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ESTADOUNIDENSE Y ARGENTINA*
THE VALUE OF THE EMBRYO’S LIFE IN NORTH AMERICAN
AND ARGENTINE CASE LAW
RESUMEN: Este trabajo se propone compa- ABSTRACT: This work aims at comparing North
rar la jurisprudencia constitucional estadouni- American and Argentine constitutional case Law
dense y la jurisprudencia constitucional regarding the law status of the human embryo, with
argentina en lo que concierne al valor the object of inferring the arguments proposed in one
jurídico de la vida del embrión, con miras and other field towards accepting or rejecting the
a inferir los argumentos que en uno y conceptual distinction between person and human
otro ámbito se proponen respecto de la being.
aceptación o el rechazo de la distinción
conceptual entre ser humano y persona en
sentido jurídico.
Palabras clave: embrión, aborto, vida Keywords: embryo, abortion, human life,
humana, interpretación constitucional. constitutional interpretation.
I. INTRODUCCIÓN
estado de desarrollo y sus perspectivas de viabilidad, como se verá más adelante, constituye
un argumento fundamental en la jurisprudencia constitucional estadounidense con el fin
de legitimar el derecho a abortar y, por extensión, el derecho a descartar embriones. En
el plano legal, esta pretensión ha sido receptada a través de la muy discutida distinción
terminológica entre pre embrión y embrión, por ejemplo, en la legislación española con-
cerniente a la donación y utilización de embriones (Ley 42/1988) con fines terapéuticos o
de investigación, y a las técnicas de reproducción asistida (Ley 35/1988). Para una crítica a
la relevancia ética y jurídica de esta distinción terminológica en el ámbito estadounidense,
puede consultarse, sólo a título de ejemplo, Vinciguerra, Joshua S., “Showing Special Res-
pect. Permitting the Gestation of Abandoned Preembryos”, Albany Law Journal of Science
and Technology, núm. 9, 1999, pp. 405 y ss.; y más recientemente, Stenger, Robert, “Em-
bryos, Fetuses and Babies. Treated as Persons and Treated with Respect”, Journal of Health
and Biomedical Law, núm. 2, 2006, pp. 33 y ss.
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2 Cfr. Rawls, John, Political Liberalism (expanded edition), Nueva York, Columbia Uni-
versity Press, 2005, pp. XLV y XLVI (Liberalismo político, trad. de Antoni Domènech, Bar-
celona, Crítica, 1996).
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3 Entre los muchos otros autores que coinciden con la descripción de la interpre-
tación como una tarea comprensiva, que aunque incluye una dimensión creativa no se
confunde con discrecionalidad pura, el más relevante del ámbito anglosajón es probable-
mente Ronald Dworkin: Law’s Empire, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1986;
Taking Rights Seriously, Londres, Duchworth, 1977, caps I-IV, y A Matter of Principle, Oxford,
Clarendon Press, 1985, caps. I-VII. En Freedom’s Law. The Moral Reading of the American Cons-
titution (Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1996), Dworkin reúne una serie de
trabajos que, en conjunto, aplican su concepción de la interpretación al texto constitucio-
nal. Sus últimos trabajos sobre el problema de la interpretación se encuentran reunidos en
Justice in Robes, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 2006. Para una descripción
crítica de la propuesta interpretativa de Dworkin, cfr. Zambrano, Pilar, “Objetividad en
la interpretación judicial y objetividad en el derecho. Una reflexión a partir de las luces y
sombras en la propuesta de Ronald Dworkin”, Persona y Derecho, núm. 57, 2007, y las refe-
rencias allí citadas; así como La inevitable creatividad en la interpretación jurídica. Una aproximación
iusfilosófica a la tesis de la discrecionalidad, México, UNAM, 2009, pp. 37-53. Fuera del ámbito
anglosajón, el problema de los límites a la creatividad en la interpretación constitucional
ha sido especialmente estudiado, entre muchos otros, por Robert Alexy, quien insiste en
que, aun cuando los principios son “mandatos de optimización”, constituyen un marco de
referencia objetivo para la discrecionalidad del juez y para la actividad legislativa. Cfr., sólo
a título de ejemplo, id., Epílogo a la teoría de los derechos fundamentales, trad. de Carlos Bernal
Pulido, Madrid, Centro de Estudios, 2004, passim.
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dad en la interpretación jurídica…, cit., passim; “Los derechos iusfundamentales como alternati-
va a la violencia. Entre una teoría lingüística objetiva y una teoría objetiva de la justicia”,
Persona y Derecho, Pamplona, núm. 60, 2009, pp. 131-152; “El derecho como práctica y
como discurso. La perspectiva de la persona como garantía de objetividad y razonabilidad
en la interpretación”, Dikaion, núm. 18, 2009, pp. 20-40; “La interpretación jurídica como
co-creación”, Problema, México, UNAM, 2009, pp. 375-414.
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reafirmado luego en Thornburgh vs. American College of Obst. & Gyn., 476 US 747
(1986), pp. 762 y 763.
19 Cfr. Planned… Missouri vs. Danforth, cit., pp. 67-72.
20 Cfr. ibidem, pp. 72-75; Bellotti vs. Baird, 443 US 622 (1979), pp. 642-644; Akron vs.
Akron…, cit., pp. 439-442; Planned Parenthood Assn. vs. Ashcroft 462 US 476 (1983),
p. 494.
21 Cfr. Ohio vs. Akron Center, 497 US 502 (1990), pp. 510-519.
22 Cfr. Maher vs. Roe, 432 US 464 (1977), pp. 475-479; Poelker vs. Doe, 432 US 519
23 Webster et al. vs. Reproductive Health Services et al., 492 US 490 (1989), pp. 505-513.
24 Cfr. ibidem, pp. 517 y 518.
25 Blackmun y Stevens suscribieron disidencias separadas, y Brennan y Marshall se
3. Conclusiones parciales
28 Cfr. Louis. State. Rev. Ann. 9:126; N. M. Stat. Ann. 24-9A-[1][g]. Para el estudio
comparativo de estas dos legislaciones puede consultarse Yang, D. K., “Notes and Com-
ments: What’s Mine is Mine but What’s Yours should also be Mine. An Analysis of State
Statutes that Mandate the Implantation of Frozen Preembryos”, Journal of Law and Policy,
núm. 10, 2002, p. 587.
29 Cfr. California Health and Safety Code, Sect. 125305; Connecticut General Statutes
§19a- 32d through 32g; Md. Ann. Code Business and Economic Development §5-2B-10;
Mass. Gen. Laws Chapter 111Lo.; N.J. Stat. Ann. §26:2 Z-2.
30 Cfr. Okla. Stat. Tit. 10, 555. Para un resumen comparativo de la legislación estadual
la investigación científica sobre embriones, sino que se renovó cada año en la ley de presu-
puesto. La primera vez que se incorporó esta prescripción prohibitiva fue en 1996, por ini-
ciativa del senador Jay Dickey, en la Balanced Budget Downpayment Act, I, Pub. L. núm.
104-99, § 128(2), 110 Stat. 26, 34 (1996). Por ello, se suele denominar a esta prohibición “la
Enmienda Dickey”. Para una detallada y completísima descripción de la política federal
de financiación de la investigación sobre embriones basada en la “Enmienda Dickey”, cfr.
el informe del Consejo de Bioética del presidente: Monitoring Stem Cell Research. A Report of
the President’s Council on Bioethics, Washington D. C., enero de 2004, pp. 22 y ss., disponible
en www.bioethics.gov (22/2/2011). Una desapasionada y objetiva reseña cronológica de la
legislación estadounidense sobre células madre embrionarias, puede verse en http://lti-blog.
blogspot.com/2009/08/lifting-ban-or-obfuscating-truth-bob.html (22/2/2011).
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El caso líder (leading case) en esta materia fue el famoso caso Davis vs.
Davis,32 resuelto por la Suprema Corte del estado de Tennessee en 1992.
Se trataba de decidir el destino de siete embriones que habían sido conce-
bidos mediante el procedimiento de fertilización in vitro y que, al iniciarse
el proceso de divorcio de los progenitores, permanecían crio-preservados
en la clínica en la que se les había provisto el tratamiento.
Contra la pretensión de la progenitora, Mary Sue Davis, de que fue-
ran implantados en su útero, el progenitor, Junior Lewis, pretendía que
siguieran en el estado de crio-preservación hasta que él decidiera acerca
de su destino. Al llegar el caso a la Corte Suprema estadual, ambas partes
habían cambiado sus pretensiones. Mary Sue pretendía que fueran dona-
dos a alguna pareja que quisiera someterse a un tratamiento de fertilidad,
y Junior Lewis pretendía que fueran descartados.
El argumento fundamental de Mary Sue en todas las instancias fue la
afirmación de la naturaleza personal de los embriones. Este argumento
fue aceptado en la primera instancia, y explícitamente rechazado tanto
por el Tribunal de Apelaciones como por la Corte Suprema estadual.
Además de negar el carácter personal de los embriones con funda-
mento en Roe vs. Wade, la Corte estadual negó también que el interés
2. Conclusiones parciales
4. Conclusiones parciales
37 A.Z. vs. B.Z., 431 Mass. 150, November 4, 1999-March 31, 2000, Suffolk County.
38 In re Marriage of Witten, 672 N.W.2d 768 (Iowa 2003).
39 Roman vs. Roman, 193 S.W.3d 40 (Tex.App.Hous. (1 Dist.) 2006).
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la muerte del feto anancefálico fuera del seno materno, una vez que ha
alcanzado la etapa de viabilidad extrauterina, no es atribuible a la induc-
ción temprana del parto, sino a la enfermedad congénita.
No se trataba pues, según la Corte, de decidir acerca de la juridicidad
constitucional del aborto, sino acerca del modo en que deben conciliarse
el ejercicio del derecho a la salud de la madre, y el ejercicio del derecho a
la vida y a la salud del feto anancefálico. Teniendo en cuenta que, en el oc-
tavo mes, la inducción al parto no alteraba el destino ineludible de muerte
del niño fuera del seno materno, la Corte entendió que en el caso concreto
la inducción al parto no alteraba el contenido esencial ni del derecho a la
vida ni del derecho a la salud del feto.
Dejando en suspenso el análisis de su validez lógica, a los fines de este
trabajo interesa reparar en las premisas normativas del razonamiento de
la Corte; en particular, en la interpretación de que el derecho fundamen-
tal a la vida humana rige a partir del momento de la concepción, según
lo establecido por el artículo 4.1 de la Convención Americana sobre los
Derechos Humanos (L. 23054),42 y por el artículo 2o. de la L. 23849,
aprobatoria de la Convención de los Derechos del Niño.43
En el caso Portal de Belén, la Corte reafirmó esta interpretación nor-
mativa y, además, precisó que la concepción se produce con la fecunda-
ción. El recurso argumental, en apoyo de esta interpretación, consistió en
la cita de la opinión de diversos genetistas y biólogos, en el sentido de que:
“es un hecho científico que la ‘construcción genética’ de la persona está
allí preparada y lista para ser dirigida biológicamente, pues ‘el ADN del
huevo’ contiene la descripción anticipada de toda la ontogénesis en sus
más pequeños detalles”.44
Desde el punto de vista fáctico, la Corte dio por probado que un an-
ticonceptivo cuya comercialización y distribución había sido autorizada
42 Artículo 4o. “Derecho a la vida. 1. Toda persona tiene derecho a que se respete su
vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la
concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente”.
43 Artículo 2o. “Al ratificar la Convención, deberán formularse las siguientes reservas
y declaraciones:… Con relación al artículo 1o. de la Convención sobre los Derechos del
Niño, la República Argentina declara que el mismo debe interpretarse en el sentido que
se entiende por niño todo ser humano desde el momento de su concepción y hasta los 18
años de edad”. Cfr. cons. 11.
44 Cons. 7o.
2. Conclusiones parciales
45 Sánchez, Elvira Berta c/ Mo. JyDDHH, artículo 6o. L. 24411 (resol. 409/01), fallos:
330: 2304 (2007), donde recordó: “[E]l artículo 30 del Código Civil define como personas
a todos los entes susceptibles de adquirir derechos, o contraer obligaciones; mientras que
el artículo 63 señala como especie del género ‘persona’ a las ‘personas por nacer’, defi-
niéndolas como aquellas que, no habiendo nacido, están concebidas en el seno materno”.
(cons. 9o.). Ampliar en Barra, Rodolfo C., “La Corte Suprema protege el derecho a la
vida”, Clarín, 14/6/2007.
46 Ibidem, cons. 11.
reforzando la calidad y cobertura de los servicios de salud para dar respuestas eficaces so-
bre salud sexual y procreación responsable. A dichos fines se deberá:… b) A demanda de
los beneficiarios y sobre la base de estudios previos, prescribir y suministrar los métodos y
elementos anticonceptivos que deberán ser de carácter reversible, no abortivos y transitorios,
respetando los criterios o convicciones de los destinatarios, salvo contraindicación médica
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A. San Luis
específica y previa información brindada sobre las ventajas y desventajas de los métodos
naturales y aquellos aprobados por la ANMAT” [las cursivas son mías].
48 Cfr. la denominada “anticoncepción hormonal de emergencia” de la Res. 232/2007
B. Córdoba
93, Mujeres por la Vida-Asociación Civil sin Fines de Lucro —filial Córdoba— c/ Supe-
rior Gobierno de la Provincia de Córdoba, Amparo, Recurso de apelación, expte. núm.
1270503/36, del 7/8/2008 (mayoría: doctores Mario Sarsfield Novillo y Mario R. Lesca-
no. Minoría (rechazo del amparo): doctor Julio C. Sánchez Torres).
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El alcance de esta regla es, pues, en parte más amplio y en parte más
restringido que el de la regla sentada en Asociación Civil Familia y Vida.
Es más amplio, porque el momento en que se recomienda la ingesta es
indiferente para determinar el carácter abortivo o no de la droga, por lo
cual podría extenderse también a anticonceptivos de ingesta previa al acto
sexual. Es más restrictivo, porque la declaración de inconstitucionalidad
no se extiende a todos los anticonceptivos de ingesta postcoital, sino sólo a
aquellos respecto de los cuales se presume que de modo principal o subsi-
diario operan, impidiendo la implantación del embrión.
La proyección sobre el derecho del debate científico acerca del ca-
rácter antiimplantatorio de la anticoncepción de emergencia sitúa al voto
mayoritario de Mujeres por la Vida en un punto intermedio entre dos
opiniones opuestas: de una parte, la opinión en Asociación Civil Familia
y Vida, según la cual en Portal de Belén se habría sentado algo así como
una presunción iure et de iure de que todo método anticonceptivo de inges-
ta postcoital actúa impidiendo la implantación del embrión y, por esto
mismo, es abortivo; de otra parte, la opinión según la cual el respeto del
derecho de la mujer a la salud reproductiva se plasma procesalmente en
la exigencia de que se demuestre de modo fehaciente el carácter abortivo
o antiimplantatorio de la anticoncepción de emergencia en cuestión para
justificar su prohibición.55
El voto mayoritario en Mujeres por la Vida no niega el debate científi-
co ni considera que en Portal de Belén se habría resuelto de modo defini-
tivo su proyección normativa. Considera, sin embargo, que la duda cientí-
fica es razón suficiente para justificar la prohibición de la anticoncepción
de emergencia, en aplicación del principio pro homine.56
Por último, como variación de la línea argumental que exige pruebas
fehacientes del carácter abortivo o antiimplantatorio de la anticoncepción
de emergencia para justificar su prohibición, también se ha sostenido que
el carácter subsidiario o eventual del desencadenamiento del mecanismo
antiimplantatorio no se aviene a tal exigencia de certeza. Ello se traduce
en la siguiente regla probatoria: la única razón suficiente para justificar la
prohibición de la prescripción o suministro de la anticoncepción de emer-
C. Cuestiones formales
D. Dogmatismo
2. Conclusiones parciales
57 Cfr. voto minoritario del juez Sánchez Torres en Mujeres por la Vida, cons. 15 y ss.
58 Cfr. Morales, Rosa Nélida s/ aborto en Moreno, causa núm. 2785, querella; fallos:
319: 3010 (1996) (maniobras abortivas); P. F. V. s/ amparo; fallos: 328: 339 (2005) (autori-
zación para adelantar el parto de un feto anancefálico).
59 Cra. Fed. de Córdoba, Sala A, Cuerpo de copias en autos Mujeres por la Vida-
Asociación Civil sin Fines de Lucro (Filial Córdoba) c/ Estado Nacional-Poder Ejecutivo
Nacional-Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación s/ amparo, del 19/03/2003
(falta de legitimación activa de la actora, inadmisibilidad de la acción por inexistencia de
ilegalidad o inconstitucionalidad manifiesta de la ley nacional impugnada, y por hallarse
comprometida una actividad esencial del Estado).
60 Cfr. Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial —Sala I— La Matanza, P. C. S.
y C., L. A. s/ fuga del hogar, expte. núm. 167 / 1 Res. Def. núm. 4/1, del 18/12/2001.
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63 Artículo 51: “Todos los entes que presentasen signos característicos de humanidad,
4. Conclusiones parciales
66 Cfr. cons. VI, citando Giroldi, Horacio D. y otro s/ recurso de casación, causa núm.
5. Casos posteriores
quedan dudas con la prueba recaída en este proceso, que la técnica en cuestión no encua-
dra en la permisión legal, ya que apareja el descarte de embriones, y por consiguiente el
congelamiento y manipulación y posterior muerte de los mismos”.
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tian y otra c/ UP s/ amparo, del 17/XII/09; del voto del doctor Tazza, “en adhesión doc-
tor Ferro”, como reza el respectivo boletín de jurisprudencia publicado online, surgiría una
protección del embrión diferente: “[L]a protección legal y constitucional del ordenamien-
to jurídico argentino debe alcanzar incluso al momento en el cual comienza el proceso de
la generación con el ovocito pronucleado, puesto que con la integración en el óvulo de la
carga genética del espermatozoide se inicia el proceso irreversible de la plasmación de un
individuo humano. Por lo cual y sin lugar a duda, los embriones resultantes o no transferidos de la
práctica que por este medio se autoriza deben estar alcanzados por aquella protección legal
en función de sus características humanas, por consistir en vida humana en gestación in-
dependientemente de que se encuentren fuera del útero materno” [las cursivas son mías].
75 Cfr. Cámara Federal…, cit., voto del juez Ferro: “[N]o puedo obviar el fallo ‘Portal
6. Conclusiones parciales
dor de Ablación e Implante resol. 69/09 s/ amparo ley 16986, del 29/11/2010.
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Common Ground or Battleground?”, Michigan Law Review, núm. 92, 1994, pp. 1491 y ss.;
Green, A. S., “Uncommon Ground”, George Washington Law Review, núm. 62, 1994, pp. 646
y ss.; Kamm, F. M., “Abortion and the Value of Life: A Discussion of Life’s Dominion”,
Columbia Law Review, núm. 95, 1995, pp. 160 y ss.; Rakovski, E., “The Sanctity of Human
Life”, Yale Law Journal, núm. 103, 1994, pp. 2049 y ss.; Sacanlon, T. M., “Partisan for Life”,
New York Review of Books, 15 de julio de 1993, p. 45; Stacy, T., “Reconciling Reason and Re-
ligion: On Dworkin and Religious Freedom”, George Washington Law Review, núm. 63, 1994,
p. 1; y más extensamente, Stith, R., “On Death and Dworkin: A Critique of his Theory of
Inviolability”, Maryland Law Review, núm. 56, 1997, pp. 289 y ss.
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El principio pro homine, que gobierna las apreciaciones sobre la suerte del
embrión o de la madre, no se evidencia en la jurisprudencia estadouni-
dense que, al acoger el concepto de “vida humana potencial no viable” y
permitir la disposición del propio embrión, echa por tierra el imperio de
aquel principio.
f) Calificar a la disposición del embrión como derecho a la privacidad
o como libertad o derecho fundamental es un encuadre que la Corte Su-
prema estadounidense ha empleado a partir de Roe, si bien con altibajos
que quedaron de manifiesto en Webster. A todo evento, la plataforma
constitucional que se emplea es la que abreva en el derecho a la privaci-
dad de la mujer, superderecho o derecho absoluto que justificaría disponer
del embrión. La “privacidad” para disponer del embrión aparece como
una manifestación de la autonomía como atributo necesario de la perso-
nalidad, concepción de rasgos kantianos o postkantianos.81
En Argentina, la lectura integral o sistemática de los instrumentos
internacionales con rango constitucional desde 1994 permite afirmar que
todo ser humano es incondicionalmente persona para el derecho argenti-
no, desde el momento de la concepción, y ésta se refiere a la fecundación.
Es por ello que, si por valor jurídico entendemos aquel bien que posee
consecuencias normativas, es indiscutible que las decisiones judiciales del
ámbito argentino conceden más valor jurídico a la vida del embrión que
sus similares de los Estados Unidos, donde el valor jurídico del embrión
aparece cuando se supera la no viabilidad. Empero, en Argentina, si bien
el acotado corpus jurisprudencial existente manifiesta una generalizada
aceptación del principio general de que la vida embrionaria es vida per-
sonal antes y después de su implantación, esta uniformidad se desvanece
81 Para una visión crítica de la relación entre autonomía, privacidad y derecho fun-
damental a abortar, cfr., sólo a título de ejemplo, Finnis, John, Ley natural y derechos natura-
les, trads. de Cristóbal Orrego Sánchez y Raúl Madrid Ramírez, Buenos Aires, Abeledo
Perrot, 2000, p. 147; Serna Bermúdez, P., “El derecho a la vida en el horizonte cultural
europeo de fin de siglo”, en Massini, C. I. y Serna, P. (eds.), El derecho a la vida, Pamplona,
Eunsa, 1998, p. 67; Ronheimer, Martin, Derecho a la vida y Estado moderno. A propósito de la
Evangelium Vitae, Rialp, 1998, cap. V; Bianchi, Alberto B., En contra del aborto. Un genocidio
cotidiano, silencioso y protegido, Buenos Aires, Ábaco, 1999, p. 105; Cianciardo, Juan, El ejercicio
regular de los derechos. Análisis y crítica del conflictivismo, Buenos Aires, Ad Hoc, 2007, p. 176.
Entre muchos otros, Ronald Dworkin considera, en cambio, que aquella vinculación es
indiscutible, en id., El dominio…, cit., pp. 198 y ss.
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Rawls, J., op. cit., p. 20, y sobre el constructivismo como su teoría epistemológica práctica,
cfr. idem, cap. 3.
83 Cfr., en el primer sentido, Mazurek, Per, “Teoría marxista y socialista del derecho”,
véase Natural Law and Natural Rights, Oxford, Clarendon Press, 1980, p. 221, y Ley natural…,
cit., p. 249.
85 Así, por ejemplo, el concepto de “emergencia” para modificar contratos de locación
(Leyes 11156, 11231, 11318); hacer participar el capital privado y privatizar (L. 23696);
rescindir y readecuar algunos contratos (L. 25344); modificar obligaciones de ambos secto-
res, público y privado (L. 25561). Tomamos nota de las particularidades de estas medidas
de emergencia en Sacristán, Estela B., “Control judicial de las medidas de emergencia
(a propósito del análisis de costo-beneficio)”, en Scheibler, Guillermo (coord.), El derecho
administrativo de la emergencia, Buenos Aires, Fundación de Derecho Administrativo, 2005,
t. IV, pp. 111-140, esp. p. 132.
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86 Parecería haber contado con un consenso la ley porteña 1878, de Plan Ciudadanía
Porteña, de 2005, por la cual reciben subsidios habitantes carenciados de Buenos Aires,
ley que presumiblemente se originó en la gran crisis del verano 2001-2002; compárese la
forma en que los usuarios de la distribución de gas fueron segmentados en la L. 24076, su
reglamentación y las licencias, Dto. 2255/92; cómo se los segmentó, en razón de la crisis
energética en el Dto. 181/04, y, por las mismas razones, en la Res. Enargas 409/08; ese
decreto y esa resolución se insertan en un marco jurídico que no prevé —salvo excepcio-
nalmente— que las medidas generales emanadas de la administración sean consensuadas
con los futuros afectados: puede ampliarse en Sacristán, Estela B., “La administración
legisladora (y dos saludables recaudos)”, en Cassagne, Juan Carlos (dir.), Derecho procesal
administrativo, homenaje a Jesús González Pérez, t. I, Buenos Aires, Hammurabi, 2004, pp.
391-437.
87 Así, por ejemplo, una instalación nunca puede constituir peligro para la salud pú-
blica, independientemente de que así lo establezca una norma jurídica como ser la L.
24076, artículo 21, o la L. 24065, artículo 16; la libertad en la generación eléctrica o en la
producción de gas asegura la oferta de ambos, más allá de que ese es el objetivo detrás del
artículo 1o. de la L. 24065 y de la L. 24076. Puede ampliarse en Sacristán, Estela B., “La
inseguridad jurídica crea inseguridad energética”, Revista de Regulación Económica. Empresas
& Finanzas, Lima, ESAN, año 2, núm. 2, 2010, pp. 95-97.
88 Podemos imaginar que proyectamos un barrio cerrado virtual y dotamos a sus vi-
viendas de electricidad de la red pública (en la medida en que estén en el radio de conexión
obligatoria), electricidad de un generador (fuera de ese radio) o bien iluminación por velas
o faroles de alcohol para aquellos vecinos que así lo deseen; cada vivienda será conectada
a la red de gas, o contará con tanques de gas o garrafas, o bien contará con hogares para
leña o salamandras. Ambos servicios aparecen, con las particularidades apuntadas, como
disponibles. En cambio, no hay disponibilidad en lo que hace a las especificidades de las
instalaciones para transportar, transformar y distribuir electricidad, o las de las instalacio-
nes para transportar y distribuir gas, así como las de los tramos internos —intradomicilia-
rios, si se quiere— de ambos servicios.
D.R.© 2012. UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Boletín
Mexicano de Derecho Comparado, núm. 134, pp. 715-759.
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dounidense iniciada en Roe, cfr., por ejemplo, a Breen, John M. y Scaperlanda, Michael
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Puestos en este punto, cabe por última vez preguntar: ¿qué práctica
semántica se ajusta mejor a estas notas conceptuales, y por lo mismo nece-
sarias, de los derechos humanos? ¿Una práctica que construye los concep-
tos desde el vacío, o una práctica que los construye desde la acogida a lo
real? Si lo segundo, ¿cómo delimita la realidad referida por el concepto de
derecho humano la construcción del concepto jurídico de persona? ¿No
es, quizá, imponiendo la única condición de que su reconocimiento sea
universal —a todo hombre— y absoluto — en toda situación?
A., “Never Get Out the Boat. Stenberg vs. Carhart and the Future of American Law”,
Connecticut Law Review, núm. 39, 2006, p. 304.
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Mexicano de Derecho Comparado, núm. 134, pp. 715-759.