Está en la página 1de 119
Universioao [se oaMeRICANA José Morales Orozco RECTOR Javier Prado alin VICERRECTOR ACADEMIC Alejandro Mendoza Alvarez DIRECTOR DE LA DIVISION DE HUMANIDADES ¥ COMUNICACION Perla Chinchilla Pasting DIRECTORA DEL DEPARTAMENTO DE HISTORIA Araceli Téllea Tio DIRECTORA DE PuLIeAcioNes Rubén Lozano Herrera (COORDINADOR DE PUBLICACIONES DEPARTAMENTO DE HISTORIA Francois Hartog REGIMENES DE HISTORICIDAD Presentismo y experiencias del tiempo Tieala original Rigimesdhisoricie, Précentiome et expbriences du temps Editions du Seu, Pats, 2003 ISBN 2-02-059328-9, UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO Hartog, Francois Regimenes de historicided ~prescacismo y experiencias del verpo |. Histoiografia, 2. Historia ~ Hilosofia 3, Tiempo — Historia. Lt D 13 3718.2007 Diseio dela porsada: Ana Flena Pérez y Miguel Garcia Traducciin: Noema Durin y Pablo Avilés Revision técnica: Afonso Mendiola, 1a. edicion en espaol, 2007 DRO Universidad Iberoamericana, A.C. Prol, Paseo de la Reforma 880 Col, Lomas de Santa Fe 01219 México, DE publics@uia.ms ISBN 978-968-859-681-4 Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico Tesoslos derechos esrvados, Esa publican no puede ce reproducid, ‘en rodo nen pace, nitegstrada en ransmitida por ua tema de ‘eouperacisn de informacisn, en ninguna forma ai por aingtin medio, sex mecinico, foroquimico, elecusalco, magnécco, por Focopia, © uslquier oto, sin el permizo previo por excita del edad Prefacio ala edici6n en espaol (OnDENES DEI TIEMPO, REGEMENES DE HISTORICIDAD Las brechas Del Pacifico a Berlin Historias universales Regimenes de historicidad ORDEN DEL TIEMPO 1 Capfeuto 1 De Las tstas pe mistoRIA égimen heroico Del mito al aconcecimiento El trabajo del malentendido: del acontecimienco al miro Antropologia y formas de temporalidad Capfeulo 2 Utises ¥ Acustiv: Dr LAs LAGRIMAS A LA MEDITAGION ‘Cada dia es un primer dia Las lagrimas de Ulises Las sirenas y el olvido Ulises ao ley a Agustin 50 55 7 6 Capitulo 3 (ChurzauBniaND: ENTRE BI ANTIGUO ¥ EL NUEVO REGIMEN DE HistoRiciDAD El viaje del joven Chateubriand “Eliscovia magisea vitae” La valija americana La experiencia del tiempo Tiempo del viaje y tiempo en el “Viaje” Las ruinas, Oxpen pry rm avo 2 Capinulo 4 Meson, HISTORIA, PRESENTE La ctsis del régimen moderno La ascensién del presencismo Las falls del presence ‘Memoria c historia Historias nacionales Conmemorar El momento de los “Lugares de memoria” Capiculo 5 PATRIMONIO ¥ PRESENTE Historia de un concepto ‘Los antiguos Roma La Revolucién francesa Hacia la universilizacién El tempo del entomo Conclusiéa: La DOBLE DEUDA 0 EL PRESENTISMO DEL. PRESENTE Indice analtico [nsayos acerca del tema de este bro, esertos previamente por el autor] 90 7 102 104 106 us 130 G4 ta 248) 159) 170 12 rer 186 193 202 218 239 243 PREFACIO A LA EDICON EN ESPANOL Toda persona que se ha ejercitado en la traduccién al menos una vex en la vida sabe hasta qué punto la tarea es dificil. Todo autor sabe también que tun libro no tiene oportunidad real de cicular si no es raducido. Gracias a la diligencia y disposicién amistosas de Norma Durin, Alfonso Mendiola y Pablo Avilés, Regimenes de bstoricidad puede se leido en espafil. Con estos primeros agradecimientos, me patece que podria agregar otros o formularlos de manera distinta, insertando algunas piginas reeditadas para esta ediciSn publicada en México en la prensa de una universidad donde he tenido el hhonor y el placer de ser recibido en varias ocasiones. Tres afios después de la aparicién del libro en Francia, esta ocasin es realmente buena para precisar algunos puntos de mi camino, disipas, si es posible, algunos malentendidos Fegresar sobre mi manera de concebic el oficio de historiador. Sin grandes palabras, por supuesto! Ensayo histético, cirtamente, la obra se revindiea como libro de historia en sentido pleno, Porque para mi, hacer historia y reflexionar sobre| historia van siempre juntos: con los limites de mis capacidades yen la medida dents posbldades Sepursreuiraente core de un ado pin dl] otro —“inadie entra aqui si es flésofo!”-~, como la historia moderna en el, ¥ siglo xoclo ha reivindicado, se puede explicar,comprender incluso, pero nadat ha tenido efectos més dafinos sobre la historia como conocimiento y sobre la percepci6n del papel del historiador. Cuando ella se ha querido —sobre el ‘modelo de ciencias de la naturaleza— ciencia del pasado, as vez ha transfor- ‘mado, al que la practica, en hombre del pasado. Encargada del pasado de la nacin, luego dela sociedad, se ha vuelto recolecrora de huelasydescifradora de archivos. El psado se volvia un teritorio a descubtig, “a” dominio, pero > también un limite que no debia franqueas,oficialmente al menos, y el ana~ n Foose cxonismo era denunciado como el pecado mayor. Tal fixe entonces el precio ue la disciplina debi6 pagar para verse y hacerse reconocer como ciencia, Ese tiempo dejé de existir desde hace mucho. En Alemania primero y ‘en Francia después, el historiador se introduce en la historia y con ello ha regresado la cucstién del presente en toda la historia. La historia se hace en i presente, hay que recordarlo; toda historia es contemporinea, afiadieron Collingwood y Croce; atin mas, la tinica historia flseable es la del presente, habla pronunciado Tucidides hace venticinco siglos, al inicio de su Gera del Peloponezo. En las universidades y en los medios domina ademés la historia contemporinea, que en Francia se ha denominado historia del tiempo pre- sence, Que la historia haya estado siempre rlacionada con el presente, todos estén dispucstes a admitirlo ahora, ya se trae de legitimarlo, denunciarlo 0 ddasle a espalda, Seguir la historia deestas relaciones seria, por otra parte, una manera de reflexionar sobre la historia de la historia, Pero, zen qué se han convertido el lugar y la funcién del que en el siglo xax se habiz concebido como el mediador erudito entre pasado y presente, alrededor de este objeto privilegiado, sino nico, dela nacién o del Estado, ‘en el mundo de hoy que privilegia la dimensién del presente, incluso s6lo del presente, que se proclama globalizado y se concibe a veces como postnacional? 2Bn un mundo “presentista's donde el presente habria pasado a ser probable- ‘mente la categoria més englobante y explicativa, y al mismo tiempo en que |i memoria se ha impuesto desde hace un cuarto de siglo como una palabra de época: haciendo época? :Debe convertirse en un pasajero del presente all presente, xplicindose el presente 2 si misimo? Cuil puede ser la carea del hiscoriador (incluso su responsabilidad), sino la de poner el presente en perspectiva? Por los conocimientos que aporta, su trabajo apunta a reunir més de inteligibilidad y lucidee, al hacer delahistoria un cjercicio critico. Esta ambicién tiene como condicidn previa ddelimicar algunas condiciones de la prictica de! oficio. ;Qué posturas son Michel Foucault, Linde die dlicous, Pui, Gallzmard, 1971, [El orden del dca, Barcelona, Tasquess, 1987) * Kezysarof Boman, onde de rmpe, Pais, Gallia, 1986, pai (El odon del impo, Mad, Jucar, 1989]. Véase ambien, del mismo aoe, “La crge de Tavens", Le Débe, 7, 1980, pp. 5-17, publicado de muewo en Sur ini, Pls, Gullimatd, 1999, pp. 233-62, 5 Recientemente se han desarollaéomiliplesteflsione,efecrvadas a patr de dversis ‘reas dsciplinarias pero siempre marcada por el afin de obtener un dcance més general. Veanse por siemplo Roger Sue, Temps et orde social, Pal, vur, 19845 Norbert Elie, Dar Temps, tx. francs por M, Hulin, Pais, Fsyar, 1996; (Sobre iempe, México, rc, 2008), las rellecones de Pl Vir, alo large de varios brs en los cmos quince aos Horst (Gunther Le temps de cir, francés por O. Manoai, Pals, Eliions del Ms, 1995; Jean Chesneaus, Habiter le eps. Past, prisnt eur expice dn dinlogue ptbl, Pace, Bayard. 1996; Jean Leduc, Les hse oe roms. Pats, Sel, 1999: Zaki Lai, Le sere die préent Pais, Faromasion, 2000; Jean-Nol Jeane, L Hrirwa-ell pla ve? Vrktiont ‘ser un verte, Pari Gallimard, 2001 Lothar Baier, Pas ese. Tait mer Usceration, a Feancés por M. H, Desarcy P Kauss, Avles, Acts Sud, 2002; Eienne Klein, en Lar tig rono, Paris, Flammarion, 2003, rastraber mostado que seguimoshablando del empo ipriciamence de fa misma manera que ances de Galileo”, yeas haber demoreado que Fisica moderna y el iempo ec facimamente ligados,concluye com un acento mis epiciren, Invtando al eetor “a fare dal favor del momento, del kar » eons cHMRCRND La obra de Paul Ricoeur, iniciada con Temps et récit (Tiempo y narnacién, 1983) yconcluida con La mémoire, Ubistoire, 'oubli (La memoria, la historia, ef olvido, 2000), puede resultar til para enmarcar el periodo en cuestién, ya que fos muestra a un fildsofo que siempre buscé ser contemporineo de sus contemporineos, llevado en un principio ameditar acerca de las aporias de la experiencia, y después preocupado por “una politica de la justa memoria’. Ri-| cocur ha seialado 6mo, al establecer un contacto directo entre la experiencialy temporal y la operacién narrativa, Temps et récit dejaba de lado la memoria. El autor intenté colmar esa laguna, precisamente, con su segundo libro, en el que exploraba “los niveles intermedios” entre tiempo y narracién.! Pasé ast! , de la cuestién de la verdad de la bistoria ala de la fidelidad de la memoria,|* sin renunciae a ninguna de la dos. Poco tiempo antes, Michel de Certeaut apuntabaya en una sola fase, dicha ‘como al pasar, que “sn duda la objetivacidn del pasado, desde hace tres silos, abt convertido al tiempo en lo impensado de una disciplina que no dejaba de utilizarlo como un instrumento taxonémico”.” Ese sefialamicnto constitula una invitacin a relexionar, estas péginas constituyen un intento por respon der ase llamado, partiendo de una incerrogacién acerca de nuestro presente. w Ls arecus $Leuro dela hisorareiete, marcado de manera smultinea por la cna del Muro de Berlin en 1989, por ef desvanccimiento de la idea comunista| basada en el porvenir de la Revoluci6n y por el ascenso de miltiples funda-| ‘mentalismos, ha wastocado, perturbado de manera brucal y dursdera nuestra) relacién con el tempo.’ Aqui y all el orden del siempo se ha puesto ent tela de juicio, En su calidad de mezclas de arcaismo y de modernidad, los Fenémenos fundamentaistas resultan de manera parcial de una crisis del porvenit, mientras que las tradiciones hacia las cuales vuelven la mirada en tun afin por responder 2 las desdichas del presente —a falta de esbozar una Paul Ricorus, La mémere, Phisone, Toul, Pass, Suit, 2000, p. 1. (Le memoria, de bisora el evide, Buenos Aires, YE, 204], Véte también, det mismo aaron,“ Memoite approches hiswriennes, approche philosophique", Le Deas, 122, 2002, pp. 42-4 T Michel de Certeatn Hore et pgchenalpe entre sence 6 ison, Puts, Gallina 1987, p. 89 [Husere y pcoandie ere cioncia y fib, ausvs ed, revsada y anmentada, Mésicorn Uia-Departamenco de Fistoda/rsso, 2003), » wise Jean Leduc Le bizariens er fen 9 cit * Véanse KrnjeztnfPorian, "La crse de avec’, at cit pp. 285-62, y Marl Gauchet, La democrat cnure elem, Pat, alias, 2002, pp, 345-59. n ans toc perspectiva a fururo— son ampliamente “inventadas”? En tales condiciones, gedmo articular pasado, presente y futuro? La historia, eseribia Frangois Furet ‘en 1995, se ha vuelto a convertir en se tine ene quel hombre ae interna a obscura sin saber a dénde lo conchcirin us acrones sin cerreas sobre sa destino, despsc dela asia epuridad de an Gencia dele que ce, Pvado de Dios lindivdve democrisicavetemblaren exe fin desiglo is base dle | divinidadhistort:angusia que debericanjursr. A ess amensia dela incertidumbre se afade, as entender, el escndalo de un porvenir cerrado." Sin embargo, en el caso def mundo europeo ya se habian abierco, desde mucho tiempo antes, hondas fills: algunas en la era inmediatamente posterior la Primera Guerra Mundial, y otras més después de 1945, aunque ‘de manera diferente. Paul Valéry fue buen sismégrafo de las primeras: por «jemplo, cuando en 1919 evocaba “al Hamler europeo”, mirando “sobre tuna inmensa rertaza de Elsinore” “millones de expectros, “cavilande sobre 4 fastidio de volver a comenzar el pasado, sobre la locura de querer innovar siempre. Se tambalea entre los dos abismos". O bien, de manera aun mas | precisa, cuando definis, en una conferencia dictada en 1933, la experiencia, ¥\ de ruprura dela continuidad, que confiere a todos y cada uno de los hombres ‘Ta sensacién de pervenecer “a dos eras”: “Por un lado —proseguia el autor—, un pasado que no se ha abolido ni olvidado, pero un pasado del que no podemos extraer préeticamente nada que nos oriente en el presente y nos | brinde la oporcunidad de imaginar el futuro. Por el otro, un porvenir sin la menor figura’. Asi, un tiempo desorientado, stuado entee das wbismas 0 entre dos eras, del que el auror de Regards sur fe monde actuel (Mirada sobre el mundo actual) habia vivido la experiencia, sobre a cual no cesaba de volver. ‘Tambign Franz Rosenzweig, Walter Benjamin y Gershom Sholem podrian dar testimonio de una experiencia andloga, quienes, en la Alemania de los aos veinte, buscan una nueva visién de la historia, epudian la concinuidad, yl progreso a favor de las concinuidades y de las eupeuras.!2 2 in el sentido en que se le da al ering en The Invention of Tradition, edcado por E. Hibsbawea y T. Ranger, Cambridge, Cambridge Univeniny Press, 1983. ® Francois Fuse, Le pase dye dion. Ens sur lide communis au side, Psi, Laffone, Calmann-Lévy, 1995, p. 808. [paseo de une isin, Madi, cx, 1995). Paul Valésy, Esa guar plitignes, Baars I, Bibliocheque dela Pade, Pars, Gal- smard, 1957, p. 993 fearca que primero aparecis en inglés en 1919) yp. 1063 (conferencia «nla universidad de os Anales, 1935). En 1932 rtomaba, en una conferencs que di con ef mismo enfoque, su dagnésten de 1919 sobre et desrello del Hamlet eropeo, 2 Sudphane Modis, LAnge de Unsere, Rsenewci, Benin, Schelem, Pais, Belford, 1993, p.9, 2 es ocHIOD En Le monded'bier (El munde de ayer), autobiograliaredactada antes de susuicidio cn 1942, Stefan Zweig descaba también dar fe de aquells rupeuras: “[.-Jentre nuestro hoy, nuestro ayer y nuestro antier, todos los puentes estén rocos” No obstance, en 1946, en un editorial cuyo eiulo resulta elocuente "Face au vent” (Cara al venta)—, Lucien Febvre invitaba a los lectores de la revista Annales a “hacer historia’, a sabiendas de que se estaba, a partir de eatonces, en un mundo “en condiciones de inestabilidad definitive’; un ‘mundo lleno de ruiaas, peo en cl que habia “mucho més que las ruinas, y, mis grave ain, una prodigiosa aceleracién de la velocidad que hace chocar los continentes, abolirlos océanos, suprimir los desiertos, poner en contacto brrusco a los grupos humanos cargados de electricidades contraria. Lo ur- gente, pues de otra manera no se comprenderi nada el mundo mundializado de matiana, ya de hoy, era mirar, no hacia ats, eto es, lo que acababa de su- ceder, sno hacia delante, 0 mejor dicho, por adelante. “Tetminado el mundo de ayer. Todo desaparccido. Si tenemos un oportunidad de sacar algo de él nosotros franceses—- es comprendiendo, mis répido y mejor que los ot0s, ‘sta verdad evidente. Solvemos las euinas. Al agua, yo se lo digo, nademos 2 sierra firme”. Explicar “el mundo al mundo”, responder as preguntas que se le plantean al hombre dc hoy, éa es la tarea del historiador que hace frente al viento, No se trata de hacer tabla rasa del pasado, sino de “comprender bien), en qué difere el presente”. En qué consiste ser pasado, Contenido, ton ritmo, la totalidad de las paginas de este manifieso sugiere al lector que el tiempo urge y que of presente manda. Desde los aios 1950, Hannah Arende demosts ser una observadora perpicaz de las rocuras del tiempo, por mis que exe aspecto de su trabajo no haya Ilamado mucho la arencién en aquel entonces. “Nucsiro legado no va antecedido por ningin testamento”, habia escrito el poeta René Char cn Feuilles d Fypnos, ancologia postica publicada en 1946. Mediante ese aforismo, el autor intentaba dar cuenta de la extaiia experiencia de la Re- sistencia la captaba como un tiempe intermedia, un entte-dos, durance el ‘aul un “teso10" se habia deseubierco y sostentdo en mano un breve instante, pero un tesoro que nadie sabia nombrar ni transmit. Segin el vocabulario de Arends, el esoro en cuestin consista en la capacidad para instaurar “un "4 Vease Stefan Zweig, Le monde dhien Souvenirs d'un Européen, cra fanets por S Niémee, Paris, Belfond, 1993, p 9. ™ Lucien Febvte, “Face au Vent. Manifest des Annales Nouvelles", en Combats pour ieire, Pai, Armand Colia, 1992, p. 35. [Combater porte hora, Barcelona, Ati, 1992]. toi. pp. 35, 40, 4. Fagonia: mundo comin’. Bn el momento mismo de la Liberacién de Europa, los tesistentes no pudieron redactarun “testamento” en el que habrian consignado las maneras de preservar¢ incluso, en la medida de lo posible, de ampliar el espacio puiblico que habjan empezado a crear y en el que “la libertad poda apacecer”. Ahora bien, desde el punta de vista del tiempo, el restamento, en |i medida en que indica al heredero lo que habra de ser legitimamente suyo, “asigna un pasado al porvenit”.!” Al ecusrira la fren de Char como frase inicial de Berween Past and Future (ilo ends preciso que su traduccién francesa La evive de la culture), ‘Arendt introducia el concepto de “brecha (gap) entre el pasado y el futuro”, fen corno al cual se organizaba el libro, caracterizAndolo como un “ectraio incercagno en el empo historico, en el que se cobra conciencia de un intervalo en el tiempo que ests totalmente determinado por cosas que ya no existen ¥ por cosas que todavia no existen’.)® El tiempo histrico parecta entonces \haberse detenido, Por otra parte, su estudio pionero en torno a Los origenes le soralitariomo habia Ulevado a la autora a la conclusién de que “la estructura intima de a cultura occidental, incluidas sus creencias, se habia desplomado sobee nuesteas cabezas", en especial el concepto moderne de historia, basado Jen is noc de process Una ves may etaos ane una experiencia de tiempo desorientado. En 1968 zecorsi al mundo occidenral y occidentalizado un espasmo que, entre ouas cosas, eraducia un cuestionamiento del progreso capicalistas Xi dicho de otra manera, puso en duda el tiempo mismo como progres, como "rector en side un progreso a punto de trastocar el presente. Para delimirar «se momento, las palabras de fille o de brecha llegan de la pluma de los ob- servadores, aun si ellos no les es extrafo seialar que son omnipresences las imigenes tomadasa ls gloriosas revoluciones del pasado” Los j6venes rebeldes de enconces, nacdos en su mayoria después de 1940, podfan —al menos en Francia— omar como referencia tanto las altas figuras dela Resistencia como las ensefianzas del Pequerio libro rojo del presidente Mao y las lecciones de los comunisias vietnamitae, que habian derrocado la ancigua potencis colonial ° René Char, File spar, 62, Guarer complies Paris, Gallimard, 1983 (Biblio thaque de a Pade) p. 190. seas not, eacrcs ene 1943 y 194, fueron ddicadas 2 Alsere Camu " Vinge Evenne asin, Le trbor pnd, Hanah Arend intligence de acon poitigne Pals Payry Rivage, 195, p32. "Vase sya Aen, Zac de de care, Par, Calman 1972, pp 13 714, ° hid p19. 2 Vege Hanah Arends, at orgs darn, Pass, Gallimard, 2002 (Quan), 867. [Ls orgenes del mualitarismo, Mai, Alianza, 2006) u en Dien Bien Phu y que pronto habrfan de vencer a Norteamérica. En su més reciente novela, Olivier Rolin pone en boca de su narrador las siguientes pala- bras, drigidas a su joven interlocutor: “De alk [os afios 1940-1945], dle ese desastre enorme, vienes ti, mujercica: sin haber participado en él. Tu generacién nacié de un acontecimiento que nd conocis” *! Por un momento, la crisis de los afios setenta (principalmence petrolera) parecié consolidar semejante per: cepcidn. ;Algunos llegaron a jactarse del “crecimiento cero”! Acababan apenas de terminar los treinta aos florecientes de la posguerra, conocidos en Francia, como los Trente Glorieuses, afios de reconstruccion, de veloz modemizacién, de carrera en pos del progreso entre el Este y el Oeste, com la Guerra Fria y la aparicién de la disuasién nuclear como relén de fondo. “Muy pronto, el tema de los “retornos a” (que terminé convirtiéndose en una férmula de prét-a-penery de prév-d-vendre, es decir, en una modalidad predigerida de pensamiento y en un argumento de venta prefabricado) alcanzé un brillante éxito. Después de la subversién de los retornos a Freud oa Marx, vinieron los retomas a Kant 0 a Dios, seguidos por otros retornos de un dia, ‘que se marchitaban en el momento mismo de su proclamacién. Mientras ranto, empero, los avances (recnolégicos) seguian su carrera desenfrenada, ‘Asimismo, la sociedad de consumo alin se extendta, al igual que la categoria del presence, que constivuia el blanco privilegiado de esa sociedad y que repre- sentaba de‘cierta manera su razén social. Aparecieron también entre el puiblico ‘en general los inicios de [a revolucién introducida por las computadoras, que ponderaba los méritos de la sociedad de la informacién; hicieron asimismo su aparicidn los programas de ls biotecnologias. No tardariaen legarcl tiempo de la globalizacién, més imperioso que cualquier otro: es deci, el tiempo de la World Economy, que predica siempre una movilidad creciente y que recurre cada vex mds al tiempo real; pero también, de manera simiiltanea, el tiempo del World Heritage, objeto de numerosas reglamentaciones de la UNESCO, ‘nue ellas la Convencién de 1972 “en aras de la proteccién del patrimonio mundial, cultural y natural’ De hecho, jos afoe ochenta estuvieron sumergides por la olcada dell memoria y de su alter ego, més visible y tangible, el patrimonio: patrimoniol que ¢s preciso proteger, catalogar, valorar, pera también volver a pensar. Sey erigieron monumentos conmemoratios, se renovaron y multiplicaron ‘muscos grandes y pequeiios. Todo un publico no especializado, que dabal muestras de interés o curiosidad hacia la genealogia, empeé a visitar los ar-! chivas. Crecié el apego por la memoria de los lugares, y un historiador, Pierre}\ Nora, propuso, en 1984, la nocién de “lugar de memoria". Eje orgunizadod % Oliver Rolin, Tigre de papier, Pass, Senil, 2002, p. 36 % aces tas de la vasa empresa edivorial de los Lieus de mémoire, esa nociéa resultaba en un principio de un diagnéstico del presente de Francia, ‘Al mismo tiempo, s¢ estrené Shoch (1985) de Claude Lanzmana, tuna pelicula de extraordinaria intensidad en torno al testimonio y a los so- breseimientos (en francés, los non-lieux,literalmence los “no-lugares”) de la memoria. En efecto, al exponer a la mirada del espectador a esas hombres “que entran en su ser de testigo” la pelicula buscaba abolir la distancia entee pasado y presente, es decir, hacer surgir el pasado del presente. Ya en 1982 el historiador estadounidense Yosef Yerushalmi haba publicado Zathor, libro que se hizo famaso con gran rapider.en América y Europa. De esa manera quedaba abierto ef debate en tomo a historia y memoria. “Por qué —se preguara Yerushalmi—, siendo que el judaismo a lo largo de todas las edades siempre ha estado intensamente impregnado por el sentido de la historia, 42 historiografia ocup6 una funcién ancilar entre los judios, en el mejor de los casos, y la mayor parte de las veees no desempené funcién alguna? En las pruchas 2 las que se someticron los judios, la memoria det pasado fu siempre esencial, pero ;por qué los historiadores nunca fueron sus primeros depositarios?”® ‘Aqui alld, antes o después, la marejada alcanzé casi todas las orillas del mundo —quiz4, incluso, todos los medias—: la vieja Europa, para em- ppezas, pero también y de manera muy amplia Estados Unidos; América del Sur después de las dictaduras; la Rusia de la Glasnosty los antiguos paises del Esce;Aftica del Sur al cérmino del apartheid un poco menos el resto de Africa, al igual que Asia y el Medio Oriente (con la notable excepcién de a sociedad israel), El fenémeno evolucioné de maneras diversas, en funcidn de comtextos difecentes, y alcanzé su punto culminante a mediados de los afios noventa. Empero, no cabe duda de que los crimenes del siglo xx, con sus asesinatos ‘masivos y su monstruosa industria de la muerce, fueron las tempestades {que dieron origen a esas oleadas de la memoria que aleanzaron y afectaron de manera profunda a nuestras sociedades contempordneas. Otras olas mis “reciontes”, por ejemplo lade las memorias comunistas, seguirin avanzando por largo tiempo todavia, a pasos diferentes y con ritmos desiguales. ® Michel Deguy, Au sje de Sh, kf de Claude Lancomann, Pais, Belin, 1990, p. 40. Viase Yosef Hlayisn Yersushalis, Zabhor Histoire juice ot moire june, tal fsés por E. Vigne, Paris, La Découverte, 1984, p. 12. (Zon La ion judi y le memoria judi, Barcelona, Anthropos, 2002). Sylvie Anne Goldbers, Le Clprdre. iat ser plural des temps danse jude, Pais, Albin Michel, 2000, pp. 52-55. * Viase Charles §. Maier, "Mémoite chaude, méroite fide. Mémoire du fscisme, smémoire du communism Ze Débe, 122, 2002, pp. 105-117; véne también Anne-Marie Losoncey, “Le patimoine de Foubl. Le pare-musée der saruee de Budapest’, Ednobie 6 tas aronon En todo caso, “memoria” se ha convertido en el vocablo de mayor} aleance, en una categoria metahistérica ¢ incluso teolégica por momentos.{ Se ha querido hacer memoria a partir de cualquier cosa y, en el duelo que ‘pone memoria ¢ historia, se ha ororgado répidamente ventaja la primera, que se apoya.en ese personaje hoy por hoy central en nuestro espacio pablico: dl testigo.” Se han planteado interrogates en torno al olvido; se ha hecho! valer y se ha invocado e! “deber de memoria’; y también, en ocasiones se han empezado a estigmatizar los abusos de la memoria o del patrimonio.* Dax Pacrico a Benun Mi trabajo no me ha conducido a estudiar de manera directa tales aconte- cimientos de masa. Dado que no soy historiador de lo concemporineo ni analista de la actualidad, mi investigacién me ha llevado a explorar sendas distincas. Tampoco he abordado en forma directa la veoria de la historia aun- que, siempre que puedo, intento reflexionar en rorno a la historia mientras me dedico a ella, No se trata entonces de proponer ni después ni mejor que Jos otros una explicacién general o més general de los fendmenes historicos contempordneos. Mi enfoque es diferente, distinto mi propésito, Capto esos, Fendmenos de manera tangencial, interrogindome acerca de las temporalida- des que los estrucruran o los organizan. :Qué orden del tiempo los sustenta? ae qué orden son portadores, de qué orden son sintomas? :De qué “isis? del tiempo son indicios? ara responder a esas preguntas, s preciso hallar puntos de entrada adecuados. Historiador dela historia, entendido como una forma de historia intelectual, he cerminado poco a poco haciendo mias ls palabras de Michel de Certeau. El tiempo se ha convertido a tal grado en el pan cotidiano del hiscoriador que terminé por ser naturalizado o instrumentalizado. Permna- frangise 3, 1999, p. 45-451, cuya autora present ese museo al aie libre, un tanto ahd "ain sin teminar del todo, que eine las exeatsas def eracomunista. Conservar para hacer ‘hvdar 2 Renaud Dulong, Lewtmote cule. Le coitson ial de aration prone, ati, Boole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, 1998; Anner= Wieviotka Led sain, Pats Ploa, 1998; Francois Harog, “Le een e "historia", Gradhin, 27,2000, pp. I-14 2% Kerwin L. Klein, “On the Emergence of Memory in Historical Discouse”, Repreen sation, 69, 2000, pp. 127-504 Poligues de Coubl, Le genre human, 18, 1988. Neerca de historiador que ‘peruba" ala vex salva la memoria, vane Pere Labonte Lr Fran der annie trouble, Pals, Desclée de Brouwer, 2001, pp. 52-71, y Régine Robie, La mémaire soar, Patls, Stock, 2003. Faas toe rece como fo impensudo, no por tatarse de algo impensable, sino porque ro ¢s pensado o simplemente porque nadie piensa en él, En mi calidad de hiscoriador que se empeaa en permanccer atento a su tiempo, he observado, al igual que muchos otros, cl veloz ascenso de la categorfa del presente, que ha llevado a imponer la evidencia de un presente omnipresente.” Eso es lo que yo llamo aqui “presentisme”. Es posible delimitar més cabalmente ese fendmeno y ponderar st alcance? -Que significado debemos atribuirle? Por ejemplo, en el marco de la historia profesional francesa, la aparicién de una historia que, a partir de los atios ochenta se aurorreivindicaba como una “Historia del tempo presente”, siguié el mismo movimiento, Segiin René Rémond, uno de sus defensores més asiduos, “Ia historia del tiempo presente es una buena medicina contra la racionalizacién ¢ posteriori, contra las ilusiones épticas que pueden generar la distancia y el alejamiento”.”* Anre las miltiples peticiones en aras de una hiscoria contemporines o muy contempordnea, se ha solicitado e incluso en ccasiones se ha exigido ala profesién aportar respuestas. Si bien esté presente en frentesdistintos, dca historia ha ocupado la primera plana dela actualidad judicial durante los juicios por crimenes contra la humanidad, cuya principal ‘aracteristica es atender la temporalidad inédita de lo imprescriptibie.”” Para llevar adelante mi indagacidn, la nocién de “régimen de histori > rangi Hat “Temp titi Comment ce Pirate de France Ama 1995ypp 1229122 Za Ladue w pst agus ca Lesa apres ‘pets pp 102123, par de sa debe xpetenc come medicals yaar de opt, oe Bacher dene pepe ho es prcnt peel. Qulqocs emarguet sural atte Hana) Rev (dies), Lo age polsiguer dpe Pars Eons de cole des Hawes Eudes Sines, Sects, 201, pp. 53-74 Marc gins en el preeats perpen de “aust Suda len, aces ceombros ya tsa lenpo ps comer naa econ pone a mp der utr apc de "empo purus epee ech se te ovate cundodetndgens de smalaces, de eonstuclone Mes Ah Le omen ruin, Pt Cae 2008p. 0 THs quero qu prsatsmo cs misamplioquel senda icq teconfea Gouge Sockngen a cranyo"On the Limts of Fecent and Tio inthe Hoop of he Scher Sena, publieao de uc en ae Clare and ‘oltion. Esai the Hitory of daplgy,Caeago, Univers of Chia Pes 982 fp 2 1 Flenlon proce age qu contenplael pas Cond proentea a8 Fp sk ety dna pe re 2S Rent Reon, Ewe Ps tops ret. rages Pans Bidar, ais ‘ons, 1983.31 vas ambi Henry Roun “Tour ue tie du wep pete Le ‘one pr note Philipp Pee, Pas, Teta 200, pp. 50-4, 2 Vas ene le resiones ries, Olver Damouli, Le ileal de iain. Del chai rte, Pas Albin Mil, 2003, pp 118. 2 Fetus tesa ‘idad” me parece una hetramienta operatoria. La sugeti por vez primera en 1983, para dar cuenta de un aspecto—el mas interesante, en mi opinién—de Jas propuestas del antropélogo estadounidense Marshall Sahlins, aunque en aquel entonces nadie le presté demasiada atencién a esa propucsta, incluido yo mismo.¥? ;fha a ser preciso esperar otros tiempos! En efecto, tomando ‘como punto de partida las reflexiones de Claude Lévi-Strauss acerca de las sociedades “fas” y las sociedades “calientes’, Sahlins buscaba definir la forma de historia propia de las isas del Pacifico. Podiria decirse que dejé de lado {a expresién, sin claborarla mds, hasta que volvi a encontrarme con ella, ya no entre los salvajes y en el pasado, sino aqui y en el presente; para ser més «exactos, se itnpuso casi por si sola después de 1989 como una de las maneras disponibles para abordar una coyuntura en la que la cuescién del tiempo se habia convertido en un reto maytisculo, en un problema y, a veces, en una obsesién. Mientras tanto, habia tenido oportunidad de familiarizarme con la categorias metahistricas de la “experiencia” y de la “espera”, segin la elabo- racién propuesta por el historiador alemén Reinhart Koselleck, con miras construir una semntica de los tiempos histéricos. Al someter 3 examen las experiencias temporales de la historia, ese autor buscaba en efecto defini cde qué manera se habfan puesto en relacién las dimensiones temporales del pasado y del futuro on cada presence.” Precisamente all resultaba interesante, llevar a cabo una exploraci6n, tomar en cuenta las tensiones existentes entre campo de experiencia y horizonte de espera, y prestar atencién a los modos de artculacién entre presente, pasado y futuro. La nocién de régimen d historicidad podia as beneficiarse por el establecimiento de un didlogo ( fuera eenigndome a mi por incermediario) entre Sahlins y Koselleck, es decir| ‘entre la antropologia y la historia. Un coloquio, organizado por el helenista Marcel Détienne, de honda vocacién comparatista, me dio la oportunidad de retomar la nocién y de ‘rabajarlaen colaboracién con un antropélogo, Gérard Lenclud. Coneribu mos asi, a nuestra manera, a proseguir, desplazdbamos un poco el didlogo —iscontinuo pero también recurrente; desflleciente en ocasiones pero ‘nunca abandonado— entre antropologia¢ historia, que Claude Lévi-Strauss habfa inangurado en 1949. “Régimen de hisroricidad”, segtin lo eseribimos % Vase Prango's Hariog, “Marshall Sains et Vanthropologe de histoire”, Annaler, 30, 6, 1983, pp. 1256-1263. 2 Vive Reine Kowdlleck, Le Futur pei tz al Rancts por J. Hovek y MC. Hoock, Pas Baions de Ecole des Hautes Budes en Sciences Socials, 1990, pp. 307-29. (Funu- repasede, Barcelona, Pidés, 1993} anon entonces, podia entenderse de dos maneras, De acuerdo con una acepeién Jlimitada:;cémo rata una sociedad a su pasado?, zcdmo se refiere a€P Segin |puna acepcién mas amplia: “régimen de historicidad” habria de servir para | designar [2 modaliad de conciencia de s{ misma por parte de una comuni- \ dad humana :De qué manera —retomno los términos de Lévi-Strauss, que volveré a citar més adelante— “reacciona” una comunidad ante un “grado jde hiscoricidad” idéntico para todas las sociedades? De manera espectfica, la |nocién debia proveer un instrumento stil para comparar tipos de historia » diferentes, pero también —e incluso ances que nada, drfa yo ahora— para ‘poner en evidencia diversos modos de relacionarse con el tiempo: formas | de la experiencia del tiempo, aqui y alld, hoy y ayer. Desde la éptica de la | Blosoffa, la historicidad —cuya crayectoria ha establecido Paul Ricceur desde Hoge! hasta Heidegger apunca hacia “la condicién de ser histSrico"?? 0 también “el hombre presente en si mismo en tanto que historia” nosotros, por nuestra parte, nes interesibamos primero en la diversidad de los regimenes de hiscoricidad. Lanocién me acompafs durante una estancia en ef Wissenschafskolleg de Berlin, en 1994. Las huellas del muro no habjan desaparecido todavia; en cl centro de la ciudad se velan obras por doquies, ya empezadas 0 apenas en proyecto; seguia vigente la polémica en torno ala pertinencia de reconstruir el Nuestra atencién, insisto, esti enfocada ante % acereade le noc de experiencia, véase Reinhart Kole, Leiprince de Uisire, 8 dues EHSAN todo y sobre todo hacia as categorias que oxganizan esas experiencias y que permiten expresarlas; de manera mds exacra ain, hacia las formas o los modos de articulacin del pasado, el presente y el Futuro como categorias o formas universes -De qué manera, vatiable en funcida de ls luguces, los tiem- pos y las sociedades, se ponen a funcionar dichascategorias, que son ala vez ‘categorias de pensamiento y de accién? De qué mancra logran hacer posible y pezceptible el despliegue de un orden del tiempo? ;De qué presente, con smiras a qué pasado ya qué fururo, se wata aqui o alld ayer y hoy? El andiss ‘esti enfocado a un més acd de la historia (como género o como disciplina), aun cuando toda historia, sea cual ere, a nal de cuentas, su modo de ex: presidn, presupone, emitea, traduce, uaiciona, magnifica 0 contradice, una ‘ varias experiencias del tiempo. El régimen de historicidad pone a nucstro alcance una de las condiciones de pesibilidad de la produecié de historias: segiin las relaciones respectivas del presence, del pasado y del futuro, ciertos ‘ipos de historia son factibles y otros no. tiempo histo, st adopramos gull opinibn de ReinhareKosleck} Jo produce la distancia que se crea entre el campo de la experiencia, por una} parte, y el horizonte de espera, pot la otra: el tiempo histérico se engendral por la tensién entre ambos *” I régimen de historicidad se propone arojar fnucvas luce sobre esa tensin, y estas paginas tabajan en vorno a esa distancia; mejor dicho, en tornoalos tipos de distancia y alos modos de ensién. Segin Koselleck, la estructura temporal de los tiempos modetnos, marcada tanto 1 dl fanods por A. Escudier, Pars, Hautes Exules Gallimard, Le Seuil, 1997, pp. 201-204, peincipalmente % Fa “Le langage ec expévience humaine", Ble Benveniste proponia una distncién cnt el “tempo lingitco”y el “ciempa cxbnico™: el primero "el dempo de la leg ‘mediance a cual “ve manifest a experiencia humana dl tempo", mientras que el segundo se fundamento dela vida dels sciedades”. Prods da lngage, Pars, Galimasd, 1966 (iogéne), pp. 3-13. El régimen de historicidad formaria parte de ambos. Cabe también remisiraql a las abtervciones de Nochert Elis acerca de as naciones de pasado, presente y fuuto: "Los concepts de parade, de preseney de fru expresan la relacin que Se eta. blece enue una sevie de cambios y la experiencia que de ellos vive una persona oun grupo. Un inscance dererminado dento de un fuj continuo sélo cobra el aspecto de un presente cen relzcisn con un ser humano que lo vive, mantras que fro instants cobran espero eum pasado o de un futuro. En su calidad de simbolizaciones de periods vivides, estas ‘tes exprsionesno slo seprseatan una sucsin, como al afo 0 el Sinomio ‘couse efct’, Sino eambién la presencia simultnea de eras ts dimensiones dl sempo en la experiencia humana. Podriamos deci que pasado, proent y unr conscituyen, sn cuando se tata de wes palabraedirinas, un colo ycnico concep”. Véase Nocber Elias, Ds Tem of BG; old inf, eap.2. pp. 82-83, 57 Vase Kaseleck, Le fis past op dt, p. 314 » aos a: por la apertura de! fururo como por el progreso, se caracteriza por a asimetria centre la experiencia y a espera; desde finales del siglo xvm, esta historia puede conocetse esqueméticamente como la historia de un desequilibrio siempre ‘reciente entre ambos, como efecto de la aceleracién. De esa manera, la for- mola “mientras mas scasa es la experiencia, mayor se torna la espera” podria resumir esa evolucién. En 1975, Koselleck aiin se interrogaba eh torno a lo «que podria conscicuir un “Fn” o una salida de los tiempos modemos. Tal vex podria expresarse mediante una frmula parecida a la siguiente: “mientras mayor es la experiencia, més prudence y abierta se oma la espera” ‘Ahora bien, zacaso no se ha impuesto desde aquel entonces una confi guracién bastante diferente? Una configuracién que se caracteriza, al contrario, por la méxima distancia entre el campo de la experiencia y el horizonte de ‘pera, distancia que linda la ruptura. De modo que el engendramiento del tiempo histérico pareciera suspendido. De alli, quiza, la experiencia con- temporinea de un presente perpetuo, huidizo y casi inmévil, que intenta a pesar de codo producir por st mismo su propio tempo histérico. Todo sucede como si ya no hubiera més que presente, una especie de vasta extension de agua agitada por un incesante chapoteo. Sali, “Vaporhéose ds eapisine Cook” ea La Fonction ombatine, Easeos de snropoogi unis por M. ned y Smith, Pes, Gallimard 1979, pp. 507-389 “Sahin, Deeds Piero. ce. 13: "Se puede de manera eavamene spe. dsr won solic ers l mero qu 8 plantes dese hae ocho slempo:fguen = lator dl crimen? La Kenia dl agesor de Cook es deduce a a manera de Slack oles dea careers clement”. Vid pp. 114-141 mis amplamene todo lo Vid" apshiose du epiaine Cook’, op. pp 307-389. » Claude Lada, La Prd nage, Pati, Pon, 1962 LEipramien la Maio, ree 1997) "Sila coyuneurs es una “saci que cents de un reeneweteo de dreunrancias” Ia struc delacoyuneraes “a eames de hecho de las eeporis caltunesen un contr cultural partie Sahin, De te dans Uae, op. cit p. "Len Suaus"Le champ de anduopologe” (1960), ccomadoen Ancpolgiesrctune su, at Pl, 1973, pp. 39-82 (Antropol cucu te, ide, Mee, Sigh, 2001); Georges Charbonnicr, Enger ace Clade LotSreus, Part, Plofllrd, 1961, pp. 43-46 (dre lengua erloialentrvi de George Charonnier on Claude Ls Sras, Misi, Silo a, 1977), Lak Ses, “Hina et ehnologi”, Anal EC, 6, 198, op. nip. * Chasbonoies, Emo nee Claude Livi Sr op. i,p 6 ux reece las sociedades europeas, en primer lugar. La metifora inspiradora era muy laramente la de la méquina de vapor y el motor de explosién, incluso si, para Lévi-Strauss, como ya lo habiamos visto, ef primer momento de reca- lentamiento habia sido provocado por la revolucién neolitica, dle la cual la revolucién industrial, finalmence, slo era un avatar reciente, Sobre todo, regresando més de veinte afios mis tarde sobre su distin «ida, precisaba que debja tomarse como lo que era: un modelo, presentando dos estados que, aiitaci6n del estado de nacuralera de Rousseau, “no existen, ‘no han existido, ni existirén jams, y de os cuales sin embargo es necesario tener una nocién adecuade’, pues la pretensidn de étos era, en efecto, antes ‘que nada “heuristica’. Agregaba ademds que: ‘Tas as wociedades son histricas en el mismo seid, pero mientae que algunas lo admire abieramene, as lo rechazan y prefieren gnoralo. Ast que as soce- dades se pueden ordenar con rain a partie de ea cal ideal en inc, node se grade bicricidad, que eel mismo pa todas, sno dela manera en fa cual llaso ‘xperimencan. Es importance sefaleyanalizr ls cass limite: Ea qué condiciones y bajo qué forma se abe ala hiseria foe individuos ye! pensamiento cole? {Cuindo y cémo en lugar de vera como un desorden y una amvenaza, ven en lla un instrument para acuae sobe el presente y ranefrrasl? Si, para retomar los mismos términos de Lévi-Strauss, el grado de historici- dad de las sociedades cs el mismo, “la imagen subjetiva que ellas se hacen de si mismas” y “la forma en la cual elas experimentan” esta historicidad, sin ‘embargo, varia. La conciencia que tienen las sociedades dela historicidad y cl uso que hacen de ella no son idénticas. O, para decirlo de otra manera, los moxdos de historia difieren de unas sociedades a otras, es deci, las -maneras de viviry de pensar esta historicdad, también de urilizara, las formas de articular pasado, presente y fueuro: sus regimenes de historicidad. En 1998, por ikimo, estimé necesario repeti una vez mas su posicién, siempre mal comprendida. Se traraba solamente de actitudes “subjecivas", volvié a decir, que las sociedades adopran frente ala historia, De modo que, “esta historia, al no serla nuestra, no la percibimos”. Después él prosigue con ‘una nueva precisién, eco directo de los afios 1990: “Me he preguntado si, en este fin de siglo, auestras propias sociedades no daban signos perceptibles de enfriamiento”. Y 4 explica: “En nuestras sociedades, responsableso victimas de tragedias hortibles, asustadas por los efectos de la explosién demogrifica, las guetras y otras calamidades, el apego tenaciente al patrimonio, el contacto " Lest Srauts, "Histone x echnologie”, Annales BSC, 6, 1983. 1218 (oursias nut) a sash ‘con que se esfuerzan por retomar sus ras (...] producisfan fa ilusién, al igual que en otras civilizaciones en peligro, de que pueden —no lo dice de ‘manera simbélica- oponerse al curso de la historia y suspender el iempo".!® En el modelo lévistraussiano, el reenftiamiento sera cl otro nombre de la ctisis del futuro. Bl autor de El pensamiento salvaje no ha sostenido siempre tales de- laraciones sobre la historia, en la forma de un esbozo comparativo (sobre cl modo subjetivo) de las historicidades. Asi, en su primera intervencién, en 1949, sobre etnotogia e historia, formulé el debate en otra direccién: el de las modalidades de relacién con el objec, en la medida en que Jo que dife- renciaba alas dos disciplinas, segin él, no era el objeto, ni la fialidad ni el ‘método, sino las perspectivas: la historia “organiza sus datos en relacién con |as expresiones conscientes; la etnologia, con las condiciones inconscientes | de a vida social”."! La cuestién de la historicidad, mds bien, de sus modos, 1o constituia el eje principal de su reflexion. En 1952, en cambio, al momento en que se dedicaba pot encargo dela ‘unssco a Raza historia, no podia dejar de hablar sobre el tema, pezo ponia el acento sobre otro aspeeto."? Cuidadoso, como hemos visto, de fundamentar cl concepco de diversidad de las cultura, introdujo las nociones de historia ‘stacionaria y de historia acumulariva, no sin agregar también que los proce- sos de acumulacién no eran continuos, ni prvilegio de tna sola civilizacin. Todavia més, la diferencia entre historia “estacionaria” y “acumulativa’, n0 podria estar disociada del punto de vista del observador. Tiende, en efecto, a ser juzgado acumularvo lo que va cn el mistno sentido que la cvilzacién del observador y estacionara lo que no ¢s posible medir en sus coordenadas. Del reconocimiento y de a roma en cuenta de “a perspectiva emacéntricaen Ia que siempre nos colocamos para evaluar una cultura diferente”, resltaba que “la historicidad, 0, para hablar con exactitud, La riquena en acontecimientos de cultura” era “funcién, no de sus propiedades intrinsecas, sino de la situacion, fen que nosotros nos encontramos en relacién con ella, del niimero y de la iversidad de nuestros intereses que se empefan sobre ella")? O, segin otra "© Lévi-Strauss, “Retouse en aie" Les Temps made, 598, 1998, pp. 66-69. La Fase aque explica el reenitamient contempocineo e wna ca que toma de oto de us ariculos apacecido en Hamme, 126-128, 1983, pp. 9-10. Levi Serauss, Anthroplege sractrae, Paris, Plon, 1958, p. 25. El eento aparcié pricneso en Is Renu de mitaphpigque es de morale, 34, 1949, bajo el tiulo de “Hisoite chnologie’ 1 Vad spn, pp. 35-26. ° Lévi-Strauss, Racer tse3c0, 1952, retomado en Andropolgie iuctrae des, ep. ie, pp. 395-396 (cutsivas sues. } Aces eHRCRD formulacin, “la oposicién ente culturas progresivas y culturasineresparecka venir como resultado, en primer lugar, de una diferencia de enfoque”.!* De ai, para tecminas, su llamado a la formulaciéa de una teorla de fa telatvidad generalizada, es desis, vida ala vee para las cienciasfscas y para las ciencias sociales. Amplia reflexién sobre la diversidad de culruras, {que insiste en el “hecho” mismo de la diversidad, cuando se encontraba por primera ocasién en una cvilzacién mundial, ese texto no habia natural- mente tratado de las formas o de los regimenes de hiscoriidad propios alas diferentes eulturas:rodo lo que Lévi-Strauss nombra al recucrir a nociones nada adecuadss, “su riqueza en acontecimientos” en funcién de sus “pro- piedades intrinsecas’. Ese vocabulatio, un poco vacilante o aproximativo, puede comprenderse retrospectivamente como el indicio de una dificultad para delimitar lo que quetia designar. Los términos ms precisos no estaban, parece ser, disponibles ls historiadores seguremente no tenian nada mejor gue proponer. Pero, con esta obra, Lévi-Strauss fijaba un marco, o mis bien dicho, sefalaba ana aproximaci6n, inspirado por la relatividad.? Escdbamos entonces en la Cpoca de las descolonizaciones. de ce Yb misma pita delaras eine fc Claude Lefore mareaton igualmente un avance, quid poco percibido en Ia por. El pubic, de hecho en 1952, bj el del “Sociedad in hii ¢ hisworicidad”, un articulo que, partiendo de Hegel y de su gran divisién entre sociedades con histori y sin historia, buscaba cscapar de esa division, al colocar la cucstién de la historicidad ea el centzo."6 Escribid: “Lo propio de una sociedad binérica es que contiene el principio del acontecimiento y tiene el poder de convertirlo en momento de una experiencia, de mancra que represente un elemento en cl debate que prosiguen los hombres entre ellos”? Cuando eseribe “acontecimiento”, Lefore piensa vsiblemente en un acontecimiento del ipo dela Revolucién francesa, mientras que Lévi-Strauss, considerando la emergencia de las sociedades caliente, tena en mente, en primer lugar, la revolucién neolitica, Las escalas de referencia en el tiempo no son evidentemente las mismas, efile y elwulor jampoco! Frence ala sociedad Tide, p. 396. "Levi Suauss, Ancbropolgiesraceuale dees, opt. p23: los hechossocales que esudla la ansropoogia "se matifetan en las sciedades donde cada une esa ser a, concrea€ 6 Claude efor, Les Formes desire, Pais, Gallimard, col. Folio, 2000, pp. 46-77 (Lat _frmar da sari, Mico, xc, 1983). El arin apatec6 primera en Cahier internation sdesocolgie, 12,1952, pp. 3-25. Se puedeadems subrayar que un texto de Lév-Sraus sobre “La notion Varchasme en Echnologe” aba ol smo nimero 2 bide, . 62. x Fas os “hist6rica’, ya lo que Lefort nombra como “principio del acontecimiento”, csc a sociedad “primitive, de aque abr que delim e “pina orque, muy lejos de oponerlos o separarios, buscaba, por cl concrario, volvee ponble at comparscign,precsamente"medanels dsinion de dos modes de historicidad’.. Proponiendo las aaciones de “principio” (el principio del acontecimiento) y de “modos de historicidad’”, el fl6sofo daba los medios pata salir del flujo de las caregorias histéricas usuales para plantear mejor el problema de ls formas de historicidad. De ahi su cuestidn: “Como la sociedad primitiva se cierra al porvenit, ‘cambia sin tener conciencia de transformarse y, en ciert forma, se constituye ‘en anci6n de su reproduccién”, en resumen, zcual es su principio histérico?, 2 “call ginero de hisoricidad” obec, “designando por este conceptolare- lacion general que los hombres mantienen con el pasado y con el porvenit?”™ {Esta cs ya una definicién de la historicidad que nos sirve,s6lo falta la toma de ‘conciencia explicita del presente. Si Lefort reflexionaba como filésofo, desde Tuego un lector de los etndlogos, cuidadoso de preservar la diferencia, sin necesitar nada més, sia reactivar la gran division hegeliana de las sociedades con y sin historia, &l no regresaria a examinar més profundamente -sobre el cerreno— ese “género de historicida”. Ts justamente ene punto que viene insane a contac de Marshall Sahlins. Con esta precisin: sila cuestién central (la del género de historicidad) permaneciera, los cérminos por medio de los cuales se debara ya no setin los mismos. El estructuralismo ya habfa pasado por ahi. Después {de los antropélogos, los historiadores intentarian resolverlo.” Se referirian a los géneros de historicidad para incosporatlos, rechazarlos 0 enendarlos, El campo de las ciencias umanas, en todo caso, se habia indignado por toda una serie de oposiciones binarias, comenzando por aguella del mito y de la historia, y dela muy tépidamente disputada de acontecimiento y estructura. Desde enconces, el debate incluso se ha desplazado con las diversas salidas del estructuralismo. Pero retengamos aqui el objeto, la manera y el momento de la intervencién de Sahlins REGIMEN HEROIC ‘Al transportar a su lector, primero a Fiji, Sahlins despliega una serie de mi- croandlsis que apuncan a caracterizar la historia de estas islas 0, ms bien dicho, su modo de ser histérico: su manera de vivir, de hacer, de contar su % sbidem, p. 63. ° Fssire et erncrre, wane especial, Annales B50, 3-4, 1971. so eves ce nsriao historia. Un breve preimbulo recuerda que la historia occidental tiene ella snisma una historia y que sus formas modernas, cuidadosas de ls cifras, de los ciclos y de las estructuras, no son separables de las formas de nuestra modernidad. Pero, demasiado promo, esta primera perspectiva, hoy muy evidence, es reemplazada o relatvizada por otra. No se ha necesitado esperar ala economia de mercado y las democracias modernas para ver wna historia donde el niimero y los valores colectivos pesan. En el momento en que se afirmaba la ciudad griega (y Sablins nos remite aqui a los Origenes del pen- samniento griego, de Jean-Pierre Vernané)? se estaba instaurando en efecto tuna nucva historia, en donde el dgora habia reemplazado al palacio real ya la segla de la mayoria la habfa llevado sobre la apropiacién del poder por uno solo; para resumir, habia emergido y se estaba difundiendo tn nuevo modo de ser histético y una nueva conciencia histbrica (que habia visto ademas ‘muy pronto Los inicios de la escritura de la historia, a la que precisamente la tradicién occidental ha denominado historia). Aun siendo esto esquemitico y aproximado, esta doble desviacién tiene la vied propedutica de instalar en la perspectiva del observador occidental tuna doais de relativismo, Ievandolo de golpe a cuestionar su propia tradicidn. Otros tiempos, omes costumbres, sin duda, pero también otras historias. Por tanto, estas historias no son como cantas isla, encerradas en elas mismas y a las que un océano separa, como en el caso de las escalas de Ulises, sin que las barcas de los historiadores (0 de los antropélogos) logren jams reunirlas ni relacionarlas. Al contrario, a estructura comparable, historicidad com. parable, plantea firmemente Sahlins, quien, al hacer esto, comprende que; contribuye més 2 una reflexi6n sobre la realeza divs, precisamente con si modo especifico de historicidad, a fa que denomina heroics. Entonces, el analisis no pierde jamés de vista el horizonte més amplio de la comparacién. Antes de it més lejos, y para detener el torbellino de fa palabra “historia, tomada en cada ocasién por Sahlins en acepciones diferentes, nombremos, al menos provisionalmente, “regimen heroico” a este modo de ser histérico que dl describe: régimen hewiun de hisoricidad. Segin su promovos el arco tebrico dea nocién de historia heroica encontraria su punto de partida en la obra de Giambattista Vio (con la edad hesoica, aquella que esté entre la edad de los diosesy lade los hombres) y se desplegaria 2% *jeanPlere Vernant, Les Orgies dela pense rregue, Pats, wm, 1962 (Los onigenes ‘el pesemienco grigo, Barcelona, Paidés, 1992); Sabling, Des ler dans Uhre, op. cite bis. 2 Prangois Haxog, Lise dome Aug, Pay Bd du Sel, 1999, pp 17-19. I ‘ose tare hasta Louis Durmone (con su concepto de jerarqula), pasando porlos anliss de J. G. Frazer y de A. M, Mocare sobre la realeza arcaica, Ya que el rey ee Propinmence la condicién de posbilidad dele comunidad se sigue dello que jf Yo como, excl ey; si yo duermeo, ese rey iyo bebo, es el rey” aunque fo digs el hombre comiin. “La historia es [por lo tanto} antropomérkica por Principio, es decir, estructuralmente”. Se parece a es0s indios de Fenimore Cooper que, caminando precisamente en fla india, cada uno exactamente sobs os pasos de quelo precede, danlaimpresiéa de no ser eneotal mis que iun solo indio gigante! En estas condiciones, una hstoriograla que pensara Proveder por mucstreo y estadisica extrafiaria sa objeco, pues no se esti en ua mundo donde “Cada uno cuenta por uno”, sino mds bien en uno donde “Uno solo cuenta", Esa seria la primera regla en materia de “estadistica hevoiea" Asi, en Fiji, se ha hablado desde hace mucho tiempo del cristianismo come Jk "sligin de ‘Thakombau”. Este tlkimo esabe ala cabeza de a principal confederacién de Fiji. Ahora bien, cn 1852 los misioneros contaron aslo 850 convertides, pero después de que Thakombau, en 1854, opts decididamente Bot Jehové, se alcanz6 en seguida la bela cfta de 8 870. De ahi resulta que 8.870 ~ 850 = 1, Thakombau hacia Ia diferencia En buena lid quid, sun al inicio de la década de 1980, la presin contra la historia que cuenta no faciltara cn nada su investigacién. Todos los historiadores no caminaboe, emo los indios de Fenimore Cooper. Pero aqut me da igual Foto todavia no es todo. Las mismas circunstancias de la conversion también deben tomarse en cuenta: reconocer la verdad del crisianicmo es luna cose, convertrse es otra. Como lo decia ‘Thakombau a un misionero: “Todo lo que vine det mundo de os blancos es verdad los Fuses yl polora son verdad, y, necesariamente, vuestra religién es verdadera"2" Para loc Fabirantes de Fiji, la extraordinaria presencia europea era un “hecho social coral, indisociablemencereligiso, politico, econdmico, Entonces,:por qué 2 haberse convertido inmediatamente? Porque la poblaciéa apercbe a mus Jefes, un jefe esperaba a otro, y este ileimo esperaba el momente adecuade Astlo hizo Thakombau, quien tropezaré con “el verdadero dios” cuando ag situacién, militarmente hablando, estaba mds bien comprometida, Al hacer «ata eleccin le prohibia a su adversario aniquilarlo, al tiempo que obtenia la ayuda de los misioneros, asi como la del rey de Tonga, és ya cristiano. En ‘esumen, do vence y “fue salvado”. Después de todo, Thakombau podria set visto como un émulo lejano de Constantino, 2 Sahlios, Ds tl dane Us, op. esp 58, ® Wide, p54, 2 Idem 2 Recewstestans Fs mecesario agregar que la muectesibita dl jefe enemigo en las semanas precedentes habia desorganizado completamente a la coalciSn CDuutatia. Los habitantes de Fiji se volvieron pot lo tanto ciistianoe, com, baciendo, como debfan hacerlo, por su jefe el crsianismo, o deeg og seligign de Thakombau". I hiscoria heroica cx ralmente una hisnete de ‘eyes y de batalla, pero solamente porque sc estd en un orden ealvural en ef uc sistema social desempera un papel de desmuliplcacin, las accioncy del ty poscen “un efecto histérico desproporcionado” ® Estrucaralmeme Se podria convenit de pasada, cn que semejance er también el universo fe las Vides poralelas de Plutarco, donde la permanence confromtaciée ae Tice (a Foreana) y de Arta Excelencia) tejfan un destino * Los cambios Pesibecias, para dacs su nombre grcgo, no eran menos comumes en ny {foes antiguos. greguemos que la nocibn de peripecia viene dela ages Desa indiael6o se puede dedueis, no que sts vidas son d as tagging, ¢locuente sobre la formacién 0 a procedencia dels eategorias fe le eens heroica. Este régimen heroico deberia, en todo caso, llevar a cuestionar la tranquila division que nosoteos operamos entre ritual ¢ histori, Cosuda suet cl rey, se abce un periodo de caos, que nosotros calfcamos de rina, hasta que el heredero reinscaura los tabies y restablece el orden en nate Gibiases. Pero cuando un ejército,repentinamente privado de st jlo se dlispersay se desrumba, nosoros hablamos de batalla y de decrora cones, sandonos con aplicarinsidiosamente nucstas propias distinciones come BES clotden de lo rea ylo que proviene de simbilico, entre que ede 4a historia (la historia-batalla)y lo que se desprende del cite, Sn embargo, fandamencalmente, esos dos derrumbamientas, advierte Sahling sen eg misma naturalecay hacen volver al mismo sistema de jerarquia, Bien enrendida, a historia heroice no es lcvada slo pot ls alisis, sino orun cleo ndimero de Tormas sociales’ es deci, un sistema seginervario heroico” (que, para Sablns, se desarola de arriba hacia sbaj, cnewd cc ® tBiden, p56, Pare, Vis pari, volume digit por Haro y con pico sy, Par, Glimard 2002, pp, 16-17 [Vide paras, Mad, Caen 1509) 3 tema de lina clisico se reproduce de abajo hacia arriba), reniendo en la cima “la precedencia de a autoidad sobre los privlegios de la descendenci’s “una solidaridad” quees menos “mecinica 1 “orginics” que “jerirquica’; las formas de sucesi6n y un sistema de alianzas; una especie de “divisin del trabajo en Jo que concieme ala conciencia histica’,y por timo, los “anales”, donde florecen intrigas bizancinas, marcadas de faticidios y particdios, Eley, [aépoca y as tadiciones dela ealeza, que ienen sus expecalistas, |hdbiles en manipular las categoras de la cultura, funcionan como seferenca, hhasea como historia para Ia elie. Una ver formulado y reibido este marca general, zqueé parte de este tipo de historia est del lado de los sibditos? Los investigadores han mostrado frecuentemente su ignorancia cuando se les pregunta sobre “la costumbre” 0 sobre sa “historia", como s ellos vivieran mis aci de la conciencia histérca. Pero de hecho su culcura segin Sablins, [Samco igo wd que proven el bin Ades s onemien® | y su dominio de cédigos calturales s expresa de otra manera, no por medio 3 |de genealogias interminables, de mitos césmicos o de leyendas de la ealeza, *|sino a través de noticias que se intecambian, codas estas pequedias historias jquese cuentan y vuelven acontarse (evidentemente no importa cémo) acerca de unos y de otros, de parientes y conocidos, Estas noticias consttuyen los anales ordinarios de los pobres sca historia tiene como tinico enunciador al rey, pero al “nosotros” dic a realeza, que conocimos muy bien en Europa, corresponde aqul un “yo” hheroico, “ms radical todavia", ya que “yo” designa en efecto al que habla, pero también designa alos muertos de generaciones pasadas que “como una pesadillagravitan sobre los cerebros de ls vivo’. *Yo tengo" significa tam- bien algo como: ex0 lo ha logrado un ancestro, muerto desde hacia mucho tiempo al momento de mi nacimiento. Si cada orden cultural tiene su propia historicidad, es decir, su propio ségimen de historicidad, Fiji representa el “paradigma de la historia heroica’: con sus condiciones de posibilidad, sus formas de una “conciencia historia’, dividida de un lado por ls “anaes de Jos pobres", que son asuntos de habitus y de pequetias historias, y del otro, por los “anales heroicns”, que conjugan mito e historia, o més bien dicho, que “organizan explicitamente la historia como metafora de las realidades mniticas” Sahlin, Deer dans Tiare op cits p60 Pier, pA a ecwous sono Dek To aL ACONTECANENTO Después de haber esbozado asi cl regimen heroico, como si tespondiera a la ‘cuestin planteada por Claude Lefort sobre el “principio” operativo en una so- ciedad primitiva, Sahlins examina la relaciones entre mito y acontecimiento, ¥ comienza, una ves mis, por un recordatorio griego, pues le gustaba mucho confrontar alos salvajes y 2 los antiguos. Al momento de ponerse a redactar} La Guerra del Peloponeso, Tucidides declaré querer eliminar de su relato coda) huella de muthos (a lo que de manera peyorativa él llamaba lo muchédes, 4 “micoso” [relative a Jos mitos], que podria scr seductor, pero sin sustanc con el fin de hacer una obra “itil” que, hoy como mafiana, permitirfa com-| prender el tiempo presente y sus crisis” La historia se da de aquien adelante] como biésqueda c indagacidn sobre la verdad de lo que habfa pasado. Vuelta! ¥2 no a los griegos, sino ahora ja los maories! El encuentra que en 1844 un rnuevo gobernador, Sir George Grey, desembasca en el mismo momento de luna revuelta maori. Ahora bien, para comprender algo de lo que se decia alrededor de &l, pero primero acerca de lo que sucedia, debi6, explicaba él ponerse a recopilar y a descifrar los micos y los proverbios indigenas. De ahi esta moraleja: una historia de las guetras polinestas slo puede comenzar incluyendo lo que en la historia de las guerras del Peloponeso se habla comen- zado por exclur: sin muthas, no hay historia posible; con él, no hay historia, “verdaders”. (He aqui una asimetria que le encantaba a Saline Se le podria hacer ver que Tucfdides es un indigena, lo que no es Sir George, y que para romper con los mitos de la tribu, primero hace flea conocerlos! Los maorfes piensan que “el futuro esti ateis de ellos”. Mitslogos habiles, siempre legan a seleccionar una eradicién que les permits dar una y forma y una expresién a sus “intereses” concretos del momento. El pasado! «5 como una vasta reserva de esquemas de accién posibles, donde se va de los mmitos de origen a los recuerdos recientes, de la separacién de la Tierra y de! Cielo ala fijacién de las fronteras del grupo, de lo divino alo humano, de lo abseracto alo concreto, de lo universal alo individual. Encte estos “estadios” © “épocas”, todos afectados por el mismo grado de existencia (se trata de fa vida teal), no existen rupruras. Un maori pasa por tanto muy ficilmence de lunos a otros, puesto que éstos estin integrados por estructuras andlogas, Son, en suma, tanto episodios que en cada ocasién y a sis manera relaran la be Thucyide, Guerre de Péiponnie, 1,21 (Hara de a ger delPeopones, Madi, Chredra, 1989). Hartog, "Vail de Thuevdide et Ubisote veitable”, Pcque, 49, 1982, pp. 22-30. 59 Sahline, Des le dns histoire, pct, p65 85

También podría gustarte