Aladino sonrio lleno de jubilo porque el trabajo manual le desagradaba, y en cambio el mago le deslumbraba ofreciendole realizar sus mas ocultos sueños. Aquello era la felicidad que venia a ponerse al alcance de su mano. Tambien su madre creia soñar despierta y hubiese dado una moneda de oro con tal de que las vecinas que tanto se burlaban de las aspiraciones de Aladino pudiesen oir aquella conversacion. Aladino, por fin, manifesto que su mas ardiente deseo era llegar a ser militar, y que la carrera de las armas le atraia mas que ninguna, y que si llegaba a vestir el uniforme de la guardia imperial le estaria agradecido toda la vida y seria su mas humilde esclavo. -Me parece muy bien y estoy seguro de que seras un militar valiente como el Dragon rojo de la bandera imperial. Mañana vendre a buscarte y me ocupare de vestirte lujosamente. Aquello llevo al colmo el jubilo de Aladino y de su madre, a la que hubiesen ofendido gravemente dudando de su parentesco con tan esplendido señor.