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Fichas Sobre Bien Común
Fichas Sobre Bien Común
Y nuestra época, animada por el tecnoentusiasmo asociado a la cultura digital, quiere otra
vez explorar ese inmenso territorio invertebrado y siempre ignoto de los aprendizajes no
reglados, las prácticas informales y los intercambios entre pares. (pp. 169) La gestión
debería contemplar de alguna manera la articulación e integración de formas de
aprendizaje, agencimientos y producción de bienes, sentidos y valore reglados, profanos y
que provenga de procesos y comunidades de afectados.
Las dinámicas de educación expandida, que se extienden y crecen como hemos visto a
través de las rendijas de la institución escolar son en sí mismas tomas de contacto con
prácticas muy ligadas al aprendizaje procomún. Hablamos de la enseñanza que producen
por sí mismas aquellas organizaciones de colectivos que reaccionan a una marginación
desde la autoconciencia y se coordinan para aprender los conocimientos y técnicas que
les son necesarios para visibilizar y problematizar su realidad. A diferencia de la
educación expandida, que tiene una conexión directa con la educación institucional, el
aprendizaje procomún es autónomo y viene motivado por el propio colectivo de
"aprendices" que son conscientes de su necesidad de organización entre pares para
"mostrar" en el sentido de "enseñar" su causa a la sociedad cuyas perspectivas pretenden
ensanchar. No obstante, a pesar de esta clara diferenciación, cabe mencionar que no
existe, ni es deseable ni tan siquiera posible, un procomún puro pues siempre de alguna
forma convive en un contexto donde lo público y lo privado también influyen como
agentes. (pp. 172)
No necesitamos más casos para ensayar una conclusión. Todos los ejemplos tratados
tienen en común la existencia de una comunidad de afectados que lucha por hacerse oír y
que para conseguirlo optó, entre otros medios, por enmarcar (to frame) los problemas
según otros datos y otra forma de ensamblarlos. Hacerse visibles implicó hacerse
objetivos, dotarse de una identidad tecnocientífica. Hablar con la lengua de los expertos
para cuestionar sus modelos de representación. Tomar la palabra, hacerse visibles, les
obligó a codificar sus problemas en la forma adecuada, pues al igual que un texto
digitalizado puede desplazarse por Internet, también necesita numerosos apaños y no
pocos acuerdos cualquier asunto que quiera movilizarse en los ámbitos de la política, la
ciencia, la economía o la opinión pública. Como demostraron los enfermos de SIDA, la
respuesta siempre está en una adecuada combinación de activismo directo con actividad
tecnocientífica, una mezcla entre lo callejero y lo público. (pp. 174)
Lo que caracteriza entonces los procesos sostenidos por estos colectivos de afectados no
es su aislamiento o pureza, sino por el contrario su habilidad para construir, como es
propio de la cultura amateur, alianzas parciales, intermitentes, frágiles y esporádicas con
otros actores. Ostrom nos enseñó que el fallo más trivial que pueden cometer, quizás sin
intención, quienes observan estas comunidades es confundir bien común con libre
acceso. (pp. 175)
Por otra parte, nuestros casos también prueban la dificultad de trazar la línea divisoria si
no aceptamos que lo público expandido busca la funcionalidad del sistema mientras que
lo procomunal involucra una okupación antes que una extensión. (pp. 176)
Hay bienes cuya posesión no está regulada por los dispositivos de la propiedad y que, en
consecuencia, no evocan los imaginarios de la exclusión, sino los de la cooperación. Hay
mucha propiedad que no es privada. Se puede patrimonializar sin privatizar. (pp. 24)
La economía que regula estos intercambios basa su éxito en la capacidad para atender
necesidades. No está orientada al beneficio individual. La posesión de algo, ya sea un
objeto, una conjetura o una fórmula, implica su intercambio porque sólo se es dueño de
aquello que se comparte. Así sucede en los espacios del software libre, donde nadie
puede acreditar la creación de una línea de código más que regalándola, pues en el acto
mismo del donar queda registrada la hora e identidad del donante. (pp. 24)
Las cosas que circulan fuera del mercado viajan con mucha historia, están preñadas de
símbolos no desagregables. En ese otro mercado, los bienes circulan sin conformar una
comunidad de consumidores o de propietarios. (pp. 25)
Entonces ¿Qué puede significar hoy darse el procomún, pagar por él, contribuir a su
creación, posibilitar su uso, potenciar su despliegue? (pp. 31)
La sociabilidad es un endeudamiento que ata a un objeto inalienable. El donante mantiene
como suyo lo que acaba de donar: dar nunca es abandonar. (pp. 31)
Entonces, contraefectuar es un gesto que se compadece con acciones del tipo sacar a
flote, sacar a primer plano, dar un paso al frente o practicar el claroscuro. Prácticas que
comparten la idea clave de lo que queremos decir: hacer visible algo mostrando el
contexto de donde sale. (pp. 35)
Lo decisivo, lo que les distingue de un club o una empresa, es su habilidad para situarse
fuera del mercado, lo que implica interrumpir los ciclos de acumulación individual para
inaugurar los de empodeamiento colectivo. (pp. 38)
LAFUENTE, Antonio
2007 “Los cuatro entornos del procomún”, Archipiélago, [on-line], 77-78: 15-22, [citado
02-07-2017], disponible en: http://hdl.handle.net/10261/2746