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En las Jornadas Bíblicas en la Casa de Espiritualidad, Misioneros del Verbo Divino de Dueñas
(Palencia) nos hemos reunido 42 participantes de diversos países, lenguas y culturas para
caminar al ritmo de la Iglesia en este tercer milenio y formarnos en la sinodalidad que ha
comenzado en octubre de 2021
Entrevista a César Francisco da Silva, misionero del Verbo Divino y profesor de Nuevo
Testamento en la Universidad Católica Portuguesa en Lisboa
Da Silva habla sobre el sentido de las jornadas y estilo de Jesús: "Son las preguntas el motor
de un diálogo que anima a un caminar interior y transformador. Estar juntos en el camino
significa precisamente hacer algo"
En las Jornadas Bíblicas en la Casa de Espiritualidad, Misioneros del Verbo Divino de Dueñas
(Palencia) nos hemos reunido 42 participantes de diversos países, lenguas y culturas para
caminar al ritmo de la Iglesia en este tercer milenio y formarnos en la sinodalidad que ha
comenzado en octubre de 2021.
-Me llamo César Francisco da Silva, nací en Portugal en 1987. Soy misionero del Verbo Divino.
Una parte muy bella de mi vida la pasé en la diócesis de Valladolid, donde acompañé algunas
comunidades locales. Estudié en el Instituto Bíblico en Roma, y sigo con mi doctorado en la
Gregoriana. Soy profesor de Nuevo Testamento en la Universidad Católica Portuguesa en
Lisboa. Además, asumo algunos servicios en la congregación del Verbo Divino.
-Los títulos tienen la misión de despertar curiosidad. Es eso precisamente lo que busco con
estas palabras. Es cierto que el término "patología" suele entenderse como algo negativo,
especialmente en los ámbitos de la psicología y psiquiatría. En este caso, al referirme al
"pathos", quiero recordar que es una de las partes esenciales de un discurso retórico, tal como
lo presenta Aristóteles, y significa aquello que traemos desde nuestro interior al diálogo con
los demás. Entonces, "pathos" en este sentido pretende referirse a lo que cada uno de
nosotros aporta en el proceso de recibir y anunciar el Evangelio. El Evangelio nos llega y se
transmite también a través de lo que somos, con nuestras luces y sombras.
-Volviendo al título de las Jornadas Bíblicas, no olvidemos que en medio de este título está el
término "lógicamente". Con esto, quise subrayar que en el centro de toda la misión debe estar
Cristo, el "logos". La comunión, la participación y la misión son siempre un "en Cristo", para
utilizar una expresión tan repetida por Pablo. Este ser "en Cristo" de la misión requiere que
cada uno de nosotros, haciendo la experiencia personal e comunitaria del amor de Dios, nos
dejemos enviar a vivir el sueño de la sinodalidad.
-Para ponerse en camino, es esencial levantarse. La primera actitud que hace posible caminar
es, precisamente, levantarse. Levantarse es una actitud narrada a menudo en la Escritura y que
habitualmente sorprende.
El ser humano se levanta, pero también se le pide a Dios que se levante (ej.: Salmo 7,7).
Además, levantarse (de los muertos) es la forma en que se narra la resurrección de Jesús. Para
caminar el camino de la fe, el camino que es Cristo (Juan 14,6), es necesario levantarse.
Debemos hacer lo mismo que San José, el primero que se levanta en el evangelio según Mateo
(Mateo 1,24); hacer lo mismo que María, la primera que se levanta en el evangelio según Lucas
(Lucas 1,39).
Este levantarse para ponerse en camino significa al mismo tiempo dejarse conducir a la fe por
nuestro Señor, al igual que sucedió con las dos hermanas Marta y María cuando lloraban la
muerte de su hermano Lázaro (Juan 11,17-44).
-Jesús, más que proporcionar respuestas, dialogaba a través de preguntas. Al revisar todo el
Nuevo Testamento, nos encontramos con más de 300 preguntas hechas por Jesús y solo unas
pocas respuestas a ellas. Jesús nos revela un Dios que formula preguntas y deja espacio para
que podamos responderle. Por ejemplo, con la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10,25-37),
Jesús nos explica la importancia de leer e interpretar la ley. Esto es una invitación clara a que
busquemos aplicar el Evangelio al quotidiano de nuestras realidades específicas. Más allá de
las respuestas, se ve en el diálogo de Jesús con el doctor de la ley que son las preguntas el
motor de un diálogo que anima a un caminar interior y transformador. Estar juntos en el
camino significa precisamente hacer algo.
-Cuando nos presenta la figura de Pablo en sus viajes, Lucas en los Hechos de los Apóstoles,
repetidas veces nos dice que Pablo buscó conectarse a la red que él mismo ya conocía. Se trata
de un contacto primero con las sinagogas de las ciudades que visitaba. Esto es una indicación
para que en la iglesia que quiere la sinodalidad busque conectarse lo más posible con la
realidad a través de las redes que ya están a su alcance. El Evangelio se anuncia en realidades y
a personas concretas, hay que conocerlas lo más posible para que la comunicación de la buena
noticia pueda ser efectiva. En las cartas de Pablo leemos a menudo que al estar en el mismo
camino somos invitados a salir hacia la misión volviendo siempre al centro que es Cristo. Como
dice el propio Pablo, “el amor de Cristo nos urge” o “el amor de Cristo nos abraza” (2 Corintios
5,14). Vivir en sinodalidad implica precisamente esto: no olvidar que Cristo es el centro;
dejarse abrazar por su amor; dejarse enviar por su amor.
En el proceso sinodal hay que dejar espacio a los sueños. La iglesia está al servicio del
Evangelio, pero sabemos que el Evangelio no pertenece a la iglesia; es un don misterioso que
hemos recibido de Dios. No solo es un don bello, sino que es a menudo sorprendente. Eso nos
invita a que los que creemos en el Evangelio precisamente nos dejemos sorprender como
quienes sueñan y dejan que los sueños conduzcan su vida. Nos acordamos del ejemplo de José
de Egipto que soñaba e interpretaba los sueños. Aunque eso le traerá problemas con su familia
o en sus relaciones, no pudo hacer menos que soñar e interpretar con la ayuda de Dios los
sueños. Algo similar pasó con José, el esposo de María. De los varios sueños que tuvo José y de
su actitud vemos que para caminar en el camino que Jesús propone hay algunas actitudes
esenciales.
Al ejemplo de José, también una iglesia que se quiere sinodal es invitada a caminar sin olvidar
algunas actitudes muy concretas: soñar, levantarse y proteger.
Así se cumplieron las palabras del profeta Jeremías: En Ramá se ha escuchado un grito, se oyen
llantos y lamentos: es Raquel que llora por sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya
están muertos (Mateo 2,18).
La finalidad del Sínodo es: «hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer
florecer esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas, entretejer relaciones, resucitar una
aurora de esperanza, aprender unos de otros, y crear un imaginario positivo que ilumine las
mentes, enardezca los corazones, dé fuerza a las manos».