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La atención el nuevo cociente intelectual.

Hace unas décadas el sociólogo polaco-británico Sygmunt Bauman comenzó a hablar de


la modernidad líquida, un mundo en el que las relaciones, las dinámicas e incluso
muchas instituciones y contenedores sociales son efímeros y sin cuerpo.

Muchos matrimonios ya no duran toda la vida, las personas ya no trabajan hasta


jubilarse en una misma organización, ni siquiera en el mismo tipo de trabajo. Las
relaciones, las carreras laborales y hasta la vida se rediseña a cada paso.
El mundo se convirtió en una vorágine de cambio e incertidumbre en el que la
flexibilidad y la velocidad de adaptación hacen la diferencia.

Actualmente utilizamos el acrónimo VICA (Volátil, Incierto, Complejo, Ambiguo) para


describir es liquidez de la que hablaba Bauman.

Podemos comprender la VOLATILIDAD del mundo en que nos toca vivir analizando
los últimos años que atravesamos como humanidad.

Llegan noticias de un virus desde un país -aparentemente- remoto. En menos de 6 meses


esa realidad desconcertante nos lleva a encerrarnos en casa en busca de cuidar un bien
supremo como lo es la vida humana. En menos de un año comienzan a aparecer las
vacunas que nos prometen retomar nuestra vida y nuestras relaciones, pero aún antes de
que la humanidad esté vacunada: ¡NUEVAS CEPAS! Y volver a empezar con un
cansancio, una vulnerabilidad económica, social y personal mucho mayor.
Las cosas cambian a gran velocidad, esos cambios son cada vez de mayor alcance,
impacto y variedad. Todo se da de manera vertiginosa y la forma es poco previsible.

La segunda palabra de este acrónimo con el que tenemos que familiarizarnos es


INCIERTO y es que es muy difícil anticipar cómo van a resultar las cosas y es por ello
que la gestión de la incertidumbre es fundamental para poder desarrollarnos.
Vivimos con los paradigmas de nuestros abuelos en el mundo de nuestros nietos y el
precio que pagamos por hacerlo se mide en altas dosis de estrés, mala calidad de vida y
una creciente frustración.
Ante la incertidumbre actuamos desconectados de nuestro propio ser y caemos en la
necesidad de control, sin comprender que incertidumbre y control no son compatibles.

La tercera palabra es COMPLEJO. Sin dudas para comprender mejor la complejidad


actual es necesario conocer un alto número de elementos del sistema y la paradoja es
que cuando logremos comprender cada elemento y sus relaciones, el sistema habrá
cambiado, dejándonos nuevamente en el punto de partida con un estado interno
diferente ya que la frustración, el enojo, el miedo juegan sus cartas.

La complejidad nos invita a pensar de una manera sistémica, creativa, innovadora, a


descubrir relaciones subyacentes, nos llama a desandar estructuras que ya no pueden
responder a una nueva realidad, sino que más bien nos impide hallar las soluciones para
los problemas de nuestra vida.
La AMBIGÜEDAD por último tiene que ves con las tres anteriores. Vivimos en un
mundo donde las cosas no son tan claras, las fronteras son difusas y las afirmaciones
categóricas, así como las certezas son escasas.
El mundo nos llama a ser fuertes y abrazar nuestra vulnerabilidad, ser guerreros y
parteras. La comunicación digital sin piel, cuerpos ni sustancia vino a reemplazar a las
reuniones de trabajo donde un gesto, un movimiento del cuerpo del otro nos dejaban ver
los estados internos y las creencias que subyacen a la palabra.

Esta realidad VICA crea un mundo lleno de dicotomías, posturas radicalizadas que
llevan en algunas oportunidades a defender las opiniones con violencia y ataques
emocionales que desperdician nuestro mayor don como especie que es la corteza frontal
de nuestro cerebro, la cuna de nuestra conciencia.

Desperdiciamos el mayor regalo con que nos dotó la naturaleza, ese neocortex que nos
permite preguntarnos pensarnos a nosotros mismos, crear la cultura, el arte, la ciencia y
hacernos preguntas:

- ¿Quién soy?
- ¿Qué es lo importante aquí y ahora?
- ¿De qué otra manera podría ver esta experiencia?
- ¿Cuál es el punto de acupuntura que podría darnos mayores resultados invirtiendo
menos recursos?
Cuando estudiamos los sistemas no lineales, complejos y diversos observamos que el
caos y el orden no son estados antagónicos, en el mundo natural el caos y el orden
conviven.
Dee Hock, a quién posiblemente no conozcas por el nombre pero si a su máxima
creación, Visa; acuñó el término caórdico para explicar los espacios en que el orden y el
caos conviven en las organizaciones modernas. Según el autor estamos dejando atrás
una sociedad basada en la producción industrial, conceptos separatistas y mecanicistas
para dar paso a una era extraordinariamente compleja y diversa conocida como Era de la
información.

La base misma de esta nueva era son la información, alimento de las redes neuronales,
las redes entre personas, los sistemas de comunicación y los datos intrínsecamente
interrelacionados.
En las organizaciones caórdicas la competencia y la colaboración no son opuestos sino
complementarios, ya que al igual que en la naturaleza la vida no puede prosperar sin
ambas cosas.
La historia de la humanidad desborda de ejemplos de esta danza entre colaboración y
combate, entre poder y servicio, entre ser guerreros y parteras que facilitan que nazca lo
nuevo. Es esa danza la que evita el control coercitivo, el autoritarismo y la esclavitud
del pensamiento único; así como el abuso de los demás en búsqueda del interés propio y
la anarquía que conlleva el caos. Cuanto más competimos, más necesitamos cooperar.

Es en ese espacio caórdico donde habita la incertidumbre, donde el caos y el orden


danzan permitiendo que surja la creatividad y la innovación. En las organizaciones
caórdicas lo importante es tener claro el propósito y los principios básicos que nos
permitirán avanzar en la dirección deseada, así como contar con personas capaces de
hacer buenos juicios y de actuar de manera sensata. Las tareas mecanicistas y repetitivas
del paradigma industrial se quedan a mitad del camino del servicio, la satisfacción de
cliente y la calidad en la experiencia del usuario en el mundo VICA. Las pilas de
informes que nadie lee, los comités que diluyen la responsabilidad y dilatan la toma de
decisiones, así como las normas y procedimientos restrictivos ya no funcionan en medio
de la incertidumbre y la complejidad.
Para transitar la incertidumbre necesitamos enfocarnos en el propósito, mantenernos
centrados y sostenidos por el mínimo orden que nos permite surfear el caos. Ya no nos
preguntamos si la decisión es perfecta o “la indicada”, nos preguntamos si esta decisión
es lo suficientemente buena para avanzar.
Veamos un ejemplo:

En el año 2009 el vuelo US Airways 1549 se vio obligado a realizar un aterrizaje de


emergencia sobre el Río Hudson en la ciudad de Nueva York.
Cuando el avión realizaba el aproximamiento a tierra y estando sobre el río, se encontró
con una bandada de pájaros que inutilizó ambas turbinas y fue gracias a la calma,
concentración y competencia del comandante Cheslley Sullenberger que el hecho se
conoce como El milagro del río Hudson y no como la tragedia del río Hudson.
Cuando se le preguntó al comandante cómo se sentía en medio de la crisis respondió: -
Tranquilo por un lado y en un torbellino por el otro. En toda mi vida no había tenido
tantos nervios, por un lado, pero al mismo tiempo nunca había tenido tanta calma.
Al ser preguntado acerca de cómo había conseguido mantener la calma señaló:
-Una manera de verlo es que durante más de 42 años he estado acumulando pequeños
depósitos en el banco de la experiencia, la educación y la formación. Ese día el balance
era positivo, de modo que pude retirar grandes fondos.
Más adelante señaló:
-Yo era el comandante y mi misión era aterrizar la aeronave y ocuparme de la seguridad
de la tripulación y de los pasajeros.
Aún en medio de una tragedia Sullenberger logró conectar con una misión más allá de sí
mismo, con el servicio que implicaba su trabajo.

Si comparamos el Milagro sobre el río Hudson con la tragedia del Costa Concordia
podemos comprender la importancia que implica conectar con un propósito superior en
medio del caos.
En el año 2012 Francesco Schettino el capitán del Crucero Costa Concordia realizó una
mala maniobra que provocó que el barco colisionase con una roca al acercarse
demasiado a la orilla. Cuando el barco comenzó a hundirse al inundarse de agua, el
Capitán abandonó el barco mientras aún quedaban 300 pasajeros sin evacuar. Schettino
sólo regresó a la nave cuando la Guardia Costera a los gritos le dio la orden que daría la
vuelta al mundo: -Vada a bordo cazzo!

Cuando habitamos la incertidumbre necesitamos una confianza caórdica que nos


permita sostener el caos y el orden sin caer en emociones que nos lleven a actuar en
modo supervivencia, esto es: atacando, paralizándonos o huyendo de las situaciones.
Para movernos de la confusión y el conflicto hacia la claridad necesitamos nuevos
liderazgos ya que cuando las cosas son inciertas la necesidad de certezas es tan alta que
es muy fácil caer en el control y el autoritarismo, la historia está llena de ejemplos de
líderes que se aprovecharon del caos para imponer el control.
Este camino incierto nos llama a transitarlo con la mente abierta y con la confianza de
saber que si el norte de nuestra brújula es el propósito seremos capaces de alcanzar algo
completamente nuevo. En ese camino en el que nos sostenemos y cooperamos con otros
somos capaces de crear lo nuevo juntos.
La magia sucede cuando dejamos de tratar de escapar de la incertidumbre ya que hacia
un lado está el chamos (el caos primigenio y destructivo del que hablaban los griegos),
mientras que hacia el otro está el control asfixiante y el autoritarismo.
El chamos es el espacio de la falta de normas -anomia-, la rebelión constante y sin
rumbo, la destrucción. Nada nace ni puede crecer en el chamos.
El control es el espacio de la apatía, donde todo es igual y lo diferente es sofocado en
búsqueda de previsibilidad.

En el espacio en que se encuentran el orden y el control habita la administración, esas


actividades que requieren ser mantenidas de manera rutinaria para poder transitar juntos
hacia el propósito. Es el espacio en que un equipo de cirugía prepara el quirófano y las
bandejas de instrumentos con mucho cuidado de las normas, son las normas de
procedimientos de un cajero de banco para controlar los billetes, las firmas registradas
de los clientes o los acuerdos de descubierto. Sosteniendo esas normas necesarias
podremos avanzar entre la niebla de la incertidumbre.

Conocer las emociones que pueden surgir en medio de la incertidumbre nos ayuda a
avanzar confiados. Saber que lo que siento no me pasa sólo a mí me ayuda a abrirme, a
mostrar mi propia vulnerabilidad ya no con vergüenza o miedo sino como punto de
palanca, como fortaleza que me ayuda a navegar en aguas inciertas.

Nuestra propia vulnerabilidad y creatividad se convierten en las velas que empujadas


por el viento de la incertidumbre llevarán nuestra vida y nuestro trabajo a territorios
ricos e inexplorados.

¿Cuáles son las emociones que las personas pueden experimentar en medio de la
incertidumbre?

Recuerdo por ejemplo a M. que a los 3 meses de comenzada la pandemia se encontró


con que su compañera de departamento dejaba la ciudad para volver al interior del país
a casa de sus padres. M. se encontró viviendo sola, trabajando de manera remota, con su
economía desequilibrada al tener que afrontar sola los gastos de vivienda y servicios y
declaró que sentía GANAS DE IRME, sin siquiera poder definir adónde, cuándo o
cómo quería irse.
Un número cada vez más creciente de personas declaran tener MIEDO. Miedo de no
saber cómo seguirá mi trabajo, miedo porque están reduciendo personal, miedo porque
la inflación le gana a los honorarios, miedos que se acumulan en capas geológicas
dentro de nuestro ser, alejándonos de esa confianza caórdica de la que hablamos antes.
Cuando aparece el miedo la mente se cierra impidiéndonos ir más allá de nuestra
percepción habitual, el campo atencional se estrecha y hace imposible que podamos ver
las soluciones que están justo frente a nuestros ojos, nuestra mente se llena de voces de
juicio que nos dicen que:
-Acá no hacemos las cosas así.
-La normativa dice otra cosa.
-Esto siempre se hizo así.
-¿Cambiar para qué?
-No depende de mí.
-De acuerdo con el manual de procedimientos...

El miedo cierra también el corazón y en lugar de la compasión necesaria para colaborar


y encontrar soluciones juntos cuando los tiempos son inciertos, nos llenamos de la voz
del cinismo que nos lleva a ver al otro a través de los lentes del sarcasmo y la burla:
-Vos porque sos nuevo acá, en 6 meses se te van las ganas.
-Si eso no depende de vos, dejá que lo solucione otro.
-No te metas en un berenjenal.
-Te vas a poner la camiseta y te van a mandar al banco.
-Acá no te pagan por pensar.

La incertidumbre genera ANGUSTIA y la persona entra en un estado de inquietud que


le hace imaginar miles de peligros que sólo existen en su mente y que nunca llegarán a
materializarse.
La ANSIEDAD tensa nuestros músculos, altera nuestro ritmo respiratorio y cardíaco y
nos aleja de nuestro propio centro, olvidando en el camino el propósito y la intención, es
como si tuviéramos la brújula en nuestro bolsillo, pero ni siquiera recordamos mirarla y
empezamos a actuar de manera reactiva en lugar de caminar proactivamente en
dirección al propósito.}
Algunas personas manifiestan ENOJO, un enojo transversal que todo lo distorsiona.
Nuestro trabajo, nuestras relaciones y los contextos que habitamos se deforman tras el
velo del enojo. Cualquier pequeño detalle lleva a la persona a una conducta exagerada, a
reacciones iracundas y respuestas agresivas.

Claro que la FRUSTRACIÓN es parte del menú cuando vemos cómo nos alejamos de
nuestras expectativas u objetivos mensuales, cuando no somos conscientes del
propósito, ese gran PARA QUÉ que le da sentido a nuestro trabajo y nuestra vida.
Es poder salirme de la nimiedad de cómo llenar esta primera clase de un curso de
creatividad e innovación para conectar con el anhelo profundo de colaborar con cada
una de las personas que comparten este tiempo conmigo para que expandan sus recursos
y su potencial creativo, es comprender que nadie me recordará por una definición
técnica sin embargo muchos recordarán cuando las cosas no marchen bien que no
estamos solos en esas emociones, que el problema no es enojarnos, es no hacerlo
consciente. Y que las emociones cuando se socializan se empiezan a gestionar.

El cuerpo y la mente van acumulando CANSANCIO y el ciclo se retroalimenta.


Muchos hemos visto a personas quebrar en LLANTO en medio del caos y la
desconexión, gritar y agitarse sin sentido, o quedarse inmóviles cuando el mundo
requiere una acción rápida.

Posiblemente hayas experimentados alguna de estas experiencias y hasta te resulte


incómodo decirlo públicamente o incluso reconocértelo a solas. Sin embargo, ese acto
de coraje de asumir y socializar nuestra propia vulnerabilidad es el primer paso para
abrir nuestro propio potencial creativo.

La frase atreverse a arriesgarse pertenece al discurso de


Theodore Roosevelt “La ciudadanía en una República”,
también conocido como “El hombre en el ruedo”, que
pronunció en la Universidad de La Sorbona de París, Francia, el 23 de abril de 1910.
Éste es el fragmento por el que se hizo famoso:
No es el hombre crítico el que importa, ni el que se fija en los tropiezos del hombre
fuerte, ni en qué ocasiones el autor de los hechos podía haberlo hecho mejor.
El mérito es del hombre que está en el ruedo, con el rostro cubierto de polvo, sudor y
sangre; del que lucha valientemente; del que yerra; del que fracasa una y otra vez,
porque no hay intento sin error ni fallo; del que realmente se esfuerza por actuar; del
que siente grandes entusiasmos, grandes devociones, del que se entrega a una causa
digna; del que, en el mejor de los casos, acaba conociendo el triunfo inherente a un
logro, y del que, en el peor de los casos, si fracasa, al menos habrá fracasado tras
haberse atrevido a arriesgarse con todas sus fuerzas…

La primera vez que leí esta cita pensé: esto es vulnerabilidad. Todo lo que he
aprendido durante más de una década de investigación sobre la vulnerabilidad me ha
enseñado justamente esta misma lección. La vulnerabilidad no se basa en conocer la
victoria o la derrota, sino en comprender la necesidad de ambas, es implicarse, es
estar totalmente dentro.
La vulnerabilidad no es debilidad y la incertidumbre, el riesgo y la exposición
emocional a los que estamos sometidos a diario no son opcionales. Nuestra única
opción es implicarnos. Nuestra voluntad de reconocer y conectar con nuestra
vulnerabilidad determina la fuerza de nuestro valor y la claridad de nuestro
propósito; nuestro miedo y nuestra desconexión determinan el grado en que nos
protegemos de ser vulnerables.
Cuando nos pasamos la vida esperando ser perfectos o inmunes antes de salir al
ruedo, sacrificamos relaciones y oportunidades que quizás sean irrecuperables,
derrochamos nuestro valioso tiempo y tal vez le damos la espalda a nuestras
aptitudes, a esas contribuciones únicas que sólo nosotros podemos hacer.
Ser perfectos e inmunes puede parecer muy atractivo, pero eso no existe en la
experiencia humana. Hemos de salir al ruedo, sea del tipo que sea -una relación
nueva, una reunión importante, nuestro proceso
creativo o una conversación familiar delicada-, con el
valor y la voluntad de implicarnos. En vez de sentarnos
en el banquillo y dedicarnos a juzgar y a dar consejos,
hemos de atrevernos a dar la cara y a dejarnos ver. Esto
es vulnerabilidad. Esto es atreverse a arriesgarse.
Brene Brown, El poder de ser vulnerable, Ed. Urano

Mantenernos centrados, presentes, conscientes de lo que queremos y de nuestros valores


es el primer paso para no bloquearnos en momentos de incertidumbre que son
justamente el momento de la creatividad y la innovación.
Ese acto de consciencia es una práctica, puedo practicar en medio del caos de tránsito,
en mi trabajo cotidiano, cuando un cliente enojado eleva el volumen de su voz o un
colega de trabajo descarga su frustración e mí.
La práctica de la presencia es una manera de convertir en una habilidad inconsciente eso
que hoy requiere una gran parte de mi atención, es crear nuevas conexiones sinápticas
en nuestro cerebro para así tener opciones de respuestas asertivas y creativas.
La práctica es lo que nos lleva a la maestría, así como ese niño o niña que fuimos que
tras muchas tardes de sostener con dudas el manubrio de la bicicleta y pensar la manera
de doblar sin perder nuestro equilibrio, fue incorporando los movimientos como una
competencia inconsciente que nos permite en la actualidad llevar nuestra atención al
paisaje y no al manubrio y los pedales.
Para dar los primeros pasos en esta práctica de presencia te invito a realizar el siguiente
ejercicio antes de ver y oír la próxima clase:

¿De dónde vengo?


Respirá de manera consciente, llevando tu atención a la mecánica de la respiración.
Prestá atención a cómo el aire entra por tu nariz…recorre tu cuerpo y sale por tu boca…
Repetilo varias veces. Y si tu atención salta de tu respiración a otro momento que no es
este, simplemente traela de vuelta a tu respiración.
Nuestra atención está habituada a saltar de un pensamiento a otro, como el mono que
salta de rama en rama cuando no estamos presentes. Cuando nos aquietamos la
conciencia se hace cargo de nuestra atención susurrándole hacia donde dirigirse.

Respirá de manera consciente dos, tres, cinco veces…


Preguntate ahora: -De dónde vengo?
Un De dónde vengo profundo.
Un De dónde vengo que te lleve a otros momentos de tu vida.
Dejá que aparezcan imágenes, lugares, rostros, experiencias…y escribí lo que surja.
Una vez que hayas completado este paso te invito a que realices una pieza artística,
puede ser un poema, un dibujo con algunas de las frases, un cuento, un video con
imágenes, música, palabras, una canción o lo que quieras.

Saludos
Mónica

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