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Bitácora incompleta: Zombie

Diario de Werner, Abril 21

Acabamos de partir en el Humboldt. La despedida fue poco común pues tuvimos que partir de
urgencia con destino a la Antártida. El equipo está conformado por un total de ochenta tripulantes.
Solemos ser más, sin embargo, como ya mencioné antes, la partida hacia uno de los lugares más
australes, solitarios, remotos y fríos del mundo fue intempestiva.

El motivo por el que nos dirigimos allá aún es un misterio, en todo caso no han sido claros al darnos
la información, tan solo nos pidieron participar, a quien les habla y a una veintena de científicos
ranqueados como el líder de la tripulación nos catalogó. En muchos casos mantuvieron total
hermetismo y tan solo se dignaron en mencionarnos que podríamos ser parte de uno de los mayores
hallazgos en la historia del mundo moderno.

El equipo esta liderado por franceses y americanos, pienso que son militares o algo por el estilo.
Parte de la tripulación está equipada con armamento moderno y visten uniformes del ejército o la
marina, no estoy seguro en todo caso de a qué cuerpo pertenecen. Tienen en sus uniformes el logo
de Naciones Unidas. Todo esto es intrigante y aún no puedo discernir completamente aquello de
“Ser parte de uno de los mayores hallazgos en la historia del mundo moderno”

Soy Biologo marino, especializado en algas, hongos, bacterias, protistas, etc. Espero poder jugar un
rol importante en este descubrimiento. Siendo honesto y algo vanidoso por ser considerado
científico ranqueado, espero que éste hallazgo me abra las puertas al Nobel.

Diario de Werner, Abril 27

Nos dirigimos sin novedad hacia el continente Antártico, uno de los lugares más hostiles para la vida
humana, de hecho para muchas especies vivas. No aguanto las ganas de pisar por primera vez la
llamada terra australis ignota. Venia postergando desde hace tiempo ésta visita por motivos de
trabajo de invesigación en indonesia, llevo diez años realizando estudios por esa zona del sudeste
Asiático.

Todo sigue siendo hermético acá. Aún no nos han convocado al grupo de científicos. Nos pasamos el
viaje conversándo entre nosotros sobre nuestros campos de estudio, nuestros viajes al rededor del
mundo, la gran mayoría ya ha estado en la antártida. Conozco a algunos por su reputación y con
algunos otros he coincidido en investigaciones para universidades de todo el mundo. Como dije, no
hay mucho que hacer y el aburrimiento es a veces tan insoportable como la necesidad de develar de
una vez por toda el misterio de éste repentino viaje. La palabra más repetida por todos aquí es “El
hallazgo”.

Diario de Werner Mayo 7

Ayer nos reunieron a todos los científicos por primera vez. El único que habló fue el Coronel
Bourdain, alto mando del cuerpo militar de la ONU. Nos explicó que el motivo del viaje a la Antártida
era un asunto clasificado como ultra secreto. Dijo además que era aún difícil de explicar pues no
estaban al corriente de lo que realmente había sucedido allá. Mientras hablaba muchos murrmullos
comenzaron a resonar en la sala de reuniones de la embarcación. Entre otras cosas nos explicó por
qué viajábamos en el Humboldt, era la única nave preparada y lista para salir de inmediato, que otras
demorarían más del tiempo previsto en estar preparadas y como luego mencionó, tempus fugit. Los
murmullos se acrecentaban en el salón, llenando el ambiente de incredulidad e incógnitas disparadas
como disparos de metralleta. El coronel no se inmutaba ante el coro de voces y seguía informando
como una radio de noticias. Nos acercaron unos documentos con instrucciones específicas de
nuestras obligaciones y tareas a realizar. El coronel en todo momento repetía que todo aquello era
extrictamente confidencial, que no podríamos comunicarnos con nadie durante el viaje por lo que
estaba prohibido usar o portar teléfonos satelitales, labtops, o cualquier aparato parecido. Los
murmullos se devinieron en gritos de interrogación, un frenesí de impotencia comenzaba a
acrecentar y de súbito todo el lugar quedó en silencio cuando el oficial al mando mencionó la palabra
Zombie. Por unos segundos el lugar permaneció sumido en un silencio total que fue quebrantado por
todas las voces ahí exigiendo explicaciones por lo que acababa de nombrar el coronel francés de
ridículo bigote tipo brocha.

El oficial solo se limitó a ordenar que siguieramos las instrucciones al pie de la letra y que todo estaría
bien. Sobre Zombies no volvió a hablar, parecía que aquella palabra se le había escapado de repente
tras un ataque espontáneo de nervios. Nos miró de forma solemne y nos invitó a retirarnos a
nuestras literas.

Diario de Werner Mayo 11

Tras veinte días navegando al fin llegamos a la Isla Rey Jorge. Casualmente el hallazgo se había
descubierto en la base peruana Macchu Picchu. El lugar estaba desolado, solo un viento enérgico y
ensordecedor nos dio la bienvenida. Nadie nos recibió. La base estaba pintada con los colores de la
bandera del Perú y por unos segundos me senti orgulloso y muy emocionado de haber llegado hasta
ahí.

Los equipos comenzaron a armar tiendas de campaña al rededor de la base Macchu Picchu, un
equipo especial de militares de la ONU ingresaron a Macchu Picchu liderados por un norteamericano
de ascendencia latina apellidado Ramírez. Regresaron a los pocos minutos, no habían hallado a nadie
ahí dentro, solo plantas diseminadas por el suelo, algunos aparatos y vidrios rotos, pero ningún
rastro de presencia humana. Según los reportes en la base deberían haber al menos 8 personas, sin
embargo no hallaron a nadie.

Los oficiales liderados siempre por el coronel Bourdain se reunieron y en ellos percibía cierta
preocupación e incredulidad. Luego uno de los oficiales ordenó a un subalterno se comunicara con
todas las bases posibles en la antártda. En seguida nos reunieron a todos y nos pidieron
comenzáramos con los protocolos indicados en nuestros documentos.

Mis órdenes eran comenzar a recolectar todas las muestras posibles que se encontraran en la base y
las clasificara. Me acompañaba un biologo belga de nombre Clement y un argentino llamado Hernán.
De inmediato comenzamos a recolectar las muetras diseminadas por el suelo de la base. De acuerdo
al protocolo debíamos llevar puestos trajes especiales para no contaminarnos con nada. Una de las
hipótesis que había causado la emergencia era que algún tipo de organismo encontrado era el
causante de la tragedia. Recolectamos practicamente todo lo que nos ordenaron y así acabó nuestra
jornada, aún permanecía la incertidumbre en todos nosotros, incluso en los que estaban al mando.
Creo que ni ellos mismos sabían lo que enfrentaban.

Diario de Werner Mayo 17

Ha pasado casi una semana y todo cambió de manera radical. Han sucedido muchas cosas y casi no
hemos dormido ni descansado. Intentaré contar lo que entiendo y lo que he precenciado. Todo
comenzó la segunda noche de nuestra llegada. El oficial encargado de las comunicaciones informó
que ninguna base respondía salvo una base alemana, la Neumayer III. El oficial lo describió más que
una comunicación oficial como unos sonidos guturales y algo parecido a gritos de ira, golpes secos
algo violentos y más gritos. El coronel le pidió sea más preciso pero el rostro lívido del oficial de
comunicación lo decía todo, Su rotro pálido y sus manos temblorosas nos hacían presagiar que algo
no andaba bien, que las anteriores dudas ahora se acercaban más a certezas. El Coronel nos ordenó
que vayamos a descansar pues a primera hora patiríamos a Neumayer III.

No tenía sueño y decidí repasar el listado de organísmos para investigación que habíamos
recolectado el día anterior. Algo en esos momentos llamó mi atención. En el listado habíamos
apuntado un endolito no conocido. En la base de datos de Macchu Picchu ni si quiera había sido
mencionado, en uno de los ordenadores del lugar una pequeña nota en el escritorio, quizá del
biólogo descubridor de dicho organismo, resaltaba la frase “Potencial descubrimiento, Endolito no
clasificado, desconocido”, además una frase extra se encontraba escrita debajo de la primera frase
como “nota de humor”, decía “Los medio ambientes endolíticos en Marte y otros planetas
constituyen refugios potenciales para comunidades microbianas extraterrestres”

Miré a través de la ventana de la tienda y pude vislumbrar una aurora austral, una visión majestuosa
y especial, me dije, soy uno de los pocos seres humanos que podrá contemplar algo tan fantástico
como esto. De súbto gritos frenéticos e irreconocibles se oyeron en el exterior, seguido de ráfagas de
disparos. Se encendieron las luces de emergencia y la alarma también. Nos levantamos a prisa y
salímos como pudimos de la tienda. Estaba oscuro afuera y todo era confuso. La nieve estaba pintada
de rojo escarlata, era sangre viva, a mi al rededor cuerpos tendidos de cientificos y militares se
encontraban esparcidos por todo el lugar. Tenían marcas de rasguños profundos y mordidas, al
comienzo pensé se trataba del ataque de osos polares y me dije maldita ignorancia la mía, acá no hay
osos polares. El coronel Bourdain me tomó por el hombro, se encontraba mal herido y me pidió que
lo siguiera y no me alejara. Corrimos hacía la playa donde se encontraba anclado uno de los botes
que nos llevaría de regreso al Humboldt. De pronto los vi, eran una especie de criaturas humanoides
con la mirada de la muerte. Grité por el espanto y pregunté al coronel qué mierda eran esas cosas. El
coronel apuntó a uno de ellos que corría hacía nosotros y disparó haciéndolo caer. Me miró directo a
los ojos y me dijo, “No son criaturas, son los científicos de Macchu Picchu que estábamos buscando”,
de inmediato la cosa esa, a la que le había disparado segundos antes el coronel, se puso de nuevo de
pie y volvió tras nosotros. A penas pudimos escapar y subir al bote. La critura intentó seguirnos pero
se hundió en el agua para nuestra suerte no podía nadar, ni siquiera flotar.

A la distancia los disparos comenzaron a cesar, sólo se escuchaban los quejidos guturales y de
ultratumba de esas cosas, los zombies. De repente, sombras comenzaron a incorporarse del suelo,
eran los nuestros, científicos, militares, amigos. Se habían transformado en esas cosas y gritaban de
manera terrorífica como arrastrados hasta los mismos infiernos. Sólo quedábamos vivos el coronel
Bourdain y yo. Al llegar al Humboldt Subimos a la embarcación con la intención de comunicarnos y
pedir ayuda. Contactamos con una nave Chilena y nos pidió que mantuviéramos la calma que
llegarían en nuestra ayuda en tres días.

Todos habían muerto tras el ataque de los zombies. Aunque muertos solo era un decir pues los vi
ponerse en pie después de haber sido atacados por esas cosas, se habían convertido en esos
horribles seres. A diferencia de las películas donde los zombies caminan lento, por el contrario, eran
muy ágiles y no morían al dispararles en la cabeza, estos seres se levantaban una y otra vez después
de haber recibido decenas de balazos.

He recostado al coronel Bourdain en la enfermería del Humboldt, mientras espero intentaré estudiar
y averiguar qué pudo ocasionar este desastre.
Diario de Werner Mayo 19

Estos dos días he intentado descifrar qué ocasionó que los muertos vuelvan a la vida. No he avanzado
casi nada, tengo pistas vagas. Inútiles teorías nada más. Existe algo que se viene a mi débil y cansada
mente, una y otra vez. El hallazgo del Endolito sin clasificación y desconocido, descubierto en la base
Macchu Picchu.

El coronel tiene fiebre alta bordea los cuarenta grados, su piel esta reseca y sus ojos vidriosos y
oscuros, se deviene en espasmos muy marcados, sus signos vitales son muy débiles. Mañana debe
llegar la embarcación chilena.

Diario de Werner Mayo 20

El coronel falleció en el transcurso de la madrugada y se ha convertido en uno de esos seres, ahora


vaga por el Humboldt lanzando terribles alaridos. Me he encerrado en un camarote a la espera del
rescate. Me siento muy débil y con náuseas, aún no hay fiebre. Desde donde estoy escondido, a
través de una pequeña ventana circular, puedo observar la costa de la Isla Rey Jorge. Los zombies
aún permanecen ahí, tienen un andar errante, parecen esperar algo y estoy seguro de que no es a la
muerte.

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