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o “Rigoberto López Pérez: Un héroe controvertido en la historia de

Nicaragua.”

Rigoberto López Pérez, un hombre nacido en Managua en 1929, marcó la historia de


Nicaragua. Desde joven, se destacó por su inteligencia y habilidades artísticas, pero
también por su fuerte carácter y convicciones políticas. En la década de 1950,
Nicaragua vivía bajo la dictadura de Anastasio Somoza García, y López Pérez se unió al
Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), una organización política de
izquierda que luchaba contra el régimen somocista. Allí, conoció a otros jóvenes
comprometidos con la causa revolucionaria, como Carlos Fonseca Amador y Tomás
Borge.
En 1956, López Pérez viajó a México para estudiar arte en la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM). Durante su estancia en el país azteca, se relacionó con
otros exiliados nicaragüenses y conoció a Fidel Castro, quien estaba preparando la
revolución cubana. López Pérez se sintió inspirado por la lucha de los guerrilleros
cubanos y decidió unirse a ellos.

En 1958, López Pérez regresó a Nicaragua con el objetivo de asesinar a Anastasio


Somoza García. El 21 de septiembre de ese año, aprovechando una recepción en la casa
de la familia somocista, López Pérez se acercó al dictador y le disparó tres veces.
Somoza García murió horas después en el hospital.
El asesinato de Somoza García tuvo un gran impacto en Nicaragua y en toda América
Latina. Por un lado, fue visto como un acto de valentía y heroísmo por parte de los
sectores populares que luchaban contra la dictadura. Por otro, fue condenado por las
élites políticas y económicas del país, que veían en Somoza García a un aliado
estratégico de Estados Unidos.

Tras el asesinato, López Pérez trató de escapar del país, pero fue capturado por la
policía y condenado a muerte. El 10 de enero de 1959, fue ejecutado en la plaza pública
de Managua. Su cuerpo fue sepultado en una fosa común, sin honores ni ceremonias.
Sin embargo, la figura de López Pérez no desapareció tras su muerte. Al contrario, se
convirtió en un símbolo de la lucha contra la dictadura y la opresión. Su nombre fue
utilizado por distintas organizaciones políticas y sociales para reivindicar sus ideales y
su sacrificio.

En 1978, cuando Nicaragua estaba al borde de una guerra civil, el Frente Sandinista de
Liberación Nacional (FSLN) lanzó una ofensiva final contra el régimen somocista.
Durante esa ofensiva, los guerrilleros sandinistas tomaron la ciudad de León y se
apoderaron del cuartel de la Guardia Nacional. En ese momento, uno de los líderes
sandinistas, Edén Pastora, tomó el nombre de “Comandante Cero” en honor a Rigoberto
López Pérez.

Tras el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979, el gobierno del FSLN declaró a


Rigoberto López Pérez como “Héroe Nacional”. Su imagen apareció en sellos postales,
billetes de banco y monumentos públicos. Además, se construyó una tumba en su honor
en el Cementerio General de Managua, donde sus restos fueron trasladados en 1980.

La figura de Rigoberto López Pérez sigue siendo objeto de controversia en Nicaragua.


Mientras algunos lo consideran un mártir de la lucha contra la dictadura somocista,
otros lo ven como un asesino y un terrorista. Lo cierto es que su legado sigue vivo en la
memoria colectiva de los nicaragüenses y en la historia de América Latina.

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