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Titulo del oviginsl en inglés: The Autobiography of an idea, Pblieado yor Dover Publications, Inc Nueva York, 1956 © 1956, by Dover Publications, Ine Primera edelén en inglés, 1924. Primers edicign en espaol, 1961. Versién castellana: Lie de Cabrera, Gubiertn y deposieién tipostfeas C. A. Ménder Mosquera, Queda hecho et depdsito que previene Ia ley 11229. Tenpreso en la Argentina — Printed In Argentine, 1961, © de tod Ia edicién en estelano Uy, Euiciones Tnfinito, Lavlle S84, 6* p Buenos Altes, Argent La reprodueci6n total o parcial de este libro, en cualquier forma que ses, idéntica mlieada, esetta.¢ maquina, por el sstema"mulligraph”, mimedgreo, Sa Seerar cn nov amorizada, por ow editores viola derechos reservados. Cuaiguier ‘Ulin debe ser previamente solicited. Louis Henri Sullivan Autobiografia de una idea Buenos Aires Biblioteca de Arquitectura Presentacién de Ia edicién eastellana ivgida por Ios arauiestos ; J.T. Hardy, C. A. Méndez Mosquera y José A. Rey Pastor. F13 de septiombre de 1956 se eumplié el centenario del nacimiento de | Louis H. Sullivan; en su homenaje Ediciones Infinito presents por prime- ra vez al pablico de hable hispana la versién castollana completa de sus | famosas “Kindergarten Chats” que, acompafiadas con una seleecién de sus cscritos, integré el ya difundido volumen “'Charlas eon un Arquitecto”. Pero los editores estaban aiin en denda con el lector; era impreseindible brindar la versién de “‘Autobiografia de una Idea” para completar la obra del “profeta” de la moderna arquitectura norteamericana. En “Charlas con un Arquitecto”, Sullivan se muestra como maestro, filé- sofo, poeta y por sobre tado como axquitecto; en su “‘Autobiogratia” re- vyela'una peculiar faceta de su personalidad, narrando los primeroa 37 afios de su vida hasta la Exposicién Mundial Colombina de Chicago del afio 1893, dos afios antes de disolverse In sociedad Adler & Sullivan, Es de lamentar que “Autobiografia de una Idea” quede trumea en esa etapa, continuar, a través de los dificilesafios posteriores a la erisis de 1893, fen los cuales se construyeron famosos edificios de Sullivan, como el Schlesinger & Mayer en Madison Street esquina State Street, Chicago, actualmente Carson Pirie Scott Store, el Gage Building, también en Chica- 0 y su maravillosa serie de bancos y viviendas privadas. La figura de Sullivan interese no como genio aislado sino como parte de un proceso, quizé el mis exitoso y magnifico, teniendo en cuenta Ia } Epoca en que Se desarrollé su obra, Resultaré de gran utilidad en ese as- pecto, el libro que Ediciones Infinito publica contemporineamente al pre- sente, “Las Décadas Oscuras", donde Lewis Mumford leva a cabo un balance de las artes y la arquitectura durante los afios 1863 a 1895 inchu- yendo un breve pero profurdo estudio de In obra de Suliv indergaren Chats y otos esrits) Biblioteca de tdiekin 1986, 2 ediclon 1959, Baiciones Infnito, Buenos fang breve biogsafia de Sulliven, sma ists completa 7 we los Estados Unidos de Norteamérica han contribuido Sa evolucién de Ja arquitectura moderna, perfiléndose sus serdaderos pioneros internacionales: Henry Hobson Richard- 3), Louis Hens Salven (18561924) y Frnk Land Wright separ lo tanto, resulta esclarecedor estudiar la evolucidn de te aul en roosso que comienza en los albores de I arguteura Es evidente au tensamente €0 maestros come son (1938-168 ss apoMjcana (Trinity Church de H. H, Richardson en 1872), se afirma nowteiven, perdura y se prfessiona a través de Ia obra de Frank Lloyd Wright. a wrayectoria de Sollivan marca claramente a decantactn y el definitive se rere La arguiteetra nortetmericana y aporta sin reticeneas facto- crea eastibles en su nuey eramética: calidad, respeto por el material, “ante formal defnid, pression y orden en ta configuacin de 1 forma rquitestonien FL eatudio de su arguitectura nos muestra 1o avanzado de sus iets. Ana- reece al edificio Wainwright de St. Louis (1890/91): un edificio de off Tote ei una plants simple, estructira modulada, clara relacién entre Stay syesto oxerers y rtenéedener sis propias palabras al definir Fiemiifcio de oficings: “Las oficinas con necesarias para realizar nego- Slout la invencion y el perfeceionamiento de los ascensores hacen ahora Se, Gieulaeton vertical, que una ver era tediosa y molesta, algo ee ny el desarrollo de las manufacturas de acero he abierto el 7 “onstruceién do edificios seguros, rigidos y econémicos de gran no ale “Porat el eontinuo crecimiento de Ta poblacién de Ins grandes ciudades y Tiaras Shen eongestion de Tos centros y aumento del valor de Tati + eons mayor némmero Je pisos; éatos felirmente apilados unos sobre Gatimultjden sobre el valor de Ia terra —y ast suesiuamente, por aceidn sree interaecion © interreaccién. Y asi ha surgido esa forma de in levada que Wamamos el moderno eificio de oficinas”. y react constr Tesulta pues intl insstir en Ta vinculactén divesta entre su teorfa eserta Jabra sealiads. FT autor de la frase “La forma sigue a Ta faneién” Je deado, ademis de sus edificis, una valiosa colescion de eseitos tan we cae y tan profundes, qve mantiene ain hoy, a mis de 36 afos de su ruerte, st candente validez. Adviénace Finalmente que lo dicho en la introduecién de “Charlas eon un ‘Arqutecto reqpeto ala versiGn catellana, debe asimlarso a In presente aitjan, En efecto, 8 tan peculiar el yoeabulario y la forma en que se 8 ——w expresa Sullivan que a veces resulta casi imposible vertir al castellano el texto original. Tratindose de ceiirse lo mis posible a ella, para con- servar el espiritu que a través de sus piiginas transmite el autor. Es de esperar entonees, que esta edicién sea recibida con interés y sitva para ahondar el pensamiento y el conocimiento de Ja obra de una de Tas mas grandes figuras en Ia historia de la arquitectura contemporinea. CA. Méndez Mosquera Capitulo 1 El niiio Habia una vez en Nueva Toglaterra una aldea smada South Reading. Alli vivia un nitito de cinco aos. Es decir, se albergaba con sus sbuelos en uma diminuta granja de veinticuatro acres, situada mis © menos a una milla del centro de gravedad y actividad que tenfa el nombre de Main Street. Era Gta una calle principal propia de aquella generacién, de aquellos tiempos, y asimismo la granja correspondia a Ia época y el Tuger. Los abuelos habfan venido pidiendo insistentemente que se les enviara el nifio a pasar un tiempo con ellos, y tras una ligera luvie de ligrimas maternales —mientras el padre se mantenia indiferente— se obtuvo el consentimiento y se puso al nifio en camino hacia esas soledades « millas al norte de Boston. Hacia poco que habia sido adquirida Ia granja ¥ el nifio apareci6, poco después, para absorber ese efecto, esa abundante calidez. emotiva que sélo las abuelos tienen 1a locura intuitiva de otorgar. Resumiendo, Jo quisferon y mantuvieron limpio su cuerpo. Para los veeinos, se trataba tan sélo de otro mocoso molesto que s¢ lo pasaria corriendo, riéndose, gxitando, peleando y chillando con Jos demis, entregados todos a Ja slegria y la destruceién. Pero habfa una partiouls- ridad en In eabeza de este hombrecito, a saber: no tenia deseos de destruir, cexcepeién hecha de sus momentineos enemigos moriales. Sus inclinaciones ‘eran en el sentido contrario. Ahora bien, para que no se recoja la impresiin de que este chico habia salido de 1a nada a la edad de cinco aiios, es necesario que refrendemos su existencia bosquejando su tumuttuosa vida anterior, Era hijo de madre, en Ia forms acostumbrada, y nacié en cl nimero 22 de South Bennett Strect, en Boston (Massachusetts, BE, UU.), el 3 de septiembre de 1856. Y, para informacién de los exigentes y meticulosos, puede aiiadirse, ba- sindose en la autoridad de la joven madre, que el acontecimiento se produjo en el segundo piso, el dia martes, a las diez de la noche, con tun peso de 10 Iibras. La madre, para esa fecho, habfa Hegado « los 21 aiios de edad, y ol padro tendsfa 88 para Navidad. nL EL largo intervalo de Jos afos transcurrides ha puesto en evidencia que feste monstruo sonrosedo vino al mundo poseido de memoria de imigenes. Tneluso ahora conserva ciertos recuerdos indiseretos de la cuna; y desde Ja misma cua evoca la indistinta visién de una dama espectral staviada {ae tétrico color negro y con velo, la cual entré por le puerta abierta y hhabl6: con una vor extrafiamente diferente del tono tiemo de su madre cercana, Reeuerda que una noche, en pleno invierno, se Je sacé de su abrigado refugio, le arroparon y lo trasladaron al tercer piso. Ya estaba alli el abuelo, frotando Ia escarcha en uno de los ventanucos rectengula- res; por iiltimo, tras el étasis de Mam y las palabras en tono reverente del Abuelo, lo levantaron al nifio y lo accrearon al vidrio.... para que vier qué cosa? Para que viera una larga franja brillante y nebulosa que, segiin conjeturé timidamente el nifo, dehie ser algo extraordinario; pero como al parecer no tenia vinculacién alguna con las euestiones impor- tantes en su existencia, de buena gane lo dej6 de lado, para volvor a la cama calentita de In que lo habian secado. En cuanto a esa franja que Ihabia en el firmamento, se trataba del cometa de Donati en 1858. ‘Antes de seguir adelante con las acciones de este hombrecito de dos aiios de edad, corresponde bosquejar sus abigarrados origenes, Por Io que hace a su padre, Patrick Sullivan, no hay mucho que diseutirs era irlandés, En cuanto a su madre, Andrienne List Sullivan, parecia fran- cesa, pero no Jo era del todo. Tenia los carscteristicos parpados, esos ex presivos ojos castafios, el rostro ovalado, les facciones méviles. Era de me- diana estatura, de contextura esbelta, muy emotiva y proclive a Ja locua- cidad. Pero tambicn ella tenia padres: su padre, Henri List, era un alemi puro del tipo hannoveriano: media seis pies, era bien proporcionado, ersui- do y Jo coronaba una eaheza como una cipula, con una cara lena, bien afeitada, labios gruesos, pequetios ojos grises, cejas protuberantes yn de botella. Era de espiritu intelectual y le divertian cfnicamente los hom- bres, las mujeres, los nifios y todo lo demas, Su madre, mujer en minis- ‘ura’ de gran dulzura y puleritud, era suiza francesa, nacida en Ginebra, ciudad donde también nacieron sus tres hijos. Pero su larga nariz floren- tina sugeria, inequivocemente, una veta italiana, Su nombre de soltera era Anna Mattheus. Como una auténtiea mére de famille gobernaba su gall nero, segin acostumbraba en la sociedad francesa de la clase media. Sit espfritu era metddico y su afecto lo abareaba todo. Henri fo a su pasado, pero en Ia familia se susu+ rraba que de joven lo habian destinado a ser cura catdlico, rebelindose contra esto y huyendo de su casa. 2 4 Is alios transcurridos entre esta hégira y su Tlegada a Ginebra queden entre sombras. A lo que parece, no estaba muy en claro lo relative a su profesin en Ginebra: si habia sido profesor de griego en la universidad 0 si habia trabajado privadamente para jovenes ingleses ricos, preparin- dolos para los cursos universitarios. Fuera como fuese, era evidente que poseia una gran cultura y que habia prosperado. También se susurraba que, habiendo halledo 2 Anna Mattheus —eonsiderablements mayor que @-, Ia cual tenfa una tienda lena de un suntuoso surtido de prendas de hilo y encajes escogidos, In cortejé. Se decia por burla que se habia castdo con ella por plata, De cualquier modo, eran personas acomodadas y habi- taban en una casa de marmol con amplio terreno, lamada La Maison des Paguis. Alli les nacieron tres hijos, en este orden de sucesién: Andrienne, Jennie y Jules. E] narrador posce una pequeiia tarjeta ovalada de borde petforado en la que hay un dibujo, hecho con lépices de color, que repre- senta un parque con una casa semioculta entre los arboles. AI dorso, con a letra de su madre, hay esta inseripeién: “Terrace de la Maison des Paquis faites par Andrienne en 1849” (es decir, a los eatorce afios de edad). También de acuerdo eon las murmuraciones familiares, parece indu. able que Henri List padecfa In lacra de a codicia, Especulaba y termind por hacer caso a los ardides de un judio, Arriesg6 cuanto posefa Misto- losa y sfibitamente Ia empresa perdié su erédito y In casa de List se tamboled y co vino abajo, arruinada para ciempre, Anna Liet pidié dinero prestado a sus parientes para trasladarse con su familia a América, para olvidar el pasado y empezar de nuevo en tierra extrafia. Neda hay de asombroso, pues, on Ia reticencia del Abuelo. Al narrador le Hev6 avios recolectar los datos sobre lo ocurrido. En cuanto a Patrick Sullivan, dete no tenfa secretos, pero sus recuerdos no se remontaban mucho mis alla de les das en que tenia doce afos. Decfa que su padre habia sido un pintor de paisajes, viudo, y que él era su hijo tinico. Que, juntos, solian visitar las ferias rurales en Irlanda. Que en una de esas ferias perdié a su padre en la rmultitud y munca volvi6 a verlo. Asi, a la edad de doce afos se le arrojaba al mundo para que se abriera camino, Con un eurioso violin en miniatura, vag6 desealzo por los eampos, tocando aqui y allé para los que querian bailers y los bailes abundaban, Vigjando asi, vio casi toda Irlanda, Esta vida errante tiene que haber abareado varios afios. El periodo que sigue 2 los afios de peregrinaje PPatece oscuro en transicién, pero su atencidn debe haberse concentrado en la danza como arte. No caben dudas en cuanto a Ia inflexible decision de su earicter, su orgullo y su ambiciGn; pero no se sabe qué coneatena- in de influeneias lo Nevo a Londres. Llegado alli, se puso bajo el sla de los mejores maestros (es decir, de los maestros mis de moda) y com 18 cl tiempo establecié sw propia academia, Insatisfecho todavia con este progreso, que significaba el éxito, aspiré a alcanzar Ia eispide de su arte, ¥ en Paris, centro de la moda, siguié cursos con los principales maestros. En aquellos dias Ia danza era un arte social de gracia, porte y modales personales, Tenia muchas formas de desarrollo, desde la mera polka hasta fstaciones més floridas, en las funciones sociales, legando a su culminacién, 2 su forma més postiea, eon el ballet elisico romintico, Era tun arte de la elegancia que se ha ido junto con los dias de la elegancia. Tenia mucho de artificio, pero también era humanizador y benéfico. De este modo es necesario representarse hoy el valor social de la danza, del raestro de baile y de la academia de dias ya idos si se quiere compren- landés tenia otra gran pesién, Para él, el arte de Ja danza era una bella arte de Ia simetra, Ia gracia y el ritmo; pero paralelamente corria por él una verdadera avidee por la belleza do la naturaleza, Este hhombre tiene que haber sido un pageno, pues en él In belleza de la natu- raleza, particularmente en sus manifestacfones més grandiosas, inspiraban tun éxtasis, una especie de trance, un glorioso eulto mistico. En esta bis queda roméntica habia recorrido, durante buen nimero de afics, @ pie, ‘gran parte de Suiza, ‘A primera vista paroce extraiio que estas dotes tan vires y sensibles se dieran en un ser tan poco atrayente, Su estatura mediana, sus hombros caidos, su rostro excesivamente inlandés, sus ojillos repulsivos —ojos de chancho— de color indeseriptible y apagados, hundidos en su cabeza bajo ‘espesas cejas, todo pareceria muy poco promisorio hasta que se recuerda que tras esa misma mascara se escondia la firme voluntad, la ambicién fnstintiva que lo habia sacado, solo y sin ayuda, de une infancia de pobreza Es muy natural que no hubiera tenido tiempo para adquirir wna “educa- cidn, segin se deeia entonces y todavia se sigue diciendo. No obstante, eseribia y hablaba el inglés con clegancia y habia adquirido un francés muy afectodo, Asi, segin los cfinones ingleses de su tiempo, no era eabar Hero en ol sentido de ese término téenico sino esencialmente un lacayo, sirviente o parisito social. Quiza por esto rendia pleitesia al saber libresco y a los eruditos. No conacia nada mejor. Es posible que por esos dias la atraccién de América, meta del espiritu aventurero, esa gran tierra hospitalaria de igualdad y oportunidad que esperaba a todos con los brazos abiertos, hubiera estado actuando sobre 4 =a ‘su imaginacién. Esto es pura eonjetura, El hecho, eorroborado documen- talmente, es que el 22 de julio de 1847 sacé pasaje en Londres para Bos ton en al sélido bareo “Unicorn”, de 550 toneladas do carga registrada, Ocurtia esto en el undécimo aio del reinado de Victoria, cuando se apro- maba el fin de Ia carrera politice de Louis Philippe, mientras la revolu- cién maduraba en Alemania, y los Estados Unidos bondadosamente alivia- ado pesada. Y todo esto, asimismo, mien- tras una pequefia familia préspera, en una pequefia ciudad de Europa, cesperaba, sin saberlo, la orden de ir a unirse con él en la misma ciudad de un mismo pais remoto; y cuando sdlo mediaban once eortos aos entre todos ellos y Ja legada de un nifo a cuys historia hay que empezar a vole ver. Pues el dedo del destino estaba trazando en el aire una linea que, si= quiendo y siguiendo, legaria a un dedo que traza una sa aqui y ahora. Patrick Sullivan Hegé a Boston en 1847, establecié una academia y tuo éxito. £1 siempre tuvo éxito. Su probidad cra tal que siempre podia lograr luencia y respeto. Estaba familiarizado con los buenos modales. Poste- iormente, quizi en 1850, Ia familia de Ginebra leg6 asimismo a Bi De algiin modo se encontraron. El joven irlandés, vivaz por su ad riento en la ardua escuela de la experiencia y Ia autodisctplina, siempre se mantenta con los ojos bien abiertos: y he aqui lo que sucedié: se ene contré con Ia jovencita, Andrienne, del modo corriente, sintiéndoce atraido por Ia dulzura de sus modales, su simpitico inglés mal pronunciado y su buena técnica sl pianos a eortejé y le deslaré su amor; se comprome- tieron y el 14 de agosto de 1952 se casaron. Lo mis probable es lo si- guiente: que él la escuchara, con aprobacién, tocando a Chopin y Bectho- ven, entre otros, pues le gustaba la misica; que le pidiera que tocara alguna pieza bailable; quo después de las primeras notas se sintiera elec: tulzado: habia dado con una joven de valor inestimable. Su sentido del ritmo, del movimiento, del acento, de 1a cadencia del baile con sus acen- tuaciones y languideces, el tempo rubato... eran el genio mismo. No Perdié tiempo en casarse con ella, estimindola un haber para sui nezocio. La muchacha merecia ser amada y quiz’ él la amd, Esto es posible pero poco probable; pues ningtin dato conocido evidencia que amara a otros seres 0 que se amara a si mismo. Se limitaba a tener aplomo... nisi quiera era frio, Sus habitos eran moderados: bebia un poquito de vino, famaba un cigarro de vez en evando; y en lo relative a Ta higiene era 1m entusiasta, El escenario montado era de buenos augurios para el nifio ‘que vendria, La estirpe ora sélida, Toda la tribu tenia el pelo negro. Asi Negé el nifio, a su debido tiempo, @ hacer su visita, creyendo su madre ue se trataba de un angel venido del cielo, tan grande y tan ilusoria es 1a pasion maternal. Pero, considerado desde el punto de vista del eronista, 6 no 5 1a de un dngel procedente del cielo. A los dos afios de edad Mose Seeatde un temperanento fuerte, do Sine vlunad yobs nado, A veees se convertia en un verdadero derviche aullador. Que gritaba, hillaba, gimoteaba, collozaba, Hloriqueaba y se Jamentaba. Parecia obse: Sionado por ideas fijas. De vez en cuando, eon el transcureo del tiempo, ‘advenian.periodos de relative calma en medio de la tempestad y ocasio- rhalmente no resultaba del todo detestable, Al parecer un sol despuntaba ten al. Pasé asf a interesarse en su bafio, administrado diariamente en una baiera portatil. La Abuela no permitia que nadie sino ella Hevara a cabo este Tito y, 2 medida que Te pasaba la esponja, el nifio le cantaba algo re Marlbrouck s'en vad'en guerre o le contaria las hazafias do algan figante 0 de algena hada, La vida comenzaba a abritse paso hacia él deede el exterior. Su destino seria modelado por una eontinus itrupeién del exterior y por un continuo brotar de su seno, Le gustaba mitar por la ventana; eontemplar la gente que iba y venia, Pero fue al ver por primera vex los barrenderos entregados a sus tareas cuando surgid en él una fascinacién que duraria toda su vida: el espectéculo dramitico de las cosas en vias de ejecucién, South Bennett Street se exten- dia desde Washington Street hasta Harrison Avenue, es decir, sélo abar- caba na cuadra de las cortas, pero para él era un vasto universe. La calle estaba pavimentada con adoquines de pledra; las aceras eran de ladrille El nifo estaba a Ia ventana cuando empezé la labor. Aparecié la primera fila: cuatro hombres provistos de grandes baldes de agua pintados de rojo que hacian girar ritmicamente con un movimiento de vaivén: uno-dos, 1-dos. En seguide aparecié la segunda fila, formada por cuatro hombres ccon grandes escobas de varillas; también ellos, usando los dos pufos, hicieron un movimiento de vaivén, formando una hilera en Ia cunets, Y después vino el momento de gloria, Ja justa culminacién roméntica y absolutamente faseinante: un gigantesco y maravilloso caballo perche- rn color gris con pintas, que tiraba un pesado carretén, con um séquito de dos hombres, uno de Jos cusles amontonaba las hileras en montati fen tanto que el otro con una pala y con toda decsién, las trasladaba al gran carromato. Asi surgié por Washington Street, asf pasé en orden y Accién, asf desapareeié por Harrison Avenue el Desfile del Trabajo, de- jando al nifio, solitario, eonmovido con una especie de slarma por el descubrimiento y totalmente subyugado. Nada habia pasado por altos habia observado todos los detalles. Lo habia visto integramente y sin des- mayar en ningin momento. Cabe eonjeturar que lo que ocurrié realmente en el espiritu del nifio, aparte el fendmeno romintico, fue el despertar del sentido del poder bien ordenado, Porque, en verdad, jqué ritmo! Y enton- ces, en el nifio maravillado, empezé a despuntar un raundo de maravilla, 16 te... ‘A menudo su madre lo hacia saltar sobre sus pies, teniéndolo por las diminutas manos, y con gran alogria y entusiastamente le cantaba las historias de Le bon roi Dagobert, Le grand St, Elois y otros héroes de canciones infantiles. El nifio tenfa esas narraciones por veridieas, sobre todo cuando se Hegaba vertiginosamente a la eulminscién del movimiento de Is rodilla en Jos puntos mis altos y mis bajos. Pero una tarde su madre Jo sacé a hacer una visita, y en el camino de vuelta el nifo se eansd y cermpez6 a gimotear, La madre lo levanté y lo puso contra su hombro y cuando se secaron las ligrimes, el nifio levanté la vista al cielo y contem- pls con delete Ta luna que s¢ abria camino entre el vellén de las nubes. Se la mostré a la madre para que compartiera la alegria. Y también ella Ja contemplé, pero Je dijo que no era la luna abriéndose camino entre las nrubes sino las nubes que el viento hacia pasar ante In far de la luna. Recibié este asombrosa declaracién como una afrenta a su sentido comin ¥ asi lo dijo. Pero la madre se mantuvo firme en cuanto a sti insensata Afirmacién, El niffo volvié nuevamente su vista al firmamento, para con- firmar su conviceién, Como por accidente su vista se detuvo en la luna; Ja luna se mantenia inmévil y le dejé estupefacto ver emo pasaban las aubes, Entonces, conscientemente, volvié los ojos a las nubes y Ia luna volvié a surcarlas. Una y otra vez fij6 su vista en In luna y las nubes, hhasta estar seguro, y entonces le confid a su fatigada madre, agobiada por su peso exeesivo, que acubaba de hacer un descubrimiento, Se sentfa Ileno de fuerza y orgullo. £1, él habia hecho este descubrimiento. En un mundo que se extendia mis y més, surgtan dificultades, y esta cosa en particular no era lo que en un principio pareofa. Pero él le habia dominado. Que su madre Jo supiera todo al respecto y que se lo hubiera aclarado todo, eran hhechos que se desvanccicron instantineamente; y el niifo se qued6 dor- ido Ta madre, muerta de camsancio, leg6 a su destino: ented com au ninguna nueva intervencién mundana. Siempre a la ventana, a él le gustaba contemplar la nieve que caia suave- en grandes copos hiimedos y que, en las pequeias rifages, se arre- molinaba y acumulaba aquf y alli, reuniéndose curfosamente en extraios Fincones ¥ escondrijos, amontonindose en los vidrios de Ins ventanas de las easas del frente, amontonindose en sus propias ventanas, recubriendo los rboles amorosamente, cayendo con estrépito del techo en una casa vecina... y sin romperse (por qué no se rompia?). Y la quietud, la apa- gada quietud, Ia encantadora quietud. No le satisfacfa echar una mirads, tenia que contemplar largo y tendido, muy largo y tendido, tenia que ver las cosas moverse, tenia que seguir la historia, debia vivir por sf mismo Ww ransformaban en cosas cl drama de las cosas oscuras que lentamente se lances, Todo le rerultaba tan real mientras miraba por la ventana, solo y muy quiete. Y después, Hegada Ia mafiana, el presiroso moverse, covar } extract do las palas que limpiaban las aceras, que amontonaban Ia nieve xia ealle, Une ver mis el canto del trabajo, el canto de Ia accién. or esos dias ocurrié una cosa extrafia, Es el relato de mami repetido Pekan vnc on lw fos suetsion, Alo que pate una tarde ella estaba fl piano, tocando un nocturno con ¢l fervor y la melancéliea dulzura que fb veces posefa su dnimo, Perdida en un pais de ensuefios tocaba y toeabs, ‘evando de pronto le parecié oir una voz apagada como un suspiro o un Tamento, Se detuvo, miré y puso oido: nadie habfa alli. Le parecié huberse ‘equivoesdo; y entonces desde abajo del piano mismo le Iegé un verda- oro sollozo, un sollozo y un suspiro infantiles. ¢Por qué seguir contando To que sucedi6? Su adorado hijo en los brazos, bien apretado contra su echo; ligrimas, lagrimas, un éxtasis de lagrimas, un torbellino de abra- 20s, las compuertas abiertas de par en par, una maravilla, una alegria, tuna felicidad, una exsltacién, una exaltaci6n suprema por sobre todo. El nifio no comprendia. ;Por qué entré a Ia sala, a hurtadillas; por qué donde lo hallaron; por qué se sentia anonadado y sumido en in? De haber estado tocando alguna otra persona, zhabria reac- cionado ast? Habia emperado a surgir en su seno un nuevo mundo, esta vez un mundo de maravila? ¢Habia despertado na nueva fuerza en este iquilin de tres aos, una fuerza emaneda del manantial de todas las Tigrimas? Folly Cove La familia habia decidido pasar cl verano en Cape Ann. Se instelaron en uma alqueria del tipo mas antieuado, en un lugarejo amado Folly Cove. La granja cra bastante grande y se extendia hasta I costa rocosa. Tenia sus quintas curtidas por la intemperie, sus prados y sus campos, su gra nero y sus depéaitos, su patio con un pozo y un reluciente balde de Laton que funeionaba con polea y cadens. También estabe el granjero, un tipico Yanqui extranasal; Ia marchite y gastada esposa; le acostumbrada docena © mis de nifos y un peén. También en el prado haba un pozo sin broesl. Ahora el nifio sale a este prado, recoge las flores resplandectente, siente a hierba fresca, se deleita al aire libre, Por pura easualidad en su reco- ida floral va a dar en el pozo, Era bastante hendo y, entre sus alaridos. sintié que su falda de franela aul parecia flotar alrededor suyo, Su padre y su made estaban en otra parte, pascandos el granjero se hallaba a la 1B distancia, entregado a sus faenas. El ped vino cortiendo; una rapida ba- jada y una répida subida del muro del pozo y cl nifo estaba a salvo. En brazos del hombre se Jo llevs apresuradamente a la alqueri tuegado al mujerio. FI peén volvis a su tarea. Los chicos se api contados segundos. Répidamente las mujeres desvistieron al nifio que ti taba, le frotaron con toallas speras y Te pusieron desnudo con la espalda dando al calor del gran hogar de la chimenea. Los chicos, mayores todos que 4, Je observaban euriosamente, Jo sefialaban, lanzabon risitas. Por primera vez tuvo conciencia de una vaga sensibilidad. Sintid, no con agra do, que habia algo en el aire ademis de la atmésfera. Se hizo a un lado, Un nuevo mundo se estaba gestando en las profundidades. A la vuelta de los padres todo fue un torbellino nuevamente. ;Amonadados de agradecimiento, la gratitud, el alivio, el asombro, el ser preciosa, el precioso y una vez més el precioso! El padre, mas reposado, considers que correspondia entrevistarse prone tamente eon el salvador de su vida, eon el pedn. Se reunieron, El padre le oftecié dinero con auténtica gratitud. La oferta no fue aceptada. zTha tun edn, un verdadero macho norteamericano, a aceptar oro por salvar Ia vvida de un nifio inocente? ;De ningiin modo! Las cosas parecian ir por mal camino. Se le arguments, se traté de persuadirlo, hasta se le suplicd, Por iltimo, como por inspiracin, se le pregunté si no aveptatia algo, fuera de dinero. El pedn respondié que si el padre insistia y no era por sible calmarlo de otro modo, aceptaria de él con placer, como regalo ca- sual, un poeo de tabaco de mascer, Asi se estimé el valor de un nifo. En el curso de su exploracién, llegé al otro pozo, al que habia en el patio Y estaba provisto de polea, exdena y gran cubo reluciente de latén. Sint ‘cuiosidad e inieié grandes experimentos. De algin modo el cubo se separ6 el gancho, dio contra el agua chapaleando y empea6 a llenarse. El nifo, alarmado, se incling por sobre cl horde. ;Qué habia que hacer? El eubo inieié su ondulante deseenso, reluciendo por aqui, escurriéndose por alli, se volvid confuso y desaparecié. En su lugar del pozo una sense. ei6n que parecia decir “culpable” y asf surgi dentro y fuera del nino tun mundo nero, el mundo de la responsabilidad. Pasaba la mayor parte de su tiempo con su padre; el vineulo de unid cera el amor de las grandes caminatas, Demasiado joven para filosofar e indagar en su alima para descubrir el pecado, aceptaba todas les cosas tal cual. Le pareefa natural que hubiera flores, hierba, irholes, vacas, bueyes, sol y Iluvias, el gran firmamento abjerto, la sélida tierra bajo los ples, hombres, mujeres y nifis, el gran océano y su eosta rocosa. Tomaba todas y estas cosas como veniam: todas le pertenecian. Se sentaba junto a su padre sobre un gran. paredén ¥ le contemplaba peseando con cafia y lines, Se quedaba,pacientemente alli, animado por la brisa salina, escuchando la gorosa caneién del mar mientras las olas iban a romper contra Tas rocas gon un poderoso grito y una rupiente retiada, para formarse y romper J formar nuevamente, Exo parecia arrllarlo. Era poderoso. Le pertenecit. Era su mar, Era su padre peseando. Un dfa que estaba sentado solo en ef paredén si padre aparesié ante sx vista en un bote de remos y se hizo mar afuera, El nifio nada sabia de otes de remos, no los habia descubierto, no entendia cbmo andaben. Sibitamente padre y bote desaparecieron, el nifio lanzé un grite de lar tna, en soguida, también sibitamente, hombre y bote reaparecieron, pare ddesaparocer una vez més. Subia la marejada, la brisa se tornaba mis punzante, el bote con el hombre se hacia cada ver mis y més pequefio Cuando aparecia; y cada vez habia un destello. Mis chico fue haciéndose fl bote hasta convertirse en un puntito y después emperd a agrandarse ¥ agrandaree. El nio, confundido, corrié al encuentro de su padre, eno Ue excitacidn, cuando’ éte desembared. EI padre, muy paciente en tales ‘cosas, se 10 explicé todo lo mejor que pudo y al mito le escuché svida- mente, entendiendo un poco. Lo que le decia debia ser cierto porque su padre, que todo lo sabia, act lo habia dicho. Pero lo que i sabia, por fuenta propia y mis alla del conocimiento de otros, era que el mar era tin monsiruo, un enorme monstrio que se hubiera engullide a papi, como juno de sus gigantes de que le habia contado la abuela, si su padro no hhubiera sido un hombre tan grande y tan fuerte, Sentia esto con orgullo y terror. Asi se levent® proféticamente el borde de otro mundo, un mundo de lucha y poder, en el margen del horizonte de un mar mis grande, Durante el resto del verano no ocurrié nada de particular importaneia. La familia volvié a la ciudad. Cuando todo quedé arreglado, le enviaron a Ja escucla primaria del dis- tito, Al finslizar su primer dia informé a Ja familia que 1a maestra Jo habia hecho subir a la plataforma para que dirigiera el coro. Qué moné tona prisién debid sor Ja escucla primaria de aquellos dias. Su memoria de su estada en ella ee reduce 1 un grisiceo vacio. Nada alegre que reeor- dar, ningin estimulo para su imaginacién, ni un solo goce. A éstos sslo Jos hallaba en casa. Aprendié a leer y eseribir, siguid la rutina: exo fue todo. Y en casa tampoco s¢ produjo ningin acontecimiento memorable hasta que surgié la cuestién de la granja y se la debatié interminablemente. El nif habia estado simplemente ensanchando sus limites geogrificos 20 —— y agotando el material. Por cl momento, la escuela habia embo- lado sus facultades, amortiguado su franca vehemencia, pasado por alto su abundante imaginacién, su ingénita capacidad de comuniceeién. Ni siquiera la influencia familiar podia servir eabalmente como antidoto de esto. El vecindario iba adquiriendo mala reputacién, En seguide vino 1a ‘granjo, Capftulo IL “Habia un nifio que salia todos Ios dio Whitman, Asi, después de recorrer una larga drbita inversamente a Ia prehistoria de Ia generacién familiar, y de trazar, en el recorrido hacia atrés, 1a curva de la experiencia de un nifito en contacto con el mundo exterior y sus propias reaceiones impulsivas ante el mismo, tomamos nuevamente el tren para South Readi Llegados a la estacién, desciende un hombre, pide una direesién y sigue cl primer camino polvoriento a la izquierda, que leva por una Hanura casi sin arboles y va hacia una colina algo distante, Después de remontar tun trecho de Ja colina, observa una easa a la derecha. Aqui vivid un home bre llamado Whittemore, el cual, después de haber perdido una piers, procedi6, con debida consideracién a la que le quedaba, a inventar, per- feecionar y manufacturar un nuevo tipo de muleta, que sigue siendo cl tusual hasta esta fecha, Fl taller estaba a cierta distancia detris de 1a casa, justamente al comienzo de los bosques de pinos que eubrian parte de la colina. El camino have alli una curva a Ie derecha, straviesa el flanco trasero de la colina con wn tupido monte de pinos por In subida de la derecha y un pulero valle a la izquierda con bosques y prados esparcidos. El camino endereza Inego, se hace menos empinado y empieza a salir de Ja espesura, por asi decirlo, Un huerto aparece ante los ojos a la izquierda, ‘un campo de pastoreo en la cima suavemente redondcada a la derechs, Al frente, corriendo por los ingulos reetos y poniendo término al camino asi recorrido, estaba el camino principal de South Reading a Stoncham La tierra era alli lana por un momento o dos. En le esquina izquierda de Ja interseccién se erguia una casa mis bien nuevs, de tablas de chillas, piintada de blanco con postigos verdes y al frente de ella, sobre el eamino Ae Stoneham, habia dos imponentes almos. Alli vivian los ‘Tompson ppersona que hizo este viaje no habja acabado de llegar a la interseceién ¥ de hacer una 0 dos notes mentales sobre el contorno cuando vio @ una Pateja de edad madure o vieja ya, muy proxima, que se acereaba len- tamente por la izquierda por el camino que corria hacia South Readi Ubvaban entre los dos a un chiquillo regordete que gritaba rabiosamente 2 ~—y con toda la fuerza que podia mientras Moraba furiosamente y_afirmaba que por nada, por nada iria a la escuela. El viajero debia llevar el talis- inin de la leyenda porque el hecho es que no lo vieron. En nuestra opi nién era un fontasma de afios por venir, Fl chiquillo estaba vestido en forma disparateda, Bajo un enorme sombrero de paja, muy curvado hacia arriba en el borde y atado con una clata, apareeia su cara roja, hinchada, deformada; ojos iracundos, terriblemente brillantes, de los que caen to- rrencialmente las légrimas; una boce espantosamente contorsionads. Bajo ste rugiente infierno habia una especie de chaqueta blanca y una gran corbata de mofo. Luego venian panialetas bloncas, cefidas en los tobillos ¥y mis o menos frisadas y con vuelos, Pstas pantaletas eran Ta fuente de su miedo, de su ira y sus protestas. Decfa que debido a ellas ya habia sido inaultado regularmente por los chicos de los vecinos, quienes habian for- mado un cireulo en toro suye, denzando, mofiindose, sefalindolo con el ‘indice del destén y haciendo fiesta, 2No bastaba eon evo? ;'Tendria ahora que enfrentarse con una escuela entera de atormentadores? {Pero por nada ivia, por nada! Se desgafitaba gritando que por nade irfa, El chiquillo estaba al borde de la histeria; Je parecia menos doloroso hacer frente @ la muerte que al ridiculo, Las personas mayores eclebraron consulta en vox baja, dieron la vuelta con el chiquillo al medio todavia y desaparecieron por la entrada de una casa situada a unas cien yardas mis alla de los ‘Tompson, sobre el camino de Stoneham. Al dia siguiente, el chiquillo apa- ecid con el atuendo corriente, Su nombre era Louis o, segin promunciaba Ja Abuela, Louie. Fue para él un dia de jabilo y para ella, uno de pesar. Pues en su corazén sabia que con el abandono de las pontaletas desapa- €l chiquillo: el chiquillo se iba para siempre, el chiquillo sélo un dulee recuerdo, el chiquillo pronto se metamorfo- searia en un granuja despeinado, pecoso, mis o menos desdentado y sucio, provisto de pantalones de trabajo; y proseguiria haciéndose mis grande, ris fuerte, més duro y paulstinamente se clejarfa de ella, tornindose cada vez mas maseulino y més egoiste. Pero esta aprensién, este vatic de su corazén no se realizaria plenamente pues goz5 de su amor hasta el fin, El chico no era un enfant terrible; era, més bien, un compuesto inde- pendiente y aislado de furia, curiosidad y termura. Sutiles eran zealmente las corrientes que flufan y se confundfen en su interior, pasiones embrio- navias que surgian y se modelaban, ambiciones que vagamente desperts- bans con su vista aguda Io observaba todo. La primavera tocaba a su término. Los pajaros proclamaban a pleno pulmén la gloria del mimero de bichos y gusanos comidos o bien discutian con igual intensidad sus asuntos hogarefos, Alls, arriba de uno de los olmos de los Tompson, del situado al este, pendia cl nido en forma de cartera de las mismas oropén- dolas que iban alli afi tras aio, en tanto que de on prado préximo lle- 23 gaba el zumbido de un pijaro solitario que volaba jubilosamente, El dia fra hermoso; la plena luz del sol lo inundaba y englobaba todo. El chico, después de mucho pensarlo —a su modo— anuneié repentinamente que ‘estaba listo, Furtivamente habia estado en accién su curiosidad. Queria ‘ver la escuela; alli se encontrarfa con otros chicos; ahora estaba anhelan- te; seria un chico grande en opi de todos. Asi, esa misma alegre ma- fina, de mano de la Abucla, quien habitualmente asumia las responsa- bilidades a solas, nicié ese peregrinaje del conocimiento que no tiene fin, Tomaron el polvoriento cemino que llevaba hacia el este, directamente al cextromo norte de In aliea. Ascendieron descansadamente por una suave pendiente hasta legar a le cima. En este punto exacto, justamente tras el ‘muro de piedra que habia a Ia derecha del camino —maravilla de mnara- villas— se exguia un gigantesco y solitario fremo, Debido a cierta ardille, diversas flores, guijarros y otras cosas, el chico no lo habia no- tado a medida que se acercaba a él, Pero ahora, de sibito, alli se erguia, grandioso, aplastante, con su tronco inmenso, sus amplias ramas que casi toeaben el eésped, su cipula dominante de denso verde oscuro; al frente, al otro Jado del camino, habia una alquerfa; tras elle, un campo de pas. toreo abierto. Desde la posicién ventajosa del camino se extendia uma vista de las cosas alld abajo. La Abuela era partidaria de que siguieran. El chico se detenia, transfigurado, anonadado. Una extrafia y remota tor- mente, como de distantes truenus, se estaba Tevantando denito de st ser 1maravilloso, Si, habia visto muches drboless pero, gy este arbol... y este Arbol? Temblaba de wn modo raro, descaba llorar; con suaves amonesta- ciones fue posible arrastrarlo. A partir de este punto el camino era des- nado y Jspero, A mitad del descenso, a In iaquierda, y bien adentrada, se hallaha no esa excuelite roja de las novelas sino una escuela bastante gran de, blanca, de tablones, con postigos verdes, zabletes, campana, pozo con bombs impelente, campo de juegos trajinado, et., ete. Fue presentade como correspondia a Ja macstra, Su rostro y st figura, por desgracia, como muchos otros rostros y figuras han pasado al olvido. Arreglados. todos Jos detalles, cl chico debia volver al dia siguiente, tal como lo hizo, dese pués de sortear felizmente el drbol magnético tras saludarle afectuosamente con un dnimo mas calmo. Dia tras dia pasé ante el érbol. Se convirtié en su arbol, en su Gran Amigo, Habia de posar muchos dias en esta eceuela sobre el flanco yermo de Ie colina. Se vinculé con los muchachos y las chices que alli habia, pues la eseuela era pata ambos sexos. Lo que hacfan todos estos chicos durante Ja hora del reereo escandalizaria a los perfectamente puros. Pero el peca- dor ocasional, escrutando en las honduras de su propio patade, podria hhallar razones y llegar @ abrigar cierta tolerancia hacia las fechorias de 4 —— ‘estos animalitos, con lo cual si bien no se los libraria completamente de culpa y cargo, al menos se reduciria la gravedad de sus andanzas, viénd elas como el producto o el subproducto natural de la cuviosidad y el es ritu de emulacién. El chico todavia era demasiado pequeiio para pelear. Pero de conformided con el reglamento de la pandilla sélo se aplazaba su hore, ya que cada muchacho recién Wegado debia establecer su posicién cen la jerarquia pugilstica. E1 aula era amplia y desnuda, con dos pilares de madera que sostenian cl techo. La maestra se sentaba ante su cscritorio sobre una plataforma clevada contra la pared al frente de Ia entrada. Los chicos se sentaban en filas de eseritorios (una fila por grado) en dngulos rectos con la pared trasera; al frente de ellos habia un espacio abierto para decir las leecfones; habia un pizarrén sobre la pared, etc, En esta sole habitaeién haba cinco ‘grados. La maestra se sentaba a su escritorio, con le regla en la mano para solpear o amonestar. ‘Todos los chicos estudiaban sus lecciones en voz alta © las mascullaban. EL aula vibraba con un zumbido incesante entre el eual podian oitse voces individuales. Todo era libre y fécil; la discipline esca- seaba. Pero habfa, no obstante, cierto orden de accién. Llegaba cl mo- mento de que un grado diera la Icecién. Los chicos se congregaban contra la pared y se ponian en fila; no habia ni cabeza ni pies al comienzo. Ve- nian las preguntas y respuestas relerentes a la leecion del dia. Las pre- ssuntas de la maestra eran especiticas; las respuestas de los alumnos debian ser precisas, calegéricas. La maestra era suave, paciente; las respuestas veces eran inteligentes, mas a menudo titubeantes, esquivas, torpes o irre rediablemente estipides. Cada pregunta era seguida de un mondtono “vete al pie” o “vote a In cabeza”; y todo el tiempo proseguia el zumbido, el incesante murmullo, una tenue vocecilla aqui, una vor mas grave por allé, otra ronca mis lejos, en tanto escudrifiaban sus textos, libros de lectura, sgeografias, aritméticas; y Ia vor de la maestra se clevaba una y otra vez, haciendo proguntes al grado atormentado, respondiendo los chieos lo me- jor que podian. Fsta babel se fundfa en un tono monétono; pareeia haber tn dispasén, resonante, grueso, la expresién conjunta de muchos peque- fios espiritus que trateban de aprender, que entraban por la senda del conocimiento que habria de ser corta para la mayoria. Todos los chicos andahan descalzos ¢ iban vestidos con bastante desalifio, particularmente por Jo que hace a las omisiones. Una sola cosa es indudable y ls demés son mentiras: esta escuela era del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Al chiquillo se le daba el lugar que le correspondia en el primer grado © primera clase 0 se Hamara como se Hamara. Lo ocupaba con bastante alegeia, Paresia sentir Ia importancia de su entrada en este mundo nuevo, tan diferente de la casa. Poco a poco parecié sentir que su puesto estaba 5 alli; pero nunca consiguié sentir que la escuela era suya excepto en Io extemo, Por algo no s¢ adaptaba a los programas de eursos, al método. Era de una naturaleza pronunciadamente independiente. Muy pronto se hhizo desatento en lo relative a sus lecciones. Pareefa no ser nada mis que un par de ojos y ofdos, no destinado a los Libros sino al mundo chico y grande que lo circundaba, En este sentido inmedisto estaba easi exento de conciencia de si mismo. Su puesto normal estaba al pie de la clase, Pero un dia adquieié conciencis de que, sin quererlo, habia cobrado inte xé8 no en los libros sino en el método; dicho método eonsistia en los cexamenes y las leeciones de los grados superiores al suyo cuando, confor: ‘me a la disposicin del aula, estaban de pie directamente frente suyo, alineados y padeciendo 1a tortura de rutina, Empez6 a observar su efecto de conjunto irregular y sus personas separadas. Siguié sus fortunas al ir al pe o Ia cabers. Se tralad6 ellos. serv, asimiamo, cules chicas eran las mas bonitas y eudles muchachitos los mis desgarbados. Aprendi io nombres de todos. Se voi slato en vate seus fring roe nales, en su lucha por el conocimiento o en sus tentativas por rehuirlo. Esto se convirtié para él en una especie de drama, en algo asf como una representacién teatral, y comenzi a poner atencién con interés oreciente en To que deotan y en lo que decia la maestra, cules eran las respuestas cortetasy evils los errores. Una y otta vex vio y oy6 todo esto hasta que Hlegé @ conocer lox fuudamentos de lo que todos los grados superiores al suyo se esforeaban por aprender, Pero, qué dolor, en lo relativo a nie Propias lecciones, Pese a lo cual siguié a los grados superiores tan per. sietnlomente que se vole eco: gqué ea oso de los euneo hombres jwe construian tantas pérticas de muro de piedra en tres dias y de los otros dos hombies que teian que eonstruir un muro en seis diae? Qué sentido tenia eso, después de todo? El verdadero problema era el de donde se construiré el muro. ,Para quién se lo construitia? ,Cnél era su nombre? Qué nombres tenfan los hombres que construfen el muro (que ya se tba convistiendo en muro real) ? Eran irlandeses 0 escoceses? 2De donde sacaban las piedras para hacer el muro? zLas extraian de Ia cantera al otro lado del camino de la escuela? ;Recogian cascotes de los campos? ;No era initil toda esta cuestiOn de los cuatros hombres y los dos hombres? La informacién era demasiado escasa, muy poco convin- cente. No podia ubfcar el muro gy de qué servia un muro que no podia ver? Y asi seguia, bre de influencia de lo abstracto, interesado dnica- mente en lo conereto, lo real, Jo humano, ‘Una tarde, cuando todos estaban reunidos en east, Hlegé 5 ‘odes estaban reunidos en easa, Hegé una carta dirigida St Abuelo, Este abril sobre y leyé la carta en vor alta, Era dela Macstra ¥en ella se decia con mucho pesar y preoeupacién que cl nieto era un ‘muchacho obtuso, que no estudiabe sus lecefones, que estaba siempre al pie de su grado pero que era un buen chico. gNo podria el seiior List ejercer influencia sobre Louis para inducirlo a reformarse? Una palabra famable sobre la necesided de educacién jno tendria un efecto moraliza- dor, viniendo la palabra de él? Ella, por su parte, habia aplicado al caso toda su capacidad de persuasién, etc, etc. Al terminar de leerla, el Abuelo tir6 la carta al piso, prorrumpié en una erupcién de careajadas, rugiendo hasta que la tapa del ealentador se sacudid, meciéndoso en su silla, dén- dose golpes en la rodilla, en una serie de estallidos que iban menguendo de tono, para terminar con una larga risotada ahogeda, expresiva de su cinieo sentido del humor y su infinito desdén hecia aquellos que te- niendo ojos no podian ver. ;Lamarle tonto a su vivaz nieto! Bueno, si uno podia decir de Sirio que era una sartén, y otras cosas en broma por cl estilo, pues Te gustaba embromar a su nieto, a quien desde hacia tanto vigilaba con sigilo. Pero la Abuela, més conservadore, tomé la cosa seria mente. Con su nieto a sus rodillas, un poco avergonzado y un poco teme- oso, después de haberle dado seis besos propieiatorios, con los brazos alrededor de su euello y mejilla contra mejilla, le resultabe, ah, tan difcil amonestarle. En vez de hacerlo, le dijo suavemente eusim necesario era adquirir una educacién, enfin necesario para ello era que los chiquitines, en especial su nieto, para orgullo de su familia, prestara devotamente aten- cion a sus leccfones. 2No podia hacer mis, no iba a hacer mis’ El res pondié que podia y lo harfa, y reiné la paz. AI dia siguiente, en le escuela, se zambullé en las leeeiones y al otro y el otro dia, descartando todo lo demés. Si, era tan facil estar a la cabeza de su clase, ten facil para el que sabia lo que sabfan los de los grados supe- iores © que pensaban que sebjan durante un momento o quiza un dia. Pero ellos no sabfan que todo, excepto un menguado residuo, estaba destinado a desvanecerse para siempre. Fatigado de ir a la cabeza de Ja clase, cosa que era tan facil, a veces, y a decir verdad con frecuencia cada vez mayor, se quedaba reducido a cero, a causa de un traspié, a causa, quizi, de une ardilla que saltaba bruscamente en un arbol préximo a la Yentana 0 de una hermosa nube blanca que cambiaba curiosamente de fo ‘ma a medida que se desplaraba lentamente por un hello ciclo azul. ¥ a sentido tenia todo eso? ;Cnél era el significado de estar a 1a cabeza de una hilera de tontitos? Se estaba volviendo arrogante. Por Ia Abuel, si- uid adelante, a su modo. Se estab empezando a aburtir. Conelufa el verano. El 3 de septiembre estaba préximo. Seis velitas en le torta anunefaban un eumpleafios. Fstaba colmado de alegria, Tenfa, en efecto, seis afios. 2 El inviemo de 1862-1863 pa:6 con Ia acostumbrada secuela de juegos y penurias invernales. Louis particip6 de buena gana, conforme a su altura peso, en todos los juegos. De las penurias nada supo, Qué divertido era Gue lo llevara en ttinco por la nieve su tio Julius, Que lo Hevara en el mis- imo trinco sobre el oscuro hielo tan sélido del estanque su tio con patines reeién afilados. Qué estremecimiento de coraje reclamaba no gritar mien- tras se estremecfa. ante la oscurided do abajo y se preguntaba si el curso no era demasiado ligero, Pero el Tio, unos quince afios mayor, para él cera un hombre maduro; y, gqué no podia hacer un hombre maduro? De ‘modo que tenia fe en el Tio, si no plena confianza, mientras iban de aqui para allé entre Ja alegre multitud de patinadores. ;Cémo iban hasta el final del estanque y después pasaban ante las casts de hielo donde empe- aban a trabajar Jos hombres! Y, después, jeuinto le fasciné y aquiet6 el cestrvendoso rasgarse de una grieta que se abrié camino de orilla a orilla! 'Y muchos estruendos semejantes oy en viajes andlogos con la tempera- tura bajo cero. Y, después, los hombres que trabajaban cortando el hielo, Cudn atrayente era ver hombres trabajando, Utilizaban grandes serruchos de mano para cortar al hielo en bloques cuadrados, y habia un extrafio serrucho movido por un caballo. Luego, hombres con pértigas empujaban {y arrastraban los bloques de hielo a través del agua clara hasta el fondo Gel cauce y entonces era remontado por el eauee por un caballo que iba al paso’ con una soga que pasaba por una polea y luego volvia a la masa de hielo, El hielo pareeia muy espeso y claro. Y Iuego vinieron espléndidas tormentas de nieve que decoraron los écholes, formando grandes montones a través de los cuales se abria paso con jibilo, de vez en euando tropezando y cayendo de cara a la nieve, Cémo rodaba y rodaba gozosamente en la nieve do un mundo blanco, mundo hermoso hhasta cuando los cielos grises ee cemian, Y gpor qué no? zAcaso no tenia abrigados mitones de lana tejidos por Ia Abuela, capucha y medias salidas ae las “inticos”? go estaba, pues, ebrizado? Y Ios paseos en trineo, Ab, esos paseos en el “cutter” eon el caballo que aescollaba en lo alto y la hilera de campanas alrededor del cuello del ca- Dallo que tintineaban con cada sacudida, Y él que iba tan abrigado bajo Ja manta de bifalo. Y se encontraben con tantos otros trineos en. la aldea cuando iban a la oficina de corres 0 a la tienda de comestibles, y €l observaba a tantos hombres que passban vestidos con sacos de Difalo. Y 6 hacia bolas de nieve y participaba de todas sus consecuen- cias, Era su primera experiencia dentro de Ja puleritud de un invierno al aire libre, Su madre venfa frecuentemente a verlo y acariciarlo. Apenas comprendia por qué Yo queria tanto; él tenia tantos otros intereses pereo: 28 Pay rales y distvacciones, Mas aclamaba sus Negadas y deploraba sus partidas. ‘$i bien su nombre era Louis, tenia otros nombres, interesantes también. No lo habjan bautizado. El problema habia exigido una reunién de con- sejo de familia. El padre, masén nominal, inseguro de si era eatélico uw forangés 0 cualquier otra cosa en particular, no expres6 mucho interés} por st parte, dejaba Ia euestion a cargo de los otros. El Abuelo, como de Costumbre, proclamé su opinién con rise desdefiosa. Ta Abuela, que era rmenonita, se oponia al bautismo, Pero Mamé, con su modo de ser exci- table, estaba desenfrenada. {Cémo! zlba a permitir que algin hombre dijera en vor alta sobre el cuerpo de st bebé puro y precioso que éste habia nacido en el pecado y pidiera padrinos? jJamis! Esto resolvié el caso y Ie dieron el nombre de Louis Henri Sullivan, Se ha afirmado y negado que el nombre se Io dieron a fin de acumular honores sobre Napoleén II. Sea como sea, Evidentemente el nombre de Henti estaba destinado a divinizar al Abuelo. Nada podia hacerse contra el Sullivan. Todos Jo desprecishan excepto sui propietario, Detestaban a los irlandeses, exya pacifica invasién de Boston habfa hecho que se volvieran verdes al- unos de sus barrios. Ni siquiera su espose podia apoyarlo....y mucho menos a lo del Patrick. Asi, pues, a veces ella afrancesaba el nombre: 1o exal no quedaba tan mal, cuando lo utilizaba en tercera persons, nomi- nativa y singular, Luego, ella tuvo un acto de inspiracién, una SMumina- ign podria decirse, e invent6 la palabra Tulive, cualquiera haya sido su significado, como cubrenombre general, y consiguié ast una feliz escapa- toria pata toda Ja vide, Pero mis adelante, hacia los doce aos de edad, el heredero pregunt6 a su padre sobre ese nombre de Sullivan, que paresis coincidir con tanto harapiento irlandés. Y asi su padre le hizo el siguiente cuento: Hace mucho, mucho tiempo en Irlanda, en los grandes dias de Jas guerras, habia cuatro tribus o “clans” de O'Sullivan: los O'Sullivan- Moor, los O'Sullivan Mac y otros dos més. Que nosotros descendiamos de los O'Sullivan-Moor y que las cuatro tribus descendian de un pirata expa- fiol que arrebaté la costa oeste de Irlanda y se establecié en ella, Su nom- bre era, al parecer, O'Soulyevoyne o algo ast, lo que, traducido, significa E] Principe con Un Ojo. Ahora bien, por grande que fuera la gloria de este jefe pirata, su descendiente Louis Henri Sullivan O'Sullivan-Moore- O'Soulyevoyne tenia esta particular ventaja sobre aquél del mar abierto. El principe tenia un solo ojo que sin duda habia visto mucho; cl chiqui de seis afios tenia dos ojos que lo veian todo, sin ganas de pasarlo a saco. Todo esto se volvié parte de ese mito que salia todas las mafanas ¥ que ahora sale ¥ siempre saldré todas las mafianas. Y todo esio se suelve parte del hombre o la mujer que To lee aqui tman, 2» Capitulo I i¥ entonces Megé 1a Primavera! a belleza del invierno dessparecta a media que los deshilos iniciaben su Tabor, Aparecian pedazos de terreno desnudo y perduraban montoncs de nieve profunda en las hondonadas: eran los residuos de aludes, Dia teas dia el escenario se tomaba mis desolador; todo y nieve fangosa habia ppor doquier. Pero al nifio esto no lo desconsolaba. Cualquicr clace de tiem. Fo le vena ble o mejor dhe, hacia que le apera bin cualuir tempo, pues era adaptable por naturaleza, lo cual en este caso sighfeaba cret Berante buena salud. mss ig Los sabuesos de Ia primavera quiz estaban sobre las hutllas del invies= jos pero el nada sabia de eso, Su interés inmedisto se eonecniraba en los riachuelos que surgian en la parte més baja de las hondonadas. Queria saber ineaent, dnd enportan cos vices, Paras hase nieve y rompié el hielo subyavente, que tha a derretirse 2 poco, hasta que alcanz6 el deseado punto de informacién. Luego pasaba inmediatamente 4 otra hondonada y volvia a hacer lo mismo para ver silos resultados de tuo y otro experimento coincidfan entre si, Esta labor le absorbia com- Pletamente, Le daba sensacfones nuevas y excitantes, Luego correteaba por el rastrojo empapado de los campos y surcaba los caminos fangosos. Iba ¥ venia con verdadera avidez para deseubrir mediante comprobacién per- sonal cuales sitios eran los mas mojados y dénde precisamente era mas profundo y denso el lodo. Luego Megaron las lluvias, wna tras otra. La nieve se deseanecié, Arboles, campos, érboles: todo estaba desnudo. Para el nifio esto era naturalisimo. Xo sabia, no sospechaba, debido a la vida urbana que habia vivide, que de esta tierra desnuda surgiia un espectéculo de arrebatadora ballezs, que 8 decir verdad ya estaba oculto en ella. Las lluvias se eonvirtieron en chee Parrones, que a veces brillaban a le Iuz del sol. Los vientos se convirtieron £1 suaves brisas, Se apoderé de todas las cosas una ealma, una paz, un [imide atmosferieo que acariciaba y sleniaba. Y ast legé la primavera, ierba apareci6 como una delicada influencia del verde, cadn ver mis Profunda. {No deseubrié el niflo poco los primeros brotes de. sauce ¥ 10s azafranes més tempranos en el jardin? ¢No observé la delieada fills igrana que apsrecia como una bruma en drboles y arbustos, y las menudas plantes silvestres que despuntaban a través de las hojas himedas del oto- fo en sus bosques favoritos? No vio realmente moverse las cosas? No se tommaba la filigrana mis densa y colorida? No crecia efectivamente la hierba y se levantaban mas y mis las plantas pequefitas? ;Acaso el jar- din no se convertia en algo incitante como todo el resto? El ertallido de Jos capullos en el durazno, el guindo y el ciruclo evocaban un estallido igual de éxtasis y aclamacién, una alegria igual de vivir. zNo se estaba moviendo algo, no se estaba moviendo todo como un desfile, como en une procesién’? ;No era In luz del sol ealida y resplandeciente? {No se habis posesionado de su ser el expleador como de quien no esta preparado? Es- fuchaba el murmullo de las abejas, las vefa minando las flores, buseando ‘afanosamente algo pars alejarse en seguida; y el hondo mumbido del abe- jorto, los chirridos de muches insectos, el graznido de los cuervos que en handada tan negra pasaban densamente por arriba, y las variadas eancio- nes de miiltiples pajaros que bulliciosamente componian una gran tonads con las abejas, los insectos, las flores y los arboles. zNo se estaban mo- viendo las cosas? No habia algo en movimiento con esta gran fuerza? No tendria fin la alegria dulee y clamorosa de todos los seres vivos, sien- do él mismo el centro de todo? ¢Podia seguir soportando todo esto? En- tonces, sibitamente, los manzenos prorrumpieron en coro. ¢Qué les hacia eotullec sai? 2Se tuataba del mismo poder, silenciose entro el clamor? Era un algo sereno, dulce, amante, acariciador que parecfa despertary per suadir, instar; si, hechizar hasta el frenest, hasta el miximo de exaltacién, tanto a él como al mundo que le rodeaba, el nuevo, el maravilloso mundo de la primavera al aire libre; un mundo que se convirlié en parte de este nifio que salfa todos los dias, un mundo que le convenia y que permane- ceria con l por el resto de sus dias. ;Ah, euin espléndidas eran las her tas florecides! jQué exhibicién tan amplia de esplendores hechicezos! EI niio se sintié hondemente conmovido. Pero alivié su corazén corre- teando, dando grandes gritos de alabanza y asombro, yendo y viniendo un sin fin de veces hasta la casa para decir jadeante: “Venga, Abuela, venga ‘ver, venga a ver” Deseaba compartir su alegria con todos. Estas huertas de maravilla eran suyas, los campos, los bosques, los pajaros eran suyoss el firmamento, el sol y'las nubes eran suyoss eran sus amigos y a esle ‘mundo de belleza se rendia, Pues, geomo podria haber sabido él que, le jos do esta escena de amor, orgullo y alegria, decenas, cieutos y miles de hombres se estaban matando entre si, dia tras dia? Verdad es quo, en el momento correspondiente, corrié alrededor de Ia casa gritando “*jHan to- mado Fort Donelson! jHan tomado Fort Donelson!” y es igualmente exac- to que habia hecho monitores con un pedazo de lata y el tapén de un Darril de harina, y que con mas dificultades habia construido wn Merri- a1

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