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des humanas, no se tienen en cuenta en ellas la psicolo­

gía individual, y mucho menos la colectiva” . Aunque


nuestras reflexiones no consigan delinear exactamen­
te sus caminos en el porvenir, serán, al menos, útiles
por el hecho de atraer de nuevo la atención hacia un
problema de tamaña importancia. Esta es la esperanza
que nos ha sostenido en nuestro esfuerzo.

Primera Parte

LA PSICOLOGIA SEGUN
COMTE, DURKHEIM Y TARDE
Capítulo primero

EL PUNTO DE VISTA DE AUGUSTO COMTE

El sistema de Comte es cada vez mejor conocido, Su


importancia crece en razón de su conocimiento. Nuestra
intención, pues, no es la de reestablecer aquí una inútil
exposición global, ni la de señalar de nuevo su alcance
universal. Pero si se sabe que en 1a, jerarquía de las
ciencias, entre la biología, que es la quinta, y la socio­
logía, que en el Curso de filosofía positiva está colocada
como la sexta y última, Comte no tiene en cuenta la psi­
cología, se ignora muy a menudo, o se olvida casi siem­
pre, que a partir del tomo II de su Política positiva, apa­
recido en 1852, consideró necesaria la constitución de
una séptima ciencia, la última verdaderamente esta vez,
a la cual dió el nombre de antropología o de moral.
Es preciso recordar por qué Comte elimina a la psi­
cología del número de las ciencias. Entendía él, por psi­
cología, el estudio, ante todo, del espíritu, tal como Cou-
sin le ha concebido y comenzaba a imponerle, al menos
en los medios universitarios, donde la filosofía, bajo su
influencia, iba a pasar, sin armas ni bagajes, del campo
de las ciencias al de la literatura. Antes de eso, los fi-

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lósofos, Descartea, Leibnitz, Malebranche, Spinoza,
rigida hacia los fenómenos, en ellos y por ellos mismos,
Hume, Kant, eran o sabios de genio o inteligencias for­
no nos enseña en realidad nada. Todo conocimiento real,
madas en las disciplinas científicas; pero en adelante
regido por el principio de las leyes, no se deja arrastrar
iban a salir en Francia casi exclusivamente, de la Es­
por los fenómenos, sino que incluye a éstos entre sus
cuela Normal o de la Sorbona, Facultad o Sección de
causas y sus efectos. Los estados mentales no llegan a
Letras. Tal como Cousin la comprende, la profesa y la
ser objeto de ciencia sino después que han sido compro­
utiliza, la psicología le parece a Comte el último refu­ bados y definidos desde fuera; de la misma manera que
gio de la metafísica, puesto que la contemplación del yo
comprobamos y definimos las cosas, buscamos en torno y
nos pone al mismo tiempo en relación y en contacto con fuera de ellos las razones de lo que son. Una pretendi­
Dios y con el infinito. Semejante actitud es la consa­ da disciplina que se oponga, por lo contrario, a las exi­
gración del compromiso cartesiano, que en su tiempo gencias del saber positivo, está naturalmente destinada
tuvo sin duda los más felices resultados en el desen­ a ser estéril y no merece ser considerada entre las cien­
volvimiento de las ciencias de la materia, al libertarlas cias.
del yugo de la teología y de la metafísica; pero cuyo sos­ Sin embargo, si la psicología no existe como cien­
tenimiento indefinido entrañaría para el espíritu hu­ cia, existen los fenómenos psíquicos, y Comte, que no es
mano las más funestas consecuencias, ya que, al intro­ de ningún modo epifenomenista, no piensa ni en negar­
ducir entre el alma y el cuerpo una distinción radical,
los ni en disimular su existencia. Antes bien, ellos cons­
estipula de golpe que uno y otra no podrían ser objeto tituyen para el conocimiento un objeto ; pero sin que haya
de un conocimiento del mismo orden, y la vida mental, necesidad, para alcanzarlo, de imaginar una ciencia es­
sustraída a la ciencia de cuyo dominio la dispensa el pecial. La vida mental se origina en la vida, simple­
mundo físico, quedaría de esa manera y para siempre mente, y por consiguiente, el estudio de ella tiene su
como del dominio exclusivo de la metafísica y de la fundamento en la ciencia de la vida, en la biología. Pre­
teología. Con el compromiso cartesiano, con la psicolo­ cisando el concepto, en lugar de la psicología inútil e in­
gía metafísica que de él resulta, no hay unificación del operante, dos ramas de la psicología, la psicología ani­
saber, y sin unificación del saber no hay regeneración mal y la psicología cerebral, son llamadas a recoger y
posible de la humanidad, ni, por consiguiente, positivis­ a hacer fructificar su herencia, y, desembarazadas de
mo, ni científico ni religioso. La posición de Comte fren­ sus ilusiones y de sus anteojeras, a tratar, por el sólo
te a la psicología tenía, pues, una razón muy poderosa. método positivo, tanto del animal como del hombre, del
Por otra parte, la psicología, tal como Comte la veía anormal como del normal, del primitivo como del civi­
practicar no conocía otro método que el de la introspec­ lizado, del niño como del adulto.
ción. Y esta introspección, manejada por Cousin, no sólo La fisiología animal de Comte es el estudio de la vida
conducía a los resultados que hemos visto, descubriendo de relación bajo sus dos formas: sensibilidad e irritabi­
en nosotros a Dios y la criatura, el infinito y el yo, sino lidad, acción del medio y reacción frente al medio. Di­
que era ante todo contemplación. Contemplación que, di­ gamos simplemente que Comte se muestra como un ver­

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dadero precursor. Nuestra psicofísica, nuestra psicofi- mos eran incapaces de alcanzar. Pero para distribuir
siología de la actividad senso-motriz, son las formas mo­ así las funciones cerebrales en el cerebro era preciso
dernas de su fisiología animal. saber de antemano indentificarlas y delimitarlas. De lo
A la fisiología cerebral, de la cual, por desgracia, contrario, se corría el riesgo, bien de multiplicarlas sin
bajo la influencia de dos fanáticos, Gall y Broussais, razón, tomando por manifestación de una facultad au­
se tiene desde el principio una idea falsa, pertenecen la tónoma la acción combinada de dos o muchas faculta­
determinación de los órganos cerebrales y de sus fun­ des, bien de reducir indebidamente el número, poniendo
ciones. a cuenta de una sola las manifestaciones de muchas fa­
Mas tan pronto como la fisiología cerebral quiere cultades, diferentes de hecho. Errores fisiológicos que
realizar su programa, se topa con una dificultad inmen­ hubiesen tenido como consecuencia otros tantos erro­
sa que no conoce la fisiología animal. En los sistemas res anatómicos.
frenológicos, tales como los de Gall y Broussais, tal co­ Al final de cuentas, la fisiología, o más exactamente
mo Comte quería instituir el suyo a imagen de los pre­ la anatomi-fisiología cerebral de Comte, comprendía en
cedentes, se trataba, no lo olvidemos, de encontrar los realidad dos partes: una anatómica y otra fisiológica.
órganos cerebrales que correspondían a instintos como Comte creyó desde luego que estas dos partes podían y
el amor maternal, a pasiones como la codicia, a aptitudes debían ser tratadas independientemente una de otra y
como la memoria verbal o el sentido estético. Sabemos que la fisiología cerebral resultaría de la convergencia
hoy, gracias al microscopio y a los cortes ordenados, de sus resultados. Pero luego acabó por reconocer, e in­
que la corteza cerebral se distribuye en áreas histoló­ cluso por proclamar, que el estudio fisiológico era la
gicamente diferenciadas. Gall, por el contrario, no co­ condición previa del estudio anatómico, y, vista la posi­
nocía el microtomo (1) y desconfiaba del microscopio. ción del problema, que la fisiología estaba llamada a dic­
Para interrogar al cerebro, su ojo no tenía más auxiliar tar aquí sus leyes a la anatomía. Para constituir la fi­
que su mano, muy hábil, por otra parte, para manejar siología cerebral tal como la concebía Comte, era pre­
el escalpelo. El examen anatómico, operado en esas con­ ciso, pues, comenzar por el estudio y determinación de
diciones, no podía prácticamente bastar para identifi­ las funciones cerebrales, de las facultades, dicho de
car y delimitar hipotéticos órganos sin el concurso de otra manera, y de las inclinaciones reveladoras de toda
la fisiología. Hacía falta saber, al menos grosso modo, actividad mental, es decir, de lo que llamamos en nues­
cómo las facultades o disposiciones mentales, es decir, tro lenguaje el análisis psicológico del espíritu huma­
las funciones cerebrales, se distribuían en el cerebro, no.
para poder, con ayuda de estos datos fisiológicos, dar La dificultad que señalábamos antes va a manifes­
a los datos anatómicos la precisión que ellos por sí mis- tarse ahora en toda su crudeza. Para hacer la anatomía
de los órganos cerebrales basta con disecar cerebros, es­
(1) Instrumento que sirve para sortar los objetos que han de tudio que sigue siendo biológico. Mas para determinar
ser observados con el microscopio.— N. del T. las funciones cerebrales, para proceder al análisis del

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flad material. Puede llegar a comprobar entre sus prin­
espíritu humano, el estudio propiamente biológico de
cipios directores y sus leyes generales cierta identidad
los individuos no sería suficiente. Es imposible realizar
formal; comparar, por ejemplo, la inercia con la cos­
sobre el individuo la fisiología cerebral. Los fenóme­
tumbre; pero tiene forzosamente que admitir al comien­
nos mentales se muestran muy inasibles, muy com­
zo de cada serie de datos de hecho, cada vez nuevos,
plejos, muy entremezclados, muy metidos unos en otros,
aquí el movimiento, allí la vida o el lazo social, que
muy limitados y condensados en su evolución por la
ninguna deducción operada a partir de los datos ante­
brevedad de las vidas individuales. Para obtener una
riormente obtenidos con las series precedentes, permi­
noción exacta, es necesario cierto abultamiento que nos
te otras previsiones y otras reconstrucciones.
niega la sola observación de los individuos y que es pre­
Pero al mismo tiempo, por irreductibles que sean
ciso que la biología salga a buscar en el campo de la so­
entre ellas las diferentes series de fenómenos, cada una
ciología. La fisiología cerebral no puede ser prosegui­
tiene, no obstante, en la precedente su condición indis­
da y acabada en el plano propiamente biológico; para
pensable de existencia; la vida, por ejemplo, tiene por
hacer que órganos y funciones puedan corresponderse
condición la materia. Y la noción de esta dependen­
con los datos biológicos que nos suministra el examen
cia, junto a la de esta irreductibilidad, va a permitir­
de los cerebros, es necesario superponer otros datos,
nos comprender la doble actitud de Comte frente a las
susceptibles sin duda de llegar a ser biológicos secun­
relaciones de la biología y de la sociología y sus conse­
dariamente, pero que comienzan por ser sociológicos,
cuencias para la fisiología cerebral.
ya que sólo son directa y plenamente accesibles a la
A medida que en cada serie los fenómenos conside­
pura investigación sociológica.
rados se alejan de los datos iniciales y crecen en com­
En efecto, solamente tomando en consideración la
plejidad, se pone más de manifiesto la imposibilidad
evolución de la sociedad, y no la de los individuos, po­
de relacionarlos directamente con los fenómenos perte­
dremos observar los fenómenos mentales con el aumen­
necientes a la serie anterior. Al cabo de algunas gene­
to necesario. Luego el estudio de la humanidad y de su
raciones, las formas diversas tomadas por la activi­
evolución es precisamente el objeto de la sociología.
dad humana sólo conservan sus condiciones biológicas
La sociología es, sin duda, una ciencia original y
por intermedio de la acción ejercida por las generacio­
autónoma; tan original y autónoma en comparación
nes anteriores sobre la generación siguiente, siendo so­
con la biología, como ésta lo es en comparación con
lamente explicables, en realidad, por esta influencia.
las ciencias físico-químicas. El mundo, para Comte, no
Pero en los comienzos de la humanidad, el lazo entre
está constituido por una serie única de fenómenos,
los fenómenos sociales y sus condiciones biológicas ha
sino por muchas series de fenómenos, mecánicos, físi­
podido y debido ser más inmediato, ya que entonces la
cos, químicos, biológicos, sociales, que son irreducti­
acción de las generaciones no se interponía aún resuel­
bles entre ellos. El pensamiento positivo, la única íor-
tamente entre estas condiciones y sus consecuencias.
ma de pensamiento científica y humanamente válida,
A lo largo de la historia humana, nada ha podido rea-
no puede establecer entre unas y otras una continui-
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BIBLIOTECA - UNIVERSIDAD NACIONAL

lizarse en la sociedad que no haya sido biológicamen­ sidera resultado de la historia de la humanidad y de
te posible para el individuo, pues siendo precisamente consideraciones que juzga sociológicas, establecer la lis­
la biología la condición indispensable de lo social, lo ta de las facultades mentales del hombre, operar su cla­
sociológicamente real deber ser biológicamente reali­ sificación y fijar su jerarquía, para asignarles en seguida
zable. otros tantos asientos cerebrales que, por su situación
Se ve desde entonces cómo para Comte la evolución relativa, simbolicen precisamente en el espacio esta je­
de la humanidad, plenamente traducida en historia y rarquía y esta clasificación.
progreso social, independiente de la sociología, llega in­ Obra que nació muerta para nosotros y casi, inclu­
directamente a revelarnos la biología de los individuos, so, para sus contemporáneos, ya que se publicó apenas
su fisiología cerebral, su psicología, en una palabra; y diez años antes del descubrimiento de Broca, antes de
esto porque al enseñarnos lo que de generaciones en ge­ las primeras aplicaciones a las localizaciones cerebra­
neraciones el hombre ha cumplido socialmente y lo que, les de los métodos anatómico-clínico y experimental,
por consiguiente, ha sido biológicamente capaz de hacer, los cuales, al precisar el problema, iban, en contacto
nos abre por último las puertas de su organización cere­ con los hechos, a modificar radicalmente los datos. Pe­
bral o psicológica, en la cual deben encontrarse necesa­ ro obra en la que su autor tenía una confianza inque­
riamente todas esas capacidades. brantable y de todo punto significativa. Estaba cier­
Es así cómo, por ejemplo, la ley sociológica por ex­ to de haber llegado por ella a una doctrina fisiológica
celencia, la de los tres estados, que regula a través de los de la actividad mental, que la anatomía estaba destina­
tiempos la evolución sobre todo de la inteligencia y de da a confirmar y que con el tiempo bien podía pasar de
la actividad humanas, no ha podido ser descubierta confirmación anatómica, circunstancia a la que si era
sino interrogando la historia. Pero ella no domina sola­ preciso renunciar no por ello iba a quedar la doctrina
mente el desarrollo de la humanidad, sino también el de disminuida en su alcance. A sus ojos era la mejor hi­
los individuos. En efecto, todo hombre pasa primero por pótesis compatible con los hechos, y las localizaciones
el estado teológico, antes de alcanzar el estado positivo, que ella supone no tienen necesidad de ser verificadas
al cual llega a través del estado metafísico, ya que los para adquirir todo su valor simbólico, valor que es, po­
espíritus pueden ser positivos cuando los conocimientos demos decir, a la vez mnemotécnico y moral; lo primero,
no lo son aún. La infancia de la humanidad tiene su fiel porque permiten retener mejor la clasificación de las
trasunto en el alma de los niños, su fase crítica en la facultades; lo segundo, porque son la justificación bio­
de los adolescentes y su madurez en la de los adultos. lógica de su jerarquía.
De este modo se precisa una concepción fundamen­ Pero no nos entretengamos en estas vanas divaga­
tal de la que Comte deduce todas las consecuencias, ciones en las que se encuentran motivos, según el buen
cuando, en el tomo I de la Política positiva, redacta el o mal humor con que se hagan, tanto para reir como para
cuadro correlativo de las funciones cerebrales y de sus llorar. Hagamos a un lado la novela anatómico-fisioló­
órganos. Se le ve, en efecto, partiendo de datos que con- gica compuesta por Comte, para poder retener solamen-

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te la idea directriz. La biología, o cuando menos una de cluso suprime la del individuo. Ella no puede, pues, pro­
sus ramas, la fisiología cerebral, que es para nosotros porcionarme otro conocimiento que el del hombre en
la más significativa, no puede ser acabada sino con la general. Ahora bien, este hombre en general es una abs­
ayuda de la sociología y después que lo haya sido ésta. tracción. Y lo es no solamente porque el hombre aisla­
Hasta la fecha, el conocimiento había ido del mun­ do no existe, porque sólo la humanidad es plenamente
do a la humanidad a través de la vida; hoy, para com­ real, porque en cada momento el desarrollo de las vir­
pletar la biología es preciso que la humanidad retorne tualidades humanas está determinado en cada uno por
hacia la vida. Pues para Comte, el punto de vista objeti­ el medio natural y, sobre todo, por el medio social, sino
vo consiste en ir del mundo a la humanidad, y el pun­ porque ningún hombre es jamás lo que podría ser el
to de vista subjetivo, por lo contrario, en retornar de hombre, y el hombre no basta para explicar lo que tie­
la humanidad al mundo. Entre la síntesis objetiva, que ne realización en cada hombre. Más particularmente
es el objeto del Curso de filosofía; positiva, y la síntesis aquí, este hombre en general sigue siendo una abs­
subjetiva, que, a partir del Sistema de política positi­ tracción porque, humanidad condensada, reúne en su de­
va, domina las preocupaciones de Comte, la fisología ce­ finición todos los caracteres que, comunes a todos, no
rebral, señalémoslo sin insistir, realiza el tránsito, ya que son propios de nadie, eliminando, en razón misma del
para constituirla, nos es forzoso interpretar los fenóme­ procedimiento empleado para alcanzarlo, todas las par­
nos vitales en función de los fenómenos sociales. De esa ticularidades que hacen de todos los hombres otros tan­
manera puede, considerada en sí misma, ser todo lo arbi­ tos individuos. La fisiología cerebral, pues, nos da a co­
traria posible y el principio que la fundamenta no con­ nocer la humanidad en el hombre, como la zoología la
cuerda con lo que el pensamiento de Comte tiene quizás felinidad en el gato; pero sin poder llegar a darnos a
de más específico, al menos que sostengamos contra buen conocer los individuos.
número de apariencias que ha pasado la segunda parte de Sin embargo, los individuos existen. E incluso exis­
su vida dedicado a renegar de la primera. En el positi­ ten más y más para Comte a medida que las preocupa­
vismo integra], tal como Comte lo ha querido, el movi­ ciones religiosas y morales, relativas siempre en fin de
miento de ideas que acabamos de resumir representa cuentas a los individuos, toman en su pensamiento un
Tealmente una pieza capital. lugar cada vez más grande.
En todo caso, la psicología, la fisiología cerebral, tal Desde luego, tanto por la persistencia de su acción,
como la concibe Comte, se instituye después de la socio­ cuanto por la fuerza de sus influencias, las condiciones
logía sobre una base sociológica. Para Comte, ella elabo­ materiales, como el medio físico, las condiciones bioló­
ra la interpretación biológica de los resultados que reco­ gicas, como el sexo y la raza, y las condiciones sociales,
ge la’ historia del espíritu humano, de la sociología; pero como la división del trabajo, introducen entre los seres
también, para nosotros, de la psicología colectiva o social. humanos una variedad creciente. Pero estas diferencia­
Ella es el resultado de investigaciones en las que la ciones progresivas caracterizan más bien a los grupos
consideración de la humanidad y del grupo domina e in­ (razas, sexos, pueblos o profesiones) que a los individuos.

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Con ellas lo individual no se desprende precisamente actividades individuales son susceptibles de ser refor­
de lo colectivo, con lo cual permanecemos aún sobre el zadas las unas por las otras adicionando sus efectos, y
terreno de la sociología o de la psicología colectiva. su generalidad, su regularidad, su fijeza, su duración,
En realidad es sobre su organismo, sobre su consti­ circunstancias todas que les hacen indelebles, les asegu­
tución anatómico-fisiológica, distinta para cada uno, ran naturalmente un papel y, en consecuencia, un lu­
donde los individuos asientan sus particularidades con­ gar en la evolución colectiva de la humanidad.
cretas y su personalidad. La región posterior del cerebro, es decir, la afectivi­
En efecto, en la fisiología cerebral de Comte, la re­ dad, está sometida a la acción reguladora de las regio­
gión anterior del cerebro, que es el sitio de la inteligen­ nes anterior y media, inteligencia y actividad. El orden
cia, está unida al mundo exterior por los nervios sen­ y el progreso que la acción de la naturaleza y de la so­
soriales. La región media, que es el sitio de la actividad, ciedad introducen en la actividad y en la inteligencia,
está unida por los nervios motores. Pero la región pos­ penetran, pues, por contragolpe, hasta la vida afectiva,
terior, que es el sitio de la afectividad, no entra en rela­ cuyas manifestaciones intervienen y son, por tanto, re­
ción con el mundo exterior sino por intermedio de las gistradas en la historia de la humanidad.
regiones precedentes, no está ligada directa e inmedia­ Pero ésta misma región posterior, en donde la afec­
tamente sino con las solas visceras. tividad tiene su sitio, sufre al mismo tiempo, de una
Fisiológicamente, estas particularidades tienen, se­ manera incesante y continua, la acción directa e in­
gún Comte, enormes consecuencias. Más exactamente, mediata de las visceras. Esta acción visceral, tan desor­
son la traducción en lenguaje anatómico de comproba­ denada y particular como la acción de la naturaleza y
ciones sociológicas o psicológicas muy importantes, y, de la sociedad era regular y universal, es eminentemen­
gracias a éste artificio, aparentan explicar los hechos te variable en cada individuo. Sus efectos no son pro­
limitándose en realidad a describirlos. longados ni durables, diferentes de un individuo a otro,
Del hecho de su relación directa con el mundo exte­ en lugar de adicionarse y reforzarse se anulan entre
rior, las regiones anterior y media del cerebro, la inte­ sí, no ejerciendo sobre la evolución de la humanidad
ligencia y la actividad, experimentan en todos los se­ ninguna influencia notable, De donde resulta, vista la
res la acción continua de la naturaleza y de la, sociedad. naturaleza de sus efectos, que la acción de las visceras
Esta acción, regular y sometida a leyes, viene, pues, a sobre la región posterior del cerebro, la afectividad, es­
imponer directamente desde fuera su determinismo y su capa a la consideración del sociólogo.
regularidad a la actividad y a la inteligencia, las cuales, De esa manera, la vida afectiva se encuentra pene­
aunque obedeciendo en todos los individuos a las mismas trada, por una parte e indirectamente, por influencias
influencias, no pueden, sin embargo, producir en todos exteriores, sociales o materiales que, estabilizando y uni­
ellos los mismos frutos. Gracias al acuerdo que su co­ formando sus manifestaciones, le permiten incorporar­
mún relación con el exterior establece entre ellas, las se a la vida colectiva; por otra parte y directamente, por
diversas manifestaciones de las inteligencias y de las influencias fisiológicas que resuenan, por el contrario,

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únicamente en las conciencias individuales, sin dejar en
tiva cuyas relaciones víscero-cerebrales constituyen el
la vida colectiva huella alguna de sus pasos.
alimento directo y exclusivo, permanece por naturaleza
Estamos, por consiguiente, siendo naturalmente radicalmente individual, traduciéndose apenas en la vi­
arrastrados a atribuir a estas últimas influencias y a da colectiva por algunas variaciones muy fugitivas y
reducir a sus efectos lo que hay de esencialmente indi­ escapando, por consiguiente, a la investigación socioló­
vidual en nosotros. Si consideramos en conjunto la vi­ gica. Por consiguiente, si para estudiar la actividad
da mental, la inteligencia y la actividad —y la afectivi­ mental no dispusiéramos de otra cosa que de la sociolo­
dad misma, por mucho que ella se deje influenciar por la gía. habría en la realidad todo un dominio, el de los
actividad y por la inteligencia— están abiertas a las in­ fenómenos víscero-cerebrales, fenómenos propiamente in­
fluencias colectivas y, recíprocamente, se muestran ca­ dividuales, qiie quedarían para siempre cerrados al sa­
paces de participar en la vida colectiva. Quedan, pues, ber positivo. De esa manera, la pretensión del positivis­
como del solo dominio de la individualidad propiamente mo de querer abarcar de una sola mirada la totalidad
dicha, esas reacciones víscero-cerebrales de carácter de lo real, se vería necesariamente puesta en entredicho.
afectivo que, aisladas de todo contacto con el mundo ex­ Para mantener en el positivismo su carácter complemen-
terior, en su fugacidad divergente escapan a toda ac­ tador es preciso, pues, concebir una séptima ciencia que
ción reguladora procedente de afuera y, recíprocamente, trate precisamente de las reacciones víscero-cerebrales,
no ejercen en la colectividad ninguna acción firme.
y por consiguiente, del individuo.
Tal es la comprobación que acabó por decidir a Com­
Ahora bien, ¿cuál es el lugar que, entre las otras,
te a introducir en su clasificación de las ciencias una im­ conviene dar a esta última ciencia? En la clasificación
portante modificación, añadiendo a las matemáticas, a de Comte las ciencias son, como se sabe, colocadas en su
la astronomía, a la física, a la química, a la biología y a orden de generalidad decreciente y de creciente subor­
la sociología, como séptima y última ciencia, la antro­
dinación. De todos los fenómenos naturales, los víscero-
pología o moral.
cerebrales, o sea los individuales, son, por una parte, los
La sociología no puede conocer y estudiar de la acti­ más particulares y los más complejos, y por otra, los
vidad mental otra cosa que no sean las manifestaciones más dependientes, ya que el individuo sufre a la vez la
susceptibles de repercutir sobre la evolución colectiva. influencia del medio material, del medio biológico y del
Las vidas intelectual y activa, que no nos son científi­ medio social. Su estudio, pues, será necesariamente el úl­
camente accesibles sino gracias a esta repercusión, cons­ timo. La séptima ciencia aislada por Comte en el tér­
tituyen, pues, solamente el dominio propio de la socio­ mino de su clasificación debe, según él, ser colocada, no
logía. Por el contrario, la vida afectiva no tiene relación
solamente después de la biología, sino también de la so­
con la sociología sino por intermedio de las dos pre­
ciología, como la más compleja, la más subordinada y,
cedentes y en la medida en que, plegándose a su ac­
por consiguiente, la más difícil de asentar definitiva­
ción reguladora, se capacita para aportar a la historia
mente sobre sus bases positivas.
sus efectos colectivos. Mas toda la parte de la vida afec­
Comte estaba convencido de que para alcanzar su fi­
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nalidad suprema y regenerar a la humanidad hacía fal­ perfeccionamiento definitivo de mi jerarquía enciclopé­
ta desde luego asegurar eu todos los dominios el triunfo dica debe solamente servir aquí para reiterar la obser­
del espíritu positivo y efectuar la unificación del saber vación precedente sobre las relaciones normales de to­
sobre esta égida, sin la cual no hay, ni moral ni social­ dos los órdenes naturales. En efecto, cada uno de ellos
mente, nada que esperar. A l mismo tiempo, en su impa­ se encuentra sobre todo sometido a aquel al cual sucede
ciencia por llegar, se dedicaba de buen grado a investi­ objetivamente y que le transmite la principal influen­
gaciones ociosas, despreciables y casi criminales. Esta cia de aquellos de los cuales él mismo depende” .
impaciencia, asociada a esta convicción, le hizo adoptar La biología, que solamente estudia en nosotros al
con respecto a su séptima ciencia una doble actitud: la animal, “ no tiene en modo alguno por objeto el conoci­
proclamó necesaria, y no quiso que retrasando su cons­ miento individual del hombre, sino solamente el estudio
titución en el detalle se alejase la hora de sus realiza­ general de la vida, considerada sobre todo en el conjun­
ciones. to de los seres que gozan de ella” . “ El estudio de nues­
La séptima ciencia, colocada después de la sociolo­ tra existencia individual” no es, pues, el motivo de la
gía y tratando sólo del individuo, es indispensable pa­ biología. “ Mas mí eminente precursor Gall, allanó al
ra cerrar el ciclo positivo y dejar dentro de él toda la fin el camino que, preparado por Cabanis y Leroy, iba a
realidad. desembocar en la sistematización del verdadero estu­
“ Es sobre todo a través del orden social como cada dio del hombre, combinando irrevocablemente el cono­
hombre soporta el yugo del orden material y del orden cimiento positivo del alma con el del cuerpo. Ni los mé­
vital, cuyo peso individual se acrecienta con toda la in­ dicos ni los sacerdotes han comprendido aún suficiente­
fluencia ejercida sobre el conjunto de los contemporá­ mente la importancia de tal revolución científica. Tal
neos e incluso de los antepasados. . . Por lo demás, es­ revolución no era, en verdad, apreciable antes que mi
ta transmisión indirecta llegaría a estar plenamente fundación de la sociología hubiese terminado la prepa­
conforme con la ley fundamental de la clasificación na­ ración enciclopédica que exigía el advenimiento siste­
tural si hubiese una distinción entre el orden individual mático de la verdadera antropología, para la cual es
y el orden social propiamente dicho, es decir, colectivo, necesario conservar su nombre sagrado de moral. Cumpli­
añadiendo un grado final a la jerarquía general de los da para lo sucesivo esta condición final, que me ha lle­
fenómenos. Aunque este nuevo grado difiriese mucho vado a construir subjetivamente la sana teoría cerebral,
menos del precedente que en ningún otro caso, le sucede­ el séptimo y último grado de la grande jerarquía abs­
ría, no obstante, por todas partes, como el más particu­ tracta viene a ser tan caracterizado como todos los otros.
lar de todos y el más dependiente. Insistiré a menudo Difiere de los dos precedentes en que los combina ínti­
sobre la importancia de prolongar hasta este término mamente Considerando la biología como bosquejo del
extremo la inmensa serie que, comenzando en el mundo estudio de la existencia humana en sus funciones vege­
considerado en su más vasto aspecto, conduce hasta el tativas y animales, la sociología nos da a conocer en se­
hombre, determinado de la manera más precisa. Este guida nuestros atributos intelectuales y morales (inte­

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ligencia y actividad), los cuales no pueden ser debida­ la economía cerebral debía, en efecto, ser descartada, en
mente apreciados sino en su desarrollo colectivo. De esa biología como prematura, y en sociología como insen­
manera, la verdadera ciencia final, es decir, la moral, s ib le con relación al orden colectivo. Pero en el estudio
puede sistematizar el conocimiento especial de nuestra definitivo del orden individual adquiere una importan­
naturaleza individual con arreglo a una combinación cia capital, a la vez teórica y práctica, que no permite
conveniente entre los dos puntos de vista, biológico y que la descuiden, so pena de fracaso radical. Se acaba
sociológico, que necesariamente se relacionan. Además así por comprender cómo la moral difiere realmente de
de esta base deductiva, exige directamente, como toda la sociología, y la sobrepasa necesariamente en pleni­
ciencia, inducciones que le son propias. . . Esta necesi­ tud y en dignidad, bien que le esté objetivamente subor­
dad es el resultado de la esencial abstracción que la cien­ dinada” .
cia precedente hace de las reacciones continuas entre la Por otra parte, como corazón y vida afectiva han ad­
física y la moral del hombre, según las relaciones nece­ quirido en el sistema una importancia cada vez más
sarias de las visceras vegetativas con los órganos afec­ grande, y como el positivismo no puede alcanzar sus de­
tivos (del cerebro). En efecto, estas perturbaciones signios sino a condición de introducir el orden y la ar­
individuales no alteran sensiblemente la existencia colec­ monía hasta en la vida individual, sin duda Comte reco­
tiva, y son tanto menos sensibles cuanto que esta exis­ noce firmemente la necesidad de prolongar el esfuerzo
tencia se desarrolla por anticipado. Su mutua neutrali­ científico hasta el individuo mismo y constituir la sép­
zación entre los diversos individuos sólo deja subsistir, tima ciencia, no sólo para cerrar teóricamente el ciclo
en sociología, la influencia permanente de los atributos positivo, sino también para poder al mismo tiempo fi­
verdaderamente colectivos... He aqu í... por qué la an­ jar sus reglas positivas al sentimiento y a la conducta.
tropología propiamente dicha es a la vez más especial Mas en una ciencia tan compleja, importa atenerse a
y más complicada que la sociología misma” . lo esencial, limitarse a las investigaciones que ineludi­
“ El sentimiento constituye. . . el dominio esencial de blemente imponen las exigencias de la práctica, huir
la moral, tanto teórica como práctica, puesto que domi­ de las vanas curiosidades cuya satifacción inútil absor­
na la existencia y dirige la conducta. Su estudio siste­ bería nuestra inteligencia en detrimento de nuestra
mático pudo solamente ser esbozado, o mejor dicho, actividad. El punto de vista práctico domina aquí defini­
preparado, primero indirectamente en biología, después tivamente al punto de vista teórico. Más imperiosamen­
directamente en sociología, donde predominan inmedia­ te quizás que toda otra, a la séptima ciencia se le niega
tamente la inteligencia y la actividad. La moral puede el derecho a sobrepasar el círculo de sus aplicaciones hu­
instituirse su propia apreciación, combinándola digna­ manamente posibles. No se trata de saber todo sobre el
mente no sólo con la influencia del mundo y de la individuo, sino solamente lo que es indispensable para
sociedad, sino también con la reacción afectiva de las vis­ regular positivamente sus costumbres. Cuando el legis­
ceras vegetativas, esencialmente despreciables de ordina­ lador moral se siente satisfecho, no tiene el sabio por
rio. Esta íntima relación entre la existencia corporal y ■qué llevar más lejos sus pesquisas. Si para fundar la

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religión de la humanidad hubiese sido necesario, en efec­ En todo caso, sabemos ya lo suficiente para con­
to, que la séptima ciencia hubiese sido puesta en mar­ cluir. Si la psicología no figura en la clasificación que
cha con anterioridad, Comte hubiera tenido que conten­ Comte hace de las ciencias, en cambio los problemas re­
tarse con el papel de Aristóteles y renunciar al de San conocidos por nosotros como psicológicos no escapan por
Pablo; pero entonces su pensamiento y su vida hubiesen ello a su investigación. Antes al contrario, se imponen a
perdido a sus propios ojos su sentido y su unidad. Al su pensamiento con una insistencia cada vez más gran­
mismo tiempo que hacía un lugar a la antropología en de. Pero los considera desde un ángulo completamente
.su clasificación de las ciencias, para poder acabar inte­ nuevo. En lugar de agruparlos en un solo orden de in­
gralmente su obra, estimaba oportuno tomar sus pre­ vestigaciones, los distribuye entre muchos, y aunque
cauciones, medir muy parsimoniosamente el terreno a la pronunciándose en principio contra la psicología, llega
recién llegada y limitarla estrictamente a los problemas
a aplicar al conocimiento y solución de los problemas
preparados de antemano, con respecto a los cuales se
psicológicos una concepción sistemática que, traducida
hallaba seguro de aportar una solución.
en lenguaje moderno, es poco más o menos como sigue:
“ Aunque la sociología debe construir la teoría del
No hay una, sino tres psicologías o, cuando menos,
orden doméstico antes que la del orden político, este es
el primer caso que, en el fondo, presenta más dificulta­ la psicología cuenta con tres ramas distintas, que difie­
des científicas y entraña más fuertes aberraciones prác­ ren entre sí por su objeto y por su método y son, por
ticas. Una diferencia análoga se manifiesta en seguida tanto, independientes.
cuando se quiere prolongar el estudio positivo del or­ En primer lugar está la psicofisiología, que trata en
den puramente individual, el que no llega a ser indis­ particular de las funciones senso-motrices. Ciencia com­
pensable sino con respecto a las principales nociones (lo pletamente biológica, donde los fenómenos psíquicos en­
subrayado no está en el texto). En efecto, este últi­ cuentran inmediatamente su clave y su razón de ser en
mo caso ofrecería más complicación que ningún otro, sus condiciones morfológicas y fisiológicas, sin lugar a
afectado como está por las más diversas y numerosas in­ consideraciones de otro orden y a la influencia de la vi­
fluencias cuyos resultados comportan menos regulari­ da en sociedad. Las generaciones se suceden y con tal
dad” . Y, de una manera más significativa, más explí­
que haya que habérselas con individuos psicológicamente
cita aún, la conclusión del largo pasaje que citamos más
normales, cualquiera que sea el pueblo y la civilización a
arriba prohíbe formalmente a la antropología entrete­
que pertenezcan, la misma excitación retiniana producirá
nerse en el individuo en aquello que no tiene un interés
práctico. “ Cuando menos, al calificarla de moral, se la siempre en ellos la misma sensación elemental y sus mús­
dispone felizmente a que no investigue otra cosa que las culos responderán siempre de la misma manera a una
bases de la conducta humana, descartando inexorable­ incitación idéntica.
mente las especulaciones ociosas, que serían, en efecto, Viene después la psicosociología, una psicología del
las más difíciles de todas.” hombre tal como lo revelan la historia y la vida social.
tividad e incluso de su existencia y el hombre en gene­
Esta psicología emana de la sociología y sería imposible
ral no es, por tanto, inteligible sino en función del me­
sin ella. Por otra parte, esa misma condición podría ser
dio social — sin el cual no existiría—, que le moldea di­
al mismo tiempo su resaltado esencial. Más que una psi­
rectamente y por intermedio del cual recibe, tanto la ac­
cología de la colectividad, una psicología colectiva, es
ción del medio cosmológico como del medio vital.
una psicología de la especie, una psicología especííica,
Por último, hay una psicología propiamente indivi­
ya que nos proporciona, en realidad, la psicología del
dual, en la que Comte ha querido indudablemente limi­
hombre en general, puesto que la humanidad no es más
tar las curiosidades, disimulada en cierto modo bajo el
que un prodigioso agrandamiento del individuo, puesto
nombre de moral, pero no por ello menos perfecta y cla­
que él no tiene más que una naturaleza humana, puesto
ramente indicada por él. Esta psicología individual, que
que lo social es prolongación de lo biológico y no puede
responde a lo que nosotros llamamos ahora etología (1) o
encontrarse jamás en contradicción con ello. Mas si la
psicología diferencial, depende sin duda de las prece­
vida social nos da así a comprender al hombre en gene­
dentes en el sentido de que los fenómenos que estudia
ral, es preciso no perder de vista que, según las épocas,
son en cada individuo el efecto del choque de sus parti­
los diversos rasgos que caracterizan el espíritu humano
cularidades biológicas con las características mentales
se acusan más o menos claramente. He ahí por qué, pa­
que la colectividad presenta uniformemente a todos sus
ra poder informarse de tales o cuales mecanismos o fun­
miembros, del sér biológico, por consiguiente, y del sér
ciones psíquicas, conviene dirigirse de preferencia a los
colectivo. Pero es, no obstante, independiente en el sen­
momentos privilegiados de la evolución de la humani­
tido de que ni la psicofisiología ni la psicosociología
dad, en los cuales estos mecanismos y funciones han ju­
bastan, cada una por su parte, a explicar el detalle de
gado un papel principal. Por ejemplo, en lo que concier­
las mentalidades individuales, siendo indispensable, pa­
ne a la lógica, es el fetichismo quien nos enseñará más
ra alcanzar esa explicación, proceder a un recorte siste­
sobre la lógica de los sentimientos, el politeísmo sobre mático de sus datos para el que ni una ni otra tienen la
la de las imágenes, el monoteísmo sobre la de los signos.
competencia necesaria.
Por otra parte, es preciso no olvidar de antemano que Una concepción semejante de la psicología define al
este hombre en general es, desde un doble punto de vis­ mismo tiempo el método. La condenación pronunciada
ta, una abstracción. Desde el punto de vista individual, por Comte desde el principio contra la introspección no
primero, porque solamente existen individuos y el hom­ ha resultado platónica. Todo conocimiento supone, sin
bre en general se encuentra en cada uno de ellos, sin que duda alguna, una inspección de los hechos; pero en psi­
nos sea dado encontrar en nadie un puro e integral ejem­ cología esta inspección, para ser positiva, debe ser ante
plar. Desde el punto de vista de la sociedad, después,
porque el hombre no existe aislado, su personalidad men­ (1 ) Ciencia de las costumbres o del carácteT moral del hombre
tal no tiene en sí misma todas las condiciones de su ac­ — N. del T.

44 45
todo extrospección: en psicofisiología, porque se trata sentido es alentador para nosotros el poder comprobar
de relacionar los estados mentales con sus condicioues que, desde nuestros primeros pasos, las hipótesis de
fisiológicas objetivas; en psicología colectiva y en socio­ trabajo que vamos a hacer nuestras tienen ya, si no la
logía, porque los estados mentales no se manifiestan si­ razón absoluta, por lo menos la razón de un Augusto
no por sus efectos exteriores; en psicología individual, Comte.
porque la contemplación de nuestro yo no bastaría para
darnos a conocer todos los caracteres diferenciales que
distinguen a los individuos. En el vasto dominio de la
psicología queda a la introspección el campo muy limi­
tado de nuestra propia conciencia. Es imposible com­
probar los hechos sin ella. Pero, para analizarlos y de­
terminar sus causas, sería inútil solicitar su concurso;
dependen en nosotros y en los demás de las condiciones
fisiológicas y sociales a las que nos hallamos sometidos
y de cuyo conocimiento sólo es capaz la extrospección.
Finalmente, el hombre en general que estudian la so­
ciología y la rama de la psicología que la sociología tie­
ne bajo su dependencia directa, constituye para nos­
otros el objeto de nuestra psicología general, tal como se
formula en nuestros tratados y se incluye en nuestros
programas.
Por consiguiente, Comte incorpora a la sociología y
a la psicología colectiva la mayor parte de las materias
consideradas corrientemente como del dominio de la psi­
cología general, y distingue en psicología tres clases
sucesivas de investigaciones, clasificadas según él en el
orden siguiente: psicología fisiológica, sociología y psi­
cología colectiva, y psicología individual. Al doble pro­
blema que nos habíamos planteado aporta, pues, la mis­
ma solución a la cual debemos llegar. Es indudable que
después de Pascal y Descartes sabemos que es la razón
y no la autoridad quien tiene que presidir nuestras con­
vicciones científicas. Pero la autoridad de los hombres
emana muchas veces de la fuerza de su razón. En ese

46
Capítulo segundo

EL PUNTO DE VISTA DE DURKHEIM

A fines del siglo último y a principios de éste, dos


autores, sobre todo, se aplicaron en Francia al estudio de
la vida mental del hombre en sociedad. Su notoriedad
fué rápida y considerable. Ambos han ejercido una enor­
me influencia. La de Durkheim se acusa y mantiene por
la formación de una escuela, la escuela sociológica fran­
cesa, de la que el Año Sociológico, fundado por el maes­
tro en 1898, ha quedado como órgano.
Las obras de Tarde y de Durkheim son interesantes
consideradas en sí mismas. Para nosotros lo serán, ade­
más, si logramos hallar en ellas puntos comunes y si
concuerdan precisamente en aconsejarnos relacionar en
parte la psicología general con la psicología colectiva y
colocar a esta última antes que a la psicología indivi­
dual. Tal hallazgo será, en efecto, altamente significa­
tivo e incluso casi probatorio, ya que no sólo las doctri­
nas de Tarde y de Durkheim se oponen hasta el extremo
de entrechocar y contradecirse, sino también porque es
difícil imaginar espíritus y temperamentos más dispares,
Todo es inesperado en la carrera de Tarde: no se co-

49
mienza generalmente por ser taupin (1) y prepararse en Por elcontrario, ninguna carrera más uniforme, más
la Escuela Politécnica, para llegar a ser magistrado en r e g u la r , más normal que la de Durkheim. Quiso ser, fué
provincias y acabar de profesor eu el Colegio de Fran­ y permaneció profesor. Vista desde fuera, pocas vidas
cia. Su vida está hecha de realidades, no ha transcurri­ c o m o la suya tan alejadas de las realidades cotidianas,
do en el mundo de las palabras, hablando o escribiendo. y cuyos actos, en ellos mismos y por sus efectos, hayan
Juez de instrucción, director después eu el Ministerio de conservado más continuamente un carácter absoluta­
Justicia, durante muchos años dirigió sumarios e inte­ mente especulativo. Pocas obras también más concentra­
rrogatorios, administrado París, entrado en contacto con das, más retraídas sobre sí mismas, más ignorantes de
acontecimientos y personas, conocido su resistencia, te­ la s escapadas, m á s poderosas en su absorbente unidad.
niendo en todo momento necesidad de adoptar decisio­ P o s it iv is t a , racionalista, más exactamente, como gustaba
nes, y, por consecuencia, responsabilidades concretas él mismo de proclamar, enamorado de la ciencia y de su
que asumir. Su actividad intelectual no fué exclusiva: rigor, intransigente hacia la metafísica, de la que temía
la poesía y la comedia de salón fueron su violín de In­ los cambios ofensivos, Durkheim se propuso desde el
gres. En su obra propiamente científica, su pensamien­ principio hacer definitivamente de la sociología una
to vagabundea de buen grado con una libre fantasía. A ciencia como las otras. Nada pudo apartarle de su cami­
causa de ella ama las aventuras, las diversiones arries­ no. Puso en su obra todo el ardor sistemático de un pen­
gadas, las amplias comparaciones, las generalizaciones samiento cuya virtuosidad dialéctica y rigidez dogmáti­
ilimitadas. Tiene la metafísica fácil; un individualismo ca le valieron a veces ser tachado por sus adversarios de
exigente no sólo le inspira sus concepciones centrales en sofista y teólogo. Ciertamente, la gravedad casi religio­
psicología y en sociología, sino toda una neomonadolo- sa de su espíritu presenta un algo implacable. En sus es­
gía, por la cual se aproxima a Leibnitz para ver en las critos hay entusiasmos, cóleras, asperezas; pero, al me­
mónadas la esencia misma de la realidad; pero del cual nos que yo recuerde, ni una sola sonrisa.
se aleja al mismo tiempo para abrir todas las ventanas De esa manera, Tarde y Durkheim, no estaban he­
sobre el exterior, pues quiere que la armonía preestable­ chos. por naturaleza, para entenderse, Añádase a eso el
cida haga un lugar a la imitación. No tiene la supersti­ que ambos, casi en el mismo instante, abordaron y des­
ción del orden y de la lógica; escribe notas, artículos, los cubrieron los mismos problemas, circunstancia que tal
reúne, pone algunos añadidos y de todo hace un libro. vez no haya dejado de producirles algún resquemor. En
Un cierto “ dilettantismo” le permite sonreír y le dicta todo caso, ayudados por su temperamento, establecieron
sobre los asuntos más graves fórmulas ágiles y punzan­ entre sí una rivalidad que los arrastró a oponerse a toda
tes: “ La obediencia al deber ofrece dos grandes venta­ conciliación, a acentuar, por el contrario, la incompati­
jas: dispensa a menudo de precaver y siempre de acer­ bilidad de sus puntos de vasta, e incluso a cambiar al­
tar” . gunas rudezas: Tarde, ante Durkheim, clama contra la
escolástica; Durkheim, ante Tarde, contra la literatura.
(1) Estudiante de matemáticas.— N. del T, Lo c i u p entre investigadores obliga a pasar justamente

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entre esta Scylla y este Caribdis, era para ellos motivo en efecto, tales cosas sociales, no podrán ser conocidas
casi de injurias. si no es desde fuera y, en consecuencia, por medio del
Lo dicho es suficiente para señalar el provecho que método objetivo. En estas condiciones, la sociología tie­
podremos deducir del examen de las concepciones de Tar­ ne por objeto una categoría especial de cosas con las
de y de Durkheim, si su comparación nos permite reco­ que no puede ponerse en comunicación y conocer su ob­
nocer que, no obstante todo lo que acusa sin cesar su an­ jeto, sino aplicándolas el método objetivo, circunstancia
tagonismo, ambos se ponen de acuerdo, al menos en el que la sitúa entre las ciencias de la naturaleza, ya que
fondo, si no en la forma, sobre los puntos de vista que así satisfará todos los puntos de su definición.
nos interesan. Los hechos sociales gravitan sobre nosotros, nos ha­
Si quisiéramos respetar estrictamente el orden cro­ cen resistencia, nos son tan impenetrables como las
nológico, deberíamos comenzar por Tarde, quien, nacido cosas materiales. Es imposible modificarlos a nuestro
en 1843, es decir quince años antes que Durkheim, em­ gusto, despreciar sus leyes propias y levantarnos victo­
pezó a escribir también algunos años antes. Pero para la riosamente contra ellos y la causalidad física. Son cosas;
conveniencia de la exposición, adoptaremos el orden in­ tienen, repetimos, caracteres swi generis que los distin­
verso. Durkheim es de la línea de Comte, a quien ha pro­ guen de las otras cosas. No es, por consiguiente, ni a la
clamado “ el maestro por excelencia” . Por consiguiente, biología ni a la psicología a quienes corresponde acome­
es natural que al estudio del primero siga inmediata­ ter su estudio, sino a una ciencia nueva, la sociología,
mente el del segundo. la cual debe, tratándolos como cosas y observándolos des­
La idea dominante de Durkheim es, como ya hemos de fuera, adoptar al mismo tiempo a este objeto nuevo
dicho, hacer definitivamente de la sociología una cien­ las reglas del método objetivo, permitiéndonos así llegar
cia como las otras. Ahora bien, todas las ciencias de la a resultados científicamente aceptables que de otra ma­
naturaleza son ciencias de cosas. A toda ciencia parti­ nera resultarían inaccesibles. He aquí por qué, en el cur­
cular debe corresponder un objeto particular que le sea so de toda su obra, Durkheim se esfuerza por demostrar
propio, un objeto, es decir, una realidad que se impone y probar por medio del ejemplo.
desde afuera a nuestra observación, y cuyo conocimien­ Ahora bien, las cosas que hay en sociología son co­
to no es accesible sino por el método positivo. Una cien­ sas bien especiales y bien singulares, ya que su esencia
cia, una ciencia verdadera no va jamás de las ideas a las consiste en ser humanas y, por consiguiente, mentales.
cosas, sino, por el contrario, de las cosas a las ideas; su Detrás de todos los hechos sociales, de todas las insti­
exactitud, su rigor, su valor, son cosas que se consiguen tuciones, de todas las organizaciones, de todas las ma­
a ese precio. Para que una sociología científica sea po­ nifestaciones, lo que se descubre en último análisis son,
sible, es necesario que disponga de una categoría parti­ por doquiera y siempre, maneras de sentir, de hablar y
cular de cosas de las que pueda ser ciencia, es preciso de obrar colectivas, comunes a los miembros de grupos
que existan cosas sociales que no puedan ser reducidas más o menos extensos, los cuales, por así decirlo, se han
ni llevadas a ninguna otra especie de cosas. Si existen, concretado y solidificado de manera más o menos dura­

52 53
ble en estos hechos, estas instituciones, estas organiza­ tivas, a las cuales responden en fin de cuentas todos los
ciones, estas manifestaciones, “Todo lo que es social con­ hechos sociales, cualesquiera que ellos sean, no son exac­
siste en representaciones, por consiguiente, es un pro­ tamente comparables a los estados mentales que nos
ducto de representaciones” . A decir verdad, no hay nada son familiares. Imponiéndose, en efecto, desde fuera a
de original en tal afirmación, hoy casi trivial. “ El conte­ las conciencias individuales, las sobrepasan en el tiempo
nido de la vida social es pensamiento” , declara, por ejem­ y en el espacio y no podrían ser su producto. Es dema­
plo, Baldwin. Y Kreglinger escribe: “El problema de la siado evidente, en consecuencia, que la introspección uo
esencia de la religión y de la magia es, antes que nada, puede darnos la clave, ni de las representaciones colecti­
de carácter psicológico” . Tampoco la originalidad de vas, ni de los hechos sociales correspondientes. Es a los
Durkheim consiste en relacionar todo lo que es social datos objetivos, al medio social y a la morfología, no a
con los estados mentales, sino en concebir de una ma­ la. subjetividad de las conciencias, a quienes tenemos que
nera muy particular estos estados mentales y relacio­ acudir para poder descubrir las causas reales y el de-
nar con ellos todo lo que es social, abordando su estu­ terminismo efectivo.
dio, por muy mentales que sean, como si no lo fuesen. He aquí, seguramente, una concepción de primer in­
Por una parte, estos estados mentales, estas representa­ tento paradójica, y paradójica doblemente, puesto que
ciones colectivas existen y, no obstante, no existen en to­ quiere a la vez que existan estados mentales que no sean
da su integridad, en toda su pureza, en el seno de ningu­ individuales y que, siendo mentales, sean considerados
na conciencia individual, ya que, comunes a todo un como cosas. Pero no olvidemos que el solo carácter pa­
grupo, no son propios de ninguno de sus miembros a los radójico de una concepción no nos autoriza a rechazar­
cuales desbordan por todos lados. Nos es preciso, pues, la. De otra manera no habría descubrimiento posible.
imaginar para ellos una realidad psíquica de un nuevo Toda idea nueva tiene, por el hecho mismo de su nove­
orden, que no se limite a los datos de la conciencia indi­ dad y según choque más o menos violentamente cou las
vidual. En el universo mental, aunque por debajo de ideas antes corrientes, un carácter más o menos paradó­
la conciencia son ahora abiertos los abismos del incons­ jico, que va desapareciendo con el uso. Además, lo que
ciente, por encima de ella las representaciones colecti­ aquí nos interesa ante todo, lo que importa a nuestros
vas deberán en lo sucesivo elevar sus cimas. Por otra propósitos, no es tanto la concepción que Durkheim se
parte, si los hechos sociales son representaciones, es tam­ hace de la sociología y del hecho social, cuanto la actitud
bién preciso que sean cosas. De otra manera, la sociología que adopta con respecto a la psicología y a los hechos
no sería científicamente posible. Tendremos, pues, que psíquicos.
tratar las representaciones colectivas como cosas y estu­ Esta actitud es doble. Por una parte, Durkheim to­
diarlas desde fuera. No intentaremos explicar las reali­ ma de la psicología argumentos en favor de sus tesis
dades sociales por vanas entidades psicológicas: simpa­ esenciales; por otra, estableciendo en la vida mental una
tía, sentimiento familiar, instinto social o gregario. distinción formal entre lo que corresponde al individuo
Porque, no nos engañemos, estas representaciones colec­ y, por consiguiente, a la psicología propiamente dicha, y

54 55
lo que corresponde a la sociedad y, por tanto, a la socio­ Sostiene Durkheim, con algunos psicólogos, que la
logía, intenta relacionar con la sociología gran número psicología es una ciencia autónoma, que no es una sim­
de problemas tenidos hasta entonces por psicológicos y ple rama de la fisiología; pero, por otra parte, pretende
subordinar a la sociología una parte considerable de la que la sociología es igualmente autónoma, y que no es
psicología. simplemente una rama de la psicología. Vida fisiológi­
La historia de la psicología justifica la aspiración de ca, vida psíquica y vida social son para él irreductibles
la sociología a la objetividad y demuestra que, tanto en entre sí. Si se admite que los fenómenos psíquicos no se
las ciencias morales como en las físicas, esta objetivi­ reabsorben y no se encuentran por entero en los procesos
dad es precisamente la condición necesaria de todo cono­ fisiológicos que les corresponden, no hay ninguna razón
cimiento positivo. La psicología moderna, en efecto, no para admitir, por el contrario, que las representaciones
ha llegado a ser científica sino cuando ha sido objetiva. colectivas, en las cuales consisten los hechos sociales, no
La psicología científica “no ha nacido verdaderamente estén aparte de los estados mentales que las hacen fi­
sino mucho más tarde (después de Locke y Condillac), gurar en las conciencias individuales. La autonomía de
cuando llegó por fin a concebir que los estados de con­ la psicología y del hecho psíquico prepara, entraña y or­
ciencia pueden y deben ser considerados desde fuera, y dena la autonomía de la sociología y del hecho social. A
no desde el punto de vista de la conciencia que los ex­ demostrarlo se aplicó Durkheim en un artículo apare­
perimenta” . Por consiguiente, en un caso en que el ob­ cido en 1898 que tituló Representaciones individuales y
jeto a estudiar presente todas las apariencias de la más representaciones colectivas. Artículo curioso e intere­
irremediable e insuperable subjetividad, hay, no obstan­ sante por todos conceptos, ya que en él, y aparte su va­
te, la posibilidad de constituir su ciencia, y la constitu­ lor doctrinal, la potencia dialéctica de Durkheim se
ción de la psicología científica ha sido posible porque, a muestra con vigor soberano, y aunque Bergson no esté ja­
pesar de todas las apariencias, ha sido también posible más citado, se cree, no obstante, adivinar por más de un
sustituir el punto de vista subjetivo por el objetivo. El
detalle el recuerdo y la influencia de Materia y Memoria,
hecho social ha ganado, en último análisis, reduciéndo­
publicado en 1896,' lo que hace suponer al menos, entre
se a representaciones; mas su subjetividad no se presen­
el pensamiento de los dos maestros, una coincidencia
ta, sin embargo, tan radical como la del hecho físico.
bastante rara y que, aunque tal vez fortuita, merece ser
Lo que ha podido ser para lo segundo, es natural que
señalada. Pero vengamos al contenido mismo del artícu­
pueda ser también para lo primero. En sociología es
posible, tanto y más¡ que en psicología, sustituir el punto lo para condensar sus datos esenciales.
El paralelismo psicofisiológico, la concepción epife-
de vista, subjetivo por el objetivo, e incluso es necesario
nomenista de la conciencia, estimaba Durkheim que eran
hacerlo, ya que lo que es indispensable en psicología para
cosas de todo punto inaceptables. La ciencia no conoce
que ésta sea científica, no lo es menos en sociología, si
es que ésta quiere, a su vez, adquirir categoría de cien­ en la naturaleza fenómenos supérfluos, es decir, que
cia. siendo efecto de una causa no tengan a su vez otros efec­

56 57
tos. Ahora bien, para los epifenomenistas la vida men­ klieim, decir que el estado psíquico no se deriva direc­
tal es una superabundancia, sin la cual todo sucedería tamente de la célula, es decir también que no está inclu­
de la misma manera. En la vida humana, como en la so en ella, que se forma, en parte, fuera de ella y que,
vida animal, la sucesión de los procesos fisiológicos bas­ en la misma medida, le es exterior” . Reconozcamos, pues,
ta para producirla y, por tanto, para explicarla. Cier­ que la vida psíquica posee una realidad autónoma, sui
tos procesos nerviosos dan nacimiento por extensión a generis, y que tiene su manera propia de existir y sus
estados psíquicos que son más bien su reflejo que su efec­ leyes propias de existencia.
to, y que jamás se comportan como causas. Cuando un “Ahora bien, cuando hemos dicho en otro lugar que
estado mental nos parece engendrar otro, es una reali­ los hechos sociales son, en un sentido, independientes de
dad que el estado fisiológico, del ciial el primero es la los individuos y exteriores a las conciencias individua­
transposición ha provocado el estado psicológico que se les, no hemos hecho otra cosa que afirmar del reino so­
transpone a su vez en el segundo. La conciencia viene cial lo que acabamos de establecer con relación al reino
a ser, así, una especie de callejón sin salida en el que los psíquico” . De la misma manera que el substrato de la
fenómenos psíquicos, sofocados alternativamente, mue­ vida mental está constituido por el encéfalo, por los cen­
ren sin posteridad. Lo cual supone, en fin de cuentas, tros diferenciados que se coordinan en sistema y por el
borrar prácticamente de lo real, como inoperantes e inú­ conjunto de las células que los componen, el substrato
tiles, toda una clase de fenómenos y levantarse, en con­ de la sociedad está formado por el grupo, por los sub-
secuencia, por exceso de ambición científica, contra la grupos que se organizan en el seno del primero y por el
ciencia misma, que exige expresamente que los fenómenos conjunto de los individuos que asocian todas estas agru­
psíquicos; si es que son fenómenos, tengan no solamen­ paciones. Las representaciones que forman la trama de
te efectos, sino también causas. Falsa en sus princi­ la vida social se desprenden de las relaciones que inter­
pios, la concepción paralelista y epifenomenista fraca­ vienen en el corazón del grupo entre los individuos y en­
sa desde luego en sus aplicaciones, sin que pueda llegar tre los grupos secundarios. “ Pues si no se ve nada de ex­
a explicar el mecanismo, ni de la memoria, ni de la aso­ traordinario en que las representaciones individuales,
ciación de las ideas. Siendo así falsa a todas luces, es producidas por las acciones y las reacciones cambiadas
preciso, pues, que la memoria no se explique únicamen­ entre los elementos nerviosos, no sean inherentes a es­
te por procesos fisiológicos, que no sea exclusivamente tos °lementos, ¿qué tiene de sorprendente que las repre-
itna propiedad orgánica; es preciso que haya una memo­ senta^iones colectivas, producidas por las acciones y las
ria propiamente psicológica, que las representaciones reacciones cambiadas entre las conciencias elementales
pasadas conserven una realidad psíquica aunque perma­ de las que está compuesta la sociedad, no se deriven di­
nezcan inconscientes, y que, en una palabra, las re­ rectamente de estas últimas y, por consiguiente, las des­
presentaciones sean “ realidades que, aunque sosteniendo borden? La relación que en esta concepción une el subs­
con su substrato (orgánico) íntimas relaciones, sean in­ trato social a la vida social es de todo punto semejante
dependientes en cierta medida” . “Mas, prosigue Dur- a la que se debe admitir entre el substrato fisiológico y

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la vida psíquica de ios individuos, si es que no se quiere to, lejos de justificar la concepción que reduce la so­
negar toda psicología propiamente dicha. Las mismas ciología a corolario de la psicología individual, pondrá
consecuencias deben, pues, producirse de una y otra par­ de relieve, por el contrario, la independencia relativa de
te” . estos dos mundos y estas dos ciencias” .
Durkheim raciocina, se dirá. Es cierto; pero reconoz­ Las representaciones colectivas no tienen su equiva­
camos que este razonamiento por analogía es singular­ lente en las representaciones individuales. Su existen­
mente vigoroso y que, al menos por el momento, tiene cia no depende de los individuos considerados aparte. La
una fuerza de convicción casi apremiante. Convengamos expresión que de ellas encontramos en la diversidad de
también en que es doblemente hábil. Por una parte, liga las conciencias es solo una traducción aproximada e in­
estrechamente la causa de la sociología a la de la psico­ suficiente. Esta prohibido confundirlas con lo que las re­
logía: si se quiere que rep recentad ones individuales y fleja en las conciencias particulares, “ con lo que podría
psicología sean independientes de la fisiología, es preci­ llamarse sus encarnaciones individuales” . Lo arbitrario
so también que representaciones colectivas y sociología de los individuos no puede engendrar ni las representa­
lo sean de la psicología. Por otra parte, contra la acu­ ciones colectivas, ni los hechos sociales que se relacio­
sación de materialismo tan a menudo merecida por las nan con ellas. Lo que es social y colectivo no puede tener
teorías de Durkheim, en razón de su “ cosismo” social, otra causa que no sea social y colectiva. Nada de lo que
demuestra victoriosamente que, más que dirigir contra es social es producto directo e inmediato de inclinacio­
ellas invectivas metafísicas, conviene tacharlas de espi­ nes, de ideas o de voluntades puramente individuales.
ritualistas, ya que no sólo tienen la vida psíquica indi­ No hay, por ejemplo, en el hombre un sentimiento fami­
vidual por una realidad independiente, sino también liar que sea el origen de la familia. Es, por el contrario,
porque suponen la existencia, por encima y más allá del la organización de la familia, en sus múltiples modali­
psiquismo individual, de una especie de hiperpsiquismo
dades, la que ha constituido en torno de ella una atmós­
constituido por las representaciones colectivas.
fera afectiva cuyo calor ha penetrado gradualmente a
En todo caso, si Durkheim compara así representa­
los individuos.
ciones individuales y representaciones colectivas es, evi­
Claro está que las representaciones individuales y
dentemente, para justificarse de establecer entre ellas
las representaciones colectivas ofrecen, al menos entre
una distinción fundamental y de ahondar la verdadera
ellas, la semejanza de ser, unas y otras, representacio­
zanja existente entre la psicología y la sociología. “La
vida colectiva, como la vida mental del individuo, está nes. Como tales, es posible, es verosímil, que obedezcan,
hecha de representaciones; es, pues, presumible que re­ unas y otras, a las mismas leyes abstractas de atrac­
presentaciones individuales y representaciones sociales ción y de repulsión recíprocas, leyes de continuidad, por
son, en algún modo, comparables. Vamos a intentar mos­ ejemplo, de semejanza, de contraste y antagonismo lógi­
trar, en efecto, que unas y otras sostienen la misma re­ cas, lo que da derecho a pensar en “la posibilidad de
lación con su substrato respectivo. Mas este acercamien­ una psicología enteramente formal, que sería una espe­

60 61
cié de terreno común a la psicología individual y a la so­ colectivas podemos, no obstante y sin duda alguna, pre­
ciología”. Pero esta concesión va acompañada casi en sumir por otra parte semejanzas; pero ignoramos cuá­
seguida de reservas que la restan toda importancia. Las les son y hasta dónde van. “ Es decir, que en ningún caso
leyes abstractas que regirían a la vez el juego de las re­ sabría la sociología prestar pura y simplemente a la psi­
presentaciones colectivas y el de las individuales nos son cología tal o cual de sus proposiciones para aplicarla a
aún absolutamente desconocidas. En psicología indivi­ tales o cuales hechos sociales” . Por consiguiente, está
dual sólo conocemos leyes bien vagas sobre la asociación permitido conjeturar que existe cierta semejanza entre
de ideas. “En cuanto a las leyes de ideación colectiva, el pensamiento social y el pensamiento individual. Es
son aún más completamente ignoradas. La psicología probable que esta conjetura esté en parte fundada; pero
social, que debería tener por objeto el determinarlas, por el momento no hay pruebas de ello. El estudio de las
no es otra cosa que una frase que designa toda clase representaciones colectivas no puede, en esas condicio­
de generalidades, variadas e imprecisas, sin objeto defini­ nes, tomarla como punto de partida. Por consiguiente,
do. En lo que concierne, pues, a las representaciones co­ es preciso estudiar, ante todo, aisladamente el contenido
lectivas y a las leyes que las rigen, el trabajo se encuentra y el mecanismo del pensamiento colectivo, su forma, su
totalmente por hacer. Mientras no se haga, e incluso no materia. Después y sólo después, podremos examinar
se termine, resulta manifiestamente imposible proceder cómo y hasta qué punto es semejante al pensamiento in­
a una comparación, para la cual faltaría, cuando menos, dividual.
uno de sus términos, y de decidir, por consiguiente, si Por lo demás, conviene subrayar que, situándose en
las leyes dé la psicología social se identifican o no con el punto de vista de Durkheim, resulta extremadamente
las de la psicología individual. Desde luego, se puede difícil admitir que puedan ser identificadas las leyes
prever que entre estos dos órdenes de leyes habrá, al la­ formales del pensamiento colectivo y las del pensamiento
do de las semejanzas, bastantes diferencias. La naturale­ individual. Las representaciones colectivas “ son de dis­
za y el contenido de las representaciones debe influir, en tinta naturaleza” que las representaciones individuales.
efecto, sobre los modos de combinarse. Solamente consi­ Entre las leyes que rigen las unas y las que rigen las
derando la psicología individual, es poco probable que otras no se sabría, en esas condiciones, hallar puntos de
las leyes de asociación sean exactamente las mismas pa­ identidad. Todo lo más podría haber entre ellas, como
ra las sensaciones, las imágenes y los conceptos. Más entre la inercia y la costumbre, una analogía que res­
bien hay lugar a pensar que a cada clase de estados men­ peta la diversidad esencial de las realidades puestas en
tales corresponden aquí leyes formales particulares. Con juego.
mucha más razón debe esperarse que las representacio­ La posición de Durkheim es en todo caso muy cla­
nes colectivas obedezcan a leyes que les sean propias, ra. Las representaciones colectivas, cuyo papel es esen­
pues el pensamiento social comporta leyes específicas cial en la vida social, y cuya importancia, por consi­
diferentes de las leyes específicas del pensamiento indi­ guiente, es fundamental en sociología, son autónomas.
vidual. Entre las representaciones individuales y las Son independientes de las representaciones individuales.

62 63
diversas formas adoptadas en el curso de las edades por
Claro está que Comte lia proclamado que nada es reali­
los grupos, ni las distintas orientaciones adoptadas por
zable socialmente que no sea biológicamente, es decir,
sus pensamientos. A toda explicación psicológica de los
psicológicamente posible, y para Durkheim, igualmente,
hechos sociales opone Durkheim un fin de no admisión
nada puede existir en la sociedad que sea contrario a la
categórico. Ningún pasaje existe, en este sentido, d,e la
naturaleza mental del hombre. Lo social tiene en lo psi­
conciencia individual al que, por comodidad de lenguaje,
cológico su condición virtual. Mas esta virtualidad, aban­
pueda llamársele conciencia colectiva, siendo de adver­
donada a ella misma, resultaría inerte e impotente. El
tir que así como la expresión “ conciencia individual”
individuo no puede por su sólo esfuerzo mental produ­
significa simplemente el conjunto de los estados menta­
cir ninguno de los efectos que le son peculiares. Como
les relativos a un individuo, y no implica en modo algu­
el pedernal, es rica en chispas. Pero para sacar fuego de
no la existencia de una realidad trascendente, la expre­
la piedra, es preciso golpearla con un eslabón. Y no es
sión “ conciencia colectiva” designa únicamente, a su
ella quien produce el fuego, sino el golpe que recibe. Pa­
vez, el conjunto de los sentimientos, de las representa­
ra dar vida a las representaciones colectivas es preciso
ciones, de las voliciones comunes a todo un grupo, sin
que los individuos, en los cuales se encuentra su condi­
que ni de manera remota autorice, ni siquiera discreta­
ción virtual, entren en contacto y se entrechoquen, a fin
mente, a admitir la intervención en la vida de las so­
de que puedan, así, brotar de ese contacto y de ese cho­
ciedades de un Volksgeist, de un alma de los pueblos,
que. Y de la misma manera que la intensidad de la chis­
en verdad bien hipotética.
pa depende de la habilidad y la fuerza con que ha sido
Pero, y esto es esencial, el recíproco no es verdade­
dado el golpe sobre la piedra, así la naturaleza de las
ro. Si de las representaciones individuales a las repre­
representaciones colectivas depende de la manera con
sentaciones colectivas no hay tránsito posible, en cam­
que se haya establecido el contacto entre los miembros
bio la circulación, por así decirlo, es ininterrumpida en
del grupo. Por consiguiente, para que haya sociedades
el sentido opuesto, cuando se va de las representaciones
y representaciones colectivas, es evidentemente necesa­
colectivas a las representaciones individuales.
rio que haya hombres capaces de asociación y espíritus
Las representaciones colectivas no son representa­
humanos capaces de pensamiento. Mas para que las so­
ciones individuales y jamás se presentan de una manera
ciedades, para que las representaciones colectivas sean
integral en las conciencias particulares. En cambio, buen
tales o cuales, es de todo punto necesario que entre los
número de representaciones llamadas individuales no
hombres y los espíritus se establezca el contacto de una
son en realidad sino el reflejo, en el seno de las concien­
cierta manera y no de otra. Es la morfología de los gru­
cias, de las representaciones colectivas. Incluso es posi­
pos quien rige la naturaleza de las instituciones y quien
ble preguntarse si existen, aún en las mentalidades adul­
especifica las representaciones colectivas correspondien­
tas, representaciones exclusivamente individuales, si, por
tes. Jamás el análisis abstracto de la conciencia indivi­
consiguiente, todas las representaciones llamadas indivi­
dual, ni el conocimiento, por profundo que sea, de lo que
duales no aprovechan una aportación de las representa-
ella es virtualmente capaz, permitirán comprender las
65
cion.es colectivas y si desde este punto de vista, no difie­ estados mentales por que pasa un individuo sin distin­
ren solamente por la importancia de esta aportación. guir entre ellos, la vida psicológica, en una palabra, es
En todo caso, si “los hechos sociales no son el simple el efecto de la vida social y está muy lejos de ser su cau­
desarrollo de los hechos psíquicos” , “ los segundos no son sa. Durkheim ha multiplicado las declaraciones sobre es­
en gran parte sino la prolongación de los primeros en te punto de una manera verdaderamente machacona.
el interior de las conciencias” . Así, por ejemplo, es la “Es ella (la sociedad) quien lo educa (al hombre) por
organización de la familia quien ha determinado el flo­ encima de él mismo; es incluso ella quien lo hace. Por­
recimiento de los sentimientos familiares, es en el seno que lo que respecta al hombre, es el conjunto de bienes
de la religión donde los sentimientos religiosos han co­ intelectuales lo que constituye la civilización, y la civi­
brado vida. lización es la obra de la sociedad” . “ Los individuos son
La conciencia individual se formaría, pues, en una mucho más un producto de la vida común que su deter­
parte más o menos considerable, por la interiorización minación” . “ La vida colectiva no es hija de la vida indi­
creciente de antecedentes recibidos de fuera y, más pre­ vidual, sino que, por el contrario, la segunda es hija de
cisamente, de la sociedad. Esta manera de ver es fami­ la primera” . .
liar a los sociólogos de la escuela de Durkheim: la Esta concepción del hombre y de la vida psicológica
encontramos, por ejemplo, en Fauconnet, en su libro so­ encuentra su aplicación más característica en la teoría
bre la Responsabilidad; en Davy, en su trabajo sobre la sociológica de los conceptos y de las categorías, propues­
fe jurada. Mas no es exclusiva de ellos, e incluso no se­ ta por Durkheim. El hombre no está solo frente a la
ría extraña a Bergson mismo si son exactas las pala­ naturaleza; la sociedad se interpone entre ella y él y
es de la sociedad de donde le llegan al hombre los me­
bras que Robert Dreyfus, en La vida y las profecías del
dios para comprender y abarcar la naturaleza.
conde de Gobineau, dice haber recogido en su curso del
. En 1903, en el Año Sociológico, encontramos, bajo la
Colegio de Francia, y según las cuales el honor tendría
firma de Durkheim y de Mauss, un artículo titulado:
la definción siguiente: “ una obligación hacia otro, que
De algunas formas primitivas de clasificación. Contri­
adquiere poco a poco el aspecto de una obligación hacia
bución al estudio de las representaciones colectivas, en
sí mismo”.
el que los autores recuerdan desde luego que “ las facul­
Solamente esta acción de la sociedad sobre las con­ tades de definir, de deducir, de inducir, son generalmen­
ciencias individuales cobra a los ojos de Durkheim una te consideradas como antecedentes inmediatos en la
importancia excepcional. La atribuye un valor decisivo, constitución del entendimiento individual”, y comprue­
haciendo hincapié en ella para subordinar casi total­ ban que “ esta concepción no tenía nada de sorprendente
mente el individuo a la sociedad y el pensamiento indivi­ en tanto que el desarrollo de las facultades lógicas fue­
dual al pensamiento social. Ya hemos visto que no son se considerado como dependiente de la sola psicología in­
los individuos quienes hacen a la sociedad. En cambio, dividual, en tanto que no se llegase a la idea de ver en
es la sociedad quien hace al hombre. La sucesión de los los métodos del pensamiento científico verdaderas insti­

66 67
tuciones sociales cuya génesis puede seT trazada y expli­ La esencia del concepto no está de ningún modo en
cada por la sociología.” la generalidad. Según Durkheim, por su confusión erró­
La ciencia sería, pues, social y colectiva, al menos nea entre concepto e idea general, Lévy-Bruhl, al com­
en sus orígenes. Señalemos, de paso, esta idea. Más ade­ probar cómo las sociedades inferiores son pobres en
lante tendremos ocasión de volver sobre ella y discutir­ ideas generales, ha tachado al pensamiento primitivo de
la ; pero es bueno anotar desde ahora que no es en el sis­ prelógico, oponiéndolo así radicalmente al pensamien­
tema una simple pieza accesoria, sino que tiene, por el to lógico. Lo que caracteriza ante todo al concepto es
contrario, una importancia capital. Durkheim, conven­ que es “ relativamente inmutable” , que es, “ si no univer­
cido de ordinario, se muestra aquí más convencido que sal, al menos universalizable” , que es, en fin, “ una re­
nunca. presentación esencialmente impersonal” . Tanto como las
Sentadas estas premisas, Durkheim y Mauss analizan características que le oponen formalmente a las repre­
en seguida algunas formas primitivas de clasificación y sentaciones propiamente individuales, subjetivas, perso­
demuestran por este análisis que “las primeras catego­ nales y precarias. El concepto es contemporáneo de la
rías lógicas han sido categorías sociales; las primeras humanidad porque sin él, sin las representaciones que
clasificaciones de cosas han sido clasificaciones de hom­ establecen el acuerdo entre los espíritus, no hay socie­
bres en los cuales estaban integradas esas mismas co­ dad concebible entre los hombres. Común a todos, es ne­
sas.” Está por hacer y sería posible llevar a cabo el cesario que sea obra de todos, el producto de la comuni­
dad, de la inteligencia colectiva. “ Siempre que estamos
mismo trabajo “para las otras funciones o nociones fun­
en presencia de un tipo de pensamiento o de acción, que
damentales del entendimiento” , tiempo y espacio, por
se impone uniformemente a las voluntades o a las inteli­
ejemplo, causa, substancia, formas de razonamiento, etc.
gencias particulares, la presión que ejerce sobre el indi­
Mientras eso llega, el caso de las clasificaciones primi­
viduo revela la intervención de la colectividad. Por otra
tivas prueba que “ todas estas cuestiones que metafísi-
parte, decíamos antes que los conceptos con los cuales
cos y psicólogos agitan desde hace tanto tiempo, serán
pensamos corrientemente son los que están comprendi­
por fin liberadas de sus obstáculos el día que sean plan­
dos en el vocabulario. Ahora bien, no hay duda alguna
teadas en términos sociológicos. Hay ahí al menos una
de que el lenguaje, y por consiguiente el sistema de con­
vía nueva que merece ser recorrida” . Así, en lo que con­
ceptos que él traduce, es el producto de una elaboración
cierne al problema del conocimiento, se requiere a la psi­
colectiva. Lo que él expresa es la manera como la socie­
cología, que no ha sabido resolverlo, para que dé su lugar dad en fu conjunto se representa los objetos de la expe­
a la sociología, única capaz de encontrar la solución. riencia. Las nociones que corresponden a los diversos
La interpretación sociológica del pensamiento con­ elementos del idioma son, pues, representaciones colec­
ceptual, manifestada y preparada en el artículo al cual tivas” . La palabra resume una experiencia colectiva que
acabamos de referirnos, se completa y se precisa en Las sobrepasa la nuestra en el tiempo y en el espacio, y de
formas elementales de la vida religiosa. la cual nos servimos aunque no sea nuestra por entero,

68 69
ya que cada vez que empleamos palabras, las aplicacio­ mente las creencias religiosas primitivas, encontramos
nes que han tenido, tienen y pueden tener en lo sucesi­ naturalmente en su camino las principales de entre es­
vo, están bien lejos de figurar en nuestro conocimien­ tas categorías. Son nacidas en la religión y de la reli­
to actual y, no obstante, constituyen al mismo tiempo, gión, son un producto del pensamiento religioso” . Ahora
para nosotros, una especie de garantía latente en el em­ bien, “ la religión es una cosa eminentemente social” y
pleo que de ellas hacemos. Así, pues, la experiencia co­ “las representaciones religiosas son representaciones co­
lectiva resumida por la palabra es precisamente el con­ lectivas que expresan realidades colectivas” . Resultados
tenido del concepto. Y es de ella de donde éste toma su de la religión, las categorías son, pues, resultados de la
fecundidad y el valor eminente con que aparece a los ojos sociedad.
de los individuos y por el cual se impone a sus concien­ En cuanto a las categorías de género y de especie, las
cias. Formas elementales de la vida religiosa vuelven sobre las
Es natural que si los conceptos son de origen social, ideas ya expuestas en el artículo del Año Sociológico. El
las categorías también lo sean. ¿Acaso no son conceptos? sistema cosmológico de las sociedades primitivas está
¿No son, incluso, conceptos por excelencia, es decir, los calcado sobre su organización social. La tribu, que es la
más estables entre todos, los más universales, los más organización social primitiva, se divide en fratrías (1),
impersonales? Convencido de ello, Durkheim se aplica que a su vez se subdividen en clanes. Pero de la misma
a establecer en detalle la génesis social de las catego­ manera que los miembros del grupo, cada realidad natu­
rías. ral, cada estación, cada región del espacio, cada espe­
“ Existe, en la raíz de nuestros juicios, cierto número cie animal o vegetal, cada montaña, cada río, cada fe­
de nociones esenciales que dominan toda nuestra vida in­ nómeno material pertenece a una fratría de la tribu y,
telectual ; son las que los filósofos, desde Aristóteles, lla­ en esta fratría, a un clan. La tribu abarca, pues, en su
man categorías del entendimiento: nociones de tiempo, totalidad, no solamente los individuos que componen el
de espacio, de clase, de número, de causa, de substancia, grupo, sino el universo entero. En el seno de la Tribu-
de personalidad, etc. Corresponden a las propiedades Universo, hombres, seres animados, cosas inertes, mani­
más universales de las cosas. Son como los marcos sóli­ festaciones naturales, se reparten y ordenan, unos al
dos que encierran el pensamiento. El pensamiento pare­ lado de otros, en las mismas fratrías y en los mismos cla­
ce no poder franquearlas sin destruirse, pues no nos es nes. Clanes y fratrías son, pues, las primeras especies y
posible pensar objetos que no existan en el tiempo o en
el espacio, que no sean numerables, etc. Las otras nocio­ (1 ) Sociedad constituida por hermanos y descendientes de un
ancestro común. En principio sólo fu é prolongación de la fam i­
nes son contingentes e inconstantes, concebimos que pne-
lia (gens), especie de confraternidad religiosa. Más tarde so con­
dan faltar en un hombre, en una sociedad, en una época. virtió en agrupación de fam ilias antiguas o nuevas que forma,
Pero aquellas nos parecen casi inseparables del funcio­ ban parte de otra agrupación mayor. En los tiempos homéricos
namiento normal del espíritu; son como la osamenta de constituyó también una base de organización de los ejércitos, los
la inteligencia. Así, pues, cuando se analizan metódica­ cuales se dividían en fratrías o tribus.— N. del T.

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los primeros géneros entre los cuales han sido distri­ impersonalidad que Leibniz y Kant reconocerán más
buidos los tres reinos de la naturaleza. Pero estos pri­ tarde a este factor espiritual es, pues, original, y el alma
meros marcos lógicos no son sino la réplica de los uo sería desde luego y en su principio sino la figuración
marcos sociales preexistentes. La organización lógica ha de la sociedad que llevamos en nosotros.
comenzado por ser indistinta de la organización social. La causalidad es hija de los ritos miméticos, por me­
La unidad social es originaria de la unidad lógica, las dio de los cuales el primitivo busca, en la imitación, la
agi'upaciones sociales de las agrupaciones lógicas, y la seguridad de la producción de los fenómenos naturales.
jerarquía social de la jerarquía de los géneros y de las Así, por ejemplo, derrama agua para hacer llover. Los
especies. ritos tienen, en efecto, cierta eficacia; pero una eficacia
El tótem se revela al análisis como la materializa­ totalmente m oral: el grupo, al cumplirlos, afirma más
ción bajo formas diversas de una substancia inmaterial, intensamente su propia conciencia. La realidad de su efi­
el mana, (1) energía física y potencia moral a la vez, di­ cacia moral hace creer en su imaginaria eficacia física.
fusa en el universo. Esta noción de mana, cuyo valor e El precepto ritual, impuesto por las necesidades socia­
importancia religiosos son conocidos, constituye preci­ les, ha engendrado el precepto lógico según el cual lo
samente la primera forma impresa por la noción de fuer­ semejante produce lo semejante, y con él, la primera no­
za en las conciencias humanas. ción de una causalidad, a la cual el mana impersonal,
Para las sociedades primitivas, la personalidad está la fuerza totémica difusa, presta el indispensable factor
constituida por dos factores: uno de individuación, que de energía.
es el cuerpo, y otro espiritual, que es el alma, no, en rea­ Por último, tiempo y espacio son igualmente de ori­
lidad, del individuo, sino de la colectividad entera. La gen social. Se encuentran primitivamente definidos pol­
las conciencias en función de las ceremonias religiosas
(1 ) Fuerza inmanente que obra de distintas maneras, ya en el que en las sociedades inferiores dividen el curso del
sentido del bien, ya en el del mal, y que el hombre prim itivo procu­ tiempo, y según los clanes de la tribu; conforme al em­
ra utilizar y dominar. Inmaterial, sobrenatural y mágica, se re­ plazamiento que les corresponda en la distribución del
vela, sin embargo, por la fuerza física, o por un. poder de supe­ suelo, se reparten entre sí las direcciones correspondien­
rioridad, no sólo del hombre, sino de las cosas. Es acción, propie­
tes al espacio: al norte, por ejemplo, se le asigna el. mis­
dad y estado, fuerza en potencia animadora de todos los fenóme­
nos de la naturaleza. El mana es el origen del poder de lós hechi­
mo tótem del clan acampado al norte; al sur, el mismo
ceros, que la interpretan o hacen propicia en múltiples sentidos. del clan acampado al sur.
Esta actividad universal o energía misteriosa, difusa en el uni­ Es, pues, en la sociedad donde las categorías tienen
verso, so simboliza en fetiches y totems, tanto individuales como su verdadero origen. Son sociales. Son, incluso, doble­
colectivos. Precisamente en este último sentido, Durkheim sos­
mente sociales, porque no son, como los simples concep­
tiene que el totemismo no es la religión de tales animales, hom­
bres o imágenes, sino de una especie de fuerza anónima e imper­
tos, sociales solamente por su forma, sino que son tam­
sonal que se encuentra en todos aquellos seres, sin confundirse, bién sociales por su materia. “ No solamente provienen de
sin embargo, con ninguno de ellos.— jST. del T. la sociedad, sino que las cosas mismas que ellas expre­

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san son sociales. No solamente es la sociedad quien las jetivación. Por consiguiente, la sociedad, siendo base
ha instituido, sino que son aspectos diferentes del ser ¿e la religión, es, por la religión, base de las categorías
social los que las sirven de contenido: la categoría de y de todas las formas del pensamiento. La razón imper­
género ha comenzado por ser indistinta del concepto de sonal no es sino el pensamiento colectivo. La razón ha
grupo humano; es el ritmo de la vida social la base de nacido de la sociedad, y es la autoridad de la madre
la categoría del tiempo; es el espacio ocupado por la so­ quien proporciona autoridad a la hija.
ciedad quien ha proporcionado la materia de la catego­ Antes de pasar adelante, reparemos en las paradojas
ría del espacio; es la fuerza colectiva quien ha sido el que presenta la teoría sociológica de las categorías.
prototipo del concepto de fuerza eficaz, elemento esen­ Es indudablemente paradójico admitir que los mar­
cial de la categoría de causalidad” . Expresión de cosas cos dentro de los cuales distribuye la colectividad sus
sociales, desde el momento en que la sociedad está en la miembros, al aplicarlos al conjunto de las realidades na­
naturaleza y forma parte de la realidad, las categorías turales, puedan, en efecto, concordar tan bien con ellas
no son ni convenciones ni ingeniosos artificios, antes que acaban por suministrarnos su conocimiento, pues
bien son naturales, tan naturales como las realidades a aunque la sociedad es en la naturaleza y, por consiguien­
las cuales corresponden. te, los marcos que utiliza son tan naturales como ella
Ahora bien, las categorías son la armazón, no sola­ misma, el recíproco no es verdadero: la naturaleza no
mente del pensamiento lógico, sino también de la cien­ es en la sociedad, la sociedad no es un microcosmos y
lo que es natural a la sociedad llega a ser en sí mismo
cia. Puesto que son de origen social y, más precisamente,
perfectamente artificial una vez transferido al resto de
religioso, es, pues, de la religión de donde la ciencia las
la naturaleza, es dacir, no puede proporcionarnos ningún
ha tomado. Entre la religión y la ciencia no hay dife­
conocimiento real. Si religión y sociedad son ciertamen­
rencia de naturaleza. “ El pensamiento científico no es
te, como quiere Durkheim, el origen de las categorías,
más que una forma perfecta del pensamiento religioso” .
también parece a primera vista que ha sido necesaria su
De una manera general, la religión es el origen de toda
transformación a lo largo del tiempo, bien por evolu­
civilización, cualquiera que sea su forma. “ La religión ción lenta o por mutación brusca, para que lleguen a
contiene desde el principio, si bien en estado confuso, estar al alcance de nuestra experiencia, de nuestra ló­
todos los elementos que al disociarse, al determinarse,
gica y de nuestra ciencia.
al combinarse de mil maneras entre ellos mismos, han Pero también es paradójico creer, con el inneísmo, (1)
dado origen a las diversas manifestaciones de la vida que las leyes del pensamiento son dadas con el pensa­
colectiva” . La religión, desenvolviéndose y diferencián­ miento, que las leyes de nuestro pensamiento son las de
dose, ha abierto los caminos a la mayor parte de las ins­ todo pensamiento, que, de esta manera, las leyes de nues-
tituciones sociales: moral, derecho, lógica, ciencia; pero
ella misma ha nacido de la sociedad, y en la sociedad (1 ) O innatismo: sistema filosófico que enseña que las ideas
lo que es divino y sagrado no es otra cosa que pura ob­ son connaturales a la razón y nacen, con ella.— N\ del T.

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BIBLIOTECA - UNIVERSIDAD MACIONA!.
tro pensamiento son lisa y llanamente las leyes de toda que establecen las relaciones sociales conforme a su pro­
realidad pasada, presente y futura y que, por una mara­ ductividad material —escribe en 1847— producen tam­
villosa jugada de dados, al poner la necesidad en el pen­ bién los principios, las ideas, las categorías, conforme a
samiento, la ponemos al mismo tiempo en las cosas, o, sns relaciones sociales... Estas ideas, estas categorías
con el empirismo, que las reacciones particulares y con­ son tan poco eternas como las relaciones que expresan,
tingentes de espíritus efímeros ante realidades fugiti­ son productos históricos transitorios” .
vas pueden dar cualquier cosa que sea permanente, uni­ Por otra parte, el principio mismo de la teoría socio­
versal y necesaria. lógica de las categorías, a saber, que el hombre comienza
por ver la naturaleza a través de la sociedad, parece
Cuando un problema no ha encontrado más que dos
estar ya poco más o menos logrado. “ Uno de los resulta­
soluciones, ambas paradójicas, después del tiempo que
dos, a primera vista paradójico, más interesante que la
los hombres llevan reflexionando sobre él, reconozcamos
etnografía ha logrado en estos últimos años — declara
que hay algún mérito en haber descubierto por fin una
Arnold van Gennep— , consiste en haber reconocido que,
tercera, bien que ella sea igualmente paradójica como
lejos de modelar su organización social sobre la natu­
las anteriores.
raleza, el medio civilizado se representa la naturaleza
Por otra parte, hagamos constar que las ideas soste­ como modelada sobre la organización social” . La reli­
nidas aquí por Durkheim se encontraban hacía ya mu­ gión de los chinos, de Granet, nos muestra el sentimien­
cho tiempo en el ambiente y que, ya en nuestros días to de una estrecha solidaridad uniendo el mundo y la
principios y consecuencias, aunque sin coordinarse siem­ sociedad, el orden humano y el orden natural, el fondo
pre en un sistema tan riguroso, parecían al menos po­ de las creencias de la primitiva China y la concepción,
seer algún crédito. plena de afectividad, de la cual se ha ido liberando len­
Ya en 1817 Bonald escribía en La legislación primi­ tamente su sistema dogmático.
tiva: “El conocimiento de las verdades morales, que son Finalmente, lo que hay de colectivo en la religión
nuestras ideas, es innato, no en el hombre, sino en la y en el pensamiento, Elwood, por ejemplo, en sus Prin­
sociedad, de tal manera que puede no encontrarse en cipios de psico-sociología, lo hace constar muy claramen­
todos los hombres, pero no puede no encontrarse más te, aunque sin la importancia sistemática de Durkheim.
o menos en todas las sociedades, ya que no puede haber La religión puede parecer a primera vista una cosa to­
ninguna forma de sociedad sin conocimiento de alguna talmente individual; pero, en realidad, la vida religiosa
verdad moral” . no deja de estar profundamente mezclada con la vida so­
Evidentemente que en este pasaje sólo se trata de ca­ cial, de tal manera que “ cada forma de civilización pa­
tegorías morales; pero lo que el tradicionalista y el con­ rece reposar sobre un tipo particular de creencia religio­
servador Bonald nos dice de la razón práctica, el socia­ sa” . El espíritu se desarrolla en la vida social y por ella:
lista y el revolucionario Karl Marx va a afirmárnoslo percepciones, creencias, concepciones, conocimientos, son
con respecto a la razón teórica: “ Los mismos hombres productos sociales, como también lo son el idioma, el

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pensamiento abstracto, el razonamiento lógico. La ra­ ternas, por impresiones incluso fugitivas que no se en­
zón no es de esencia individual: es “ el aspecto universal cuentren prácticamente socializadas al menos exterior-
del espíritu” . Al final de su progreso representa más mente y por el marco en donde las situemos.
bien a la raza que al individuo. “ Lo mismo que el espíri­ La famosa dualidad de nuestra naturaleza encuentra
tu, la razón ha conocido un desarrollo esencialmente so­ así, en Durkheim, una expresión y una interpretación
cial”. Ideas que igualmente encontramos en Mac Don nuevas. El hombre es un' animal refundido por la socie­
gall. dad. Todo lo que en él sobrepasa la animalidad pura
La teoría sociológica de las categorías merece, pues, le llega de la sociedad. Desde que se quiere estudiar en
ser tomada en consideración, ya que como se ve, no hace él lo que hace de él no un animal, sino un hombre, es a
sino sistematizar, tal vez con exceso, todo un conjunto la sociología a quien hay que acudir o es la sociología
de pruebas e ideas esparcidas en la investigación y es­ la que hay que tomar como punto de partida.
peculación contemporáneas. Las sistematizaciones son “ He aquí lo que hay de objetivo en la idea del alma:
siempre útiles, pues aunque — como acontece casi siem­ las representaciones, cuya trama constituye nuestra vida
pre— no resistan íntegramente la prueba, al menos nos interior, son de dos especies diferentes e irreductibles.
señalan en todo caso y con claridad dónde vamos, o por Unas se refieren al mundo exterior y natural; las otras,
lo menos, dónde iríamos a parar si los escollos contra a un mundo ideal al que atribuimos superioridad moral
los cuales chocan no nos pusieran en guardia contra ellas. sobre el primero. Estamos, pues, realmente compuestos
Sigamos, pues, el pensamiento de Durkheim en las de dos seres orientados en sentidos divergentes y casi
consecuencias que inmediatamente entraña bajo el pun­ contrarios, uno de los cuales ejerce sobre el otro una ver­
to de vista psicológico. Estas consecuencias son, como va­ dadera preeminencia. Tal es el sentido profundo de la
mos a ver, capitales. antítesis que todos lps pueblos han concebido más o me­
Si, en efecto, las categorías, tales como Durkheim las nos claramente entre el cuerpo y el alma, entre el ser
define y enumera, son de origen social, nada escapa en sensible y el ser espiritual que coexisten en nosoti’os” .
nuestra vida propiamente mental a la influencia y al se­ De dar crédito solamente a este texto, podría parecer
llo de la colectividad. que para Durkheim, la dualidad se establece entre el
Si nuestra concepción del espacio es de origen so­ cuerpo y el alma, entre la materia y el espíritu, entre
cial, no es una de nuestras sensaciones externas que, el conocimiento de los cuerpos y la regla de los corazo­
porque dejemos de reflexionar sobre ella, porque no la nes, entre la ciencia y la moral. En realidad, y conforme
pensemos de ninguna manera, deje de estar práctica­ a la tesis, otros textos van a enseñarnos que la dualidad
mente socializada. es entre la sensibilidad animal y orgánica, por una parte,
Si nuestra concepción del tiempo es de origen social, y el pensamiento, cualquiera que sea la forma que re­
como somos cosas que permanecen, ya no existe en nos­ vista, por otra.
otros, desde el instante en que nuestra conciencia se “Hay realmente una parte en nosotros mismos que
detenga en él e intentemos pensarlo por sensaciones in­ no está situada bajo la dependencia inmediata del factor

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orgánico: ésta es la que, en nosotros, representa a la so­ mo externas, y las reacciones inmediatas a las cuales dan
ciedad. Las ideas generales que la religión o la ciencia esas sensaciones lugar. Nada más. Porque desde que la
graban en nuestros espíritus, las operaciones mentales representación interviene, e interviene siempre poco o
que estas ideas suponen, las creencias y los sentimien­ mucho, al menos en el adulto, la vida mental cesa de de­
tos que son la base de nuestra vida moral, todas esas pender de sus solas condiciones biológicas para hacerlo
formas superiores de la actividad psíquica qxie la socie­ de las causas sociales, y, desde este instante, es el con­
dad despierta y desarrolla en nosotros, no van a remol­ curso de la sociología y no el de la fisiología el que nece­
que del cuerpo como nuestras sensaciones y nuestros es­ sariamente tiene que procurarse la psicología, si es que
tados cenestésicos. Y es que, como ya lo liemos probado, quiere seguir adelante en su progreso. La psicofisiología
el mundo de las representaciones en el cual se desenvuel­ está lejos de ser toda la psicología; tan lejos, que casi
ve la vida social se sobreañade a su substrato material, siempre necesita acudir a una sociopsicología, la cual,
por lejana que sea su procedencia” . en cambio, se encuentra muy cerca de constituir, tánta
“ Según una fórmula conocida, el hombre es doble. es su competencia, la psicología entera. “ Por más progre­
Hay en él dos seres: uno individual basado en el orga­ sos que haga la psicofisiología, jamás podrá representar
nismo y cuyo círculo de acción se encuentra, por eso más que una fracción de la psicología, pues la mayor
mismo, estrechamente limitado, y un sér social que re­ parte de los fenómenos psíquicos no se derivan de causas
presenta en nosotros la más alta realidad, en el orden orgánicas” . Mas “ no porque exista una vasta región de
intelectual y moral, que pudiéramos conocer por la ob­ la conciencia cuya génesis sea ininteligible por la sola
servación de la sociedad. Esta dualidad de nuestra natu­ psicofisiología debemos llegar a la conclusión de que se
raleza tiene como consecuencia, en el orden práctico, la ha formado sola y es, por consecuencia, refractaria a la
irreductibilidad de la idea moral al móvil utilitario, y, investigación científica, sino solamente que se relaciona
en el orden del pensamiento, la irreductibilidad de la con otra ciencia positiva que podría llamarse sociopsi­
razón a la experiencia individual. El individuo se sobre­ cología. Los fenómenos que constituirían su objeto son
pasa a sí mismo en la medida en que participe en la de naturaleza mixta; tienen los mismos caracteres esen­
sociedad, tanto cuando piensa como cuando actúa” . ciales que los otros hechos físicos, pero provienen de cau­
“ Si, como se ha dicho, el hombre es doble, es porque sas sociales” .
al hombre físico se sobreañade el hombre moral” . Nada sorprendente si vemos a Durkheim hacer, preci­
En estas condiciones, es evidente que la psicofisiolo- samente desde este mismo punto de vista, el más grande
gía, cuya legitimidad no es científicamente discutible, no elogio de la Lógica de los sentimientos, de Ribot. Este
tiene derecho a abordar, ni está en condiciones de resol­ último es “ uno de los psicólogos que han visto mejor la
ver, el conjunto ele los problemas psicológicos. Su cam­ luz que el estudio de los hechos sociales puede aportar
po efectivo de observación es, en realidad, bastante res­ a la psicología” . Lo lia probado una vez más al saber
tringido. Se limita a lo que es solamente individual en la reconocer en el problema que plantea la lógica de los sen­
vida mental, a saber, las sensaciones, tanto internas co­ timientos una cuestión “propiamente sociológica” . “ Si

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es evidente que esta lógica sentimental no sería posi­ inseparable de la sociología. La dependencia de las dos
ble en el caso en que la conciencia individual no se en­ ciencias no es recíproca. La sociopsicología está subor­
contrase propicia, si, por consiguiente, ella supone unos dinada a la sociología y ordenada por ella. La primera
procesos que son de la competencia del psicólogo, en cam­ no puede venir sino después de la segunda. Cuando más
bio no es menos cierto que los estados mentales que cons­ puede fiscalizar los resultados, pero no entrar en su co­
tituyen la materia de estas operaciones son esencialmen­ laboración. Durkheim concluye, pues, en el fondo, sos­
te colectivos. Basta ver, para estar seguros, dónde va teniendo, como Augusto Comte, que entre la psicofisio­
Ribot a buscar los hechos sobre los cuales dirigir su aná­ logía y la psicología individual, la sociología constituye
lisis” . No se recurre aquí a la patología mental, sino a la la etapa necesaria.
ciencia comparada de las religiones, a las obras de Tylor,
de Frazer o de Boucher-Leclerq, o, dicho de otra manera,
a los estudios cuyo carácter es esencialmente sociológi­
co. “Ha demostrado así, con la autoridad que pone en
todo cuanto hace, que las formas complejas de la vida
psíquica del individuo son inexplicables fuera de sus
condiciones sociales, es decir, que la psicología, cuando
llega a cierto grado de desarrollo, viene a ser insepara­
ble de la sociología; siendo éste uno de los no mejores
servicios prestados por su nuevo libro” .
Pero Durkheim no se contenta con considerar, con
Ribot, que la psicología no puede elaborarse sin tomar en
consideración los datos sociológicos; no se contenta
con hacer constar, con Elwood, que la vida mental es
una forma de proceso vital en la cual se encuentran in­
teresadas, no solamente la vida del individuo, sino las
del grupo y la raza, ni con afirmar con él: “La psico­
logía individual depende de la sociología tanto como és­
ta de la psicología. La vida mental y la social son in­
separables, así como la psicología y la sociología” . Se­
gún Durkheim, para constituir la psicología es absolu­
tamente necesario, a fin de poder abarcar el conjunto
de sus problemas, desdoblarla en psicofisiología y en so-
ciopsicología. Pero esta psicofisiología no es solamente

82
Capítulo I I I

EL PUNTO DE VISTA DE TARDE

En presencia del hombre en sociedad, la actitud de


Tarde difiere por completo de la de Durkheim. Según
este último, hemos visto a la sociología proclamar su in­
dependencia, distinguirse y separarse de la psicología
para llegar a dominarla y regentarla casi por entero.
Tarde, por el contrario, nos proporciona, dice Bergson,
“una sociología resueltamente psicológica” , “ una psico­
logía lista del todo para ensancharse en sociología” .
Mientras Durkheim señala la discontinuidad entre lo
psicológico y lo social, Tarde asegura una continuidad
viva.
Durkheim pone todo su ardor dialéctico en hacer re­
saltar todo lo que tienen de real, todo lo qué tienen de
concreto la sociedad y las múltiples manifestaciones de
la actividad colectiva; cómo estas manifestaciones tie­
nen una existencia efectiva y eficaz aparte e indepen­
dientemente de los individuos que son miembros o agen­
tes de ellas; cómo, en fin, constituyen propiamente rea­
lidades, en tanto que, considerados aisladamente, los in-

85
dividuos y sus actividades contingentes no son sino abs­ ciones, que aseguran en él la continuidad y la estabili­
tracciones. dad.
Con un alegre entusiasmo Tarde afirma, por el con­ La invención es “ la adaptación social elemental” . Pe­
trario, la primacía del individuo. “ Descartado lo indi­ ro es, en su esencia, una cosa individual. Por una parte,
vidual, lo social no es nada, y . .. no hay nada, absoluta­ en efecto, supone que el individuo mira, al menos mo­
mente nada, en la sociedad que no exista, en estado de mentáneamente, por encima de los anteojos colectivos y
parcelamiento y de repetición continua, en los indivi­ sobrepasa así el nivel de las ideas recibidas por el con­
duos vivos, o que no haya existido en los muertos de los junto de sus contemporáneos: “Para innovar, para des­
que los vivos proceden” . cubrir, para despertar un instante de su sueño familiar
Así, en fin de cuentas, no hay para Tarde nada o nacional, el individuo debe escapar momentáneamen­
real sino el individuo, las conciencias individuales, las te a su sociedad. Es suprasocial, más bien que social,
maneras de sentir, de pensar y de obrar individuales. al tener esta rara audacia” . Por otra parte, la imagina­
Sociedad, medio social, manifestaciones colectivas de ción creadora es un privilegio personal y “las leyes de la
todo orden no son para él sino abstracciones de las que invención pertenecen esencialmente a la lógica indivi­
nuestra miopía intelectual hace empleo cómodo e in­ dual” . Si la lógica es social es, desde luego y en todo caso,
cluso indispensable. Pero al manejar estas abstraccio­ por las circunstancias de su aparición, ya que cada inven­
nes, Tarde no hace sino negarlas como tales y olvidar ción llega solamente a su hora y todo inventor toma nece­
que una mirada más penetrante que la nuestra sabría sariamente de su medio los materiales brutos de su in­
disipar en ellas la nebulosa confusión y discernir en su vención. También eventualmente, por sus efectos, llega a
seno, uno a uno, a los individuos que las componen o que ser social, en cierto modo por accidente, si suscita imita­
las suscitan y que son íos únicos que poseen aquí una ciones, pues contrariamente a “la que está destinada a
existencia realmente concreta. Pensar y proceder de ser imitada” , la invención “ que permanece cerrada en el
otra manera equivaldría a realizar abstracciones y a espíritu del autor no cuenta socialmente” . Un fenómeno
hacer ontología. Las famosas representaciones colecti­ individual, susceptible si llega el caso de tener socialmen­
vas de Durkheim, que planean por fuera y más arriba de te incalculables consecuencias, tal es la invención para
las conciencias individuales, estas representaciones que Tarde.
pertenecen a todo el mundo y que no son de nadie, no va­ La imitación, a la cual Tarde atribuye gran impor­
len, a todo tirar, ni más ni menos que las ideas de Pla­ tancia, es el hecho social elemental. Pero no por eso deja
tón : es tan absurdo, igualmente, creer que la idea de san­ de ser menos individual en sus orígenes. Es la imita­
ción posee una existencia independiente de las concien­ ción de sí en la memoria y en los hábitos, donde el mo­
cias individuales como el atribuir a la Idea del Bien delo nos es proporcionado por nosotros mismos, no lle­
una realidad objetiva. gando a ser social sino cuando nos es suministrado por
La vida social está hecha, para Tarde, de invenciones otro. La transición de la imitación de sí mismo a la
que aseguran la renovación y el progreso, y de imita­ imitación de otros (con la infinita complejidad que la

86 87
inmensa variedad de modelos que nos ofrece la vida so­ jaa que los hechos sociales son fenómenos mentales. Pe­
cial permite y aun impone) puede encontrarse en el ro para Durkheim la sociología no está por esto subordi­
hipnotismo, que aisla frente a frente al experimentador nada a la psicología, sino todo lo contrario, pues los he­
y a su sujeto, al sugestionador y al sugestionado, al mo­ chos sociales, por mentales que sean, no dependen de las
delo y a la copia, y que, no lo olvidemos, en el momento conciencias individuales para existir, y, por muy men­
en que se iniciaba Tarde, estaba en el apogeo de su au­ tales que sean, repetimos, si queremos convertirlos en
toridad y de su gloria. “El hipnotismo. . . es el punto ciencia es preciso olvidar que los sentimos y los vivimos
de unión experimental de la psicología y de la sociolo­ en nuestra intimidad, guardándonos, por consiguiente,
gía; nos presenta la vida psíquica más simplificada que de la introspección, ilusoria tanto en sociología como en
puede concebirse y bajo la forma de la relación social psicología, para tratarlos como cosas sobre las que ha­
la más elemental” . Un fenómeno individual, natural­ cer aplicación exclusiva del método objetivo: las cien­
mente llamado, al extender y multiplicar sus efectos, a cias de la naturaleza pueden y deben diferir de objeto;
dar lugar a toda la vida social, tal es en el fondo la pero no deben ni pueden diferir de método, pues no hay
imitación para Tarde. más que un método aplicable al conjunto de la experien­
Es natural que en estas condiciones, Tarde juzgue cia para hacerla científica. Tarde, por el contrario, no
indispensable distinguir dos psicologías: la individual, solamente reduce, como acabamos de ver, la sociología
de una parte, que es “el estudio del yo aislado, impre­ a la psicología, sino que insiste aún sobre el privilegio,
sionado por objetos totalmente distintos a sus semejan­ del cual disfrutamos tanto en sociología como en psicolo­
tes” , y, por otra parte, la psicología intercerebral o in- gía, de conocer en su intimidad los elementos que son
terpsicología, que es “el estudio de los fenómenos del las conciencias individuales y el compuesto que consti­
yo impresionado por otro yo” . Pero desde el momento en tuye el conjunto de las conciencias. Por consecuencia y en
que el individuo es la sola realidad, desde el momento primer lugar, la sociología tiene un objeto propio que se
en que la invención y la imitación, que son el origen de diferencia, en particular, de los objetos adjudicados a las
la vida social, se originan en las conciencias individuales, otras ciencias de la naturaleza, física, química o biología,
la interpsicología no puede ser sino la prolongación y por la manera como viene a nuestro conocimiento. En se­
el desarrollo de la psicología individual. “ Dos psicolov gundo lugar, cuando se posee un tal privilegio, cuando así
gías (psicología de los pueblos y psicología de los indivi­ se pueden conocer las cosas desde dentro, sería absurdo
duos), digámoslo de pasada, que no hacen en el fondo renunciar a la inapreciable ventaja y condenarse bené­
más que una sola, la última; porque, ya se trate de mul­ volamente a descubrirlas de nuevo desde fuera. Diferente
titudes, de corporaciones, de iglesias o de naciones, la de las otras ciencias de la naturaleza por su objeto, dada
psicología colectiva, si pretende ser otra cosa que exten­ precisamente la naturaleza de este objeto, la sociología
sión y proyección multiplicada de la psicología indivi­ también difiere de ellas esencialmente por su método. “La
dual no es sino una quimera ontológica” . introspección, cuando se trata de observar fenómenos in­
De esta manera Tarde, lo mismo que Durkheim, esti- terpsíquicos, es decir, sociales, es un método de observa-

88
ción subjetiva y objetiva a la vez. Y al mismo tiempo, el el sistema de Tarde nos invita, a su pesar, a practicar la
único método que logra seguramente su objeto. Porque investigación, por decirlo así, a reculones, de lo colectivo
este objeto, en materia social, es siempre, en suma, al­ a lo individual, de acuerdo prácticamente en este pun­
guna cosa mental que tiene lugar en la conciencia o en to con las opiniones de Comte y de Durkheim.
la subconsciencia de nuestros semejantes. ¿ Y dónde po­ Ante todo, el hecho social encuentra su condición
demos estudiar mejor este objeto que en su espejo, que última en los individuos, tiene en ellos una importancia
está, en nosotros mismos?” El método preconizado por inmensa y un alcance universal. Tarde, ya se sabe, ha
Tarde reduce, pues, una vez más el hecho social al hecho imaginado, partiendo de su psicología, toda una metafí­
psíquico y la sociología a la psicología. sica. En su neomonadología, donde se nos invita a con­
Nos hallamos, así, en presencia de un conjunto de cebir a nuestra imagen y semejanza los átomos que
ideas cuya orientación parece muy firme y muy clara. constituyen finalmente toda la realidad, las mónadas,
Sólo los individuos son reales. La sociedad no es más que por una consecuencia lógica, se comportan entre ellas
una abstracción. No hay en la sociedad sino los miem­ como si fuesen espíritus. Todo en el mundo, sociedades
bros que la componen; nada más, en el hecho social, que animales, organismos, agrupaciones atómicas, sistemas
las representaciones, los sentimientos, las tendencias que solar y estelar, nace de sus contactos y de sus interaccio­
lo constituyen en las conciencias particulares. Todo lo nes, y no podemos comprender estos contactos y estas in­
que es social se reduce, en xiltimo análisis, a elementos teracciones sino comparando y asimilando sus resultados
de orden individual. El orden genético parece, pues, con las sociedades humanas, comparándolos y asimilán­
evidente. Hay, ante todo, individuos y manifestaciones dolos a los contactos y a las acciones recíprocas que
individuales; después, grupos y manifestaciones colec­ estos últimos ejercen unos sobre otros, contactos j accio­
tivas. La sociedad y los fenómenos sociales nacen del nes recíprocas en loe cuales las sociedades humanas tie­
contacto de los individuos. Correlativamente, es lo in­ nen precisamente sus causas. Pues, en fin de cuentas,
dividual lo que explica lo social, es la sociología quien “ toda cosa es una sociedad” y “todo fenómeno es un he­
debe subordinarse a la psicología, limitándose a ser su cho social” . Lejos de pensar en constituir la ciencia de
prolongación. la humanidad sobre el plano de las ciencias de la natu­
Pero se plantea ahora un problema, de todo punto ca­ raleza, no nos es posible, por el contrario, alcanzar el
pital para nosotros. Si el desarrollo histórico, en efec­ pleno conocimiento de la naturaleza sino por medio del
to se produce de lo individual a lo colectivo, ¿debe por de la humanidad.
ello operarse la investigación en el mismo sentido ? Sólo el hecho social se encuentra, pues, en condicio­
¿E l orden del conocimiento debe ajustarse al orden ge­ nes de hacernos comprender en su intimidad todo el
nético? ¿Es necesario comenzar por estudiar el indivi­ conjunto de las cosas. Y de esta suerte, la sociología no
duo antes de estudiar la sociedad? ¿Por dónde se debe es solamente indispensable para la inteligencia del uni­
empezar: por la psicología individual o por la interpsi- verso, sino también para la inteligencia del individuo y
cología? Prosiguiendo nuestro estudio, vamos a ver que de los fenómenos psíquicos que en él se organizan. Para

90 91
Tarde, como para Comte, la sociología es “por así de­ rías propiamente individuales hay funciones mentales
cirlo, el microscopio solar del alma, el aumento extraor­ y categorías sociales distintas e independientes de las
dinario y la explicación de los hechos fisiológicos” . anteriores.
Bien está la continuidad entre lo individual y lo so­ En el individuo considerado aisladamente, combinán­
cial, bien está el estrecho parentesco entre todos los he­ dose y componiéndose entre ellas, las manifestaciones de
chos mentales, ya sean de naturaleza social o de natura­ las células cerebrales se agrupan en un doble fenóme­
leza individual, bien está también distinguir, como he­ no de conjunto: la creencia y el deseo, que son, para Tar­
mos visto, en psicología, la individual de la colectiva, las de, los dos polos de la vida mental. Dicho de otro modo,
cuales son entre sí como la especie al género o como dos los elementos sensorio-motrices, cuya aparición en la
especies del mismo género; pero sobre este punto, a to­ conciencia obedece a causas puramente fisiológicas, se
das luces importante, Tarde no está siempre de acuerdo coordinan lógicamente entre sí para producir finalmen­
con él mismo y parece decidir impelido un poco por las te la voluntad y el juicio, que son, así, facultades indivi­
circunstancias. La sociología cubre.así una parte de su duales. De igual manera, cuando los individuos se aseme­
independencia. No puede pensar en romper los lazos que jan, sus manifestaciones psíquicas aisladas, sensaciones,
unen lo colectivo a lo individual; pero tampoco puede impulsos, juicios y voluntades, se agrupan a su rez y
reducirse a la psicología individual. Debe ser psicológica se coordinan lógicamente hasta llegar a producir la
pero en relación no con la psicología individual, sino con religión y el gobierno: religión y gobierno domésticos
la psicología social. “Pues, como Auguste Comte, como cuando se trata de la familia primitiva; nacionales más
Herbert Spencer, como Stuart Mili, pedimos a la psico­ tarde cuando se establece la ciudad. Beligión y gobierno
logía acumulada, a esa psicología de los muertos que se son al espíritu social lo que juicio y voluntad son al es­
llama historia, además de pedírselo a la lógica (la cual, píritu individual. Constituyen las dos grandes facultades
según Tarde, se divide, como la psicología, en individual del alma social, que, “ doble aspecto del mismo yo social” ,
y social), el secreto de la sociología” . se organizan según el mismo principio y con arreglo al
La distinción en psicología de dos campos de investi­ mismo procedimiento que las dos facultades individuales
gación, psicología individual y psicología colectiva, es correspondientes, “ doble aspecto del yo individual” .
indispensable, pues sentimientos, pensamientos y accio­ Lo que es verdad de las facultades es verdad de las
nes no se organizan en nosotros con sujeción a un tipo categorías; y lo mismo que a las facultades individua­
único. Nuestra conciencia individual es capaz de organi­ les responden las facultades sociales, frente a las cate­
zarse en ella misma de alguna manera; pero hay otro gorías que regulan el conocimiento y la acción indivi­
modo de organización del que no llega a ser capaz sino duales, existen categorías según las cuales se ordenan
a condición de vivir en sociedad con seres semejantes a el conocimiento y la acción colectiva. El espíritu social
nosotros, de los cuales seamos a la vez modelos y co­ tiene, pues, sus facultades y sus categorías, como el es­
pias. Al lado de las funciones mentales y de las catego­ píritu individual tiene las suyas, siendo posible estable»-

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cer entre ellas un exacto paralelismo, cuyos resultados • friese producido en el espíritu del niño, el cual, en cam­
pueden verse en el cuadro siguiente: bio, abandonado a sí mismo, hubiese concebido nocio-
n€s que la invasión de las ideas sociales virtuales, quie­
ro decir las palabras, impiden nacer” .
Espirita Individual Espirita Social Para cerrar el problema, es evidente, sin duda al­
( Juicio guna, que el niño es capaz de ideas generales, ya que pue­
Funciones Religión
de acoger y utilizar las que la lengua le proporciona ya
I Voluntad Política hechas; pero eso no quiere decir que abandonado a sí
í Materia - Fuerza Divinidad mismo podría, por su solo esfuerzo, elaborar otras aná­
Categorías lógicas
, Espacio - Tiempo Lengua logas. En realidad, no solamente no las elabora, porque
Categorías Ideoló­ la existencia del lenguaje le evita la necesidad y los me­
gicas o semi-ca- ■|Placer - Dolor dios de hacerlo, sino también porque no le sería posible
tegorías Bien - M ol

i I elaborarlas, porque no hay idea general posible sin ex­


La noción de las categorías lógicas del espíritu so­ periencia colectiva y sin lenguaje.
cial es en Tarde enteramente curiosa. Vale la pena que No hay generalización sin una experiencia que se
nos detengamos sobre las explicaciones y los comenta­ transmita y se propague a todo un grupo. “ Hay que te-
rios que sobre ellas ha dado. ' ner siempre en cuenta, si se quiere explicar una genera­
Estas categorías lógicas del espíritu social son dos: lización cualquiera, la comunicación social de las creen­
lengua y divinidad. cias; y yo me asombro de que se haya creído posible, por
La lengua es una categoría porque “ es una concilia­ los solos recursos de la psicología, sin acudir a los fenó­
ción lógica preexistente, dada al hombre social, como el menos sociológicos, intentar esta explicación” .
espacio y el tiempo son dados al hombre individual” . No hay generalización sin lenguaje. Nuestro pensa­
Es, pues, una categoría, y es, por añadidura, una ca­ miento no dispone de géneros, sobre todo de géneros su­
tegoría social, el “ espacio social de las ideas” , porque periores, sino a condición de disponer de las palabras
nos viene de la sociedad. Expresa de qué manera el gru­ correspondientes. Sólo el vocabulario puede proporcio­
po, del cual formamos parte, concibe y descompone la narnos la noción. El niño, reducido a la memoria sen­
realidad. Abandonado a sí mismo, el hombre elabora­ sorial, no tiene ideas generales, ya que el recuerdo de
ría indudablemente nociones que, totalmente individua­ nuestras intuiciones sensibles, auxiliado por signos-imá­
les, no tendrían ninguna posibilidad de adaptarse al sis­ genes que concilien u opongan entre ellos los objetos de
tema conceptual que arbitrariamente se impone con el nuestra experiencia, puede permitirnos una vaga clasi­
idioma, y la adquisición de este último las ahogaría en ficación de estos objetos; pero no una distribución entre
germen, en provecho de los conceptos colectivos. “Cada géneros verdaderos.
palabra expresa una noción, un recorte arbitrario de lo El pensamiento se adquiere, pues, con el lenguaje, a
real, impuesto por la sociedad, y que sin ella no se hu- medida que, por medio de este último, la experiencia co-

94
dividuo aisladamente considerado. Existían antes que él,
lectiva llega a lastrar nuestra propia experiencia y do­
existen en torno a él, existirán después que él. Mas cual­
tarla de su universalidad, y desde el momento eo que el
quier cosa que existía antes que nosotros, que existe en
lenguaje es social es preciso que el pensamiento, del cual
torno a nosotros y que existirá después que nosotros,
es condición, sea social igualmente. “ Cuando, a conse­
nos es, en cierto modo, exterior, y lo que se reconoce co­
cuencia del idioma, el espíritu lia llegado a ser social
mo sucesivamente exterior a cada uno, se halla, en fin
por su costumbre de pensar al modo o en la dirección de
de cuentas, exterior a todos. Si las ideas generales tie­
otros espíritus, orientados a su vez hacia otros, está cla­
nen su fundamento en el lenguaje, y el lenguaje en la
ro que el juicio universal jamás podría limitarse a ex­
sociedad, es preciso que lenguaje e ideas generales po­
presar experiencias o análisis personales, unidos a las
sean una objetividad de cierto orden.
previsiones personales sugeridas por estas experiencias El lenguaje, nos dice Tarde, es una categoría social,
o estos análisis, sino que debe, inevitablemente, esencial­ como el espacio es una categoría individual. Si el len­
mente comprender la idea, implícita o explícita, de las guaje fuese, en efecto, una categoría, debería, como el
experiencias o de los análisis ajenos y de las previsio­ espacio, tener algo de objetivo. Toda verdadera catego­
nes ajenas” . ría aparece como una condición necesaria del ejercicio
Tales demostraciones, tales consideraciones llevan, en del pensamiento, que escapa a lo arbitrario de las con­
verdad, demasiado lejos, más lejos tal vez de lo que Tar­ ciencias individuales y que se impone a ellas, sea donde
de creía y quería. Su atomismo metafísico, su individua­ sea que se aplique su actividad. Mas todo lo que es ley
lismo pueden hacerle proclamar, al mismo tiempo o en del pensamiento no puede afirmarse al mismo tiempo co­
ocasiones distintas, que el lenguaje, que las palabras mo ley de las cosas, pues de lo contrario el pensamiento
no existen sin los individuos que las hablan y que las fallaría su objetivo que es alcanzar la realidad, y si nues­
emplean, que, consideradas independientemente de es­ tra experiencia es verdaderamente objetiva, es preciso
tos individuos que han hecho, hacen o harán de ellas que sus condiciones necesarias lo sean también en las
uso, no son más que abstracciones. Fuerza nos es volver mismas proporciones.
sobre los textos que acabamos de resumir para darles su Sin embargo, la argumentación que acabamos de es­
sentido. bozar carece, en realidad, de base, ya que supone que
El lenguaje es cosa social. Es el hecho, no del indivi­ Tarde estaba en su derecho al decir que el lenguaje es
duo, sino de los individuos considerados en grupo. Sin una categoría. En realidad, esta afirmación no tiene
él no habría sistema conceptual, no sólo posible, pero sentido. Es un ejemplo de esos abandonos en la expre­
ni siquiera imaginable. Por consiguiente, ningún siste­ sión, e incluso en el pensamiento, de los que Tarde no
ma conceptual es realizable fuera de una colectividad. sabía siempre defenderse. Una categoría, nos decía Dur­
Ningún individuo, por sí mismo y solo, es capaz de cons­ kheim con justa razón, es una noción esencial que domi­
truirse ni un idioma, ni un conjunto coherente de no­ na toda nuestra vida intelectual. El lenguaje no es una
ciones. Lenguaje e ideas son independientes de cada in­ noción. Mal podría ser una categoría, y nada válido po­

96 97
dría deducirse de una aserción mal fundada y contra­ afirmado por el pensamiento y la voluntad colectivos” ,
dictoria en sus términos. que, según los grupos considerados, es el “ dios particu­
Al querer justificar su asimilación coja, Tarde ha lar de la familia, de la tribu o de la ciudad” .
sido arrastrado, tal vez conscientemente, a indicar de La materia es la objetivación del consenso de las im­
pasada el sentido y el alcance posibles. Ya hemos visto presiones sensoriales, y el yo adquiere conciencia de sí
que para él no podemos concebir los géneros, y sobre todo en presencia de esta materia obtenida de él mismo. De
los géneros superiores, sino a condición de disponer de igual manera, Dios es la objetivación del consenso de
un vocabulario conveniente. ¿Y qué son estos géneros las voluntades y de los juicios colectivos, y la sociedad
superiores, sino principalmente las nociones de tiempo, adquiere conciencia de ella misma con la ayuda de esta
de espacio, de especie, de número, de causa, de substan­ divinidad en la cual se encuentra exteriorizada. “ La
cia, de personalidad, sobre las cuales fundamentamos idea de Dios, si no me equivoco, desempeña precisamen­
el conjunto de nuestra experiencia, es decir, precisamen­ te en la formación primera de una sociedad el papel des­
te las categorías? Por consiguiente, si las solas pala­ empeñado en la formación primera del yo por la idea de
bras pueden suministrarnos los géneros superiores, so­ materia. Este objeto, la afirmación del cual se encuen­
lamente el lenguaje puede ponernos en posesión de las tra implicada en todas las sensaciones del yo, esta Rea­
categorías. Así, al sostener que el lenguaje es una ca­ lidad exterior considerada a la vez substancia y fuerza,
tegoría, lo que no tiene sentido, Tarde nos invita in- cuerpo y alma, por el invencible y crédulo realismo de
cídentalmente a admitir que, nacidas del lenguaje, las todos los hombres, excepción hecha de algunos filósofo*
categorías son sociales por las mismas razones que él, cuando más, no es otra cosa ciertamente que el efecto
concepción que puede ser paradójica, como hemos visto del trabajo de objetivación del cual parece ser la causa,
a propósito de Durkheim, pero que, al menos en su ex­ y que consiste en la colaboración de las energías celula­
presión misma no ofrece una primera y radical dificul­ res del cerebro, consideradas en su doble aspecto, moni­
tad. tor o impulsivo” .
Con esto llegamos a la segunda categoría social de También aquí la expresión parece haber traicionado
Tarde, a la divinidad, que es, entre las categorías indi­ un poco el pensamiento de Tarde. La idea de Dios es,
viduales, a la materia, como el lenguaje es al espacio. en efecto una noción; pero, como el mismo Tarde dice,
En las diversas agrupaciones humanas las energías una noción que responde a un sér. Ahora bien, si las ca­
individuales, las aspiraciones aisladas de conocer y de tegorías son nociones, no responden a seres. Por consi­
actuar, convergen en haces colectivos hacia dos focos, guiente, Dios no es una categoría. Pero dejemos estas
uno de creencia y otro de deseo, los cuales, naturalmente sutilezas y vayamos al fondo de las cosas. En lugar de
acoplados, imaginan, por su acoplamiento mismo, un la divinidad, digamos lo divino y lo sagrado. Hay una
sér único, “ imaginario” , pero “ necesario”, “ fuente su­ noción de lo divino y de lo sagrado que tal vez no es
puesta de todas las enseñanzas admitidas y de todas las una cateeoría, pero que por lo menos es una noción del
órdenes recibidas” , “ objeto creado e inevitablemente mismó género, pues no se refiere a un sér único, sino

98 99
que conviene a toda una parte, variable por lo demás,
ciedad lo ha adoptado por nosotros. Es el movimiento
de nuestra experiencia. Ahora bien, según Tarde, no
de rotación de la Tierra” . Transponemos en tiempo es-
solamente esta noción es de origen social, sino que la
pacializado el sentimiento inmediato y directamente ine­
sociedad introduce además en ella todo lo que la afecta fable que tenemos de la duración, y el “ cargo” de esta
y todo lo que la interesa, y siendo divino lo que ella tie­ transposición “ es datado en el lenguaje” . Por consi­
ne de la sociedad, la sociedad, que es Dios en fin de cuen­ guiente, y esta es una comprobación de importancia in­
tas, puesto que reúne todo lo divino en ella, es el alma de negable, las categorías fundamentales, espacio y tiempo,
la religión, el origen de todo pensamiento y de toda acti­ materia y fuerza, aún suponiendo que originariamente
vidad religiosos. no tengan nada de colectivo, al menos tal como las apli­
Mas si sociedad y religión se confunden así en sus camos a nuestra experiencia, no son de la incumbencia
orígenes, como las nociones nacen del lenguaje y el len­ exclusiva de la actividad mental individual. La colec­
guaje de la sociedad, Tarde está muy cerca de decir con tividad les ha hecho grandes aportaciones y, para reco­
Durkheim que las categorías y, con ellas la ciencia, nos brarlas en su pureza original, hay necesidad de un aná­
vienen de la religión. Si no lo ha dicho es, quizá, porque lisis previo que disocie todo lo que hay en ellas debido
no se preciaba de lógico impecable e implacable y por­ a la intervención de la sociedad.
que no se cuidó de profundizar hasta dónde le hubie­ Claro está que no se trata de forzar el pensamiento
sen llevado sus ideas si las hubiese impulsado hasta el de Tarde para asimilarle al de Durkheim; pero es justo
fin. reconocer que, sobre un punto tan capital, su teoría de
Por el contrario, Tarde se atiene, en principio, a las categorías señala con una energía singular la ac­
la oposición de las categorías que él llama individuales ción que la colectividad ejerce sobre las mentalidades
y las que llama sociales, no atribuyendo jamás a sus ca­ individuales.
tegorías un origen social. No obstante, reconoce que no Según Tarde, esta acción está por doquiera presente
se desarrollan ni dilatan plenamente sino bajo la in­ en el hombre. Las mismas tendencias, comenzando por
fluencia del espíritu social y de las categorías corres­ las más simples, por las más psicológicas, no escapan a
pondientes. “ El Espacio y el Tiempo, tales como los con­ ella. Esas tendencias no se manifiestan en nosotros, no
cebimos, tales como la ciencia los analiza, los abre y revelan su presencia, no tienen existencia concreta sino
los escudriña, con el objeto de hallar una explicación bajo las formas que la colectividad les ha fijado. En
al mecanismo total del universo, son, de la misma mane­ tanto que la sociedad no les asigna medios particulares
ra que la Materia y la Fuerza, el fruto de una larga ela­ de satisfacción, en tanto que no especifica su puesta en
boración social y no solamente psicológica” . práctica, las tendencias no tienen realidad exterior y
permanecen en estado virtual. Sin las tendencias que son
Así es como, según Bergson, tomamos un movimien­
propias al hombre, la sociedad no encontraría en él so­
to para expresar el desarrollo del tiempo, movimiento
bre qué ejercer su influencia; pero sin la sociedad, las
que, “ a decir verdad, lo encontramos ya tomado. La so­
tendencias no sabrían cómo actualizarse en efectos. “ Sin
100
101
duda alguna, la sugestión social no liace más que impri­ comparada con las acciones físicas o fisiológicas, es de­
mir su dirección propia, variable segün los países y las terminante porque es inmediata” . Por consiguiente, en
épocas, a nuestras inclinaciones naturales; pero sin esta lo que concierne al suicidio, en particular, Tarde puede
haberse equivocado, como dice Durkheim, atribuyéndolo
dirección que les permite realizarse, las inclinaciones
no pasarían de ser tendencias impotentes. Y cuando se ante todo a la imitación, la cual, por otra parte, no es
para él la única causa, pues cree que el acrecentamiento
analiza de cerca una necesidad que parece natural, se
del número de suicidios se debe a la multiplicidad de
echa de ver muchas veces que no lo sería sin la sociedad
relaciones sociales que favorecen el contagio de los ejem­
ambiente” . Esta es una idea sobre la que Tarde insiste
plos. En todo caso, no deja de estar de acuerdo con Dur­
con frecuencia, reforzándola con numerosos ejemplos,
kheim en proclamar que el suicidio es de causa social y,
como el de la sed, que, según las agrupaciones humanas,
más generalmente, que en la determinación de los afec­
es sed de vino, de cerveza, de sidra, de agua o de té, y
tos, de los pensamientos y de las acciones humanas, las
nunca, en ningún sitio, es sed simplemente. Es el indivi­
causas sociales dominan a todas las otras, las cuales,
duo quien aporta las tendencias, mas es la sociedad
sin aquella intervención, permanecerían, sin duda al­
quien, proporcionándole los medios y los modos de sa­
guna, en la impotencia.
tisfacerlas, permite su manifestación, dictándole así sus
Si las categorías son, primitiva o secundariamente,
maneras de expresión. Como dice Ellwood, los instin­
de naturaleza social; si las tendencias humanas no se
tos humanos son modificados por la vida social, su­
manifiestan jamás sino bajo las formas que la sociedad
fren una “ selección social”, varían según los grupos, e
las consiente; si las causas que obran más directa, más
incluso registran diferencias entre el civilizado y el pri­ profundamente sobre los espíritus son las causas so­
mitivo. Insistamos, pues, una vez más, si queremos de­ ciales ; entonces es necesario decir que los individuos
ducir aquí de la concepción de Tarde sus consecuencias civilizados son enteramente lo que son gracias a la so­
prácticas para llegar a conocer las tendencias humanas ciedad y por efecto de su acción. Su originalidad no de­
en lo que ellas tienen de propiamente individual, en que pende, en el fondo, de ellos mismos, sino, esencialmente,
es preciso despojarlas previamente del revestimiento con de la multiplicidad y de la diversidad de influencias a
que la sociedad las ha dotado. las cuales se encuentran sometidos, y de las imitacio­
No solamente la acción de la sociedad se ejerce por nes que se ofrecen a su elección. Está en el agrupamien-
doquiera en nosotros, sino que también es a ella a quien to de los elementos y no en los elementos mismos, los
corresponde el primer lugar entre las influencias que cuales proceden de afuera. Es la vida social quien hace,
las mentalidades humanas están llamadas a experimen­ así, la personalidad del civilizado en lo que ella tiene de
tar. “ En el hombre aislado, sustraído, por hipótesis, al más exquisito y de más raro. No podrían citarse todos
contacto ajeno, las causas naturales que empujan a la los textos en los cuales Tarde insiste sobre esta idea.
destrucción de sí continuarían obrando, pero en vano. Sin embargo, podemos contentarnos con acudir a algu­
Tomarían otro curso. Por débil que sea la acción social nos de entre ellos.

102 103
“ Su autonomía (la del individuo) se alimenta de su doblados, triturados, despojados de sus caracteres dife­
diversidad (la de los grupos sociales de los que forma renciales, este principio esencial tan volátil, la singula­
parte). Más se diversifican estas sugestiones que se con­ ridad profunda y fugitiva de las personas, su manera de
trarían, y más se acentúa, con la conciencia de él mis­ ser, de pensar, de sentir, por una sola vez y en un sólo
mo, la importancia del carácter individual que revela su instante” .
originalidad, por la naturaleza de su elección entre tan­ De todos estos textos y de otros muchos más aún re­
tos modelos ofrecidos a la vez a su imitación” . sulta que para Tarde como para Durkheim, la individua­
“ Entendámonos bien ahora sobre esta semejanza pro­ lidad humana se encuentra desdoblada en una indivi­
gresiva de los individuos. Lejos de ahogar su originali­ dualidad fisiológica, elemental, completamente orgánica
dad propia, la favorece y la alimenta. Lo que es contrario y presocial, y una individualidad superior, completa­
a la acentuación personal es la imitación de un solo hom­ mente mental y postsocial, que constituye la persona­
bre, elegido por modelo en todo; pero cuando la elección lidad propiamente dicha, y que tiene en la vida colectiva
se hace no sobre alguno o algunos, sino sobre ciento, mil, su condición esencial. Para Tarde no hay vida social po­
diez mil personas, consideradas cada una en sus parti­ sible sin una vida psicofisiológica antecedente; pero con
cularidades elementales de idea o de acción, la natura­ toda seguridad, tampoco hay personalidad, individuali­
leza misma y la elección de estas copias elementales, así dad civilizada sin vida social.
como su combinación, expresan y acentúan nuestra per­ En estas condiciones, no nos sorprende saber que
sonalidad original. Tal es, quizá, el beneficio más elo­ para Tarde no existe estado psíquico independiente, a
cuente del funcionamiento prolongado de la imitación” . la vez, de toda causa fisiológica y de toda causa social,
El mérito, el valor de la sociedad consiste en emancipar
y que ninguna psicología sería posible sin el concurso
al individuo, en hacer “ despuntar por doquiera, no los
de la fisiología o de la sociología” .
colores del alma chillones y brillantes de antaño, las
“Nuestro yo se enciende, como una luz eléctrica, al
individualidades salvajes, sino los matices profundos y
encuentro de dos corrientes distintas y combinadas: la
esfumados, tan característicos como civilizados, flora­
corriente vital y física, de una parte, y la corriente so­
ción a la vez del individualismo más puro, más vigoro­
so, y de la sociabilidad más consumada” . cial, de otra; la primera, hipo-psíquica, por decirlo así;
“ La vida social, con su complicado aparato de peno­ la segunda, hiper-psíquica” .
sas funciones, de repeticiones monótonas, aparecerá al “ El hombre es un sér social injerto en un sér v ital;
fin tal como es, como la vida orgánica de la cual es con­ y al no ser más que eso, ¿qué quedaría de la psicología,
tinuación y . complemento: a saber, un largo pasaje, obs­ descontada la fisiología (como creo que ha dicho Taine)
curo y tortuoso, de la diversidad elemental a la fisono­ si no es lo que le añade la sociología?”
mía personal, un alambique misterioso, de espirales innu­ “ La psicología, en general, es el estudio de lo que la
merables, en el que aquello se sublime en esto, en el que biología y la sociología tienen en común, es decir, el yo
se extraiga, lentamente, de una infinidad de elementos y el sub-yo, por decirlo así, que es su rasgo de unión o,

104 105
mejor, su punto de intersección. Por eso los psicólogos social, de última y de única realidad moral, a que todo
no pueden ser sino biólogos sociólogos, en los que domina, hombre tiene derecho, no se presenta jamás a nuestra
ora la preocupación de las relaciones de la conciencia o observación en su simplicidad y pureza nativas. El in­
de la subconsciencia con los fenómenos de la vida —ca­ dividuo viviente, el hombre real, tal como se ofrece
so de los alienistas, de los antropólogos, de los psicofí- inmediatamente a nuestra experiencia, es un compuesto
sicos—, ora la preocupación de las relaciones del es­ de una complejidad inextricable, en la constitución del
píritu individual con los fenómenos sociales. Si se supri­ cual han intervenido innumerables influencias sociales.
men en la psicología, de una parte, todos los informes Lo individual y lo colectivo se compenetran en él de tal
con que los lingüistas, los mitólogos, los moralistas, los manera que no podría operarse a su respecto “ como si
juristas, y los economistas la iluminan, no queda de ella se pudieran separar esos dos términos indisolubles” . Lo
nada” .
que la realidad nos propone es un entrecruzamiento com­
Poco importa a nuestro propósito si el nuevo punto plejo de lo individual y de lo social. Por consiguiente,
de vista aquí presentado por Tarde puede conciliarse con “ solamente remontándose a los primeros años de la in­
la preeminencia que él concedía desde luego a la psico­ fancia o a los comienzos hipotéticos de las sociedades (es
logía individual, con la subordinación en la cual, hace
decir, en un caso imaginando los hechos, puesto que es
un momento, parecían tener, por relación a ella, la psi­
imposible observarlos; en otro, haciendo necesariamen­
cología colectiva y la sociología. Si el progreso de toda
te muy larga la parte de interpretación, ya que la obser­
la psicología, si su posibilidad, incluso, dependen de las
vación es muy difícil y muy dudosa), puede llegarse a
enseñanzas que le llegan de la fisiología, de una parte,
fenómenos de psicología individual,' de todo punto inde­
y de la sociología, de otra, parece deducirse necesaria­
pendientes de los fenómenos de inter-psicología. Aquellos
mente de ello que la psicología debe ser dividida en tres
no se nos aparecen jamás sino a través de estos crista­
ramas, la primera de las cuales se estudiará, después, o,
les deformantes o transfigurantes que ejercen una re­
cuando más, al mismo tiempo que la fisiología; la se­
fracción cada vez más fuerte a medida que progresa la
gunda después, o, cuando más, al mismo tiempo que la
sociología; y la tercera, en fin, tendiendo a reunir y vida social” .
coordinar los resultados precedentes, no puede, en esas Tarde, pues, ha afirmado imperativamente que el
condiciones, acometerse sino después que ellas y, del individuo es en principio anterior a la sociedad y la pre­
mismo modo, después que la fisiología y después, inclu­ cede en el orden genético. Pero, por otra parte, ha com­
so, que la sociología. probado que el hombre real, tal como se ofrece a nuestra
Pero admitamos, contra todas las apariencias, que observación, se encuentra profundamente penetrado de
las consideraciones teóricas de Tarde que acabamos de influencias colectivas y forma cuerpo con la sociedad de
señalar no se prestan a tales Conclusiones. Sin embargo, la cual es miembro. En estas condiciones, el orden ge­
quedaría un hecho que Tarde es el primero en recono­ nético, aún admitiendo que Tarde lo haya determinado
cer y proclamar. El individuo, en el sentido de átomo exactamente, no puede ser el punto de partida de la in­

106 107
vestigación. Como lo han visto Comte y Durkheim, para
llegar al individuo en el hombre, es preciso, según la
propia confesión de Tarde, comenzar por determinar ]0
que él tiene de la sociedad, y la psicología colectiva debe
preceder a la psicología individual.

Capítulo IV

EL RESULTADO PRACTICO DE LAS DOCTRINAS

Así, para Durkheim, la sociedad es una realidad.


Existen representaciones colectivas, independientes de
las representaciones individuales y regidas por leyes, sui-
generis. De lo individual a lo social, de lo psicofisioló-
gico a lo sociológico, no hay ni causalidad inmediata ni
pasaje directo. De nada serviría escrutar desatinada­
mente nuestras conciencias para descubrir el germen de
las instituciones sociales y de sus representaciones co­
rrespondientes. El sólo método de investigación posi­
ble y válido es, aquí como en otras partes, la observa­
ción objetiva, la extrospección.
Para Tarde, la sociedad es; una abstracción; solamen­
te tiene realidad el individuo. Imaginar representaciones
colectivas independientes de las representaciones indi­
viduales, es retornar a los mitos platónicos, al realis­
mo escolástico. La vida psíquica se prolonga, se desen­
vuelve y expande en vida social. De la una a la otra hay
continuidad. El método válido para analizar las con­
ciencias individuales es también válido para estudiar en

109
R-
ellas los efectos sociales; psicología individual, sociolo­ leoncebir de la misma manera el objeto de la psicología,
gía, psicología colectiva son ciencias de introspección.
Es evidente que tanto uno como otro se prestan a jp
pfque es el hombre,
Para Tarde, como para Durkheim, el hombre es do-
conjeturas que serían anticipaciones sobre los resulta­ |¿ble. Es animal, y, desde este primer punto de vista, su
dos de la investigación, ya que no podremos saber ver­ l í vida mental refleja su vida fisiológica. Mas también es
daderamente cuál es la realidad sino cuando en efecto espíritu, y desde este segundo punto de vista, su vida
hayamos llegado a conocerla. Al presentarse, no como H mental refleja la sociedad y la civilización que lo cir-
hipótesis de trabajo sujetas a revisión, sino como verda­ §|.cundan. Bajo la acción del medio social, bajo la presión
des previas, tales conjeturas, dirigiendo el esfuerzo de t e de la colectividad, el espíritu se afirma y se desarrolla
investigación, corren el riesgo de segar metódicamente R l en el hombre, hasta el punto de dominar al animal. En
los resultados. Nosotros no vamos a tomar partido ni Ej| fin de cuentas, los seres humanos, tales como se ofre-
¡§y cen a nuestra observación concreta, están todos íntima
por Durkheim ni por Tarde. No pretendemos prever qué
fe y profundamente socializados. Nada hay en ellos que
es la realidad, es decir, cómo se nos aparecerá cuando
P pertenezca únicamente al individuo en el sentido estric-
por fin la conozcamos. Buscamos solamente determinar
's to del término, nada que no pertenezca al mismo tiempo,
la manera según la cual es conveniente abordar su estu­
. y a veces en gran proporción, al grupo o a los grupos
dio. Nuestro punto de vista no es el del ser, sino el del
- de los cuales forman parte. En presencia de un modo
conocer. El antagonismo entre Durkheim y Tarde, ni nos
estorba ni nos ayuda. ¿ Cuál de los dos tiene razón ? ¿ La
|p cualquiera de sentir, de pensar o de obrar, el más ele­
gí, mental, el más espontáneo, el más conforme en aparien-
sociedad es una abstracción o una realidad? Esto se verá
P , cia con nuestra sedicente naturaleza humana, nuestro
después y no antes del estudio de la psicología colectiva,
¡H primer deber es concebir sospechas sobre su simplicidad,
de la cual intentamos precisamente fijar el objeto y el lu­
i$ su autonomía, su especificidad, y someterlo sistemáti-
gar que le corresponde entre las ciencias. Mientras tanto, V camente a un minucioso análisis para verificar en él la
poco importa que la sociedad y las representaciones co­ %/ separación entre lo que es del individuo y lo que es de
lectivas puedan ser abstracciones, ya que es propio del
Si la sociedad.
pensamiento científico, como de las demás formas del Por otra parte, esta actitud, a la cual Comte nos in-
pensamiento, manejar abstracciones, y todas, compren­ ¿í vitaba ya, no es solamente la autoridad, convergente
dida la del pensamiento científico, son perfectamente aquí, de Durkheim y Tarde, quien nos la recomienda de
permisibles siempre que las abstracciones sean correc­ nuevo. Nosotros nos sentimos también inclinados a con-
tas, esto es, siempre que resuman exactamente los datos ■'í|. siderarla bajo la acción insistente de este medio inte-
de la experiencia. lectual en el que hemos oído decir al mismo tiempo a un
Pero, por contradictorios que sean sus sistemas, Dur­ positivista puro, F. Pécaut, que “ sabemos ahora, no sin
kheim y Tarde están de acuerdo, en cambio, sobre un sorpresa, que no podemos asir nuestra naturaleza indi-
punto capital para nosotros, pues ambos nos invitan a 'ir vidual; siempre contaminada por las obligaciones so-

110 111
ciales, no es observable en ella misma y en estado de pu.
¿hombres y el medio natural, dice Febvre, está la idea,
reza; no nos es dada en la intuición”, y al filósofo del
siempre la idea que se introduce y se interpone” . La
esfuerzo vital, de la individualidad imprevisiblemente idea, sin duda, pero ante todo, y una vez que ella ha si­
creadora, que “ vivimos una vida social, e incluso cósmi­
do formada, la palabra que la transmite de generación
ca, tanto y más que una vida individual” .
en generación y que la introduce en los espíritus. Un
La reflexión nos ha familiarizado ya con todo lo que
pensamiento formado en el lenguaje tiene que ser un
a este propósito tiene de revelador el lenguaje y la mími­
pensamiento socializado. Así, con la mímica y la pala­
ca. Nuestra lengua nos viene enteramente de nuestro me­
bra, es la colectividad quien se introduce, se instala y
dio. Nuestras actitudes, nuestros movimientos, nues­
se incorpora dentro de nosotros, a no ser que admitamos
tros gestos, nuestros juegos fisionómicos, nuestras risas
que, para nuestra conciencia, hemos acabado por ser
y nuestras lágrimas se ajustan a las formas y a los usos
solamente gestos que se esbozan, palabras que se balbu­
consagrados por las costumbres. Ahora bien, sabemos sin
cen y que lo que puede haber de individual en nosotros
duda, aunque muy mal aún, no obstante James y Lange,
se disimula a nuestros propios ojos bajo un revesti­
qué relación existe precisamente entre los estados afec­
miento social. Todo el esfuerzo de un Bergson e in­
tivos y su expresión fisiológica; pero hay dudas de que
cluso de un Freud no tendría sentido si para penetrar
ésta intervenga, al menos en determinadas cosas, en la
en nosotros hasta el individuo no fuese preciso, entre
producción de aquellos, y una mímica regulada en parte
otras cosas, atravesar en efecto las múltiples estratifi­
por la sociedad sólo puede engendrar una emoción tam­
caciones sociales que, en el curso de su desarrollo, se han
bién en parte socializada. De igual manera, nosotros
depositado en su superficie.
adoptamos desde la infancia, con el vocabulario y la sin­
Por consiguiente, si verdaderamente se quiere llegar
taxis, cierta concepción del universo y de la manera có­
al individuo y encontrar un medio de someterlo a un es­
mo las cosas se ordenan en él, y en las que nuestra ex­
tudio del cual sea realmente su solo objeto, es preciso
periencia cavilante e incierta, si quiere afirmase y no
operar en el seno de los fenómenos mentales, tales como
renunciar a sí misma, tendrá que hallar su lugar. Lo
se ofrecen a nuestra observación, una disociación que los
primero es la palabra, después la idea, después, algunas
desnude de todas las aportaciones provenientes de la co­
veces, la cosa, y la cosa no sería para nosotros lo que
lectividad. El orden necesario de la investigación está
ella es sin la idea que de ella tenemos, ni la idea sin la
también ahí, al mismo tiempo. El aislamiento y el estu­
palabra. El niño habla del mar, sabe que es grande, que
dio de lo que las mentalidades humanas tienen de la co­
es verde o que es azul, antes de haberlo nunca visto.
lectividad deben presidir la delimitación y preceder al
Nuestras conciencias de adultos están llenas de mares
estudio de lo que, en esas mentalidades, es exclusivo del
semejantes, de los que jamás veremos las riberas y de los
factor individual. Dicho de otro modo, la psicología co­
que no adivinaríamos ni siquiera la existencia si la co­
lectiva debe ser antes que la psicología individual, la
lectividad no nos revelase por medio del lenguaje que
psicología stricto sensu. Las condiciones mismas y los
existen, y que existen de tal o cual manera. “Entre los
datos de la experiencia lo exigen así.
112 113
Mas las influencias colectivas se insinúan por do­ te que se lia desconocido por mucho tiempo la influen­
quiera en nuestra vida mental. Penetran además nues­ cia considerable que sobre ella ejerce la presión colecti­
tra afectividad, actividad e inteligencia, el estudio de va; pero también parecen no menos evidentes sus relacio­
las cuales es considerado como un derecho por la psico­ nes, en su conjunto, con la psicología general, y en sus
logía general, que no se ha preocupado, hasta el presen­ detalles, con la psicología individual. Las lágrimas son
te, por descubrir sistemáticamente la intervención de aparentemente contemporáneas de la humanidad, en ra­
los factores colectivos, pues, antes al contrario, acos­ zón de mecanismos en los cuales nada tienen que ver la
tumbra saltar deliberadamente sobre el grupo para caer sociedad, pero no lloramos todos de la misma manera y
sobre el individuo, el hombre en general, llegado a ser en las mismas circunstancias, en razón de particulari­
así, en el curso de las edades, una especie de arlequín dades que dependen de nuestro organismo. De igual ma­
cuyos chafarrinones marcan la sucesión de las civiliza­ nera, nuestra actividad motriz procede de mecanismos
ciones y loa sistemas. cuyo empleo puede ser regulado por la sociedad, pero
Ahora bien, a fin de proceder a la disociación que hurtados en sí mismos a su acción. He aquí, una serie
hemos señalado como necesaria, la psicología colectiva de dominios que nos indican claramente que la psicolo­
necesitará estudiar desde este punto de vista todas las gía colectiva deberá aceptar colaboraciones independien­
funciones mentales y después la percepción hasta la tes e incluso solicitar su concurso.
acción voluntaria, para determinar lo que en su me­ Queda la inteligencia. Queda la actividad volunta­
canismo y en sus productos puede haber de social. La ria que, por el papel que en ella desempeñan reflexión y
psicología colectiva se encuentra, pues, forzosamente razón, se subordina aquí a la inteligencia, está llamada
llamada a invadir el terreno propio de la psicología a correr su suerte. Ahora bien, la tendencia de Dur­
general. Mas ¿cuáles son en esta campaña los fines kheim es, según hemos visto, la de socializar toda la
de guerra? ¿Puede ella pretender desde ahora la po­ inteligencia. Según él la ciencia, que es la forma más
sesión exclusiva de todo ese territorio? ¿Hty, por acabada del conocimiento y a manera de la coronación
el contrario, razones para presumir que deberá conten­ de la inteligencia, es hija de la religión, quien a su vez,
tarse con anexiones parciales y consentir un reparto con tiene su origen en la sociedad. Desde este punto de vis­
otros órdenes de investigación psicológica? Indudable­ ta, todas las formas del conocimiento, desde las más sub­
mente que no lo sabremos de un modo preciso hasta jetivas hasta las más objetivas, serían, por consiguiente,
que la psicología colectiva esté terminada o por lo menos de naturaleza social, y, en estas condiciones, la psico­
muy adelantada. Sin embargo, cuando se establece una logía colectiva no podría abordar el estudio de la inteli­
hipótesis d(j trabajo no está mal prever las dificultades gencia sin acabar por absorberla prácticamente por en­
con las cuales tendrá que tropezar y el consiguiente pro­ tero. ¿Es preciso, pues, abrir a nuestra hipótesis de tra­
bable éxito que la espera. Y eso es lo que vamos a inten­ bajo una tan ambiciosa perspectiva y predecirla una vic­
tar hacer aquí. toria tan completa? ¿No sería mejor, por el contrario,
En lo que concierne a la vida afectiva, parece eviden­ que para ajustarse a la realidad tuviese en cuenta las

114 115
concesiones por hacer y los límites que no debe sobrepa­ que las sociedades son, sin duda alguna, reales, natura­
sar? La cuestión es fundamental, pues cuanto más re­ les y forman parte del universo. Pero si las sociedades
flexiva es la conciencia, más penetrada de inteligencia forman parte del universo, no por ello son microcosmos.
se encuentra la vida mental. Los sentimientos de un No creemos que las partes puedan reproducir y repre­
adulto civilizado no son solamente experimentados, sus sentar el todo en sus detalles, y las sociedades no son en
actos no son solamente deseados; los unos y los otros modo alguno el universo. Aunque lo fuesen, para que
son igualmente, para su conciencia, objetos de un retor­ pudiésemos formarnos a través de ellas una concepción
no sobre ella misma que es una valoración de conoci­ exacta del mundo, sería necesario tener de ellas una re­
miento, y se ajustan, por consiguiente, a los modos y presentación adecuada. Ahora bien, en nuestras teorías
a las formas de la inteligencia. Si la inteligencia es, pues, sociales conocemos bien la idea que nos formamos de
enteramente social, no hay en nuestro corazón ni plie­ nuestras sociedades contemporáneas; pero estamos a
gues ni secretos al ser penetrados por ella no lo sean cien leguas de conocer a estas sociedades en sí mismas.
también por la colectividad.
De igual manera, en lo que concierne a las sociedades
Parece imposible conceder a Durkheim que la ciencia, inferiores, el totemismo nos revela la idea que segura­
el conocimiento y, por consiguiente, la inteligencia ten­ mente tenían de ellas los primitivos, idea que considera­
gan su origen exclusivo eu la religión y, por ella, en la da en los corazones en los cuales constituye la creencia
sociedad. El esfuerzo realizado por Durkheim para jus­ colectiva no tiene nada de ilusoria; pero que considera­
tificar su tesis no llega a la convicción y parece, inclu­ da como fórmula de la naturaleza de las sociedades pri­
so, un poco sofístico. Según él, la humanidad primitiva mitivas en las conciencias no es la naturaleza misma si­
tiene del universo una concepción enteramente religio­ no que es su expresión mística y mítica, expresión tan­
sa, en la que se incorpora al grupo social y se organiza to menos aproximada cuanto más mística y mítica sea.
a su imagen. Si nuestra lógica y nuestra ciencia han po­ Es verdaderamente singular que, después de habérse­
dido desembarazarse gradualmente de un sistema tal nos prohibido juzgar a nuestras sociedades por las ideas
de representaciones, es porque, en realidad, existe en­ que tenemos de ellas, se nos invite a tomar al pie de la
tre el universo y la sociedad una analogía fundamental letra el modo como los primitivos se representan colec­
que justifica la primitiva manera de concebir el primero tivamente los grupos de los cuales forman parte. Hay
después de la segunda. “ El reino social es un reino natu­ razones, por el contrario, para pensar que el principio
ral que no difiere de los otros sino por su mayor compleji­ totémico es una versión aún más inadecuada de la rea­
dad” y “es imposible que la naturaleza, en lo que tiene de lidad social que los principios del derecho natural, del
más esencial, sea radicalmente diferente de ella misma, derecho histórico o del materialismo económico. /.Cómo,
aquí y allá” . Durkheim cree demostrar cómo existe conti­ desde entonces, una representación inexacta de la so­
nuidad de la religión a la lógica y a la ciencia, y que ciedad podría, generalizando el universo, llegar, por el
“el pensamiento científico no es más que una forma más desarrollo de un contenido objetivamente ilusorio, a dar­
perfecta del pensamiento religioso”. No vamos a negar nos un conocimiento preciso del mundo, susceptible de

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pués de Spencer y Guillen, “la vida de las sociedades
orientar eficazmente nuestra acción y ponernos realmen­
australianas pasa alternativamente por dos fases distin­
te en posesión de las cosas? Los prejuicios colectivos
tas. Ora la población está desparramada en pequeños
han sido en vano para las sociedades que ellos fundan en
grupos que se dedican, independientemente los unos de
los espíritus de una necesidad vital, pues no dejan de
los otros, a sus ocupaciones, en familias aisladas que ca­
ser prejuicios perfectamente inútiles e incluso nocivos
para la inteligencia del universo, el cual no tiene nece­ zan, pescan y procuran, en una palabra, su subsistencia
sidad de ellos para existir. Solamente dejándolos atrás, indispensable por todos los medios disponibles; ora, por
desembarazándose gradualmente de ellos con más o me­ el contrario, la población se concentra y se condensa, por
nos prudencia, sencilla o hipócrita, es como la ciencia ha un tiempo que varía de muchos días a muchos meses,
podido y debido ser constituida. sobre puntos determinados. Esta concentración tiene lu­
Admitir, como pretende Durkheim, que la religión gar cuando un clan o una porción de tribu es convoca­
de los primitivos es el origen de la ciencia, equivale a da en su sede con ocasión de una celebración religiosa o
decir que de la noción del mana al principio de relativi­ de lo que se llama, en el lenguaje usual de la etnografía,
dad hay una continuidad. Una tesis que, separada de un corrobbori” . (1) Es verdad que, para justificarse,
sus fórmulas generales, llega a una afirmación tan sor­ Durkheim añade que las ocupaciones que llenan la prime­
prendente, tendría, para establecerse y confirmarse, ne­ ra fase no son de tal naturaleza que “ despierten vivas pa­
cesidad de otra cosa que no fuesen vastas ojeadas en las siones” , lo que prueba que no le gustaba ni la caza ni
que los sociólogos olvidan un poco que no son ni físicos ni la pesca y que, eso no obstante, el corazón humano tie­
químicos. La diligencia, el ferrocarril, son dos medios de ne algo de eterno: para un obrero de hoy una jornada
transporte; pero las primeras locomotoras no han debi­ de fábrica es igualmente menos apasionante que una reu­
do a la diligencia más que detalles secundarios, como la nión electoral o una función de cine, modernos corro-
separación de sus ruedas, por ejemplo; y de la tracción bboris. Pero no es menos cierto que el período práctico
animal al empleo del vapor no hay ninguna continuidad. y económico de la vida australiana existe al lado de es­
De igual manera, la religión totémica y la física de Eins- ta consagración al culto. ¿Por qué, pues, conceder a uno
tein son dos interpretaciones del universo; pero entre solo de ellos el honor del desarrollo de la inteligencia
ambas ha sobrevenido en el espíritu humano una re­ humana sin preguntarse si el otro no servirá también
volución esencial que prohíbe transformar su continui­ para alguna cosa? Porque, en fin de cuentas, cultivar
dad histórica en continuidad lógica y genética. la tierra, cazar y pescar son actos que ponen en contacto
Por otra parte, es altamente característico compro­ con lo real, que pueden despertar la curiosidad y propor­
bar que para llegar a hacer de la ciencia la hija de la . cionar la posibilidad de su conocimiento.
religión, Durkheim ha desdeñado, a sabiendas y volun­ La actitud adoptada a este respecto por Lévy-Bruhl
tariamente, toda una parte de la actividad mental de
los primitivos, parte sin discusión posible, ya que es pa­ (1) O corroí)orí: danzas de los indígenas australianos, en las
que se celebran acciones guerreras, de caza o sensuales.—N. del T.
ra ellos de una necesidad vital. Como él lo consigna des-

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en sus libros fundamentales sobre la mentalidad primi­ , australiana, y, más generalmente, los dos medios, el fí­
tiva, es por el contrario, satisfactoria. El interés y el al­ nico y el social, donde vive el hombre, donde está de mo­
cance de los resultados a que ha llegado, y que tienden dos diversos y con la misma necesidad de vivir y a los
a imponerse cada vez más, no han impedido que él sea cuales le es necesario por igual adaptarse so pena de
el primero en reconocer que están llamados a ser sobre­ muerte material o moral, y, por consiguiente, hacer un
pasados y precisados, y que sus trabajos no agotan lugar al menos, al lado de la religión y de la sociedad,
la materia, al estudio de la cual constituyen solamente a la actividad psico-motriz y a laa técnicas en la géne­
“una introducción general” . En particular, si se ha resig­ sis de la ciencia y de la inteligencia. Es lo que Piéron
nado a excluir de su investigación un modo fundamental afirmó muy claramente cuando intervino en la discu­
de la actividad humana, la actividad psico-motriz y las sión sobre la Mentalidad primitiva en la sociedad fran­
manifestaciones ya complejas que en ella ofrecen las in­ cesa de filosofía: “ Me pregunto.. . si no habrá una dua­
dustrias primitivas, es que, a mejor entendimiento, le lidad que distinguir en los hechos concernientes a la
fué necesario renunciar a todo obstáculo; pero se guar­ mentalidad primitiva. Desde el momento en que las so­
da muy bien de desconocer, como Durkheim, la impor­ ciedades humanas han sobrevivido, el hecho implica dos
tancia de lo que tuvo que olvidar momentáneamente. cosas: de una parte, que la vida de las sociedades ha
“ Tengo que confesar que esta introducción general está sido posible en virtud de cierto equilibrio en el compor­
incompleta. No ha tomado en consideración la actividad tamiento reciproco de sus miembros, impidiendo la diso­
mental de las sociedades primitivas sino bajo su aspec­ lución de los grupos, y, por otra parte, que la vida de
to místico. He dado de lado todo lo que concierne a las los hombres, miembros de estos grupos, ha sido posible
técnicas, otro aspecto de esta actividad que es de im­ por su aptitud para luchar victoriosamente contra el
portancia capital. He hecho de él abstracción provisio­ medio. En las relaciones colectivas, la mentalidad mís­
nal por necesidad de método. Pero sé que es una abstrac­ tica sería esencial para el mantenimiento del equili­
ción y que el análisis de las técnicas será indispensable brio; pero las necesidades de la vida mantendrían, en
para un estudio de conjunto de la mentalidad primiti­ las formas de actividad técnica en particular, la per­
va” . Es tan indispensable, que está probablemente llama­ meabilidad en la experiencia, que el desenvolvimiento de
do, no sólo a servirle de complemento, sino también a la mentalidad social no limitaría sino en la medida en
rectificarle en sus primeros resultados. “A medida que que la vida misma estuviese comprometida, hasta el mo­
sepamos cómo se han desarrollado (las técnicas) en las mento en que, en las civilizaciones mediterráneas, el es­
diversas sociedades, tendremos sin duda necesidad de píritu experimental recobrase la supremacía” .
corregir la idea que nos formamos de la mentalidad pri­ Sabido es con qué vigor original Bergson ha señala­
mitiva” . do en páginas justamente célebres las relaciones entre
Para llegar a un conocimiento completo del desarro­ la inteligencia y la técnica: “ Si podemos despojarnos de
llo humano parece de todo punto necesario, en efecto, nuestro orgullo, si para definir nuestra especie nos ate­
tomar a la vez en consideración las dos fases de la vida nemos estrictamente a lo que la historia y la prehisto-

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ria nos presentan como la característica del hombre y Sin embargo, no es posible admitir cou Durkheim,
de la inteligencia, no diríamos quizás Homo sapiens, sino 1£ sin una información más amplia, que la ciencia es hija
Homo faber. En definitiva, la inteligencia, considerada É; de la religión y poner, en consecuencia, en la cuenta de
en lo que en ella parece ser el modo original, es la facul­ % las influencias y de las representaciones colectivas, to-
tad de fabricar objetos artificiales, en particular útiles fe do lo que en nuestra vida mental procede de la inteli-
de hacer útiles, y de variar indefinidamente su fabri­ |f gencia y de la actividad intelectual. No disponemos de
cación” . Y los puntos de vista del filósofo se encuentran V un criterio que nos permita establecer de antemano la
plenamente confirmados por las demostraciones de un f¡¿. separación entre lo que hay en nosotros de origen co-
práctico, que al escribir la historia de su arte ha sabi­ lectivo y lo que es de origen específico o individual. Sin-
do utilizar su experiencia técnica para deducir de su ■V gularmente, hay motivos para pensar que cualquiera
investigación histórica las enseñanzas que ella encierra. }i que sean las agrupaciones de las cuales forman los hom-
Basta leer la Evolución de la cirugía de Lecéne para bres parte, hay una forma de inteligencia, la inteligen-
convencerse de la importancia científica de las inicia­ £ cia sensorio-motriz, que es común a todos ellos, en tanto
tivas sensorio-motrices en el curso de las edades y reco­ que pertenezcan a la especie humana, y en la que no po­
nocer con él el efecto de aptitudes recíprocas, llevadas a li demos prever con anterioridad a toda investigación de
su ápice en ciertos privilegiados. En realidad “el verdade­ | lo que es capaz por sí misma y hasta dónde puede lle-
ro genio creador en las ciencias experimentales” , prueba, { var sus efectos directos. Por otra parte, esta inteligencia
“por ejemplo, Papin, Volta, Ampere o Faraday” , que no sensorio-motriz varía manifiestamente con las disposi-
carece de “ inclinación natural” y de “aptitud innata | ciones anatómico-fisiológicas de los individuos, y estas
para la invención mecánica” . El sabio de laboratorio no •; disposiciones anatómico-fisiológicas no son solamente
trabaja solamente con su cerebro, sino también con sus la condición de una destreza manual, sino también de
manos, y sus manos, tan indispensables como su cerebro •
’ una destreza mental que —es cosa cuya importancia no
para el progreso del conocimiento, hacen labor de ini­ debemos reducir— se ejerce en sociedad y por medios
ciación como las del primitivo, tienen su virtuosidad, me­ que la sociedad ha marcado, más o menos, con su sello.
nos de la disciplina a la cual se hallan sometidas y so­ Si, pues, la psicología colectiva, como hemos visto,
bre la cual la colectividad tiene parcialmente derecho a í tiene derecho a instalarse sobre el terreno de la psicolo­
reinvindicar su formación, que de predisposiciones en­ gía general, no podría en cambio soñar con expulsarla
teramente orgánicas. Ya se trate de investigaciones ex­ de él sin otra forma de proceso e incluso en virtud de
perimentales o de técnicas primitivas, la iniciativa sen­ un decreto de principio. Es preciso que en cada caso con­
sorio-motriz, cada vez más evidente y más necesaria, pri­ creto, para cada estado, para cada acto, para cada fun­
mero con el conocimiento empírico y después con el cien­ ción mental se apegue a determinar exactamente lo que
tífico, en relación de dependencia recíproca, no tiene corresponde al individuo y lo que corresponde a la co­
nada en sí de psicosociológica, pero es un hecho psicofi- lectividad, de modo que se señale precisamente una fron­
siológico que sería imprudente desconocer. tera sobre la que es ..nucho más sencillo afirmar a priori

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que responde enteramente a la demarcación entre la
sensibilidad animal y la inteligencia.
Así es como, considerando ahora algunos de los pro­
blemas que nos plantea la vida mental, vamos a inten­
tar, de una parte, demostrar que es imposible, en efecto,
pretender resolverlos íntegramente sin hacer intervenir
las influencias sociales sufridas por los individuos, sin
acudir, por consiguiente, a la psicología colectiva; y de
otra parte, determinar cómo, en cada caso particular,
esos mismos problemas tienden a disociarse para repar­
tirse entre las distintas ramas de la psicología.

SEGUNDA PARTE

LA PARTICIPACION DE LO
COLECTIVO EN LA VIDA
MENTAL

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