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Antología de Fábulas Ritzia
Antología de Fábulas Ritzia
Ritzia Pérez
3ro de secundaria
Lengua materna
7 febrero 2024
Instituto Español de Cultura
Tlaxcala
Índice
• Prologo
• Dedicatoria
• La liebre y la tortuga
• El pastor y el lobo
• Los dos conejos
• El lobo disfrazado de Cordero
• Pastorcitas
• La ratita presumida
• La gallina de los huevos de oro
• Las dos perras
• El cuervo y la jarra
• La lechera
• El asno y el cochino
• La zorra y la cigüeña
• El caballo y el asno
• El León y el ratón
• El hombre que se creía sabio
• Fuentes de información
• Glosario
Prólogo
Reseña
Cuanto más lees, más aprendes, cuantas más cosas aprendes, más viajas. si tu
pasión es leer y seguir estudiando nunca dejes de leer ni mucho menos de
estudiar.
Vale la pena que te roben una sonrisa con historias tan peculiares.
«La liebre y la tortuga»
En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa, porque ante todos
decía que era la más veloz. Por eso, constantemente se reía de la lenta tortuga.
- ¡Miren la tortuga! ¡Eh, tortuga, no corras tanto que te vas a cansar de ir tan de
prisa! -decía la liebre riéndose de la tortuga.
-Pues sí, a ti. Pongamos nuestra apuesta en aquella piedra y veamos quién gana
la carrera.
Todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. Se señaló cuál iba a
ser el camino y la llegada. Una vez estuvo listo, comenzó la carrera entre grandes
aplausos.
Luego, empezó a correr, corría veloz como el viento mientras la tortuga iba
despacio, pero, eso sí, sin parar. Enseguida, la liebre se adelantó muchísimo. Se
detuvo al lado del camino y se sentó a descansar.
Cuando la tortuga pasó por su lado, la liebre aprovechó para burlarse de ella una
vez más. Le dejó ventaja y nuevamente emprendió su veloz marcha.
Varias veces repitió lo mismo, pero, a pesar de sus risas, la tortuga siguió
caminando sin detenerse. Confiada en su velocidad, la liebre se tumbó bajo un
árbol y ahí se quedó dormida.
Mientras tanto, pasito a pasito, y tan ligero como pudo, la tortuga siguió su camino
hasta llegar a la meta. Cuando la liebre se despertó, corrió con todas sus fuerzas,
pero ya era demasiado tarde, la tortuga había ganado la carrera.
Aquel día fue muy triste para la liebre y aprendió una lección que no olvidaría
jamás: No hay que burlarse jamás de los demás. También de esto debemos
aprender que la pereza y el exceso de confianza pueden hacernos no alcanzar
nuestros objetivos.
Moraleja: De poco vale el talento sin esfuerzo. Esta fábula de Esopo nos enseña
que, con perseverancia y con esfuerzo, podemos lograr nuestras metas.
—No grites lobo, cuando no hay ningún lobo —dijeron los aldeanos y se fueron
enojados colina abajo.
Los aldeanos corrieron nuevamente a auxiliarlo, pero al ver que no había ningún
lobo le dijeron al pastorcito con severidad:
—No grites lobo cuando no hay ningún lobo, hazlo cuando en realidad un lobo
esté persiguiendo las ovejas.
Más tarde, el pastorcito vio a un lobo cerca de su rebaño. Asustado, gritó tan
fuerte como pudo:
—El lobo apareció en la colina y ha escapado con todas mis ovejas. ¿Por qué no
quisieron ayudarme?
—Te hubiéramos ayudado, así como lo hicimos antes; pero nadie cree en un
mentiroso incluso cuando dice la verdad.
Moraleja: Nadie cree al mentiroso cuando dice la verdad. Esta es otra de las
mejores fábulas de Esopo y nos enseña que si mentimos, nadie confiará en
nosotros cuando digamos la verdad.
Fabula de Esopo
«Los dos conejos»
En una cálida mañana de primavera, un pobre conejo era perseguido a toda
velocidad por una pareja de perros. Tal era la velocidad que llevaban, que más
que correr, el pequeño conejo daba la impresión de apenas tocaba el suelo con
sus patitas
No obstante, quiso el destino que pasara por la madriguera de uno de sus mejores
amigos, el cual salió para preguntarle:
- Mira bien en el horizonte –dijo casi sin resuello- y verás a los dos galgos que me
vienen persiguiendo.
- Llevas razón amigo, allá a lo lejos se ven dos perros…pero no son galgos como
tú dices, sino podencos.
- Más lo siento yo por ti, ya que a mí los míos me enseñaros que esos perros que
hasta aquí se aproximan, son dos podencos.
Tan enconados estaban en su discusión los dos conejos, que no se dieron cuenta
de que los perros habían llegado, siendo capturados en un abrir y cerrar de ojos.
Moraleja: Nunca hay que dejar que las pequeñas cuestiones te distraigan de lo
que es realmente importante
–Me la enturbias - gritó el feroz animal - y me consta que el año pasado hablaste
mal de mí.
–Pues sería alguno de los tuyos, porque me tenéis mala voluntad todos vosotros,
vuestros pastores y vuestros perros. Lo sé de buena tinta y tengo que vengarme.
Moraleja: Quien muchas trampas hacen termina por caer en ellas. Esta fábula de
Esopo quiere enseñar que la mentira y las trampas siempre nos traerán
problemas. Cuanto mayor sea la mentira, mayor será el daño.
Fabula de Esopo
«Pastorcita»
Pastorcita perdió sus ovejas, y quién sabe dónde estarán.
No te enfades pastorcita, que oyeron tus quejas y ellas mismas bien pronto
vendrán.
Y no vendrán solas, que traerán sus colas, y ovejas y colas gran fiesta darán.
No llores, Pastora, que niña que llora bien pronto la oímos reír y cantar.
y las vio, más dio un grito observando que dejaron sus colas atrás:
Pero andando por todo el rebaño, otro grito una tarde soltó,
Secándose al viento, dos, tres, hasta cien, allí una tras otras colgadas las vio.
Moraleja: Perseverancia
“Ya sé, me compraré caramelos. ¡Oh no!, se me caerán los dientes. Pues me
compraré pasteles. ¡Oh no! me dolerá la barriguita. Ya sé, me compraré un lacito
de color rojo para mi rabito.”
— Ratita, ratita tú que eres tan bonita, ¿te quieres casar conmigo?
Y la ratita le dijo:
—No sé, no sé, ¿tú por las noches qué ruido haces?
— Ratita, ratita tú que eres tan bonita, ¿te quieres casar conmigo?
Y la ratita le dijo:
—No sé, no sé, ¿tú por las noches qué ruido haces?
Y la ratita le dijo:
—No sé, no sé, ¿tú por las noches qué ruido haces?
El cerdo desaparece por donde vino, llega un gato blanco y le dice a la ratita:
— Ratita, ratita tú que eres tan bonita, ¿te quieres casar conmigo?
Y la ratita le dijo:
—No sé, no sé, ¿tú por las noches qué ruido haces?
—Yo maúllo así: miau, miau— respondió el gato con un maullido muy dulce.
La ratita muy emocionada, se acercó al gato para darle un abrazo y él sin perder la
oportunidad de hacerse a buen bocado, se abalanzó sobre ella y casi la atrapa de
un solo zarpazo.
La ratita pegó un brinco y corrió lo más rápido que pudo. De no ser porque la ratita
no solo era presumida sino también muy suertuda, esta hubiera sido una muy
triste historia.
Pero llegó el día en que el campesino quiso más huevos de oro al día. Y tuvo una
idea.
—Si la gallina pone huevos de oro, será porque los tiene dentro… ¿Y si saco
todos de golpe?
Así fue como el campesino avaricioso mató a la gallina y, con ella, su fuente de
riqueza. Desde ese día se tuvo que conformar con huevos de yema.
Moraleja: La avaricia rompe el saco. Esta fábula de Esopo nos enseña que la
persona avariciosa siempre quiere más, y que debemos valorar lo que tenemos.
Fabula de Esopo
«Las dos perras»
una perra acabada de tener unas crías y pidió posada a otra perra amiga, que
aceptó que se quedaran en su hogar. Pero pasado el tiempo, la perra se rehusaba
a salir y seguía en la casa prestada porque decía que sus cachorros aun eran muy
pequeños. Y así, por más que la amiga le decía en buenos términos, ella se
negaba y se aprovechó de la situación, adueñándose por completo de la casa.
Moraleja: ten cuidado a quien ayudas porque en algunas ocasiones pueden ser
personas aprovechadas y que con arrogancia te exigen hacerles un favor.
El cuervo metió aún más el pico y zarandeó la jarra, pero nada… Entonces metió
la pata con la idea de mojarla y poder lamer alguna gota, pero su pata también era
demasiado corta.
A punto estaba de tirar la toalla cuando tuvo una idea. Durante una hora estuvo el
cuervo metiendo piedras en aquella jarra. Era un trabajo lento y pesado, pero al
final obtuvo su recompensa. Gracias a las piedras, el agua subió hasta el borde de
la jarra y el cuervo pudo saciar su sed.
Fabula de Esopo
«La lechera»
Una lechera caminaba canturreando alegremente rumbo al mercado, portando un
cántaro de leche. Iba feliz, pues en su imaginación veía muchas cosas hermosas
en su futuro.
—Como la leche que llevo es de buena calidad —se dijo—, me pagarán buen
precio por ella. De inmediato compraré un canasto de huevos, los incubaré y
sacaré cien pollitos, que me rodearán en el estío.
¡Pobre lechera!… ¡Adiós leche, dinero, huevos, pollitos, lechón, vaca y ternerito!
La imaginativa lechera miró desolada que la tierra absorbía el blanco líquido y que
un perrito hambriento lamía complacido lo que aún quedaba en el suelo.
¡Soñaste demasiado, lecherita ingenua, y por eso viste rotas tus más caras
ilusiones!
Moraleja: Sueña cuanto quieras, pero no olvides mantener los pies en la tierra.
Esta fábula de Esopo nos enseña a huir de las ensoñaciones y a valorar y ser
felices con lo que tenemos.
Fabula de Esopo
«El asno y el cochino»
Envidiando la suerte del Cochino,
un Asno maldecía su destino. -Yo, decía, trabajo y como paja: él come harina y
berza, y no trabaja. A mí me dan de palos cada día, a él le rascan y halagan a
porfía.
Así se lamentaba de su suerte: pero, luego que advierte que a la pocilga alguna
gente avanza en guisa de matanza, armada de cuchillo y de caldera, y que con
maña fiera dan al gordo Cochino fin sangriento, dijo entre sí el Jumento: <<Si en
esto para el ocio y los regalos, al trabajo me atengo y a los palos».
El zorro había preparado una deliciosa sopa, pero la sirvió en dos platos muy
llanos. La cigüeña apenas pudo probar la sopa con la punta de su largo pico. El
zorro, entre risas burlonas, se tomó toda la sopa y al final se lamió y relamió el
plato.
La cigüeña pronto se dio cuenta de la broma de mal gusto que le estaba jugando
el zorro. Sin embargo, disimuló su enojo. Al despedirse, dio las gracias al zorro
dejándole saber que estaba invitado a almorzar a su casa al día siguiente.
Moraleja: No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti. Esta
fábula de Esopo nos enseña a tratar a los demás con respeto y como quisiéramos
que nos trataran a nosotros.
Fabula de Esopo
«El caballo y el asno»
Un caballo y un asno vivían en una granja y compartían, durante años, el mismo
establo, comida y trabajo que consistía en llevar fardos de heno al mercado de la
ciudad. Todos los días practicaban la misma rutina y seguían por una carretera de
tierra llevados por su dueño hasta la ciudad.
Un día, sin darse cuenta, el dueño puso más carga a la espalda del asno que a la
espalda del caballo. En las primeras horas nadie se dio cuenta del error del dueño,
pero con el pasar del tiempo, el asno empezó a sentirse muy cansado y agotado.
El asno empezó a sudar, a sentirse mareado, y sus patas empezaban a temblar.
- Amigo, creo que nuestro dueño se equivocó y puso más carga a mi espalda que
en la tuya. Estoy agotado y ya no puedo seguir, ¿será que podrías ayudarme a
llevar algo de mi carga?
Un día, sin darse cuenta, el dueño puso más carga a la espalda del asno que a la
espalda del caballo. En las primeras horas nadie se dio cuenta del error del dueño,
pero con el pasar del tiempo, el asno empezó a sentirse muy cansado y agotado.
El asno empezó a sudar, a sentirse mareado, y sus patas empezaban a temblar.
- Amigo, creo que nuestro dueño se equivocó y puso más carga a mi espalda que
en la tuya. Estoy agotado y ya no puedo seguir, ¿será que podrías ayudarme a
llevar algo de mi carga?
Moraleja: Cuando ayudes a los demás, tu propio bien cosecharás. Esta fábula de
Esopo enseña que cuando ayudamos a alguien, nosotros también salimos
beneficiados.
Fabula de Esopo
«El león y el ratón»
En un día muy soleado, dormía plácidamente un león cuando un pequeño ratón
pasó por su lado y lo despertó. Iracundo, el león tomó al ratón con sus enormes
garras y cuando estaba a punto de aplastarlo, escuchó al ratoncito decirle:
Fue tanta la risa que estas palabras le causaron, que el león decidió soltarlo.
Al cabo de unas pocas horas, el león quedó atrapado en las redes de unos
cazadores. El ratón, fiel a su promesa, acudió en su ayuda. Sin tiempo que perder,
comenzó a morder la red hasta dejar al león en libertad.
El león agradeció al ratón por haberlo salvado y desde ese día comprendió que
todos los seres son importantes.
Moraleja: Hasta los más grandes necesitan de los pequeños. Esta fábula de
Esopo nos enseña a valorar a todos, sin importar su aspecto o las apariencias.
Fabula de Esopo
«El hombre que se creía sabio»
Vivía en Madrid un hombre al que todos consideraban un zoquete, pero que era
inmensamente rico.
Una vez dentro, cada salón era más grande y ostentoso que el anterior. Enormes
lámparas de cristal colgaban de los techos y exquisitos muebles llenaban todos los
espacios. Estaba claro que el dueño no había escatimado dinero en construir una
de las mejores casas del país.
Un día, un amigo le visitó. Recorrió todas las estancias y con cierta extrañeza, le
hizo un comentario que le descolocó.
– ¡Tienes una casa impresionante! Se nota que has mandado traer magníficos
objetos y las mejores antigüedades de los más recónditos lugares del mundo, pero
no he visto ni un solo libro en toda la casa… ¿Cómo es posible que no tengas una
buena colección? – dijo enarcando las cejas con gesto de sorpresa – Los libros
son los mejores maestros que existen, pues resuelven todas las dudas, abren la
mente a nuevas ideas y nos acompañan toda la vida.
– Bueno… Todavía estás a tiempo. Tienes espacio de sobra para construir una
librería y llenarla de libros interesantes.
– ¡Sí, eso haré! Ahora mismo mando llamar al mejor ebanista de la ciudad para
que haga una librería de madera pulida a lo largo de toda la pared del salón
principal. Después, me ocuparé de comprar por lo menos doce mil libros que
abarquen todos los temas, desde las ciencias a la astronomía, pasando por el
arte, la cocina y los viajes ¡Que no se diga que no soy un hombre culto!
Pasaron los días y los enormes estantes estuvieron perfectamente terminados ¡Ya
sólo le faltaba colocar en ellos los libros!
– Uf, qué pereza tener que ir a comprar tanto libro… – pensó el dueño de la casa –
¿No será mejor poner libros falsos? En realidad, van a quedar igual de bien y
adornarán estupendamente el salón.
Lo pensó durante un rato y al final se decidió.
– ¡Sí, eso haré! Avisaré al pintor que suele trabajar para mí y le diré que coja tacos
de madera de diferentes tamaños, que los recubra con piel y luego escriba uno a
uno, con letras doradas, el título de los libros más importantes de la literatura
antigua y moderna ¡Parecerán tan reales que nadie notará la diferencia!
Tan satisfecho se sentía, que una y otra vez hacía un repaso de todos los tomos,
hasta el punto de que se aprendió todos los títulos de memoria.
– ¡Fantástico! Conozco todos los libros que tengo en la librería. Ahora no soy
solamente un hombre rico, sino un hombre sabio.
Y aquí termina la historia de este hombre, rico pero memo, al que, en realidad,
aprender le daba lo mismo. No fue más sabio por saberse los títulos, sino más
ignorante por despreciar todo lo que en ellos se aprende.
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Glosario
• Estilo llano- se caracteriza por combinar el uso de palabras y expresiones
claras, concisas y coherentes, en una estructura o sintaxis sencilla
• Aleccionadora. Instruir en un saber, una técnica, una habilidad o un
comportamiento.
• Remoloneando dar vueltas
• Enturbiarme Turbar, alterar el orden
• Emblemáticas puede representar a una disciplina artística, un estilo o un
género por su destacada trayectoria
• Piropeando Decir piropos. requebrar, galantear, florear, adular, lisonjear,
alabar, chulear
• Grazno Grito de algunas aves, como el cuervo, el grajo, el ganso, etc.