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En el tapiz de la tierra, la flora despliega, un poema de colores, donde la vida se

integra. Bajo el manto verde de bosques y praderas, la flora escribe versos con
manos ligeras.

En campos de tulipanes, un arcoíris terrestre, donde pétalos pintan un cuadro


celeste, rosas que susurran en su fragante encanto, el poema de la flora, en cada
flor se agiganta.

En la danza del viento, ondean las espigas, cosechas doradas, melodía que consiga
cantar la historia de la siembra fecunda, el poema de la flora, en la cosecha se
funda.

En la selva exuberante, orquídeas danzan, sus formas y colores, la imaginación


avanza, entre lianas y hojas, un bosque de sueños, el poema de la flora, en sus
verdes empeños.

Los sauces llorones, lágrimas de río, testigos silenciosos de un cuento tardío, la


flora en sus ramas, cuentos que teje, poema eterno, donde el tiempo no cede.

Bajo el sol radiante, girasoles se inclinan, mirando al astro rey, sus caras se
iluminan, en el campo dorado, un poema nace, la flora en sus giros, su danza
abraza.

En la costa salada, las algas danzan, en el vaivén del mar, su esencia se lanza,
poema marino, en cada ola escrita, la flora submarina, en su misterio habita.

Los árboles gigantes, ancianos del suelo, guardianes del bosque, en su silencio
bello, en el murmuro de las hojas, cuentan historias, el poema de la flora, en sus
ramas victorias.

Así, en cada rincón, en cada primavera, la flora escribe un poema que perdura, en
hojas, en flores, en raíces profundas, el poema de la flora, en la tierra fecunda.

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