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Catastro y Valoración.
Catastro y Valoración.
Características y consideraciones
Tabla 1
Coincidencias de las características catastrales con las figuras impositivas
Situaciones
• El valor catastral asignado al inmueble sólo sirve para estimar la base impo-
nible del correspondiente impuesto territorial.
• Ninguna administración, empresa o particular lo empleará en sus trabajos,
con lo que no demandará esa información y tampoco se ocupará de favorecer
su actualización
• La posible falta de rigurosidad en la asignación del valor origina el incumpli-
miento de los objetivos catastrales y ampara la desigualdad en la distribución
de la carga fiscal, no respetando los principios de la Hacienda Pública.
• No deja de recaudarse lo que se haya estimado pues si la base imponible del
impuesto es baja basta con incrementar el tipo de gravamen para que la cuota
total sea la prevista [1]:
• la reducida calidad del existente y las pocas aplicaciones que puede soportar;
• la escasez de recursos económicos y técnicos;
• la falta de una decisión contundente para desarrollar un catastro confiable
que sea fiel reflejo de la realidad inmobiliaria;
• confusión entre la gestión catastral, tributaria y recaudatoria.
Todo ello enmarcado en una preocupante confusión entre las gestiones catas-
tral, tributaria y recaudatoria. Se considera que al transferir la gestión y recauda-
ción de los tributos inmobiliarios debe –también inexcusablemente– transferirse
la gestión catastral a estas administraciones locales.
Cuando los responsables administrativos y políticos de las municipalidades
reciben la documentación catastral, gráfica y literal, generalmente incompleta
e inexacta, auguran que les será de escasa utilidad. Los funcionarios locales, no
especializados en estas materias, encuentran graves problemas para gestionar la
información y, obviamente más, para conservarla, actualizarla y explotarla conve-
nientemente; sin llegar aún a plantearse el imprescindible proceso de coordinación
nacional de cartografía, titularidad y valores catastrales.
La secuencia temporal siguiente suele replicarse en muchos ámbitos espa-
ciales. Los técnicos locales, poco tiempo después de convertirse en responsables
catastrales, tributarios y recaudatorios, conocerán las ventajas –a veces sólo de
“oídas”– que ofrece este inventario detallado y los recursos económicos que
puede generar. Acto seguido deciden actuar, y adoptan o adaptan la normativa
48 Catastro y valoración
• Una cartografía fiable (en su caso) que quizá no tenga relación con la de la
municipalidad colindante, y que cuando se quiera integrar dentro de un marco
más amplio haya que reformarla o volver a contratarla.
• Un sistema de gestión territorial dependiente de la empresa que desarrolló
las aplicaciones específicas.
• Un listado de titulares catastrales que no estará completo y, por lo tanto, no
estarán reflejadas sus propiedades en la cartografía; cartografía que no será
actual cuando se resuelvan los litigios y puedan deslindarse las fincas.
• Una valoración inmobiliaria a la baja que no entorpezca el proyecto en su
conjunto.
19 De acuerdo con las consideraciones de Santamaría Pastor, recogidas por J.F. Fernández “Las
bases de datos catastrales constituyen un bien patrimonial del Estado”, “El Catastro y el justiprecio
del suelo”, Revista de Urbanismo y Edificación – Aranzadi, nº 9, Madrid 2004
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VI ≈ VS + VC
[2]
Como paso previo a un análisis más detallado hay que indicar que el valor
perseguido y calculado es, en la mayoría de las ocasiones, el de mercado, que puede
o no coincidir con el catastral. Éste último se apoyará en una normativa técnica
que permita asignarlo masivamente a todos y a cada uno de los inmuebles, inde-
pendientemente de que entren o no en el mercado (bienes histórico-artísticos que
no pueden venderse), gocen de protección especial (viviendas subvencionadas para
la población con escasos recursos económicos), o no estén sometidos a fiscalidad
tributaria (propiedades de la-s administración-es, bienes de uso público). Todos
han de valorarse mediante un procedimiento reglado y tener como referencia, en
su caso y si así se decide administrativamente, el valor de mercado que alcanzarían
en unas condiciones de oferta y demanda estables.
El valor del suelo responde a una componente espacial muy difícil de cuan-
tificar. Son numerosos los expertos y las escuelas de pensamiento que han desa-
rrollado teorías, más o menos aplicables, que explican su comportamiento: grado
de urbanización, accesibilidad, tamaño del solar, nivel de consolidación, forma
regular, relación entre fondo y fachada, proximidad a uno de los focos de trabajo
de la actividad que se desarrolla, prestigio social o económico, número de peatones
que pasean por ese tramo de vía en el que está ubicado el local comercial, etc.
Muchos de ellos influirán y permitirán generar una cartografía de valores de suelo
tan precisa como se quiera, o como permitan los recursos previstos para tal fin.
Estas características se ponen de manifiesto a distinta escala pues el tamaño
del solar, su forma regular y la relación entre su fondo y fachada (por ejemplo)
son parámetros propios de uno determinado, que pueden o no coincidir con el
resto; por lo que se exigiría, para una correcta valoración del suelo, una d
escripción
precisa e individual del mismo dentro de lo que podría denominarse micro-espacio:
valor por solar/lote. En un segundo estrato se encontrarían los valores comparti-
dos de una zona, paraje, barrio, distrito o grupo de calles, en este caso se trataría
de un meso-espacio, y se deberían tener en consideración factores tales como la
accesibilidad desde el centro de la ciudad, servicios municipales, nivel de renta de
la vecindad, grado de consolidación, etc. Espacios que quedarían comprendidos en
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una visión total de la urbe, dentro de un entorno geográfico más amplio (macro-
espacio), que comparte características comunes: capitalidad, servicios ofrecidos,
calidad en las comunicaciones con el resto del territorio, nivel de empleo, nivel
de industrialización, turismo, etc. (Figura 1).
Figura 1. Ejemplo de formación espacial del valor de suelo urbano: macro, meso y micro espacios.
24 http://www.catastro.meh.es/documentos/normativa/rde_102093_2506.pdf
Valoración catastral 59
Tabla 2
Identificación de los coeficientes correctores: Suelo (CS) y Construcción (CC) que se aplican
en la valoración catastral urbana en España25
Estas últimas cantidades (GP, BP) son de muy difícil estimación, pues no
representa el mismo esfuerzo económico construir en un barrio histórico, con
difícil acceso, problemas derivados de edificios contiguos, etc. que en una zona en
expansión; y tampoco tendrá los mismos beneficios un empresario que asuma un
elevado riesgo frente a otro que haya vendido “sobre plano” su futura obra. La casi
A lo que hay que añadir las especiales relaciones que con la Tierra tienen
algunas sociedades que encuentran en aquella un objeto de culto místico-religioso.
Consecuentemente, a la ya de por sí difícil tarea de valorar los terrenos rurales
se añade la mayor complejidad en la elaboración, gestión y conservación del catastro.
Los modelos de valoración catastral rústica más extendida se pueden agrupar
en tres bloques claramente delimitados:
V = f (X1, X2, …, XN )
[4]
En la que “V” representa el valor del inmueble y “Xi” las variables explicativas
elegidas
Es probable que los futuros procesos de valoración catastral masivos se arti-
culen sobre la base de modelos econométricos, perfectamente referenciados
con el territorio. Pero para llegar a esta realidad será necesario disponer
26 Por ejemplo; para estimar los valores unitarios básicos del suelo rural y subrural en la ciudad
autónoma de Buenos Aires (Argentina) el procedimiento previsto es: “…determinar según el
promedio aritmético de los cestos de renta normal de este tipo de explotación , según el promedio de
ingresos de acuerdo con los rendimientos físicos potenciales de los últimos 5 años y precios de productos
y subproductos durante el último año, deducidos los costos medios de producción del mismo período, a la
tasa del 6 por ciento anual, menos el valor de la tierra libre de mejoras”.
Valoración catastral 63
1/5.000
1/20.000
1/50.000
1/200.000
1/500.000
3. Salvo en zonas en las que exista un monocultivo claro, una parcelación ho-
mogénea, unas infraestructuras similares y una producción comparable, no
es una alternativa útil pues el volumen seleccionado de fincas representativas
de la realidad agraria podría ser tan elevado que su número sería compara-
ble con las unidades catastrales a valorar. Apoyado en el método sintético
conocido como Serpieri se emplea en zonas homogéneas en las que se han
acometido procesos de concentración o de reforma agraria recientemente; en
los que también se dispone de valoraciones específicas que han sido realizadas
por técnicos competentes, y que cuentan con el visto bueno de sus actuales
propietarios.
28 A modo de ejemplo, en Guatemala, se diferencian seis zonas (Llanura Costera, Boca Costa,…)
en las que se realizaron estudios de mercado, asesorados por instituciones internacionales
(FAO, FMI).
Valoración catastral 65
• Propietarios privados.
• Usufructuarios privados con tierras adjudicadas por el estado que no han
finalizado el proceso legal de adjudicación.
• Usufructuarios privados, sin título de propiedad.
• Comunidades o municipios con tierras propias.
• Fórmula: en muchos casos eso es lo que se persigue; una fórmula, que apro-
bada en la respectiva gaceta o boletín oficial, se aplique por ley y solucione el
problema valorativo sin dar pie a interpretaciones ni a reclamaciones apoyadas
en métodos distintos al impuesto.
• Razonablemente: de la que se obtenga un valor para los inmuebles que no
origine un número excesivo de reclamaciones administrativas y que garantice
la recaudación tributaria. La calidad del resultado podría pasar a un segundo
plano; lugar muy lamentable cuando con poco esfuerzo más no quedaría esta
mota en el trabajo catastral.
• Valor de mercado: qué se considerada por tal y cómo se ha identificado.
Por último, indicar que hay modelos catastrales, en países que destinan
considerables recursos económicos para la elaboración del catastro, en los que
se recurre al autoavalúo para asignar el valor catastral al predio. Comproba-
dos –supuestamente– ofrecen escasa confianza pues aunque la declaración de
un titular se ajuste a la realidad ¿cómo se coordina este valor con el de la finca
colindante? ¿miente el vecino o es un ignorante que no sabe lo que tiene? en
cualquier caso ¿sobre qué cifra se calcularán los impuesto territoriales corres-
pondientes?.
Queda claro, por lo tanto, lo indicado al principio de este epígrafe: si compleja
es la valoración catastral urbana, aún más lo es la rural. Aunque muchos respon-
sables catastrales e instituciones nacionales e internacionales están trabajando en
la línea de diseñar una metodología: sintética, analítica, econométrica,…, aún no
se puede asegurar que se haya conseguido. Ni tampoco que los resultados obte-
nidos presenten niveles de calidad-confiabilidad comparables con el resto de los
productos catastrales: cartografía, titulación, gestión de bases de datos gráficas y
literales, tributación territorial, aplicaciones no fiscales, etc.
Conclusiones
Del autor