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ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DEL ART.

19 DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL

Por la Dra. Analia A. Apollonio1

INTRODUCCIÓN

Con el presente trabajo me propongo realizar un análisis de interpretación de uno de


los artículos más controvertidos e importantes, en mi opinión, de nuestra Carta Magna.
Asimismo, pondré especial énfasis en algunas palabras y cómo ha ido evolucionando
su interpretación con el correr de los tiempos y las demandas sociales.

ANÁLISIS

El artículo 19 de la C.N. prescribe: “Las acciones privadas de los hombres que de


ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están
solo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún
habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo
que ella no prohíbe”.

El artículo bajo análisis consagra dos instrumentos sustanciales de nuestro


ordenamiento: el principio de legalidad y el derecho a la intimidad. Cabe destacar que
el texto actual del artículo ha perdurado a lo largo de las diferentes reformas
constitucionales que se han experimentado en el país.

Se puede destacar que la segunda parte del artículo (la parte rigurosamente
preceptiva, ya que la primera es una mera enunciación de principios), surge en el
derecho argentino con el artículo 194 del Proyecto de Constitución de 1853, elaborado

1
Abogada, matriculada en el Colegio de Abogados de Morón. Jefa de la Agencia Territorial de La
Matanza del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social desde 2012 hasta la actualidad.
Asistente del Cuerpo de Abogados del Estado y letrada apoderada del Ministerio de Trabajo, Empleo y
Seguridad Social desde el 2014. Diplomatura en Gestión de los Recursos Humanos en el Sector Público
(2022). Docente del INAP y del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación.
por la Sociedad Patriótica y Literaria que rezaba: “No se puede impedir lo que no está
prohibido por la ley y ninguno podrá ser obligado a hacer lo que ella no prescribe”2.

Este precepto fue tomado del art. 157 de la Constitución de Venezuela, y a su vez los
legisladores venezolanos, receptaron tal prescripción del art. 5 de la declaración
francesa de los derechos del hombre y del ciudadano del año 1789, la cual se conoce
como el origen de los derechos humanos y el inicio del constitucionalismo. -
En palabras de Antonio Sáenz3, principal autor de la Constitución de 1819, “las leyes
del Estado reglan los actos exteriores y públicos de los individuos, calificando de
públicos los actos humanos relacionados con el orden de la sociedad. Y como el orden
impuesto por el Estado solo comprende el acto humano que ofende, frustra, y
quebranta el orden de toda sociedad racional, a Dios le queda reservado de manera
exclusiva el juzgamiento de los demás actos humanos, llamados privados, por
contraposición de los actos públicos”. Claramente, se nombra a Dios porque en su art.
2 la CN adopta el culto católico apostólico romano, como religión oficial del Estado.

Entonces, el articulo 19 caracteriza como “acciones privadas de los hombres” a las


exentas de los magistrados y solo reservadas a Dios, por ende, los actos interiores
constituyen esas acciones, y consecuentemente se prohíbe la injerencia del Estado en
ese orden, con la excepción de que esa conducta o acción ofendan al orden y a la
moral pública.

La principal tensión dentro de las sociedades modernas democráticas se plantea


respecto de la intimidad y el derecho a la información. La Corte Suprema tiene dicho
que la prohibición constitucional de interferir en las conductas privadas de los hombres
responde a una concepción según la cual el Estado no debe imponer ideales de vida a
los individuos sino ofrecerles libertad para que ellos elijan (Bazterrica, CSJN.29/08/86).
Actualmente, se mantiene esta interpretación, reforzada por el fallo “Arriola” (Fallos, A
891 XLIV, Considerandos 11 y 29 entre otros).

Es evidente, que el concepto de orden y moral pública evoluciona más rápido que lo
que se legisla, y que la moral pública que reinaba al momento de la redacción del

2
Cfr. C.L. Fregeiro. “Primera Constitución Argentina”, en La Biblioteca, Año I, t. I, Buenos Aires 1896, pág.
382.
3
Emilio Ravignani, Antonio Sáenz. #Fundador y organizador de la Universidad de Buenos Aires”, Buenos
Aires 1925, pág. 5.
artículo, no es la actual, por ello es imprescindible ampararse en lo prescripto por el
artículo, pero actualizado a nuestra realidad.

No cabe duda que la primera parte del artículo 19 de la Constitución Nacional es


patentemente ambiguo. Esta ambigüedad ha permitido, tanto en la doctrina como en la
jurisprudencia, la coexistencia de dos opciones interpretativas diferenciables en virtud
del modo en que delimitan la clase de las acciones que quedan alcanzadas por la
garantía. Existen dos teorías de moralidad política opuestas y cambiantes, respecto de
cuál sea la justificación y cuáles sean los límites de la actuación del estado frente a los
individuos: la liberal y la perfeccionista.
Roberto Gargarella sostiene que este artículo es al mismo tiempo el cielo y el infierno
del liberal. Todo dependerá de qué deba entenderse por términos como "acción
privada", "moral pública" y "daño a terceros”. Dentro de la tradición liberal, “moral
pública” se entiende por oposición a “moral privada” como refiriendo a la distinción
kantiana entre deberes para con uno mismo y deberes para con los demás (Kant,
1996. 6: 412).

La interpretación restringida, por su parte, suele apelar a otro concepto de acciones


privadas y de moral pública. Si bien a veces también utiliza la idea de acciones
privadas para referirse a acciones que en todo caso contravienen deberes para con
uno mismo (y el perfeccionismo no considera que el estado deba abstenerse de hacer
cumplir esos deberes) a veces también lo hace para referirse a acciones realizadas en
privado, en el domicilio, por ejemplo. A su vez por moral pública esta interpretación
suele referirse a la moral objetiva, la correcta, incluyendo en su alcance a las acciones
autorreferentes. Por último "moral pública" puede referir a la moral considerada por el
estado o por la mayoría de la sociedad como correcta: a la moral positiva. Llamemos
moralismo legal4 a esta interpretación, en honor al principal defensor de esta idea:
Patrick Devlin (Devlin, 1965). A su vez, esta última interpretación puede referir a los
valores sostenidos por los constituyentes (la moral católica de la época del dictado de
la Constitución) como expliqué ut infra o, bajo una interpretación evolutiva, a los de
hecho vigentes en la comunidad actual.

CONCLUSIÓN

4
Juan Iosa. “SOBRE LA IMPOSIBILIDAD DE UNA DOGMÁTICA CONSTITUCIONAL EL CASO DELARTÍCULO
19 DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL ARGENTINA” Revista de la Facultad, Vol. X • Nº2• NUEVA SERIE II
(2019) 109 - 122
Las opuestas opciones interpretativas están guiadas por valores y poderes políticos
predominantes, eso es innegable.

Acciones como consumir estupefacientes de manera personal, abortar, tener una


pareja del mismo sexo y caminar de la mano por la calle, o bien haber nacido hombre
o mujer y querer vestirse con la ropa del otro género, siempre fueron acciones
personales, interiores, privadas, pero eran sujetas al control de los magistrados por el
carácter de ofensa al orden y a la moral pública imperante en determinados
momentos.

Lo mismo ocurre en la redacción del artículo cuando habla de las acciones privadas de
los hombres. Si hoy redactáramos nuevamente el articulo seguramente utilizaríamos la
palabra “personas” en reemplazo de “hombres”, y quizás suprimiríamos a Dios,
diciendo que están reservadas a los propios individuos.

Por lo expuesto, es que no se puede realizar un análisis en abstracto sin tener en


cuenta la génesis del artículo, el contexto en el que fue redactado, quienes fueron sus
creadores y la aplicación en la actualidad. Lo que no debemos evitar, es tender
siempre a buscar la interpretación que nos haga mejores como comunidad social y
política.

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