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https://www.youtube.com/watch?v=HYvwrS18cMk

EL SENDERO NOBLE Lección 12. El esfuerzo correcto


1. Introducción al esfuerzo correcto El factor más limitante en
nuestra vida es la falta de voluntad.
Hoy voy a compartir con vosotros la perspectiva budista de cómo
definir lo que
 Que es la voluntad, cómo definir los obstáculos, que están
limitando nuestro entusiasmo, nuestra energía, nuestra fuerza
de voluntad y, a la vez,
 Y cómo cultivarla, cómo desarrollarla en nosotros.
 Y al final dejaremos algún tiempo para atender a
tus preguntas.
Es difícil no exagerar la importancia del entusiasmo, de la voluntad
en nuestra vida, en nuestro camino, desarrollo espiritual.
A lo mejor, es el factor clave. Y algunos en este día, en esta
lección, van a descubrir esa fórmula que puede
radicalmente cambiar su vida.
Es una enseñanza muy importante.
Vamos a empezar definiendo lo que es la voluntad porque
utilizamos todo tipo de palabras que, a lo mejor, no coinciden…
tenemos ya definiciones preestablecidas en nosotros.
1.1. La distinción entre la voluntad común y el entusiasmo en el
budismo. Podemos empezar hablando de dos tipos
de voluntad. Una voluntad genérica que es nuestro impulso
autodeterminado, cuando tú tienes el poder de elegir qué
hacer, cuando tú eres dueño de tu propia energía. Eso lo
conocemos.
1.2. Y después, hay una fuerza de voluntad que es particular
del desarrollo espiritual. Y vamos a ver las dos.
1.1.La voluntad es indispensable para ser exitoso en cualquier
ámbito de la vida.
1.1.2. La voluntad no es un lote estático que nos ha tocado, sino
una cualidad que tenemos que cultivar en nosotros mismos.
Por supuesto, hay condiciones favorables. Hay personas muy
afortunadas que nacen con una cuchara de plata en su boca, que
tienen los mejores recursos, la mejor educación, las mejores
oportunidades y están enchufadas para lograr éxito en la vida. Y
después hay personas que tienen mucha capacidad, un alto
coeficiente intelectual, tienen mucho optimismo y demás.
Pero, desde la perspectiva de los grandes yoguis –y creo que los
estudios actuales lo comprueban–, el factor determinante es
nuestra capacidad de insistir, de ser dueños de nuestra energía, de
no depender de circunstancias favorables, no depender de un
momento afortunado.
1.1.3. El entusiasmo en el budismo es un estado mental que
encuentra alegría en la virtud, como explica esta cita del Sutra
Sacca-vibhanga
En el contexto espiritual, yo creo que es aún más importante. Y allí
se define la voluntad o el entusiasmo –vamos a utilizar esa palabra
más diplomática–.
El entusiasmo es la habilidad de encontrar alegría en lo que
es sano, en lo que es virtuoso, en lo que es noble. Y comparto con
vosotros un Sutra, un discurso del Buddha donde define los cuatro
enfoques del entusiasmo espiritual. lo leemos juntos brevemente.
Sutra: ¿Qué es el esfuerzo correcto?
«Y ¿qué es el esfuerzo correcto? Aquí el monje despierta su
voluntad, se esfuerza, genera energía, ejercita su mente y se
esfuerza por prevenir el surgimiento de estados mentales malos y
nocivos que aún no han surgido. Despierta su voluntad y se
esfuerza por eliminar estados mentales malos y nocivos que ya han
surgido. Y QUE HAN surgido para mantenerlos libres del engaño,
para desarrollarlos, para aumentarlos, cultivarlos y perfeccionarlos.
Esto se llama esfuerzo correcto».
Y estamos hablando del sexto elemento del camino Óctuple –los
ocho elementos para cultivar o desarrollarnos espiritualmente–.
Si no hay energía, nada se mueve.
1.1.4. De acuerdo con este discurso del Buddha, el esfuerzo
correcto consiste en desarrollar voluntad en relación con cuatro
objetivos
Y en este Sutra–en esta cita del Buddha–realmente estamos
hablando de cuatro cosas. Es decir, cómo definimos virtud,
De acuerdo con este discurso del Buddha, el esfuerzo correcto
consiste en desarrollar voluntad en relación con cuatro objetivos...

qué es noble, qué es espiritual, qué es sano.


Pues se puede ver en cuatro cosas, eliminar lo negativo y
desarrollar lo positivo.
A. Eliminar los estados nocivos existentes
B. Prevenir futuros estados nocivos Así que eliminamos estados
negativos existentes, actitudes, patrones en nosotros hoy en día
existentes. Y prevenimos futuros estados negativos. Estamos
interesados en protegernos.
C. Cultivar los estados sanos existentes
D. Generar nuevos estados sanos
Y, del lado positivo (cultivamos los estados positivos sanos que ya
tenemos, mejorándolos cada vez más, para que sean más
prevalentes, más perfectos. Y también introducimos estados nuevos
que aún no conocemos.

Y, desde la perspectiva budista,


el entusiasmo, el esfuerzo espiritual se diferencia del esfuerzo
común y corriente, ordinario, en que está acompañado de
sabiduría, acompañado de la ética. No es simplemente tener
ganas, tener voluntad, tener energía, sino unas ganas, una
energía, un entusiasmo que se interesa por el desarrollo espiritual,
por la genuina felicidad a largo plazo.
Así que aquí hay muchos mensajes ocultos. Y uno de los más
simples es que es posible, que cada uno de nosotros podemos
radicalmente cambiar, incluso podemos cambiar nuestra fuerza,
nuestra energía, nuestra voluntad, nuestro entusiasmo.

2. El enemigo es la pereza
Y vamos a empezar comprendiendo cuál es el bloqueo, cuál
es la traba, cuál es el problema que nos está limitando. Y ahí
identificamos el enemigo principal que es la pereza. Por supuesto,
hay muchas trabas externas, hay muchas complicaciones en
nuestra vida, hay personas que [nos] crean obstáculos, hay
limitaciones y demás. Pero –como hemos dicho– el factor a largo
plazo que define éxito o fracaso es nuestra fuerza de voluntad.
Si el tiempo es infinito –y lo es, tenemos muchas vidas–,
entonces el factor limitante es nuestra voluntad. Y se define como
‘pereza’. Y aquí vamos a ver que la pereza tiene matices.
Podemos comprender la pereza en tres variantes o tres
tipologías.
2.1. La pereza causa muchas dificultades.
Primero comprender los problemas que crea la pereza en
nuestra vida.

2.1.1. Estamos a merced de los caprichos del karma


A. Si no estás creando karma, el karma te está creando a ti. Si
somos perezosos, entonces estamos a merced de los caprichos del
karma.
Y para encapsular esta idea tenemos esta máxima: “Si no
estamos creando karma, el karma nos está creando a nosotros”. Y
si quieres personalizarlo para que te impacte más, entonces

“si tú no estás creando karma, el


karma te está creando a ti”.
Eso quiere decir que si no estamos en el presente, activamente
decidiendo actuar conscientemente de una manera sana,
beneficiosa, altruista, hablar dulcemente, tener buenos modales y
pensar de una manera positiva y sana, entonces si tú no estás
plantando nuevas semillas, si tú no estás generando karma
positivo… tu historia gana, el pasado gana, las semillas
antiguas crecen, se establecen, crean patrones más
arraigados en ti.
Diciéndolo de otra forma, estamos compitiendo con nuestro
pasado. Y si tú no te defines en el presente, el pasado se encierra
más. Y a medida que maduramos en años–a lo mejor me viene esto
a la mente porque ayer fue mi cumpleaños–, a medida que
envejecemos, cada vez nos cuesta más aprender nuevos trucos,
nuevos hábitos, tenemos más manías, más vicios.
Por tanto, es muy importante elegir y abrir camino.

B. El karma de otros influye en determinar tu rumbo


El segundo elemento dice, ‘el karma de otros influye en
determinar tu rumbo’. Es decir, si no estamos eligiendo
conscientemente qué decir, qué hacer, qué pensar, entonces todo lo
que pasa en nuestro entorno influye enormemente, es decir, lo que
piensan los demás, lo que quieren los demás, incluso la moda nos
lleva en su rumbo particular. No somos el capitán de nuestro navío,
no [tenemos] el control de nuestra vida, sino que estamos a
merced de las circunstancias y del entorno en el que nos
encontremos.
2.1.2. No logramos objetivos mundanos ni espirituales
El segundo punto nos dice, ‘no logramos objetivos
mundanos ni espirituales’. Suele [pasar] que las cosas importantes
requieren mucha energía y cuanto más nos aproximamos al
logro, cuanto más cerca estamos de la cima, la cuesta es más
empinada. Y muchas veces tiramos la toalla justo antes de
conquistar esa cima. Muy importante tener esa fuerza de voluntad,
ese entusiasmo, esa energía… en el contexto espiritual podemos
incluso llamarle fervor.
Tenemos que llegar a nuestro punto de hervor para poder
romper todos los bloqueos, atravesar todos los obstáculos. Y si
queremos hacer grandes cosas fuera, en el mundo, o grandes cosas
dentro de nosotros, necesitamos mucha energía, mucho poder,
mucha voluntad, mucho entusiasmo.
2.1.3. Podemos perder los logros anteriores
El tercer elemento nos dice, ‘podemos perder los logros anteriores’.
Esto es muy curioso. Si somos perezosos, no vamos a lograr
nada importante en nuestra vida, pero también estamos en peligro
de perder lo que tenemos porque fácilmente pueden surgir de una
forma más poderosa los vicios, la mala conducta, los patrones y los
estados aflictivos, la negatividad y el pesimismo en nosotros.
2.1.4. Solo podemos energizarnos a través de las emociones
reactivas que inspiran las sensaciones Y el cuarto dice, ‘solo
podemos energizarnos a través de las emociones reactivas que
inspiran las sensaciones Que inspiran las sensaciones’.
Aquí traté de condensar mucho el sentido, vamos
a desglosarlo un poquito. Quiere decir, que si tú no tienes tu propio
combustible, si no dispones de tu propia energía, lo único que nos
energiza son las sensaciones que producen los encuentros. Y
esas sensaciones producen emociones reactivas.
Hoy en día, vemos que en el mundo mucha energía viene del
odio ‒por ejemplo‒, viene de la venganza, viene de la ira, viene de
la ambición, viene de la envidia… y son energías que logran mover
muchas cosas en este mundo: descubrimientos, riqueza y también
mucho desastre. Pero no es una energía sostenible, no es una
energía pura, no es una energía libre, no es una energía que no
tenga efectos secundarios dañinos.
Hay ese dicho… Recuerdo que cuando estuve [viviendo] en
Estados Unidos –en Nueva Jersey, Nueva York– tenía muchos
amigos que eran activistas. Y había un dicho prevalente que
[decía], “si no estás enfadado, no estás prestando atención”, lo
que significa que hay tanta injusticia en el mundo que, si no estás
molesto, si no te molesta, si no estás enfadado, si no hay ira,
realmente no sabes lo que está pasando. Y que para crear cambio
en el mundo es bueno tener esa energía, tener esa ira dentro.
Y –como os dije en algún curso– me vienen a la mente unos
amigos que tenía en mi adolescencia. Estábamos en la playa y uno
de ellos [tiró la toalla del otro] al agua. Y el otro estaba muy
enfadado por tener su toalla empapada, pero también por pasar
vergüenza ante los [demás]. Así que le persiguió por media playa,
pero el otro era muy rápido y no pudo alcanzarle. Y yo le dije: “No
le persigas, hazte el distraído, el [olvidadizo], y él, poquito a
poquito, se acercará y le pegas; no le tienes que perseguir”. Y él
dijo: “Sí, es verdad, pero, si espero mucho, ya no voy a estar
enfadado y después ya no voy a querer pegarle”. ¡Es muy
curioso! Y hoy en día dependemos de estas emociones bajas para
inspirarnos, para activarnos, para crear cambio en nuestra vida.
Tenemos que llegar a un punto de frustración, a un punto de estar
molestos con la vida, con nosotros, con el trabajo… para crear
cambio.
Incluso, hay un estudio reciente que analiza cuándo las
personas cambian de trabajo. Y, muchas veces, cuando hay un mal
tolerable, cuando las cosas no van bien en tu carrera, en tu
trabajo, pero, a la vez, no son totalmente inaguantables y, por lo
tanto, no afrontas la dificultad de hacer ese cambio en tu vida, de
[arriesgarte]… como ese refrán, “más vale malo conocido que
bueno por conocer”, me conformo con esta mediocridad. Pero,
algunas veces, cuando hay mucha injusticia, hay algo muy
descarado que está pasando, ahí, con mucha fuerza por estar
molestos, por tener ira…afrontamos, rompemos y hacemos un
cambio.
Curiosamente, lo que nosotros en nuestra vida identificamos
como un mal mayor, resulta ser un mal menor. Porque el mal
mayor ocurre una vez, es drástico, pero un mal repartido,
dosificado, un poquito todos los días, lo aguantamos y lo toleramos
durante años, décadas; y eso causa mucho más daño, de
forma acumulativa, se va acumulando en el tiempo. Así que si
somos perezosos vamos a tolerar mucho mal innecesario.
Y el último punto es que las emociones negativas van a
dominarnos.
2.2. Las tres tipologías principales de la pereza Ahora vamos a
hablar de las tres tipologías de la pereza.
2.2.1. La pereza de la vagancia
La primera la conocemos muy bien, se llama la pereza de la
vagancia. Las tres tipologías principales de la pereza. Hay muchas
palabras en cada país para definir lo que es la vagancia.
Apego a descansar.
A. Apego a descansar.
Es el apego a descansar, no el descanso necesario; hay que dormir
bien y dormir más tiempo, todo el tiempo que necesita el cuerpo y
hay que descansar. Pero aquí es el apego al descanso, al estar
tumbado panza arriba como si eso fuera un refugio del mundo,
un refugio de los problemas, un refugio de los retos.
B. Apego a posponer
Otro es el apego a posponer. ‘Sí, es muy bueno,
excelente hacer esta dieta, pero empiezo mañana, empiezo
después de las fiestas’ o ‘empiezo a meditar en primavera’ o
‘apenas se gradúen mis hijos, voy a hacer un retiro’.
Estamos postergando, postergando, postergando lo que es
beneficioso para nosotros.
C. Apego a la comodidad.
Y otro aspecto de esta primera tipología de la vagancia es el
apego a la comodidad. Este es uno grande. Apego a nuestra zona
de confort. Y es algo más importante de lo que parece. Es decir,
no hay nada malo con apreciar todo lo bueno que ofrece la vida, el
desarrollo tecnológico y demás; tenemos que vivir cada vez mejor.
Pero aquí estamos hablando de apego. Apego quiere decir
una relación dañina, tóxica con la comodidad.
¿Qué quiere decir? Lo que no quiere decir es que el camino
genuino es siempre cuesta arriba, es la dificultad. Ese es un
extremo, es el extremo del martirio, de autoflagelarse, de que el
sacrificio es divino, a través del sufrimiento purificamos el alma.
Ese es un extremo. El hedonismo es otro extremo, pero el sacrificio
no es inherentemente espiritual. Y algunas veces lo que más
conviene para tu salud, para tu trabajo y particularmente para
tu desarrollo espiritual es afrontar tus retos, tus limitaciones, tus
problemas, tus errores y generar cambio en ti. Por lo tanto, cuando
toca salir de la zona de confort, cuando toca elegir un camino que
sea diferente al camino más cómodo para nosotros, de menos
resistencia, o cuando tenemos que caminar hacia arriba, cuesta
arriba, entonces debemos hacerlo con alegría y entusiasmo. Es
decir, lo que decide debe ser tu sentido común, lo que decide debe
ser tu amor y tu sabiduría. El criterio no es comodidad –lo que es
más cómodo es lo que me conviene–.
Este tipo de pereza ‒la vagancia‒ es muy predominante a medida
que mejoramos a nivel tecnológico, a nivel material. Nos
anestesiamos sin darnos cuenta, perdemos la vividez, la necesidad
de innovar y mejorar nuestro estado interno. Hay la ilusión de que
todo va bien porque estoy con la panza llena, porque mis
necesidades están satisfechas.
2.2.2. La pereza de entretenerse con algo banal
A. Apego a otro tipo de actividades.
Sabes que hay algo muy importante que debes hacer para
mejorar y cultivarte ‒como meditar por las mañanas o
meditar todas las tardes con venerable Pema‒. Y, de repente,
encuentras la perfecta excusa para no hacerlo, ‘¡qué lástima porque
tengo que hacer esto!’. Somos expertos en enredarnos en
proyectos, en llenar nuestra vida de actividades para que no haya
tiempo para lo que es importante para nosotros.
No necesitamos la excusa de que ‘soy perezoso’, ‘soy vago’. ‘Me
gustaría Lama Rinchen, de verdad que me gustaría, pero ¡qué
lástima que tengo que ver estos vídeos de YouTube!, ¡qué lástima
que tengo que reorganizar mi ropero, mi armario!’.
B. Apego a placeres mundanos como comer, beber, cotillear, charlar,
etc.
El segundo aspecto es ‘apego a placeres mundanos como
comer, beber, cotillear y charlar’. Muy común. Eso es delicado. No
debería decir mucho para que nadie se sienta identificado. Pero sí,
muchas veces perseguimos objetivos cercanos o la
gratificación inmediata y no perseguimos la felicidad más genuina,
más pura, más sostenible a largo plazo. Y llenamos nuestra vida de
sensaciones. C. Apego al entretenimiento y a las diversiones.
C. El tercero es ‘apego al entretenimiento y a las
diversiones’.
Y esto no es un tema solo para adolescentes. Hoy en día hay
personas mayores, de mi edad, de cincuenta, sesenta, setenta
años que no sueltan su móvil; están con el móvil en todo momento
y no porque tengan algo pendiente urgente ‒es decir, un médico
que esté de guardia esperando una llamada, un piloto que esté
esperando…‒ sino que, simplemente, a la más mínima sensación de
agobio, de aburrimiento, levantamos el teléfono y nos
entretenemos, nos distraemos, en cuanto hay una mínima
sensación de silencio incómodo, de soledad, de aburrimiento…
recurrimos al entretenimiento. Y es más dañino de lo que parece
porque si no desarrollamos esa resiliencia–de tolerar esos altibajos
anímicos–, no vamos a poder desarrollar la práctica meditativa,
vamos a ser muy seducidos por la más mínima distracción que
ocurra en nosotros.
D. No comprender las desventajas de los logros
egocéntricos
Ese es un tema grande ‒que lo hemos mencionado en muchos
cursos‒. Muchas veces estamos muy inspirados, pero por cosas
banales o fútiles o logros muy cercanos… como lo que van a pensar
los demás de nosotros. Invertimos mucho tiempo en arreglarnos.
Muchas personas planean por la noche la ropa que se van a poner
al día siguiente, tienen un espejo que va desde los pies hasta arriba
y se prueban diferentes partes de arriba, partes de abajo para
combinar los colores. Y esto lleva tiempo, energía, preocupación y
¡es totalmente innecesario!
Yo, por suerte, tengo un solo color… bueno, algunas veces la
camisa varía un poquito de color, pero puedo lavar todo junto, se
pueden mezclar los colores. Muy fácil… Siempre el mismo
peinado. Y no son solo los monjes. Einstein también, siempre tenía
el mismo peinado o siempre estaba igualmente despeinado; y
también tenía un uniforme, tenía siempre el mismo traje, la misma
camisa.
¿Para qué? Para no tener que decidir. Hoy en día hay estudios en
psicología que dicen que cada día tenemos un lote, un número de
decisiones de alta calidad que podemos tomar. Y si gastamos esas
decisiones en cosas banales, ordinarias, no las tenemos para tomar
decisiones importantes en nuestra vida. No sé si lo habéis notado,
pero grandes artistas, grandes emprendedores
también, simplifican al máximo su apariencia, su vestimenta para
no gastar energía.
Tienes un lote de energía, un lote de energía mental y hay
que invertirlo en lo que es importante para ti.
2.2.3. La pereza de la baja autoestima.
Pasamos ahora a una de las perezas menos conocidas. Es la pereza
de la baja autoestima.
A. «Yo no soy capaz» Esto es, me encantaría meditar, TOCAR
EL CHELLO, Lama Rinchen, ¡qué lástima!, yo no sirvo, yo no
puedo, yo no soy capaz’. Nosotros nos excluimos, nosotros nos
autoeliminamos. Y, de todas las perezas, a lo mejor esta es la
más destructiva porque no hay nadie más derrotado que el
que se derrota a sí mismo diciéndose, ‘yo soy incapaz’.
Y para reflexionar sobre ello, aquí lo dividí en dos partes. ‘Yo soy
incapaz’ hoy y ‘yo seré incapaz’ siempre.
Son dos argumentos similares, pero, a la vez, tienen un carácter
distintivo.
A1. Estar desilusionado por no haber logrado objetivos ‘Yo soy
incapaz hoy, yo no soy capaz, yo no sirvo’ es estar desilusionado
por no haber logrado objetivos en el pasado. Es decir, fracasos
personales que hemos tenido dejan su huella y eso dice, ‘ya que
no lo he hecho, ya que no lo he podido lograr en el
pasado, eso quiere decir que hoy tampoco seré capaz; yo no
soy capaz de hacerlo’.
A2. Estar desilusionado por no estar al nivel del otro Y estar
desilusionado con relación a los demás. Algo muy dañino es
compararnos con los demás‒especialmente en el camino espiritual‒
porque cada uno de nosotros está en un ciclo evolutivo. Y lo que
está viviendo o haciendo las prácticas de otra persona no son
relevantes, no son una manera de medir nuestro progreso.
Y si nuestro enfoque es egocéntrico, automáticamente vamos
a compararnos con los demás. Y con los que están
aparentemente a nuestra par, vamos a desarrollar cierta
competitividad. Con los que interpretamos que están detrás
o son inferiores a nosotros, vamos a desarrollar cierto
desprecio hacia ellos. Y con los que interpretamos que están por
delante de nosotros, cierta envidia. Por tanto, es una fuente de
estados aflictivos, de emociones tóxicas muy dañinas. Así que
es importante comprender que todos estamos en el mismo proceso
evolutivo. Todos estamos en el sendero subiendo una montaña.
Y es ridículo pensar que alguien que está unos metros, unos
pasos adelantados, es mejor que nosotros; o que alguien que está
unos pasos, unos metros detrás, es peor que nosotros. Estamos en
un proceso. Y tenemos que situarnos en el camino, en las etapas
del camino, y optimizar los recursos y las prácticas para servir
mejor a nuestro desarrollo espiritual y no utilizar a los demás como
referentes. Eso desilusiona a muchas personas porque no
pueden hacer inmediatamente lo que ven haciendo a otros.
A3. Bandera roja: «Ya que no puedo hacerlo perfecto, mejor no
intentarlo» Bandera roja...Y una bandera roja para diagnosticarnos
es ‘ya que no puedo hacerlo perfecto, mejor no intentarlo’.
Claro que no lo vamos a decir de esta manera tan clara. Vamos a
decir, ‘ya que no lo puedo hacer bien, esto quiere decir que yo no
puedo meditar’. Algunas personas intentan meditar‒siguen una
meditación guiada‒ y encuentran mucho caos en su mente:
diálogos internos, comentarios que se apoderan de uno,
distracciones que nos sacan de la meditación unos minutos… y
dicen, ‘¡qué lástima!, yo no puedo meditar’. Así pues, si tú te
encuentras utilizando palabras absolutas como nunca, siempre,
todo, nada… esa es una clara indicación de que estamos
autoengañándonos, de que estamos autosaboteándonos, de
que estamos argumentando en contra del camino gradual,
en contra de hacer lo que tú puedes… dar un paso, un paso
pequeño, pero genuino hacia el despertar.
Por tanto, no plantees la situación como todo o nada, blanco o
negro, puedo o no puedo, sirvo o no sirvo, soy capaz o no soy
capaz. Ese planteamiento es un engaño, el engaño del ego.
Tenemos que encontrarnos en un sendero ‒no blanco y negro, es
un espectro de grises‒ y lo único que nos interesa es dar un paso
hacia el despertar, hacer un pequeño cambio: eliminar un aspecto
negativo, cultivar un aspecto positivo.
Y la pregunta que nos debemos hacer es ‘en esta situación,
¿qué es lo mejor que puedo
en este momento,
hacer?, ¿qué es lo mejor que puedo aportar?’. A
esa pregunta es muy difícil [ponernos excusas]. Muchas veces no
encontramos la respuesta porque no estamos haciendo la pregunta
correcta; algunas preguntas son tramposas y es imposible
responderlas. Y si te encuentras utilizando palabras absolutas otra
vez ‒todo, nada, siempre, nunca…‒ [esa] es una clara indicación de
que estamos operando con una mente binaria ‒blanco o
negro, sirvo o no sirvo, me ilumino hoy o no vale la pena‒. TODO O
NADA.
B. «Yo no seré capaz» Y después hay una idea aún más tóxica,
más corrosiva, que es ‘yo no seré capaz’… no que ‘yo no puedo’,
sino que ‘nunca voy a poder’.
B1. Menospreciarse de forma categórica
Eso es menospreciarse de una forma categórica. De la misma
manera que nosotros juzgamos a los demás [cuando] alguien hace
algo negativo, nos estafa, nos engaña y, a partir de ahí, hacemos
un dictamen categórico de que esta persona es mala ‘hoy y
siempre’… tenemos que distinguir las acciones dañinas del
actor, del agente, de la persona. Es verdad que esta persona se
comportó mal injustamente, me traicionó, me estafó… lo que sea;
y, por lo tanto, tenemos que tener cuidado con esta persona en el
futuro para que no engañe, estafe y demás. Pero eso no quiere
decir que esa persona no se pueda recuperar, que en el futuro no
pueda ser nuestro amigo, nuestro mejor amigo o un buddha.
Porque si tú no crees en el potencial de los demás para
recuperarse, no vas a creer en tu potencial para recuperarte.
De la misma manera que enjuiciamos a los demás, también
nos enjuiciamos con este dictamen categórico de que, porque
fallaste o no cumpliste una expectativa autoimpuesta, de ahora en
adelante, eres defectuoso y no vas a poder mejorar. ¡Y eso es muy
dañino!
B1.1. Despreciarse por haber cometido errores.
Este sería el segundo punto, ‘despreciarse por ser defectuoso’,
que quiere decir identificarnos con una falta o con un estado
negativo. Ten esta idea…. de que nuestra mente es pura y
sana; y atravesando nuestro sistema hay todo tipo de
toxicidad, de partículas que polucionan nuestro sistema.
Pero no nos identificamos con las ideas negativas, con las
palabras negativas, con los estados negativos… es
simplemente agua turbia, manchas que están atravesando
nuestro sistema. ¿Os gusta ese planteamiento? ¿Hay alguno
mejor que coincida con tu mentalidad?
A lo mejor, lo veremos cuando hablemos de las cualidades a
desarrollar.
B2. Banderas rojas:
B2.1. «El camino espiritual es muy difícil»
[Una de] las banderas rojas para diagnosticarnos es ‘el camino
espiritual es muy difícil’. Si te escuchas decir eso ‒el camino
espiritual es muy difícil‒, esa es una clara indicación de que
hay autoengaño.
Imagínate… Lo que me viene a la mente es una chalana en
las Rías Baixas de Galicia ‒una chalana es un pequeño barco a
remos‒. Y si empieza a entrar agua, el marinero, el capitán te va a
decir: ‘Hay que achicar, hay que sacar con cubos el agua para
afuera o, si no, remar hacia la orilla’. Y tu amigo o tu compañero va
a decir: ‘Pero eso es difícil, remar cuesta esfuerzo, sacar agua a
cubos cuesta esfuerzo, ¿por qué no disfrutar del paisaje? Estamos
aquí tranquilos, en este bello lugar, en este bello paisaje’. Y es
verdad a corto plazo, que hacer algo para mejorar la situación
requiere esfuerzo, pero si dejas que la situación siga su curso te
vas a hundir y después, nadar va a ser mucho más difícil en el
agua fría con tiburones ‒a lo mejor en las Rías Baixas no tienen
tiburones, pero sí cangrejos, langostas, centollos‒.
Tened eso en cuenta, que cuando nosotros decimos que
mejorar es difícil, desarrollar atención es difícil, amar a los
demás es difícil, tener paciencia es difícil, ¿cuál es la otra
opción?, ¿cuál es la otra solución más fácil que eso, que
logre el mismo resultado? Quedarte donde estás no lo es
porque te hundes y el problema se agrava. Hacer algo
siempre requiere más esfuerzo, es más difícil que no hacer
nada; pero no hacer nada no quiere decir que las cosas
seguirán siendo fáciles en el futuro, la situación aumenta en
complejidad, cada vez vamos a estar en una situación más
problemática, más limitada.
Y el otro argumento muy interesante es –este es un
argumento un poco más budista–… es que no hay felicidad
sin la verdad. Así pues, si estamos interesados en el
bienestar, estamos interesados en el desarrollo espiritual. Y
no hay manera [satisfactoria] de desatender el desarrollo
personal, el desarrollo espiritual; no hay manera de
encontrar paz, bienestar, felicidad equivalente, genuina,
sostenible en el tiempo que no sea a través de generar
cambio, madurar, desarrollarnos hacia el despertar. No
hay plan B, no hay propuesta B. No se soluciona cambiando
de ciudad, mudándote a otra casa, cambiando de pareja,
teniendo una segunda pareja [aparte] ‒una amante‒,
teniendo diferente postre, diferente corte de pelo, diferente
serie de televisión… No hay manera de encontrar el
bienestar, la felicidad genuina que no esté alineada, en
armonía con el despertar, la iluminación, la verdad, el
desarrollo espiritual. Por lo tanto, cuando no hay plan B –
una segunda opción–, entonces, a la única [que hay], no se
le puede llamar difícil [porque] no hay nada con qué
comparar. Es lo que hay. Y hay muchas cosas en nuestra
vida que ni por un segundo las definimos como difíciles.
Nadie protesta por ir al baño todos los días. Es algo tonto,
pero es un argumento que me dijo uno de mis maestros, uno de
mis lamas: “No escuchas a nadie [protestando], molesto por tener
que ir a orinar todos los días, por tener que ir a evacuar todos los
días, por tener que comer todos los días. ¿Por qué? Porque no
hay [segunda] opción, plan B. Pero es una molestia. Ahora estuve
viajando desde el norte de la India hasta Valencia, y después hasta
aquí. Y tuve que ir al baño varias veces. ¡Es una gran molestia!
Tener que encontrar un baño en el aeropuerto, tener que encontrar
un baño en el avión… ¿Por qué necesito yo esa molestia? No quiero
tener esa molestia, pero tampoco puedo utilizar pañales. No es una
opción B, ¿verdad? Así que tenemos que comer todos los días,
tenemos que evacuar todos los días. Y normalmente todos nos
lavamos los dientes por lo menos una vez al día, dos o tres veces…
y nadie protesta, nadie protesta.
Por tanto, tenemos que comprender el desarrollo
espiritual, el despertar como esta necesidad básica donde no
hay plan B. Y lo que hay que hacer es lo que toca, lo que necesitas
hacer para mejorar es lo que toca; y no lo puedes comparar con
el estado de estar estático, de estar en el nido, en tu zona de
confort esperando un desastre mayor para activarte, ‘yo
necesito alarmas rojas, yo necesito urgencia; y después me
intereso por resolver los problemas, por mejorar’. No
queremos llegar a ese punto donde estamos
arrinconados, donde el karma nos arrincona y dice, ‘sí o sí,
obligados a cambiar’, porque es doloroso en ese momento.
El cambio se va acumulando y es enorme… y no ganamos
mérito. El karma es acción voluntaria. Y si estamos forzados por
las circunstancias, si el doctor te dice, ‘si no cambias tu dieta, vas
a morir en seis meses’, el cambio de dieta, la disciplina que
desarrolles no genera karma positivo. Pero si tú, hoy en día,
dices, ‘mira, mi salud es muy importante; no voy a lograr
nada bueno en esta vida ni en el desarrollo espiritual si no
tengo calidad de vida, si no tengo salud; voy a cuidar lo que
como, lo que bebo’. Eso es parte del desarrollo espiritual,
eso genera karma positivo. Pero si recibes esa sentencia del
médico diciendo, ‘o cambias o te mueres’, ahí el cambio tiene
que ser muy drástico, ahí vas a comer muy pocas… tu dieta va a
ser más estricta que la mía.
El karma ‒como dije hace poquito‒ nos avisa, nos invita a
mejorar eliminando negatividad, desarrollando cualidades, pero si
desatendemos esos avisos, el karma hace su giro, el boomerang
retorna y ahí sube el volumen. Y dice, ‘¡ahora sí tienes que hacer
cambios!’. Y si [lo] ignoramos, da otra vuelta, ‘¡ahora haces
cambios o mueres!’. Y eso es muy penoso, muy doloroso. Por
tanto, el secreto es mejorar en el tiempo bueno, mejorar
cuando es una elección propia, cuando no estás forzado.
Esta lección de hoy‒entusiasmo‒es cómo obtener energía que
normalmente solo existe en el desastre, que solo existe cuando el
problema se agrava; cómo tener esa energía equivalente en un
momento de salud, en un momento de paz, en un momento de
tranquilidad. Y si logramos tener la energía equivalente ahora, sin
esa palanca, vamos a poder crecer y madurar velozmente.
B2.2. «Su Santidad el Dalai Lama es un santo porque es la
reencarnación de un ser iluminado» En este caso coincide que Su
Santidad el Dalai Lama es la decimocuarta reencarnación de un
gran maestro que está iluminado. Pero si nosotros pensamos en
nuestra mente que el sentido detrás de esa frase es que ‘las
cualidades de Su Santidad el Dalai Lama vienen de ser un ser
puro, iluminado, que se ha reencarnado’, entonces estamos
desvalorizando su esfuerzo, su motivación, su desarrollo, su
trabajo. Parece que estamos alabando a los maestros, alabando a
los buddhas, pero en realidad estamos argumentando en contra de
nosotros, particularmente en contra de [asumir la] responsabilidad
de nuestro estado. Estamos diciendo, ‘¡qué lástima que yo no soy
así!’, cuando la verdad es que ‘yo puedo ser así, si yo invierto la
misma energía, si yo desarrollo las mismas cualidades’.
¿No es curioso? Algunas alabanzas realmente son autocríticas
camufladas, donde estamos esquivando nuestra responsabilidad de
hacer un cambio genuino en nosotros diciendo, ‘este santo bajó del
cielo con alas, es extraordinario, es especial, es de otro mundo; y
yo soy un pobre humano’. Desde la perspectiva budista, todos
los seres tenemos el potencial de evolucionar. Todos tenemos
las cualidades innatas para lograr la iluminación, solo se requiere
desarrollarlas, cultivarlas.

3. Los cuatro apoyos del entusiasmo de acuerdo con Shantideva.

Y ahora vamos a hablar concretamente de cómo mejorar


nuestro entusiasmo. Ya tenemos algo de entusiasmo espiritual
porque estáis aquí escuchando este discurso durante sesenta
minutos; a lo mejor tenéis dos pantallas ‒una al lado con otras
cosas pasando‒, pero [llevamos] sesenta minutos juntos; así que
cómo podemos mejorar el entusiasmo que ya tenemos… porque
nuestra felicidad depende de ello, porque nuestro desarrollo
espiritual depende de ello.
Y hay cuatro elementos de acuerdo con el gran maestro
Shantideva, del siglo VIII: interés, autoestima,
alegría y moderación.
Los cuatro apoyos del entusiasmo de acuerdo con Shantideva...
3.1. Interés Vamos a empezar con el interés.
Es más importante de lo que parece. Por un lado, es muy
obvio; si estamos interesados, vamos a afrontar grandes retos y a
superar grandes obstáculos. Hace poco estábamos hablando aquí
[con] los residentes del centro; y surgió la idea ‒o varias personas
me hicieron la petición‒ de desarrollar un curso sobre reflexión
porque se habla del estudio ‒de la escucha‒, se habla de la
meditación… pero [está] este puente entre la teoría y la práctica
que es la reflexión, la contemplación. Y es verdad, hay mejores
maneras de reflexionar; hay técnicas que podemos desarrollar que
nos van a ayudar a encontrar el sentido, a armar el rompecabezas.
Y, sí o sí, debemos desarrollar ese curso en el futuro y hacer
ejercicios conjuntos; y me encantaría compartir con vosotros lo
que yo he descubierto y lo que viene de la tradición. Pero ese es
un porcentaje muy pequeño del éxito. Encontrar la verdad depende
principalmente del entusiasmo, particularmente del interés que le
pongamos a la faena… ¿se dice faena?, ¿un lama debería decir
faena? Es una palabra un poco pobre.
Si estás interesado, vas a compensar la falta de conocimiento,
la falta de inteligencia, la falta de vocabulario, la falta de atención.
Sí, es muy importante tener humildad cuando uno estudia y
reflexiona, muy importante ser inteligente, estar instruidos, tener
mérito, virtud que nos aproxime a hacer esos grandes
descubrimientos de quiénes somos y qué es la verdad, pero no es
el factor determinante. El factor es el interés; si tienes interés,
vas a encontrar la verdad, vas a llegar al destino.
3.1.1. El remedio más efectivo para librarnos de los intereses
mundanos es reflexionar sobre la impermanencia, una y otra
vez.
El remedio más efectivo para librarnos de los intereses
mundanos es reflexionar sobre la impermanencia, una y otra
vez.
Y uno de los métodos más recomendados para generar interés
y uno de los más fuertes –¡preparaos!–, ‘el remedio más efectivo
para liberarnos de intereses mundanos es reflexionar sobre la
impermanencia ‒nuestra mortalidad, nuestra muerte‒, una y otra
vez’. ¿Por qué? Porque cuando no estamos en crisis, cuando
todo va bien [tenemos] la tendencia de adormecernos, de
sedarnos y de depender de cosas [de las que no hay que]
depender, de desarrollar anclas falsas ahí fuera, en el
mundo.
Así que es útil recordar lo que ya sabemos –pero ignoramos–,
que es que todo está cambiando, todo está en movimiento, no
podemos depender eternamente de lo que no es eterno, no
podemos depender eternamente de nuestros ahorros. ¿Por qué?
Porque la Unión Europea puede caer y esos billetes que tienes
debajo de la almohada se pueden evaporar, no van a servir
para nada. ¡No es posible! ¡Todo es posible! Y el seguro que
asegura el otro seguro de incendios [tampoco] puede que
funcione. Por tanto, recordar que todo está en movimiento, que
todo es transitorio y que, incluso nuestra salud va a estar siempre
con nosotros ‒que envejecemos y demás‒, nos va a poder permitir
vivir el presente intensamente.
Hoy no tenemos acceso a toda nuestra energía, a toda
nuestra presencia, está repartida, está comprometida con
diferentes pertenencias, diferentes logros, diferentes
expectativas. Pero si te relacionas correctamente con todo lo que
rodea tu mundo, empiezas a vivir por primera vez, empiezas a
invertir en el presente, la única realidad que existe.
3.1.2. El proyecto espiritual cobra sentido cuando
comprendemos el beneficio que aporta
El proyecto espiritual cobra sentido cuando
comprendemos el beneficio que aporta!!!!. Eso es muy
importante. El interés debe venir de la comprensión, no de la fe
ciega. Tenemos que comprender realmente lo que está en
juego, por eso es tan importante recibir enseñanzas,
reflexionar sobre ellas y desarrollar miniexperimentos para
corroborar tú–experiencialmente– que la meditación
funciona, que el desarrollo espiritual es posible, que puedes
ganar una especie de felicidad que antes no conocías.
Así pues, si no haces ese descubrimiento teórico ‒y
también experiencial‒, no vamos a tener la confianza de estar
encaminados, no vamos a estar interesados en invertir
nuestra energía, nuestros recursos en el desarrollo
espiritual. Pero si comprendemos lo que aporta, el resultado
extraordinario que va a aportar la práctica a la inversión espiritual,
ahí estamos muy interesados en invertir nuestra energía y tiempo
en cultivarnos.
En este sentido voy a recalcar una idea que vimos hace
unos minutos. No pienses en términos de blanco y negro,
todo o nada, tengo que esforzarme, sacrificarme ahora en el
presente para después –a lo mejor, si todo va bien–, en una
vida futura, heredar el cielo.
El camino espiritual funciona a corto plazo, a medio
plazo y a largo plazo. Y si tú realmente te dedicas a mejorar
como persona, a transformarte, vas a descubrir los
resultados, vas a tener más paz, más resiliencia, más
equilibrio, vas a ser más dueño de tu estado de ánimo, de tu
mente, vas a elegir qué piensas, qué sientes, a qué
atiendes. Y ese es el tesoro más grande, no hay
ninguna riqueza externa que pueda garantizar eso, es
un logro personal que se gana dentro de nosotros.

3.1.3. La confianza en el camino debe madurar con reflexión y


experiencia.
¿Qué estamos diciendo con esto? La idea general [es
que] la voluntad se produce. Muchas veces decimos, ‘mira, me
encantaría, Lama Rinchen, practicar, mejorar, pero no tengo
disciplina, no soy una persona con mucha fuerza de voluntad, ¡qué
lástima! A lo mejor en otra vida nos encontramos’. Y
nos autoflagelamos diciendo, ‘no tengo voluntad, tengo que tirar de
la voluntad’. Y nuestra voluntad tiene cierta elasticidad, es
decir, tenemos un centro de gravedad y podemos exigirnos un
poquito más de nuestro centro de gravedad, pero no podemos
operar en modo emergencia muchos días; un día, dos días, pero
después llegamos a un punto de saturación donde es
contraproducente esa exigencia. Si te exiges demasiado vas a
llegar a los límites de tu energía.
Por tanto, la pereza no se resuelve tirando, exigiéndote más
voluntad. ¡Tienes que crear esa voluntad!
Y uno de los ingredientes… tradicionalmente se llaman fuerzas,
una de las cuatro fuerzas es el interés. Si generas interés,
más interés, mucho interés, ahí naturalmente va a florecer más
energía en ti.
3.2. Confianza en sí mismo → Estabilidad anímica
La segunda fuerza es confianza en ti mismo,

Confianza en sí mismo → estabilidad anímica.


Autoestima; ese es el aspecto causal. El aspecto
resultante es estabilidad anímica. Y, de todas las cualidades, la
que más aprecian los lamas tibetanos en sus estudiantes,
discípulos, es la estabilidad anímica porque es el factor que
mejor predice el éxito en el futuro ‒el factor predictivo‒, que
es la estabilidad anímica. Porque si no tenemos
estabilidad anímica estamos a merced de los altibajos, las
circunstancias dictan cómo nos sentimos. Mientras las cosas
van bien, ‘¡oh!, yo pertenezco a este grupo, yo estudio, yo medito’,
pero apenas empieza a haber dificultades, trabas… ya se pierde el
proyecto. Por lo tanto, tenemos que tener esa estabilidad que
puede atravesar altibajos ‒alto quiere decir éxito en tu vida y bajos
quiere decir dificultades o fracasos, tropiezos en tu vida‒.
Hace dos días estuve en la India y me reencontré con un
khenpo que vive en Australia ‒un abad que vive en Australia‒, un
tibetano que ya hace diez años, más o menos, está enseñando en
Australia. Y le dije: “¿Qué tal vas?, ¿qué consejo me puedes dar
para enseñar el Dharma?”. Y me dijo: “¡Ah! No te puedo enseñar
nada, no sé nada. Es muy difícil porque el Dharma en Occidente es
un hospital. Las personas vienen cuando se sienten mal y
apenas se sienten bien, se van.
Es decir, cuando están ansiosas por la pandemia, estresadas…
vienen, se interesan por la meditación, pero cuando todo empieza a
ir bien en sus vidas, tienen pareja, un nuevo trabajo…
¡ah!, ¡meditación!... chao, chao, hasta luego”. Por tanto, muchas
veces pensamos que las dificultades son el obstáculo principal que
nos distrae de nuestro desarrollo espiritual, pero coincide que es al
revés. Son los picos. Cuando las cosas van demasiado bien
entramos en esa zona de confort y ahí queremos hacer un mínimo
esfuerzo. Este es mi mudra1 para el mínimo esfuerzo [mueve
ligeramente el dedo meñique], mover un dedo, el meñique.

1
El término mudra es una palabra originaria del sánscrito que significa “sello”, pero también es usada para hacer referencia a la
dicha y el gozo. Los mudras son gestos que realizamos con las manos y nos ayudan a transformar la energía de nuestro cuerpo. Tanto
es así que, en las culturas antiguas, se dice que nuestras manos guardan un gran poder y tienen la capacidad de sanarnos, elevar
nuestra energía y contribuir a un bienestar general. https://xuanlanyoga.com/mudras/ MUY BUENA!!!
3.2.1. La autoestima sostenible.
Nace de identificarnos con nuestro potencial. Por lo
tanto, ¿cuál es la causa de esa estabilidad anímica?
Confianza en nosotros mismos. Y eso ¿qué quiere decir? Que
la autoestima sostenible nace de identificarnos con nuestro
potencial. La autoestima sostenible nace de identificarnos
con nuestro potencial.
Deberíamos desarrollar un curso entero con esto. ¡Hay tanta
pobreza espiritual! Es algo muy necesario. Muchas veces el bloqueo
principal es no valorarnos, no creer que somos capaces de
mejorar.
Y, en el peor de los casos, nuestra autoestima viene de logros
externos, de tu apariencia, de tu estatus social, de tus logros
económicos. Hoy está de moda en la televisión preguntar, ‘y tú
¿cuánto ganas?, y tú ¿cuánto tienes ahorrado?, ¿cuál es tu
capital?, ¿cuál es tu patrimonio?’, como si eso fuera la medida de
una persona. Así que en el peor de los casos nos valoramos
dependiendo de los logros externos.
Y una manera mejor de valorarnos es [por los] logros
internos, que quiere decir por nuestras cualidades, por
nuestra virtud, por nuestra generosidad, por nuestra
paciencia, por nuestra disciplina. Y no hay nada malo en
reconocerlo, es bueno. Tenemos que reconocer la virtud en los
demás y también la virtud en nosotros. Pero aún es mejor lo que se
propone aquí: valorar nuestro potencial de cambio,
identificarnos con la mente prístina que es infinitamente
cambiable, puede lograr todo, no tiene ningún parámetro. A
nivel físico hay ciertos parámetros –yo con cincuenta y un años
puedo ejercitar mi cuerpo y ganar más flexibilidad, hacer ciertas
posturas de yoga, [lograr levantar pesas con] ciertos kilos–, pero
el cuerpo humano tiene ciertos límites, y mi cuerpo en particular.
Pero la mente no tiene límites, no tiene ningún parámetro.

3.2.2. Confiar en nuestra capacidad de superar las aflicciones.


Y eso ¿qué quiere decir? Que debemos confiar en nuestra
capacidad de superar los estados aflictivos.
Confiar en nuestra capacidad. Y DE ESE MODO, superar las
aflicciones, los velos conductuales, emocionales, el egocentrismo y
la ignorancia. Son manchas adventicias que están pasando
por nuestra mente, como si la mente fuera el cielo, y las
aflicciones [fueran] nubes; las nubes no corrompen el cielo,
solo bloquean temporalmente la luz del sol.

3.2.3. Confiar en nuestra capacidad de desarrollarnos.


Por tanto, tenemos que desarrollar también confianza en
nuestra habilidad de desarrollar cualidades, no solo de eliminar los
velos, los obstáculos, las manchas, sino también de mejorar
nuestro amor, nuestra paciencia, nuestro interés, nuestro
entusiasmo, nuestra sabiduría y demás. No hay techo, el único
límite es autoimpuesto a nivel de la mente.
Eso no quiere decir que es inmediato, tiene que ser real,
tiene que basado
estar en desarrollo, en
causas y condiciones.

3.2.4. Confiar en nuestro potencial de ayudar a otros.


Y, finalmente, confiar en nuestra habilidad de contribuir a los
demás. Hoy en día ya podemos empezar a compartir nuestra
experiencia, nuestro optimismo, una sonrisa, nuestro apoyo… y, en
el futuro, a medida que logremos estabilidad interna, vamos a tener
más [con lo] que contribuir al desarrollo de los demás.
Así que cuando mencionamos interés, cuando mencionamos
autoestima quiere decir que es un trabajo.
Tienes que reservar tiempo de tu día para cultivar,
comprender y después hacer cambios en nosotros y mejorar;
no viene solo, es algo que tenemos que trabajar.
3.3. Alegría
Y algo que curiosamente tenemos que trabajar es la alegría, el
tercer punto.
3.3.1. Encontrar alegría en el hacer,

Alegría, ES más que la recompensa y el resultado.


Alegría aquí quiere decir encontrar optimismo, encontrar
bienestar, encontrar gozo en hacer, más que en la recompensa ‒
este es un vocabulario muy personal, a ver si lo puedo traducir en
términos humanos‒
Estamos obsesionados con los resultados. Pero los grandes‒los
bodhisattvas, los seres iluminados y también si os enfocáis en las
personas que son exitosas en el mundo, en cualquier ámbito‒ no
buscan resultados; parece raro, pero no buscan resultados. Las
personas mediocres buscan resultados; los que son realmente
exitosos no buscan resultados, lo que buscan son soluciones,
buscan causas y condiciones que, sí o sí, van a obligar al resultado,
van a ser la garantía de que surjan resultados. Por tanto, no tiran
de resultados, no demandan resultados, no esperan
resultados, sino que dedican toda su energía en crear las causas y
condiciones que obligan al resultado.
Es algo muy simple. ¿Quieres un huevo duro? Pones agua, una
olla, fuego y obligas a que ese huevo se cocine. Si todo fuera tan
simple en nuestra vida como crear esas causas y condiciones… Así
pues, en vez de estar incentivados a trabajar, a hacer con el premio
que vamos a recibir ‒que es la forma típica‒ o con el miedo del
palo que vamos a recibir, los bodhisattvas se estimulan, se inspiran
con el trabajo en sí. Ellos lo ven como el premio en sí, como el
logro en sí.
No es trabajo y después recompensa, no es sacrificio y
después el logro… lo ven como una cosa, ven la interdependencia,
ven la garantía implícita en el hacer. ¡Y lo disfrutan! Y en ese
momento deja de ser trabajo, deja de ser una exigencia. ¡Muy
interesante! Reflexionad sobre esto, va en contra de todo lo que
hemos escuchado DE FORMA HABITUAL.
3.3.2. Pasar de la esperanza al optimismo radical

Y esto quiere decir en términos tibetanos ‒si leéis algún


tratado clásico‒ ir más allá de la esperanza y del miedo.
El egocentrismo juega un juego que se llama ‘la ruleta de la
esperanza y el miedo’ donde siempre estamos proyectados
al futuro: esperando con anticipación, con garras, con ansia
un resultado favorable y, simultáneamente, temiendo que no
[vaya] a ocurrir o que alguien lo vaya a conquistar antes.
Por lo tanto, el primer nivel de renuncia supera los ocho
dharmas mundanos, logros cercanos ‒como vimos anteriormente‒.
Pero un nivel de renuncia aún más sutil, más profundo, más
completo es superar la energía detrás de los
proyectos mundanos, que es la esperanza y el miedo. Y
parece casi un sacrilegio. ‘Por favor, Lama Rinchen, dime cualquier
cosa, pero no me quites la esperanza; la esperanza es lo único que
tengo’. Pero los bodhisattvas dicen que si tienes esperanza
eres un esclavo, un esclavo aterrorizado!!!! por lo que no
puede ser.
Es mejor ser libre, una energía libre, una alegría libre. En este
caso, un optimismo radical donde todo se invierte en el presente,
sabiendo que eso va a generar las mejores condiciones, los mejores
resultados posibles. Por tanto, hay que tener planes, hay que
tener metas, hay que tener objetivos –estamos aquí
reunidos porque tenemos la expectativa de que vale la pena
este encuentro–, pero sin aferramiento, sin dependencia.
Simplemente el futuro es orientativo, nos orienta el presente,
cómo invertirnos mejor y aprovechar este momento. No estamos
apostando por el futuro, estamos invirtiendo en el presente. No es
un juego de apuestas, estamos invirtiendo en el presente.
La primera vez que escuché esto me enfadé. ¿Cómo que la
felicidad, que la alegría es una elección? Lo tomé como un insulto a
mi inteligencia, soy una persona educada… ‘Si fuera tan fácil como
elegir la felicidad, entonces, por supuesto, todo el mundo [se] lo
estaría pasando pipa, felices ‒para los que no están en España,
pasárselo pipa es estar muy contento, por alguna razón que
desconozco‒’. Pero reflexionando… porque el lama que lo dijo, lo
dijo con tanta seguridad que uno siente, ‘bueno, debe haber algo
aquí, voy a darle otra vuelta’. Y descubrí que sí es verdad, la
felicidad es una elección que rara vez tomamos.
Hemos sacrificado ese don, ese poder y se lo hemos dado a
las circunstancias. Estamos jugando en la ruleta de las
circunstancias… cuando depende de nosotros. Esto no quiere
decir que podamos inventar nuestra realidad alternativa, que no
haya dificultades, enfermedad, pobreza, injusticia en el mundo.
Tenemos que reconocerlo: ver lo bueno, lo malo y lo
feo. Pero nada viene hecho, predicho, nada viene horneado,
todo es arcilla. Esto significa que las circunstancias desfavorables
no necesariamente son un castigo. Y si lees las biografías de los
grandes ‒no solo religiosos, [sino] en todo ámbito‒, son personas
que tienen la habilidad de reconocer oportunidad donde otros solo
ven fracaso. Pueden construir en los escombros y desarrollar algo
nuevo.
Así pues, tenemos que tener optimismo que no
sea esperanza, lo que quiere decir que voy a hacer lo mejor
que pueda en estas circunstancias y voy a enfocarme ‒
después de conocer lo bueno, lo malo y lo feo‒, me voy a
enfocar en lo que tiene utilidad, lo que es de provecho. Yo
elijo en qué me enfoco, a qué atiendo, en qué invierto. ¡Es
muy poderoso! Y desarrollar una actitud positiva que no viene de
fuera, viene de dentro. Y la prueba es que hay billonarios que se
suicidan, hay personas que lo tienen todo multiplicado por diez y
aún están insatisfechos, aún están tristes. Y después hay personas
miserables ‒a nivel material‒ y conozco muchos… yoguis que
no tienen nada, no tienen ahorros, solo tienen un recambio de
ropa, viven en un lugar muy pobre, en una casita de adobe ‒a lo
mejor, una cabaña, una cueva‒ y se lo están pasando pipa, están
muy contentos consigo mismos. ¿Y quién les va a decir, ‘mira, tu
felicidad no cuenta, tu felicidad no es genuina, tu felicidad no vale,
tú ya no tienes suficientes metros’? ¿Quién le va a decir eso?.
Es algo real, experiencial. Por tanto, cada uno de nosotros
podemos mejorar nuestro nivel de optimismo, de alegría,
que sea cada vez más autónomo. Y nuestra voluntad, esfuerzo,
nuestras ganas, nuestro fervor espiritual depende de este
ingrediente, de este combustible. Muy importante.
Cuando se habla del entusiasmo espiritual en el contexto de
las seis paramitas viene en cuarto lugar, justo antes de la
meditación. ¿Por qué?
Porque la meditación solo se puede lograr con
entusiasmo. ¿Por qué? Porque la meditación genuina es la tercera
meditación.
La primera es la luna de miel –‘¡qué linda meditación!’–; la
segunda meditación es la desilusión –‘¡qué aburrida esta
meditación, ya la hice varias veces, ya la conozco, ya no me
estimula, ya no me inspira’–. Y la mayoría deja de meditar en la
segunda fase, la desilusión; uno deja a su pareja en el divorcio. Y si
pasamos de la primera y la segunda fase… que es ‘lo estoy
haciendo porque me estimula, tengo buenas sensaciones, me
distrae, me inspira’, y pasamos a la segunda fase que es
‘me aburre, me agobia’, donde la referencia es solo el egocentrismo
‒estamos relacionándonos con la meditación como con una serie
de televisión, ‘me gusta o no me gusta, lo siento o no lo siento’‒
… para pasar a la tercera relación, [al tercer] nivel de
meditar –la meditación madura–, necesitamos nuestra
propia energía; la práctica, el yoga, la meditación no
puede venir de fuera, tiene que venir de dentro, ‘yo elijo lo
que me inspira, yo elijo lo que va a ser propicio para mí’. Y
ahí es cuando nuestro desarrollo espiritual entra en otro
nivel, en otro orden de magnitud, cuando realmente
progresamos.
¿Recordáis lo que dijo este abad en Australia? “El Dharma es
un hospital”, que quiere decir que en algún momento de tu vida te
encuentras con la meditación o con el Dharma o con el budismo y
está satisfaciendo una necesidad cercana, inmediata; lo que ofrece
el budismo se solapa con tus intereses.
Pero eso no nos lleva muy lejos, no nos lleva a vencer
nuestros hábitos dañinos, no nos lleva a crear cualidades
espirituales extraordinarias. Para eso necesitamos superar los
mecanismos egocéntricos porque el Dharma viene a
limar algo dañino que sobresale y como catalizador para
fortalecer, hacer florecer una cualidad. Y nuestro ego, nuestro
egocentrismo hace todo lo posible para esquivar el poder del
Dharma.
Estar presentes, pero hacer todo lo posible para que no
te cambie. ¡Somos tan habilidosos! Y prácticas más exigentes ‒
como las postraciones o hacer retiros‒ las tratamos de evitar a toda
costa porque son más fáciles de esquivar. Y nos convencemos de
que somos una persona espiritual: fichamos como en el trabajo, en
la fábrica…cumplimos esa práctica, esa hora, pero realmente no
nos afecta, no nos impacta, no nos transforma.
Y cuando tenemos entusiasmo, entonces elegimos la
práctica más puntual, más poderosa, más allá de me gusta o
no me gusta, lo que realmente…la medicina que necesitas
para sanar espiritualmente.
Y te prestas a escuchar un consejo de tu mentor, de tu guía,
de tu lama que vaya en contra de tus preferencias. Si no, el lama
tiene que tener mucho cuidado y, [de] lo que te gusta, elegir
lo menos dañino. ‘Lama Rinchen, me gustaría meditar en esto o
hacer este yoga, ¿qué crees que es mejor?’. ‘Ok, entre esas dos
opciones, haz esta meditación’. Y limitas tus instrumentos, tus
prácticas, tu desarrollo espiritual a las cosas que te atraen
emocionalmente. Y si el lama, tu mentor tiene que decirte algo,
tiene que tener mucho cuidado y poner muchos almohadones, ‘a lo
mejor… podrías… considerar… la posibilidad… de investigar…’. Y
tienes como seis almohadoncitos para amortiguar el golpe de ir en
contra de tus gustos; lo escuchas, pero no lo implementas.
Pero si el maestro o el libro es muy directo y va en contra de
tus deseos, entonces rechazamos la práctica o rechazamos al
maestro o el libro, o rechazamos la tradición completamente. No
hacemos realmente lo que nos toca, lo que es realmente
beneficioso para nosotros. Pero si tenemos nuestra propia
alegría, nuestro propio entusiasmo, si no depende de que
todo coincida… porque rara vez va a coincidir todo, que lo
que te guste, lo que te estimule [vaya] a ser lo óptimo para
tu desarrollo personal espiritual.
3.4. Moderación
3.4.1. Reconocer nuestros límites
3.4.2. Medirnos a largo plazo para encontrar un ritmo
sostenible Y, por último ‒el último punto es muy importante‒
Moderación. Si reflexionáis sobre esto, la tarea para esta
semana ‒de estos cuatro puntos ¿cuál está neutralizando una
pereza?‒, por supuesto, el desarrollo es mucho más integral,
holístico. Pero, como un esquema mental, puede ser útil hacer esa
reflexión de ver, de los cuatro poderes, cuál de ellos está
atendiendo, neutralizando uno de los tres tipos de pereza. Y el
último es ‘trata de corregir la adicción al trabajo’, que quiere decir
ser muy ambiciosos con nuestro desarrollo espiritual. Lo que
significa que tenemos que reconocer nuestros límites actuales y
encontrar un ritmo que sea sostenible para nosotros.
Si derrochamos toda nuestra energía en hacer a lo mejor una
meditación muy extensa, vamos a estar hartos, empachados con la
meditación y no vamos a continuar los próximos días. Por
tanto, tenemos que dosificarnos, ni hacer demasiado poco ni
demasiado mucho, encontrar justo el camino del medio que sea
óptimo para nosotros. Medirnos a corto, medio y largo plazo. Eso es
muy importante.

PREGUNTAS
Preguntas y respuestas Pregunta n.º 1.-
Muchísimas gracias por estas preciosas enseñanzas. Sobre la
lección ocho, ¿cómo se relaciona la P. n.º 1.- ¿El sentido del humor
le parece saludable? Y LA charla ociosa con mantener un saludable
sentido del humor?
El sentido del humor me parece saludable y lo valoro
positivamente, tanto en mí mismo como en los demás, siempre
que parta del respeto y la inclusión. Pero, en ocasiones, me parece
que es similar a la charla ociosa. Muchas gracias. Ven. Lama
Rinchen Gyaltsen.-
Muy bien. Difícil pregunta. La charla ociosa es cuando somos
inconscientes. Tenemos que aprender a distinguir [entre] ser
inconscientes y ser espontáneos. Podemos ser
espontáneos, intuitivos –en este caso tener buen sentido del
humor, ser graciosos– y, a la vez, cuidar de que lo que [vayamos] a
decir no hiera la sensibilidad de otras personas, no sea un chiste
camuflado con el que realmente estamos metiendo el dedo en la
llaga –haciendo pullas, se dice en algunos países–.
Algunas veces, sin darnos cuenta, con el sarcasmo causamos
mucho daño; y con muchos chistes realmente estamos siendo
como un troll –sabéis que hoy en día en los mensajes ponen algo
exagerado para ser provocativos y crear mucha discusión, mucha
controversia; y después se cruzan de brazos y observan el caos–.
Es decir, algunas veces simplemente aumentamos el drama
‒como entretenimiento‒ porque nos falta alegría.
Yo creo que la distinción es consciencia y no consciencia. Sea lo que
sea lo que expresemos y que salga de nuestra lengua debe [ser]
considerado. Y eso no arruina necesariamente la espontaneidad,
tenemos que tener una mínima precaución de que sea algo sano y
no cause daño a los demás.
Es muy fácil ser chistoso burlándose de los demás; es más
difícil ser chistoso sin rebajar a nadie.
Pregunta n.º 2.- Venerable Lama Rinchen,
P. n.º 2.- ¿Cómo definir las metas de acorto, mediano y largo
plazo?
en la lección once sobre el medio de vida correcto, cuando
desarrolla el punto trece refiriéndose al plan de acción y a la
determinante importancia de definir los objetivos a corto, medio y
largo plazo, ¿podría ampliar su instrucción sobre cómo definir estas
metas, por favor? Muy agradecida por sus sabias enseñanzas.
Lama Rinchen Gyaltsen.- ¿Cómo definir las metas a corto, medio y
largo plazo? Cada situación es muy diferente, entonces, es muy
difícil tener una fórmula general. El problema principal es que no
leemos el terreno. Yo lo intento ver en cuatro fases: lectura del
terreno, desarrollo de objetivos, planificación e implementación.Y
cuando algo va mal en nuestra vida, culpamos a los demás. Pero si
tenemos suficiente humildad y aceptamos algo de responsabilidad,
entonces la culpa casi siempre la tiene la ejecución –que no hemos
hecho bien las cosas–. Pero si damos un paso atrás, vamos a
descubrir que realmente el fallo fue principalmente en la
planificación, nuestro plan no era realista. Y si echamos la vista
atrás, el plan no estaba del todo mal, el problema es que no
atendía a objetivos realistas. Y después, si echamos la vista atrás y
pensamos, los objetivos parecen adecuados, el problema es que no
habíamos leído el terreno. Y aquí creo que deberíamos invertir más
tiempo. Leer el terreno quiere decir comprender la situación
subjetiva y objetiva.
De cuántos recursos dispones, cuál es tu estado presente y
cuál es el terrero, cuál es la situación en la que estás viviendo. Y
esto sirve para negocios, para mercados o para cualquier tipo de
investigación científica y demás. Tenemos que leer el terreno,
tenemos que comprender lo que está pasando, cuáles son los
factores que están en juego, cuáles son los elementos.
Cuando hablo con mis amigos, ahí es donde noto el fallo
principal, que [no se toman el tiempo para] diagnosticar la
situación presente. Y, a partir de ahí, los objetivos que se
[plantean], el plan que se desarrolla no coincide con la realidad
actual, se basa en lo que queremos que sea, en lo que nos
gustaría que [fuera].
Y eso es tan simple como hacer un plan de ejercicio físico de
entrenamiento, de deporte; o hacer un plan para la dieta, cuántos
kilos quieres perder; o hacer un plan para estructurar tu práctica
espiritual. Imagina que tienes el objetivo de ‘me voy a poner el
objetivo de meditar cuarenta y cinco minutos todos los días durante
dos semanas; después voy a pasar a una hora todos los días y
tengo la misión de, en otoño, hacer un retiro de un mes’. Y ¿cómo
sabes si eso es bueno para ti, si eso es realista para ti? Primero,
tienes que leer el terreno, saber lo que está pasando, saber
situarse–esa es una palabra elegante que se utiliza en Sudamérica,
se utiliza en el contexto social, te sabes situar socialmente, cómo
comportarte en una debida situación–…
Aquí tenemos que situarnos económicamente, anímicamente,
en nuestra salud, nuestro tiempo, nuestras responsabilidades,
nuestra comprensión teórica, nuestro estado anímico y nuestro
nivel de confianza y autoestima. Valorar todos esos elementos. Y
cada persona que se acerca a mí, cada amigo espiritual que me
pide consejos, yo lo miro como un universo independiente. Esa es
una persona única que merece un cuidado particular, una atención
dedicada, particular. Cada uno de nosotros somos muy diferentes,
tenemos toda una trayectoria y es muy importante
comprender todo lo que está colaborando en nosotros. Y si tienes
claro el terreno, entonces los objetivos se plantean solos, es
simplemente determinar tiempo.
Lo importante es que naturalmente –creo que es obvio– los
objetivos a corto plazo, medio y largo tengan la misma dirección,
que se pueda trazar una línea, que todos estén orientados al
mismo logro. Eso es lo más importante. Y después, cuál es el mejor
plan para desarrollar estos objetivos. Y después viene la
implementación de ese plan. Esta enseñanza me costó mucho
sacrificio… [así que si podéis aprovecharla], os vais a ahorrar
mucho dolor, mucho mareo, muchos problemas. Es muy valiosa.
Pregunta n.º 3.- P. n.º 3.- ¿Cómo nuestros actos pueden estar
relacionados con la Bodhichitta?
En otras ocasiones he escuchado que todo lo que hagamos en
samsara inevitablemente traerá sufrimiento para alguien –como el
ejemplo de ser vegetariano y que mueran insectos en el cultivo de
los alimentos–. En ese sentido, la buena conducta ¿estaría más
ligada a una aspiración noble que a la acción en sí? Dado que, a
día de hoy, no somos conscientes de todo el sufrimiento que
causamos con nuestros actos, ¿cómo pueden realmente estar
motivados por bodhichitta?
Tu pregunta –ten un poco de paciencia con mi respuesta–,
tu pregunta se basa en una premisa binaria donde bien
necesariamente es puro. Y bien, desde la perspectiva budista, no
es pureza, es mejoramiento. Y cuando decimos que ‘dentro de
samsara, puro al cien por cien no es posible’, queremos decir
que, en nuestra condición limitada, donde estamos obstruidos por
ignorancia, por egocentrismo, por estados aflictivos y por conducta
negativa –por patrones conductuales–,no vamos a encontrar la
solución perfecta, particularmente porque estamos viviendo una
realidad compartida. Por tanto, tenemos que soltar esa idea binaria
–blanco y negro, todo o nada, perfección o ruina– y comprender
que estamos en un sendero y que lo que queremos es dar un paso
hacia delante, mejorar. Eso es lo único.
Para eso es importante entender o se puede plantear como
elegir entre [qué] opción es menos mala; ‘de los dos presidentes,
¿cuál es menos malo?’…Los dos son malos, pero hay uno que es
menos malo. Eso es lo importante. Porque uno se puede decir,
‘bueno, los dos son malos, entonces no voy a votar’. Pero esa no es
una solución, tenemos que participar sabiendo que no hay una
elección perfecta. Y entre lo imperfecto, elegimos lo mejor, y
después cada vez va mejorando. Voy a utilizar una analogía que
empleó uno de mis maestros. Es como recibir una transfusión de
sangre. Tienes algún problema, tu sangre [está] contaminada. Y te
introducen por un brazo sangre pura –que alguien ha donado–
y, por el otro lado, está saliendo la sangre impura. Y, poquito a
poquito, va mejorando en ti el porcentaje de contaminación en tu
sangre. La solución no es desangrarte completamente, sacar toda
la sangre de tu cuerpo y después introducir sangre pura. ¡Te
mueres en el proceso! Así pues, el desarrollo espiritual es una
transfusión donde vamos introduciendo cualidades,
virtudes, prácticas nobles y, poquito a poquito, vamos eliminando
toxicidad.
Es un proceso gradual. Por tanto, tenemos que elegir entre lo
menos malo o, del lado positivo, entre la [mejor] opción, sabiendo
que no hay una opción perfecta.
Pregunta n.º 4.- Querido Lama, estoy un poco confundido con
lo de ‘las mentiras blancas’. Dijo usted que, por ejemplo, P. n.º 4.-
¿Cómo distinguir cuando una mentira es blanca o no?
‘cómo le voy a decir a mi abuelita cómo le sienta el peinado’, si
le va a hacer daño o no. Pero eso me ha confundido mucho
porque, por otro lado, cómo distinguir cuándo le estoy ocultando
mi verdad y su verdad y, por lo tanto, estamos en la mentira y
seguimos una relación en la mentira y cuándo debo callarme y no
decir mi verdad, ¿no? Y yo sé que es complicado, pero le pido si
pudiera concretar o afinar un poco cómo distinguir cuándo una
mentira es blanca o no. Muchas gracias. Ven. Lama Rinchen
Gyaltsen.-
Sí, es difícil, porque mucho depende de nuestro nivel de
honestidad con nosotros mismos. A lo mejor, este planteamiento es
útil. En una canasta hay un lote de verdades y atiendes a ese lote
de verdades. Y después, solo dispensas, solo compartes las que
coinciden que van a beneficiar, a ayudar. Algunas personas se
justifican, ‘yo simplemente voy a ser honesto… y el que me
quiera me quiere, y el que me acepte me acepta; y el que no puede
tolerar todo lo bueno que soy, que busque menos; pero yo voy a
darlo todo y el que no pueda tolerar toda esta belleza, esta
verdad, entonces que se conforme con menos; pero yo voy a
ser fiel a mí mismo y voy a hablar sin filtros’. Es mejor que
otras cosas. Se me ocurren muchas cosas peores, pero no es
la mejor opción.
Hay mucho autoengaño, autojustificación. Estamos solo
considerándonos, sin considerar a los demás, su beneficio,
sus intereses, sus sensibilidades. Lo importante es –esto creo
que te va a ayudar–… lo importante es no tener ninguna fórmula
preestablecida, no tener ninguna preferencia personal que sea
independiente de las circunstancias en este momento.
Es casi como ir a un encuentro, ir a una fiesta con
preferencias de lo que debes hacer, lo que debes decir, con quién
debes hablar…muy raro, ¿verdad? Imagínate que tú eres…–es mejor
saber el oficio, la carrera de cada [uno], pero se me ocurre algo un
poco extraño–… alguien que está contratado para tocar música en
una fiesta, un DJ, ¿tocadiscos? Y tú tienes todos los discos o, en
realidad, tienes un disco duro con cien mil canciones. Y cuando
llegas a ese lugar, te olvidas de lo que te hace bailar a ti, lo que te
gusta a ti y ves la situación. ¿Qué es esto, un bautismo?, ¿qué es
esto, una boda?, ¿una despedida de solteros?, ¿es esto una
jubilación?, ¿es un evento corporativo? Y dependiendo de la
ocasión, ahí tienes una playlist, una lista de canciones. Y ese es un
esqueleto. Empiezas a tocar y ves cómo van respondiendo las
personas, si se van acercando a la pista, si alguien se está
moviendo, si necesitan más marcha, un pasodoble… ¿Qué
necesitan estas personas para estar contentas? Y tú estás en la
posición de servir a los demás, de atender las necesidades de los
demás. Y cuando tenemos preferencias preestablecidas ahí hay
errores, queremos forzar algo que no coincide con ese momento,
con esa situación, con la necesidad de cada persona.
Perdonen, pero tenemos que acabar aquí, tenemos un evento
planeado para las ocho que es una meditación guiada. Vamos a
concluir aquí hasta la próxima enseñanza, la próxima semana.
Vamos a dedicar el mérito deseando, de todo corazón,
Dedicación. que todo el beneficio de este encuentro, de esta
reunión ayude a mejorar las circunstancias en el mundo,
que haya más paz, más desarrollo, más crecimiento, más
oportunidad para que todos los que quieran puedan
florecer en el camino. Muy bien. Muchas gracias.

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