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La Protesta Social ¿El nuevo vandalismo colombiano?

Por María Fernanda De Oro y Mary Clara Viaña

La constitución política de Colombia garantiza variedad de derechos, entre estos civiles y


políticos, igualmente mecanismos para su defensa. El derecho a la protesta, consagrado en el
artículo 37 de nuestra Carta Magna es el claro ejemplo de una acción constitucional
fundamental de protección a los derechos, tal y como lo establece dicho artículo “Toda parte
del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente”. Durante mucho tiempo
los colombianos han visto este fundamento como un pilar para la democracia de la sociedad,
permitiendo a los ciudadanos expresar su descontento social ante cualquier acto considerado
como injusticia. Este fenómeno se evidenció claramente durante la propuesta de reforma
tributaria en 2021, cuando las marchas tomaron el territorio sin un control social aparente,
violando completamente la idea de una manifestación tranquila. Esta situación evidenció uno
de los escenarios más preocupantes en la historia del país: la protesta social se ha
convertido en vandalismo.

En primer lugar, algunos manifestantes, al ejercer su derecho a la protesta, están generando


disturbios, que abren la puerta al incremento de actos delictivos y actos de vandalismo a las
infraestructuras públicas . Como se ha mencionado anteriormente un claro ejemplo son las
marchas del 2021 , en las cuales los ciudadanos inconformes con la propuesta de la reforma
tributaria salieron a manifestarse para evitar su aprobación. Aunque esta marcha logró su
cometido, no se puede ignorar que ocurrieron incidentes que no reflejaron la forma correcta
en la cual se debe manifestar este derecho, como lo fueron los danos a bienes públicos,
saqueos en establecimientos comerciales y actos de vandalismo. Durante estas marchas hubo
daño en muchas infraestructuras pero en Bogotá́ , el sistema de transporte público
Transmilenio fue el más afectado, llegó a quedar afectado en un 44% con 103 de sus 139
estaciones inhabilitadas por "acción criminal", según el reporte del Ministerio de Defensa (
Velásquez Loaiza, 2021) Las marchas del 2021 fueron unas de las tanta protestas que nos
hicieron darnos cuenta a los colombianos que hemos estado asimilando mal el derecho que
nos otorga la Carta Magna, pues durante este protesta se vieron desde la delincuencia hasta
el vandalismo, hubo muertes de manifestantes y policías, daño a establecimiento público,
entre otros actos que no concuerdan con lo que debería ser una protesta.

Por otro lado, la percepción de algunos manifestantes que creen que al causar daños y dejar
estragos hará́ que su petición sea tomada de manera rauda. Las marchas en Colombia tienden
a convertirse en caldo de cultivo para que cientos de personas actúen como hordas primitivas
que arremeten de manera enardecida contra todo aquello que identifican o relacionan como
responsable de sus problemas, frustraciones, dolores y desgracias (Torrado, 2023) Con lo
anterior Torrado nos quiere decir, que los colombianos somos personas resentidas y
pensamos que desquitarnos con aquello que nos brinda el estado es la mejor manera para que
ellos volteen a mirarnos y entiendan la preocupación que tenemos con lo limites que
traspasamos y no respetamos. Por eso, muy pocas veces nos damos cuenta de que mientras
damos un grito desesperado por pedir atención, hay personas que sufren por las
consecuencias de nuestros actos. Durante las marchas del 2021, hubo actos además de la
violencia de las autoridades a los manifestantes, que demuestran que el derecho de la protesta
se ha vandalizado. Ortiz Lemos y Sarango Reyes (2021) tuvieron una opinión acerca de cómo
las protestan ha cambiado, diciendo: “La muerte de bebés en ambulancias, el abuso sexual a
mujeres policías, el incendio de infraestructura con agentes en su interior y, otros excesos,
son vistos como eventualidades, o incluso como “formas”, por quienes legitiman las acciones
del paro, a nombre del valor y entrega romántica de los manifestantes. La figura del
guerrillero heroico con una boina mirando el horizonte, ha sido reemplazada por la de una
persona con una máscara de gas casera, arrojando una botella de gasolina.” Los mismo
colombianos hemos estado distorsionando el derecho a la protesta y lo hemos vuelto un
derecho el cual ya no se puede defender, porque al hacer mal uso de este y no respetarse,
causa que las personas que no hacen parte de aquellas que deciden marchar, vean este derecho
como algo negativo en la sociedad.

Por último, el hecho de que los colombianos no estamos interpretando bien el derecho a la
protesta, haciendo caso omiso a las limitaciones que este conlleva. A pesar de que nuestra
constitución reconoce y otorga un mecanismo inmediato de defensa constitucional al derecho
de la protesta, esto no significa que la constitución nos protege en la forma en que decidimos
ejercer el derecho. La constitución establece de manera explícita que este derecho debe ser
ejercido de manera pacífica y otorga validez a las leyes que limitan su ejercicio, un claro
ejemplo es la ley 16 de 1972, que en su artículo 16 inciso 2 menciona “El ejercicio de tal
derecho solo puede estar sujeto a las restricciones previstas por la ley que sean necesarias en
una sociedad democrática, en interés de la seguridad nacional, de la seguridad o del orden
públicos, o para proteger la salud o la moral públicas o los derechos y libertades de los demás”
dándonos a entender que este derecho puede darse pero también se debe velar por la
seguridad y la libertad de los demás ciudadanos que no están en el ejercicio, lo último es
abordado en profundidad en la sentencia C-223 de 2017 que dice “ Cuando hay alteraciones
injustificadas o graves que trasciendan a daños hacia terceros, este derecho fundamental
puede ser limitado[...]A partir de la interpretación del artículo15 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, este derecho puede ser limitado en virtud de la protección de los
derechos o libertades de los demás.”

Para resumir, la constitución política nos asegura el derecho a la protesta como la base para
la democracia y expresión ciudadana, sin embargo, durante las últimas manifestaciones en
Colombia, se ha evidenciado el mal manejo de este derecho fundamental. La protesta social
ha pasado de ser un mecanismo pacífico para expresar descontento a convertirse en un acto
de vandalismo. Quienes recurren a la violencia no solo ocasionan daños y alteración del orden
social, además desacreditan la legitimidad de la protesta como instrumento de democracia.
Se debe tener presente que existen claras limitaciones a la hora de ejercer cualquier derecho,
en este caso las restricciones para el derecho a la manifestación pacífica corresponde a la
garantía de la seguridad y libertad de todos los ciudadanos. Pasar por alto dichos
condicionamientos y actuar de forma violenta corresponde a un peligro para el pueblo
colombiano.

Finalmente, se debe reflexionar sobre la forma en que se ejerce el derecho a la protesta. Es


fundamental tener presente la intervención adecuada, manteniendo el respeto y la integridad
para así́ garantizar que la protesta siga siendo un método efectivo y legitimo del cambio en
la sociedad. Solo ejerciendo responsablemente este derecho lograremos mantener viva la
democracia en el pueblo colombiano.

Referencias Bibliográficas

Constitución Política de Colombia [Const]. Art. 37. 7 de julio de 1991 (Colombia)


C-223 de 2017. (2017). Corte ConsBtucional de Colombia.
Ley 16 de 1972 (1972) Colombia
Melissa Velasquez Loaiza. (2021, junio 11). Daños y pérdidas económicas por el paro
nacional en Colombia: estas son las cifras. CNN Español.
hRps://cnnespanol.cnn.com/2021/06/11/danos-y-perdidas-economicas-por-el-paro-
nacional-en-colombia-estas-son-las-cifras/
OrBz Lemos, A., & Sarango Reyes, C. (2021). La benévola negación del otro. Las protestas
en Colombia del 2021, como conBnuación de procesos históricos de legiBmación de
la violencia. Revista Ecuador Debate No. 113, 882,93 KB, 97–125.
Torrado, A. A. (2023). Social protest. Act of delinquency or symptom of the impossibility of
peace in Colombia. Juridicas CUC, 19(1), 163–196.
hRps://doi.org/10.17981/juridcuc.19.1.2023.06

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