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TRABAJANDO EN EQUIPO

TRABAJO PRESENTADO POR EL INSTITUTO MENDAO EN LA

SOCIEDAD MEXICANA DE NEUROLOGÍA Y PSIQUIATRIA, A.C.

MÉXICO, D.F. 6 DE SEPTIEMBRE DE 1979

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INDICE

I. INTRODUCCIÓN
Ponente: Dr. Antonio Mendizábal Pérez
II. COMUNIDAD TERAPÉUTICA
Ponente: Psic. Gabriela Legorreta Aréchiga
Colaboradores Enfermera Psiquiátrica: Patricia González
III. PSIQUIATRÍA
Ponente: Dr. Sergio Muñoz
Colaborador Dr. Jorge García Barrientos
IV. PSICODIAGNÓSTICO
Ponente: Psic. Irene W. de Ellstein.
V. PSICOTERAPIA INDIVIDUAL
Ponente: Dra. Rita Zepeda Gorostiza.
VI. PSICOTERAPIA DE GRUPO
Ponente: Psic. Mayling Mendizábal A.
VII. PSICOTERAPIA FAMILIAR
Ponente: Dr. Sergio Mendizábal A.
VIII. PSICOTERAPIA DE ACCIÓN
Ponente: Psic. Martha Kapustin
Colaboradora: Dra. Maricela Díaz
IX. TERAPIA OCUPACIONAL
Ponente: Profra: Geula Schroeber
Colaboradoras: Lic. Danya Kneller
Psic. Martha Kapustin
Lic. Teresa Franconnetti
Psic. Karim Traulsem
X. GRUPOS OPERATIVOS
Ponente: Dr. Juan Tubert O.
Colaboradores: Dr. Diego García Reynoso
Psic. Alfredo Ledde
XI. COMENTARIOS FINALES
Dr. Antonio Mendizábal Pérez

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TRABAJANDO EN EQUIPO

El presente trabajo es el resultado del esfuerzo de intentar comunicarles cómo procedemos


en el Instituto Mendao, al tratar a pacientes con trastornos mentales graves, especialmente
psicóticos o con núcleos psicóticos importantes.

El trabajar en equipo es una consecuencia natural de cómo se concibe al paciente, pero


también de cómo se considera la tarea de llevarlo a un grado mayor de evolución.

Este será, por lo tanto, el microprograma de la introducción: la concepción del psicótico


como paciente, el tipo de soluciones que se proponen para superar su problemática y, en
segundo término, la modalidad de organización que adopta el conjunto de especialistas que
lo tratan.

¿Cómo concebimos al psicótico?

Es una pregunta muy compleja, cuya respuesta es incompleta y relativa pero para los
términos de una práctica en el Instituto Mendao, tomamos en consideración lo siguiente:

Es una persona con dificultad para aceptar la realidad externa e interna, que usa
mecanismos para resolver los planteos de la misma, muy relacionados con sus deseos y con
su poca tolerancia al dolor mental: sus técnicas son evasivas.

El psicótico, según lo pienso, sí percibe la realidad y además, lo hace con rapidez pero sus r
espuestas tienden a ser estereotipadas y a no respetar esta realidad. De ahí que la transforme
de acuerdo a sus necesidades, en un grado mayor que el neurótico y en consonancia con su
gran sensibilidad y su debilidad yoica, creando su propia realidad, producto de sus
transformaciones y de las defensas y adaptaciones autoplásticas.

El psicótico, si percibe la realidad, es un observador o un crítico de ella pero sus angustias


lo llevan a magnificarla y por lo tanto, a sentirse más importante y sin esperanza de poderla
modificar en algún grado operativo para vivirla; de ahí que tenga que transformarla de
acuerdo a sus fantasías, no respeta las percepciones de la realidad y las experiencias que se

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derivan de ella, no son elementos suficientes para modificar la visión que tiene de las
relaciones objetales de las cosas o de la naturaleza.

En estrecha relación con su percepción de la realidad, está el vínculo que establece con ella
pues no sólo la reniega, la transforma, sino que ataca la información que le ofrecen sus
órganos perceptuales y todos aquellos elementos de su personalidad que le ofrecen un
contacto con ella, inclusive el pensamiento.

Hablar de psicosis es referirse, en alguna forma, a estructuras que no llegaron a evolucionar.

En el área del pensamiento hay concretismo y dificultad para simbolizar. El pensamiento


verbal no se ha alcanzado plenamente ni se le usa, si se le posee. Se le teme y se le ataca.

Los mecanismos de proyección e introyección sufren trastornos vinculados a experiencias


muy tempranas dentro del juego de integración-desintegración, hay mayor tendencia a la
desintegración o escisión. El vínculo es predominante de agresión y los derivados
libidinosos son superados. Las angustias son primitivas, intensas y de carácter confusional,
persecutorio y depresivo.

Consideramos que cuando las causas son psicógenas, los delirios y alucinaciones tienen
sentido y significado en relación con la historia del paciente.

Que el paciente psicótico presenta fenómenos de transferencia y que ésta es repentina,


intensa, cambiante y a su vez genera reacciones contra transferenciales intensas.

Pensamos que las crisis psicóticas pueden ser fuente de información y que su elaboración,
puede ocasionar cambios importantes que produzcan un mayor grado de evolución.

Que en un sentido general, el tipo de pensamiento del psicótico tiene como función
descargarlo de tensiones, angustias y estímulos; es decir, ser más evaluativo que
elaborativo.

El psicótico tiene déficit en las estructuras y en las funciones que nos permiten efectuar la
discriminación de lo que es mundo externo mundo interno.

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La mente del psicótico es poco continente de las experiencias de la vida mental y real
externa.

El psicótico posee permanentemente, un grado importante de regresión y simbiosis con sus


objetos internos.

Teme pensar y también tiene un sentimiento muy semejante hacia cierto tipo de emociones
e impulsos instintivos.

Posee, en general, un superyó primitivo, persecutorio, prohibitivo y cruel que dificulta la


posibilidad de gratificación. Desde la teoría de las relaciones de objeto, el psicótico tiene un
vínculo fuerte con los llamados objetos malos, ante los que tiene que someterse, dañarse o
invalidarse en un diálogo simbólico de reclamo.

Respecto a la familia y por ende a la sociedad, el psicótico es vulnerable al llamado “doble


vínculo” y a los mandatos ideológicos.

Es susceptible a los deseos inconscientes de padres o abuelos, sobre todo los no


explicitados. Es depositario de la patología familia; de ahí que la familia lo ame y lo ataque
y, en muchas ocasiones, desee depositarlo en las instituciones curativas, como una medida
de protección y seguridad ante lo rechazado y escindido del grupo familiar.

Como puede apreciarse, la patología de la psicosis es compleja, con manifestaciones intra


personales, interpersonales y transpersonales, comprendiendo con este último término los
fenómenos que vienen de fuera del grupo familia, pero que se enclavan en él y lo enferman.

En la génesis del padecimiento no sólo hay experiencias alterantes, sino con frecuencia
ausencia de experiencias básicas. Tal sería el caso del déficit en la función de simbolizar,
conectada con la imposibilidad de comprender el sentido de las propias emociones,
circunstancia que no permite la abstracción de un conocimiento de ellas y que no se dio
desde la relación madre-bebé. Se dice que no hubo en la madre, suficiente capacidad de
“reveriè”.

Ahora bien, en consonancia con estos conocimientos está el diseño del centro. Lo primero
que esperamos ofrecer es comprensión y nuestra propia capacidad de elaboración.

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Hay necesidad de una fina y persistente labor de reestructuración.

Hay necesidad de que las partes o funciones que han permanecido estancadas o regresadas,
alcancen un mayor grado de evolución.

Para ello, aceptamos la necesidad de asociar los conocimientos del psicoanálisis con
aquellos conocimientos de las ciencias sociales.

Consideramos que, aún cuando sea creado artificialmente, el psicótico necesita un tiempo,
un espacio y un conjunto de relaciones interpersonales, con actitud terapéutica para ser
rehabilitado.

Consideramos también que, tanto los pacientes como nosotros, tenemos un límite de
tolerancia al dolor mental; por esta razón, hacemos uso de medicamentos para tratar de
modular su patología, mientras buscamos la superación de su conflictiva con un conjunto
de psicoterapias en un clima emocional tolerable.

El ambiente de la Comunidad Terapéutica es un elemento básico que funciona, en sí, como


un elemento de cambio y a su vez presta el marco y soporte al enfermo que sufre múltiples
angustias mentales.

Se procura cuidarlo y protegerlo de sí mismo y de otros pacientes en crisis, tolerando


precisamente su crisis, procurando no interrumpirla.

Esto exige la existencia de un cúmulo de conocimiento y acuerdos colectivos. Un solo


hombre no lo puede efectuar; se necesita la colaboración, en el más alto grado posible, de
un equipo.

Cada área terapéutica llena su función pero sin olvidarse de las otras, se apoya en los
conocimientos obtenidos en ellas.

Las normas son elaboradas por todos y como necesidad y consecuencia de la convivencia.

Las autorizaciones de visitas, salidas, elaboración de planes terapéuticos o modificación de


ellos, son el resultado del trabajo y opinión del equipo como un todo o parcialmente; la voz
del paciente también es escuchada y existe la preocupación permanente de ir valorando, no

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sólo la parte enferma, sino también la parte neurótica y sana. Procuramos discriminar lo
cuerdo que hay aún en el más enfermo y promover el crecimiento de esta parte, al mismo
tiempo que disminuir la acción y presencia de la parte enferma mediante todas las terapias
y la sinergia de elementos terapéuticos.

Este trabajo nos impone un cambio también a nosotros, con su consecuente monto de
angustia, dolor y esfuerzo de adaptación.

Nos lleva a la vigilancia permanente de nuestra conducta, pues si bien nuestra intención es
ayudar al proceso de curación, también podemos ayudar a enfermar más a un paciente o a
la comunidad.

En una comunidad terapéutica, los límites imprecisos de la salud y la enfermedad, se hacen


más difusos aún. La consciencia de ello nos lleva a desear y necesitar la acción de lo grupos
operativos y al análisis personal sobretodo.

Nos lleva a desear tener grupos de estudio y momentos de reflexión, acerca de lo que
hacemos en los controles y supervisiones y también nos conduce a no imaginar a la
investigación como algo idealizado y lejano; nos lleva a verla integrada en un conjunto de
acciones. Así, vemos la necesidad de enlazar nuestro trabajo, la reflexión, el estudio y la
investigación como hechos cotidianos y deseables.

En esta tarea tan comprometida, si bien no escapamos a la competencia, rivalidad y al


narcisismo, necesitamos la capacidad de comprensión y creatividad del o de los compañeros.

Nos une la presión emocional de un lugar y una tarea, pero sobretodo, la idea de que somos
más capaces de actuar unidos y la decisión de estar organizados en un equipo, o más bien,
en un conjunto de equipos.

Estos equipos se integran con los pacientes, el personal de servicio, el personal


administrativo, los psicoterapeutas, los psiquiatras, los médico generales, las enfermeras
psiquiátricas, el médico internista, los supervisores, los especialistas de actividades
creativas o recreativas y terapia ocupacional.

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Procuramos pensar en cada labor y cada opinión tiene un valor en sí, pero que este valor se
hace más trascendente cuando se engarza en el todo funcionando.

Este trabajo procura explicar este funcionamiento, y al mismo tiempo, ejemplificar cómo se
trabaja en equipo.

Colateralmente, vamos a intentar explicar los métodos de trabajo y algunos elementos


teóricos que se constituyen en organizadores de nuestro pensamiento y acción.

Sería muy incompleta esta introducción, si no dijéramos que estamos en constante proceso
de aprendizaje, que guardamos agradecimiento a los que nos han precedido en este esfuerzo
de enfrentar la enfermedad mental institucionalmente y que, parte de la función del equipo
es aceptar el error, el error en el paciente, en la familia, en nosotros, en la sociedad, en los
colegas, pero no aceptarlo pasivamente sino buscar abstraer un conocimiento, base tal vez
de futuras mejorías y prevención de otros errores.

Después de la exposición de los representantes de las diferentes áreas, presentaremos algunas


reflexiones sobre lo dicho, pero nuestro deseo es recibir de ustedes la colaboración de sus
comentarios y tener la grata experiencia de encontrarnos unidos para pensar nuestro trabajo.

Agradezco, en nombre de mis compañeros y personalmente, la invitación que la Sociedad


Mexicana de Neurología y Psiquiatría nos hizo, para participar en su Programa Convergencias.

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COMUNIDAD TERAPÉUTICA

Comunicar el concepto esencial de lo que es una Comunidad Terapéutica cuando nosotros


mismos nos hallamos inmersos en la búsqueda y descubrimiento de su urdimbre, es tarea
difícil, extensa, arriesgada e incompleta. A partir de que todo medio social puede ser
promotor de salud o enfermedad, pensamos que la comunidad terapéutica está concebida
como una estructura grupal diseñada para que los pacientes busquen recuperar su salud
mental empleando todos los recursos que ésta proporciona, en conjunción con todos los
integrantes de equipo técnico de servicio administrativo.

Para que una determinada institución de salud mental pueda ser conceptualizada como CT,
se requiere la presencia de una consciencia crítica y del conocimiento de los mecanismos
generadores de enfermedad de la estructura social de la que provienen los pacientes y el
personal de trabajo. Esto se logra a través de la creación de una estructura artificial que es
la CT, por su aislamiento relativo del entorno, pero real como instancia funcionante, desde
la cual se estudian, se descubren y disecan los elementos ideológicos infiltrados en los
conocimientos, teorías científicas y técnicas terapéuticas que pueden reproducir la patología
social y perpetuar los mecanismos enajenantes que desde su núcleo familiar y social, han
enfermado al individuo. Tal conciencia crítica sólo se alcanza a través del análisis de la
patología individual y grupal y de los elementos ideológicos, tanto de los pacientes, como
del personal que labora, ya que ambos grupos integran la CT que funciona como totalidad.

En alguna forma, el psicótico se ha marginado y al mismo tiempo ha sido marginado,


escindido del grupo familiar y de la sociedad. Psicosis significa optar por una determinada
solución vital. Hay una elección por la evasión, la pasividad, el aislamiento, que en cierta
forma, en relación al resto de las personas, tiene que ver con el no ser. El psicótico posee un
tipo especial de pensamiento y una intolerancia al conocimiento y vivencia de la realidad
interna y externa. La CT pretende sacarlo de tal estado al recurrir a su parte neurítica y su
parte sana. Busca su participación y responsabilidad en la vida comunitrario, le permite
participar en el gobierno y creación de normas de la institución. Le da voz, la que él había
perdido por haber enfermado. Lo lleva a que siente a la comunidad como algo propio. Se
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intenta restituirle socialmente la confianza en los demás, en base a una conducta en donde
se le comunique la verdad. Se le permite la comunicación con el personal así como el
conocimiento más amplio del mismo, desde la convivencia. Abreviando, la CT en sí es in
medio curativo, sirve de marco complementa y es complementada por las demás
psicoterapias y medios curativos. Provee de un medio agradable y cómodo, tolerante hasta
cierto punto. Se constituye en un medio social en donde estar enfermo mentalmente no
significa estar privado de los derechos del hombre, en donde se toleran sus crisis, en donde
se espera que todo el personal, en consonancia con su función y preparación, tenga una
actitud terapéutica.

Tratar a un paciente psicótico en una comunidad terapéutica implica asumir una postura
comprometida, involucrada en las contradicciones de la realidad, que se opone a las viejas
formas de convivencia, que implica el trabajar con un monto de angustia, esfuerzo y temor
al cambio. Sabemos que nos oponemos al cambio, a lo nuevo, así sea una idea o
sentimiento nuevo porque amenaza nuestra identidad. La vida de la CT es compleja.
Paralelamente a la “cultura oficial” subyacen otras culturas: la cultura psicótica, la cultura
del farmacodependiente, su fuerza y presión están en juego. Es básico que el poder se limite
y se comparta, que el verticalismo se disminuya sin que exista anarquía i se cauda en la
modalidad de que todo se puede o todo se permite. En Mendao no existe en muy alto grado
la represión física. Evitamos el uso de medicamentos como descarga de la frustración del
personal, pero apreciamos su acción reguladora de conducta y angustia, sin ellos muchas
veces no estarían los pacientes accesibles a las acciones de la psicoterapia, ni toleraríamos
la agresión a veces física, ni la angustia de tratar con personas casi desorganizadas o
desintegradas.

Preferimos limitar la conducta a través del cotejo, la crítica u el análisis de nuestras


acciones y las de los pacientes. Después de las medidas de seguridad y protección se
discute la conducta a seguir en asambleas extraordinarias en los casos de agresiones o crisis
extremas. El peso de la opinión de la CT funciona como una conciencia colectiva que
establece límites y modula la conducta en general, de los habitantes de la comunidad.

Al funcionar como una estructura, la CT se ve afectada por los fenómenos psicológicos que
le ocurren a cualquiera de sus integrantes, sea paciente o no. Nadie se escapa de la

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interacción retroalimentadora de las angustias que surgen de la patología de los pacientes
como de nuestros problemas personales. Todo transcurre en una relación dialéctica entre el
equilibrio y el desequilibrio, entre la capacidad de los pacientes para alterar el orden y la
vulnerabilidad del terapeuta para ser alterado por las comunicaciones psicóticas. Este
fenómeno ocurre a través de las identificaciones proyectivas patológicas. Los pacientes
tienen la capacidad a través de ellas, de provocar conductas en los individuos que ni
sospechan ni desean. Estas respuestas ocurren como actuaciones inconscientes e involuntarias
de los objetos internos de los pacientes, proyectado en los terapeutas, quienes a través de un
fenómeno de parasitación, se hacen cargo de ellos y los reproducen sin saberlo. Es la
conducta patológica inducida por los paciente psicóticos con el fin de reproducir y
promover en el afuera, su propia psicosis en un intento fallido de liberarse de ella. Como en
el caso de una paciente referida por el Dr. G.A. quien recomendaba “internación urgente”
por un problema confusional compartido con su pareja, que encubría una situación
paranoide negada en ella y que se complementaba con una depresión persecutoria negada
en él. Al ingresar a la clínica la paciente dijo haberse internado por prescripción médica sin
llegar jamás a comprender por qué se le internaba. El esposo compartía esta incapacidad
para explicar el motivo del internamiento. A lo largo de las múltiples entrevistas que se
efectuaron comenzó a imperar la duda de la necesidad del internamiento. Llegué a
confundirme, a creer que momentos en que quizás estaba internando a una persona sana por
me deseo de tener un paciente más como fuente de ingresos. I perplejidad creció cuando
otros miembros del equipo comenzaron a cuestionar su estancia en la clínica e incluso
llegué a pensar que se trataba de una manipulación del esposo para deshacerse de ella.
Estábamos frente a un fenómeno de transferencia/contratrasnferencia institucional,
instalados en la confusión provocada por el siguiente dilema: o bien se trata de una
paciente oculta descubierta sólo por la agudeza clínica del colega que la refiere, pero
imperceptiblemente a los ojos de todos nosotros, incluyendo los de su marido. Fueron
necesarias muchas horas de análisis y autocuestinamiento unidas a la manifestación abierta
de ala angustia y la confusión de la paciente para que pudiéramos percatarnos de que
habíamos sido parasitados a nivel institucional por su confusión interior negada, escindida
y proyectada en nosotros. La CT estaba siendo continente de su parte psicótica.

¿Qué hacemos frente a tales fenómenos?

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Descubrimos la necesidad de la tarea constante de preservar la salud mental de la CT a
través de varias medidas implementadas: existen cuatro grupos operativos en donde
analizamos las emociones que facilitan o dificultan la labor terapéutica, examinamos los
efectos que produce a nivel individual y grupal el vínculo agresivo del psicótico, basado en
el ataque al pensamiento y al conocimiento y en su capacidad para inducir la confusión a
través de la distorsión y transformación de la realidad. Tenemos supervisiones individuales,
grupales y familiares en donde enfatizamos y promovemos la capacidad de recuperación
del terapeuta como ser pensante, lo ayudamos a rescatarse de la parasitación masiva de las
identificaciones proyectivas psicóticas. Insistimos en la necesidad ineludible del análisis
personal que se impone en esta modalidad de enfoque y trabajo. La junta de coordinadores
y la junta clínica general nos permiten completar esta tarea de recuperación.

En la asamblea comunitaria cotidiana y en la asamblea general se plantean problemas de la


convivencia y se toman acuerdos; se despide y recibe a los pacientes que se van o ingresan;
se deciden los rescates que ocurren cuando un paciente se fuga e interrumpe su tratamiento,
siendo los pacientes, en ocasiones más convincentes que los terapeutas en la tarea del
rescate; se ventilan conflictos y se proponen los cambios que modifican la estructura social
del centro CT.

Como hemos bosquejado, la CT constituye un recurso más para enfrentar la enfermedad


mental. Es como un laboratorio que reproduce en pequeño nuestros fenómenos sociales, de
los cuales algo sabemos pero más ignoramos. Urge pues su investigación multidisciplinaria
desde el psicoanálisis, las ciencias sociales, la psicología de los pequeños grupos y la
psicología institucional con el fin de obtener un conocimiento que nos permita comprender
desde la abstracción y la formalización, los fenómenos que se dan en la convivencia con un
paciente dentro de su estructura especial diseño.

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PSIQUIATRÍA

La justificación del área de psiquiatría dentro de la clínica, se origina a partir de la


necesidad de establecer un modelo médico de tratamiento; desde el primer contacto con el
paciente que ingresa, estableciendo sus inmediatas necesidades de tratamiento e iniciando,
con la utilización de la metodología científica de la psiquiatría, la revisión sistemática de su
historia y padecimiento, de tal modo que se obtengan panoramas transversales y
longitudinales que faciliten las tareas de tratamiento psiquiátrico y psicoterapéutico.

En esta institución, utilizamos para el estudio clínico del paciente, el modelo médico
psiquiátrico de historia clínica. Los datos se obtienen a partir de entrevistas con el paciente,
su familia o persona que proporcionen información; también recurrimos al estudio del
expediente de ingreso. Se recurre al uso de los estudios de laboratorio y gabinete
pertinentes, tales como el electro encéfalo grama, resonancia magnética, tomografía
computarizada, estudios neurológicos, etc., y se establece, siguiendo los lineamientos del
DSMIV, el diagnóstico correspondiente así como el pronóstico. Se emiten las
recomendaciones y órdenes psiquiátricas correspondientes.

Adscribiéndonos a la filosofía de la institución CT, se considera cuidadosamente la


utilización de medicamentos. Se pretende, con el empleo de psicofármacos, disminuir la
sintomatología psiquiátrica que impida el abordaje psicoterapéutico, que implique riesgos
para el paciente o la comunidad o aquella que por su naturaleza sea indeseable para el
paciente.

Siguiendo también la filosofía de la clínica, hemos prescindido de ortos recursos


terapéuticos biológicos, terapia electro convulsiva, gasoterapia, sujeción física, etc. El
manejo de aquellas conductas que suelen ser tratadas por esos métodos, se hace a partir del
concepto de que aún los pacientes gravemente enfermos, mantienen una parte sana de su
personalidad en la que puede incidir la acción de la CT y el espacio elaborativo de las
diversas terapia.

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Durante la estancia del paciente, se hacen entrevistas que permiten valorar la evolución
clínica y las necesidades de tratamiento psiquiátrico. Estas entrevistas se programan tanto
rutinariamente, como a solicitud de algún miembro del equipo técnico o del propio
paciente, a que la CT fomenta en éstos, la participación activa y la responsabilidad de su
propio tratamiento.

La forma en que se transmite la información del área de psiquiatría al resto de la CT, es a


través de los siguientes medios:

El primero corresponde al expediente clínico, al cual tiene acceso lbre el personal técnico y
en donde, por escrito, se anotan la evolución y órdenes de tratamiento. Este expediente
además, constituye un punto de articulación con otras áreas que periódicamente transcriben
en el mismo, la información y necesidades correspondientes.

Un segundo medio de información es de tipo verbal. Se hace a través de la comunicación


directa entre el psiquiatra y el resto del equipo, ya sea en reuniones informales o formales,
siendo estas últimas las juntas de coordinación, la junta clínica y el grupo operativo. Estas
formas de comunicación facilitan la retroalimentación: psiquiatría informa y recibe
información, participa en la determinación de las políticas de tratamiento y a su vez, recaba
valora y aplica en su caso, las recomendaciones que el equipo técnico pueda emitir.

La junta clínica es una vez por semana, en donde se reúnen los coordinadores de las
diversas áreas de la comunidad y, a partir del intercambio de información, no sólo se tiene
una idea de la evolución del paciente en forma general, sino que sedan indicaciones cobre
el manojo del mismo.

Por otro lado, la junta clínica es el eje de articulación e intercambio de información del
paciente en donde se establecen los diagnósticos clínicos y psicodinámicos y se estructuran
las indicaciones a seguir en el tratamiento del paciente.

Además, existen momentos en la CT en que ésta puede ser rebasada por la crisis de un
paciente y es en estos casos, cuando el peso recae sobre psiquiatría, teniéndose que instrumentar los
medios adecuados, manejo de enfermería y psicofármacos; aunque esto no significa que el resto
de los miembros no continúen en participación directa con el paciente.

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PSICODIAGNÓTICO

Otro de los medios para evaluar y entender lo que pasa a una pesona, es el estudio a través
de pruebas psicológicas. Estas ofrecen la ventaja de ser situaciones estandarizadas, donde
es relativamente fácil registrar toda la información proporcionada por el paciente, así como
seleccionarla y organizarla en forma sistematizada y objetiva. La evaluación es más o
menos uniforme y permite hacer comparaciones inter e intraindividuales.

La contribución de las pruebas a la CT en concreto consiste en que, en relativamente poco


tiempo, permiten hacer una evaluación que incluye lo manifiesto y lo latente, y que da
información acerca de qué es lo que se puede esperar de la interrelación con el paciente.

En el Instituto Mendao, se aplican pruebas clasificadas como de eficiencia y pruebas de


personalidad o proyectivas, escogiendo una batería con características individuales para
cada paciente. Para elegir las pruebas, se toma en cuenta no sólo la riqueza o la precisión de
la información que ésta pueden proporcionar, sino también la situación personal por la que
atraviesa el paciente y cómo ésta puede verse afectada por la características de la prueba,
por más que sepamos que puede brindar gran cantidad o calidad de información, no se la
utiliza.

En otros medios los procedimientos de examen mediante pruebas, se usan junto con el
material suministrado por la historia del caso y la observación clínica. Sin embargo, en el
Instituto Mendao se procede a la aplicación de pruebas para obtener lo que, generalmente,
se conoce como “diagnóstico a ciegas”, donde los únicos datos que el examinador sabe, son
nombre, edad, y sexo del paciente, su ocupación, su domicilio, su estado civil, familiar y si
grado de instrucción/escolaridad.

La evaluación independiente de las pruebas, asegura la explicación completa de los


resultados. La comparación de las pruebas con los datos clínicos permite una confirmación
independiente que otorga mayor confiablidad al diagnóstico y pronóstico.

La aplicación de pruebas es siempre individual y usualmente, se realiza dentro de las dos


primeras semanas de internamiento del paciente.

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El contacto inicial con el paciente, generalmente consiste en un simple saludo y la
invitación a trabajar en el cubículo donde se realizan las pruebas. Ya en el cubículo, se
toman los datos básicos antes mencionados, aprovechando este momento para establecer
algún tipo de confianza/rapport. Se procede después con la aplicación de pruebas, que se
hace aproximadamente en cuatro entrevistas de una hora y media de duración cada una.
Excepto en algunas pruebas en las que está claramente contraindicada la suspensión, se
trata de ser tan flexible como se pueda, respetando al paciente cuando expresa que no puede
continuar trabajando. En tales casos, se suspende la aplicación y se prosigue más tarde o al
día siguiente.

Una vez terminada la aplicación, se procede a calificar e interpretar las pruebas con el fin
de elaborar un informe que presenta al resto de equipo en la junta clínica. El informe debe
transmitir una imagen clara de la persona, incluyendo lo manifiesto y lo latente. Debe
contestar preguntas tales como: ¿Qué le pasa al paciente? ¿Cómo está funcionando y por
qué? ¿Hay organicidad? ¿En qué área o áreas de la personalidad se localiza el conflicto?
¿Cuáles son las áreas más sanas? y ¿Cuáles son los elementos que pueden favorecer u
obstaculizar la interrelación y el proceso terapéutico?

Basándose en los datos recogidos, se propone una hipótesis de diagnóstico y un pronóstico.

La información recogida en las pruebas se coteja con la que presentan las otras áreas. Si
coincide, aumenta la confiabilidad. Si no coincide, se trata de entender el por qué.

Antes de dar de alta a un paciente, se hace una revaluación, que en psicodiagnóstico


consiste en otra aplicación de pruebas. Los datos así obtenidos se comparan con los
proporcionados por el estudio inicial y el énfasis se pone ahora en los cambios logrado. De
nuevo, la información se compara con la obtenida en otras áreas y se discute en conjunto.

En el área de psicodiagnóstico lo que más nos interesa es el modo y la organización del


pensamiento, por ejemplo, generalmente se aplica una escala de inteligencia, que nos
proporciona un cociente intelectual; pero no es a esta información a la que se le da mayor
importancia, pues no sólo nos interesa una medida cuantitativa del rendimiento tratamos de
averiguar el tipo de pensamiento que predomina, saber si se da mayor énfasis a lo concreto

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o a lo abstracto, determinar cuáles áreas sufren el mayor deterioro, tratar de atender la razón
de dicho deterioro y también conocer la áreas en que sobresale el paciente.

El estudio se debe localizar e identificar la patología, pero su meta no es el obtener una


etiqueta de diagnóstico que sirva para encasillar al paciente. Más bien se trata de lograr una
comprensión dinámica y estructural donde se da importancia a las áreas enfermas, pero
también se da relevancia a las áreas más sanas, mejor preservadas que pueden servir de
apoyo al proceso terapéutico y que son con las que la CT tiene que establecer un vínculo
que permita convivir con la persona y ayudarla.

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TERAPIA FAMILIAR

En nuestra institución, la terapia familiar forma parte de la estrategia terapéutica de todos


nuestros pacientes por dos razones:

La primera, porque consideramos que el psicótico es el resultado de la interacción


patológica de los miembros de una familia.

La familia es la unidad donde él nace, crece, se desarrolla y recibe, tanto la ideología como
la cultura que gobiernan la actitud y la toma de posición en relación con los objetos y
problemas reales de su existencia social e individual.

En otras palabras, la experiencia nos demuestra que, donde hay un psicótico, existe un
grupo familiar con mecanismos psicológicos y de comunicación enfermos.

Si la familia no es estudiada y tratada, se dificultará la terapia con el paciente porque éste,


cumple el rol de depositario de la psicosis y de los deseos inconscientes de la familia.

La segunda razón es de orden práctico. Al estar la psicosis en toda la familia, los límites de
aquella rebasan la fenomenología individual. Así, la terapia familiar nos permite apreciar en
vivo, los factores desencadenantes de la psicosis y comprobar que, el síndrome latente en la
familia, se manifiesta en el enfermo.

Así mismo, podemos comparar algunos fenómenos que se aprecian en las familias de
psicóticos, con lo que el enfermo recibe en la CT que estamos construyendo. En la práctica,
estos fenómenos son antagónicos y contradictorios. Mientras en la familia la comunicación
no es directa y no se maneja la verdad ni se da voz al paciente, en la CT, como tendencia,
ocurre lo opuesto.

Mientras la familia aísla, la CT conecta e incluso, rompe el verticalismo. La familia


excluye, la CT tiende a incluir. En la familia, la consigna es la impotencia, en la CT, se
alienta la creatividad.

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Por otra parte, la familia del psicótico está entrecruzada de alianzas para el control; nuestra
CT busca aliados para la autonomía. Mientras el grupo familiar pretende petrificar al
enfermo en su rol, nosotros abogamos por la ruptura de estereotipos.

Al tener en cuenta las dos razones aludidas, resulta fácil entender los objetivos de la terapia
familiar.

Los primeros son de índole informativa. Están relacionados con el diagnóstico: se pretende
conocer la estructura interna de la familia del psicótico, sus leyes de funcionamiento y la
determinación estructural que generan los factores desencadenantes de la psicosis. Así,
conocemos los mitos, los secretos, las prohibiciones, la comunicación patológica, en fin,
todo aquello que ha enfermado al paciente.

El segundo objetivo es de índole terapéutica: busca la cura de la propia familia. El trabajo


clínico está destinado a elaborar las circunstancias, situaciones o problemas que se hayan
detectado. Así, por ejemplo, se les ayuda a elaborar sus duelos patológicos, a desprenderse
de las ligas hacia lo perdido y a dejar libres los vínculos libidinales.

En cuanto a su ubicación institucional, el área de terapia familiar está interconectada con


las otras de nuestra Institución.

Existe una colaboración de doble vía con todas ellas. Para ello, empleamos los canales
formales e informales.

Proporcionamos información a las otras áreas sobre nuestros hallazgos en relación con los
factores desencadenantes de la psicosis, con el desarrollo del padecimiento, con los mitos
familiares sobre el mismo, con los hechos biográficos ocultos, con la patología latente y
manifiesta en otros miembros de la familia.

Así mismo comunicamos una serie de datos que se perciben en otras terapias en el múltiple
entrecruzamiento de la transferencia y la contra transferencia, pero que la terapia familiar
los recaba en vivo.

En ocasiones, otras áreas nos solicitan que nos aboquemos con la familia a la elaboración
de problemas específicos, relacionados con altas parciales o totales, con la inserción

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familiar en la comunidad, etc. Sobre este aspecto, tenemos la precaución de no contra
identificarnos con el deseo de la familia, ya que, cuando ésta ha sobrevivido en la locura
gracias al congelamiento a redistribuir la psicosis. Esta resistencia suele presentarse,
mediante el sabotaje directo o el intento de controlar el comportamiento del paciente y la
eficacia del equipo terapéutico.

Por nuestra parte, solemos solicitar a otras áreas, la colaboración en el trabajo de la


elaboración de los afectos “estresantes” de nuestras sesiones semanales. En otras ocasiones
solicitaos que se conocerte juntas específicas para la discusión y toma de decisiones de
carácter administrativo.

Realizamos la terapia familiar, mediante el uso de la coterapia; es decir, con el trabajo de


equipo entre dos terapeutas, preferentemente de sexos distintos.

La coterapia ofrece múltiples ventajas; la disminución de la omnipotencia, mayor capacidad


de comprensión y de contención y facilita los vínculos transferenciales.

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TERAPIA DE ACCIÓN

Los estereotipos, las alucinaciones, delirios y otras manifestaciones conductuales, están


enclavados en fenómenos inconscientes los que, a su vez, están relacionados con
acontecimientos evolutivos. Estos fenómenos son productos, tanto de situaciones reales
alternantes, como la ausencia de experiencias necesarias y determinantes para la
estructuración de la personalidad.

Así, en la estrategia global de atención de un psicótico, se hacía necesario un abordaje


técnico que, basado en el psicoanálisis además de trabajar con lo histórico, cumpliera con el
cometido de llenar el vacío de las experiencias no vividas. Si a éstos, le sumamos la gran
cantidad de fenómenos que no están al alcance del pensamiento y la expresión verbal, junto
a la dificultad de estos pacientes para abstraer y simbolizar hizo patente la necesidad de
contar con una vía rápida al inconsciente a través del trabajo con lo concreto.

Terapia de acción, toma el discurso global del paciente, discurso que incluye postura,
gestos, “ruidos”, percepciones y todo aquel elemento que nos permita acceder al contenido
latente, rompiendo la represión y permitiendo que surja el conflicto, por canales no
tradicionales.

Ser parte de la comunicación presente en la que están ya incluidos pasado y proyecto


futuro, por lo que no se pone el acento en el recuerdo o la investigación “arqueológica” ya
que, a través de las consignas, los presentificará.

Esta técnica no usa la interpretación clásica, sino que recurre a la consigna para qué, al
resolverla, el paciente recupere lo escindido y o integre. Las diversas consignas apuntarán a
rescatar, por medio de la acción material transferencial, imágenes, escenas y fragmentos de
éstas que encierran el afecto reprimido a través, por ejemplo, de la corporización de objetos
internos totales, parciales. Para esto, se crea un espacio imaginario en el que se invocarán
estas fantasías e imágenes, creando un sueño en estado de vigilia y donde el paciente,
además averiguará qué y cómo transfiere en el terapeuta.

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Esta nueva forma de contacto con el mundo interno, valorando la expresión total del
psicótico, permite que el proceso de elaboración sea más fluido. Una sesión de terapia de
acción se inicia como cualquiera de terapia de grupo psicoanalítica, los terapeutas
escuchamos y observamos, captamos lo emergente de grupo, para luego tomar lo obvio del
discurso de un paciente y llevarlo a la acción, dándole forma a sus fantasías. En ese
discurso, aparecen elementos llamativos que lo rompen; la consigna –el para qué- entra en
ese quiebre de la comunicación.

La terapeuta propone para su resolución, una serie de consignas encadenadas para despejar
la incógnita y ayudar al paciente, a que sea él quien encuentre su sentido. Consideramos
que es altamente elaborativo hacer “insight”, a través de la experiencia vivida.

Las terapeutas acompañamos al paciente a hacer presente la escena reprimida en una nueva
y actual, donde podrá desarticular la original y levantar la represión al afecto para que
emerja lo oculto tras el recuerdo encubridor. Se trata de graficar la historia, no dramatizarla.
En este proceso, se busca un cambio de afecto y de la modalidad de la relación.

En ejercicios donde se trabaja con objetos reales o corporizaciones de objetos internos se


busca, primeramente, el reconocimiento de las proyecciones hechas sobre ellos e incluso las
fusiones con éstos para, en un segundo momento de diferenciación, pasar de la ecuación
simbólica a la simbolización.

Simultáneamente al trabajo de un paciente, se dinamizan escenas internas de todos los


miembros del grupo; en otras ocasiones, es todo el grupo quien lleva a cabo la resolución
de consignas, procediéndose luego a la verbalización grupal de la experiencia.

Dado lo poco conocida que es esta técnica, daremos un ejemplo muy extractado de una
sesión:

Lidia, visiblemente enojada, inicia la sesión haciendo referencia a que está


desesperada, que no puede tolerar ya a Susana, paciente de edad avanzada
de reciente ingreso. Esta, le toma su ropa, la usa, e incluso la tira a la
basura, Lidia no puede poner un hasta aquí y prefiere salirse de la clínica.
Otros compañeros se muestran también angustiados y exaltados en relación
a Susana, pero en menor medida. El material de Lidia es el emergente.

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La terapeuta “A” especula para sí, que la paciente puede estar haciendo una
proyección masiva de su madre en Susana. Sin embargo, no le interpreta y estructura
una consigna para corroborar o no con la paciente, la hipótesis.

En la primera consigna, se le pide a Lidia que haga un recuento, en voz alta de todas
las figuras importantes en su vida y que, para mayor facilidad, cierre los ojos.

Lidia hace una descripción detallada de su abuela, de su madre, de una maestra y al


llegar a su hermana Remedios, que envidia mucho a la paciente, en su descripción
aparecen sutiles similitudes con Susana.

Para trabajar esto, se le da a la paciente la segunda consigna: que describa físicamente


a su hermana con el máximo lujo de detalles que amplíe sobre su personalidad. La
resolución de la consigna, la obliga a invocar a esta hermana y tenerla muy presente.

Seguidamente, la terapeuta le pide a la paciente que, en el ámbito del consultorio,


busque el lugar donde ubicaría a la hermana recién invocada. Lidia elige un rincón al
costado de un gran espejo. Una vez allí, se le solicita que con los ojos cerrados, se
describa siendo Remedios; es decir, en primera persona. En esta segunda descripción
de Remedios, surgen más remarcados los atributos físicos “tengo ojos lindos, azules,
una nariz perfecta, boca chica…” y aparece claramente “el estilo de Remedios”.
“Estoy enojada porque no tengo suficiente dinero, papá explota a mi marido, más en
cambio, a Lidia le dan todo el dinero, viajes,…” En fin, es un discurso lleno de
recriminaciones envidiosas.

Al finalizar “Remedios” su discurso, se le pide a la paciente que, sin perder la


imagen de su hermana, se siente “frente” a ella y le conteste. Se inicia así un diálogo
donde desaparece la tercera persona. Cada argumento deberá decírselo una a la otra,
siendo otra vez Lidia. Se ha trastocado. Habla a su hermana tímidamente, llena de
culpa.

La terapeuta invita a la paciente a que ocupe nuevamente el lugar de Remedios pero


que, esta vez, exagere al máximo: “Dígale Remedios a Lidia, toda la rabia que tiene,
pero con mucho énfasis”: “Remedios” esta vez presiona, chantajea e inculpa.

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Por última vez se le pide a la paciente que vuelva al lugar de Lidia, frente a su
hermana y que trate de responder: Lidia está francamente aterrorizada, se siente
humillada y aunque sabe que la está chantajeando, sólo puede sentir ganas de
someterse.

La terapeuta “B”, le indica que le reitere a su hermana, varias veces: me someto a ti y


que vaya adecuando su postura física en la medida en que vaya repitiendo la frase.

Lidia que ha estado todo el tiempo en el piso se va, poco a poco, encogiendo hasta
apoyar la frente en el suelo.

La terapeuta “B” la incita a que se quede así y que comience a recorrerse el cuerpo,
diciendo: “me doy cuenta que tengo la cabeza así y así sucesivamente con todo su
cuerpo.

La paciente, al describirse, descubre hasta qué grado está humillada paralizada de


miedo y dice: “…ya no puedo más.” El grupo, que ha seguido atentamente el trabajo,
así como las terapeutas, estamos conmovidos.

Se invita a Lidia a regresar a su asiento y verbalizar qué se ha dado cuenta. Lidia no


sabía que estaba tan sometida a su hermana, porque lo aparente era que ella (la
paciente) era la triunfadora. Se da cuenta que Susana, representa en la clínica a su
hermana, frente a la que también se somete y que huir no es más que escapar y
paralizar su tratamiento.

El resto de los pacientes comentan cómo ellos, también frente al miedo sólo saben
someterse o huir.

Lidia confiesa sentirse aliviada y dispuesta a ponerle un hasta aquí a Susana

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TERAPIA OCUPACIONAL

En la comunicación del psicótico, la palabra ocupa sólo una parte del discurso total posible,
por lo que las diversas disciplinas que componen la Terapia Ocupacional y Creativa, toman
en cuenta la expresión pre verbal y para verbal y fomentan el dar forma, sonido color y
volumen a su mundo caótico y fragmentado.

Posteriormente, en las terapias interpretativas cada paciente complementará el proceso de


simbolización por medio de la verbalización.

Esta área no busca sólo el acceso al pensamiento simbólico por otros canales, sino que
prioriza la recuperación de habilidades perdidas y la adquisición de nuevas, que permiten la
auto revaluación. Se pone el acento en la construcción de objetos, donde el paciente
partícipe del proceso total de creación, hasta su culminación. Algunas tareas se preocupan,
en forma más específica, de implicar todo el esquema corporal.

Los diversos abordajes, permiten la descarga de energía y su regulación por medio del
encuadre peculiar de cada uno así como la canalización de la angustia y de la ansiedad.
Paralelamente, se desarrolla la capacidad de juego, del humor y del manejo del absurdo.

Todas las actividades se realizan en grupo, ya que cada una está estructurada en forma tal
de propiciar la ruptura del encierro narcisista a través de la creación colectiva, la
identificación y el ejercicio y aceptación crítica. A su vez, la tolerancia a la frustración y a
la colocación de límites, factores necesarios para la maduración, están enfatizados en el
cumplimiento de estas actividades.

Esta área comprende deporte, musicoterapia, dibujo y pintura, teatro, trabajos manuales y
terapia de movimiento:

- Deporte: cumple con la doble función de aprendizaje y recreación. Se aprende a


cooperar con el grupo. Los participantes se benefician del juego reglamentado que
pone límites estrictos y de la creación de equipos, para canalizar la competencia

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junto a la importancia que tiene para estos pacientes, el usar y conectarse con el
cuerpo.
El deporte es una de las formas de encuentro en las horas libres, alrededor del cual
se organiza la recreación, siendo además un excelente vehículo de descarga de
energía.
- Musicoterapia: los objetivos de esta tarea son: tender a la socialización, a través de
la organización sonora; posibilitar la ruptura de estereotipos, la recuperación o
adquisición de habilidades y propender a la desinhibición, expresión de sentimientos y
creatividad.
Se trabaja con la voz, ejercitando técnicas de respiración y emisión, para luego
pasar al nivel expresivo y creativo. Se toman como fuente de este segundo nivel, a
sentimientos, sensaciones, y melodías ya conocidas que, al reproducirlos y
recrearlos, dan origen a otras nuevas y propias. Se utilizan, en las sesiones,
instrumentos fundamentalmente de percusión, con los que se realizan ejercicios de
práctica básica. Posteriormente, la tarea se basa en la integración, reproducción de
esquemas rítmicos, recreación de diversos estilos musicales y creación de patrones
rítmicos propios.
- Teatro: es altamente formativo para un psicótico el crear y actuar una escena teatral,
donde los límites entre realidad y fantasía son, esta vez, intencionalmente rotos,
creando un doble plano especular.
Al improvisar una escena, ésta se convierte en pantalla de proyección del mundo interno y
se simboliza, a través de la actuación, lo imaginario.
No se trata de hacer trasposiciones puntuales del allá y entonces en el aquí y ahora, sino de
representar escenas reales vividas, inconscientes o fragmentos combinados de ambas, esta
reactualización, será complementada por el trabajo elaborativo de las terapias.
Las sesiones son siempre de improvisación, siguiendo un guión creado por los pacientes en
donde, cadi no, debe representarse a sí mismo en una situación, nueva o insólita e incluso
imposible.
Se marca claramente, la división entre escenario y público, es decir, se visto y ver para
juzgar. Así mismo, la coordinadora nunca actúa para evitar “modelos” de representación y
obviamente, la transmisión de información personal y contra transferencial.

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TERAPIA DE MOVIMIENTO

La terapia de movimiento constituye aquella parte del proceso terapéutico integral del
paciente psicótico, que se ocupa de la elaboración de aquellos elementos de la personalidad
proyectados y depositados en el self corporal y que complementa a tarea psicoterapéutica
de su rescate en el plano del lenguaje simbólico.

Partiendo de la idea de Freud de que el yo es primeramente un yo corporal, trabajamos el


cuerpo con los siguientes objetivos:

1) Integración del esquema corporal con el reconocimiento de sus diferentes partes.


2) Creación de una percepción más nítida de los límites corporales, lo que facilita la
diferenciación entre el YO corporal, el espacio exterior y el Otro.
3) Empleo de un instrumento elaborativo más primitivo y regresivo que la palabra para
movilizar los elementos escindido y proyectados en el cuerpo.
4) Fomento de situaciones grupales de elaboración compartida que reproduce las
dificultades y ventajas de la socialización tan limitada en el paciente psicótico.
5) Partiendo de la hipótesis de que existe una represión material a nivel del espacio
corporal, la terapia de movimiento permite una regresión que permita la expresión
de dicho material dentro de un ámbito de tolerancia.

Para conseguir estos objetivos, producimos una secuencia de ejercicios corporales,


acompañados en general por música de fondo. Esta secuencia incluye:

1) Warm up, es decir ejercicios preparatorios de cuerpo.


2) Ejercicios estructurados para el aprendizaje de un vocabulario corporal hasta el
momento desconocido para el paciente.
3) Improvisación libre de cada uno de los participantes o de todo el grupo, que
posibilitaría la manifestación espontánea del repertorio conflictivo existente.
4) Poner en palabras lo que se hace y lo que se siente, que daría la posibilidad de
alguna simbolización mayor para el psicótico y que proveería de elementos re
trabajables en otras áreas terapéuticas.

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ÁREA DE GRUPOS OPERATIVOS

La única manera que una institución puede asegurar la salud de sus pacientes, es
implementar, además de las terapias específicas, una instancia que cuide la salud de la
institución misma. Por excelentes líneas terapéuticas que se apliquen, si no existe un
ambiente mínimamente sano que apoye en forma cotidiana el proceso de los pacientes, no
hay curación posible.

Todo ambiente, toda institución, está conformado por todos los que dentro de él tienen
algún rol a desempeñar, sea un terapeuta, un portero o un paciente. En general es sobre los
pacientes en quienes se han centrado principalmente todas las estrategias terapéuticas,
descuidando muchas veces a los demás componentes de nuestro micro sociedad. Descuido
no justiticado desde ninguna fundamentación sociopsicológica, pues hablar de “sujeto en
situación”, es hablar de “sujeto productor de relaciones”, “intercambiador de roles”, capaz
de transmitir salud y también, y esto queremos subrayarlo, susceptible de generar vínculos
patológicos.

Aceptar que uno también puede imperceptiblemente producir enfermedad, nos ha llevado a
crear esta instancia que llamamos “grupo operativo”, para soslayar la reflexión sobre cómo
actuamos y sobre cómo son nuestras relaciones intergrupales en un ámbito signado por la
locura.

En un grupo operativo se debe aprender a pensar el “por qué” de una conducta individual
en relación a la tarea de la institución. Pero también el grupo operativo permite pensar los
parámetros no manifiestos sobre los que descansa esta misma institución. Es el lugar para
reflexionar sobre la psicología institucional, cómo se va conformando y cómo recae
insoslayablemente sobre sus miembros. Tener consciencia de estos parámetros inisibles
pero de efectos reales y contundentes, es sensibilizarse y radiografiar el nivel mayor de la
estructura que aloja a un paciente.

El trabajo con psicóticos es generador de angustia y hasta de fenómenos, parcial


momentáneamente, de confusión, en cualquier sujeto que esté incluido en un ámbito

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psiquiátrico. El miedo, la incomprensión, la intolerancia, la agresión, la competencia,
pueden surgir alternativamente entre los integrantes de una institución de esta naturaleza.
Por esto implementamos los grupos operativos, para que sea el ámbito que nos revele estos
síntomas, poder advertirlos, entenderlos y sanearlos, pues cada trabajador debe poder
contribuir desde su lugar de trabajo, a la desalienación del sujeto que padece.

Para lograr estos objetivos se han concretado varios grupos operativos, grupo integrado por
personal de portería, cocina y limpieza; grupo para el personal de enfermería; grupo del
personal médico, administrativo y dirección; grupo de personal médico de guardia. Cada
uno de esto grupos procuraría elaborar las tensiones y emociones producidas por ese alud
emotivo que emana de la psicosis y con ello fortalecer a todo integrante de la institución en
su papel de transmisor de salud,

Vemos al grupo operativo no en la conflictiva individual de sus miembros y en la historia


individual que la explica, sino centrado en aquella conflictiva individual que se relacione
con la tarea específica que se desarrolla en la clínica.

El grupo operativo adquiere características terapéuticas en la medida que permite la toma


de conciencia de la conducta de sus integrantes dentro del ámbito de la clínica y opera
saneando la salud de la institución al rescatarnos de la contraidentificación institucional.
Como en todo grupo emergen fenómenos psicológicos: transferencia, contra transferencia,
proyección, negación, resistencia, procesos que son interpretados en relación al trabajo en
la clínica, a la psicosis o al vínculo con un paciente psicótico en particular.

Los cuatro grupos operativos que funcionan dentro de la clínica realzan sus sesiones una
vez por semana, la asistencia a los mismos es obligatoria y cada uno está coordinado por un
terapeuta. Creemos de esta manera cubrir eventualidades en todas las áreas que existen inter
adecuadamente dentro de la clínica. El enfermo psicótico emerge de una organización
enferma y puede rehabilitarse desde una organización menos alienada.

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COMENTARIOS Y REFLEXIONES FINALES

Esperamos haber comunicado el sentido de estar constituidos en equipo, la confianza que


puede ofrecer tal convergencia de esfuerzos, cuando se guía por una serie de requisitos, los
cuales están implícitos o explícitos a lo largo del presente trabajo.

Ante un problema, nos surge cada vez en forma más espontánea y frecuenta, la pregunta:
¿Con quién lo resolveremos? La naturaleza del problema, ayuda a resolver la pregunta
anterior.

Tal proceder nos ofrece más recursos y hace nuestra conducta más confiable en cuanto en
un grupo el área de visión es más amplia, se dispone de más conocimientos y de la
experiencia que los diferentes terapeutas van teniendo en las diversas áreas.

Elegidos los miembros del equipo, el lugar y tiempo para funcionar una de las primeras
preguntas puede ser: ¿Quién va a coordinar? Cualquiera puede coordinar, pues todos
tenemos tal ejercicio y experiencia.

Coordinar no es símbolo de autoridad, sólo es función ordenadora.

La autoridad está en el peso de una opinión colectiva, en la integración crítica y sintética de las
opiniones de los componentes del grupo de trabajo, en relación con el problema planteado.

Sabemos por las múltiples experiencias vividas que, el grupo de trabajo de Mendao, el
equipo, está preparado para buscar opiniones y actuaciones objetivas, en este caso
específico me refiero al equipo de terapeutas pero desde un especial camino.

Aceptamos la necesidad de integrar permanentemente emociones y pensamientos, pero


también la necesidad de reconocer, nombrar, valorar y analizar las emociones que son parte
de nuestro trabajo, pero también de nuestra vida mental individual, grupal y social. Ellas
conviven en nuestras opiniones, valorar la objetividad de una opinión significa, por lo tanto
comprender el componente subjetivo de ella.

Hay índices para detectar tal subjetividad, la modalidad de externar la opinión, la contra
transferencia del grupo trabajando o los datos que, desde el propio análisis de la situación
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terapéutica puede ofrecer el opinante. Fácil creo, es comprender el valor que el análisis personal
tiene en tal ejercicio, así como el beneficio prestado por los grupos operativos de la CT.

Muchas veces ha sido dentro del funcionamiento del equipo en la junta clínica, la junta de
coordinadores, en la asamblea general o en las juntas de área, donde logramos detectar los efectos
de la contra identificación proyectiva, su acción parasitante y generadora de conductas
inconscientes de un grupo y a veces de la comunidad.

De lo subjetivo a lo objetivo, de la angustia al conocimiento podría llamarse a este camino;


en el tratamiento de psicóticos en el seno de una CT su tránsito es constante.

Nos hubiera agradado presentar este trabajo en dos partes: la primera informativa, lo hacemos esta
noche, la segunda clínica. Leer los informes de las diferentes áreas hasta llegar a integrar una
historia clínica o una evaluación de un paciente. Podríamos así haber visto cómo cada área provee
de datos específicos, pero además, cómo corrobora, apoya o coteja los datos de otras áreas.

Entre todas ellas nos ofrecen una configuración bastante completa de la imagen del
paciente, tanto de su mundo interno como de su conducta e interrelación con otras personas
en el mundo externo y con los diferentes miembros del personal

Esta configuración, producto del esfuerzo común, estos resultados, podemos ver como
muchas veces nos orientan hacia un punto imaginario; los conocimientos de la áreas son
parciales, son vectores radiados, en sí trascendentes y significativos, pero sobretodo en la
conformación de una verdad mayor, más completa, de todas maneras parcial y relativa.

Si empleáramos un término que conceptualizara la situación y funcionamiento del equipo,


podría decirse que es un equipo en busca de un conocimiento, de una epistemología
convergente.

Esperamos haberles expuesto un método de trabajo y una ideología terapéutica, que busca
la integración de conocimientos y situaciones, que trata de oponer esta unidad de
conocimiento y acción, promotora de cambios, a las múltiples escisiones que plantean loas
psicosis y los fenómenos psicóticos.

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