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El Mercado de la Narración

En una era digital, marcada por la sobreinformación y la rápida transformación de la


comunicación, la narrativa y su evolución han adquirido nuevos objetivos. La pérdida de los
rituales tradicionales de contar historias en comunidad ha dejado espacio para una
comunicación más aislada y efímera. En este contexto, las obras y mensajes se crean no solo
con la intención de comunicar, sino también con el propósito de atraer la atención de un
consumidor en un mundo saturado de información. Este fenómeno plantea preguntas
fundamentales sobre la calidad de la narrativa en la sociedad actual y su capacidad para
transmitir mensajes sólidos.
En mi análisis, exploro este tema desde la perspectiva del filósofo surcoreano Byung-Chul Han,
Han ha reflexionado sobre cómo la tecnología y la hiperconexión han transformado la
experiencia humana, y cómo esto se refleja en la comunicación, el lenguaje y primordialmente,
las formas en que consumimos dicha información.

Un aspecto que relaciono con la perdida de la narrativa en la comunicación es la desaparición


de los rituales, se acabaron los tiempos de sentarse en grupo alrededor de un fogón a narrar,
valga la redundancia, historias de nuestro pasado, se acabó aquella charla entre una abuela y
su nieto en donde se oían docenas de relatos que, aún arcaicos o gastados, y muchas veces
repetidos, se encargaban de educar y culturizar a las generaciones desde la temprana edad, y
principalmente, desde los hogares.

Actualmente, o con más precisión, desde hace ya una década, el mundo digital reemplazó a
estos rituales, con un sinfín de sobreinformación por delante, con ello, nos aisló y nos convirtió
en consumidores solitarios enfocados en una obra que carece en grandes magnitudes de una
narrativa sólida, un producto mercantilizado que solo se crea con un fin, su consumo masivo.

Es de conocimiento general esta relación producto-consumidor, sin embargo ¿Es capaz la


sociedad actual de comprender lo paupérrimo de estas narraciones? Es muy cierto que haciendo
estas afirmaciones pisoteo o descalifico aquellas obras que aún carecientes de duración o
producción, llevan consigo un mensaje sólido, y no una narrativa simplificada que solo apunta
al objetivo nombrado anteriormente, porque, también debe afirmarse que, la vara para medir la
narrativa de una obra no oscila entre si esta carece de duración (por ejemplo, un libro corto o
un cortometraje) o producción (luces, edición, escenografía, vestuario). La narrativa de una
obra va más allá de todo eso y se enfoca principalmente en el mensaje que proyecta consigo,
en una sociedad cada vez más digitalizada como la que vivimos, aun teniendo reliquias de áreas
como: el cine, la literatura, la música, el teatro, inversamente a esto, son mayores las cantidades
de obras que padecen de una narrativa rica y profunda, y siendo cada vez más grande el número
de narraciones y obras que podemos encontrar en el día a día, la sociedad de la crítica y la
apertura al análisis de lo que consume diariamente, desaparece.

La adaptación y la resiliencia que nos pide la sociedad ha sido siempre la misma, y en estos
tiempos no tendría porque ser diferente, aunque un mundo digital absoluto esté a la vuelta de
la esquina, se debe comprender y adaptarse a los cambios que la sociedad actual presenta, sin
embargo, son variadas las críticas que puede hacérsele a la digitalización y a como esta afecta
a la narrativa de la comunicación y el lenguaje.
En mi caso particular, me agrada observar la manera en que las distintas doctrinas u oficios se
adaptan a las “nuevas reglas”, lo primero que se me ocurre al mencionar esto es el Marketing,
la manera en que este evolucionó y se adaptó a la era digital es impresionante, surgiendo de un
pasado en el que las personas admiraban los grandes carteles y letreros en edificios gigantescos
para la época, con sus letras de luces neón con diseños y colores llamativos, se encuentra hoy
un escenario completamente diferente, con personas las cuales se interesan más por una
“historia” de Instagram, una publicidad graciosa en YouTube, o simplemente escuchando de
su Influencer favorito la mención de una marca, haciendo omisión a que hoy por hoy los
grandes carteles y letreros son nulamente observados debido a la focalización en los celulares
que puede verse en las personas en la calle.

Me es aún más interesante apuntar la manera en que esta nueva era digital logra tener una
relación más directa con la narrativa. Como mencioné antes, las obras narrativas se
mercantilizaron y se adentraron en un mundo donde su fin primordial es el consumo, y no el
mensaje final. Surge de aquí un concepto que considero necesario para hacer esta relación, el
concepto de “storytelling”, que simplificadamente sería como el arte de contar historias breves
y “transmitir mensajes de gran emotividad”, el cual suele utilizarse mayormente en el
marketing, la publicidad, y la política.
En mi definición hago un mayor énfasis en “transmitir mensajes de gran emotividad” ya que
poseo una profunda crítica ante esto, en el storytelling como bien lo definí, trata de contarse
una historia de la manera más breve y emotiva posible, pero que sin embargo, posee un vacío
narrativo gigantesco, afirmo y doy la razón en que muchas personas, entre ellas yo, se sienten
atraídas por las narraciones breves que en una forma efímera, se producen para causar
emotividad, con un mensaje que logra ampliamente esto, ya que justamente están pensadas
para eso, causar el asombro de la manera más simple o breve posible, la utilización de
celebridades en comerciales de Navidad de marcas importantes como podría serlo Lionel Messi
en publicidades de Adidas, o las campañas publicitarias de Bon o Bon donde se personalizaba
el empaquetado con frases como “Te amo”, “Te quiero mucho”, ”Perdón” serían un claro
ejemplo de esto.
El storytelling a diferencia de la narrativa real, no crea una comunidad verdadera a través de la
proyección de un mensaje sólido, solo crea una comunidad mercantilizada compuesta por
consumidores.

El ser humano se encuentra en estos instantes en un mundo muy cambiante, un mundo que lo
incita al consumo excesivo y constante, a través de banalidades con un tiempo de vida corto.
No obstante, la narrativa sólida y valiosa siempre encontrara un lugar en la sociedad, ya que,
independientemente de la velocidad con que el mercado y el consumismo transformen la
sociedad moderna, encontramos muy contrapuesto a esta fugacidad de las modas las historias
que resuenan con la experiencia humana profunda y atemporal, estas historias trascienden las
limitaciones del consumo superficial y la efímera seducción de la novedad. En ellas,
encontramos no solo entretenimiento, sino también un reflejo de nuestras aspiraciones, desafíos
y triunfos compartidos, un recordatorio de nuestra capacidad para crear conexiones duraderas
a través de las palabras y la emoción, a través de la narración.

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