La iglesia conmemora hoy la Presentación del Niño en el
Templo, cuando Simeón, lleno del Espíritu Santo, reconoce en Jesús la salvación, la luz del mundo. Ya no caminamos a ciegas. Es la Fiesta de la Luz, la fiesta de la Candelaria. La Liturgia de la Palabra nos habla de la purificación necesaria para que la luz de Dios resplandezca. Solo los humildes se abren al amor, se someten a la purificación y reconocen en Jesús la luz definitiva, la salvación. Llenos de alegría, pongámonos de pie y abramos los ojos y el corazón a la Presencia del Resucitado aquí y ahora entre nosotros. MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA: (Malaquías 3, 1-4) El profeta Malaquías anuncia una profecía que se cumplirá con la presentación de Jesús: la venida del Señor al santuario. El anciano Simeón hará eco de esta profecía que escucharemos a continuación.
MONICIÓN AL SALMO RESPONSARIAL (Salmo 23)
Con el salmo 23 preparamos la entrada del Rey de la Gloria. Unámonos al salmista diciendo todos:
EVANGELIO (Lucas 2, 22-40)
Según el evangelio de hoy, María y José acuden con el Niño al templo de Jerusalén para cumplir la doble disposición de la ley mosaica: presentación del primogénito varón al Señor para su rescate y purificación de la madre a los cuarenta días del parto. Cantemos primero el aleluya para escuchar esta Buena Noticia. PRESENTACION DE LAS OFRENDAS Como María presento a Jesús al templo, nosotros llevamos las ofrendas de pan y vino, junto con nuestras ilusiones y esperanzas.