Está en la página 1de 10

FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS

UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL


Asignatura. Teorías del Estado
Equipo de cátedra. Dr. FERNÁNDEZ, Víctor Ramiro. Dra. GARCÍA PUENTE, Ma. Jimena. Mg.
COMBA, Daniel.

Estudiantes. BAGILET, Agustin. GERARDO, Juan Ignacio.

Carrera. Lic. en Sociología.

Fecha. 17.10.23

Consignas.

1) Dar cuenta de las diferencias con el enfoque de Poulantzas que señala Block sobre la autonomía del
Estado.
2) Conceptualizar al Estado y a la noción de autonomía estatal de acuerdo con Mann y Evans. Señalar
similitudes y diferencias.
3) A partir del texto de Weiss, M. y Skocpol, T, (1993) “Las estructuras del Estado: una respuesta
“keynesiana” a la Gran Depresión” responder:
3.a)¿Qué variables utilizan las autoras para explicar y comparar las trayectorias seguidas por Suecia, Gran
Bretaña y EEUU en los años ‘30?
3.b) ¿Cómo conceptualizan al Estado?
4) A partir del texto de Sikkink, K. (1993) “Las capacidades y la autonomía del Estado en Brasil y
Argentina. Un enfoque institucionalista”, responder:
4.a) ¿Qué relación establece la autora entre las estructuras del Estado en Argentina y Brasil con el
desempeño de las políticas económicas desarrollistas?
4.b) ¿Qué el rol juega el legado histórico de las estructuras estatales y cómo incide en las políticas?

1) Al poner en tensión los marcos conceptuales que proponen Block y Poulantzas para analizar
las dinámicas estatales capitalistas en relación con “el rol determinante de las relaciones de
producción”. El primero advierte cierta deficiencia en el concepto de “autonomía relativa”. Siendo
de interés mostrar una explicación alternativa o superadora tanto de la “especificidad de lo político”
así como del rol del Estado frente a la lucha de clases.
Se debe comprender que mientras el marco conceptual sea Marxista, entonces se debe
aceptar el rol determinante de la economía en un sentido complejo […] de las relaciones de
producción y de la división social del trabajo.1 De este modo, Block busca distinguir que las
dinámicas Estatales no son sólo producto de los intereses específicos de una clase (como trata de
señalar el concepto de “autonomía relativa” y “bloque de poder”) sino que la limitación se
encuentra al creer que la “condensación de las relaciones de clases” puede ejercer influencia por
sobre las decisiones de los administradores del Estado para defender los intereses económicos que
primen.

1 Block. Cita Poulantzas en (cita)


Dicho esto, el autor mencionado destaca en primera instancia, reconocer el poder del Estado
como un poder sui generis. En otras palabras, para comprender la especificidad de una formación
social que determinará las relaciones de producción, estas se verán limitadas por el poder de clases
que tengan sobre el Estado. Al mismo tiempo, cabe señalar que en ciertos momentos históricos se
ha destacado el interés de los administrados estatales por sobre los intereses de clases. En este
sentido, se reconoce que la constitución de una clase política en tanto administradores estatales, son
una amenaza para las clases que controlen recursos y capitales vastos y extensos. Ya que los
primeros buscarán maximizar y consolidar su posición a través de los mecanismos Estatales.
En suma, podríamos decir que el argumento de Block se formula a partir del concepto de
autonomía relativa pero este es demasiado limitante. De este modo es posible construir una
alternativa capaz de reconocer la especificidad del estado, sin dejar de reconocer “el rol
determinante de las relaciones de producción”. Los límites que señala el autor frente al concepto de
autonomía tienen que ver más con los factores externos o internacionales, donde los Estados se ven
operando bajo sistemas competitivos; generalmente los intereses entre capitalistas y el Estado
cooperan, lo que no quiere decir que sean similares, sino por el contrario, seguirán siendo
contradictorios ya que el Estado no se encuentra definido estructuralmente por la base. Tiene sus
propios intereses propios distintos del capitalista, en tanto estos no están condicionados
estructuralmente por el capital. Sin embargo, deberán mantener siempre una relación que le permita
acceder a la acumulación de capital y la defensa de sus intereses. Los capitalistas no controlan
directamente el Estado porque éste se encuentra manejado por burócratas y políticos, por lo tanto
tiene vida propia y es un tercer actor que disputa y vela por sus propios intereses. En este sentido,
los actores políticos están por sobre una estructura compleja burocrática racional, al estilo
Weberiano, que le confiere la capacidad de tomar decisiones que tendrá incidencia en la relación
capital-trabajo.

2) Mann (2006) desarrolla una comprensión del Estado basada en la centralización y


territorialidad, distinguiendo dos formas de poder estatal: el despótico e infraestructural. Asimismo,
entiende que la autonomía estatal (por su capacidad para establecer una organización territorial
centralizada) se puede conformar por instituciones y personal con autoridad centralizada y un
monopolio de dominación coactiva. Mann identifica fuentes autónomas de poder, como la
necesidad de reglas monopólicas, la multiplicidad de funciones estatales y la centralización del
poder sobre un territorio definido. En otras palabras, el Estado para Mann, se presenta como un
conjunto diferenciado de instituciones y personal, con una autoridad centralizada y monopolio de
dominación coactiva autoritaria.
Además, destaca que la autonomía estatal emana del carácter autónomo de sus fuentes de poder.
Estas surgen en primera instancia de la necesidad, ya que para la convivencia social es esencial un
conjunto monopólico o aglutinador de normas que garanticen la protección de la vida y la
propiedad. Por otro lado, la multiplicidad de funciones estatales constituye otro origen del poder. En
este sentido, el Estado desempeña cuatro tipos de actividades estatales persistentes: el
mantenimiento del orden interior, la defensa o agresión militar contra enemigos extranjeros, el
mantenimiento de las infraestructuras de comunicación y la redistribución económica.
Las fuentes de poder estatal incluyen la necesidad de reglas monopólicas para la convivencia social
y la multiplicidad de funciones estatales, que abarcan el mantenimiento del orden, la defensa
militar, el mantenimiento de infraestructuras y la redistribución económica. La centralización del
Estado es otra precondición del poder, ya que, aunque no posee un medio de poder independiente,
utiliza una combinación de poderes económicos, militares e ideológicos centralizados en un
territorio. Podemos decir que Mann caracteriza al Estado por sus organizaciones administrativas y
su lógica coactiva sobre los recursos. Argumenta que existen organizaciones administrativas,
policiales, militares y estatales que desempeñan un papel crucial al definir la autoridad política y la
dimensión real del poder estatal en contextos específicos. En consecuencia, Mann concibe al Estado
como la condensación de relaciones sociales en un territorio determinado, con objetivos específicos
y una voluntad de poder.
El autor destaca dos sentidos de poder estatal compartido: el poder despótico, que permite acciones
sin negociación con la sociedad civil, y el poder infraestructural, relacionado con la capacidad del
Estado para implementar decisiones políticas en la sociedad civil. Este último se desarrolla
fuertemente en sociedades industriales, destaca el sociólogo británico.
En resumen, Mann concibe al Estado como un ente con características administrativas y lógica
coactiva sobre los recursos, demostrando la importancia de organizaciones administrativas,
policiales, militares y estatales en la categorización de la autoridad política y el poder real en
contexto específicos.
En contraste, la perspectiva de Evans (1996) considera al Estado como transformador de la soceidad
mediante su aprticipación en procesos de cambio estructural, especialmente en países de
industrialización tardía. Evans analiza las características institucionales de los países exitosos en el
desarrollo, destacando el papel central del Estado en este proceso.
El autor mencionado utilzia ejemplos para demostrar la función primordial del Estado en el cambio
estructural, enfocándose en la aplicación consistennte de políticas y la institucionalización duradera
de mecanismos políticos. Examina categorías conceptuales como Estado predatorio, Estado
desarrollista y Estados “intermedios” utilizando casos como zire, Corea, Taiwán, Japón, Brasil e
India. Estos casos dan una idea de cómo la capacidad transformadora del Estado está sujeta o
requiere cierta autonomía enraizada. Al mismo tiempo que precisa de un funcionamiento coherente
a nivel interno también precisa de las conexiones o lazos externos. En otro orden de ideas,
encontramos que concepción Weberiana propone que la autonomía se complementa con
enraizamiento subrayando la importancia de conexiones con la sociedad civil para evaluar,
controlar y moldear las reacciones privadas ante iniciativas públicas.
Ahora bien, quizá una de las principales diferencias entre Evans y Mann es lo que este último
interpreta por redes globales o globalizadas, en cuanto no son exclusivamente redes económicas.
Sino pueden estar comprendidas por movimiento ideológicos o estar constituidas por redes
geopolíticas. El Estado Nación aparece como un limitante o limitador de estas relaciones. Es más, el
autor cree que “las redes de interacción nacional e internacional crecieron mucho más a expensas de
las redes locales que de las transnacionales.” En paralelo, el desarrollo económico así como también
la vida social, tomó forma o se desarrolló de una manera “privada”, de este modo se ha quedado por
fuera de las competencias del Estado-nación. En otras palabras, tanto el capitalismo como la
moralidad se mantuvieron autónomos respecto del Estado, comenta Mann.
En conclusión, podemos decir que tanto Evans como Mann analizan las capacidades estatales
considerando las conexiones del Estado con otros actores sociales. Evans destaca el enraizamiento,
mientras que Mann conceptualiza esto como poder infraestructural. Ambos enfoques contribuyen a
entender las complejas relaciones entre las estructuras y el personal estatal con la sociedad civil y
otros actores.

3-A) De acuerdo a Weir y Skocpol (1993), algunas de las variables donde han puesto foco las
ciencias sociales para analizar la forma en que los países han hecho frente a la crisis de los años
treinta -la gravedad con que la crisis azotó a los distintos Estados, el poder de organización de la
clase obrera, condiciones de consenso entre sectores y partidos y la emergencia de las ideas
keynesianas- son poco deterministas e insuficientes para explicar por qué algunos Estados han
podido dar respuestas más efectivas al aplicar (o no) políticas económicas de corte keynesiano. Por
medio de un análisis comparado, las autoras analizan la experiencia de los Estados sueco, británico
y estadounidense proponiendo centrarse fundamentalmente en las estructuras de las instituciones
estatales,ahondando en la configuración y fortaleza de sus burocracias, donde podemos ver un clara
influencia de una matriz weberiana de pensamiento.
Otra de las variables en las cuales se centran las autoras para dar cuenta de la respuesta a la crisis es
en la herencia histórica de dichas estructuras y de los Estados en materia de política social. Por otro
lado, les va a interesar qué influencia tuvieron los expertos académicos en las políticas públicas
aplicadas para sortear la crisis económica y social, uniendo en un punto común la teoría producida
en los centros de conocimiento y la praxis política. A continuación, pasaremos a ver de qué forma
incidieron las variables mencionadas en cada caso en particular.
De acuerdo a las autoras, Suecia y Estados Unidos fueron pioneros en implementar respuestas más
radicales a la crisis al utilizar el déficit como herramienta de gobierno, tanto para responder a la
crisis social con políticas asistencialistas así como también en forma de herramienta de
administración macroeconómica en el capitalismo avanzado (1993:74-75), el primer caso
tratándose de un keynesianismo más social y en el caso estadounidense de un keynesianismo
comercial, aunque posteriormente irá adoptando algunos rasgos más sociales hacia fines de los años
treinta.

En Gran Bretaña, si bien desde antes de la Primer Guerra Mundial, los laboristas aparecen como los
principales promotores de políticas de asistencia como el seguro de desempleo, Gran Bretaña no fue
permeable a adoptar una estrategia macroeconómica keynesiana hasta luego de la Segunda Guerra
Mundial (Weir y Skocpol,1993). Es llamativo que siendo vanguardia en relación a la intervención
del Estado en asistencia social y el fuerte apoyo al seguro de desempleo instalado desde 1911 no se
haya orientado a aplicar políticas proclives a un gasto público holgado orientado a resolver los
problemas ocasionados por la crisis. Entonces, ¿Qué razones atribuyen Weir y Skocpol a que el
manejo de la crisis haya sido tan divergente de la experiencia sueca? Fundamentalmente, el Partido
Laborista se centró en seguir fomentando los subsidios al desempleo en vez de orientarse a
financiar obra pública que proporcione empleo como tal, en oposición a los socialdemócratas
suecos. Por otro lado, el Estado contaba con poca experiencia en cuanto a gasto en obra pública
gestionada de forma centralizada.
Para el caso sueco, las tendencias que Weir y Skocpol atribuyen a la gestación de un keynesianismo
social y la solución al desempleo de posguerra siguió los canales administrativos y políticos
existentes, pero a diferencia del caso britanico, los suecos gestionaron trabajos de ayuda regulados
mediante una Comisión Nacional de Desempleo (1993). Esta como el resto de los cuerpos
administrativos suecos, gozaban de cierta independencia frente a la alternancia gubernamental y se
trató de una administración más robusta y antigua, configuración mucho más cercana a la
burocracia típica weberiana.
La conformación histórica de la estructura del Estado en EEUU signada por una administración
central débil, una autoridad pública dividida y partidos políticos carentes de programa da cuenta -a
diferencia, por ejemplo del caso sueco- de por qué no se pudo gestar una respuesta coherente a la
Gran Depresión en la primer etapa del New Deal. Sin embargo, los formuladores del mismo
lograron considerable consenso entre grupos sociales y le dieron a la gestión central un rol de
árbitro activo con miras comunes a la recuperación nacional regulando contra los elementos no
cooperativos de los grupos (Weir y Skocpol, 1993:29), incluso a pesar de no ser partidarios del
déficit presupuestario.
Sin embargo, hacia la segunda mitad de los años treinta el keynesianismo comercial estadounidense
osciló más cerca de la pata social del mismo de la mano de una mayor centralización, aumentando
cada vez más desde 1935 y se terminó optando por la financiación mediante déficit como respuesta
a la irresuelta crisis que se encontraba sumido al país norteamericano. (íbid)
El keynesianismo social estadounidense no llegó a configurarse totalmente como tal gracias a que ,a
diferencia de la experiencia sueca, donde el Estado fue capaz de centralizar en una unidad nacional
atribuciones que anteriormente quedaban atomizadas en las distintas localidades, en Estados Unidos
el gobierno federal aumentó de forma desbocada durante en New Deal a la par que algunas agencias
continuaron funcionando de forma independiente. Para poder llevar a la práctica un keynesianismo
social era antes necesario una estrategia macroeconómica coherente y coordinada (Weir y
Skocpol,1993).

3-B) Skocpol entiende al Estado como una entidad política, específica y diferenciada. No como
gobiernos, tampoco como un foro de confluencia, sino como estructuras con organizaciones
específicas que se adjudican el control de un territorio. En tanto tiene un poder recaudador; es
ordenador coactivo interno y defensor ante otros Estados y tiene una estructura administrativa
política-judicial específica y especializada. En suma, las estructuras presentan variaciones en sus
configuraciones que tendrán un impacto real en el comportamiento de los actores sociales. En otras
palabras, podemos decir que los Estados se fundamentan como organizaciones ya que los colectivos
de funcionarios pueden perseguir sus objetivos, alcanzándolos con mayor o menor eficacia según
los recursos y las capacidades de gestión. Al mismo tiempo se entienden como configuradores de la
organización y por lo tanto de la acción que inciden en los significados y métodos de la política para
todos los grupos y clases de la sociedad. De este modo, tendrá peso en la correlación de fuerza
desde esta estructura que estará dada por su propia especificidad.
Una de las cuestiones importantes que destaca la autora, tiene que ver con la “esencia del
Estado”, y este reside en un complejo administrativo y de coacción coordinado a la vez
centralizado, que se vale de la extracción de recursos fiscales para su mantenimiento a partir de un
dispositivo coactivo-administrativo-racional.
Por otro lado, Sikkink (1993) examina las características del Estado según la eficacia de la
capacidad administrativa que tiene el Estado para definir políticas públicas y su podr para
implementarlos con eficacia.

4-A) Kathryn Sikkink desarrolla un análisis institucionalista que se centra en la comparación de


las estructuras estatales en Argentina y Brasil para comprender su influencia en las políticas
económicas desarrollistas de cada país. En este contexto, la autora destaca la importancia de este
enfoque al permitir superar concepciones abstractas sobre la autonomía estatal, enfocándose en
atributos concretos de las estructuras, instituciones y procedimientos estatales que inciden en las
políticas resultantes. Se aborda la comparación de los Estados de ambos países en relación con los
gobiernos de Kubitschek (1956-1961) y Frondizi (1958-1962), figuras relevantes de la ideología
desarrollista en América Latina (Sikkink, 1993:543).

La autora resalta la relevancia de considerar la secuencia y las fases históricas en cualquier


explicación institucionalista, examinando cómo la evolución histórica de ciertas características de
las estructuras estatales contribuyó u obstaculizó la implementación de políticas desarrollistas
(Sikkink, 1993:546), cuestión que se profundiza en el siguiente apartado.

Sikkink retoma la tipología de Stephen Skowronek para comparar atributos estatales que
reflejan su capacidad y autonomía. Argumenta que la capacidad no está necesariamente vinculada al
tamaño del sector público, sino a la calidad y continuidad de las instituciones y el personal. La
capacidad se aborda mediante indicadores como la tendencia organizativa, los procedimientos
operativos y el talento intelectual. Además, se analizan las formas de operar y los procedimientos de
los organismos de fomento del desarrollo en ambos países, el Banco Industrial en Argentina y el
Banco Nacional de Desenvolvimiento Económico en Brasil (Ibídem, 555-564).

Las discrepancias fundamentales en las estructuras organizativas se centran en las normas y


procedimientos de la burocracia, así como en la idoneidad técnica de los funcionarios en cada país.
En Brasil, destaca la existencia de un sector "aislado" en la burocracia al que Kubitschek recurrió
para implementar su política económica. La autora enfatiza que, para que esta burocracia aislada sea
eficaz, debe regirse por criterios meritocráticos, asegurando personal de alto nivel. En contraste, en
Argentina, la desconexión entre la capacidad del Estado y las tareas a abordar fue más pronunciada
debido a la ausencia de una burocracia de este tipo. Esto se traduce en que Kubitschek pudo
aprovechar las instituciones estatales existentes en Brasil, mientras que Frondizi tuvo que sortear
obstáculos burocráticos para formular e implementar sus políticas económicas

4-B) La autora destaca la importancia del legado histórico de las estructuras estatales en Brasil y
Argentina y su incidencia en las políticas. En este contexto, subraya que, según este enfoque, la
secuencia y las fases históricas son determinantes para comprender las condiciones que favorecen la
capacidad y autonomía del Estado. Asimismo, establece una relación entre las diferencias en los
procesos históricos de construcción institucional en ambos países y las concepciones sobre política
que influyen en el comportamiento de los grupos y clases sociales (Sikkink, 1993:555).
En términos específicos, Sikkink resalta que en Brasil, durante el régimen de Vargas en la
década de 1930, se logró institucionalizar y traducir al Estado brasileño normas permanentes, dando
lugar a una burocracia dual con ciertos sectores denominados "burocracia aislada". Estos sectores,
generados por estrategias de Vargas, fueron cruciales para la implementación de políticas
económicas, ya que constituían reductos de eficiencia y autonomía fuera de la burocracia
tradicional. La continuidad de estas instituciones permitió a Kubitschek formular y ejecutar su Plan
de Metas con el respaldo de estructuras preexistentes, evidenciando una mayor continuidad
burocrática en comparación con Argentina (Sikkink, 1993:553).

En contraste, en Argentina, la evolución de las instituciones estatales durante el peronismo


no logró institucionalizar la capacidad estatal ni garantizar la autonomía respecto a las clases
dominantes. La selección de funcionarios se basaba principalmente en motivos políticos, y aunque
el peronismo amplió la envergadura del Estado, no se aseguró la expansión concomitante de su
capacidad. Tras la caída de Perón, las instituciones estatales perdieron continuidad, y durante el
gobierno de Frondizi, se evidenció una falta de interés por innovaciones institucionales, optando por
políticas a través de una red paralela. La ausencia de entidades auxiliares en Argentina llevó a una
mayor carga en la presidencia y los ministerios, careciendo de infraestructura necesaria. Es por ello
que la diferencia más notoria entre el Estado brasileño y el argentino radica en la índole de las
estructuras organizativas, las normas y los procedimientos que rigieron la burocracia y la capacidad
técnica de los funcionarios. Aquí, Sikkink reflexiona sobre cómo ciertas condiciones
fundamentales, como la existencia de instituciones especializadas sólidas y duraderas -
relativamente aisladas del juego político y dotadas de procedimientos de reclutamiento,
capacitación y promoción que se basen en el mérito y sepan retener al personal calificado, pueden
constituir un aporte significativo para una instrumentación exitosa de las políticas económicas
(Ibídem, 573). La explicación sobre el mayor éxito en la ejecución de las políticas económicas en
Brasil reside, en parte, en las características internas del Estado en uno y otro país, consecuencia del
diferente legado histórico en cuanto a su construcción. El legado de construcción institucional
dejado por cada gobierno generó una infraestructura que influyó en los programas desarrollistas de
Frondizi y Kubitschek, siendo la diferencia más evidente entre ambos países en la capacidad técnica
y autonomía de sus respectivas estructuras estatales.
BIBLIOGRAFÍA:

- BLOCK, Fred (1987) “Beyond relative autonomy: state manager as historical subject”. En
Revising State Theory Essays in Politics and Postindustrialism. Ed. Socialist Review Book. Págs.
227 a 241.
- EVANS, Peter (1996) “El Estado como problema y solución”. En Desarrollo Económico. Revista
de Ciencias Sociales. Vol.35. N° 140. IDES. Enero- Marzo. Buenos Aires. Págs. 529 a 562.
- MANN, Michael (2006) “El poder autónomo del Estado: sus orígenes, mecanismos y resultados”
En Revista Académica de Relaciones Internacionales. Nº 5. Noviembre.
http://www.relacionesinternacionales.info/ ISSN 1699 – 3950.
- SIKKINK, Kathryn (2009) El proyecto desarrollista en Argentina y Brasil. Frondizi y Kubitschek.
Siglo XXI Editora Iberoamericana. Buenos Aires.
- SIKKINK, K. (1993). Capacidades estatales y autonomía del Estado en Brasil y Argentina. Un
enfoque institucionalista. En Desarrollo Económico, Vol. 32 N° 128. Buenos Aires SKOCPOL, T.
(1991) El Estado regresa al primer plano. Estrategias de análisis en la investigación. En Zona
Abierta N° 57/58.
- WEIR, M. y SKOCPOL, T. (1993). Las estructuras del Estado: una respuesta “keynesiana” a la
gran depresión. En Zona Abierta N°63/64.

También podría gustarte