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LA BODA PERDIDA

Comedia brillante
en dos actos
de
Stefania De Ruvo

deruvostefania@gmail.com
Registrado Siae n. 923439A
Una boda se cancela a último momento y a los ex futuros cónyuges no se los puede ubicar ni en la
iglesia ni en la casa, lo cual genera la duda sobre quién dejó a quien. Al enterarse de esto, un grupo
de mujeres relacionadas con la ex futura esposa, se confiesan y hablan con ironía de sus relaciones,
de sexo, e inclusive, de sus miedos. La única presencia masculina resulta ser un vecino de la casa,
que aparece en un cameo a fin de presentar el punto de vista de un varón. Es una comedia
desopilante pero plantea temas importantes como la emancipación femenina y la violencia contra
las mujeres.
Protagonistas:
MUJERES de 35 a 50 años, con un abanico de relaciones desastrosas; y solamente un HOMBRE.
CLAUDIA: Amiga de Juana, seria, soltera, dedicada a su carrera profesional, un poco
conservadora y anticuada.
INÉS: Amiga de la novia, madre y ama de casa, algo ingenua; sometida tanto al hijo
como al esposo.
DÉBORA: Amiga de Juana, separada, con una vida sexual plena y sin compromisos.
SUSANA: Una vecina de los novios, confiable y frontal.
FRANCO: Marido de Susana, gentil y amable, pero un poco aburrido.
Escena:
Living de los novios, con sofá, mesita con sillas y algunos muebles.
I acto: Living decorado con mal gusto, como si fuera una caricatura de un casamiento,
con papel crepé, serpentinas y globos.
II acto: El mismo living, pero limpio y en orden.
Bastidores:
A la derecha – Entrada a la vivienda
A la izquierda – La cocina y otras dependencias del departamento.
Vestuario:
I acto: Todas las mujeres vestidas para un casamiento.

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II acto: Todas las mujeres vestidas con ropa de calle. Franco, con ropa de entre casa y
delantal de cocina.

PRIMER ACTO
Las actrices entran en escena y empiezan a hacer chistes, luego comentan que estos no son
apropiados teniendo en cuenta la edad de los novios. Las acciones que sostienen los diálogos se
concentran en la limpieza del living; si fuera necesario, van a vaciar las bolsas con residuos, y
volver a recoger el contenido, como broma o como distracción.

ESCENA 1
Entran Claudia, Inés y Débora
Claudia: ¡Pero qué quilombo, qué confusión! ¿Quién hizo este desastre?
Claudia entra con dificultad; la siguen Inés, toda erguida, y Débora, divertida. Mientras las dos
primeras hablan, Débora empieza a tocar todo y se detiene en los globos.
Inés: Los elementos típicos de un casamiento. Primero, papel crepé en los muebles;
segundo, globos; y finalmente, serpentinas en cantidad.
Claudia: ¿Típicos para quién!?! ¡Más que un casamiento parece un carnaval!
Inés: Pero nosotros siempre hicimos así. ¿No, Débora? También para vos decoramos la
casa así y te gustó ¿No?
Débora: Exactamente igual, pero yo tenía 20 años ¡Y era una idiota!!
Claudia: ¡Exactamente! Es cosa de jovencitos. ¿A vos te parece apropiado en el departamento
de Pablo y Juana? Él es un gerente y ella trabaja como ayudante de cátedra en la
universidad. ¡Se imaginan ustedes qué papelón iba a ser si el honorable rector se
encontraba en medio del honorable papel crepé!
Débora: ¿Y por qué razón, según ustedes, los colegas japoneses de Pablo sabrían reconocer la
diferencia entre este globo, ignífugo… estimulante…, anatómico, superligero…?
(Lo toca con aires de experta y lo hace explotar) ¡Uy!
Inés: No es mi culpa si decidieron casarse con diez años de retraso respecto a todos los
demás amigos del grupo. Desde el último casamiento, yo conservé todo en el garaje,
durante 9 años y 10 meses.
Claudia: Podrías haber tirado todo o darle alguna otra utilidad.
Débora: Me la imagino a Inés yendo a Cáritas con una cajita de esos globitos (se ríe). Pero
estos son de buena calidad, resisten después de diez años. (juega con los globos)
Inés: Yo no fui la que infló “esos” globitos. Mi marido los quería, si hubieran visto como
se reía.
Débora: ¡A lo mejor se acordaba de los viejos tiempos!!

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Inés: ¿En qué sentido decís?
Débora: Bueno, tu marido de joven era famoso por esmerarse o, por lo menos, ¡por prenderse
en todas! Cuando eran jovencitos, tu esposo y mi ex salían todas las noches. ¡Todos
los fines de semana reservaban un lugar en una discoteca!
Inés: Tiempos antiguos. Ahora vive feliz en casa, conmigo y nuestro hijo. Prefiere
quedarse en el sofá, mirar la televisión… en pantuflas… con la play… ¡De hecho, ya
no lo gusta salir!
Débora: ¿Ni siquiera le gusta ir al cine o salir de paseo? ¡Pero vamos! ¿Hace cuánto que no
salen solos, que no van a ver una película o a comer afuera?
Inés: Desde que nació José, que siempre fue un niño inquieto. ¡Es difícil salir con él!!
Débora: ¡Pero ya tiene 21 años!!!
Inés: Sí. ¡Pero para nosotros sigue siendo nuestro nene!!
Débora: ¡Podías haberle regalado los globitos a tu hijo!! ¡Para que tu nene no haga otro nene!!
Claudia: ¡Terminala Débora y ponete las pilas! ¡Yo saco el papel crepé de los muebles,
ustedes desháganse de esos globos y de las serpentinas!
Débora: Yo me ocupo de los globitos ... ¿O querés ocuparte vos Inés?
Débora le tira un globo e Inés lo esquiva con cara de asco.
Débora: Vení para acá Inés, agarrá esto.
Sigue una pequeña pantomima entre Débora y Inés, que juegan con los globos, los hacen
explotar y desparraman el polvo. Claudia las mira perpleja y se retira de la escena. Débora
pincha un globo con un enorme alfiler.
Inés: ¡Qué lastima me da hacer explotar todos estos globos! ¡Cuando era chiquito, mi hijo
lloraba cuando se le pinchaba uno!
Débora: Creéme Inés… ¡si se le llega a pinchar uno ahora también va a llorar!
Inés: ¡Pero que decís! Mirá Débora. ¡Yo sé bien que mi hijo ya no es un nene!
Débora: Sí, pero si se le llega a pinchar, tu hijo va a tener un nene. ¡A los nueve meses!
Claudia vuelve a escena con una bolsa de basura, una escoba, una palita y un trapo.
Claudia: Ustedes dos, déjense de hacerse las tontas, y denme una mano con la limpieza...
Claudia reparte los instrumentos de limpieza.
Claudia: No hay nadie en el departamento; encontré esto. ¡Limpiemos todo antes de que
vuelvan Juana y Pablo! Agarrá Inés (le alcanza una bolsa de residuos)
Inés: ¡Yo me ocupo del papel crepé!
Débora: Y yo de los globos… ¡Mucho más divertido!!

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Las tres mujeres se poner a limpiar, a retirar el papel crepé y a sacar las serpentinas, utilizando
también la escoba.
Inés: La verdad que es una pena echar a perder un trabajo tan bien hecho!
Débora: Realmente una obra de arte: una mezcla de Salvador Dalí y Rocco Siffredi.
Inés: ¡Lo conozco a Salvador Dalí! Es ese pintor con bigotes bien largos! Pero al otro...
Débora: Quedate tranquila. ¡El otro también tiene algo largo!!
Claudia: Débora dejá de pavear con Inés y dedicate a tus tareas.
Débora: No estoy paveando Claudia, le estoy enseñando a Inés un poco de cultura moderna.
¿El cine no es acaso el séptimo arte?
Claudia: No ese tipo de cine.
Inés: ¿Por qué? ¿Quién es? ¿Un actor de películas de terror?
Débora: No exactamente, pero... ¡Podría dar miedo, sí!!
Inés: ¡Ah! ¡Entendí! Es uno de esos actores… ¡La verdad que sos tremenda!! Yo nunca vi
ese tipo de películas. Esteban dice que no son aptas para una mujer.
Débora: Y para decírtelo, tuvo que haberlas visto todas él, una por una. ¿No es cierto? De
todos modos, si llegás a cambiar de idea y querés cultivarte en la materia, yo tengo
una colección completa.
Inés: Gracias Débora, sos muy gentil, pero no creo que sea el caso.
Claudia: ¡No exageres, Débora!
Débora: Lo reconozco, no tengo la colección completa, solamente un par de títulos. Para las
noches en que no pasa nada ¿Sabés? (se pone en pose y espera ver la reacción de
Claudia por el chiste)
Claudia: No me causa gracia ese chiste y, por otro lado, vinimos acá a trabajar y no para que
te pongas a boludear con Inés.
Débora: ¡Pero Claudia! ¡Solamente me estoy divirtiendo! Inés me hace la gamba como
ninguna otra; con ella tengo ganas de joder todo el tiempo.
Claudia: Tratá de contenerte entonces, y además, tenemos que terminar la limpieza antes de
que vuelvan Juana o Pablo.
Débora: Yo no creo que Pablo regrese. ¡No después de lo que hizo!! Haber dejado plantada a
Juana.
Claudia: Me parece que tenés razón. Si yo fuera Pablo no aparecería y sería lo lógico que
tampoco Juana apareciera. No puedo ni imaginarme el mal momento, la vergüenza
que habrá sido para ella.
Débora: Ella no tiene nada de lo cual avergonzarse. El único que tiene que sentirse mal es
Pablo.

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Claudia: Por otra parte, estoy realmente preocupada por Juana. Abandonada de esa forma...
Inés: ¡Entonces fue Pablo!!!!
Claudia: Pero claro, no pudo haber sido de otra forma.
Débora: Yo tampoco tengo dudas.
Inés: ¡Cómo se debe sentir la pobre Juana!!!
Susana: (fuera de escena) La puerta está abierta. ¡Mi llave no sirve!!

ESCENA 2
Entran la vecina de los novios (Susana)
Susana: ¡Ah, son ustedes!! ¿Cómo es que entraron y qué están haciendo aquí?
Inés: Vinimos a limpiar. Pablo me había dado una llave para que hiciera la decoración del
living. Y ahora me pregunto... ¡Para qué me hizo trabajar tanto si pensaba abandonar
todo!
Susana: Un gusto, soy Susana, la vecina de Juana. Vos debés ser Claudia, su compañera de
trabajo.
Claudia: Mucho gusto ¿Nos conocemos de algún lado?
Susana: No, pero Juana me habló un montón de todas ustedes. Es como si ya las conociera.
Débora: No vayas a creer todo lo que te contó.
Susana: ¿Débora? ¿Adiviné?
Débora: Sí.
Susana: De vos me dijo que sos una mujer que sabe divertirse.
Débora: Lo tomo como un cumplido.
Susana: (hacia Débora) Ya me caés simpática. (hacia Inés) Y vos entonces sos Inés.
Inés: Exacto, pero... ¿Cómo hiciste para saber?
Susana: No fue tan difícil. En tu estilo, vos también sos inconfundible. No veía la hora de
conocerlas personalmente, pero esperaba que ocurriera en una situación, como decir,
más normal. No me gustaría ser tan explícita, pero hoy en la iglesia se produjo un
gran despelote.
Débora: A Juana le tocó la peor parte, pero Pablo nos hizo una broma fea a nosotras también.
Susana: La “broma” me la hizo a nosotros y a toda su familia. Pero por otro lado, no tenemos
certeza de cómo se dieron las cosas.
Inés: Tiene razón Susana. Ninguno de los dos se presentó y, por lo tanto, no sabemos
quién dejó a quien.

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Débora: Yo no tengo ninguna duda. ¡Paolo se borró!!
Claudia: Sí. ¡No hay otra explicación!!
Susana: Sin embargo, yo tengo mis dudas.
Claudia: No entiendo Susana. ¿Por casualidad, vos sabés algo? Si es así, tenés que contarnos
todo.
Susana: De acuerdo. Juana me envió un mensaje hoy a la tarde. Yo ya estaba en la iglesia,
había pasado media hora desde el comienzo de la ceremonia y no aparecía ninguno
de los dos. Lo único que decía el mensaje era que el casamiento había sido
cancelado, sin explicar el motivo ¿Ustedes entienden? Me pidió que lo comunicara a
todos los invitados y que los llevara a la sala de recepción. ¡Porque ya estaba todo
pago!
Débora: Pero más bien, si ya se abonó todo...es una pena desperdiciar todos esos manjares
¡Regalos de Dios!!... ¿A qué hora sirven la cena?
Inés: El casamiento estaba previsto para las 4 de la tarde en punto, una hora de ceremonia,
digamos una hora y media, más otra hora para las fotos, también dos. En el salón nos
esperan a partir de las 19, el aperitivo de pie, y después la cena sentados a las mesas.
Mucho pescado. ¡Me lo dijo Juana!!
Débora: Me encanta el pescado, especialmente las entradas, digan que también nos van a
servir ostras….¡Ustedes sabían que son afrodisíacas!!
Claudia: ¡Débora!!! (Débora se encoge de hombros)
Susana: Yo nunca había asistido antes a un casamiento cancelado. Los invitados abandonaron
la iglesia al son de la marcha nupcial. ¡Había alguno que marchaba siguiendo el
ritmo!
Claudia: Al principio, yo no lo podía creer; traté de comunicarme con Juana, pero no
respondía. Lo primero que hice fue avisar a sus padres; su mamá casi se desmayó. El
papá la llevó afuera, y yo me encargué de comunicar la noticia al resto.
Susana: Yo sospechaba algo; estaba bien que la novia se hiciera esperar, pero el
novio...tampoco apareció.
Débora: Era algo surrealista. El señor del órgano, después de tocar cinco veces consecutivas
la marcha nupcial, empezó a tocar temas a pedido de los invitados. Yo le pedí “Como
una virgen”
Inés: En cambio yo quería escuchar una canción de Massimo Ranieri.
Susana: Lo único que faltaba es que se pusiera a tocar “Perder el amor”. Hubiera sido
realmente la canción indicada para la ocasión.
Claudia: Me pone contenta que se hayan divertido, pero para mí es algo tremendo. Tuve que
decirles a todos que no iba a haber casamiento; a los amigos, a los compañeros de
trabajo, a los parientes que hicieron kilómetros para estar allí.

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Susana: Quien lo tomó peor fue la tía María. Al principio, se resistió a creer que Pablo, su
sobrino preferido, no se iba a presentar; pero una vez que se dio cuenta de que era
verdad, empezó a tirar arroz a todos los invitados. ¡Se puso como loca!! Tuve que
tratar de calmarla y retirarla a la fuerza para que todos pudieran salir ilesos.
Claudia: Era una guerra. Cuando los parientes entendieron que ni el novio ni la novia iban a
estar, empezaron a echarle la culpa a ella o a él, según donde estuvieran sentados. El
ruido que hacían al hablar era más alto que el sonido de la música.
Inés: El cura tuvo que echar a todos bajo la amenaza de la “perdiciónnn eternaaaa”
Claudia: Pero afuera la cosa se puso todavía peor. Toda esa gente, todo ese arroz. Después de
que ustedes se fueron, empezó un fuego cruzado.
Inés: Son las seis. ¡Si nos apuramos quizás podamos disfrutar algo del aperitivo!!
Susana: Sí, sí, me encantan los canapés. ¡Esos bocaditos se comen con una sola mordida!!
Inés: No veo la hora de ir al salón. Dicen que se come muy bien, pero aunque no sea
cierto, por lo menos no voy a tener que lavar los platos ¡Mi marido está en contra del
uso del lavavajillas!
Susana: ¡Ustedes no tienen lavavajillas!
Inés: Sí que tenemos, pero él dice que no lava bien y que consume mucha agua. Para él, es
mejor si los platos los lavo yo...dice lo mismo del lavarropas.
Susana: Bueno, en casa una vez se rompió el lavavajillas y comimos con platos de plástico
durante un mes. Si se llega a descomponer el lavarropas, si es por mí, mi marido
puede salir desnudo a la calle.
Inés: ¡Yo nunca podría actuar así!!! Las tareas domésticas no me pesan; son mi deber. Mi
esposo sale a trabajar y trae dinero a casa ¡Yo me quedo y me ocupo de la limpieza y
de nuestro hijo!
Susana: ¿Y el pito? ¿Lo usa alguna vez?
Inés: ¡Eh?!?
Susana: Nada, nada… (se dirige a las otras mujeres) ¿Entonces, qué hacemos? ¿Vamos a
comer? ¡Yo tengo un hambre!! ¡Hoy no almorcé!!
Débora: ¡De verdad, yo también tengo hambre!!!
Claudia: ¿Les parece que es momento de pensar en comer?
Susana: ¿Por qué no?
Claudia: ¿Ustedes no piensas en Juana? ¡¿En cómo debe estar en este momento!?!
Abandonada después de 10 años de noviazgo ¡Debe estar destruida! Susana, ¿vos le
hablaste?
Susana: No, ya te dije, solamente me envió un mensaje y cuando traté de comunicarme, el
celular estaba apagado (enciende el celular y lee) “No va a haber casamiento,

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avisales a todos; yo no puedo hacerlo. No desperdicien el salón de fiestas. Está todo
pago.”
Débora: Escuchaste Claudia ¡Juana no quiere que desperdiciemos la cena de pescados!!!
Susana: Estoy de acuerdo, es una lástima tirar comida, encima deliciosa.
Claudia: Susana, tratá de comunicarte de nuevo.
Susana: (trata de comunicarse y desiste) Nada. ¡No responde!!!
Claudia: ¿Y llamarlo a Pablo? ¿Qué dicen ustedes? ¿Será oportuno?
Susana: ¡Yo no tengo ganas!! ¡Llamá vos! (le da el celular a Inés).
Inés: ¿Yo? ¡No voy a saber qué decirle!
Susana: Entonces llamá vos (le pasa el celular a Claudia)
Claudia: ¿Yo? No, no puedo.
Susana: ¿Quieren que llame yo? Pero les advierto que no sé contenerme.
Débora: ¡Me encargo yo! (toma el celular y todas se le acercan en silencio; se siente que está
llamando, pero nadie responde) Nada. ¡Pablo tampoco responde!
Susana: ¡Hace bien en esconderse!! ¡Yo pensé que algunas cosas solamente pasaban en las
películas!
Inés: Sí, como en “¡Novia a la fuga!!”. “El graduado” o “Shrek”. Ella se está por casar con
otro, pero su amor verdadero llega justo a tiempo. ¡Y se escapan juntos!!! ¡Qué
romántico!
Claudia: Lástima que en este caso no apareció el amor verdadero. Es más: ¡no apareció
nadie!!!
Débora: No tiene nada de romántico el ser abandonado. Pensándolo bien, aquí tenemos a
alguien que vive la historia de esa película.
Inés: ¿Quién?
Débora: ¡Vos Inés!!
Inés: ¿Vos creés? ¿Qué película? Cenicienta…
Débora: ¡Tu marido es igualito a Shrek!!!
Inés: ¿Aguerrido y romántico?
Débora: ¡Feo y desagradable! ¡Prácticamente un orco!
Inés se da vuelta ofendida y retoma las tareas.
Débora: ¡Vamos Inés!! ¡En el fondo, era el compinche perfecto de mi ex!!
Claudia: Estamos acá por Juana. ¡No para hablar mal de los hombres!!

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Susana: ¿Pero por qué no? ¡Calmate Claudia! Mientras ordenamos este lugar podemos
tranquilamente charlar.
Débora: Está bien, ahora le dejo un mensajito al pelotudo de Pablo
Débora enciende el celular y empieza a marcar
Débora: ¿Qué le escribo, chicas? Si fuera por mí, lo insulto de pies a cabeza.
Inés: Yo comenzaría en forma genérica. “Hola Pablo. ¿Cómo estás? ¿Qué andás haciendo?
Débora: ¡Claro! ¿Por qué no le preguntás cómo le va en el trabajo? ¡No jodamos!!
Claudia: Escribí lo siguiente.
Débora: Dictame, por favor.
Claudia: “Somos las amigas de Juana. No sabemos qué pasó entre ella y vos, pero estamos
preocupadas por Juana. No volvió a su casa. Te pido que respondas y te hagas cargo
del asunto”
Débora: OK…. Ya está, mensaje enviado.
Silencio.

ESCENA 3
Susana hace explotar un globo.
Claudia: No puedo creer lo que pasó. De todas, era la pareja más armónica, siempre juntos,
nunca se los veía enojados ¡Reconozco que a veces llegué a envidiarlos! No me
esperaba esto de Pablo...
Susana: No deja de ser un hombre. Sabemos con qué órgano razonan los hombres. Cuando
razonan.
Inés: ¿Quién se imaginaba que esta pareja iba a terminar así?
Susana: ¡Hacían una linda pareja, pero tan silenciosa! Yo vivo acá al lado y nunca los
escuchaba, ni de día ni de noche. No sé si me explico.
Débora: Tan claro como el agua. Las paredes parecen muy delgadas. ¿Estás segura de que no
se escuchaba nada?
Susana: ¡Ni siquiera un suspiro!! ¿No es cierto Franco? (acercándose al foro)
Franco: (fuera de escena) ¡Es verdad, Susana! ¡Nada, ni siquiera un suspiro!!
Claudia: Pero qué está pasando...
Susana :Es Franco, mi marido.
Claudia: ¿Se escucha todo?
Débora: ¡No me digas que tu marido escuchó todo! ¿Inclusive que me gustan...los pintores
con los bigotes bien largos?

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Susana :Sí.
Inés: Y cuando yo dije que entre mi marido y yo...
Franco: (fuera de escena) Sí, pero no se preocupe. Es normal, después de tantos años de
matrimonio.
Susana: ¿Y quién lo dijo? ¡Linda excusa!
Inés: ¡Ay qué vergüenza!!
Débora: (gritando) Bien, ya que anda escuchando todo, ¿por qué no viene para acá?
Franco: (fuera de escena) ¿Ahora? No, gracias. Tengo que esperar que el lavarropas se
detenga, para poder tender la ropa.
Inés: (a SUSANA) ¿El lavarropas? ¿Tu marido?
Susana: Yo dije que lo usábamos, no que lo usaba exclusivamente yo.
Claudia: Por lo menos, tu marido va a dejar de escuchar lo que estamos hablando.
Franco: (fuera de escena) ¡Susana! ¿Qué querés cenar?
Susana: ¡Decidí vos! Ahora perdoname, pero estaba tratando de averiguar por qué Juana y
Pablo se separaron.
Franco: (fuera de escena) ¡Hasta luego!
Susana: ¿Dónde habíamos quedado? Ah sí, las paredes. Es muy simple, chicas. Si yo no
escuchaba nada…
Débora: Por eso se separaron...¡Nada de actividad física!
Claudia: ¡Débora!!! ¡Tenés siempre eso en la cabeza!!
Inés: ¿Actividad física? ¡Juana practica zumba!!
Débora: ¡Muy poca!!!
Claudia: ¡Débora!!!!
Inés: Ustedes estaban hablando de actividad física, ¿no? ¡Ah! Estaban hablando de...sexo
(vacila al pronunciar esta palabra)
Débora: Sexo sí, Inés, podés decirlo: seeeeexooooo (se le acerca para fastidiarla)
Inés: ¡Cortala!!
Claudia: Vamos Inés, hace más de veinte años que estás casada. ¡Debés tener sexo con tu
marido!
Débora: ¿Sexo con su marido? ¡Nooo!!! Para Esteban, tener una relación con Inés, es como
encontrar una aguja en un pajar.
Inés: ¡Sin embargo, tenemos!! … De vez en cuando.

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Débora: (a Claudia) Para mí Inés es una mosquita muerta…tranquila en su casa, pero afuera
¡una tigresa!!!
Inés: Esa la entendí ¿sabés? Lamento desilusionarlas, pero yo, en veinte años de
matrimonio, ¡nunca me fijé en otro hombre!
Débora: Yo también soy fiel. Tengo sexo siempre con los mismos hombres. En el fondo soy
ecologista. ¡Me gusta reciclar!
Claudia: ¡Lástima que para cumplir un ciclo te alcanza una estación del año! Y con el vecino
que tenés, estás en el kilómetro cero. ¡El tipo está muy fuerte!!
Débora: ¡Soy ecologista, no vegetariana!!! (se ríe)
Inés: ¿Ahora estamos hablando de cocina?!
Débora: Sí, Inés… de cocina.
Inés: ¡Chicas! ¡Pienso que tenemos que terminar de ordenar la casa!!!
Susana: ¿Y yo qué estoy haciendo? A propósito. ¿Quién me da una mano? (Inés va con
Susana y empiezan a limpiar)
Claudia: Lo que quise decir es que tendríamos que ayudar a Juana a olvidar. Saquemos las
fotos de Pablo, los objetos que le hagan acordar lo vivido juntos. Deberíamos retirar
también todo lo que tenga filo.
Débora: ¡Claudia, no exageres!!
Claudia: Juana ya tiene 35 años, de novia con el mismo hombre durante diez años. Vivían
juntos, compraron esta casa, ella se jugó por él. Además, el reloj biológico empezaba
a repiquetear cada vez más fuerte, y cuando estaba por llegar a la meta (imita una
panza de futura mamá), él se las toma. ¡No es nada fácil encontrar un consuelo!!!
¿Cómo te sentirías, si todo por lo que trabajaste en los últimos diez años, se te
escurriera como agua entre los dedos de las manos?
Débora: ¿Estás hablando de Juana o de vos? No podés comparar un matrimonio y un hijo, con
una relación de pareja que se termina. Y en lo que se refiere a los objetos que
compartieron, deberíamos eliminar todo. ¡Hasta las paredes!
Inés: Quizás tengas razón con los objetos cortantes. Saquemos los cuchillos, las tijeras, la
licuadora. Juana puede llegar a meter una mano adentro. ¡El secador de pelo! Puede
tirarlo en la bañera (corriendo en la habitación). Además, podría querer ingerir los
detergentes.
Susana: Yo me llevo el multiprocesador y la aspiradora. Podrían ser peligrosos.
Débora: ¡Hasta se puede suicidar con una torta de miel o asfixiar con el polvo de la bolsa de
la aspiradora!
Claudia: No cambies de tema, Débora. No estaba hablando de mí. Yo hice una elección y soy
feliz así. Yo misma me satisfago, se entiende lo que quiero decir. Y mi parte materna
la cubro cuando voy a ver a mis sobrinitas.

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Débora: Darle un nombre a tu vibrador no significa tener una relación que te satisface. Y en
lo que respecta a tus sobrinas, no es lo mismo que un hijo propio, sobre todo, si te
encontrás con ellas cada dos semanas ¡para cenar en un Mc Donald!
Claudia: Estoy muy ocupada. ¡Mi trabajo no es nada fácil!
Débora: Lo único que estoy diciendo es que te escondés detrás de tu trabajo; que por otro lado
¿qué te brinda además del stress?.... Vos me contaste que para dormir tenés que
tomar psicofármacos.
Claudia: Yo así soy feliz, pero hablemos de vos.
Débora: No hay nada que decir; yo me divierto.
Claudia: Si vos lo decís. Yo no cambio de hombre todas las noches. ¡Ni siquiera sabés los
apellidos!!
Débora: Si es por eso, muchas veces, ni siquiera me acuerdo de los nombres de pila, pero por
lo menos sé que no se llaman Rivotril, Alplax o Valium.
Inés: Basta chicas. No peleen, ustedes son amigas.
Claudia: OK, OK, haya paz. Somos las dos un desastre.
Débora: Puede ser, pero prefiero estar como estoy ahora y no como estaba hace dos años.
¡Cuando el pelotudo me dejó!
Claudia: ¡Me acuerdo perfectamente cómo estabas!
Débora: Después de 10 años de matrimonio, no perfecto por supuesto, con altibajos, como
todos, ¡me dice que se había enamorado de una veinteañera y que se iba a vivir a
Brasil!
Claudia: No me gustaría entrometerme pero era algo previsible. Lucas siempre fue mujeriego,
lo sabés, todos lo sabemos bien. Antes de estar con vos, no hacía otra cosa que
cambiar de novia. A veces, salía con más de una a la vez.
Débora: Es fácil decirlo con el diario del lunes.
Susana: Es siempre la misma historia. Los hombres nos gustan lindos y atorrantes, y después
queremos que cambien su forma de comportarse.
Claudia: Vos no fuiste la culpable de que tu matrimonio haya terminado. Fue él quien no se la
bancó.
Débora: Cuando Lucas me dejó, no hice otra cosa que darme máquina. ¿En qué me
equivoqué? ¿Qué defecto tengo? Me torturé durante meses.
Susana: ¿Vos te torturaste? ¡Tenías que haberlo torturado a él!
Claudia: ¿Y pasar de la lucidez al delirio? ¿Conviertiéndose en una acosadora?
Débora: ¡No me iba a rebajar tanto! Fue muy difícil, pero terminé asumiendo que el amor se
puede terminar y también los matrimonios.

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Claudia: Sos más sabia que muchos. ¿Sabés cuántas mujeres fueron asesinadas sólo por el
hecho de que sus compañeros no aceptaban el fin de la relación?
Susana: También algunas mujeres pueden volverse peligrosas.
Claudia: ¡Acordate de no contradecirme nunca, Susana!!
Débora: Puede ser que yo haya sido sabia, pero fue duro, muy duro.
Claudia: ¿Cómo pudiste superar el desamor? ¿Hiciste terapia?
Débora: Noooo, no fue la terapia.
Susana: Dejame adivinar. ¿Te conseguiste un gigoló, un Toy boy?
Débora: Casi.
Inés: ¿Te compraste un Game boy? ¿Te compraste ese juguete?
Claudia: No es un juguete sino un joven amante.
Susana: También él se vende.
Débora: Non me compré a ninguno. Simplemente volví a salir y acepté las atenciones de
muchachos lindos, pero sin compromisos afectivos.
Susana: Entendí. Diversión gratuita.
Débora: Diversión recíproca y consensuada.
Inés: ¿Y ahora estás con el toy toy?
Débora: No es un juguete ni tampoco un gigoló. Y además, no estamos juntos. Él no quiere
una relación sería, y yo tampoco, al menos por ahora. ¡Es maravilloso dormir sola!
Sabés que desde que me separé no tomo más ningún ansiolítico. En la cama, leo,
miro la televisión, como algo rico, hago lo que se me da la gana.
Claudia: ¡Y sabemos todas de qué se trata!!!
Débora: Recupero el tiempo desperdiciado.
Claudia: (a Susana) Cada uno sabe cómo reaccionar frente a las dificultades; Débora encontró
la forma: morocho, alto, de buen físico.
Susana: Me gusta ese método. Decididamente es mejor que la psicoterapia.
Inés: ¿Entonces por qué no estás con el boy boy?
Débora: ¡Toy boy o gigoló! Porque él no quiere una relación seria, y yo tampoco, al menos
por el momento.
Inés: Lo lamento Débora. Yo no sabía por qué te habías separado de Lucas.
Débora: Tampoco yo estaba para gritarlo a los cuatro vientos (extiende la mano). “Un placer,
soy Débora. Mi marido me puso los cuernos con una brasileña de 20 años”.
Inés: ¡Pero yo soy tu amiga! ¡Me podías haber contado!

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Débora: Claro que sos mi amiga y me hacés divertir un montón. Y así está bien. No quería
hablar de cosas tristes.
Inés: Yo no sé qué hubiera hecho sin Esteban, sin nadie a mi lado. Fuiste valiente.
Débora: No precisamente sin nadie a mi lado.
Inés: Vos me entendés. No me refería a los amigos... ¡de la cama!
Débora: ¡Inés! ¡Qué son esas palabras!
Inés: Bueno. ¿No se dice así cuando estás con alguien que no es tu novio pero...(con
vergüenza) se hacen cosas?
Débora: ¿Cosas? ¿Qué cosas? (se hace la tonta)
Inés: Si bien mi matrimonio viene durando 20 años, igual te puedo entender.
Susana: Eso sí que es ser valiente: 20 años de matrimonio. Cuando con mi marido cumplimos
30 años de casados, yo quería que me dieran una medalla al valor.
Claudia: Ustedes chicas, son un ejemplo a imitar.
Inés: ¡Gracias! La historia de mi esposo y yo es romántica. ¿Saben cómo nos conocimos?
Susana: Nunca tuve ese placer.
Claudia: Yo tampoco.
Susana: Me encantan las historias románticas.
Débora: ¿Estás segura de que la querés contar?
Inés: Claro. ¿Cómo no voy a querer?
Débora: Si insistís… vamos a necesitar algo de bebida. Ustedes pónganse cómodas, yo voy a
la cocina y vuelvo.
Débora sale de escena mientras las otras mujeres se sientan en el sofá y preparan la mesita.

ESCENA 4
Susana: Me gusta escuchar historias de cómo se conocieron las parejas, especialmente cuando
lo que vino después fue romántico. Franco y yo nos conocimos en el colegio, no fue
un encuentro romántico; fue una gran amistad que fue madurando en algo diferente.
Claudia: ¿Cuánto tiempo llevás casada?
Susana: Casi 30 años.
Inés: ¿Hijos?
Susana: Una… de casi 30 años.
Inés: ¡Pero la tuviste siendo muy jovencita!

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Susana: Te conté que con Franco nos conocimos en el colegio...de cerca. En la práctica,
terminé la secundaria con un festejo especial: una excursión a la sala de maternidad.
Inés: Es lindo tener hijos siendo joven.
Susana: Depende del punto de vista.
Claudia: No parecés convencida.
Susana: No me malentiendan, mi hija es mi vida, la adoro y no sé que habría hecho sin ella.
No tengo el mismo sentimiento por mi marido. A veces pienso en qué rumbo habría
tomado mi vida si mi hija no hubiera llegado tan rápido. Yo era una buena estudiante
¿saben? Quería ir a la universidad; pero por la nena, nos casamos enseguida.
Claudia: ¿No te querías casar con él?
Susana: Sí, pero no tan rápido. En definitiva, si uno no se divierte de joven ¿entonces,
cuándo?
Inés: Para mí, criar a los hijos es el trabajo más lindo del mundo.
Susana: Lo sé, por eso he sido feliz, pero después los chicos crecen. Mi hija creció y se
independizó, y se fue de casa.
Inés: Pero está siempre tu esposo.
Susana: Justamente, para colmo de males, estar a solas con Franco...es un aburrimiento
mortal.
Inés: ¡Pero Susana! ¡Franco nos puede escuchar!
Susana: ¡Miren que él no está todo el tiempo con el oído pegado a la pared! ¡Esa soy yo! Y
además a esta hora, debe estar mirando Master Chef. ¡Quédense tranquilas!!
Claudia: Es el clásico síndrome del nido vacío, Susana. Ahora tenés que reconstruir la relación
con tu marido.
Susana: También podría aplicar la técnica de Débora.
Inés: No, vos no podés buscarte un boy boy. ¡Estás casada hace 30 años!
Claudia: Toy boy o gigoló Inés, toy boy. ¡Oh! Yo renuncio.
Susana: Tranquila Inés, nada de amantes.
Claudia: ¿Estás segura de que Master Chef no terminó?
Susana: (piensa un poco, luego grita) Quedate tranquilo, Franco ¡Nada de amantes!
Franco: (fuera de escena) Ah. ¡Gracias Susana!
Inés: Pero...entonces ¿está escuchando nuestra conversación?
Susana: (grita) Franco. ¿Ya terminó Master Chef?
Franco: (fuera de escena) No, está la publicidad… ah no, acaba de terminar. Ya empezó
Master chef. ¡Hasta luego, Susana!

15
Inés: Sí, pero hablar de tu marido de esa forma…
Susana: ¿Vos te creés que Franco no lo sabe? ¿Pensás que no lo hablé ya con él?
Claudia: Imposible. Es verdad.
Susana: Amo a ese hombre pero a veces parece que.... parecemos dos ruedas que giran a
diferente velocidad.
Claudia: ¡Seguirte el ritmo a vos no es fácil!
Susana: Nuestra hija era como un eje que armonizaba las dos velocidades.
Inés: ¡Basta che non haya un boy boy!
Susana: ¡Ningún Toy boy! En cambio, conocí a Juana. Desde que se mudó en frente de mi
departamento, nos hicimos amigas.
Claudia: Dos buenas vecinas.
Susana: Algo más que eso. Empecé prestándole azúcar, café...saben, ella trabaja mucho y no
hace las compras muy seguido. Después, empecé a convidarle lasañas, pastas al
horno, un postre y, de esta forma, empezamos a charlar. Y así, comenzó a hablarme
de ustedes.
Inés: Sos una buena cocinera. ¡Felicitaciones!
Susana: ¿Yo? No precisamente; merito de Franco. Él es el cocinero.
Inés: ¿Eh?

ESCENA 5
Regresa DÉBORA con una botella y algunas papas fritas.
Débora: ¿De qué están hablando? ¡No habrán empezado sin nosotras!
Susana: Le estaba contando sobre mí… no es tan interesante.
Débora: Pero si nos interesa muchísimo. Vamos Susana, contanos sobre vos.
Susana: ¿Me lo decís en serio?
Inés: No. ¡Ahora me toca a mí! Es una historia divertida. ¿No es cierto, Débora?
Débora: Mmm...… Dejemos que hable Susana; no sabemos nada sobre ella.
Claudia: ¿Pero qué pasa? Vamos Inés, contanos.
Inés: Gracias Claudia.
Susana: Tengo curiosidad, yo también quiero escuchar esa historia, se me hace que es como
un relato policial. Adelante Inés.

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Inés: Pónganse cómodas y escuchen. Antes de conocer a Esteban, yo salía con un grupo de
amigos, los mismos de Débora y Juana; nos encontrábamos en una plaza para
charlar…
Claudia: Andá al grano, Inés.
Inés: Algunos ya tenían auto y una noche empezó a llover a cántaros; así mi mejor amiga,
Silvina. ¿Te acordás de ella Débora? Ahora está viviendo en Córdoba...
Claudia: Concentrate Inés.
Inés: Está bien. Estaba diciendo que… Ah sí, llovía a cántaros y Silvina se había ofrecido
a pasar a buscarme con el auto de su hermano.
Claudia: Que era Esteban.
Inés: No. ¡Déjenme terminar! ¿Ya conté que llovía? Entonces, al momento de salir siento
que suena la bocina, salgo de casa apurada, bajo y me meto rápidamente en el auto.
En ese instante, me doy vuelta, y veo que ese no es el auto de Silvina. Me había
equivocado de vehículo.
Susana: ¡Pero qué papelón!
Inés: El que manejaba era un muchacho que se tuvo que presentar. Era Esteban, el amigo
de un vecino. Esa noche, él se sumó al grupo y nunca más nos separamos.
Susana: Hermosa historia, es romántica en serio.
Débora: Sí, muy romántica. Cambiemos de tema; tenemos que seguir limpiando.
Inés: Todavía no terminé de contar; falta la otra parte.
Débora: No tiene sentido, la historia así es linda, Inés. ¿Limpiamos?
Inés: Débora, dejame terminar; ahora viene la parte divertida.
Claudia: Dejala continuar, Débora. ¿Desde cuándo estás tan pendiente de la limpieza?
Inés: Lo más gracioso es que a Esteban le volvió a pasar lo mismo, 10 años después de
nuestro casamiento.
Susana: ¿En qué sentido lo mismo?
Inés: Un día yo había ido a hacer las compras a un negocio nuevo, lejos de mi circuito
habitual. Tuve que tomar dos colectivos para llegar.
Susana: ¿Por qué? ¿No tenés auto?
Inés: No, nunca saqué el registro de conducir. Esteban dice que no hace falta el auto si
tenés colectivos para ir.
Claudia: No me la distraigan. Inés, seguí contando.
Débora: ¿Y si en cambio seguimos con la limpieza? Miren qué quilombo.
Inés: ¡Débora! ¡Ahora llega lo mejor! Salgo del negocio y veo el auto de Esteban. Me
acerco y veo que estaba una mujer dentro del coche con él. Piensen por un rato que

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ella también pudo haberse equivocado de auto, como me pasó a mí en su momento.
¡Pero esta vez no llovía nada!
Susana: Realmente una distraída… (con cierta incomodidad y mirando a las otras)
Inés: Exacto. Esteban tiene un poder de atracción con las mujeres distraídas. ¡Le pasó dos
veces!
Susana: Con vos y con esa otra.
Inés: No. ¡Dos veces con otras!! Lo volví a encontrar con una mujer en el auto; esta vez a
la entrada de nuestra casa, la señora también se había equivocado, pero en esta
ocasión, llovía.
Débora: Ahora saben que en un día de lluvia el auto de Esteban es mejor que un paraguas.
Inés: ¿Cómico, no?
Susana: Sí, para morirse de risa.
Inés: ¡Ustedes tenían que haber visto la cara de Esteban! Estaba tan avergonzado, porque
además, él no era el distraído.
Susana: Quizás tenía algo que esconder.
Inés: Sí, lo sé. La verdad es que … se puso a conversar con las dos mujeres en vez de
hacerlas bajar del auto inmediatamente. Pero Esteban es así, sociable con todo el
mundo; le gusta hacer nuevas amistades.
Susana: Demasiado sociable para mi gusto. Claro que a vos te tocan todas las “distraídas”.
Claudia: O mejor dicho. ¡Son las que le tocan a él!
Inés: Les había dicho que era una historia cómica. Me gusta contarla a los amigos, pero
solamente si Esteban no está presente. Él no quiere que yo ande hablando, y la
verdad, no entiendo el porqué.
Susana: Yo tengo una hipótesis,(mira a las otras) que me la guardo.
Inés: Cualquiera puede equivocarse, especialmente las que no son de la zona o no conocen
el idioma.
Susana: (a Débora) Explicame que no entendí.
Débora: Se entiende muy bien. Casualmente, las mujeres “distraídas” eran siempre
extranjeras y ligeras de ropa.
Susana: No tengo palabras, realmente una linda historia, bien denominada “romántica”.
(irónica). Prefiero la mía.
Suena el celular de Débora. Entró un mensaje.
Débora: Chicas, Pablo respondió. “Yo no tengo nada que ver, fue Juana la que canceló el
casamiento a último momento. De cualquier manera, yo me fui de luna de miel, solo”

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Susana: ¡Pero qué sorpresa! ¡Fue Juana!! … Pensar de nuevo, de hecho, Juana estaba rara
últimamente.
Claudia: ¿Cómo rara?
Susana: Ya les conté que solía venir seguido a casa para conversar un poco. Bien, en el
último mes, dejó de venir. Le pregunté si pasaba algo y solamente me respondió que
estaba demasiado atareada con los preparativos del casamiento; y yo le creí.
Claudia: Todas le creímos, en realidad organizar un casamiento produce un gran stress. Yo le
ofrecí mi ayuda, pero ella no quiso; decía que tenía todo bajo control. Pero
evidentemente no fue así.
Susana: Siendo que Pablo no la dejó, sino que fue ella quien dejó a Pablo, entonces quizás...
Débora: ¡A lo mejor tiene una relación clandestina!
Claudia: Lamento decirlo, pero otra cosa no pudo haber pasado.
Inés: ¡Pobre Pablo! ¡Cómo se debe sentir!
Susana: ¿En el medio hay otro hombre? ¿Un compañero de trabajo?
Débora: ¡No me cabe la menor duda! En estos casos, siempre hay otro hombre.
Inés: ¡Santo cielo! Se consiguió un Boy boy… no… ¡Un toy toy!
Susana: ¡Inés!
Todas: (en coro) Un toy boy!!

Telón
FIN DEL PRIMER ACTO

SEGUNDO ACTO
Siempre en el departamento de Juana, pero ahora se encuentra limpio y en orden. Las mujeres
están vestidas normalmente. Las acciones se concentran en preparar de comer y en buscar pistas
sobre Juana.

ESCENA 4
En escena Claudia e Inés
Inés: ¿Me podés explicar otra vez qué estamos haciendo acá?
Claudia: No sabemos nada de Juana hace ya tres semanas, no responde al teléfono, nadie de la
familia la vio, tampoco sus compañeros de trabajo. Estamos acá para saber si por lo
menos volvió a su casa o dónde puede estar.
Inés: ¡Entonces por el mismo motivo de la semana pasada, y también de la anterior!
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Se escucha sonar el timbre, Claudia va a abrir, entra Susana con una bolsa de comida, además
de otros ingredientes.
Susana: Hola chicas. ¿Cómo están?
Inés: Bien, pero ¿qué hacés vos acá?
Susana: Hace tres semanas que nos vemos acá, el mismo día de la semana, a la misma hora;
¡pensé que ya se había convertido en una cita obligada! ¡Traje algo para comer! Por
un lado, entradas frías y aperitivos. Y por el otro, lo necesario para unos magníficos
espaguetis con almejas!!
Claudia: ¡Falta solamente la bebida!!
Susana: ¡De eso se ocupa Débora!!
Claudia: ¡Yo bromeaba!
Susana: Yo no… ¡las almejas se acompañan con vino blanco!! ¡Voy a la cocina!! (se retira
de escena)
Susana sale dejando una bolsa.
Inés: (a Claudia) ¿Qué tenemos que buscar? Si se trata de pistas, yo soy muy buena, hace
años que veo En la escena del crimen y La ley y el orden.
Entra Débora (se apoya en la puerta con una botella en la mano)
Débora: ¡El comisario Rex me parece más apropiado!!! ¡Inés, Claudia! ¡Qué lindo verlas,
chicas! (se acerca para abrazarlas)
Claudia: ¡Estoy contenta porque vos también viniste!
Débora: No podía faltar. ¡Me encantan estas noches de jueves, cuando nos juntamos!! ¿Qué
organizaron? ¿Una búsqueda del tesoro?
Claudia: ¡No hagas bromas, Débora! Estamos tratando de saber si Juana volvió a su casa y
cómo se encuentra
Débora: ¡Lo de siempre, entonces!! Está bien; yo traje el vino. ¿Ya llegó Susana?
Inés: ¡Está en la cocina preparando la cena!!
Débora: ¡Voy a ayudarla! ¡Ustedes preparen el aperitivo!
Claudia: Pero realmente, deberíamos tratar de...
Débora: Sí, sí después jugamos.
Claudia: Esto no es un juego; hace tres semanas que no sabemos nada de Juana. Yo estoy
seriamente preocupada por ella.
Débora: Yo no. Debe estar bien acompañada y divirtiéndose. Si ustedes entienden Io que
quiero decir.
Inés: ¿El toy boy?

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Débora: ¡Muy bien Inés!
Claudia: Puede ser verdad, pero eso no me convence para nada. Y aunque fuera cierto, acaba
de tirar por la borda un matrimonio, así de repente.
Débora: Esta bien; reconozco que tendríamos que profundizar. ¿Pero lo podemos hacer con el
estómago lleno? ¡Por favor, Claudia!
Claudia: ¿Cómo hago para decirte que no? ¡Decime cómo hago!
Débora: Nada en particular. Ustedes dos preparen las entradas, Susana y yo nos ocupamos de
la cena. ¿Qué trajo Susana?
Inés: Quiere preparar unos espaguetis con almejas.
Débora: ¿Ella? ¡Oh sonamos!
Vuelve a entrar Susana por el bastidor
Susana: Me pareció escuchar una voz conocida. ¡Ya era hora de que estés acá, Débora!
¿Trajiste el vino? (se le acerca para saludarla)
Débora: Aquí tenés, como te prometí (le alcanza el vino) Me dijeron que estabas en la cocina
preparando espaguetis con almejas. Decime que no es cierto. ¡Que no estás
cocinando vos!
Susana: Claro que no, no soy ninguna loca. Ustedes ya son mis mejores amigas; no las quiero
envenenar. ¡Franco preparó la salsa!
Inés: ¿Y qué hacías en la cocina, entonces?
Susana: Coloqué el agua y abrí una botella de vino; queda media botella todavía.
Inés: ¿Cocinó tu marido?
Susana: Por supuesto. ¿Quién te pensás que cocinó las berenjenas a la parmesana de la
semana pasada? ¿O los profiteroles del jueves anterior? Yo no; ponele la firma.
Inés: ¿Y él cocinó para vos y tus amigas! ¡Pero eso no es normal!
Susana: ¿Por qué? A él le encanta cocinar, yo en cambio soy un desastre. Cada uno hace lo
que más le gusta. Por un lado, Franco cocina; por el otro, yo como y lo felicito por la
comida.
Inés: ¿Y vos ordenás todo después?
Susana: ¿Pero tenés una idea de cómo queda la cocina después? ¡Franco ensucia y limpia
todo!
Inés: ¡Limpia también!
Susana: ¡No es mi culpa! Franco suele echarme de la cocina, dice que está en una fase
creativa y que no quiere interferencias. Yo, como buena esposa, respeto sus espacios.
Claudia: ¡Sos una esposa ejemplar!
Débora: Un mito… inalcanzable, no?

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Inés: ¡Por lo menos, lavás los platos!
Susana: Obvio, siempre y cuando funcione el lavavajillas, si no...
Inés: ¿Si no?
Claudia y Débora: ¡Platos de plástico!!!
Susana: Exactamente.
Inés: Yo no podría nunca.
Susana: ¡Nadie puede alcanzar mi nivel en un día!
Claudia: Hace falta empeño y dedicación.
Débora: Y mucho sacrificio.
Claudia: ¿Qué hacemos ahora? ¿Comemos?
Susana: La salsa está lista.
Débora: Y le agradecemos a Franco. ¿Ya pusiste la pasta?
Susana: No, todavía no.
Débora: ¿Pero el agua ya está? ¿Pusiste la sal?
Susana: Calma, calma… ¡Cuántas preguntas! Sí, el agua está por hervir. La sal no, sí....no lo
sé. ¿Quién te pensás que soy? ¿El chef?
Débora: Perfecto, ahora voy a cambiar el agua y a ponerla de nuevo en el fuego. También me
voy a tomar un vasito de vino, si quedó algo...
Susana: Claro que quedó, por lo menos un vasito más.
Claudia: Esperemos que haya suficiente para dos. Te vengo a dar una mano, Débora.

Salen Claudia y Débora


Vuelve a entrar Claudia
Claudia: Susana. ¿Dónde está la salsa?
Susana: En la bolsa.
Vuelve a entrar Débora
Débora: La salsa no está en la bolsa, Susana.
Susana: ¡Oh, qué macana! ¡La dejé en el fuego!
Claudia: ¿Vos?
Susana: (se ríe) ¡No, Franco! (se acerca a la pared, y grita) ¡Franco, tesoro! ¡Me olvidé la
salsa! (silencio) ¡Franco! ¡Nunca está cuando se lo necesita!
Franco: (fuera de escena) Susana, ¿Qué pasa?
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Susana: Me olvidé la olla con la salsa. ¿Me la traés?
Débora: ¡Y así vamos a conocer a Franco!
Inés: A tu marido le quiero pedir la receta de las berenjenas a la parmesana.
Débora: ¿Te olvidaste del tiramisú? ¡Se lo tendrías que hacer probar a tu marido!
Susana: (grita) Franco, la pasta está casi lista. ¿Cuándo nos vas a traés la salsa?
Franco: (fuera de escena) Ahora no puedo. ¡Tengo las papas en el horno!
Susana: (gritando) Traélas también.
INÉS se pone a preparar las entradas sobre la mesita (canapés y papas fritas). SUSANA se
sienta y empieza a picar un poco.
Inés: Susana. ¿No me das una mano?
Susana: No. Estoy cansada. ¡Estuve trabajando en la cocina!
Débora: (a Susana) Te tendríamos que llamar Narda. ¡Narda Lepes!
Claudia: Débora. ¿Qué te parece si ponemos de nuevo el agua a calentar mientras esperamos
que Franco nos traiga la salsa?
Débora: ¡Y las papas al horno! Yo me ocupo de prenderlo.
Débora y Claudia salen de escena. Inés y Susana siguen preparando las entradas en la mesita
(canapés y papas fritas).
Inés: Yo a veces a estas chicas no las entiendo.
Susana: Están jodiendo. Son buenas chicas.
Inés: Yo seré un poco anticuada, pero para mí la familia es lo más importante. El
matrimonio, los hijos y el hogar son los fundamentos de una vida feliz, y es necesario
hacer todo lo posible para mantenerlos unidos.
Susana: Mirá que también se puede ser feliz si no se vive en la forma “tradicional”.
Inés: Es la única forma que conozco yo.
Inés recibe una llamada telefónica del hijo
Inés: ¡Hola! … ¿Dónde están tus pantalones?!? ¿Recién te despertás? ¿No tenías que ir a
buscar un trabajo? ...está bien, está bien, no te enojes…sí, está bien, tenés razón, no
es problema mío. Si levantás la voz es peor...¿Los pantalones? Sí, están en tu ropero,
te los planché hoy y te los colgué como siempre. ¿Vas a salir? ¿Pero a qué hora
volvés?...Ya lo sé, sos grande y no te gusta que te controlen. No, no te espero
levantada...pero mandame un beso...todo bien, estaba bromeando…no te gustan las
bromas. (corta y vuelva a hablar con Susana). Era mi hijo...es de pocas pulgas…
pero me quiere mucho.
Susana: ¡Por supuesto, Inés!!

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Inés: No me mires así. Sé que no está bien. Mi hijo me trata mal, o mejor dicho, me dejo
tratar mal…pero no es culpa de él; aprendió del padre. Siempre fui ama de casa y
Esteban…de vez en cuando…¡me recuerda que él trae la plata al hogar!
Susana: ¿Y entonces, por qué no saliste a buscar un trabajo?
Inés: Me gusta ser ama de casa, pero en los últimos años…no sé. Yo no trabajo afuera,
pero así y todo trabajo, y lo hago durante todo el día. En casa nadie me ayuda, nadie
levanta un dedo y dan todo por sentado…nunca un “gracias”…una felicitación…
Susana: Pedilas vos las gracias y las felicitaciones, Inés. Hacete escuchar, o si no hacé huelga.
¡Nada de ropa limpia, nada de comida lista! ¡Vas a ver cómo se dan cuenta de todo lo
que hacés por ellos! ¡Vos tenés tus derechos, Inés!
Inés: Es fácil decirlo, pero no sé como hacerlo. No soy como vos o Débora. No tengo la
capacidad de imponerme. ¡No me gusta pelear!!
Susana: No somos tan fuertes como parecemos. Observá a tus amigas: Claudia está sola,
Débora tiene muchos y ninguno a la vez, yo apenas soporto la relación con mi
marido. ¿Vos lo amás al tuyo?
Inés: Fue mi único amor, pero él está cambiado.
Susana: Podés hacerlo vos. Quiero decir, cambiar. ¿Tu marido te hizo algún problema por
venir hoy acá?
Inés: ¡Le dije que iba a visitar a una tía vieja y enferma! ¡Ya es la tercera semana que voy
a verla! ¡Todos los jueves por la noche!
Susana: ¡Caramba Inés! ¡Andás mintiendo!! ¡Entonces vos también sos una sinvergüenza!!
Inés: Y sí, es más fácil decir una mentira chiquita que enfrentar a mi marido con la verdad!
Entran Claudia y Débora con una botella y unos vasos
Débora: ¿Ya está listo el aperitivo?
Susana: Preparé canapés y papas fritas, pero no garantizo nada.
Débora: Perfecto. (ofrece un vaso) ¿El vino seco o dulce?
Claudia: ¡Dulce, gracias!
Susana: ¡Para mí también, gracias!! Propongo un brindis. ¡Por Juana, que con su boda
perdida, nos dio la oportunidad de vernos y de pasar veladas en compañía!!
Todas: (si sirven para beber) ¡Por Juana!
Claudia: ¿No deberíamos buscar alguna pista? ¡Yo sigo preocupada por ella!
Débora: ¡Tranquila Claudia, ahora comamos y después nos ponemos a buscar tu tesoro!
Claudia: ¿Prometido? Entonces pásenme un canapé. ¡Tengo un hambre!
Débora: ¡Muy bien Claudia, relajate!!
Inés: Yo me tomo este vaso y después me voy...me esperan en casa!!

24
Débora: ¡Pero Inés, quedate!
Susana: ¡Llamá por teléfono y decí que tu tía empeoró! O podés decir la verdad. Decí que
estás con tus amigas y que te quedás un rato más.
Inés: ¿Vos decís?
Susana: Vamos Inés.
Inés enciende el celular y llama
Inés: “¿Hola Esteban? Sí, soy Inés...no, ya no estoy con la tía María...estoy en casa de
Juana, ¿te acordás de ella?..., sí, la del casamiento cancelado...sí, el regalo después lo
recupero...no, no estoy sola, estoy con mis amigas...claro que tengo amigas...no...no
digas eso. Ya hice todo, las camisas están planchadas, me quedo un ratito más...no,
no mucho” (cuelga el teléfono y le habla a Susana) ¡No es mucho, pero por lo menos
es un primer paso!!
Susana: ¡Un lindo primer paso, muy bien Inés, tomá, servite un poco de vino!!
Inés: ¡Por Juana!
Todas: ¡Por Juana!
Inés: No pensé que estos encuentros iban a ser tan emocionantes.
Débora: Lo sé, Inés; yo te produzco esa sensación.
Claudia: Me parece que se está refiriendo a.....la conversación que tuvo con Esteban por
teléfono.
Inés: Seguro.
Débora: Yo creía que hablaban de...sexo (vacila a propósito al pronunciar esta palabra,
como lo suele hacer Inés)
Claudia: Te hacés la tonta pero en el fondo sos una buena chica.
Inés: Hablar con ustedes mi hizo replantear algunas cosas. Quizás las pueda manejar
mejor.
Susana: Claro que podés, Inés. Alcanza con que hagas ver quién sos, tus cualidades, Inés!
Inés: ¿Qué?
Susana: Hacete respetar; tanto marido como tu hijo son lo suficientemente grandes para
levantar la cola del sofá y ocuparse de algunas tareas. ¡Sos una ama de casa, no una
esclava! Tomame como ejemplo.
Claudia: No exageres, Susana. Un pasito a la vez.
Débora: Estos encuentros son más eficaces que la psicoterapia. ¿Por qué no nos tomamos un
día entero para nosotras? ¡Solamente mujeres! Puedo hacer una reserva en el centro
de estética: ¡masajes, sauna, baño turco, pileta de natación!!

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Susana: Me gustaría mucho… pero me tengo que preparar; tengo las piernas más peludas que
un mono, para no hablar de la otra zona…
Débora: ¿Por qué no vas al estetista, Susana?
Susana: ¡Por favor! Tengo la piel muy sensible.
Débora: ¿Qué tiene que ver la sensibilidad con el largo de los vellos?
Susana: Cada vez que me saco un pelo, la piel se me inflama; la última vez que fui al
estetista, me dejó las piernas como el hombrecito de Michelín. ¿Vos te imaginás
como quedaría esa zona?
Débora: ¿Y entonces, cómo hacés?
Susana: Un shampoo y listo. ¡Libre y salvaje!
Inés: A mí la estetista me preguntó cómo la quería. Me asusté y me retiré del consultorio.
¿Qué quiso decir cuando dijo “cómo la quería”?
Claudia: Depilada. Hoy se usa así. Las con forma de corazón son para las parejas románticas.
Susana: ¡Entonces, la depilación en forma de flecha es para los hombres que les cuesta
encontrarla! No, gracias.
Débora: Por lo menos los bigotes. ¡Vas a pareces Salvador Dalì!
Inés: ¡Te gusta en serio ese pintor!
Susana: No me depilo...los pelos me quedan bien. Además, no tengo que besar a nadie.
Débora: ¡Pero Susana, no me digas que las cosas van así de mal con tu marido!
Susana: No mal, pero no cambia mucho si tengo pelos o no, si soy gorda o flaca. Me parece
que todo eso para él es indiferente.
Débora: ¿Es poco atento?
Susana: A su manera me ama, está presente, me ayuda en casa pero desde el punto de vista de
nuestra… intimidad. ¡Digamos que es absolutamente monótono!
Débora: Bien. ¡Dale vos una linda sacudida!!!
Susana: Yo ya traté pero él se agita, se siente presionado…
Claudia: ¿Probaste con leer algún libro?
Inés: Está ese libro...del que todos hablan…cincuenta…algo…
Claudia: ¡Cincuenta sombras de gris, Inés! Hay tres: “gris, rojo e negro” y tuvieron una tirada
de best seller!
Susana: Los compré a todos y los puse a disposición de Franco.
Débora: ¿No los leyó?
Susana: Casi todos. ¡Como si fueran compendios! Y además, no eran para mí, sino para él.

26
Débora: ¿Y entonces? ¿Qué efectos concretos tuvieron en Franco?
Susana: Una noche organizó todo. Me preparó una cena afrodisíaca, risotto a los frutos de
mar y espárragos, un buen vino y la atmósfera justa. Ni siquiera habíamos empezado
a comer que me preguntó si yo quería un contrato por escrito.
Inés: ¿Eh?
Claudia: Está en el libro; él le propone a ella un contrato.
Susana: ¡Yo pensé que quería cobrar por cocinar! Por casualidad. ¿También “la palabra” es
algo del libro?
Claudia: Sí. La palabra es un término de seguridad, para detenerse en caso de que el juego se
ponga demasiado pesado.
Susana: ¿Y qué tipo de juego es si hace falta una palabra de seguridad?
Débora: ¿Pero vos leíste el libro?
Susana: Solamente la tapa...¿Me perdí algo importante?
Débora: Nada, quedate tranquila. En el contrato, él le impone a ella toda una serie de reglas:
él decide cómo se tiene que vestir ella, cuánto y dónde debe comer, cuándo y dónde
contactarlo. Guarda si ella llega a engordar, o no responde cuando él la llama.
Susana: ¿De verdad? ¿Estamos hablando en serio? ¿Y a las mujeres les gustaron esos libros?
Claudia: Bien… él la hace sentir muy deseada.
Débora: Yo diría que es más una necesidad de controlar disfrazada de deseo. ¡Sin contar la
violencia!
Susana: Ahora entiendo todo. Después del risotto, me dijo: “¿Qué preferís? ¿Una piña o una
herida?”
Inés ¿Y vos qué le dijiste?
Susana: Le respondí: “Nada, gracias. ¡Estoy satisfecha!”
Inés: A mí estos libros modernos no me convencen para nada. Harmony es mucho mejor.
Susana: Pobre Franco. Se puso tan mal que por una semana no me dejó levantar un dedo; hizo
todas las tareas domésticas y hasta me trajo el desayuno a la cama.
Débora: Casi, casi, valdría la pena.
Claudia: No bromeés, Débora; a las mujeres nunca nos se las golpea.
Susana: No me quería pegar, él nunca me haría daño. Fue solamente un torpe intento de
hacer más excitante nuestra relación...
Claudia: Muy torpe.
Susana: Tiré los libros; es mejor no querer imitar a los “mitos” de los libros o del cine. En
realidad, Franco tendría que agradecer que no tengo con quien compararlo.

27
Claudia: ¿Quéres decir que no tuviste otros hombres?
Susana: Me casé muy joven y Franco fue mi primer amor. En un momento de crisis, se me
pasó por la cabeza traicionarlo, pero después pensé: “¿Y si salgo con otro y me gusta
más? ¿Qué hago?”
Débora: Sí, pero también quedarte con la duda...
Claudia: ¿Y Franco? ¿Él también solamente con vos?
Susana: Creo que sí, por lo menos antes de casarnos. ¡La historia esa de llegar vírgenes al
matrimonio es un bajón!!
Inés: ¿Qué?
Susana: Vamos Inés...Si siempre comiste espaguetis sin nada, ¿cómo podés ser creativa en la
cocina?
Inés: ¡No me van los espaguetis solitos, sin nada!
Susana: Pueden ser también hongos, pero si Esteban probó solamente eso...
Débora: No te preocupes por Esteban. No creo que sea su caso.
Susana: De lo que más me arrepiento es de haber estado solamente con Franco. Ahora para
hacer algo de experiencia, ¡tendría que traicionarlo!
Claudia: ¿A tu edad?
Susana: ¡Mientras hay vida hay esperanza! ¿Querés un consejo, Claudia? ¡Disfrutá ahora!
Claudia: Me gustaría tanto un hombre sincero, leal, fiel...
Susana: Entonces, conseguite un perro. Para vivir una vida en pareja, hace falta pasión,
atracción, movimiento.
Inés: Las mujeres para tener sexo, tienen que sentir algo...
Débora: ¡El orgasmo!
Inés: …de sentimento.
Débora: Chicas, la sexualidad femenina es algo mental, construida con expectativas y
excitación. En cambio, la sexualidad masculina es básicamente hidráulica, la sangre
va al cerebro, o va...ahí.
Inés: Ya no quiero comer más. ¡Voy a buscar pistas para saber adónde fue a parar Juana!!
(Inés empieza a abrir las cajitas)
Claudia: Yo también me sumo a la búsqueda. (Claudia se une a Inés)
Débora: En cambio a mí, toda esta charla me produjo hambre. ¡Uhmm! ¡La verdad están
riquísimos!! ¡Felicitaciones Susana!!
Susana: ¡Gracias! ¡Pero el mérito es de Franco!!
Débora: ¡Tenés suerte!

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Susana: Y sí, después de todo, tengo suerte. Lo tengo que dejar respirar un poco. ¡Es un buen
esposo!! Nadie es perfecto, yo tampoco.
Débora: ¿Entonces, ya no querés “cambiar de cocina”?
Susana: Inclusive la “sopa de siempre” puede ser sabrosa si se la condimenta bien.
Débora: ¡Entonces, ponele mucha pimienta!! ¡Seguramente vas a saber cómo hacerlo!

Entra FRANCO por la derecha


Franco: Señoras, aquí tienen la salsa. Disculpen la demora.
Débora: ¿Y las papas?
Franco: Están en la bandeja.
DÉBORA destapa la bandeja y agarra una papa.
Débora: ¡Uhm deliciosas! ¡Un manjar de los dioses!
Franco: ¡Gracias Débora!
Débora: ¡Ah! ¡Me reconoció!
Susana: Dejemos de lado las presentaciones, ya somos todos conocidos...agregaría que
bastante.
SUSANA agarra la salsa
Susana: Entonces, ¿nadie la va a llevar a la cocina? ¡Yo no puedo encargarme de todo!
INÉS agarra la salsa
Débora: ¿Franco, por qué no se sienta? ¿Aquí a mi lado?
Susana: Portate bien, Débora. Es mi marido
Claudia: ¿Qué tiene Susana? ¿Sos celosa?
Susana: Una cuestión de principios.
Claudia: Franco no parece ser alguien que pueda…ocasionarte zozobra.
Susana: Por ahora no, pero no la conoce a Débora.
Franco: ¿Pero qué decís Susana? Nunca haría algo semejante, mucho menos con tus amigas.
Inés: ¿A usted le gusta hacer nuevas amistades?
Franco: ¡Sí, pero no soy tan sociable como su esposo Esteban!
Inés: ¿En qué sentido?
Susana: ¡Inés, la salsa!
Inés: ¡Ah, sí!

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Inés sale con la salsa
Débora: ¡Entonces todo cierra perfectamente!
Franco: Sí.
Claudia: ¿Usted promete que todo lo que se dijo aquí queda dentro de estas paredes?
Susana: Y entre las paredes del departamento del vecino.
Claudia: Por suerte, hay sólo dos departamentos por piso.
Débora: ¿Y cómo son los pisos? ¿Delgados como las paredes?
Susana: ¡No, los pisos son bien gruesos!
Claudia: Menos mal, este es un edificio de siete pisos...siete por dos, catorce...serían
demasiadas paredes para compartir nuestros asuntos privados!
Débora: ¿Entonces Franco, qué nos cuenta de usted?
Claudia: Que ya no sepamos.
Susana: ¡Claudia!
Claudia: ¿Llegó a escuchar algo que le compete, o no?
Franco: Bueno, en realidad...los diálogos de ustedes eran más interesantes que la televisión.
Susana: ¿Y Master chef?
Franco: Lo grabé para verlo en otro momento.
Débora: ¿Y entonces?
Franco: Al fin entendí por qué encontraba esos libros en todos lados…cincuenta y algo.
Todas: (en coro) ¡Cincuenta sombras de gris!
Susana: ¡Y de rojo y de negro!
Franco: Los encontraba en todas partes, sobre la mesita de luz, en el baño, en la caja de
herramientas, en el bolso de trabajo; una vez encontré uno dentro de la heladera.
Adonde iba, me topaba con una de estas obras literarias. Nunca supe si Susana había
comprado 50 ejemplares...
Claudia: ¡Uno por sombra!
Franco: ¡O eran libros que habían aprendido a caminar!
Débora: ¿Pero los leíste, Franco?
Franco: Y traté, pero eran textos demasiado…
Débora: ¿Demasiado femeninos?
Franco: ¡No, muy malos! ¡Por más que sean libros eróticos, no tienen que estar escrito con
los pies!

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Susana: ¡Te hacés el difícil vos!
Claudia: Gentil y además culto; es muy raro hoy en día encontrar a alguien así! ¡Y ni hablar
de encontrar a alguien fiel!
Franco: Lo reconozco. Solamente tuve una mujer en la vida.
Claudia: ¿Entonces, usted también llegó virgen al matrimonio?
Débora: ¿Susana?
Franco: ¡Por supuesto!
Inés: ¿Qué tiene de extraño?
Franco: Tuteame, Susana. ¡No me hagas sentir un viejo!
Claudia: ¡Y ninguna infidelidad!
Débora: ¿Y justo a nosotras nos lo va a confesar?
Franco: Lo juro: soy fiel y sobre todo, doy una mano. ¡Una gran mano en casa!
Débora: Con esto te ganaste el premio a la mesura. Lo lamento Susana. ¡A Franco hay que
cuidarlo!
Susana: Ahora me lo guardo en una urna, bajo llave. (se acerca al marido y le da un beso)
Franco: Señoras, ha sido un placer, pero ahora las dejo y prometo subir el volumen del
televisor, así pueden charlar en paz. (A Susana) ¡Hasta luego mi vida!
Sale FRANCO por la derecha
Débora: Te lo repito Susana. ¡Sos afortunada!
Susana: Lo sé.
Claudia: ¡Y tratá de no olvidarlo!
Entra Inés por la izquierda
Inés: Chicas, miren esto: entradas al cine ya usadas, una para el teatro, una pila de entradas
a museos y un pasaje aéreo a Barcelona. Es para la semana que viene.
Claudia: (Claudia revisa lo que encontró Inés) Todo para una sola persona...ningún rastro de
quien puede ser el amante.
Inés: El toy boy. ¿Lo dije bien?
Débora: Sí, Inés.
Claudia: Quizás hayamos llegado a conclusiones erróneas; antes le habíamos echado la culpa
a Pablo. ¿Y si no hay un tercero?
Débora: ¿Y cuál fue el motivo de Juana para largar todo?
Claudia: Seguramente no estaba satisfecha con la relación que tenía con Pablo. Por otra
parte, a él siempre lo noté sincero, enamorado, muy atento.

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Susana: ¿Pero en la intimidad? Digamos…en la cama, ¿cómo era?
Claudia: Qué se yo...Juana nunca me habló de eso.
Susana: Capaz que era aburrido.
Inés: ¿Cómo aburrido?
Susana: Sí, aburrido, monótono, uno que se extiende demasiado, no sé si me explico.
Débora: Es verdad; esos que lo hacen durante horas. ¿Para qué? ¡Una se aburre después de un
rato!!
Susana: ¡Y te hace mal a las articulaciones!!
Claudia: Yo no creo que todo esté centrado en el sexo.
Débora: Ya lo sé...¡pero también es divertido hablar del tema!
Claudia: Chicas, encontré un sobre, está dirigido a nosotros. (lo abre) Hay una carta ... de
Giovanna.
Débora: ¿Y qué esperás? Léelo!
Abre un sobre, saca una carta y la lee. Las amigas de Juana escuchan con mucha atención. (se
sugiere música de fondo apropiada)
Claudia: “La noche anterior al casamiento me encontraba en casa, era medianoche; me había
escondido a llorar en el baño, como venía haciendo desde hacía muchos días...yo
quería creer que eran los nervios por el casamiento, pero no lograba convencerme. La
verdad, no quería casarme, ni tener un hijo, pero al mismo tiempo, me sentía culpable
por sentir eso.
Tengo 35 años, soy una novia... lo fui durante 10 años, convivía... habíamos
postergado el casamiento y los hijos para consolidar nuestras carreras laborales y
profesionales, y nadie nos presionó; sin embargo, el tiempo ya se había agotado;
teníamos que casarnos y formar una familia. Pablo aceptó esos mandamientos
sociales con serenidad, yo en cambio no quería eso para mí.
¿Pero como podía dar marcha atrás? El matrimonio ya estaba listo. Había llegado el
año justo: casamiento y después de nueve meses un hijo. Pablo había programado
todo, hasta el parto en primavera…ni mucho calor, ni mucho frío. Ya habíamos
intentado desde hacía varios meses, pero sin resultados. Todos los meses, cuando me
venía la menstruación, yo me escondía en el baño y murmuraba: gracias, gracias,
gracias.
¿Cómo pude ser tan estúpida y permitir que llegara la fecha del casamiento para
después huir? La verdad es que me convertí en Pablo-dependiente; él era tan
decidido, sabía lo que quería; yo creía que para mí no existían alternativas. «¿Qué
tenés ganas de hacer, Juana?» Yo no me atrevía a responder a esa pregunta, y cuando
por fin empecé a responder, lo hice con cautela y me permití expresar solamente
pequeños deseos. Quiero alejarme lo más rápido posible de este compromiso. Quiero
volver a casa y leer un libro. Quiero comprarme una caja de galletitas. Quiero ir al
teatro... hacer un viaje...no quiero un hijo…no me quiero casar.”
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Inés: ¿Entonces, ningún toy boy?
Claudia: No, no hay otro hombre, Inés. Por una cuestión absurda, la sociedad acepta con
naturalidad que un casamiento se frustre por una infidelidad, y no por una elección
consciente de una mujer que desea estar sola.
Débora: Como si provocara más escándalo una mujer decidida a estar sola, que una como yo,
con varios amantes.
Claudia: Miren que nos equivocamos fulero. Primero pensábamos que Pablo le había sido
infiel y la había dejado; después creíamos que Juana andaba con otro.
Susana: Lo importante es aprender la lección; yo soy su amiga y no me di cuenta de nada; es
más, hasta puede ser que haya empeorado las cosas, claro que sin intención. Estoy
casada, tengo una hija, vivo una vida aparentemente tranquila y feliz.
Inés: Bien, ¿no?
Susana: Puede ser que salgamos poco y que no tengamos mucha vida social; pero no al punto
de ser considerados antisociales.
Débora: Claro, ¡corren el riesgo de ser considerados sociópatas asesinos seriales!!
Susana: Quise decir que mi marido y yo nos limitamos a cuidar las apariencias. Parecemos
una familia perfecta y hasta Juana lo creyó. Sin querer, fui para ella un falso ejemplo
a seguir.
Claudia: Un modelo de familia; entiendo lo que querés decir: la familia tradicional.
Susana: No era esa mi intención. No pretendo ser un modelo. También mi marido y yo
tenemos nuestros problemas.
Débora: No existe la familia tradicional ideal.
Claudia: Ninguna de nosotras entendía qué le estaba pasando a Juana. Salimos juntas, pero no
hablamos con total honestidad, y además, ninguna escucha.
Susana: En todo caso Juana tuvo el coraje de parar la pelota a tiempo. Mejor ahora y no
separarse dentro de un año; o peor todavía, seguir para adelante con arrepentimientos
y reproches.
Claudia: Tenés razón, Susana, mejor así. De todos modos, Juana generó un gran quilombo.
Débora: De eso no hay duda; pero ha sido útil y no solamente para ella. Descubrí que mis
amigas no me juzgan.
Susana: Y yo descubrí que puedo ser útil iluminando un poquito a los demás. (le guiña el ojo
a Inés)
Claudia: Susana, sos un mito inalcanzable.
Inés recibe un llamado del hijo
Inés: ¡Hola! (hacia las otras mujeres) Es mi hijo. Decime. Tenés hambre, ¿y entonces?
¿Para qué me llamaste? ... yo no me voy a ocupar; el sánguche te lo podés preparar

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vos solo. Tenés manos, ¿no? (Inés mira a las mujeres, quienes la alientan). Yo ahora
estoy con mis amigas y pienso que no voy a estar para la cena… ocupate vos o decile
a tu papá…es hora de que aprendan…sabés calentar una taza de leche…arreglátelas,
ya estás bastante crecidito.
Susana: ¡Así se hace, Inés!
Claudia: ¡Shhhh!
Las amigas escuchan y hacen gestos, aprobando las palabras de Inés
Inés: Sí, tengo pensado salir seguido. ¿Algún problema? ¡Ah, no me digas! ¿Soy
demasiado grande para salir con mis amigas? Sabés, me parece que tenés razón,
porque tengo problemas de memoria. Me parece que mañana me voy a olvidar de
lavarte la ropa o de prepararte el almuerzo…Perfecto, entonces hasta luego, no me
esperes levantado.
Susana: ¡Muy bien Inés!!
Claudia: ¡Estoy orgullosa de vos!
Débora: Todas estamos orgullosas de vos.
Inés: ¡No tengo ganas de terminar este encuentro ahora! ¿Podríamos ir al cine?
Despacito, las mujeres se preparan, se ponen el abrigo, agarran la cartera.
Débora: Yo estoy lista.
Susana: Yo también, pero metámosle pata porque al regreso nos esperan los espaguetis de
Franco.
Claudia: ¿Pero esta noche, no te tenés que encontrar con nadie, Débora?
Débora: No, con nadie. Decidí bajar un cambio con los encuentros y dedicar tiempo a mi
persona…de otra forma! Ayer me anoté a un curso de aeróbica...en un gimnasio.
Claudia: Espero que no dejes de frecuentar por completo los boliches, justo ahora que decidí
salir un poco...Voy a necesitar algunas instrucciones para conocer a alguien...
Débora: Dejar ahora y renunciar a una “misión imposible” como ésta… ¡Nunca!!! ¡Tenemos
para divertirnos!! ¿Cúando comenzamos?
Claudia: Esta noche no, quedamos en ir al cine con Inés, ¿te olvidaste?
Susana: Bueno está bien, aunque no entiendo todavía. ¡Vamos chicas! ¡Tenemos una hermosa
noche por delante
Claudia: ¡Y ésta es solamente la primera!! ¡Pensar que todo surgió a partir de un casamiento
cancelado a último momento!
Suena el teléfono de Susana.
Susana: (les habla a las otras) Es Juana. (por teléfono) ¡Hola! ¿Qué tal? Sí, todo bien...sí
claro. Sí, estamos en tu casa... ¿Quién? Yo, Claudia, Inés y Débora ...Exacto, estamos
todas. ¿Y vos dónde estás? ... (a las demás mujeres) Está en el pub de la esquina.

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(vuelve a hablar por teléfono). Estábamos por ir al cine y después comernos unos
espagueti con almejas…sí, sí, en tu casa, ¿vos sos de las nuestras? ¿Qué proponés?
¿En serio? ¿Una persona? Ok.
Claudia: ¿Entonces?
Susana: Juana está en el pub. Con una persona.
Inés: ¿Como “una persona”?
Susana: Dijo así: “persona”.
Inés: ¿Está con un toy boy?
Claudia: No, no dijo un hombre, sino persona.
Débora: ¡Caramba! ¡Juana está con una mujer!
Inés: Esta no me la esperaba...una mujer. Ustedes ya son demasiado emancipadas para mi
gusto.
Susana: No me miren a mí, yo soy chapada a la antigua.
Claudia: Entonces, no aprendimos nada; antes de juzgar, ¿por qué no esperamos saber más? O
mejor todavía, ¿si dejamos de juzgar?
Débora: No, no, acá es necesario averiguar. (Claudia desaprueba con la cabeza) Esta historia
es demasiado divertida; primero la búsqueda y ahora el espionaje.
Susana: Nada de espionaje; Juana nos espera en el bar para presentárnoslo...presentárnosla.
Inés: ¿Y la película que íbamos a ver?
Débora: ¿Para qué ver la película si la podemos vivir? ¿Vamos?
Claudia: Yo estoy lista.
Todas las chicas salen, Susana es la última en salir.
Entra Franco por la derecha.
Franco: ¿Adónde van todas tan apuradas?
Susana: ¡A encontrarnos con Juana!
Franco: ¿Volvió? ¿Y cómo está? ¿Y por qué canceló el casamiento en el último minuto?
Susana: ¿Por qué no te ponés a escuchar a través de la pared cuando sí es oportuno?
Franco: ¡Quería que tuvieras un poco de libertad para hablar con tus amigas!
Susana: ¡Qué he hecho yo para merecerte! (le da un beso). ¡Ahora apurate que las perdemos!
Juana está en el pub de la esquina con una, (con énfasis las palabras que están entre
comillas) “una” amiga “muy” particular.
Franco: La verdad que acá es imposible aburrirse. Mejor que una telenovela.
Susana: ¡Y yo no me la quiero perder!! (sale de escena corriendo)

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Franco: ¡Esperame! ¡Yo también voy! (sale de escena)
Telón

FIN

Para representar el guión en la escena, póngase en contacto con su organización local de


protección de derechos de autor y póngase en contacto conmigo en
deruvostefania@gmail.com

Envíame el cartel por correo electrónico o mensajero, los difundiré en las redes sociales y
lo guardaré en mi archivo personal.

Referencias SIAE italia Autora De Ruvo Stefania n.242808


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