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FUNDACIÓN UNIVERSITARIA CERVANTES SAN AGUSTÍN

FACULTAD DE TEOLOGÍA
SEMINARIO SOBRE “NATURALEZA Y GRACIA EN TOMÁS DE AQUINO”
PRESENTADO POR: DANIEL MAURICIO FIGUEROA JAIMES

CORPORALIDAD EN TOMÁS DE AQUINO

La cuestión 10 sobre la corporalidad presenta unas nociones, objeciones y refutaciones


sobre el mismo principio o realidad, en donde merece la pena resaltar los siguientes
aspectos, que pueden precisar a modo de comentario la afirmación de la Corporalidad
en santo Tomás.

El fin del hombre es la perfecta semejanza con Dios (#5); partiendo de esta premisa no
es posible hablar de la corporalidad en un sentido afirmativo, dado que el cuerpo (carne
y sangre) está destinado a la corrupción, es decir, que no es eterno. Lo único que puede
permitir alcanzar la semejanza perfecta con Dios es el alma, incorpórea e inmortal.

Adicionalmente, la acción del intelecto es vital para alcanzar la beatitud, pero para que
eso se dé, debe estar separada el alma intelectiva del cuerpo, de otro modo, habría
dispersión porque el cuerpo no permite la unidad.

Tampoco puede afirmarse la corporalidad debido a la esencia del cuerpo, que está ligada
a la función meramente física, elemento que no le permite alcanzar esa dimensión
trascendental y en definitiva alcanzar la perfecta beatitud. El alma, entonces, unida al
cuerpo no alcanza la perfección.

Ahora bien, Tomás, acoge las afirmaciones de Agustín, Porfirio y enfatiza claramente
en que, si el alma por sí sola puede alcanzar la beatitud perfecta de Dios, entonces ¿en
dónde queda el cuerpo?, ¿no sería contrario a la razón e incluso a la fe?

El apóstol san Pablo emite varios principios en relación con la carne, al pecado y al alma
en un sentido espiritual, es decir, en el camino que recorre el hombre para alcanzar la
plenitud y la beatitud de Dios. Lo que quiere decir, que para lograrlo necesita
perfeccionar durante su caminar su propia naturaleza, en palabras del apóstol, “dejar el
hombre viejo y revestirse del hombre nuevo” (cf. Ef. 4, 20-24).

De todos los seres creados, el hombre posee una cualidad, una característica especial y
distinta que lo distingue de las demás creaturas y que desmonta las afirmaciones
platónicas y de otras corrientes acerca de la accidentalidad del cuerpo y que por lo tanto
el alma se aprisiona y no puede ser perfecta. Esa característica especial del hombre es
sin duda su alma, su espíritu y la capacidad que tiene el hombre de su creador, de
alcanzar la perfección de su naturaleza y por consiguiente obtener la beatitud de su
hacedor, que es al final el por qué y para qué fue creado, la santidad.

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