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AABADOM ENERO-JUNIO 2004

A la cultura por la lectura:


las bibliotecas populares
Ángel Mato Díaz, Comisario de la Exposición

En la tradicional celebración del Día del Libro fue características (reseñadas en el Catálogo de la Expo-
inaugurada en Oviedo la Exposición Las bibliotecas sición) que dispusieron de biblioteca propia, con sis-
populares en Asturias (1869-1936), destinada a re- tema de préstamo la inmensa mayoría y con variadí-
cuperar la trayectoria cultural de unas instituciones que, simos fondos bibliográficos que se adaptaban clara-
desde Asturias, contribuyeron activamente a la mo- mente al gusto de los lectores y las lectoras. Destaca
dernización general, al regeneracionismo cultural y a la inigualable del Ateneo Obrero de Gijón que por el
la popularización lectora en uno de los períodos más volumen de sus fondos (más de 15.000), de sus socios
ricos de la historia cultural de España, el de la Edad de (más de 2.400) y de sus préstamos (más de 56.000 en
Plata de nuestras letras. La exposición se presenta ba- 1930) ha de ser catalogada como una de las más im-
jo el subtítulo de «A la cultura por la lectura», frase portantes en el ámbito nacional. A su lado sobresale
con la que se quiere resumir el interés por la cultura también la actividad de otras instituciones similares en
que se suscitó en Asturias entre las clases populares a Gijón (sucursales), la Biblioteca de Avilés con más de
principios del siglo XX. Durante este período, el libro 6.000 volúmenes que cubrían todos los temas del mo-
se convirtió en un elemento clave de la comunicación mento, la del Ateneo Popular de Oviedo con un gran
escrita, en un vehículo portador de nuevas ideas y de equipo directivo, dirigido por Prieto Bances, y las de
conocimientos, pero, además, el libro adquirió una nue- las cuencas mineras (La Felguera, Sama, Sotrondio,
va dimensión como práctica lúdica, ya que se promo- Mieres, Turón, Ujo). Fuera de la Asturias urbana hay
vió la lectura individual sobre nuevos géneros abier- que reseñar dos iniciativas singulares que lograron gran-
tos a todos los públicos: la novela de creación, la no- des éxitos lectores entre la población minera de Car-
vela de evasión, la poesía y el teatro. Para acercar el bayín (La Biblioteca Urania de Saús) y entre el cam-
libro a los nuevos lectores era necesario establecer cen- pesinado del occidente astur (La Biblioteca Popular Cir-
tros específicos con fondos adaptados a sus gustos y culante de Castropol).
con servicio de préstamo o circulante, en sustitución Este movimiento bibliotecario asturiano resulta só-
del tradicional servicio de consulta. Esta función la cu- lo comparable al desarrollado en Cataluña en las mis-
brieron las denominadas bibliotecas populares. Tam- mas décadas, segunda y tercera del siglo XX, y bajo la
bién coincide esta exposición sirva con el centenario dirección de Eugenio D’Ors, pero con una sensible di-
de la Biblioteca Popular Circulante del Ateneo Obre- ferencia: la difusión de las bibliotecas populares en Ca-
ro de Gijón, sin duda la entidad más importante en el taluña se realizó como labor institucional desde la Ge-
establecimiento y promoción de la cultura popular en neralitat, que financió la iniciativa y que desarrolló un
nuestra región en toda la historia contemporánea. proyecto profesional de redes bibliotecarias comarca-
La generalización de estas nuevas prácticas lecto- les, mientras que en Asturias la labor institucional es
ras en Asturias se realizó dentro de los ateneos y so- inapreciable (se limita a contadas subvenciones mu-
ciedades culturales y recreativas, que convirtieron la nicipales o de la Diputación) y las iniciativas partie-
lectura en la más significativa de sus numerosas acti- ron de sectores empresariales reformistas, de la inte-
vidades, al lado de las clases para adultos, de las con- lectualidad universitaria y de la buena acogida entre
ferencias sobre temas de actualidad, de las veladas ar- la clase obrera. Quede claro que, cuando hablamos del
tísticas y musicales o de las prácticas deportivas. He- movimiento bibliotecario asturiano hacemos referen-
mos llegado a localizar más de 300 sociedades de estas cia a un hecho insólito en España, como es la puesta

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en marcha de una red de cientos de bibliotecas, que se
extiende sin una planificación previa, que se financia
con las aportaciones de un pequeño grupo de socios
protectores o con las cuotas de miles de socios lecto-
res y que se dinamiza en toda la región gracias a un
inusitado interés por todo tipo de manifestación cul-
tural, con participación de todas las clases sociales.
En consecuencia, podemos hablar de un movimiento
bibliotecario asturiano que hunde sus raíces en las al-
tas tasas de alfabetización regional y que fue impul-
sado, sobre todo, por una pujante burguesía reformis-
ta, comerciante e industrial, deseosa de transmitir a to-
das las clases sociales los frutos de la formación y de
la cultura. En esta tarea destacan los republicanos gi-
joneses que impulsaron en 1881 el Ateneo, la impre-
sionante labor propagandística de los catedráticos de
la Extensión Universitaria de nuestra Universidad
(R. Altamira, Clarín, A. Buylla, A. Sela, F. Canella) y
la decidida orientación cultural de los regeneracionis-
tas asturianos, organizados en torno al Partido Refor-
mista de Melquíades Álvarez o formando entusiastas
grupos de estudiantes de la madrileña Institución Li- práctica común en la época y a la que se destinaba una
bre de Enseñanza. Ahora bien, la difusión cultural lec- parte importante de los ingresos de las bibliotecas. Hay
tora no hubiera adquirido tan considerable volumen sin muchos ejemplares manoseados y hasta deshojados,
contar con la receptividad de amplios sectores de la po- indicios de un uso masivo de los mismos. En otros ca-
blación con perfiles sociológicos muy variados. Los sos, exponemos ejemplares singulares, muy valorados
miles de lectores de las bibliotecas asturianas proce- y apreciados por haber sido dedicados por sus autores
dían tanto de la clase media urbana como de los tra- a nuestras bibliotecas más señeras, como es el caso de
bajadores asalariados de la industria, de la minería y las dedicatorias de R. Altamira, Blasco Ibáñez, Orte-
del comercio. Las lecturas se practicaban tanto en los ga y Gasset o Pérez de Ayala a la Biblioteca del Ate-
barrios industriales y en las villas mineras como en las neo Obrero de Gijón, o los de Francisco Cossío, Pío
aldeas rurales por parte de los obreros manuales, de Baroja, Alejandro Lerroux, etc., a la Biblioteca Popu-
los empleados cualificados y de los campesinos pe- lar Circulante de Castropol.
queños propietarios. Pero, quizás, donde la voracidad Se pretende con esta exposición difundir el activo
lectora resulta más sorprendente es entre los jóvenes papel de las bibliotecas populares en la difusión de la
y los niños, sectores recién alfabetizados, y, sobre to- cultura durante la Restauración y la República, y apor-
do, entre las mujeres jóvenes, que se convirtieron en tar algunas líneas de trabajo en la investigación sobre
las grandes demandantes de lecturas literarias. la tradición lectora de nuestra región. Así, por ejem-
Los contenidos de esta Exposición pretenden recoger plo, se puede precisar que los Ateneos Obreros más sig-
todas las iniciativas lectoras de la época y realzar los nificativos, por ejemplo el de Gijón, no estaban con-
materiales más relevantes: catálogos por secciones o cebidos como meros centros obreros, a pesar de su de-
por autores, apéndices de los mismos, fichas de regis- nominación, sino como sociedades interclasistas,
tro de préstamo, libros de registro, decálogos de orien- promovidas por la burguesía reformista para la for-
tación al lector, marcalibros de época, reglamentos de mación de los obreros manuales a finales del siglo XIX
funcionamiento interno de las bibliotecas, facturas de que, desde la segunda década del XX, derivaron en so-
compra de libros y ejemplares de los libros más leídos ciedades muy abiertas con participación masiva de las
en las bibliotecas asturianas entre 1926 y 1933, según clases medias y de sectores intelectuales, dedicados a
las memorias y estadísticas existentes que también se la promoción de todo tipo de actividades culturales,
exhiben. A tal fin, se han seleccionado los libros aten- incluso elitistas (fotografía, pintura, gimnasia, excur-
diendo a su valor testimonial, como ejemplares utili- sionismo, montañismo, ajedrez). En estos centros, la
zados y usados masivamente, obviando otros aspec- biblioteca circulante era la actividad permanente más
tos como la antigüedad de la edición o la buena con- requerida y utilizada por unos socios que pagaban una
servación del ejemplar. Es por ello que, deliberadamente, onerosa cuota mensual. Respecto a las lecturas domi-
abundan los tomos encuadernados en piel o en cartón, nantes, esta Exposición sorprenderá, sin duda, a los que

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establecen una correlación estricta y rígida entre bi- trados en los catálogos y de los préstamos de los ser-
bliotecas populares y lecturas obreras, entendidas co- vicios circulantes.
mo las lecturas realizadas por los trabajadores manuales También puede ser útil contrastar los numerosos le-
en sus escasos períodos de ocio sobre sesudos volú- gados de libros conservados de esta época con confu-
menes del pensamientos filosófico y político contem- sas afirmaciones (me refiero a la Historia universal de
poráneo o sobre manuales técnicos. Así pudo ser el pú- la destrucción de libros de F. Báez) que gustan de so-
blico lector a finales del siglo XIX o a principios del si- bredimensionar los episodios de intolerancia en con-
glo XX, pero su evolución posterior generó importantes tra del saber escrito, en este caso de los libros. Sin ci-
novedades en las prácticas lectoras que han llegado a tar ningún tipo de fuentes sólidas, en este trabajo re-
la actualidad, sobre todo por la incorporación de los ciente se reseña la destrucción de 257 bibliotecas
públicos femenino, infantil y juvenil, tal como refle- populares asturianas en la represión posterior a la Re-
jan las estadísticas de préstamos de los años veinte y volución de 1934, hecho que carece de toda veracidad.
treinta con miles de lectores y de lectoras pertenecientes Sin duda, la cultura asturiana y española sufrió una im-
a estos segmentos de población. Pero no sólo las esta- portantísima pérdida en esta insurrección izquierdista
dísticas reflejan esta nueva realidad, ya que una visión de 1934, como fue la destrucción y el incendio de la
sociológica de las fotos expuestas refuerza ese prota- Biblioteca Provincial Universitaria y de la Biblioteca
gonismo femenino, evidente en los grupos de mujeres de la Facultad de Derecho de Oviedo que contenían más
lectoras que frecuentaban la Sala de Lecturas del Ate- de 60.000 obras, algunas de gran valor bibliográfico,
neo Obrero de Gijón o que esperaban la retirada de li- entre las que se contaban los legados de Campomanes,
bros ante el kiosko de la Biblioteca Municipal de Sa- los Condes de Toreno, Canga Argüelles, Flórez Estra-
las. A partir de la tercera década del siglo XX, si con- da, Agustín Argüelles, Alejandro Mon o Julio Somo-
sideramos estadísticamente la actividad bibliotecaria za, libros que configuraban el mejor fondo asturiano
asturiana en los ateneos obreros y en las sociedades cul- existente. Quizás para contrarrestar algunas falsedades
turales, más que hablar de lectores obreros y de lite- y significativos olvidos convendría dedicar posterio-
ratura política (tal como criticaban los medios perio- res exposiciones del Día del Libro a analizar el esta-
dísticos conservadores) hemos de hablar de lectoras blecimiento a partir de 1937 de la red de bibliotecas pú-
femeninas y de literatura de evasión, cuando no de pu- blicas en Asturias, y del Centro Coordinador, y la ma-
ra novela galante o rosa, ya que, en conjunto, a este siva integración en las mismas de los fondos de las
género correspondían gran parte de los fondos regis- bibliotecas populares de ateneos y sociedades.

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