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El fútbol en tres novelas
latinoamericanas
Introducción
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Nadie llora o grita de alegría por un gol, ninguno tiene, por una vez
en su vida, la intención de hacer del juez el responsable de su derrota.
Los días de estadio son reemplazados por el cine, la piscina, la progra-
mación o el mercado, y hombres y mujeres no se entregan a la lógica
absorbente de ese deporte. ¿Un mundo anhelado para el purista recal-
citrante? Pelé, Di Stefano, Maradona, Cruyff, Messi, y toda la estela
de ídolos, son nombres desconocidos, seres anónimos cuya habilidad
nunca es valorada y cumplen con el anónimo destino de los mortales:
nadie anhela sus gambetas, su velocidad y dominio de balón, su inteli-
gencia en el campo, su elegancia. No existe la esperanza de una clasifi-
cación, ni el sueño de una estrella. Tampoco arde la herida del fracaso.
Difícil imaginar, incluso para los géneros más fantásticos de la
literatura, un universo sin las aristas del fútbol. Sin olvidar las voces
disidentes de Rudyard Kipling y Jorge Luis Borges, por ejemplo, para
quienes a este bello deporte no se le debe dar mucha importancia, el
fútbol se ha tornado en un renglón gravitante de las sociedades, casi
un lenguaje universal que impacta en diferentes esferas: sectores de
la economía gozan de su parafernalia, algunas iglesias invitan a los
feligreses a orar por la buena salud de los jugadores y, por supuesto,
por un triunfo, y las profesiones que involucran la actividad física se
han tecnificado. Así mismo, los medios de comunicación, la política y
las artes han recabado en la pelota.
Como es normal, la literatura también se ha unido a esta celebra-
ción. Pese a que Juan Villoro (2006) afirma que es muy difícil crear
una obra literaria basada en el fútbol –porque es casi imposible re-
producir las pasiones de dentro y fuera de la cancha- muchos son los
escritores que, desde diferentes ángulos, han contribuido a expandir
la mirada y conocer un poco más sobre el ser humano inmerso en este
juego. De alguna manera, varios de ellos han seguido esa suerte de
invitación de Albert Camus quien, como es de conocimiento casi ge-
neralizado, afirmó alguna vez que “todo cuanto se con mayor certeza
sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”.
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Escucho. Miro. Y por eso te digo lo que te digo. En la puta vida vas
a triunfar como delantero. Por más que chilles y patalees. No naciste
para eso. Lo siento. Ofendete. Calentate. Lo que carajo se te cante.
Pero delantero no sos ni vas a ser” (Sacheri, 2011, p. 160).
Los énfasis del Ruso son necesarios porque el cambio de posición es
como una metamorfosis de identidad. En este sentido, se puede recor-
dar que “la identidad hace referencia al mantenimiento constante de
una misma cosa y, en particular, de una misma realidad. Si hablamos
de un individuo, la identidad individual confirma que, quien es idén-
tico consigo mismo, es y es lo que es” (Hernández, 2007, p. 268). Aun-
que no lo parezca, la ubicación en el campo de juego está ligada en
muchas ocasiones a un pasado, a una relación familiar y a la proyec-
ción hacia futuro. Por eso para un jugador profesional o semiprofesio-
nal, abandonar su reducto y sus funciones es una apuesta arriesgada
que rompe con un lazo vital. Con mucha reticencia, Pitilanga accede
a seguir el juego del Ruso y reconstruye su existencia.
Su reubicación da un resultado exitoso porque el equipo de Presi-
dente Mitre deja de ser vapuleado gracias a las acciones en el campo
del ex-delantero quien, como esos personajes contradictorios de la no-
vela moderna, ha invertido sus intereses: ayer quería hacer los goles,
hoy desea evitarlos. Con este trueque los empresarios improvisados
han ganado una partida luego de varias derrotas, pero para ofrecer a
un central no es suficiente con que ayude a mantener su valla en cero,
ni que sea conocido en un campeonato menor. Se debe hacer resonan-
cia y los medios masivos de comunicación son una plataforma ideal.
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ces hasta buenos” (Valdano, 2001, p. 45). Con ironía, Valdano recuer-
da la importancia, especialmente del periodismo, en la construcción
o el declive de un futbolista. Si bien es cierto es el jugador quien con
su desempeño permite ser recordado o vituperado, un micrófono, una
cámara, una columna en prensa pueden ser agentes de la salvación, de
la elevación o del escarnio. Ellos son apetecidos porque el periodismo
habla a una audiencia que en muchas ocasiones encamina su mirada
hacia donde le indiquen los especialistas.
Si bien no son públicas las maniobras que se ejecutan en la tras-
tienda del deporte, la resonancia que logran algunos periodistas los
convierte, en ocasiones, en aliados de los empresarios, dado que un
gran negocio necesita de una publicidad previa. En el caso de la novela
de Sacheri, los amigos del Mono no sólo transforman la posición en
el campo de Pitilanga, sino que además entienden que necesitan de la
especulación periodística.
En una jugada arriesgada e ilícita, Fernando se contacta con uno de
los más reconocidos comentaristas de radio, Armando Prieto, quien
en medio de la conversación entiende hacia dónde va su interlocutor:
“Qué mundo este jodido del fútbol ¿viste? –le dice Armando- Es todo
guita [dinero]. Todo” (Sacheri, 2011, p. 190). El pacto se realiza pron-
to: un adelanto poderoso asegura que, en medio del programa radial,
Prieto afirme que Pitilanga es pretendido por River Plate.
Las acciones del juvenil comienzan a gravitar con este movimien-
to, al que se le da continuidad con otra filigrana: se crea una página
web falsa con un ranking de futbolistas destacados, entre los que, por
supuesto, se encuentra Pitilanga. Aunque pueda atentar contra la ve-
rosimilitud de la novela, la lógica de los fake news llama la atención
de equipos incautos que pronto muestran su disponibilidad para com-
prar al jugador.
En ambos casos, los empresarios improvisados entienden la manera
de ser y actuar contemporánea, en la cual “los medios de comuni-
cación son parte de una compleja estructura socio-tecnológica que
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Derrotas y triunfos
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que ver con la realidad- ¡Calcio! (2010) sugiere que la reflexión sobre
actividades como el fútbol, propias de la cultura de masas, tiene unos
antecedentes previos a los vividos en la década de 1970. En ese sen-
tido, Momigliano podría ser un prototipo novelesco de lo que poste-
riormente se reproduciría: el investigador de los fenómenos que están
al margen de la alta cultura.
Es posible recordar, en esta vía, la propuesta de Umberto Eco en
Apocalípticos e integrados (1984), libro que produjo una fractura en
el conocimiento y la concepción de cultura en general. Advirtiendo
que las esquematizaciones pueden ser imprecisas, el escritor italia-
no plantea la posibilidad de encontrar, a escala científica, dos tipos
de actitudes: los apocalípticos que entienden que la cultura de masas
es “anticultura”, es decir “una aberración transitoria y limitada” que
constituye “el signo de una caída irrecuperable” (Eco, 1984, p. 12). Por
su parte, ante esa cultura de masas, los integrados piensan que ella
pone “los bienes culturales a disposición de todos, haciendo amable y
liviana la absorción de nociones y la recepción de información” (Eco,
1984, p. 12).
Aunque no se puede hablar propiamente de un “integrado”, en sus
formas germinales Momigliano se distancia de la actitud un poco ar-
bitraria del “apocalíptico” para ahondar en el tema de la pelota. De ese
ademán alternativo aparecen varias preguntas, asociadas incluso a la
historia del saber: ¿Puede el fútbol ser objeto de estudio de las graves
inteligencias del orbe? ¿No es acaso un mecanismo más de manipula-
ción de los pueblos, una reproducción del pan y el circo romano? ¿Qué
se puede conocer de una expresión que encarna fiereza e instinto, un
deporte hecho para soliviantar las pasiones?
Las respuestas se coligen de la actitud de Arnaldo, pero también del
pequeño discurso proferido por Winwood, uno de los eruditos ingle-
ses a quien Momigliano ha expuesto sus teorías sobre el Calcio como
precedente importante del fútbol moderno. Con esa circunspección
propia del profesor inglés que se delinea en la novela, Windwood pa-
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rece recordar, con sus palabras, lo que Arnaldo ha ejecutado con sus
acciones: lo nimio puede ser importante, lo superficial y chabacano,
fuente de reflexión. Sus aseveraciones son las siguientes:
“Lo que ocurre, queridos amigos, es que hay lugares en los que la cul-
tura brilla con todo su poder, y en ellos cada sociedad se reconoce y
se redime. La guerra, por ejemplo, o la lengua; la literatura, la política.
Pues bien: el deporte es uno de esos lugares, o faenas si así preferís,
aunque muchos piensen lo contrario: que el juego es solo juego, y que
el hombre lo asume sólo para divertirse” (Constain, 2010, p. 56).
En el ámbito de la novela, Windwood expresa estas líneas con cir-
cunspección porque las hipótesis de Momigliano ponen en entredicho
las propuestas de su libro que “relataba el espíritu heroico del pueblo
británico y lo hacía desde la exaltación de los valores del deporte na-
cional y su historia” (Constain, 2010, p. 53). Casi sin pensarlo, las ideas
del italiano atacan aspectos de la identidad inglesa postulando una
nueva historia del deporte del fútbol. En ¡Calcio!, el pasado se recon-
figura desde la pelota y se convierte casi en un problema de Estado.
Desde ese instante se acentúa una polémica con altura entre el inte-
lectual protagonista y algunos de sus oponentes ingleses. Momigliano
recorre las más importantes bibliotecas de su país, en busca de testi-
monios o datos importantes en su nueva comprensión del pasado. Su
mirada a estos documentos también huye de los lugares comunes: el
foco no son los grandes protagonistas que marcaron el devenir políti-
co, ni los actos heroicos de los que están infestados los libros escolares.
Momigliano busca el dato y el acontecimiento casi marginal que justi-
fica sus hallazgos acerca del fútbol.
Con un gesto visionario –teniendo en cuenta que esos sucesos se
desarrollan hacia 1948- Arnaldo es símbolo de una nueva forma de
afrontar el pretérito: es un protagonista de la nueva historia. Peter
Burke denomina Nueva Historia a aquella que, con una perspectiva
epistemológica diferente, plantea la posibilidad de romper con la pre-
ocupación exclusiva por la historia política, trata de ver los hechos y
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3 Se puede recordar aquí, y sólo como ejemplo general, la imagen que se tiene del Real
Madrid como equipo que históricamente ha estado con el poder. Así mismo, dentro del
fútbol español, el Athletic de Bilbao sólo contrata jugadores vascos.
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Referencias
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