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Antonio Pérez Villahoz

PASO DE SER
EGOÍSTA
Dios hace milagros en los corazones generosos

COBEL
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

ÍNDICE con enlaces


PASO DE SER EGOÍSTA ............................................................. 1
ÍNDICE con enlaces ..................................................................... 2

INTRODUCCIÓN ...................................................................... 5
ASÍ ESTÁ EL PATIO... ............................................................. 7
¿YO SOY EGOÍSTA? .............................................................. 10
¿VALE LA PENA SER EGOÍSTA? ..................................... 14
EL GENEROSO ATRAE... Y EL EGOÍSTA REPELE ..... 18
RADIOGRAFÍA DE UN EGOÍSTA ..................................... 22
EL PEOR EGOÍSMO... EL QUE NO SE RECONOCE ..... 27
EL “SANTO” EGOÍSTA ........................................................ 31
TU VIDA PARA DIOS O TU VIDA PARA TI .................. 35
EL EGOÍSMO MATA A DIOS ............................................. 39
PONER EN VENTA TU PERSONALIDAD ..................... 43
¿SER CRISTIANO HOY ES POSIBLE?............................. 47
LA MIRADA TRISTE ............................................................ 52
NUESTRA MIRADA Y NUESTRAS INTENCIONES .... 56
LA MIRADA DE DIOS HACIA NOSOTROS ................... 59
LA MIRADA EGOÍSTA ES ABSURDA ............................. 62
EL EGOÍSMO NOS HACE INSINCEROS ......................... 65
DECISIONES QUE NO COMPROMETAN ...................... 70

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LAS DIFICULTADES SE COMEN AL EGOÍSTA ........... 73


AMIBOLA.COM ...................................................................... 76
EL VALOR DE LA AMISTAD ............................................. 79
SER AGRADECIDO NO CUESTA NADA......................... 83
DIOS HACE MILAGROS EN LOS CORAZONES
GENEROSOS ................................................................................ 86
SI QUIERES MATAR TU EGOÍSMO, ¡DÉJATE
AYUDAR! ...................................................................................... 90
EL RENCOR Y LA ENVIDIA, ÍNTIMOS AMIGOS DEL
EGOÍSMO ...................................................................................... 94
APEGARSE A LAS PERSONAS NO ES LO MISMO QUE
QUERERLAS ................................................................................ 97
EL EGOÍSMO, PUERTA DE LA IMPUREZA ............... 101
ADOLESCENTES CON EL ALMA CANSADA ............. 104
EL FRUTO DEL EGOÍSMO SE LLAMA TRISTEZA .. 107
¿POR QUE EL EGOÍSMO NOS ALEJA DE DIOS? ...... 110
¿POR QUÉ NUESTRO EGOÍSMO ALEJA A LOS OTROS
DE DIOS? ................................................................................... 114
LA VIDA DEL CRISTIANO ES SERVIR A LOS DEMÁS
....................................................................................................... 118
CONSECUENCIAS DEL OLVIDO DE SÍ ....................... 122
EL EGOÍSMO, ENEMIGO DEL APOSTOLADO .......... 126
EL EGOÍSMO Y LA LLAMADA DE DIOS ..................... 130
¡SE ME HA PASADO LA ILUSIÓN! ............................... 134

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INTRODUCCIÓN

Mala prensa tiene el egoísmo... pero no pocos seguidores.


Nadie desea ser egoísta... pero muchos practicamos este
vicio con demasiado entusiasmo.
El egoísmo tiene mucho de parásito... Cuando se instala
en el alma no hay medicamento que lo expulse
definitivamente. Regresa una y otra vez. Se reproduce
constantemente. Reaparece en los peores momentos y
tardamos en darnos cuenta del daño inmenso que nos hace.
No lo queremos, pero tampoco ponemos los medios para
quitarlo de nuestro interior. Se queda instalado dentro
como un virus maldito y contagia toda nuestra alma... y
acaba destruyendo amistades, modos de pensar y de ver las
cosas, alegrías, nobles sentimientos y hasta nuestros
principios más sólidos... y dinamita, sin duda, nuestro trato
con Dios.
El egoísmo, visto desde fuera, es patético... pero a veces
no sólo cuesta reconocerlo sino también querer remediarlo.
Y caemos en sus mil trampas y nos dejamos engañar y
embaucar por él... En muchas ocasiones, con consecuencias
nefastas e irremediables.
Si de algo todos tenemos experiencia, es que el egoísmo
nos hace pasar de Dios y de los demás. Por eso este libro
lanza un mensaje nítido: “Paso de ser egoísta”... porque el

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hecho de no querer serlo ya es el primer paso para salir de


esa situación. Sin olvidar nunca que Dios hace milagros en
los corazones generosos.

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ASÍ ESTÁ EL PATIO...

Hablemos de egoísmo... pero hagámoslo con seriedad.


Vivimos en un mundo sumamente falso, que por un lado
alaba todo tipo de actos solidarios y benéficos y, por otro,
sin anestesia inducida, te engulle con mensajes del tipo
“piensa en ti”, “no te dejes influir”, “ve a lo tuyo y haz con tu
vida lo que te plazca”.
Todos estamos muy dispuestos a retituitear frases de
apoyo a los asesinados en países en guerra, a los negros y a
los blancos que se mueren de hambre, a las niñas violadas
de un país africano, a los voluntarios de una misión
humanitaria de cualquier continente... pero, a su vez, somos
incapaces de tratar con respeto a la vecina del quinto, a no
rajar del jefe en el trabajo o ayudar a un compañero al que
se le dan mal las matemáticas. Parece que nos afecta mucho
la injusticia del que está lejos pero obviamos la del que
tenemos enfrente. Y pasamos al lado, todos los días, de
personas que sufren porque tienen hambre, no tienen
trabajo o están en la más absoluta soledad, y ni nos
inmutamos... Vemos a un pobre en la puerta de una iglesia,
o a un rumano instalado en un semáforo, y se despierta en
nosotros la desconfianza y el recelo... Nos aterra saber que
se utiliza a niñas de doce o quince años como mercancía de
explotación sexual en países europeos... pero no nos

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preocupa violar con nuestra imaginación a esa adolescente


que pasea por nuestra urbanización.
Esta es la falsedad de nuestro mundo. Nos movemos en
una sociedad con falta de autenticidad y de coherencia.
Vivimos en una calle narcotizada contra la generosidad
concreta con el de al lado. Nos encanta la palabra “servir”,
pero preferimos dejarla para actos de gran envergadura,
para programas de solidaridad de fila o... pero no para su
uso diario..., no vaya a ser que eso fastidie nuestra egoísta
manera de vivir.
Y si aplicamos este modo de ver la vida con respecto al
alma, entonces nos ponemos a la defensiva, como con
miedo a que nos puedan echar algo en cara. Cualquier
discurso que hable de lucha personal, esfuerzo, sacrificio,
olvido de sí, templanza, salir de nuestras comodidades, etc.,
nos huele a palabras huecas. Parece entonces que los únicos
vocablos que deseamos oír son aquellos que no
comprometan a nada. Y reducimos el afán de santidad a una
quimera inalcanzable. Nos agazapamos en ese lenguaje
perverso de la sociedad de hoy: “no hay que exagerar con
nada... y menos con Dios” o “la religión para aquellos a los
que les guste perder el tiempo y el dinero”, o peor todavía:
“no creo en aquellos que se pasan el día rezando en lugar de
estar en África cuidando a los muertos de hambre”. Nos
hemos instalado, admitámoslo, en una especie de miedo a
Dios, de rechazo a todo lo que tenga tintes de cosa
sobrenatural.
Y para colmo, los cristianos hemos reducido nuestra fe a
ir a Misa de doce el domingo... y además llegando tarde.
Y así pasan los años hasta que un día llega alguien, y con
su ejemplo de vida, abofetea nuestra conciencia

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adormecida de tanto pensar en uno mismo... Mira lo que


escribía un periodista tras fallecer un misionero de un país
africano por contagio del ébola: “Yo soy ateo. No agnóstico.
Ateo. O sea, que estoy convencido de que los curas se pasan
la vida creyendo en una mentira. Creo, además, que toda
mentira es dañina. Y de sobremesa en sobremesa exhibo
con arrogancia mi materialismo. Pero la coquetería me
dura hasta el preciso instante en que me entero de que un
misionero se ha dejado la vida en Liberia por limpiarle las
pústulas a unos negros moribundos. Entonces me faltan
huevos para seguir impartiendo lecciones morales.
Principalmente por lo aplastante del argumento geográfico.
Él estaba allí con su mentira y yo aquí con mi racionalismo”.
Así somos los hombres. Así somos tú y yo. Así está el
patio del mundo en el que vivimos. Por eso, si quieres que
hablemos de egoísmo, hagámoslo. Pero seamos serios... No
es un tema, vistas las consecuencias, para tomárselo a
broma por muy pavos que estemos.

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¿YO SOY EGOÍSTA?

A nadie le apetece que le tilden de egoísta. No es un


calificativo que dé gusto oír en boca de otro cuando se
refiere a uno mismo... pero la realidad es tozuda. Y ante la
pregunta de si tú y yo somos egoístas, la única respuesta
verdadera es decir que sí... Y lo somos por muchas razones,
pero la primera es porque llevamos dentro el pecado
original y tenemos una inclinación innata a ir a lo nuestro, a
encerrarnos en el caparazón de la comodidad, a usar a los
demás, a pensar en el “yo” en primer lugar, a desear antes
que nada nuestro beneficio... Por eso, y por muchos más
motivos que iremos descubriendo, no podremos negar que
tú y yo somos dos perfectos egoístas... Ahora bien, el
problema no es ser egoísta... el problema es que nos dé
igual ser egoístas... Ahí está la diferencia entre estar delante
de una buena persona y no estarlo...
A veces nos justificamos pensando que los seres
humanos nacen siendo generosos o nacen egoístas... No te
niego que la educación recibida, el propio carácter y el
temperamento de cada uno facilitan o entorpecen la virtud
de la generosidad... pero es falso afirmar que nuestra forma
de ser en la vida lo determinan nuestros cromosomas... y es
falso, porque todos experimentamos esa lucha entre ir a lo
nuestro o darnos a los demás... Todos –todos los días–
hemos de pelear contra ese hombre viejo, contra esos
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deseos innatos de comodidad y de egoísmo... y unas veces


ganamos y otras perdemos, pero, o partimos del firme
convencimiento de que llevamos dentro un egoísta que
desea mandar sobre nosotros mismos, o jamás podremos
matar a ese tirano.
Por eso, el problema no es ser egoísta... el problema es
pensar que uno no lo es. Muchas veces identificamos al
egoísta con un ser imaginario que deja desvalida a una
pobre anciana caída en mitad de un paso de cebra... Y eso
claro que es ser egoísta, pero lo triste es lo indulgentes que
somos con nuestras manifestaciones concretas de
egoísmo... Siempre nos parecen algo sin importancia, poca
cosa, algo que hace todo el mundo. Ni siquiera
reflexionamos sobre nuestra actitud por miedo a descubrir
hechos que no nos gusten. Y dejamos pasar, una tras otra,
mil manifestaciones de ir a nuestra bola y de no estar
pendientes de los demás... Y ese egoísmo, si no se percibe y
se lucha por remediar, acaba creando una costra en el alma
que impide dejarnos ayudar. Nos dirán en la dirección
espiritual que tenemos manifestaciones de egoísmo y nos
enfadaremos porque no queremos aceptarlo... y más tarde,
cuando es evidente nuestro egoísmo hasta para nosotros
mismos, ya no desearemos rectificar y nos diremos que ya
es imposible poder cambiar, que somos así, que ese es
nuestro carácter. Y nuestras razonadas sinrazones harán
ineficaz el empeño por ayudarnos...
Piénsalo... Quien no pone esfuerzo en ser generoso, en
darse a los demás, en tener manifestaciones concretas de
servicio... entonces está invirtiendo en el propio “yo”. El
egoísmo no es neutro. O va a más o va a menos.

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Cada mañana, al levantarse, solo hay una pregunta a la


que responder: ¿Elijo a Dios y a los demás o me elijo a mí
mismo? Esa es tu vida y la mía y la elección que hagamos
marcará el camino de nuestra existencia en esta tierra. Y de
responderla bien –acertadamente– nos va la felicidad en
ello. Por eso es tan importante luchar por ser generoso...
luchar por no ser egoísta.
¿Sabes cuál es el verdadero mal del egoísmo? Escúchalo
despacio, deja paladear la respuesta en tu inteligencia, no
leas esto de corrido como si fuera una frase hecha... porque
no lo es. Porque ese mal que trae consigo el egoísmo, a tu
alma y a la mía, se llama corrupción...
Quien cae en una vida egoísta, quien se queda sin salir de
ahí, destruye las más íntimas de sus convicciones, cambia
un corazón bueno por un empeño en ir a lo suyo, deja de
ser hombre de deseos para convertirse en un hombre de
profundos desalientos... y esa alma –te insisto– se corrompe
porque deja de tener una amistad personal con Cristo..., no
interioriza; cumple, pero está vacío, reza, pero no ama... su
trato con Dios no es personal, es propio de almas de folleto
pero no de almas reales, de esas que cuando sufren –
porque todos hemos de sufrir– prefieren cobijarse en el
corazón de ese Cristo que les quiere y no en los placeres de
su «yo».
Por eso, el egoísta no se entera, no pilla el fondo de las
cosas, no se fía, no se deja ayudar, no abre su alma de
verdad... De ahí que sea tan difícil «despertarle»... porque él
siempre tiene razón... porque solo mira lo que le interesa,
porque deja de agradecer, de ver su vida como un regalo y
una misión... porque solo quiere el beneficio inmediato,
aquello que le apetece y que siempre coincide –es curioso–
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con lo que no supone esfuerzo. Se huye del sacrificio, de


mirar el bien del otro... y el alma queda corrompida y
atrapada en un «yo» que, más antes que después, le genera
el hastío hacía mismo.
Eso sí –no lo olvides–, al final es la soledad, la
desesperanza y la tristeza el único premio que se obtiene
de esta amarga manera de vivir.

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¿VALE LA PENA SER


EGOÍSTA?

Todos contestaremos con un rotundo no a esta pregunta,


pero...
Y es que hay muchos peros en nuestra respuesta.
Decimos de carrerilla que ser egoísta no merece la pena
porque eso no hace feliz a nadie. Pero aunque lo sepamos,
seguimos siendo egoístas y a veces, incluso, amamos
profundamente ser egoístas; encerrarnos dentro de
nosotros mismos y desentendernos completamente de Dios
y de los demás.
Seguir la senda del egoísmo es absurdo, pero todos
tendemos a ello. La calle nos lo grita de continuo... Mensajes
como “piensa en ti”, “no te comprometas con nada ni con
nadie”, “haz lo que te apetezca” o “sigue tus instintos” están
en boca de muchos... y a veces en el comportamiento propio
¿Por qué? Por la sencilla razón de que nadie desea ser un
egoísta puro pero tampoco renunciar del todo al egoísmo.
Todos deseamos probar, antes o después, el supuesto
placer de vivir mi vida para mí.
¿Pero esto merece realmente la pena?, ¿es feliz quien
vive constantemente pensando en los demás?, ¿no es bueno
un poco de egoísmo, aunque sea en pequeñas dosis?

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Preguntas que todos nos hacemos y que conviene saber


responder con acierto.
¿Qué dirías de una madre que dijera que ella prefiere ser
egoísta? Pues aparte de agradecer mucho que esa madre no
sea la tuya, algo nos avisaría por dentro que esa madre
actúa mal, algo chirría cuando vemos el calificativo de
egoísmo puesto al lado de palabras como madre, amor,
padre, Dios, amistad, novia, etc... Y es que, sencillamente,
ser egoísta es incompatible con ser generoso y con saber
amar. Y nada merece tanto la pena como estas dos
realidades. Otra cosa muy diferente es que muchas veces
cueste, no apetezca o suponga un sacrificio notable, pero
sólo quien no desea ser egoísta de verdad, quien está
dispuesto a dejar de serlo, quien quiere luchar por ello... es
la persona que sabe responder a la pregunta de si merece la
pena ser egoísta...
No, no merece jamás la pena, pero eso hay que
comprobarlo con la propia pelea diaria, con ese ir
enterrando el “yo” que nos aparta de Dios y de los demás,
con ese ganar y perder, acertar y equivocarse de cada día,
pero siempre con el deseo de rectificar, de pedir perdón y
de recomenzar esta batalla contra el egoísmo personal. Así
–peleando así– es como se sabe a ciencia cierta que no
merece la pena ser egoísta.
¿Y cómo llegar a la generosidad? ¿Cómo se logra no vivir
pendiente de uno mismo? La pregunta tiene una sola
respuesta: amando. Sólo quien aprende a amar a Dios y a
los demás por encima del propio yo saborea esa felicidad
inmensa que proporciona la generosidad. Por eso, el
regusto del egoísmo siempre tiene sabor a placer amargo.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Sólo quien se sabe profundamente egoísta es capaz de


desear de verdad no serlo. Quien se engaña pensando que
no lo es –que hay muchos peores que nosotros–, jamás
dejará de buscar su placer y su comodidad.
Sólo quien es capaz de matar el “me apetece” para
sustituirlo por el “darse a los demás”, entenderá que no hay
negocio más rentable que vaciar el propio “yo” para que
solo quepan los otros... pero eso es algo que le toca a cada
uno descubrir. Así es como se experimenta que no hay
alegría mayor que vivir para servir a Dios y a las almas... Así
es como se entiende que para conseguir «la felicidad no se
necesita una vida cómoda sino un corazón enamorado».
Por eso, ¡qué triste es el sendero de los que renuncian a
ese ideal grande de la generosidad, qué penosa la existencia
de los que prefieren una vida sin lucha y sin esfuerzo! Y si
ese es el camino que quieres, entonces continua con esos
días de no hacer nada... Déjate –como siempre– vencer a la
hora de la tentación. Acuéstate cuando más te apetezca y
levántate cuando te venga en gana. No tengas ningún plan
de vida de piedad. Procura no aprovechar el tiempo en el
estudio. Marea todo lo que puedas y mira toda la televisión
que te dejen. Víciate con cualquier juego de ordenador y
navega por internet sin límites de tiempo y sin criterio. Deja
que tus ojos vean todo lo que quieran y dile a tu
imaginación que corra y vuele por el trastero de tu
sensualidad... Y, sobre todo, no pienses en los demás sino en
ti y en tus cosas. Llena de antipatías y recelos tu trato con
los otros, apégate a los que te caigan bien y adormece tu
conciencia cuando te hablen de conceptos como Dios, lucha,
sacrificio, reciedumbre, alegría, servicio, entrega, lealtad,
honradez o generosidad...
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¿Serás capaz luego de decirte que eres una persona feliz...


que estás contento de verdad?

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EL GENEROSO ATRAE... Y EL
EGOÍSTA REPELE

¿Quién es realmente feliz en esta vida? ¿Aquellos que lo


tiene todo y no necesitan de nada? Por el índice de suicidios
de los multimillonarios, ya se ve que no... Entonces, ¿para
ser feliz hay que vivir en una cloaca y pasar hambre hasta
rabiar...? ¿Nuestra felicidad depende del dinero que haya en
nuestra cuenta bancaria?, ¿o de que todo nos salga bien, no
tengamos problemas con nadie, aprobemos sin estudiar,
estemos sanos y nos toque la lotería dos veces al año? Es
verdad que hay cosas que ayudan a alcanzar la felicidad,
pero todos sabemos que ser feliz no es eso... es algo más.
Mucho más.
La felicidad, a veces, es difícil definirla... pero la tristeza
es más fácil de detectar. Quien no está alegre es porque
tiene egoístas problemas personales; le falta paz y le sobran
miserias acumuladas. La tristeza es fruto de una
imaginación descontrolada que nos hace sentirnos víctimas
cuando las cosas no salen como queremos, y entonces nos
comparamos con los demás y nos entristecemos por no
tener lo que ellos tienen (dinero, poder, belleza, éxito...). Y
olvidamos que sólo quien piensa de manera habitual en los
demás es capaz de salir de uno mismo. Sólo quien desea la
felicidad de las personas que le rodean, que son sangre de

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

su sangre, amigos que trabajan junto a él, aquellos con los


que comparte afanes e ilusiones... sólo ese descubre que la
auténtica felicidad está en darse generosamente a los otros.
La persona que es generosa, atrae, y el que es egoísta
crea a su alrededor un sentimiento de rechazo, un deseo de
no estar junto a él. Nadie está a gusto al lado de un tipo que
va a la suya, sólo pendiente de sus cosas y de pasárselo
bien. Por eso, hay planes –una cena, una convivencia o la
celebración de un cumpleaños– en que uno está mejor si
una persona determinada no acude...
Y por el contrario, todos admiramos a aquellos que son
generosos, que saben darse y pensar en los demás, que se
olvidan de sus problemas personales para dedicarse a los
problemas de los otros. A todos nos resulta fácil querer a
aquellos a los que de verdad les importamos... Por eso,
hasta humanamente hablando el egoísmo es repulsivo, es
una lacra que debemos eliminar de nuestro interior. Pero
jamás lo lograremos si vivimos pendientes de nuestro «yo»,
de nuestra propia felicidad, de buscar constantemente
compensaciones que nos satisfagan ¿Alguna vez hemos
pedido al cielo que mate por completo nuestro egoísmo?
¿Deseamos de verdad dejar de ser egoístas con Dios y con
los demás o, por el contrario, nos quedamos anclados
buscando una y otra vez nuestro capricho, nuestros planes,
nuestros gustos? ¿Estamos dispuestos a darnos aunque no
nos apetezca?
Piénsalo despacio... Sólo quien vive pendiente de los
demás puede ser feliz. Sólo quien desea ser generoso
descubre una verdad imposible de asimilar en el mundo del
egoísta: que Dios y los demás son más importantes que yo.
Y de ahí se deriva que la vida solo merece la pena ser vivida

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si está al servicio de Dios y de las almas. Y aceptar eso


supone rechazar muchas verdades que el propio yo nos
hace creer como ciertas. Y la primera es convencerte de que
serás un desgraciado si pones todo tu corazón y todo tu
empeño en querer a Dios y a los otros por encima de ti
mismo. Es una de las grandes paradojas del cristianismo...
el único que es feliz de verdad es aquel que se decide a no
serlo, que se decide a matar su propio “yo” (sus gustos, su
tiempo, sus caprichos...) para poner todo su ser al servicio
de ese Dios que le ama con locura, y de los demás hombres
que conviven con él. Por eso, querer ser generoso
compromete de verdad, aunque sea mucho más fácil y más
cómodo ser egoísta...
Pero ante ese panorama, ante este ambiente que hace tan
atractiva la vida egoísta, ante esta calle que una y otra vez
nos habla de huir de Dios, de ir a la nuestra, de no
complicarnos la vida, de pensar sólo en nosotros... hemos
de recordar –¡cuántas veces lo olvidamos!– que tú y yo
¡somos de Dios!... Eso se lo habremos dicho a Cristo muchas
veces: «¡Señor, quiero ser enteramente tuyo!». ¿Y luego?...
Luego vemos que cambiamos de parecer, que preferimos
nuestros tesoritos humanos, nuestras seguridades, nuestro
afán de disfrute, nuestra pereza, nuestros placercillos
sensuales y asquerosos... Y ha de ser el pensamiento –¡la
convicción!– de saber que Dios se apoya en ti y en mí lo que
sacuda tanto egoísmo anclado en el alma... Y llenos de una
fuerza que no es nuestra, seremos capaces de decirle de
nuevo a ese Dios que nos espera: «¡Soy tuyo y a Ti me
entrego!... Toma mi barca, mi juventud, mis rebeldías, mis
pasiones, mis miedos y mi vida entera... ¡y haz con ella lo
que quieras!».

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Ten por seguro, entonces, que lo que nos sacará tantas


veces de nuestra poltronería, lo que ahuyentará los miedos
de saberse tan poca cosa por dentro... y tan capaz de
fornicar con el pecado..., lo que convertirá en fecundo las
tierras quemadas de nuestra labor apostólica, lo que
vencerá a nuestras inseguridades, lo que cambiará nuestro
corazón egoísta en un corazón generoso... será ese ímpetu
divino –¡la Gracia!– que nos empujará a desear cada día el
título más noble de un cristiano: ¡ser el consuelo de Dios!
¿Serás capaz de preguntarte ahora si deseas o no una
vida generosa?

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RADIOGRAFÍA DE UN
EGOÍSTA

Hablar de actitudes egoístas es hablar de nuestra vida de


cada día. El egoísmo no es un privilegio de unos pocos... es
un cáncer extendido en el alma de casi todos. La única
diferencia radica en el afán de curarnos, aunque nos vaya
toda la existencia en ello y jamás acabemos de estar
totalmente sanados. No querer ser egoísta es la gran
medicina que combate de raíz este mal del alma.
Sin ánimo de agotar el tema, se exponen a continuación
algunos síntomas claros de egoísmo. Identificarse con ellos
es la cosa más normal del mundo. Pretender eliminarlos ya
es tarea que compete a cada uno con la ayuda del cielo y de
esa persona que dirige tu alma.
La primera manifestación del egoísta es no querer dejar
de ser egoísta. Parece obvio pero a veces lo olvidamos.
Egoístas somos una inmensa mayoría... pero no querer
dejar de serlo nos hace doblemente egoístas y, además, nos
hace incapaces de salir de ese túnel que conduce al peor de
los fracasos: olvidarse de amar.
Otra manifestación es la soledad que desborda el egoísta.
Y la soledad no es solo física (que a veces también lo es,
porque nadie desea estar a su lado) sino que es sobre todo
interior. Por eso, la conversación del egoísta acaba

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

cansando porque no tiene nada que aportar que no sea


hablar sobre él mismo y sus circunstancias.
El egoísta, a su vez, se vanagloria de estar pensando en
él. Su “yo” aparece de continuo. Cuando cuenta algo,
siempre queda bien y los otros casi siempre quedan mal. Lo
que él hace o dice está mejor hecho y mejor dicho que lo
que dicen o hacen los demás. Y encima no le importa mentir
sobre sus hazañas si con ello queda mejor ante los otros.
El que anda por la senda del egoísmo tiende a
sobredimensionar los problemas; lo exagera todo y, cuando
cuenta lo que le pasa, parece que todo es irremediable y
nada tiene solución. Interpreta de forma torcida la palabra
y las reacciones de los demás. Sospecha, de inicio, de
aquellos que no le admiran y es capaz de juzgar sus
pensamientos e intenciones, aún sin preguntar a los
interesados. Adquiere una susceptibilidad casi enfermiza
ante bromas y comentarios que no buscan ofender a nadie.
Se llena de problemas personales que inventa su
imaginación: envidias encubiertas de juicios críticos, un
orgullo que se siente herido ante cualquier corrección, un
estar evaluando de continuo el “cómo estoy” y el “cómo
quedo”. Y esa retahíla de agravios inventados acaba
haciendo insoportable la convivencia. Crea a su alrededor
un clima irrespirable donde falta confianza y amistad..., y
ahí es difícil que los otros se muestren naturales, como
realmente son... Por eso, los que están a su alrededor
acaban adoptando posturas defensivas... y el egoísta,
muchas veces de manera inconsciente, se encierra más y
más en sí mismo y deja así de disfrutar de la compañía de
los demás.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

El egoísta desea dominarlo todo. No soporta que los


“suyos” hagan las cosas de forma diferente a como él desea
que se hagan. Su afán de control llega a la obsesión de
querer moldear el carácter de los otros a su gusto y
semejanza. En su relación con los demás se llena de
antipatías y apegamientos. Desea constantemente
despertar admiración entre sus compañeros y amigos, lo
que le conduce a una dependencia afectiva sobre la opinión
que los demás tienen sobre él. Sus estados anímicos suben
y bajan por nimiedades bastante irracionales, y hace poco
por dominarlos. De ahí que sus enfados y quejas asomen
con demasiada frecuencia... Se siente herido por acciones
que apenas tienen importancia, y se altera con palabras que
no suponen en modo alguno una ofensa... Es su imaginación
–centrada en él mismo– quien le hace ver la realidad de una
manera tan desenfocada y susceptible. Por eso, el egoísta,
camuflado en el traje de una seguridad en sí mismo, es
realmente una persona tremendamente insegura..., es como
un niño pequeño que busca constantemente la aprobación
y la aceptación de los demás. Y esa huidas constantes de
todo lo que supone sacrificio, impide que abandone esa
inmadurez humana y afectiva.
Egoísta es quien prefiere mil veces hacer sus planes
aunque los otros deseen algo diferente. Egoísta es quien
trata con desprecio a sus amigos... porque en el fondo se
considera superior a los demás. Y no tiene reparos en
llamarlos por el mote aunque suponga humillarlos. O hace
el chiste fácil aún a costa de dejar en ridículo al de al lado.
Lo único que desea el egoísta es no quedar él nunca mal,
pero no le importa si eso les ocurre a otros... aunque sea a
los que califica como sus “mejores amigos”.
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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

El egoísta es aquel que prefiere que le cuenten cosas que


le diviertan para así no cansarse él en hablar. Por eso, pocas
veces inicia un diálogo preguntando por las vidas de los
demás. Y en su vertiente opuesta, es aquel que acapara
todas las conversaciones y nunca deja hablar a los otros.
Egoísta en su versión mas educada es aquel que solo coge el
teléfono y responde un wathsapp si a él le interesa. Y no
devuelve las llamadas a sus amigos porque nunca
encuentra el momento ideal. Pero ay si es el otro quien no
coge el teléfono cuando soy yo el que le llamo...
Egoísta es aquel que no estudia cuando sabe muy bien
que ese es su deber, a sabiendas del sacrificio de unos
padres que se gastan cada día por darle la mejor educación,
muchas veces a costa de pasarlo mal y de hacer
innumerables renuncias.
Egoísta es quien utiliza los dones que ha recibido de Dios
para su disfrute personal, olvidando que no son suyos y que
habrá de rendir cuentas de cómo los ha empleado. Nuestro
paso por la tierra puede servir para hacer felices a los otros
o para buscar nuestra exclusiva felicidad... O se vive
“poniendo el corazón en el suelo para que los demás pisen
blando” o bien se usa a los otros de alfombra para que mi
“yo” no sufra al pisar el duro suelo.
Y uno se convierte en egoísta en grado heroico cuando
pierde la capacidad de compadecerse de los demás. Quien
no sufre por un amigo que pasa por una pena es que se ha
quedado sin corazón... no digo quien finge sufrir sino quien
no sufre de veras. Egoísta es quien pasa de otro cuando ve
que tiene un problema. Egoísta es quien no reparte alegría
a su alrededor, o el que va de guay y trata a los demás con
desprecio, como mirándoles por encima del hombro.
25
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Y finalmente, y sin ánimo de abarcarlo todo, la peor


manifestación del egoísta –y la madre de todos los
egoísmos posibles– es pretender ponerse por encima de
Dios, tratándole con la fría moneda de la indiferencia. Quien
no es capaz de tener un corazón que sepa pedir perdón,
quien renuncia al arrepentimiento y al dolor ante el propio
egoísmo, ha tirado por la borda enteramente su vida
porque será incapaz de recibir a Dios, incapaz de descubrir
el inmenso bien de un corazón generoso, incapaz de dejarse
amar por Él.
Al egoísta le repatea darle su tiempo a Dios, y huye, por
tanto, de hacer oración, o de ir a Misa, o de tener un detalle
de delicadeza con Dios si no es a cambio de algo... Y es que
llamarse cristiano y no querer que Cristo coja tu vida
entera, no solo no es posible sino que es totalmente
imposible.

26
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

EL PEOR EGOÍSMO... EL QUE


NO SE RECONOCE

Si existieran varios grados de egoísmo, el peor de todos,


el único incurable y mortal... sería el egoísmo que no se
reconoce.
Y te aseguro que este tipo de egoísmo está mucho más
extendido de lo que uno se imagina.
A veces confundimos ser una persona egoísta con no
darle pipas al tío que tenemos al lado viendo una película, o
al que dice todo el día sandeces sobre lo buena persona que
es, los magníficos dones que tiene o lo inteligente que ha
salido... Pero esos egoísmos son tan patentes que es difícil
picar sin darse uno cuenta... o sin que el vecino te lo
restriegue a la cara con una frase irónica y mordaz.
El egoísmo mas peligroso es aquel que escondemos en
envoltorios de papel brillante bajo la forma de virtud,
cuando en realidad actuamos con intenciones retorcidas en
nuestro corazón... ¡Cuántos “favores” habremos hecho solo
con el fin de conseguir algo de la otra persona! ¡Cuántos
aparentes detalles desinteresados esconden deseos de ser
admirado o valorado por los demás! ¡Qué peligroso es ese
tipo de egoísmo! ¿Sabes cuál es la prueba de la generosidad
verdadera? Aquella que se hace fuera de los focos de las
cámaras, que no busca el aplauso ni mendiga un premio por

27
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

lo que hace; aquella que comienza en la rectitud de


intención del corazón; aquella que empieza queriendo
servir a ese Dios con el único deseo de agradarle...
A veces las personas somos muy retorcidas. Las
intenciones nobles y mezquinas se entremezclan, se
contraponen y conviven demasiado juntas... Por eso, caer
en el egoísmo es muy fácil, aunque no nos demos cuenta de
ello, y por eso nos conviene rectificar de continuo, y más
cuando percibamos asomarse en nuestro interior un “yo”
que se anda buscando a sí mismo.
Ser egoísta se consigue sin esfuerzo. Lo complicado y
costoso es luchar por no serlo. Y lo peor es no reconocer
que somos muchas veces egoístas... y todavía peor es
querer negarlo cuando en la dirección espiritual nos lo
hacen ver con claridad. ¡Qué triste toparse con alguien que
se niega a ver la realidad de su vida... la realidad de una
existencia que se ha cerrado a Dios por puro egoísmo y que
se va cerrando a los demás porque solo priman los
intereses personales! ¡Y qué pena si somos tú y yo quienes
padecemos esta triste enfermedad!
Por eso, estemos alerta... y tengamos los oídos bien
abiertos para que Dios pueda ayudarnos a no caer en esta
sordera del alma. Un egoísmo que no se reconoce es un
egoísmo incurable. Y como muchas veces tendemos a
juzgarnos comparándonos con los demás (¡craso error!),
nos excusaremos diciendo que hay muchos peores que
nosotros. Y evitaremos así reconocer que somos egoístas, y
llamaremos pequeños descuidos a lo que son
manifestaciones de egoísmo evidentes, y llamaremos
olvidos a lo que es pasar de Dios a todas luces... y no
querremos rectificar porque no le daremos importancia a

28
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

nuestros errores. Estaremos más preocupados de satisfacer


nuestro “yo”, de ir a nuestra bola... y así no se puede amar ni
a Dios ni a los demás, porque entonces los otros (incluido
Dios) solo me interesarán si me aportan algo, y por ahora
no veo nada interesante que me lleve a darme a ellos..., y
como mucho me limitaré a cumplir con meras posturas
corteses y formularias que tranquilicen mi conciencia... y
me conformaré con ir a Misa cuando toca y con hacer
alguna cosa más, pero mi corazón y mi forma de razonar
estarán muy lejos de Dios.
No será cumplir su voluntad lo que me importe... No será
darme por entero a Él, no será entregarle mi cariño y mi
corazón, no será sacrificarme yo para darle satisfacción a Él
lo que me mueva... Y ese es el peor egoísmo de todos,
porque muchas veces ni se ve ni se quiere reconocer,
aunque resulta patente si ponemos un poco de mirada
cristiana en nuestra vida.
Muchas veces deberíamos preguntarnos: Honradamente,
¿a mí me importan Dios y los demás?, ¿o me importa solo
pasármelo bien, ser bueno a secas, no pecar gravemente y
ya está? Porque hasta que Dios y las almas no ocupen el
primer lugar de mi vida, tendré a la tristeza de compañera
inseparable... Pero para tener una alegría estable en el alma
y matar nuestro egoísmo, primero hay que reconocerlo. Así
se puede empezar a luchar sin vivir en un mundo de
mentiras. Así se puede ser cristiano sin que tengamos que
esconder nuestra conciencia.
Por eso, cuando la Iglesia –esa Iglesia nuestra a la que
hemos de amar cada día más– nos llama a “montar lío”, nos
llama a lanzarnos a dar paz y alegría a las almas, a
conquistar el corazón de los nuestros para Dios, entonces,

29
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

no podemos cerrar nuestros oídos, hacer como que no


escuchamos, huir de esta pelea por dar consuelo a un
mundo tan falto de esperanza... ¡Tú y yo no podemos
quedarnos a la orilla ante ese grito de Cristo de “ir mar
adentro”; no podemos –no queremos– convertirnos en
unos calculadores egoístas, en personas cuyo único afán sea
contentar a todos al precio de encoger los hombros y volver
la espalda ante esa petición de nuestro Dios... ¡Tú y yo
hemos de ser pioneros, conquistadores de nuevos mundos
que pongamos a los pies de ese Cristo deseoso de la
amistad con los hombres... Y ese querer servir a Dios –no a
nuestro “yo” – será motivo para rechazar el egoísmo y
entregarnos del todo; no un poco, no hasta que nos cueste,
no hasta que no apetezca... ¡Si nos damos, nos damos del
todo... hasta la eternidad!

30
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

EL “SANTO” EGOÍSTA

Hay un tipo de personas que padecen una enfermedad de


difícil remedio. Son los “santos” egoístas... Y como no es
fácil definirlos, podemos aproximarnos a ellos analizando
su forma de funcionar por la vida: son personas
aparentemente buenas, de educación exquisita, de maneras
sociales envidiables, con grandes dotes para la relación con
los demás... pero absolutamente vacías por dentro. Te
aproximas un poco más a ellos y compruebas que todo lo
que destilan es fachada, pura apariencia, mero formalismo...
un simple dar el pego pero sin nada que aportarte.
Y dentro de esta especie, están aquellos que llevan
aparentemente una vida cristiana ejemplar, pero solo de
cara a la galería. Son gente estupenda que va a Misa incluso
alguna vez entre semana, hacen su rato de oración casi a
diario, poseen un vocabulario ascético que emplean cuando
hablan con el sacerdote... pero no tienen a Dios dentro de
sí... Son pura hojarasca, parecen que tienen luz pero están
apagados en su interior; cumplen pero no viven lo que
hacen, son educados pero no generosos... están tan
ocupados en “ser santos” que no tienen tiempo para
escuchar los problemas reales de los demás... Son aquellos –
ojalá no nos ocurra esto a ti y a mí– que conviven con la
apariencia de un deseo de Dios cuando, en realidad, su
corazón está muy lejos de Él.
31
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Son los mismos que se llenan la boca de palabras como


generosidad, paz, amor, tolerancia, respeto... de
sentimientos de compasión con los más pobres y
necesitados, de indignación ante la exclusión social y la
necesidad de ayudar a los más desfavorecidos... pero luego
en su casa no hay quien los aguante. Son los mismos que
critican la falsedad y la hipocresía de este mundo... pero
luego no tienen pudor alguno en rajarte por la espalda. Son
los mismos que se escandalizan cuando oyen hablar de
dinero fácil y corrupción... pero luego no les repugna llenar
con céntimos el cepillo de la Iglesia. Sus actos denotan la
más pura frialdad cuando se trata de darle a Dios su tiempo
y su cariño... Son los mismos que dicen que Dios es lo
primero en sus vidas y luego actúan poniendo a ese Dios a
misma altura del betún.
Por eso, el “santo” egoísta tiene esa extraña capacidad de
engañarse a sí mismo sin apenas pestañear... Dice con la
boca que desea amar a Dios sobre todas las cosas pero
luego refunfuña si le planteas objetivos más altos en su vida
cristiana; afirma que Dios es lo primero y luego detesta
preguntarle a ese Dios qué hacer con su vida por miedo a
escuchar la respuesta... Y para que su conciencia no le eche
nada en cara, se dice a sí mismo que está a gusto como
está... ¿Por qué es tan difícil reconocer que nuestro
problema es de puro egoísmo? ¿Por qué mentirse así y
pretender esconderse de ese Dios que nos súplica que
salgamos de nuestro caparazón egoísta?
Este tipo de personas tienen, a su vez, un don innato para
lograr que Dios adapte su voluntad a lo que ellos desean...
¿Cómo un Dios que dice que me ama va a pedirme algo que
me cuesta horrores hacer? Y así, sin inmutarse, cree que ya
32
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

puede quedarse tranquilo porque Dios ha entendido su


irrefutable razonamiento... Y tras esa manera de pensar tan
“cristiana”, introduce en el capazo de su egoísmo
argumentos tan obscenos como estos: “¿Quién se ha creído
Dios que es para pedirme que haga la oración o vaya a Misa
todos los días, o que luche por vivir con finura la santa
pureza, o que abandone esas compañías que me alejan de
Él, o que me convierta de corazón para encauzar mi vida
hacía la santidad, o que tenga la generosidad de entregarle
mi vida entera por completo?”.
Pensarás que esto no le ocurre a nadie con dos dedos de
frente, pero desgraciadamente no es así. He conocido a
muchos que se comportan de esta manera. Tratan a Dios
como si fuera uno más de los “pesados” que llaman a tu
puerta para venderte una enciclopedia... Parece como si se
contentaran con darle algo de vez en cuando para que les
deje tranquilos (un rato de oración a destiempo, una Misa a
mitad de semana, una pequeña mortificación hecha casi por
equivocación...), cuando en realidad lo que les está pidiendo
Dios es un corazón generoso que sepa darse a todos. Y esa
actitud de rechazo, apenas perceptible en sus inicios, va
configurando un carácter y un corazón calculador incapaz
de amar de verdad... incapaz de entender que la peor
enfermedad del alma es precisamente desbancar a Dios
para poner el “yo” en primer lugar. Y así, si no se rectifica a
tiempo, el corazón se embota, la persona se encierra en sí
misma y se muestra incapaz de arrepentirse de su actitud.
Queda atrapada en un egoísmo atroz, camuflado de respeto
por Dios cuando en realidad se hace el peor de los
desprecios: poner el “yo” en el lugar que le corresponde a
Dios.

33
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Y ese Dios lo que nos pide a ti y a mí es una vida de


confianza plena en Él. Desea una unión total con nosotros,
una entrega que lo abarque todo. Por eso un cristiano es
una persona que quiere decirle a Dios que sí en todo lo que
le pida... y ¡siempre!
Cristo, en su paso por la tierra, tenía la única ilusión de
cumplir la voluntad de su Padre. Ese era su alimento, su
razón de vivir. Por eso, ser egoísta –desear cumplir mi
voluntad– es la vida menos cristiana posible. El egoísmo y
el cristianismo son dos posturas irreconciliables.
De ahí que ante las grandes locuras divinas –la
Encarnación, Dios hecho Hostia– podemos los hombres
corresponder con pequeñas locuras humanas –un piropo
encendido, un gesto de amor– que alegren el rostro de
Cristo maltratado por esos presuntos cristianos –los
“santos” egoístas– que buscan con ahínco que su voluntad
se imponga a la de Dios.

34
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

TU VIDA PARA DIOS O TU


VIDA PARA TI

“No voy a ir a Misa porque paso. Además, hoy no es


domingo y no tengo obligación de ir”. Me lo decía un chico
de apenas quince años una mañana de un jueves gris de
febrero. La frase me impactó más bien poco. Lo que más me
llamó la atención fue el tono de desprecio y desinterés con
que la dijo. Parecía que se refería más bien a un cualquiera...
¡y era Dios! Lo que me impactó de este chico fue su frialdad
con las cosas divinas. Y pensé: “Oh Dios mío, ¡cuántas veces
habré actuado yo igual, o peor, y jamás hubiera imaginado
el dolor que te estaría causando!”.
Y es que cuando nos referimos a Dios, el egoísmo se
convierte esencialmente en algo patético. Cuando Cristo
dice: “el que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí
mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mt, 16, 24), lo
que nos está diciendo es que la vida o se la das a Dios y a los
demás... o la empleas en beneficio propio. Así se entiende
mejor aquello de que “si uno quiere salvar su vida, la
perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará” (Mt,
16, 25)
Siempre he pensado que es el egoísmo la razón última
por la que tantas y tantos se alejan de Dios. Ese vivir
constantemente centrado en uno mismo y ese rehuir toda

35
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

ayuda posible para nuestra alma, es la causa de que muchos


hayan construido sus vidas al margen de Dios. Pero si Él
existe –¡y existe!– me reconocerás que esa actitud es
patética... por mucho que tú y yo la vivamos con demasiada
frecuencia.
Porque la vida –la tuya y mía de todos los días– solo cabe
vivirla cara a Dios o de espaldas a Él. No sirve el sí pero no...
¡no sirve aunque lo intentemos de continuo! Es absurdo
decirse a uno mismo que quiero que Dios sea lo primero, y
luego actuar con la frialdad de un desalmado cuando toca
elegir a Dios o a nuestro yo. Y lo patético es funcionar como
si nada, como si diera exactamente igual actuar bien o mal
con Dios..., como si aquí el único importante fuera nuestro
puñetero “yo”, nuestra comodidad, nuestro egoísmo.
De verdad que es muy conveniente pararse de vez en
cuando a meditar sobre esta realidad: ¿Quién eres tú y
quién es Dios? ¿Cabe en alguna cabeza sensata tratar a Dios
como si de un ser inferior se tratara, cómo si nosotros
fuéramos más importantes que Él?, ¿es lógico actuar así con
Dios?
Y este es el mayor error en el que caemos
habitualmente... el de pensar que da igual cómo actuar de
cara a Dios. Él es Padre misericordioso... es verdad, pero eso
no nos da ningún derecho –al contrario– a tratarlo con
desprecio. Pensarás que lejos de ti esa actitud... ¿Pero no es
algo muy parecido al desprecio ofender a alguien y no
dolerse siquiera de ello?, ¿no es desprecio ver en tu vida y
en la mía tanto egoísmo ante las cosas de Dios y no pedir
siquiera perdón?, ¿no es desprecio huir de Dios cada día al
rechazar un sacrificio hecho por Él, o al omitir
voluntariamente una práctica de piedad, o no luchar para

36
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

tenerle más presente durante la jornada, o caer una y otra


vez... y que nos dé exactamente igual?
Si al final de tu día ves que no has rezado nada porque no
has querido, o te has dejado llevar por la pereza y no has
estudiado, o tienes tu habitación sin recoger, o le has dicho
que no a Dios en una pequeña mortificación, o no has
querido luchar en tener mas presencia de Dios en la calle o
en el colegio, o has descuidado la vista y has dejado que tus
pasiones corrieran mientras navegabas por internet, o ves
que no haces ni caso de lo que te aconsejan en tu dirección
espiritual... entonces es la hora del dolor sincero, de pedir
perdón con el corazón, con el deseo de rectificar... No
olvides que el cáncer del egoísmo surge cuando perdemos
el hábito de la contrición, el hábito de pedir perdón...
cuando dejamos de ser delicados con las cosas de Dios y la
piel de nuestra alma se embrutece ante tantas omisiones en
pequeños detalles de amor.
Piénsalo: podemos hacer las cosas mal pero no nos
puede dar igual hacer las cosas mal. Esa es la absoluta
diferencia entre ser un egoísta perfecto y luchar por no
querer serlo. Cuando se deja de decir “Dios mío, te pido
perdón”, cuando nos da exactamente igual hacer las cosas
bien que mal..., hemos caído en el peor pozo posible. Y te
aseguro que detrás de ese rechazo de Dios vendrá una
retahíla de traiciones y lamentos en los que jamás
querríamos haber entrado...
Por eso es ahora el momento de recomenzar. De pedir
perdón a Dios con toda el alma por nuestras omisiones, de
corazón, sin disimulos ni mentiras, por todas las veces en
que no nos ha importado ser egoístas. Si de verdad decides
–de hoy hasta el último día de tu vida– que te duela tu

37
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

egoísmo... si rechazas esa actitud de que te dé igual ser


egoísta que no serlo... si pones todo tu empeño en pedir
perdón cuando te veas mil veces vencido... no dudes que
entonces habrás ganado la más importante de las batallas
de un cristiano: la de responder que sí cada mañana para
que tu vida sea para Dios y no para desperdiciarla en
satisfacer tu “yo” egoísta.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

EL EGOÍSMO MATA A DIOS

Esta es, posiblemente, la consecuencia más visible de


aquellos que no luchan por matar su egoísmo: la muerte de
Dios en su vida concreta. Para el egoísta, Dios ha muerto a
efectos prácticos... Puede creer vagamente en Él, puede
incluso ir a Misa o hacer un rato de oración pero, en el
fondo de su corazón, ya no cuenta con Él, no quiere saber
nada de Él, no se preocupa por Él. Dios es un ser extraño
que incomoda, un vago recuerdo de la infancia, alguien o
algo al que no se le puede amar porque no se le desea
tratar.
Una vez le hablaba así a un chico en plena adolescencia.
Se me quedó mirando con cara de decir: “¿pero qué la
pasará a este buen hombre para decir estas cosas?”. Como
percibí su perplejidad, le dije: ¿No me crees? Entonces
piensa en tus amigos, o en aquellas épocas de tu vida en que
no has contado con Dios: ¿por qué era? Dime si no es
verdad que a veces tratamos a Dios como si fuera un Dios
muerto o un Dios tonto. Eso se ve en el modo de rezar, en el
modo de estar en Misa o después de comulgar. A veces
cacareamos frases sin sentido, a toda pastilla, cuando
rezamos el rosario..., o estamos mirando al techo o al reloj
cuando hacemos un rato de oración. Y eso nos pasa porque
no nos creemos que a Dios le importamos de verdad..., y a
ese Dios le duele nuestra obstinación, nuestro cerrarnos a
39
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Él, nuestro vivir como si estuviera muerto; un Dios al que


no le reconocemos que pueda influir en nuestra vida de
cada día, del que pensamos que no tiene derecho a pedirnos
nuestro amor, nuestro tiempo, nuestra dedicación o
nuestra existencia entera...
No sé si este chico entendió algo de lo que quería decirle,
pero pienso que es así. Pienso que la triste suerte de la vida
de los cristianos de hoy, muchas veces de la tuya y de la
mía, es ver cómo la fe se nos ha quedado en la cabeza pero
no ha penetrado en el corazón. Nuestra fe no es una fe
práctica que sabe que yo a Dios le importo. Es una fe
teórica, una fe de asistir a Misa el domingo, de cartel de
cristiano pero que no influye en mi vida concreta, que no
influye en los problemas que tengo, o en mis alegrías o en
mis dolores. Vemos a Dios como un Dios de museo de cera,
como un Dios momia que anda en las alturas pero que no
forma parte de mí mismo. Y es que el egoísmo es vivir con
el convencimiento de que Dios, a efectos prácticos, está
muerto.
Por eso, nos dice San Josemaría Escrivá, “considera si te
has entregado de una manera oficial y seca, con una fe que
no tiene vibración: si no hay humildad, ni sacrificio, ni
obras en tus jornadas; si no hay en ti más que fachada y no
estás en el detalle de cada instante..., en una palabra, si te
falta amor”.
Pero ese Dios asesinado por nuestro egoísmo, lo que
desea decirnos es que está vivo... que la vida nuestra a Él le
interesa. Y ante ese grito de súplica de Dios, muchas veces
el hombre vive ignorando a Dios. Porque vivir con Dios
compromete. Vivir sabiendo que yo a Dios le importo
supone salir de uno mismo, remar en un mundo que no es

40
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

cómodo, tener que complicarse la vida en favor de los


demás. Por eso el egoísta necesita olvidar a Dios, matarle
por la espalda con el fin de no pensar que vivir así es vivir
una vida absurda... Es el narcótico que esta sociedad quiere
hacernos tragar para que nadie nos recuerde que Dios sigue
vivo.
Quien tiene un corazón generoso, sin embargo, se
encuentra con Dios. Se encuentra delante de todo un Dios
hecho hombre, Jesucristo, que le pregunta: ¿Qué quieres
que haga por ti?, ¿qué necesitas de mí? Y descubre entonces
que el mayor gozo de ese Dios vivo es la felicidad de los
suyos... ¡tú propia felicidad! Y es así como Él nos enseña a ti
y a mí a no vivir en soledad... en la soledad que produce una
vida vivida sin Dios, en la soledad que produce la tristeza de
tener un corazón seco, aburrido, donde no cabe más
preocupación que los sinsabores que genera el propio “yo”.
Y si le dejamos, Dios nos enseña la belleza de una vida
vivida para los demás; nos convence que hacer felices a los
otros, preocuparse por los otros, servir a los otros es el
único camino –no hay más– para encontrar la alegría y la
paz interior.
Pero todo eso supone querer cambiar. ¡Y eso cuesta! ¡Y a
eso nos resistimos como pez fuera del agua porque
pensamos que acercarse a Dios supondrá dejar de ser feliz,
dejar de hacer lo que nos gusta! Y le cogemos miedo a Dios,
y nos entran espasmos ante la idea de entregarnos a Él, y
empequeñecemos nuestra generosidad por temor a que
Dios cada vez nos pida más.
Y así no saldremos nunca de la mediocridad, de un trato
con Dios puramente formal, pero que no influye en nuestra
vida concreta. Y por eso nuestra oración es siempre

41
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

aburrida, porque no queremos abrirle enteramente el


corazón a Dios, porque nos resistimos a tener que entregar
nuestra comodidad y nuestro egoísmo... ¿Y cómo salimos de
este circulo vicioso, de ese estar siempre enfangado en las
mismas cosas? ¡Pidiéndoselo a Dios! Él ya sabrá cómo
hacerlo, cómo convencernos y cómo sacarnos de ahí... Y si
lo hacemos, si se lo pedimos con todo el corazón, habremos
empezado a descubrir la maravilla que es una vida
entregada para dar gloria a Dios y para servir a las almas...
¡y cuando lo descubras verás que eso sí merece la pena de
verdad!

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

PONER EN VENTA TU
PERSONALIDAD

¡Si queremos, con nuestras vidas, mostrar a Cristo a los


demás –esa es la misión de un cristiano–, no podemos
hacerlo ni con caras tristes ni con caracteres amargos y
resentidos! ¡Demasiados se han alejado ya de Dios por
tener delante cristianos que lo eran sólo de nombre!
Para dar a conocer a Dios con nuestra vida necesitamos
tener personalidad... la personalidad que da la amistad con
Cristo... Los santos han sido, antes que nada, hombres y
mujeres de verdad, personas atrayentes, gigantes del cariño
y de la preocupación por los otros... Los santos son la idea
más plena y más perfecta que tuvo Dios cuando creó al
hombre... son los éxitos de Dios, su obra más querida... Por
eso, fijémonos en ellos si queremos saber lo que es ser una
persona atrayente... pero para eso necesitamos ser
auténticos, ser nosotros mismos... no ser la copia barata de
otro... o la copia barata de una sociedad que te impone
cómo has de ser tú. Necesitamos tener una personalidad
recia que no dependa del sol que más caliente.
Cuentan de un joven –¡no ocurre con todos!– que cuando
entró en el seminario era alegre, juguetón, bromista, pillo
como el que más y buen deportista. Pasados unos años
volvió a su pueblo natal, y sus amigos se encontraron a un

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

tipo apocado, con la cabeza baja, tímido, «humildico», que


no sobresalía en nada y que ya no trataba con nadie. Su
conversación antes era amena y divertida, ahora solo sabia
hablar del tiempo. Y entonces, uno de sus amigos no pudo
reprimirse: «¡Me lo han cambiado! –dijo–. Ahora debe ser
muy santo pero ya no hay quien le quiera».
¿Es que para ser cristiano hay que dejar de ser normal?,
¿el precio de la fe es dejar de ser hombre o mujer
auténticos? ¡No!
Ser santo –que es lo contrario a ser egoísta– nos exige
darnos a todos, expresar con nuestras vidas que llamarse
cristiano es lo más lejano a salir hecho de un molde
prefabricado..., todos iguales, sin que pueda distinguirse
nuestra propia personalidad... esa que Dios nos ha dado y
que Él ama con locura.
Tener personalidad es tener vida propia y motor propio.
Un cristiano no es un copiador de gestos. Es un alma que se
ha enamorado de Cristo y que desea ser otro Cristo, entre
sus iguales los hombres, con su propia personalidad, con su
propio modo de ser, con su marca concreta que enseña a los
otros cuando les trata... y esa marca propia, cuando está
embebida de los valores que le enseña su fe, atrae, contagia
el entusiasmo por Dios, levanta a las almas de su
amodorramiento, devuelve a todos esa imagen de un Dios
que les ama con locura porque sí.
Un egoísta es un hombre o una mujer sin personalidad...
Pensará que él es «yo y al que no le guste que no mire»...
pero esa es una personalidad que no atrae, que no me hace
mejor, que no me saca del cieno de mi propio «yo»... es una
personalidad muerta, vacía de contenido, estéril,
inservible... Por eso, un egoísta pone en venta su

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

personalidad a cambio de quedarse embobado


contemplándose a sí mismo. Un egoísta, si no rectifica, es lo
más parecido a un aborto... Jamás verá la luz de un mundo
terreno donde existen Dios y los demás.
¡Son demasiados los jóvenes de hoy que renuncian a
tener personalidad propia por miedo a la opinión de la
mayoría... por terror a que le señalen con el dedo y le digan
que él ya no es uno más de ellos! Ser de la mayoría, no
destacar por nada, opinar lo que opinan todos, hacer lo que
hacen todos... Esa es la única manera que algunos tienen de
mostrar su presunta personalidad...
Pero para un cristiano, para alguien que ha decidido dar
su vida por Cristo –porque eso es ser cristiano–, ese
esconderse en la masa, ese afán por no destacar y que no se
note que está presente, ese renunciar a ser quien uno es
para que no le señalen..., es la más horrenda de las
blasfemias que se le puede dedicar a Dios. Él te ha puesto
en este mundo precisamente para que seas levadura que
haga crecer a todos en una vida feliz, luz de los demás para
un mundo que anda en tinieblas... para que des vida
auténtica a los otros. Porque no olvides nunca que si Dios
quiere algo de ti es precisamente que hagas felices a los que
tienes a tu alrededor. Esa es la personalidad que Dios te
pide... Y eso es imposible si tú y yo seguimos pensando en
nuestros egoístas problemas personales... ¿Acaso con ese
modo tuyo de ser concreto, con esa personalidad que dices
tener, serás capaz de atraer a alguien a la santidad? ¿No
podrán decir de ti también que esa imagen de cristiano que
ofreces es la cosa menos atrayente y más falsa con la que se
han topado? ¿Es que hace falta dejar de ser normal para ser
santo?

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

A muchos, este mundo de hoy, les ha obligado a vender


su fe y su personalidad a cambio de ser así aceptados... ¡Ese
es el precio para recibir el aplauso de unos cuantos! Y a ti,
antes o después, te harán la misma propuesta... «¡Véndenos
tu personalidad, véndenos tu fe... y serás uno de los
nuestros!», oirás que te susurran al oído. ¡Y verás a tu
alrededor que no son pocos los que aceptan este trueque!
¿Sabes por qué? Porque quien no está dispuesto a defender
lo que ama, acaba en brazos de lo que antes no defendía...
Es el único consuelo para los que apuestan su vida entera a
la carta de vivir para sí mismos. ¡Que Dios te ayude, buen
amigo!

46
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

¿SER CRISTIANO HOY ES


POSIBLE?

¿Se puede ser generoso en el mundo actual? O mejor


hago la pregunta de este otro modo: ¿Hoy, de verdad, se
puede ser un cristiano auténtico sin parecer un
extraterrestre?, ¿puedo vivir mi fe plenamente en esta
sociedad –que ya no es cristiana– sin que me tachen de ser
más raro que un perro verde?
A este gran enigma se enfrenta todo aquel que decide
vivir su vida generosamente.
Basta echar una mirada rápida para certificar que existen
jóvenes que se dicen cristianos, tan a gusto con los halagos
de una sociedad hedonista y alejada de Dios, que te das
cuenta enseguida que su virtud mas recia se llama
frivolidad. Viven como despreocupados de cualquier
responsabilidad... también de las que exige su fe. Por eso
son presa fácil para una calle deseosa de engullir a todo
aquel que ose presentarse como seguidor de Jesucristo...
Pero es verdad..., son solo cristianos de nombre, adjetivo de
una tradición familiar, reminiscencias de la fe de sus
abuelos... porque esa fe en ellos no influye, no condiciona
sus vidas... son tierras pantanosas donde nada puede
cimentarse... Bastará una crisis de las suaves... y dejarán
también de tildarse de cristianos.

47
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Todo esto es así, para desgracia de muchos. Pero no es


menos cierto que algunos se empeñan en hacer
incompatible ser cristiano con disfrutar de esa calle que
pisamos todos los días.... y se buscan fórmulas rarísimas
para que la fe de un joven no se destruya por culpa de su
contacto con el mundo... Pero lo muy cierto –¡lo único
cierto!– es que a ti y a mí, Dios nos ha pedido algo que es
muy fuerte: ¡que seamos santos... en el mundo! No nos ha
dicho que «a pesar» del mundo, sino en el mundo, en esa
calle que nos acoge cada mañana.
Sin pretenderlo, hemos echado capazos de prevenciones
y de miedos a este mundo nuestro. Interpretamos los
mandamientos exclusivamente como negaciones: no hagas
esto, no hagas lo otro, no robes, no forniques, no mates, no
mientas... Y hemos pasado de aquel santo «temor de Dios»
al horror y al pánico al mundo, al ambiente, a la calle, a los
hombres... ¡y hasta al mismo Dios!
Esta obsesión por ver el mundo y las cosas del mundo
como algo profundamente pecaminoso, ha logrado que
cualquier joven que hoy desee vivir cristianamente, tenga
como lapado al corazón y a la inteligencia la convicción de
que el mundo –¡nuestra calle!– solo tiene peligros y
calamidades... Y así –también sin quererlo– hemos alejado a
nuestros jóvenes del mundo real donde se desenvuelven
sus amigos... con sus grandezas y peligros innegables. Y
pretendemos –«para que no se pierdan», nos decimos–
encerrarlos en invernaderos prefabricados de tufo a
sacristía y cosa oscura y cerrada.
Pero no nos engañemos... esos ambientes ni atraen ni son
saludables para el cuerpo y para el alma. Aislando a la gente
sólo se obtiene el abstencionismo más salvaje en ese «llevar
48
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

a Cristo a todas las almas». ¿Cómo podemos pretender que


sea atrayente el mensaje cristiano, si para vivirlo has de
esconderte tras las columnas de un salón parroquial
destartalado?, ¿es que para ser santo hoy hay que dejar de
ser normal, dejar de ser compañero de pupitre o de mesa
de biblioteca... o de barra de la tasca de la esquina?
Así solo hacemos del cristianismo una lista de noes y
prohibiciones, y de la vida del cristiano... un paso por la
tierra triste, ridículo y cobarde.
¿Por qué no enseñar a todos, a esos que desean ser
generosos con sus vidas, que este mundo salió de las manos
de Dios y “vio Dios que era bueno”? ¿Por qué no decir alto y
claro que el miedo al mundo no es cristiano? ¿Por qué no
empujar a todos a amar a esta calle nuestra con locura...
para curarla, para sanarla, para llevarla a Dios con el
ejemplo de nuestras vidas?
Eso sí, nos toparemos con el mal –porque en el mundo
habitan hombres y mujeres de carne y hueso, no ángeles
del cielo sin pecado original–, chocaremos contra la
mentira, la lujuria, la envidia, la soberbia, la vanidad y todos
los vicios mas perversos de cualquier depravación posible...
Nuestra naturalidad cristiana se estampará contra las
exigencias antinaturales de un mundo que también está
podrido... ¡Pero es nuestro mundo real! El que amamos, el
que nos hace sufrir y llorar, y reír a carcajadas... Es ese
mundo que nos ha enseñado a pecar, es verdad... pero que
también nos ha enseñado a amar.
Y los cristianos –¡luchando cada día por ser santos!–
estamos para devolver a esta calle nuestra que pisamos a
diario, toda la belleza con la que Dios la ha creado y la ha
pensado... ¡Por eso, la solución no es nunca huir del mundo

49
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

y del hombre! ¡La solución es transmitir con nuestras vidas


–con la generosidad que Cristo nos ha enseñado– que se
puede amar apasionadamente al mundo y amar
apasionadamente a Dios...! ¡Y quien se empeñe en alejar a
un joven de ese mundo en el que vive... solo logrará traer a
esta tierra un ser informe y monstruoso!
¿Cómo tenerle miedo a un mundo que ha sido santificado
con las pisadas de Cristo? ¡Es verdad! El ambiente que
destilan nuestras calles se come a muchos “presuntos”
cristianos, pero es muy cierto que sin calle no hay
santidad... Ocurre como con el dolor... A algunos les mata y
les lleva al odio hacia Dios... y a otros les santifica, pero el
dolor es el mismo para todos.
Tendremos que cuidar de nuestra fe, formarnos, respirar
aire puro para luego salir a combatir en esta calle nuestra,
pero lo que hoy necesita la Iglesia es el ejemplo de personas
que se han jugado la vida por ser generosas de verdad, que
huyen como de la peste de vivir una vida egoísta, y que
saben transmitir a otros esa grandeza sin apartarse un
ápice de quienes serán siempre los suyos... para bien o para
mal.
Y es así de cierto... O amamos al mundo con locura y lo
purificamos de ese hedor que lo pudre en nuestras manos,
o ciertamente nuestra fe será el mayor de los fracasos... Por
eso, para un cristiano de hoy, dejarse embaucar y engañar
por una vida egoísta... es el espectáculo más esperpéntico
posible. ¿Acaso se escondieron los primeros cristianos en
las catacumbas? ¿No supieron cambiar el mundo por
completo? ¿Piensas que llevar esta calle a Dios no es tarea
para ti? Con toda la fuerza de la que soy capaz, deseo
contestarte en lo más hondo de mi alma: ¡Sí... ser generoso,

50
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

ser cristiano, en este mundo concreto de hoy... es posible! Si


lo deseas de verdad, con la gracia de Dios, ¡podrás!

51
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

LA MIRADA TRISTE

Hay una especie de verdad a medias que todos tendemos


a creer con más o menos convencimiento... Y es aquella que
dice que el egoísmo, aunque es malo, sí que da la felicidad.
Ocurre como con el tabaco. Todos sabemos que es
perjudicial para la salud pero el placer de un pitillo es
también incuestionable. Y ya se sabe... ¡todos tenemos
nuestros vicios ocultos!
Pues bien, esto es una gran mentira. El egoísmo jamás ha
dado la felicidad a nadie... Placer y diversión, aunque sea a
corto plazo y en pequeñas dosis, sí que da el egoísmo, pero
de felicidad te quedas en blanco. Si de algo está vacío el
corazón de un egoísta es precisamente de eso... de felicidad.
Por eso se empeña inútilmente en llenar ese vacío de chutes
de placer y diversión... cada vez más sofisticados.
De ahí que la mirada del egoísta refleje siempre la
ausencia de esa felicidad interior... Es una mirada triste
porque sus ojos se van haciendo incapaces de ver las
necesidades de los demás. Está tan centrado en sí mismo
que no percibe los sufrimientos de los que tiene alrededor.
Todo su tiempo lo dedica a invertir en su propia diversión,
en llenar con algún tipo de sucedáneo la felicidad que no
tiene.
Su risa es una mueca con dibujos de mentira. Sus estados
de ánimo definen a su alma: si se levanta de buen humor,
52
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

resulta un tipo agradable. Si se despierta melancólico o


enfadado, amarga la vida a todo hijo de vecino... Por eso, el
egoísta suele ser un tipo ansioso, calculador, cuyo aprecio
es siempre interesado, pesimista y con tendencia a la
traición, e incapaz de dedicar su tiempo a tareas que no le
reporten un beneficio inmediato... El egoísta valora a los
demás por lo que pueden beneficiarle a él. Jamás tendrá la
iniciativa de dedicar un par de horas a cuidar de un
enfermo, o a charlar con un anciano aburrido, u ofrecerse a
explicar a un compañero una materia que no entiende. Y si
lo hace será porque así obtiene un beneficio determinado
(una chica que le valorará más, un premio o un
reconocimiento social, o simplemente lograr que se hable
bien de él).
Y todo ese calcular qué gano y qué pierdo si hago esto o
dejo de hacerlo, hace olvidar al egoísta que todos los bienes
que hemos recibido en nuestra vida son un regalo, un don
inmerecido... Somos amados por Dios sin ningún merito por
nuestra parte, somos queridos por mucha gente (nuestra
madre, nuestro padre, familiares y amigos) sin que jamás
podamos llegar a corresponderles. Tenemos dones
humanos que nos han sido regalados... Hemos recibido
mucho a cambio de nada para ponerlo al servicio de los
otros. Pero al egoísta ese mensaje no le interesa. Él desea
sacar beneficio de todo lo que ha recibido gratuitamente.
Por eso no duda en pasar de Dios, o de sus padres o amigos,
si de pronto los ve como enemigos de su búsqueda del
placer, si se convierten en una amenaza para lograr sus
propios intereses.
Por eso el egoísta tiene siempre una mirada triste...
Puede sonreír y derrochar carcajadas a espuertas, pero sus

53
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

ojos le descubren como una persona vacía por dentro. Su


mirada es triste porque no ha sabido salir de sí mismo. El
egoísta vive en un mundo falso donde confunde la felicidad
con el placer, la alegría con la diversión. Y cuando esa
evidencia la acaba descubriendo, intenta esconder su
mirada triste con la máscara de una felicidad aparente. Y
esa máscara primero la usa ante Dios huyendo de Él, luego
ante los demás, haciéndoles culpables de sus males y,
finalmente, ante el empeño por no querer rectificar, se
esconde tras el parapeto de la incomprensión de los demás
hacia él... Todo menos reconocer que la culpa proviene de
su tozudez en no querer salir de su egoísmo.
Esta es la triste vida del egoísta. Esta es tu vida y la mía
cuando ponemos al “yo” delante de Dios y de los demás. Por
eso, cuando veas asomar la tristeza en el alma, pregúntate
dónde has puesto tu corazón. Descubrirás –descubriremos–
que tal vez lo hemos puesto en el ansia por satisfacer
nuestros deseos, por llenar nuestra vida de
compensaciones, por olvidarnos del grato sacrificio de
servir a Dios y a los demás.
Y cuando te veas así, poca cosa, será el momento de
rectificar, de quitarle el polvo a esas prácticas de piedad
que has abandonado, de volver a poner tu interés en querer
más a los otros y menos a ti mismo, de pensar qué puedes
hacer hoy en concreto para que los tuyos sean más felices
(empezando por tus padres y hermanos), qué detalles de
servicio puedes realizar, en qué cosas te puedes sacrificar
por los demás (poner o quitar la mesa, ayudar a otro en su
estudio, servir el agua o el café, hacer sonreír al que está
triste, hacer algo por Dios que te suponga esfuerzo, etc.).

54
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Y desecha entonces la idea de que estás condenado a


vivir como un desgraciado. Cogerle gusto a servir es una
tarea que no ha matado nunca a nadie.
Y así, luchando y alejando el propio yo del centro de tus
pensamientos, es como irás transformando esa mirada
triste en una mirada acogedora, comprensible con los
demás, alentadora y estimulante. Sentirás la dicha de vivir
para los otros... y eso es algo que nunca decepciona. Vivir
para uno mismo, además de acarrear una vida desgraciada,
es algo que no merece la pena..., porque nuestro “yo”
siempre acaba defraudando. De verdad.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

NUESTRA MIRADA Y
NUESTRAS INTENCIONES

¿Cómo es nuestra mirada? La vista es el sentido que más


datos nos aporta. Sin embargo, la mayor parte de las cosas
del mundo no las puedo ver. Algunas porque están muy
lejos y mi vista no las alcanza. Otras porque son tan grandes
que no las puedo abarcar. Si tengo enfrente una montaña
enorme, puedo verla parcialmente, pero hay cosas que se
me quedan ocultas, y además pierdo los detalles. Otras
cosas son demasiado pequeñas para poder percibirlas, y
solo con la ayuda de potentes microscopios puedo alcanzar
a verlas.
Sin embargo, Dios lo ve todo. Todas y cada una de las
estrellas del firmamento. El mar y toda su amplitud.
Montes, valles y llanuras. Lo inmenso y las realidades más
minúsculas del cosmos, están todas bajo la mirada de Dios.
Él ve todo lo que ocurre en cualquier lugar del mundo en
este momento. Y todo lo que ha ocurrido en cada momento
del pasado. Incluso antes de que hubiese hombres que
poblasen la tierra.
Pero eso no es todo. «El hombre mira las apariencias,
Dios mira el corazón» (Efesios 4, 6). En el hombre hay una
vida externa y una vida interior. Normalmente lo que
manifiesto externamente está determinado por mi vivencia

56
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

interior: la sonrisa manifiesta mi alegría, el insulto


manifiesta mi ira, los ojos atentos manifiestan mi interés.
Dios lo ve todo. Dios mira el corazón. Y lo ve
directamente, aunque yo actúe de un modo engañoso, con
comportamientos que no reflejan mi interior. Puedo decir
sí, pensando no. Puedo decir perdón, mientras
internamente prometo venganza. Puedo dar
amistosamente la mano mientras mi corazón odia. Puedo
molestar cuando mi intención era ayudar. Pero Dios mira el
corazón. También lo escondido y no manifestado
internamente. No hay gestos, disimulos ni mentiras que
puedan ocultarse a la mirada de Dios.
Piensa, por ejemplo, en una persona que realiza un
servicio a otra. Si le preguntamos por qué hace ese favor,
podrá contestarnos que lo hace para ayudarle. Al responder
así, no nos estará mintiendo. Pero si le pedimos que mire
más a fondo, quizá se dé cuenta de que lo hace para sentirse
útil, o quizá lo haga por vanidad o por quedar bien. O a lo
mejor hay otros motivos más profundos que él mismo
desconoce.
La persona es a veces un ser complejo que esconde
muchas intenciones ocultas en todo lo que hace, y donde en
ocasiones influyen mucho los estados de ánimo, o pasiones
desordenadas, o el afán de disimular, o actos nobles que se
entremezclan con disfraces de hipocresía.
¿Quién podrá penetrar, con su mirada, todo el interior
del hombre en cada uno de sus actos?
A las personas esto nos resulta difícil. En muchas
ocasiones sólo Dios será capaz de conocer la verdadera
intimidad. A una santa, Dios le dijo en una ocasión: «Estoy
más en ti que tú misma». Y así es de hecho. Dios ve en el

57
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

interior. Él conoce el interior, el origen, la causa y las


distintas motivaciones de todo lo que hacemos, de todo lo
que pensamos y de todo lo que nos ocurre.
Cuántas veces no sabemos ni siquiera cómo expresar lo
que queremos. Y cuántas otras no sabemos lo que nos pasa,
o el motivo que nos lleva a estar de bajón o de altón, o por
qué eso que nos ha ocurrido nos ha afectado tanto... Todo
esto lo ve y lo sabe Dios. Nada queda oculto a su mirada.
Por eso, las cosas son, en realidad, como son a los ojos de
Dios: ante Dios todo se encuentra al desnudo, como
realmente es. De ahí que si queremos conocernos de
verdad, saber cómo somos, hasta donde ha llegado el
egoísmo a penetrar en nosotros mismos..., la única manera
es mirarnos como Dios nos mira; dejarle a Él que nos diga
cómo nos ve... y así poder rectificar... así poder luchar de
veras por abandonar la senda del egoísmo. Pero quien no se
deja mirar por Dios –o mejor–, quien no se mira como Dios
le mira, jamás podrá conocerse a sí mismo...

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

LA MIRADA DE DIOS HACIA


NOSOTROS

Muy acertadamente expresa esta idea José Pedro


Manglano:
Saber que Dios nos ve de continuo y ve las intenciones
más ocultas de la persona, puede llevar a preguntarnos: ¿no
es un poco agobiante que Dios me esté mirando todo el
rato? Si desconocemos de qué tipo es la mirada atenta de
Dios, es lógico que se reaccione así. Puede invadirte el
miedo, o la inquietud de estar continuamente ante la
mirada curiosa, vigilante y justiciera de un Ser
Omnipotente.
Es verdad que la mirada influye en quien se siente
mirado. Pero hay muchas formas de sentirse mirado.
Hay miradas curiosas, malintencionadas. Estas miradas
hacen daño a la persona, molestan, hacen que uno no actúe
con libertad. Son miradas que cohíben. Ponen a la
defensiva.
Hay miradas de antipatía, que hieren y distancian.
Hay miradas inexpresivas y frías, que expresan
indiferencia, que resultan ofensivas e incluso humillantes.
Por otra parte, hay miradas de estima, que manifiestan
aprecio, animan, y nos hacen sentirnos libres.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Hay miradas bondadosas, que transmiten ganas,


optimismo, ilusión.
Hay miradas amorosas, que derriten cualquier dureza,
que abren lo que estaba cerrado, que sueltan lo que se
encontraba agarrotado, que infunden fuerza en quien ya se
sentía fracasado, que dan vida a quien estaba derrotado,
que despiertan esperanza en quien antes dudaba, que
liberan y ayudan a sacar lo mejor de uno mismo.
Así es la mirada de Dios.
Dios ama todo lo que ha creado. Su mirada es amorosa;
es más, su mirada es amor. Mira a todas sus criaturas, y las
mira en toda su verdad. Y cuando las mira, le ocurre lo que
narra el Génesis sobre la creación: “vio Dios todo lo que
había hecho, y he aquí que era muy bueno” (Génesis 1, 31);
Dios mira con cariño, con la satisfacción de quien ve su
ilusión hecha realidad, con el ánimo de protegerla para
seguir gozando de su obra.
Las criaturas existimos porque Dios nos está mirando
amorosamente. Existimos dentro de la mirada amorosa de
Dios. Es esa mirada la que nos da calor y consistencia.
El Señor ve las posibilidades de cada persona y le indica
la manera de aprovecharlas. Él ve la maldad y la mide, ve el
pecado y lo juzga, y su juicio penetra hasta el fondo, sin que
nadie se pueda esconder. Pero Él nos ha dicho que es amor,
compasión, perdón, salvación y en su mirada se expresan
todas estas cosas.
Cuando alguien nos conoce muy bien, y no nos quiere, su
presencia es incómoda. Su mirada nos intimida, nos
desnuda. Nos sentimos al descubierto cuando estamos ante
ella. La mirada de Dios no desnuda, sino que nos protege.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Mantiene nuestro secreto, y se pone de nuestra parte,


porque su mirada es amorosa.
Por eso, quien sabe cómo es la mirada de Dios, la busca y
la desea. Quien tiene una alegría íntima, o sufre en su
interior por una realidad humillante, o por un acto
vergonzoso, busca ponerlo al descubierto ante quien sabe
que le comprenderá porque le quiere. Pone ante su vista su
secreto, y así se alivia, porque sabe que la mirada de quien
le mira bien, le protege; le brindará la ocasión de recibir su
ayuda.
Así somos nosotros ante la mirada de Dios. Y ante esa
mirada de amor por nosotros, ¿tiene alguna lógica tenerle
miedo a Dios?

61
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

LA MIRADA EGOÍSTA ES
ABSURDA

Si así nos ve Dios, con una mirada de amor..., entonces,


sólo mirando como Dios nos mira, seremos capaces de salir
de nosotros mismos. Si las cosas son realmente como las ve
Dios, ¡qué ciego está entonces quien se deja llevar por el
egoísmo!; si Dios nos ve como realmente somos, ¡qué
absurdo es, por tanto, huir de Él, qué absurdo ocultar
nuestro egoísmo a nuestra mirada!
Por eso, nada mejor que poner ante la ojos de Dios lo que
somos y tenemos en nuestro interior. Qué lógico entonces,
cuando nos veamos egoístas, decirle a Dios: “Señor, aquí
estamos. Así soy de egoísta. Aquí me tienes pensando todo
el día en mí y en mis cosas, buscando ser el centro de la
atención de todos. Aleja, por favor, de mi vida el miedo a
cambiar. Quítame tanta vanidad, tanto buscar quedar bien,
tanto vivir falsamente ante los demás y ante mí mismo.
Hazme generoso. Sabes que soy poca cosa pero quiero
quererte de verdad. Mira lo bueno que hay en mí, si es que
hay algo, y mira también mis defectos. Todo lo feo, injusto,
malo, miserable, y egoísta que hay en mí... todo, míralo, Dios
mío y cámbiame el corazón”.
A veces, será tanta nuestra miseria y tendremos el
corazón tan imbuido de egoísmo que no será posible hacer

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

otra cosa que gritarle a Dios que nos ayude y nos cambie.
Pedirle que al menos Él nos mire tal como somos. En
ocasiones, nuestro egocentrismo no dejará que nos
arrepintamos con la sinceridad que sería conveniente...
Pues que al menos Dios lo vea. Es más, deberíamos
alegrarnos de que Dios vea todo nuestro mundo interior,
aunque todavía nuestro arrepentimiento sea muy
imperfecto. De hecho, Él lo ve y Él lo sabe todo. Lo malo
surge cuando intentamos ocultarlo, cuando vivimos
subjetivamente sin el consuelo de sabernos mirados por Él.
Dios siempre nos mira con cariño, también cuando nuestro
corazón está lleno de egoísmo y de rechazo hacia Dios. Pero
necesitamos “dejarnos mirar”.
Siempre hay en nosotros algo defectuoso y malo... un
cáncer de egoísmo que está muy dentro de mí. Pero con
solo querer voluntariamente que los ojos de Dios nos vean,
ya hemos puesto el punto de partida de nuestra propia
conversión. Todo es posible cuando dejamos a Dios que nos
cambie. Todo es imposible cuando nuestra libertad y
nuestra voluntad rechaza la conversión. Por eso, cuando
empleamos ante Dios una mirada egoísta, cerrada y
centrada en uno mismo, es como si viéramos las cosas al
revés de cómo son. Hasta que uno no abre su corazón a la
mirada de Dios, hasta que no se deja ver tal y como es,
nuestra mirada egoísta nos hará vivir en una vida falsa,
creada artificialmente, que no llena porque no es
verdadera. Siempre tendremos por dentro esa sensación de
que algo no marcha bien, esa impresión de que van pasando
los días y todo nos decepciona, esa inquietud por ver que
nada nos sacia, que nuestra vida no tiene cimientos sólidos,
que parecemos una marioneta que manejan los hilos de las

63
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

circunstancias o de los estados anímicos. Por eso, la mirada


egoísta que se impone a la mirada de Dios... es absurda,
porque ni nos hace felices ni nos hace conocernos tal y
como somos en realidad.
De ahí la importancia de dejarse mirar por Dios, de no
mentirnos a nosotros mismos diciéndonos que hacemos las
cosas bien cuando realmente las hacemos francamente mal.
Y de ahí también la necesidad de alejar el miedo por
acercarnos a Cristo para que así podamos ser curados.
Cuando contemplamos esa mirada de Dios hacia nosotros
es cuando desaparecen todos los miedos, todas las
inquietudes, toda esa vida de cartón-piedra que hemos
construido a nuestro alrededor por culpa de nuestra
mirada egoísta.
Por eso, el inicio de la curación de nuestro egoísmo
empieza mirando a Dios cara a cara en el Sagrario. Si
hacemos la oración con sinceridad de vida, abriendo todas
las ventanas de nuestro interior... Dios podrá sanarnos. Él
jamás rechaza un corazón contrito que desea ser generoso.
Vernos como Dios nos ve y vernos como Dios desea que
seamos. Así es como evitaremos esa mirada egoísta en la
que tanto nos gusta contemplarnos. Así es como podremos
vivir una vida real que logrará apartarnos de esa vida falsa,
de plástico, vacía y absurda en la que nos introduce nuestra
mirada egoísta.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

EL EGOÍSMO NOS HACE


INSINCEROS

Este mundo nuestro conoce muy bien el recorrido de la


mentira.
Todos demandan tratarse con sinceridad y respeto –
padres e hijos, novias y novios, amigos y amigas–, pero a la
hora de la verdad, la mentira es la reina de la fiesta: se
miente con rabia, con conocimiento pleno, por no quedar
mal, con deseos de hacer daño, con pasión o por pura
fragilidad humana... se miente en la familia, se miente en la
política y se mienten los esposos... se miente en la prensa,
en la radio, en internet, en la televisión..., se mienten entre
los que se consideran amigos o compañeros de trabajo... se
miente al niño en el colegio, se mienten los hombres a sí
mismos... y se intenta mentir a Dios.
Y tanta mentira acaba, sin duda, matando la confianza
entre las unas y los otros, y entre el alma y Dios... Y cuando
desaparece la confianza, ¿qué queda?.. Sólo vivir del
disimulo y del engaño.
Notamos todos el zarpazo de un pecado original que
oscurece el afán de ser sinceros... El egoísmo nos convierte
en personas que dejan de amar la verdad y de vivir en la
verdad. Por eso, cuando no queremos ver nuestra vida

65
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

como la ve Dios, es porque tampoco nos atrevemos a dirigir


la mirada a nuestro propio interior.
Y no nos atrevemos a mirar por dentro porque tememos
encontrar cosas que no queremos ver... Esas cosas pueden
ser debilidades naturales, que conviene afrontar
correctamente. Cuando uno experimenta en carne propia
sus limitaciones y complejos (hablar bien o mal, ser bajito o
feo, ser miedoso, ver que uno es tímido o no demasiado
listo, etc.), nuestra estima queda aplastada contra al suelo.
Pero cuando somos conscientes de que nuestro ser es fruto
de la mirada amorosa de Dios, nuestras limitaciones nos
importan muy poco. Porque, si Dios me quiere así, ¿por qué
voy a ponerme nervioso por ser de otra manera? No
necesito pensar si valgo más o menos que otros, porque
Dios me quiere como soy, con mis limitaciones, y su amor
infinito me da una riqueza enorme. Valgo porque Dios me
quiere: Él es mi Padre. De esta manera es como
desaparecen todos mis posibles problemas de autoestima.
Podemos afirmar con seguridad: Yo no necesito
preocuparme de mi autoestima, porque a mí me estima
Dios.
Cosa muy diferente es esa sensación de fracaso que
genera la huella sucia de nuestros pecados... la inmensa
soledad interior que genera una vida centrada en uno
mismo. Es la soledad del narcisista, del que se ha
enamorado de sí mismo, del que está convencido que es
mejor y más valioso que los demás, del que desea una vida
vivida solo para satisfacer su propio “yo”, para hacer lo que
le apetece, para no tener que asumir así la responsabilidad
de ayudar a otras almas.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Lo que sí es triste –muy triste– es esconderse en el


caparazón del propio “yo” para no cambiar ni rectificar. Nos
sucede que no nos atrevemos a mirar lo que hemos hecho,
lo que hemos pensado o deseado, porque nos causa horror.
Y no conseguimos ser sinceros porque reconocer que nos
hemos equivocado es algo que nos aterra. Sabemos que si
acudimos a Dios en la confesión, allí los pecados se borran
del todo, pero es nuestra mirada egoísta y orgullosa la que
nos hace ver a Dios como un enemigo... y no como un Padre
que desea abrazarnos, perdonarnos y alentarnos en nuestra
pelea.
Por eso, luchar por ser sinceros es luchar por dejar de
ser egoístas, y al revés. Hay personas que después de haber
hecho alguna barbaridad, necesitan borrarlo de su
memoria, enterrarlo en el subconsciente. Y, a veces, esto
provoca varias perturbaciones interiores. Sin embargo, el
que se reconoce tal y como es, el que acude a la confesión
para ser perdonado, tiene la absoluta seguridad de quedar
limpio; la inmensa alegría de saber que Dios le perdona y le
mira con cariño.
De ahí que el egoísta huya de la confesión y de la ayuda
que se le presta en la dirección espiritual. Pero ten por
seguro que hasta que uno no se muestra tal y como es ante
Dios y ante aquellos que dirigen su alma, el egoísmo no deja
de ganar y ganar terreno en nuestra vida. Querer dejar de
ser egoísta es querer dejar de ser mentiroso, querer dejar
de ocultar nuestros defectos. Y no olvides tampoco que
darle tanta coba al “yo” es la peor de las inversiones para
quien desea adquirir una vida feliz.
El egoísta, en su vertiente más práctica, desea que nadie
le vea tal y como es. Es un intento ridículo de vivir siempre
67
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

en la pura apariencia, como si Dios y los otros no pudieran


ver más allá de nuestros embustes. Por eso, la mentira hace
ciego al egoísta, porque le impide verse tal y como
realmente es.
¡Cuántas y cuántos desperdician los mejores días de su
juventud en construirse una apariencia de felicidad que, en
realidad, no tienen! Por eso, si quieres huir de una vida
egoísta, déjate mirar por Dios, mira las cosas como las mira
Él y mírate a ti mismo como realmente eres. Sólo reconocer
que tú y yo somos egoístas y querer no serlo, es el inicio del
camino para matar ese mal en nuestra vida. Y sólo quien
pelea contra ese mal, conseguirá una vida plena, auténtica,
sin dobleces, alejada de esa insinceridad de vida que tantos
padecen hasta llegar a límites enfermizos.
Y querer ser sincero es contar las cosas como son, como
realmente han ocurrido... no como a nosotros nos hubiera
gustado que ocurrieran. Ser sincero en general es más o
menos fácil. Lo difícil es ser sincero cuando hay que contar
pecados concretos, caídas concretas, perezas concretas,
egoísmos concretos. Y eso supone hacer examen de nuestra
vida y no dejarse secuestrar por la vergüenza. ¡Y qué cosa
más absurda es ir al médico del alma, a contarle nuestros
fallos, con la intención de quedar bien! Por eso, en las cosas
del espíritu, ¡quedar mal es quedar bien... y querer quedar
bien es quedar mal!
Te copio unas letras de un buen sacerdote, escritas sin
apenas pausa para respirar y que ayudaron a muchos a
salir del fango de la insinceridad:
«¡Habla! Da a conocer pronto esa situación peligrosa en
la que te encuentras. Rompe rápido esa cadena del silencio
tortuoso que te aprisiona. Desahoga tu corazón con quien

68
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

conoce tu alma. Dile los proyectos de tu traición. Sé sincero,


aunque en esos momentos de intenso dolor el hablar te
cueste sangre. Te aseguro, como sacerdote de Dios, que no
conozco ni siquiera un hombre que haya perdido el camino
cuando ha tenido la valentía y la lealtad de abrir a la luz los
rincones ocultos de su alma. (...) ¡No, todavía no es tarde!
Después puede que lo sea. No tengas vergüenza... Hay
mucho que desempolvar, sí, pero... ¿y la alegría y la paz que
trae consigo la sinceridad? Y luego, no te faltarán la ayuda y
el cariño, la oración y el sacrificio de ese otro hombre que
quiere morir por ti antes de que vuelvas la cara a Dios...
Estás llamado a cosas grandes, pero así como te encuentras,
sólo acabarás suicidando tu alma».

69
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

DECISIONES QUE NO
COMPROMETAN

Si de algo huye un egoísta es de la palabra compromiso.


Porque no nos engañemos... para tomar decisiones que no
comprometan a nada... cualquiera vale.
¿Se comprometerá un egoísta a cumplir un plan de vida
que incluya hacer un rato de oración cada día, rezar el
Rosario, tener una lista de mortificaciones seria, acudir
semanalmente a una charla de formación, o atender una
catequesis en una parroquia? Decididamente no. Es verdad
que algo hará... Un tiempo de oración de uvas a peras, algún
rosario rezado de cualquier manera, alguna Misa entre
semana, alguna meditación aislada... pero nunca nada que
le exija un compromiso constante y que haya de hacer con
ganas o sin ellas. Argumentará que se le ha olvidado, que no
ha tenido tiempo, que se ha liado con otra cosa, que él
prefiere rezar cuando “sienta” que tiene que hacerlo pero
no de una manera “obligada” cada día... Y es verdad, se reza
porque se quiere rezar, porque se desea devolver amor a
ese Dios que nos quiere con locura..., no por obligación,
pero ¿cuántos ven necesario hacer un rato de oración a
diario y luego dejan de hacerlo por simple egoísmo? Y
también: ¿cuántos quieren de inicio cumplir un plan de vida
pero hoy no lo hago porque me he quedado en casa todo el

70
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

día?, ¿o cuantos dejan de ir a Misa el sábado porque no


estamos en el colegio y entonces tendría que ir a Misa por
mi cuenta?
El egoísta huye del compromiso... Prefiere que sus
omisiones no certifiquen su fracaso. Es más cómodo y más
fácil no comprometerme a nada que me exija luego tener
que dar cuentas ante Dios, ante los demás o ante mi propia
conciencia. Por eso, el egoísmo fomenta tanto la inmadurez.
Porque sólo quien lucha, quien sufre y ama el sacrificio,
quien procura pelear con ganas o sin ellas, quien desea
mirar por encima de su capricho y de sus gustos..., es capaz
de madurar, de asumir compromisos, de crecer como
persona... de salir de sí mismo cada día.
Por el contrario, el egoísta preferirá mil veces que sea su
gusto y su placer quien guíe su conducta. Si hoy me apetece
rezar, pues rezo; si mañana ir a Misa me supone no hacer
otro plan que me tira más, pues no voy a Misa y se acabó... Y
es verdad, así se puede vivir un tiempo más o menos largo,
pero al final todo acaba derrumbándose. Donde no hay
compromiso no hay relación verdadera. Nadie puede
aspirar a tener una novia a la que trate cuando le venga en
gana y como le plazca... Ese compromiso es efímero, falso y
con fecha de caducidad. Lo mismo puede decirse del trato
con Dios. Nadie se enamora de Cristo si no pelea por
tratarlo, por ser fiel ante los compromisos que supone una
vida cristiana coherente. Y eso choca directamente contra
un planteamiento de vida egoísta. Nos guste o no nos guste.
Si deseas de verdad salir de ese túnel nefasto que genera
el egoísmo, entonces, comprométete. Sal de ti mismo. Lucha
por aquello que merezca la pena. Sé honrado con tu
conciencia. Aleja tu vida de esa búsqueda de la pura

71
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

apariencia, de pretender dar el pego ante todo y ante todos.


No seas más falso que un Judas de plástico... y
¡comprométete! Nadie pierde la libertad por hacer lo que
cree que tiene que hacer, con ganas o sin ellas, con aplausos
de unos o con abucheos de los otros. Pretender construir la
vida a partir de la opinión de los demás se llama
esclavitud... además de ser algo que no hace feliz a nadie.
Por eso sé libre, siéntete enormemente libre y actúa con
una conciencia bien formada, y así verás como
comprometerse con decisiones que te exigirán una
responsabilidad, te hará mejor persona y más feliz, aunque
no sea ya entonces el “me apetece” quien guíe tu conducta.
Buen momento ahora para concretar qué compromisos
deseas adquirir en tu trato con Dios, y luego con su gracia y
la ayuda de la dirección espiritual, luchar de verdad por
cumplirlos. Concrétate, si lo deseas, unas prácticas de
piedad que hagan constante tu trato con Dios, y así, en esa
lucha diaria, irás logrando el temple y la fuerza que
necesitas para adquirir una sólida personalidad y una
auténtica vida cristiana.

72
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

LAS DIFICULTADES SE
COMEN AL EGOÍSTA

Hoy, los que decimos llamarnos cristianos, hemos caído


en la blandenguería, en el miedo constante a las
dificultades, en el deseo de que nuestra vida pase sin penas
ni dolores... Adoramos esos días “en que no pasa nada”,
parecemos sentirnos constantemente cansados aunque no
se sabe muy bien de qué... Buscamos con ahínco
“desconectar” de nuestra tarea de todos los días... de la
profesional y de la apostólica. Parecemos personas
cansadas antes de empezar cualquier tarea... pero no nos
engañemos, ¡muchas veces nuestro problema está en la
alergia que le hemos cogido a tener que luchar!
Vemos el mundo tan lejos de Dios, vemos a la gente tan
“despistada”, nos da tal terror leer la prensa o ver un
telediario, que andamos de queja en queja... ¡pero sin
movernos por hacer algo! Parece que sólo ansiamos
retirarnos del mundanal ruido, buscar oasis donde
relamernos las heridas, aún a costa de perder el contacto
directo con nuestros iguales... Algunos buscan refugiarse en
el tufo de olor a sacristía, escondiendo su fe para no
molestar a nadie. Otros se mimetizan con ese ambiente
alejado de Dios con el fin de no ser señalados. Pero unos y

73
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

otros caen, al final, en una vida aburrida, cómoda e


individualista.
Visto el esperpento que damos los cristianos, la triste
vida que a veces reflejamos, ¿puede alguien querer vivir
una vida cristiana?... ¿Para acabar así voy a poner mi vida
en juego?... parecen gritarnos los descreídos de hoy.
A los que nos decimos discípulos de Cristo nos ha
entrado el tembleque cuando nos rozamos con nuestros
hermanos los hombres... ¡Hay miedo a vivir en cristiano
porque nos hemos olvidado de Cristo y nos hemos
preocupado de caer bien a todo el mundo! ¡Es tal nuestro
afán por huir de los problemas que hemos acabado
huyendo de Dios! Y dejamos nuestra fe para la media hora
de la misa del domingo... ¡Y con tristeza ven los otros que
hemos desconectado a Dios de nuestra vida real de todos
los días!
¡Y lo más triste es que nuestra fe languidece y se muere
por el terror a tener que sufrir, por un puro afán de que no
nos señalen, por un deseo innato a vivir nuestra vida sin
complicaciones ni dificultades!
Pero ser generoso, no darse importancia a uno mismo,
no querer ser el centro de atención.... supone ser personas
que saben sufrir callando, y que no lo vociferan para que no
les compadezcan; es poner el dolor ajeno por encima del
propio; es no tener miedo al sacrificio ni a la lucha, sin
timideces ni complejos... y fiados por entero de ese Dios que
nos ruega, suplicando y puesto de rodillas, que pongamos
nuestras vidas al servicio de los otros.
¿Pero qué le ocurre al egoísta cuando llegan las
dificultades, cuando aparecen los sinsabores, los días en

74
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

que todo cuesta, el viento que no acompaña? ¡Que huye


despavorido!
A las personas, es verdad, se les conoce cuando llegan las
malas y las duras, no cuando todo sale a pedir de boca y no
existen los problemas. ¿A cuántos conoces tú que han dicho
que sí a todo hasta que se les ha pasado el entusiasmo?
¡Menos mal que tu madre y la mía tuvieron mucho más
aguante!
¡Es bueno tener que luchar! Esta vida no vale si sólo
quieres vivirla para ti... Darse a los demás, es complicarse la
vida, es tener que sufrir... ¡pero hay tanto gozo en este
pasarlas negras!
Al egoísta se lo comen las dificultades porque no desea
tener dificultades. La vida de un cristiano no es más fácil
que la vida del que no lo es. Ha de luchar en las mismas
cosas que el resto, pero sabe que no está solo... ¡Dios es su
fiel compañero que nunca abandona!
Por eso, quien se arruga ante los golpes del ambiente,
quien vuelve la cara atrás porque llegan los problemas,
quien se desentiende de sus hermanos los hombres porque
es más cómodo pasar de todos, quien huye del sacrificio,
del olvido de sí y de hacer la vida más amable a los demás...
no merece la pena llamarse cristiano...
Es triste –¡muy triste!– el espectáculo que damos cuando
vivimos una vida egoísta camuflados de hombres y mujeres
de fe. ¡Esa no fue la vida de Cristo! Por eso, si no quieres ser
de esos a los que las dificultades se los acaba engullendo
por entero... de aquellos a los que la calle y el ambiente se lo
comen con patatas... huye, entonces, del egoísmo.

75
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

AMIBOLA.COM

12.15 de la mañana de un sábado cualquiera. A las doce


he quedado para charlar con un chico que ya casi roza la
mayoría de edad. Supongo que se le habrá hecho tarde y
espero su llegada. A las 12:40 decido llamarle a su móvil
pero no contesta. Le mando entonces un whatsapp para
preguntarle si le ha pasado algo. Sin respuesta. Cuando ya
sé que no vendrá porque es la hora de comer y no ha dado
señales de vida, decido llamarle a casa más que nada para
quitarme la intranquilidad de que le haya ocurrido algo.
Ante mi sorpresa, su madre me dice que se ha levantado
tarde y se está duchando. Sonrío por dentro y dejo pasar el
asunto... El lunes, ya en el colegio, le busco y me dice que se
le hizo un poco tarde... y volvemos a quedar para unos días
después. Y la escena se repitió... Y hubo una tercera y una
cuarta ocasión en que volvió a ocurrir lo mismo. El mensaje
de fondo era claro: por la razón que fuera, este chico
prefería no hablar conmigo, y no le di más importancia al
asunto. Lo que me sorprendió fue que, un par de meses
después, recibí un mensaje de este chico pidiéndome el
móvil de un amigo común. Tardé cuarenta y siete minutos
en leer su whatsapp porque me pilló dando una clase. Lo
que me llamó poderosamente la atención fue ver otro
mensaje que decía: “Oiga, si pasa de darme el móvil de este

76
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

tío, me lo dice y punto... pero luego no predique tanto de


egoísmo y más pensar en los demás...”.
Así es un adolescente... así somos tú y yo muchas veces.
Vamos a nuestra bola de una manera descarada. Nos
importa lo nuestro. Lo que a mí me afecta. Lo que a mí me
interesa... y si por nuestra culpa dejamos a otros heridos o
descolocados, pues lo siento... Y luego nos ponemos hechos
unas furias cuando alguien no hace lo que deseamos y a la
primera... Desde luego, el egoísmo, hasta humanamente,
resulta patético.
Ir a nuestra bola es algo que nos encanta. Hay que
reconocerlo. No sé yo las veces que habré actuado como ese
chico con otras personas, pero es que nuestras excusas
siempre son perfectas. Nos sentimos muy heridos cuando
otros nos fallan a nosotros, pero al revés, si somos nosotros
los que dejamos tirados a los demás, entonces nuestra
percepción cambia completamente. Ya no nos parece algo
tan grave.
¿Y por qué nos pasa esto? Porque –conviene
reconocerlo– somos muy egoístas, muy dados a pensar en
nuestro “yo” pero no en el “yo” de los otros. Si hiciéramos el
esfuerzo –yo el primero– de servir con más empeño a los
demás, de estar más pendiente de ellos, de olvidarse de mis
problemas y tener en la cabeza sus problemas... entonces
todo sería muy diferente.
Recuerdo también a otro chico con el que había quedado
para hablar en una tarde de invierno. Por razones varias,
llegué una hora y media tarde. Le vi esperando en la puerta
de mi despacho. Me disculpé con una frase típica de “lo
siento chaval pero había mucho tráfico”, y quedamos para
otro día porque yo tenía cosas muy importantes que hacer.

77
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Un par de días después, de pura casualidad, me enteré que


ese chico tenía un examen muy importante al día siguiente
de esa cita a la que llegué tarde. ¡Y él jamás se quejó por
hacerle yo perder el tiempo! ¡Y lo había despachado con
una frase absurda con la que sólo pretendía quedar bien! Te
aseguro que ese chico me dio una lección imborrable de
generosidad, de saber estar, de pensar en los demás.... Y
entendí que lo único importante que yo tendría que haber
hecho esa tarde era disculparme de corazón con ese chico...
Pero así de engreídos y egoístas somos a veces los hombres.
Por eso, cuando te veas enganchado a la web del alma de
amibola.com, sal de allí cuanto antes. Desconéctate de ese
mundo en el que los demás son sólo cosas que yo uso para
disfrute de mi propio “yo”, y pongámonos a servir, a
adelantarnos a sus necesidades, a tener detalles concretos y
contables de servicio y de cariño por los demás. Sólo actuar
así, sólo ponerse en concreto a hacer cosas por los otros sin
esperar nada a cambio, nos sacará de ese mundo egoísta en
el que todos tendemos a introducirnos para no salir nunca
de ahí. Suerte, chaval. Yo también la necesito.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

EL VALOR DE LA AMISTAD

Estarás de acuerdo conmigo que cuando se comparte con


otro un momento feliz, la alegría es el doble de grande y, sin
embargo, cualquier pena se multiplica por dos cuando uno
se siente sólo. Esa es la grandeza del valor de la amistad...
algo que el egoísta no llegará a experimentar hasta que no
abandone la ruta del enaltecimiento de su propio “yo”.
La verdadera amistad y la felicidad auténtica siempre
han sido vocablos intercambiables. Nadie está a disgusto
cuando tiene delante a un amigo... amigo. Sentirse querido,
acompañado, consolado y comprendido por aquel o aquella
a quien aprecias de verdad, es el resumen de la amistad.
Ante un buen amigo me siento estimado por quien soy, no
por lo que tengo, por lo que aporto, por lo que consigo o por
lo que soy capaz de dar... Por eso abundan tan poco,
desgraciadamente, los buenos amigos.
Ahora bien, no es lo mismo tener amigos, que tener gente
que conozcas, gente con la que quedes de vez en cuando o
personas a las que trates esporádicamente. La amistad
verdadera no se obtiene dándole al botón de “me gusta” en
facebook, no es el grupo de gente que coincide en un foro
de internet... La amistad verdadera no se busca, se
encuentra. Es gratuita, es un don, es un tesoro de valor
incalculable, que cuando se cimienta bien no hay
situaciones o malentendidos que puedan destruirla...
79
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

porque está basada en una confianza absoluta y en un


deseo de sacrificarse por la otra persona.
Pero de todo esto un egoísta no entiende nada... Para él,
los “amigos” son colegas a los que usar. “Hoy yo te doy esto
y tú mañana me das lo otro”. Es una transacción de
intereses. “Ahora tú me sirves para divertirme y por eso
somos amigos. Mañana no me sirves y te quito de mi grupo
de whatsapp”. Esa es la amistad a la que muchos aspiran
pero que a nadie satisface.
Por eso, cuando uno descubre un amigo, uno cambia...
para bien o para mal. La amistad –cada amigo– va
definiendo mi personalidad. Los amigos influyen tanto que
son capaces de destruir tu vida o de llevarla a las más altas
cotas de la perfección humana. Un buen amigo hace que yo
estudie más. Uno malo, me aparta de mis obligaciones. La
amistad no entiende de clases sociales, ni de edades, ni de
fronteras, ni de equipos de fútbol. Es tal cual es. Eso sí, la
amistad sí que entiende –¡y mucho!– del corazón del
hombre. Por eso puede agrandarlo o llenarlo de las más
ruines miserias humanas... Ahí se distinguen los buenos
amigos de los que me perjudican... ¿Tú de qué lado estás?
¿Qué eres para tus amigos?, ¿qué les ha aportado a ellos tu
amistad?, ¿qué sello has dejado en sus vidas?
No me digas –¡no te digas!– que tu amistad es
simplemente eso... amistad. Que tú no quieres influir en los
otros y que los otros no influyen en ti... porque eso es
sencillamente mentir. Las amistades influyen –¡deben de
influir!– si son verdaderas amistades. Al egoísta esto no le
importa. Lo que le importa es que esos amigos le sirvan a
sus intereses, a lo que él desea conseguir. Por eso nunca
sabrá lo que es tener un buen amigo.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Tener amigos es necesario para formarse como


personas. Los tendremos de todos los colores y de todas las
tendencias... si de verdad somos generosos. A un amigo no
le importa que otro piense de manera diferente o lleve una
vida que a él no le parezca la correcta. Yo no soy amigo de
nadie para cambiarlo. Soy su amigo porque sí. Pero quien
no desea ofrecerle a su amigo lo mejor que tiene, no es un
amigo... es un egoísta consumado que sólo se busca a sí
mismo. Tú y yo cuando hemos cambiado a mejor –al menos
yo– ha sido gracias a un amigo, gracias a alguien que me ha
querido y me ha dado lo mejor de sí. He podido tardar
mucho o poco en reconocerlo, en desear eso que él me
otorgaba... pero el gran motivo por el que yo cambio a
mejor es porque alguien a quien quiero me lo ofrece y veo
que eso me hace más feliz. Y todos los que nos han ayudado
a cambiar lo han hecho de forma desinteresada, por puro
aprecio y gastando a veces muchas horas de sacrificio y de
amistad leal.... Por eso se dice que quien tiene un buen
amigo tiene un tesoro de incalculable valor.
La amistad supone tiempo, dedicar horas, tener las cosas
de los otros en la cabeza, estar preocupado por sus penas,
buscar su trato y compañía, hacer favores que fastidian mi
comodidad y mis gustos. Y para alguien que se llame
cristiano, la amistad tiene tintes de valor divino. Por eso no
ahorra esfuerzos por querer con hechos concretos a los que
llama amigos. Y se da a todos, y reza por todos, quiere y
respeta a todos, comprende a todos y los aprecia de
verdad... cambien o no cambien, quieran o no quieran
acercarse a Dios. Será la autenticidad de nuestras vidas lo
que mueva sus corazones con la gracia de Dios... pero ese

81
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Dios actúa sólo de ordinario donde hay una amistad


verdadera y sacrificada por los otros, no donde anidan los
corazones egoístas.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

SER AGRADECIDO NO
CUESTA NADA

Bueno, costar sí que cuesta algo. No mucho, pero algo. Lo


que sí que no cuesta nada es ser egoísta y no dar nunca las
gracias a nadie...
¡Cómo nos gusta a todos que nos agradezcan lo que
hacemos!, ¡y cuántas veces nosotros nos olvidamos de decir
la dichosa palabra “gracias” a los otros!
Recuerdo que una vez tuve que echar una bronca, dicho
vulgarmente, a un chico de apenas quince años. Ni me
acuerdo del asunto que era. Lo que sí recuerdo es que,
además, ese día me levanté con el pie izquierdo y andaba de
cierta clásica mala uva... Vino el chico a mi despacho, le
insuflé un discurso apocalíptico sobre su falta de
responsabilidad y, al acabar, me dijo con una mirada pícara
pero sincera: “muchas gracias”. Así se fue. Yo me quedé
sorprendido, pero lo peor de todo ocurrió al cuarto de hora
siguiente. Llegó entonces otro chaval al despacho con cara
de cordero degollado y medio arrastrado por su tutor..., y
ahí caí en la cuenta que me había confundido de
«víctima».... Le había metido un broncón espectacular a un
pobre tipo que vendría a no sé qué cosa... pero que nada
tenía que ver con su irresponsabilidad. Aquí el único
irresponsable había sido yo...

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Y es que para ser agradecidos hay primero que pensar en


los otros antes que en uno mismo. Muchas veces decimos
que la palabra gracias es un puro formalismo, pero no es
así. Es una palabra mágica que te abre la puerta a un mundo
que se llama generosidad. Te lo pregunto a bocajarro:
¿cuándo fue la última vez que le diste a tu madre o a tu
padre las gracias por prepararte la comida? No me digas
que ese es su deber... porque es para matarte. ¿Te crees
acaso un tipo lleno de derechos, con una legión de chachas
puestas a tu servicio?
Hay mucha gente a tu lado que está todo el día
sirviéndote, preocupándose por ti, ayudándote en tu vida...
Primero y fundamentalmente tus padres, y también tus
hermanos (¡aunque esto te cueste más creértelo!), y esos
amigos que te echan una mano en muchos momentos del
día, ¿y tú? ¿Tú a quien ayudas? ¿Tú por quien haces algo
cada día? Ahí está la cuestión. Un adolescente, muchas
veces de manera inconsciente, se pasa el tiempo dejándose
servir (te dan de comer, te lavan la ropa, te pagan los
estudios, te quieren a pesar de tus modales, etc., etc.) y ni
siquiera es capaz de dar las gracias... porque se cree con
derecho a todo. Por favor, que no seamos tú y yo de este
tipo de personas. Que de nuestra boca salga muchas veces
la palabra “gracias”, y así verás cómo creas a tu alrededor
un ambiente más amable, más humano y serás tú el primer
beneficiado...
¿Te imaginas lo feliz que se pondrá tu madre si oye de tu
boca la palabra “gracias”?
Y, en primer lugar, seamos muy agradecidos con Dios. Ya
dice el refrán que es de bien nacidos el ser agradecidos.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Pues eso. Lo primero con Dios... por quererte como eres,


por perdonarte tantas veces, por quererte llevar al cielo,
por ser un “enchufado”. Y así, si sabes ser agradecido con Él
(y con las personas que te ayudan a acercarte a Él), le
querrás mucho más cada día. Y comprobarás que Dios es el
mejor pagador, y que a Él “le basta una sonrisa, una
palabra, un gesto, un poco de amor para derramar
copiosamente su gracia sobre el alma del amigo” (san
Josemaría Escrivá).

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

DIOS HACE MILAGROS EN


LOS CORAZONES
GENEROSOS

He visto a tantos adolescentes dar tales giros de 180


grados en sus vidas, que ya me asombran pocas cosas...
pero me sigue fascinando ver a chicos y a chicas que
parecían unos desastres totales –profesionales del
egoísmo–, imprimir en sus vidas un grado de autenticidad y
de madurez humana y sobrenatural sin aparente
explicación posible. Es verdad que la gracia de Dios es
quien cambia a estos jóvenes... pero hacía falta querer
dejarse cambiar.
Cuando a pesar del grado de presión que ejerce la calle
para alejar nuestras vidas de Dios... cuando a tu alrededor
hay tan pocos ejemplos de vidas generosas y sacrificadas,
cuando la mayoría solo piensa en cómo montárselo cada fin
de semana más y mejor que el anterior, cuando se huye de
tal manera de conceptos como responsabilidad, sacrificio,
fidelidad, compromiso, etc., resulta milagroso –y no le quito
una letra a esta palabra– ver cómo hay jóvenes deseosos de
entregar su vida a Dios, y de dar todo su tiempo y energías
a tareas en servicio a los demás... ¿Y qué hay detrás? Mucha
gracia de Dios y, habitualmente, unos padres ejemplares, es

86
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

verdad... pero sobre todo hay una persona de corazón


grande en el que Dios ha podido actuar.
Se llamaba Alberto... Tenía 16 años y un corazón
inquieto. Su vida andaba entre una mezcla de
rompecorazones y un rufián buscando gresca a toda hora.
Su madre, limpiadora de casas ajenas, trabajaba hasta
partirse el lomo... y el guacho, el tal Alberto, solo parecía
exigir derechos a su madre. Gastaba como un condenado y
no estudiaba ni a tiros...
Así entró un día en mi despacho, más como obligación
que por otra cosa. Charlamos apenas unos minutos y ya vi
que “el rollo del cura” le traía sin cuidado... así que fui a la
medular, al enfrentamiento directo, al golpe sin avisar: “Oye
Alberto, le dije, ¿tú, además de hacerle a tu madre la vida
imposible y aprovecharte de ella cada día que pasa... sabes
hacer alguna cosa más?”. Puso tal cara que pensé que la
cosa iba a acabar mal... pero no fue así. Se levantó, y sin
dirigirme la palabra se fue.
Un par de días después, a las nueve en punto de la
mañana, me lo encontré en la puerta de la capellanía. Nos
miramos sin decirnos nada, y al poco me soltó: “Quiero
hablar con usted”. Y ahí empezó una charla entre amigos
que se prolongó varios meses. Este chico escondía un
corazón grande debajo de su chupa de matón... pero la vida
y las malas compañías (¡cuánto ayuda y cuánto destroza un
buen o un mal amigo!) le habían hecho despistarse y
volverse un egoísta de libro.
El resto de la historia te la puedes muy bien imaginar...
este chico cambió y cambió mucho. Lloró primero de lo
lindo porque era grande el daño que había hecho a su
alrededor... pero supo empezar a luchar, y a ver las cosas

87
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

desde un punto más lógico, donde Dios y los otros


(empezando por su madre) estaban antes que su “yo”. No
arregló su vida en un par de semanas ni en un par de meses,
pero supo arrear consigo mismo cuando venían las
desganas y las horas malas. Aprendió a tener un trato
sincero y confiado con Dios, a pedirle perdón cuando se
equivocaba y a saber recomenzar. No se engañaba con
excusas de cobarde y perdedor. Supo y quiso poner su “yo”
en su sitio. Hincó los codos, cambio su actitud, rezaba con el
corazón y no de boquilla, y empezó él a cambiar a sus
amigos. Su vida era auténtica porque la manejaba él, no la
calle, no cuatro desalmados que le llevaron por caminos
tortuosos.
A todos nos sorprendió su cambio... menos a su madre.
Ella sabía cómo era, ella lloró por él muchas veces y rezó
por él cientos de veces más... Ella conocía su corazón; “solo
necesitaba –decía esta buena señora– que alguien o algo le
diera al botón de on”.
Es verdad: Dios hace milagros en los corazones
generosos... Tal vez sea ahora tu momento. No dejes
escapar el instante presente. No desperdicies tu vida
rebuscando algo de alegría en los bajos fondos del “yo”.
Lánzate a ser generoso de verdad. Preocúpate
sinceramente por los demás. Déjale a Dios actuar en tu vida.
Dale al “on” de una existencia que merezca realmente la
pena. Y acuérdate de aquello que decía en una ocasión San
Josemaría: “casi todos los que tienen problemas personales,
los tienen por el egoísmo de pensar en sí mismos. Es
necesario darse a los demás, servir a los demás por amor de
Dios: ese es el camino para que desaparezcan nuestras
penas. La mayor parte de las contradicciones tienen su

88
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

origen en que nos olvidamos del servicio a los demás


hombres y nos ocupamos demasiado de nuestro yo.
Entregarse al servicio de las almas, olvidándose de sí
mismo, es de tal eficacia, que Dios lo premia con una
humildad llena de alegría.

89
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

SI QUIERES MATAR TU
EGOÍSMO, ¡DÉJATE
AYUDAR!

No quieras arreglar tú solo tus problemas. No caigas en


esa actitud infantil de pensar que no necesitas a nadie para
sacar adelante tu vida.
No podemos ser tan soberbios y tan estúpidos de creer
que no necesitamos la ayuda de otros. Segundo porque no
es verdad y ¡lo sabes!, y en primer término porque ya la
vida nos ha demostrado, muchas veces, que solos no
podemos.
Y más si nos referimos al egoísmo. Nadie es buen juez en
causa propia. Es decir, todos tendemos a ser muy severos
con el comportamiento de los demás y muy indulgentes con
nosotros mismos. ¡Qué fácil resulta juzgar a los otros
pensando que tú y yo no tenemos esos mismos errores!
Pero eso muchas veces no es así. Es todavía mucho peor de
lo que pensábamos.
Dejarse ayudar en la dirección espiritual es clave para
avanzar por un camino seguro. Matar el egoísmo no es una
tarea fácil, ni de un día para otro. Exige constancia, valentía
y generosidad... mucha generosidad. Pero exige sobre todo
saber dónde hemos de cambiar, saber en qué nos estamos

90
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

equivocando y saber cómo tenemos que hacerlo. Y eso


supone conocimiento propio y aceptar los consejos que nos
dan.
Pero esto a veces no resulta tan sencillo. Ya sabemos que
todos estamos dispuestos a reconocer nuestros errores,
mientras sean genéricos. Nadie duda en afirmar que
muchas veces en su vida ha sido un egoísta. El problema
está si concretamos ese egoísmo en una acción concreta.
Ahí solemos saltar a la yugular del otro sin
contemplaciones... No es lo mismo saberse soberbio o
egoísta así en general, que cuando se concreta. La
concreción es lo que hace rascar al alma...
Por eso, cuando acudas a la dirección espiritual, has de
estar dispuesto a dejarte decir las cosas... aunque no nos
guste lo que escuchamos. Cuanto más escuece el consejo
que nos han dado, suele ser porque más aciertan en el
blanco de nuestro problema... Pero esa persona, si se deja
ayudar y aconsejar, cambiará... ¡y no es una frase hecha!
Cambiará porque es humilde y porque Dios no deja nunca
tirados a aquellos que le piden su ayuda.
Y querer escuchar es querer también cambiar. Nadie va
al médico para mostrarle sus heridas y luego pasa de
tomarse la pastilla que le receta... ¡Y si pasa de hacerlo... que
luego no se queje de seguir enfermo! Por eso hemos de ir al
médico de nuestra alma –a nuestro director espiritual– a
obedecer de verdad y hasta el final. Y eso supone fiarse y
querer cambiar, aunque cueste o precisamente porque
cuesta ¿Por qué somos tan agradecidos y dóciles cuando se
trata de curar nuestro cuerpo y nos resistimos luego tanto
en poner los remedios que precisa nuestra alma? ¿Somos
tan carnales para no ver que se necesita también la ayuda

91
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

de una medicación correcta para aliviar y curar las heridas


del espíritu? ¿Te parece poco grave saber que tu alma se
desangra y tú no estar haciendo nada?
Acude, entonces, a la dirección espiritual con toda la
sinceridad del mundo y con todo el deseo de dejarse ayudar
para curar nuestro egoísmo. Algunas veces te darán
consejos que no sabrás cómo poner en práctica. Pregunta el
modo de concretar tu pelea. Y no dejes que la desesperanza
se cuele en tu vida. Pensar que es imposible cambiar, que
no hay nada que hacer... es no darse cuenta que la gracia
puede más que el pecado, que la gracia puede más que la
adolescencia. Además, la desesperanza es el lenguaje que
utiliza el diablo para hacer que te hundas, para que pienses
que nunca serás capaz de vencer en tus defectos
dominantes. ¡Tú..., ni caso! Déjate ayudar de verdad y verás
que, con la gracia de Dios, se puede vencer el egoísmo si
eres dócil a la ayuda que recibes... si te tomas las pastillas
que necesita tu alma.
Y querer que te ayuden es acudir con constancia a la
dirección espiritual, no tener que andarte buscando.
¿Cuándo fue la última vez que fue tuya la iniciativa de ir a
hablar con esa persona que lleva tu alma? ¿Eres de los que
hay que arrastrar para que les ayuden o de los que abren su
interioridad de par en par para darse a conocer?
¿Recuerdas los consejos que has recibido en tu última
charla..., o eres de los que se olvidan a los tres minutos de
sus puntos de lucha porque no ponen interés?, ¿o es
sencillamente porque no deseas salir de tu egoísmo?
Tu vida cristiana y la mía está hecha de luchas concretas,
de peleas contra ese “yo” que suplica no ser apartado de sus
caprichos adquiridos... Por eso, salir del egoísmo depende

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

de ti, de dejarte conducir por ese Dios que te grita que te


hagas servidor de todos, que ames a todos, que te vuelques
con todos, que sufras y te alegres con todos, que ayudes a
todos... Y eso es una vida apasionante donde no queda
tiempo para dedicárselo a uno mismo.

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EL RENCOR Y LA ENVIDIA,
ÍNTIMOS AMIGOS DEL
EGOÍSMO

Decía el Papa Francisco: “Si uno se estanca, corre el


riesgo de ser egoísta. Y el agua estancada es la primera que
se corrompe”.
Y es que el egoísmo que se queda anclado en el corazón
acaba corrompiendo nuestra capacidad de amar
limpiamente.
Querer a la gente, apreciar de veras a los demás,
transmitir alegría y paz, derrochar cariño y servicio a los
otros es lo propio de un corazón generoso... Lo propio del
egoísta en encerrarse en sí mismo y buscar sólo lo que a mí
me beneficia... Por eso, es muy fácil corromper el corazón
dejando que la envidia y el rencor aniden en nuestro
interior.
El discurso del egoísta gira siempre en torno a sí mismo.
Lo que importa es lo que a mí me pasa y cómo me afectan a
mí las circunstancias y las demás personas. Y cuando se
cruza en mi camino alguien que creo que no cumple mis
expectativas, o no me satisface, o me siento dolido –justa o
injustamente– con algún comentario que me dice...
entonces lo tacho de mi lista y lo crucifico por dentro. Mis

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

juicios de valor suelen ser tremendos y procuro –aunque


sea de manera inconsciente– dejarlo mal cuando se habla
de él o de ella en las conversaciones... y eso me ocurre
porque le he dado cabida al rencor o a la envidia dentro de
mí. He dejado que mi corazón se corrompa porque tengo
una mirada egoísta... No soy capaz de ver más allá de mí
mismo.
Si a veces somos tan severos en nuestros juicios es por
pura envidia. Esa persona nos exaspera porque en el fondo
pensamos que no nos valora como nos merecemos.
Tenemos la percepción de que no se fija en nuestros
méritos y que nos trata de un modo inferior y humillante. Y
nos cabrea ver que otros hablen bien de él, o le alaben y
destaquen sus cualidades. Nuestro “yo” herido por el
orgullo nos impide disfrutar de una amistad sincera con el
otro, y no estamos dispuestos a entablar una relación
amable con él hasta que no valore como merecen nuestras
grandes cualidades... Pero nos guste o no, detrás de este
planteamiento hay mucha envidia y unas gotas de rencor
peligrosísimas.
También el egoísta busca la amistad con el fin de ser
admirado. Nos gustaría tener las cualidades o las cosas que
tiene el otro, y al carecer nosotros de ellas, buscamos su
trato para estar más cerca de esas cosas que anhelamos
poseer. Pero si no rectificamos a tiempo, lo que podría ser
una buena amistad se acaba convirtiendo en una amistad
posesiva, en una dependencia afectiva que no es sana
porque no nos permite crecer con la autonomía necesaria.
El corazón egoísta acaba siendo estrujado por los celos y
por una susceptibilidad casi enfermiza que ve desprecios y
burlas allí donde no hay nada. Y el alma se mete por

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

caminos tortuosos de sufrimientos imaginarios... ¿La


solución? Darse a todos y no buscarse a sí mismo. Querer
servir, no querer que nos sirvan. Querer querer, no buscar
ser el primero en la vida de los demás... Eso solo lo entiende
un corazón generoso.
¿Y qué decir del rencor? Pues que es un arma triste que
empleamos cuando no hemos aprendido a perdonar. La
gente –los demás– tienen fallos y errores –como tú y como
yo– y no es justo querer a la gente siempre y cuando sean
personas que no se equivocan nunca. Hay que aprender a
perdonar, a saber pasar por alto un detalle molesto, a saber
disculpar y comprender que todos tenemos derecho a tener
un día malo... y a no llevar a la tremenda actos o acciones
que no suponen en nada un agravio. No nos demos tanta
importancia a nosotros mismos, que de verdad no
merecemos tanto la pena... y aprendamos a saber perdonar
cuando los otros se porten mal con nosotros. Actuemos con
ellos del mismo modo que nos gustaría que actuaran
conmigo, pero no enturbiemos nuestro corazón con heridas
mal curadas en su interior... Eso no nos hace ningún bien.
Guardar rencor, tenérsela jurada a otro, esperar el
momento de devolvérsela... no solo no es cristiano sino que
empequeñece nuestra vida. Nos hace vivir en la ansiedad de
una existencia rencorosa. Y nos aleja tremendamente de
Dios... porque Él fue el primero que se adelantó a perdonar
nuestras ofensas. Por eso, muchas veces, saber perdonar no
es la mejor solución... es la única solución.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

APEGARSE A LAS PERSONAS


NO ES LO MISMO QUE
QUERERLAS

Luis conoció a Pablo cuando los dos cursaban 4º de ESO.


Pronto entablaron amistad. Se notaba que congeniaban a la
perfección a pesar de ser los dos muy diferentes de
carácter.
Pablo era un tipo deportista, de carácter sencillo y afable.
Caía bien a todo el mundo porque era muy normal y muy
generoso. Era de esas personas que despiertan admiración
allá por donde pasan y ellos parecen no darse cuenta de
ello. Luis, por el contrario, era menudo y poca cosa.
Cualquier intento de destacar en los deportes era un
fracaso anunciado. Eso sí, era gracioso como él solo. Le
gustaba decir tacos cada dos por tres y se notaba que era un
pasional por los cuatro costados del alma. Los dos eran
estudiantes normales tirando a buenos y sus familias eran
sólidas y con muy pocos recursos económicos.
Esa amistad se hizo firme entre los dos. Se veía desde
fuera que Pablo era capaz de darse por entero a cualquiera,
y se volcaba en detalles con unos y con otros sin importarle
quien estuviera delante. Luis, por el contrario, parecía
buscar sólo la amistad y el trato con Pablo. Sin darse apenas

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

cuenta, Luis se fue empequeñeciendo y su admiración por


Pablo acabó en una dependencia afectiva de tintes
peligrosos. Comenzaron a surgir en su alma las envidias por
ver que su amigo no le dedicaba todo el tiempo que él
quería, y empezó a sentir celos de otros que también tenían
una amistad sincera con Pablo. El bueno de Luis acudió a
verme desconsolado, porque tenía buen corazón y sabía
que algo no estaba yendo bien por dentro. Sufría pensando
que se había enamorado de Pablo, sufría pensando que en
su corazón anidaban sentimientos que no eran nobles
porque estaban llenos de egoísmo.
Hablando y hablando (mi tarea consistía en escucharle),
Luis fue desmenuzando su situación y él mismo llegó a la
conclusión que el problema no lo tenía Pablo ni el resto de
las personas con las que se relacionaba... El problema
estaba dentro de él... en haber dejado que se fraguara una
amistad que estaba cogiendo tintes de apegamiento a otra
persona. Fue grande el consuelo de Luis al darse cuenta que
admiraba a Pablo porque tenía cosas que a él le gustaría
tener (sobre todo su carácter)... pero que eso no podía
generar una excesiva dependencia afectiva ni un
sentimiento de ansiedad... sino más bien de agradecimiento
por tener un amigo así. Comprendió que sus celos y
envidias eran fruto de su egoísmo, de querer disfrutar él
solo de la amistad con Pablo, de no desear compartirlo con
nadie más... Y ahí entendió, como una lección inolvidable
para su alma, que los otros no están ni para usarlos ni para
poseerlos. Que todo ser humano –y más nuestros amigos–
están para servirles, para ayudarles a ser felices, para
alegrarse con sus alegrías y dolerse por sus penas, para

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

estar con ellos en los momentos buenos y malos... no para


querer yo disfrutar egoístamente de ellos.
Luis experimentó la capacidad de grandeza y de miseria
que puede albergar el corazón de cualquier persona... y
decidió llenarlo de grandeza comiéndose sus egoísmos, sus
celos y sus envidias. Supo reconducir su manera de amar, y
eso le dio mucha libertad interior y una buena dosis de
generosidad y de sacrificio por los demás.
Nada vale la pena lograr que no se alcance con sacrificio.
El cariño verdadero por otro o por otra exige esfuerzo,
exige que esa amistad nos haga mejores a nosotros mismos
y mejor a la otra persona. Esa es la prueba de que nuestro
aprecio es auténtico, porque de lo contrario el corazón se
embota con razonamientos humanos que son solo secuelas
del egoísmo. No podemos apegarnos a nadie porque eso es
no querer a esa otra persona. Querer a los otros tiene
mucho más que ver con cuánto me sacrifico por los otros.
Apegarse es querer desordenadamente, es quererse en el
fondo a uno mismo... y eso siempre nos acaba haciendo
daño.
La otra enfermedad del corazón, que a veces aparece por
haber cerrado en falso una herida pasada de apegamiento a
una persona, es tener un corazón frío incapaz de saber
amar... un corazón que se resiste a querer por temor a
acabar sufriendo. Eso es algo tan monstruoso y tan
inhumano que nos conviene mucho saber curar siempre
bien las heridas de nuestro corazón...
Amar a otro es estar dispuesto a sufrir por el otro (¡y si
no que se lo pregunten a una buena madre!), pero ese
sufrimiento nunca nos puede llevar a cerrar nuestro
corazón por miedo a tener que sufrir. Eso nos haría unas

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

almas gélidas y abandonadas a nuestra soledad. El hombre


y la mujer han sido hechos para amar y sentirse amados.
Todos tendremos que aprender a saber querer, pero que
nunca nuestro corazón busque la falsa complacencia de
cerrarse en sí mismo. Habríamos caído entonces en la peor
de las desgracias: no aprender nunca a amar.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

EL EGOÍSMO, PUERTA DE LA
IMPUREZA

La impureza es la manifestación más visible y más


directa que genera el egoísmo. En un corazón que busca a
toda costa la satisfacción del propio “yo”, la impureza
reluce en todo su esplendor. Por eso, dejar de ser egoísta
pasa necesariamente por adquirir un corazón y una vida
limpia.
El egoísmo es la puerta de la impureza... y la impureza
solo reactiva el corazón egoísta de la persona. Son dos
fuerzas que se atraen y se necesitan mutuamente. Las dos
se llaman de continuo y procuran retroalimentarse una a la
otra. Es tan difícil encontrar un corazón egoísta que no
caiga en la impureza como imposible es detectar una vida
sucia que no sea fruto de un corazón egoísta.
Vivir limpiamente es propio de corazones generosos.
Caer es humano, lo que es inhumano es regodearse en la
caída, no querer salir de ella, conformarse con esa
situación, no tener deseos grandes –transformados en
hechos concretos de prudencia y lucha– por querer salir de
esa situación. Por eso, quien procura vivir limpiamente no
sólo es más feliz, sino que educa a su corazón en la
generosidad, en valores que están por encima de uno
mismo, no centrados en su “yo” y en su placer personal.

101
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Es verdad que vivimos en una sociedad sexualizada...


Todo parece invitarnos a dejarnos llevar por los instintos
más básicos. La calle grita mensajes repletos de hedonismo
y donde se asemeja a toda hora felicidad con placer, alegría
con diversión... cuando en realidad son valores, a veces, tan
poco coincidentes.
Por eso, un adolescente de hoy solo puede vencer esta
tendencia si está decididamente decidido a luchar por no
picar, por no caer en la trampa fácil de dirigir su vida a la
conquista del placer más inmediato, a pelear por llenar su
corazón de un cariño sincero a los otros, por adquirir una
mirada limpia que no busque ver en los demás sólo objetos
de placer sino personas a las que servir y procurar hacer
felices...
¡Cuánto cambia el corazón humano cuando aprende la
ciencia del saber mirar bien! Aprender a mirar es reconocer
en el otro –o en la otra–, toda la dignidad que tiene; es no
usar su cuerpo para mi disfrute visual, es querer a la gente
por lo que es y no por lo que enseña... y es respetar mi
propio cuerpo para no hacer de él un dios al que adorar o
un objeto del que abusar... Y para lograrlo, hemos de
apartar de nuestro corazón todas esas insinuaciones que
despierta la búsqueda del placer desordenado. Pero todo
esto es incapaz de entenderlo y de quererlo un corazón
repleto de egoísmo.
La generosidad, por el contrario, nos permite
comprender una verdad muy necesaria: saber amar tiene
muy poco que ver con una vida guiada por la impureza... Al
que procura ser generoso le costarán las mismas cosas que
al que procura ser egoísta, pero aquel tendrá un motivo por
el que luchar..., que no es otro que cifrar su vida en ideales
102
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

que merecen realmente la pena. Y dar satisfacción al propio


“yo” no es uno de ellos. Demasiadas veces le ha demostrado
la vida que ese no es el camino que conduce a la felicidad.
La lucha de un cristiano no está nunca basada en el
temor y en el miedo. Nosotros luchamos por amor... El
miedo se lo dejamos a los que se consideran esclavos... Un
cristiano es un ser libre, hijo de Dios. Y sabe muy bien que
elegir vivir limpiamente o abrazarse a la pasión
desordenada... te hace santo o te mata. Vencer o perder...
rejuvenece o envejece al alma. Santifica o agota, pero
siempre deja huella. Se lucha por amor, no por temor o por
terror a la caída... Pero es la lucha serena y decidida la que
nos hace libres y enamorados de verdad...
Por eso, esforcémonos en adquirir una vida limpia. Que
no nos importe tener que luchar y tener que pelear para
adquirirla. Llenar el corazón de sentimientos nobles y
limpios nos hará entender que ser feliz es vivir
enamorado... nos permitirá comprender que sólo en los
corazones generosos anida el verdadero secreto de la
felicidad: haber aprendido a amar limpiamente.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

ADOLESCENTES CON EL
ALMA CANSADA

Al egoísta todo le parece difícil y todo le cansa antes de


empezarlo... ¡Está como agotado... y apenas ha hecho nada!
¡Se obsesiona con desconectar y descansar..., aunque no se
sepa muy bien de qué!
El egoísmo... ¡agota! Es tal el esfuerzo que supone estar
todo el día pendiente de uno mismo... es tal el vacío interior
que genera el propio “yo”, que ese cansancio se acaba
colando en los pliegues del alma ¡Todo nos parece difícil e
inalcanzable! ¡Oímos hablar de ideales altos, de darse a los
demás, de santidad, de vivir para Dios y los otros... y ya son
conceptos que nos cansan...! ¡Y despiertan en el rostro esa
mueca fácil –risotada de hombre derrotado en demasiadas
peleas interiores– al pensar en lo ingenuos que fuimos en
su día creyendo que esta vida podía vivirse de otro modo!
¡Todo nos decepciona... estamos cansados de muchas
cosas... pero especialmente estamos hastiados de nosotros
mismos!
Al joven egoísta –al que no lucha por dejar de serlo–,
antes o después, se le acaba apagando la ilusión con la que
comenzó a luchar ¡Sus días son en blanco y negro... vida
aburrida y anodina, sin fuerza ni pasión para arrastrar ese
“yo” cansado y ese corazón herido que le hace estar roto

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

por dentro... ¿Y cual es el por qué de ese aparente fracaso?


¿El por qué de esa vida que no llena, de esa falta de
vibración y de entusiasmo?...
La respuesta –en cristiano– está en haber bajado la
mirada a la tierra, al suelo que pisamos, a la miseria que nos
embarga... y ese dejar de poner la mirada en lo alto –
nuestros ojos en el rostro de Cristo–, nos ha llevado a cifrar
nuestra felicidad en la búsqueda de placeres, de
compensaciones egoístas, de lograr, al fin, una vida cómoda
y sin sobresaltos. ¡Y el joven se vuelve un viejo prematuro
de piel imberbe! ¡Su alma cansada marca una edad que en
realidad no tiene!... El pecado –esa aberración contra su
felicidad– es ahora el dueño y señor de su vida y el dueño y
señor de sus estados de ánimo. ¡El egoísta deja de mirar a
Cristo para pasar a mirarse a sí mismo... Y ahí está la razón
del asco y el vacío que le produce casi todo!
Es el “yo” –ese puñetero yo– el que tantas veces nos
engaña con promesas de felicidad que son puras mentiras,
que son solo el reflejo de un placer que acaba en lágrimas
amargas. ¡Cambiar a ese buen Dios por un “yo” que guíe
nuestra vida... es el peor de los negocios!
¿La solución? ¡Volver los ojos a ese Cristo que nos mira,
pedir perdón por tu vida egoísta y por la mía... y lanzarse
sin miedo a hacer la vida más amable a los demás!
Y ese Cristo que nos mira desde lo alto de un madero,
solo, abandonado de los hombres, está gritando a todo el
que desea escucharle: «¡Id por todo el mundo...!». Para
muchos ese será el chillido amargo de un fracasado muerto
en una Cruz, de un moribundo que desconoce las trampas
de este mundo nuestro, de un iluso que no sabe que esta
calle que pisamos ya no es cristiana... ¡Pero eso lo piensan

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

sólo los que se apoyan en sus propias fuerzas, los cobardes


de alma y espíritu que no han aprendido a fiarse de su Dios!
Mirar a Cristo rejuvenecerá tu alma y la mía,
transformará en ilusiones de hombre enamorado ese
estado de ánimo en que todo es desesperanza, cansancio
por la vida y enorme decepción hacia uno mismo. Cuando
no es el “yo” quien nos maneja, cuando renace en nosotros
el empeño por darnos a Dios y a los demás, entonces las
dificultades se empequeñecen, el hastío se transforma en
ilusión y el alma recupera esos ideales que la hacen joven y
capaz de todo...
¡Cuando tú te fíes de verdad de Dios, toda la miseria
propia se acabará rompiendo como barro seco en tus
manos duras!

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

EL FRUTO DEL EGOÍSMO SE


LLAMA TRISTEZA

Si fuera posible tener una vida plenamente feliz y ser


egoísta, entonces la más acertada decisión sería amar el
egoísmo, abrazarse a él y no soltarlo pasase lo que pasase...
pero la tozuda realidad es diametralmente opuesta
¿Conoces a alguien que desee con todas sus fuerzas ser
egoísta? Por algo será, amigo mío.
Cualquier ser humano que lleve fuera del vientre de su
madre un tiempo más o menos corto, sabe por experiencia
propia que los momentos más felices de su vida no se
deben al egoísmo. A todos, lo que más nos llena y satisface
interiormente es darnos a los demás, hacer algo útil por los
otros, saber que uno es capaz de amar y ser amado. Contra
eso no hay nada comparable.
Cuando llega el sufrimiento, tal vez, buscamos eliminarlo
llenando nuestra vida de placeres aparentes, de cosas
materiales, de planes de diversión. Pretendemos, ante las
incertidumbres que genera la vida, tener un futuro
asegurado..., pero todo lo de aquí abajo se derrumba en
cuestión de minutos. ¿A quién no se le han roto todos los
esquemas cuando visita un hospital, acompaña a un
moribundo o ve languidecer la vida de un niño de apenas
ocho años? Todas las promesas humanas se demuestran

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

pura mentira y falsedad cuando uno es azotado por la


enfermedad, la desdicha o la injusticia. Todos huimos del
sufrimiento porque buscamos una vida placentera, sin
penas ni dolores... pero esa vida no existe. La vida o se vive
como donación de mí mismo a los demás o se convierte en
la peor de las mentiras. La vida egoísta es una vida vivida
en la más trágica de las soledades. Por eso la tristeza es el
fruto más visible del que decide pasar su existencia
pensando en sí mismo.
Todos tenemos que sufrir. La vida es muchas veces una
sucesión de dificultades que hay que aprender a superar...,
pero quien no tiene nada por lo que sufrir es que no tiene
nada por lo que vivir porque no tiene nada a lo que amar. Y
aprender a amar tiene mucho que ver con aprender a sufrir,
¡y si no, mira la vida de tu madre y la vida de los que te han
querido! ¡Cuántos han tenido que sufrir por tu culpa! ¡Por
intentar ayudarte han padecido lo que no está escrito..., por
evitar que cayeras en agujeros negros del alma han sufrido
muchas veces tu desprecio y tus rajes interiores!... pero el
tener que sufrir no les ha alejado de ti. Te han amado
sufriendo, y esa era la razón de su vivir. Por eso quien no
ama no es nunca feliz. Y amar es sacrificarse por los otros,
no usarlos para que yo pueda disfrutar más.
Y ahora es a ti a quien se pide que arrimes el hombro,
que abandones esa vida cómoda y egoísta que muchas
veces tienes, que te des a los demás a cambio de nada, que
sirvas a los otros y aprendas a sufrir por ellos para hacerlos
felices y dichosísimos... Eso es descubrir que la vida solo
merece la pena vivirse por Dios y por las almas.
Y quien decide vivir para sí mismo se topará con la
profunda decepción y amargura que genera el egoísmo. Hay

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

un tipo de tristeza, que no tiene nada que ver con que tu


equipo favorito la palme en la Liga del domingo, que se
inserta en el alma de todos los que nos empeñamos en ser
egoístas. Y es una tristeza que corroe por dentro, que nos
hace estar desesperados, enfadados con nosotros mismos,
insatisfechos con todo. Podremos movernos mucho, hacer
planes muy diversos, buscar diversiones de todo tipo... pero
esa tristeza no se irá. Puede apaciguarse, pero cada mañana
vuelve a llamar a nuestra puerta para recordarnos que
sigue ahí. Podemos intentar narcotizarla con la droga de
una vida alocada y la búsqueda de sensaciones cada vez
más complejas... pero nada de eso conseguirá eliminar esa
sensación amarga que flota una y otra vez por dentro. Nos
sentiremos personas sin rumbo, exploradores fracasados
de una vida que transcurre sin sentido. Seremos de esos
que ríen pero no disfrutan, que buscan pero no encuentran,
que desean amar pero no hallan nada que perdure y
satisfaga de verdad. Carcajadas de alma cansada que no
sabe a dónde va...
Y es que el egoísmo, por mucho que nos empeñemos, no
compensa. No da nada para lo mucho que quita. La solución
no está en buscar cosas que nos distraigan, aunque eso no
sea malo. La solución está en salir de nosotros mismos, en
poner en marcha el reloj de la generosidad, de darse a los
otros, de servir a los demás. Ahí encontraremos la solución
a nuestro problema, y entenderemos otra vez de nuevo que
sólo los que son generosos son en verdad personas felices.

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

¿POR QUE EL EGOÍSMO NOS


ALEJA DE DIOS?

En su obra “Primeros cristianos”, el padre Villar escribe:


“El corazón egoísta va perdiendo la capacidad para lo
espiritual y sus deseos se van convirtiendo poco a poco en
necesidades (que es lo propio de los animales). Por el
contrario, el corazón espiritual transforma sus deseos en
esperanzas (que es el modo lógico de amar)”.
El egoísmo –¡lo tenemos bien experimentado!– es una
bomba de gran capacidad destructiva en el trato con Dios. Y
lo es porque se ha elegido el “yo” como criterio de conducta.
Lo importante es lo que yo sienta, lo que yo piense, lo que
yo decida, lo que a mí me guste... y, por lo tanto, se concluye
pensando que Dios es un enemigo de esa felicidad que yo
deseo. ¿El motivo? Sus mandamientos son un obstáculo
para hacer lo que a mí me apetece. La opción es bien
sencilla: entre hacer la voluntad de Dios o hacer la mía, me
quedo con la mía. “Muchos caen en el egoísmo –termina
diciendo Villar– porque es una senda más cómoda y más
placentera a corto plazo que la de ser generoso”.
Ahora bien, si lo que quiero es no ser egoísta ¿qué hacer
cuando busco mi apetencia y mi «yo»?, ¿cómo se cura uno
de esta enfermedad del alma tan contagiosa y a veces tan

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

incurable?.. El remedio es bien sencillo: ¡queriendo ser


generoso... en primer lugar con Dios!
Si sé –¡lo has comprobado muchas veces en tu alma!– que
el egoísmo me aleja de Dios y me hace un infeliz... ¿por qué
lo escojo una y otra vez? La respuesta la encontramos en
ese afán nuestro por querer hacer, de primeras, nuestra
voluntad... por ese empeño en dejarse llevar por el «me
apetece». Pero eso no puede extrañarnos...
Basta –¡de verdad!– no querer ser egoísta, desear poner
a Dios y a los demás por encima de uno mismo, para dar el
primer paso contra el egoísmo. A veces, el diablo nos hace
creer que estamos condenados al fracaso en nuestra lucha...
para que así nunca la comencemos. Su táctica es bien
sencilla: a los dos primeros pasos de la ilusión del hombre
por acercarse a Dios, ya le está introduciendo el desaliento
en el alma... esa sensación de que uno, haga lo que haga,
acabará en la caída. Y claro, así es muy poco emocionante
ponerse a luchar.
Pero dejarse llevar por ese sentimiento es seguir en el
circulo vicioso del propio “yo”. Es replantearse una y otra
vez si yo podré, si a mí me apetece hacerlo, si yo seré capaz
de ello... y tantas vueltas y revueltas nos llevan a caer de
nuevo en la misma trampa. Seguimos haciendo girar
nuestra existencia en torno al propio «yo», seguimos siendo
nosotros el centro de nuestros pensamientos... y así no hay
quien avance.
Los actos egoístas nos hacen más egoístas y los actos
generosos nos hacen más generosos. Y no hay más. Esta
sencilla regla de comportamiento es el arma más eficaz
para abandonar las sendas del egoísmo. Ahí radica el
secreto para salir de nuestro “yo”, de ese alejamiento de

111
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Dios y de los demás en el que nos hemos introducido con


más o menos voluntad.
Por eso, si la actitud egoísta aleja nuestra vida de Dios,
los actos de generosidad nos acercarán enormemente a Él.
Esa es la prueba del algodón para saber si nos estamos
curando de la enfermedad de nuestro egoísmo. Cuantos
más actos de generosidad haga en mi vida, más cerca estaré
de Dios. Por eso, quien desea luchar de verdad, notará el
cambio en su vida... y será un cambio comprobable.
Quien antes sólo pensaba en su modo de divertirse ahora
estará más pendiente de que los demás se lo pasen bien, de
servirles, de tratarlos como a ellos les gusta ser tratados, de
quitar ese mote a aquel que sé que le molesta, de ayudar a
otro a preparar un examen, de dejar todo recogido para que
los que vienen detrás se encuentren una sala ordenada, de
ayudar en casa a poner la mesa o el lavavajillas para que mi
madre pueda descansar un rato, de decir una palabra
amable cuando dos discuten, de escuchar con interés al que
te cuenta algo, de hacer favores, de no rajar de nadie por
detrás, de ir de cara sin afán de ocultar nada, de sonreír
cuando no apetece...
¿Y con Dios? Pues algo muy parecido. Primero sabré
pedir perdón y ayuda para no caer en ese egoísmo, y
pondré mi empeño en quererle a Él con actos concretos, y
procuraré tratarle haciendo un rato de oración y
visitándole en el Sagrario para decirle de corazón que le
quiero, y pondré interés en sus cosas, aunque a veces me
cueste... Ese empeño un día y otro me alejará de mi
egoísmo... ¡y lo notaré!, por dos cosas: La segunda es porque
me dejaré ayudar mejor en la dirección espiritual al desear
no ser egoísta... y la primera porque habrá con Dios una

112
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

amistad más real, más personal, de más confianza en Él...


Habré comprobado que hacer actos de generosidad me
hace estar más cerca de Dios.

113
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

¿POR QUÉ NUESTRO


EGOÍSMO ALEJA A LOS
OTROS DE DIOS?

Tú puedes pensar que tu vida no influye en la de nadie


más... pero no sólo no es cierto sino que además es mentira.
Tu vida y la mía influye, nos guste o no, en la de muchos
otros. Eso sí, puede influir para bien o puede influir para
mal... Y si ya hemos hablado de que el egoísmo aleja a
cualquier alma de Dios, ahora nos conviene mucho
entender que nuestra vida egoísta también aleja a los otros
de Dios. Y de eso, no nos engañemos, los responsables
somos tú y yo. Nadie más.
Que tienes amigos que están lejos de Dios es tan cierto
como la vida misma. Ahora bien, algo de esa
responsabilidad nos tocará a nosotros, supongo. Tú podrás
contarte la milonga de que tus amigos no tienen formación
y que cuando se les habla de Dios ponen cara de pez, como
si les estuvieras hablando a unos marcianos. Que no
entienden nada y que no entenderán nunca nada. Y que sus
padres no practican o que no han ido a un colegio religioso.
Y no te lo niego, todo eso influye, pero no es el problema de
fondo ¿O acaso tú has conocido a Dios por ciencia infusa sin
que nadie te ayudara?, ¿no has tenido al lado unos padres,

114
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

unos amigos y un ambiente que te han enseñado cómo


acercarte a Él? ¿Vas a decirme ahora, viendo tu vida, que un
buen amigo no es capaz de acercar a otro a Cristo?
Ahora bien, es lógico que nos preguntemos, viendo como
está el patio de la calle: ¿a qué grado de egoísmo hemos
llegado los cristianos para que sea tan poco atrayente
seguir a Cristo?, ¿por qué tantos huyen y tienen miedo de
Dios? Y más todavía: ¿Es que los que nos decimos amigos de
Cristo no tenemos hoy fuerza para transformar esta tierra
en qué vivimos?, ¿en qué hemos convertido hoy el
cristianismo para que sean tan pocos los que se sientan
atraídos y deseen dar la vida por Dios? Y lo que es peor:
¿tan vacíos estamos por dentro de Dios para que no
sepamos entusiasmar a los demás por las cosas divinas?
Las respuestas podemos hacerlas largas y complejas,
pero resultarían estériles. Serían respuestas de laboratorio,
sin vida, caducas y falsas porque estaríamos olvidando que
la única respuesta verdadera es que «estas crisis mundiales
son crisis de santos». El mundo está como está –tus amigos
están como están– porque tú y yo no queremos ser santos.
La razón del olvido de Dios está en nuestra falta de
santidad, en nuestro poco empeño por asumir el único
precepto que da sentido a nuestras vidas: «Amaras al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu mente, con
toda tu alma y con todas tus fuerzas». Ese es el deseo de
Dios para nosotros... Y ese mandato de ser santos no será
tan imposible de lograr cuando Dios lo pide a todos los
cristianos... luego también a ti y a mí.
Y esa falta de santidad nuestra, que hace tan poco
atractivo seguir a Cristo, es la razón por la que tantos y
tantas no emprenden el camino para acercarse a Dios. Es

115
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

ese poco empeño nuestro por darnos a Dios de verdad lo


que genera en nosotros una vida egoísta y acomodada... una
vida que no atrae a nadie. Es nuestra falta de afán de
santidad lo que nos hace alejarnos de la Cruz, de todo lo
que suponga sacrificio por Dios y por nuestros amigos.
¡Cuántos se sacrifican por tener un cuerpo diez, por
cuidar la salud, por estar más atractivos! Y para ello pasan
penurias para adelgazar, gastan horas de gimnasio y se
someten, incluso, a costosas operaciones... Pero cuando se
trata de mortificarse para estar más cerca de Dios, entonces
se huye de ese empeño... Del mismo modo que hay que
sacrificarse para cuidar el cuerpo, también necesitamos de
la mortificación para avanzar en la vida interior. Pero es el
egoísmo y la comodidad lo que nos impide tener el alma a
punto. La falta de sacrificio nos hace estar fondones
interiormente; tenemos muchos kilos de más en el alma..., y
ese sobrepeso nos impide correr hacia Dios y gastar
nuestras fuerzas en dar a conocer a Cristo a los demás.
Uno es cristiano cuando Cristo le coge por entero,
cuando Cristo se apodera de su vida. Por eso Dios te pide –
nos pide– que renuncies a los días vacíos e insulsos del
egoísta, a ese afán de vivir sólo para ti como si no existieran
tantísimas personas que necesitan tu ejemplo y tu palabra
para encontrarse con Cristo.
¡Y saber que Dios nos necesita hace más imperdonable
que tú y yo andemos trajinando con las esclavitudes de una
existencia egoísta, sin asumir el firme compromiso de
poner nuestra vida al servicio de Dios y de las almas!
Recuerdo a una anciana de 71 años que tenía en su casa
una charla de doctrina cristiana a la que acudían cada
semana más de 40 universitarios... ¡y esto durante varios

116
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

años!... ¡e iban! Me parecía algo tan asombroso que no pude


reprimirme en preguntar a esos chicos y chicas donde
estaba el secreto para que asistieran a esas charlas. Y unos
de un modo y otros de otro, me explicaron que el secreto de
esta abuela –¡el único!– era el cariño que derrochaba con
ellos y el entusiasmo que transmitía cuando hablaba de
Dios... ¡Y te hablo de una anciana de 71 años que daba
charlas a más de 40 universitarios de todos los pelajes!... ¡y
todas las semanas!
Apostar por la generosidad es el único camino que hace
grande al corazón humano. Y un corazón grande es capaz
de amar y sacrificarse en ayudar a los suyos a estar cerca de
Dios.
¿Entiendes ya por qué nuestro egoísmo sí que aleja a los
otros de Dios?

117
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

LA VIDA DEL CRISTIANO ES


SERVIR A LOS DEMÁS

¿Quiénes son las personas importantes?, ¿quiénes son


mejores que otros?, ¿quiénes valen más que los demás? Los
que miran sólo hacia abajo te dirán que los importantes son
los famosos, los que tienen el poder político o económico de
un país, los que tienen sus cuentas bancarias llenas de
ceros... pero para un cristiano, para un hijo de Dios, el más
importante es el que más sirve.
Cristo murió en una cruz, escupido y abofeteado por
quienes decidieron darle muerte, en la más absoluta
indiferencia y acompañado tan solo por su madre, unas
cuantas mujeres y un apóstol joven –Juan– que no huyó de
allí porque tenía un corazón generoso. La muerte de Cristo
en la cruz refleja el más absurdo fracaso para aquellos que
buscan en la vida solo pasárselo bien y disfrutar a toda
costa. Cristo será siempre para ellos un fracasado, y la cruz
la más absurda de las muertes... Son los mismos que andan
con la cabeza erguida, mirando hacia adelante e incapaces
de girar la vista cuando pasan al lado del que sufre, del que
necesita ayuda...
Y es Cristo quien nos enseña a ti y a mí que lo único que
nos distinguirá de llamarnos cristianos no es si ganamos
mucha pasta, o si nos van muy bien las cosas, o si

118
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

triunfamos a los ojos de los demás y somos admirados... Lo


que nos distinguirá como cristianos será el cariño que
pongamos en el trato con los demás... «En esto conocerán
que sois mis discípulos: si tenéis caridad unos con otros»
(Jn, 13, 35). Un cristiano es cristiano si sirve a los demás, si
quiere desinteresadamente a todos, si pone a Dios por
encima de su «yo». Por eso, nuestra vida sirve... si es para
servir.
Y poner cariño –amar– es estar dispuesto a sufrir...
arriesgarse a que te hagan daño, arriesgarse a que te
decepcionen, arriesgarse a no ser correspondido. Amar es
poner todo lo que soy y todo lo que tengo al servicio de los
otros, aunque los otros, aparentemente, no respondan. Esa
es la lógica del amor... la lógica de la Cruz de todo un Dios
que murió con el único afán de hacerte la vida más feliz a ti
y a mí, aunque sean tan pocos los que se lo agradezcan.
Cristo no es un Dios con apariencia de hombre. Cristo
tiene un alma y un cuerpo, y unos sentimientos, como los
tuyos y los míos. Cristo nació en el seno de una mujer.
Cristo es de nuestra raza. Cristo es de los nuestros. Por eso,
no tengas miedo a contarle tus sufrimientos y tus luchas,
tus idas y venidas... Él luchó y tuvo que sufrir, y se cansó y
probó el sabor de la fatiga, y lloró y padeció, y hubo de
consolar a muchos y ser consolado... ¡y era Dios!
¡Cristo sufrió por las almas lo indecible! Lloró –llora
ahora– por el amigo que murió, y por tantos que están
muertos por el pecado y el egoísmo... por tantos que han
dicho “no” a una vida generosa, a una vida de servicio.
¡Cristo conoció la traición de los que decían ser sus amigos,
de aquellos que alardeaban de estar dispuestos a dar la
vida por Él!... Pero Cristo no se cansa de servir... ¡también a

119
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

esos... también a ti y a mí cuando le dejamos de lado! Y es


que Cristo amó con corazón de hombre –¡nada de lo
humano le es ajeno!–. Por eso, tú y yo no podemos tener
miedo a ser excesivamente humanos. Miedo y horror
hemos de tenerle a no amar como amó Cristo; miedo al
egoísmo, a esa búsqueda del “yo”, a las capillitas, a los celos,
a querer ser el centro de atención, a los apegamientos, a las
envidias y a los rencores... ¿pero a amar como amó Cristo,
del todo y hasta el final? ¿A servir a todos sin temor a
olvidarse de uno mismo? ¡No! ¡A eso nunca!
Por eso, para nuestro Dios, las personas importantes son
las que más sirven a los demás... Ojalá escuchemos tú y yo
también esas palabras que le decía Cristo a un alma santa:
“Tú para mí eres muy importante, y lo que más ilusión me
puede hacer es que no te importe servir, que no te importe
gastarte por los demás. Es lo que yo hago por ti”.
Y no olvidemos que hay dos modos de servir: uno, a
regañadientes, haciendo las cosas con cara de amargado y
recordándole a todo el mundo lo mucho que hacemos por
los demás, cacareando a grito pelao lo sacrificados que
somos... y el otro, sonriendo, transmitiendo alegría y ganas
de luchar, sin ningún afán porque nos lo agradezcan o nos
admiren. Ese es el modo de servir de alguien que se llama
cristiano... Y eso compromete.
No vale la pena colgarse el cartel de cristiano y luego ir
por la vida de egoísta consumado. No vale la pena porque
eso es un fraude, es ser cristiano de boquilla, pero no es
vivir la vida que Dios nos pide a ti y a mí.
La identidad de un cristiano es servir a todos. Ese fue el
modo de vivir de Cristo en la tierra. El pasó haciendo el
bien, queriendo también a los que querían hacerle daño...

120
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Es tan escandaloso este modo de pensar y de actuar para el


mundo en el que tú y yo vivimos..., es tan absurdo, tan
ilógico, tan propio de iluminados y de chiflados, que hemos
de pensarnos seriamente si deseamos de verdad ser
llamados cristianos, discípulos de Cristo. Porque si la
respuesta es que sí, entonces el egoísmo es la más horrenda
de las blasfemias.
Jamás podrá llamarse cristiano quien pretenda construir
su vida para sí mismo, quien huya de hacer de su existencia
un servicio generoso, quien no desee darse enteramente a
los demás, quien prefiera mil veces su beneficio, su
descanso, su propia felicidad que la de los otros, quien no
tenga ansias verdaderas de que su vida sea enteramente
para Dios.
Es verdad que Dios nos pide una santidad personal, pero
no una santidad individualista. “Nadie tiene amor más
grande que el que da la vida por sus amigos”. Ese fue Cristo.
Ese es quien decide ser discípulo de Cristo... Nadie que diga
llamarse cristiano podrá jamás desear entonces una vida
egoísta.

121
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

CONSECUENCIAS DEL
OLVIDO DE SÍ

Olvidarse de uno mismo para estar pendiente de los


demás es una frase mucho más fácil de escribir que de
vivirla... Está tan metido el egoísmo dentro de nosotros
mismos, es tal nuestra atracción hacia un individualismo
enfermizo, que esta sociedad nos ha hecho creer a pies
juntillas que yo solo soy yo...; y no es así, porque yo no me
puedo entender a mí mismo si no me veo con los ojos de
Dios... Por eso, quien desconoce que es hijo de Dios, y no
vive como tal, desconoce su verdad más íntima. Yo he sido
creado para algo más que para satisfacer mi yo... He sido
creado y redimido para vivir una amistad personal con
Jesucristo y con la misión de servir a todas las personas,
empezando por los que tengo más a mano. Mi vida pierde
todo su sentido cuando me encierro en mí mismo, cuando
me alejo de una vida vivida junto a Dios y a los demás. Por
eso, renunciar al egoísmo –con el fin de vivir para Dios y los
otros– es lo que se llama olvido de sí.
¿Y cómo se logra esto? Pidiéndoselo a Dios porque es un
don y, a la vez, una tarea que exige nuestra
correspondencia. Y a modo de ejemplos, te pongo algunas
cosas en las que tal vez tú y yo podamos hacer algo más de
lo que hacemos.

122
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Para olvidarse de uno mismo, lo primero es querer a los


demás. No se trata de informar a la gente que sentimos
aprecio por ellos. Se trata de demostrárselo con hechos. Por
nuestra forma de actuar, deberán comprobar que les
queremos. “Nada arrastra tanto como el cariño”, decía San
Josemaría. Y ese empeño por querer a la gente es lo que
distingue a un discípulo de Cristo de uno que no lo es. Y es
verdad que poniendo mucho cariño y buena educación, a
veces, se puede poco. Pero a las malas, sin cariño, nunca se
consigue nada.
Y querer a la gente es quererles como son. El egoísta sólo
quiere a los que responden a su gusto y, porque no vive el
olvido de sí, se desentiende del resto, sigue su vida, va a lo
suyo y los pone muy por detrás de su yo. Por el contrario, la
persona generosa quiere a los demás tal y como son,
procurando ayudarles, pero no rechazándolos porque ve
incompatibilidades de carácter, o de gustos o de opiniones.
El generoso trata a todos y no hace capillitas, eliminando de
su lista a unos y ensalzando a otros.
El olvido de sí, a su vez, nos exige ser responsables de
aquellos que Dios ha puesto a nuestro lado; responsables
de su felicidad, de su alegría, de hacerles la vida más
agradable con una sonrisa a tiempo, con una frase amable,
con saber estar con ellos cuando toca y dejarles tranquilos
cuando también toca. Responsables también, por nuestro
ejemplo y nuestra oración, de su cercanía con Dios, de su
santidad... sabiéndoles entusiasmar con una vida que sabe
mirar alto... por encima de los egoístas problemas
personales.
Olvidarse de uno mismo, vivir para los demás, exige
adecuarse al modo de ser concreto de las personas que
123
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

tengo junto a mí: que nuestro modo de ser y de tratarlos


esté condicionado por lo que necesitan los que están junto a
nosotros: hablo si tienen ganas de oír, me callo si tienen
ganas de hablar; opino sin crear distancias..., gasto la broma
que va a ayudar, no la que va a herir; no me consiento ser
molesto para nadie..., y menos ser una dificultad para que
otra persona pueda estar cerca de Dios.
A su vez, este deseo de servir me llevará a no ir por la
vida “siendo yo”..., porque tengo una fuerte personalidad, y
los demás que se acomoden: porque yo hablo mucho,
porque yo tengo unas opiniones fundadas en roca, porque
impongo mis temas de conversación, porque establezco qué
ideas son valiosas y cuáles no, o si no coinciden con las mías
empiezo una argumentación de réplica y contrarréplica... y
aboco a la discusión...
Cuando se crea este ambiente de amabilidad y de cariño
verdadero a mi alrededor, entonces es muy fácil que las
personas se puedan mostrar tal y como son, sin rigideces,
sin caer en un trato convencional donde la conversación
más íntima no sobrepasa el manoseado “pues parece que
hoy va a llover”, que es una frase útil para cuando subes en
el ascensor con un desconocido pero no con alguien al que
dices querer. Y eso supone también abrir nuestra intimidad
a los demás. Olvidarse de uno mismo supone no tener
miedo a ser querido y a ser conocido. Es lógico y bueno que
los demás nos conozcan bien porque no les hemos puesto
un muro donde no pueden acceder.
Y, por último, olvidarse de uno mismo, querer de verdad
a los demás, es entender muy bien aquello de que la caridad
más que en dar está en comprender: no sólo en el sentido
de disculpar..., sino también en el de no juzgar los defectos

124
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

de los demás como actos que van contra mí, sino de


oportunidades de ayudar. No podemos pensar mal de los
otros..., hay que aprender a disculparlos y sentirse
importante en sus vidas porque quiero ayudarles, pero no
para que sean como a mí me gustan, sino para que sean
felices, siendo ellos mismos, sin moldes ni consignas
preestablecidas.
Todo esto, en parte, son consecuencias concretas de ese
olvido de sí que todos hemos de luchar por adquirir. De lo
contrario, es el egoísmo el que acaba ganando la partida.

125
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

EL EGOÍSMO, ENEMIGO DEL


APOSTOLADO

Al egoísta, el apostolado es una tarea que le espanta. No


es que esté en contra de hacer apostolado, o que le parezca
que es algo malo... ¡simplemente no hace apostolado! Y no
lo hace, casi siempre, porque le da vergüenza hablar con
sus amigos de su vida cristiana, porque piensa que no le
van a entender y teme quedar mal, porque eso le
compromete a él a llevar una vida más generosa. Por eso es
un tema del que huye, por puro egoísmo. Es más cómodo no
hacer nada.
El apostolado genera compromisos que atan, que exigen
salir de uno mismo, que suponen descubrirse ante los
demás. Y eso es algo que siempre puede marcar tu futuro.
Nadie, en su sano juicio, habla a otro de acercarse a Dios y a
su vez le incita a alejarse de Él. Nadie invita a un amigo a
hacer un rato de oración diciéndole que él nunca la hace...
Por eso el apostolado es un tema incómodo para el egoísta.
Porque el apostolado le compromete a cambiar de vida, a
cambiar de manera de funcionar.
Ahora bien, ¿por qué no darle la vuelta al planteamiento?
Si el egoísmo, es verdad, es enemigo del apostolado... la
generosidad será íntima amiga de ayudar a los demás a
estar cerca de Dios. Es decir, quien lucha por hacer

126
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

apostolado está ya saliendo de su egoísmo. Por eso, el alma


apostólica es un alma generosa porque procura llevar a los
demás el mayor bien posible: la amistad con Dios.
¿Has tenido alguna vez la experiencia de ayudar a un
buen amigo a acercarse a Jesucristo? Te aseguro que es algo
que llena el alma de verdad. Nadie que ha hecho apostolado
alguna vez, puede negar esta afirmación. Ayudar a otro a
encontrarse con Cristo, a través de una amistad sincera y
personal, supone una alegría inmensa.
Míralo desde este otro punto de vista: Invertir en tu
egoísmo es lo mismo que dejar de lado tu apostolado. Hay
tantas almas que te necesitan, que ser egoísta da una pena
tremenda. Tus amigos, tus familiares, tus compañeros del
colegio o de la Universidad, tus conocidos... necesitan que
les ayudes para estar cerca de Dios. No te engañes diciendo
que eso ya lo harán otros, porque sabes que no es así. Dios
te ha puesto al lado de esas almas para que las quieras, las
comprendas y las lleves a Él con tu ejemplo, tu oración y tu
cariño. Desentenderse de este gustoso deber es una
cobardía por tu parte y una injusticia que clama al cielo.
Por eso, el egoísmo es tan dañino para tu alma y para los
tuyos. Ser egoístas nos hace personas de corazón pequeño,
cristianos sin afán de llevar a nuestros amigos a Dios. El
egoísmo nos adormece, nos hace desentendernos del
empeño por ayudar a los nuestros, nos hace cobardes en
este pelear un día y otro, a pesar de los obstáculos, en
facilitar a muchos a encontrarse con Cristo.
Y es ese egoísmo, del que muchas veces parece que no
queremos salir, el que hace que un amigo nuestro se quede
tirado en el camino porque no tiene nadie quien le ayude. Y
no me digas que tú sí estás dispuesto a ayudar a quien te lo

127
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

pida, porque bien sabes que nuestra obligación es salir a


buscarlos, ir a donde ellos están y hablarles a tiempo y a
destiempo. Ofrecerles nuestra amistad desinteresada,
nuestro ejemplo de una vida coherente, nuestra
conversación amable, nuestro cariño sincero... “El cristiano
no puede ser egoísta; si lo fuera, decía en una ocasión San
Josemaría, traicionaría su propia vocación. No es de Cristo
la actitud de quienes se contentan con guardar su alma en
paz –falsa paz es ésa–, despreocupándose del bien de los
otros. Si hemos aceptado la auténtica significación de la
vida humana –y se nos ha revelado por la fe–, no cabe que
continuemos tranquilos, persuadidos de que nos portamos
personalmente bien, si no hacemos de forma práctica y
concreta que los demás se acerquen a Dios”.
¿Tan poco queremos a Dios como para tener que
esconderlo cuando estamos delante de los demás en el
colegio, o cuando paseas por la calle, cuando tomas una
cerveza o charlas con los amigos? ¿Tanta vergüenza nos da
que sepan que somos cristianos y que procuramos actuar
como cristianos? ¿Por qué dejamos de decir que vamos a
Misa cuando estamos delante de personas que no van a
Misa y se mofan de las cosas de Dios por pura ignorancia?...
¿Es que no nos importa la vida de nuestros amigos?
«Hay un obstáculo real para el apostolado: el falso
respeto, el temor a tocar temas espirituales –sigue diciendo
el fundador del Opus Dei– porque se sospecha que una
conversación así no caerá bien en determinados ambientes,
porque existe el riesgo de herir susceptibilidades. ¡Cuántas
veces ese razonamiento es la máscara del egoísmo! No se
trata de herir a nadie, sino de todo lo contrario: de servir.
Aunque seamos personalmente indignos, la gracia de Dios

128
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

nos convierte en instrumentos para ser útiles a los demás,


comunicándoles la buena nueva de que Dios quiere que
todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la
verdad» (Es Cristo que pasa, 175).
Nuestros amigos, muchos de ellos sin saberlo, nos están
diciendo: “Demostrarnos con vuestras vidas que Cristo
vive”. Este es el grito de bastantes descreídos cuando oyen
hablar de la fe que profesamos ¿Y qué van a encontrar
cuando busquen en nosotros?... Los libros de teología ya no
bastan para mostrar a Cristo a los hombres. ¡Necesitan
toparse con personas de carne y hueso que lleven en sus
venas la pasión por Dios y por las cosas de Dios! Personas
corrientes que viven con todas sus consecuencias el
mandato de “amaos los unos a los otros como yo os he
amado”...
¿De verdad crees que ser egoísta es lo que Dios desea de
ti?, ¿no te pide el corazón y la cabeza que dejes ya de perder
el tiempo y te lances de una vez a esta aventura maravillosa
de llevar a Cristo a los demás con tu vida generosa?

129
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

EL EGOÍSMO Y LA LLAMADA
DE DIOS

Que Dios elija personalmente a gentes concretas para


darles una misión determinada es lo que solemos llamar
vocación, llamada de Dios.
La historia de la Iglesia está repleta de hombres y
mujeres que han recibido una particular vocación divina, y
Dios sigue llamando a muchas personas hoy en día, en
multitud de vocaciones diversas y para un sinfín de tareas.
La vocación es, por eso, una elección gratuita e
inmerecida de Dios. Por qué Dios elige a unos sí y a otros
no, sigue siendo un misterio irresoluble, pero toda
iniciativa en la llamada surge de Dios. Es al hombre al que
le toca descubrirla y responder libremente a ese querer
divino.
No es secreto alguno afirmar que en la vieja Europa –y en
otros numerosos países que se llaman católicos y en
muchos de los que llamamos primer mundo–, las
vocaciones disminuyen y ponen en peligro, en no pocos
casos, la supervivencia de instituciones de la Iglesia que
durante siglos han llevado la doctrina cristiana y el amor de
Dios hecho vida a numerosas personas.
La Iglesia no es sólo continuadora de las enseñanzas de
Cristo... Cuando una persona funda una empresa y la pone

130
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

en marcha, es inevitable que pasados unos años sean otros


los que sigan su idea de negocio, bien porque el dueño se
jubila o bien porque traspasa la empresa a terceros
(siempre y cuando no se haya hundido antes por las
deudas).
La Iglesia no es eso. La Iglesia es Cristo presente entre
nosotros. La Iglesia, cualquier vocación dentro de la Iglesia,
no tiene como misión hacer recordar unas ideas fantásticas
de un hombre maravilloso que vivió hace ya más de veinte
siglos. ¡No! ¡La Iglesia es Cristo que vive hoy entre nosotros!
Por eso Dios sigue llamando a muchas personas para que
participen de su misión redentora, que no es otra que la de
salvar a todas las almas... La de lograr que todos participen
ya aquí en la tierra de su vida divina y disfruten para toda la
eternidad de Dios en el cielo.
Para eso existe, entre otras razones, lo que llamamos
vocación divina (ser sacerdote, monja, casado, laico
comprometido o lo que sea)... Pero si las vocaciones
disminuyen no es porque Dios llame a menos personas sino
porque son menos los que se muestran dispuestos a decirle
a Dios que sí... Desde luego, esta calle nuestra no invita nada
a la generosidad, a sacrificar gustosamente la vida para
dársela a Dios. Y es fácil que me reconozcas que si hoy
surgen menos vocaciones, eso tendrá mucho que ver con el
egoísmo y el individualismo al que muchos nos abrazamos
con demasiada frecuencia.
Querer ser egoísta y querer ser generoso con Dios... no es
posible. O lo uno o lo otro, pero ambas no hay quien las
case. Y si la vocación, la respuesta a la llamada de Dios, bien
sabemos que es un asunto de generosidad y no de
obligatoriedad, pues es fácil deducir que el mayor obstáculo

131
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

para responder hoy afirmativamente a una vocación... es


precisamente el egoísmo. Y teorizar con más historietas son
solo ganas de complicarnos la vida.
He conocido a unos cuantos que cuando se plantean la
vocación empiezan preguntando si es pecado decirle a Dios
que no... y claro, en ese clima de generosidad lo mejor es
dejar el tema quieto... Hoy, esta sociedad hedonista y
lujuriosa, nos ha metido el miedo a Dios en el cuerpo y en el
alma. ¡Cuántos son los que ven la vocación como una
jugarreta sucia de Dios! ¡Cuántos piensan que es un
desperdicio de vida darle todo lo tuyo a Dios cuando
puedes estar disfrutando de los bienes y de las diversiones
de este mundo! Y deducen que la vocación es la cosa más
absurda y más patética que un hombre puede llegar a
plantearse...
¡Y cuántos padres, desgraciadamente, ven la posibilidad
de que su hija o su hijo entreguen su vida a Dios como una
maldición, como si el deseo de Dios fuera estropear la vida
de su hijo! Y les alientan a que abandonen esa idea que
tachan de comedura de coco. ¡Y todo por no querer
reconocer que es muchas veces su egoísmo o sus miedos los
que les hacen ponerse en contra de la vocación!... pero Dios
no es así. Tenemos mucho miedo ante un Dios que no
existe, porque el Dios que existe es alguien que te ama con
locura... que desea lo mejor para ti y para los tuyos.
Y razonando así... ¿Quiénes serán los que se hagan
sacerdotes, o monjas, o lleven a Dios a los demás estando
en medio del mundo? ¿Quién va a decirle a Dios que sí con
este modo de ver las cosas? Si por ellos fuera... ni sus peores
enemigos.

132
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

Por eso, no nos engañemos. Si queremos saber lo que


Dios desea de nosotros y conocer así nuestra vocación, lo
primero es matar nuestro egoísmo, no dejarle que sea él
quien lleve las riendas de nuestro encuentro con Cristo.
Déjale hablar a tu corazón generoso... déjale ver a tu mirada
limpia que se sabe amada por Dios de continuo... déjale
hablar a esa mente cristiana que conoce que Dios es el
mejor pagador... y que su único deseo es hacernos
plenamente felices. Por eso, si quieres preguntarle a Cristo
qué desea de ti... que no sean nuestros razonamientos
egoístas los que enturbien y entorpezcan ese dialogo divino
entre tú y Él. Y eso depende de ti y de la ayuda que le pidas
a la Virgen... ¡Ella jamás abandona a los que le suplican su
ayuda para ser almas enamoradas de su Hijo!
Y jamás olvides que Dios hace milagros en los corazones
generosos.

133
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

¡SE ME HA PASADO LA
ILUSIÓN!

¿Y qué decir a los que llevan meses o años procurando


tratar a Cristo de verdad y de pronto experimentan que se
les ha pasado la ilusión? ¿Qué decir a aquellos que destilan
en el alma como un vacío interior, como una indiferencia no
consentida, por Dios y por las cosas de Dios?.. ¿Qué hago
cuándo pienso que se ha marchado el entusiasmo del
principio, de todo aquello que me llevó a decirle a Dios que
sí, a poner la vida entera y de verdad al servicio de Él y de
los otros?
En la vida, antes o después, toca dejar de ser niño... ¡Se
acaba la vida fácil del que no tenía problemas, ni
dificultades del ambiente, ni luchas con ese corazón que
pide más y más estiércol... por mucho que uno no lo quiera!
A todos llega el maldito desaliento, que te hace estar
cansado por casi todo, sin fuerzas y sin ganas de pelear esas
batallas que se le han de exigir a un hijo de Dios...
¿Y? ¿Me voy a quedar en el intento?, te preguntas.
¿No te grita el corazón entonces –en lo más hondo de tu
ser– aquello de que el mundo es de Dios y Dios lo alquila a
los valientes? ¿Vas a echarte atrás porque a la puerta de tu
vida –de tu iniciada y estrenada vida– aparecen las
dificultades, los derechos perdidos que nos reclama nuestro

134
Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

“yo” egoísta? ¿Tan poco crees que vale tu condición de hijo


de Dios? ¿Tan poco crees que es capaz de hacer por ti ese
Dios que todo lo puede?... ¿En tan poco tienes tu palabra?
A los que se tropiezan con ese «yo» egoísta camuflado de
desaliento, habría que decirles: ¿No te das cuenta que Dios
sigue pidiéndote ese «serviam» –te serviré, Señor– de cada
mañana, de cada mes, de cada año..., de tu vida entera?
Cuando las cosas se ponen difíciles, cuando la carne aprieta
y las pasiones se levantan, y el orgullo se infla y tu labor
parece estéril, es la hora entonces de ser fiel a ese Dios que
desde la Cruz te dice: ¡Fíate de mí!...
¡Porque fuera de Cristo todos tus ideales fracasarán!
¡Fuera de Cristo reventarán nuestras vidas de asco y de
rabia!... Muchos dirán –ha pasado siempre con los que se
consideran viejos prematuros– que “seguir de cerca a
Cristo es un ideal inalcanzable, una ilusión propia de almas
buenas pero demasiado ingenuas. El tiempo y el ambiente
acabarán por destruir ese entusiasmo. Esos jóvenes caerán
del nido antes o después...”. Pero no es verdad..., lo que
mata los ideales no es el tiempo ni el ambiente... ¡son los
estragos que en el alma produce el pecado, la desgana, la
desidia, la tibieza, el egoísmo... En definitiva, una vida
donde se deja de ser generoso para buscar, entonces, el
mero placer de la comodidad!
¡Y a esas almas sin Amor, a esas que dicen que no
podremos perseverar, que ese sí dicho a Dios en la juventud
es caduco, flor de un día, platos de usar y tirar... que antes o
después esta calle nuestra nos apartará de nuestro Dios,
que el desaliento abrigará en nuestras almas..., les diremos:
¡Sí, sí... se puede perseverar! Y se lo repetiremos cuando

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Antonio Pérez Villahoz PASO DE SER EGOISTA

seamos viejos... ¡Es fácil, es fácil... Basta con enamorarse de


Dios!
La juventud –bien experimentado lo tienes– es tiempo de
ideales que llenen el alma ¿Y qué ideal mayor que entregar
nuestra vida a ese Cristo para hacer felices a muchos otros?
Con el paso de los días y los años, podrás sufrir reveses,
crisis más o menos duraderas, experiencias de dolor y
desalientos, sentimientos de fracaso y alguna que otra
decepción al ver que unos cuantos no quisieron seguir
empujando del carro... pero quien de verdad procura
enamorarse de ese Cristo joven, sabe que Dios es capaz de
colmar completamente las necesidades del corazón
humano...
«Este es nuestro destino en la tierra: luchar por amor
hasta el último instante. Deo gratias!».

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