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Personajes:
Perico……hortelano joven
Manolo…..su primo
Paquita……muchacha casadera
Rociera…….su amiga
Carmela…..hija de un tendero
Pilarica…….su amiga
Almudena….muchacha casadera
Escenario:
Es domingo y a la salida de la misa los mozos y las mozas en edad de merecer circulan,
con sus mejores galas, sobre los cantos de la plazuela.
Perico: Ya lo decía yo, primo Manolo, que el enamoramiento por la bella Paquita no podía
durarte mucho.
Manolo: Hombre, que dicho de ese modo… cualquiera pensaría que soy un auténtico
bicho.
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Perico: Perdona, primo, es que la has dejado batida en llanto. Con lo mona que es, la
muchacha.
Manolo: ¿Mona? ¿Cómo la que trajo el funámbulo en una jaula, el otro día?
Perico: Eres malo. Mira que al salir de la misa, todo en la moza era retorcerse las manos
y suspirar mirando hacia el árbol detrás del que te escondiste.
Perico: Y encima de todo: simplón. Si saliste de la iglesia como alma que lleva el diablo,
hasta tiraste por ahí a alguna beata con todo y rosario; yo pensaba que se te habría
aparecido el alma de tu abuelo difunto o alguna cosa peor, porque no paraste hasta
esconderte detrás del árbol. Mira que lo han visto todos en el pueblo, y la Paquita, pobre,
hasta se paró de puntas para distinguirte entre la muchedumbre. Y tan buena moza que
es, dulce y aseada como pocas. Dejarla así sin más… hombre, alguna explicación tendrás
que darle.
Manolo: ¿Explicación? Ninguna, primo Perico, cómo decirle que es que me he hartado de
tanta perfección. Seguro encontrará otro mozo más acorde con ella, me figuro yo.
Perico: Mira que eres cara dura, Manolo. Pero vámonos de aquí, ahí viene Paquita con
su amiga.
Manolo: ¡Mecachis!, seguro nos habrá visto, te dije que no podía salir de detrás del árbol,
al menos no hasta que la Paquita estuviese bien lejos. Escondámonos en estos arbusto,
con suerte y pasan delante nuestro sin mirarnos.
Rociera: Hace un minuto estaban aquí, los vi claramente desde la puerta de la iglesia.
Paquita: Ay, ¿por qué me hace esto, Rociera? ¿Es que no soy suficientemente buena
para él? ¿Es que estoy tan fea que los mozos corren cuando me ven?
Rociera: (Quien se ha dado cuenta de que Perico y Manolo se ocultan detrás del arbusto)
No es culpa tuya, amiga, culpa de ellos, porque son alimañas, culebras, ratas, los
hombres todos. ¿Dónde se va a encontrar ese mequetrefe a moza más dulce y buena que
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tú? Además, sabes bordar y hacer confites, ¿quién más podría ofrecer tanto a cambio de
tan poco? Ese Manolo es un granuja de marca.
Rociera: Porque te ha comido el seso con sus tonterías, si me hubieras hecho caso.
Rociera: Si me hicieras caso verías mejor por tu futuro y te liarías con Pelagio el indiano,
es buen mozo y trajo buenos oros del Perú. Con suerte y hasta te manda hacer una casa
de dos torres. Eres guapa y eres tonta por no ver tu futuro.
Paquita: Pelagio no me gusta, qué le voy a hacer si el que me gusta es Manolo, con todo
y que es.. que es…
Paquita: Esos son chismes de vecindonas. Manolo me quiere… pero está confundido.
Rociera: Chismes o no, ahí vienen Carmela y su amiga Pilarica, ocultémonos detrás de la
fuente, a ver si alcanzamos a escuchar algo.
Carmela: Ay, a mí la verdad me da pena. Mira que hacer correr así a un hombre, se tiene
que ser un verdadero urogallo para espantar al pobre Manolo como lo hizo. No hay
decencia en ella.
Pilarica: (Que también se ha dado cuenta de que Perico y Manolo se ocultan detrás del
arbusto) O es que él no es tan manso como te piensas, en su huída por poco hace caer a
las rezanderas, tal vez le deba algo a Paquita.
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Pilarica: Es posible que le haya prometido matrimonio.
Carmela: Como sea, yo no le dije que viniera a traer canciones a mis balcones, él vino
solo. Luego, si la desdichada de Paquita no pudo retenerlo será porque algo le hace falta
a los ojos de Manolo.
Pilarica: Sí, yo también, creo que fue por ahí, detrás de la fuente.
Rociera: ¡Se me calló una medalla de la Virgen Milagrosa y por eso estábamos detrás de
la fuente!
Pilarica: Yo que tú, no les creería, están locas, todo el pueblo lo sabe.
Carmela: Desde luego que no les creo, entrometidas, pero qué bueno que escucharon lo
que pienso de ti. A ver si al fin dejas en paz a Manolo.
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Rociera: (A Pilarica) Y yo a ti, arrástrate de los cabellos por la calle principal del pueblo.
Perico: Tú lo provocaste.
Almudena: No lo sé, los mozos de este pueblo tienen fama de truhanes. A lo mejor eres
uno de esos mentirosillos que les gusta endulzar el oído de las mozas y yo tengo un
corazón muy sensible.
Las mozas paran de pelear y miran cómo Manolo sale con Almudena.
Las cuatro mozas: ¡Con éste nos desquitamos! ¡Vamos a darle de palos! ¡A él!
¡Cobarde, gallina, echémosle al agua, démosle duro con una vara de membrillo!
¡Escupámosle un ojo!
Salen
OSCURO
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