. Bernal Díaz del Castillo, quien
acompañó a Cortés, no hace mención de la exis-
tencia de semejantes símbolos en Cozumel; pero
dice enfáticamente que Cortés ordenó que se des-
truyeran los idolos de los santuarios y que fueran
substituidos por una imagen de la Virgen María,
junto a la cual puso una cruz de madera hecha por
dos carpinteros españoles, recomendando a los na-
tivos que conservaran con gran cuidado ambas co-
sas, cuando se despidió de ellos. El doctor Pedro
Sánchez de Aguilar, que fué también uno de los
primeros autores que trataron de la conquista de
América, afirma que las cruces de piedra halladas
más tarde en la isla, habian sido fabricadas to-
mando como modelo la de Cortés. Y el obispo Lan-
da, celosísimo misionero que intentó convertir a los
aborígenes a la fe católica, no hace mención de que
existieran cruces en Cozumel antes de la llegada
de los españoles; hecho que le habría servido de
mucho en sus predicaciones y que no habría dejado
de citar en su obra si el símbolo hubiera existido
en realidad.
No puede caber duda e de que el emble-

155
Los misterstos sagrados

ma de la cruz perteneció en tiempos muy remotos


a los misterios sagrados de Mayax, pues no existe
ningún vestigio externo de este símbolo en las rui-
nas de los templos y palacios de los Mayas y yo
no he encontrado más que una imagen perfecta de
la cruz en los antiguos edificios del Yucatán, ade-
más de la planta del santuario existente en Uxmal
(véase la pág. 53). La cruz a que me refiero for-
ma parte de la inscripción esculpida sobre el dintel
de la puerta, existente en la fachada oriental del
palacio de Chichén. Todavía existe la tradición de
que esta cruz simboliza el “Dios de la Lluvia”. Si
esto fuera cierto, los mayas no reprodujeron su
imagen, ni celebraron ningún festival en su honor
en la época de la conquista, sino que se limitaron
sencillamente a conservar esta idea de sus antepa-
sados. |
Los antiguos astrónomos mayas habían obser-
vado que la constelación llamada Cruz del Sur
aparece en posición perfectamente perpendicular a
la línea meridional del horizonte en cierto período
del año que corresponde a los primeros días de
nuestro mes de mayo, mes que debesu nombre a
la diosa Maya, la buena dama, madre de los dioses.
- Por esta razón la Iglesia católica celebra la festi-
vidad de la adoración de la santa cruz en el tercer
día de este mes, que consagra particularmente a
la Madre de Dios, la Buena Señora, la virgen Mq-

156
entre los mayas y quichés
R-ía, o sea la diosa Isis que antropomorfizara el
obispo Cirilo de Alejandría.
En todas las localidades situadas entre los gra-
dos 12 y 23 de latitud norte, la estación seca em-
pieza en enero y las lluvias cesan durante varios
meses. Todas las plantas se quedan resecas en los
meses de mayo y abril en el Yucatán, en donde no
existe agua en la superficie; los árboles y arbustos
se quedan sin hojas; la naturaleza tiene aspecto de
desolación; todos los seres vivos anhelan el agua;
los pájaros y otros animales salvajes, enloquecidos
por la sed, pierden su característica cautela, y se
acercan a los lugares que frecuenta el hombre, po-
niendo en peligro la vida por buscar agua; la muer-
te parece amenazar a la creación entera con morir
de sed. dls.
Pero por el sur aparecen cuatro brillantes es-
trellas. Una cruz deslumbradora se cierne en el ho-
rizonte meridional. Es el mensajero celeste que
trae buenas nuevas para todos, porque anuncia que
no tardarán en abrirse las puertas celestes de la
lluvia; que la tan esperada lluvia ha de descender
pronto de lo alto, y con ella el júbilo y la felicidad
y una nueva vida para todos los seres. El hombre
saluda agradecido entonando cantos de alegría a
este heraldo de la vida venidera, que, indudable-
mente, es para él un dios: el Dros DE La LLUVIA
que rejuvenece a la naturaleza, liberta al hombre
157
Los misterios sogrado's

y todos los demás seres de los sufrimientos físicos,


y les trae felicidad — y por lo tanto el cielo — y,
con la vida renovada, la inmortalidad. ¿No es ella,
por ventura, el poder creador que renueva y revi-
vifica eternamente a todas las cosas existentes en
la superficie de la tierra? Por lo tanto, ¿es extraño,
acaso, que los hombres de todos los siglos hayan
tributado culto a la cruz como simbolo de la vida
vemdera y de la inmortalidad y que hayan sentido
gran veneración por ella? Téngase en cuenta que
todas las naciones civilizadas de las “Tierras de
Occidente” y del “Continente Oriental” vivían en
latitudes en que la constelación de la “Cruz del
Sur” es visible durante el mes de mayo, y que los
primeros aguaceros no tardan en seguir a su apa-
rición en el horizonte. Como es natural, desde es-
tas tierras se transmitió a las naciones situadas
más al norte, las cuales aceptaron el símbolo sin
comprender su significación, haciendo en tiempos
posteriores innumerables especulaciones sobre su
origen, pero los sencillos aborígenes que viven hoy
día en el corazón de las selvas se regocijan a la
vista de la “Cruz del Sur” y se preparan para
sembrar sus campos.
El origen y significado de la mística T, de ese
simbolo de la “sabiduría oculta” como lo denomi-
nan actualmente nuestros hombres de estudios, ese
simbolo que se encuentra en todos los monumentos

158
ESMAS O MAYAS quichés

egipcios, en los templos, en las manos de los dioses,


sobre el pecho de las momias, ese símbolo que se
halla también en los antiguos edificios de Mayax
y en las estatuas y altares de los templos existen-
tes en Palenque, ha dado lugar a numerosas espe-
culaciones por parte de los modernos sabios, quie-
nes no han llegado a ninguna conclusión, aunque
su nombre, Tau, indica claramente que no es más
que una representación del “Dios de la Lluvia”,
G sea de la “Cruz del Sur”. Efectivamente, tau es
una palabra maya compuesta de las tres voces pri-
mitivas t2, aquí, a por ha, agua y u, mes, que, tra-
ducidas libremente, significa: “Este es el mes del
agua”, de donde se infiere que es el de la resurrec-
ción de la naturaleza y, por ende, el de la vida ve-
nidera.
La compleja forma de la mística T compuesta
de un cono con dos brazos abiertos, uno a cada
lado, y un óvalo colocado encima de ellos ha sido
denominada crux-ansata por los egiptólogos. Su
origen no es egipcio, pues su prototipo es la colum-
na conoidea rematada por una esfera que utiliza-
ban los babilonios como simbolo de la vida y de la
muerte; ya que la muerte no es más que el princi-
pio o el plantel de la vida. Este emblema no es más
que una reminiscencia del yaxché, el árbol sagrado
de los mayas, bajo cuyas raíces es creencia de los
nativos que se puede hallar siempre un manantial
159
Los misterios sogrados

de agua pura. El tronco del yaxché tiene desde su


pie a la punta la forma de un cono perfecto, de
donde salen las ramas principales en dirección ho-
rizontal. Su elevada copa parece una semiesfera de

1
Uli
TM

De un códice mejicano existente en el Museo Británico


(Manuscrito núm. 9789)

verdor cuando se ve desde cierta distancia. El cono,


la tau y la crux-ansata fueron símbolos idénticos
de Dios, de la vida venidera, de las fuerzas duales
y de la fertilidad, para los iniciados en los miste-
rios. Los mayas y otros pueblos de la América
Central representaban siempre sus árboles sagra-
dos en sus esculturas y pinturas por medio de un
tronco de árbol que se abría en su parte superior
en dos brazos horizontales y que de esta forma
tenía el aspecto de una cruz o tau.
Al desviarme aparentemente del objeto princi-
160
ex tbEre Los E UYasSr y quichés

pal de este libro, e inferir el origen verdadero de


las tradiciones primitivas de la humanidad y de
muchos símbolos religiosos comunes a todos los
pueblos civilizados de la antigiedad, desvanecien-
do las brumas que se habían ido acumulando en su
derredor en el transcurso de los siglos, he tratado
de demostrar que todos procedían de fuente única
e idéntica, y que esta fuente era el país de Mayax,
existente en las “Tierras de Occidente”. En los
templos de Egipto, Caldea y la India se han cele-
brado en tiempos tan remotos los misterios sagra-
dos que se ignora quiénes fueron los primeros en
instituirlos. Herodoto cuenta que las hermanas de
Danao instituyeron las tesmoforias en honor de la
diosa Ceres a imitación de los misterios egipcios
celebrados en honor de Isis, y que las enseñaron a
las mujeres pelasgas. Dice también que Eumolpo,
rey de Eleusis, instituyó en su propio país los mis-
terios eleusinos, al retornar de Egipto, en donde
había sido iniciado por los sacerdotes, como lo fué
Orfeo, quien fundó en la Tracia los misterios que
llevan su nombre; pero ¿quién enseñó los ritos ini-
ciáticos, el uso de los símbolos y su significación
a los hierofantes de Egipto, a los magos de Caldea
y a los gimnosofistas de la India?
El sistema de iniciación y el empleo de símbolos
idénticos que siempre tenían una misma significa-
ción, por pueblos que vivian muy distanciados, cu-
161
II.— LOS MISTERIOS SAGRADOS
Los .MPSLEFTOS “TUD

yas costumbres y usos eran tan desemejantes y


cuyas religiones diferían muchísimo en cuanto a las
prácticas externas, demuestran que estos misterios
nacieron en un solo pueblo, y que éste los difundió
por los demás países. Y, puesto que en ninguna
parte se hace mención de que tuvieran origen en
Egipto, Caldea o la India, y hemos visto que las
tradiciones primitivas de estos tres pueblos se de-
rivan de la historia de los primeros gobernantes de
Mayax, ¿no es natural y lógico que busquemos en
el pueblo maya el origen de la institución de los
misterios, ya que encontramos esculpidos en los
muros de sus templos y en sus palacios reales los
mismos símbolos misteriosos que usaban los ini-
ciados de los otros países? Puede ser que la histo-
ria, la cual nos ha revelado el misterio de la mís-
tica TTAU, nos proporcione también la clave con que
descubrir el significado original de los simbolos,
del mismo modo que su lenguaje nos ha dado la
significación verdadera de las palabras pronuncia-
das por el sacerdote oficiante cuando despedía a
los iniciados en los misterios Eleusinos o por los
brahmanes a la terminación de sus ceremonias re-
ligiosas.
No cabe duda alguna de que estos misterios sa-
grados se celebraron desde tiempo inmemorial en
los templos de Mayax, Xibalba, Nachán (hoy día
Palenque), Capán y otros lugares de la América

162
EROS AUNO y quiechés

Central, porque, además de los símbolos esculpi-


dos en las paredes de los templos y palacios, en dos
casos evidentes, el Popul Vuh describe los ritos y
pruebas de la iniciación; y, como resulta que estos
ritos y estas pruebas eran idénticas a los de los
misterios egipcios, griegos, caldeos e hindúes, creo
que no andamos errados al tratar de encontrar en
Mayax las causas que hayan inducido a los fun-
dadores de los misterios a elegir los números im-
pares 3, 5 y 7, en vez de los pares 2, 4 y Ó para
números místicos.
La simbolización del número 3 se puede expli-
car de dos modos diferentes. Una de estas explica-
ciones nos la sugiere el cetro de Poseidón, quien
fué el primer rey de Atlantis, según dice Platón.
Los mitólogos griegos decian que Poseidón era
hijo de Cronos. Su tridente o de tres puntas es un
simbolo de las tres grandes islas de que constaba
su reino, que eran las siguientes: las Américas del
Norte y del Sur y la isla de Mú, isla que hoy día
está sumergida bajo las aguas del Atlántico. El
emblema que ostentan en sus manos Vul, el dios

caldeo de la atmósfera “Y , y los dioses de la

India, puede representar, asimismo, los tres mun-


dos O tres grandes regiones simbolizadas por los
hierogramatistas egipcios y mayas por medio del
163
Los misterios sagrodos

signo Iáral jeroglífico de las “Tierras de Occi-


dente”, tierras que estos últimos designaban tam-
bién dibujando un árbol sagrado de tres ramas (*),
cuyo semejante encontramos en las tres raíces

Wt
===

del sagrado fresno Igdrasil, místico árbol escan-


dinavo del mundo, así como en los tres cielos y en
los tres mundos, cuya destrucción por medio del
agua profetizara Visnú. La deificación del “Mun-
do” compuesto de tres partes que formaban un

(*) La leyenda dice lo siguiente, traducida literalmente:

a a y
Es decir: Ppew, cabán por cabahaan ha vuelto a golpear

bat — hacha, que traducido libremente, significa: Ppeu ha vuelto
herir al árbol con su hacha. a
Ppeu era uno de los doce antiguos gobernantes que
dirigieron
el país antes de que tuviera lugar el gran cataclismo que
sumer-
gió la isla bajo las aguas del Atlántico. Deificado
después de su
muerte, llegó a ser uno de los genios protectores del
país, cuyas
efigies adornan todavía la fachada de levante del palacio
existente
en Chichén-Itza, en donde pueden verse entre
los ojos o sobre
los troncos de la cabeza del mastodonte, rodeados
de una aureola.

164
ERA er LOS M0Yy asc coy” quichés

todo debe haber sido el origen de la Trimurti o dios


trino tan famosa en los pueblos antiguos, y quizás
haya inducido a los hombres a dar un significado
místico al número 3, número que se encuentra sim-
bolizado en todas las naciones de la tierra. El sim-
bólico 3 se reproduce en las tres plataformas de
los edificios más antiguos; en las tres habitaciones
de que consta el templo en que se verificaban los
misterios; en los tres peldaños que conducen a la
plataforma inferior de todos los edificios sagrados;
en los veintiún metros (3 X 7) de altura de todas
las principales pirámides existentes en el Yucatán;
en los tres círculos concéntricos del Zodíaco. En-
cuéntrase constantemente en la India: en las tres
vyahritis o palabras sagradas; en los tres orna-
mentos o saranas; en las tres clases principales;
en los tres métodos de salvación; en las tres tra-
bas del alma o gunas; en los tres ojos que tiene
Siva en la frente; en los tres hilos del sagrado cor-
dón usado por los iniciados de las tres clases prin-
cipales; en las tres letras de la palabra sagrada
A. u. m. En Egipto se halla este número en las tres
correas del flagelo osírico; el triple falo que se lle-
vaba en procesión en el festival de la Paamvlia en
honor del nacimiento de Osiris, y en las tríadas, de
modo semejante que en Caldea.
Otro modo de explicarse el origen de la mix-
tificación relativa al 3 consiste en estudiar las indi-
165
Los misterios sagrados
caciones de Orfeo, Proclo, Platón y otros filósofos
griegos, a quienes se confiaron los secretos que se
comunicaban en los misterios a los hombres que
eran dignos de tan alta confianza. Estos autores
dicen que los tres intelectos del Demiurgos, o sea,
de la triple deidad, eran tres reyes.

El autor del códice Troano relata la historia


de los tres hijos del rey Can, y refiere los disgustos
que se produjeron entre ellos, cuando, después de
muerto su padre, cayeron en sus manos las riendas
del poder; de cuyo hecho conservaban todavía los
aborígenes en la época de la conquista española una
tradición muy alterada, pues el obispo Landa ma-
nifiesta “que en tiempos antiguos tres hermanos
gobernaban juntos el país”. Estos tres hermanos,
hijos del rey Can, son personajes que han existido
realmente, puesto que no sólo se conservan
sus re-
(*) Símbolo de los tres hijos del rey Can, repres
el emblema de tres cabezas de ciervo, pues entados por
Uluumil ceh, “La tierra
del ciervo”, era uno de los nombres
con que se designaba al
país de los mayas.

166
AS O SEAT NARA y quichés

tratos, armas y ornamentos, sino también sus res-


tos mortales. Ellos nos recuerdan de modo vívido
los tres hijos de Adán, los tres de Seb y los tres
de Kronos. El autor del códice Troano nos da a
conocer que los miembros pertenecientes a la fami-
lia del rey Can fueron deificados después de su
muerte y adorados en los templos, cuyas ruinas to-
davía existen en las espesuras de los bosques del
Yucatán ocultas bajo una capa de verdor. Parece
probable que Cay, el hermano mayor y pontífice
soberano que instituyó con su padre los misterios
sagrados, tomara el número de miembros de que
contaba su familia como simbolo de los diversos
grados en que había dividido éstos, a fin de perpe-
tuar su nombre y su historia en los siglos futuros.
Esta explicación es, al parecer, la más plausible
si se recuerda que, según refiere Eusebio, los egip-.
cios representaban al Dios supremo bajo la forma
de una serpiente (Canhel), que era tan superior a
las tríadas como el padre es a los hijos en quienes
se regocija. “Numero Deus impare gaudet.” En
relación con esto hemos de citar también a los tres
Hoang-ti de la mitología china, quienes adoptaban
también forma de serpiente.
El número 5 era tenido también por místico
entre las antiguas naciones civilizadas del conti-
nente oriental. En sus libros sagrados se le men-
ciona de continuo. En la China ocupa un lugar pre-
167
Los msstervtos 30 pau

ferente entre los números celestes o perfectos, cuyo


calificativo se aplica en el y-king o libro canónico
de los Cambios a los siguientes números: 1, 3, 5,
7 y 9. Esta obra era tenida en tal estima por el
sabio filósofo Confucio (Kong-fou-tsé) que siem-
pre la llevaba consigo. En ella se habla de los cinco
elementos: agua, fuego, madera, metal y tierra; de
las cinco clases de granos; de los cinco colores:
negro, rojo, verde o azul, amarillo y blanco; de los
cinco sabores: salado, amargo, agrio, ácido y dul-
ce; de los cinco tonos de la música; de las cinco
relaciones de vida entre los hombres, a saber, las
que se mantienen entre un rey y sus ministros, en-
tre un padre y sus hijos, entre un esposo y su espo-
sa, entre los hermanos mayores y menores, y en-
tre los amigos; de las cinco virtudes: filantropía,
rectitud, decoro, prudencia y fidelidad; de los cinco
órganos del cuerpo: riñones, corazón, hígado, pul-
mones y bazo; de las cinco Chang-ti o generaciones
elementarias; de las cinco partes de que está for-
mado el cielo; de las cinco estaciones del año; de
los cinco genios que gobiernan los cinco elementos;
de las cinco montañas principales del imperio, y de
las cinco montañas tutelares.
El número cinco tiene, asimismo, mucha im-
portancia en la India, sobre todo en lo atañedero
a ideas psicológicas o a observancias religiosas;
por eso hablan los hindúes de los cinco órganos
168
ent e Pos mayas y quichés

de la inteligencia, por cuyo medio se perciben los


objetos externos, de los cinco órganos de la acción,
de los cinco elementos, de las cingo grandes obla-
ciones, de los cinco grandes sacrificios, de los cinco
grandes fuegos, etc. En Mayax era también un
número místico, puesto que este símbolo ens
cuentra esculpido en cada extremo del departa-
mento meridional existente en el edificio consa-
grado a la celebración de los misterios sagrados.
Este número se repite en el de escalones que con-
ducen desde los patios o terrazas a las habitacio-
nes principales de la “Casa del Gobernador”, “al
palacio del rey Can” y a otros edificios de Uxmal,
así como en otras construcciones. Este número se
aplica particularmente a la segunda de las tres pla-
taformas de que está compuesta la base en que
descansan todos los templos antiguos y palacios
de los mayas. En los ritos de la Francmasonería
moderna es, asimismo, el número sagrado relacio-
nado con el segundo grado. La leyenda de todos
los compartimientos en que se halla dividido el có-
dice Troano, así como sus capítulos se componen
de cinco caracteres, para indicar que dichas leyen-
das son los encabezamientos, esto es, el ho-ol, el
principio, la cabeza.
Este número debió adquirir su carácter sagra-
do en los misterios de los mayas para recordar el
número de hijos del rey Can; pues, además de sus
E qa
Los mistertol ODA.

tres hijos Cay, 4ac y Coh, este Rey tuvo de su


esposa Zo, dos hijas, llamadas Moo y Nicté, cuyos
nombres se parecen extraordinariamente a 7-Mau,
uno de los nombres de Isis, y a N1ké, su hermana.
De suerte que el rey Cam tuvo cinco hijos de su
esposa Zo, los mismos que Seb de su esposa Nut
en Egipto, quienes se llamaban Aroeris, Set, Ost-
ris, Isis y Niké. Extraña coincidencia que, sin em-
bargo, puede darnos una idea del origen de la su-
percheria del número cinco. :
El SIETE parece haber sido el número sagrado
par excellence en todas las naciones civilizadas de la
antigúedad. ¿Por qué razón? Esta pregunta no ha.
sido contestada jamás de modo satisfactorio. Cada
pueblo ha dado una explicación diferente siempre
de acuerdo con los dogmas particulares de su reli-
gión. No cabe duda alguna de que era el número
principal para los iniciados en los misterios sagra-
dos. Pitágoras, que había aprendido sus ideas acer-
ca de los números de labios de los egipcios, deno-
mina al número siete el “Vehículo de vida”, que
contiene al cuerpo y al alma, puesto que está for-
mado por un cuaternario — Sabiduría e Intelecto
— y Por una trinidad o acción y materia. El empe-
rador Juliano se expresa de la siguiente manera
en Matrem y en Oratio: “Si yo pudiera tratar
acerca de la iniciación en los sagrados misterios
que celebraban los caldeos, diría en lo atañedero

S1JO
entre los mayas y quiíchés
al dios de los siete rayos que conducían al alma
hacia él, cosas que ignora la plebe, pero que cono-
cen de sobra los bienaventurados teurgos.”
Hoy día no podemos más que hacer conjeturas
acerca de este conocimiento y de la explicación eso-
térica de la causa a que obedeció esta mixtifica-
ción; explicación que es probable que se pueda en-
contrar en algún acontecimiento de la historia pri-
mitiva de la raza cuyas tradiciones están esparci-
das por toda la tierra. Hemos visto antes que la
familia del rey Can constaba de siete miembros,
quienes llegaron a ser los gobernantes de las siete
ciudades que llevan sus nombres, cuyas ruinas exis-
tentes en los bosques del Yucatán causan admira-
ción a quien las contempla por la riqueza y hermo-
sura de su ornamentación y por la solidez y perfec-
ción de las paredes de sus templos y palacios. Estos
personajes deificados después de su muerte han sido
adorados en varios paises y lo son todavía, aunque
con diferentes nombres. ¿No será el recuerdo de la
existencia de estos siete gobernantes de Mayax el
origen de la tradición de los siete divinos gobernan-
tes de Egipto, de los siete Manúes que, según los
- brahmanes, gobernaban el mundo en la noche de los
tiempos, de los siete Rishis o santos personajes que
les ayudaban, de los siete príncipes de la corte
persa, de los siete consejeros del rey, de los siete
Ameshaspentas o ángeles principales, de los siete
171
Los misterios sagrados

grandes dioses asirios, de los siete dioses primitr-


vos que, según creen los japoneses, habían sido sus
antecesores y habían gobernado el mundo durante
incalculable número de años, de los siete Cabvres
a quienes tributaban culto los pelasgos de Lemnos
y los samios y de los sietegrandes dioses de la teo-
gonía de los Nahuatlas? La 4h Ac chapat o ser-
piente de las siete cabezas, totem de los siete reyes
primitivos de los mayas, es decir, de los siete miem-
bros de la familia del rey Can, ¿no se encuentra
reproducida, acaso, en la celeste serpiente de las
siete cabezas donde descansa Vishnú, el creador
indio que corresponde al Kneph egipcio o al Mehén
(Canhel) de los mayas; o en las siete serpientes
que forman la corona de Siva; o en el dios Hep-
taktis, el de los siete rayos, sobre quien no quería
hablar Juliano? :
Parece ser que la duración de ciertos festivales
religiosos se fijó para conmemorar la existencia en
la Tierra de estos siete dioses o reyes primitivos,
cuya tradición encontramos en todos los pueblos
en que hemos descubierto vestigios de los mayas.
De esta manera vemos los siete días del festival
de los misterios eleusinos, los siete días del festival
celebrado en honor del buey Apis, simbolo de Osi-
ris y los siete días de la fiesta de los tabernáculos.
No cabe duda de que el sistema septenario fué
adoptado con el mismo objeto en Mayax, puesto
172
EN AO SA AS yr quichés

que siete eran las ciudades dedicadas a los miem-


bros de la familia real de Can; siete las pirámides
que servían de ornato a la ciudad de Uxmal; siete
las torrecillas que ornamentaban la fachada sur
existente en el ala norte del palacio del rey Can,
en cada una de cuyas torrecillas estaba inscrito el
nombre de un miembro de su familia (las dedica-
das a las mujeres se hallaban en el extremo orien-
tal del ala); siete las gradas en que está dividida la
tercera plataforma, sea la más alta de las que sir-
ven de subestructura a los templos y palacios; siete
las gradas superpuestas de que constan todas las
pirámides, que nos recuerdan las siete terrazas del
templo de las siete luces existentes en Borsippa,
que es el más perfecto de los templos caldeos en
forma de torre, y nos traen a la memoria la pirá-
mide escalonada de Sakkara, aunque en esta pirá-
mide egipcia son más numerosos los escalones. Re-
cuérdense, además, las siete habitaciones construí-
das en la parte occidental del montículo cónico que
sirve de base al templo en que se celebraban los
misterios de Uxmal. También en este caso cada
habitación está dedicada a uno de los miembros de
la familia del rey Can, estando el busto de la per-
sona a quien se consagra esculpido sobre la puerta.
No se olviden las siete hiladas de piedras emplea-
das en la construcción de los muros y de las bóve-
das triangulares que forman los techos de las habi-
173
Los misterios sagrados

taciones. El mismo sistema prevalece en la cons-


trucción de la gran galería existente en la gran
pirámide de Gizeh. En este monumento, así como
en todos los antiguos edificios de Mayax, la escala
proporcional empleada por los arquitectos para di-
bujar sus planos concuerda con los números 3, 5
y 7, o con sus múltiplos.
La predilección que sentían por el número siete
las naciones antiguas en que se celebraban los sa-
grados misterios se manifestaba de mil maneras
diferentes. Los siete días que duró la lluvia que
produjo el diluvio, según los caldeos, se hallan re-
producidos en los siete días de diluvio profetizados
por Vishnú a Satyravata de que habla el Bhaga-
vata purana; en los siete días de duración del mis-
mo acontecimiento que profetizara el Señor a Noé;
en los siete Marauts o genios de los vientos de la
jerarquía mazdeísta; en las siete vueltas de la es-
calera de Mithra. Los sacerdotes babilonios usa-
ban siete vasijas en sus ceremonias para conme-
morar los siete días del diluvio. Los arios tenían
los siete corceles que arrastraban el carro del sol,
las siete Apris o formas de la llama, los siete rayos
de Agm y los siete pasos que dió el Buddha en su
nacimiento. Entre los hebreos encontramos las sie-
te lámparas del arca y de la visión de Zacarías,
los siete brazos del candelabro de oro, los siete días
de la fiesta de la dedicación del templo, los siete

174
ARA OS RA a y. quichés

años de plenitud y los siete años de hambre; en la


dispensación cristiana, las siete ¡iglesias dirigidas
por los siete ángeles, los siete candelabro3 de oro,
las siete cabezas de la bestia que surgió del mar, los
siete sellos del libro, las siete trompetas de los án-
geles, las siete redomas llenas de la ira de Dios y
las siete últimas plagas del Apocalipsis; en la mi-
tología griega, las siete cabezas de la hidra a que
dió muerte Hércules y las siete islas consagradas
a Proserpina de que hace mención Proclo.
El predominio del siete como número místico
entre los habitantes del “Continente Occidental”
no es menos considerable. Frecuentemente se halla
en el Popol-Vuh. Vuelve a encontrarse en las siete
familias que, según refiere Sahagún y Clavijero,
acompañaron al místico personaje llamado Votán,
a quien se atribuye la fundación de la gran ciudad
de Nachán, que algunos identifican con Palenque;
en las siete cavernas de donde es fama que salieron
los antecesores de los nahualtas; en las siete ciuda-
des de Cibola, descritas por Coronado y Niza, cuyo
emplazamiento ha sido fijado con precisión por
Franc Cushing en las cercanías de la villa de Zuñi;
en las siete Antillas y en los siete héroes que, según
es tradición, sobrevivieron al diluvio.
¿Puede sostenerse, acaso, que es puramente
accidental esta aceptación del siete como número
místico por naciones tan heterogéneas que vivían
175
Los misterios sagrados

en lugares muy distantes en los tiempos antiguos?


Nunca se ha podido descubrir dónde tuvo origen
esta superchería. Nos ha sido transmitida por nues-
tros antecesores, quienes la habían aprendido de
los suyos y sin saber por qué se ha convertido en
número sagrado del tercer grado en los ritos ini-
ciáticos de la Francmasonería. Cierto es que al re-
cibir este grado se explica a los iniciados cuál es
el significado esotérico que se ha dado al número
siete en los tiempos modernos; pero este signifi-
cado no nos descubre el origen de su conversión en
número místico. En una palabra, es invención de
nuestros días (*).
Es evidente que era el número sagrado corres-
pondiente al grado supremo de los misterios de
Mayax. Hemos visto que 3 era el número de los
hijos varones del rey Can; 5, el de sus hijos e hi-
jas, y, por consiguiente, 7, el de toda su familia.

(*) El número siete es místico porque es la base del orden en


la Naturaleza para nuestro universo, considerado desde el punto
de vista de la evolución en su aspecto sutil y espiritual y en conse-
cuencia también del material.
Siete son los grandes Poderes Cósmicos; siete los globos sutiles
que constituyen el complemento de la Tierra; siete los principios
que integran la evolución humana; siete las grandes Razas que
completan la evolución humana en la Tierra; siete los cuerpos
o envolturas que integran al hombre; siete son los grandes ciclos
en que se desenvuelve la evolución de nuestro Universo Solar;
siete son las tónicas de las fuerzas vibratorias, siete las notas
musicales, siete los colores del espectro, etc., etc.
Largo sería exponer la extensión aplicada de este número que ha
sido siempre objeto de estudio profundo de parte de filósofos,
metafísicos, místicos de todas las edades y países. (N, del E.)

176
CONTRERAS y que stchés

Por lo tanto, no es improbable que, con objeto de


conmemorar este hecho, se hiciera del 7 el número
sagrado del tercer grado de sus sagrados misterios,
y que este fuera el origen de su conversión en nú-
mero místico.
En estas páginas he presentado 'sin comentarios
los hechos relativos a la historia, civilización, con-
ceptos cosmogónicos, dogmas religiosos y prácti-
cas de los antiguos habitantes del Yucatán que he
logrado descubrir gracias a doce años de excava-
ciones y búsquedas entre las ruinas de los antiguos
templos y palacios de los mayas, así como al cono-
cimiento de su idioma (que todavía hablan sus des-
cendientes en algunos lugares en toda su pureza,
como en las cercanías de Petén) y merced a haber
descifrado ciertas inscripciones murales, al estudio
del libro sagrado de los quichés y a la interpreta-
ción de párrafos del códice Troano.
Al lector atañe ver si estos hechos son dignos
de reflexión y juzgar si estoy en lo cierto cuando
sostengo que el conocimiento de la historia de los
primitivos moradores de estas “Tierras de Occi-
dente” puede servir de ayuda para levantar el velo
que ha cubierto durante tantísimos siglos el origen
de las primeras tradiciones humanas. El primer
informe anual emitido por el comité ejecutivo del
“Instituto arqueológico de América” dice que:
“El estudio de la arqueología americana ha de ha-
177
12.— LOS MISTERIOS SAGRADOS
Los" MELIDE SONDAS

cerse en los monumentos de una raza que nunca al- :


canzó un alto grado de civilización y que no ha
dejado ningún documento fidedigno de historia
continua; de una raza cuya inteligencia pertenecía
por lo general a un orden inferior, cuyos senti-
_mientos y emociones tenían estrechos límites y cuya
imaginación no fué lo suficientemente viva para
expresarse en forma poética o artística. De lo que
fué esta raza y de lo que hizo nada podremos
aprender que tenga relación directa con el progreso
de civilización. Pues bien, aunque la cultura de los
firmantes de estas asombrosas frases me merece
grandes respetos, permitidme que diverja de sus
opiniones; y diverjo porque he visto y he fotogra-
fiado las construcciones que nos han legado las
poderosas razas que nos precedieron en el conti-
nente, y ellos no las han visto; diverjo porque he
estudiado durante años, in situ, estos monumen-
tos, esos testimonios del alto grado de civilización
a que llegaron sus constructores, y ellos no lo han
hecho; diverjo, porque he aprendido el lenguaje en
que los mayas han consignado por lo menos parte
de su historia en inscripciones esculpidas en piedra,
y he leído algunas de esas inscripciones, mientras
que ellos no lo han hecho. Cierto es que en este
continente y no lejos de Nueva Orleáns existen re-
liquias de pasadas generaciones tan interesantes,
si no más que las de Egipto, Babilonia, Grecia
e
178
ENE OS NANA. Y quichés

Italia; reliquias que son dignas de ser estudiadas


por todos los estudiantes de arqueología, de etno-
logía, de historia y de filología. Estamos todavía
a tiempo de evitar que se destruyan por completo
los últimos documentos de la antigua historia ame-
ricana que se están desmoronando día tras día o
que son destruidos por los ignorantes o por los co-
diciosos. Si dejamos transcurrir unos cuantos años
más sin tomar una firme determinación, habrán
desaparecido todos los vestigios inteligibles de las
razas aborígenes. ¿Es que no se va a hacer nada
en este país para conservar los restos de la antigua
civilización americana, civilización que fué al pa-
recer el manantial de origen en que los filósofos de
todas las naciones existentes en la más remota an-
tigúuedad vinieron a beber inspiración y a aprender
su cultura de labios de los sabios mayas?
Los americanos han fundado en Atenas escue-
las para estudiar la arqueología griega, y han ins-
tituido centros en Alejandría, para descifrar las
inscripciones grabadas en los muros de los tem-"
plos, en los obeliscos y en los papiros encontrados
en las tumbas de Egipto. ¿No es hora ya de que
los hombres de estudios de los Estados Umidos di-
rijan su atención a la antigua historia del conti-
nente en que viven? Esta historia no se ha perdido
enteramente y el idioma en que está escrita no es
una lengua muerta. El idioma maya es una lengua
170
Los misterios sagrados
contemporánea de la sánscrita, si no más antigua
que ella, Los nombres Alpha, Beta, Gamma, etc.,
con que se designan las letras del alfabeto griego
forman un curioso poema épico en aquel idioma.
Existen muchas interesantes inscripciones que sólo
aguardan a ser descifradas para esclarecer los pa-
sados anales de la raza americana. Gran parte de
estos documentos se conservan en la ciudad de
Nueva York. Ellos han de revelarnos la historia de
las poderosas naciones que habitaron en este con-
tinente occidental, así como el origen de muchas
de nuestras tradiciones primitivas. ¿Por qué no se
funda en el Yucatán, junto a las ruinas de los tem-
plos y colegios del sabio sacerdocio maya, una es-
cuela en que los arqueólogos americanos puedan
aprender su idioma, así como lo que conocían los
sabios mayas acerca del origen del hombre, del des-
arrollo intelectual de éste, del pasado de su pueblo
y de los colonizadores que enviaron a otras partes
del mundo, para difundir las artes, las ciencias, la
_ religión y la civilización del país materno de la cual
no es la nuestra más que una descendiente?
La señora Le Plongeon y yo hemos salvado de
la destrucción numerosos e importantísimos docu-
mentos y reliquias y hemos encontrado una llave
que abre esta cámara de los misterios, después de
doce años de incesante labor y de grandes penali-
dades, sin haber sido ayudados por ningún gobier-

180
entre los mayas y quichés

no ni por ninguna sociedad científica. Hemos teni-


do que luchar contra la oposición y salvar los innu-
merables obstáculos que nos han puesto quienes
deberían habernos protegido, pues hasta el mismo
gobierno mejicano nos robó nuestros hallazgos,
negándose a indemnizarnos del dinero que inverti-
mos para hacer estos descubrimientos. ¿Consenti-
remos que esta cámara permanezca cerrada más
tiempo todavía? Nosotros hemos levantado por lo
menos en parte el velo que cubría a la historia re-
mota de la humanidad en América. ¿Se consentirá
que vuelva a caer? ¿No harán los hombres de es-
tudio americanos y los potentados estadounienses
ningún esfuerzo para arrancar por completo este
velo? Ñ

Fin

181
Detalles de un
manuscrito maya.

La masonería y los misterios sagrados


entre los mayas y quichés se terminó de
imprimir en agosto de 2008. La impresión
de forros e interiores se llevo a cabo en el
taller de litografía de: Berbera Editores
o. Ame CY
KT viene de la primera solapa
investigación general futura, su trabajo fotográfico era metódico y
tomó centenares de fotos tridimensionales, documentó edificios
enteros de los mayas tales como el palacio del gobernador en
Uxmal en fotos traslapadas colocando la cámara fotográfica en un
trípode o un andamio alto para corregir la perspectiva y después
procesaron las placas en los cuartos oscuros de los edificios mayas,
además de fachadas enteras de edificios, también fotografiaron las
partes pequeñas y los detalles arquitectónicos tales como las partes
altas, las inscripciones jeroglíficas del maya y las esculturas. |
En Chichen Itza excavaron lo que llamaron un “Chac Moo!” de
una eS conocida como la “plataforma de las águilas y de los
Jaguares”, documentaron su excavación de la plataforma de Venus
con las bros así como el plano y los dibujos seccionados transver-
salmente, también visitaron y fotografiaron otros sitios mayas tales
como Ixamal, Isla Mujeres, Cozumel, Cancún, y Ake y viajaron a
Belice (Honduras británica).

Se le conoce también por su traducción del códice de Troano, tra-


ducción que es conocida por todos los estudiosos en arqueología.
Detalló la destrucción del continente perdido de Mu, que él imter-
pretó como La Atlántida.

Por los 1880s, mientras que otros estudiosos aceptaban com-


pletamente que los mayas eran posteriores a los egipcios, Le
Plongcon rechazó rendirse a los nuevos Fesultados y desafió a esos
estudiosos que él consideraba como arqueólogos de “butaca”, pero
la cronología y la evidencia contrala teoría de Le Plongeon lo
abrumaban por lo que fue marginado de los círculos intelectuales.
Nunca le reconocieron completamente su trabajo arqueológico en
Yucatán, pero las más de 500 fotos todavía sigue siendo una con
tribución importante a la arqueología americana. Augustus pasó el
resto de su vida en Brooklyn, N. Y. Escribiendo sobre las Conexio-
nes entre los mayas y los egipcios, defendiéndose contra sus detrac-
tores. Augustus Le Plongeon murió en Brooklyn en 1908 a la edad
de 83 años; Alicia le siguió en 1910 a la edad de 59 años.
Una colección de los trabajos del Le Plongeon reside actualmente
en el instituto de investigación Getty en Los Ángeles. El archivo
contiene los expedientes originales que cubren sus recorridos de
1860 a 1910 incluyendo los diarios, los manuscritos, lás notas de
estudiante inéditas, correspondencia y documentación. fotográfica
extensa de la arquitectura, escultura antigua y estudios etnográficos.
A 0 01 00 7715335 0
Quiero demostrar que los antiguos y sagrados
misterios y, por consiguiente, el origen de
la Francmasonería, datan de un período mucho
más remoto de lo que suponen los más entusiastas
estudiantes de su historia. Voy a seguir paso a paso
sus huellas partiendo de este continente
que habitamos, América, desde donde
los colonizadores mayas transportaron
sus antiguos ritos y ceremonias religiosas
no solo a las orillas del Nilo,
sino también a las del Éufrates
y a las costas del Océano Índico,
hace por lo menos 11500 años.

También podría gustarte