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Ciudades para un pequeno planeta PCED Cette) + Philip Gumuchdjian GG: Rossel, 87-69, Te. 93 522 81 61 México, Nauealpan 63050 Vall do Save, 21. Tol. 85 60.60 41 Portugal, 2700-606 Amadora Praceta Noticias da Amadora,n® 48, Tel. 24 491.09 36 AP icin, trada, 2000 28 rade, 2004 3 urace, 2003, Director de Ia cotecetén Miguel Ruano, arcutecto Titulo original ns for 2 smal planet Richard Rogers Publicado por Feber and Faber Limitee, Londres Version eastellana vc Miguel Izquierdo y Carlos Sone de Valcourt Concepto grtico D design, Pars {Queda prohibida, salvo oxcopeion pevista en la ey la reproguccion (etectonica, quimiea, mecanica, Optica, de giabacién ode foto ‘oti, ditbuciba, comunioacion piles y trnsrormacion de Cualouler parte de esta pubicacion —inclido el seo de la Cubierta— sin fe preva autrizacion escita ce ls tulares de la proniadaaintoloctual y dela Edtoral. La infaccion ee ios derechos ‘mencionades puede ser constttua de date contra la propiedad intelectual (arts, 270 y siguientes del Cédigo Pena) El Centro Espatiol de Derechos Reprogrficos(CEDAO)vela por el respato cde los tacos derectes. La Edtonl no so pronunca, ol exprosa ni Implctamonto, respecto la exactitude [a informacign contenia en este libro, razon por Ta.cualno puede asumirningtn tipo de responsabilidad en caso de (© dol xslogo, Pasqual Meregal, 2000 (© Richard Rogers, 1987 y para la icin castolana Eeatoral Gustavo Gil, SA, Barcelona 2000 Printed in Spain ISBN: 84252-17644 Depisita lea 8. 44.2552003, Impreston: griess Campas, sa, Barcelona Agradecimientos La belleza de la practica de la arquitectura reside en su cualidad de experiencia integradora, de aventura compartida con otros. Me sien- to en deuda con muchas personas, de las cuales aqui solo me es posible citar unas pocas: Con mi amigo y coeseritor Philip Gumuchdjian, que trabajé conmigo en las conferencias y en cada una de las lineas de este libro; con Ben Rogers, que me ayudé a pensar y escribir con més claridad; y con Ricky Burdett, que me ayud6 a definir la estrategia global. Con los profesores Peter Hall y Edward Pearce; con Herbert Girar- det, Roy Porter, lan Ritchie, Sir Crispin Tickell, Alan Yentob y Ruth Rogers; y con Brian Anson y la doctora Anne Power, cuya compren- si6n de los problemas de los pobres me ha servido de constante inspiracion. Con Pippo Lionni y Bruno Charpentier, de L design, por su disefio de este libro; con Magnum Photos y Greenpeace, por su ayuda en la biisqueda de fotografia; con Anthony Denselow, productor de la BBC en las Reith Lectures, y con Steve Cox. Y también con Andrew Wright, Robert Webb, Jo Murtagh, Fiona Charlesworth, Emma En- gland, Martha Fay y todos aquellos que con su contribucién hicieron posible este libro. Y, sobre todo, con mis socios, John Young, Marco Goldschmied, Mike Davies, Laurie Abbott y Graham Stirk, cuyas ideas se utilizan libremente en el libro y que generosamente patrocinaron la obra. Prologo Rogers ha entendido el mundo como un mundo de ciudades porque par- te de un intenso afecto por su ciudad, Londres. Se nos hace dificil pres- cindir de ese afecto al ver y juzgar el mundo. ¢De qué forma podria el mundo ser otra cosa que una suma de significantes tan robustos como las ciudades? Para mi, mi ciudad se impone como una evidencia indis- cutible: el entorno de todo © casi todo lo que me ocurte, el lugar mayor de entre todos los que yo puede modificar, de todos aquolloe en los que puedo influir efectivamente, fisicamente, y no sélo a través de Ia ficcién del voto. El mundo es més que nada un corjunto de ciudades y aldeas, si nues- tra manera de entenderlo es como una suma de entornos semejantes al que consideramos nuestro, abarcable y préximo. Porque, claro esta, queremos un mundo préximo y abarcable. No es que lo queramos, lo sa- bemos cada vez mas préximo, mas redondo y finito, y més frégil, -Ia re- volucién de los transportes nos lo acerca y la energia nuclear lo ame- naza-. Y, por tanto, tratamos de imaginar que podemos influir en él, evitar sus males, impedir su destruccién, mejorar sus prestaciones; que podemos hacer de 61 nuestra ciudad més grande, la ingenua aldea glo- bal de la que tanto hablamos. Londres es un buen lugar desde el que pensar el mundo. Demasiado bueno. Londres ha sido el centro del mundo durante un siglo o siglo y medio, desde el final de las guerras napolesnicas hasta el de la Primera Guerra Mundial 0, “a todo estirar”, como decimos en catalén, hasta el final de la Segunda. Y, en esta medida, es un lugar con un punto de vis- ta biased, esbiaixat, parcial. Pero la gracia est en que Rogers, que no nacié en Londres sino en Ita- lia e hijo de madre italiana, tiene la suficiente distancia de su ciudad ac- tual: su afecto por Londres no es ciego, es Kiicido. Como consecuencia, su visin del mundo de ciudades también fo es Tal como lo ve Richard, Londres es un lugar que nunca ha dejado de ser importante. Tiene virtudes que trascienden la gloria y la decadencia, la guerra, la paz y los imperios. Cuando una ciudad sobrevive a todo esto se convierte en algo mas que un contenedor de valores, se convierte ella misma en un valor, algo donde aferrarse. Pero un valor finito, pere- cedero, 0 al menos degradable. Rogers ha ido a buscar en otras ciudades Ia excelencia que quiere para su ciudad. Y en el camino ha ido construyendo una teoria de la ciudad del siglo xs. Una teorfa practica. Un manual de saber y de hacer, En el camino ha encontrado también ciudades concretas. Barcelona ha sido y es una de sus pasiones. La transformacion de la Barcelona de fi- nal de siglo (del »x, “ojo") le ha pillado @ Rogers en su mejor momento, cuando andaba en busca de modelos para una teoria ya barruntada, y después de una préctica enriquecedora, como fue la construccin en. Beaubourg del Centre Pompidou Rogers llevé a Roma, en 1998, sus ideas sobre la ciudad, en el marco de mi seminario sobre la Europe Proxima, en la Tercera Universidad de Roma. De esa presentacién, recogida en una edicion de la Universitat Po- litécnica de Catalunya y la Universitat de Barcelona, extraigo dos o tres ideas sustanciales: la relacién entre ciudad y politica, la distancia del sa~ 4t6lite como alejamiento adecuado para ver mejor el sistema de ciudades, y la relacién entve belleza, espacio pubblico y calidad de la ciudad. Como es notorio, Rogers tiene marcados prejuicios politicos: fue el inspi rador de Blair para convertir el caso de Londres en arma politica contra Jos Tories. De ahi surgié la propuesta de una nueva autoridad metropolita- na, con caracter més estratégico que gestor, para el Gran Londres conde: nado por Ms, Thatcher. De ahi también, y de su conocimiento de Barcelo- na, la propuesta del Milenio como hito temporal de la devolucién a la ciudad de Londres de una vocacién internacional revigorizada. | Es posible que Barcelona, y de rebote otras ciudades espafolas y lati- neamericanas, obtengan beneficios estratégicos de ese relanzamiento del Ambito metropolitano, siemore combatido por los nacionalismos, y de la reintegracién del gran evento como estratagema de reforma urba- na, argucia que fue frecuente de 1850 a 1930 y que los Juegos Olimpi- 0s han convertido en rito recurrente. Richard Rogers y Oriol Bohigas han interpretado mejor que nadie la rela- cién entre el gobiemo local y los cénones de calidad uranistica, equivo- catlos 0 no, pero en todo caso explicitamente perseguidos, En le prima: efa del proyecto pUblico, a veces gran proyecto, @ veces detallle urbano, sobre la gran planificacion y sobre el mercado, reside el éxito de su concepto. Hay que mojarse, no debe dejarse un rinodn sin sentido pro- plo, hay que emplear todas las horas que haga falta para "resolver" un escenario sin las proporciones adecuades. La ciudad iré bien si se re- ducen y transforman todas y cada uno de sus espacios sin sentido, to- dos sus terrain vague, todos sus brown fields, Es curioso que ese em- pefio, entre barroco y decimonénico, de nuestros arquitectos-urbanistas haya triunfado en un contexto posmoderno y ultraliberal. Més meritorio. La proporcién entre espacio piiblico y privado es una obsesién de Ro- gers. En la Roma de 4768, un tercio del espacio era piblico. Y todavia hoy, afirma Richard, Rome sigue cisponiendo de més espacio public que la mayoria de las ciudades. La experiencia de los alceldes coincide con Ia intuicion de los urbanis- tas. Cuanto més populer es un barrio, mayor es la importancia del es- pacio ptlblico. A fiqueza privada corresponde a menudo incurla piblica, menor interés de los habitantes por lo que ocurre mas alla de sus pare- es, pues encierran todo lo que uno puede desear, todo el espacio y la belleza necesarios. La importancia del sentido y la belleza, la proporcién adecuada de lo pu- blico, son preocupaciones que en Rogers van unidas a dos considera: ciones dinamicas: el uso de la energia y la telacion entre forma y uso. Pueden propiciarse formas, tanto en los edificios como en la ciudad, que minimicen el gasto de energia. Se entiende que la ciudad global esté llegando peligrosamente cerca de sus limites de densidad y de au- toexplotaci6n y que conviene afiadir a la belleza, al sentido y a la pro- porcién, la prudencia, Y que nuestros disefios deben reconocerio. Prudencia en el disefo de edificios y de barrios, en beneficio de la sos- tenibilidad de la especie, pero también en beneficio de la flexibilidad: antes un teatro era un teatro y una fabrica une fabrica. Ahora es posible que esta fabrica acabe s endo teatro o centro civico. Por tanto, no hay que “finalizar” tanto cada contenedor, cada edificio. Hay que darle un grado de libertad. En este sentido, uno no puede menos que recuperar la inquietud que se siente ante los grandes monumentos modernos, que no son iglesias ni circos ni fabricas sino la Défense 0 el World Trade Centre, el hipermer- cado 0 el suburbio prefabricado en bloque. Garcia Lorca imaginaba Nueva York convertido en selva, sus rascacielos abandonados, lianas y serpientes trepando por ellos. No cuesta mucho imaginar la Défense, o todos esos pasos a distinto nivel o semisumer- Bidos, convertides en selva, negados a su excesiva funcionalidad, de- wueltos a la naturaleza. Pero la imagen mas sugestiva de Rogers, la mas contundente, es la Eu: Topa de noche vista desde el satélite. En ella, la realidad de lo que so- mos aparece nitida. Un continente sin fronteras, una galaxia de puntos de luz, una red y no una quadricula. Y un planeta pequefio. Tan pequefio como nos parece el paseo de aquel pueblo de nuestra infancia al que no hablamos vuelto en afios, y que se achicé en la proporcién en que nosotros crecimos. Pasqual Maragall Contenido Prdlogo de Pasqual Maragall Introducci6n de Sir Crispin Tickell vi 1 La cultura de las ciudades dl 2 Ciudades sostenibles 25 3 Arquitectura sostenible (oho) 4 Londres: la ciudad humanista 103 5 Ciudades para un pequeno planeta 145 Bibliografia ui As} Indice és) Biografias 180 Introduccion Sir Crispin Tickell Las Retth Lectures pronunciadas por Richard Rogers en 1995 provocaron una suerte ce Impacto ‘en mucha gente. Nos hizo ver las cludades —su pasado, presente y futuro~ bajo una nueva luz. Lo {familiar se convirti6 en oxético, Bajo su tutela y la experiencia dierla ce la vida urbana, ef movimiento hacia el interior y el exterior de las ciudades ce mareas humans matinales y vespertinas, parecia n fenémeno incluse amenazante. Pero, @ Su ve2, abrié perspoctivas de eleccién para el futuro, cereendo asi una sensacién de liberacién fantastica. EI primer y més obvio simil acerca de las siucaces: e3 que $e trata de organismes que consumen recursos y producen residuos, Cuento mas grandes: y complejas Son, mayor es su dependencia de las. areas circundentes y mayor también su wulnetabilidad frente al cambio de su entomno. Son tanto nuestra gloria como nuestra perdicién. Sin ‘embargo, en ¢| mundo natural ne somes los Ginicos ue hemes precedide de esto modo, tel coma Lewis Themas hizo notar al escribir sobre las hormigas: “Sen tan patecidas a los humanos que resulta casi desconcertante. Cultivan hongos, almacenan afidos, envien ejéroitos a la guerra, esparcen productos quimicos para alarmar y confuncir al enemigo, cepturan esclavos & Intercambian constantemente informacion; todo menos mirer la tolevision”. Come otras especies animales preparadas, la ‘especie humana ha aprendide 2 adaptarse a les nuevos entornos. Pero, contrariamente a otras. ospocies, ol hombre ha explotado e6e ‘adaptabilided para modificar ef medio en su propio: benefielo de un modo gue ningan animal seria capar de igualar. Es une creenela compartida que e! progreso humano ha sido, eon excopion de une © dos interrupoiones, un proceso continuedo hacia adelante. Sin embargo, todas las culturas urbanas previas se hen desmoronaca. La mas temprana fue quizé la cultura harappa det valle del Indo, hace 3,500-4.500 alos. La deforestacion y consiguiente supresi6n de! manto vegetal ecabaron con 1a humedad necesaria, incluso an verano. La dlisminuelén de las lluvias junto con una fertiidad del suelo en declive y una poblacién en aumento provocs que la cultura harappa perdiera su base de recursos y 5@ viniera abajo. Lo mismo podria haber ccurrido on los valles del Tigris y el Euttates y en el México precolombino, tal y como esté ocurriendo actualmente en amplios sectores del cinturén afreano de la regi6n subsahanana, Las causas especificas de tales fenémenos son varias, pero existen tres variables omnipresentes: poblacién, entorno y recursos. Al final de la era glacial, hace unos 12.000 millones de efies, habia probablemente unos ci.az millones de seres humanos. La introduccién de la agrlouttura, la especializacion de les funciones. humanas y el erecimiento dle las ciudades provocaron un rapido aumento de a poblacicn. De este modo, en la época de Thomas Malthus, @ poco de empezar la revolucién industrial, la citra era ya de cerca de 1.000 millones de habitantes. Hecia 1930, 2.000 millones; actuelmente el numero de habitantes se sitda alrededor de 5.800 millones y las previsiones indican que hacia el aio 2025 haya aumentado hasta unos 8.500. Aolualmenta nacen més de 90 millones de seres humanos cada afo, lo que equivate a una nueva China (que actualmente tiene 1.200 millones de habitantes) cada doce aos. El mayor indice de crecimiento se ha producido en. las cludades, En 1950, ef 29% de Ia poblacién Mundial era urbere; en 1965 paso a ser al 36 % el 50 % en 1990 y hacia el 2026 podifa ser el 60 9%. El Indice de crecimiento anual de la Poblactén urbana mundial fue dol 2,6 % entre 1965 y 1980, y del 4.5% entre 1980 y 1990. ademas, ‘casi todos esos indices de crecimiento se dan €en los paises ‘mas pobres, con menos recursos y menor capacidad para gestionar sus residues. Es evidente que cuentos mas seamos, de mayor 'magnitud seran los problemas. La mayoria de los reoursos son renovables € incluso los que no fo son ~como los combustibles f6siles~ pueden habitualmerte reenplezarse. No obstante, un problema crucial hoy dfa es que la premura ‘oonsumista puede convertir en irrenovables los recursos renovables, 0 renovablas s6lo tras largos perfodos de tiempo. De todos modos, la degradacién medioambiental se ha acelerado y su efecio mas ovidente es |a explotacion de la Tierra. Segiin el informe de Naclones Unidas cobre la situacién medioembiental de 1993-4994, el 17 % do la superficie terrestre se ha visto danada an mayor o menor medida desde 1945. La calidad del aire se ha deterforado igualmente, La poluci6n ha reducido las cosechas er EEUU do. un 5 a.un 10%, y su efecto es probablenenta mucho peor en China y Europa del Este, Hacia mediados de! préximo siglo escasearan los suministros alimenticios en muchos puntos det planeta; hasta ahora nos hemos salvado gracias & la revolucion de las formas do cultiva, pero las ‘esperanzes de otta revolucién de este tipo son inciertas. Hasta hace poco, ol mayor proslema radicaba en la distribucién do los alimentos, pero 50 ha dejado de sor asi. Con los recientes cambios climaticos y la demanda slempre en ‘umento, el mundo podtfa entrar en un periedo ce escasez, La demanda de agua se dobla actualmente cada veinte aiios. incluso si hacemos un use mejor y mas racional de los recursos de agua, los suministros disponibles son practicamente los mismos que en la era glacial. Las ciudades cada ‘vez tienen que ir mas lejos para abastecerse de ‘agua, y ese conficto -uno Ge los més aniguos en la historia det hombre podria llegar a ser peligroso. en of futuro. Las pruebas de que es preciso poner, limites a la Cesidia contaminadora estan por todas partes, La eliminacién de residuos podria converirse pronto en un probleme de igual magnitud que el agotamiento de los recursos, Los vertederos saturados en todo el mundo, ef transporte de tesiduus poligrosos y la creciente contemnacion vil de} agua superiicial de la que dependemes, son factores que nos recuerdan fa limitada caoacidad de la Tierra para absorber jos deshechos, vill En la atmosfera, la lluvia écida es un problema para aquellos que viven cerca de las industrias; pero dado su caracter todavia local podria solventarse si hubiera la voluntad politica de hacerlo, E] agujero en la capa de azono es un tema més delicado. Si el dafio infigido sobre el metabolismo hunano puede ser ya alarmante, el efecto que ejerce sobre otros organismos, como €l fiteplancton de los océanes, lo hace todavia més preocupante. Aesto hay que afladir el cambio climético inducido por el hombre. Un camislo que tiene lugar tan lentamente que ni siquiera lo notamos. En cambio, Jos animales, les plantas y otras formas de vida disponen del tiempo suficlente para adaptarse paulatinamente o emigrar. Tomemos el ejemplo de! valle det Tamesis; hace unos 130.000 afios era el habitat de hipopstamos; hace 18.000 los mamuts y los renos merodeaban por equella tundra; y hace s6l0 900 los franceses trataron de cerrar los viriedos del sur de Inglaterra por su alta competitivided. Los ditimes 12.000 afos han representado un periodo de clima relativamente estable. Incluso antes de la revolucién industrial, en le misma edad del bronee, se producian cambios climaticos locales @ causa de la exploteci6n de la Tierra, en particular la deforestacl6n. Pero desde el inicio de la revoluci6n industrial, hace unos 260 aftos, hemos infligido, mediante nuestras actwvidades, cambios globales en los sistemas climéticos. Todo ‘est acelerdndose. Aparte de lo que le hemos hecho a la Tierra (en Gran Bretafia, la piedra, el ladillo y el asfalto cubren cerca del 10 % de la superficie total), los seres humanos hemos ido cambiando la quimica de la atmésfera mediante la combustin de combustibles fosiles y materia corgénica, en particular procedente de los bosques. Appesar de que sigue habiendo ciertas incertidumbres clentifieas, parece indudable que nos hallamos ante un cambio climatice global que va a producir dos grandes efectos. Uno de ellos es, ‘ue la lluvia sea habitual en lugares donde no lo 8 0 que deje de hacerio alll donde antes lo era, Puede producirse un aumento © descenso de la ‘temperatura, aunque Ia tendencia global apunta hacia el aumento de la media. Tales cambios ‘ocurtieron a menudo en el pasado. £1 segundo efecto se verificaria en los niveles oceénices. ‘Actualmente, e! nivel de! mar aumenta entre 1,5 ¥ 2 millmetros al afio, pero si el deshlelo de los polos se acelerase, podria producirse una subida de medio metro antes del fin del préximo siglo. Finalmente, estan los aspectos derivades de la destruccién de otvas formas de vida. Esa destruccién es de una magnitud comparable a la practicada por los impactos de objetos espaciales sobre la Tierra, El ultimo de esos grandes Impactos terminé con el dominio de los dinosaurios hace 65 millones de afios. Cuando los arquedlogos del futuro contemplen los depésitos de los Ultimos 250 afos, hallaran una discontinuidad biolégica tan radical como cualquier otra que se haya producide antes. Se ‘enfrentaran, no ya a fésiles, sino a bolsas de plastico y otros residuos humanos. Pero las consecuencias de todo ello sobre el sistema de vida del planeta no pueden todavia medirse, De este modo, nos enfrentamos a una acurnulacién y combinacién de peligros inminentes, todos ellos ‘causades en mayor o menor grado por e! crecimiento urbano y demogrético, En la evolucién del comportamiento humano, desde los cezadorestecolectores a los agricultores y los cludedanos, las cludades se han erigido como el paradigme de la especializacién de las funciones humanes. Richerd Rogers nos mastraré emo les ciudages representan un valor affadio pera la vida humana, @ posar de suponer también una de sus mayores amenazas. La existenela humana puede hallar el culmen de su degradacin en les ciudades yen los barrios de berraces de sus alrededores. Hasta e! siglo xx, las cludades eran consideradas como lugares peligrosos, conde el indice de mortalidad superaba al de_natalidad ye! mentenimiento demagratico se producia sélo Srecias a las migraciones rureles. Las cludades y sus sistemas de abastecimiento configuran un entorno propio que es cada vez mas peligrose. En dos capftulos de esta obra, Richard Rogers ‘examina la cultura de las ciudaces y sus perspectives de sostenibilidad. Como orgenismas, colectivos son tan wuinerables a los cambios como cualquier otro. Existon ciertos factores de presién inmesiatos como, por ejemplo, tos suministos de alimentos, agua y otros recursos naturales, tras los ‘ouales se esconden muchos mas. Veremos un par de ejemplos. Cuanto mayor sea el nero de habitantes, tanto dentro como fuera de las cludades, mayor seré la presion sobre el entorne; y mayor ol ndimere de refugiedes, En 1978 habia menos de seis millones de refugiaces en ol mundo, considerando s6io a los que fo son por razones étnicas, politicas © religiosas; la cifra superd los 22 millones en 1995. En cualquier caso, estas cifras no contemplan e| ndmero de refugiados motivados por la crisis medioambiental, unos obligados a cruzar fronteras, y otros # permanecer en ellas; dependiondo de la misma definicién de refugiado, la cifra pediia ‘eumentar en 22 millones més. Buona parte det Impacto de estos flujos migratorias se produce en. les cludades y sus alrodedares, La subida de los niveles oceénicos podria amenazar el sistema de subsistercia de enormes masas de poblacién que viven a le ofilla 0 cerca del mar, 0 a lo largo de los estuarios. ¥ el efacto se agraverfa a partir de desastres naturales como tormentas, sequias, huracanes y demas; todos ellos fonémenos previsiblos del cambio ctmatico, ‘También cabe esperar cambios en las pautes epicemiolégicas. La temperatura y la nurredad, afectan enormemente al ciclo vital de los microorgenismos, desde los insectos a les bacteries y os virus que, a su vez, condicionan la salud animal y humana. De hecho, ya estamos esistiondo al regreso de ciertas epidemias cuyos agentes se han vuelto resistentos a los firmaces, modemos. Las poblaciones ya debilitadas por otros ‘motivos resultaran particularmente vulnersoles, por lo que tendremos que afrontar problemas derivados de drenajes y depuracién de sistemas de aguas residuales deficientes. De nueva, las condiciones de saturacién de la vide humana conviorte a las vlucades en viotimas propictatorias de asta x dlinamica, Un factor menos evidente de presién es le consecuencia que para las ciudedes pueca tener la destruccign de otras formas ve vida. Le Feduccién de su diversidad afecta a les suministros de alimentos (ya bastante dependientes de pocas cadenas genéticas) y de farmacos (también considerablemente dependientes ce los recursos vegetales y animales). Pero el impacto scoldgico es. mucha mas importente: conflamos en los bosques y la vegetecién para preducir una buena tierra que lox manienga y que regule los suministros de agua al preservar las reservas, renovando los acufferos y sirviendo de barrera a condiciones extremas. Conflamos en suelos fertiles que contrarresten la contaminacién y en los nutrientes pare el reciclaje y la deposicién de los residues. No existe sustituto alguna para este tipo de servicios naturales, y todos ellos forman oarte cel sistema de subsistencia urbana, Si prescindlmos de ellos, las consecuencias podrien ser catastibtices. Las ciudadies también encaran problemas en su propio seno y Richard Rogers nos presentaré los factores capitales de ese tesitura, Casi todas las. ludades fueron pueblos con antelacién y aldees mucho antes, Cuenta mayores se hacen las comunidades, mayor ¢s el peligro de perder la ‘cohesién social, Cludades como Landes, que en. cierto modo es todavia une combinaién de varios pueblos con un gran centro, son mejores para vivir que las aglomerscionss divididas por funciones. segregadas y carentes de dimensién humana, Los Angeles ha sito denominaca La Ciudad de Ninguna Parte, Las densas concentraciones de estalagrnitas de hormigén son altamente opresivas para él espirily, g0t0 algunos promotores inmobiliarios slguen ereendo gustos en forma de distritos comerciales, industriales 0 cludades darmitorio, sin reparer en los costes sociates e individuales. A veces plenso que la buena salud mental de los cludadanos requiere que volvamos a Ia idea de udad amuraliada para mentener la cohesi¢n de la vida urbana interior y preserverta de la destruccién desde el exterior. Pero con unas guertas que deberian estar siempre abiertas. Por si estos elementos no bestaran, las ciudades pedecen ahora las hovidas provecsdae por sl efecto Intrusive y sesgadior de las carreteras que sirven para soportar al juguete mas comoda y favorito de tedo al mundo: el autemévil, Richard Rogers examina el equillbrio necesario entre transporte piiblice y privado, los mordaces efectos ce la prioridad otergada al automévil en los citimos cincuenta alos y la naturaleze y variedad de nuestra dependencia al respecte. Investigaciones. gubemamentales han mostraco que, cada eto, en Gran Bretafa, dlecinueve millones de personas estén sometidas a grados de conteminacién que exceden jos frites Internacionales, y ello dobido al aumento del tréfico y a la industiia Esta acumulacién ce problemas plantea serios onfliatos de gobernabilidad ya que nos enfrentan una especie de crisis de autoridad, Bebemos: cuestienamos si los gabiernos pueden asumir dicha teres, La saberania nacional ha dejado de ser Jo que era y en tedo el mundo se registra un cambio en la gestion; los problemas glabales se reparten ceda vez mas entie instituciones Internacionales (a peser de su baja copacided operatival; pasando por autoridades y organizaciones y comunidades lacales; hasta lleger al propio ciuidadano que, a través de los avances de la tecnologfa de la informacion, esta en contacto directo con otros cludadanos de cualquier parte del mundo, No obstente, todavia vivimos en un mundo en que: los gobiernes son un factor crucial. La conciencia piiblica respacto de los aspectos mencionadas se ha inerementado notablemente en los witimos veintlcinge aos, pero sélo unos poses han llegeda a las radicales conclusiones que ya son neceserias, Lm mayerin dle los camhins pravienen de pequsias avances, seguidos de algin troplezo, Iuega un gran selto seguido de més pequefios avanees: el progreso es lenta, Tal como Lord Keynes apunto une ver, resulta més facil esumir una idea nueva que deshacerse de una vieja, y actualmente contamos con demasiadas ideas visjas de las que ‘cabe deshacernos, ‘Algunos de los principlos econémicas en cuestion se han convertido en moneda comdn; asi, por ejemplo, todos estamos de acuerdo en que el contaminador debe pager: Hay un acuerdo pareciso respecto del princisio segin el cual hay que evitar la indecisién que obstaculiza las ecciones reventivas cuando son necesarias. ¥, per titimo, parece existir un cierto consenso generalizado sobre un tercer princ|pio: que las consideraciones medioambientales deven estar en el ntcleo de cualquier toma de decisianes y en cualquier émbito Le aplicaci6n ce teles princioios deberia persuadlr @ las godiernos para otvar cazonablemente por encima de cualquier interés o factor particular, Por ello, las iniclativas desde las autoridades son decisivas, ast como también fo es la presién desde ‘abajo, oor parte de una cludadania concienclada y firme ante les compromisos prometidos por las autoridades. Avveces me preguntan si soy optimista o pesimiste. Mi respuesta es que soy un optimista frente al intelecto, porque siempre existen maneras de Bestionsr y mitigar Ia gravedad de los problemas a los que nos enfrentamos. Pero soy pesimista frente @ la voluntac, porque duddo cle que séio ta razon ‘260 una fuorza auficlente. A menudo, precisamos de un Incentio, incluso una eatéstrote, pare cambiar nuestro punto de vista y aceptar los cambios. Una calastrofe no es la precursors ideal de politicas mas sabias pero, sin ella, parece a veces dificil saber si estamos capacitados para aceptar el cambio ante clertos valores y aspiraciones que nos parecen lrrenunciables. El libro de Richard Rogers es un mensaje de esperanza. Nos muestra cémo la ciudad equitative ~¥ sobre todo compacta es plural e integredora, tiiversa y coherente a un tiempo. Todos sabemos ‘gue hay algo que no funciona y que podria empeorer irremediablemente: si no planteamos un po de ciudad distinta pera el futuro. Si las hormigas pueden acarcar el tamaio, el caracter y la funcién precisos de sus habitats, nosotros deberiamos ser capaces de hacer lo mismo can uestras ciudades. El resultado seria, en palabras, de Richard Rogers, una ciudad densa y policéntrica, una cludad de actividades solapadas, una ciudad ecoldgica, que favorezca el contacto, igualtaria, ablerta y, sobre tod, una ciudad bella, conde | arte, la arquitectura y el paisaje remuevan y satisfagan el espiritu humane. muestra como puede hacerse, 1 La cultura de las ciudades Para empezar a fijar nuestra situaci6n sobre la nave espacial Tierra, debemos PCT CMC CMCC MTC Me CM ce ETE CMC eM Cre Cnc) consumibles, inevitablemente deseables o Ele Tt Cate ttt Da eM Mr atc) hasta ahora para, a pesar de nuestra Pet MECC mC hah a We U CCM Com mmr rely LC CMT re We toi] | movimiento critico. Se podria llegar a considerar que el margen de error para la TT ER Moet oetuCicey PEC CR MEM CDCR ET Cite ity comparable al de un polluelo dentro del huevo que se abastece de liquido nutricional para desarrollarse hasta la rotura de la cascara. aT OTE t 1 agin antenor Heche por ef hombre Tastimonio desde el expec posto Misco del hone sobre ) super ice det planeta. Estamos contgurendo oramente laf dela Tierra, Gon su3 20 millones de ones, el are3 Imetropaitéa de Toto Conettvye i cluded mas fxtonsa det muna Selence Photo Litrary En 1957 se puso en Grbita el primer satelite espacial. Nos brindé la oportunidad de podemos observar desde un punto de vista privilegia- do y signifies el comienzo de una nueva cenciencia global, un gran cambio respecto @ nuestra relacién con el planeta. Vista desce el es- pacio, la belleza de la biosfera de la Tierra es impactente, pero lo es, también, su fragilidad. Las brumas de polucidn, las heridas de la de- forestaci6n, las civatrices de la industrializacién y el crecimiento de las ciudades son pruebas de que, en nuestra biasqueda del bienes: tar, estamos destruyendo sisteméticamente todos los elementos que sopartan nuestea sistema de vida La supervivencia de la sociedad ha dependido siempre ce la salva guarda del equilibrio entre las variables de poblacién, recursos y me dio ambiente, Obviar este principio tuve consecuencias fatales para cl vilizaciones del pasado. También nosotros estamos sujetos a las leyes de control de la supervivencia, pero, al contratio que aquéllas, nosotros componemos la primera civilizacion global y somos, pues, los pioneros en afrontar una expansién global simulténea de la pobla- cin, asi como el agotamiento de los recursos naturales y la erosién del medio ambiente. Mientras eseribo, sobre mi sobrevuelan cerca de 400 satélites, equi pados con instrumentos meteorolégicos, de estudio de procesos de costa, océanos y polares que procesan continuamente el estado de la vegetacién y la atmésfera, contrastando los efectos de la polucion y la erosi6n. Sus datos juegan un papel crucial para determinar el gra do de mutacién geolégica, el calentamiento global y el desgaste de la capa de ozono. Sen, en ese sentido, testimonios de la creacién de una catastrofe medioambiental de magnitudes jamas afrontadas por la humanidad, Los resultados a largo plazo de los actuales niveles de desgaste no estén todavia claros. pero dada la incertidumbre cientifica relativa a sus efectos precisos, mi consideracion es que debemos aplicar el “principio preventiva” y asegurar que se tomen medidas para asegurar la supervivencia de las especies de nuestro planeta. ole ale Resulta sorprendente, sobre todo para un arquiteoto, constatar que son nuestras ciudades las que estan provocando primordialmente esta crisis medioambiental. En 1900, s6lo una décima parte de la poblacién vivia en ciudades. Hoy dia, por primera vez en la historia, lo hace la mitad de la poblacén mundial, y en un plazo de treinta afos ese indice puede llegar a los tres cuartos de la poblacion. La poblacidn urbana se incrementa en 250.000 personas al dia, lo que equivale aproximadamente a la aparicién de un nuevo Londres cada mes. Este crecimiento planeterio de la poblacién urbana y la preca- riedad de los modelos ca habitabilidad estén acelerando. al mismo tiempo, el grado de erosi6n y cantaminacion Resulta paraddjico que el habtat de la humeniciad -nuestres cluda- des- sea el mayor destructor del ecosistema y la mayor amenaza para la supervivencia del hombre sobre el planeta. En Estados Uni- dos, la polucién procedente de las ciudades ya ha mermado un 10 % las cosechas. En Japén, los residues producidos por la ciudad de To- Kio se acercan a los 20 millones de toneladas al afio, y ya han llevado a la saturaciOn a la bahia de la capital. Ciudad de México ha conse- guido secar précticamente sus dos ros, y el tréfico de Londres conta- mina mas el aire de lo que lo hacia |a combustion de earbén antes de las medidas tomadas en 1956 para controlar la polucién. Las cluda- des generan la mayoria de los gases que producen él “efecto inverna- dero", y figuras tan respetadas come Sir John Houghton, director de la comisién que asesora sobre cambio climatico en las Naciones Uni- das, ya advierten sobre los desastrosos efectos que pueden conllevar los actuales grados de emisiGr de dichos gases. Asi, @ pesar de que las necesidades urbanas y Io inevitable de su crecimiento continuado no disminuiran, vivir en ciudades no debe llevar per se a la autodestruccién de Ie eivilizacién. Por ello, estoy convencide de que la arquitectura y la planificacién urbana pueden evolucionar para aportar heramientas imprescindibles encamina das a salvaguardar nuestro futuro, oreando ciudades que produz- can entornos sostenibles y civilizadores, Este libro pretende de un 10 Wiles de mitlones 2900 8 R & Pobieaion urban Crecinienta dela poblacion mundi a R mostrar que las ciudades futuras pueden ser el trampolin para res taurar la armonia perdida entre la humanidad y su medio. El motivo de mi optimismo tiene su arigen en tres factores: la cifu sién de la conciencia ecoldgica, a tecnologia de las comunicaciones y la produccién automatizada, Todos ellos canstituyen con para el desarrollo de una cultura urbana postindustrial, sensibilizaca con el entorno y socialmente responsable. Cientificas, filésofos, eco. nomistas, politicas, urbanistas, artistas y ciudadanos de todo el mundo estén exigiendo que las perspectivas globializadaras se inte gren en las estrategias de crecimiento futuro, El informe de las Ne ciones Unidas Nuestro futuro en comin propuso ya el concepto de desarrollo sostenida” como columna vertebral de las politicas eco- nomicas gobales: cabe resolver nuestas necesidades actuales sin comprometer las de futuras generaciones, al tiempo que deberiamos eneauzar nuestro desarrollo en favor de la mayoria: los pobres, jones El ndcleo de este concepto de sostenibilidad radica en la redefinici6n de la riqueza para que ésta incluya el capital natural: aire, agua lim: pia, capa de ozano en condiciones, mar incontaminado, tierra fértil y una abundante diversidad de especies, Los medios propuestas para asegurar la proteccién de este capital natural esté en las regulacio: nes y, alin mas importante, en la tasacién adecuada del uso que el mercado hace de dicho capital, un bien hasta hace poco considerado: limitado y gratuito. El objetivo definitive de un desarrollo econémico sostenible es poder legar a las generaciones futuras ese capital na tural en condiciones parecidas, 0 incluso mejoradas, de lo que no- sotros hemos heredado. La aplicaciém de esa “sostenibilidad” no puede conllevar en ningan luger mayores beneficios potenciales que en las ciudades. De hecho, los beneficios que se derivan de ese enfoque san, a priori, tan gran- des que la sostenibilidad medioambiental deberia canvertirse en el principio rector de la modema proyectacién urbana. Si las ciudades estan minando el equilibrio ecolégico del planeta se debe a que nuestras pautas de comportamiento social y eoonémico fageies, ment son la causa originaria de un desarrollo que produce un desequilibrio medioambiental. Tanto en el mundo desarrollado como en el que estd en vias de desarrollo. el impulso protagonizado por las cludades parece ester llegando a su limite, El grado de crecimiento de las ciu dades provoca que los parametros convencionales de ajuste del cre cimiento urbano hayan quedado obsoletos. En el mundo desarrolla- do, la migracién de personas y actividades econémicas desde el ‘centro urbano al mundo ideal de los barrios periféricos ha eonducido 2 un ingente desarrollo suburbano, mayor cupacién en sistema vie- rio, ineremento en e! uso del automdvil, mayor congestién y contami- nacién ~como puede fécilmente apreciarse en ciudades del Oeste de Estados Unidos como Phoenix y Las Vegas-. Entre tanto, en las eco: nomias de répido crecimiento de los paises en vias de desarrollo, se construyen a un extreordinario ritmo nuevas ciudades de gran densi lad, can poca 9 ninguna conciencia de su futuro impacto social o me: dicambiental. En todo el mundo, masivos flujos migratoria proceden- tes de un mundo rural pobre sé asientan en estas nuevas ciudades del consumo. La situacién de la poblacién pebre es un tema que se obvia en todo el mundo. En el mundo desarrollado, los pobres quedan fuera de! ciclo consumista y se abandonan y afstan en guetos urbanos, mientras gue en los paises en vies de desarrollo son relegados a la precariedad insalubre de poblados barraquistas donde los residentes ilegales 0 sin censar suelen superar el numero de los oficiales. Las ciudades estén produciendo una peligrosa inestabilidad social asociada al inevitable declive medioambiental. A pesar del incremen to global de la riqueza, que supera al de la poblacién, la pobreza em: peora y sigue creciendo, Mucha de esta gente pobre vive en los en toinos mas sérdidos, expuesta al limite de las condiciones de habitabilidad y perpetuando el ciclo de erosin y contaminacian. Las ciudades estén destinadas a albergar una proporcién cada vez mayor de esta poblavion pubie y 1 Ueberia sorprender a nadie que las so: ciedades, faitas de la igualdad més elemental, sufran una acusada erosién social y que acentiien la precariedad medioambiental, facto. res ambos que van entrelazades. La pobreza, el desempleo, un deficiente sistema sanitario y educati- vo, y os conflicts la Injusticia social en todas sus manifestacio- nes- dificultan la capacidad de las ciudades para ser sostenibles me- dioambientalmente. Las que han sutrido una guerra eivil, como Beirut: las que sufren de una pobreza extrema, como Bombay; las que hen enajenado a considerables segmentos de la poblacién en su camino hacia la riqueza, como Los Angeles; 0 las que persiguen el beneficio inmediato come tinica meta, camo Sao Paulo, dafan el en: torno en detrimento de tados, No puede existir armonia ciudadana ni mejoras medioambientales sin el respeto de los derechos humanos y la paz Las ciudades del primer mundo, el mundo desarrollado, contienen comunidades privadas de las necesidaces mas elementales, pero es en las urbes de répida expansién propias del mundo en vias de desa rrollo, donde los pobres parecen vivir sin regeneraci6n posible. Si descuidamos este prablema, los problemas sociales y ecoldgicos de estas megdpolis cominarén pronto el entorno humano. La idea de que unos pocos riees pueden continuar volviendo la espalda a tales prablemas y seguir actuando desde su cémodo aislamiento respecto a estos asentamientos de desolacién es estrecha de miras, pues la faita de una minima igualdad provoca una presén eanstante que atenta contra la armonia social y a cohesién ciudadana, Ademas de procurer oportunidades de empleo y erriquesimiento, las Kdades construyen el marco fisico de las distintes comunidades ur- banas. En las dltimas décadas, en todo el mundo, aste marco pdblico de las cludades, el espacio entre edificio y edificio, se ha visto seria mente dafiado 0 eresionado. Este proceso ha acentuade la polariza clon de la sociedad y aumentado la pobreza y la alienacién, haciendo necesarios nuevas conceptos de planificacién urbana que integren las responsabilidades sociales. Las ciudades han crecido y han cambiado hasta convertirse en estructuras tan complejas y ten poco manejables que se hace dificil recordar que su existencia se justifica para satista- cer, ante toda, las necesidades humanas y sociales de las comunida Ges; de hecho, suelen fallar en este punto. Si preguntéramos a la gen te qué son las ciudades, es probable que nos hablaran mas de co: ches y etificios que de calles y plazas. Y si les preguntéramos acerca de la vida en la ciudad, nos hablarian probablemente de alienacién, aislamiento, delincuencia, atascos y contaminacién, mas que de sen: tido comunitario, participacién, animacién, belleza o placer. Probable mente dirfen que los términos “ciudad” y “calidad de vida” son incom: patibles. En el mundo desarrollado esta realidad conduce @ una segregacién de las clases acomodadas a Ambitos privados recluidos y Vigilados, diferenciados de los ce los pobres, despojando a la cluda. dania de todo su significado, La ciuded he acabado por ser entendida como un templo para el con- sumismo. La conveniencia politica y comercial ha invertido e! énfasis del desarrollo urbano pata, en lugar de encauzarlo hacia las neces dades sociales, asimilarlo a determinadas necesidades de individuos © grupos concretos, La consecucién de este restringido abjetivo ha privado a la ciudad de su vitalidad. La complejidad de la “comunidad’ ha sido desmantelada y la vida piblica se ha diseccionado en com: ponentes incividuales, Paraddjieamente, en esta era de glabalizacién demooratica, las ciudades estan incrementando Ia polarizacién de la sociedad en colectivos segregados. El resultado de esta corriente es el declive en la vitalidad de los espacios urbanos. El palitélogo Michael Waltzer ha ciasificado el espacio urbano en dos grupos diferenciados: “cerrado” y “abierto”. En el primer caso, se ‘rata de un espacio urbano que desarrolla una tinica funcién de acuerdo con [a voluntad de urbanistas y promatores de la vieja escuela. El espa clo abierto se concibe como muitifuncional, destinado a una variedad de usos de los que todos pueden participar. El barrio residencial, 1a urbart zacion de Viviendas, el distro financiero, a zona industial, los aperca- mientos, los tUneles, las circunvalaciones, los centros comerciales y el propio coche son exponentes de espacios cerrados. En tanto que la pla zayy la calle concurtida, el mercado, los parques y las terrazas suelen ser abiertos. Cuando nas hallamos en los primeros, solemos ir con prisa, en ‘tanto que en los segundos somos més proclives a encontrar la mirada del otro y a participar de la vida comuritaria Ambas categorias tienen un papel que desempefiar en la ciudad. Los espacios cerrados satisfacen nuestros caprichos de consumo priva- do y autonomia y son, en ese sentido, muy eficaces. Por contra, los espacios ablertos aportan algo comin: agrupan distintas partes de la sociedad y alimentan un sentido de tolerancia, conciencia, identi- dad y respeto mutuo. En cualquier caso, en el proceso de planificacién de las ciudades segin los requisites de la iniciativa privada, hemos visto eclipsarse la segunda dimension. El aperturismo en el espacio urbano ha ce- dido inexorablemente ante los intereses corporativos y, paralela- mente a ese proceso, verios desaparecer la propia idea de ciudad integradora. El egoismo y la segregacién estan ganandole la partida al contacto y la comunidad. En las nuevas modalidades de desarrollo urvano, las actividades que solian solaparse ahora se diferencian con la idea de rentabilizar al maximo los intereses de promotores y comerciantes. Los negocios se agrupan y aislan en parques de negocios, las tien- das en centros comerciales atravesados por calles artificiales, las casas se disponen en suburbios residenciales o urbanizaciones pri- vadas. Inevitablemente, las calles y plazas de estos falsos espacios pUilicos estén faltas de Ia diversidad, vitalidad y humanidad de la vida cotidiana en la ciudad. Y, todavia peor, las calles tradicionales estén vacidéndose de contenido social y comercial, convirtiéndose en tierra de nadie recorrida por ocasionales peatones y muchos coches. Aunque la gente aprecie las comodidades, sigue también valorando la verdadera vida ciudadana, tal como demuestran las multitudes que atestan los centros urbanos durante los fines de semana. La desaparicién del espacio pablico abierto no supone una mera cau sa de queja, sino que puede ocasionar una degradacién social extre- ma. A medida que se extingue el vital ajetreo de los espacios publi cos, perdemos el hébito de participar en la vida de Ia calle. La natural Vigilancia de las calles debida a la asidua presencia de personas aca- ba siendo sustituida por una necesidad de seguridad privada que con- vierte a la ciudad en menos hospitalaria y mas alienante, al tiempo que empieza a verse como un espacio claramente peligroso, presidido por el miedo En respuesta a esta situacién, las actividades pasan a estar cada vez mas sectorizadas. El mercado callejero se hace menos atractivo que el seguro centro comercial, la zona universitaria se convierte en un campus cerrado y, progresivamente, en toda la ciudad, el espacio pablico abierto esté en regresion. La gente acomadada se recluye 0 se traslada a vivir fuera de la ciudad, en recintos privades cerrados donde a les mas desfavorecidos no se les permite la entrada, ahu: yentados por servicias de seguridad privacos. Aquellos que no dispo: nen de dinero son como los que estan sin papeles, una clase relega da. EI concepto de ciudadanfa como corresponseble del entorno propio desaparese, y la vida en la ciudad acaba siendo una estructu: ra limitada per los enclaves suburbanos protegidos de los ricos y guetos internos 0, come en el mundo en vias de desarrollo, tristes poblados barraquistas. Creamos las ciudades para gozar de los es- pacios comunes y éstos, paullatinamente, van configuréndose para mantenemos apartados los unos de fos otros, En las cludades en expensién de EE UU, estos guetos internos, ba- fflos de clase media fuertemente vigilados, centros comerciales y parques de negocios, muestran de manera diéfana esa tendencia, Ya el escriter califoiniano Mike Davis cescribié cémo la ciudad de Los Angeles, escenario repetidamente de tumultos urbanos en las Gltimas décadas, ha ido creciendo segregéndose cada vez més has: ta casi mllitarizarse. Empezando por las afueras nos encontramos con el “cinturén téxica”, un anillo de vertederos gigantescos, con deshechos radioactivas e in- dustrias contaminanies. A medida que nos adentramos en la ciudad, pasamos de suburbios residenciales patrullados por compaiiias priva: das a éreas de clase media con su propia vigllancia, hasta aleanzar el centro de la ciudad dominada por los guetos y las bandas callejeras. Aqui, la division Ramaarts del Departamento de Policia de Los Angeles Una calle para tos reo. 4 nos barreras ce segura dermiten eseceso 8 UP basil, Subterrdneo con are 2eondcionach para los ofchristas FT ompresores del centro Soret! de Houston, delanco dara 10s pobres el uso de las Sontesninaes calles de Ta rice 5mon Nori, he Independent ‘na eatle para los pobres Fear Cty, norte ce Fade, 1589, esquina de ins calles Somerset yA. une de is =quinas Con mayer rien de (0g08 de Io cial. Ura harcia ‘ie hifos vendendi crack, gene Renard, Magnum investiga m&s asesinatos que cualquier otro del pais. Finalmente, en el coraz6n del circulo se emplaza el distrito de negocios, donde las cama. ras de television y los mecanismos de seguridad controlan practice: mente a cada peaton. Con séio pulsar un botén se bloquea el acceso y se despliegan pan- tallas @ prueba de balas. La aparicisn de “personas incanvenientes' suscita un panico complacida, mientras las cémaras de video graban y los guardias de seguridad se ajustan los cinturones. Ha surgido un nuevo tipo de ciudadela que se defiende no sélo mediante barreras fisicas, altas vallas, alambres de espinos y puertas de control, sino también con un sinfin de aparatos electrénicos. En Los Angeles, los automoviles se han convertido en una fortaleza mévil, donde cristales ahumados preservan la Identidad de los pasa Jeros, cristales blindados protegen de ataques armados, y clerres centralizados de puertas accionados desde él interior acentiian la allenacién del individuo en su propia ciudad. La situacién de Houston es parecida. Bajo el distrite de negocios se ha construide una trama de calles subterraneas de mas de nueve ki lometros de longitud. Este laberinto desiumbrante, llamado con invo luntaria ironfa el “sistema conective", es totalmente privado. Sin ac- ceso directo desde la calle, s6lo puede accederse a él desde los vestibulos de los bancos y compaiiias petraliferas que cominan Hous: ton, Es el resultado de la creacién de un nuevo gueto urbano que deja las calles atestadas de automéviles como reducto de los pobres y los desempleados, mientras que la élite difigente compra y negocia en un ambiente confortable, seguro y con aire acondicionado. A pesar de que las ciudades britanicas 0 europeas no han llegado tan lejos, muchas ya muestran tendencias similares. También aqui hemos podido observar la retirada hacia los barrios periféricos y la pobreza creciente en los centros urbanos, una mayor presencia Ge seguridad y transporte privado y Ia proliferacién de espacios \ “cerrados”. Cualquier intento para corregir la situacion debe pasar | por la movilizacién de !a partipacién de las ciudadanos en el senti- Sle I ee Lag SOs er cE do de pertenencia a la ciudad. El compromiso individual para con la ciudad resulta capital de cara a garantizar un erecimiento soste- nible, pues solo un cierto empefio social y cultural de la comuni dad urbana puede redundar en armonia civica, Es la fuerza motriz que da color a todos los aspectos de la vida eiudadana, incluido el disefio de sus edificios. Creo apasionadamente en ta importancia del sentimiento de ciude- dania como estimulo de vivacidad y humanidad. Este se menifiesta tanta en grandes operaciones ciudadanas @ gran escala como en otras mas esponténeas y reducidas que crean, conjuntamente, la rica diversidad de la vida urbana, Las ciudades siguen ejerciendo de imanes demogréfitos porque facilitan trabajo y son la base del desa- rrollo cultural. Son centros de comunicacién y aprendizaje y de com- plejas estructuras comerciales, albergan densas concentraciones humanas y focalizan la energia fisica, creativa e intelectual, Son em plazamiento de actividades y funciones altamente diversificadas: ex posiciones y manifestaciones, bares y catedrales, tiendas y aucito- ios. Me encanta su combinacién de edades, razas, culturas y acti vidades, la mezcla de comunidad y anonimato, familiaridad y sorpre~ 8a, € incluso el sentido de peligrosa excitacién que suscitan. Disfru- to con los grandes espacios tanto como de la animacién que apor tan las terrazas de los cafés, la vivacidad de las plazas piblicas, la variada mezela de Ambitos laborales, tiendas y viviendas que com ponen barrios vivos. Paseando por los grandes espacios publics de Europa -la Galeria Vittorio Emmanuele de Milan, las Ramblas de Barcelona, los parques de Londres o los barfios y plazas de tantas otras cludades- me sien- to particise de la comunidad ciudadana, Los italianos tienen incluso una palabra que describe la disposicién de hombres, mujeres y ninios arelacionarse con e! espacio pitblico mientras rondan calles y plazas al atardecer: la passeggiata. Cuando las autoridades parisinas aceptaron nuestra propuesta ce li- berar la mitad del solar designado para el Centre Pompidou, de cara a convertirlo en una plaza, estaban promoviendo precisamente este tipo de idea de cludadania. La idea de integrar una animada plaza al pro- yeclo procedia de nuestra admiracién por espactos publicos tales como Jamaa El Afna en Marraquesh, la Piazza San Marco en Venecia y el Campo en el corazén de Siena, escenario del Palio. Ha sido pues una gran satisfaccién que la relacién entre el edificio y el espacio pi: blico, entre el Centre Pompidou y la plaza Beaubourg, haya creado una plaza integrada en la vida ciudadana que ha regenerado los alre- dedores. Una cludadania ectiva y una vida urbana vibrante son componentes esenciales de una buena ciudad y de su identidad civica. Para recu- perarlos alli donde se han perdido, cabs involuerar a los ciudadanos en el desarrollo de su propio medio: deben sentir que el espacio pa blico les pertenece y es responsabilidad suye. Desde el callejan a la gfen plaza, todos los espacios urbanos pertenecen al ciudadano y son de dominio piblic, una institucién publica que, como tantas otras, puede promover o frustrar nuestra existencia urbana, El espa- cio pablico es el escenario de la cultura urbana, donde la cludadania se ejerce y donde se puede eahesioner una sociedad urbana, Las cludades refiejan los valores, el compramiso y la resolucién de las socledades que las envuelven. De ahi que el éxito de éstas de- pende de sus habitantes, su gobierno y la prioridad que ambos otor guen @ la consecucién de un entorno urbano humenizado. Los ate- nienses de la antigua Grecia reconoefan la importancia de su oludad y el papel que jugaba al alentar la democracia moral e intelectual de Su épova. El agera, los temolos, el estatio, el teatro y los espacios pUblicos dispuestos entre aquellos, eran tanto la mayor expresion ar Uistica de la cultura helénica como el eatalizador de su rico desarrollo humanista. El compromiso hacia la interdependencia de la forma construida y los ideales quedaba reflejado en el juramento prestado. or los nuevos ciudiadanos: *Dejaremos la ciudad mayor, mejor y mas hermosa de como la heredamos”. La caliclad del entorno define la pro- pia calidad de vida para los ciudadanos, del mismo modo que la rela- cién entre la ciudad y su armonia civica es evidente, Vitrubio, Leonardo da Vinei, Thomas Jefferson, Ebenezer Howard, Le Corbusier, Frank Lloyd Wright y Buckmister Fuller, entre otros, idearon ciudades ideales que configurarfan sooiedades ideales, ciudades que alentarian una mejor civdadanta y permitirian a la sociedad superar us sarencias. En tanto que tales visiones reductivas de las ciuda: des han dejado de corresponderse con la diversidad y complejidad de la sociedad moderna, estas tentativas utdpicas debertan recordar: nos que, en la era de la democracia, la aruitecture contemporanea y la planificacion urbana estan destinadas a expresar nuestros valores sociales y filoséficos comunes. Sin embargo, las reconversiones ur banas més recientes no suefen reflejar més que e| empefio de la consecucién del provecho personal. La riqueza se ha convertido en un objetivo en si mismo mas que en un medio para alcanzar metas sociales mas amplias. La construccién de nuestro habitat sigue estando en manos de las fuerzas del mercado y dictada por imperatives financleres @ corto plazo. Na sorprende que esto haya llevado a resultados tremenda- mente casticos, cuando el entorno arquitecténico de tantos lugares continda como un problema politico de naturaleza aleatoria. Las ciu- dades son la cuna de la civilizacisn, los motores y condensadores de nuestro desarrollo cultural. Reincerporarlas en los programas politi- cos resulta complejo, aunque se trate de auténticas fuentes de inspi- raci6n, también son reducto de la precariedad mas descorazonadora. Esta es la dicotomia de la ciudad: su potencial tante para sivilizar como para embrutecer. Debemos, pues, desarrallar una nueva forma de ciudadania que fes- panda a las necesidades de la ciudad madera. Para ello, cabe una mayor participacién ciudadana y un liderazgo mas decidido. Involu- crar alas comunidades en una participacién con poder de decisin requiere que el entarno arquitecténico se convierta en asignatura educativa y forme parte importante de lus planes de ensefanza. Cr sefiar a los niflos acerca de su entorno urbano cotidiano les lleva a respetar e intentar mejorar su medio. De este modo, las cludades se convierten en una herramienta necesaria, un laboratorio vivo ele para la educacién. La sostenibilidad medioambiental deberfa confi gurarse como asignatura interdisciplinar entre el arte, la historia, la biologia y la fisica. Por ello, debemos tener a disposicién los fondos que permitan interesar e informar al ptiblico. Se debe ensefiar con- ducta ciudadana a gente de todas las edades y, sobre todo, es im- portante escuchar lo que plantean. Buena parte de nuestra futura calidad de vida depende de esa tarea, Aunque exista una tendencia a la desmoralizacion ante la aparente imposibilidad de conseguir el control democratico de las ciudades, exis: ten ejemplos alentadores del fenémeno por todo el mundo. En mu- chos lugares, la ciudad, en aspectos que van desde Ia arquitectura a a ecologia, es centro de debate publico y sujeto politico irrenunciable, lo que contrasta abiertamente con la negligencia que padece en Gran Bretana. El presidente Francois Mitterrand afirmé en una ocasién que la cultu- a, y especialmente la arquitectura, era la cuarta prioridad de los fran- ceses a la hora de votar (me estremezco al pensar c6mo catalogarian esa misma categoria los politicos britanicos). En Gran Bretaiia somos estrictamente conscientes de las iniciativas parisinas mas espectacu- lares, pero éstas representan s6io la punta del iceberg. En Francia se convoea un concurso para todos y cada uno de los edificios pablicos Que se construyen, ya sean ecificios de viviendas, escuelas, oficinas de Correos, plazas, parques o cludades enteras. Los concursos locales de cierto relieve cuentan con un jurado que comprende al alvalde, un representante de los usuarios, miembros de la comunidad, técnicos y arquitectos. Existen pequefios concursos destinados a animar a los Auevos talentos, asi como grandes competiciones internacionales, que ‘@ menudo involueran al propio presidente, concertadas para asegurar a Francia un lugar de privilegio en la mejor arquitectura internacional. En Gran Bretafia, los contribuyentes gastan 4.000 millones de libras esterlinas al afio en sus edificios ptiblicos y el gobierno sigue sin te net una politica arquitecténica definida. En 1992 tuvimos diez con. cursos piblicos frente a los 2.000 de Francia. Los britanicos se le. mentan de su arquitectura y, sin embargo, contamos con una nueva generacién de grandes arquitectos que, con pocas excepciones, no ha recibido ningtin encargo ptiblico en el pais. Resulta irritante ver cémo se malogra el talento actual para dejar un mediocre legado ar- quitecténico a las generaciones futuras. Curitiba, una ciudad brasilefia en répida expansion, ha logrado sol ventar los problemas de crecimiento y mantenimiento gracias a la participacién ciudadana y a una gestidn politica de amplias miras. Como describiré més tarde, en esta ciudad se han practicado politi cas polivalentes destinadas a incrementar la conciencia medioam- biental y social en todas sus facetas, desde la educacién al comer- cio, del transporte a la planificacién. Como resultado, se ha con- seguido una ciudadanfa que siente la ciudad como propia y se res- ponsabiliza de su futuro. Rotterdam, a su vez, aporta un ejemplo de desarrollo promovido por el Gobierno y orientado hacia la comunidad. El plan estratégico para la ciuded define las lineas maestras de cara a materializar el creci- miento deseado por los oiudadanos. La reconversién de los muelles es tema de continuados estudios, debates y una colaboraci6n per manente. La mayor parte de los terrenos de la ciudad y sus alrede- dores son de propiedad piiblica y pueden ser cedidos a la comunidad cuando ésta lo estime necesario, antes de que algin particular pue- da comprarlo. Asi, la ciudad espera crecer como una estructura celu- lar, escindiéndose y multiplicéndose en vecindarios mixtos de tres a cinco mil personas, dotados de lugares de trabajo, escuelas, tiendas y Viviendas. Al menos un tercio de cada nueva comunidad consta de excedentes provenientes de otros vecindarios, lo que asegura una cierta cohesién social y evita que Rotterdam se divida en areas se- gfegadas y comunidades aisiedas, Fn Espaia, tras el fin de la dictadura de Franco, las primeras elec- ciones municipales pusieron al frente del Ayuntamiento de Barcelona a un gabinete decidido a transformar la ciudad. El alcalde, Pasqual Maragall, y su concejal de Cultura, el arquitecto Oriol Bohigas, apro- ele Sh vecharon la organizacién de las Olimpladas de 1992 camo trampolin de reformas visionarias que fueron mucho més alla de las meras instalaciones olimpicas. Ello supuso la instauracién de un plan es- tratégico para toda la ciudad, con la repavimentaci6n de las calles y la creacién de 150 nuevas plazas. Algunos de los arquitectos de mar yor renombre mundial fueron llamados para impulsar algunos de los planes mas ambiciosos dle desarrollo urbano, tales como la recon- versién del Srea portuaria que habfa separado la ciudad del mar, una zona costera propia de las cludades industriales marttimas. El result tado ha sido una renovada toma de contacto entre la ciudad y ef mar a lo largo de un gran frente maritimo. Mas allé de los proyectos con- cretos, Maragall ha insteurado un clima donde el sector privado pa rece dispuesto @ eancertarse con el sentir popular, apreciando el provecho general suscitado por la mejora a largo plazo y reconacien do la impartancia del interés puiblico. A partir de este proceso demo- crético, Barcelona se ha reconvertido en una ciudad de prestigio mundial que la gente quiere visitar y donde desea vivir y trabajar, Cludades como San Francisco, Seattle y Portland han incorsorado la participaci6n ciudadana en la planificacién urbana en su sistema electoral. En las elecciones locales no s6lo se elige un candidato, 10 que es posible tomar desisiones agerca del entorno arquitects- nico: gCuanta superficie se va a destinar a oficinas? gCudl es el mejor plan de reconversién? 2Qué politica de transporte cabe adop- tar? De este modo, los habitantes de estas ciudades se sienten in- volucrados y con un cierto sentimiento de control sobre el destino de sus ciudades, Las politicas mencionadas ilustran cémo las sociedades urbanas es- tan desarrollando estrategias segin su cultura especifica y sus nece- sidades, En cada una de estas ciudades existe la asuncién funda- mental de que los ciudadanos tienen algo que decir sobre su configuracisn, y prueban que una participacién y un verdadero com- promiso gubernamental pueden transfarmar el tejida fisico y social de las mismas. He aludido a algunos de los problemas a los que se enfrentan las ciudades contemporaneas y cémo la actividad ciudadana puede con- tribuir @ mejorar su situacién. Paralelamente, debemos perseguir de manera més decidida el desarrollo de tecnologias e innovaciones que protejan nuestra ecologia y humanicen nuestro entorno urbano. La facultad de la humanidad para transmitir los conocimientos acu- mulados de una generacién a otra, para anticipar y resolver proble- mas, constituye una de sus grandes ventajas. Resulta un factor de gran inspiracién y sorpresa el hecho de que sélo un centenar de vi- das separen nuestra era, en la que ya se puede construir en el es- pacio, de aquella que vio nacer las primeras ciudades junto al Tigris yel Eufrates, La tecnologia y nuestra capacidad de predicoién han transformado el mundo, incluso frente a las adversidades més dificiles de afrontar. En 1798, el economista Malthus advirtié que, segtin sus cdleulos, la tasa de crecimiento de la poblacién mundial iba a exceder la capaci dad del planeta para alimentar a futuras generaciones. Se equivocé porque no tuvo en cuenta el considerable potencial de la tecnologia. En los cien afios que siguieron a su funesta profecta, la poblacién de Gran Bretafia se cuadruplicd y los avances tecnolégicos permitieron multiplicar por catorse la produccién agricola. Hoy dia, la tecnologia evoluciona atin més deprisa y ofrece oportunidades todavia mayores. Entre el invento de la bicicleta y los viajes espaciales han pasado solo dos generaciones, y menos de media entre el primer ordenador electronico y las autopistas de la Informacién. En su apasionante andlisis de la modernidad entre los siglos xx y », Marshall Berman nos recuerda el desaffo que la evolucion tecnologica plantea a la tradicién social, los valores religiosos y econdmicos. Citando @ Marx, nos aporta una aguda descripcién de la condicién moderna: Toda relacién congelada y rigida, con toda su carga de viejos y vene- rables prejuicios y opiniones, es barrida para que otras nuevas parez- can anticuadas antes de consoiidarse. Todo Jo que es sdlido se di- ‘oulojus onsenu ep per se9810d) ap pep|seD0u UIs pepaloos e| eed ezenbu eiue# end eA -28.9 eJUepepn}o op seULo} SeAaNU ap o|jo1zeSap [9 e1ed SoUOIIPUCD Se] UB}I0de ~o9/f9}0UD9} oWjoLIesep oNSENU ap seuoIesel|UeWI- seLojeo|unuiosa|ay eujsipau ‘uo!oesnpe ‘eonoqos ‘Isy “odwan sovew 2A epeo ednoo sou ofege.a j9 ‘eMIsnpul Uoonjones B| apsop Zan e1aluud 10d ‘f ofeqen, souau! uos eydeo Jed ezanbU 4ofew Jez -ueoje eytitiad sou eanoqos &7 “eiOYe eISeY UO!DeAII;AI9 B| OP S@l0QIe 0] 898ep opiqey ey 2] OWOD CoRUEpede O|NAR UN JINBasUCD opUEIUAY -u a1Ua8 eyU2} iqey SoU eWU!a1 sowu}xo!d So] UB anb eWHSe SePIUN ‘saLoj92NN Se] ap oljouiesag [a Bled elouely e7 ‘ouoUe [eloUe}0d Jp -od un 9p BUIaPOW PepeI90s e| @ UeLOP ‘uoISIedsIp Ns ap pnwyidue £ pep!o0|an e} 'opo} a1qOs ‘K SodIBOJOUdA SoIqUIeD So] ap Pep|DO|aN &7 “ugjoeaiide ejqesuodseus! ns ap ouls oofBoJoUD2} o}|o1Jesap opeisjese jap o1ny US ou sapePN|O 2] ap seura}goid soj ‘opquas ese U3 “sale90s sonnelgo sopeuIA.ep 9p ined @ asienjena aiduels eqep uo!9einZyuod ns K pepaloos e| ap o}2eus20U9 8] $9 pepnio 27 “Soran So] LOD sa10|eA sOfaIA So] JeIUON, -Uo f seJBo}0U09) Senanu Se] ap Uo!DEAIICEe 2} JeIUALIO ‘eUNOpOLU EPIA | 9p eo|wiBuip ej Jez|/eUe9 9p pepllijesuodsal | BBN ‘souo}oNyISUL seo A SOUaIGO8 ep eWLO) Ud ‘pEPEIDNS } “@1qUIOY [ap IU ezajem -8U 8] 9p 1U Zany eUN So OU OpEdIaLL jap ,aIqISIAUI UW, e| C4ad ‘0, -sordwi| uey 95 anb se| uos opesiaw [ep safe] se} ‘OUI|}oqi02 819 UZ —aque|tiq| ue} esoueut ‘9p auodxe uewseg anb consne) ewisllp |e- efopesed eise oleq JAW ‘send ‘9 ousopow Jag “sINsASep e1ed peploedeo eASONU Jod opeysaNt -@quoo epanb soiZo} seiqisod ap Ugje ONSEN “eUUEPOW! UO!oIPUOS ensenu euysp opunuI je Old SOWISIW SonOSOU e@ oJUe} JeIqWUeD A seuioysuey 2p 19p0d 9 ‘O8seU A esquinphyi99u! eAsl|uod o1qUUeD 13 “souepepnjoudd sns u0d u9loB|a4 e) 4 sepia sns ap sejees seuoisIpuo9 se} Je129u0 & SOpe3yqo UA as soxquioy so} ‘ajuaujeuy * euejoid as operfes oj ‘ase J8 UB anjons “Ie El desafio al que nos enfrentamos consiste en renunciar a un sistema que explota la tecnologia por un estricto afan de lucro para orientarla hacia metas de sostenibilidad. Ello comporta cambios sustanciales en el comportamiento humano, en las practices de gobierno, comer Ciales, arquitecténicas y urbanisticas. El promator que sélo construye para aumentar sus beneficios, sin compromiso alguno con el medio ambiente ni la calidad de vida cludadana, esté haciendo un uso abusi- vo de la tecnologta; tanto como aquel que construye una autopista en medio de la ciudad sin evaluar consideraciones sociales o medioam- tales de més largo alcance. Soy un gran defensor de la tecnologia, pero no de la tecnologia por la tecnologia. Esta debe enfocarse por y para el beneficio del ciudada no; debe buscar la garantia de los derechos humanos universales y procurar refugio, agua, comida, salud, educacién, esperanza y liber tad para todos, Soy del parecer de que la cludad sostenible puede aportar e! marco ideal para el cumplimiente de esos derechos huma: Nos basicos, y ese ideal subyace a mi enfoque acerca de la sosteni- bilidad: movilizar el pensamisnto creativo y la tecnologia para asegu- rar el futuro de la humanidad en este pequefe planeta de recursos finitos. Supondria una innovacién cuyo impacto sobre la cluded del si- glo »x! seria tan radical como el que produjo la revolucién industrial en la ciudad del siglo xx Ble 2 Ciudades sostenibles EI planeta no es inanimado. Es un Cre UCR hme Ce eC tt Chr mC CCRC Ly SVE CMe Cte met Tia Do Un sistema global y coherente de vida, autorregulado y autocambiante. James Lovelock CoP NP Wi gitat ty A pdgine anterior Croledad ain fin Jaci de Cadsd do 1000 9.20 riiones 2 mos, hungue desparramade, voy pelgyesa, continga Senda on eenra de gramcur fiqvsta, sets y eperanze Lin gonte sigue Tegenco fn de © campo 2 un fimo de 80.000 personas Image Colecion Las ciudades nunca albergaron poblaciones de la magnitud actual. Entre 1950 y 4890, la poblacién urbana mundial se ha multiplicado por diez, desde los 200 millones hasta mas de 2.000, El futuro de la civilizacién estaré determinado por y en las cludades. Las ciudades actuales consumen tres cuartas partes de la energia mundial y provocan al menos tres cuartas partes de la contamina: ci6n total. Son lugares de produccién y consumo de la mayorta de los productos industriales. Las ciudades se han convertido en parasitos dentro del paisaje, ingentes organismos que sbsorben energia del planeta para su mantenmiento: consumidoras incansables, contam- nantes incansables. Cuando el mundo desarrollado reflexione sobre los problemas de con: taminacién, congestiin y decadencia en el interior de las cludades, ser capaz de enfrentarse a los cambios que estén abrumando al mun: do en vias de desarrsiio, Mientras en el mundo desarrollado la pobla- cidn urbana esté, de hecho, estancandose, en el mundo en vias de desarrollo a presisn sobre la explosion de la poblaclén urbana, el de- sarrollo econémico y las migraciones del munca rural estan provocan- do un crecimiento urbano cesmesurado, En 1990 habla 36 cludades con més de cinco rrillones de habitantes, 22 de ellas en paises en vias de desarrollo, Hacia el aio 2000, se estima que esa clfra ser de 57, de las cuales 44 estarén en esos pafses en vias de desarrollo, Durante los préximos treinta afios se espera que unos 2.000 millones de personas incrementen la poblacién de las ciudades de! mundo en vias de desarrollo, provocando un crecimiento exponencial del volumen de recursos consumidos y de la contaminacién causada, Ademis, al menos la mitad de esta creciente poblacién urbana se establecera en poblados barraquistas sin agua carriente, electricidad, servicios sanita rlos y con pocas esperanzas de mejora, Al menos 600 millones de per- sonas ya viven en extoinos urbanos con condiciones insalubres, y la multiplicacién futura de las ciudades no haré mas que agravar la cre ciente contaminacién y la polarizacién global de la sociedad dividida en- tre ricos y pobres. Ciudad de México ejemplifica esta doble amenaza con su dudoso pri- vilegio de ser la més poblada y contaminada de las ciudades. En 1900, su poblacién era de 340.000 habitantes, hoy dia sobrepasa los 20 millones, con 4 millones de automéviles en el corazén indus- trial del pats, Los visitantes que llegan en avidn suelen pensar que se adentran en una tormenta -de hecho, se trata de una capa de smog cuatro veces més densa que la de Los Angeles y seis veces mas toxica que el esténdar maximo fijado por la Organizaci6n Mun- dial de la Salud (OMS). EI nivel de ozono excede el nivel de riesgo permitido durante mas de 300 dias al afio y, cuando la polucién es demasiado densa, se detiene la produccién industrial al tempo que se insta al cludadano a quedarse en casa. Sin embargo, la inmigra ci6n rural continda y ello plantea un problema grave de vivienda, ser- vicios e instalaciones ptiblicas para los 70.000 nuevos residentes mensuales. Estos factores estan haciendo de Ciudad de México, asf como de otras ciudades en rapido crecimiento, una urbe insostenible. Este capitulo pretende analizar como las ciudades pueden proyectar- se de cara a absorber el crecimiento urbano y hacerse sostenibles: cludades que ofrezcan oportunidades sin hipotecar su futuro ni el de futuras generaciones. Ya en 1966, el economista Kenneth Boulding advirtié que debiamos dejar de actuar como si vivigramos en una “economia de cowboys" con nuevos e ilimitados territorios para conquistar y recursos para consumir. En su lugar, tenemos que empezar a pensar en nuestro planeta como si de una nave espacial se tratara -un sistema cerrado con recursos finitos-. De hecho, la vida en la Tierra es fruto de un sistema cerrado donde no entra nada aparte de la energfa solar. Me- diante la fotosintesis, el sol da vida a la vegetacion y genera oxigeno. Tras millones de afios, la vegetacién marchita forma reservas de energia solar: combustibles fésiles como el carbon y el petréleo. La liberacién de estas reservas de energia solar mediante su consumo produce un céctel de polucién que genera lluvia dcida y, presunta- mente, provoca el calentamiento global. Pero el sol es también la fuente de energia diaria que alimenta al viento y fa lluvia, energias ‘A Coptancio eneria solar, eee, Francia, lecnara Freed Manu ‘A captando energa edica, “ata, Espa Bruno Barbey » Megnum > Viento, oles y vegetacin: planeta no eata muerto. Es'un organiemo vivo. code clemento de la bostere dot Blaneta es une fuente en Constante renovoeién. EI Sol, nuestra fuente primaria de energia Vientos Movimiento de las olas. Combustibles fésiles Evaporacién Crecimiento de las plantas sin cantaminar el medio ambiente. Las propias ciuclades deben concebirse como sistemas ecol6gicos y es esta actitud la que debe dirigir nuestro enfoque para planificarias y gestionar la explotacién de sus recursos. Las recursos consumidos e en términos de la “huella ecoldgica” que dejan -un area dispersa por todo el mundo, mayor que los limi- tas fisicos de la propia ciudad y de la que ésta depende-. Estas hue- llas procuran los recursos metropolitanas asi como los lugares para albergar los desechos y la polucién. Las huellas ecoldgicas de las ciudades ya cubren virtualmente todo el planeta, y mientras los nd- cleos urbanos aumentan el consumo, orece la competitividad par dis: poner ds mayor cantidad de recursos, Su expancién ee | esta (produ i; ciendo al mismo tiempo que la erosién de tierras fértiles, mares y bosques htimedos wirgenes, Dada esta limitacion de subsistencias, es preciso reducir y circunscribir el efecto dramatico que para la eco- logia ejercen los trazados urbanos. | constantemente “renovables" que se pueden almacenar y consumir | por una cludadl pueden mec El urbanista ecdlogo Herbert Girardet ha apuntado que la clave esta en las ciudades que aspiran a un cierto "metabolismo” circular, en las que el consumo se reduce mejerando | rendimiento y aumentan- do la reutilizacién de los recursos. Debemas reciclar materiales, re- ducir el gesto, conserver las energias agotables y experimentar con las renovatles, En la medida en que la gran mayoria de la produsclén y el consumo tiene luger en las ciudades, los actuales proceses Ii- neeles que generan polucién a partir de la praducoién deben ren plazarse por procesos eirculares de uso y reutilizacién. Estos proce sos aumentan el rendimiento general de la ciudad y reducen su im- | pacto sobre el medio ambiente. Para alcanzar esta meta, debemos planear nuestras ciudades para que puedan gestionar su utilizacién | de los recursos segtin nuevas formas de planificacién globalizadora, sh La ciudad es una matiiz compleja y cambiante de actividades huma- nas y efectos medioambientales. Planificar una ciudad sostenible re- quiere la mas amplia comprensin de las relaciones entre ciudaca- sun nn Las ciudades de metabolismo lineal consumen y contaminan en grandes proporciones Residuos. Organicos (Rellenos de terras, Vertides al mar) Carbon Potréleo Nuclear Emisiones (C02, NO2, S02 Residuos Inorganics (Rellenos de tierras) Materias primas Productos Las ciudades de metabolismo cireular minorizan las materias primas nuevas y acrecientan al maximo el reciclaje Residuo reciclado organico Alimentos Reducclén de Renovable contaminacton y residuos Productos Materias primas Bienes. reciolado Bs Nos, servicios, politica de transporte y generacién de energia, asi como su impacto total tanto sobre el entorno inmediato como sabre: une esfera geografica mas amplia. Para que una ciudad genere una auténtica sostenibilidad, todos esos factores deben entrelazarse, Porque no habré cludedes sostenibles hasta que la ecologia urbana, la economia y la Sociologia queden integradas en la planificacion ur bana. El logro de ese objetive denende, en buena medida, de la mo- tivacion de los ciudacianos, que deben ser informados de su capaci: dad efectiva para poder cambiar las cosas desde el laboratorio privilegiado que supone cada una de sus ciudades. Las consideraciones medioambientales no pueden seperarse de las Sociales, pues la politica destinada a mejorar e! entorno puede favo- recer la calidad de vida de os ciudadanos. Las soluciones ecolégicas y sociales se retroalimentan miituamente para construir sociedades mas sanas, vivas y ablertas. Ante todo, la sostenibilidad significa una vida mejor para las generaciones futuras. Mi prapio enfoque de la sostenibilided urbana reinterpreta y reinventa el modelo de “ciudad densa”. Cabe recordar por qué, en este siglo, dicho modelo fue rechazads de manera tan tajante. Las ciudades in- dustriales de! siglo xix eran un auténtico infierno, debido a acuciantes problemas de masificacién, pobreza e insalubridad. El aleantarillado inadecuado y pestilente propag6 el célera y el tifus, mientras que las industrias toxicas crecfan junto a las viviendas en los barrios obre- fos. Como resultado, la esperanza de vida en muchas de las ciuda- des de la Inglaterra victoriana estaba por debajo de los veinticinco afios. Fueron precisamente estos riesgas ¢ injusticias los que lleva- ron a urbanistas como Ebenezer Howard en 1898 y Patrick Abercrom- bie en 1944 a desplazar‘poblaci6n hacia entornos menas densos y mas ajardinados: las ciudades jardin y las new towns, Hoy dfa, par contra, las incustrias contaminantes tienden a desapa- recer de las ciudades del primer mundo. En teoria, con la disponibil dad de febricaci6n ecoldgica, fuentes de energia mas limpias, siste- mas de transporte pulblico y avanzados sistemas de aleantarillado y de deposicién de residuos, el modelo de ciudad densa no parece te- ner un riesgo sanitario. Ello significa que podemos reconsiderar las ventajas sociales de la proximidad y redescubrir las ventajas de vivir en compaiiia. Mas alla de las oportunidades sociales de! modelo de citidad densa, ésta puede aportar mayores ventajas ecolégicas. Las ciudades den- sas pueden disefiarse mediante una planificacién integradora con el fin de aumentar el rendimiento energético, consumir menos recur sos, producir menos palucién y evitar expandirse sobre el paisaje ru: ral, Por esas rezones, oreo que deberiamos profundizar en la idea Ge “cludad compacta” -una ciudad densa y socialmente diversa donde las actividades sociales y econdmicas se solapen y donde las commu nidades puedan integrarse en su vecindario~ Este concepto difiere radicalmente del que es hoy en dia el modelo dominante, el de Estados Unidos: una ciudad zonificada por sus fun- ciones con drcas de oficinas en ol centro, centros comerciales y cle acio en las afueras y barrios residenciales conectados por autopistas. La imagen de poder que emana de este modelo, asi como la determi nacién de las fuerzas que lo promueven -criterios de mercado de los promatores comerciales provocan que los paises menos avanzados adopten un camino caduco ya en los paises desarrollados, La aplicacién de este enfoque esta tenlendo unos resultados desas trosos y su adopcién viene justificada por meras razones econémi- eas. Asi como el urbanismo compacta y entretejido tiende ala com- plejidad, la zonificacién tlende a evitarla, reduciendo ta cludad a divisiones simples, féciles de administrar desde un punto de vista le gal y econémico, Incluso a la escala de los edificios individuales, los promotores, tanto piiblicos como privados, estén volviendo la espal- da al concepto de usos mixtos. Los edificios urbanos tradicionales, donde los estudios estaban sabre las viviendas y éstas sobre offel- nas que, a Su vez, lo hacian sobre tiendas o negocios, daban vida a la calle y reducfan la necesidad de utilizar vehiculos privados para sa- tisfacer las necesidades diarias de los citidadanos, Pero les edificlos Coches, coches, coches A mediates det siglo mia fa 2600 milones futomanies. En ls otinos ‘rouerta ates, a pobiecion fobal se ha cuplieaco Irientras aue el nome de ‘automates 56 ha ‘mulipbsado por cle. Se pera que en los proximos Yeintlleeo anos el numero ae fuomaaies aloanoe los ei Cludades del mando, “4 Teaico en el centro Busnos aires, Argentina Morgan Greengeace de uses mixtos generan complejos contratos de arrendamiento que la administracién local maneja dificultosamente y que los promotores encuentan también dificil de financiar y vender. En su lugar, los pro: motores prefieren edificios de una Gniea funeién, y cuando se embar- can en proyectos de gran enwergadura prefieren amolios espacios 0 espacios verdes barates que afrezcan la posibilidad de construir ur- banizaciones enteras 0 parques de negocios con minimas complica: clones de atrendamiento. Ademas, estos solares facilitan una nor- malizacion maxima del proyecto y la construccién y una mas pronta rentabilizecion, lo que redunda en contra de Ia explotacién mixta. La busqueda de beneficios a corto plazo y resultados répides sigue apartando @ Ia inversién de complejas de usos mixtos, coartando asi sus inherentes beneficios sociales y medioambientales. En cualquier caso, el factor que ha minado més que ningtin otro la cohesi6n social de las ciudades han sido fos vehiculos privados, Se estima que en el mundo existen earca de 500 millones de vehtculos. Estos han erasionado la calidad de los espacios puiblieas y han fo: mentado la expansién metropolitana, Del mismo modo que el ascen- sor hizo posible al rascacielos, el coche ha permitide que los ciuda danos vivan alejados del centro de las ciudades y ha facilitado la division de las actividades catidianas por compartimentos, separan do las oficinas de las tiendas y éstas de las viviendas, Cuénto més se expanden las ciuidades, menos rentable resulta la expansién de sus sistemas de transporte pablice y, por tanto, més dependientes son los ciudadanos del veniculo privado, Las urbes de todo el mundo ‘se estén transformando para adaptarse a las necesidades del auto- movil, @ pesar de que es éste, més que la industria, el factor capital de contaminacién del planeta; la misma contaminacién de la que hu- yen los residentes en los barrios periféricos. En total, se generan mas de 2 billones de metros ctibicos de humos procedentes de la ‘combustidn de los automéviles, al tiempo que se espera que su nit mero crezca en un 50% hacia el aio 2010 y que se doble hasia el 2030. Paradéjicamente, desde una perspectiva individual, el automé- Wil sigue siendo el producto tecnolégico mAs deseado y liberador Zz Ey

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