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SOC1AZJOVE *Pfc*LOSTVtMODELGItDAISMO

VIAGGIATORI EBREI
Βerichte jiidischer Reisender vom MittelaÜer bis in die Gegenwart

ATTI
del Congresso europeo delPAISG
San Miniato, 4-5 novembre 1991

a cura di
GIULIOBUSI

JOSÉ A. OCHOA

EL IMPERIO BIZANTINO
EN EL VIAJE DE BENJAMÍN DE TUDELA

«estratto»

AISG
1992
JOSÉ A. OCHOA

EL IMPERIO BIZANTINO
EN EL VIAJE DE BENJAMÍN DE TUDELA

El Libro de viajes

La obra de Benjamín de Tudela está estructurada según un esquema fijo


que posee dos elementos básicos: la anotación del recorrido y la atención
a la población judía. El viaje se va articulando en las distintas etapas
sirviéndose de una fórmula fija «desde allí hay [x] jornadas hasta...». En
escasas ocasiones se utilizan medidas de longitud (de Pisa a Lucca dice que
hay cuatro leguas). Por otra parte, el relato se va apoyando en las
comunidades judías que encuentra en cada lugar.
Son pocas las ocasiones en las que este esquema se amplía con otros
elementos. De hecho sólo en casos excepcionales se describe una ciudad,
y pocas veces se anotan datos históricos pertienentes al recorrido (a
propósito de Roma y Salónica).
En cambio es muy parco el autor en informaciones sobre el propio
viaje. Sistemáticamente nos oculta el tiempo que permanece en cada lugar,
de la misma manera que faltan las indicaciones a fechas precisas. Esto hace
imposible establecer una cronología detallada del viaje, por mucho que la
obra sea minuciosa en la anotación del número de jornadas empleadas en
cubrir cada parte del recorrido.
Tampoco nos proporciona nunca detalles sobre las peculiaridades del
viaje, las dificultades para encontrar medio de transporte, el tipo de terreno
que atraviesa, la peligrosidad de ciertos puntos del itinerario, la meteorología
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adversa o favorable. Ni siquiera nos dice cuál es el medio de transporte que


utiliza en cada momento, salvo en momentos en los que el uso del barco es
evidente: nos dice que «pasa por vía marítima» de la isla de Corfú a Arta,
o entre las islas del Egeo Oriental1.
Aventuras vividas y curiosidades observadas apenas tienen cabida, de
forma que se ha podido afirmar: «for a twelfth-century work it contains
relatively few fables and miraculous stories»2. Pero esto, en lugar de una
ventaja puede ser una limitación porque, en los libros de viaje medievales,
la curiosidad sin límites por todo lo asombroso y la búsqueda de explicación
para lo incomprensible, suelen traer de la mano informaciones originales
y versiones de hechos y acontecimientos que pueden ser de valor histórico
para nosotros.
Dadas estas características y otras, que tendremos ocasión de observar,
es lícito preguntarse por la finalidad del viaje de Benjamín de Tudela. La
falta de datos vertidos en el texto sobre el propio autor y su expresión
austera pueden ocultarnos el verdadero móvil del viaje. Es difícil
encuadrarlo en uno de los grupos que establece Jean Richard en su estudio
sobre el género de los relatos de viajes3, y la explicación probablemente la
tengamos en el hecho de que se combinan varios objetivos en un mismo
viaje y se entremezclan en la misma narración. Sin estar descartado el
interés comercial, no está tampoco demostrada la prospección de mercados
en el contenido del libro y por tanto no puede ser una guia de comerciantes.
Por otra parte, el componente religioso presente, podría hacer pensar en el
peregrinaje, pero tampoco esto explicaría el libro como guía de peregrinos,
ya que elige un recorrido nada directo para visitar Jerusalén y otros lugares
relacionados con la historia del pueblo hebreo. No está tampoco descartada

1
Cito siempre por la traducción de J.R. Magdalena Nom De Deu, Libro de viajes de
Benjamín de Tudela, Barcelona 1982, p. 62-69. He consultado también la traducción
italiana de G. Busi, Rimini 1988, p. 23-31, y la inglesa que acompaña la edición de Μ. N.
Adler, New York 1907, p. 10-16.
2
J.P.A. Van Der Vin, Travellers to Greece andConstantinople. AncientMonuments
and Oíd Traditions in Medieval Traveller's Tales, Leiden 1980, p. 24.
3
Les récits de voy ages et de pélerinages, Turnhout 1981.
El viaje de Beniamín de lúdela 83

la posibilidad de que se trate de un viaje realizado por el deseo de conocer


personas y lugares distintos, pero quizá un aventurero o un explorador
hubieran incluido otro tipo de informaciones.
En definitiva el problema lo tenemos al querer responder a la pregunta
¿a quién informa constantemete Benjamín del tiempo que se necesita para
llegar de una etapa a otra?, es decir, ¿quién es el destinatario del libro? No
está, por otra parte, descartada la posibilidad de que se tratara de anotaciones
para uso personal, que después adquirieran interés para muchas otras
personas, como demuestran la cantidad de copias y versiones del texto.
En el presente trabajo, me acercaré al recorrido griego de este viajero
hebreo, con la óptica de un bizantinista interesado en los libros de viaje
medievales. El estudio de la presencia de los judíos en el Imperio Bizantino,
a partir de este texto de viaje, ha sido suficientemente estudiado, en
especial en el trabajo de Andrew Sharf4. Otros datos contenidos en el relato
han sido aprovechados en diversos estudios de forma puntual, mientras que
mi objetivo será considerar el parte bizantina en su conjunto.

Historia bizantina
Fronteras

No es precisamente la política uno de los temas que con más frecuencia


y extensión de tratamiento ocupan la atención de Benjamín. De todas
formas, nuestro viajero anota las fronteras de diversos estados y para el
Imperio Bizantino, establece las siguientes indicaciones fronterizas5:
Se dice de Corfú que «hasta allí llega el reino de Sicilia», es decir la
frontera entre Bizancio y los normandos. Roger II la hizo suya en 1147,
aunque Manuel I consiguió reconquistarla dos años después con la ayuda
de Venecia6. Parece, por tanto, incorrecta la indicación, al indicar nuestro

4
Byzantine JewryfromJustinian to the Fourth Crusade, London 1971, p. 132-162.
5
Sobre la evolución de las fronteras en época comnena, véase J. Koder, DerLebensraum der
Byzantiner, Graz, Wien, Koln 1984, p. 94-97.
6
Volvería a ser normanda en 1185, cuando la tomó la flota de Roberto Guiscardo,
que se dirigía a sitiar Salónica.
88 JA.Ochoa

realidad un cargo eclesiástico. Se trata de la primera dignidad en el orden


de prelación que encontramos en las listas de las actas sinodales de la
segunda mitad del siglo XII, encabezando la clase superior de los títulos,
los ezókatakoiloi19. Su cometido era el de administrador, controlando los
ingresos y los gastos, incluso con inspección personal. La designación de
la persona que debía ocupar el cargo correspondía al emperador hasta
mediados del s. XI.
Para este período no contamos con obras como el Cletorologio de
Filoteo Atricilino o el De officiis de Pseudo-Codino, pero algunos textos
nos dan información sobre la jerarquía en la época de la visita de Benjamín20.
Para el tercer puesto, Benjamín menciona un «Dóminos» que Sharf
identificaba sin justificación con el Despotes creado por Manuel Comneno.
Este pretendido título no hace en realidad referencia a ningún cargo, y
parece no ser más que la traducción latina de la forma de tratamiento
kyrios, cuyo uso es común para cualquier dignidad.
Así pues, la precisión en estos datos no es mucha y no parece haber, por
parte de nuestro viajero, mucho interés por la estructura de los cargos de
la corte, ya que, llegado a este punto, dice que «el resto de los títulos es por
el estilo». En efecto, la titulatura bizantina posee en la mayoría de estos
cargos el adjetivo megas11, pero es la diferencia de función lo que resulta
importante y no la repetida adjetivación del cargo. De todos modos nuestro
viajero no se preocupa en anotar los cometidos que les son propios, sea
porque no lo recuerda cuando hace la redacción, sea porque no lo llegó a
saber.

19
J. Darrouzes, Recherches sur les OFFIK1A de ΓÉglise Byzantine, París 1970, p.
98-107.
20
Como las suscripciones de los participantes a los concilios celebrados en las
Blaquernas uno en 1157 y dos en 1166 (cf. Nicetas Coniata, Tesoro de la fe ortodoxa, en
Patrología Graeca 140). En el caso de las coll. 177-180, se menciona, tras la familia
directa del emperador, en primer lugar al Protovestiario (cargo omitido por Benjamín) y
en octavo lugar el Eparco. Entre estos cargos hay otros nombres para los que se menciona
el tratamiento {pansebastou sebastou, por ejemplo) pero no el cargo.
21
Que quiere decir «grande», como apostilla Benjamín cuando habla de uno de los
dirigentes judíos de Gallípoli, que lo tiene como apellido.
El viaje de Beniamín de Tudela 85

Benjamín menciona los reinos latinos orientales como si en ese mo-


mento tuvieran autonomía política, lo cual no era así desde que Manuel se
había convertido en el líder indiscutible de la zona, tras su entrada en
Antioquía (1159). Sin embargo, no es seguro que Manuel ejerciera la
soberanía en Jerusalén, mientras que su control sobre Cilicia impulsó al rey
armenio a sublevarse en 1162.
Sobre geografía política no hay otras referencias, dado que expresiones
como «Corinto, la gran capital» o «Tebas, la gran ciudad», no tienen una
relación directa con la importancia que en aquel tiempo desempeñaban en
el contexto bizantino. Se trata de denominaciones genéricas ligadas, en el
texto de Benjamín, a la numerosa población judía presente e ellas.

Prosopografía

Si hay bastante detalle en lo que se refiere a toponimia10, dada la


minuciosidad con que se anotan los lugares por donde pasa el viajero, no
ocurre lo mismo con la prosopografía. La escasez de datos sobre la historia
contemporánea hace que sean pocos los protagonistas de la misma
mencionados en la obra. Son precisamente hebreos que nuestro autor
encuentra en su camino, y especialmente dirigentes de las comunidades
que le acogen, rabinos y filósofos los que aparecen citados con sus
nombres en el libro. Interesante es el dato de que Rabí Salomón, judío
egipcio, es médico del emperador11 y que tiene el privilegio de ser el único
judío que puede montar a caballo. Por su consideración en la corte parece
que se debió de convertir en el gran valedor de su pueblo ante el emperador.
Para la parte del viaje que nos ocupa, además del emperador Manuel I
Comneno, es mencionado, el rey Teodoro o Toros II de Armenia Cilicia,
que se enfrentó a Manuel en dos ocasiones, en 1158 y en 1162. (cf. Juan
Cinamo4.16-21 y 5.9). A su muerte en 1168, le sustituyó su hermano Mleh

10
Es mi intención abordar en otro trabajo los problemas de la identificación del
recorrido y de la toponimia griega en el Itinerario.
11
La preocupación del emperador por la medicida y sus conocimientos al respecto los
testimonia Juan Cinamo, 4.21.
86 JA.Ochoa

(cf. Juan Cinamo, 6.11).


La reina que Benjamín menciona debe de ser Berta de Sulzbach, cuñada
de Conrado III de Alemania, quien concertó el matrimonio con el padre de
Manuel, Juan II. En Bizancio fue conocida como emperatriz Irene o Eiréné
Alamanikéu. Constantino Manases escribió un largo poema yámbico titulado
Hodoiporilcon13, donde describe las negociaciones para el segundo matri-
monio de Manuel en 1169 con María de Antioquía (quien fue regente de
Alejo II, a la muerte de Manuel), hermana de Boemundo III de Antioquía14.
Éste es citado a propósito de la frontera antioquena de Bizancio.
Boemundo de Poitiers, hijo de Raimundo de Poitiers, sustituyó en 1163 a
Reinaldo de Chátillon en el principado de Antioquía (que había sido regido
por su padre Raimundo de 1136 a 1149) y lo gobernó hasta 1201.
Benjamín dice que los bizantinos «recluían mercenarios entre los
bárbaros para luchar contra Ma'sud». Sin embargo, cuando él llega a
Constantinopla, este sultán seldyúcida de Iconio ya había muerto (11 Ιο­
ί 156), y la expedición de Manuel contra este sultanato se había producido
en 114615. Dado que Kilidsh Arslan II, su sucesor (1156-1192), había
visitado Constantinopla en 1162, los preparativos para una campaña contra
él confirman los pocos resultados obtenidos16.
Por último, hay una alusión al patriarca, sin mencionarlo, cuando se
dice que equivale al Papa de los griegos ya que éstos, a consecuencia del
cisma, no prestan obediencia a Roma. En esos días el Patriarca era Lucas
Crisoberges.

12
A su muerte pronunció un discurso fúnebre de Basilio de Ochrida, editado por V.
Vasiljevskij, «Vizantiskii Vremenik» 1 (1892), p. 55-132.
13
Editado por K. Horna, Das Hodoiporikon des Konstantin Manasses, «Byzantinische
Zeitschrift» 13 (1904), p. 313-355.
14
Quien a su vez contrajo matrimonio con Teodora Comnenoen 1175. Cf. K. Barzos,
Hé Genealogía ton Komnénón, I, Salónica 1984, p. 454-460.
15
El realto lo tenemos en el libro segundo de Juan Cinamo.
16
Este dato, si admitamos un error en el nombre del sultán, provoca un cierto conflicto
con la cronología del viaje, porque la campaña de Manuel contra Iconio (1176) no se
producirá hasta nueve o diez años después de la fecha en la que parece que se produjo la
visita de Benjamín.
El viaje de Beniamín de lúdela 87

Títulos de jerarquía

Respecto a la administración imperial, Benjamín dice que el emperador


tiene «bajo su poder a doce príncipes», cada uno con su palacio, sus
fortalezas, territorios y dominios. La denominación de «príncipes» no es
muy precisa, pero pienso que se puede explicar por el hecho de que Alejo
I Comneno, a fines del siglo XI, crea una nueva jerarquía, con nuevos
títulos, para formar una especie de nobleza dinástica, con la intención de
reforzar su dinastía con la designación de sus familiares para los más altos
cargos.
Estos son los títulos apuntados por el viajero17:
Figura como primero en rango «el rey Hiparco» o «Eparco real», es
decir, el eparco o prefecto de la ciudad de Constantinopla. A comienzos del
siglo XI, el Eparco adquirió una primordial importancia en la administración,
inmediatamente después del emperador. En el siglo XII se debilitó su poder
(sobre todo por la concesiones de ciertos barrios a repúblicas italianas)
aunque bajo Manuel todavía mantuvo una positición elevada en la prelación
de la jerarquía.
En segundo lugar sitúa al «Gran Doméstico», que es el más alto cargo
militar, y a que comandaba todo el ejército de tierra, aunque en teoría el jefe
supremo del ejército era el emperador.
Cuarto es el «Gran Duca», otro cargo militar que es el jefe supremo de
la marina imperial. Bajo Manuel el cargo se equiparó en importancia al del
Gran Doméstico, aunque en época paleóloga quedaría ubicado en el
séptimo lugar de la jerarquía. Por las fechas en las que se sitúa el viaje de
Benjamín, desempeñaba el cargo Esteban Contostéfanos, emparentado con
los Comnenos18.
El «Gran Ecónomo», citado en quinto lugar por nuestro viajero, es en

17
Ver en general: W. Ensslin, The Government and Administration of the Byzantine
Empire, en J.M. Hussey [ed.], Cambridge Medieval History IV.2,p. 23; y L. Brehier,Les
institutions de V Empire Byzantin, París 1949.
" E n t r e 1167 y 1169 fue sustituido por su hijo Andrónico.
84 JA.Ochoa

viajero en su recorrido que es éste el último territorio normando y que Arta,


el siguiente mencionado, es el primero de Bizancio.
Arta es designada como «principio de las posesiones de Manuel». Al
norte de esta ciudad se extiende la región griega del Epiro, e incluso
Dirraquio, más al norte y que, salvo dos paréntesis de dominación normanda
(tomada en 1081 y en 1185), fue bizantina ya con Alejandro I (1118). La
única explicación para esta indicación fronteriza sería la de considerarla
no en su contexto territorial continental, sino por referencia al origen
suritálico del viajero; es decir, indica el punto por el que Benjamín llega
a tierra bizantina.
En cuanto a las fronteras orientales anatolias aparece, como «confín de
Armenia», Coricos, lugar de la costa de Cilicia cercano a Tarsis, de difícil
identificación, por donde penetra nuestro viajero. Otra indicación fronteriza
hace referencia a que el territorio armenio linda con una región cuyo
nombre plantea diversos problemas7.
Mamistra es mencionada como «límite del reino de los griegos». El
propio Benjamín la identifica con Tarso, creo que no por un recuerdo
bíblico8, sino simplemente por la proximidad de ambas y por la mayor
importancia de la segunda. Tarso cayó en poder de los bizantinos en la
campaña de 1158 - por medio de una hábil estrategia descrita por Juan
Cinamo (4. 17-18) -, después de ser tomadas Cistramo y Anazarbo. Fue
precisamente en Mopsuestia, la Mamistra de los cruzados, donde Reinaldo
de Chátillon se humilló ante Manuel, para conseguir el perdón por haber
atacado Chipre, y le ofreció vasallaje. Allí acudió también Balduino III de
Jerusalén a rendir honores a Manuel, y posiblemente este hecho haya
marcado la referencia de esta ciudad como límite de la expasión bizantina
en Cilicia9.
7
Si aceptamos la lectura «Trunia» (cf. la n. 52 de la trad. de G. Busi y la p. 15 de
la edición de Adler), se podría conjeturar una modificación a partir de un hipotético
«Runia», o país deRum.es decir, el territorio del sultanato de Iconio. (La Τ inicial podría
deberse a la presencia en el pasaje de nombres como turcos, turcomanos, Taris y Toros).
8
Cf. n. 54 a la traducción de G. Busi (p. 30).
9
En general, puede consultarse A.A. Vasiliev, History ofthe Byiantine Empire, Madison
1928-1929, (trad. esp. vol. II, p. 64-69),y J.M. Hussey, The laterMacedonians, theComneni and
the Angelí. 1025-1204, en Id. [ed.],Cambridge Medieval History, Cambridge 1967,IV.l,p. 193-
250.
El viaje de Beniamín de lúdela 89

Economía

Más interés suelen tener para Benjamín de Tudela los datos de tipo
económico y, especialmente, comercial. Aunque respecto a Bizancio sus
expresiones son bastante genéricas. Alaba la riqueza general de
Constantinopla y su posición preeminente en el comercio de todo el
Oriente, sólo comparable con Bagdad. El único dato concreto que da es el
impuesto de la capital que, según él, asciende a 20.000 piezas de oro
diarias 22 . No tenemos fuentes para contrastar este dato, pero a juicio de
Hendy sería hiperbólico. Tan sólo si tomáramos el dato como anual y no
como diario nos aproximaríamos a los 230.000 hypérpyra que asigna
Nicéforo Gregorás (18.1) para mediados del siglo XIV, quedando entonces
corto el cálculo de Benjamín.
Pienso que aquí nuestro viajero da una cifra fabulosa, inducida por el
tono general de admiración por la riqueza de Bizancio, y cuya fuente de
información no era excesivamente fiable, dado que debía proceder de
algún judío que le hospedaba y le guiaba, persona que no tenía por qué estar
al corriente de las finanzas del Estado.
No abordaré el tema de la presencia de judíos en la actividad económica
y comercial de Bizancio, dado que es lo que más desarrollaba Sharf en su
estudio 23 .

Etnografía

El interés etnográfico del texto se centra en la preocupación por las


comunidades hebreas y en pocas ocasiones se hace referencia a

22
M. Hendy, Sttidies ¡n the Byzantine Monetary Economy c. 300-1450, Cambridge
1985, p. 173-174.
23
Aportaciones bibliográficas reciente son: A. Gieystor, Les Juifs et leurs activités
économiques enEurope Oriéntale, en Gli ebrei nell' alto medioevo, Spoleto 1980, p. 489-
522. E. Ashtor, Gli ebrei nel commercio mediterráneo nell'alto medioevo (sec. X-XI),
ibidem,p. 401-464.
90 JA.Ochoa

características de otros pueblos. La única digresión de tipo etnográfico de


considerable dimensión es la dedicada a los valacos. Del pueblo bizantino
se dice como afirmación general que «carecen de espíritu combativo» y «se
les considera afeminados que carecen de fuerza para resistir». En cambio,
es precisamente con Manuel I, cuando se militariza la figura del emperador
como caballero ideal, tal y como lo muestran Eustacio de Tesalónica y Juan
Cinamo. Esta aparición del emperador guerrero coincide con un momento
de expansión del imperio, de manos de la dinastía Comnena, que surgió de
la nobleza militar24. Por otra parte, es cierto que el imperio tradicionalmente
enrolaba en sus filas soldados de muy diversos pueblos. Si a mitad del siglo
XI predominaban los escandinavos, los árabes, normandos y búlgaros, en
época de Manuel I eran mury numerosos los mercenarios de origen latino,
junto con los escandinavos y anglosajones25. No deja de ser significativo
que sean las fuentes occidentales26 las que nos hablen de la incapacidad del
pueblo griego para la actividad bélica, mientras los historiadores orientales
silencian este asunto.
En nuestro texto se hace una pintura negativa de la situación de los
judíos en Constantinopla. Ya hemos visto que no les está permitido montar
a caballo y que, en general, no son bien considerados en Bizancio.
Benjamín subraya las pésimas consecuencias que tiene para la actividad
comercial le hecho de que se les prohiba habitar dentro de la ciudad, y dice
que son obligados a vivir en Pera. Janin dudaba que habitaran en la propia
Pera, dado que ésta constituía la región XIII de la ciudad, y pensaba que
podrían alojarse extramuros, en frente de Gálata, junto a la puerta de
Pérama, que también se conocía entre los latinos como Ebraiképyle11. Sin
embargo, el texto del viajero es muy claro cuando dice que deben cruzar el

24
A. Kazhdan, A.W. Epstein, Change in Byzantine Culture in the eleventh and
twelfth Centuries, Berkeley 1985, p. 110-116.
" K a z h d a n - Epstein, Change cit., p. 172-174.
" T a m b i é n Guillermo de Tiro y Odo de Deuil hacen referencia a este particular.
27
R. Janin, Constantino pie Byzantine, Paris 1964 2 , p. 259-260. Janin apoya esta
suposición en el hecho de que en el s. XVII fueron desposeídos de los terrenos que habrían
de alojar a la mezquita Yeni Valide Camii (cf. p. 292).
El viaje de Beniamín de Tudela 91

brazo de mar para desde el lugar donde habitan para poder comerciar con
el resto de los habitantes de la capital. Esta situación sólo se comprende si
los judíos estaban asentados en Pera.
Esta situación de marginación cambiaría un siglo después de la visita
de Benjamín, pues tenemos atestiguada presencia judía en el barrio de
Vlanga, donde tenían incluso una sinagoga 28 .

Constantinopla
Situación de la ciudad

La primera indicación que nos se da sobre Constantionpla es que


tiene 18 millas de perímetro. La muralla construida por Teodosio en 411
medía unos dieciocho kilómetros, de modo que la información de Benjamín
tiende a la exageración, sin consideramos la milla como la cuarta parte de
una legua, según la medición romana 29 . Por lo general los viajeros
magnifican las dimensiones de la ciudad, que les resulta enorme en
comparación con las ciudades que conocen de occidente y, de hecho
Benjamín la compara con Bagdad 30 .
Nos dice también que la mitad de este perímetro discurre sobre el mar
y la otra mitad sobre el continente, lo cual no es exacto porque la ciudad
forma un triángulo y por tanto sólo un tercio de la muralla mira a tierra
firme.
Respecto al emplazamiento de la capital, dice el viajero: «se asienta
sobre dos brazos de mar: uno del mar de Rusia, otro del mar de Sefarad».
Se trata de denominaciones muy particulares, para las que no he encontrado
paralelo, y que corresponden a las dos grandes masas de agua que se
encuentran en el Bosforo, la del Mar Negro (Ponto Euxino) y la del Mar de
Mármara (Propóntide) que en definitiva recibe el agua del Egeo a través del
Estrecho de Dardanelos. La costa norte del Mar Negro en esta época está

28
Como lo testimonia una carta de Planudes (ed. Treu, Breslau 1890, p. 52).
29
1 legua = 5.572 m. 1 milla = 1.393 m. Por tanto, 18 millas equivaldrían a unos
veinticinco kilómetros.
30
Van der Vin, Travellers cit., p. 249-250.
92 JA.Ochoa

ocupada por Bulgaria hasta la desembocadura del Danubio y, desde allí,


por los pechenegos hasta 1171 y por los cumanos en adelante. En el siglo
XII son estos pueblos de las estepas los que marcan la frontera norte del
Mar Negro, y quizá la indicación de Rusia sea una referencia genérica al
norte. En cambio, Sefarad, la Península Ibérica, sirve como referencia por
ser el extremo mediterráneo, punto de partida del viajero.

Santa Sofía

De la Gran Iglesia de Constantinopla, el viajero nos dice que «recibe


dinero de muy diversas partes» y, de hecho, además de la aplicación del
impuesto eclesiástico o canónico η, además de otros emolumentos y diversos
tipos de kaniskia, como las tasas por matrimonio31, el Patriarcado se
beneficiaba también de donaciones de los fieles de todo el Imperio. Una
visita del emperador, por ejemplo, podía dar lugar a importantes donaciones
en objetos preciosos32. El impuesto que llega de las «dos islas», tenemos
que pensar que procedía de Creta y Chipre, dado que en esta época son las
únicas islas que tienen entidad suficiente para destacar en capacidad
económica33.
La descripción de la iglesia no es muy detallada y responde al asombro
por la riqueza que contiene. Así, las «columnas de oro y plata» que son
mencionadas corresponden concretamente a las doce columnas revestidas
de oro, que separan el espacio entre la nave y el santuario; también es de
oro el altar del santuario y las columnas que lo soportan34. Las «lámparas
de oro y plata incontables» producían una brillante luminosidad en el
interior y son también mencionadas por Esteban de Novgorod en 135035.

31
E. Hermán, The Secular Church, en J.M. Hussey [ed.], Cambridge Medieval
History, IV.2, Cambridge 1967, p. 121-125.
32
Cf. M. Hendy, Studies cit., p. 197-198.
33
Cf. M. Hendy, Studies cit., p. 33.
34
R. Janin, La géographie ecclésiastique de l'Empire Byzantin. I Le siége de
Constantinople et le Patriarcat Oecuménique. Tome III, Les églises et les monastéres,
París 1969, p. 455-470.
35
B. de Khitrowo [ed.], ¡tinéraires russes en Orient, Genéve 1889, p. 118.
El viaje de Beniamín de Tudela 93

Por último se dice que existen tantos altares como días tiene el año36,
comentario que encontramos también en Antonio de Novgorod (1200)37, y
que debía ser un dato habitual en la guia dentro de Santa Sofía a fines del
siglo XII, aunque hoy nos resulte difícil identificar esa cantidad de
espacios de culto o lugares para la veneración.

El hipódromo

Menciona el viajero el hipódromo «adosado al muro de palacio»38,


cuya identificación no es tan sencilla como parece. Además del gran
Hipódromo las fuentes citan un ippodromion o skepastos ippodromos39,
que según Ebersolt sería la parte cubierta del Hipódromo, mientras que
para Janin se trata de un hipódromo de dimensiones menores a disposición
de Palacio. La ambigua expresión de Benjamín «hipódromo para la diversión
del rey», podría tanto hacer referencia al pequeño circo dentro de palacio,
como al Hipódromo donde acudía el pueblo, y cuya tribuna imperial
(kathisma) se apoyaba sobre las construcciones del Gran Palacio40.
Benjamín habla de ciertos espectáculos el día de Navidad. En el marco
de las interpretaciones simbolistas del circo (la carrera de carros como
paralela de la carrera del sol, el concepto de la renovarte)*1 se puede

36
Algunos autores interpretan «iglesias» en lugar de «altares», pero la posición del
comentario en el relato, por ejemplo, nos puede inducir a recharzar esta hipótesis.
37
Β. de Khitrowo [ed.], Itineraries cit., p. 92-94.
38
R, Janin, Constantinople Byzantine cit., p. 183-197. R. Guilland, Eludes sur
ΓHippodrome de Byzance, «Byzantinoslavica» 27 (1966), p. 26-36, y Id., Études sur
l'Hippodrome de Constantinople, X. La déchéance et la ruine de l'Hippodrome,
«Byzantinoslavica» 30 (1969), p. 209-219. Cf. W. Müller-Wiener, Bildlexikon zur
Topographie lstanbuls, Tübingen 1977, p. 232.
39
Constantino Porfirogénito, De Ceremoniis, 1.37 y Append. ad 1.1.
40
J. Ebersolt, Le Grand Palais de Constantinople et le Livre des cérémonies, París
1910, p. 37. R. Guilland, Études sur le Grand Palais de Constantinople. L'Hippodrome
couvert, «Byzantinoslavica» 19 (1958) 24-72. R. Janin, Constantinople Byzantine cit.,
p. 119 y A. Piganiol, La loge imperial, «Byzantion» 11 (1936), p. 383-390.
41
G. Dagron, Constantinople Imaginaire, Paris 1984, p. 161-190.
94 JA.Ochoa

colocar la celebración de las carreras en ciertas fechas: el 11 de mayo,


aniversario de la fundación de la ciudad, pero también los idus de enero,
símbolo de la victoria de la vida, o durante las Lupercalia42. El invierno
era un período especialmente favorable para las carreras, como es el caso
de las fiestas Brumalia en el diciembre. Desde el dia de Navidad hasta la
Epifanía se celebraban doce días de fiesta, el to dódekaémeron que
comprendía espectáculos en el hipódromo y banquetes en el palacio
imperial, aunque las carreras no eran consideradas convenientes para este
período43. De hecho, Benjamín no menciona las carreras sino «exhibición
de hombres de todo tipo» y «luchas de animales». Estos animales procedían
por lo general de regalos de soberanos orientales o de botín de guerra y se
trataba casi siempre de mamíferos, que eran usados para espectáculos
venatorios y para luchas de fieras44.
Sin embargo, el Hipódromo no sólo era un lugar dedicado a la diversión
y al espectáculo, sino que estaba integrado en la vida política de la capital
del imperio. Así nos lo testimonian pasajes de historiadores de diversas
épocas. Recordemos, por ejemplo cómo en la Cronografía de Miguel Pselo
se narran escenas de triunfo sobre los enemigos mostrados prisioneros en
Hipódromo, momentos en los que el poder político se comunica con el
pueblo reunido en este lugar (5. 32), y procesiones que lo incluyen en su
recorrido (6.61)45. A esto hay que añadir la existencia de las facciones del
hipódromo, que fueron el principal espacio de manifestación política de
ciertos sectores del pueblo46.
La referencia de Benjamín al día de Navidad hizo a Asher47 pensar que
42
V. Grumel, Le commencement et lafin de Γ armé desjeiix a Γ Hippodrome de Constantinople,
«Échos d'Orient» 184 (1936), p. 346.
43
0 . Pasquato, Gli spettacoli in San Giovanni Crisostomo, Roma 1976, p. 198-207.
44
J. Theodorides, Les animaux des jeia de V hippodrome et des ménageries imperiales a
Constantinople, «Byzantinoslavica» 19 (1958), p. 73.
45
Edición de S. Impellizzeri y traducción italiana de S. Ronchey, Vincenza 1984.
46
Cf. Cameron, Circusfactions, Oxford 1976; G. Dagron, Naissance d'une capitale, París
19842, p. 320-347 (cap. «L'Organisation d'un espace politique á Γ Hippodrome»). Una historia
de la investigación sobre la vida política en el Hipódromo se puede ver en G. Vespignani, I ¡Circo
e lefazioni del Circo, «Rivistadi StudiBizantinie Slavi» 5 (1985), p. 61-101.
47
II, p. 48, n. 45. Van der Vin da esta información anotando (supongo que por error)
el año 1161 (p .25, n. 49).
El viaje de Beniamín de Tudela 95

el viajero estuvo presente en las fiestas por el matrimonio de Manuel


Comneno el 25 de diciembre de 1169, ya que con motivo de las bodas de
los emperadores se celebraban carreras bajo la denominación del to
stefanoma. Sin embargo, resultaría extraño que no se mencionara la boda
en el relato y, como hemos visto, en ese día existía también una celebración
festiva regular en el hipódromo.

El Palacio de Blaquernas

Ta en Blachernais palatia basileia, pasó con los Comnenos a ser la


residencia imperial, aunque el Gran Palacio siguió siendo utilizado para
actos oficiales. Benjamín se refiere a él como el «nuevo palacio construido
por Manuel», aunque en realidad ya existía desde fines del siglo XI48. A
partir de una iglesia construida por Pulquería y Marciano (s. V), poco a
poco fueron aumentando las construcciones imperiales. Manuel añadió a
las construcciones de Alejo I Comneno, varias edificaciones49. Benjamín
especifica que lo construyó «además de los que edificaron sus
predecesores»50, expresión que puede referirse tanto al Gran Palacio,
antigua residencia imperial, como a las mencionadas obras de Alejo en
Blaquernas.
Sorprende que Juan Cinamo se refiera a este palacio como ubicado «al
sur de la ciudad», cuando en el texto de Nicetas Coniata queda clara su
situación norte". Benjamín dice tan sólo que se alza «sobre la orilla del
mar», expresión que podría interpretarse como construcciones casi al nivel
del mar. El conjunto, en cambio, tenía una posición elevada respecto al
resto de la ciudad52, y la frase de Benjamín puede hacer referencia a la vista
que desde allí se tenía. Según Odo de Deuil (1147) se dominaba el territorio

48
Cf. W. Müller-Wiener, Bildlexicon cit., p. 223-224.
49
R. Janin, Constantinople Byiantine cit., p. 123-128.
50
Esta frase la encontramos también en Juan Cinamo, 4.14.
51
Van Dieten [ed.], Berlín 1975, p. 380,9: «homechri ton en Blachernais anaktorón
syromenos thalattios holkos kai hosa pros anemon borran epinenykasi mere tés poleos».
" N i c e t a s Coniata, p. 206, 46: «peri ten akropolin mere tés poleos».
96 JA.Ochoa

noroeste extramuros, la ciudad y, especialmente, el cuerno de oro53.


Manuel I hizo construir una sala de recepción (andrón) de la que
nuestro viajero describe la rica decoración, con «columnas y muros
recubiertos de oro y plata»54.
Y añade, «representando sobre ellos [los muros] las guerras que él
mismo realizó»55. La decoración parietal era frecuente en los palacios y el
de Blaquernas ya poseía escenas de carreras en el hipódromo hechas en
época de Constantino V (s. VIII). En el caso de Manuel se trató de
mosaicos, en los cuales incluyó el nombre de trescientas ciudades que
había sometido en sus campañas (si hemos de creer lo dicho por Juan
Cinamo), además de otras batallas famosas de historia pretérita.
Destaca, en el conjunto sorprendente de la sala, el «trono de oro y
piedra noble» y la corona colgada «de una cadena de oro sobre el trono».
Todo esto pertenecía a una puesta en escena cuyo objetivo principal era
impresionar al visitante por la magnificencia de la corte imperial. Existen
algunos relatos de audiencias imperiales, como la contenida en la
Antapodosis de Liutprando de Cremona (970), o la recepción de Manuel
Comneno a Kilidsh Arslan (1162), que relata Juan Cinamo (5.3). En este
texto se mencionan los rubíes, los zafiros y las incontables perlas.
En ambos ejemplos se menciona el trono aúreo, colocado a gran altura,
pero en ninguno la corona pendente. En Juan Cinamo hay una referencia,
no muy clara, ala parte alta del trono. Al parecer no es un rasgo perteneciente
a la iconografía del emperador56, pero quizá tengamos un paralelo en el
relato de Antonio de Novgorod. Este viajero eslavo explica, a propósito de
su visita a Santa Sofía en 1200, que sobre el ciborium estaba suspendida la
corona de Constantino, sobre ella una cruz y sobre la cruz una paloma de

53
DeprofectioneLiidovici VII in orientem, ed. y trad. ingl. de V.G. Berry, New York
1948, p. 65.
54
Cf. Nic. Coniata, p. 206, 48-56.
55
A. Grabar, L'empereur dans l'art byzantin, París 1936, p. 40-42, 84 (reimpr.
London 1971).
56
No hay ninguna referencia en el detallado estudio de Grabar.
El viaje de Beniamín de Tíldela 97

oro57. Más antigua es la descripción que hace Flavio Cresconio Coripo (s.
V), en su obra In laudem Iustini5*, según la cual sobre el trono dorado de
Justino II había una Victoria con las alas desplegadas que sujetaba una
corona de laurel. En la iconografía de la coronación, cuando la religión
cristiana penetre toda la vida bizantina, esas victorias serán ángeles, o bien
será la mano divina la que deposita la corona sobre la cabeza de los
monarcas59.
Como en otros muchos aspectos de la imagen e ideología del Imperio,
estamos ante un paralelo entre el plano divino y el humano, en el marco de
la llamada teocracia bizantina, con un poder que emana del cielo. De este
modo, el trono recuerda permanentemente la imagen de la coronación y por
tanto el origen divino del poder del emperador.
Aunque Benjamín no lo mencione, Manuel no sólo se ocupó del
aspecto ornamental y del aparato simbólico, sino también de las defensas
del palacio, haciendo construir una muralla en torno a él60.

Conclusión

El tono del relato concerniente a Constantinopla es el de asombro por


la riqueza y esplendor del lujo que rodea al emperador y la alta sociedad
bizantina. Asombra a nuestro viajero la riqueza de los vestidos y la
capacidad económica de los habitantes de la capital, la cual, para Odo de
Deuil, es también la ciudad de la suciedad y del vicio61. Benjamín admira
la cantidad de edificios de la ciudad y en cambio, sabemos que contenía

57
B. de Khitrowo [ed.], Itinéraires rttsses en Orient, Genéve 1889, p. 92-94.
58
Cf. 3. 194-203 (A. Remirezde Verger [ed.], Sevilla 1985): «...per laevamdextramque
tenes Victoria partem I altitts erectis pendebat in aera pennis, I laitrigeram gestans
dextrafulgente coronam».
59
Son ángeles en la miniatura del f. 5r del Vaticanas Barberinianus gr. 372, o en el
Sinaiticus 354, mientras que, en un relicario del Tesoro del Patriarcado de Moscú, es
Cristo quien la sostine (cf. Grabar, L'empereur cit., p. 117-118). En el París, gr. 922 es
la Virgen la que sostiene la corona sobre Constantino X Ducas y Eudoxia.
60
Nic. Con. p. 384, 36-38 y p. 543, 4-6.
61
Deprofectione Ludovici VII in orienten!, ed. y trad. ingl. de V.G. Berry, New York
1948, p. 65.
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amplias zonas sin edificar62. Está, por tanto, en la línea de relatos de la


opulencia de Constantinopla, cutodia de tantos tesoros. Una imagen que
habría de perjudicar faltalmente a Bizancio, y que culminó con la toma de
Constantinopla por los cruzados en 1204, aunque ya en la segunda cruzada
Manuel temió seriamente este desenlace.
Por lo general, las informaciones que nos ofrece son poco precisas y en
algunos casos hasta incorrectas. No hay un esfuerzo por comprender las
dimensiones reales del Imperio, y las referencias fronterizas se limitan al
lugar por donde el viajero penetra en él, lo cual no es muy significativo
cuando se accede por via marítima. Nos habla de otros estados vecinos,
pero nos informa de su situación política respecto al emperador - caso de
Armenia y Antioquía -, no nos dice siquiera si le pagan tributo o le rinden
pleitesía.
Tampoco profundiza en la organización del estado y se limita a dar los
nombres de unos cargos, sin acompañarlos de indicaciones sobre los
símbolos externos de representación o el cometido que les corresponde.
No presta mucha atención a los personajes de la realeza, ni explica las
relaciones entre ellos. En fin, en ocasiones maneja datos que parecen
proceder de veinte o treinta años atrás.
No quiero que parezca que con este balance me sumo a la corriente de
los detractores de Benjamín, porque yo no pongo en duda que al menos una
parte del viaje haya sido realmente efectuada, si bien, haya que pensar en
un intermediario que fija literariamente notas, quizá de diverso origen. Por
otra parte, creo que la valoración del libro como fuente de información,
aunque muy interesante, no deja de ser limitada. Mi objetivo ha sido
modesto: glosar los detalles que Benjamín nos ofrece en su relato. Pero en
esta tarea, tras el inicial entusiasmo por un texto del siglo XII, pronto
descubrimos las serias limitaciones de los informadores de Benjamín y el
reducido interés por la realidad que visita, que se centra claramente en
situación y forma de vida de sus hermanos de religión.

!
Ver Van der Vin, Travellers cit., p. 250.

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