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 HISTORIA
Juárez no era austero
Si Juárez es el referente de la nueva austeridad republicana, hay
una confusión.
Por Pablo Majluf
15 agosto 2019
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Uno puede pensar que la austeridad en el gobierno es deseable,
pero no invocando a Juárez. Y a la inversa, se puede admirar a
Juárez, pero no por su austeridad. Si Juárez es el referente de la
nueva austeridad republicana, hay una confusión. Acaso es
conveniente a una narrativa populista; acaso es debida a la
ignorancia o a una lectura romántica de la historia. En todo caso, se
trata del melodrama advertido por San Francisco de Sales: un
desorden espiritual que mezcla medios con fines. ¿Es Juárez el
modelo –o siquiera un modelo– de austeridad? Y del mismo modo,
¿es la austeridad un atributo para entender a Juárez?
Cuando en 2018 la Suprema Corte de Justicia de la Nación
suspendió la Ley Federal de Remuneraciones, instrumento clave de
López Obrador para hacer valer la fórmula de pueblo pobre con
gobierno pobre, él contestó: “No están entendiendo la nueva
realidad y se olvidan de Juárez. Deberían quitar el retrato del
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presidente Juárez de la Suprema Corte de Justicia. Juárez decía


que el funcionario tenía que aprender a vivir en la justa medianía.
Entonces, ¿para qué tienen a Juárez ahí?”

Como es habitual, y más en los hombres autoproclamados eternos,


la muerte sorprendió a Juárez en 1872, en medio de duras críticas
por su reelección forzada, de manera que, a pesar de ser abogado,
no dejó testamento, por lo que su yerno, el escritor cubano Pedro
Santacilia, tramitó la sucesión legítima en el juzgado sexto de la
Ciudad de México en 1873, y la concluyó ante el notario José Villela.
El expediente es público y se ubica en el Archivo de Notarías, que
curiosamente abrió López Obrador cuando era Jefe de Gobierno en
2005.
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Sorprenden sus casas, por ejemplo. La de Portal de Mercaderes, la


de San Francisco y la de Tiburcio (hoy República de Uruguay).
Todas a un pasito del Palacio Nacional. También una en la Calle de
Coronel en Oaxaca, y aquella finca de su esposa Margarita en San
Cosme. Además, la calesa tirada por caballos, alhajas y piedras
preciosas, muebles, menajes, espejos, candelabros, la espada de
Maximiliano, acciones de minas y ferrocarriles, dinero en efectivo y
cobros a la Tesorería General. En esa hora, el notario Villela evaluó
el total del patrimonio en $151,233 pesos de la época. El
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equivalente a unos $64 millones de pesos hoy, o tres millones


doscientos mil dólares.
Es oportuno, desde luego, aclarar cómo hice la conversión. Tomé
el índice histórico de paridad promedio del peso mexicano respecto
al dólar del INEGI, donde un peso de 1873 equivalía a 0.97 dólares
del mismo año. Utilizando después un IPC del Historical Statistics y
el Bureau of Labor de Estados Unidos, convertí ese dólar a dólares
del 2019, y concluí que un dólar de 1873 valdría más o menos 22
dólares hoy. A partir de ahí, usé el tipo de cambio actual al peso
(19.65), y estimé que un peso de 1873 valdría más o menos 430
pesos actuales. Se podría hacer el cálculo en oro y los resultados
serían similares. Javier Lara Bayón calculó que un peso de 1873
valdría 419 pesos hoy, y según la calculadora de Milton Friedman,
425. Yo calculé a partir de una media de 425 pesos, al valor de
2019.
Así, la casa de Mercaderes, evaluada en $29,827 pesos de 1873,
equivaldría a unos 12 millones seiscientos mil pesos hoy; la de San
Francisco ($33,235) a unos 14 millones cien mil pesos; la de
Tiburcio ($28,754) a 12 millones doscientos mil, y la de Oaxaca
($3,566) a un millón y medio. A su vez, las acciones en ferrocarriles
y minas ($4,770) a dos millones. La casa de San Cosme ($13,435) a
cinco millones setecientos mil. Y sólo las alhajas de Margarita
($4,335), a un millón ochocientos mil.
También es conocida la vida de su hijo Benito Juárez Maza. Sobre
él se han escrito libros. Para la investigadora Esther Acevedo, era
“un júnior, como los que podemos ver ahora, sin oficio ni beneficio
más que usar el nombre del padre, pues no le salió nada en la vida,
ni los negocios ni tuvo familia. No fue un buen gobernador de
Oaxaca y quedó totalmente endeudado. Era un hombre que vivía de
las apariencias.” Resultó ser tan estorboso para Porfirio Díaz, que lo
mandó de diplomático por el mundo: Italia, Francia, Alemania,
Estados Unidos. Pero mantuvo sus intereses en México. Fue, por
ejemplo, contratista de caballos para el Ejército mexicano al amparo
del gobierno, y otros asuntos: “negocios en los que nada más ponía
su nombre e influencia.”
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Pero no juzguemos a Benito Juárez por su hijo. Tampoco cabría, me


parece, un juicio por su estilo de vida material, a fin de cuentas no
era un demagogo que se creía asceta. Y en efecto no hay
testimonios sobre enriquecimiento ilícito, pues la fortuna era a todas
luces bien habida –al menos para las leyes del momento–, producto
de su servicio como presidente de la república. Por eso es menos
engañoso evaluar su sueldo, referencia de primera mano sobre la
justa medianía, y no personal sino gubernamental. No puede haber
gobierno rico con pueblo pobre.
Para evitar polémicas innecesarias sobre cuánto duró la presidencia
de Juárez, tomemos como inicio 1861, la fecha en que entró triunfal
a la Ciudad de México después de la Guerra de Reforma y fue
verdaderamente electo
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. Si bien ese periodo se vio interrumpido por la intervención francesa


y el Segundo Imperio de México (1864 a 1867), como sabemos
Juárez extendió unilateralmente su mandato hasta el fin del
conflicto, lo que le permitió cobrar su sueldo retroactivo cuando
regresó a la capital en 1867.
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Después se reeligió para el periodo 1867-1871, y una vez más para


el periodo 1871-1875, que la muerte le impidió concluir. Así, según
los registros, es probable que haya cobrado como presidente de la
república un total de 11 años: de 1861 a 1872.
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El sueldo de los presidentes se estableció desde 1824. Los diversos


presupuestos de egresos de la federación de la época indican que
el sueldo de don Benito Juárez como presidente era de $30,000
pesos anuales, el equivalente hoy a unos 12 millones setecientos
mil, o bien, un millón sesenta mil mensuales.
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Es decir, cerca de cuatro veces el sueldo de los presidentes


neoliberales Fox, Calderón y Peña Nieto. Si multiplicamos eso por
los años que fue presidente, Juárez obtuvo del erario unos 139
millones de pesos de hoy, lo que es más o menos consistente con
su herencia, descontando el gasto de vida.
Uno podría considerar que en aquel momento el país vivía en
constante amenaza y que el aparato estatal era modesto frente a
una presidencia financieramente sólida, sin embargo, los sueldos de
los demás funcionarios también eran generosos. Los gobernadores
–a juzgar, de hecho, por la propia gubernatura de Juárez en
Oaxaca– ganaban $4 mil pesos anuales, casi dos millones hoy.
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Según Tello Díaz, un ministro de Estado ganaba $8 mil, o casi


cuatro millones actuales. Los senadores y diputados, $4800, o dos
millones hoy.
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Y un general de brigada y de división, $4500 y $6 mil


respectivamente, o cerca de dos y tres millones hoy.
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Además, conocemos las enormes fortunas que, derivadas de la


desamortización y la transferencia de riqueza, acumularon los
allegados a Juárez: “de las fortunas ‘coloniales’ a las liberales,
fueron Juárez y sus amigos los principales beneficiarios de esas
expropiaciones. Las familias que después se consideran la élite
porfirista son nuevos ricos juaristas, empezando por el famoso
secretario de Hacienda, José Yves Limantour, cuya riqueza fue
construida por su padre con base en propiedades religiosas de las
que se apropió gracias a la Reforma.”
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Nada indica –ni en Juárez ni en el gobierno– justa medianía.


Sin embargo, para evitar anacronismos tramposos, revisemos los
salarios del pueblo: esa es la comparación que, para efectos de la
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ecuación obradorista, indicaría la verdadera desigualdad. ¿Qué


tendría de malo un gobierno rico si el pueblo es rico?
Un peón de una mina en Dolores, Guanajuato –como aquellas en
las que tenía acciones Juárez– ganaba $135 pesos anuales, más o
menos cinco mil mensuales hoy, o sea, 222 veces menos que
Juárez. Un mozo: $146 pesos. Una secretaria: $292.
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Una maestra de secundaria: $600.


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Un artesano (sastre, carpintero, tejedores, forjadores): entre $36 y


432 pesos.
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Una empleada doméstica: entre $24 y 144 pesos.


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Y un poquito más arriba, en lo que podría considerarse la clase


media y media alta, un corrector de imprenta: $840 pesos.
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Un administrador de imprenta: $1,500.


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Un ingeniero o director de una mina: $3,120.


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Y en la parte más alta, el director de una compañía minera: $8 mil.


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Un lector suspicaz plantearía la siguiente posibilidad: “¿Y qué si


Juárez no era austero? López Obrador sí lo es y está bien, es un
valor noble.” Válido si en efecto la austeridad fuera un fin ulterior, no
un medio. Porque entonces, ¿exactamente qué pretende López
Obrador? Y en la misma línea: ¿Se le podría formular una
acusación “obradorista”, por así decirlo, al mismo Juárez? Es decir,
¿se le podría acusar de opulento, de haber tenido un gobierno rico
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con un pueblo pobre, o mantenido una distancia abismal entre


gobernantes y gobernados?
Por supuesto que no. Hay que entender al hombre en su tiempo. En
ese sentido una primera respuesta sería que la sociedad de Juárez
consentía a una clase dirigente bien remunerada. Y así parece
sugerirlo la prensa de la época. No hay demasiadas críticas a la alta
remuneración (a Juárez más bien se le acusaba de ambicioso y
autoritario), pero no porque no la hubiera –como acabo de
demostrar– sino porque no era un signo de corrupción republicana
como hoy la entendemos. El mismo Juárez usó el concepto de
“medianía” que López Obrador cita a menudo, como “la resignación
a vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que la
ley haya señalado”
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, que en el caso de Juárez eran casi 13 millones de pesos anuales.


Encima, las discusiones sobre desigualdad económica aún no
llegaban propiamente a México (recordemos que el manifiesto
marxista apenas había nacido). De ahí que no fuera un gran
problema que Juárez ganara 1250 veces lo que una empleada
doméstica mal remunerada, y que el aforismo “un gobierno pobre
para un pueblo pobre” no fuera cruz de los tiempos.
A Juárez se le atribuyó austeridad republicana mucho después,
precisamente cuando empezaron a aflorar los preceptos
revolucionarios en el siglo XX. En este tema, como en otros, “la
conversión de Juárez en gran héroe nacional se debe sin duda a la
resistencia contra la invasión francesa, pero también a la necesidad
de transformar a Porfirio en un gran villano”.
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A fin de cuentas, ¿qué mejor manera de destruir a Porfirio que


ensalzando a su predecesor? ¿Y qué mejor que dándole una
mística de frugalidad, la perfecta antítesis de la caricatura que la
revolución hizo de Díaz? Por ello, no es fortuito que haya sido el
régimen revolucionario quien vistiera de pobre a Juárez: legitimaba
el mito. El pueblo bueno y sabio, revolucionario, inspirado en la
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abstinencia juarista, destierra a la oligarquía porfirista, exactamente


igual que López Obrador a la neoliberal. Así, López no es juarista.
Es más bien priista. Un auténtico y antiguo priista. Un hijo
maleducado de la Revolución. Obrador –como el PRI– usó a Juárez
para acceder al poder. Y ésa es la primera gran lección que ahora
Juárez nos puede dar sobre el actual presidente.
Lo cual nos lleva a una segunda pregunta: ¿hay alguna semejanza
verdaderamente juarista para López Obrador? Ahí está que Juárez
no solía hacerle caso al Congreso ni a la Corte ni a la ley, que se
reeligió dos veces a pesar de las resistencias, que era discrecional y
autoritario. Y que, como dice el danzón, “si no hubiera muerto,
todavía viviría, otro gallo cantaría” – y seguramente gobernaría,
añaden algunos.
Acaso el apunte que lo sintetiza todo, incluida una contradicción de
la propia austeridad es (me parafraseo): que la austeridad es uno de
los platos de lentejas más fáciles de vender en México; un cliché
ascendido a tautología nacional… imposible de resistir. Puede llegar
muy lejos quien, como López Obrador, consigue que otros
glorifiquen su parquedad. ¿Cuántos hijos de la revolución no han
prometido lo mismo? ¿Cuántos no se han puesto esa máscara?
Sorprende que sigamos cayendo en el engaño, cuando es obvio
que la austeridad, sea real o no, antes no también sea de poder, no
sólo no garantiza nada sino que sirve de subterfugio efectivo para
cualquier abuso.
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REFERENCIAS

[4] En conversación con Carlos Tello Díaz, autor de Porfirio Díaz: Su


vida y su tiempo. La ambición: 1867-1884.
[5] ¿Absolutismo Constitucional?, Salvador Aguirre Anguiano.
[6] Decreto 6361, PEF 1868, disponible en ¿Absolutismo
Constitucional?, Salvador Aguirre Anguiano.
[7] Benito Juárez, gobernador de Oaxaca: documentos de su
mandato y servicio público, Archivo General del Estado de Oaxaca,
Oaxaca, 1987
[8] En conversación con Carlos Tello Díaz, autor de Porfirio Díaz: Su
vida y su tiempo. La ambición: 1867-1884, sostenida el 13 de agosto
del 2019.
[9] Daniel Cosío Villegas, Historia general de México, tomo III,
México, El Colegio de México, 1976.
[10] Schettino, Macario: Juárez.
[11] Enrique Canudas Sandoval, Las venas de plata en la historia de
México, Universidad Juárez Autónoma de Tabasco / Editorial
Utopía, México, 2005, vol III.
[12] Lourdes Alvarado, La educación “superior” femenina en el
México del siglo XIX, UNAM, México, 2004.
[13] Anne Staples, Historia de la vida cotidiana en México, El
Colegio de México, México, 2004
[14] Idem.
[15] María del Carmen Reyna, La prensa censurada durante el siglo
XIX, Secretaría de Cultura, México, 2018.
[16] Idem
[17] Enrique Canudas Sandoval, Las venas de plata en la historia de
México, Universidad Juárez Autónoma de Tabasco / Editorial
Utopía, México, 2005, vol III.
[18] Etnia y clase, los trabajadores ingleses de la Compañía Real
del Monte y Pachuca, 1824-1906, México, INAH, 1981.
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[19] Benito Juárez, Documentos, Discursos y Correspondencia.


Sección y notas de Jorge L. Tamayo. Disponible aquí.
[20] Macario Schettino. Juárez. Disponible aquí.
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Benito Juárez: cuál era el descomunal sueldo


que percibía el Benemérito de las Américas
El expresidente Benito Juárez, además de ganar un buen salario, también
tenía diversas propiedades y bienes

PorMiguel Flores y Brenda Terreros


20 Mar, 2023
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Benito Juárez
fue presidente de México durante la segunda mitad del siglo XIX.
(Foto: INAH)
Benito Juárez ha sido uno de los personajes de la Historia de
México que más han marcado al país. Esto, porque durante su
mandato sucedieron algunos hechos importantes desde que
México es independiente, por ejemplo, la Guerra de los Tres
Años, o el Segundo Imperio de México, al mando de
Maximiliano de Habsburgo.
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Te puede interesar:Tundieron en redes a restaurante Pujol, calificado como el


mejor de México, tras difundirse sueldo de sus meseros

El presidente de México, Andrés Manuel López


Obrador, incluso ha puesto a Juárez como ejemplo de
la austeridad republicana que él lleva en su administración. Sin
embargo, el estilo de vida del llamado Benemérito de las Américas
pudo no ser tan austero ya que tenía un salario por encima del
promedio y diversas inversiones que lo llevaron a acumular una
gran fortuna.

Fue Pablo Majluf quien evidenció las el sueldo y propiedades del


expresidente por medio de una columna titulada Juárez no era
austero, en la que puso en duda que fuera tan austero como López
Obrador lo ha descrito.

En el artículo se mencionó que, acorde con los presupuestos de


egresos de la federación de la época, Benito Juárez ganaba, como
presidente, un sueldo de 30 mil pesos al año, el equivalente hoy a
unos 12 millones setecientos mil pesos, o bien, a un millón 60 mil
pesos mensuales lo cual está por encima del que percibían
expresidentes de sexenios recientes.
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Una artículo reveló que Benito Juárez no llevaba un estilo de vida


austero (Infobae)
Sin embargo, esta no era su única fuente de ingresos, pues tenía
acciones en la industria minera y en la ferrocarrilera. Además,
poseía grandes propiedades como la de Portal de Mercaderes, la
de San Francisco y la de Tiburcio (hoy República de
Uruguay), todas muy cerca de Palacio Nacional. Otra en la
calle de Coronel, en Oaxaca, y una finca de su esposa
Margarita Maza en San Cosme.

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De acuerdo con Majluf la casa de Mercaderes, valuada en 29 mil


827 pesos de 1873, equivaldría a unos 12 millones seiscientos mil
pesos actualmente; la de San Francisco (valuada en 33 mil 235 de
la época) valdría hoy 14 millones cien mil pesos; la de Tiburcio
(valuada en 28 mil 754 pesos de la época) tendría un valor de 12
millones doscientos mil pesos actuales y la de Oaxaca (valuada en
3 mi 566 pesos de la época) a un millón 500 mil pesos.

Además contaba con bienes como una calesa tirada por caballos,
alhajas y piedras preciosas, muebles, menajes, espejos,
candelabros, la espala de Maximiliano. Juárez logró acumular en
propiedades y otras pertenencias 151 mil 233 pesos de la época, el
equivalente a unos 64 millones de pesos de hoy.
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Juárez y su esposa contaban con diversos inmuebles. Foto: INAH


El periodista explica la manera en la que hizo la conversión al
valor actual de la moneda. “Tomé el índice histórico de paridad
promedio del peso mexicano respecto al dólar del INEGI, donde
un peso de 1873 equivalía a 0.97 dólares del mismo año.
Utilizando después un IPC del Historical Statistics y el Bureau of
Labor de Estados Unidos, convertí ese dólar a dólares del 2019, y
concluí que un dólar de 1873 valdría más o menos 22 dólares
hoy. A partir de ahí, usé el tipo de cambio actual al peso (19.65), y
estimé que un peso de 1873 valdría más o menos 430 pesos
actuales. Se podría hacer el cálculo en oro y los resultados serían
similares. Javier Lara Bayón calculó que un peso de 1873
valdría 419 pesos hoy, y según la calculadora de Milton
Friedman, 425. Yo calculé a partir de una media de 425 pesos, al
valor de 2019″.
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caminando en por calles de París durante su exilio

Si se multiplica eso por los años que fue presidente, el


expresidente Juárez obtuvo del erario unos 139 millones de pesos
de hoy, lo que es más o menos consistente con su herencia,
descontando el gasto de vida.

En su columna, Majluf explicó que uno podría imaginarse que por


el momento que vivía el país, los sueldos de los demás
funcionarios probablemente fueran modestos; sin embargo,
mencionó que también ganaban bien. Por ejemplo, los
gobernadores, ganaban cuatro mil pesos anuales, o sea, casi dos
millones de hoy. Un ministro de Estado ganaba 8 mil pesos, o
sea, casi cuatro millones de la actualidad. Mientras que los
senadores y diputados, percibían un sueldo de 4 mil 800 pesos
anuales, o sea, dos millones de hoy.

Un general de brigada y de división, 4 mil 500 y 6 mil pesos


anuales, respectivamente, o cerca de dos y tres millones de hoy.

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