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Instituto de Expansión de la Consciencia Humana

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LA HORA DEL DESATE

Alejandro Celis H.

Creo que “desate” es un término chileno, aunque no se lleva mucho a la práctica


por estos lados -aunque desde lo de Tünick hay esperanzas-. Hay desates que
dejan marcas históricas en los viajes de “estudio” de colegios tradicionales, de
niños y niñas que no han podido desatarse en el contexto en que viven y mucho
menos aún en su colegio. Obviamente, luego juran “portarse bien” y
posteriormente se hacen adultos jurando olvidar esas “locuras” y “pecados de
juventud”. Se transforman en dueñas de casa serias y formales y en ejecutivos que
se aterran ante cualquier señal de que sus hijos hagan algo parecido. Un proceso
parecido al de la transformación de los “hippies” en “yuppies”...

Hace unos años fui a ver a los Rolling Stones cuando vinieron a Chile. Un
verdadero disfrute. Aclaro que hallo que gran parte de su música es realmente
difícil de asimilar, pero lo que más disfruté fue el desate que tuvieron en el
escenario. Totalmente cómodos, a sus anchas, expresándose a sí mismos,
descarados, irreverentes… es tanto lo que se dice de Mick Jagger que uno
prácticamente esperaría verlo como un sujeto a quien las drogas le han borrado
toda la materia gris, totalmente idiotizado y babeante. Vi una entrevista suya en la
TV y, ¿con qué me encuentro? Con una persona liviana, inteligente, de un humor
exquisito, bromeando con el entrevistador…

Quisiera reivindicar el desate como una forma de vida, no como un exabrupto


momentáneo producto del alcohol o de la oportunidad facilitada. De hecho,
considero que el desate en esas circunstancias es una hipocresía perjudicial. Es
equivalente a negar esa faceta: siempre podemos asegurar después que todo lo que
pensamos, hicimos o dijimos en esas circunstancias, fue producto del alcohol, no
nuestro “verdadero yo”. En realidad, tenía toda la razón quien dijo que los únicos
que dicen la verdad son los borrachos y los niños. Los niños, por no estar aún
suficientemente contaminados por una sociedad hipócrita, y los borrachos, porque
de momento las normas aprendidas les dan lo mismo. El control se ha ido, así que
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es cierto que hasta pueden lograr hablar ruso en minutos, como promete el vodka
Eristoff…

¿A qué le tememos?

Observe el lector a su alrededor, a diversos estratos y grupos sociales. Hay más


control y normas entre los que tienen más que perder, claro. Al vago o los sectores
de extrema pobreza ya casi no les queda dignidad o imagen que defender. Se ríen a
destajo con sus mandíbulas desdentadas, de todo y de todos. Donde más importa
mantener el control es en las personas que viven de la imagen, de su alcurnia, de
“cómo se ven” ellos, su familia, sus hijos. Allí el control es más estricto: los
modales, las costumbres, el lenguaje, la apariencia. Ya sé que son precisamente
quienes tienden a romper en forma más grave con todo eso… pero hay un control.
Y, ¿por qué? Porque hay que obtener el “respeto” de los demás, lograr “prestigio”,
tener “seriedad”… o al menos aparentarlo. Y todo eso para insertarse en esta
sociedad, como un miembro digno. Increíble, ¿no?

En esta sociedad, que está totalmente patas arriba, en que todo el mundo miente,
en que los valores están totalmente trastocados, en que muchas veces son los
mismos representantes de la autoridad los más grandes delincuentes… Pero en fin,
insertarse en esa sociedad es la idea. Y entonces, tiene que haber un “control” para
no soltar nuestro animal interno, nuestros bajos instintos, nuestras facetas ocultas y
todo eso.

Queremos sólo lo positivo: sólo sentimientos hermosos, puros… tal como la


“familia feliz” yanqui, representada en su cine de los años 50 y 60. Todo rosado,
plástico y falso. Y entonces, todo lo que es ambiguo, potencialmente sórdido,
“bajo”, “primitivo”, reprobable, debe ser disimulado y reprimido. Compadezco a
los homosexuales que nacen en familias así… pobres de ellos, qué calvario deben
atravesar para llegar a aceptarse como son.

Todo el conglomerado, todo el establishment, rechina los dientes ante cualquier


muestra pública de desate, pero creo que tendrán que desgastarse los dientes en
los años que vienen o bien... desatarse también, aunque esta última posibilidad es
altamente dudosa si se contempla ese sector de nuestra sociedad. Y la verdad, la
verdad… es que no controlamos nada, sólo postergamos. No controlamos los
sucesos realmente importantes de nuestra vida (muertes, accidentes,
enamoramientos) y ni siquiera controlamos nuestros pensamientos. A lo más,
podemos postergar la expresión de nuestros sentimientos, pero a un gran costo en
salud mental.

Tal como saben los buenos meditantes, hay que atravesar lo que vemos como
“negro y oscuro” antes de encontrar la luz en nosotros. Hay que sumergirse en la
negatividad para contactar con algo realmente positivo, pues si no lo positivo es
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superficial, tenue. No es verdadero goce, no es éxtasis. La alegría es poco


profunda, el cariño que se siente por los demás también. El control también mata
lo positivo.

El Shree Rajneesh Ashram en Poona, India

A fines de los años 70, y como extensión natural de todo lo que se había generado
en el Instituto Esalen de California en los 60, hubo en la India un experimento que
se prolongó quizás por unos 6 o 7 años, pero que desde mi perspectiva cambió al
mundo. En el ashram del maestro indio Bhagwan Shree Rajneesh (ahora conocido
como Osho) se trabajó en directo con todo aquello que es tabú en nuestra sociedad:
ira, agresión, sexo y toda la gama de vivencias que solemos disimular u ocultar.
Rajneesh creó una técnica que ha trascendido a muchos que jamás tuvieron
contacto con él: la meditación dinámica, donde el participante se hiperventila y desde
ahí se lanza en una catarsis sin límites de todo aquello en que se encuentra trabado.

La tónica general era: todo en directo, nada de eufemismos, nada de pizarrón para
explicar y comprender las cosas. ¿Tienes rabia? Exprésala, descárgate. ¿Te gusta
esa rubia en el grupo? Díselo, acércate y sé honesto y directo, di lo que quieres, no
andes con cuentos. En buenas cuentas: sé honesto y responsable, hazte cargo de lo
que sientes y no manipules ni seas indirecto. Y observa cómo tus patrones
aprendidos son todo menos eso. ¿Dónde ocurría todo esto? En los grupos
terapéuticos del ashram, donde terapeutas occidentales llegados de todas partes del
mundo catalizaban un proceso inspirado por el mismo Rajneesh, en sus discursos
diarios y encuentros directos con terapeutas y visitantes.

¿Cuál era el efecto? Aceptación real de sí mismos, aceptación de la “sombra” de


que habla Jung, profundización de su mundo interno, alegría de vivir, sentido,
humor verdadero, goce con la vida… No es poco decir, en un mundo que se ha
caracterizado por largas épocas por el sinsentido y por el vacío interior. Rajneesh
fue totalmente descarado e irreverente: es mucho lo que puede criticársele, pero
cualquier análisis objetivo debe reconocer su gigantesco aporte a la consciencia
planetaria, en términos de la exploración incondicional y “desatada” que catalizó
en torno a los rincones oscuros de nuestra psique.

Y ahora, ¿qué?

Rajneesh dejó su cuerpo hace ya unos quince años. Yo fui su discípulo durante
siete, en la forma más comprometida y total que pude y mientras él estaba vivo.
Obviamente, él no ha sido el único dueño de la verdad y hay muchas otras luces
para la humanidad; pero la mejor forma de honrar sus aportes es encarnarlos,
traducirlos a la vida diaria desde la propia perspectiva, y no como loros
repetitivos, pues cada realidad es diferente. Él mismo señaló que las enseñanzas de
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los maestros del pasado no podían llevarse a la práctica hoy tal cual, pues la
realidad, las épocas, las sociedades y los individuos cambian.

Y ¿qué es lo que podemos ver hoy a nuestro alrededor? Un aumento exponencial


de la violencia y de la negatividad en todo el mundo. Un aumento de las
sensaciones de vacío y sinsentido respecto de la propia vida, en muchísima gente.
Alarmantes índices de depresión. Líderes con pies de barro, mentirosos y ladrones,
amigos de las componendas y arreglines, insensibles a la destrucción creciente del
planeta. Y un afán enfermizo por seguir manteniendo estructuras y mentiras que
NO funcionan y que sólo empeoran la situación. Falta de fe en nuestras
posibilidades, falta de un verdadero anhelo por buscar la VERDAD.

Tomemos el ejemplo de ese fenómeno tan poco grato: las barras bravas del fútbol.
Un acercamiento superficial los llevaría a todos a la cárcel. Sin descartar esa
posibilidad, la idea sería ofrecer a esas personas oportunidades de hacerse cargo de
su violencia y frustración de un modo que quizás nunca imaginaron: en una forma
responsable, con guía profesional y acogedora, sin descargar su ira y frustración en
absolutamente ninguna otra persona. No estoy diciendo que eso sea fácil y
personalmente yo no me haría cargo de eso, pero veo perfectamente posible que
todo esto sea aplicable a cualquier individuo, independientemente de su edad,
sexo o estrato socioeconómico. Con una importante condición: que ellos
estuviesen dispuestos. Esta condición no es menor, y es donde han fracasado
montones de proyectos de “ayuda” a los demás. Y quienes deben guiar proyectos
como ése son quienes sientan la vocación, el llamado. Pastelero a tus pasteles.

Hay otros elementos, por supuesto, y que guardan relación con que lo importante
es lograr que la persona se haga responsable de su proceso: no basta descargar y
descargar emociones, hay que hacerse responsables de la forma en que queremos
vivir. Y es por eso que es importante que quienes guíen algo así sean quienes de
veras entienden lo que están haciendo, por haberlo vivido en sí mismos. Mi
percepción es que, independientemente de cualquier factor social, educacional o
económico, es mínima la proporción de humanos que está realmente dispuesto a
enfrentar un proceso así. Lamentablemente, ésos son los tiempos en que estamos
viviendo: profunda crisis y falta de disposición por enfrentar los problemas e
insatisfacciones actuales con soluciones de fondo, no parches. Pero así son las
cosas, y algo que es enteramente claro para mí es que cada individuo puede
transformar su vida si realmente desea hacerlo y hace lo necesario para lograrlo.

¿Cómo se traduce el “desate” en la vida cotidiana? En síntesis, implica dejar ir el


control, ser totales en lo que sentimos y hacemos, entregarse a la guía interna de
nuestra propia sabiduría y la de la Vida. El sexo es una buena forma: si podemos
soltar el control allí, si nos olvidamos del “rendimiento”, la “imagen” y el
resultado, y nos entregamos a la vivencia por entero, habremos dado un gran paso,
porque el sexo es quizás la manifestación más intensa de nuestra energía. El tan
cacareado “fluye” tiene una realidad, que probablemente muy pocos descubren:
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soltar la cabeza, soltar los planes, soltar nuestra rigidez mental y abrirnos a confiar
en nuestra propia sabiduría interna, que nos da señales muy claras de lo que es o
no apropiado para nosotros, a cada instante.

Lamentablemente para nuestro afán de control y planificación, estas señales suelen


surgir en el presente inmediato y no son predecibles con anticipación.
Precisamente por eso que es de veras importante estar en el presente, sugerencia
que han dado poetas, místicos y hasta algunos terapeutas desde siglos atrás: sólo
estando en el presente captamos esas señales, imprescindibles para llevar una vida
centrada en nuestra propia sabiduría y no en nuestros temores y toda nuestra
neurosis.

Y para finalizar, una buena pregunta: ¿qué ganamos con todo esto? Piense usted en
dos o tres personas que conozca que vivan en la honestidad, en la transparencia,
que vivan en forma lo más total posible su vitalidad y su verdad. Y no me refiero a
esos personajes encocados de la TV: no me refiero a la agitación banal, hueca y
vacía, sino a la verdadera vitalidad. Si encuentra algún ejemplo, observe qué
emana esa persona. Yo asumiría que emana las siguientes características:
entusiasmo por la vida y por lo que hace, aceptación de sí mismo(a), vitalidad y
flexibilidad -en oposición a algo rutinario y predecible-, es original y espontáneo(a)
y no una copia en serie, estará presente y no “en piloto automático” la mayor parte
del tiempo y expresará sus afectos en forma sincera y genuina, libre de todas las
frases hechas y falsedades que dominan el ámbito de la expresión emocional. En
resumen, una persona atractiva.

¿Le gusta esa descripción? Eso es lo que podría ganar: esta descripción podría ser
la suya… si se atreve a comenzar a honrar quien de verdad es, en lo más íntimo de
su ser. Si se atreve a abrazar esa persona única y original que es… y que quizás aún
no ha tenido espacio.

El autor es psicólogo transpersonal y Director del Instituto de Expansión de la Consciencia,


www.transformacion.cl. El proceso del Shree Rajneesh Ashram se halla muy bien descrito en un libro de
reciente aparición, “De Esalen a Poona”, de Vikrant Sentis, editado por Comunicaciones Noreste (J.C. Sáez
Editor), Santiago, 2004.

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