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FUNDACIÓN COLEGIO UIS PGF-01-R15


TALLER LITERATURA CONTEMPORÁNEA
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SEGUNDA PARTE

ESTUDIANTE:
Septiembre 25 al 29
ASIGNATURA: ESPAÑOL – CUARTO PERÍODO FECHA: de 2023
DOCENTE: LUDDY VILLAMIZAR C. CURSO: 10 -
Caracterizo los principales momentos de la literatura española, atendiendo a particularidades
COMPETENCIAS: temporales, geográficas, de género y de autor a partir de producciones literarias de la
literatura Contemporánea.

LITERATURA CONTEMPORÁNEA II
LITERATURA DE LOS ÚLTIMO TIEMPOS

LITERATURA DE FINALES DEL SIGLO XX E INICIOS DEL XXI


El fin del siglo XX significó un cambio en diferentes aspectos de la vida de los españoles, entre ellos la cultura y la
literatura. A medida que España se abría a diferentes expresiones culturales que no conoció durante la dictadura, la
literatura se hizo más difícil de clasificar por generaciones o estilos. Sin embargo, la literatura española de los últimos
tiempos permite apreciar a nivel general, rasgos particulares en su narrativa.

RASGO EXPLICACIÓN
Retorno a la ficción A los autores no les interesa narrar la realidad en la que viven, sino que retoman
temas ficticios.
Personajes comunes Los personajes de estas obras no son heroicos sino comunes, aunque también deben
afrontar una serie de circunstancias, así que como el desacuerdo de otros y de ellos
mismos. Su caracterización se da a partir de lo que dicen piensan y hacen, mas no por
la descripción realizada por el narrador.
Nueva estructura Las obras de los últimos tiempos ya no ofrecen la linealidad argumentativa
acostumbrada en la narrativa anterior, ni tienen una voz única narrativa.
Eclecticismo En las obras, se encuentra una mezcla de géneros, pues los autores deciden combinar
elementos de diversos estilos. Así en las novelas se incluyen, por ejemplo, apartes
periodísticos.
Influencia del mercado Con el surgimiento del término best – seller, muchos críticos se enfocaron en el
objetivo de algunos autores de tener grandes ventas sin gran valor literario. Gracias al
mercado, se presentó la globalización de la narrativa y se hizo posible la inclusión de
la cultura popular.

Pero no todo en la narrativa se limita a la novela. un caso aparte es del de Enrique Vila Matas, uno de los autores más
relevantes que desarrollo su propio estilo llamado ensayo ficcional. Se trata de una forma distinta de escribir novelas, en
la cual el autor mezcla la historia de sus personajes con la reflexión y el ensayo, ya que, para él, la literatura del futuro
incluirá el pensamiento dentro de la ficción. Varias de sus obras son ejercicios autobiográficos que mezclan la realidad con
la ficción.

POESÍA.
Se destaca la presencia de más autoras, además de diferentes antologías que muestran un panorama de la poesía española
actual a partir de criterios como la ciudad de origen o la forma de difusión de sus proyectos artísticos. En la poesía de los
últimos tiempos, no existe denominación generacional sino es una compilación sin etiquetas. Esto se debe a la pluralidad
de voces y estilos de la poesía española. Como sus caracteres principales se destacan:

- Libertad formal, que les permite a los autores experimentar con el lenguaje, en este caso, a partir del verso
libre.
- El hermetismo, donde el juego con las palabras hace que el lenguaje se codifique.
- La fragmentación, pues son obras construidas a partir de diversos fragmentos, lo cual exige una lectura más
atenta para su interpretación.
- Los temas, expresan estados interiores que luchan en un mundo de individuos desconectados de los otros y de
una cultura de masas.
- Temáticas vivenciales.

LA GENERACIÓN X.
Agrupó a jóvenes nacidos entre los años 60 y 80 que compartían ciertas características. Los críticos decían que se trataba
de una estrategia de mercado que encontró en los jóvenes un producto llamativo, manejando así un nuevo estilo alejado
de la tradición literaria y reflejo de la juventud española de los años 90. En España se incluyen elementos poco literarios
en sus obras, como el lenguaje coloquial y algunas referencias a la cultura pop, por ello, sus obras se encuentran cargadas
de notoria influencia norteamericana, especialmente de su música, cine y literatura. Esta nace y muere en los años 90 con
la llegada de obras más maduras por parte de sus representantes y la aparición de artículos que daban por terminado el
experimento.
Características
- El contexto es similar, pues las obras reflejan un mundo urbano y juvenil.
- Entre los temas principales se destacan la drogadicción, el rock y los conflictos familiares.
- Se presenta la banalización de la violencia, con la presencia del cine y las novelas callejeras.

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- Existe la presencia de referentes cinematográficos, musicales y televisivos.


LA HIJA DEL CANIBAL – ROSA MONTERO
Regresé a casa de la peor manera posible: con el mismo miedo que antes, con mayor inseguridad e incertidumbre y con
dos hombres de vigilancia pegados a la espalda. Los gorilas subieron conmigo y entraron los primeros en mi piso para
verificar que todo estuviera en orden, y después se bajaron al portal.
—Por lo menos ahora, con los guardias ahí abajo, te sentirás más segura —dijo Adrián, intentando animarme.
Pero a mí me parecía que era justo, al contrario: los guardias estaban ahí abajo precisamente porque la situación era
ahora más indeterminada y peligrosa. Mi vida de antes, tediosa e insustancial, empezaba a parecerme la mejor de las
vidas. Siempre he sido muy cobarde: tengo la imaginación y la debilidad emocional suficientes para ello. Así es que en
esas horas posteriores a la cita frustrada del café imaginé las mil y una maneras posibles de asesinarme: cómo el
desconocido del teléfono se colaría por la ventana de la cocina descolgándose desde la terraza; cómo despistaría a los
policías y entraría tranquilamente por la puerta; cómo se habría escondido en el cuarto de calderas del sótano; cómo
subiría trepando por el canalón del patio; o cómo se encontraría ya (tal vez) en casa de Adrián, si es que Adrián (tal vez)
tenía relación con los secuestradores.
Sin embargo, este rapto de paranoia acabó muy pronto y de manera abrupta. Esa misma noche recibí una llamada del
inspector García. Fue al filo de las doce, la hora de las maldiciones y las brujas.
—Véngase a comisaría, por favor. Información importante.
Fui para allá con el ánimo encogido y escoltada por los gorilas. El inspector me hizo pasar enseguida a su despacho, que
olía a tigre y a tabaco frío. Me tendió un periódico abierto por las páginas locales.
—Es El País de mañana.
«Hombre asesinado a tiros a la salida de su casa en un posible ajuste de cuentas», decía el titular, y debajo venía una
pequeña foto de carné: un tipo joven, moreno, con aspecto campesino, no desagradable en sus facciones. Un rostro para
mí familiar.
—Creo... Creo que este hombre fue uno de los que nos intentaron atracar —dije con desmayo.
—¿Sí? Interesante.
García me enseñó entonces otras fotografías, retratos de archivos policiales, sombrías instantáneas hechas en los
momentos de la detención. Sí, no cabía duda: ese hombre era el atracador.
—Pues él era él —dijo García tautológicamente—. El del Paraíso. Al que esperábamos. Su teléfono es el teléfono. Por eso
no vino.
—¿Por qué?
—Porque estaba tieso.
Leí la noticia con atención: le habían matado a las 10.45 de la mañana. Desde un coche. Una mano desconocida asomando
con letal precisión por la ventanilla. El método no era muy común, pero había sido abundantemente usado por los
terroristas. «Urbano Rejón Olla, alias el Ruso, tenía numerosos antecedentes por robo a mano armada, extorsión y
estragos.» Urbano Rejón Olla era el finado, la voz, mi atracador. Un muerto que me salpicaba con su sangre, haciéndome
sentir extrañamente implicada o incluso responsable, hundiéndome un poco más en el pantano de la pesadilla. "

LA PASIÓN CRÍTICA – ENRIQUE VILA


Un día del verano de 1981, Christopher Domínguez Michael entró despreocupadamente a la pequeña librería de José Corti,
hogar parisino del romanticismo alemán y antigua casa editorial de los surrealistas, y vio al fondo a dos hombres viejos
que jugaban al ajedrez: eran el propio José Corti y el novelista Julien Gracq. Parece que Domínguez Michael –Christopher-
se sintió tan turbado que dio un paso atrás y retomó muy atropelladamente la Rue de Médicis.
Se da la circunstancia de que en las tres ocasiones en las que, armándome de valor, me he atrevido a atravesar el umbral
de la librería Corti, he conocido también esa experiencia de profunda turbación y no he llegado a permanecer más de un
minuto en el lugar.
Creía que era un problema personal y, además, uno de esos problemas extraños que nos da vergüenza confesar. Pero la
lectura de ciertos libros suele otorgarnos a veces la sutil gracia de encontrar almas hermanas. Descubrir ayer, mientras
leía La sabiduría sin promesa que también Christopher había conocido un momento de terror al entrar en la librería Corti
de París me dio una sensación de tranquilidad inigualable, como si de pronto hubiera hallado en aquel libro un lugar donde
vivir.
Cuenta en sus páginas Christopher que no se marchó aquel día de la librería porque le diera pánico que de un momento al
otro los dos caballeros del ajedrez se percatasen de su presencia y le preguntaran qué deseaba, sino más bien por puro
miedo a que de pronto le preguntaran algo un tanto esotérico, de tipo escolar y erudito, al estilo de: “¿Y a usted,
jovencito, le parece que Jean-Paul fue realmente, un prerromántico?”
En efecto, aquella habría sido una pregunta para salir corriendo.
En mi caso, siempre que he entrado allí en Corti, nunca he podido desentenderme de la sensación de haber viajado en la
máquina del tiempo de Wells y aterrizado en el salón y biblioteca principal de una antigua casa particular, de una casa de
otra época. Siempre la misma sensación, siempre el mismo miedo las tres tardes distintas en que he entrado en aquel
lugar tan anticuado. Nada más entrar, siento un raro escalofrío y me veo allí como un intruso, como un completo extraño,
como alguien que se ha perdido por los parajes de una literatura ignorada; me veo como si fuera alguien que hubiera
entrado equivocadamente en el templo de una confesión religiosa distinta a la suya y que, confuso y seriamente alterado,
tuviera que regresar a la calle antes de que fuera demasiado tarde.

Esta noche, en sueños, me ha parecido ver que por esa librería del tiempo pasado yo todavía ando inseguro y miedoso
mientras que Christopher lo hace de forma más calmada. Puede que esto sea incluso verdad y que hasta sea cierto que yo
ando todos los días por la Corti –es una metáfora de nuestra relación con la lectura, más intensa por su parte- como un
indigente cultural y un completo extraterrestre, mientras que él se mueve allí como pez en el agua, tal vez porque en
realidad me lleva años de ventaja, muchos años ya recorriendo sus misteriosas estanterías y adaptándose a la sabiduría
extrema del lugar.

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De modo que no sería de extrañar que, en algún momento, en un mediodía de cualquiera de los próximos veranos, yo
entrara despreocupadamente en la pequeña librería de José Corti, hogar parisino del romanticismo alemán y antigua casa
editorial de los surrealistas, y Christopher surgiera del fondo del local preguntándome, por ejemplo, si no me parece que
la singularidad de Ernst Jünger siempre fue su profunda distancia frente a la imaginación cristiana y sus códigos éticos.
¿Me desmayaría de terror? No. Tras mi lectura de La sabiduría sin promesa no puede aún decirse que esté totalmente
curado de extrañezas, pero creo que he empezado a familiarizarme con ese salón y biblioteca de esa casa de otra época
en la que, a tenor de lo leído en el libro, parece habitar bien cómodo y feliz ya desde hace tiempo –ha llovido desde 1981-
mi amigo.
Desde ayer puedo imaginarle al fondo del local jugando al ajedrez con aquella ingrata sirvienta llamada Felicidad que
quiso incinerarle –según se cuenta en William Pescador, la interesante y única obra narrativa que se le conoce a
Christopher- en el horno de una panadería. En aquella novela, cuando el joven héroe descubría la triste verdad sobre el
mundo, míster Bob Sachs trataba de consolarle dejándole como herencia una hermosa nariz roja de payaso y una bolsa de
plástico llena de piezas de ajedrez, rotas o inconexas, originarias de tableros de todas las variedades. Cabe pensar que,
con el tiempo, aquella nariz, madre de todas las máscaras, se perdió, o simplemente quedó atrás, como si fuera la borrosa
memoria de una época de intemperie. Se perdió la máscara y la única y verdadera herencia terminó siendo aquel conjunto
de piezas de ajedrez, de piezas desvencijadas como libros, como libros siempre a la espera de ser reconstruidos y situados
por Christopher dentro de su elástico y al mismo tiempo bien perfilado canon literario personal. Un canon que con
virtuosidad y sobre todo profundidad –Christopher practica una crítica literaria relacionada con la historia de las ideas- ha
ido construyendo a través del tiempo: una compacta biblioteca de piezas rotas, hilvanadas por la pasión por los libros,
“vicio que suele comenzar en la infancia y que se desarrolla por fidelidad a la maravilla de las primeras lecturas”.
Amor por los primeros libros y no tanto por los que vienen después de ese amor por los primeros libros y sobre los que uno
también acaba escribiendo, tal vez para que se cumpla una vez más la vieja historia de que, al escribir sobre los libros que
vinieron antes y después del amor, uno va aprendiendo hacia qué lugar va su vida. La de Christopher siempre ha ido hacia
un lugar en el que sólo cabe –para que tenga pleno sentido su actividad crítica- la honestidad más completa.
“Si se desea llevar la apasionante vida del crítico hay que estar preparado para situarse fuera de la ley, de esa puta ley
que impone la mafia literaria. O sea que, encima, si de verdad uno quiere sentirse con toda seguridad fuera de esa ley, no
tiene otra posibilidad que ser insobornable, totalmente honesto”, escribió Andrei Akhmetov.
Una vida apasionante la del crítico. No todo el mundo la ambiciona.

BUSCANDO CIERTA OSCURIDAD


Isabel Bono
Desde dentro de un armario
cerrados los ojos,
escuchaba la risa de mi madre
el viento en la chimenea
el eco de un martillo,
un dedal rodando bajo la cama
el crujir de la madera bajo mis muslos.

Palabras que se perdían


y me buscaban.

Los sonidos, cualquiera


siempre encontraron un lugar donde vivir
a mi lado.

Ahora no sé qué fue del silencio,


si alguna vez lo hubo.

ANÁLISIS DE TEXTO

1. Analice y determine a qué literatura pertenece cada uno de los anteriores fragmentos. Acompañe con el
trasfondo.
2. Ubique el género al que pertenece cada fragmento, de ahí, las características o los rasgos según corresponda.
Acompañe de cita y análisis.

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