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ECONOMÍA Y ÉTICA

9. LA INSEPARABILIDAD DE LA
ECONOMÍA RESPECTO DE LA
ÉTICA. LA NATURALEZA ÉTICA DE
LOS FINES SOCIALES
Los razonamientos hasta aquí desarrollados para demostrar la
influencia de las posiciones doctrinales que separan la economía
de la ética contienen en germen los principios constructivos para
la determinación de las relaciones entre las dos ciencias.
Sosteniendo que se puede dar lugar a consideraciones éticas sólo
en la economía aplicada o política económica y no también en la
teoría económica, sencillamente, como se ha visto, se elude el
problema. Queda siempre en pie el ver si puede darse una teoría
económica completamente independiente de la ética. .
La reducción de la teoría económica a puras relaciones formales y
cuantitativas se ha manifestado también insostenible. Hay, en
efecto, siempre que responder a esta pregunta: ¿cómo se concibe
que el individuo actúe económicamente, es decir, a qué fines orienta
él sus elecciones económicas?
Y es evidente que cuando se ha de proceder conforme a fines de
la actividad humana, se entra en el campo ético.
La separación de la economía de la ética por el carácter abstracto
de la ciencia económica, que permitiría la elección de cualquier
hipótesis en cuanto a los móviles de la actividad humana y, por
tanto, también de la hipótesis hedonista y egoísta, es insostenible.
No son admisibles todas las hipótesis, y desde luego no es
admisible ninguna hipótesis contraria a la recta interpretación de la
actividad humana.
Por otra parte, la ciencia construida sobre la base de una
hipótesis, cuya conformidad con la realidad se renuncia a
investigar, no sería tampoco aplicable a la realidad. Si se hace uso
de los resultados de tal ciencia para interpretar la realidad y para que
sirva de guía en la acción, se acabará por transformar
inconscientemente un principio hipotético (enriquecimiento
hedonismo y egoísmo) en norma de acción. En tal caso, la
apetecida separación de la economía respecto de la ética se
convierte en conflicto entre las dos.
A este mismo resultado se llega cuando se parte del supuesto de
que el móvil económico abarque toda la actividad humana o se
reduzca a un sector particular, que se denomina precisamente
mundo económico, sea el enriquecimiento material del individuo
(principio materialista), o el logro del placer individual (principio
hedonista), o- la búsqueda del provecho individua! (principio
egoísta). El principio económico toma en tal caso un contenido
teleológico. que contrasta con la ética.
Aparece evidente entonces en qué dirección debe buscarse la
solución requerida. No podrá lograrse sino vaciando el principio
económico de todo contenido teleológico (materialismo,
hedonismo, egoísmo), que daría a las leyes económicas un sentido
materialista, hedonista o egoísta. No existen fines económicos;
sólo se nos presentan problemas económicos, anexionados: al logro
de fines humanos, que tienen siempre carácter ético, en cuanto
libre y conscientemente apetecidos por los sujetos.
Es necesario, por consiguiente, abandonar el viejo concepto de
principio económico entendido como búsqueda de la utilidad egoísta (homo
o economicus) y sustituirlo por la noción de principio racional de la
adecuación de medios limitados a fines, es decir, del empleo de medios
limitados de manera que la jerarquía de los fines sea respetada.
El principio económico se entiende como mero criterio instrumental,
que recibe contenido de los fines a que se dirige la acción humana. Pero los
fines humanos son de naturaleza esencialmente ética. Por consiguiente, con
la consciente aceptación de los fines éticos del hacer humano se elimina
toda posibilidad de conflicto entre economía y ética; se instaura la jerárquica
entre la ética—ciencia de los fines—y la economía—ciencia de los medios.
Que ésta sea la única solución posible resulta de considerar que no
existe un fin económico capaz de dar contenido al principio económico.
Puesto que el problema económico consiste en la adecuación de medios
limitados a fines, es evidente que, si se quiere hablar de un fin económico,
con ello no puede indicarse otra cosa que el logro de otros fines. Son los
diferentes fines de la actividad humana los que, dispuestos en un cierto
orden, constituyen el fin de la economía. ;-.
La misma idea puede expresarse también de otro modo. El fin
económico no es una categoría independiente; la economía no se eleva a la
dignidad de valor. Mientras la moral, el arte, la religión, el derecho,
representan esferas con fines propios en virtud de los cuales podemos decir
que el bien, lo justo, lo santo, lo bello y lo verdadero son valores por sí
mismos, no puede decirse otro tanto de la economía. Es económico lo que
mejor conduce a los fines éticos o políticos. La economía no es categoría
independiente, sino categoría instrumental respecto de la ética.
Despréndese de esto que la ciencia que tiene por objeto la
economía debe encontrarse en relación de dependencia frente a la ética.
Mientras es posible construir sin más la ciencia de los fines (la ética), no
es posible construir la ciencia de los medios (economía) sin tener
conocimiento de la ética. O sea, no es posible tratar de manera
sistemática de la adecuación los medios a los fines sin conocer cuáles
sean los fines y como se han dispuestos. Esto es lo que se quiere decir
cuando se habla de dependencia de la economía respecto de la ética.

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