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Seminario Teológico Anna Sanders

Introducción a las Misiones

Misiones Globales y el papel de la Iglesia en el «Mundo de las Dos


Terceras Partes»

La iglesia de las dos terceras partes del mundo está experimentando una
transformación histórica de gran alcance que está redefiniendo su papel en el
panorama religioso y social a nivel global.

En un momento en que la fe cristiana en muchas naciones occidentales


parece estar disminuyendo o enfrentando desafíos significativos, las regiones
conocidas como las dos terceras partes del mundo, que abarcan
principalmente Asia, África y América Latina, están viendo un florecimiento sin
precedentes de la fe cristiana. Este florecimiento no solo se manifiesta en un
aumento en el número de creyentes, sino que también está marcando un
cambio fundamental en la naturaleza misma de la iglesia y su participación en
la misión global.

Lo que es particularmente notable en este nuevo panorama eclesiástico es


que por primera vez en la historia, la iglesia tiene un rostro verdaderamente
global. Con una abrumadora mayoría numérica de cristianos ahora
residenciados en las dos terceras partes del mundo, este cambio demográfico
está teniendo profundas implicaciones en la forma en que la iglesia entiende y
lleva a cabo su misión en el mundo contemporáneo. Este cambio se refleja en
la creciente autonomía y liderazgo de las iglesias locales en estas regiones,
que están asumiendo un papel cada vez más prominente en la obra
misionera.

Los movimientos misioneros liderados por iglesias locales están emergiendo


como fuerzas poderosas para la expansión del evangelio. Estos movimientos
están arraigados en las realidades locales y son impulsados por un profundo
compromiso con la evangelización y el discipulado en sus propias
comunidades y más allá. Este cambio en la dinámica misionera representa un
desafío y una oportunidad para la iglesia global, ya que desafía el paradigma
tradicional de dependencia de las organizaciones misioneras occidentales y
promueve un enfoque más contextualizado y centrado en la comunidad para
la misión.

Sin embargo, a pesar del crecimiento y la vitalidad de la iglesia en las dos


terceras partes del mundo, es importante reconocer que no está exenta de
desafíos significativos en su labor misionera. Uno de los desafíos más
prominentes es la persistente hostilidad hacia el cristianismo en muchas
regiones, la cual encuentra sus raíces en percepciones históricas arraigadas
en el colonialismo y se ve exacerbada por tensiones geopolíticas
contemporáneas.
Esta hostilidad puede manifestarse en forma de discriminación, persecución
e incluso violencia contra los cristianos y sus comunidades, lo que dificulta la
difusión del evangelio y la construcción de relaciones interreligiosas pacíficas.
Yara Fernanda Díaz Martínez
Turno Diurno
Seminario Teológico Anna Sanders
Introducción a las Misiones

Además, la pobreza extrema sigue siendo un obstáculo significativo para la


labor misionera en muchas partes del mundo. Las condiciones de pobreza
extrema hacen que las personas sean más vulnerables a la explotación, la
marginalización y la falta de acceso a recursos básicos como la educación y la
atención médica. Esta realidad socioeconómica puede obstaculizar los
esfuerzos evangelísticos al dificultar el acceso a las comunidades más
necesitadas y socavar la credibilidad de la iglesia como agente de cambio
positivo en la sociedad.

Los conflictos étnicos y las tensiones políticas también representan desafíos


significativos para la labor misionera en las dos terceras partes del mundo. En
muchas regiones, los conflictos étnicos han dado lugar a la violencia
intercomunitaria, el desplazamiento forzado de poblaciones y la
fragmentación social, lo que dificulta la cohesión comunitaria y la difusión del
evangelio en un entorno marcado por la desconfianza y la división. Asimismo,
la corrupción política y otras formas de injusticia social pueden minar los
esfuerzos de la iglesia por promover la justicia, la paz y la reconciliación en las
comunidades donde opera, socavando así su testimonio público y su
capacidad para influir positivamente en la sociedad.

En respuesta a estos desafíos, la iglesia global debe adoptar un enfoque


integral que combine la proclamación del evangelio con acciones concretas
de servicio y justicia social. La colaboración entre la iglesia occidental y las
iglesias de las dos terceras partes del mundo es esencial para abordar estos
desafíos de manera efectiva y garantizar un impacto duradero en la sociedad.
Esto requiere un compromiso mutuo de apoyo y solidaridad, así como un
reconocimiento de las fortalezas y debilidades de cada contexto cultural.

En última instancia, la iglesia de las dos terceras partes del mundo tiene un
papel crucial que desempeñar en la misión global, y su crecimiento y vitalidad
son un testimonio del poder transformador del evangelio en acción. Sin
embargo, para alcanzar su pleno potencial, la iglesia debe enfrentar los
desafíos con valentía y creatividad, confiando en la guía del Espíritu Santo y
trabajando en unidad con los hermanos y hermanas de todo el mundo. En
este sentido, la iglesia global puede desempeñar un papel fundamental en la
realización del mandato misionero de Jesucristo y en la construcción de un
mundo más justo, pacífico y reconciliado.

Este llamado a la colaboración y la acción conjunta entre las iglesias de todo


el mundo es más urgente que nunca en un momento en que la humanidad
enfrenta desafíos globales sin precedentes, que van desde la pobreza y la
desigualdad hasta la crisis climática y la pandemia global.

En este contexto, la iglesia tiene una oportunidad única y una


responsabilidad sagrada de ser luz y sal en el mundo, llevando esperanza,
amor y transformación a todas las personas y comunidades, sin importar su
origen o circunstancias.

Yara Fernanda Díaz Martínez


Turno Diurno

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