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Kim Jones – Cutslut

Serie Devil´s Renegade MC 3

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Kim Jones – Cutslut
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SINOPSIS:

Soy esa mujer.

No… no lo soy.

Ellas quieren su título.

Yo no.

Están orgullosas de pertenecer.

Yo no.

Eligieron esta vida.

Yo no…

Mi nombre es Winter Tews.

Soy una ladrona. Mentirosa. Traidora. Prisionera.

El enemigo es mi amante.

Soy su cutslut.

Y ésta es mi historia.

Claro que no es esa mujer.

Ellas son pura dulzura. Ella es dolor y pecado.

Y la deseo.

No para abrazarla. No para venerarla. No para amarla, honrarla y respetarla.

Quiero torturarla. Lastimarla. Destruirla. Como ella me destruyó.

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Es la hermana de mi hermano.

La cutslut de mi enemigo.

Pero pronto…

Será mía.

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PREFACIO

Soy esa chica.

No.

No lo soy.

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PARA LACY,

LE DI A JINX UN LIBRO GRANDE SOLO POR TI.

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PRÓLOGO

JINX—UN AÑO ATRÁS

— Hola, hermano, ¿puedo convidarte con una cerveza?


Miro hacia arriba, luchando contra el deseo de decirle que no soy su puto
hermano. En cambio, niego con la cabeza y lo despido con la mirada. Todavía me
sorprende lo completamente irreconocible que estoy sin mi chaleco. Para todo el
mundo aquí, soy simplemente otro tipo más que asiste a la fiesta. Lo que no saben es
que soy el enemigo. Han dejado entrar en su casa a un Devil´s Renegades sólo porque
llevaba una bandana blanca en la cabeza y una sudadera que dice: Apoyo a Madness
MC”.

Idiotas de mierda.

Sin embargo, como precaución adicional, me he asegurado de permanecer en las


sombras. Sentado fuera de la vista. Sabiendo que si me pongo de pie, seré una cabeza
más alto que los demás y no deseo llamar la atención sobre mí. No es que alguien me
preguntaría quién soy. Incluso si fueran lo suficientemente valientes para
acercárseme, echaría mano de alguna mierda disparatada como ser el sobrino del
hombre de la droga. Lo creerán. Son demasiado estúpidos para no hacerlo.

Desde mi rincón, tengo una vista perfecta del siguiente show. La infame cutslut
de Madness hará su aparición en cualquier momento. Las pollas se hincharán. Las
mandíbulas caerán. Las bocas babearán. Ella es un paquete impresionante. Pero no
estoy aquí para un polvo. Estoy aquí para recoger. Ella tomó algo que me pertenece.
Tengo la intención de recuperarlo.

La puerta se abre y un silencio cae sobre la multitud. Caín, el presidente de


Madness MC, entra en primer lugar. Él no tiene que hablar para amenazarnos. Con
una mirada de advertencia, todos escuchamos alto y claro: “Ninguna puta mano
sobre ella”. Cuando está seguro de que el mensaje ha sido recibido, se hace a un lado
y allí está ella.

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Es fácil dejarse atrapar por la tormenta de sex appeal que irradia. Con bronceadas
y largas piernas, una esbelta cintura y un culo donde se puede apoyar una copa
flauta de champán, ella es el epítome de sexy. Su vestido corto, sin mangas muestra
sus brazos tonificados cubiertos desde la muñeca hasta el hombro por tatuajes de
colores, lo que le da una apariencia aún más erótica.

Interminables ondas de cabello rubio rodean su delicado rostro. Su nariz es


ligeramente respingona, con la barbilla levantada, los labios apretados en un
permanente mohín color rosa y una expresión que dice que sabe cuál es su lugar. Y
tú mejor que conozcas el tuyo. Algunos podrían decir que se ve orgullosa. Incluso
elitista. Pero sus ojos cuentan una historia diferente.

Los grandes y suaves ojos color verde esmeralda enmarcados por largas y
oscuras pestañas son tan sorprendentes, que casi me pierdo la imperfección. Son
inexpresivos, no tienen vida. Están llenos de una nada que me tiene temporalmente
olvidando por qué estoy aquí. Por un momento, quiero acercarla a mí. Decirle que la
tengo. Llevarla lejos de este lugar. Luego matar a los hombres que le robaron su vida.

Como ella me robó.

El pensamiento me despabila. Esta chica no es inocente. Mi impulso de


protegerla es sólo mi instinto natural. Me sentiría así acerca de ayudar a cualquier
mujer cuyos ojos mostraran esa misma expresión de derrota.

¿Verdad?

La mano de Caín está en su cadera y me muerdo la lengua para no gruñirle como


un puto pitbull territorial. ¿Qué mierda me pasa? Esta mujer arruinó mi vida. Me lo
quitó todo. Me pregunto si los años de mi sangre, sudor y lágrimas que ella tomó
pagaron el Rolex en la muñeca de Caín. O el vestido de marca cara que lleva puesto.
O esos altísimos tacones fóllame.

No. Esta mujer no es una víctima. Es mi némesis. Es la misma perra que ronda
mis sueños. Que aviva mi ira. Que satisface mi sed de venganza, una venganza que
planeo exigir a su debido tiempo. No hoy. No mañana. Pero en ese momento cuando
menos se lo espere.

Su nombre es Winter Tews.

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Es la cutslut de mi enemigo.

La hermana de mi hermano del MC.

Pero muy pronto, ella será mía.

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CAPÍTULO 01

WINTER

Parada del lado de afuera de la habitación 421 en el hotel Hard Rock de Las
Vegas, Nevada, me pregunto:

—¿Quién es esta irresistible criatura que tiene un amor insaciable por la muerte?”

Un tipo sale a los tumbos de su habitación justo a tiempo para oírme hablando
sola y me dispara una mirada confundida. Pero su confusión se vuelve deseo cuando
sus ojos recorren mi cuerpo, tomando nota de mis medias de red, los tacones de
aguja y la bata de satén. Yo le muestro el dedo antes de responder mi pregunta.

—Yo. Winter Tews. Tengo un amor insaciable por la muerte.

Digo, debo tenerlo. ¿Verdad? Estoy aquí. En la habitación 421. Visitando a un


hombre que muy bien puede estar reuniéndose con la muerte pronto, dependiendo
de lo que averigüe mientras esté aquí. Si ése es el caso, no será la primera vez que un
hombre viviendo tiempo prestado me vio minutos antes de morir. Y al igual que el
resto de las veces, no estoy nerviosa o ansiosa. Solo estoy… aquí. Soy la chica del
gran éxito de Rob Zombie, Living Dead Girl.

Paso la tarjeta-llave y espero a que la luz cambie a verde antes de empujar y


entrar dejando la tarjeta en el suelo delante de la puerta para los hombres de Caín,
sólo en caso de que algo vaya mal y necesite su ayuda. Puede que no estén aquí
ahora, pero dentro de unos diez minutos, van a estar en la habitación de al lado, a la
espera de la señal si decido darla.

Camino a través de la pequeña entrada hacia la suite. Es bastante linda, está


atiborrada de sofás, fotos de leyendas del rock, decoraciones modernas y Aerosmith
sonando a través de los muchos altavoces.

El bar está ubicado delante del ventanal que va del suelo al techo, con vista a la
planta más alta de un garaje de estacionamiento. Más allá de ello, puedo ver las luces
brillantes de Las Vegas. De colores vivaces. Intensas. Destellantes. Diseñadas para

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detonar las neuronas que liberan serotoninas, dejándolos con esa feliz sensación de
excitación. Es una pena que no tengan ese efecto en mí.

—Llegas temprano—dice la voz, momentos antes de ver su reflejo en la ventana.


Él no es tan grande como me lo imaginaba. Ni se parece en nada al gánster
despiadado que Caín afirmó que era.

—¿En serio?—pregunto, vertiendo whisky escocés del botellón en un vaso.


Después de airearlo, tomo un sorbo y permito que el sabor ahumado se asiente en mi
lengua un par de segundos antes de tragar—. No es malo.

—Lo traje para ti. Escuche decir que la pequeña cutslut de Caín era una bebedora
de whisky escocés.

Con el tiempo, he aprendido a controlar el impulso de apuñalar a cualquiera que


se refiera a mí como la cutslut de Caín. Todavía lo odio, pero no dejo que se me note.
Así que en lugar de sentir vergüenza o tensarme por la observación, esta noche
pretendo averiguar lo que dará lugar a su muerte. La idea me tiene sonriendo
cuando giro para mirarlo y preguntar:

—¿De veras?

Él asiente.

—Sí. Ellos dijeron que eras sexy, también. No pensé que serías tan sexy. Sin
ánimo de ofender —añade, mostrando sus dientes de oro mientras se muerde el labio
inferior.

Me encojo de hombros.

—Ninguna ofensa.

Nos miramos el uno al otro unos instantes. Yo completamente a gusto. Él no


tanto. Aunque trata de ocultarlo, puedo decir que está nervioso. Probablemente
debería estarlo. De mediana edad, pulcro, usa cadena y dientes de oro brillantes, el
bastardo podría muy bien ser un conocido y temido gánster, pero si él agraviara a
Caín, es hombre muerto.

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—He oído alguna otra mierda sobre ti, también—dice él, entrecerrando los ojos
de manera suspicaz.

—¿Sí? ¿Cómo qué? —Tomo otro sorbo de whisky escocés. Tiene mejor sabor que
el anterior.

—Que Caín te comparte con las personas que respeta y confía, o te utiliza para
obtener información del resto. —Mi frente se arruga confundida y no se lo pierde.
¿Quién le habrá dicho eso?—. Entonces, ¿cuál de las dos soy yo?—me pregunta en un
tono que exige una respuesta. Se siente confiando ahora que piensa que tiene la
sartén por el mango—. ¿Soy alguien en quien confía, o alguien en que no?

Dejando el vaso en el bar, noto el recibo del estacionamiento y aprendo de


memoria el nivel y el número de lote antes de levantar una ceja en su dirección.

—Usted me dirá, señor. —Mis manos se mueven a la cinta de la bata, el satén frío
contra mis dedos mientras poco a poco aflojo el nudo—. ¿Tiene Caín una razón para
no confiar en usted? ¿O es tan leal como dice ser?

Su garganta se contrae mientras traga con dificultad. Lucho contra mi sonrisa


ante su reacción. ¿Quién tiene la ventaja ahora, idiota? Su mirada cae a mis manos,
antes de subir a la parte alta de mis pechos expuestos cuando revelo el corsé de
cuero debajo.

—Jimmy—carraspea, con la voz ronca de deseo. Su mano se mueve para ajustar


su creciente erección.

Hombres.

Todos son la misma mierda.

—El nombre es Jimmy.

—Bueno, Jimmy, recibí instrucciones de venir aquí y hacerte pasar un buen


momento. —Deslizo la bata de mis hombros—. Y tengo la intención de hacerlo.

Poniendo un pie delante del otro, atravieso la habitación hasta donde se


encuentra parado. En tacones, soy tan alta como él, haciendo que nuestros ojos
queden al mismo nivel cuando me paro delante de él. Lo agarro rudamente a través

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de sus vaqueros, obligándolo a ponerse en puntas de pie mientras sisea entre dientes.
El olor a humo y whisky escocés persiste en su aliento.

—Camina... Jimmy. —Con su polla en mi mano, lo insto a caminar hacia atrás,


retorciendo la muñeca y frotando mi palma contra su entrepierna. Sus ojos se cierran
lentamente mientras camina arrastrando los pies por el suelo hasta que cae hacia
atrás en el sofá.

Sentándome a horcajadas en su regazo, froto las caderas contra él. Sus manos
están en mis pechos, apretándolos. Frotándolos. Pellizcándolos. Tirando de la tela
para desnudar mis pezones que están erectos por su toque. Juego mi papel y tiro la
cabeza hacia atrás con un gemido. Me muevo duramente contra él. Finjo que estoy
disfrutando de esto, cuando en realidad, estoy deslizando la mano en el bolsillo de su
chaqueta y rescatando su teléfono. Está demasiado absorto con mi pecho para darse
cuenta. Demasiado distraído ante la sensación de mi cuerpo acariciando todo a lo
largo de su polla como para prestar ninguna atención a lo que estoy haciendo por
encima de su hombro, estoy revisando si su teléfono tiene un código de acceso.

Está bloqueado.

Por supuesto.

—Mierda—mascullo, deslizándolo nuevamente en el bolsillo.

Su boca en mi cuello, murmura:

—¿Te gusta esto? —Él da a mis pechos otro apretón.

—Sí, pero quería decir, mierda, olvidé llamar a Caín y decirle que estoy aquí.

—Él puede esperar.

—Tienes mejor criterio que eso—digo, aferrando su cabello en mi mano y


forzando su cabeza hacia atrás. Lo beso duro, mordiéndole el labio inferior—. Si no le
aviso que estoy aquí, pensará que algo anda mal. Podría enviar a alguien. —Eso es
suficiente para llamar su atención.

De mala gana, se aleja y trata de alcanzar el teléfono. Yo extiendo la mano entre


nosotros y trabajo su pene a través de los vaqueros, asegurándome de mantenerlo

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distraído. Él sigue siendo lo suficientemente cuidadoso para mantener el teléfono en


un ángulo fuera de mi vista mientras teclea la clave de acceso. No es que realmente
importe. Una vez que lo desbloquee, haré la llamada y conseguiré lo que necesito
antes de que se lo devuelva. Esa no es la razón de la distracción.

Mientras que él está preocupado de que averigüe el código de su teléfono, yo


estoy robándole las llaves de su Lexus. No es parte del plan, sólo me gusta tomar
mierda que no me pertenece. Con un giro de mis caderas y un férreo agarre de su
polla, deslizo su llavero del bolsillo y lo meto por debajo de mi gruesa liga de encaje.

Un momento más tarde, él me está pasando el teléfono, ignorando por completo


mi robo. O mi capacidad para transferir datos desde su teléfono al mío con unos
toques aquí y allá. Justo cuando comienzo a recopilar la información que va a decidir
el destino de este hombre, la puerta se abre y entra Caín, junto con tres de sus
hermanos, Rut, Swipe y Theo.

Los ojos de Caín están en los míos. Esos ojos azules medianoche, muertos, no
revelan nada. Como siempre, están ligeramente entrecerrados lo que forma pequeñas
patas de gallo en los rabillos. Su cuerpo de un metro noventa y dos y noventa kilos
de peso está relajado. Sus gruesos y musculosos brazos cuelgan relajados a los
costados. Casi como si el pesado chaleco de cuero desgastado en su espalda lo
estuviese oprimiendo.

El húmedo cabello rubio oscuro está peinado hacia atrás. Un tono más claro que
la barba que cubre su mandíbula cuadrada. Su nariz, ligeramente torcida después de
haber sido rota varias veces, es todavía prominente en su cara. Incluso siniestro y
maligno, es bien parecido. Así de sorprendente.

—Saca mi coño de la polla de ese hijo de puta—gruñe Caín, la mano apretada


con fuerza en su pistola. Me deslizo del regazo de Jimmy y me siento a su lado en el
sofá. Aunque parezca completamente a gusto, mi instinto me dice que algo está mal.
Y ese nunca se ha equivocado.

—¿Qué estás haciendo aquí?—pregunto con una practicada calma.

Su expresión no cambia, pero inclina un poco la cabeza. No puedo decir si es de


advertencia o de sorpresa.

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—¿No lo sabes? —Confundida, niego con la cabeza. Mi respuesta no debe ser la


que quería porque su mandíbula se tensa de ira. Me mira como si evaluara si estoy
diciendo la verdad o no.

Cuando su mirada se vuelve aún más letal y fría, sé que ha decidido en su cabeza
que estoy mintiéndole. Los músculos en su mandíbula se contraen. Sus fosas nasales
se ensanchan. Las manos cerradas en puños tan apretados, que me sorprende que la
piel de los nudillos no se raje. Luego dice una sola palabra y todo se vuelve claro.

—Pierce.

Mi visión se hace borrosa. Mi estómago se hunde. Mi corazón late con fuerza, de


manera inestable. Mi garganta se cierra y mi lengua se siente gruesa. Estoy
paralizada por el miedo. Aturdida por el shock. Destrozada por los recuerdos. Todo
ante la mención de su nombre.

Pierce

Mi hermano.

El que traicioné.

—Exacto. Tu hermano. En. Mi. Puta. Ciudad.

Pierce no es sólo mi hermano. Es el presidente de los Devil´s Renegades MC de la


Costa Oeste. Y el que me prohibió tener algo con cualquier persona involucrada con
los Madness MC. Eran los malos. Los rivales. Los que daban mala reputación a los
MC. Pero ni siquiera la amenaza de tener la entrada prohibida a los Devil´s Renegades
o a mi hermano me podría detener.

Yo tenía dieciocho años. Joven. Enamorada. No me importaba con que MC


andaba Caín. Para mí, no era más que Caín. Sin embargo, en los seis años que hemos
estado juntos, él ha cambiado. No puedo recordar el momento exacto en que se
convirtió en un extraño para mí. La transición no ocurrió de la mañana a la noche,
más bien con el paso del tiempo.

Fueron las pequeñas cosas que noté primero, la falta de pasión en su beso. El
deseo en sus ojos. El calor en su mirada. Me convertí en nada más que una posesión.
Un recordatorio de que poseía algo que una vez perteneció al enemigo.

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Encontró placer en mi sufrimiento. Una enfermiza sensación de satisfacción con


mi humillación. Él ha querido expresar su poder a través de mí. Había hecho a la
hermana de uno de los Devil´s Renegades su cutslut, una chica que usaba para
conseguir lo que él quería.

Los ojos de Caín se deslizan desde los míos a los de Jimmy.

—Y él está haciendo negocios con este traidor hijo de puta.

Las manos de Jimmy se levantan en defensa.

—Caín, espera. Puedo explicarlo. —Él empieza a decir más, pero Caín lo
interrumpe.

—Me traicionaste. —Las palabras apenas traspasan sus labios antes de apretar el
gatillo.

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CAPÍTULO 02

WINTER

El sonido de una bala saliendo del extremo de un silenciador es más agudo de


lo que esperaba que fuera. Se parece más a un fuerte restallido, como el de un cohete
disparado desde una botella, que al amortiguado “ruido sordo” que he oído en la
televisión.

No sé por qué no estoy gritando. Entrando en pánico. Volviéndome loca por el


hombre cuyo cuerpo se apoya pesadamente contra mí. Cuya cabeza yace en el
respaldo del sofá a sólo centímetros de la mía. Sus ojos abiertos sin vida, boca abierta
también. El pequeño hilo de sangre que sale desde el pequeño agujero en el centro de
su frente.

Caín se ve aterrador, sosteniendo la pistola aún humeante en su mano firme. Tan


diferente del hombre que una vez llevaba una sonrisa fácil. Dueño de una risa
contagiosa. Unos ojos azules que tenían el poder de derretirme. Era amable y
compasivo cuando yo estaba molesta. Rudo y apasionado cuando me hacia el amor.
El hombre cuyo toque era mi obligación.

El Caín que me enamoró era joven y libre. Audaz. Un chico malo con el deseo de
ser un proscripto, un fuera de la ley. Tenía sed de peligro. Hambre de mí. Él era mi
todo. Ahora es sólo un asesino frío y duro con deseos de sangre y apetito de
venganza.

Un miedo helado me atraviesa de lado alado cuando él me mira ferozmente una


vez más.

—Tú lo sabías, ¿verdad?

Niego con la cabeza.

—No, Caín. Juro…

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Él se lanza sobre mí, agarrando mi garganta con su mano y colocando el cañón


de la pistola tan cerca de mi cabeza que puedo sentir el calor de éste.

—¡Maldición, no me mientas, Winter! Tú planeaste esto, ¿verdad?

Su agarre en mi garganta es apretado, pero no asfixiante, lo que me permite


respirar suficiente aire para poder hablar. Pero no serviría de nada. Él piensa que
estoy involucrada en no importa qué Jimmy y Pierce hayan estado trabajando. Y
cuando a Caín se le pone algo en la cabeza, no hay verdad que pudiera decirle para
convencerlo de lo contrario.

—He estado vigilando cada movimiento que el hijo de puta hace—dice,


torciendo su labio con disgusto—. Desde que sacaste algo de esa pequeña gilipollez
tuya. —Un involuntario escalofrío me atraviesa ante el recuerdo de aquella noche
hacía casi dos años atrás.

Me había escapado. Huido de Caín y hecho todo el camino a hasta San Diego, el
hogar de la sección de la Costa Oeste de los Devil´s Renegades. Yo sabía que mi
hermano estaba viajando por la nación, al igual que Caín, así que aproveché la
oportunidad para entrar en la casa de Pierce y robarle cada centavo que tenía en la
caja fuerte.

Iba a utilizar el dinero para salir del país. Tal vez ir a México. Algún lugar cálido.
Lejos de cualquier MC. Apenas logré llegar al final del camino de entrada de Pierce
cuando Caín me encontró. Creyendo que Pierce me había dado el dinero, se
enloqueció. Prometió matar a Pierce si alguna vez hablaba con él o lo veía de nuevo.
Y el precio que pagué por huir fue mucho peor que la muerte. Caín me prometió que
nunca lo olvidaría.

No lo olvidé.

Comienzo a darme cuenta que una vez más tendré que soportar un dolor así.
Probablemente sería mejor si me disparara. Porque no cabe duda que muy pronto,
estaré rezando por la muerte. Supongo que eso es lo que consigues cuando pactas
con el diablo, una vida en un infierno interminable.

Ahora, sé lo que están pensando. Se preguntan por qué no lo mato simplemente. Esperar
su momento más vulnerable en medio de un orgasmo, tal vez. Mientras él está demasiado

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absorto por la sensación de éxtasis para prestar atención, ¿por qué no le meto un lápiz a través
del oído. Le corto la garganta. Hundo una cuchara en su corazón. Alguna cosa. No debería
tener miedo, ¿verdad? No es que tenga nada que perder.

Bueno, aquí está la razón.

Me faltan bolas.

Puede que algún día las encuentre, pero lo más probable es que no. Hasta entonces, voy a
seguir siendo una cobarde. Ustedes continúen juzgándome. Es un país libre. Ser un idiota es
vuestro derecho. Al igual que ser una maldita gallina es el mío.

—Caín—dice Theo, acercándose para llamar su atención, pero teniendo cuidado


de no tocarlo—. Los hombres de Jimmy están en el vestíbulo. Necesitamos irnos.

Con un apretón en mi garganta, Caín entrecierra los ojos.

—Me encargaré de ti cuando lleguemos a casa. —Soy sacada bruscamente del


sofá y empujada hacia la otra habitación—. Agarra tu mierda. Nos vamos.

Me toma un momento para que mis piernas se pongan en funcionamiento, pero


finalmente lo hacen hacia donde están mis cosas. Caín no me sigue, pero puedo
sentir sus ojos en mí mientras me pongo la bata sobre los hombros. Agarrando mi
bolso, deslizo discretamente la llave con control remoto en el interior de mi liga. Me
encantaría otra bebida, pero antes de que pueda servirme una, Caín me tiene por el
brazo y me está tirando a su lado.

Su agarre se aprieta a medida que caminamos por el pasillo. Theo camina delante
de nosotros. Rut y Swipe detrás. Cada ojo está abierto y alerta. Anticipando señales
de problemas. No encontramos ninguna hasta que estamos ante las puertas que
conducen al aparcamiento.

De pie en el corredor hay un pequeño ejército de hombres de Jimmy. Caín se


desplaza a mi lado y noto su mano desaparecer dentro del chaleco. La otra se cierra
con fuerza alrededor de mi brazo.

—¿Dónde está Jimmy? —Uno de los hombres le pregunta, cruzando los brazos
sobre el pecho.

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—No lo he visto—dice Caín encogiéndose de hombros.

—Se supone que debía encontrarse con tu perra aquí. —Sus ojos se mueven a
mí—. No veo cómo es eso posible si está contigo.

—¿Hay un problema aquí? —Dos guardias de seguridad entran detrás de


nosotros. A sus espaldas, puedo ver que hay más en camino. Caín me mira y me hace
un asentimiento con la cabeza antes de soltarme el brazo. Comprendiendo su tácita
orden, avanzo hasta donde están parados los hombres de Jimmy.

Mi caminar es deliberadamente lento. Cruzando los tobillos a cada paso, me


pongo una sonrisa sensual, hasta que he cerrado la distancia, estoy sólo a un pelo de
distancia de uno, el que estuvo hablando todo el tiempo.

—Jimmy está durmiendo la mona—ronroneo, arrastrando la uña por la parte


delantera de su camisa—. Él demostró su lealtad a Caín y, a cambio, me tuvo. Has lo
mismo, y me tendrás también. Ahora...—muevo el dedo por su estómago hacia su
entrepierna, sintiendo su pene hincharse debajo de mi toque—. Dile a estos buenos
muchachos que no hay ningún problema y haré que sea sumamente bueno para ti.

Su mirada se desplaza encima del hombro y sé que está mirando a Caín para un
reaseguro. Él debe haberlo conseguido porque con voz ronca, le dice a los guardias:

—Ningún problema aquí.

—Buen chico—le susurro en un guiño. Volviendo a mirar por encima del


hombro, les doy una rápida sonrisa a los guardias, pero ésta se tambalea cuando veo
que seguridad adicional ha llegado.

—Creo que es hora de que terminen por esta noche—dice un guardia. Caín se
enerva cuando lo golpea ruidosamente en el hombro. Mi adrenalina se dispara con el
contacto. Yo sé lo que viene.

—Saca tu puta mano de encima mío—le gruñe Caín con rabia apenas controlada.

La mano del guardia se aprieta alrededor de los hombros de Caín.

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—Vamos. Muévete. —Ya anticipando la reacción de Caín, me saco los tacones


mientras todos los demás están observando a Caín. Cuando se gira y aparta de un
empujón al guardia, veo mi oportunidad y la tomo.

Agazapándome alrededor de los hombres de Jimmy, me escapo a través de la


puerta y entro en el garaje. Detrás de mí, el caos ha surgido. Alguien sacó una pistola.
Los guardias de seguridad están pidiendo refuerzos por radio. Los hombres de
Jimmy están gritando amenazas. Theo está prometiéndoles la muerte si se acercan un
paso más. Y, por encima de todo eso, suena una palabra que es más fría que
cualquier otra.

Mi nombre.

—¡Winter! —grita Caín, su ira reflejada en el tono de su voz. Él grita mi nombre


una y otra vez, añadiendo a la par, “Mierda, quítateme de encima” y algunos
“Suéltame”.

Unos pies pesados suenan a mis espaldas, pero no me vuelvo para ver quién es.
Sigo corriendo. Escudriñando las columnas de hormigón pintadas en busca de F-17,
el lugar donde, de acuerdo con el recibo en la habitación, el coche de Jimmy se
encuentra.

Me zambullo a través de una abertura demasiado pequeña para que Theo o


cualquiera de los hombres de Jimmy puedan pasar a través de ella. Mi alivio es
breve, cuando un coche acelera hacia mí desde la entrada del garaje.

Podría ser otro de los hombres de Caín. O uno de los de Jimmy con la esperanza
de capturar a la cutslut de Caín para aprovecharlo y utilizarme en su contra.
Maldición podría ser un corredor de apuestas al que Caín le debe dinero. Policías.
Federales. Las posibilidades son infinitas.

—Mierda. Mierda. Mierda. Mierda—jadeo, deslizándome a través de otra valla


que es casi demasiado estrecha para mí también. Una vez que estoy en el otro lado,
subo por un conjunto de cables de electricidad que separan los niveles de la
siguiente planta.

Aunque el ruido de pasos ha cesado, todavía puedo oír el chirrido de los


neumáticos cuando el coche dobla la esquina. Calculando que puedo subir a la cima

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más rápido de lo que él puede conducir hasta allí, me agarro de los cables y trepo
varios pisos más hasta llegar al nivel F, un piso debajo del techo.

El estacionamiento está inquietantemente tranquilo y prácticamente vacío lo que


no me deja ningún lugar donde esconderme. Sólo un puñado de coches están
aparcados aquí arriba y troto hacia el Lexus en el fondo del estacionamiento. Cuando
estoy cerca, unos faros delanteros me ciegan temporalmente. Las luces altas que tiene
me detienen en seco y levanto las manos para bloquear el brillo.

Antes de que pueda girar y correr, soy agarrada por detrás.

—¿A dónde vas, cutslut? —Lucho contra los brazos sudorosos que me tienen
atrapada—. Me prometiste un poco de diversión. —La voz pertenece al hombre de
Jimmy al que había hablado en la planta baja. Pero su voz es ahogada completamente
por la amenaza de Theo cuando sus palabras hacen eco a través del garaje vacío.

—Eso no te pertenece.

Eso.

Yo.

Como si fuera un objeto, en lugar de un puto ser humano.

En mi lucha por liberarme, acabo recibiendo un codazo en la sien del hombre de


Jimmy. Chispas nublan mi visión y por unos momentos todo suena lejano. Estoy de
rodillas ahora. He oído disparos a la distancia. Y el sonido chirriante de los
neumáticos. Varios hombres gritando. Entonces sobreviene el silencio y me alzan.
Arrojándome sobre un hombro. La oscuridad comienza a dominarme, pero no antes
de que el aroma inconfundible del cuero llene mis sentidos.

Theo.

Él me está llevando a Caín. A quién pertenezco. Dónde sin duda voy a vivir por
el resto de mi vida siendo torturada y deseando estar muerta. Han pasado años
desde que tomé la estúpida decisión de echar todo lo bueno por la borda para
saborear algo malo. Y conseguí mucho más de lo que pacté. Ahora no hay
escapatoria. No hay posibilidad de redención. Ésta es mi vida. Vendí mi alma, y
estoy pagando la penitencia.

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Yo, Winter Tews, una chica muerta en vida, pertenezco a Caín Malcolvich.

Soy y seré siempre suya.

Su propiedad.

Su posesión.

Su cutslut.

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CAPÍTULO 03

JINX

El hedor de la sangre de otro hombre impregna mis sentidos cuando doy otra
calada a mi cigarrillo. Incluso en la oscuridad, puedo distinguir las manchas oscuras
en mis manos. Debería haber matado a esos hijos de puta. Pero sabía que mi club
diría que no valían la pena. Yo pienso que si lo valían. Y eso viniendo del hombre
que odia a esa perra más que nadie.

Winter Tews me destruyó. Lo que ella robó han sido sólo centavos para ella, pero
para mí era un nuevo comienzo. Un cabo salvavidas. Una manera de conseguir salir
de los callejones oscuros que recorría por la noche, enfrentar todas las terribles
mierdas que había hecho y, finalmente, encontrar algo parecido a la paz en una vida
llena de pesar.

Tal vez por eso me quebré. Porque nadie tiene derecho a hacerle daño más que
yo. Eso explicaría por qué ver al hombre de Jimmy ponerle las manos encima,
sacudió enérgicamente la jaula de mi bestia. Pero cuando el pedazo de mierda se
refirió a Winter como eso, la bestia en mi interior destrozó la jaula de hierro donde la
mantengo bajo llave.

Y seguro como la mierda espero que no fuera porque quería ser el único en
quebrar su alma. Eso me volvería igual que ellos. Un monstruo. Pensé que había
dejado esa vida hacía mucho tiempo. Que era mejor. ¿No querer lastimarla, sino ser
testigo de su caída, verla sin toda la sofisticada joyería y ropa de diseñador de mierda
que probablemente había comprado con mi dinero me hacia un monstruo, también?

Incluso ahora, cuando está atada, amordazada, inconsciente y descalza, siento


cierta sensación de satisfacción. Así, a mi cuidado, a mi merced, es fácil imaginar
cómo va a estar en las próximas semanas. Cómo actuará como una mocosa mimada
quejándose por su falta de lujo. Jugando el papel de la princesa con derechos y
exigiendo ser tratada con respeto. Amenazándome con su novio grande y malo. Mi
excitación crece ante la imagen de ella rota, sucia. Desgreñada. Imperfecta.

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Pero yo no la veía como una cutslut privilegiada que había caído en desgracia en
los brazos de ese hombre. Ella no era una perra sin corazón que había sido golpeada
hasta quedar inconsciente y tirada sobre el hombro del Sargento de Armas de Caín. Y
no fue tampoco satisfacción lo que sentí al verla de esa manera. Fue compasión.

Mientras avanzaba hacia ellos, mi simpatía evolucionó hacia la ira. En el


momento en que llegué allí, mi rabia me consumía. Así que les di una muestra de lo
que tomaron de ella. Pueden estar respirando todavía, pero no sin dolor.

Su cabeza pende de lado a lado y ella gimotea, arrastrándome de vuelta al


presente. A lo que debe hacerse. Por lo que he esperado durante tantísimo tiempo.
Ella tira de las cuerdas que atan sus manos y miro hacia abajo para encontrarlas
visiblemente pálidas en la oscuridad. Mi pulgar roza sus dedos. Están fríos.

Agarro un cuchillo del bolsillo y me pongo los guantes. Después de liberarla,


froto sus manos para que nuevamente entren en calor mientras ella sigue durmiendo.
Escuchando sus suaves gemidos mientras lo hago. Masculla una serie de palabras
ininteligibles. Miro su pelo largo y rubio que se enredó alrededor de su cara. Sus
delgados brazos tatuados que están flojos y sin vida. La bata de satén que apenas
cubre la alta de los muslos, y ofrece una impresionante vista de su escote.

—Caín—murmura, clamando por ese hijo de puta. Es justo lo que necesitaba oír
para tener mi cabeza nuevamente en el juego.

Inmediatamente, cualquier calidez que podría haber sentido por ella desaparece.
Sonrío cuando mis planes resurgen. Por supuesto que va a tener la opción de hacer
esto fácil para ella. Pero así no es Winter.

Ella pondrá a prueba mi paciencia, nos pondrá a prueba a los dos. Y le importará
una mierda acerca de la destrucción que va a dejar atrás. Esta egoísta, insensible,
hermosa y traicionera diosa hará lo que sea necesario para sacar ventaja. O al menos
lo intentará. Sólo hay un pequeño problema.

Una cosa que no consideró.

Una jugada que no había previsto.

Una persona que ni siquiera sabe que existe.

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Yo.

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CAPÍTULO 04

WINTER

Cuando vuelvo en mí, la primera cosa que noto es que mis manos están libres.
Como mis pies. Pero cuando comienzo a retomar completamente la conciencia, me
doy cuenta de que tengo algo en la boca. Lo empujo con la lengua. No cede en lo más
mínimo.

Me muevo para liberar mi boca mientras perezosamente abro los ojos. Mis manos
se congelan en el aire cuando veo un gran cuerpo frente a mí. Sus rodillas están
dobladas con los codos apoyados en ellas. Sus grandes manos enguantadas cuelgan
en el espacio entre sus piernas. Él está vestido completamente de negro, incluyendo
el pasamontaña que esconde todo su rostro excepto los ojos y la boca. Incluso
parcialmente oculto, es innegable que este hombre no es Theo. Lo que me confunde
más, porque no lleva un chaleco de cuero, tampoco.

¿Un corredor de apuestas?

¿Un hombre de Jimmy?

Examino mi entorno y detecto que estoy en la parte posterior de algún tipo de


camioneta de carga. La única luz proviene de las dos ventanas en las puertas traseras.
Más allá de ellas hay un muro de hormigón. Mi mejor conjetura es que aún estamos
en el garaje de estacionamiento. ¿Es este el mismo vehículo que me cegó con las
luces?

Mi mirada regresa al hombre frente a mí que no ha parpadeado desde que me


desperté. Él sólo me devuelve la mirada. Las únicas cosas que puedo averiguar de él
es que es grande, tranquilo y súper espeluznante. He visto mi parte justa de tipos
ruines. Asesinos. Ladrones. Gángsteres y moteros. Pero ninguno de ellos es tan
intimidante como éste.

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En un esfuerzo por hacer frente a mis miedos, enderezo la columna y levanto la


barbilla. Mis manos se mueven lentamente hacia mi cara. Cuando no se opone, la
extiendo por detrás de mi cabeza y desato el nudo que mantiene mi mordaza en su
lugar. Después de algunos segundos de lucha, me las arreglo para quitarla de la cara.

—¿Quién eres tú?—pregunto, en el momento en que puedo hablar con claridad.


Sin darle tiempo a responder, disparo otra pregunta—. ¿Dónde estoy? —Él no se
inmuta. Así que es todavía un poco más inquietante.

Con la esperanza de que no se dé cuenta, me muevo poco a poco más cerca de la


puerta. Hay un tic encima de su ojo.

—Está cerrada con llave, ¿no es así? —contesto en tono flemático sin necesidad
de una respuesta. Por supuesto que está cerrada con llave. ¿Quién demonios
secuestra a alguien, no la ata y mantiene la puerta sin traba?

—Por favor—comienzo, intentando un enfoque diferente, incluso aunque no soy


de las que ruegan—. Déjame ir. No le diré a nadie. —Nada.

Me muevo, tratando de encontrar una posición más cómoda. Pero el rígido suelo
de metal es implacable. Así que me rindo y caigo pesadamente contra la pared.
Cuando lo hago, algo presiona en mi cadera. Mi bolso. Y en su interior hay dos cosas
muy importantes. Un cigarrillo y un arma.

—¿Te importa si fumo?—pregunto y no me sorprendo cuando no responde.

Yendo a tientas, abro el bolso y meto la mano por mis cigarrillos. Mi mano cae en
el frío metal de la pequeña pistola calibre 38 en su interior. Sin pensarlo dos veces, la
saco y apunto a la cara del hombre.

—Déjame salir o te mato—exijo temblorosa. No parece en lo más mínimo


amenazado por mí o mi pistola—. Juro que apretaré el gatillo. —Sus ojos se
entrecierran ligeramente en desafío. Y a pesar de que no quiero matarlo, sé que tengo
que hacerlo. Si no lo hago, voy a terminar en manos de alguien que no dudará en
matarme. ¿Vale más su vida que la mía? Probablemente. Pero supongo que sólo soy
así de egoísta.

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—Última oportunidad—le advierto. Cuento hasta tres y entonces sin darme


tiempo para pensar detenidamente en ello, hago algo que nunca pensé que era capaz
de hacer.

Gatillo.

Y mierda… no pasa nada.

Así que lo hago de nuevo.

El chasquido del gatillo y mi ruidosa respiración son los únicos sonidos en la


furgoneta. Sus labios se crispan mientras me quedo mirando entre la pistola y él.
Preguntándome cómo una persona podía tener tanta suerte de mierda como yo.

Por primera vez, él se mueve. Mis ojos son atraídos por el movimiento y lo veo
sosteniendo algo pequeño y negro en su mano enguantada. El cargador de la pistola.

—¡Hijo de puta! Déjame salir de aquí! —chasqueo. Golpeo con mis puños las
paredes. El suelo. Sabiendo que no tiene sentido, pero sin importarme una mierda,
me arrastro rápidamente hacia las puertas. Él es más rápido. Su brazo se extiende y
bloquea el camino lo que me obliga a retroceder. Una oleada de adrenalina corre a
través de mí ante la posibilidad real de que las puertas puedan estar desbloqueadas.

Lucho con todo lo que tengo. Pateando y gritando. Mis puños golpean a lo loco
desvaneciéndose en el aire. Ni siquiera se ha movido de su lugar, usando sólo el
brazo izquierdo para detenerme. Viendo una abertura, la tomo. Aunque
probablemente sea la cosa más estúpida que he hecho nunca.

Lo abofeteo.

Duro

El golpe es lo suficientemente potente como para darle vuelta la cara. Estoy tan
sorprendida de que no sólo tuviera las bolas para golpearlo, sino que de hecho lo
hiciera, que estoy congelada en estado de shock.

Poco a poco, vuelve la cabeza para mirarme. Busco en sus ojos oscurecidos la ira
quemante a la que estoy tan acostumbrada. Pero no hay ira. Sólo diversión. Así que

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le pego de nuevo. Esta vez él está preparado y su cara no se mueve. En realidad, creo
que me duele más la mano a mí que a él su rostro.

Cuando intento por tercera vez, me agarra la muñeca con su mano. Su agarre es
firme pero suave. Sus grandes dedos rodeando fácilmente la muñeca. Con sus ojos en
los míos, poco a poco se inclina hacia adelante mientras tira de la mano hacia él. Me
estremezco por lo que está por venir. Sé que probablemente va a romperme los
dedos. La mano. La muñeca. O aún peor, el brazo. Sorprendentemente, no hace
ninguna de esas cosas.

Puedo sentir su cálido aliento sobre la mano unos momentos antes de que él
coloque un suave beso en el centro de la palma. Le devuelvo la mirada en estado de
shock, horror y completa incredulidad cuando se agacha frente a mí. Con ternura,
como si fuera una muñeca de porcelana que no tiene precio, coloca de nuevo la mano
en mi regazo. Entonces, se mueve hacia las puertas.

Estoy tan confundida acerca de lo que acaba de ocurrir que ni siquiera intento
escapar cuando la puerta se abre y él sale de un salto. Una voz baja le habla y él
asiente antes de volverse hacia mí. Una comisura de su boca se levanta ligeramente
en una sonrisa y me guiña un ojo. Siento como si fuera una especie de promesa tácita.
Pero no logro pensar en ello durante mucho tiempo. En el momento en que
desaparece de la vista, varios hombres más ocupan su lugar. Uno en particular me
tiene embargada con nuevo pánico.

Éste es mi captor.

Podría haber sido el hombre de la espeluznante máscara con los labios súper
suaves el que me capturó, pero eso fue a pedido de este hombre. Él no es un corredor
de apuestas. No es uno de los tipos de Jimmy. No lleva los colores de Madness,
tampoco. Su mirada podría ser fría y dura, pero no es siniestra y maligna. Sin
embargo, él me asusta más que los monstruos que he pasado los últimos seis años de
mi vida odiando. Más que el hombre de la máscara.

Cuando se dirige a mí, es el odio en su voz, la repugnancia en el tono y la


malévola naturaleza de sus avergonzantes palabras lo que me recuerda por qué me
siento tan amenazada por él.

—Hola, hermanita.

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CAPÍTULO 05

WINTER

— Pierce—susurro con incredulidad. Sus ojos parecen suavizarse un poco al


escucharme decir su nombre.

Está de pie, alto y fuerte. Seguro y poderoso. Guapo como mi padre. Humilde
como mi madre, a pesar de todos sus logros, del negocio que construyó. Del ejército
de hombres leales que lo rodean. Del respeto que se ha ganado por haber trabajado
tan duro.

Por un momento, él es el hermano mayor que recuerdo de cuando era una niña.
El que se ocupó de mí después que mis padres murieron. El que se perdió su joven
vida adulta para que yo pudiera tener una.

Me abrazaba cuando lloraba. Me castigaba sin salir cuando incumplía el toque de


queda. Estaba involucrado en cada aspecto de mi vida. Demasiado involucrado. Es
por eso que me fui. La razón por la que lo traicioné. El motivo por el que le di la
espalda a la única familia que me quedaba en este mundo. Y al final, me convertí en
el enemigo. La cutslut. Propiedad del Presidente de Madness, Caín.

Como si él estuviera recordando también, sus ojos se vuelven fríos de nuevo.


Con el rostro duro y su labio curvado, gruñe:

—Sáquenla.

Ante la orden de Pierce, dos pares de brazos se estiraron hacia mí. Los alejo
pegándoles palmadas, utilizando el pie exitosamente empujo a uno de los hombres
haciéndole perder el equilibrio. Se tropieza, pero rápidamente se estabiliza. Con una
severa mirada, me agarra la pantorrilla y me tira bruscamente hacia él. Mi espalda da
contra el suelo de la cabina con un fuerte golpe que casi me deja sin aire.

En el momento en que estoy de pie fuera de la furgoneta, mi bata está encima de


mis caderas exponiendo más de lo que me siento cómoda. Una rabia que no había
sentido en mucho tiempo burbujea dentro mío. ¿Con quién demonios creen que se están

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metiendo? Caín puede ser un capullo. El mismo diablo. Pero una cosa es segura, en
los seis años que hemos estado juntos, nadie jamás ha puesto una mano encima mío
si él no se lo decía.

Me libro bruscamente del hombre que me sujeta y rápidamente me enderezo la


ropa, apretando el cinturón de la bata más fuerte mientras le disparo a Pierce una
insultante mirada. Él sólo sonríe con sarcasmo.

—No seas modesta, Winter. No es como que todo el mundo en el condado de


Clark ya no ha visto tu culo.

—Vete a la mierda—le gruño, sacándome la arena de las rodillas—. ¿Estás en el


secuestro de personas ahora? Pensaba que estabas por encima de eso.

—Estoy por encima de secuestrar personas inocentes. Personas que realmente


importan. Tú no eres ni lo uno, ni lo otro. —Si no estuviese tan enojada, sus palabras
en verdad me podrían lastimar, aunque las tuviese bien merecidas.

—¿Qué haces aquí? —Alzando la barbilla, agrego—. Este es territorio de


Madness.

Sus cejas se levantan con diversión.

—¿Así es la cosa? —Mirando a su alrededor a sus hermanos les pregunta—.


¿Alguno de ustedes recibió el memo? —Un bajo murmullo de “no” hace eco por todo
el lugar. Miro alrededor y veo que mi captor enmascarado no está aquí. Entonces me
doy cuenta de que estamos en una especie de taller mecánico. No es el garaje de
estacionamiento. ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? ¿Minutos? ¿Horas? Demonios,
tal vez no estemos en el terreno de Madness.

Pierce me fulmina con una sonrisa helada.

—Puede que ese hijo de puta te controle, pero él sabe muy bien que no puede
joder conmigo.

—Él no me controla—miento, demasiado avergonzada para admitir la verdad.

—Ya no, quieres decir. —Frunzo el ceño confundida—. Te controlaba, pero


huiste de él.

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—No huí de él. —Ante la remota posibilidad de que esto fuese una especie de
misión de rescate, tengo que detenerla antes de que comience. Puedo vivir con Pierce
odiándome. Pero no puedo soportar la idea que resulte herido por mi culpa.

Divertido por mi respuesta, cruza los brazos sobre el pecho y ladea la cabeza
hacia un lado. Con su tono destilando burla, me pregunta:

—Bueno, ¿de quién estabas escapando, guisante de olor?

—De la policía— digo con agallas, apenas capaz de conservar mi tono


uniforme—. El plan siempre ha sido que si uno de nosotros es atrapado, el otro huye.
—En un esfuerzo por actuar como si él no se estuviese metiendo bajo mi piel, imito
su postura y le disparo una sonrisa—. Sólo porque no tienen duchas mixtas en el
condado. De lo contrario estaría con él ahora.

Él permanece inmutable. Posiblemente aún más divertido por mi intento de


molestarlo. Supongo que cuando se tiene una hermana con una reputación como la
mía, uno no se ofende tan fácilmente ante la mención de ella duchándose con otro
hombre.

—La amenaza en su voz y la forma en que gritó tu nombre... —Negando con la


cabeza, se inclina y susurra—. Estoy absolutamente seguro que no sonaba como un
hombre que te anima a hacer lo que me dijiste. Por otra parte no soy la clase hombre
que se corre controlando a las mujeres... así. —Se encoge de hombros, saca un
cigarrillo del chaleco y lo coloca entre los dientes—. ¿Qué sé yo?

No respondo. Sólo le devuelvo la mirada mientras él me contempla por debajo


de sus pestañas y con su mano cubre la llama para encender el cigarrillo. No me cree.
No es que pensé que lo haría. No importa si yo estoy diciendo la verdad o no. Como
Caín, Pierce cree lo que él quiere.

—Entonces, ¿vas a decirme por qué escapaste? —No respondo. Los dos estamos
en silencio un momento. Entonces, un pequeño pliegue se forma entre sus ojos—. ¿Él
te golpeó?

—Él no me golpea. —Mi repuesta rápida es una movida estúpida de mi parte.


Pierce sonríe, casi como si supiera que mordería el anzuelo.

—Tú no tienes que mentir, guisante de olor.

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Ésta es la segunda vez que usa ese término cariñoso. Era como me decía cuando
era una niña pequeña. Una sensación de nostalgia trata de abrirse paso en mi
corazón, pero la alejo a la fuerza. Después de todo, sólo lo está usando para tratar de
quebrarme. Estoy tentada de decirle que deje de hacerlo. Ya estoy quebrada. No hay
necesidad de patear a un caballo muerto.

—Apuesto a que la verdad está debajo de todo ese maquillaje—me desafía. Si


pudiera demostrarle que estaba equivocado, lo haría.

Él saca una bandana del bolsillo de atrás y agarra la botella de agua que el
hombre parado junto a él está sosteniendo. Sus ojos nunca dejan los míos mientras
empapa la tela, luego me la pasa.

—¿Para qué es esto?—pregunto, mirando la bandana con repugnancia.

—Tu maquillaje. Quítatelo.

Suelto una carcajada.

—¿Estás bromeando?

—¿Me veo como que estoy bromeando? —Nop. Él habla en serio.

—¿Por qué? ¿Qué mierda importa? —El temblor en mi voz es una mezcla de
vergüenza y rabia—. Ya te dije. No me pega. No es el monstruo que crees que es. —
Es peor.

Pierce se pone rígido. Su actitud alegre y arrogante desaparece. Sus ojos se


convierten en glaciares. El aire se vuelve helado. ¿La fuente? Gélida furia. En un solo
paso, está parado junto a mí, mirándome desde su altura.

—Sé exactamente quién es y de lo que es capaz. Intenté salvarte de él. Fui a la


maldita guerra por ti, Winter. Mi club fue a la guerra por ti. Y al final, te quedaste al
lado de ese hijo de puta. Pero esta noche, huiste de él. Quiero saber por qué. Así que
por última vez, remueve... el puto… maquillaje.

Sin otra opción, llevo la bandana a la cara. La desesperación oscurece los ojos de
Pierce cuando la verdad se revela. Sé lo que está pensando. Debería haber hecho más.

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Esforzado más. Protegido. Pero nada de esto es su culpa. Necesito que crea eso.
Incluso si eso significa que me odie.

—No me mires así—le espeto, empujándolo hacia atrás un paso—. No necesito tu


compasión o tu puto remordimiento. —Su cara no revela nada, pero veo sus manos
apretadas en puños mientras mira fijamente los moretones decolorados alrededor de
mis ojos y mejillas, el resultado de la última paliza de Caín porque yo “tengo mala
actitud“ con él.

—Me fui de San Diego porque quería. No porque él me obligó. Al igual que huí
hoy porque ese era el plan. No porque quería alejarme de él. Y si algunos moretones
son el único precio que tengo que pagar por mantenerme alejada del puto pozo
negro en donde crecí, entonces más que vale la pena. —Mi pecho se aprieta cuando le
escupo las hirientes palabras. Me odio por ser tan perra, pero es esto o yo
quebrándome frente a él. Me niego a hacer esto último.

Cualquier ternura que podría haber tenido desaparece. En un instante, Pierce se


transforma del hermano compasivo y de trato fácil que una vez conocí en el hombre
duro e insensible en el que lo he convertido. Con un brillo maligno en los ojos y la
convicción en el tono de su voz, dice algo que me hiere y me alivia.

—Si una cosa es cierta, hermanita, es esto... ni una puta parte de mí, siente
lástima por ti. —La dureza de su voz es como un puñetazo en el estómago, pero no lo
demuestro. El ceño fruncido en mi cara oculta todo—. No estoy aquí para rescatarte.
Estoy aquí por lo que hiciste.

Mi fachada tambalea. Me muevo nerviosamente, sintiéndome arrepentida.

—Mira—respiro, mirándolo a los ojos—. Sé que te robé...

Él levanta la mano para interrumpirme y arquea una ceja.

—¿Qué te hace estar tan segura de que era mi dinero el que robaste?

Por alguna razón, el hombre de la máscara aparece de pronto en mi cabeza.


Examino la multitud de nuevo para ver si está aquí, pero ninguno de ellos mide su
altura o tiene su complexión.

—¿Quién?—digo y la pregunta sale como un susurro.

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Pierce niega con la cabeza.

—No importa. Lo que importa es que alguien me confió su dinero. Lo puse en


una caja fuerte que sólo dos personas sabían la combinación. Yo y mi hermanita, a la
que pensé le había dicho que se mantuviera malditamente lejos de mí y de lo que es
mío.

—Te dije que te lo reintegraría.

El me señala la cara.

—Si eso es lo que te hace en un día normal, estoy seguro que el castigo por
traición será mucho peor. Te necesito viva durante los próximos sesenta días.
Después de eso, te puedes ir al maldito infierno por lo que a mí respecta. Pero
primero voy a conseguir ese puto dinero, Winter.

Sesenta días.

Mi vigésimo quinto cumpleaños.

El día de cobro.

Yo tenía diez años cuando mis padres murieron en un trágico accidente


automovilístico. El vehículo culpable pertenecía a una compañía naviera que estaba
más que dispuesta a acordar con nosotros fuera de los tribunales. Todavía recuerdo
lo enojado que estaba Pierce cuando la compañía envió un equipo de abogados a
nuestra casa el día del entierro. Con tan solo dieciocho años él ya tenía esa mirada
letal. No pasó mucho tiempo para que los abogados se retirasen, excusándose
continuamente hasta que Pierce le cerró la puerta en las narices.

Yo había estado llorando al pie de la escalera mientras observaba desarrollarse


toda la escena. Cuando Pierce se volvió hacia mí, su ira se desvaneció al instante.

—¿Qué pasa? —me había preguntado, tirando de mí hacia él—. ¿Esos hombres te
asustaron? —Asentí en su pecho—. No te preocupes, guisante de olor. Les haré pagar
por ello. —Y lo hizo.

Pierce pudo arreglarlo de modo que recibiría tres indemnizaciones completas.


Una a los dieciocho años cuando me gradué de la escuela secundaria. Una a los

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veintidós años cuando me gradué en la universidad. Y la último en mi vigésimo


quinto cumpleaños, para entonces Pierce pensaba que estaría establecida y
comenzando una familia.

Como una tonta, le había dado todo mi dinero a Caín. La primera vez porque lo
amaba. La segunda vez porque me obligó.

Él tomó el dinero que le robé a Pierce también. Dentro de la caja fuerte, había
dejado una nota prometiendo pagarle. Pensé que estaría libre de Caín cuando
recibiera esa última suma de dinero. Incluso si no lo estaba, me había prometido
solemnemente que sin importar las consecuencias, le devolvería a Pierce su dinero.
Supongo que no confiaba en mí para seguir adelante con mi promesa.

—¿Tú orquestaste todo esto?—pregunto, arrancando el cigarrillo de sus dedos—.


¿La reunión con Jimmy... que sus hombres apareciesen... con la esperanza de atrapar
a Caín distraído así podrías enviar a tu gran simio para lograr meterme en la parte
posterior de una camioneta?

—¿Importa?

—¡Sí que importa! —chillo—. Él lo mató. Lo sabes, ¿verdad?

Pierce encoge un hombro en un gesto indiferente.

—Jimmy era un mal tipo. El mundo está mejor sin él.

Tomo una calada y lo estudio. No hay manera de que supiese que resultaría
como lo hizo. Pero conociendo a Pierce, ha estado planeando esto durante mucho
tiempo. Su mayor fortaleza es su paciencia. Es el tipo de hombre que piensa
detenidamente en todo. Planifica una estrategia para cada movimiento. Cubre todas
las bases. Él es tan hábil en la vida como lo es en el ajedrez. Y utiliza las mismas
estrategias para jugar en ambos. Pero hay un problema en su oh-tan-bien-pensado
plan.

—El vendrá por mí—digo, tratando con toda mi fuerza de mantener el temblor
apartado de mi voz—. Y la primera persona por la que va a ir es por ti.

Una sonrisa fácil cubre el rostro.

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—Oh, Eso espero, guisante de olor.

Yo no. Un cara a cara entre Pierce y Caín, sin duda, terminará mal. Así que me
mantengo firme, esperando que mi amenaza sea suficiente para convencer a Pierce
de dejarme ir.

—Traerá un ejército. No se detendrá hasta que busque en cada centímetro


cuadrado de San Diego.

—No me importa una mierda si mira debajo de cada piedra de California. No va


a encontrarte.

Mi frente se frunce en confusión.

—¿Qué significa eso?

Él sonríe burlonamente, sus ojos bailando con alegría. Su lenguaje corporal dice
que sabe algo que yo no. Y a él le complace muchísimo ilustrarme.

—Porque tú, mi querida y dulce hermanita, no estarás aquí.

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CAPÍTULO 06

WINTER

Odio la música country. No estoy hablando del country pop moderno donde un
tipo con botas conoce a una chica en vaqueros y canta una canción apoyado en la
puerta trasera de su ranchera. Esa mierda es tolerable. Estoy hablando de la
verdadera música country, Merle, Waylon, Willie y George. Los hombres originales
de la música country que cantan las canciones más malditamente deprimentes
imaginables. En realidad nunca he pensado en suicidarme. Pero en este momento, lo
estoy considerando seriamente.

Segundos después que Pierce me dijo que no iba a ir a San Diego con él, un sedán
negro entró en el garaje con dos hombres en el interior que parecían policías. Estaba
esposada, amordazada y tirada en el asiento trasero, sin ninguna explicación en
cuanto a dónde iba o qué diablos estaba pasando. Pierce simplemente me dio unas
palmaditas en la cabeza como a un perro y me dijo:

—De nada—antes de deslizarse a mi lado.

De nada.

Ja.

Como si me estuviese haciendo un favor.

Que se joda.

Después de todo, él es el que intenta matarme. Mejor dicho hacer que me mate.
Sabe que odio la música country. Y esa mierda ha estado tocando continuamente
durante los últimos veinte minutos. Él está allí sentado, dando golpecitos con el puto
pie al ritmo de la música y tamborileando con los dedos sobre la rodilla. Después,
estará tocando un banjo y masticando tabaco.

—¡Hey!—le grito detrás de la mordaza en mi boca. Retorciéndome en el asiento


para llamar su atención. Se vuelve hacia mí y levanta una ceja.

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—¿A dónde me llevas?

Ahuecando su oreja.

—¿Qué dijiste? No te puedo entender. —Lo miro entrecerrando los ojos. Su


sonrisa se ensancha—. ¿Tú dijiste que querías un poco de Merle? —Mi mirada de
furia se endurece—. Oye hombre, ¿tienes Misery and Gin?—pregunta, golpeando la
jaula para llamar la atención de los hombres en la parte delantera.

—Ya viene.

Cuando Misery and Gin de Merle Haggard comienza a sonar, pongo los ojos en
blanco y gruño. Fuera de la ventana, el sol está comenzando a ponerse en el cielo de
Nevada. Estamos literalmente en el medio de la nada, en alguna carretera desierta.
Una parte de mí se pregunta si Pierce está planeando sacarme de aquí y matarme.
Otra parte espera con ansias que lo haga. Entonces no voy a tener que escuchar más
esta basura.

—Es mejor que te acostumbres a esta música, Winter. —Disparo una mirada a
Pierce—. Esto es lo que escuchan en el sucio, sucio Sur. Por cierto... —Él toca mi nariz
con la punta del dedo—. Ahí es donde vamos. —El sucio Sur podría ser Louisiana.
Mississippi. Alabama. Texas. ¿Quién mierda sabe?

Bajo la mirada a la bata rota y las medias desgarradas que están tan sucias como
mis pies descalzos.

—No tengo nada de ropa.

—¿Ropa?—se burla—. No pensé que una chica como tú necesitara ropa. Quiero
decir, pasas la mayor parte de tu tiempo tirada sobre tu espalda, ¿verdad?

—Vete a la mierda—le escupo. Estoy tan furiosa, que lo estrangularía con mis
propias manos si no estuviesen esposadas a mi espalda. Se ríe de mí, y tengo la
sensación de que sabe exactamente lo que estoy pensando. O por lo menos parte de
ello. Estoy segura de que no sabe que yo también estoy pensando que su plan es
estúpido.

Si yo estuviera en los zapatos de Pierce, podría encontrar un millón de formas


diferentes de recuperar ese dinero. Ninguna de ellas es tan arriesgada como ésta. ¿En

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serio piensa que mandarme lejos es la respuesta? Caín todavía vendrá a California a
buscarme. Y no importará las mentiras que Pierce le diga, él estará convencido de
que sabe dónde estoy. Entonces él hará algo estúpido. Pierce tomará represalias. La
guerra comenzará. Las personas morirán.

Pero, de nuevo, no se trata de mí en absoluto. Es un callejón sin salida. Una lucha


por el respeto. Una batalla por el territorio. Un concurso de meadas entre dos MC.
Digo, si es realmente tan importante saber cuál polla es más grande, uno podría
preguntarse, ¿por qué sólo no sacan a las HDP y ven? Te voy a decir por qué. Porque
son hombres. Y los hombres son estúpidos.

Me quedo mirando por la ventana el resto del viaje. Eso no molesta a Pierce en
absoluto. Él canta. Les dice a los compinches que suban el volumen cuando una de
sus favoritas comienza. Se acerca a mi hombro para decirme lo mucho que está
disfrutando de nuestro tiempo juntos. Mientras tanto, estoy contemplando
morderme la lengua hasta cortármela con la esperanza de desangrarme. Golpearme
la cabeza contra la ventanilla y quedar inconsciente. Fingir un ataque. Alguna cosa.

Seis canciones más tarde, Pierce anuncia:

—Llegamos.

Me enderezo y miro a través del parabrisas mientras atravesamos el portón de


entrada de una pista de aterrizaje privada. El conductor detiene el coche
directamente sobre la pista y yo miro el jet que espera para llevarme a mi destino. El
nombre en su costado me informa exactamente donde será ese destino.

Empresas Knox.

Dallas Knox-Carmical.

La esposa de Luke Carmical.

El presidente del Devil´s Renegades MC, Hattiesburg, Mississippi.

Recuerdo que vino al funeral de mis padres. También lo recuerdo diciéndole


Pierce:

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Serie Devil´s Renegade MC 3

—Si alguna vez necesitas algo, hermano, házmelo saber. —Supongo que
procedió al cobro del favor que le había prometido.

Mississippi. Voy al maldito de Mississippi. Hace frío allí en noviembre. Y yo


estoy vestida como una pobre ramera vagabunda. De repente, siento deseos de llorar.
Estoy hablando de lágrimas verdaderas. De verdadera emoción en carne viva.

Estoy triste por la forma en que Pierce me está tratando. Decepcionada de que lo
haga. Sí, me lo merezco. Pero él es mejor que yo. Mejor que esto. No hay toma y daca
con él. Yo me cago en él. Él no se rebaja a mi nivel. En consecuencia, no se caga en mí.
Así es como siempre ha sido. O tal vez así es como era antes.

¡Basta ,Winter!

Parpadeo para contener las lágrimas y endurezco la mirada mientras Pierce abre
la puerta y me ayuda a salir. Me niego a mirarlo a los ojos. En cambio, me quedo
mirando el botón de su camiseta. Pero él no lo acepta.

Con su dedo debajo de mi barbilla, me inclina la cabeza hacia atrás para que lo
mire.

—No te preocupes, guisante de olor. Es sólo por un par de meses. Luego estarás
libre para volver a tu antigua vida. Estoy seguro que Caín le dará la bienvenida a su
pequeña cutslut con los brazos abiertos. O al menos espero por tu bien que lo haga.
¿Porque quién mierda te querría ahora?

Mi mandíbula se tensa y mis fosas nasales se ensanchan mientras peleo contra mi


emoción. Antes que pueda apartarme de él, se da cuenta y la sonrisa en su rostro
vacila. Una mirada de pena destella en sus ojos. Carraspeando, da un paso a mi lado
y me toma del brazo, escoltándome al avión.

Él le pasa algo a la dama al pie de la escalinata. Luego, con un apretón a mi codo,


se vuelve y se aleja. No sé si fue un gesto de consuelo, de disculpa o simplemente es
un idiota.

—Señorita Tews, soy Shira—saluda la azafata. Ella es baja. Rubia. Linda en ese
tipo de niña pequeña. No parece ni un poco preocupada por mi apariencia. Tiene
sentido. Estoy bastante segura de que Luke está en esa mierda de BDSM. Es probable
que amordace a Dallas todo el tiempo.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Me introduce en el interior y me conduce a la cabina principal. La alfombra es


tan suave bajo mis pies lastimados que casi gimo. Asientos blancos de lujo,
tapizados con el mejor cuero, se encuentran dispersos por toda la cabina junto con
un sofá, unas pocas mesas y un mini bar. Un televisor gigante está montado encima
de la puerta, visible desde cualquier sitio donde te sientes. Esta es mi primera vez en
un avión privado, y tengo que admitir que no estoy decepcionada.

—Déjeme sacarle esto. —Me quita las esposas y de inmediato desata la mordaza
de alrededor de mi cabeza. Es una bandana, la misma bandana con que me quité el
maquillaje. Maldito Pierce.

—¿Tienes algo de whisky escocés, Shira?—pegunto, moviendo la mandíbula y


rotando los hombros.

—Por supuesto, señorita Tews.

—Winter—la corrijo, cayendo en uno de los asientos—. Llámame Winter. —Ella


no hace comentarios, sólo sonríe y me entrega un vaso lleno de un líquido de color
ámbar. Sin molestarme en olerlo, tomo un sorbo y casi me fundo en el asiento por lo
fino que es.

—¿Cuáles son las posibilidades de que tuvieras mi whisky escocés de malta


favorito a bordo?

Shira sonríe.

—Ninguna, Winter. La solicitud de Pierce para su alojamiento fue muy clara. —


Casi me río. Supongo que tengo que perdonarlo ahora. O tal vez él estuviera
esperando que me emborrachara y olvidara cómo me trató—. Tenemos unos treinta
minutos antes de despegar, si desea usar el baño o tomar una ducha.

—¿Ducha? —Esta vez me rio—. ¿Me vas a dejar usar tu ropa, Shira? —Recorro su
cuerpo con una sugerente mirada. Ella se sonroja de pies a cabeza, y rápidamente
desaparece.

Cuando entro en el enorme dormitorio equipado con una cama matrimonial


tamaño king y baño privado con ducha, me doy cuenta que no voy a necesitar la
ropa de Shira después de todo.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

Hay cuatro maletas y dos bolsas para traje abiertos en la cama llenos con todo lo
que necesitaré para mi viaje. Zapatos. Ropa. Productos cosméticos. Tengo todo. En el
centro de eso hay una hoja de papel con un mensaje simple.

-P

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CAPÍTULO 07

JINX

—¿ Cómo está ella?— pregunta Pierce, tratando con ahínco de fingir


indiferencia. Yo sonrió ante su intento de mierda.

Conozco a mi hermano. Sé que probablemente le dijo algunas cosas de mierda a


Winter. El tipo de mierda de la que te arrepientes de inmediato. Ahora me está
llamando, por los auriculares, mientras estoy a nueve mil ciento cuarenta y cuatro
metros de altura en el aire, sin preocuparse de que tengo miedo de volar, todo con la
esperanza de que voy a decirle algo que va a aliviar su conciencia. Y, por supuesto, lo
hago.

—Con un humor de perros.

Realmente no lo sé. Estoy en la cabina del piloto. Fuera de su vista. La única


información que tengo viene de Shira, la azafata. Pero si bien su última actualización
fue que Winter estaba simplemente bebiendo, bebiendo mucho, asumí que todavía
era una perra cuando estaba borracha. Así que no me siento culpable por mi
respuesta. El alivio en su exhalación es evidente, lo cual me dice que tome la
decisión correcta. No es que siempre me equivoque.

—He encontrado un nuevo artículo en Internet—comienza a decir él. Mis ojos se


ponen en blanco. Aquí vamos otra puta vez—. Fue publicado por esa mujer que estaba
en una relación abusiva. Ella lo llama, los ocho pasos que debes saber.

—Pierce…

—Había un par que nunca había considerado.

—Pierce…

—Como, la compulsión a confesar. La víctima comienza a adquirir las creencias y los


valores que el abusador tiene arraigadas... —Y continúa leyendo directamente el artículo.
Cubro el altavoz y bajo mi auricular.

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Kim Jones – Cutslut
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—¿Puedes escuchar esto?—le pregunto al piloto.

Los asuntos de mi hermano son exclusivamente eso, asuntos de mi hermano. No


necesito ningún capullo que no conozco, escuchando. No voy a correr el riesgo de
que este piloto pueda alentar a Pierce, contándole sobre su hermana, su tía o su
prima que sufrieron la misma mierda. O, posiblemente, el nombre de algún otro sitio
web o grupo de ayuda.

El piloto niega con la cabeza y señala un botón en el ordenador de a bordo. Como


si yo supiera lo que significa esa mierda.

—No estés escuchando esta mierda—le advierto, dándole una mirada que
promete la muerte. Él levanta las manos en el aire, y yo casi tengo un puto ataque al
corazón. Odio volar. Antes de que pueda decirle que ponga sus manos en el timón,
manillar o lo que putas sea esa cosa, lo hace.

Me coloco los auriculares nuevamente sobre los oídos. Pierce todavía está
leyendo. La esperanza en su tono tira de mi pecho. Tan ultrajante como es tener a un
hermano obsesionado tratando de encontrar una explicación razonable detrás de las
acciones de su única hermana, también es admirable. El hombre está empeñado en
buscarle una solución a un problema que no se puede arreglar. Pero tengo que darle
mi apoyo por tratar. Su lealtad no conoce límites.

—Pierce—digo, un poco más fuerte esta vez. Finalmente cierra la puta boca y
rápidamente empiezo a hablar antes de que pueda empezar de nuevo—. Ella es una
estafadora. Una ladrona. Una mentirosa. Si quisiera salirse, hubiese encontrado una
manera.

—¿Y si él la amenazara con matarme si se largara? —Él hizo esta pregunta un


millón de veces antes.

—Por última vez, ella no es estúpida. ¿Una traidora? Sí. ¿Una perra? Sí. Pero no
es tan tonta como para creer que una escoria, pedazo de mierda de los bajos fondos
como Caín, sería capaz de eliminar al hombre más poderoso y protegido en la costa
oeste.

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Kim Jones – Cutslut
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Hago una pausa para respirar. La ira me carcome. La ira es hacia ella por torturar
a Pierce de esta manera. Hay muchas hermanas menores que matarían por tener un
hermano como Pierce. Ella no se lo merece.

—Ella tomó esa decisión hace mucho tiempo atrás—le digo, controlando mi
rabia—. No permitas que el fantasma de la chica que una vez conociste te persiga
haciéndote creer que ella todavía está en algún lugar dentro del cascarón de Winter.

—¿Qué pasa si estás equivocado?—me pregunta, y tengo que contenerme de


contestarle que nunca me equivoco. Especialmente cuando se trata de su egoísta y
manipulador guisante de olor.

—Mira, en dos meses, lo sabremos a ciencia cierta. Ella tendrá todas las
oportunidades del mundo para forjarse una vida mejor. Si es lo suficientemente
inteligente como para tomarlas, entonces, voy a admitir que estaba equivocado. Pero
si no lo hace y termina volviendo con él, entonces vas a tener que encontrar una
manera de dejar ir toda esta mierda, hombre.

Se siente mal que yo le pida que pierda las esperanzas con ella. Pero mierda… se
va a despertar un día y se dará cuenta que la vida se le habrá pasado de largo. Él ya
ha pasado gran parte de ella obsesionado con esto. Y es la segunda razón por la que
acepté hacer esto, darle a ella el disparo final por el bien de Pierce. La primera razón
es la venganza.

A ella se le han dado más oportunidades que las que se le han dado a cualquier
hombre que lleva un parche. Cuando se fue, Pierce intentó darle tiempo para que
tomara su propia decisión. Para que se diese cuenta de su error. Para que recordara
quien era su familia. Donde estaban sus lealtades. Cuando eso no funcionó, fue a
buscarla. Entrando en territorio enemigo, sus hermanos a su lado, listos para ir a la
guerra por uno de los suyos. Para morir y matar. Y ella escupió en la cara del club.

Permaneció con Caín. Rechazó la mano extendida de su hermano. Dijo


blasfemias acerca de nuestro club que eran imperdonables. Fue entonces cuando el
club decidió dejarla ir. Al día de hoy creo que si no fuera por nuestros reglamentos,
Pierce nunca la habría rechazado. No es que lo esté juzgando. No tengo una hermana
pequeña. Si la tuviese, estoy seguro que estaría haciendo lo mismo que está haciendo
Pierce.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

—Dos meses—dice él con su poderosa voz. Fuerte. El orgullo hincha mi pecho


ante el sonido. Es la voz de Pierce, el presidente de los Devil´s Renegades, no su
hermano mayor—. No le muestres ninguna clase de cortesía. Nosotros nos hemos
tenido que ganar el derecho a pertenecer. Seguro como la mierda que ella también
tendrá que hacerlo.

Sonreí ante eso.

Sí… ella lo hará.

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CAPÍTULO 08

WINTER

La chica en el espejo se parece a mí. A la vieja yo. No la de las últimas


veinticuatro horas. Maquillaje completo, el cabello peinado, un vestido corto, los
tatuajes a la vista y zapatos de tacón alto. Con casi un metro ochenta, soy alta. Con
tacones, soy realmente alta. Y mi altura me hace sentir mucho menos intimidada por
la multitud de pie en la pista justo fuera de la ventanilla.

Vuelvo a echar un vistazo a mi reflejo, notando por primera vez cómo están mis
ojos de vidriosos. Después de que me había duchado y vestido, todavía tenía dos
horas más de vuelo. No estaba de humor para mirar televisión. Odio leer. Estaba
demasiado ansiosa para dormirme. Bebí. Mucho. Y lo estoy sintiendo.

—Me estoy llevando esto—le digo a Shira, levantando la botella de whisky


escocés mientras salgo de la habitación y entro en la cabina principal—. ¿Tienes una
caja de comentarios? —Ella frunce el ceño—. ¿Como un buzón de sugerencias?

—Oh... no señorita. No creo que lo tengamos.

—Bueno, dile a Dallas que necesita una zona de fumadores en este avión. —
Levanto la mano—. Mejor aún, yo se lo diré. Visto que estoy siendo obligada a pasar
los próximos sesenta días aquí abajo. —Saco un cigarrillo del bolso y lo coloco entre
mis labios. Shira lo mira con nerviosismo, pero no hace ningún comentario—. ¿Estás
al tanto, Shira? ¿Que estoy siendo retenida contra mi voluntad?

—No sé nada de eso, señorita Tews—dice, retorciéndose las manos. Sus ojos en el
encendedor que tengo en mi mano.

—Winter. No señorita Tews. Winter.

—Winter. Sí. Um... —Ella señala el cigarrillo unos segundos, luego junta las
manos y aprieta los labios en una línea delgada. Sonrío, sabiendo que me quiere decir
que no puedo fumar, pero está demasiado preocupada por cómo voy a reaccionar
para hacerlo.

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—No voy a encenderlo, Shira—le digo. Se relaja visiblemente—. Y voy a decirle a


Dallas la increíble empleada que tiene contigo.

Ella se ruboriza.

—Gracias, señorita… quiero decir, Winter.

—De nada. Ahora, ¿dónde está mi transporte? —La sigo hacia la puerta abierta.
Se detiene y gesticula para que siga delante. El aire fresco me golpea y me detengo en
lo alto de la escalinata, los efectos del alcohol me pegan duro. Enciendo el cigarrillo
antes de mirar hacia arriba y mostrar mi mejor sonrisa.

Ocho de los principales Devil´s de Hattiesburg están aquí. Esperándome.


Vestidos de cuero de pies a cabeza, parados altos y orgullosos junto a sus caballos de
acero, me miran con expresiones curiosas mientras desciendo por la escalera. Y
detrás de ellos, reunidas en su propio círculo, están sus damas. Disparándome dagas
a mí… a la cutslut.

Mientras me abro paso hacia ellos, mis ojos se clavan en el hombre delante que
lleva el parche de presidente. No se parece en nada al Luke Carmical que recuerdo
de cuando era una niña. Es muchísimo más caliente.

—¿Qué?—pregunto—. ¿No hay banda de música?

Él sonríe burlonamente, levantando una ceja mientras me examina de pies a


cabeza.

—Winter—saluda con un movimiento de cabeza—. Has crecido.

—Y ya era hora—digo, examinando la multitud de hombres. Hay unos pocos


que me devuelven una mirada lujuriosa, y memorizo sus caras. Ellos serán los que
me ayudaran a salir de aquí. A juzgar por la maldita mirada de mierda que recibo del
VP, será más pronto de lo que pensaba.

—¿Conspirando ya?

Dirijo mi mirada de nuevo a Luke cuyos ojos azules mantienen un toque de


desafío.

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—Nah. Sólo revisando en busca de anillos de boda. —Le guiño el ojo a las damas
que se han acercado a escuchar lo que tengo que decir—. Ustedes saben, a pesar de la
creencia popular, nosotras las cutsluts tenemos moral.

El ríe y niega con la cabeza.

—Mira, sé que probablemente estás cansada, pero esta noche es la gran apertura
de nuestro nuevo club nocturno. Dado que le prometí a Pierce que no te perderíamos
de vista, vas a venir con nosotros. Vamos a estar ocupados. Distraídos. Pero habrá
ojos en ti en todo momento. Así que no te hagas ilusiones en esa bonita cabecita.

Incapaz de detenerme, miro a Dallas y le sonrío. Ella me devuelve una mirada


furiosa.

—No te preocupes, cariño—digo, volviendo mis ojos a Luke antes de añadir—.


Soy toda tuya. —Sus ojos se entrecierran a medida que me estudia, sus labios luchan
contra una sonrisa. Él sabe exactamente lo que estoy haciendo.

El hombre al lado de Luke se ríe. Su risa es profunda, gutural y muy sexy. Es el


VP. Lo señalo con el dedo y le sonrío.

—Regg, ¿verdad? —Él asiente con la cabeza. Su esposa, Red, da un paso más
cerca. Bien, podría seguir adelante con esto y hacerla enojar más mientras tenga la
oportunidad—. Debemos tomar un trago más tarde. Sin manos. —Me lamo los labios
y mis ojos miran su entrepierna—. Estilo mamada.

—¿Ha dicho mamada? Esa perra dijo mamada. —El tono de Red se hace más
fuerte con cada palabra. Ella comienza de nuevo y Regg debe reconocer el sonido de
sus tacones porque se endereza y deja caer su sonrisa.

Red se detiene en mitad de un paso cuando Luke levanta la mano. Ni siquiera


tuvo que darse vuelta para hablar con ella. Su poder sobre este club y las damas me
deja con la sensación de que él será mi mayor obstáculo en mi intento de escapar.

En dos zancadas, está erguido sobre mí. Usando el mismo movimiento de Pierce,
pone su dedo debajo de mi barbilla y la inclina hacia atrás hasta que me encuentro
con sus ojos. Son tan azules como el océano. Y duros como una roca.

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—No voy a tener ningún problema contigo, ¿verdad, Winter? —Él dice mi
nombre como la estación. Frío.

—Nop. Sólo tratando de hacer amigos.

—Trata más duro. —La advertencia puede oírse clarísima en su tono. Después de
seis años con Caín, va a necesitar mucho más que una mirada dura y una advertencia
verbal para intimidarme. Él ve el reto y sonríe burlonamente—. No me subestimes,
Winter. Si juegas a este juego, perderás. Tienes mi palabra.

Miro a la cara a los estoicos hombres que lo rodean. A las mujeres cabreadas
detrás de él. Entonces lo miró a los ojos con una sonrisa. Quiero decirle que no
debería apostar algo tan importante como su palabra. En cambio, tomo un sorbo de
whisky escocés y le digo:

—Lo que usted diga, jefe.

Es obvio que las damas están enojadas conmigo después de mi espectáculo en la


pista. Así que no me sorprende en absoluto encontrarme subida al asiento trasero de
una enorme camioneta sola, conducida por un hombre lo suficientemente viejo como
para ser mi abuelo, así ellas no tendrían que estar a mi lado. En realidad, me parece
muy gracioso. Especialmente cuando llegamos al club treinta minutos más tarde y
soy la única mujer en el grupo que no tiene el trasero completamente congelado.

Parece ser que las mujeres no tenían ninguna intención de montar a lo perra esta
noche. Sin embargo, después de conocerme, decidieron que prefieren arriesgarse al
congelamiento que estar en un espacio cerrado con la infame cutslut de la costa oeste.
Por desgracia, no se les ocurrió llevar sus carteras con ellas. Y soy trescientos dólares,
dos brillos para labios y un paquete de chicles más rica de lo que era cuando llegué
aquí.

La Country Tavern está repleta. Debo decir que estoy impresionada con estos
sucios Devil´s del Sur y sus negocios. Con suelo de madera y techo de metal
galvanizado, se ve como un bar del oeste. Pero los jóvenes hacinados y la música pop
reproduciéndose en los altavoces me demuestran que no siempre se puede juzgar un
libro por su cubierta.

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Kim Jones – Cutslut
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Soy escoltada por Luke a la barra y sentada en una zona menos concurrida.

—Recuerda, Winter. Tengo ojos en todas partes—me advierte, prácticamente


desafiándome a que haga algo estúpido. Le ofrezco un encogimiento de hombros
mostrando indiferencia. Él me mira ferozmente durante un momento más antes de
decirle al joven miembro detrás mío—. Vigílala.

Colocando los codos sobre la barra, apoyo la espalda en ella enfrentando a la


multitud, mis piernas están cruzadas obligando a todo el mundo que pasa a caminar
esquivándome. Mirando al hombre a mi izquierda, veo que está encorvado sobre su
bebida, mirando hacia abajo, con su cara oculta de la vista. Lleva una gorra de visera
plana calada hasta los ojos. Está vestido con un suéter negro que se amolda a sus
musculosos brazos, jeans oscuros que le quedan por debajo de las caderas, lo que me
permite un vistazo al bóxer que lleva debajo. Pero lo que encuentro más atractivo es
la billetera visible desde el bolsillo delantero de su chaqueta colgada en el respaldo
de la silla.

—¿Qué está bebiendo, guapo?—le pregunto, usando mi mejor acento sureño.


Poco a poco, el hombre vuelve su cabeza para mirarme. Me congelo ante lo que veo.

Hijo de puta.

Él es sin duda alguna la puta criatura más sexy que he visto en mi vida. Barba de
unos pocos días en su bronceada mandíbula. Labios llenos acentuados por un
profundo surco nasolabial. Una nariz perfectamente simétrica. Y justo debajo del
sombreo se ubican dos orbes plateadas, enmarcadas en largas pestañas negras.
Parece que brillan en la luz de neón. Como si pertenecieran a un ser inmortal, a una
criatura sobrenatural en lugar de un ser humano vivo. Sus ojos son vigorizantes.
Paralizantes. Un poco aterradores. Exóticos, aunque, extrañamente familiares.

—¿Te conozco de algún lado?

Él niega con la cabeza mientras me estudia con abrasadora intensidad. Se toma


su tiempo para examinar cada centímetro de mi cuerpo, de pies a cabeza, antes de
encontrarse con mis ojos. Luego se endereza en el asiento y desliza un vaso por la
barra. Lo atrapo, el olor a humo golpea mis sentidos e inmediatamente se me está
haciendo agua la boca.

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Miro al hombre con recelo mientras tomo un sorbo. Está delicioso. Mejor que el
que usualmente prefiero.

—Soy Winter , por cierto.

—Lo sé—dice, haciendo que el cabello en la nuca se me ponga de punta. Sus ojos
brillan ante mi evidente desasosiego—. Estaba escuchando cuando ese tipo te trajo
hasta aquí.

Dejé escapar un suspiro de alivio y una sonrisa.

—Verdaderamente muy acosador de tu parte. —Tomo otro sorbo y todavía


siento una extraña sensación de déjà vu—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Acabas de hacerla—me dice, sin rastro de humor en el rostro. Él sólo me


devuelve la mirada con esos llamativos ojos de vampiro.

—Es una pregunta seria.

—Siempre lo son.

Trago, estoy un poco nerviosa por entablar una conversación con este tipo. Pero
su billetera está a sólo unos centímetros de mí dándome el suficiente estímulo para
seguir adelante con mi intento de aligerar el ambiente.

—¿Dolió?—pregunto, tan seria como me es posible. Sus labios se tuercen como si


estuviese luchando contra una sonrisa. Encuentro eso atractivo en él. Incluso más que
esa expresión amenazante que lleva tan bien.

—¿Quieres decir cuando me caí del cielo? —Asiento con la cabeza, mi mirada se
concentró en su boca—. No— Maldición que bonitos dientes tiene—. Puedo volar. —Lo
miro sonriendo abiertamente.

—Apuesto a que puedes.

Sus ojos se arrugan un poco en los rabillos con curiosidad.

—Entonces, ¿qué clase de nombre es Winter?

—¿Qué clase de nombre es Jinxton? —Retruco, sacando un cigarrillo de mi bolso.

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Kim Jones – Cutslut
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—Yo no te dije mi nombre.

Le guiño un ojo.

—Está en tu tarjeta de crédito.

Él mira hacia abajo a la tarjeta que el camarero había colocado delante de él hacía
sólo unos segundos. Sonriendo, niega con la cabeza. Entonces, mientras se lleva el
vaso a los labios, suelta una risa incrédula.

— Verdaderamente muy acosador de tu parte. —Toma un trago y luego añade—.


Jinx. Sólo Jinx.

Deslizándome, me mudo a la banqueta junto a él. Se da vuelta en su silla,


poniendo su billetera aún más lejos de mi alcance. Pero la vista de su pecho vale la
pena. El hombre es enorme y no tiene que estar desnudo para que yo sepa que está
cincelado por debajo de la ropa.

Un ligero chispazo de luz llama mi atención y me apoyo en él para encender el


cigarrillo. Cuando el perfume de él es más agradable que el del whisky escocés,
decido que es hora de sellar este trato. Salir de aquí, hacer que se corra y luego,
escapar lo más lejos posible de Hattiesburg, conduciendo su coche con su dinero. Él
podría ser bellísimo, pero todos los hombres piensan con su verga. Incluso los más
bonitos.

—Sabes, sólo Jinx, si yo no tuviese un perro pegado respirándome en la nuca, a lo


mejor, tú y yo podríamos ir a un lugar un poco más tranquilo.

Él mira por encima del hombro al tipo con el parche.

—Y ¿qué vamos a hacer cuando lleguemos allí?—me pregunta, arrastrando


perezosamente sus ojos de nuevo hacia mí.

—¿Quieres oírmelo decir o simplemente eres tan inocente?—bromeo, queriendo


tocarlo, pero refrenándome.

Su mirada barre mi cuerpo otra vez, haciendo una pausa en mis piernas. Me mira
desde debajo de sus pestañas.

—¿Eres una puta o algo por el estilo?

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Kim Jones – Cutslut
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Me encojo de hombros.

—O algo por el estilo.

Estudiándome un poco más, se termina el whisky escocés. Unas voces fuertes


atraen mi atención y noto un grupo numeroso de universitarios pendencieros
dirigiéndose hacia nosotros. Mientras pasan, Jinx saca el pie haciendo tropezar a uno
cerca del final de la fila. Los cuerpos son empujados, las bebidas se derraman y los
ánimos se caldean cuando comienza la acusación.

Momentos más tarde, empiezan otras discusiones dentro del grupo. Entonces la
gente que nos rodea se une. La tensión es fuerte. En cuestión de segundos, alguien
hará algo muy estúpido.

Jinx lanza una mirada dura al miembro del club detrás mío.

—¿Vas a hacer algo con esta mierda o quieres que lo haga yo? —Ante la
pregunta, el tipo comienza a decirle a los hombres que terminen con eso. Estoy
luchando contra una sonrisa cuando Jinx vuelve su atención hacia mí.

—Por favor, dime que no fue tu gran plan para sacarme de aquí. — Me río,
negando con la cabeza cuando la turba comienza a separarse. Si él estaba tratando de
crear una distracción, es obvio que no funcionó. Cuando me sonríe, mi mundo se
sacude un poco.

—No cariño, esto lo es.

Se para repentinamente, golpeando su hombro contra un inocente transeúnte y lo


manda volando contra la espalda del tipo del club. Un golpe es todo lo que se
necesita para que el pleito en el bar se convierta en una batalla campal.

Agarrando mi mano en la suya, Jinx me tira del asiento. Me mantiene a su lado


mientras salimos disparados a través de la multitud reunida para presenciar la pelea.
Detrás de nosotros los vidrios se parten, las personas están chillando, animando,
gritando. Mantengo la cabeza gacha, no queriendo ser golpeada con una botella de
cerveza voladora o algo peor.

Segundos más tarde, él me está sacando al aire frío de la noche. Cuando la puerta
se cierra detrás de nosotros, los sonidos se vuelven casi silenciados, haciéndome

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consciente de lo difícil que estoy respirando. Podría ser la adrenalina. O el miedo. O


Jinx...

Dejando ir mi mano, él mete la suya en el bolsillo del vaquero. Ahora que está de
pie en toda su altura, me sorprende encontrar que soy casi tan alta como él, la parte
superior de mi cabeza le llega justo a la barbilla. Pero lo que le falta de altura, lo
compensa de ancho. Es mucho más grande de lo que pensaba, ancho de hombros.
Ancho, duro y un poco aterrador.

Sacando la llave del bolsillo, apunta hacia la parte trasera del estacionamiento.
Un Escalade negro brillante con ventanas oscurecidas y llantas cromadas por encargo
ronronea a la vida. Estoy rebotando en los dedos de mis pies por mi golpe de buena
suerte. Si él maneja algo como esto, apuesto a que su billetera está bien forrada.

—Asiento trasero—dice, señalando el lado del pasajero mientras él rodea el capó


del vehículo. No me abre la puerta, lo que valoro mucho.

Durante años los hombres han hecho eso. No porque fueran caballerosos, sólo
porque les daba miedo dejarme sola durante dos segundos. Para mí, esto es una
saboreada de libertad. Y no puedo evitar sonreír cuando me doy cuenta que muy
pronto no la estaré saboreando, la estaré devorando.

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CAPÍTULO 09

WINTER

— Esa es una sonrisa feliz.


Yo elevo mi cabeza hacia Jinx que está sentado a mi lado en el asiento trasero. La
intensidad en sus ojos grises mientras me observa es tan halagadora como
inquietante. Es como si estuviera mirando en mi interior.

—No me di cuenta que había otro tipo de sonrisa.

Él aparta la mirada, recobrándose de cualquier trance en el que estaba. Algo me


dice que no quiso decir esas palabras en voz alta. Mi curiosidad es mucha. Pero no
tengo tiempo para preguntas. Necesito avanzar con esto. Luke, sin duda, estará
buscándome muy pronto.

Deslizándome sobre el frío asiento de cuero, elevo mi pierna por encima de él,
sentándome a horcajadas sobre su cintura. Mis manos agarran sus hombros a modo
de soporte y aprieto con fuerza. Él es como el granito. Por lo general, no soy de
cachondearme por algo tan simple como tocar a un tipo. Pero hay algo en él que
enciende un fuego dentro de mí.

Mi posición es invitadora. Mi vestido está subido alto sobre mis muslos. Mis
pechos a centímetros de su boca. Mi coño caliente contra su entrepierna. Estoy al
alcance de su mano y esperando que cierre el puño en mi pelo. Que agarre con fuerza
mis caderas, mis pechos. En cambio, pone esas grandes manos sobre los muslos de la
manera más convencional posible.

—Dime lo que quieres—le susurro, mirándolo con la misma expresión sensual


que utilizo con los clientes de Caín. Las sombras bailan a través de su rostro. La
oscuridad hace que sus ojos brillen con más intensidad. Trato de leerlos como la
misma facilidad con que él lee los míos, pero solo consigo una mirada en blanco a
cambio. Es completamente precavido.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Lamiendo mis labios, arrastro el dedo a lo largo de su mandíbula, notando cuán


cuadrada y dura está bajo mi tacto.

—¿Sabes lo que quiero?—le pregunto, trazando sus labios con mi uña. Estos
labios... siento que los conozco—. Quiero un poco de música. Algo sexy.

Se estira a mi alrededor, acercándose más a mi cara. El aroma de su aliento llena


mis fosas nasales. Huele a colonia y whisky escocés. Para chuparse los dedos. Él
sostiene mi mirada mientras agarra un pequeño control remoto antes de reclinarse
otra vez. Con sólo pulsar unos pocos botones, Ty Dolla $ign de Or Nah suena desde
los altavoces. Levanto la ceja, divertida.

—Qué conveniente. ¿Así que supongo que quieres cortar con la cháchara, ¿eh? —
Él responde subiendo el volumen hasta que el bajo golpea con la fuerza suficiente
para hacer vibrar las ventanillas. Mis ojos se posan en sus labios y me acerco
lentamente, viendo si él va a reunirse conmigo a mitad del camino. Cuando no lo
hace, sonrío. Entonces mi boca está en la suya.

Tú no sabrías que el hombre devolviéndome el beso, es el mismo tipo que era


una estatua hacía sólo unos momentos. A pesar de que sus manos y su cuerpo no se
mueven, sus labios se funden debajo de los míos. Él mueve la boca de manera fácil,
su lengua es suave como la seda cuando acaricia perezosamente la mía. Hay algo tan
erógeno en ello, que gimo. No es forzado, falso o para el espectáculo. Es una
reacción involuntaria al maldito beso más caliente que me hayan dado.

Mis dedos se cierran sobre su camiseta. Las suyas yacen muertas sobre mis
muslos. Mis caderas machacan contra él. Él permanece inmóvil debajo mío. Mi pecho
está presionado contra el suyo, suplicando, implorando por un solo toque. Pero no
hay reacción por parte de él. Como si yo no lo estuviese afectando para nada. Es
indignante. Quiero más. Quiero que él me lo dé. Obviamente, él quiere que yo lo
tome.

Estoy tan absorta en la sensación de su boca follando mi boca, que casi me olvido
por qué estoy aquí. Pero cuando aprieto mis muslos alrededor de él, siento algo duro
contra mi rodilla. Arrastrando las manos por su pecho, el vientre, la cintura de sus
pantalones, deslizo fácilmente la llave de su bolsillo y la meto en la palma de mi
mano.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

Tomando mis muñecas en sus manos, él separa bruscamente su boca de la mía.


Lo miro congelada. El miedo punza mi columna vertebral ante la expresión de sus
ojos de plata. No es fría o dura. Sólo sagaz. He sido atrapada.

Antes de que pueda empezar a escupir excusas, levanta mis brazos hasta que mis
manos rozan el techo. Entonces, perezosa y tortuosamente lento, arrastra el dorso de
los dedos por mis brazos. Por los costados de mis pechos. Por mis costillas. Sobre mis
caderas. La parte superior de los muslos. Por debajo del vestido. Lo levanta
lentamente, exponiendo mis nalgas. Tiemblo bajo su toque pero no de miedo. Por
puro éxtasis.

Agarrando mi cintura, me gira así que estoy sobre mi espalda. Mis brazos sobre
mi cabeza. Su gran cuerpo entre mis piernas. Entonces me está besando de nuevo.
Dibujando círculos sobre mi vientre con sus pulgares. Su polla gruesa y dura dentro
de sus pantalones vaqueros, envía una oleada de placer a través de mí cada vez que
mece su pelvis contra la mía.

Sus dedos se curvan a través del fino encaje de mis bragas. El rompe el beso para
inclinarse hacia atrás y bajarlas por mis piernas. Sus ojos siguen su camino. Después
de liberarme de ellas, separa mis rodillas con las manos. Solo el calor abrasador de mi
coño empaña las ventanillas.

Quiero su cara allí. Su polla. Lo que consigo finalmente es su dedo. Se toma su


tiempo, arrastrándolo por mi pierna. Se detiene unas cuantas veces para dibujar algo.
Espera hasta que estoy retorciéndome debajo de él. Al borde de la mendacidad. Lo
agarraría y tiraría de él hacia mí, si supiera que podría hacerlo sin dejar caer su llave.

Con un toque tan suave como una pluma, roza su dedo sobre mi clítoris. Mi
espalda se arquea. Tirando la cabeza hacia atrás, cierro los ojos con fuerza,
anticipando otra caricia de su dedo. Cuando no llega, lo miro. Él me devuelve la
mirada con esa misma paciente y fría mirada que siempre usa.

—Tócame—digo, clavando las uñas en mis palmas. Mis tacones se clavan en los
costosos asientos de cuero. El fantasma de una sonrisa toca sus labios mientras frota
el pulgar contra la parte interior de mi pierna con la otra mano. Casi gruño.

—Si quieres que te toque, vas a tener que ser más específica que eso—dice, su
voz apenas se escucha por encima de la música.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

¿Cómo diablos permití que este tipo me calentara tanto? ¿Cuándo he estado tan
excitada, que estuviera más preocupada por correrme que cualquier otra cosa? Y no
por cualquier cosa, sino por escapar. Por libertad. Por mierda importante.

Tragando saliva, intento refrenar mi deseo. Pero la necesidad es casi obsesiva.


Necesito correrme tanto como necesito respirar. Y por alguna razón, lo necesito de él.

—Toca mi coño—me las arreglo para decirle con una voz que no suena para
nada como la mía. Pero no me importa. Me está tocando. Hubiese cantado mi pedido
si eso es lo que él necesitaba.

Él recorre los labios de mi coño con la punta del dedo. Entonces, hunde un dedo
grueso dentro mío sólo hasta el nudillo antes de sacarlo y esparcir la humedad por
mis labios. Me retuerzo. Tiemblo. Apenas puede respirar. Esperando. Anticipando el
toque que sé, me enviará por encima del borde.

Cada pocos caricias de su dedo, él roza mi clítoris con los nudillos. El proceso es
enloquecedor, labios, dedos, labios, clítoris. Estoy tan cerca. En este punto, podría
soplar sobre mi clítoris y explotaría.

Él me ha excitado y trabajado tanto, que una capa de sudor cubre todo mi


cuerpo. El cuero que estaba frío ahora está resbaladizo debajo mío. Mojado con mi
excitación. Mi sudor. Esto, los momentos previos, es la mejor parte. Cuando él
permita que me corra, probablemente me haré añicos. Y valdrá la pena.

Estoy perdida. Tan absorta en el pensamiento de mi inminente orgasmo, que me


toma un momento darme cuenta que ha dejado de tocarme. Abro los ojos en medio
de la bruma y noto que ya no está de rodillas delante de mí tampoco. Está sentado a
mi lado. Y alguien está golpeando la ventanilla.

—Tenemos compañía—dice Jinx, con pragmatismo. Su tono no posee el indicio


más leve de enojo o molestia. Ni siquiera está ligeramente sin aliento. Mientras tanto,
yo estoy jadeando. Me falta el aire. La ira crece dentro de mí. Quienquiera que esté
en el otro lado de ese vidrio va a morir. Lo voy a matar con mis propias manos.

Manos.

Enderezo, mirando a Jinx por el rabillo del ojo. Él está concentrado en algo en su
regazo. Poco a poco, de modo de no llamar la atención sobre mí, bajo mis brazos a mi

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lado. Mis manos están hormigueando de tenerlas cerradas durante tanto tiempo.
Cuando las abro, no hay nada allí.

—Si estás buscando mi llave, está detrás del asiento. —Él vuelve la cabeza hacia
mí—. Ahí es donde la dejaste caer. — Mi expresión coincide como la de él, en blanco.
Estoica. Estoy sin palabras. Consternada. Decepcionada de mí misma. Más aún de él.
Pero al mirarme, tú no te darías cuenta de ninguna de esas cosas. Al mirarlo, tú te
darías cuenta que no le importa una mierda lo que estoy sintiendo.

Él extiende la mano. Entre los dedos hay un billete de cien dólares bien doblado
y nuevo.

—¿Para qué es eso?— pregunto, mirando entre el dinero y él.

—Es tu pago. Eres una puta... o algo así, ¿verdad?

Una sensación de algo extraño me inunda.

Vergüenza.

Soy una puta. Una cutslut. Me acuesto con las personas por dinero. Venganza.
Respeto. Pero nunca ha sido mi decisión. Siempre he hecho lo que tenía que hacer
para mantenerme con vida. Para sobrevivir a la furia de Caín. Esta vez, de alguna
manera se sentía diferente. Está claro que no lo era. Mi reputación me ha precedido.

Otro golpecito en la ventanilla me tiene rápidamente enderezándome el vestido.


Evito la mirada de Jinx y el dinero que aún mantiene entre los dedos mientras
parpadeo para contener las lágrimas y busco mis bragas. Antes de que pueda
localizarlas, la puerta se abre y aparece la cara de Luke. Me mira un momento antes
de mirar fieramente a Jinx. Algo tácito atraviesa el aire entre ellos, pero sólo dura un
segundo.

Con una mano en mi espalda, Luke me conduce hacia su camioneta. Esta vez, en
lugar de un anciano conduciendo detrás del volante, está Dallas. Junto a ella se
encuentra Red. Subiendo al asiento trasero, me deslizo hasta la mitad, esperando que
Luke me siga. Pero la puerta se cierra detrás de mí y le dice algo a Dallas antes de
caminar hacia su moto.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

Lo que comienza como un ruido sordo de los escapes de pronto se convierte en


un ruido fuerte, reverberante que sacude las ventanillas de la camioneta. Nos
ubicamos detrás del pelotón y salimos de la zona de estacionamiento. Cuando veo
que estamos atravesando la ciudad en una noche de fin de semana agitada, me doy
cuenta de que éste es el momento perfecto para huir.

Podría saltar y correr cuando estamos detenidos en uno de los muchos semáforos
de la calle frente a nosotras. Podría engañar a Red y a Dallas para detenerse en
alguna parte. Diablos, probablemente podría simplemente pedir y que de buena
gana me dejaran ir.

Pero estoy demasiado cansada para planificar. Demasiado cansada para escapar.
Mi pecho esta apretado. Mis ojos arden. Me siento... abatida. La causa podría ser un
número de cosas. Presenciar el asesinato de Jimmy. La furia de Caín. Las odiosas
palabras de Pierce. Atravesar medio país en contra de mi voluntad. La tensión sexual
zumbando a través de mi cuerpo. O tal vez sólo es mi día de mierda en general.

Nunca pensé que sería el tipo de chica que se rinde. Que pierde una oportunidad
perfecta. Tomar ventaja de una situación. Creo realmente que suficiente es suficiente.
Con el tiempo, todo el mundo se quiebra. Creo que me estoy desmoronando.

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CAPÍTULO 10

WINTER

Aunque el camino a la sede del club es silencioso y sin incidentes, no está escrito
en las estrellas que yo tenga paz. Parece ser que cada vez que tengo una saboreada de
un momento de calma, me lo arrebatan antes de que pueda disfrutar de su sabor.

A cada parte donde voy, hay alguien allí para destruir lo que queda de mí. Algún
trabajo que necesita hacerse. Algunas malas noticias que esperan ser oídas. En este
caso, es el familiar SUV que aparca a la par de nosotras lo que me recuerda por qué
mi vida es una mierda.

—¿Qué está haciendo él aquí?—pregunto, mis ojos clavados en Jinx mientras


rodea el capó de su coche. Él me mira por encima del hombro y sonríe antes de
continuar su camino a la sede del club.

Red gira en su asiento y me da una mirada confusa.

—¿Quién Jinx?

Se me hiela la sangre.

—¿Lo conoces?

—... Sí...—dice con cautela—. Asumo que tú también... lo conociste. —Ella sonríe
por eso. Obviamente contenta con mi incomodidad, que lentamente se está
convirtiendo en una furia bullendo a borbotones—. No te preocupes. —Ella me hace
un guiño—. No está casado ni nada.

—Me importa una mierda si está casado, Red—escupo—. ¿Qué está haciendo
aquí... en el club de los Devil´s Renegades?

—Bueno, Winter—dice arrastrando las palabras, como si mi nombre tuviera el


sabor de bolas sudorosas—. Él es un Devil. ¿Por qué no iba a estar aquí? —
Guardando mis emociones, vuelvo a mirarla hasta que continúa—. Por ser tan

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malditamente inteligente, seguro que eres estúpida. —Poniendo los ojos en blanco,
ella se mueve como para salir pero mi mano sobre su hombro la detiene.

—¿Qué tal si me ilustras sobre qué mierda está pasando? —Ella deja caer los ojos
en mi mano antes de mirarme por encima del hombro. Sonrío—. Sabes que lo
deseas. Así que adelante. Porque ésta puede ser la única oportunidad que consigas
de lastimarme.

Sé que Red no es una mala persona. No quiere atormentarme. No porque a ella le


importe. Es que ella no es así. Pero me debe una.

—Tú le robaste. Él está aquí para recuperarlo. No puedo decir que lo culpe.

Tragando saliva, fuerzo a salir la pregunta aunque realmente no quiero saber la


respuesta.

—Vegas. Mi secuestro. ¿Él planeo esta mierda?

Su ceja se levanta.

—¿Qué piensas?

Sin darle una respuesta, abro la puerta y salgo. Mis tacones se hunden en la
espesa hierba con cada paso que doy. A pesar de que hace muchísimo frío afuera,
todo mi cuerpo se siente como si estuviera en llamas. Estoy más que enojada. Estoy
lívida. Y cuando atravieso las puertas de la sede del club, todo lo que veo es de color
rojo.

Jinx está sentado de espaldas a la barra, de frente a la habitación. Su chaleco está


sobre sus hombros. Un vaso de whisky escocés en la mano izquierda. Mis putas
bragas colgando del dedo índice de su mano derecha. Su gorra colocada baja sobre
los ojos. Y yo no podría estar más convencida que era el hombre del pasamontañas si
él lo llevase puesta en este momento.

El bastardo.

Él me capturó.

Me amordazó.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

Le puse una pistola encima.

Besó mi mano.

Mis labios.

Jugó conmigo.

Conmigo.

Winter Tews

Y yo no consigo jugar.

Está en medio de una conversación así que no me ve cuando me acerco. O a mi


mano mientras atraviesa el aire y aterriza con una fuerte y satisfactoria bofetada en el
costado izquierdo de su cara. El golpe casi lo hace caerse del taburete. Mi mano late
como consecuencia de eso, pero bien vale la pena.

—Eres un hijo de puta—gruño ignorando la ligera punzada de miedo en mi


columna vertebral mientras lentamente gira la cabeza hacia mí para enfrentarme. La
mirada que lleva podría ser la cosa más aterradora que algunas personas hayan visto,
pero yo he vivido con un monstruo durante años. No me sobrecojo fácilmente.

—Esta mierda se está tornando vieja, cariño—dice y hay una pequeña


advertencia en el tono bajo de su voz. Tal como lo había predicho, él es el hombre
enmascarado. Mirándolo ahora, me pregunto cómo demonios no lo vi antes.

—Si estás tan desesperado por el efectivo, te conseguiré el dinero. Pero mierda
no tenías que secuestrarme y enviarme lejos haciéndome cruzar medio país por unos
míseros trescientos mil dólares. —Estoy echando humo. Él solo niega con la cabeza.

—No se trata de dinero. Ya lo sabes. —Tiene razón. Sé que esto no se trata de


dinero. Se trata de principios. Alguien lo robó. Una mujer que lo había ofendido
terriblemente. Si yo fuese un hombre, ya estaría muerto.

Convirtiendo en acero la espalda, lo fulmino con la mirada.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Permítanme dejar algo perfectamente claro ahora que tengo la atención de


todos. —Agito mi mano alrededor de la habitación, haciendo señas a la multitud que
se reunió alrededor de nosotros para el espectáculo—. Me voy.

Reclinándose, me estudia con una expresión curiosa.

—¿Estás segura de eso? Porque a mi entender, tú no tienes ningún sitio adonde


ir. A menos que vuelvas corriendo con Caín. Y te garantizo que, estás mejor conmigo
de lo que vas a estar con él.

—No— le advierto, señalándolo con el dedo—. No te atrevas a decirme qué es lo


mejor para mí. Tú no sabes nada de mí.

—Sé que no te vas.

Le lanzo una sonrisa sardónica y le arrojo sus propias palabras en la cara.

—¿Estás seguro de eso? —Él me lanza una mirada confiada que dice que acepta
mi reto. Me pregunto si será tan arrogante para aceptar la derrota.

—Saben —me río, volviéndome hacia la habitación—. Dicen que se requiere un


pueblo para criar a un niño. Parece que ustedes aprendieron algo de ese antiguo
proverbio. Considerando que se necesita a cada uno de ustedes para solucionar un
problema. Le robo a uno y me encuentro cara a cara con una sección entera.

Miro a los ojos a Jinx, luego los dejo caer a su chaleco.

—Cortas a uno y todos sangramos. Yo cuido de mis hermanos. —Sonriendo


burlonamente, levanto la mirada y niego con la cabeza—. Es obvio que todos ustedes
viven por esos parches. ¿Pero no los cansa? ¿Tener a alguien constantemente
resolviendo sus problemas? Sé, después de años de vivir con Pierce, que me cansé de
eso.

—A mí me parece que tú no tuviste suficiente de eso—dice Dallas desde el otro


lado de la habitación—. ¿Ya has olvidado en qué equipo has estado durante los
últimos seis años? ¿O era sólo un rumor?

Si ésta fuera mi familia, podría sentirme orgullosa de llamar a una mujer tan de
armas tomar, mi hermana. Pero estas personas no son familia. Ella no es mi hermana.

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Kim Jones – Cutslut
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Y seguro como la mierda no sería tan de armas tomar si no tuviese ese ejército de pie
detrás de ella.

Le doy mi mejor sonrisa.

—Es gracioso que tú traigas a colación los rumores. He oído unos cuantos por mi
cuenta. Y ahora tengo que cuestionar qué es peor. ¿Yo? Una simple cutslut que tomó
un poco de dinero. ¿O tú? Una mujer que ha asesinado no a uno, sino a cinco
hombres.

—Cállate—advierte Jinx. Él no está gritando, pero tampoco está susurrando


exactamente.

Lo ignoro y mantengo los ojos en Dallas. Con un poco más de un metro


cincuenta y dos de altura, tú no pensarías que la belleza multimillonaria fuera capaz
de cualquier crimen atroz. En la calle dicen otra cosa.

—¿Qué tal tú? —Muevo mi dedo a Red, ex-stripper. Ex-adicta. Ex-puta por
cocaína. Ella se encrespa, pero permanece en silencio—. ¿Sabes dónde puedo
conseguir buena heroína?

—No te lo diré de nuevo. —Esta vez, la voz de Jinx es más baja. Mortal. Debería
prestarle atención a la advertencia. Pero no lo hago.

—No nos olvidemos de ti, Delilah. —Vuelvo mi atención a la chica dañada que
una vez fue una puta, pero ahora luce con orgullo un parche de propiedad.
Traidora—. Tú pasaste de ser una clubwhore, una puta que necesita del dolor, a ser
la sumisa de un miembro del club. ¿Cómo lo estás resolviendo? —La sonrisa de
Delilah sugiere que nada de lo que he dicho le molesta. Lo bueno es que no he
terminado—. Oh... por cierto, ¿cómo está tu hermano?

La última cosa que veo son sus ojos muy abiertos y temerosos mirándome antes
de que Jinx se zambulla y se estrelle contra mi abdomen. Soy levantada y arrojada
sobre su hombro tan rápidamente, que me quita el aliento. Cuando finalmente lo
recupero, mis puños llueven sobre su espalda y le doy patadas en el estómago, con la
esperanza de conseguir darle un golpe en las bolas. Lucho duro, pero él no
desacelera el paso mientras me lleva por un pasillo.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—¡Suéltame!—grito, llamándole con cuanto nombre ofensivo se me ocurre. Justo


cuando mi creatividad comienza a agotarse, estoy volando por el aire. Entonces me
encuentro boca arriba en una cama. El gran cuerpo de Jinx se sienta a horcajadas
sobre mi cintura. Mis muñecas están sujetas por una gran mano mientras me
inmoviliza contra el colchón.

Agarrando la sábana con la mano libre, se la pone en la boca y la desgarra con


los dientes. Todavía estoy debajo de él. Tal vez el hijo de puta sea un vampiro. Pero
cuando empieza a atar mis manos con el recorte del material, reanudo la lucha. No
tiene sentido, pero me niego a rendirme.

Me las arreglo para patearlo lo suficientemente fuerte como para hacerlo gruñir.
Él sólo me presiona más con su peso mientras continúa atándome las manos. En el
momento en que siento el tejido apretarse con fuerza alrededor de las muñecas, tiro
violentamente de las ataduras. Pero este bastardo no sólo es un maestro con los
dientes, también es bueno con los nudos. Y cuanto más tiro, más apretados se ponen.

Más rápidamente de lo que espero, me siento agotada por mi lucha. Al instante


soy consciente de que su rodilla está entre mis rodillas. La tela áspera de sus
vaqueros está presionando contra el calor de mi coño. Odio lo bien que se siente.
Como responde mi cuerpo. Como él es consciente de eso. La intensidad con que me
mira. Cómo no puedo sostener su mirada porque mis ojos siguen yendo a esos labios
llenos y entreabiertos.

Recuerdo cómo me besó.

Lo bueno que se sintió.

Cuanto lo deseé en ese momento…

...Cuánto más lo deseo ahora.

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CAPÍTULO 11

JINX

La perra está jodiendo mi maldita cabeza.


Comenzó esta noche, cuando estuvo en el asiento trasero de mi coche. La
expresión que tenía me confundió. Me puso patas para arriba y me tuvo repensando
todo mi plan. En ese momento, yo estaba listo para llamar a Pierce y decirle que
estaba fuera. Todo porque ella estaba feliz.

Malditamente feliz.

Cuando sonreía, no era una sonrisa cauta o forzada. Era genuina. Hermosa. Y el
hecho de haber sido tan afectado por ella, me enfureció.

Cuando apareció en el bar, se parecía a la cutslut que sabía que era. La traidora.
La ladrona. La amante de mi enemigo. La chica que había estado observando durante
años. Cuando le pregunté si era una puta y ella no lo negó, todo el odio que había
estado hirviendo a fuego lento durante la conversación salió a la superficie.

Fue casi demasiado fácil conseguir que se fuera conmigo. Lo tenía todo planeado.
Iba a follarla. A usarla. A tomar otro pedazo de lo que me debía. Luego ella sonrió
con esa puta sonrisa de felicidad y me derribó.

Entonces se puso peor. La hice sentirse barata. Como la puta que no negó ser. Se
veía en conflicto. Avergonzada. Triste. Sobre todo, no se la veía feliz. Eso me molestó
muchísimo . Quería retractarme. Pero era muy tarde. El daño ya estaba hecho. Su
felicidad se había ido.

Pero ella no era la única en conflicto. Yo también estaba confundido cuando la vi


marcharse. Por años había estado esperando lo bien que se sentiría quebrarla. Esta
noche, finalmente tuve la oportunidad de tomar algo que malditamente valía la pena
de Winter Tews, su felicidad. Pero en lugar de sentirme bien, me sentí como una
mierda.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Un torbellino de emociones me envió directamente a tierra haciendo que me


estrellara y me volvió bruscamente a la realidad cuando la perra descarada entró por
la puerta de la sede del club y me puso las manos encima. Abrió la boca y dijo
mierda que no tenía derecho a decir. Una vez más, me acordé de por qué la odio. Y
era el momento para recordárselo a ella también.

Pero ahora, aquí estamos. Yo sentado encima de ella. Ella atada debajo mío.
Mirándonos fieramente el uno al otro. Hirviendo de rabia. Llenando el aire con
nuestro odio. Y en todo lo que puedo pensar, maldita sea, es que no debería desear
besarla como un loco o follarla duro. Pero deseo besarla con locura y follarla duro.

Alguien como ella no se supone que deba sentirse tan malditamente bien debajo
mío. Alguien que intencionalmente dañó a mi familia. Les faltó el respeto. Dijo cosas
de mierda en sus caras que nunca deberían haber sido dichas en voz alta. No. Esta
chica no se supone que me haga sentir nada. Pero lo hace.

La deseo. Peor que lo que nunca he deseado a ninguna mujer. No para


reclamarla. No para abrazarla. No para sostenerla, acariciarla, comprarle flores y ese
tipo de cosas. Sólo quiero follarla. Enterrarme en el mismo coño que muchos otros
han tenido. Porque sé que cuando me la folle, será diferente.

Esa incertidumbre en sus ojos me dice que nunca ha tenido un verdadero


hombre entre sus piernas. Cualquiera fuesen sus clientes, hermanos del club,
pandilleros y pollas tan grandes como un lápiz a los que esté acostumbrada a follar,
no están a mi altura. Ella puede controlarlos. Pero a mí no. Ella lo sabe. Eso la asusta
como la mierda. Y a mí me calienta aún más.

Mi polla se hincha y sus ojos se entrecierran cuando la siente presionar contra su


coño. Contengo un gruñido cuando el calor allí casi me abrasa. Hija de puta está
caliente. La única barrera entre nosotros son mis pantalones vaqueros. Sus bragas
están metidas en el bolsillo de mi chaleco.

—Te odio—sisea, agitando el pecho.

Le doy una fría sonrisa.

—Yo también te odio, encanto.

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Entonces la estoy besando. Enojado. Hambriento. Codicioso... Loco. Captando


ese pequeño suspiro que hace. Manteniéndola impotente. Dejando caer mi peso más
encima de ella, así está indefensa contra mi fuerza. No es que sea necesario. Ella me
dio el derecho a su corazón.

Compruebo sus muñecas, asegurándome de que están seguras antes de que


deslice mis manos por sus brazos hasta su pecho. Entonces estoy agarrando el
vestido. Rasgando el lujoso material y exponiendo esas grandes tetas falsas, pagadas
probablemente por mí. Si lo hice, puede quedarse con el dinero. No puedo pensar en
nada mejor para gastarlo.

Admiro esos bonitos globos, perfectamente redondos con pezones de color


marrón claro y no puedo resistirme a dejar caer mi boca en ellos. Chupando.
Mordiendo. Lamiendo. Devastando. Furioso porque los deseo. Furioso porque a ella
le gusta lo que hago. Furioso porque sé que si sus tetas tienen el poder de excitarme
de esta manera, su coño va a ser mi perdición.

Ella gime. Echa la cabeza hacia atrás. Me ofrece su pecho. Presiono mi rodilla
más allá entre sus piernas. Su coño está húmedo y moja la mezclilla de mis jeans. Ella
gime y trata de levantar las caderas. Me muevo así sus piernas están libres e
inmediatamente las envuelve en mi cintura y me tira más cerca de ella.

—Si lo deseas, encanto—le digo, besando su cuello—. Tienes que rogar por ello.

—Nunca—dice respirando, desafiante como siempre. Girando la cabeza y


dándome mejor acceso a la garganta. Sonrío contra ésta.

Lamo, haciendo un camino a su oreja y le susurro:

—Ruega.

Aleja su cabeza de mí y yo capturo su boca amortiguando sus gruñidos de


frustración. Ella encuentra mi labio inferior y lo sujeta entre los dientes. Me
encuentro con sus ojos y están en llamas. También lo están los míos. Como lo está mi
puto labio. Me muerde con más fuerza y gruño, empujando mis caderas en señal de
advertencia. Todo su cuerpo se tensa cuando el movimiento le acaricia el clítoris
hinchado y sensible. Pero, por suerte, su boca se afloja y suelta el labio.

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Kim Jones – Cutslut
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La beso de nuevo, sin preocuparme por su mordida. Demostrándole que va a


necesitar más que un pequeño mordisco para asustarme.

Mis dedos trabajan en el botón de mis jeans. Sus tacones están en mi cintura,
apartando con impaciencia el tejido que nos separa. Rompo el beso lo suficiente
como para rasgar la envoltura del condón, entonces ella está calmando mi labio
inflamado con la lengua. La castigaré con la mía.

Subiendo el vestido por sus suculentos muslos hasta la cintura, consigo otra
visión de ese bonito coño rosado cuando abre las piernas de par en par a modo de
invitación. Cuando le metí el dedo anoche, me sorprendió lo estrecha que era. Eso
forja mi decisión y me preparo para lo apretado que se va a sentir su pequeño coño
alrededor de mi polla.

Alineo mi polla con su resbaladizo coño. La punta se desliza dentro de ella,


luchando contra la succión cuando ella se contrae a mi alrededor. Tratando de
forzarme a ir más profundo. Paciencia, encanto.

Paciencia, Jinx, tú cabrón lejos más ansioso.

—Espero que te guste duro—le gruño, esperando el momento en que sus caderas
se levanten de nuevo en respuesta. Cuando lo hacen, la empalo.

Su boca se abre en un grito silencioso. Su aliento queda atrapado en su garganta.


Los ojos muy abiertos en estado de shock. Es una lucha evitar reflectar sus
expresiones. Yo sabía que era estrecha, pero maldición. Y mi polla es grande, pero no
es tan malditamente grande. Especialmente para una mujer que folla para ganarse la
vida.

Retrocedo, luego me zambullo profundamente dentro de ella otra vez. Mis bolas
están inmediatamente tensas, pesadas y palpitantes mientras golpean contra ella.
Mantengo firme mi agarre en su cintura para inmovilizarla mientras me empujo otra
vez. Y otra vez. Es duro. Despiadado. Y puta madre se siente bien. No puedo
conseguir suficiente. Así que la empalo con más fuerza, tirando de ella hacia mi
cuando lo hago. Arremetiendo imposiblemente más profundamente.

Cuando su cara da muestras de dolor, me detengo. Sus ojos están cerrados con
fuerza. Su cuerpo está muy dolorido. Rígido por la tensión, pero poco a poco se relaja

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cuando el dolor desaparece y es sustituido por placer. Sin embargo, creo que le he
hecho daño. Y por alguna puta razón, eso no me cae bien.

Esto se supone sea como siempre es con una puta. No hay necesidad de
moderación. No hay razón para contenerse. Es lo mejor y lo peor de estar con una
mujer fácil.

Pero Winter no es como las otras putas. En realidad, me siento como un cabrón
refiriéndome a ella como una. A juzgar por el férreo apretón que tiene sobre mi polla,
puede muy bien no ser o haber sido alguna vez una puta. Es eso o todos los hombres
en Las Vegas tienen una verga pequeña.

—Mírame—le digo, mi tono es más suave de lo que esperaba. Probablemente


porque, a pesar de que ya no está ahí, la pizca de dolor que se retrató en su cara
todavía centellea en mi cabeza.

Cuando esos bonitos ojos verdes se abren lentamente, están nublados de placer.
De puto gozo. Como si ella nunca hubiese estado tan llena. Sentido tan estirada.
Como si ella nunca esperara sentir cuanto más grande podía ser la sensación. Y como
si ahora estuviera sintiendo que bien valió la pena cualquier molestia que sufrió.

Mi polla se engrosa y ahora soy yo quien siente la incomodidad.

Todavía estoy enterrado hasta la empuñadura dentro de ella. Mi pulso latiendo


en mi verga. Sus brazos están estirados tensos por encima de su cabeza. Su pulso
probablemente está latiendo en la punta de sus dedos. Yo contemplo liberarla así
puedo sentir sus manos sobre mí. Sus uñas arañándome la espalda. Pero decido
mantenerla atada y atrapada debajo de mí. Sobre todo porque no confío en lo que
podría hacerme cuando me esté corriendo duro y tenga la guardia baja.

Con una mano en el cabezal, la otra al lado de su cabeza, me recuesto sobre ella y
mezo las caderas. Metiendo y sacando unos pocos centímetros de mi polla. Ella se
estremece con anticipación. Aprieta las piernas en mi cintura y apuñala mi piel con
sus tacones. Ruega con gemidos. Queriendo más. Impaciente. Reacio a esperar hasta
estar seguro de que puede manejarme, de que puede manejar todo de mí.

—Levanta las caderas.

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Ella obedece al instante. Me deslizo más en su interior y la punta de mi pene pasa


rozando su satinado punto G oculto en el interior de su ardiente coño. Echa la cabeza
hacia atrás con un suspiro de placer, dejando al descubierto su suave y femenino
cuello.

Quiero envolver mi mano alrededor de él. Apretar. Controlar su respiración. Ser


testigo de sus ojos llorosos. Enrojecidos. Empujarla hasta el punto de pánico y
liberarla en el momento exacto. Luego ver como ella tiene una experiencia suprema
mientras se corre alrededor de mi polla. Pero esta cercanía, me ha permitido verle
algunas contusiones desvaneciéndose dejadas por las manos de algún otro maldito
bastardo y decido no hacerlo.

Mis dedos se aprietan en la cabecera de madera. Tanto por la ira al verle los
moretones como para controlar mi deseo de darle algo para hacer que los olvide.

Me muevo dentro de ella, lento al principio. Follando a un ritmo constante.


Entonces me muevo un poco más rápido. Tocando su punto. Luego bombeo un poco
más duro. Cambio mi peso a las rodillas y muevo la mano que está junto a su cara al
clítoris. Entonces, voy un poco más profundo.

Cuando la yema del pulgar gira alrededor de su clítoris, ella se derrite debajo
mío. Y comienzo a follarla con la misma ferocidad y fuerza como había planeado
originalmente. Castigándola y alabándola con mi polla que se siente abrasada por el
calor de su coño empapado. En sólo tres estocadas, estoy presenciando la más
erótica, gratificante y absolutamente hermosa cosa que he visto en mi puta vida.

Su orgasmo.

Tal vez sea porque nunca he prestado tanta atención a la cara de una mujer
mientras se corre. La mayoría de las mujeres que follo terminan sobre sus rodillas, en
mi posición favorita, en el momento en que encuentran su liberación. Egoístamente,
estoy demasiado ocupado buscando la mía como para preocuparme demasiado
acerca de cómo son afectadas por su orgasmo. Cualquiera sea la razón, Winter Tews
me hace desear que hubiera prestado más atención, aunque dudo que hubiera sido
tan erótico como éste.

Su espalda está arqueada. Las caderas levantadas. La cabeza hacia atrás . El ceño
fruncido. La boca abierta. Un grito estridente escapa de entre esos labios carnosos.

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No es gutural o afónico. No es chirriante o molesto. Definitivamente no es falso y


más definitivamente no es esforzado. Es un sonido involuntario, entrecortado, y
dulce como una caja llena de gatitos de mierda de puro éxtasis.

Pero la mejor parte son sus ojos.

Están abiertos.

Bien abiertos.

Clavados. En. Mi.

Una línea delgada de verde rodea las dilatadas pupilas negras que parecen
brumosas y lejanas. Perdidas en algún desconocido abismo de placer. Carajo si no
quiero ir allí también.

Exploto en su interior, astillando la madera debajo de mi agarre y mordiéndome


la mejilla para contener mi rugido. Éste termina retumbando a través de mi pecho y
sonando como un gruñido cuando mi liberación me atraviesa. Temporalmente me
debilita. Me drena. Exigiendo cada puto gramo de mi fuerza de voluntad para
mantenerme y no colapsar encima de ella.

Su coño todavía me aprieta y se estremece a mi alrededor. Excitando mi polla


que estaba empezando a ablandarse dentro de ella. La piel de gallina cubre su piel
que está ruborizada en un bonito tono de rojo. Todo, excepto sus manos que han
palidecido por la falta de flujo sanguíneo.

Dos respiraciones más tarde, me salgo de ella tan duro como estaba cuando
entré. Ni siquiera la pérdida del calor puede domesticar mi erección. Es una lucha
sólo para sacar el condón que está pegado a mí. Es un maldito sucio lio también. Uno
pensaría que no he follado en años.

Meto mi verga dentro de los vaqueros, saco la navaja del bolsillo y corto las
ataduras liberando sus manos. Ella lloriquea un poco, flexionando los dedos
mientras se pone de lado. Su vestido está todavía alrededor de su cintura. Le quito
los zapatos, lanzo una manta sobre ella y salgo en silencio.

En el hall, cierro los ojos y respiro. Sin el olor de su dulzura, la vista de sus
perfectas tetas o la sensación de ese coño caliente apretando mi polla, puedo pensar

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con claridad. Cuando lo hago, deseo no haberlo hecho. Porque pensar con claridad
conduce a un solo pensamiento.

Qué. Mierda. He. Hecho.

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CAPÍTULO 12

WINTER

Despierto en la misma posición en la que me quedé dormida. No me lleva


mucho tiempo recordar dónde estoy, ni cómo llegué aquí. Los acontecimientos de
ayer inundan mi mente y de inmediato me ponen de un humor de mierda.

Bajo mis piernas a un lado de la cama, me pongo de pie y tomo conciencia de


cada dolor, dentro y fuera de mi cuerpo. Entonces recuerdo todo lo que pasó anoche.
En esta habitación. En esta cama.

Me folló.

Magníficamente.

Perfectamente.

No creo que jamás me haya corrido tan duro.

Incluso ahora, mi cuerpo zumba al pensar en él dándome el orgasmo que tan


desesperadamente necesitaba. Todavía puedo verlo cerniéndose sobre mí.
Intimidante. Oscuro. Peligroso. Ese chaleco de cuero cubierto de parches sucios que
sólo se suma a su atractivo.

Al parecer quería hacerme daño.

Y lo hizo.

Cuando me empaló sin previo aviso, temí que lo que estaba pasando entre
nosotros no era deseo lujurioso. Pensé que él estaba lastimándome intencionalmente
y que se excitaba con mi dolor. Pero se detuvo. Y vi una fugaz expresión de pesar en
sus ojos.

Mi pecho se calienta cuando pienso en la forma suave en que la que me habló.


No me preguntó si estaba bien o si me estaba haciendo daño. Simplemente dijo,
“Mírame”. Lo hice. Y allí, en mis ojos, encontró la señal que estaba buscando.

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Quiero abofetearme cuando casi suspiro. No había nada romántico o dulce


acerca de anoche. Él es un buen polvo... genial. Eso no lo hace más agradable. O
tolerable. O más inteligente.

El idiota debería haber sabido que follarme con esa monstruosidad de polla que
lleva dentro de los pantalones no iba ser como tirar un hot dog a un pasillo. No es
que mi coño viniese con una etiqueta de adaptable a todo tamaño.

Mi ánimo nuevamente es una mierda. Mirar a mi alrededor no me ayuda a


aligerarlo tampoco.

La habitación en la que estoy es pequeña y muy típica de un dormitorio de una


casa club. Paredes lisas. Una cama. Tocador. Armario. Un pequeño cuarto de baño.
Sin toallas...

Por mucho que me encantaría una ducha, incluso estoy dispuesta a secarme con
el aire caliente por una sola vez, me conformo con salpicarme un poco de agua en la
cara. Porque no solamente no hay ninguna toalla, tampoco está aquí mi equipaje. Lo
que significa que tengo que conformarme con enjuagar mi boca porque no tengo un
cepillo de dientes.

Mi vestido arrugado ahora revela más de lo que cubre, gracias a Jinx y sus
poderosas manos, por lo que me lo quito y busco en los cajones y en el armario otra
cosa. Resulta ser que los dos están vacíos, pero encuentro una camisa en el
mostrador del baño. Deslizándomela sobre la cabeza, inhalo el grueso de algodón y
un involuntario escalofrío corre por mi columna vertebral.

Huele a Jinx.

A humo, whisky escocés y colonia. No parece estar sucia, pero no hay duda que
la ha usado recientemente. Ignoro la extraña, cálida y confusa sensación que su
camisa me da y camino silenciosamente de puntillas por el pasillo.

Está extrañamente tranquilo aquí. Una oleada de excitación me atraviesa ante la


posibilidad de que tal vez alguien la jodió y me dejaron sola. Eso muere
rápidamente cuando veo a Jinx sentado a mi izquierda en una mesa.

Él está recostado en su silla. Teléfono en mano. Lleva una sudadera oscura con
capucha. Jeans descoloridos. Esa misma gorra puesta al revés en la cabeza mientras

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estudia intensamente lo que esté en su teléfono. Hay un humeante plato de comida


delante de él junto a una taza de café. Mi boca se hace agua al ver la comida y al
hombre.

Él levanta lentamente la mirada, casi como si pudiera sentir mi presencia. Trato


de leer su mirada mientras me acerco, pero se ve completamente impasible. Entonces
parece darse cuenta de lo que estoy usando y sus ojos se entrecierran un poco.

—Esa es mi camisa—dice, con tono aburrido mientras me observa tomar asiento


frente a él.

—Buenos días a ti también, Capitán Obvio. —Le lanzo una amplia sonrisa antes
de mirar alrededor de la habitación—. ¿Dónde está todo el mundo?

—Se fueron. A ellos no les gustas.

Incapaz de refrenarme, me río. Es tan gracioso como tranquilizador. Una sección


eliminada, un miembro en vías de ello.

—¿Esto es para mí? —Sin esperar una respuesta, deslizo su plato hacia mí y
empiezo a comer, metiendo los huevos en mi boca más rápido de lo que lo haría
cualquier dama.

La comida está deliciosa. Los huevos esponjosos. El tocino crujiente. Las tostadas
todavía calientes y untadas con mi jalea favorita. Después que he comido varios
mordiscos de cada uno, estiro la mano por su taza de café. Él no protesta cuando la
agarro, sólo me da una mirada en blanco.

—¿No eres una persona mañanera? —bromeo, cargando otro gran bocado de
huevos en mi tenedor.

—Nunca vuelvas a usar mi ropa de nuevo.

—Creía que a los hombres les encantaba mirar a una mujer usando su camisa—
digo con la boca llena de comida—. Especialmente por la mañana después de haber
tenido sexo. —Meneo las cejas hacia él.

—Acerca de eso—comienza, pero lo interrumpo.

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—Espera. ¿Es aquí donde me dices que lo de anoche fue un error y que nunca
volverá a suceder? —Tomo un sorbo de café y espero su respuesta. Cuando no
consigo una, me encojo de hombros—. Lo que sea que te haga sentir mejor, pero tú
sabes, también como yo, que ocurrirá otra vez... y otra vez... y otra vez. Hasta que te
enamores perdidamente de mí.

—Entonces comenzarás a lamentar retenerme en contra de mi voluntad.


Cometerás un desliz. Me escaparé. Y pasarás el resto de tu vida preguntándote lo que
podría haber sido. Entretanto voy a estar bebiendo mojitos en algún lugar del Caribe.
A la espera de ese condenado día cuando te vea caminando hacia mí en la playa
vistiendo pantalones de lino blancos y una camisa con botones. —Hago una pausa y
tiro el cuello de la camisa que llevo—. Como ésta. Pero no será esta camisa. Porque
tendré ésta conmigo. La usaré todas las noches como un recordatorio de lo que una
vez compartimos.

Aparto la mirada y suspiro dramáticamente, entonces me echo a reír y doy otro


mordisco a la tostada. Él no está ni un poco divertido por mi actuación. La única
reacción que recibo es la misma que me ha dado desde que me senté, una mirada
vacía que sugiere que lo estoy aburriendo hasta la muerte.

Sigo comiendo mi desayuno hasta que el plato está limpio. Después de mi último
bocado, finalmente habla.

—En la última habitación de la derecha—dice, levantando la barbilla en dirección


al pasillo—. Hay una puerta que conduce al exterior. Como el único vehículo que hay
aquí es el mío y tengo la llave en el bolsillo, te verás forzada a marcharte a pie. No
irás más allá del camino de acceso porque estaré parado allí. Por lo tanto, intentarás
por el bosque. Si te pierdes, comienza a rezar para que te encuentre. Voy a dejarte
para que sufras hasta justo antes del anochecer. Entonces saldré a atraparte. Para ese
momento, estarás a punto de la congelación. Hambrienta. Probablemente llorando.
Eso va a hacer el viaje de regreso mucho más fácil para mí, ya que no tendrás energía
para luchar. Volveremos aquí. Te ataré. Vas a rogarme para que no lo haga. Pero, de
todos modos, lo haré. Entonces mañana por la mañana, nos encontraremos de vuelta
en esta mesa.

Se queda sentado en un confiado silencio, esperando algún comentario de mi


parte. Estoy tratando de parecer tranquila, pero mis piernas arden con la necesidad

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de salir corriendo. Para mostrarle que no soy una prisionera común, cuando salga
por esa puerta, no regresaré. Casi siento pena por él.

—¿Así es como el cuento de hadas termina?—pregunto, fingiendo sorpresa—.


¿Sin corazones, flores, baños calientes y dulces besos? ¿Dónde está el romance?
Seguramente me clave espinas en los pies o me corte con una rama colgando baja.
Tendrás que curarme. Envolverme en tus grandes y fuertes brazos y susurrar, “Te
tengo”, en mi oído.

Él sonríe, pero no llega a sus ojos.

—Esto no es un cuento de hadas, encanto. Es la realidad. Si huyes desearás no


haberlo hecho. O bien, podrías quedarte y vivir los próximos dos meses haciendo las
mierdas que hace una chica normal como extralimitarte viendo Netflix, comiendo
chocolate y bebiendo whisky escocés. —Me guiña un ojo, se inclina hacia delante y
susurra—. ¿Pero dónde está la diversión en eso?

Debo admitir que lo que ofrece suena tentador. Hay varios programas que
necesito ver para ponerme al día. El chocolate es mi placer culposo y nunca podría
cansarme de beber whisky escocés. Pero no soy esa chica. Y él lo sabe.

—Creo que voy a correr el riesgo—digo, retirándome de la mesa.

Lo observo con cautela, esperando a que de un salto de la silla y me tacklee. Pero


sólo se encoge de hombros, cruza las manos detrás de la cabeza y se recuesta en la
silla.

—Haz lo que quieras. Nos vemos cuando esté oscuro.

—Sólo si me atrapas—lo corrijo, manteniendo mis ojos en él mientras retrocedo


hacia el pasillo.

—Te atraparé, Winter—me promete—. Y tú le pedirás a Dios que no lo hubiese


hecho. —Algo sobre su fría advertencia me tiene unos segundos especulando. Pasó el
momento y sus ojos grises brillantes desaparecen de mi vista cuando entro en el
vestíbulo. Entonces salgo corriendo hacia la última habitación, de manera rápida la
escudriño para ver si encuentro cualquier cosa que pueda usar.

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Necesito zapatos. Prendas de abrigo. Dinero. Un arma. Pero la habitación está


completamente vacía. No hay ni siquiera una cama. Cuando escucho el roce de su
silla en el suelo, entro en pánico y pego un salto hacia la puerta que me conduce al
exterior. Robaré todo lo que necesito una vez que esté lejos de aquí. En este
momento, tengo que poner algo de distancia entre este lugar y yo. Cuanto más
tiempo esté aquí, mayor será la probabilidad de Caín de encontrarme.

La adrenalina hace que los pinchazos de frío sea fáciles de ignorar mientras corro
a toda velocidad a través del patio. Todo el lugar está rodeado de pinos altos. Estoy
tentada de tratar de hacer un rodeo alrededor de la sede del club hacia el camino de
acceso, pero sé que estará esperando allí, tal como dijo.

Él espera que corra hacia la carretera. En un intento de engañarlo, y porque


anoche hice una nota mental de la enorme verja de hierro forjado que rodea la parte
delantera de la propiedad, corro en la dirección opuesta.

No disminuyo la velocidad hasta que estoy en lo profundo del bosque y la sede


del club ya no es visible. Entonces retardo el ritmo a un trote constante, sabiendo que
no puedo permitirme el lujo de caer y romperme un hueso.

Una gruesa capa de pinocha cubre el suelo entre los árboles lo que me
proporciona un cojín para mis pies descalzos. Pero han pasado cinco minutos
completos y ya están entumecidos, por lo que dudo incluso que me diese cuenta si
hubiera piedras filosas o vidrio debajo mío.

Dado que la zona está bastante despejada y carece de cualquier escondite, me


decido a acelerar una vez más el ritmo, mientras tenga energía. Reduciré la velocidad
sólo cuando me vea obligada a hacerlo. En ese momento, voy a estar tan lejos, que
Jinx no tendrá la oportunidad de encontrarme, no que pudiese. Incluso si conociera
estos bosques con todo detalle, no hay manera que pueda rastrearme.

La idea me tiene riendo y sacudiendo la cabeza. Ya puedo oler la sal del mar,
sentir el calor del sol y saborear el mojito en mi lengua, si el sur está hacia donde
decido ir.

Mientras tanto, él estará aquí. Reviviendo con pesar este día una y otra vez. El
día que subestimó a Winter Tews.

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CAPÍTULO 13

JINX

—¿ Dónde está ella?—pregunta Luke, deteniéndose para mirar alrededor de la


habitación antes de inclinarse sobre la barra para agarrar una cerveza.

—Se fue—digo, sin molestarme en alzar la vista de mi crucigrama. Por el rabillo


del ojo, lo veo ponerse rígido.

—Se fue, ¿dónde?

—Al bosque. ¿Cuál es la palabra de seis letras para la alfombra?

—Jinx.

—Sí.

—¿Dónde diablos está? —La frustración de Luke es evidente. Conozco la


sensación. Este crucigrama es difícil como la mierda.

—Te lo dije. Está en el bosque. —Le deslizo mi teléfono a través de la mesa


donde ahora está sentado, demasiado absorto en la treinta y seis horizontal para
mirarlo a los ojos y prestarle toda mi atención—. Ella es el punto rojo titilando.

¿Carpet?

—¿Le pusiste un dispositivo de rastreo?—me pregunta, su tono es de


incredulidad.

—Algo así—mascullo, abandonando y tirando el lápiz sobre la mesa. Agarrando


mi cerveza, me reclino sobre las patas de la silla y lo observo mientras estudia el
teléfono.

—Esto es una mierda avanzada. —Oh, ahora está impresionado—. ¿Dónde lo


conseguiste?

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—Un viejo amigo de Houston es un gran friki de la tecnología. Se estableció y se


mudó a Barbados. —Me encojo de hombros—. Él está aburrido.

—¿Así que la dejaste ir? — Este hijo de puta está lleno de preguntas hoy.

—Ella está descalza y apenas vestida. No es que pueda ir demasiado lejos. Y no


hay un alma aquí en kilómetros a la redonda.

La ubicación de la casa club de Hattiesburg está apartada, ubicada en el medio de


cuarenta hectáreas de árboles. Es el lugar perfecto para alojar a un prisionero. Y
cuando Pierce llamó pidiendo un favor a Luke, él estuvo más que dispuesto a
ayudar.

Durante los últimos seis meses, toda la atención de la sección de Hattiesburg ha


estado concentrada en la apertura de su nuevo club nocturno, que emplea a casi la
totalidad de los miembros. Para estar más cerca del negocio, Luke trasladó
temporalmente la ubicación de la sede del club a una de sus propiedades en el
centro. Ahora, los dos únicos ocupantes de la vieja casa club somos Winter y yo.

Luke prometió que anoche era cosa de una única vez. Los hermanos tenían
curiosidad. Igual que las mujeres. Ellos querían saber más acerca de la misteriosa
hermanita de Pierce que había sido echada de los Devil´s Renegades. Apuesto a que si
hubieran sabido entonces lo que saben ahora, se habrían quedado jodidamente lejos
de la perra bocona.

La verdad es que me alegro de que ocurriese. Los muchachos necesitan algún


incentivo para mantener la distancia. Lo último que necesito es que uno de mis
hermanos se enamore de esa mierda loca y sin saberlo la ayude a escapar. El plan
siempre ha sido mantener a Winter completamente aislada del mundo exterior. Estoy
seguro de que es la forma más rápida y mejor para que ella se avenga a mi manera de
pensar.

—Ella está a ocho kilómetros—dice Luke, con el mismo tono de maldita


incredulidad. Esta vez, sin embargo, comparto su entusiasmo.

—Sí... —Asiento con la cabeza lentamente, pensando en que puede haber


subestimado su fuerza de voluntad. Y la resistencia—. Ella es de las rudas.

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—Ella está bien informada, también. Dallas todavía está enojada con Winter
porque sabía esa mierda sobre ella. Por cierto, ¿cómo lo sabría?

Le sonrío burlonamente.

—¿Me estás acusando de algo?

—No, hermano. Pero tú conoces cada movimiento que esta chica ha hecho en los
últimos dos años. Con quien habló. Con quien almorzó. Quiero saber cuál de ellos es
el responsable de compartir mierda que no debería haber sido compartida.

Le podría decir que, en los dos años que la había vigilado, ella no había hablado
con nadie que no fuese Madness o sus miembros. La chica no tenía amigos. Sin
conexiones externas. Ni siquiera un teléfono celular. Todo es cierto, pero por alguna
razón, no es algo que quiero compartir. Así que le digo otra verdad. Una que debería
haber pensado él mismo.

—Winter creció alrededor del club. Ella puede no haber conocido a alguien de
aquí personalmente, pero probablemente habló con un montón de gente que si lo
hizo. La mierda a cerca de Red siendo una stripper, diablos todo el mundo lo sabía.
Probablemente se enteró de lo de Delilah por alguna puta que abandonó el barco y se
unió a Madness. Y Dallas... bueno, las malas noticias viajan rápido, Luke. Si tu dama
remató a alguien, las personas en este mundo van a oír hablar de eso. Y no sólo las
personas que usan nuestros colores.

Lo considera por un momento antes de estar de acuerdo. Echando un vistazo al


teléfono, lo recoge y le da una mirada más cercana.

—Este punto no se ha movido desde que estoy aquí. —Él lo sostiene para que yo
lo vea. Apenas echo un vistazo a la pantalla.

—Mi mejor conjetura es que está acurrucada tratando de entrar en calor.

—¿Cómo sabes que no está herida?—pregunta.

—No lo sé. —Me encojo de hombros. Indiferente.

Él levanta una ceja.

—¿En serio?

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Asiento con la cabeza una vez.

—En serio.

Negando con la cabeza, se ríe y se pone de pie.

—Pierce no estará feliz si le pasa algo.

—Bueno Pierce no es el hijo de puta anclado aquí haciéndole de baby sister,


¿verdad?

Luke realmente se ríe de eso.

—Algo me dice que estás disfrutando más de lo que dejas ver. —Chistoso hijo de
puta… Sé lo que está insinuando. Y tiene razón.

Disfruté follarla anoche. Pero eso fue cosa de una sola vez. Todavía no puedo
quitarme de la cabeza esa mirada que tenía en los ojos cuando se corrió en mi polla.

—Llama si me necesitas, Jinx—dice, dirigiéndose hacia la puerta. Sigue riéndose


entre dientes—. Oh—agrega, parándose en la puerta y girando—. Runner.

—¿Qué?

Él sonríe burlonamente.

—Una palabra de seis letras para alfombra. Runner.

Runner1.

Que jodidamente apropiado.

1Runner: significa corredor, pero también significa cadete, recadero. Además de tapete, alfombrilla,
carpeta. De allí el juego de palabras con el crucigrama y la misión que tiene.

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CAPÍTULO 14

WINTER

Odio los putos árboles.


Creo que los odio más que a la música country. Al menos puedo decir la
diferencia entre los miserables artistas que viven hundiendo a las personas en la
depresión con sus canciones. ¿Pero estos árboles? Todos ellos se ven exactamente
iguales.

Debería haber dejado un rastro. No podría haber sido con migas de pan porque
A, no tengo, y B, si las hubiese tenido a estas alturas ya me las habría comido. Pero
podría haber usado algo. Tal vez una de estas putas ochenta y siete millones de piñas
que sigo pisando.

Por mucho que me cueste admitirlo, Jinx tenía razón. Estoy perdida, a punto de
la puta congelación, hambrienta, próxima a ponerme a llorar y rezando para que me
encuentre. Nunca he deseado que el sol se ponga más que de lo que lo hago en este
momento. Dijo que estaría aquí antes del anochecer, y tengo que creerle. Mi cordura
y mi vida dependen de ello.

Soy tan estúpida. Me puso un cebo con la huida y lo mordí. Como una tonta. Si
yo le hubiera hecho creer que no iba a huir entonces podría haber planeado esto
mejor. Abastecerme con algo de comida. Agua. Ropa de abrigo. Cigarrillos. O tal vez
habría pensado en esconderme al borde del bosque, hasta que hubiese salido en mi
busca. Entonces podría haber corrido por el camino de entrada y hacia la carretera
principal.

Maldita mi vida.

Cada pocos pasos estoy tropezando. A veces me caigo pero me las arreglo para
levantarme y mantenerme en movimiento. Pero cuando mi pie derecho desaparece
en un agujero y eso hace que le dé un cabezazo a un árbol, decido que he tenido
suficiente.

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Cayendo pesadamente contra el mismo árbol que casi me dejó inconsciente, tiro
mi camisa sobre mis piernas y meto los brazos en el interior. Los enrollo alrededor de
mi cintura en busca de calor. No encuentro nada. Mi piel, arañada de pies a cabeza
por las ramas colgando bajas, está tan fría como mis pies. Que están llenos de
espinas. Y todo en lo que puedo pensar es en el baño caliente que nunca conseguiré.

Debo estar deshidratada. Delirante. Mentalmente inestable. Porque estoy


llorando. Y yo no lloro. Nunca. Pero aquí están, grandes y gruesas lágrimas
corriendo por mi cara. Lo peor de todo, es que no están calientes. Son como putos
carámbanos.

No hay manera que lo logre hasta el anochecer. Eso está, al menos, a una hora de
distancia. Voy a estar muerta para entonces. De alguna manera, eso no es tan
decepcionante como pensé que sería. Al menos entonces, Jinx perderá, también.

Yo misma me he dado ramalazos por levantar bruscamente la cabeza cada vez


que escucho una rama quebrarse, sólo para encontrar una ardilla, un conejo o un
pájaro corriendo a la distancia. Con el tiempo, dejo de mirar. Sobre todo porque ya
no tengo la suficiente energía. Simplemente me siento a temblar y llorar mientras el
tiempo pasa, y por desgracia, no muero. En cambio sueño con verter el café caliente
que tome esta mañana sobre mi cabeza.

—Llegaste más lejos de lo que pensé que llegarías. —La voz suena muy lejos,
pero cuando levanto la cabeza, Jinx está de pie sobre mí. Una nueva oleada de
lágrimas inunda mi cara cuando lo veo.

—M-me e-encontraste— susurro, el castañeteo de mis dientes es tan fuerte que


me duele la mandíbula.

—Te dije que lo haría. —Y como dijo, es casi de noche. ¿Ya había pasado tanto
tiempo?

—¿Cómo?

Aparte de una sonrisilla, él no contesta. Como si conociera algún gran secreto


que yo no. Lo cual, obviamente, conoce si no, como podía andar a través de este
laberinto de árboles de mierda, sin ni siquiera una huella para conducirlo a mí.

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—Si te hace sentir mejor, estabas a menos de cien metros de la libertad. —Él
apunta en la dirección hacia la que me dirigía—. Sólo un poco más allá y te habrías
encontrado en la entrada trasera de una escuela secundaria. Probablemente podrías
haber encontrado todo lo necesario allí. Ropa... comida... una licencia de conducir.
¿Quién sabe? Tal vez lo logres mañana.

Me estás tomando el pelo. Él quiere que corra. Y vaya si ya no estoy tramando


cómo puedo hacer esos cien metros más si tuviera la oportunidad.

Si tuviera la energía para gritar, lo haría.

—T-te o-odio.

—Así lo has dicho—dice él, arrodillándose frente a mí—. ¿Te puedes parar? —Le
disparé una fría mirada. Mi visión es borrosa, pero puedo distinguir su sonrisa, la
chaqueta que lleva en lugar de su chaleco y un gorro de lana en la cabeza, donde
normalmente se asienta la gorra.

—Incluso si p-pudiera, no lo haría. Si quieres que r-regrese contigo, tendrás que


llevarme a la rastra hasta allí.

—Podría obligarte a caminar—dice, sólo siento una pizca de humor en su voz.

Un sollozo crece en mi pecho. Trato pero no puedo contenerlo antes de admitir


en un chillido:

—Tengo espinas. —Por primera vez, lo oigo reír. No es más que una risa ligera,
pero el sonido filtra calor en mis huesos.

Metiendo las manos por debajo de mi camisa, guía las mías de nuevo dentro las
mangas.

—Puedo ser un idiota, pero no traspaso la línea de las astillas—se burla,


poniendo mis brazos alrededor de su cuello. Me acuna contra su pecho con un brazo
en la espalda y el otro por debajo de las rodillas. Me acurruco en él y absorbo su calor
mientras se pone de pie y comienza a caminar sacándonos del bosque.

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Sólo caminamos una corta distancia antes de llegar a un vehículo todo terreno. Se
trepa a él, sentándome en el asiento frente a él y me mantiene apretada a su cuerpo.
Probablemente porque si muero de hipotermia, no podrá regodearse en la mañana.

Quitándose la chaqueta, la coloca sobre mis hombros. Es tan cómoda y


acogedora, que gimo. Y hace que sea más fácil de soportar el aire frío en las piernas
desnudas. Todavía no puedo sentir los pies y estoy demasiado asustada para
mirarlos. Asustada de que descubra que he perdido un dedo o tres.

—Más de once kilómetros—dice, el tenor profundo de su voz resuena a través


del suéter—. Caminaste más de once kilómetros a través de un bosque desconocido,
descalza y vestida sólo con una camisa.

—Tu camisa—lo corrijo, inclinando la cabeza un poco hacia atrás para poder
mirarlo. Así de cerca , puedo ver un pequeño hoyuelo en la barbilla por debajo de la
barba crecida de pocos días.

—Sí. Mi camisa. Que está arruinada gracias a ti. Deja de usar mi mierda. —Me
entrega una botella de agua—. Bébetela toda.

No tengo ningún problema de engullirme toda la botella. Todavía estoy sedienta,


y estoy a punto de decírselo cuando me da otra botella.

—Termínala antes de que lleguemos a casa. —Enciende el cuatriciclo entonces,


obligándome a estar más cerca de él. Doblo mis brazos y las piernas tanto como me
es posible y me permito acurrucarme contra su pecho.

La marcha es suave y me encuentro dormitando entre sorbos de agua. Sólo


cuando estoy siendo levantada y llevada al interior hace que me despierte
completamente. Es más por el olor de algo delicioso que por la falta de aire frío
formando remolinos a mi alrededor.

—¿Eso es sopa?

—Sí—dice, continuando por el pasillo. Cuando empuja abriendo la puerta de la


habitación en la que dormí la noche anterior, sonrío. Asombroso. Cena en la cama.

Suavemente, me recuesta y se sienta a horcajadas en mi cintura.

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—Haciendo un hábito de esto, ¿verdad?—bromeo, permitiéndole tomar mis


manos entre las suyas. Él las asegura rápidamente antes de ponerse de pie y tirar de
mi cuerpo hasta que los brazos se estiran tensos. Entonces él tiene agarrados mis
tobillos.

—¡Oye! —Trato de salir de su agarre, pero mi fuerza no es rival para él y me ata


a pesar de mi lucha. Cuando se endereza y se encuentra con mi mirada, me pongo
rígida ante la dureza inesperada en sus ojos.

—Te dije lo que pasaría si huías. —Él arranca la chaqueta de debajo de mí y de


inmediato tengo frío.

—¡Espera!—grito, justo cuando empieza a alejarse—. ¿Dónde vas?

Esa estúpida expresión en blanco en su cara cuando da un paso atrás para


mirarme.

—A comer sopa—dice con sencillez.

—¿Y yo? —Tragando saliva, le doy mi más lastimosa expresión—. Por favor.
Tengo hambre.

—Te dije que rogarías. Soy un hombre de palabra.

Con el ceño fruncido, tiro de mis ataduras. No ceden.

—No puedes dejarme así.

—Tienes suerte de que no te sacara a la rastra de esos bosques.

—¿Por qué? ¿Porque trazas la línea en las espinas? ¡Pues que te jodan! —Grito,
mi cólera calienta mi piel que está comenzando lentamente a recuperar el color.

Inclinándose, él acerca su cara a la mía y gruñe:

—Ya lo hiciste, encanto. Eso es lo que te trajo aquí en primer lugar. —Su voz
cae—. Y no estoy hablando de anoche. Estoy hablando de dos años atrás cuando te
robaste todas mis malditas cosas. —Con una última mirada dura, desaparece de la
vista antes de apagar las luces y cerrar de un portazo detrás de él.

Me quedo en la oscuridad.

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Atada.

Sucia.

Hambrienta.

Cansada.

Helada.

Justo como me prometió.

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CAPÍTULO 15

WINTER

Cuando Jinx me arrojó en la cama como a un calcetín viejo, se aseguró de que


estuviera de espaldas a la puerta. Así que la única cosa que tengo para mirar es una
pared lisa y una ventana protegida por persianas cerradas tan herméticas, que casi
me pierdo la pequeña rendija de luz que se filtre entre las grietas.

No tengo ni idea de cuánto tiempo he estado aquí, pero he perdido mi voz de


tanto gritar amenazas contra él mucho antes de que saliera el sol. Ahora me gustaría
no haber gritado tanto. Para que pudiera decirle que estoy a punto de mearme
encima.

Mi vejiga está llena, tengo seca la garganta, me ruge el estómago, tengo falta de
sueño y las extremidades entumecidas me tienen a punto de llorar cuando la puerta
se abre y de repente estoy cegada por la luz. Meto la cabeza en mi brazo para
protegerme los ojos, pero veo una gran figura que aparece en mi periferia. Con
cautela, entorno los ojos hacia él.

—¿Dormiste bien, encanto?

—No soy tu encanto—susurro, volviendo la cabeza para obtener una vista


completa de un Jinx sonriendo. Por supuesto que se ve bien con su camiseta Henley
de manga larga, negra que abraza sus músculos y los vaqueros anchos. Su gorra
calada hasta los ojos. La mandíbula afeitada. Huele bien por lo que debe estar recién
duchado. Mientras tanto yo huelo como la muerte.

Él saca una navaja del bolsillo y la voltea abriendo la hoja.

—Esto es filoso. Si te mueves , podría cortarte un dedo del pie o de la mano.

—Bueno, ya que no hay sangre allí, supongo que mis posibilidades de


supervivencia son bastante buenas. —Sus ojos se mueven rápidamente a mis pálidas
extremidades. Él no dice nada, pero trabaja rápido para liberarme. Gimo ante el
alivio inmediato y luego lloriqueo de dolor cuando la sangre regresa de prisa.

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—Eso va a dejar una marca—dice, retorciendo mi tobillo en su mano. Me alejo


bruscamente de él y me pongo de costado, gimiendo de dolor. Luego de unos pocos
intentos fallidos de sentarme con la espalda recta, él pone los ojos en blanco y deja
escapar un ruidoso suspiro.

Me levanta en brazos a pesar de mis protestas en voz baja y me lleva al cuarto de


baño. Una vez allí, sin contemplaciones me sienta en el inodoro y se eleva por encima
mío. Haciendo rodar mis hombros, lo miro fieramente.

—¿Qué? ¿Quieres mirar o qué? Lárgate de aquí. —La urgencia de orinar me hace
doblar los dedos de los pies en la alfombra y apretar los muslos juntos. Me gustaría
usar al baño en paz, pero si insiste en mirar, no podré contenerme por mucho
tiempo.

Él me sonríe burlonamente, obviamente, consciente de mi lucha.

—Tal vez.

—Idiota—gruño, sin preocuparme si él está aquí. Todo mi cuerpo se relaja y mi


vejiga me da las gracias por ello.

Cuando termino, me entrega algo de papel. Resoplo medio esperando que me


ordene hacer eso también. Antes de que pueda hacerse el listillo, me seco
rápidamente.

Sin esperarlo, me paro sobre mis piernas temblorosas. Extiende su mano grande
hacia mí y la envuelve alrededor de mi brazo para estabilizarme. Me esfuerzo para
ignorar lo caliente que su piel se siente sobre la mía. Probablemente porque la mía está
todavía tan malditamente fría.

Asegurándome de evitar mirarme al espejo, doy dos pasos hacia el lavabo y me


lavo las manos y la cara, apretando la mandíbula con tanta fuerza que los dientes me
duelen para evitar escupirle mierda.

—Puedo caminar—le digo cuando me levanta en brazos una vez más.

—Si lo haces, nuestro desayuno estará frío en el momento en que lleguemos allí.

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No lo miro mientras me lleva. Incluso contengo la respiración, así no lo huelo


tampoco. Una vez que estamos en la sala principal, me sienta junto a él y esta vez hay
dos platos de comida humeante sobre la mesa.

—Cómelo todo—dice, y me entrega un tenedor—. Vas a necesitar tu energía si


decides escapar de nuevo hoy. Aunque dudo que logres recorrer más de un metro.

Con manos temblorosas, me llevo el tenedor a los labios, ignorándolo mientras


me meto bocado tras otro. El silencio es bienvenido y estoy agradecida de que no
haga comentarios sobre el lío que estoy haciendo. Si los hiciera, le apuñalaría el ojo
con el tenedor. Y la visión de la sangre definitivamente arruinaría mi apetito.

Después que he limpiado mi plato y una parte del suyo, que él me ofreció, me
estiro hacia el paquete de cigarrillos sobre la mesa. Los aleja de mí sin decir nada.
Estoy a punto de protestar cuando enciende un cigarrillo y me lo pasa. Lo tomo de
sus dedos, mirándolo con cautela cuando me entrega mi café también.

—¿Así que planeas contrarrestar cada cosa horrible que me haces con un acto de
bondad?—pregunto y doy una profunda calada al cigarrillo, notando que es mi
marca preferida. ¿Coincidencia?

—Tú hiciste esta mierda por ti misma, encanto.

Si las miradas mataran, la mía lo tendría muriendo de una muerte lenta.

—Entonces, ¿cuál es el plan, Jinx? ¿Vas a mantenerme aquí? ¿Encerrada en la


casa de tu club en el bosque durante sesenta días? ¿Luego me escoltas a la oficina del
abogado en San Diego, recoges el dinero y me despachas?

—Algo como eso.

—¿Y qué sucederá cuando Caín aparezca aquí?

Él me da una sonrisa perezosa.

—¿Por qué dices eso, como si estuvieras segura de que va a venir?

Resoplo con incredulidad.

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—Porque es un bastardo codicioso. Un bastardo codicioso y orgulloso. Te


llevaste algo que le pertenece. Ten la seguridad de que vendrá a recogerlo.

—¿Algo?—pregunta, divertido—. ¿Quieres decir alguien?

Me encrespo.

—Me sacaste del estado en un avión que tenía Knox Companies impreso
confiadamente en él, de un aeropuerto privado que Caín ha utilizado más de una
vez. ¿Querías que me encontrara? Porque si tu objetivo era esconderme, te puedo
decir ahora que has fallado. No tengo absolutamente ninguna duda que él ya sabe
dónde estoy.

—¿No crees que ya lo sé, encanto? —Él sonríe de nuevo. Seguro y orgulloso
como siempre—. Estás aquí porque no hay una filial de Madness dentro de los
quinientos kilómetros a la redonda de este lugar. Y si planea conducir a través de mi
estado con un ejército, puedes estar segura de que lo sabré mucho antes de que
llegue aquí. Su club no quiere mierda en el sur. Lo superamos en número de veinte a
uno. Así que... sí... —Inclinándose hacia delante, él apoya los codos sobre la mesa y
me mira fijamente—. Yo quería que él te encontrara. Estoy malditamente contando
con ello.

Claro que lo está . Soy el cebo. Sólo una excusa para iniciar una guerra. La batalla
por el orgullo. Un medio para terminar una pelea entre MC que ya tiene una década.
A la mierda con eso. A la mierda Caín. Jinx. Mi hermano. Los clubes. Estoy cansada
de ser la maldita cuerda en este juego de tira y afloja.

—Eres un idiota—mascullo, apagando el cigarrillo y poniéndome de pie.

—Ay, vamos ahora—dice, con su voz tan condescendiente como su sarcástica


sonrisa—. Si se presenta, vas a ver a tu novio antes de lo que pensabas. Supuse que
estarías feliz por eso. Digo… no es como si se estuvieras huyendo de él, ¿verdad?

Una vez más, está tratando de atraparme para que le diga más de lo que quiero.
Así que cambio el tema y le digo que voy a tomar una ducha. Él no responde, pero sé
que me está observando, puedo sentir sus ojos quemando en mi nuca.

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Cojeo hacia el pasillo, aunque puedo andar bien. Mis piernas no están tan
doloridas como mis brazos y después de moverme, el dolor en ellas se ha vuelto
bastante tolerable.

Cuando estoy fuera de su vista, acelero el paso y escapo rápidamente a mi


habitación. Rasgando la sábana de abajo de la cama, me la ato a la cintura y agarro
las dos botellas de agua que discretamente había escondido debajo de mi camisa
ayer.

Lleno las botellas y cierro la ducha antes de asomarme al vestíbulo. Encontrando


la cosa despejada, camino de puntillas hacia la habitación con la puerta que conduce
al exterior. Ésta se abre silenciosamente al frío.

Jinx es un tipo inteligente. Lo más probable es que tenga la parte delantera


cubierta. Así que, una vez más, corro a toda velocidad hacia la parte trasera de la
propiedad con un objetivo en mente, hacer cien metros más que ayer.

DADO QUE NO TENGO acceso a una lapicera, ni a papel, y que, aunque los
tuviera, no puede escribir con las manos atadas por encima de mi cabeza, he
decidido empezar a escribir un diario en mi mente. La entrada de hoy suena así.

Querido diario. Es ahora el día siete de mi cautiverio. Durante los últimos seis
días, he intentado escapar de esta prisión. Y cada intento ha sido un fracaso.

De alguna manera, he sido atrapada. Rastreada en medio del bosque, arrastrada


de nuevo a este club de mala muerte, atada y dejada para pudrirme en un colchón
sin sábanas. Véase, tenía una sábana, pero me la quitaron después que la utilicé para
ayudarme en mi segunda huida fallida.

Había hecho cinco kilómetros cuando mis piernas cedieron y me caí de cara en la
tierra. La posición era tan invitadora, que decidí quedarme allí hasta que llegó a
recogerme horas más tarde.

Pero no soy una cobarde. Me empujé más allá el dolor, que temo pueda ser
permanente en mis extremidades y he corrido tan lejos como pude durante seis días
seguidos. Los dos últimos no he llegado muy lejos en absoluto. Apenas fuera de la
vista. Pero eso no le importa a mi salvador. Ese hijo de puta me hizo esperar hasta la

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noche antes de venir por mí no importa lo cerca que estuviera. Incluso cuando me di
por vencida y regresé, me dejó encerrada afuera de manera que me vi obligada a
permanecer en el frío hasta que el sol finalmente hizo su descenso.

Ah, pero es un hombre generoso mi captor. Cada mañana, me da de comer el


desayuno. Café. Cigarrillos. Incluso fue tan amable de proporcionarme mi propio
cepillo de dientes y me permitió conseguir algo de ropa de mi equipaje, una camiseta
y ropa interior. Por despecho, estoy todavía con la camisa que encontré el primer día
que estuve aquí, sólo para molestarlo.

Odia eso por alguna razón. Cada mañana, dice:

—Deja de usar mi mierda. —Por supuesto que lo ignoro. Hay algo satisfactorio
acerca de tener mi hedor en su ropa, me hace sentir como si hubiera ganado una
pequeña batalla con él. Incluso si él continúa ganando la guerra. Y cuando digo
hedor, me refiero a eso. No me he bañado desde que estoy aquí. Hay algo
profundamente gratificante en eso, también. Y un poco inquietante.

Aparte de no poder escapar, tengo otro problema. Jinx solo parece volverse más
y más atractivo cada vez que lo miro. Todo en lo que puedo pensar es en lo bien que
se sentía cuando me besó. Me folló. Me hizo correr. Y cuando me hace tener estos
pensamientos, lo odio más.

Pero no puedo negar mi atracción física hacia él. Desde su hermoso rostro a sus
manos ásperas y toda la deliciosa musculatura que se encuentra debajo de su ropa, él
es, por desgracia, la cosa más sexy de la que mis ojos han sido testigos.

Tal vez esté desarrollando el Síndrome de Estocolmo. Ansío su presencia. Su


toque. Su perfume. Su compañía. Lo echo de menos cuando no está por ahí. Sobre
todo cuando estoy en el bosque con nadie con quien hablar excepto con los putos
árboles,. Lo echo de menos aquí, también. Cuando estoy atada en la cama. Sola.

Mi plan no está funcionando, obviamente. Así que hoy he decidido probar algo
nuevo. Necesito descansar. Recuperar mi energía. Y orar para que Caín no se
presente antes de que pueda largarme de aquí.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Voy a ver si Jinx cumple con su promesa de “la vida fácil”. Me dijo que si no
huyo, voy a ser recompensada con Netflix, chocolate y whisky escocés. Y, con suerte,
una noche de sueño que no implique estar atada a esta cama.

¿Quién sabe? Tal vez incluso tenga suerte. Pero si eso está en mis cartas, sin lugar
a dudas, tendré que bañarme primero.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 16

WINTER

—¿ Dormiste bien, encanto?


Es la misma frase que me dice todas las mañanas. Mi respuesta es la misma
también, un gruñido.

Jinx aparece en mi línea de visión y trato de no enfocarme en lo bien que se ve.


Pero maldita sea no puedo evitarlo. Creo que se ve mejor hoy de lo que nunca se ha
visto. En lugar de los pantalones vaqueros lleva deportivos negros que cuelgan bajos
en sus caderas. Donde por lo general usa una camisa de manga larga, hoy está
usando una camiseta blanca que muestra sus musculosos brazos tatuados. Me resulta
difícil tragar.

Aparte de mi mente que no tiene problemas en funcionar como loca, hoy me


resulta difícil ponerme en movimiento. Mis hombros se sienten fuera de la
articulación. Los tendones de las piernas están estirados tan tensos que me causan un
dolor punzante que se dispara desde las pantorrillas hasta el final de los muslos. Y
esta mañana más que cualquier otra, necesito su ayuda simplemente para levantarme
de la cama.

Realizando mi habitual ritual matutino, orino mientras mira. Después me lavo la


cara y las manos. Me cepillo los dientes y me niego a mirar a la sucia criatura que se
refleja en el espejo.

La decisión de no huir hoy no me hace sentirme como una fracasada como pensé
que lo haría, me hace sentir triunfante. Voy a estar caliente. Ese pensamiento por sí
solo es suficiente para hacerme sonreír.

—¿Algo gracioso?—pregunta Jinx, llevándome por el pasillo y sentándome junto


a él en la mesa. Lo miro furiosamente por encima de mis huevos.

—¿Qué mierda podría ser gracioso de todo esto?

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Niega con la cabeza, girando su gorra mientras se zambulle en su propio


desayuno.

—Como dije, encanto, tú misma te estás haciendo esta mierda.

Pongo los ojos en blanco y me quedo mirando mi café.

—Dios, suenas igual que Caín—mascullo, en realidad no quería decirlo en voz


alta. Pero lo oyó. Y su reacción hace que la temperatura de la sala descienda.

—No soy como ese hijo de puta—gruñe con tono gélido.

Lo miro por encima del borde de mi taza, viendo como sus ojos grises son
glaciares de acero.

—Lo dice el hombre que dejó a una mujer atada, con frío, con hambre y en la
oscuridad, toda la noche... sola.

Me estudia un momento antes de admitir:

—No te dejé sola toda la noche.

—Mierda. Te vi salir.

Él arquea una ceja.

—¿Lo viste?

¿Lo vi? No, no lo vi. Había oído el portazo. Incluso había oído que la abrían por
la mañana. Pero en realidad nunca lo había visto salir. Sin embargo, no importa, me
ha hecho cosas horribles. Y a pesar que ni siquiera se acerca a cómo Caín me trató, es
muy parecido.

—¿Él realmente te hace esa mierda?

Mi cabeza se levanta bruscamente. No me había dado cuenta de que estaba tan


ensimismada.

—Bueno, te aseguro que yo no me hago esta mierda—le contesto y como otro


bocado de huevos.

—Estabas huyendo de él, ¿verdad?

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Kim Jones – Cutslut
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—No.

Puedo decir que no me cree, pero en lugar de llamarme la atención por ello, me
pregunta algo diferente.

—¿Por qué te quedaste con él entonces, si te hizo esas mierdas?

Soltando un suspiro y lo miro con la misma expresión estoica que él me mira.

—No lo entenderías.

—Has la prueba—me dice, en un tono un poco más bajo.

Por un momento, contemplo decirle. Contarle todos los secretos que he guardado
durante los últimos seis años a este hombre que apenas conozco. Pero nada bueno
podría salir de eso. Puede que no le importe lo que Caín me hizo, pero por lealtad,
llamará a Pierce y le contará. Y si bien me dijo cosas durante nuestra última
conversación que dejaron cicatrices en mi alma, mi hermano todavía no merece llevar
esa carga.

Aclarando mi voz, dejo mi desayuno a medio terminar, de repente he perdido el


apetito.

—Esta conversación ha terminado—digo, levantándome de la mesa. Me gustaría


poder salir pisando fuerte, pero mis piernas son como gelatina y me toma un
momento encontrar el equilibrio. Entonces estoy más como deslizándome que
caminando hacia el vestíbulo.

Finalmente me las arreglo para llegar al baño a pesar de que mis músculos están
gritando en señal de protesta. Una vez que estoy allí, me vuelvo y cierro la puerta
con cerrojo detrás de mí. Sé que no lo mantendrá afuera si realmente quiere entrar,
pero tal vez sea suficiente para que golpee en lugar de irrumpir en el interior.

Saliendo de la nada tengo un calambre en la pierna, tan doloroso, que caigo de


rodillas. El sudor se reúne bajo mis brazos y encima de mi labio, pero me las arreglo
para respirar a través de él con bastante rapidez. El estar atada seis noches seguidas,
después de largas caminatas por el bosque definitivamente ha hecho mella en mi
cuerpo.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Con una última mirada a la endeble cerradura en la puerta, me quito de mala


gana la camisa de mi espalda. Me toma un minuto meterme dentro de la bañera. Una
vez que estoy sentada, no me molesto con el agua fría, solo dejo que la caliente me
golpee hasta el punto de sufrir quemaduras. Cuando la bañera está llena, doblo las
rodillas, meto la cabeza entre ellas, rodeo las piernas con mis brazos y dejo que el
vapor se eleve a mi alrededor.

Cerrando los ojos, inhalo profundamente y dejo que el agua calme mis miembros
doloridos. Sería más inteligente de mí parte recostarme en la bañera, pero esta
posición es más cómoda. Incluso si deja partes de mi cuerpo expuestas.

El agua caliente me relaja. Dejo que su calor se filtre en mis huesos y ahuyente el
frío que aún perdura de los últimos días. Pero he tenido frío por mucho tiempo e
incluso tiemblo dentro del agua caliente.

Escucho un golpe sólo unos segundos antes de que la cerradura se destrabe y la


puerta se abra fácilmente. Me da el tiempo justo para girar el cuerpo, agarrar la toalla
cercana a la bañera y escudarme de la vista de Jinx. Él me mira con una mezcla de
sorpresa y curiosidad.

—¡Lárgate!—le grito, asegurándome de mantener la espalda fuera de su vista.

—¿Qué diablos es tu problema? No es como si no los hubiese visto antes. —Sus


ojos caen a mis pechos que están cubierto por la toalla. Normalmente, mi cuerpo
respondería a la pesadez de sus ojos. Pero no son mis pechos o alguna otra parte
íntima mía lo que me preocupa que vaya a ver, es la evidencia de mi pasado. El único
lugar que he conseguido mantener oculto de él, incluso cuando follamos.

—Vete—grito, entrando un poco en pánico mientras retrocedo en la bañera hasta


que no tengo otro lugar a donde ir. Esa mirada lujuriosa desaparece de sus ojos y es
sustituida por una de preocupación.

—Winter... —comienza, dando un paso hacia mí. Su mirada dice que le importa.
No necesito que le importe. Necesito que salga. Así que escondo mi verdadera
emoción y reúno tanta rabia como puedo.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Tú no me dejarás orinar sola, ¿pero puedes al menos dejarme tomar un baño
en paz? —Sus ojos se entrecierran suspicaces. Bien. Antes de que vea a través de mi
fachada, continúo—. ¡Maldición vete!

Después de un momento, me señala con el dedo.

—Cualquier plan que tengas en marcha, es mejor que te asegures de que vale la
pena el precio que pagarás cuando lo averigüe.

No me permito respirar hasta que se ha ido. Cuando lo hago, bajo la mirada al


agua y tuerzo los labios con repugnancia. Está asquerosa. No queriendo correr
ningún riesgo de que vaya a entrar para volver a verme, y sabiendo que tendré que
volver a llenar la bañera probablemente un centenar de veces, abandono mi baño con
pesar y opto por una ducha, mantenimiento la espalda contra la pared por si acaso.

Mis brazos están tan pesados que hace que lavarme el cabello y el cuerpo sea tan
agotador como mi caminata por el bosque. Me consume mucho tiempo, también. Y
cuando tengo demasiado tiempo, pienso. En este momento, estoy pensando porqué
diablos me importa tanto que él no vea lo que nunca he escondido antes.

¿Es porque por primera vez estoy en presencia de alguien que no es Caín,
Madness o sus socios? ¿Es por vergüenza? ¿O es porque tengo miedo de que el calor
en los ojos de Jinx desaparezca una vez que lo vea?

Nop. No lo último. Eso es ridículo. Sólo me siento cohibida. La verdad es que no


quiero que Jinx me mire de ninguna manera. Sólo quiero que me mire de una manera
para que pueda huir de este lugar. De él. De Pierce. Y del cuero... uf. Cualquiera que
piense que esa mierda huele bien, no la ha olido después de que ha sido usada en el
sol por un hombre sudoroso durante unos días.

Para cuando estoy limpia y mis pensamientos son claros, el agua caliente se ha
ido hace rato y una vez más tengo frío. Salgo de la ducha, me seco rápidamente con
la toalla y me la envuelvo alrededor del cuerpo.

Encontrando mi reflejo en el espejo, me estremezco ante lo que veo. Mi piel está


roja y manchada, agrietada por los vientos fríos. Los arañazos cubren mis piernas a
causa de las ramas colgando bajas. También hay un par de rasguños en las mejillas y
el cuello. Nada grave, sin embargo.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Mis ojos se ven demasiado grandes para mi cara. Un poco vacíos y hundidos. Eso
es debido a la falta de sueño y a la mala alimentación. Después de algunas buenas
comidas y unas confortables noches de sueño, se verán normales. Ojalá.

Pasando los dedos a través de mi pelo largo y lleno de nudos, trato de


domesticarlo. Podría usar un cepillo de pelo. Como el que está en el equipaje que Jinx
aún no me ha entregado. Tal vez si se da cuenta de que no voy a escapar, me
permitirá tenerlo.

En el dormitorio, noto que hay otra de las camisas con botones de Jinx
casualmente puesta sobre el tocador. Junto a ella hay una de las camisetas que Pierce
me compró y un conjunto sencillo de ropa interior de algodón. Pongo los ojos en
blanco, imaginando a Pierce diciéndole a quienquiera que hiciera mis compras que
no me compre cualquier lencería sexy.

Por primera vez en varios días, me visto con mi propia ropa y me pongo ropa
interior. Se sienten extraños después de ir de comando durante tanto tiempo, pero mi
camiseta es más corta que la de Jinx así que decido mantenerla.

Echando una mirada a la cama a la que he llegado a odiar, me siento como si la


estuviera viendo por primera vez. Y es completamente asquerosa. El colchón se ve
nuevo a excepción de donde he dormido. Se ha manchado con la suciedad y la
mugre de mi cuerpo. Tal vez por mi buen comportamiento recibiré una sábana
limpia.

Buen comportamiento.

Resoplo ante eso y avanzo torpe y silenciosamente por el pasillo sobre mis
temblorosas piernas. Envolviéndome con mis brazos, trato de suprimir el frío porque
no puedo dejar de temblar. Los suelos de concreto debajo de mis pies descalzos no
ayudan. Cuando llego a la sala principal encuentro a Jinx sentado de espaldas a mí
en el bar.

—Oye—le digo, lo que le hace ponerse rígido antes de que gire lentamente en el
taburete para quedar de cara a mí—. ¿Puedo tener unos calcetines y un jersey o algo?
—Señalo con el pulgar hacia la trastienda—. Me quedé sin agua caliente antes de
quedar limpia y me estoy congelando.

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Kim Jones – Cutslut
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Él me sonríe burlonamente.

—¿Y volver tu paseo por el bosque un poco más cómodo para ti? No hay una
posibilidad en el infierno, encanto.

Dejando caer la cabeza, clavo los ojos en mis pies y a regañadientes admito:

—Creo que me voy a quedar por aquí hoy. —Lo miro a hurtadillas y capto su
sorpresa antes de que tenga la oportunidad de ocultarlo.

Se pone de pie lentamente, examinándome con ojos observadores y prudentes


mientras camina hacia a mí.

—Te mueves de este lugar antes de que regrese y te ataré afuera con nada más
que tus bragas.

Bragas.

Hijo de puta, ¿por qué esa palabra en sus labios envía una carga eléctrica
directamente a mi clítoris?

Sabiendo que nunca me ha mentido antes, me quedo plantada mientras


desaparece por el pasillo. Miro por encima del hombro y lo descubro entrando en el
último cuarto a la derecha, el que tiene la puerta que conduce al exterior. Sólo se ha
desaparecido un minuto antes de que lo vuelva a ver. Se detiene frente a otra puerta
y saca una llave del bolsillo. Lanzándome una mirada de advertencia primero, entra.

Con el ceño fruncido, examino mi entorno en busca de qué es lo que le hace estar
tan en el borde de que me escape. Por lo general, está tan seguro. Casi como si
quisiese que escapara. Como que no importa qué dirección elija o donde termine, él
me encontrará.

Cuando recorro mi ropa con la mirada, caigo en la cuenta. No estoy usando su


camisa.

Las ruedas en mi cabeza están empezando a girar cuando sale de la habitación


con los brazos llenos de mierda. De inmediato hago una nota mental de que no
bloquea la puerta al salir. Tendré que ver lo que hay allí más tarde. En este momento,
todo lo que importa es envolverme en esa gran manta suave y esponjosa que lleva.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Sígueme—dice, cruzando la habitación hacia un sector más grande, atiborrado


de asientos mullidos ubicados enfrente de un televisor gigante—. Siéntate. —Señala
un lugar y yo casi caigo sobre los suaves cojines, suspirando un poco mientras la
comodidad que me envuelve.

Lanzando la manta sobre mi regazo, toma asiento junto a mí y agarra mis tobillos
en sus manos. Instintivamente me tenso y trato de retroceder. Él me da una pequeña
sonrisa que es una verdadera, de las que usa pocas veces y tira hasta que mis piernas
están encima de sus muslos.

—Confía en mí.

—¿En serio? ¿Me estás pidiendo que confíe en ti?—pregunto, completamente


atónita de que hubiese dicho incluso una cosa tan estúpida.

—Sí. Lo hago. —Lo dice en serio. Y a pesar de la mierda que me ha hecho pasar,
una parte de mí confía en él. No mucho, pero lo suficiente como para que me relaje.

Él saca un tubo de algo del bolsillo y pone una cantidad generosa en sus manos.

—Esto te va a ayudar—dice, untando la crema a través de las pantorrillas antes


de trabajar en los nudos apretados con sus grandes manos.

—Oh Dios mío—gimo y mis ojos se cierran—. Esto se siente tan bien. —Mi piel
se calienta con su toque y la loción con aroma de naranja—. ¿Por qué esto huele tan
bien? ¿Y por qué se siente caliente?

—Porque sabía que tenías frío. —Su respuesta es simple, la voz suave me hace
abrir los ojos para encontrarlo observándome. Entonces, como si él temiera que fuese
leer algo más por su acto de bondad, sonríe burlonamente—. Además esto no
funciona tan bien como las otras cosas.

Lo miro con los ojos entrecerrados.

—Eres un idiota.

Se encoge de hombros, sin negarlo. Continúa su masaje en silencio hasta que la


tensión se va. Luego me da una palmada en la pierna y me ordena:

—Date la vuelta y me déjame hacerlo en tus hombros. —Me tenso.

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—No, estoy bien—digo rápidamente. Todavía dudo de por qué me estoy


escondiendo. Me estudia con una expresión indescifrable. Antes de que pueda lanzar
alguna pregunta, señalo la TV—. Me prometiste Netflix. Y chocolate. Y whisky
escocés. Entonces, ¿eres siempre un hombre de palabra, o sólo cuando es beneficioso
para ti?

Me mira unos segundos más antes de lanzar un mando a distancia en mi regazo.

—Diablo es la contraseña—dice, levanta mis piernas de sus muslos y se para.


Cruza la habitación y recupera dos bolsas, una botella y un vaso de detrás de la
barra.

Entregándome las bolsas, coloca la botella y el vaso en la mesa junto al sofá.

—Tengo que hacer algunas llamadas. Si intentas algo estúpido, mi promesa de


antes sigue en pie.

Le muestro el dedo medio en reconocimiento, mientras se aleja y empiezo a


revolver en la primera bolsa. Hay una enorme variedad de barras de chocolate. Me
decido por una de chocolate negro y luego me sirvo un vaso de whisky escocés. Me
he terminado los dos y estoy preparando mi segunda ración cuando recuerdo la otra
bolsa. En el interior hay calcetines, un suéter, pantalones de jogging y un gorrito.
Todos son de mi equipaje.

Me toma unos minutos para ponerme todo. Entonces agarro el mando a distancia
y encuentro la serie completa de un show que nunca he visto. A partir del primer
episodio, me acurruco debajo de la manta y en el sofá, realmente caliente por primera
vez en varios días.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 17

WINTER

S
— hh!—susurro al grito de Jinx que ha traído su llamada telefónica a mi círculo
de soledad. Estoy en el tercer episodio de Prison Break y este hijo de puta está
ladrando todo en mi oído, lo que me obliga a detener la serie por segunda vez en
cinco minutos. Me mira cortante, pero no baja la voz.

Saliendo de debajo de la manta, pienso que ahora es tan buen momento como
cualquier otro para ir al baño. Encorvada, camino por el pasillo hacia el cuarto de
baño. Mirando por encima del hombro para asegurarme que no me siguió, me
detengo en la puerta que dejó desbloqueada antes e intento con el picaporte.

—Maldita sea—mascullo, dándome cuenta que la trabó.

Cuando he terminado en el baño, camino de regreso nuevamente al sofá, mi


rostro está contraído por el dolor debajo del cuello y de los hombros mientras
lentamente me dejo caer sobre los cojines. Cerrando los ojos, respiro por la nariz y
exhalo por la boca mientras giro el cuello de lado a lado y hago rodar los hombros.

—Puedo arreglar eso—dice, su voz baja me hace quedar quieta. Entreabro un ojo
y veo que me observa desde el otro extremo del sofá.

Sonriendo burlonamente, niego con la cabeza.

—Si me quito mi camiseta, no serás capaz de resistirte, cariño. Y prefiero sufrir a


tenerte babeando por todo mi cuerpo. —Es una cosa de poca monta para decirle,
pero es la única excusa que se me ocurre que podría hacerlo cambiar de tema. Por
supuesto que no funciona.

—No tienes que sacarte la camiseta—dice impávido—. No voy a usar la crema.


Dolerá como el demonio, pero te sentirás mejor cuando haya acabado.

—Eso es lo que ella dijo—me burlo, soplando el humo de mi dedo imitando una
pistola.

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Me sonríe. No me gusta eso. Ni siquiera un poquito. ¿Y esa mierda caliente y


confusa sucediendo en mi interior? Tampoco me gusta. Carraspeo y continúo
girando mi cabeza y encogiendo mis hombros.

—Ven aquí, Winter. —La gravedad de su tono no me deja espacio para la


negociación. Es tan demandante y prometedor, que mis piernas tiemblan de las
ganas de llevarme a él. Habla como el tipo de esa película, esa en la que le dice “Ven
aquí”, justo antes de que la ponga sobre sus rodillas y la zurre. Por eso, con mucho
gusto iría a él.

—Tengo los hombros muy sensibles—le digo soltando el aire, la excusa es tan
lamentable, como ridícula. Por supuesto que tengo los hombros sensibles. He estado
atada como una maldita cautiva durante seis noches.

Una fugaz mirada de disculpa destella en su rostro.

—No creí que tomaría tanto tiempo quebrarte. Eres increíblemente fuerte,
Winter. —Él baja los ojos y luego sacude la cabeza como para aclararla. Todavía
estoy tambaleando cuando me mira de nuevo. Esta vez, no hay humor en sus ojos—.
Y malditamente exasperante.

—No me quebraste—digo con voz fuerte.

Él asiente con la cabeza lentamente. Su voz suena un poco triste cuando habla.

—Pero si tengo que hacerlo, lo haré. —Él no se disculpa por eso, pero la pena en
sus ojos es inconfundible.

Lo qué dice Jinx es definitivamente cierto. Él me quebrará con el tiempo.


Exponiendo una capa a la vez. Ese es el tipo de hombre que es. No se detendrá ante
nada para conseguir lo que quiere. Hará lo que tenga que hacer, para mantenerme
aquí. Llámame loca, pero tengo que respetarlo por eso.

No muchas personas están dispuestas a sacrificarse tanto sólo para llevar a cabo
algo. Incluso si eso significa renunciar a un pedazo de su alma. Tal vez por eso es que
lo respeto. Porque yo soy como él. Soy capaz de todo para conseguir lo que quiero
también. Eso es salir de aquí. Y no puedo hacerlo si estoy dolorida y encorvada.

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—¿Te detendrás si te digo que lo hagas? ¿Si es demasiado? —Una sola


inclinación de cabeza es su única respuesta—. ¿Y nada de travesuras? ¿Nada de
trucos o golpecitos accidentales en el pezón?

—La última vez que chequee, tus pezones no estaban en tus hombros. Están en el
centro de esas tetas perfectas tuyas. —¿Tetas perfectas? Es decir, teniendo en cuenta
que he pagado dieciocho mil dólares por ellas mejor que sean perfectas. Pero él no lo
dice de esa manera. Lo dice como si las apreciara—. ¿He pagado por ellas? —Bueno...
tal vez no quiso decir eso.

—Para tu información, cretino , las tengo hechas desde que salí de la escuela
secundaria. Antes de robar tu dinero.

—Y Pierce dijo que estabas furiosa porque gastaste ese dinero. —Se encoge de
hombros—. En lo personal, creo que fue una buena inversión.

—No puedes evitarlo ¿verdad? Pasas de agradable a imbécil en un segundo.


Debe ser agotador.

—Ni remotamente tan agotador como tú, encanto. Ahora ven aquí.

Le disparo una feroz mirada de incredulidad.

—Que te jodan.

Sus ojos se endurecen.

—Ven. Aquí. —Ahí está otra vez... ese azote en su voz. Mi coño se aprieta y los
pezones se contraen.

—¿Vas a zurrarme? —¿Qué? Maldita montaña de mierda. Culo jodido. Maldita sea.
¿Por qué demonios diría eso?

Él arquea una ceja.

—¿Quieres que te zurre?

—Eh, no— me burlo, rompiendo el contacto visual porque... maldita montaña de


mierda. Culo jodido. Maldita sea.

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—Eres una gran mentirosa hasta que eso llega a tu cuerpo. Apuesto a que ese
coñito tuyo está empapado.

—No, no lo está—le espeto, como una adolescente aficionada. Todavía incapaz


de mirarlo a los ojos.

—Siempre te he dicho, Winter— dice con su tono de voz aterciopelado y muy


sexy—. Todo lo que tienes que hacer es pedirlo.

—Bueno, no voy a pedirlo. Nunca. Así que mete lo retorcido de nuevo en el


closet.

—No es mi retorcido para ocultar. —Lo odio. Lo odio. Hijo de puta lo odio—. Ahora
ven aquí y deja que me asegure de que tus hombros no están dislocados. Esa
apariencia de tortuga que luces está empezando a enervarme.

—Esa apariencia de tortuga que luces está empezando a enervarme—me burlo,


acercándome.

—Sobre mi rodilla—me exige una vez que estoy de pie junto a él. Me congelo y lo
miro en estado de shock. Su cara se rompe con una sonrisa—. Es broma. Siéntate. —
Me da una palmada en el muslo y le muestro el dedo antes de tomar asiento.

Inmediatamente sus manos se mueven a mis hombros. Trabajando. Masajeando.


Amasando los músculos doloridos allí. Me muerdo el labio para reprimir mis gritos.
Las lágrimas queman mis ojos y mis uñas se clavan en sus piernas cubiertas por los
pantalones.

—Relájate. Sólo estás haciendo esto más difícil —dice él. Entonces siento sus
labios en mi oído mientras susurra—. Eso es lo que él dijo.

Suelto una pequeña risa y él toma ese momento exacto para presionar con
firmeza los pulgares a ambos lados de la columna vertebral entre los omóplatos.
Grito y trato de alejarme pero él me mantiene en el lugar.

—Relájate, cariño. —¿Cariño? Que puta es eso? ¿Y por qué eso me hace relajarme?—.
Respira profundamente.

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Hago lo que él me instruye, inspirando con respiraciones profundas y


temblorosas mientras cierro los ojos con fuerza contra la agonizante tortura.
Centrándome en el dolor, en lugar de la forma en que la palabra cariño me hace
sentir toda sentimentaloide por dentro.

Años después, por fin empiezo a sentir que la tensión se afloja. La presión se
aligera. Su tacto firme se suaviza. Se convierte más en una caricia. Una que tiene a mi
vagina despertando, mirando alrededor, encontrándolo con esos pantalones
holgados, y entonces lamiéndose los labios, dice, “Fóllame”.

—Gracias—digo rápidamente y me pongo de pie tan de prisa que tengo que


agarrarme de algo para no perder el equilibrio. Me doy cuenta de que me ha dado la
mano y la retiro antes de agarrar la botella de whisky escocés y servirme un vaso. Me
lo bebo de un solo trago y murmuro una excusa sobre ir al baño.

Estoy sentada en el borde de la bañera y sujetando mi cabeza entre las manos.


Este tipo está metiéndose debajo de mi piel. Eso me recuerda lo que hay en mi piel.
Durante años no he pensado mucho en ello. Ahora que, de repente estoy tratando de
ocultarlo, esa horrible noche amenaza con resurgir.

Escucho unos golpes ligeros y espero a que Jinx irrumpa. Cuando no lo hace,
aguardo unos segundos más antes de obligarme a sonreír y abrir la puerta. Allí está,
tan indiferente como siempre. Las manos en los bolsillos. La cabeza ligeramente
ladeada. Los ojos evaluando sin emoción.

—¿Estás bien?—me pregunta, aburrido. No estoy segura si realmente está tan


poco interesado en mí o simplemente finge estarlo. Estoy agradecida por su
preocupación, sin importar el motivo.

—Espectacular—digo con un suspiro de alivio—. ¿Netflix o el frío? ¿Pierde el


frío?

Sus labios hacen una mueca.

—Después de ti.

Lidero el camino, mis pies con calcetines suenan silenciosos en el suelo. Sus botas
suenan fuerte mientras camina detrás mío. En lo que estoy llamando “el living”, el
área donde está el sofá y la televisión en la habitación principal, me acurruco debajo

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de la manta y él se sienta a mis pies. No tengo frío, pero uno no se da cuenta de


cuánto extraña las mantas hasta que no tiene ninguna durante un tiempo. Así que lo
estoy aprovechando.

Jinx ordena pizza para ambos y llega en el momento en que finaliza el tercer
episodio de Prison Break. Al final del cuarto episodio, mi estómago está lleno. El
cuerpo relajado y cálido. La mente enfocada en el programa y no en un viaje al
pasado.

Acomodándome más en los cojines, levanto la manta hasta la nariz y estiro las
piernas. Mis pies chocan con algo duro por sólo un segundo antes que Jinx los
levante sobre su regazo, extendiendo las mantas encima de ellos.

—Esto es mejor que el bosque. —Ahogo un bostezo, negándome a ceder al sueño


porque este espectáculo es muy bueno.

Se ríe.

—¿Te rindes ya?

Me encojo de hombros.

—Tal vez.

—Chica inteligente.

—Quiero decir, me gusta esto. Mantas. Televisión. Comida. —Lo miro. Él está
mirando la televisión, pero cuando siente mi mirada, vuelve la cabeza hacia mí.

—Y siempre y cuando te quedes aquí, puedes tener esto. Es decir, si no huyes.

Yo sonrío.

—Oh, vamos, Jinx. —Disparándole un guiño, agrego—. ¿Dónde está la diversión


en eso?

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CAPÍTULO 18

WINTER

— Mierda… —susurro, mi ansiedad aumenta segundo a segundo—. Ellos van a


ser atrapados.

—Lo dudo—dice Jinx, completamente tranquilo. Pero el cigarrillo que está


encendiendo sugiere que está tan ansioso como yo, es su cuarto en este episodio.

Es temprano en la mañana. No tengo idea de qué día es. Desde que empecé a ver
esta serie, no me he movido del sofá. Apenas he dormido. Comido. Ni siquiera he
estado de humor para beber. Y finalmente he logrado ver la temporada siguiente
hasta el último episodio de Prison Break, en el que se escapan.

Jinx ha estado conmigo la mayor parte del tiempo. Si él no está aquí, está en la
mesa con un ordenador portátil, fuera o en el teléfono. Todavía tengo que descubrir
en lo que está trabajando, lo que hace afuera o con quién está hablando. No es que he
hecho mucho para averiguarlo. He estado demasiado ocupada absorbida con esta
serie.

Ni siquiera estoy segura de si ha dormido. Si lo ha hecho, tiene que haber sido


mientras yo dormía, también. Pero nunca lo he atrapado. Y se cambió la ropa y se
duchó dos veces. No he hecho ninguna de esas cosas. En mi defensa, sin embargo, no
he hecho nada para justificar una ducha. Mi culo ha estado aquí. En este sofá. Y si
doy asco, ¿a quién le importa? No es como que Jinx haya intentado seducirme. No es
que yo quiera que lo haga.

—Dame eso—chasqueo, arrebatándole el cigarrillo de entre los dedos. Estoy en el


borde de mi asiento, literalmente. Mantas, almohadas, envolturas de dulces y
botellas de agua vacías me rodean.

El contenedor de comida tailandesa para llevar con el brócoli de anoche está en la


mesa junto con una nueva botella de whisky escocés intacta, lista para ser consumida
y llevarme a ese estado de embriaguez con el que soñaba aquellos días en el bosque.

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—Veinte dólares a que el grandote no lo logra—digo, mordiéndome las uñas, un


hábito nervioso.

—Apuesto trescientos dólares al anciano.

Apartando la vista de la pantalla, miro a Jinx con los ojos entrecerrados. Él me


sonríe burlonamente.

—No es que tenga nada que perder. —Ignoro su comentario y pongo los ojos en
blanco mientras regreso a la TV.

Treinta minutos más tarde, me dejo caer de nuevo en el sofá sin aliento como si
yo fuese la que acaba de escapar de la prisión. Jinx imita mi posición, salvo que se ve
mucho más tranquilo que yo.

—Parece que ambos ganamos. —Sonrío y le ofrezco un puño. Lo mira, luego me


mira antes de negar con la cabeza lentamente—. ¿Qué? ¿Demasiado cool para un
golpe de puño?

—No doy golpe de puño—dice él inexpresivo.

—Tú no haces nada.

—Dice la chica que no se ducha.

Frunzo el ceño, luchando contra el deseo de olerme.

—Me ducho—digo en mi defensa—. Simplemente no últimamente. —Tratando


de ser discreta, finjo contener un bostezo, presiono la nariz en mi brazo e inhalo.

—No apestas—dice—. Porque estás usando mi desodorante. Y mi camisa. A


pesar de que tienes tu propia ropa.

Bajo la mirada a su camisa que había encontrado en el mostrador del baño hacía
un par de días. Después de pensar que debía haber algo especial en ella, me decidí a
hacer algunas investigaciones. No tardé mucho tiempo en descubrir exactamente
cómo me encontraba tan fácilmente en ese bosque. Y por qué estaba tan nervioso
acerca de que huyera la primera vez que no la llevaba puesta.

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El inteligente hijo de puta había disfrazado un dispositivo de seguimiento como


un botón. El pequeño botón en el cuello, donde era menos probable que lo arrancara
de un tirón con un brazo. O que lo descubriera. Y el hijo de puta estaba fingiendo que
odia que le use la ropa, sabiendo que me la pondría sólo para molestarlo.

—Realmente odias que lo haga, ¿verdad?—bromeo, sonriéndole—. Que lleve tu


ropa. —Sus cejas se juntan un poco y arruga la nariz casi imperceptiblemente.

—Sí. Lo hago. Te pedí amablemente, ¿dejarías de usar mi mierda?

Me río y niego con la cabeza, encuentro su respuesta aún más divertida ahora
que sé la verdad.

—No.

—No creí que lo harías—masculla, poniéndose de pie y sacando el teléfono del


bolsillo. Le echa un vistazo antes de mirarme—. Tengo que hacer una llamada. No
veas el próximo episodio sin mí.

—Debe ser agradable tener una vida—digo entre dientes.

—Lo es. —Su tono condescendiente hace juego con su sonrisa mientras se aleja.

Miro por encima de la parte posterior del sofá, viéndolo desaparecer por la
puerta trasera. Cuando se ha ido meto la cabeza en mi camisa, inhalo y en ese
instante aprendo dos cosas. Jinx es un mentiroso, y su desodorante es una mierda.
Porque definitivamente apesto.

—Ella se baña—dice Jinx, casi dándome un susto de muerte cuando abro la


puerta del baño para encontrarlo de pie en el otro lado. Echa una mirada furtiva a la
camiseta de algodón blanco que estoy usando, la prenda es sólo lo suficientemente
larga como para cubrir mis bragas, y se detiene en mis pezones que son visibles sin la
protección de un sujetador.

—Y a él le gusta lo que ve—disparo en respuesta, cruzando los brazos sobre el


pecho.

Su voz es ronca cuando lo admite abiertamente.

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—A él le gusta.

—Bueno, ¿vas a follarme? ¿O vas a quedarte aquí parado y mirarme


boquiabierto? No tengo todo el día.

—Pareces impaciente. ¿Tienes algún lugar al que ir? —Él sonríe con esa sonrisa
que sugiere que sabe algo que yo no. Luego levanta el cuchillo de mantequilla que
agarré esta mañana de la cocina, haciéndolo girar entre sus dedos. Le devuelvo una
mirada en blanco, sin revelar nada.

—Déjame adivinar—comienza, deteniéndose dramáticamente y fingiendo pensar


mucho—. Encontraste la puerta trasera cerrada con candado e imaginaste que, ya
que no podías abrirlo, usarías esto para desatornillar la placa metálica del marco. —
Sólo para encontrar después las puertas protegidas con una alarma y las ventanas atornilladas
del lado de afuera…

Me encojo de hombros.

—O planeaba afilarlo con la lima que encontré bajo el sofá, apuñalarte en el


cuello, tomar tus llaves y la billetera y salir por la puerta principal. —Guiño un ojo y
susurro—. Nunca se sabe conmigo.

Él suelta una risa y se lame el labio inferior mientras me estudia.

—¿Cómo es que le tomó a una chica inteligente como tú casi seis años encontrar
una manera de escapar de Caín?

—¿Quién dijo que estaba tratando de escapar?—digo, aburrida por la pregunta.

Él cierra la distancia entre nosotros hasta que su pecho roza contra el mío. En
lugar de acobardarme, lo miro con una expresión divertida.

—¿Sabes lo que pienso?—dice, con los ojos en el cuchillo sin filo mientras lo
arrastra desde mi hombro al codo—. Creo que estabas corriendo a través de ese
garaje tratando de alejarte de Caín y sus hombres. No por la chorrada del acuerdo
que los dos tenían sobre qué hacer si el otro era atrapado.

Necesitando distancia, pongo mi mano en su pecho y empujo. Sorprendido, da


un paso atrás.

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—Realmente no deberías pensar tanto, Jinx—le digo, pasando a su lado y


desestimando el tema—. Se te formaran arrugas prematuras.

CUANDO SALÍ de ese cuarto de baño, mi cabeza estaba en cualquier parte. Mi


solución era dormir. Me acurruqué en el sofá, cerré los ojos y entré y salí del sueño
durante los siguientes tres días, manteniéndome despierta sólo el tiempo suficiente
para ir al baño y comer una comida ocasional.

Ayer, me duché otra vez. Esperaba que me despertara. No lo hizo. Cuando logré
regresar al sofá, Jinx estaba sentado en silencio en el otro extremo. Tan absorto en su
teléfono que apenas pareció notarme. Él hizo un comentario de sabelotodo mientras
yo cerraba los ojos. No lo entendí, e iba a pedirle que lo repitiera, pero ya estaba
demasiado somnolienta. Cuando desperté, era un nuevo día y Jinx me estaba
diciendo que el desayuno estaba listo.

Había notado que esta “casa del club“ seguro parecía muy desocupada. Cuando
le pregunté dónde estaban todos, Jinx reiteró que se marcharon porque yo no les
gustaba. Estaba segura de que era cierto, pero aun así era sospechoso. Antes de que
pudiera exigir más información, me dijo la verdadera razón.

Había dicho que una nueva casa del club estaba ahora convenientemente ubicada
más cerca del bar donde la mayor parte de ellos estaba empleado. También me
recordó que había una sola manera para entrar y salir, una trampa perfecta para
cualquier invitado no deseado. Ah, y se imaginó que el aislamiento era la mejor
manera de conseguir que cooperara. Obviamente, está funcionando.

No he intentado escapar en una semana. Ni siquiera los pensamientos de Caín


apareciendo me pueden obligar a abandonar el calor de la casa del club por el frío
exterior. Y en el día catorce de mi cautiverio, todavía estoy caliente. Caín aún no se
ha mostrado y me encuentro sentada en una mesa frente a Jinx, disfrutando de los
huevos revueltos y el tocino como la pequeña cautiva obediente que soy. Desde que
tomé el cuchillo de mantequilla, me hace comer con cubiertos de plástico. Estoy
bastante segura de que puedo fundirlo y todavía apuñalarlo con él.

Bostezo.

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—¿Puedes desbloquear la puerta trasera para mí esta noche?

Deja de masticar y me dispara, lo que juro, es una mirada de esperanza.

—¿Estás inquietándote?

—Me estoy volviendo perezosa—digo, picando de mis huevos—. Me acabo de


despertar y ya estoy cansada. Tal vez un día corriendo por el bosque me dará esa
energía que me falta. —Lo miro mientras meneo las cejas—. O podríamos follar.

Sé que está conmocionado pero rápidamente se recupera.

—Esa fue cosa de una única vez—dice, evitando mi mirada al encender un


cigarrillo.

Me apoyo la mano en el pecho y finjo conmoción.

—Pero... Jinx teníamos esa chispa. Esa energía especial corriendo entre nosotros.

—No, no la teníamos.— Él es tan pragmático, que no puedo evitar reírme.

—Está bien, no follaremos. Entonces, ¿puedes desbloquear la puerta de atrás?

Sus ojos se mueven rápidamente a mi camiseta por un instante, antes de


descansar en mi cara.

—Hay una cama elástica en la parte de atrás. Deberías intentar eso primero.

Quiero reírme del desasosiego en sus ojos ante la visión de mí con mi propia
ropa. No hay ningún dispositivo de seguimiento en esta camiseta, idiota. De alguna
manera, me contengo.

—¿Por qué hay una cama elástica aquí? Nadie tiene hijos, ¿verdad?

Él niega con la cabeza.

—Larga historia. Te encontraré unos pantalones.

Levantándose de la mesa, camina por el pasillo. Supongo que a su habitación,


donde esconde todo mi puto equipaje. Regresa algunos minutos más tarde con una
sudadera con capucha de color rosa, unos pantalones holgados a juego y calcetines.

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Me los pongo, consciente de que me observa mientras lo hago. Se necesita más


control del que pensé que tenía para no agitar mis tetas hacia él.

Me guía a través de una puerta lateral a una zona cubierta y vallado en el


exterior que está llena de equipos de entrenamiento, un par de máquinas de ejercicio
y, por supuesto, una cama elástica. Haciendo caso omiso del frío, me subo a ella y
comienzo a saltar, haciendo volteretas y saltos aéreos como si tuviera diez años de
nuevo.

Pero estar afuera me recuerda que hay vida más allá de estas cuatro paredes. Que
pronto, Caín vendrá por mí. Hay algo acerca de Jinx y el estar encerrados en la sede
del club que me hace sentir tan segura que me olvido. ¿Pero aquí? ¿Expuesta y
vulnerable? En cierto modo eso me aterroriza.

Me bajo de un salto y me uno a Jinx que está apoyado a un lado del edificio con
las manos metidas en los bolsillos. Estoy sin aliento cuando llego a él, en su mayor
parte por el cansancio, pero por un poco de miedo, también. Tengo un calambre en el
costado. Mi nariz gotea. Mis manos están heladas. Y quiero borrar de una bofetada la
divertida mirada de suficiencia de la cara de Jinx.

—Cállate— jadeo, agarrándome el costado y agachándome.

—Puedo entender por qué estás sin respiración—dice, palmeando mi cabeza


como un perro. Le aparto la mano de una bofetada—. Has estado aquí solo diez
minutos.

—¿Eso es todo?—chillo, lamentándolo de inmediato cuando el dolor hace eco en


mi costado—. A la mierda con esto. Tengo una idea mejor.

—¿Cómo qué?—pregunta Jinx, aburrido como el infierno mientras mantiene


abierta la puerta para que la atraviese tropezando. Cuando extiendo la mano al
marco para sostenerme, la maldita cosa me da una descarga.

—En primer lugar, voy a descargarme de la estática. Luego voy a


emborracharme. —Y es de esperar que me olvide de Caín—. Tal vez voy a limpiar
algunas de esas mierdas que están aumentando en la sala de estar— agrego cuando
lo veo observándome un poco demasiado intensamente.

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—Eso es un alivio—dice entre dientes—. Eso sí, no te descargues de esa estática


usando mi camisa. Lleva puesto algo tuyo. Hay algo de ropa en el baño. Tengo
mierda que hacer.

Lo despacho con un gesto de la mano y camino por el pasillo, escuchando la


puerta lateral cerrarse de golpe detrás de él cuando regresa al exterior.

—Sí, sí, sí—mascullo para mí misma—. Nadie quiere llevar puesta tu mierda, de
todos modos.

Mentirosa.

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CAPÍTULO 19

WINTER

Mi cabello está sujeto sobre mi cabeza. Llevo puesta la camisa de Jinx. Estoy
bailando alrededor de la sala con Ariana Grande, un vaso de whisky escocés en una
mano, un plumero en la otra y un cigarrillo colgando de los labios. Así es como Jinx
me encuentra cuando vuelve después de un buen rato.

No tengo idea de cuánto tiempo ha estado allí. Cuánto tiempo me ha estado


observando. No podría haber sido más de un segundo o dos. Porque si ha estado allí
por más tiempo, me pregunto, ¿cómo mierda no lo había notado antes?

Podría ser la gran cantidad de alcohol circulando por mi organismo, lo que me


ha sobrecalentado. Sin embargo, lo dudo mucho. Puedo estar muy intoxicada, más
bien borracha como una cuba, pero incluso sobria me habría sentido caliente al
mirarlo. Teniendo en cuenta que está desnudo de la cintura para arriba. Respirando
agitadamente. Sudado. Los auriculares colgando alrededor del cuello. Sus brillantes
ojos, apenas visibles por debajo de sus pesados párpados, se mueven a la camisa que
estoy usando y se endurecen. No se oscurecen de lujuria como en los libros que he
leído. Pero se endurecen. Como si realmente no le gustara que la use. Como me ha
dicho muchas veces antes.

Demonios, tal vez realmente no le guste cuando sabe que no estoy planeando
escaparme de él. Tal vez a mí me gusta porque sé que si estoy usándola no puedo
huir. Y puede que sea esta camisa la que me hace sentir segura, sabiendo que si Caín
apareciera y me viera obligada a irme con él, Jinx aún podría encontrarme.

Estoy loca. ¿Desde cuándo quiero ayudar a este bastardo amenazante? A la


mierda sus ojos fríos. Su torva mirada. Mis pensamientos extraños. Tomo un sorbo
de whisky escocés que realmente no necesito y me muevo hacia las partes más
agradables de su cuerpo. Las gruesas venas que sobresalen de su musculoso cuello
debido a su reciente sesión de ejercicios Esa piel bronceada y tatuada estirada tensa
sobre sus abultados bíceps, tríceps y todos los putos ceps en sus brazos. Su pecho es

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una losa de granito. Su estómago es como piedra y sus abdominales cincelados. Una
suave película de vello oscuro baja, baja, baja y desaparece en sus pantalones
deportivos.

Ese maldito pantalón deportivo. Gris oscuro. De grueso algodón de alta


densidad de hilos. Una pequeña etiqueta de la marca en el bolsillo. Probablemente
sea jodidamente caro. Colgando tan bajo en sus caderas que se puede ver la V, que se
parece a una flecha. Y está señalando hacia esa gruesa polla presionando contra el
puto y caro pantalón, que incluso el grueso algodón de alta densidad de hilos no
pueden ocultar.

Él me espera a que lo mire a los ojos. Sin prisa, lo hago. Veo ese mismo calor que
estoy sintiendo allí. Pero las llamas del infierno no pueden estar ni cerca tan calientes
como mi coño está en este momento.

—Te gusto en tu camisa—digo, mis palabras claras, pero lentas.

—Odio cuando usas mi mierda.

Le disparo una perezosa sonrisa de borracha. Inclinando un poco la cabeza, bato


mis pestañas, meneándome como sé hacerlo.

—Tú me estás mirando como si quisieras comerme.

—¿Quieres que te coma, corazoncito? — Oh!!!, él está usando la voz ronca. Qué
cliché. Qué sexy. Lo jodidamente loco es que yo, una cutslut, una mujer que trabaja
sobre su espalda, pueda verse afectada por un tono de voz. Debe ser el alcohol.

—Sí. Pero no lo harás. —Le hago una mueca de burla.

Él levanta una ceja.

—Oh, ¿en serio?

Asintiendo con la cabeza ampulosamente, como la tonta borracha que soy, digo:

—Sí. Porque odias que use tu mierda. No me encuentras sexy cuando la estoy
usando.

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Niega con la cabeza y tiene una pequeña sonrisa en los labios mientras se acerca
lentamente con paso acechante. Sus movimientos son fluidos. Precisos. Confiados. Su
cuerpo es aún más grande ahora que está más cerca. Elevándose por encima mío.
Baja la mirada a mi débil forma.

Soy toda rodillas inestables y piernas temblorosas. Mi boca se abre. Soy un ciervo
encandilado por los faros. Voy a ser comida. Oh, Dios. Por favor, déjame ser comida.

—No me importa cuánto lo odio. No hay nada sobre esa camisa que vaya a
impedir que te devore. Así como ni el mismísimo Diablo puede evitar que te folle
hasta el puto olvido una vez que la camisa toque el suelo.

Hay una necesidad salvaje en su voz que es primitiva. Debajo de toda esa calma
es una bestia, rechinando los dientes. Furioso por liberarse de su jaula. Rugiendo,
yendo de un lado a otro y dejando saber a todo el mundo en la selva que él está aquí
y está a punto de follarme hasta la locura.

Él es el rey.

El león.

Yo soy la gacela.

No.

Ellas son graciosas.

Soy una torpe cebra.

O uno de esos bebés jirafas que tropiezan y caen de bruces en los primeros pasos
de su vida.

—Hueles bien—le susurro, entornando los párpados mientras lo huelo.

Me tambaleo.

Me atrapa del codo.

—Tenemos una conexión. La siento. —Respiro y suspiro.

Esa chispa.

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Esa electricidad.

Caliente contra mi piel.

Demasiado caliente.

Es más una vibración.

Un latido.

Pero está allí.

Sí.

Definitivamente tenemos una conexión.

—Es mi iPod, encanto.

Mi barbilla cae rápidamente, mi frente aterriza sobre su pecho caliente,


empapado en sudor. Parpadeo un par de veces hasta que mi cabeza deja de girar y
entrecierro los ojos sobre lo que está latiendo. Efectivamente, tiene un iPod blanco en
la mano. Pulsando con el pesado bajo de alguna canción de Metallica.

—Bueno, que me den—digo farfullando, tomando una profunda respiración y


soltándola.

La sensación de letargo que viene cuando estás borracha es un arma de doble


filo. Me encanta que mi mente se sienta liviana, pero odio que mis piernas se sientan
como puto concreto y se muevan a un ritmo muy lento. Como ahora, cuando tengo
que soltar sus brazos y mantener el equilibrio, así puedo enderezarme. Eso es una
mierda porque él se siente muy, muy bien en mis manos.

—¿Siempre bebes cuando limpias?—me pregunta, manteniendo su mano y el


iPod en mi codo cuando doy un paso lejos de él.

—Yo bebo todo el tiempo—digo con arrogancia—. Es lo que haces cuando estás
en prisión. Bueno, no en una de verdad, pero cuando te sientes como si estuvieras
viviendo en una. George lo puede decir mejor que yo.

—¿George?

127
Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—George Jones. La leyenda de la música country. —Agarro la botella de la mesa


y lleno el vaso hasta el borde. Sorprendentemente, lo hago sin derramar una sola
gota—. Pierce lo ama. Solíamos escuchar esa mierda sin parar cuando yo era niña. —
Riendo, levanto el vaso a mis labios—. Esa es una de las razones por las que me fui.

Sentada en el brazo del sofá, cruzo mis piernas y palmeo el almohadón junto a
mí.

—Siéntate. —Jinx espera unos segundos antes de tomar asiento. Cuando lo hace,
se sienta dos cojines alejado de mí. Lo miro y pongo los ojos en blanco. Pero no se da
cuenta. Está demasiado ocupado poniéndose una camiseta.

—¿Piensas que esa camiseta va a protegerte?—pregunto, señalando la camiseta


roja que ahora usa con las mangas arrancadas y media rasgada a los lados.

Me intimida con una mirada prometedora.

—No más que la que tú estás usando.

Tengo dificultades para respirar. Y por alguna razón, una fisión de nervios me
atraviesa. No estoy acostumbrada a esto. Sólo he follado con Caín y con las personas
que él me ordenó. Yo nunca he tenido que entablar una conversación sin que ambos
supiéramos cómo iba a terminar la noche.

—George Jones—dice, señalando el control remoto en mi mano.

—Sí, sí, sí. Estoy en eso. —Negando con la cabeza, murmuro a mi vaso—. Tan
malditamente impaciente. —Termino la bebida. Me sirvo otra, sonriendo con orgullo
cuando no derramo ni una sola gota.

Me toma un minuto encontrar la canción en la aplicación del súper Smart TV,


pero a la larga, “Still Doing Time” de George Jones se filtra a través de los altavoces.
La escuchamos en silencio. Él observándome. Yo observándolo. Y el televisor. Mi
vaso. El suelo. Mis uñas. El sofá.

—Así que vivir con Pierce te hizo sentir como si estuvieras purgando una
condena. —No es una pregunta. Es una afirmación. Un hecho.

128
Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Sí. No podía esperar a cumplir los dieciocho años. Para salir de debajo de su
maldito ojo vigilante. —Enciendo un cigarrillo, dándole a Jinx la oportunidad de
hacer comentarios. Cuando no los hace, continúo—. ¿Sabes que hizo averiguaciones
de antecedentes de todos mis amigos, de su familia y de los amigos de sus familias?
Sólo dos personas pasaron. Una chica llamada Natasha que vivía con su abuela de
ochenta años, tenía toque de queda a las seis e iba a la iglesia religiosamente. Ella
terminó graduándose en el segundo lugar de nuestra clase, se casó bien al salir de la
escuela secundaria y tenía tres hijos al llegar a los veintidós años.

Dando un sorbo a la bebida, recuerdo a Natasha y cómo Pierce siempre me decía


que debería parecerme más a ella. Ni sospechó que sus elogios hacia Natasha es lo
que finalmente la arruinó. Ella estaba enamorada de él y se casó con un hombre que
apenas conocía sólo para sacar a Pierce de su sangre.

—Dijiste que hubo dos.

—Lo hice. —Asintiendo con la cabeza lentamente, mis ojos se enfocan en la


lámpara al otro lado de la habitación—. Mia. Otra buena chica. Yo era una mala
influencia. Mi propio hermano lo dijo. Manteniéndome fiel a mi reputación, manché
su pequeña vida perfecta. La convencí de ir a una fiesta de la fraternidad en nuestro
tercer año. Nos emborrachamos. Sorteamos con una moneda para ver quién iba a
conducir hasta casa. Yo gané. Ella condujo. Tuvo un DUI.2 Y sus padres intentaron
demandar a Pierce diciendo que la forcé a que lo hiciese.

—¿Lo hiciste?

Sin mirarlo a los ojos, me encojo de hombros.

—Tal vez. —Apagando el cigarrillo, tengo mis ojos en el whisky escocés. Estoy
bastante segura de que soy una alcohólica. Estoy bien con eso. Saberlo es el primer
paso, ¿verdad? Correcto. Y ahora que lo he aceptado, tengo que celebrarlo. Además,
nadie escucha a George sobrio.

Me tomo un trago.

2
Conducción bajo la influencia del alcohol.

129
Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—¿Por qué huiste de Caín?—pregunta Jinx, justo cuando estoy a punto de tomar
un sorbo. Lo miro tratando de ver más allá de ese rostro estoico y averiguar lo que
realmente está sintiendo mientras me tomo dos largos tragos.

—Esta es la tercera vez que me preguntas eso.

—Quizás esta vez voy a obtener la verdad.

—La verdad. —Me río y me deslizo desde el brazo del sofá a los almohadones—.
Te he dicho varias veces que no estaba huyendo de Caín. Sin embargo, hay una razón
por la que mi hermano y tú están convencidos de que lo hice. Cualquiera que sea la
razón, deberías saber que la respuesta a tu pregunta es bastante obvia.

—No es así.

Guiñándole un ojo, lo señalo con el dedo.

—Pero tú tienes una teoría.

Sus labios se crisparon.

—La tengo.

—Probablemente es una estupidez.

—Probablemente. —Se encoge de hombros, inalterable alcanza la botella y se


sirve un par de dedos antes de reclinarse en el respaldo del sofá, apoyando el tobillo
en la rodilla y estirando su largo brazo en el respaldo.

Obligándome a centrarse en el tema y no en lo sexy que se ve, chasqueo los


dedos y agito mi mano en el aire.

—Bueno, oigámosla.

Él se queda pensando un momento, consumiendo poco a poco su whisky escocés


como yo.

—Tú dejaste San Diego para alejarte de Pierce. Pensando que el pasto era más
verde. Te enteraste que no lo era. Trataste de salirte. Y Caín no te dejó. Te amenazó
con Pierce. Supongo con algo como, “lo mataré si hablas con él”, o algo así.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Sonrío ante eso.

—Ni cerca—miento.

—Así que dime la verdad. —Es tentador, contarle todo. Pero estoy demasiado
borracha. Probablemente diré más de lo que debería.

—Algún día—ofrezco, agarrando mi vaso—. Pregúntame otra cosa.

Él parece sorprendido por eso.

—Está bien... digamos que sales de aquí y no vuelves a Caín. —Hace una pausa,
como para medir mi reacción. Cuando no ve ninguna, continúa—. Qué si por algún
puto milagro, y cuando digo milagro me refiero a caminar sobre el agua, escapas de
mí, ¿a dónde irías? ¿Qué vas a hacer cuando llegues allí? ¿Qué estás buscando? ¿Qué
es lo que quieres?

—¡Hombre!—me sulfuro—. Quién mierda eres, ¿el doctor Phil? Estaba pensando
que quizás me preguntarías algo así como mi color favorito.

—Soy un estudiante destacado.

—Ni una mierda lo eres—digo rechinando los dientes, encontrando el fondo de


mi vaso, una vez más seco—. Bueno, si no puedo volver con Caín... supongo que la
primera cosa que haría es encontrar una buena botella de whisky escocés. Un poco
de arena y agua. Emborracharme. Luego, tener sexo con alguien que no me deje
despertar en una cama fría.

Él levanta una ceja.

—¿Un compañero que te abrace?

—Sí. Un compañero que me abrace. Un tipo que me acurruque. Incluso podría


dejar que me bese con mal aliento por la mañana.

—Guau—dice, el humor bailando en sus ojos—. Te ha dado fuerte por ese tipo.
¿Él es tu cuento de hadas? ¿Tu felices para siempre?

Me encojo de hombros.

—Tal vez. Si él reúne todos los requisitos.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—¿Y qué requisitos debe cumplir este chico de tu sueño?

—¿Por qué tan curioso? —Meneo las cejas—. ¿Quieres ser el chico de mi sueño?

Con una sonrisa maliciosa en sus labios, niega con la cabeza.

—No hay una posibilidad en el infierno, encanto. No eres mi tipo.

—Ídem, idiota. Estoy segura de que tu tipo consiste en que sea una perra sumisa,
con una mente débil, que haga lo que se le dice, te alabe como si fueras algo
jodidamente especial y hornee galletas para el club.

—Diste en el clavo—dice, luchando contra una sonrisa—. Las mujeres como tú


son un gigantesco dolor en el culo.

—Tal vez para alguien como tú. Pero no para el chico de mi sueño. —
Acostándome, tiro de la manta en el respaldo del sofá y lucho para taparme.
Renunciando, la dejo para sentarse medio doblada sobre mis piernas y pongo mis
manos detrás de la cabeza—. A él le gusta un desafío—digo y mis palabras salen
amortiguadas por mi bostezo.

—Bueno, definitivamente conseguirá uno contigo.

—Cállate—le espeto, pero estoy sonriendo cuando lo miro. Él me devuelve la


sonrisa. Esa sonrisa genuina. La que se luce mejor en él—. También me permitirá
sostener el mando a distancia, masajeará mis pies y servirá mi whisky escocés.

—Suena como un maricón.

—Suena perfecto—murmuro, volviendo los ojos al cielorraso. Fijo la mirada allí


un momento. Mi cerebro nublado lentamente regresa a la pregunta original, ¿qué es
lo que quiero?

A la postre… ser libre.

Para asentarme en un lugar seguro.

Para tal vez un día encontrar a ese tipo de mi sueño.

Es ridículo, pero decido seguirle la corriente. Y tal vez a mi misma.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

—Quiero ir a un lugar donde nadie me conozca—comienzo, mis ojos se van


cerrando mientras me imagino el sol, el mar y una playa llena de extraños que no me
dan una segunda mirada—. Quiero beber un cóctel en un bar sin mirar por encima
del hombro o hacia abajo a mi reloj.

Volviéndome sobre mi lado, levanto las mantas hasta la barbilla y lo miro. Él me


está observando. Sin risa. Sin sonrisilla. Está serio. Atento. Interesado.

—¿Ese chico de tu sueño está allí?—me pregunta, su voz no es condescendiente,


sino más bien curiosa. Está obsesionado con el chico de mi sueño…

—Sí. Y él monta un scooter. No es una Harley. —Sus labios se crispan ante mis
palabras.

Me centro en un lugar al otro lado de la habitación, la mente yendo a la deriva de


nuevo a mi perfecto día.

—Él posee ropa de colores. No sólo negra. Lleva chanclas y pantalones cortos en
lugar de vaqueros y botas. Ningún casco para ocultar su rostro. Sin parche. Ningún
club al que responder. Ningún reglamento que seguir. Él es libre. Diferente. Él es
especial.

Mi voz cae y mis admisiones se vuelven más serias.

—A él le gusta sujetar mi mano. A veces me besa los dedos sin pensar. Incluso, ni
siquiera se da cuenta que lo está haciendo. Y cuando besa mis labios, sostiene mi cara
entre sus manos. Él controla el beso, pero no es feroz y duro. Es suave y apasionado.

—Quiero un hombre que me haga sentir querida... no su propiedad. Uno que me


quiera junto a él... no detrás de él. Que sepa cuándo necesito un abrazo y no pregunte
por qué, solo me abrace. Que escuche cuando hablo. Que no me diga que soy
estúpida. O ridícula. O que sin él, no soy nada.

—Quiero ver la puesta del sol en su regazo. Reír hasta la mañana. Brindar por un
nuevo día con un vaso de whisky escocés compartido. Bailar al ritmo de “Josephine”
de The Black Crowes. Hacer el amor. Dormirnos con el sonido de la respiración del
otro. Entonces despertar y volver a hacerlo todo de nuevo.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Mis ojos pesados han estado cerrados durante mucho tiempo y mi voz se ha
convertido en un susurro. He llegado demasiado lejos perdida en mi propio cuento
de hadas. Atrapada en la idea de algo que no existe. A medida que regreso del sueño
y caigo en la realidad, me doy cuenta y acepto que, aunque esta fantasía exista, nunca
sucederá para mí.

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CAPÍTULO 20

WINTER

— Caín... Por favor. Me estás asustando—lloro, tirando de las pesadas cadenas sujetas a
mis muñecas. Está oscuro aquí, en este sótano frío y húmedo. Caín lo llama el hoyo. El olor a
cobre de la sangre que impregna el aire es la evidencia de que no soy la primera persona que se
encuentra colgada y a su merced. Es su lugar favorito para estar. Donde pasa la mayor parte
de su tiempo. Él disfruta de esto, de lastimar a las personas.

—Deberías asustarte. —El aspecto siniestro en el rostro de Caín me quita el aliento.


Busco en los ojos algún tipo de remordimiento. Pero los oscuros ojos azul medianoche están
llenos de maldad. Nunca lo había visto tan enojado. El miedo me aprieta tan fuerte como las
ataduras que me sostienen, porque esto no es él sacándose conmigo su rabia con otra persona.
No. Esta vez, son mis acciones las que han causado su furia.

—No iba a decir nada, lo juro por Dios. —Es la verdad. No tenía intenciones de ver a
Pierce, mucho menos hablar con él. Pero Caín no se convence. Él sólo me mira con odio
hirviendo a fuego lento desde su asiento frente a mí. Un vaso de whisky escocés en una mano.
La otra cerrada en un puño apretado. En la penumbra, apenas puedo distinguir el parche en
su chaleco que advierte contra ocasiones como éstas: LOS ESPÍAS SON UNA RAZA EN
EXTINCIÓN.

Lamo mis labios, el sabor fuerte y picante de la sangre y las lágrimas saladas se mezclan
en la punta de la lengua. Él me había golpeado antes, pero siempre estaba disculpándose al
instante, abrazándome. Diciéndome lo mucho que lo sentía. Prometiendo no volver a hacerlo
jamás. Pero esta noche es diferente. Esta noche me temo que voy a necesitar más que solo unos
puntos de sutura para recuperarme de lo que ha planeado para mí.

—Ibas a dejarme. A regresar corriendo con él. A contarle mis planes.

—¡No! —lloro, negando con la cabeza de un lado al otro. Rogando para que él crea mi
siguiente mentira—. Sólo quería visitar a mi madre en su cumpleaños. Iba a volver.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—¡No me mientas!—escupe Caín y su silla aterriza violentamente en el hormigón


cuando se abalanza hacia mí. Me toma del cuello y aprieta. Me elevo sobre las puntas de los
pies, tratando de disminuir la presión que ejerce sobre mí. La punta de mi dedo gordo se
enreda en algo afilado y frío. Un desagüe de metal en el suelo de hormigón. Conveniente para
una fácil limpieza cuando haya terminado conmigo.

—No. Miento—me las arreglo para decir, mis lágrimas de culpa brotan de los ojos e
inundan su mano. Pude haber estado planeando visitar a mi madre, pero iba a ser una parada
rápida de camino a marcharme de la ciudad. Viéndolo así, sé que nunca seré capaz de decirle la
verdad. Voy a sostener la mentira acerca de visitar la tumba de mi madre en su cumpleaños
hasta que mi cuerpo frío y sin vida esté tendido en el suelo.

Él me abrasa con su mirada de furia. Me quema con ella, entonces me empapa con un
helado terror cuando promete:

—Voy a recordarte a quien le perteneces.

Estoy siendo girada de cara a una pared. Estoy jadeando. Mi pecho subiendo y bajando
mientras lucho para conseguir más oxígeno. Todo mi cuerpo está temblando de miedo por lo
que está por venir. Los labios entreabiertos. La boca moviéndose. Hablando. Rogando a Caín
que me deje ir. Que no me haga daño. Confesando un amor por él que no existe. Recordándole
que él me ama también. Se ríe de eso, un sonido demoníaco que me tiene casi perdiendo el
conocimiento del miedo.

—El amor no vale una mierda sin lealtad, perra.

El primer chasquido de la correa de cuero a través de mi culo lo escucho momentos antes


de que lo sienta. Lentamente, el dolor surge cuando la sangre corre hacia la zona afectada. El
segundo golpe se superpone al primero y es lo suficientemente fuerte para abrirme la piel. La
agonía es insoportable y grito al mismo tiempo que el tercer latigazo me golpea. Éste es más
fuerte que los dos primeros. Profundizando la herida. La sensación aparece más rápidamente.
La sangre fluye pesadamente. Sólo lo suficiente para gotear lentamente por mi culo, reunirse
en el pliegue debajo de éste, deslizarse sobre mis pantorrillas, formar un charco a mis pies y
desaparecer por el desagüe.

Escucho el zumbido familiar de la pistola para tatuar. Reprimo mi suspiro de alivio. Los
tatuajes los puedo manejar. En este momento, no importa lo que me tatúe en la piel.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Probablemente me arrepentiré de este pensamiento en el futuro. Pero en este momento, doy la


bienvenida a cualquier cosa que le impida seguir golpeándome.

—Pensé en marcarte con fuego—gruñe en mi oído—. Pero el olor de la carne quemada es


la única cosa que me provoca náuseas. Así que en vez de eso voy a tatuar de manera
permanente quién eres en tu espalda.

—Está bien—digo rápidamente, moqueando y asintiendo con la cabeza—. Voy a llevarlo.


Orgullosa. Te mostraré mi lealtad. Y-yo te la probaré.

—¿Qué hay de Pierce?—me pregunta, su voz engañosamente suave—. ¿Qué ocurrirá


dentro de unos meses cuando empieces a extrañar a tu hermano mayor?

Negando con la cabeza, expulso a la fuerza las palabras.

—No lo haré. Está muerto para mí. Soy tuya. Siempre.

Cerrando el puño en mi pelo, tira mi cabeza en un ángulo incómodo y doloroso. Grito,


mis ojos se llenan de lágrimas frescas y se derraman por el costado de mi piel siendo tirada con
tanta fuerza.

—Tú me perteneces—se enfurece, salpicándome la cara con la saliva—. Voy a


asegurarme de que nunca se te olvide.

Me suelta y le ordena a alguien comenzar. Estoy demasiado absorta por el dolor


palpitante en las sienes como para notar el pinchazo de la aguja en la espalda. Es
reconfortante, a pesar de la marca que dejará. El zumbido de la pistola y el lento goteo del
agua de las tuberías, en verdad podrían calmarme hasta adormecerme. Pero sé que si Caín
piensa que no estoy sufriendo, va a hacer algo peor. Así que me obligo a llorar y rogar,
fingiendo que es el perdón de Pierce lo que estoy pidiendo. No el de Cain.

Después de la primera letra, me da otros tres latigazos. El patrón continúa hasta que he
sido tatuada. Hasta que las grandes letras negras están grabadas en mi piel como si fueran el
parche de un chaleco.

Propiedad de Caín Malcovich.

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Veinticuatro letras. Tres latigazos por cada una. Cada vez en una parte diferente de mi
cuerpo. Mis piernas. Muslos. Estómago. Pecho. Incluso las plantas de los pies. En todas
partes, excepto mi espalda, que está reservada para su nombre. Para mi título.

Estoy consciente durante todo el tiempo. Mi cuerpo se niega a quebrarse. Cuento cada
chasquido de la correa. Diciendo el número en mi cabeza. Mi voz está demasiado ocupada con
mis gritos. Con mis súplicas que caen en oídos sordos. Pero sé que me escucha. Al igual que sé
que está disfrutando de esto. De provocarme dolor. De torturarme.

Se detiene sólo para recorrer los cortes con el dedo. La sal de su sudor me quema mientras
embadurna las finas líneas de sangre a través de mi cuerpo y mezclándolas con las gotas de
sudor en mi piel. Luego, sus labios están en mi oído. Diciendo mi nombre.

—Winter…

No, eso está mal. Él no me llama Winter. Sacudo la cabeza tratando de atravesar la niebla
en ella y escuchar mejor.

—Winter…

Algo no está bien. No es su voz. No es su toque. No es él llamándome por mi nombre.

—Winter. Vamos, cariño. Despiértate.

Abro los ojos, pestañeando para alejar las lágrimas y me encuentro a Jinx
mirándome fijamente. Su rostro está retorcido por la preocupación. Veo una rabia
hirviendo en sus ojos.

—Lo siento—jadeo, negando con la cabeza, diciéndole que no lo haga. Mi mente


está confusa, mientras permanece en ese espacio entre mi sueño y la realidad.

Su rabia se desvanece y esos brillantes ojos grises, tan diferentes de los azul
profundo de Cain, son tan reconfortantes como sus palabras.

—No te disculpes. Estás a salvo. Fue solo un sueño.

—No—le digo, con voz temblorosa. Mis labios estremeciéndose. Mis ojos llenos
de lágrimas—. No lo fue. —Su cara se relaja entendiendo mientras sus dedos se
mueven por mi espalda. Me pongo rígida en sus brazos. Estoy completamente
despierta. Diferenciando entre lo que es real y lo que está en mi cabeza.

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Kim Jones – Cutslut
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Estoy en el sofá. La manta está a mis pies. Mi suéter junto a ésta. Él está sentado
junto a mí, sus brazos a mi alrededor, obligándome a sentarme derecha. No
solamente a mi alrededor, sino sobre mí. Tocándome. Una mano me aparta el pelo
mojado y enmarañado de la cara. La otra mi camiseta que está empapada con mi
sudor.

—¿Qué te hizo?—pregunta Jinx, su pulgar moviéndose peligrosamente cerca de


la carne tatuada en mi espalda como si ya lo supiese.

—Detente—le digo atragantándome, tratando de apartarme de él.

Él desliza la mano al costado de mi cuello y sujeta mi nuca para mantenerme


quieta.

—Él hizo más que darte una cachetada cada tanto, ¿verdad?

—Sólo...detente. —Mis ojos vagan por la habitación para encontrar algo distinto
a él para enfocar la atención.

Sus manos se deslizan de mi espalda y cuello, pero no se aleja de mí. Mi cabeza


cae y clavo los ojos en mis manos sobre mi regazo. Trato de aclarar mis pensamientos
y controlar mis emociones.

—Quiero tomar un baño. —No estoy pidiendo permiso, le estoy diciendo que
necesito espacio, alejándolo de la manera más agradable que sé.

Él debe haberse dado cuenta porque asiente con la cabeza y se para,


ofreciéndome su mano mientras aparto de una patada las mantas a mis pies. La
acepto y absorbo el consuelo de su piel fresca aunque no debería. Este hombre me
está descifrando. Consuelo es la última cosa que debería sentir de él.

Sin soltar su agarre, me conduce por el pasillo y se detiene frente a la puerta


cerrada. Sólo que ahora no está cerrada con llave y la abre con un empujón antes de
hacerme entrar detrás de él.

Estoy demasiado absorta en mis pensamientos para realmente prestar atención a


mi entorno. Todo parece gris. Borroso. Poco importante.

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Kim Jones – Cutslut
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—Te daré algo de ropa—dice Jinx, soltando mi mano y cerrando la puerta detrás
de él.

Apenas noto que el baño en el que estoy es muy amplio. Que la bañera es enorme
y ya se está llenando con agua caliente. El aroma de la granada, mi favorito, junto con
las luces bajas y el vapor incipiente me deberían calmar. Pero no es calma lo que
siento. Es derrota.

Me quito la ropa, desechándola en el suelo. Entonces entro en la bañera. Estoy


entumecida en el agua caliente que se arremolina a mi alrededor. Las sales de baño
granuladas están debajo mío. Levanto las rodillas y apoyo la mejilla sobre ellas.
Envolviendo mis brazos alrededor de mis piernas, expongo mi espalda. Mi pasado.
Mi marca. Completamente indiferente. Nada importa ahora. ¿A quién le importa si
Jinx lo sabe? O Pierce o cualquier otra persona. No cambiará nada.

¿Lo hará?

Por supuesto que lo hará. Sería estúpido pensar lo contrario. Y el cambio


inevitable que se avecina tiene lágrimas derramándose de mis ojos.

Probablemente Jinx está llamando a Pierce en este momento, contándole de mi


pesadilla. Lo que ha descubierto. Haciéndole saber que lo que habían pensado de mí,
podría no ser del todo cierto. Que tal vez el quedarme con Caín no era una elección,
sino un acto de supervivencia.

Mi relación con mi hermano cambiará. Me convertiré en una víctima. Él se


indignará. La sangre se derramará. Las personas sufrirán, y se perderán vidas. ¿Y por
qué? ¿Por respeto? ¿Orgullo? ¿Por mí? No importa cuál nombre tenga tatuado en mi
piel debajo de las palabras “Propiedad de”. Mientras viva, voy a pertenecerle a
alguien. Esa es la vida en un MC. Es un mundo de hombres. Y si tú tienes la mala
suerte de nacer o ser arrastrada a ella, entonces siempre te recordarán cuál es tu
lugar. Tu rol. Tu título.

Propiedad.

Hermana menor. Cutslut. Dama. Puta. Madre. Transitas por ahí. Eres un ratón
doméstico. Todas tenemos algo en común. Estamos por debajo de un hombre. No por
encima. No somos iguales. Siempre por debajo. A algunas mujeres la excita la idea de

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un hombre yendo a la guerra por ella. Expresando su lealtad. Dispuesto a morir por
ella. Matar por ella. Desatar el infierno a cualquiera que la agravie. Estas mujeres son
unas egoístas. No hay nada bueno en la pérdida de un ser querido. Ellos no mueren
con honor, sabiendo que sacrificaron su vida vengando la pérdida de respeto de una
mujer.

Ellos simplemente se mueren.

Conozco a mi hermano. Él permitirá que la culpa de los últimos seis años lo


carcoma. Ésta asumirá el control de su vida. Consumirá su mente. Crecerá hasta
enfurecerlo. Se sentirá inútil. Menos hombre. Más como un cobarde. Él tomará
represalias contra de Cain.

Conozco el club de mi hermano. Su credo. Los estatutos. Las creencias. Seguirán


a mi hermano a las fosas del infierno, porque eso es lo que haces en una hermandad.
Te haces cargo. Luchas. Matas. Mueres. La lealtad no conoce límites. No tiene
conciencia. El respeto se gana. Nunca es olvidado. Para los Devil´s Renegades, la
venganza es el aire. Y todos ellos tienen que respirar.

Cierro el grifo y me recuesto, derramando agua sobre el suelo. Floto en el agua y


miro al cielorraso. Minutos después, escucho el sonido sordo de alguien golpeando la
puerta. No contesto. Jinx me llama por mi nombre. Tampoco contesto. Cuando
camina a través de la puerta, saco los ojos del cielorraso y lo miro. Preguntándome si
es en su tumba junto a la que estaré parada una vez que la guerra haya terminado. O
él va a estar de pie junto a mí, pala en mano, esperando su turno para lanzar un poco
de tierra sobre la tumba de alguien más. La de Pierce tal vez.

Las lágrimas empañan mi visión. Él no es nada más que una forma difusa
cuando cruza el suelo hacia mí.

—¿Por qué estás llorando?—me pregunta. Una pregunta tan simple. Una
respuesta tan compleja. Una que simplemente no tengo la energía para explicarle.
Así que me quedo en silencio.

Empieza a salir, sus botas chapoteando en el agua y recordándome el sonido que


hizo mi mano cuando lo abofeteé. Sin embargo, él nunca me devolvió la bofetada, a
pesar que me la merecía. Porque no es Cain. No es malo. Es bueno. Y este tira y afloja
de mierda ocurriendo entre mí y los dos clubes será el comienzo de un efecto dominó

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de cosas terribles en su futuro cercano. Cosas que, al igual que Pierce, él no se


merece.

Sentándome en la bañera, lo llamo.

—¿Le contaste?—pregunto con voz rasposa.

—¿A quién?

—A Pierce. Sobre la pesadilla. Sobre lo que pasó. ¿Qué dijo?

—Nada—dice y esos ojos brillantes están tan vacíos como siempre.

—¿Nada? ¿Por qué no diría nada?—susurro, más para mí que para Jinx.

Estoy desmenuzando el silencio de Pierce. Analizándolo desde todos los ángulos.


Me pregunto si está respondiendo con rabia silenciosa, o remordimiento silencioso.
Entonces Jinx habla de nuevo. Y sus palabras cambian absolutamente todo.

—Porque no se lo dije.

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CAPÍTULO 21

JINX

Winter ha estado aquí dos semanas. Eso son trescientos treinta y seis horas que
he pasado a solas con ella. Todos los días desafía mi paciencia. Prueba mi voluntad.
Me empuja a un punto que me deja con ganas de estrangularla o follarla o ambas
cosas al mismo tiempo. Pero hasta esta noche, he logrado mantener mi mierda junta.

Puedo manejar que huya. Puedo aceptar que está al límite de ser una alcohólica.
Puedo hacerle frente a su actitud. Infierno, incluso he tenido éxito en no estallar
como un fusible cuando la veo con mi camisa, o cuando la vi bailando, limpiando y
cantando con ella. Pero sus aterrorizados, escalofriantes y espantosos gritos… no
puedo manejar esa mierda.

Yo estaba afuera cuando los oí. Casi me rompo el maldito cuello de mierda
atravesando la puerta como un lunático, dispuesto a matar a quien o lo que la estaba
aterrorizando. Porque un grito como ese, como nunca he oído, no sucede
simplemente porque alguien estaba herido, enojado o ha tenido un mal sueño. Se
trataba de una persona en peligro inminente. Era un grito de piedad durante una
tortura demasiado atroz para que la mente humana la comprenda.

Cuando la encontré todavía en el sofá, me sentí aliviado, pero sólo por un


momento. Verla mover las piernas, cubierta de sudor, observar su cuerpo
estremecerse con guturales sollozos... fue como si alguien hubiera metido la mano en
mi pecho y directamente arrancado la vida de mi puto corazón.

La agarré. Tratando de sacudirla para que se despertara. Ella me rogó, a mí, o a


alguien, que se detuviese. Ante ese sonido, ya no me sentí destrozado. Sentí rabia.
Una rabia ardiente, furiosa, lista-para-arrancarle-a-ese-hijo-de-puta-el-bazo-por-la-
garganta. Quería matar al hombre responsable de esto. Incluso si sólo existía en sus
pesadillas.

Ella finalmente se recobró de eso. Abrió esos grandes ojos verdes y los volvió
hacia mí. Estaban llenos de un temor primitivo. Algo que nunca había visto en ella.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Mientras trataba de asegurarle que estaba bien, ella luchaba por respirar. Por
calmarse. Le tomó un minuto disipar la niebla que le enturbiaba la mente. Sólo
entonces pareció entender que lo que acababa de experimentar había sido sólo un
sueño. Aunque algo me dice que si bien podría haber sido un sueño esta vez, no
siempre lo fue.

Mi primer impulso fue llamar a Pierce. Explicarle la mierda que pasó y ver si
podía ayudarme a averiguar lo que ella se negaba a decir. El problema con Pierce es
que él no sabe cómo hablar con Winter. Su orgullo no le permitirá ser el hombre que
una vez fue con ella. Él se preocupa por ella. La ama. Pero sólo consigo ver al hombre
destrozado en que la situación de ella lo convirtió. Con ella, él sólo arremete. Entre
ellos dos, es como una batalla para ver quién puede hacerle más daño a quien.

Mientras Winter estaba en el baño, iba y venía, mi dedo suspendido sobre la


pantalla del teléfono. Esto es algo que él querría saber. Algo por lo que va a estar
enojado que no le contase. Me he decidido, él va a tener que estar enojado.

Cualquier cosa que sea lo que ella está escondiendo, es monumental. Hay una
razón para que lo esté escondiendo de Pierce. Mi instinto me dice que es lo mejor. Y
ésta es la primera vez que mi intestino se ha puesto del lado de alguien que no era un
hermano.

Así que ahora estoy ocultando algo a uno de los míos. El precio por mi traición
no será barato. Tendrá que me decirme sus secretos por mucho que no quiera. Así
tenga que atarla durante días o abrir esos lindos labios rosados con una palanca,
tengo la intención de obtener la verdad de ella de cualquier forma que pueda. Incluso
si tengo que quebrarla para conseguirlo.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 22

WINTER

Él no se lo dijo…
Doy vueltas a la pregunta de por qué, una y otra vez en mi cabeza mientras sin
pensar me refriego la piel. Lavo mi cabello. Vacío la bañera. Me seco. Me cepillo el
pelo. Limpio el agua del suelo. Hasta que finalmente, la anticipación saca lo mejor de
mí. Y en nada más que con una toalla, salgo por la puerta y entro en el dormitorio,
notándolo por primera vez.

Es mucho más lindo que en el que me he estado alojando. Más grande también.
Una cama de tamaño King Size en el centro de la habitación con mesitas de noche a
cada lado. Hay una sala de estar a la izquierda, con un mullido sofá similar al de la
sala principal, colocado en frente de una chimenea de gas que está encendida y
brillando con un color naranja intenso. Una fila de libros están en la parte superior de
la misma y un televisor de pantalla plana está ubicado por encima de ella. También
hay un aparador macizo, una cómoda, un vestidor enorme y el cuarto de baño.

Jinx está de pie junto a la cama. Observándome con una expresión cautelosa. Los
brazos a los costados. El pecho desnudo. Hermoso. Decorado con tatuajes. Los
músculos esculpidos. Su cabeza está sin gorrito o gorra. Es la primera vez que le veo
el pelo, es corto a los costados y largo en la parte superior. Esta peinado hacia atrás al
estilo clásico y sexy de James Dean.

Tragando saliva, me centro en la nariz. Es la cosa menos atractiva de su cara sólo


porque es una nariz.

—¿Dijiste que no le contaste a Pierce? —Él asiente con la cabeza—. ¿Por qué?

Me estudia un minuto antes de contestar.

—Porque todavía no sé muy bien lo que estás ocultando. E incluso si lo supiese,


no es mi secreto para contar.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

Sigo subestimando a este hombre y él me sigue sorprendiendo. Dejándome


anonada con sus respuestas que no coinciden con las de un hombre dedicado a su
club. Tal vez por eso es un motero solitario, un nómada. Porque él va de sección en
sección y se niega a echar raíces en algún lugar. Debido a que con eso viene la
responsabilidad. Un nivel completamente más profundo de compromiso. Por no
hablar de la vulnerabilidad.

Cualesquiera sean sus razones para ser diferente, lo respeto aún más por ello. Es
lo que me hace confiar más en él. Verlo como una persona, no un miembro del club.
O un hermano. U otro potencial hombre dispuesto a reclamarme como propia.
Indicarme lo que debería usar. Con quién debería pasar el tiempo. Como debería
llamarlo.

—Si me miras lo suficientemente cerca, encontrarás cicatrices por todo mi


cuerpo—digo, rehusándome a preguntarme por qué me estoy abriendo a él—. La
mayoría de ellas son pequeñas. No más grande que un centímetro o dos. No más que
una diminuta línea blanca, una pequeña mella o un cordón de carne levantado.
Algunas están escondidas debajo de las letras. Algunas están a plena vista. Recuerdo
cómo obtuve cada una de ellos. Las fechas y los horarios, también. ¿Es extraño?

—No—dice con voz suave como una pluma. Acariciándome. Alentándome a


continuar. El hombre debería ser un psiquiatra, porque estoy con ganas de decirle
todo. Mi única ansiedad viene de saber que debería utilizar esto en beneficio mío. Y
decidir qué haré.

Me revelaré ante él una capa a la vez. Haré que piense que me está quebrando.
Que se está metiendo en mi cabeza. Luego, cuando menos lo espere, haré mi movida.
Escaparé. Al final, ambos conseguiremos algo. Yo me escaparé. Tal vez pueda evitar
un derramamiento de sangre entre los Devil´s Renegades y Madness. Y Jinx tendrá un
nuevo recordatorio de por qué es peligroso acercarse a alguien.

—Voy a mostrarte algo que no estoy preparada para que otras personas en tu
mundo vean. No porque me de vergüenza, sino porque nada bueno puede salir si lo
saben.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—¿Entonces por qué me lo muestras?—me pregunta, sobresaltándome. Había


asumido que estaría deseoso de escuchar lo que tenía que decir. Antes de que pueda
refrenarme, le estoy diciendo la verdadera razón cuando debería estar mintiendo.

—Porque confío en ti. —Mi boca se cierra de golpe, pero es demasiado tarde. He
hablado. Él ha escuchado.

No me gusta la forma en la que decirle esto me está haciendo sentir. Eso no es


parte del plan. Sin embargo, alguna profunda reacción tira de mi corazón. Tensando
mi pecho. Es extraño. Y es como si fuese una clase de amistad. Eso creo. Infiernos, no
he tenido amigos en tanto tiempo que no puedo recordar lo que se siente.

Aclarando mi voz, rápidamente agrego:

—Y quiero evitar algunas reacciones de sorpresa en el futuro. Teniendo en


cuenta que estamos constantemente juntos y que no respetas mi privacidad.

Su silencio llena la habitación. Se ve tan impávido como siempre. Como si le


importara una mierda lo que vaya a decir o lo que yo vaya a mostrarle. Una parte de
mí cree que es una fachada. Especialmente por la tensión en su voz cuando dice:

—Muy bien.

Lamo mis labios, sin perderme sus ojos que rompen con mi mirada y bajan a mi
boca. Espero a que nuestras miradas se reúnan de nuevo antes de hablar.

—Una vez le hice algo a Cain, que le hizo cuestionarse mi lealtad. Pensó que
había olvidado mi lugar. Así que hizo algo para recordarme, a mí y a todo el mundo
con quien me compartía, quién era yo y a quién pertenecía.

Estoy nerviosa. Nerviosa por su reacción. Por mi reacción. Nerviosa que esto
vaya a cambiar las cosas entre nosotros. Que su deseo mutará a desagrado. Que
nuestra innegable atracción sexual se rompa. Estas cosas no deberían importarme.
Pero lo hacen.

—Todos tenemos cicatrices, Winter—dice, en voz baja—. El hecho de que no


estén en la superficie, no significa que no existan.

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Dejo caer la cabeza. Incapaz de mirarlo mientras todas esas emociones están
pasando a través mío. Emociones que no he sentido en mucho tiempo, y que incluso
con algunas sencillas palabras, él las puede traer a la superficie.

Mi respiración es pesada. Mi corazón se esfuerza para controlar mi emoción.


Parpadeo rápidamente para contener las lágrimas. No me voy a quebrar. Me niego.
Tuve mi primer momento de debilidad en el bosque. Mi segundo en la bañera. Él fue
testigo de ambos. No puedo consentir que suceda de nuevo. Tengo que ser fuerte.
Independiente. Terca, miserable y más problemática de lo que valgo.

Si soy vulnerable, él querrá protegerme. Si ve que soy débil, mostrará su fibra. El


plan era hacerle creer que me estaba rindiendo. No que realmente lo estuviese
haciendo. Mi acto estaba destinado a ser una tapadera. No se suponía que se sintiera
así. Pero se siente.

Ni siquiera soy consciente de que está de pie delante de mí hasta que él acuna mi
cara entre sus manos. Luego me besa. Suavemente. Apasionadamente.
Reverentemente. Esas grandes palmas cálidas y suaves contra mi piel. Me apodero
de su boca. No posesiva, sino con controlada ternura.

Él presiona los labios en cada comisura de mi boca antes de alejarse lo suficiente


para mirarme. Sus manos todavía me mantienen en el lugar mientras me inmoviliza
con la mirada.

—No soy el chico de tu sueño—dice, y espera un momento para que yo pueda


absorber eso antes de continuar—. No soy tu cuento de hadas o tu felices para
siempre. No soy un monstruo, pero tampoco un buen hombre. No te enamores de
mí, Winter. Sólo estarás perdiendo tu tiempo.

Sus palabras son dichas con convicción. Sus ojos están llenos de determinación.
Ellos van de un lado a otro de su cabeza, buscando comprensión en los míos. Él no
encontrará nada menos.

—Ídem—digo y respiro, necesitando esto. A él. Una escapada de esta realidad de


mierda que es mi vida. No necesito un felices para siempre. Sólo una pequeña
muestra del escurridizo cuento de hadas es más que suficiente.

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Kim Jones – Cutslut
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Dos segundos más tarde, sus labios encuentran los míos de nuevo en esa misma
manera caliente y amorosa. Esto es cómo me imaginaba que sería. Pero no con él, con
mi chico del sueño, alguien que claramente él no es o que no tiene la intención de ser.
No es que me importe. Podría besar bien, pero todo lo demás sobre él, es justo lo que
no estoy buscando.

El club.

El parche.

La posesividad.

Él no siendo un buen hombre.

Pero me voy a permitir esto, un beso. Incluso me permitiré perderme en ello.


Absorbida por eso. Puedo ser devorada sin ser poseída. Y absolutamente sin
enamorarse.

Con una mano rodeando mi cintura, me alza y me lleva a la cama, manteniendo


la palma de su gran mano acunando mi cara. Él tira de una cuerda que cuelga baja,
unida a la luz del ventilador de techo e inunda la habitación en completa oscuridad,
sin saberlo, haciendo esto mucho mejor para mí.

En la oscuridad, no siento la ansiedad que viene de saber que él puede ver todo
de mí. Mis cicatrices. Mi marca. Mi abrumadora emoción. Puedo ser cualquiera. Él
puede ser cualquiera. O ambos podemos ser nadie. Los personajes de un libro, tal vez
atrapados en la magia del momento.

Cubriendo su cuerpo con el mío, él me empuja sobre mi espalda y me da un beso


más suave que antes, pero igual de concienzudo. Su lengua deslizándose
perezosamente a lo largo de la mía. Su boca sofocando todos mis gemidos. Las
manos en mi cara me sostienen con dulzura.

En los momentos que siguen, todo sucede casi en un borrón. Un sueño. Se siente
demasiado bien. También correcto. Demasiado como dos almas siendo
voluntariamente involucradas en algo tan místico.

Su boca se separa de la mía depositando un sendero de pequeños besos a lo largo


de mi mandíbula. Entonces sus manos están abriendo mi toalla. Acariciando la piel

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caliente debajo de ella. Deslizándola hasta el vértice de mis muslos y rozando mi


coño, me examina. Asegurándose que estoy mojada. Lista. La evidencia está en sus
dedos. En su boca. Él gime en aprobación.

Se pone de pie. Escucho el sonido de un cajón que se abre. Que se cierra. El


desgarro del papel de aluminio. Siento hundirse el colchón. Su cuerpo desnudo.
Caliente. Entre mis piernas. Sus labios en mis labios. Su lengua en la mía.
Hambriento, pero contenido.

Una mano acuna mi cabeza. La otra se desliza por mi costado. Por mi cadera. Mi
muslo. Me agarra por debajo de la rodilla. La levanta. Entonces está dentro mío. Se
introduce lentamente. Con estocadas largas, deliciosas, meticulosas, que lo llevan
bien adentro. Entonces, se retira casi por completo, entrando nuevamente y yendo
imposiblemente más profundo. Sigue. Y sigue. Y sigue.

Levanto las caderas para encontrarme con las de él. Mis manos en sus hombros.
En su cuello. Los acercan a mí. Mi respiración entrecortada. La boca aceptando sus
besos perezosos e interminables. El cuerpo enroscado tenso. El voltaje es casi
insoportable. No sólo por mi orgasmo inminente, sino por algo más. Más grande.
Espeluznante. Amenazando con destruirme si se rompe.

El miedo me tiene retrocediendo. Rechazando la cima que está tan cerca. Sea lo
que sea que esté tan fuertemente reprimido, me atormenta. Tengo miedo de lo que
es. De lo que no es. De lo que me hará. De lo que revelará. De lo que Jinx vaya a
pensar cuando lo haga.

—Dámelo, Winter.

Niego enérgicamente con la cabeza. Mis ojos se mantienen fuertemente cerrados.


No puedo. Estoy asustada. Excesivamente consciente del dolor desplomándose en mi
pecho. El tipo de dolor que tienes cuando escuchas una mala noticia. O eres testigo
de algo terrible. También soy consciente de los fuertes brazos que me rodean. Un
pecho duro no encima, sino debajo mío. El cálido aliento en mi mejilla. Los labios en
mi oído. Y las palabras más suaves viniendo de la voz más amable que he oído en mi
vida.

—Tranquila, encanto. Estás a salvo—me promete Jinx. Es entonces cuando me


doy cuenta de que estoy llorando. Pero no tengo ni idea de por qué.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

—N-no soy yo. Algo está mal— lloro, negando con la cabeza. Saliéndome de su
abrazo. Me siento en su regazo. A horcajadas de su cintura. Sintiéndolo duro contra
mí.

Sexo.

Es algo que puedo controlar. Algo lo suficientemente potente como para opacar
este... frustrante maldito sentimiento que no puedo descifrar. Lo necesito. La
construcción… la anticipación... el orgasmo… Dios el orgasmo. Tengo que tenerlo.
Ahora.

Empuñando su pene en mi mano, aprieto duro. Rechifla entre dientes, pero no


hace ningún movimiento para detenerme. Él sólo se pone más grueso en mi mano.
Su piel suave, cálida y mojada con restos de mi excitación, la perla de semen saliendo
de la punta de su polla poniendo de manifiesto la excitación de él, y mis indignantes
lágrimas que se filtran continuamente de mis ojos.

Su gemido es gutural cuando levanto mis caderas y me siento encima de su


polla, enterrándola hasta la empuñadura dentro mío. Llorisqueo a través de la pizca
de dolor. Gimo por la lenta propagación de mi excitación mientras él se tensa dentro
mío. Grito de éxtasis mientras tomo todo lo que puedo de él. Montándolo duro.
Despiadadamente. Egoístamente. Absorbiendo el cosquilleo de placer que proviene
del contacto que hace mi clítoris que cada vez que entierro su miembro en mi
interior.

Mis uñas se clavan en su estómago. Giro las caderas. Me meneo. Buscando la


liberación de mi cuerpo. De mi mente. Y una vez más, el miedo a esa sensación de
caída libre no me deja encontrarla. La parte de mí que lo desea se deja dominar por la
otra parte que tiene miedo.

Suelto gritos de frustración. Pero se interrumpen cuando él se sienta. Cubre su


boca con la mía. Acuna mi cara. Me besa. Me obliga a reducir la velocidad. A sentir.
Pero yo no quiero sentir. No esto. No estas emociones. Quiero follar.

Quiero que elimine follando esta sensación dentro de mí.

Quiero follar duro.

Follar hasta perder la razón.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

Que me folle hasta el maldito olvido como una vez prometió que haría.

Soy lanzada sobre mi espalda. Nuestro beso es roto. Su polla todavía está dentro
de mí. Se está moviendo. Más fuerte. Más duro que antes. Mi mente se despeja
centrada en una sola cosa. Mi orgasmo. Y éste se construye rápidamente.
Quitándome el aliento. Distorsionando los pensamientos. Me elevo a nuevas alturas.
Pero el temor atraviesa la bruma y nuevamente me desplomo, aterrizando sobre
rocas dentadas.

—Deja de contenerte—dice, todavía duro y pesado dentro mío. Él no me da


tiempo para responder.

Sale de mi cuerpo y sustituye su polla por su lengua, Me empala antes de lamer


todo el recorrido hasta mi clítoris y chupar con fuerza. Mi espalda se arquea. Grito.
La tortura en una mezcla de dolor y placer.

Dos dedos se sumergen fácilmente dentro de mi coño. El bombea dentro y fuera


varias veces antes de extender la humedad a mi culo, lubricando el apretado agujero
mientras su lengua acaricia mi clítoris con la presión suficiente para que me retuerza.

La punta de su dedo empuja dentro de mí. Al no encontrar resistencia, lo hunde


más allá hasta que su dedo folla mi culo muy lentamente mientras su lengua hace
círculos en mi clítoris. Me voy sobrexcitando. Mi anticipación aumenta. Él toca todos
los lugares olvidados que hacen que un orgasmo sea mucho más fascinante.
Entonces, se detiene.

—De rodillas, cariño—me instruye con voz tranquila como si él tuviese todo el
control del mundo.

Me esfuerzo por ponerme de rodillas. Mis gritos ahora son un sollozo. Mi mente
está perpleja por la razón, estoy quebrada. Yo sé por qué estoy quebrada, sólo que no
sé por qué ahora. En este momento. Cuando debería estar ganando, estoy fallando.
¿Podría ser la pesadilla? ¿Fue eso un disparador? Qué acerca de la bondad de Jinx. Su
demostración de afecto. ¿Es eso un disparador también?

Los pensamientos escapan cuando sus manos separan mis nalgas. Su lengua
presiona contra el apretado anillo, lamiendo, haciendo círculos y consiguiendo que

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

los dedos de mis manos y pies se enrosquen en las sábanas. Algo tan prohibido no
debería sentirse tan bien. Pero lo hace.

Millones de pequeñas chispas se encienden dentro mío. Disparando un shock de


electrizante placer a cada nervio. La sangre corre por mis venas de manera ardiente.
Haciendo que todos los sitios del pulso latan con fuerza contra mi piel. Estoy tan
cerca…

Elevándose, él me pasa la mano por la espalda. Mi cuerpo se estremece por su


toque. Por el tormento, los sollozos, los moqueos incontrolables y los gritos que no
tienen lugar en un momento como éste.

—Shh—me tranquiliza, sus manos deteniéndose finalmente en mis caderas. La


gruesa punta de su polla se centra en mi culo, presionando contra el tenso agujero—.
Relájate y empuja en mi contra.

Hago lo que dice. Sabiendo que ésta es la mejor manera de aliviar cualquier
malestar. Recordando todas las formas en que me enseñé a hacerle frente al dolor. A
la vergüenza. A los años de indeseadas relaciones sexuales y atención, y a la agonía
que venía con eso.

Él se quedó inmóvil detrás de mí, pero sus manos vagan por mi espalda. Mis
costados. Confortándome. Calmándome.

—Deja de pensar y relájate—me dice, increíblemente hábil y controlado teniendo


en cuenta que su polla está a medias dentro de mí.

Inspiro entrecortadamente, exhalo lentamente y con mi próxima respiración, está


enterrado dentro de mí. El calor de su vientre contra mi culo. Su pene firmemente
asegurado, instalado dentro de mi culo. Llenándome. Casi abrumándome. Causando
que una sensación de hormigueo revolotee en lo profundo de mi ingle.

Él aprieta sus manos en mi nuca y aplica un poco de presión, animándome a


colocar la cabeza sobre la almohada. Mi culo se eleva ligeramente con el movimiento.
Grito en mi almohada cuando sus dedos comienzan a hacer rítmicos círculos sobre
mi clítoris.

Me folla el culo con tanta practicada paciencia como hace todo lo demás.
Dejándome sentir todo. Experimentar la sensualidad de eso. No me habla. No

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

cuestiona mis lágrimas. No me pregunta si estoy físicamente bien, y sé porque es,


porque si no lo estuviese, él lo sabría sin que yo se lo dijera.

Me empuja sobre el borde tantas veces que pierdo la cuenta. Cada una es peor
que el anterior. Trato de moverme contra él. De tocarme. De obligarlo a darme la
liberación que estoy segura que esta vez llegará. Pero mi fuerza no es rival para la de
él, fácilmente me detiene en cada intento. Como si yo creyera que estoy lista, y él
supiera que no lo estoy.

Estoy sollozando en voz alta. Gritando. Suplicando. Gimoteando. Queriendo que


haga algo más que llevarme a la cima. Pero él es implacable. Me da un indescriptible
placer, pero nunca parece que sea suficiente. Estoy en la cima otra vez. Sus
movimientos se han vuelto más salvaje. Estoy segura de que éste es el momento. La
explosión por la que ha pasado tanto tiempo excitándome.

Entonces él se queda inmóvil dentro mío, llenándome con calientes chorros de


semen que tienen su polla palpitando con cada ráfaga. Sus dedos se han detenido
también, dejándome insatisfecha y sufriendo.

—Por favor—le ruego, mi mente de nuevo recordando todas las noches que me
dejaron con las ganas. Sintiéndome utilizada y abandonada—. Lo necesito. Jinx, lo
necesito.

—Shhh—dice, haciéndome rodar sobre mi espalda. Cayendo entre mis piernas,


besa mi cuello. Mi pecho. Lame mis pezones. Mi vientre. Extendiéndome bien las
rodillas. Me devora con su boca.

Exploto a su alrededor. La explosión repentina la puedo sentir en cada


extremidad. En cada nervio. En cada puto folículo piloso de mi cuerpo. Es el mejor
orgasmo que jamás he tenido. La mejor liberación que jamás he sentido. El momento
más eufórico, gratificante y apasionante que he experimentado jamás. Y es
interminable.

He oído hablar de orgasmos múltiples. He experimentado un par en mi vida.


Pero esto es diferente. Más grande. Más maravilloso. Un aumento constante de
infinito placer por las nubes que es tan espectacular que da miedo.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

El nudo en mi pecho se afloja. La tensión en mi cuerpo se relaja. Me siento como


si estuviera flotando en el aire. Esto es extraño para mí, estar tan relajada. Estoy
saciada. Completa. El descenso a la realidad se produce a un ritmo lento, una
completa contradicción con respecto a todo lo que he estado sintiendo. Y sé que mi
mente no me permitirá un momento más de respiro. Se niega a mi estado de paz y
permite que todos los demonios en mi vida levanten sus cabezas y reemplacen el
hermoso momento que acabo de tener con algo pungente.

Mientras me dejo llevar por mi ilusión, la verdad de mi sufrimiento se revela.


Estoy rota. Destrozada. Desarmada. Incurable. El conocimiento no es nuevo para mí,
pero duele más ahora. Porque por primera vez en seis años, me he dado cuenta de
ello sin Caín o sus acciones para recordármelo.

La cama ahora está fría. La ausencia de Jinx deja mi cuerpo tiritando y mi espíritu
desolado. Pero antes de que pueda procesar el por qué, él está de regreso. Me separa
las rodillas con sus manos, haciéndome gemir en señal de protesta porque no puedo.
No otra vez. No esta noche.

—Silencio, cariño. Sólo te voy a limpiar. —Y lo hace. Alzando mis piernas. Me


abre. Me sobresalto cuando coloca algo cálido, húmedo y suave contra la carne
tierna, sintiendo el dolor ahora que el placer se ha aquietado.

Su sostén está allí. Sin decir una palabra me acaricia el vientre con el pulgar
mientras su semen caliente sale a raudales de mí. Entonces él me sostiene contra su
pecho. Envolviéndome en su calor. Cubriéndonos a los dos. Enterrando mi cara en su
cuello. Frotando mi pelo. Besando mi cabeza. Abrazándome.

El acero en mi columna vertebral se ha mantenido fuerte contra el más malvado


de los hombres. Sin embargo, de alguna manera éste ha logrado licuarme por
completo.

No debería querer su consuelo. No debería disfrutar de la forma en que


perezosamente me frota la espalda con la mano y me acaricia la mejilla con el pulgar.
Maldita sea, lo hago. Me encanta. Tal vez sea porque ha pasado mucho tiempo y
estoy hambrienta de afecto. De atención. De algo parecido a la seguridad y
protección, incluso si viene de mi captor. Incluso si no es auténtico o es una estrategia
para conseguir que baje la guardia así puede destruirme una vez más.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Cualquiera que sea la razón, no me importa. En este momento, mi corazón


necesita esto. Mi mente. Mi cuerpo. Mi alma anhela ser sólo esa chica que necesita ser
abrazada y confortada por un hombre. Así que me dejo ir. No me oculto o me
acobardo. Lloro desconsoladamente. Gimoteo más fuerte. Me aferro a él como si
fuese mi último hilo de esperanza colgando de un carrete roto.

El abandono por la súbita muerte de mis padres. El remordimiento por


abandonar a Pierce. El arrepentimiento que albergo por todo lo que le he hecho
pasar. El dolor que causé sólo por escapar de una familia que otros matarían por
tener. El dolor que he soportado de ese sádico hijo de puta de Cain… lo suelto todo.
En la cama de un extraño. Con mi cabeza en su pecho mientras me abraza. Me trata
como si fuera una persona. No soy un pedazo de propiedad, un objeto o una cutslut.
Soy una persona real.

Sin la luz para revelar la verdad, este es mi cuento de hadas. En la oscuridad,


esto es mi felices para siempre. Y él es mi chico del sueño. Pero sólo en la oscuridad.
A la luz, es el hombre cuya ira, tengo bien merecida. El que tiene todo el derecho a
odiarme. A dañarme. A quebrarme, Él es ese hombre.

Jinx.

El hombre que no puedo amar.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 23

WINTER

Los tatuajes que van de mis hombros hasta las muñecas son muy personales
para mí. Algunos de ellos tienen un significado simbólico. Como la fecha de la
muerte de mis padres que está tatuada dentro de los ojos de la calavera de azúcar en
el antebrazo izquierdo. O el conejito en mi muñeca derecha, un dibujo del animalito
de peluche que Pierce me regaló cuando tenía diez años. Y las lágrimas que
representan el dolor de Pierce, que nunca llegó a expresarlo porque estaba
demasiado ocupado poniendo una cara feliz para mí.

No todos son simbólicos. Algunos son sólo cosas que me gustan, flores, una
botella de whisky escocés, una humeante 357. Algunos son estúpidos, un asiento de
inodoro, el logotipo de una empresa, un búho fumando hierba. Pero sin importar su
significado, son una parte de mí. Es por eso que no leo demasiado en los tatuajes de
Jinx mientras los trazo con el dedo, podría percibir su significado de la misma
manera que yo.

Todavía estamos en la cama. El reloj en la mesita junto a nosotros dice que sólo
las siete y media de la mañana. Está dormido, o al menos finge estarlo. Cuando
desperté, unos quince minutos antes, y lo primero que hice fue tocarlo, su respiración
se calmó como si ya no estuviese en esa etapa de sueño profundo.

Así que estoy bastante segura de que está despierto y simplemente está evitando
el incómodo momento de “la mañana después del sexo”. O tal vez él está
preocupado que si abre los ojos y me mira, me encontrará irresistible. O de ver la
mirada en mi cara que le dice que leí demasiado en nosotros durmiendo juntos y
ahora estoy pensando que podría ser “el chico de mi sueño”.

—Yo no robé ese dinero para Cain—comienzo, sin saber por qué. Mantengo los
ojos en su pecho y el dedo trazando el alambre de púas rodeando el árbol tatuado en
su bíceps. No puedo obligarme a mirar para arriba y ver que está despierto y

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escuchando. De alguna manera el no estar cien por ciento segura de que lo esté, hace
que me sea más fácil decirle la verdad.

—En algún momento, lo habría hecho. Pero en el tiempo que habíamos estado
juntos, él había cambiado. Se había vuelto más cruel. Violento. Retraído. Yo sabía que
tenía que largarme. También sabía que no me dejaría ir.

—Cuando oí de la carrera nacional, sabía que para Pierce era una obligación ir. Y
sabía que Caín iría sólo porque era obligatorio que no fuera. Él prosperó en ser un
proscrito. Se regodeaba alardeando de eso en la cara de los otros. Los MC
considerarían su aparición una deshonra. A mí me pareció una bendición.

—Supongo que sintió que algo no estaba bien. Yo había estado nerviosa durante
días, y pensé que había conseguido ocultarlo. Pero se notó. Debería haber sabido que
algo estaba pasando en el momento en que me dejó sin protección. Sin embargo,
estaba demasiado entusiasmada con la posibilidad para importarme. Tenía un plan.
Uno que creía era impecable.

—Una de las putas conducía una mierda de Mercury. Del tipo que puedes robar
haciendo el puente, si sabes lo que estás haciendo. Cuando Caín se fue, sus escapes
todavía se podían escuchar y yo ya estaba en ese coche.

—Conduje a lo de Pierce con nada más que la esperanza de que hubiera algo en
esa caja fuerte. Yo podría robar billeteras de camino al sur, pero me tomaría mucho
más tiempo. Necesitaba dinero. Lo encontré. Lo tomé. Pero no logré llegar a la
carretera antes de que Caín me atrapara.

Tragando saliva, escarbo profundamente para encontrar el valor de decir la


siguiente parte en voz alta. Para contarle la pesadilla que aún me persigue. Para
revivirla como lo había hecho anoche. La única diferencia es que estoy tomando la
decisión de volver a experimentarla de manera consciente.

—Caín estaba convencido que Pierce me dio ese dinero. Me acusó de venderle
los secretos de Madness. En sus ojos, yo era una espía. Me había olvidado de mi lugar.
Así que se aseguró de que llevara algo para recordarme a mí y a todos los demás a
quién pertenecía.

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Se me puso la piel de gallina, cuando la punta del dedo de Jinx roza una de las
letras en mi espalda. Creía que saber a ciencia cierta que estaba despierto haría esto
más difícil. Pero su toque hace que sea más fácil. Es como un recordatorio de que
estoy a salvo. Lo cual, si lo analizara, me daría cuenta de lo ridículo que es. Así que
no lo hago.

—Me encadenó—digo con voz fuerte. Pragmática. No hay una pizca de miedo
atado a mis palabras o nublando mi mente—. Me golpeó. Me tatuó. Y una vez
curada, me compartió con todo el mundo en el club sólo para poder hacer alarde de
su propiedad. Su cutslut. Sin embargo, esa parte no fue tan mala—agrego, sonriendo
para mí misma.

Mirando hacia arriba, encuentro los labios de Jinx curvados en una perezosa y
soñolienta sonrisa, su dedo todavía arrastrándose sobre las letras negras. En este
preciso momento, lo que más me importa es que Jinx no me rechaza por ver el
nombre de otra persona grabada en la espalda. En lugar de eso, parece que podría
estar recordando la noche anterior.

La excitación en sus ojos es inconfundible. Se ve tan delicioso. Tan invitador. Sin


pensarlo dos veces, me siento a horcajadas en su cintura. Arrastro la lengua por un
pezón, entonces, estoy pasando al otro para lamerlo hasta que está tan duro como el
primero.

Su polla, gruesa y erecta, hace presión por debajo de las mantas. Presionando con
fuerza contra mi coño que ya está mojado y listo para él. Me refriego contra él,
deslizándome hacia atrás y hacia adelante varias veces mientras lamo un camino por
su pecho hasta el cuello.

—Yo no beso en la boca en la mañana—digo, arrastrando la lengua a través de su


nuez de Adán. Por la barba incipiente en su mentón. Entonces, estoy plantándole un
beso y mirando sus ojos grises que están entornados y lujuriosos.

—Yo tampoco—gruñe, me toma de la cintura y arroja sus piernas por un costado


de la cama antes de levantarse.

Paso mis manos por su cabello. Araño con mis dientes todo a lo largo de su
mandíbula. Presiono mi pecho desnudo con más fuerza contra el suyo, mientras nos
guía al baño, apartando las mantas en medio de nosotros cuando lo hace.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

No puedo mantener las manos o la boca alejadas de él mientras se mueve por el


cuarto de baño. Abre la ducha. Agarra un par de toallas. Manteniéndome agarrada a
él durante todo el tiempo con un brazo fuerte.

Se siente bien estar aquí con mis piernas cerradas en la parte baja de su espalda.
Tanto que frunzo el ceño mientras él entra en la ducha grande y me pone de pie. Me
sonríe.

—Lávame. —Me entrega una esponja vegetal ya produciendo espuma debido al


jabón. Levanto una ceja dudosa—. Cállate.

—El señor machote utiliza una esponja vegetal—me burlo, enjabonándole la


polla desde la base hasta la punta, por debajo, por encima y por todas partes. Ignora
mi sarcasmo mientras observa mi mano que le hace una paja. Sigo su mirada y
encuentro el acto erótico aún más estimulante porque puedo ver todo de él. Es
gloriosamente sexy desnudo. Impecable, cincelada, endurecida perfección.

Se me hace agua la boca.

Dejo caer la esponja y enjuago el jabón de su polla mientras el agua lo enjuaga a


él. Antes de que esté totalmente enjuagado, me arrodillo en el suelo de la ducha y lo
tomo en mi mano. Estudio las gruesas venas que recubren su eje. La piel suave
estirada sobre él. La punta que está hinchada y con una gota cremosa y blanca de
pre-semen.

Paso la lengua por la pequeña rendija, ansiosa por saber si él sabe tan bien como
creo que lo hace. Él sabe mejor. Su sabor es la mezcla perfecta de dulce y salado, no
demasiado fuerte o abrumador. Gimo, aprieto su pene y lo bombeo en mi puño con
la esperanza de conseguir otra saboreada.

—Tan malditamente sexy—dice entre dientes, mirándome con la boca


entreabierta y los ojos brillantes. Sus manos recogen mi pelo y lo sujeta apretado en
su puño en la parte posterior de mi cabeza. Mi clítoris hormiguea cuando arrastra un
dedo sobre mi labio inferior—. He estado pensando en follar esta bonita boca tuya
durante días enteros.

Ansiosa por complacerlo, pongo mis manos sobre sus muslos y lo tomo en mi
boca. Sólo la punta en un primer momento, rodeándolo con la lengua. Chupo con

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Serie Devil´s Renegade MC 3

fuerza. Entonces, lo empujo un poco más profundo. Asegurándome de no dejar un


centímetro de carne sin tocar.

Él tira de mi pelo apenas para conseguir mi atención.

—Mírame. —Lo hago y él acuna un lado de la cabeza con la otra mano,


acariciando con su pulgar a lo largo de la parte inferior del ojo. Es una caricia tierna,
pero tengo la sensación de que está a punto de contradecir el hecho haciendo algo
más duro. Así que relajo la garganta en preparación.

Al principio sus caderas bombean despacio. Dándome un poco más cada vez
hasta que está enterrado en mi garganta. Él me mantiene allí unos segundos. Mis ojos
lagrimean. Queman de estar tan abiertos, pero nunca rompo su mirada. Cuando se
retira, lo oigo mascullar un “Hijo de puta” sobre mis boqueadas por aire. Y me excita
aún más.

Mis uñas se clavan en sus muslos mientras folla mi boca, a veces duro, áspero y
contundente como a mí me gusta. Habla en un tono que coincide con sus embestidas.
Diciendo sucias alabanzas y preguntas retóricas tales como:

—Estos labios están tan rosados e hinchados como los de tu coño. —O—. ¿Te
gusta como te follo la boca?

Entonces, a veces me folla con suavidad, de manera lenta y sensual, lo cual me


doy cuenta que también me gusta. Su tono mucho más dulce y las palabras más
tiernas cuando me dice:

—Te ves hermosa de rodillas con mi polla en la boca. Esos preciosos ojos verdes
mirándome. —Estoy tan excitada, que podría correrme con sólo lavar mi coño de la
misma manera que lo hice con su polla.

—Dime lo que quieres, cariño—dice, cerrando un puño en su pene y frotando la


punta a través de mis labios. Excitándome. Apretando su agarre en mi pelo cuando
trato de inclinarme por más—. ¿Quieres que me corra en tu boca y luego me agache y
coma tu dulce coño hasta hacerte correr en la mía? ¿O quieres que te folle duro
contra esta pared y te permita correrte en mi polla?

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Serie Devil´s Renegade MC 3

Gimoteo indecisa. Tiritando bajo el chorro de agua caliente que se siente tibia
contra mi piel ardiente. Nunca se me ha dado una elección. Ahora que tengo una, la
única conclusión a la que puedo llegar es que lo quiero todo.

Quiero saborearlo y sentirlo. Quiero que me saboree y me sienta. Quiero ser


follada duro y acariciada suavemente. Quiero ser follada suavemente y correrme
duro. Quiero dejar de pensar tan jodidamente tanto y encontrar ese cénit que he
estado persiguiendo desde que llegamos a la ducha. Quiero pensar en ello siempre y
disfrutar de la construcción porque no quiero que eso termine.

O está cansado de esperar mi respuesta, o tiene una solución a mi problema,


porque lo siguiente que sé, es que me está alzando. Girando mi cara hacia la pared de
la ducha. Levantando mi rodilla. Abriéndome. Desliza su polla entre los labios
hinchados de mi coño y encuentra mi entrada húmeda y caliente, empalándome con
una rápida estocada que me tiene cerrando los ojos, entreabriendo la boca y
curvando los dedos de los pies.

Sus dedos se clavan en mis caderas y debajo de los muslos mientras me sostiene
en el lugar y me folla duro y rápido. El sonido de nuestros cuerpos húmedos
golpeando juntos apenas se puede oír por encima de mis gritos de éxtasis. Le pido a
gritos que me folle más duro y sin perder el ritmo, mueve mi cuerpo un poco hacia la
izquierda, eleva mis piernas un poco más alto y me da exactamente lo que le pedí.

Me corro con tanta fuerza que mis rodillas están débiles y sus brazos son todo lo
que me sostiene. Millones de pequeñas chispas se encienden dentro de mí. Enviando
vertiginosamente un electrizante shock del placer a cada nervio. La sangre corre por
mis venas ardientemente. Haciendo que todos los lugares de mi pulso comiencen a
latir con fuerza contra mi piel.

Mientras mi cuerpo todavía zumba por el orgasmo, estoy siendo puesta sobre
mis débiles rodillas. Mi cabello, enmarañado y mojado, es retirado de mi cara y
sujeto en un puño en la parte posterior de la cabeza. Él tira con fuerza y yo levanto la
mirada. Abro bien la boca. Lista para tomar lo que sé que está a punto de darme. Y el
placer comienza a arremolinarse y a crecer en el fondo de mi vientre con el
pensamiento.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

—Juega con tu coño—dice, guiándose entre mis labios—. Quiero ver que te
corres. Como la primera vez que te follé.

La primera vez. Cuando estaba atada a la cama. Cuando me folló por la rabia.
Cuando yo estaba enojada también. Cuando le dije que lo odiaba. Cuando me dijo
que me odiaba. Se siente como toda una vida atrás. Pero todavía recuerdo lo bueno
que fue. Su expresión cuando fue testigo de mí teniendo uno de los mejores
orgasmos de mi vida. Y vaya si no quiero volver a ver su misma reacción de esa
noche también.

Vigorosamente, hago círculos en mi clítoris con la yema de los dedos. Trabajando


sobre la protuberancia sensibilizada con el mismo fervor con que él se trabaja en mi
boca. Hundiéndose profundamente. Robándome el aliento. Haciendo que mis ojos
lagrimeen. Me obliga a tomarlo a pesar de mi garganta que amenaza con cerrarse.

Yo hago remolinos con la lengua. Ahuecando mis mejillas. Recorro su polla con
mis dientes y me acaricio el clítoris furiosamente. A la vez que mantengo mis ojos en
él. Observando como los suyos están clavados en mí.

Sus ojos se cierran lentamente Sus manos aprietan. Las caderas se mueven
vigorosamente. Se queda inmóvil. Entonces está inundando mi boca. Estoy
tragándomelo desesperadamente. Su sabor embriagador junto con mi toque violento
me empujan sobre el borde.

Mi visión se nubla en las esquinas. Mi corazón late a un ritmo inestable que es


demasiado rápido. El placer pulsa a través de mí. La sangre corre por todas partes,
pero mi mente y yo no podemos pensar con claridad. Todo lo que puedo hacer es
sentir. Montar esta cima. Experimentar esta euforia. Ir a la deriva a través del abismo
del placer. Hasta que lentamente floto de regreso a la realidad. Sólo que esta vez, es
tan bienvenida como mi escape.

Jinx está de pie sobre mí, mirándome con una contagiosa sonrisa perezosa. Su
mirada saciada lo embellece. Él parece relajado pero compuesto y en control.
Mientras tanto, probablemente yo me parezco a un perro herido y mojado,
mendigando una migaja de la mesa.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Me levanta y mantiene su agarre en mi codo mientras recupera la esponja vegetal


del suelo de la ducha. Sonrío cuando lo veo sujetar la esponja negra que ni siquiera él
puede volverla masculino.

—Cállate— dice él sonriéndome mientras la enjabona. Entonces la levanta y me


da una mirada significativa.

—No comparto mi esponja con nadie. Pero estoy haciendo una excepción
contigo.

No puedo quitar esta gran sonrisa tonta de mi cara cuando comienza a lavarme
el pecho y los brazos como si la tarea requiriese el nivel más profundo de
concentración y atención.

—Guauu… —digo arrastrando la palabra y batiendo mis pestañas—. Me siento


tan especial.

Él me mira con sus ojos entornados. La mirada suave. La expresión seria. Y sé


que cualquier cosa que diga a continuación, definitivamente tendrá mierda aleteando
en mi vientre cuando no debería.

—Eso es porque eres especial.

Malditas mariposas...

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Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 24

JINX

Esta chica y su habilidad para hacerme decir mierda que nunca pensé que
diría...

¿Tú eres especial?

¿Qué mierda fue eso?

Las perras como ella no valen nada. Ella no es especial. Es un dolor en mi culo.
Una molestia. Una ladrona. Ella es un gran polvo. Es tan caliente y sexy como
hermosa y graciosa. Tiene el culo más perfecto que se sacude con el movimiento más
pequeño. Grandes, magníficas y perfectas tetas que quiero chupar, follar y correrme
por todas partes de ellas. Y nunca podría cansarme de tener esas largas y torneadas
piernas envueltas alrededor de mi cintura. Mis caderas. Mi espalda. Mis hombros
mientras le agarro el culo y me la coma hasta que esté inundando mi boca con sus
dulces jugos de los que no puedo saciarme.

¿Pero especial? Nah. Ni siquiera cerca.

Entonces ¿por qué mierda la estoy bañando con mi muy masculina esponja
vegetal, secando dejando que use mi pasta de dientes, y luego dándole el beso de los
buenos días mientras sostengo su cara como el puto chico de su sueño? Porque soy
un buen tipo.

Ella tuvo una mala noche. Follarme su bonita boca esta mañana probablemente
no fue la mejor manera de mostrar mi reconocimiento por abrirse a mí y decirme
algo de la verdad. Así que la besé en un intento de mierda para compensar el ser un
cretino insensible. Eso es todo.

—Pareces enojado—dice ella, apoyada contra la puerta del armario. Me pongo


rígido mientras me doy vuelta para mirarla. También lo hace mi polla.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

Lo que ella lleva puesto no es especial. Sólo un par de pantalones de yoga


ajustados en el culo. Junto con una camiseta que es lo suficientemente corta en el
frente como para dejar al descubierto su ombligo. Se le cae de un hombro y puedo
ver la parte superior de su pecho izquierdo. Sin sujetador. Mis ojos se mueven
rápidamente a los pantalones que se adhieren a ella como una segunda piel. Sin
bragas.

—No estoy enojado. —Mi tono es brusco. Sueno como un mentiroso. Ella lo
pregona.

—Eres un mentiroso de mierda.

—¿Tienes hambre?—pregunto, queriendo cambiar el tema. Sacarla de mi espacio


personal así pueda pensar.

—Podría comer.

Mierda. Yo también. A ella. Ahora mismo. Agarrar ese culo, levantarlo a mis hombros,
rasgar la entrepierna de esos pantalones con los dientes y darme un festín con su coño hasta
saciarme. Luego hacerlo de nuevo. Y otra vez.

Me aclaro la garganta y me vuelvo a mi ropa colgada y ordenada por colores en


mi muy pulcro y bien organizado armario. Estoy un poco anal.

Anal.

—Hay cereales y otras mierdas en la cocina. Sírvete.

No me permito respirar hasta que la oigo marcharse. Incluso entonces, puedo


oler el bien definido y persistente olor de ella a mi alrededor. Me ahoga. Es sofocante.
Necesito un poco de aire. Un poco de espacio. Necesito un descanso para despejar la
cabeza antes de que pierda de vista lo que es importante aquí. O me encariñe con
alguien que no es importante. O al menos que no debería serlo.

Mi teléfono suena y estoy muy agradecido por la distracción, estoy tentado a


decir a quienquiera que sea que los amo. Cuando veo el nombre de Pierce, mi pecho
se tensa por la indecisión. No estoy seguro de qué decirle o si debería contarle.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Pierce—lo saludo, agarrando una camiseta negra y un par de pantalones


vaqueros de las perchas.

—¿Has oído hablar de un riding club que se conoce con el nombre de Ten’s
Testament?

—No. —Mierda. Dejé las perchas vacías colgadas en el lugar equivocado—. ¿Son
algún club cristiano?—pregunto, obligándome a vestirme y a olvidarme de las
perchas.

—Lo dudo. Son un club de apoyo de Madness. Madness comenzó con diez
miembros fundadores. ¿Crees que es allí donde recibieron el nombre?

—Tal vez. ¿Por qué estás de pronto tan interesado en ellos? —Malditas perchas.
Dejo de vestirme y me dirijo al armario. Pero las palabras de Pierce me detienen.

—Porque de repente están interesados en Mississippi. —Me vuelvo a sentar en la


cama, dándole toda mi atención—. Se detuvieron un par de horas al norte de tu
ubicación. Luke parece pensar que pueden estar dirigiéndose a Hattiesburg.

—¿Crees que están aquí por Winter?—pregunto, mirando por encima del
hombro para asegurarme de que ella no está escuchando. Ahora que lo pienso, está
muy silencioso en la cocina. Maldición…

—¿Qué otra razón tendrían para estar allí? Juro que pensé que el hijo de puta no
mostraría su rostro hasta su cumpleaños. Pensé que querría el dinero. Yo sabía que
deberíamos haber cubierto mejor nuestras malditas pistas. Ahora él sabe dónde está.
Vendrá antes de lo que pensamos. Todo este puto plan se va a la mierda. Necesito
reubicarla. Texas. Oklahoma. Arkansas…

—Oye—chasqueo, mi voz es severa—. Deja de divagar. Está enviando algún


riding club de pacotilla aquí. No es lo suficientemente estúpido como para mostrar
su cara tan rápido. El plan está funcionando. Deja de pensar demasiado esta mierda.
Ella está a salvo. —Probablemente corriendo por el bosque en este momento.

Pierce toma unas cuantas respiraciones profundas.

—Tienes razón.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

—Por supuesto que tengo razón—contesto, sacando unos calcetines y agarrando


mis botas—. Así que quédate donde estás y no hagas nada estúpido. Si te alejas y
tratas de llegar hasta aquí, Caín sospechara. Puedes apostar tu culo que está
vigilando cada maldito movimiento que haces. —Como yo debería estar vigilando a tu
hermana en lugar de estresarme por el estado de mi armario.

—Suenas enojado.

Pongo los ojos en blanco.

—No estoy enojado. Sólo ocupado. —Pierce se ríe de eso. Cuando encuentro que
me falta mi billetera y las llaves, gruño “joder” en voz baja y él se ríe más fuerte.

—Parece que tienes que ser más listo, hermano—dice, con voz triunfante.

—Ella no fue más lista que yo. Pero me tengo que ir.

Él está serio cuando habla de nuevo, ni un solo rastro de humor en la voz.

—Me diste tu palabra de que cuidarías de ella, Jinx. Y te he dado la mía sobre lo
que sucedería si no lo haces.

—Si, si, si. Que te den por el culo. Preocúpate de mantener la cabeza baja y deja
que yo me ocupe del dolor en el culo de tu hermanita. —Cuelgo antes de que pueda
decir más.

No me molesta en absoluto la súbita aparición de estos Ten´s Testament. No se


llevarán a Winter a menos que la encuentren antes que yo lo haga. Porque cuando le
ponga las manos encima, voy a encerrarla y tirar la llave. Pero primero, voy a poner
estas malditas perchas en el lugar que les corresponde.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 25

WINTER

Jinxton Marks
Peso: noventa y nueve kilos

Altura: un metro noventa

Fecha de nacimiento: Guau... es muy joven. Sólo veintiocho años si estoy sacando
bien las cuentas. Supuse que tendría unos treinta años. Más cerca de la edad de
Pierce.

Me encojo de hombros, deslizando su permiso de conducir de nuevo en su


billetera y examinando rápidamente sus tarjetas de crédito. Mis cejas se levantan
cuando veo una AMEX negra oculta detrás de la Discover y la Visa. Caliente y con
un buen crédito, impresionante.

Ninguna foto. Ninguna tarjeta comercial. Ninguna cantidad de dinero en efectivo


que realmente valga la pena robar. Pero apuesto a que podría obtener al menos
doscientos dólares sólo por esta billetera. ¿Fanático de Christian Louboutin? Este tipo
no puede ser un motero y poseer una billetera que vale más de lo que la gente de por
aquí gana en una semana, tener un crédito excelente y un armario que está más
organizado que el de la primera dama.

Impostor.

Dejando la billetera sobre la mesa, tomo otro bocado de cereal y miro las llaves
de su coche.

Mi instinto me tenía agarrando sus llaves y la billetera lista para salir huyendo.
Pero entonces sonó el teléfono y mi curiosidad pudo más. Lo que oí de la
conversación no me sorprendió. Sabiendo que necesitaba obtener más información,
decidí quedarme y conseguir el resto de la historia. Y haciendo eso, fortalecería la

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

confianza de Jinx en mí. Lo que haría más fácil escapar cuando fuese el momento
adecuado. Por el tono de esa conversación, éste es el momento adecuado.

Haciendo una pausa a medio masticar, observo con diversión mientras Jinx
atraviesa dando pisotones el Clubhouse. Revisa la cocina primero, pasando por mi
lado sin percatarse de que estoy sentada a centímetros de él.

—¡Hija de puta!—grita, y no puedo contener mi sonrisa cuando escucho varios


utensilios de cocina golpeando el suelo.

Entretenida por su teatro, tomo otro bocado. Segundos más tarde, sale de la
cocina y camina detrás de la barra. Parece un poco más controlado ahora cuando
enciende un cigarrillo, saca su teléfono del bolsillo y apoya los codos en la madera
gastada mientras estudia la pantalla.

El sonido de la alarma de un vehículo a todo volumen lo tiene enderezándose


bruscamente y mirando en la dirección del ruido. Sus ojos rápidamente pasan por
encima mio, entonces, lentamente regresan. En lugar de sorpresa o alivio, él usa su
habitual expresión en blanco mientras me mira fijamente.

—Hola—le digo, mi boca tiene una sonrisa tan amplia que mis mejillas duelen.
No dice nada—. Te tengo un tazón. —Aún en silencio, presiona la pantalla en su
teléfono y detiene la alarma—. No estaba segura qué tipo de cereal te gusta por lo
que tienes ambas cajas.

—Parece que he extraviado mi cartera y las llaves—dice un minuto más tarde, su


tono tenso de rabia apenas contenida.

—Oh. —Apoyé mi bol y recogí sus cosas—. ¿Te refieres a esto? No las
extraviaste, tonto, yo las tomé. —Estoy luchando para refrenar mi risa, pero mi
sonrisa es de oreja a oreja.

—Eso no es gracioso—dice, acercándose lentamente.

—Una polla no lo es— murmuro, dejando caer la cabeza y escarbando en mi


cereal—. ¡Hija de puta! —Me burlo de su chillido, con un susurrado grito. Entonces no
puedo evitarlo. Me estoy riendo. Y cuando me aventuro a echarle un vistazo, él está
negando con la cabeza, la comisura de su boca temblando.

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Toma asiento frente a mí y vierte un poco de cereal en su tazón. Durante los


siguientes minutos, el único sonido es el crujido de nuestra masticación y el sonido
metálico de las cucharas. Cuando he terminado, me apoyo en la silla y disparo la
primera pregunta de las muchas que vendrán.

—Entonces, ¿qué le dio a mi hermano la impresión que yo no estaba segura?

—Entrometida—masculla, encendiendo un cigarrillo y ofreciéndomelo, luego


enciende uno para él—. ¿Sabes quiénes son los Ten´s Testament?

—Sí, lo sé . Son uno de los clubes de apoyo de Madness. Ellos sólo tienen unas
pocas secciones. Todas ellas en el Oeste. Cerca de Cain. Ese fue uno de sus pequeños
proyectos. Un esfuerzo por esparcir sus colores a lo largo de su territorio.

Donde la mayoría de los MC tienen un protocolo cuando se trata de asociarse,


Madness no tiene ninguno. Lo mismo va para sus clubes de apoyo. Podrían haber
policías y ex convictos en el misma sección. Y por lo que sé de los Ten´s, en su
mayoría son malandras que utilizan su parche para poder entrar en la mierda ilegal
a la que normalmente no tendrían acceso.

—Supongo que están en Mississippi—digo a Jinx, que parece estar reflexionando


sobre la información que le di—. ¿Es por eso que estás preocupado de que Pierce
vaya a aparecer por aquí?

Él me mira pensativo un momento antes de asentir con la cabeza, como si


temiese mi reacción.

—Así que, ¿está viniendo? ¿Pierce? —Hay tensión en mi voz cuando digo su
nombre. Los ojos de Jinx se suavizan.

—Tu hermano te ama.

—Ya lo sé.

—¿Tú lo amas? —Su pregunta me toma con la guardia baja.

—Por supuesto que lo amo—susurro y mis emociones son evidentes—. Él es mi


hermano. Le debo mi vida. —Cambio de posición en mi asiento y estiro las piernas

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Serie Devil´s Renegade MC 3

en la silla junto a mí. Manteniendo la mirada apartada, doy una calada al cigarrillo
preguntándome si es demasiado temprano para empezar a beber.

—¿Es por eso que te quedaste con Cain? —Sus palabras son tan tranquilas como
su comportamiento—. Porque sientes que le debes a Pierce tu vida, ¿por eso te
quedaste porque sabías que si él te ayudaba y Caín lo descubría lo habría lastimado?

—No me des tanto crédito—murmuro—. No estaba tratando de proteger a


Pierce. Me refiero, por supuesto que no quiero que lo lastimen o maten a causa mía.
Pero Pierce no necesita mi protección. Él es el hombre más poderoso en la Costa
Oeste. Caín lo sabe. Es por eso que me lastimó cuando pensó que yo había
compartido algunos de los grandes secretos con Pierce en lugar de ir tras él. —Niego
con la cabeza con exasperación—. Como si Madness tuviese secretos que valiesen la
pena vender. Todo el mundo ya conoce su negocio, porque publican esa mierda en
sus jodidos medios de comunicación social.

Jinx asiente con la cabeza.

—¿De verdad quieres saber la verdad?— pregunto, mirándolo finalmente a los


ojos.

—Sólo si quieres contarme.

Guau. No esperaba eso. Supuse que saltaría a la primera oportunidad de saber


todo lo que pudiera sobre mí, así podría compartirlo con Pierce y los dos podrían
diseccionar y analizar todos mis pensamientos. Por otra parte, él no le dijo acerca de
la pesadilla o el tatuaje…

—Yo no quería la ayuda de Pierce. Para mí, la vida con él fue peor que la vida
con Cain. —Los ojos de Jinx se movieron rápidamente hacia donde mi camiseta
exponía parte de la espalda. Niego con la cabeza y me subo la camiseta ya está
empezando a lamentar sincerarme.

—No me puedo imaginar que la vida con Pierce fuese peor que lo que ese hijo de
puta te hizo pasar. —Su mandíbula se aprieta con ira y mi propia ira comienza a
hervir a fuego lento.

—Es tan simple para ti ver todo en blanco y negro. Pierce es el bueno. Mi
hermano. Mi único pariente vivo. Caín es un cretino. Un forajido. Un hombre que me

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usó para su beneficio personal. Para ti, es obvio que debería elegir a Pierce sobre
Cain. Pero, ¿tienes alguna idea de lo que significa que alguien más tenga un control
completo sobre tu vida?

—¿Te refieres a Cain?

—Me refiero a la vida MC en general. No dejé a Pierce porque pensé que la


hierba era más verde. Lo dejé para alejarme del MC. —Levanto mi mano antes de
que pueda hablar—. Sí, sé que Caín también estaba en el MC, pero se suponía que él
iba a ayudarme a salir. No tenía conexiones con Pierce y yo sabía que tenía los
recursos para ayudarme a desaparecer.

Él me da una mirada condescendiente.

—¿Entonces qué pasó? ¿Te enamoraste?

—Sí. —Está sereno ante mi admisión—. De él. Del poder. Al crecer con Pierce,
era la niñita que no tenía padres. Así que mi hermano estimó que el mejor modo de
garantizar que no terminaría malgastando mi vida era, no permitirme que tuviese
una. No tenía ni voz, ni voto sobre nada. Mis amigos. Mis novios. Las clases que
tomaba. Lo que me ponía. Él controlaba todos los aspectos de mi vida.
Definitivamente, me empujó a irme.

—Eso no es justo—dice Jinx, a la defensiva.

—Tienes razón. No es justo que le eche la culpa. Así como no era justo que me
tratara como un animal enjaulado. Alimentándome cuando tenía hambre.
Dejándome dormir cuando estaba cansada. Recompensando mi buena conducta
permitiéndome caminar por el centro comercial con él y su equipo de intimidantes
hermanos flaqueándome.

Agarro el paquete de cigarrillos y enciendo uno. Me concentro en inhalar y


exhalar. No quiero pelear o discutir. No quiero que esta conversación que me
recuerda todos los argumentos en los que Pierce y yo no estamos de acuerdo.

—¿Por qué escapaste de Caín ese día, Winter? ¿Te lastimó?

Echo una mirada furtiva a Jinx. Su expresión era reservada. Lucho como los
demonios para mantener la mía igual.

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—Él no me creyó. Estaba seguro de que yo sabía que Pierce estaba en la ciudad.
No quería soportar la ira que sabía que vendría. Así que en la primera oportunidad
que tuve, me escapé.

—¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué mentiste?

Me encojo de hombros.

—Porque pensé que se lo dirías a Pierce.

—¿Qué tiene que ver?—pregunta, el ceño fruncido por la confusión.

—¿Cómo te sentirías si supieras que tu única hermana hubiese estado viviendo


los últimos dos años de su vida en una situación en la que no quería estar? Que
soportó mierda como el haber sido tatuada o molida a palos. Claro, Pierce sabe que
Caín me daba bofetadas de tanto en tanto, pero desconoce la gravedad de lo que yo
he pasado.

La mandíbula de Jinx se aprieta pero no hace ningún comentario.

—Si Pierce cree que no estaba tratando de alejarme de Cain, sólo pensará que soy
estúpida. Una chica tonta que de alguna manera justifica el comportamiento de su
novio. Puedo vivir con eso. Pero no puedo vivir con el conocimiento de que se siente
miserablemente culpable por no haberme sacado de allí. Por no hacer más o
esforzarse más. Esa es una carga que no merece llevar.

—¿Vas a volver con él? ¿Con Caín?—me pregunta, ensimismado.

—Eso depende.

Sus ojos se entrecierran.

—¿De qué?

—De las circunstancias—digo y me encojo de hombros—. No quiero volver con


él, pero lo haré antes de dejar que alguien más pague por mis errores.

—Sabes que no tienes que hacerlo, ¿verdad? Pierce te protegerá. El club te


protegerá.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

—¿En serio? ¿Cómo? ¿Poniendo una bala en el cráneo de Cain? ¿Comenzando


una guerra? No puedes simplemente matar al presidente de Madness y no esperar
repercusiones, Jinx. No tengo ninguna duda de que los Devil´s prevalecerán, pero
definitivamente se derramará sangre. Y no quiero eso en mis manos. No quiero eso
en las manos de mi hermano o de cualquiera.

—Como dije—dice con voz letal, las palabras más lentas—. Podemos protegerte.

Negando con la cabeza, suelto una risa. Él simplemente no lo entiende.

—No quiero tu protección. No corrí de un MC para ser propiedad de otro. Ya


hice eso una vez, ¿recuerdas?

Se ve como si quisiera decir más, pero ¿qué puede decir? ¿Que el que me ayuden
no me convierte en su propiedad? Porque eso sería una mentira.

—No soy estúpida, Jinx. La única manera para que este club o incluso Pierce me
ayude es convertirme en una de vosotros de nuevo. Es por eso que tú y mi hermano
orquestaron todo lo que se desencadenó el día que me llevaron. Es por eso que estás
utilizando esta excusa de mierda del robo que te hice para mantenerme aquí. Al final,
Pierce tiene la esperanza de que permanecer aquí por un tiempo me va a convencer a
renunciar a Caín por las buenas.

Jinx no lo niega. No es que pensé que lo haría.

—Tu hermano puede ser un poco sobreprotector. No le deberías culpar por eso.
Deberías estar orgullosa de tener un hermano que quiere nada más que mantener a
salvo a su hermana. La idea de alguien haciéndote daño lo mata. No porque eres su
propiedad. Sino porque te ama.

Pongo los ojos en blanco.

—Perdóname por no arrastrarme ante él y expresar lo orgullosa que me hace


tenerlo de hermano. Pero no estoy plenamente convencida de que el orgullo no es la
razón por la que está haciendo esto. De nuevo.

—¿Qué mierda se supone que significa eso?—me pregunta, enojado con mi


blasfemia contra el grande y omnipotente Pierce.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Sé que me ama. Que se preocupa por mí y que le importo. Es lo que él es. Lo
que hace. Pero yo no le pedí que me salvara esta vez. Así como no le pedí que me
salvara la primera vez cuando llegó montando con cincuenta tipos con sus armas de
fuego resplandeciendo dispuestos a cargarse todo Madness MC. Tú puedes creer lo
que quieras, pero esa mierda no se trataba de su amor por mí. Yo era la hermanita de
Pierce, el presidente de los Devil´s Renegades, y estaba follando a Cain, el presidente
de los Madness, Y ambos me querían por la misma maldita razón. Orgullo.

De pie, agarro la botella medio vacía de whisky escocés y la meto bajo el brazo
lista para poner fin a esta conversación y ahogar todos los recuerdos que se agitaron
en licor.

—Como he dicho, es fácil para ti ver mierda en blanco o negro. Ponerte de parte
de tu hermano y confiar en todo lo que dice y hace, porque eso es lo que estás
entrenado para hacer. Así que trataré de explicarte esto de una manera que puedas
entender.

Mi labio tiembla mientras tomo una respiración profunda y temblorosa.

—Con una sola llamada telefónica a Pierce podría haber evitado el sufrimiento
de dos años de miseria. Puedo hacer la misma llamada en este momento y no tener
que preocuparme por Caín de nuevo. Pero no lo haré. No lo hice. Nunca lo haré. Voy
a soportar lo que mi vida de mierda me arroje en mi camino porque es mi vida, Jinx.
Y no creo que sea más valiosa que la de mi hermano. Rechazo el tenerlo arriesgando
todo lo que representa a causa de mi cagada.

—Y, a pesar de lo que tú o cualquier otra persona crea, no hay un alma en este
planeta que ama a Pierce Tews más que yo. Puede que por ese motivo, los seis
infernales años con Caín no tuvieron el poder de lastimarme ni de cerca tanto como
me lastimaron las palabras de Pierce el día que me atrapó.

Mi admisión pone a Jinx en una profunda reflexión.

—Tenías razón—digo, caminando hacia el vestíbulo antes de que pueda ver mis
lágrimas—. Algunas cicatrices no se pueden ver.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 26

WINTER

He estado aquí veinte días. Han pasado cinco desde que he tenido una
verdadera conversación con Jinx. Aparte de la pequeña charla ocasional sobre que
programa estoy viendo o lo que hay para la cena, hemos mantenido nuestras
conversaciones a abreviados intercambios de una sola palabra.

Supuse que llamaría a Pierce en la primera oportunidad que tuviera. Pero no lo


debe haber hecho. Porque si lo hubiera hecho, Pierce hubiera aparecido. Llamado.
Hecho alguna cosa. No ha hecho nada. Por alguna razón, Jinx ha mantenido mi
secreto. Y en algún lugar muy dentro de mí, sabía que lo haría.

Mi cabeza ha estado en un mal lugar. Mis pensamientos oscuros, deprimentes y


confusos. Así que no me sorprende cuando me despierto sudando y aterrorizada por
una pesadilla. Jadeante, miro alrededor de la sala y está oscuro. El reloj de la pared
marca que son un poco más de las tres de la mañana.

Al igual que Jinx y Pierce, estoy segura que Caín no mostrará su cara hasta mi
cumpleaños. El dinero es demasiado importante para él. Tiene una necesidad
desesperada de dinero para poder saldar algunas deudas de juego. Así que estoy
bastante segura de que estoy a salvo por ahora. Pero no puedo dejar de pensar en lo
que sucederá cuando él se deje ver. Me veré obligada a tomar una decisión entre ir
con él de buena gana, o negarme, y eso terminará en guerra. Huelga decir que estoy
jodida de una manera u otra. A menos que, pueda largarme como alma que lleva el
diablo de aquí.

Lanzo las mantas, enciendo un cigarrillo y me encamino a la única habitación


del lugar que tiene algún tipo de acceso al aire libre. Justo al lado de la cocina, hay
una pequeña despensa con una ventana estrecha que se puede abrir sólo unos pocos
centímetros. De pie sobre un cubo, la abro de un empujón y respiro profundamente
el aire frío de la mañana.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Mi piel se enfría. Mi cabeza se aclara. Y para cuando que he terminado mi


cigarrillo, me siento mucho mejor. Éste es el momento que necesito para planificar.
Para conspirar. Encontrar una manera de salir de aquí y comenzar a recorrer mi,
esperado por mucho tiempo, camino hacia la libertad. Pero por alguna razón, mi
mente sigue yendo a Jinx.

Me pregunto qué está haciendo. Si está dormido. Cómo se sentiría despertarse


con sus brazos rodeándome. Su boca en mi oído. Sus manos acariciando mi espalda.
Cuando la necesidad de saber y la dolorosa soledad se vuelven abrumadoras, voy de
puntillas por el pasillo y me detengo frente a su puerta.

Echo un vistazo detrás de mí a la puerta principal que está conectada a una


alarma. Luego, miro al final del pasillo la habitación con la puerta que conduce al
exterior la cual, ahora no sólo tiene candado, también una alarma. Detrás mío, está la
puerta lateral que también está equipada para despertar a los muertos en caso de mi
conato de fuga. Pero lo que me molesta es lo mucho que deseo lo que está en el otro
lado de esta puerta, en lugar de la libertad que yace más allá de todas las demás.

Con mano temblorosa, tomo el pomo frío y lo giro, una parte de mí ora para que
esté cerrada con llave para que pueda volver a mi sofá y dejar atrás esta estúpida
idea mía. Un clic suave suena cuando la manija gira con facilidad y un agridulce
alivio me recorre.

La habitación está mucho más fría que la sala, como si no hubiera calor en lo
absoluto. Entrando, cierro suavemente la puerta detrás de mí y envuelvo mis brazos
alrededor de mi cintura. La única luz proviene de un aparato embutido en la pared
lejos de mí, proyectando una sombra espeluznante encima de la cama mientras me
acerco, mis ojos nunca dejan la gran forma inmóvil que está tumbada debajo de las
mantas.

Tengo miedo de que se asuste y me dispare, estoy junto a la cama sin moverme
con la esperanza de que se despertará y me verá. Cuando no lo hace, coloco
tentativamente una rodilla en la cama y luego la otra. El colchón se hunde y él
levanta bruscamente la cabeza ante el movimiento. Me paralizo y con voz ahogada le
digo:

—Soy yo.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Me mira, pero no puedo distinguir sus facciones o su expresión. Está tan quieto y
poco invitador, estoy segura de que va a decirme que me vaya.

—Y-Yo... —Cierro la boca para evitar que mis dientes castañeen. A la mierda que
frío hace.

—¿Estás bien?—me pregunta con voz somnolienta.

¿Lo estoy?

No.

Realmente no.

Mi visión se hace borrosa y niego con la cabeza más para aclararla que otra cosa.

A través de una nebulosa, lo veo sentarse. En un momento está alcanzándome,


en el siguiente estoy en su regazo. El calor que emana de su pecho desnudo es como
el sol, calentándome al instante. Sus grandes manos enmarcan mi rostro. Sus
pulgares frotan a través de la mandíbula antes de levantar mis ojos para que lo mire.

—¿Qué pasa, cariño? —Cariño. Maldita sea. ¿Por qué hace eso? ¿Y cómo puede
una simple palabra despedazar las paredes de acero que he construido a mi
alrededor?

—Me siento sola—le susurro, mi respuesta es honesta, patética y completamente


diferente a mí. Inmediatamente, lamento mi admisión y comienzo a retroceder como
los cangrejos—. Nunca…

—Silencio. —Él me interrumpe mientras mueve sus manos hacia el dobladillo de


mi camiseta. Cuando trata de sacarla por encima de mi cabeza, lo permito. Cuando él
se recuesta nuevamente y me mete en su costado, también lo permito. Luego nos
cubre a ambos. Pone mi pierna sobre su cadera y apoya una mano en la parte baja de
mi espalda. Acuna la parte posterior de mi cabeza con la otra. Me abraza contra su
pecho. Besa mi pelo. Y más que lo permito... lo anhelo esto.

—Pensé en lo que dijiste—me dice Jinx la mañana siguiente por encima de los
huevos revueltos y el café. Hago una pausa a medio masticar y le doy una mirada

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

expectante—. Acerca de por qué dejaste a Pierce. Y por qué pensaste que quedarte
con Caín era mucho mejor. No puedo entenderlo.

Me encojo de hombros.

—Tú no puedes. Nunca podrás. Eres un hombre.

—¿Entonces?

Apoyando mi tenedor, me reclino en la silla.

—Porque ser una mujer en el MC es duro, Jinx— digo, mordiendo las uñas—. No
es lo mismo para mí que para ti. Crecí en un mundo de hombres donde los coños no
cuentan. Un mundo donde las mujeres son para ser vistas y no para ser escuchadas.
Te dicen como vestirte. Como actuar. Qué hacer. Observé a esas mujeres sentarse
silenciosamente en un segundo plano durante años. Y me hizo enfermar.

—Con Cain, sabía quién era y a qué atenerme con él. Él controlaba todos los
aspectos de mi vida. Pero de una manera extraña y retorcida, yo tenía poder sobre
una gran cantidad de personas. Podía caminar en una habitación y la gente se ponía
de pie. Cuando hablaba, las personas se callaban para escuchar. Sé que no es porque
realmente tuviese poder. Lo hacían por respeto a Cain. Sin embargo, aun así se sentía
bien. Cuanto más me involucraba en el negocio y en la toma de decisiones, más
adicta me volvía.

—No estoy orgullosa de lo que hice, pero no puedo sentir vergüenza de ello
tampoco, porque al menos yo era más que esas mujeres que acuerdan ser sólo la
propiedad de algún hijo de puta que se consideraba superior porque lleva un parche
en la espalda y reclama un territorio que ni siquiera le pertenece.

—No todos los que usamos un parche queremos eso.

Levanto los ojos para encontrar sus cejas fruncidas con confusión, como si no
pudiese creer que acaba de decir eso.

—¿Quieren qué?

Se aclara la garganta y se endereza como si estuviera incómodo.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

—Una cáscara. Una mujer sin voz. Sin opinión o sin agallas. No todos nosotros
nos volvemos locos por usar a una mujer como un saco de arena o marcarle el cuerpo
para establecer nuestro reclamo.

—¿Estás diciendo que eres diferente de esos hombres?

—Estoy seguro como la mierda que espero que así sea. —Su admisión me hacer
tener mi imagen llevando un parche con su nombre titilando en mi cabeza. Aparto
esa ridícula idea. No quiero eso… nunca.

—Tú puedes ser diferente en muchos aspectos, Jinx, pero he estado por ahí el
tiempo suficiente para saber que, en última instancia, todos vosotros pensáis igual.
Es por eso que usas un parche CDC.

Él levanta una ceja.

—Eres bastante vanidosa, encanto. ¿Qué te hace pensar que lo de los coños no
aplica para ti? —Por primera vez en la historia, de repente, no estoy plenamente
convencida de que lo haga—. A juzgar por tu fuerte expresión feminista en tu
afirmación de que todos los moteros se oponen a los derechos de las mujeres, me
imagino que te niegas a ser considerada como un coño.

—Entonces, ¿a quién se aplica?

—No te puedo decir. —Sonriendo juguetonamente, hace un guiño—. Eres una


mujer.

Lo miro con el ceño fruncido en un intento de ocultar mi propia sonrisa.

—Gracioso.

Muevo mi dedo por el borde de la taza de café. Mi mente me lleva de nuevo a


todas esas noches en que soñé con una vida diferente, una que no implicara ningún
MC. Me preguntaba como sería crecer en una familia normal. Tener un hermano que
tuviera amigos normales, no tipos barbados, posesivos y que portan armas.

—Tú sabes que nunca he ido a un club bailable o a un bar y solamente


divertirme—digo, la tristeza se siente en mi voz—. Cuando estaba con Cain, siempre
se trataba de negocios. Las pocas veces que no lo fueron, durante esos primeros dos

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

años con él, todavía no podía ser libre. Si bailaba demasiado sexy, pensaba que lo
hacía para llamar la atención de los demás hombres. Si estaba demasiado callada o
no estaba tan feliz como él pensaba que debería estar juraba que nunca me llevaría de
nuevo porque cada vez que intentaba hacerme pasar un buen momento, actuaba
como si no fuera lo suficientemente bueno. —Yo me burlé de la última parte en mi
mejor imitación de la voz de Cain.

—Incluso cuando era una adolescente, no podía divertirme. Siempre tenía que
mirar por encima del hombro para ver si estaba siendo vigilada. Asegúreme de que
Pierce no me había pillado saliendo a hurtadillas y enviaba la caballería a buscarme.

Miro hacia Jinx para calibrar su reacción. Es la misma de siempre. No es ni un


poquito compasiva o incluso interesada.

—La Cenicienta—dice, después que varios largos minutos de silencio han


pasado—. Encerrada en su torre. Escondida del mundo.

—Esa fue Rapunzel—lo corrijo.

Se encoge de hombros.

—La misma mierda.

—En realidad... no lo es.

—A quién le importa una mierda cuáles son sus nombres. Las dos eran chicas
jóvenes y hermosas a las que se les negó algo en la vida. Tú tienes eso en común con
ellas.

Sonrío.

—¿Estás diciendo que soy hermosa?

—Sí. —Oh. Está bien, entonces—. También estoy diciendo que a pesar de lo mucho
que respeto a mi hermano, un poco lo odio por no permitirte el derecho de pasar lo
que toda adolescente deberían experimentar.

—¿Quién sabe?—digo, levantando las manos y encogiéndome de hombros—.


Eso pudo haberme llevado por un camino diferente en la vida. —Solo me estoy
divirtiendo, pero no puedo evitar preguntarme...

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Lástima que te lo has perdido—dice, pero su voz suena distraída mientras me


estudia. Como si estuviera pensando mucho acerca de algo.

—Tal vez algún día. Ya sabes, cuando Caín esté muerto y Pierce haya encontrado
algo con que obsesionarse en su vida que no me involucre. —Como si mi puta suerte
me permitirá que eso alguna vez suceda.

—Esta noche.

Mis cejas se fruncen ante la confusión.

—¿Qué?

—Esta noche. Te llevaré donde quieras ir, dentro de lo razonable. Por supuesto,
no podré dejarte fuera de mi vista, pero no voy a intervenir, no importa cuán sexy
bailes. No voy a decir lo que puedes y no puede hacer o con quien puedes hablar. No
voy a decirte cómo vestir o actuar o qué ordenar cuando comamos. Tú no tendrás
que mirar por encima del hombro por Cain, porque yo voy a estar haciendo eso por
ti . Esta noche. Una noche. Puedes ser libre... hasta cierto punto—añade con una
sonrisa.

—¿Está hablando en serio?—pregunto, no creyendo que en realidad haría lo que


dice que hará. O que él en verdad haría algo tan agradable por mí.

—Lo digo en serio.

—¿Tú no estás preocupado acerca de los Ten´s?

Me lanza una mirada aburrida.

—Maldición no.

Su respuesta me provoca un revoloteo en las entrañas. Es tan... viril. Tan


poderoso. Tan arrogante. Me muevo en mi asiento.

—Yo sé que si algo es demasiado bueno para ser verdad, siempre hay algo más—
digo, cruzando los brazos sobre el pecho—. No sólo estás haciendo esto por la
bondad de tu corazón, Jinx. Hay una trampa.

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—Hay una trampa—repite asintiendo con la cabeza—. No puedes huir. Si lo


haces, haré el resto de tu estancia aquí tan miserable para ti como me sea posible y
sin causar ningún daño permanente.

Eso… lo creo.

—Realmente harías todo esto. Sólo para mí.

—No. —Muestra un rostro inexpresivo—. Estoy consiguiendo algo de esto,


también.

—¿Sí? ¿Como qué? —¿Una mamada? ¿Algo de mierda en la que esté metido?

—Una oportunidad para probarte que realmente soy diferente.

La realidad es que... yo ya sé eso.

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CAPÍTULO 27

JINX

Pienso que he perdido mi maldita cabeza.


No necesito demostrarle una mierda a esta chica. Y realmente no debería
arriesgarme a sacarla de estas cuatro paredes porque quiero que ella experimente
algo tan simple como una noche de diversión. Así como no debería haberla tenido en
mi cama anoche. Besado esta mañana. Revuelto sus malditos huevos. Me sentía feliz,
mareado y aliviado de que ella hubiera superado la mierda con la que estaba
lidiando y ahora estuviera hablándome y fuera de ese puto sofá.

Si quería ser un precavido estúpido con deseos de hacerla feliz, simplemente


podría haber repetido mis acciones de anoche. O habernos enrollado un cigarrillo de
marihuana, escuchado algunos blues y comido Cheetos mientras discutíamos sobre
todas sus aflicciones personales como lo malo de ser mujer. Entonces, no solamente
todavía tendría mis bolas, sino tal vez alguna información valiosa de ella también.

¿Pero hice eso? No. Después de unas horas de entrenamiento, una ducha y un
montón de inquieta caminata y pensar demasiado, estoy aquí, buscando en mi
armario, con mucho cuidado para que no perturbar el orden de nada. Estoy
intentando encontrar un atuendo que sea apropiado para un restaurante, en caso que
ella elija uno lindo, y además no se manche fácilmente, en caso de que tuviera la
oportunidad de matar a Cain, y se salpicara con algo de su sangre.

Me pongo unos pantalones vaqueros y un polo oscuro. Agarro mi chaqueta de


cuero. Mi gorra. Billetera. Llaves... chaleco. Voy a llevarlo puesto a cualquier bar o
club que vayamos. Voy a demostrarle que puedo representar a mi club, protegerla y
no ser un idiota que quiere controlar su noche. Diciéndole qué hacer. Cómo actuar.
Con quién hablar. Como le prometí que haría. Como el idiota que soy.

Son más de las cinco. Ya es de noche afuera. Acordamos salir hace diez minutos
atrás. Ella ha estado en mi cuarto de baño durante horas. Bueno, no sé si han sido
horas, pero ha sido lo suficientemente largo por lo que tuve que usar el otro baño

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Kim Jones – Cutslut
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para ducharme. El mohoso que estaba sucio. El que yo le hacía usar. El que juro que
no importa lo que ella haga, nunca la dejaré usar de nuevo. Luke realmente debería
contratar a alguien para limpiar esa mierda.

Ella probablemente está usando algo que me tendrá incumpliendo este acuerdo
antes de salir de casa. Le dije que no le diría cómo vestirse, pero no puedo tenerla
saliendo en público luciendo como una vagabunda tampoco. Si esa mierda llega a
Pierce, me matará. Aunque probablemente me mate de cualquier manera si se entera
de que la dejé salir en público.

—¿Estás listo?—pregunta, a mis espaldas. Inspiro profundamente y pongo mi


cara de acero. Me preparo para lo peor. Entonces me vuelvo. Y toda mi preparación
para lo peor no fue necesaria. Pero me alegro de que llenara mis pulmones de aire.
Debido a que verla, me quita por completo el aliento.

Sus ojos verdes son espectaculares, enmarcados en sus largas pestañas negras.
Los labios grandes, de color rosa y perfectamente llenos. El cabello rubio y ondulado
cayendo sobre los hombros y desparramándose por sus costados. Las tetas, esas
putas tetas, altas, redondas y sólo parcialmente ocultas a la vista, por una camisa
blanca que se hallaba abierta hasta el pecho, cortada en la cintura y abierta en los
brazos mostrando sus tatuajes. Los colores brillantes de la tinta y el tono bronceado
de la piel expuesta en el pecho y el estómago resaltan aún más contra el blanco
material.

Tragando saliva, mis ojos caen hasta sus piernas. Ellas continúan usando esos
pantalones negros ajustados hasta los tobillos. Y en sus pies brillantes tacones
dorados que se ven tan incómodos como la mierda, pero ella los lleva con facilidad.
Gira alrededor de ellos con gracia para darme una vista de su parte de atrás.

Su culo es la perfección en forma de corazón. Las caderas significativamente más


anchas que su pequeña cintura. Su espalda cubierta. Ella gira de nuevo para mirarme
a la cara y levanta una ceja.

—¿Entonces? ¿Lo apruebas?

Mierda sí lo apruebo, estoy pensando. Lo que digo es completamente diferente.

—Tú no necesitas mi aprobación.

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—¿Qué pasa con tu opinión?

Niego con la cabeza.

—Tampoco la necesitas.

—¿Qué pasa si yo la quiero?

Ella la quiere. Maldita sea, ella la quiere. Puedo ver la esperanza en sus ojos. La
pizca de ansiedad. El nerviosismo de que no me pueda gustar lo que veo. Porque lo
sepa o no, se vistió pensando en mí. Me quiere impresionar. Lo hizo. Pero yo no
quiero que lo sepa. Así que me encojo de hombros con indiferencia.

—La tendrás.

Su sonrisa de complicidad me dice que a pesar de mis intentos, ella puede ver a
través de mí. O tal vez me está conociendo más rápido de lo que pensé que lo haría.

Mirando mi chaleco que está doblado sobre mi brazo, ella sonríe burlonamente.

—Representando veo.

—Siempre.

—Tú sabes que no puedes usar eso y no actuar como un motero. Tienes una
reputación que proteger. ¿Cómo puedes hacer eso y cumplir tu promesa?

—Como dije, esta noche no es sólo acerca de tu pase libre. Se trata de


demostrarte que estás equivocada. Vámonos.

Girando sobre sus tacones, murmura algo en voz baja y camina hacia la puerta.
Me quedo un par de pasos detrás de ella, dejando que abra su propia puerta del
coche y yo me deslizo en el asiento del conductor a su lado. El coche ya está en
marcha, por lo que está caliente en el interior, algo que hice por mí. No por ella. O
por lo menos eso es lo que me digo. Y lo que temo me estaré diciendo toda la maldita
noche.

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CAPÍTULO 28

WINTER

— No puedo comer más —digo, arrojando la servilleta sobre la mesa. Jinx mira
mi plato de comida a medio comer antes de mirarme—. Quiero decir, puedo, pero no
lo voy a hacer. Preferiría beber. Y bailar. Y no puedo hacer eso si estoy
miserablemente llena. —Él responde con un simple movimiento de cabeza y da otro
bocado a la carne.

El lugar en el que estamos, parece salido de una película de terror. Hay equipos
agrícolas que cuelgan del techo. Animales muertos encaramados en las paredes. Por
no hablar de las personas extrañas y hogareñas que manejan el lugar. Pero Jinx me
aseguró que la comida era buena. Y lo es. Tal vez incluso algunas de las mejores que
he comido.

Cuando entramos en el coche, le dije que podía decidir adónde ir ya que no


conocía nada en el sur de Mississippi. Él me preguntó qué me gustaba comer y yo
había respondido a su pregunta fácilmente, “cualquier cosa”. Realmente no me
importaba comer en absoluto. Estaba demasiado ilusionada por divertirme. No
quiero decir que esto no sea divertido, pero... bueno, no lo es.

—¿Por qué no perteneces a una sección específica?—le pregunto, pensando que


un poco de conversación podría ayudar a que el tiempo pase más rápido.

Él me mira, toma el último bocado entonces coloca la servilleta en su plato.

—Porque no me gusta ajustarme a un conjunto de normas.

—Pero cada sección lleva el mismo parche—digo, confundida, mirando los


parches desgastados que cubren la parte delantera de su chaleco de cuero—. ¿No
todas tienen las mismas normas?

—Cada sección se gobierna a sí misma. Algunas personas manejan su mierda de


manera diferente. En algunas de las cosas estoy de acuerdo, en otras no. Pero las

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respeto a todas ellas. Al no dedicar mi tiempo a una en particular, puedo ir y venir


entre las secciones como me plazca.

—Así que cuando te cansas de una, sólo circulas. —Él asiente con la cabeza—. Si
te hiciesen elegir una sección, ¿cuál sería?

—Ellos no lo harían. —Su respuesta es arrogante, pero soy muy curiosa.

—¿Pero qué si lo hicieran?

—Ellos no lo harían.

Pongo los ojos en blanco.

—Bueno, vamos a suponer que lo harían.

—Ellos. No. Lo. Harán. Y si lo hicieran, entonces sería una violación de nuestro
reglamento.

Le doy una mirada de disgusto.

—Eres imposible.

—No... simplemente no tengo el hábito de responder a preguntas sin sentido por


el bien de la conversación.

—Estás demasiado convencido de que no lo harían. Me suena como que si lo


hiciesen, sería motivo de ruptura para ti. —Él no lo niega. Lo que me hace mucho
más decidida a averiguar por qué—. ¿Así que vas a decirme por qué nunca vas a
pertenecer a una sección?

—Ya lo hice.

Niego con la cabeza.

—No esa excusa de mierda. La verdadera razón.

Él me mira en silencio.

—Bien—le digo, después de que el silencio se vuelve incómodo—. Voy a


suponer.

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Cruzando los brazos sobre el pecho, me reclino y lo estudio un momento. Él me


devuelve la mirada, con la cabeza ligeramente inclinada. El cuerpo relajado. La
expresión aburrida. La misma mierda de siempre.

—Creo que no puedes confiar plenamente en la hermandad y todo lo que


conlleva. Seguro que te presentas cuando te llaman. Ayudas cuando se te necesita.
Pero hay alguna cuestión profundamente arraigada en ti que te impide realmente
acercarte a alguien. Muchos son como hermanos en una sección. Así que... —Me
inclino hacia delante y pregunto—. ¿Son problemas con papi? ¿Mami? ¿Vienes de un
hogar roto? ¿Hijo único o con un montón de hermanos que ayudaste a criar a costa
de sacrificar tu infancia sólo para que ellos salgan como matones? —Haciendo una
pausa, me golpeo ligeramente la barbilla como si estuviera pensando mucho.

—¿O es que fuiste un niño del estado? Saltado de un hogar de acogida a otro...
nunca encajando... abandonando la escuela... buscando una salida que te ayudaría a
desahogar toda esa frustración y rabia que tienes hacia unos padres que nunca te
demostraron su amor. Apuesto a que tu triste historia es igual a la de todos los
demás. Perdiste tu camino en la vida, el MC te encontró y ahora sientes que
realmente perteneces a un lugar. Pero el rebelde en ti simplemente no te permitirá
establecerte y, como tú dices, atenerse a un cierto conjunto de normas.

Estoy satisfecha de que lo comprendí bien. Mi sonrisa es victoriosa. Pero no dura


mucho tiempo.

—Estás equivocada—dice inexpresivo. Ahora, estoy intrigada.

—Entonces dime la verdad.

Sonriendo, niega con la cabeza.

—No.

—Oh, vamos. Sabes todo sobre mí—me quejo, de repente con sed de
conocimiento acerca de este hombre. Este hombre sexy en su polo negro y jeans
oscuros, con ojos de plata y dientes muy blancos.

—No vine de un hogar roto—dice, dándome una sorpresa de muerte—. Mi


madre y mi padre están vivitos y coleando. Juntos. Son comprensivos, cariñosos y
trabajadores. Tengo una relación muy estrecha con mis dos hermanos menores.

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Ambos son extremadamente inteligentes. Ambos juegan al fútbol en una universidad


de la Ivy League. Ambos fueron seleccionados como buenos candidatos para los
equipos de la NFL.

—¿Los conozco?

Se encoge de hombros, llevando su botella a los labios.

—Tal vez. —Toma un par de tragos largos, luego baja la botella y levanta los ojos
para encontrarse con los míos mientras le disparo a quemarropa la siguiente
pregunta.

—¿Y tú? ¿Fuiste el paria? —Pongo cara seria y finjo enjugarme las lágrimas—.
Pobre pequeño Jinxton. Nunca capaz de cumplir con las expectativas de sus papis.

Estoy siendo una cretina con él sólo porque por dentro, le estoy haciendo un
poco de daño. Y no me gusta sentirme mal por este individuo. Hablaba en serio
cuando dije que he oído esta historia mil veces. Después de un tiempo, es difícil
sentir algo de empatía. Además, no se ofende por mi burla. Está luchando contra una
sonrisa. Probablemente debido a mi teatro.

—Idiota—murmura, sonriendo de esa manera—. En realidad, fui la clase de hijo


de la que cualquier padre estaría orgulloso. Académicamente, alcancé el éxito. Podía
elegir entre las universidades de la Ivy League. Atléticamente, era el esquinero mejor
ranqueado en la nación. Los agentes estaban llamando a mis padres antes de que
incluso me graduara en la secundaria. Querían representarme a pesar de que yo no
fui elegido para la NFL durante años.

Guau. Tal vez realmente es diferente. En más de una manera...

—Eso es suficiente para la hora del cuento—dice con desdén, mirando el ticket
mientras saca la billetera—. Eres una cita barata.

Dejando caer el tema, por ahora, le guiño un ojo.

—La noche es joven.

Nos levantamos y él mete las manos en los bolsillos. Le paso mi brazo alrededor
de su codo y me apoyo en él, mientras salimos.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

—Es una buena cosa que tengas esa tarjeta negra, encanto—ronroneo con mis
labios en su oído—. Porque la vas a necesitar.

CUANDO JINX me dijo que íbamos a un bar de blues, primero protesté. Luego
me explicó que era más que eso. Que tenía algo para todo el mundo que quisiera
pasar un buen momento. Yo todavía estaba en duda, por lo que me pasó a explicar
que una auténtica banda de blues de Mississippi estaría allí cubriendo todos los
clásicos que disfrutaban la gente de mediana edad y los mayores. Pero a las once, la
banda se iría y la multitud se reduciría dejando espacio para que las personas más
jóvenes bailaran y se divirtieran con el DJ toda la noche. Eso me lo vendió.

Ahora, aquí estamos, en Bee's, un lugar apartado y principalmente orientado a la


población local. Un lugar al que nunca se me ocurriría venir.

El edificio es modesto, la iluminación apagada, varias mesas y sillas alineados a


ambos lados de la amplia pista de baile, y una barra grande y curvada resaltada en
azul neón que se encuentra enfrente del pequeño escenario. Pero es el ambiente lo
que me hace enamorarme de este lugar. Todo el mundo está feliz. Meneándose.
Bailando a un ritmo sensual. Y estoy un poco triste pues la banda se irá pronto.

También estoy un poco borracha.

Este lugar no sólo tiene buena música, tienen cócteles estupendos. Eso compensa
completamente que no tengan nada de whisky escocés. En realidad, creo que he
encontrado un nuevo favorito. Un Martini de zarzamora que es suave, fresco, frutal y
potente como el infierno.

Estoy en el medio de la pista de baile. Con una copa en la mano. Mis caderas
moviéndose al son de “The Thrill Is Gone”. Jinx, ha manteniendo su promesa, se ha
quedado en el bar. Me ignora por completo. Apenas hemos tenido contacto con los
ojos en las pocas horas que hemos estado aquí.

He bailado con varios hombres, algunos que no podían mantener sus manos para
sí mismos. Solo armonizaba con la música, así que no me importaba. Pero esperaba
que Jinx viniera pisando fuerte, y le exigiera que mantuviera sus sucias patas sucias
lejos de mí para luego decirme, “Cálmate”. O, “Enfríate”. O, “Deja de llamar la

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

atención, puta”. Aún no ha hecho ninguna de esas cosas. Él ni siquiera tiene cara de
enojado. No es que yo lo haya estado mirando.

—Bueno, gente—dice el cantante, respirando con dificultad por el micrófono—.


Se está haciendo la hora. —Todo el mundo se queja, ninguno más que yo, que
abucheo como una idiota—. Todos saben cómo me gusta hacer. Tengo que rescatar
un baile para mi dama. Tengo que rodearla con mis brazos… —Los silbidos se
oyen—. Tengo que apretarme a ella... —Más silbidos—. Tengo que abrazarla con
fuerza por qué ellos cantan su canción. —Los clientes habituales ovacionan, sabiendo
lo que se viene. Ovaciono a pesar de que no soy un habitué porque quiero serlo
también.

—Ahora, poneos de pie. Agarrad a una mujer. Todos bailaremos esto—dice,


bajando las escaleras, sin apartar los ojos de la mujer que ha estado de pie en el
centro de la pista junto a mí toda la noche—. Tú, camarero. Ponnos algo de The Black
Crowes3... y déjame bailar con mi Josephine.

La música comienza. Calvo los ojos en la pareja junto a mí. Bailando al son de mi
canción. Como si fuese su canción. Y todo lo que puedo hacer es simplemente negar
con la cabeza. Maldita mi suerte de mierda.

3
The Black Crowes fue un grupo estadounidense de Hard Rock que recibe sus
influencias de la música rock de los 60 y 70 y del Blues de Estados Unidos.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 29

JINX

Bee´s es la clase de lugar donde puedes gastar un montón de tu tiempo.


A juzgar por la cantidad de martinis de zarzamora que Winter ha bebido, el
dinero es otra cosa que puedes gastar un montón aquí. Tengo que decir, no obstante,
que ha sido dinero bien gastado.

Verla mover esas caderas en esos putos pantalones ajustados... sí... vale la pena
cada centavo que he cargado a esa tarjeta negra. Pero esa sonrisa... esa risa... la forma
en que lanza la cabeza hacia atrás, cierra los ojos y se pierde en el momento... no
puedes ponerle un valor en dólares. Eso jodidamente no tiene precio.

No he hablado con ella desde que entramos por la puerta. No la he tocado desde
que deslizó su pequeño brazo a través del mío en el restaurante. Ella piensa que no la
he mirado, tampoco. Está equivocada. Mis ojos han pasado más tiempo observándola
que cualquier otra cosa. Mover esas caderas. Ese culo. Sonreír con esa sonrisa de
mierda que me derrite.

—Crown. Doble—le digo al camarero que levanta una ceja ante mi solicitud.

—¿No el de costumbre?—pregunta, señalando mi vaso vacío.

Niego con la cabeza.

—Nah. Necesito algo más fuerte.

Mientras que él lo vierte, miro hacia atrás a la zorra de pie en la pista de baile.
Está mirando a su alrededor confundida mientras la banda hace un anuncio. Nunca
he prestado mucha atención antes o estado bastante tiempo para escucharlo, pero al
parecer, esto es algo que hacen con regularidad. Sonrío cuando ella anima junto con
la multitud a pesar de no tener ni idea de lo que mierda está pasando.

El cantante grita al camarero justo cuando pone mi whisky escocés delante de mí.
Mi vaso va camino a mis labios cuando lo escucho.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Su canción.

Hay sólo un puñado de solteros aquí. Ella bailó con todos ellos varias veces.
Incluso con algunas de las mujeres. He observado en desinteresado silencio. No soy
un hombre celoso. Además, aunque fuera esa clase de hombre, ella no es mía para
estar celoso. Pero la idea de que baile esta canción con alguien que no sea yo, me
molesta.

No estoy enojado. Molesto o alterado en lo más mínimo. Es sólo que... maldición


duele. No me gusta que duela. Así que me tomo el trago. Miro como ella cortésmente
declina una oferta para bailar. Luego otra. Entonces la veo sonreír vacilante. Sus
hombros se caen. Sus ojos bajan a sus dedos que se mueven nerviosamente por el
borde de la copa.

A la mierda.

Ocho zancadas más tarde, estoy detrás de ella. Tomando su copa y dejándola en
el escenario. La giro en mis brazos ella levanta esos largos y bellos brazos tatuados
alrededor de mi cuello. Coloco mis manos en sus caderas. Empujo su calor contra mí.
Clavo la mirada en su boca entreabierta y en sus grandes ojos verdes, y por segunda
vez, estoy diciéndole:

—No soy tu chico del sueño, Winter. No te enamores de mí.

—Ídem—suspira, su aliento fresco, perfumado con zarzamora abanica mi cara.

Deslizando la mano por su espalda, acuno su cuello. Instantáneamente ella


entierra su rostro en mi cuello. Aspiro su pelo. La mezcla de champú y su sudor
excepcionalmente dulce, es calmante. Ese dolor en el pecho al pensar en que ella
bailara esta canción con otro hombre ha pasado.

Josephine... En realidad nunca he escuchado la canción. Ahora, mientras


reemplazo al chico del sueño de Winter, la estoy oyendo por primera vez. Y nos
describe a la perfección.

Esto, yo y ella, esto es correcto. Equivocado, pero correcto. Le estoy diciendo a


esta chica que no se enamore de mí. Porque, al final, solo terminaré decepcionándola.
Ella dice lo mismo, pero ninguno de los dos puede negar lo que está sucediendo en
este momento.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Cuando la canción se termina, me doy cuenta de que no preste atención a todas


las pequeñas cosas que me preguntaba antes. Tales cómo se sentiría contra mí. Cómo
movería el culo. Cómo se bambolearían sus caderas. Ahora aquí estoy, deseándola
ardientemente. Desesperadamente.

Duro.

Áspero.

Rápido.

En. Este. Puto. Lugar.

Y ella acaba de pedir un maldito trago.

Mientras la banda musical toma su descanso, otra canción comienza a tocar. Me


muevo entre la multitud de gente que baila una mierda de two-step 4con Winter a
cuesta.

—Lo de siempre—le digo al camarero. Él asiente con la cabeza una vez y le da la


espalda a la multitud mientras discretamente prepara mi bebida.

—Creo que voy a tomar el especial de V—dice Winter, con los ojos en el menú de
bebidas mientras se desliza en el taburete a mi lado. Quito el menú de plástico de sus
manos.

—Tú no quieres eso.

Ella me lo arrebata de nuevo.

—Si, lo quiero. Es especial. —Ella señala la descripción—. Lo dice. Incluso tiene


todas esas estrellitas junto a él.

—Esos son asteriscos. Lee la letra pequeña.

Entrecerrando los ojos, trata de leer la advertencia. Después de un momento, se


da por vencida y lanza la carta de nuevo a la barra—. No importa. Lo quiero.

—No.

4
Baile country.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

El camarero me entrega mi bebida y me mira a mí, luego a Winter antes de


volver a mirarme para mi aprobación.

—¡Oye! —Ella chasquea los dedos en el aire entre ellos—. Soy adulta, en el caso
de que se les haya olvidado. Ordenaré por mí misma. —Girando hacia mí, me hinca
un dedo en el pecho—. Lo prometiste.

Lo hice. Además, esto podría ser interesante.

—Está bien. —Le doy un encogimiento de hombros y cabeceo al camarero. Él


sonríe a sabiendas y con mucho gusto prepara la bebida probablemente más
entusiasmado con la propina que va a obtener de los putos cincuenta dólares que por
el resultado.

Cuando ella lo tiene en la mano, se toma un momento para admirar el líquido


azul espumoso en la copa flauta de champaña antes que proponga un brindis.
Agarro mi bebida y felizmente la complazco.

—Por una noche súper divertida y excitante.

—Oh lo será—dice el camarero con una carcajada.

Ella le lanza una mirada divertida entonces, regresa su sonrisa a mí.

—Gracias.

—No, encanto, gracias a ti. —Choco su copa y le doy un guiño. Ella está ajena a
lo que se está metiendo y estoy ahogando una risa cuando ella inclina su vaso y se lo
baja de un trago.

—Mmm... eso fue como... la cosa más deliciosa que jamás he bebido. Tomaré
otra.

Le disparo una mirada de por-qué-putas-no al camarero y él le dice que es un


máximo de dos bebidas. Ella está embelesada por eso.

—Debe ser una buena mierda. ¿Ves? —Ella juguetonamente me golpea el


brazo—. Y no querías que yo lo bebiera. Tan egoísta…

—Tan egoísta—reitero.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—¿Vas a sujetarme el pelo si vomito esta noche?—pregunta, a la mitad de su


segunda copa antes de hacer una pausa para encender un cigarrillo. Cuando cruza
las piernas, mis ojos caen en ellas. Viajan hasta su vientre plano, sus voluminosas
tetas, su delicada garganta, los labios rosados y luego se detienen en sus ojos.

—No.

Ella sonríe.

—Sí lo harás. No puedes evitarlo. —Volviendo su hombro hacia mí, ella me


examina y pestañea—. ¿Te está enamorando de mí, Jinx?

Tomo el cigarrillo entre sus dedos.

—No.

—¡Me encanta esta canción!—grita de repente. Yo no estaba preparado para ello


y casi salto de mi puta piel. Se ríe de mi expresión, se toma el resto de la bebida y
salta del taburete. Miro mientras se pasea por la pista de baile y agarra una de las
mujeres.

La música viene de los altavoces en la barra cuando la banda musical se une a la


multitud para bailar. No sé lo que es, pero definitivamente no es blues, probable una
transición a lo que está por venir. Me estremezco al pensar.

—¿Cuánto tengo que pagar al DJ para no escuchar nada de esa mierda tecno esta
noche?—pregunto al camarero que todavía está teniendo una puta sonrisa.

—No tecno. Solo pop y rap. No se preocupe, voy a solicitar algún buen bajo
golpeando mierda dura. —Él se inclina y deja caer su voz—. Lo necesitará para
continuar.

—Sí—le digo, mi polla ya está hinchándose ante la vista de su baile y la idea de


lo que está a punto de suceder—. Probablemente tengas razón.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 30

WINTER

Hijo de Puta.
Por alguna razón, estoy tan malditamente caliente que podría follarme sin
preliminares un poste de una valla. O la pierna de esta muy agradable señora que tan
inocentemente está bailando a mi lado. Sin saberlo, me pregunta sobre mi orientación
sexual.

Lo que pensé que era sólo una lenta construcción de mi habitual estado de
borracha cachonda, ha estallado en una desesperada necesidad de ser follada como
un animal. Mis tetas se sienten pesadas y la sola sensación de sentir mis pezones
rozando contra el sujetador, me hace apretar los muslos con fuerza. Cuando lo hago,
me doy cuenta que mi coño está tan mojado, que ha calado a través de mis bragas y
humedecido mis pantalones.

Mi clítoris se siente como del tamaño de una pelota de golf. Está latiendo...
pulsando. Presionando contra mis labios hinchados. Tratando de liberarse, de
encontrar una superficie áspera para frotarse contra ella una y otra vez hasta que
finalmente consiga la liberación.

¿Qué demonios es lo que está mal conmigo?

Mis pensamientos están muy jodidos. Acto seguido, estaré dándoles nombres a
mis partes femeninas, algo estúpido como Thelma para la teta derecha, Louise por la
izquierda y Tawanda o alguna mierda loca para mi vagina. Y no sólo eso,
estúpidamente estoy preguntándome cómo puedo tener un polvo con esta señora a
mi lado, o en una superficie dura o en un poste de una valla, cuando mi sueño
húmedo está sentado en un taburete a escasos centímetros de mí.

Abriéndome paso entre la multitud, camino hacia allí. A medida que me acerco,
puedo distinguir la mirada preocupada en su rostro. No dejo de caminar hasta que
estoy de pie entre sus rodillas. Sus manos se extienden y agarran mis brazos. Sus ojos

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

vagan por mi cara. Entonces, empuja el pelo sudoroso de mi cara, sintiéndome la


frente.

—¿Qué te pasa, cariño?—me pregunta con un poco de pánico. Mucho de sexy.


Dios es tan sexy. Cariño. Mi coño se aprieta.

Trago saliva y me quedo mirando sus labios. Me pregunto qué se sentiría si mi


clítoris del tamaño de una pelota de golf estuviese siendo acariciado por su lengua.

—No lo sé—respiro. Gimo. La misma mierda. Me machaco contra él. Mis dedos
están clavándose en sus muslos.

—¡Yo lo sé!

Miro por encima del hombro de Jinx para ver al camarero realizando
movimientos pélvicos en el aire. Gimo de nuevo.

—Necesito que rompas tu promesa—digo, mis manos buscando


desesperadamente su piel. Queriendo tocarlo. Queriendo que me toque más. La
banda comienza una ejecución tributo de la canción Changes, grabada originalmente
por Black Sabbath, y me recuesto más cerca para que pueda oírme, poniendo mis
labios contra su oído.

—Necesito que me folles. Ahora. Con esta canción. Duro. Más duro de lo que
alguna vez me has follado—jadeo, mordisqueándole el lóbulo. Besando su cuello.
Mordiéndolo—. Al diablo con nuestro trato. Fóllame como si fuese tuya. Como si
fuera tu propiedad. Una sucia puta. Una chica mala. Zúrrame. Golpéame... Fóllame...
¡Por favor!

Él agarra mis hombros y me empuja un paso hacia atrás para mirarme. Su


preocupación se ha ido, reemplazada por pura diversión. Tal vez por deseo. Mierda
no sé. No tiene importancia. Necesito su polla. No sus expresiones faciales.

—Bueno... —Su sonrisa se extiende a través de su hermosa cara. La cara en la que


quiero sentarme y montarlo como si fuese una Harley Davidson—. Si insistes, encanto.

Agarro su mano. Giro sobre mis tacones. Tiro de él a través de la pista de baile
abarrotada y por la puerta al lado del escenario. Mis pensamientos son turbulentos.
Inconexos. No me puedo concentrar. Es decir, puedo, pero sólo en una cosa.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Sexo.

Polla.

Verga.

Labios.

Manos.

Bueno, varias cosas.

Empujo a través de la puerta y encuentro la pared más cercana. Comienzo a


lanzarme contra ella, pero él me gana de mano. Me gira. Me besa. Me inmoviliza.
Obligándome a realizar esos movimientos pélvicos en el aire como el camarero.

Apartando mi boca de la de él, lucho para soltarme de su agarre y me muevo


hacia atrás más dentro de la habitación.

Él avanza con paso acechante detrás de mí. Lento. Depredador. Como un


maldito buitre sonriendo burlonamente. Estoy tratando de caminar, de quitarme
estos pantalones apretados en el culo y poner cierta distancia entre nosotros. Tenerlo
tan cerca y tratar de tomar las cosas con calma es peor que él no tocándome en
absoluto.

—¿Has estado alguna vez en un viaje por la carretera? —Estoy divagando.


Tratando de distraerlo—. ¿Te has detenido en una tienda y comprado en un
dispenser de soda, uno de esos grandes refrescos que te revientan las tripas y te dan
una infección urinaria, sabiendo bien, muy bien que vas a tener que hacer pis antes
detenerte de nuevo? Un litro y medio más tarde, eso te golpea. Lo ocultas durante los
primeros treinta kilómetros, entonces, un idiota en el coche se da cuenta de tu lucha y
se divierte contigo. ¿Te ha sucedido eso alguna vez?

Él niega con la cabeza. Mis pantalones están ahora en la mitad de mis muslos. Él
todavía se está acercando a mí. Todavía sonriendo burlonamente. Todavía tiene es
mirada prometiéndome tortura.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Bueno, es ahí donde estoy. Un poco. Digo, no tengo que orinar, pero tengo más
de un litro y medio de calentura y si me atormentas, voy a explotar. Así que te pido,
no, te ruego... por favor no me estimules.

Él levanta una ceja ante eso. Mi espalda golpea contra una pared. Él cierra la
distancia. Gimo cuando el pesado subir y bajar de mi pecho tiene mis pezones
rozándose contra su chaleco. Sus manos se mueven a sus vaqueros. A la hebilla de su
cinturón. Lo pasa a través de las presillas y lo sostiene en alto. Mis piernas tiemblan
por la anticipación. Sonriendo, deja caer el cinturón al suelo. Todavía estoy viéndolo
caer cuando desciende sobre mí.

Su beso es rápido. Cabal. Barre su lengua a través de mi boca. Entonces estoy


girando. Mis manos están extendidas contra la pared para sostenerme. Presiona una
mano contra mi espalda y me inclino. Separo más las rodillas. Me inclino más
profundamente. Toco los dedos de mis pies. Grito cuando el aire frío golpea mi coño
expuesto.

—Maldición, chica—dice con voz ronca—. Estás malditamente empapada. —


Tirito y hago algún extraño sonido ininteligible mientras él sube arrastrando los
dedos por mis muslos húmedos hasta mi coño empapado y goteando.

Se arrodilla detrás de mí.

—Tan hinchada... —Su aliento me hace cosquillas en el sexo y mis rodillas casi
ceden—. Tan rosada... —Oh, Dios mío, voy a morir—. Tan bonita y húmeda y... —se
desvanece. Entonces, la lengua está en mí. Haciendo círculos en mi clítoris.
Perezosamente barre entre mis labios. Se lanza dentro mío—. Tu sabor es tan
jodidamente bueno.

Sepan esto: Si un hombre usa su boca de la misma manera en que él la utiliza


cuando te da esos besos que te hacen doblar los dedos del pie, que tu corazón lata
acelerado, que te olvidas del mundo y del fóllame ahora mismo, puede comer coños.
Y el Devil´s Renegades, Jinx, definitivamente puede comer coños.

El problema es que necesito más. A él. Dentro de mí. Dándome una follada de
muerte.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—¿Estás bien, cariño?—me pregunta, poniéndose de pie lentamente. Tomándose


su maldito tiempo.

—Jinx... —Es una advertencia.

—Mierda.

Eso fue un mierda malo. Un mierda decepcionado. Un mierda tenemos-que-parar.


Bueno... a la mierda con eso.

Luchando para enderezarme, lo miro ferozmente por encima del hombro.

—¿Qué…

—No tengo un condón.

—¡No me importa!—grito, demasiado fuerte. Demasiado desinteresada. Estoy a


punto de liberar a la bestia sobre él. Nunca tenga la oportunidad. Obviamente, a Jinx
no le importa tampoco. Porque está agarrando mis caderas. Mi pelo. Tirando.
Empujando. Empalándome con una estocada dura, profunda, y fuerte que me tiene
en puntas de pies.

—Manos en la pared—me ordena a través de los dientes. Y es acompañado por


un gemido cuando cambio de posición para hacer lo que dice—. Estira los brazos. —
Él retrocede un paso hacia atrás tirando de mí con él hasta que mis codos están
sujetos—. Ten cuidado con lo que deseas, cariño—susurra en mi oído, plantando un
beso suave allí antes de enderezarse.

Él sale de mí a un ritmo desesperadamente lento hasta que solo la punta de su


polla es lo único que permanece dentro mío. Pero la agonía de él moviéndose a la
velocidad de un caracol dura poco. Porque la siguiente embestida y las innumerables
después de esa, vienen a un ritmo rápido y son entregadas en un estilo bello y brutal.

Me estoy corriendo duro. Gritando en voz alta. Mi excitación está inundando mis
muslos. Su polla. El sonido a húmedas bofetadas de nuestra manera violenta de
copular casi domina la música en la otra habitación. Y me importa una mierda.
También a él.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Saco una mano de la pared para acariciar mi clítoris. Su agarre en mí se aprieta,


manteniéndome en el lugar. Mi cabeza gira cada vez que bombea sus caderas. Mis
pechos rebotan duramente, saliéndose de mi camisa. No puedo contar cuántas veces
me he corrido. O si incluso he dejado de correrme.

Es eufórico. Estupendo. Alucinante. Sobrecogedor. Pero lo mejor de todo, es


interminable. Esa sensación de saciedad y dicha está ahí, pero el descenso no. Estoy
tan arriba y caliente como cuando empezamos, setenta y seis mil orgasmos atrás.

—Silencio, cariño—dice, luego que extiende la mano para cerrar mi boca. Yo


sabía que mis gritos eran fuertes, pero no me di cuenta de cuán fuertes. Además, no
me percaté de que la música se había detenido.

—Uno más, chica dulce. Entonces tendremos que irnos. La banda estará acá en
cualquier momento. —Yo sensualmente lamo su mano—. Lo sé, cariño. Maldición si
lo sé. —Dios, quiero lamer todo de él. Le muerdo la deliciosa yema del pulgar y me
satisface empujando imposiblemente más duro. Entonces me corro imposiblemente
más duro. Y es imposiblemente mejor que la última vez.

Rápidamente sale de mí y un segundo después, lo siento bañar mi culo con su


ardiente corrida. Sujetando una nalga con una mano mientras se bombea la polla con
la otra. Cuando él abre los ojos, estoy mirándolo. Todavía cachonda, pero
temporalmente satisfecha, lo suficiente para no explotar. Más como medio litro de
soda en lugar de un litro y medio.

—No te enamores de mí, Jinx—digo, curvando los labios.

—Ídem.

Sacando una bandana de su bolsillo trasero, observo con diversión mientras


cuidadosamente me limpia. Cuando se mueve para pasarlo entre mis piernas, me
enderezo.

—Me gusta estar mojada. Además...—le sonrío—. Si me tocas ahí, voy a correrme
de nuevo.

—Nada me enciende más que una mujer insaciable. —Él se mete el pañuelo en el
bolsillo y agarra el cinturón del suelo—. Compórtate esta noche—advierte en
broma—. O pondré este cinto en tu culo.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Subiéndome de nuevo los pantalones, pongo los ojos en blanco.

—Promesas, promesas.

En el momento que mis pantalones están arriba, y mis tetas están de vuelta
dentro de la camisa, la puerta se abre y la banda entra, deteniéndose a medio camino
para mirarnos.

Jinx me sonríe burlonamente antes de girar para enfrentarse a ellos.

—Ella tomó el especial.

Todo el mundo se ríe y continúan entrando. Estoy confundida, pero rápidamente


se enredan en la conversación, recibo saludos de varias de las mujeres con las que
había estado bailando, esposas supongo.

—¿Fumas? —Escucho que uno de los hombres le pregunta a Jinx. Él declina


amablemente, pero puedo decir que realmente no quiere. Puedo ver el deseo en sus
ojos cuando el porro es encendido y pasado.

—Voy al baño—digo, rodeando a Jinx. Me agarra el brazo, deslizando su mano


hacia abajo hasta que está sosteniendo la mía. Me observa con una mirada cautelosa.
Viéndose como si quisiera decir algo, pero no tan seguro de que debería.

—Usa el nuestro. El de las chicas no está agradable —una de las mujeres dice.

Jinx se relaja visiblemente ante su oferta. Él pensó que iba a huir... Eso es lo que
necesito hacer. Es en lo que debería estar pensando. O quizás debería estar pensando
cómo huir en este momento, pero huir es lo último que quiero hacer.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 31

WINTER

— Cierra la maldita boca—digo, mi incredulidad palpable—. ¿Estás bromeando


no?

Estoy en el cuarto de baño, participando de una conversación de baño de


mujeres. O lo estaba, hasta que los ingredientes del especial de V fueron dejados caer
sobre mí como una bomba. Ahora estoy clavando los ojos en la esposa del cantante,
Josephine, con los ojos abiertos como platos y repitiendo—. Estás bromeando.

Ella se ríe, su largo cabello negro levantado pulcramente de su nuca mientras se


abanica.

—Nop. Esa bebida carísima es la única manera con la que pueden mantener las
puertas abiertas aquí. Diablos, pagan al representante de ABC, y todavía hacen su
agosto. —Ella me guiña el ojo—. Me han dicho que vale la pena cada centavo.

Así es. Pero no lo digo. No tengo necesidad. Al parecer, ellas me escucharon.


Creo que piensan que soy una suerte de inocente y dulce chica que nunca ha tenido
sexo en un bar. Ahora sería un buen momento para decirles que yo soy una especie
de puta, que follar es lo que hago. Pero nunca he follado, mientras que estaba
cachonda por un Viagra, por lo que en cierto modo, esta es una primera vez para mí.

¡No puedo creer que había Viagra en mi bebida!

—Voy a matarlo.

Ellas se ríen más fuerte.

—Sí—dice una apuntándome con el dedo—. Por follarlo hasta la muerte. —


Incapaz de no encontrar eso divertido, me uno a la risa. Entonces mis muslos se
rozan involuntariamente y me acuerdo de por qué esto no es tan gracioso. Todavía
estoy caliente como el infierno.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Vamos—dice Josephine, enderezando su vestido en el espejo por última vez—


Probablemente ellos están volando muy alto y nosotras aquí perdiéndonos toda la
diversión.

Salgo en fila con las cinco mujeres y entro en una habitación llena de humo con
hombres risueños, incluido Jinx. Me quedo inmóvil y simplemente lo miro. Se está
riendo. Como riéndose de verdad. De todas las veces que podría haber elegido para
compartir su risa, mi columna vertebral hormiguea, mi clítoris cosquillea, tuvo que
elegir el momento cuando estoy bajo la influencia de cien miligramos de Viagra, dos
veces la dosis promedio. ¿Dónde está ese puto poste de la valla…

Alguien dice que es hora de tomar una copa y lo siguiente que sé, es que la gente
está saliendo de la habitación hacia el salón principal del bar. Jinx, una vez más
comportándose acorde a su promesa original, conserva la distancia entre nosotros y
se dirige hacia el frente de la línea con los chicos.

Le muestro el dedo al camarero cuando él ríe tan fuerte que no puede preparar
mi bebida. Dos martinis más tarde, estoy sentada en la barra dándoles los detalles de
nuestro sexo con Viagra y cómo la droga me hace sentir a las mujeres de la banda, y a
algunos jóvenes que están de pie al alcance del oído.

Regularmente, miro a Jinx que está bebiendo copa tras copa. Riéndose.
Sonriendo. Pasando un muy, muy buen momento. Es obvio que está borracho y me
alegro de que se esté soltando Está demasiado tenso. Y verlo así me hace sonreír.
Estoy feliz por él. Y, por supuesto, caliente por él.

Sintiendo que él me mira, trato de actuar indiferente cuando mi atención cae


sobre una cara familiar. Bueno... supongo que los problemas han llegado.

Conozco al tipo junto a la puerta que arrastra su mirada de mí para observar a


Jinx. Para todos los demás, se parece a alguien que acaba de llevar para pasar un rato
y tomar una cerveza. Pero no. Él está con los Ten´s Testament.

Yo discretamente bajo los ojos, entonces escudriño el bar buscando alguna otra
cara conocida. Encuentro dos más, todo ubicados en diferentes áreas a través de la
habitación.

207
Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Vamos a bailar, cariño—dice Jinx, apareciendo de repente frente a mí. Está en


minoría. Está ebrio. Trastabillando y tropezando con sus propios pies. Sobrio, podría
defenderse. ¿Ahora? Él no tiene la menor oportunidad.

—Jinx, detente. —Trato de soltarme pero él aprieta su agarre en mi mano y me


hace girar en torno a él. Atrayéndome contra su pecho, levanto la mirada a sus
entornados ojos e inyectados en sangre—. En serio, detente.

—Sonríe, cariño. Diviértete un poco. —Él me sonríe con alegría. El tipo me


recuerda a un niño universitario borracho. Y no estoy tan segura de que él me guste
así en absoluto.

—Escucha—comienzo, la idea de que sea atacado, herido o incluso muerto tiene


el miedo punzando en mi columna vertebral.

Tomo una profunda respiración, haciendo caso omiso de mis pensamientos


encontrados mientras me preparo para decirle que lo que él temía ha llegado. Pero
antes de que pueda decir otra palabra, uno de los miembros de la banda viene a
nuestro lado y se involucra en una conversación con Jinx. Lo permito durante unos
segundos y luego agarro su cara entre mis manos y se la giro así él me está mirando.

Estoy desesperada por decirle. Él tiene que saber. Entonces mis pensamientos
dan un giro y entrecierro mis ojos en los suyos pesados e inyectados en sangre.

—Has fumado esa hierba, ¿verdad?—le pregunto, aunque ya sabía la respuesta—


. Tú maldito egoísta. Esa era una buena mierda también, ¿verdad?

Su sonrisa se ensancha y asiente con la cabeza.

—La. Mejor. Hierba. Punto. —Él se despeja un poco y asiente con la cabeza—. En
serio, Winter. Es buena mierda. —Entonces se está sonriendo de nuevo. Bailando sin
ritmo una canción de hip-hop que ni siquiera reconozco.

—¡Jinx! Por favor!—grito. Esta vez, él me escucha.

De repente, me estrecha más contra él. Baja la cabeza. Y me besa duramente. Por
un momento me dejo ir con este beso porque no quiero herir sus sentimientos. Eso es
todo. Cuando se aparta, mis ojos están todavía cerrados, reviviendo el momento y el
hecho de que incluso borracho, es un gran besador.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Winter—dice, y mis ojos se abren de repente ante el sonido de su voz. No tiene


dificultad para hablar. No está divertido. Está serio. Sobrio. Al igual que su rostro,
sus ojos siguen estando inyectados en sangre y ligeramente entornados, pero no hay
ningún vestigio de embriaguez en Jinx. A decir verdad…

—¿Estuviste bebiendo algo de manzana?—le pregunto, mi nariz se arruga


cuando me inclino y huelo el aire entre nosotros. Mi cuerpo todavía está flotando
cerca del suelo. Él se inclinó sobre mí, su cara muy cerca de la mía. Volviendo el olor
de esa maldita manzana algo inconfundible. ¿Él bebe martinis?

—Zumo de manzana. —Él suelta un soplido y yo inhalo—. El camarero y yo


tenemos un acuerdo.

—¿Qué? ¿Por qué? Espera... entonces, ¿no estás borracho?

Él sonríe.

—No, encanto. No estoy borracho. Estoy muy drogad, pero no soy el idiota ebrio
que estoy fingiendo ser. Estoy al tanto de todo lo que sucede a mi alrededor. Y sí, sé
que están aquí.

Bueno mierda. Justo cuando pensaba que tenía una ventaja sobre él. Justo
cuando pensaba que finalmente me estaba apagando, él va y hace alguna mierda
semi-heroica que tiene mi cuerpo calentándose de nuevo. Negando con la cabeza,
trato de aclarar mis pensamientos y concentrarme en lo que es importante.

—¿Por qué te estás haciendo pasar por borracho?

—Me estoy volviendo un blanco fácil.

—Pero hay tres de ellos.

—Cuatro—corrige.

—¿Qué? ¿Llamaste a Luke?

Su sonrisa es presumida. Perezosa. Caliente.

—Eres graciosa.

Estoy sonriendo también cuando contesto.

209
Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—No. No lo soy. Llámalo Jinx. Necesitas respaldo.

—¿Para cuatro? Nah. —Él guiña un ojo. Me estremezco—. Lo tengo controlado,


cariño. Ahora, voy a aflojar un poco. Baila conmigo. Sonríe y no hagas nada estúpido
como mirarlos.

Le doy una mirada de disculpa.

—Pero tengo que hacer pis.

Él pone los ojos en blanco.

—Por supuesto que sí. —Saliendo, camina tropezando hacia el baño conmigo
metida contra su costado y gritando que estoy lista para la segunda ronda. Se gana
un codazo en las costillas que esquiva fácilmente.

—Que sea rápido—dice, de pie fuera de la puerta del baño, después de que trata
de seguirme adentro y yo le sigo el juego, como si estuviese diciéndole “no” mientras
él escanea el baño en busca de amenazas.

Cuando estoy detrás de la puerta del cubículo, me apoyo en ella y suelto el


aliento que no me di cuenta que había estado conteniendo. Cerrando los ojos,
bloqueo el sonido de las mujeres que van y vienen. Charlando y riendo, disfrutar de
una vida sin preocupaciones como la que yo quiero tan desesperadamente. Y algo
que lamentablemente no tengo.

Esta noche era perfecta. Pero déjale a Caín joder todo lo bueno en mi vida.
Incluso a muchos kilómetros de distancia, tiene el poder de controlarme. Pero por
una vez, como si el universo estuviese finalmente de mi parte, como si en realidad
pudiese entender que estoy jodida, no importa lo que haga y decide arrojar un poco
de piedad sobre mí, olfateo el aire.

—¡Oye!—grito, rogando como el demonio que sea humo fresco impregnando mis
sentidos y no sólo un olor persistente de una previa fumata de hierba en el baño.

—¿Necesitas un poco de papel higiénico? —Josephine.

—No—digo, abriendo la puerta del baño y encontrando a un par de las otras


mujeres y a ella pasándose un cigarro—. Necesito un poco de esa hierba.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Chica, si follas con esto y el Viagra, vas a ir a la luna.

Me encojo de hombros, poniendo el porro entre mis labios. Después de una larga
calada, mantengo el humo profundo en los pulmones durante un minuto, y lo suelto
con un fuerte aliento.

—Bueno—digo dando otra calada—. Nunca he estado allí.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 32

JINX

—¿ Fumaste esa mierda, verdad?— le pregunto, tratando de mirar a Winter con


los ojos entrecerrados, lo que es jodidamente imposible de hacer cuando estás
sonriendo. Y la sonrisa es inevitable cuando estás tan fumado como yo. Oh, y ahora
ella, está incluso más fumada que yo.

—Estaba tan nerviosa, amigo... —me dice, arrastrando la última palabra con su
mejor voz de hippy.

Me río porque esta mierda es divertida. A pesar de que debería estar actuando
un poco más seriamente teniendo en cuenta las circunstancias.

—Eres muy extraña.

—Absolutamente. —Ella sonríe, tirando de mí hacia la pista de baile.

No me gusta bailar, pero es el lugar más seguro aquí dentro en este momento. Y
hasta que estos tipos finalmente se convenzan de que estoy demasiado jodido como
para matarlos y finalmente se acerquen, es ahí donde estaremos; en el medio de una
jodida pista de baile llena de gente.

Cómo nos encontraron, no lo sé. Supongo que es una mezcla de maldita suerte y
coincidencia. No me molesta que estén aquí. Diablos, estoy feliz. Tal vez ya se lo han
dicho a Caín y ese hijo de puta mostrará su cara aquí también. Pero estoy bastante
seguro de que es demasiado cobarde para hacer eso.

Winter, exigiendo mi entera atención y consiguiéndola, se coloca mi gorra en la


cabeza y me pasa los dedos por el pelo. Sí. Estoy drogado. Nunca dejaría que esta
mierda sucediese si no lo estuviese.

—Dime que esta noche vas a follarme duro—dice ella, mirándome mientras yo le
devuelvo la mirada.

—Te voy a follar muy duro...

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Dime que me vas a zurrar.

—Te dejaré el culo rojo…

—Dime lo bueno que es mi sabor.

—Como el de los putos Skittles5…

—¿De la clase que forman un arco iris?

—De la clase celestial.

Ella aprieta los ojos y su boca se abre. Tengo que parpadear un par de veces para
asegurarme de que no estoy viendo mierda. ¿Esta perra está teniendo un derrame
cerebral? Entonces inspira profundamente, y se ríe tan fuerte, que la gente se queda
mirando. Algunos segundos después de eso, me estoy riendo también y
preguntándole:

—¿Qué es tan gracioso?

Cuando ella finalmente retoma el aliento, me dice:

—Tú has dicho, “celestial”. —Estoy sonriendo como un maldito idiota ante la
imitación que hace de mí.

—Que te jodan. Eso fue un cumplido.

Ella se encuentra con mi mirada. Sus brazos están alrededor de mi cuello. Sus
ojos pesados y rojos. Todavía soltando risitas cada pocos segundos.

—¿Vamos a salir de aquí en una sola pieza?

Yo le doy la mirada más seria que puedo manejar.

—Sí.

—Bien, estoy lista cuando tú lo estés.

—Paciencia, encanto. Necesitamos un plan.

5
Son caramelos como los M&M. Vienen en distintos tamaños y envases. Hay uno
que tiene dibujado un arco iris. De allí lo que ella le pregunta a continuación.

213
Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Ella da un paso atrás y tiende una mano. La otra está detrás de su espalda. Creo
que puede estar tratando de parecerse a un gángster.

—Oh... tengo un plan.

—Winter...—amenazo—. No. —Ella da un gran paso alejándose de mí—. Ven


acá.

—Muéstrame los movimientos del fútbol, señor Mariscal de Campo.

La señalo con el dedo.

—Yo no era un mariscal de campo. Era un esquinero. —Sí, Jinx, porque eso es lo
importante en este momento.

—Peleemos hasta destruir este puto bar—grita Winter. La multitud aplaude. Ya


no estoy drogado. Ese feo bastardo que venía detrás de ella se ve confiado. No
debería. Me tenso porque está más cerca de ella de lo que me siento cómodo. Ella me
está mirando. Niego con la cabeza. Llevo la mano a mi espalda para sacar mi arma y
no está allí. Entonces Winter sonríe y articula—. Yo la tengo.

En el tiempo que le lleva girar y mirarlo a la cara, estoy en su espalda. Mi mano


está en su muñeca. Mi arma atrapada de forma segura entre nosotros. Le doy al
hombre una mirada letal. Winter recuesta la cabeza en mi hombro y me mira
sonriendo. La miro por el rabillo del ojo pero manteniendo mi entrenada atención en
el hombre que está visiblemente afectado, pero que aún sigue estando demasiado
cerca de ella.

—Dios eres tan caliente—dice Winter, refregando su culo contra mí.

A pesar del atolladero, mi creciente mal humor y la desaparición de lo fumado,


por alguna razón respondo.

—Gracias, cariño. —Mi mirada no se aparta del tipo mientras le beso la parte
superior de la cabeza y muevo el dedo al seguro del arma, temeroso de calentarme
demasiado y dispararme en mi propia polla.

—¿Ésta es tu perra ahora?

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Winter se pone tensa ante la mala elección de palabras del cabrón estúpido.
Cuando lo hace, mi cólera se vuelve palpable.

—Voy a romperte la mandíbula por el comentario—le prometo, retirando


fácilmente el arma de los dedos de ella. Empujo a Winter detrás de mí y meto mi
pistola de nuevo en mis pantalones—. ¿Quieres que lo haga aquí? ¿O quieres decirles
a tus amigos que nos encontremos en el estacionamiento para que puedan observar?

Él sonríe, pero sé que es para ocultar su nerviosismo ahora que se da cuenta que
no estoy tan borracho como pensaba. Después de un rápido vistazo por encima del
hombro a Winter, él me mira y asiente.

—Abre el camino.

Me vuelvo a Winter y le hago un guiño con la esperanza de borrar esa mirada de


desasosiego de su cara. Funciona. Se lame los labios y sus ojos se oscurecen.
Atravieso la multitud con ella pegada a mi costado. Para cuando logramos llegar a la
puerta, ella tiene una mano alrededor de mi cintura mientras que la otra masajea mi
polla poniéndomela dura.

Cuando debería estar pensando en cómo voy a salir de esto, estoy pensando en
que nunca antes he matado a un hombre teniendo una erección. Supongo que hay
una primera vez para todo.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 33

JINX

—¡ Más duro!!!
Exige Winter una vez más cuando nuestros cuerpos se encuentran , y yo la follo
como un pistón, llegando a una profundidad que no creía que fuese capaz de
alcanzar. Creo que ella no es la única que necesita liberar algo de vapor.

Los Ten´s Testament nunca nos siguieron afuera. Cuando volvimos a entrar para
encontrarlos, ya se habían ido. Entonces, decidí quitarme las frustraciones de una
manera diferente. Una que yo prefería. Una que Winter también prefería. Y una que
era muchísimo más gratificante.

Estoy aporreando dentro de ella con una voracidad por la que Winter está
rogando. Ella grita tan fuerte, que las ventanillas del coche traquetean y se sacuden
con la vibración. Se calla un segundo. Entonces se corre duro. Su orgasmo es tan
violento como lo son mis embestidas.

Es su tercera vez desde que la puse de rodillas frente a mí. Empujé sus
pantalones por sus muslos. Aparté sus bragas hacia un lado, dejándola bien abierta.
Y hundí mi polla dentro de su coño empapado.

Calculo que va a tomarme al menos uno más para saciarla por el tiempo
suficiente para que podamos llegar a casa. Si no es así, voy a tener que dárselo de
otra forma. Mis bolas ya están inflamadas al punto del dolor. Pesadas, hinchadas y
exigiendo que encuentre mi propia liberación.

De dónde saca ella su fuerza, no lo sé. Pero tan pronto como recupera el aliento,
me mira por encima del hombro ansiosamente. Sus dedos están agarrando la puerta.
Su espalda baja está arqueada. El culo alto. Esos ojos verdes a media asta y
diciéndome:

—Más.

216
Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

La complazco.

Deslizando mi mano sobre su cadera, la llevo entre sus piernas y con mi dedo
hago círculos en su clítoris. Amo ver cómo sus ojos se cierran y abre la boca ante el
toque.

—Justo así—jadea ella, moviendo las caderas y apretando los muslos alrededor
de mi mano.

—Cuando lleguemos a casa—le digo, mi voz es un gruñido bajo y exigente—. Te


quiero en la ducha. De rodillas con tus labios alrededor de mi polla.

—¡Sí! ¡Más! ¡Dime más!

—Voy a follar tu boca duramente. Voy a enterrar mi polla detrás de tu garganta.


Haciendo que tomes todo de ella…

—¿Qué pasa si soy una chica mala y te muerdo?—pregunta ella,


interrumpiéndome. Yo sonrío—. Chica sucia. —Supongo que el vicio salió del closet…

Con su pelo apretado en mi puño, detengo mis empujes y tiro de ella hacia atrás
para que mis labios se posen en su oído. Mi voz es grave.

—Las chicas malas son castigadas.

—Soy muy mala…

Tenso mi agarre en su cabello para hacerla callar.

—Sí, lo eres. Es por eso que voy a arrastrarte a la cama. Te haré inclinar. Tomaré
mi cinturón. Lo envolveré alrededor de mi mano y azotaré ese culo tan bonito que
tienes...

—¡Ah! —Ella se pone dura alrededor mío. Me aprieta con tanta fuerza que gimo.
Entonces ella está pulsando. Corriéndose en mi pene. Y esta vez, es mi perdición.

Salgo de ella y me la bombeo con el puño. Observo sus dedos entre sus piernas,
frotando su coño mientras me mira por encima del hombro. Mis ojos se clavan en los
de ella mientras le baño el culo con, fogosos y gruesos como cuerdas, chorros de
semen.

217
Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

La sensación es abrumadora. La vista es la cosa más sexy para ver. Y al igual que
ella, no puedo saciarme. Ya estoy pensando en la próxima vez que pueda tenerla.
Cómo puedo hacer que sea diferente. Mejor. Aún más perfecto, si eso es siquiera
jodidamente posible.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 34

WINTER

Recuerdo los anuncios publicitarios del Viagra. Sé lo que decían. Según ellos,
debería llamar a un médico. Mi erección femenina ha superado las cuatro horas y no
muestra signos de disminuir.

Jinx me folló en el bar. En el coche. Me dio por lo menos veinte orgasmos.


Prometiendo saciar mi apetito sexual durante todo el tiempo que fuese necesario. Yo
le tomé la palabra. Ahora, me está follando con los dedos en Waffle House. Mis ojos
miran la botella de jarabe. Mis manos, apretadas en puños, están sobre la mesa.
Cuando se vuelve demasiado, entierro mi cara detrás de su hombro. Mis dientes
muerden con fuerza el chaleco de cuero para ahogar mis gemidos.

—Córrete para mí, cariño—dice, su voz, una baja y desesperada demanda. Su


uso de la palabra cariño envía un hormigueo a mi pecho mientras sus dedos me
provocan hormigueos en otros lugares.

Me deshago. De alguna manera logro encontrar la decencia de girar esto más


hacia él y ocultar mi reacción. Sofocando mis gritos. Hago mi mejor esfuerzo para no
llamar la atención sobre mi persona en el atestado restaurante.

Cuando el incendio dentro de mí se reduce a un fuego tranquilo y recupero el


aliento, tentativamente saco la cabeza de detrás de su hombro. Su mano sale de mis
pantalones y cuando se mete los dedos en la boca, estoy lista para correrme de
nuevo.

Alejando ese pensamiento, mis ojos escanean el restaurante para encontrarme


una multitud de borrachos a las tres de la mañana que ni siquiera nos prestan
atención. Estoy agradecida por ello. Pero mi alivio es corto, siendo reemplazado con
una ardiente rabia de celos cuando noto a la camarera haciéndole patéticos ojitos a
Jinx. Aniquilaré a esa perra.

—Tú no tienes novia, ¿verdad?

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Jinx levanta una ceja.

—¿Lo dices en serio?

—Sí. —Me encojo de hombros, apartando la mirada.

—Si tuviera una novia, no estaría follándote con los dedos en Waffle House,
encanto. —Siento alivio. Un indeseado alivio me inunda—. Oye... —Él inclina mi
barbilla para que pueda mirarlo. Sus ojos están entrecerrados y serios—. ¿Crees que
soy ese tipo de individuo?

—Bueno... no lo sé. Por eso pregunté.

Él sonríe burlonamente.

—Bueno... ahora que sabes. —Su tono cae—. No soy ese tipo de individuo.

—¿Waffles con nueces de Pecan? —Mis ojos se disparan a la camarera. Ella no se


inmuta por mi mirada amenazante, está batiendo las pestañas, sonriendo
sugestivamente y mierda a alguien que no le pertenece. Es decir, no me pertenece a
mí tampoco, pero... aun así.

—Mío—espeto, mi énfasis en la palabra dirigida más hacia el hombre sentado


junto a mí que al waffle que ella prácticamente empuja en mi dirección. Mi
temperamento arde ante su evidente desestimación de mi advertencia—. El olor de
mi coño está fresco en sus dedos... en su boca… y su polla... —Mi mano sale volando,
gesticulando hacia la habitación—. Así que encuentra a alguien más a quién
mostrarle tus dientes manchados de nicotina y tu culo horrible.

Jinx deja caer la cabeza para ocultar una sonrisa. La camarera, Wanda, se ve como
alguien que acaba de encontrar mierda en su tarro de propinas. Y estoy a tres
segundos de ponerle la cara en la freidora cuando ella muy rápida e
inteligentemente, pone el resto de nuestra orden sobre la mesa y desaparece.

—Perra sedienta—murmuro, cubriendo mi waffle de sirope.

—Si hubiese estado solo, habría conseguido su número. —Miro hacia arriba para
encontrarme un Jinx divertido, sonriéndome juguetonamente.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—¿Sí? —Pincho un trozo de waffle con el tenedor y lo pongo en mi boca. Todavía


estoy masticando cuando le digo—. Bueno, si el conejo no se hubiese parado a mear,
el perro no lo habría atrapado.

Él se ríe de eso, una risa fuerte, despreocupada y genuina. Es contagiosa y me


encuentro riéndome de mi propia broma con él.

—Mi papá solía decir esa misma mierda todo el tiempo.

Mis oídos se paran ante la rareza de la mención de su padre. Estoy hambriento


por conocer más acerca de su vida personal, pero no quiero empujarlo. Por suerte
para mí, mi silencio funciona y continúa.

—Odiaba las excusas. Y cada vez que yo decía “si”, una excusa le seguía.
Cuando estaba en la secundaria, finalmente entendí que las excusas no funcionaban
con él. Que era mejor simplemente callarme, aceptar que estaba equivocado y seguir
adelante.

Yo señalo el parche SIN EXCUSAS cosido en el cuello de su chaleco.

—Apuesto a que estaría orgulloso de ver que usas eso. —Sé que el parche
significa algo diferente en el mundo de los clubes, pero quiero descubrir qué piensa
su familia acerca de quién es él. A lo que renunció. Si están de acuerdo con su estilo
de vida.

—No sabría—lo dice con desdén, y estoy sorprendida cuando se explaya unos
momentos después—. Nunca lo ha visto.

Olvido el waffle, me vuelvo en mi asiento para enfrentarme a él. Ahora, ¿quién es


la perra sedienta?

—¿Él no sabe acerca del club?

—Tú lo entiendes rápido. —Me guiña un ojo antes de volver a su comida.


Cortando, masticando y haciéndome esperar por más—. Mis padres son gente
sencilla que trabajan duro. También son bastante ingenuos. Asumirán que estoy
robando tiendas de licores y matando gente porque esa es un poco la mierda que
sucede en el mundo del hampa. Estimé que era mejor no contarles sobre esta parte de
mi vida.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—¿Parte de tu vida? —Palidezco—. Ésta es tu vida. Es lo que eres. Cada día. No


es una especie de hobby. ¿Verdad?

Él me señala con el tenedor.

—Tú eres dos oportunidades, dos aciertos. —No estoy seguro de por qué es tan
apático sobre esto. Tal vez realmente tiene problemas con sus padres o alguna historia triste.

—Entonces, ¿qué es lo que creen que haces?

—Soy dueño de una compañía que proporciona seguridad para torres de energía
eólica.

Arrugo la nariz.

—¿Qué mierda es esa?

—Energía eólica… molinos de viento. Mi empresa protege el transporte y la


entrega de ellos del vandalismo y el robo.

—¿Quién robaría un molino de viento?

—Te sorprenderías—masculla.

—Espera, ¿entonces realmente eres dueño de una empresa que hace eso? —Me
mira como si tuviera tres cabezas y asiente lentamente—. ¿Siempre has hecho eso?

—No. —Su escueta respuesta junto con la obvia tensión en el cuello despierta mi
curiosidad.

—¿Vas a darme detalles?

—No.

—Idiota…

Él sonríe y toma el ticket de la esquina de la mesa.

—¿Terminaste?

—Sí. —Froto mi estómago y miro hacia abajo a mi waffle a medio comer—. Estoy
llena. Creo que fue el licor.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Bueno—comienza, está de pie y tendiéndome su mano. La tomo y le permito


tirar de mí a su pecho—. Si te da hambre más tarde... —Sus manos se mueven al
botón de mis pantalones que me había olvidado que estaba abierto—. Tengo algo
para alimentarte.

Esas oscuras y sucias palabras susurradas me hacen repentinamente consciente


de esa persistente e insaciable sensación que ha estado revoloteando en mi interior.
Inmediatamente, mi cuerpo se calienta. Mi control se pierde. Quiero follar su pierna.
Su cara. Esta mesa. Esa camarera de culo feo que realmente no es feo en absoluto.

Estoy apretando los muslos. Inhalando su aroma. Frotando descaradamente mis


pezones, que están duros y son visibles a través de la camiseta, contra su espalda. No
me importa una mierda quién está observando. Ninguna mujer me puede culpar.
Porque estoy bastante segura que no hay ni una perra aquí que no esté mojada
viendo a Jinx.

Estamos en su coche. Se sacó el chaleco. Sus antebrazos visibles. Tatuados,


bronceados y musculosos. Conduce con la mano izquierda en el volante. El codo
derecho apoyado en la consola. Estoy respirando con dificultad. Retorciéndome en el
asiento. Observándolo. Esperando… con impaciencia, deseando que me mire. Que
me diga algo sucio. Que haga algo aún más sucio.

—Cuando lleguemos a casa…

Ni siquiera ha terminado y estoy gimoteando. Los dedos pellizcando mis


pezones. Las piernas abriéndose y cerrándose. Mi cabeza echada hacia atrás. La boca
abierta. Mis pestañas batiéndose. Se mueve para ajustar su polla endurecida y yo
comienzo a cruzar la barrera que nos separa y pongo mi boca sobre él. Lo lamo. Lo
excito. Lo chupo. Lo tomo profundamente.

Su teléfono suena fuerte a través de los altavoces del coche. Quiero destripar al
hijo de puta en un millón de pedazos. Él debe sentir lo mismo porque cuando
presiona el botón en el volante para responder la llamada, su tono es cortante y
enojado.

—¿Sí?

223
Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—O tú deseas la muerte o mi hermana tiene una gemela o quien me envió esta


foto es un talentoso hijo de puta que edita fotos, porque sé que no es Winter la que
veo que está en un bar cuando se supone que debe estar más encerrada que el coño de
una monja, atada y segura, pero miserable, sola y bajo tu atenta mirada. Entonces,
cuál es, hermano, porque estoy a dos segundos de volar hasta allí sólo para matarte y
hacer el trabajo yo mismo.

Jinx me lanza una perezosa mirada inquisitiva, junto con una sonrisa de
satisfacción. Pongo los ojos en blanco y mascullo:

—Hola, Pierce. —Juro que puedo sentir la tensión que irradiaba de su silencio.
Después de unos segundos, él habla, pero es a través de los dientes apretados.

—Sácame del altavoz, Jinx. Ahora...—agrega, la amenaza clara. Jinx no se ve ni


un poco intimidado, pero hace lo que Pierce dice.

—¿Qué?—pregunta Jinx, aburrido.

Hay un montón de gritos. Algunos pocos entusiastas “sí” de Jinx, entonces un


más severo, “lo tengo”, antes de que finalice la llamada. Me mira en el momento en
que cuelga.

—Lástima que no tenemos más de esa hierba. Me vendría bien algo justo ahora.

—¿Quién dice que no tenemos? —Sonrío, a continuación, saco de mi sujetador la


bolsa de plástico que le había robado a Josephine sin que se diera cuenta.

—Maldita mujer—dice Jinx con un gruñido juguetón en la voz—. Voy a hacer el


tonto y a enamorarme de ti. —Sólo me está tomando el pelo. Su sonrisita lo dice. Pero
sólo una palabra me viene a la mente ante la mención de él enamorándose de mí...

Idem.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 35

WINTER

Ding-a-ling-a-ling... Ding-a-ling-a-ling... Ding-a-ling-a-ling...


—¡Contesta al hijo de puta o comételo!—grazno, gimiendo cuando mi propia voz
me hace palpitar de dolor la cabeza.

Conservo los ojos cerrados contra la luz brillante que se filtra a través de las
cortinas, pero puedo sentir y oír a Jinx que saca la batería al teléfono y lo lanza a
través del cuarto. Se estrella contra la pared con satisfactorio aunque audible sonido
a roto.

Él acuna la parte posterior de mi cabeza en su mano una vez más. Masajeando


suavemente el cuero cabelludo con la punta de los dedos mientras acaricia mi brazo
que está apoyado sobre su estómago. Cuando me besa el pelo, creo que es
involuntario. Lo que hace que las mariposas aleteen en mi vientre excitándolo aún
más.

Después de llegar a casa anoche, Jinx armó unos cigarrillos de hierba. Le tomó un
par de intentos porque no podía mantener mi boca lejos de él. Terminó deteniéndose
así podía alimentarme de lo que yo estaba hambrienta, a su vez él tuvo su turno
para alimentarse de mí hasta que estuvo saciado y luego finalmente fumamos la
hierba aunque ninguno de los dos lo necesitábamos.

Como si eso no fuera suficiente, nos terminamos una botella de whisky escocés.
Observamos salir el sol. Follamos como animales cuando llegamos a la cama.
Entonces me acurruqué contra su pecho. Mis piernas se enredaron con las suyos.
Desnuda y finalmente completamente saciada.

Cinco segundos después, estaba saltando de la cama. Abrazando el inodoro.


Vomitando mis tripas. Había dicho que no sujetaría mi pelo. Lo hizo. Incluso me
ayudó a tomar una ducha. Me secó. Me llevó de vuelta a la cama desnuda, debido a

225
Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

que mi ropa estaba en la otra habitación. Y él seguro como la mierda que no me iba a
dejar usar la suya.

Cuando me desperté hacía sólo unos segundos ante el incesante sonido de su


puto molesto teléfono, me encontré en la misma posición en la que me dormí,
acurrucada en su costado. Y una vez más, estoy flotando en el aire porque la
comodidad de su abrazo me hace eso.

Bang. Bang. Bang.

—¡Jinx! —Luke.

Con la velocidad de un rayo, Jinx agarra la sábana y la tira sobre mi espalda


desnuda. Entonces, su gran mano está tapando el lado de mi cabeza, protegiendo mi
oído del fuerte estruendo de la puerta, cuando golpea la pared. Gracias a Dios que
tiene buenos reflejos, porque estoy demasiado cansada para incluso pensar con
claridad, mucho menos moverme.

—¿Qué mierda, hombre?—espeta Jinx, su voz está tranquila a pesar de su


evidente ira.

—¿Por qué no contestas el teléfono?—ruge Luke. Me estremezco. La mano de


Jinx me frota la cabeza en un gesto tranquilizador.

—Habla más bajo. Estaba dormido, obviamente.

El cuarto está en silencio y siento que se están comunicando de una manera


diferente. Una mirada. Una señal. Alguna cosa. Cualquier cosa para evitar que
escuche el intercambio.

—Me lo debes—dice finalmente Luke, su voz es suave como el leve clic de la


puerta cuando la cierra.

—¿Qué le debes?—mascullo, lamiendo mis labios resecos.

—Echar a los Ten´s de la ciudad. Y controlar a Pierce. Él todavía está enojado.

—Que le den a Pierce.

—Eso es lo que dije.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Jinx continúa su tierno masaje. Sus suaves dedos amasando. Tocando. Calmando.
Acariciando. Sus labios besando mi pelo. Sus palabras como un susurro.

—Vuelve a dormir, cariño.

Y lo hago.

Ha pasado una semana desde que nos machacamos y drogamos hasta quedar
duros como piedras. Nos llevó los tres primeros días recuperarnos de nuestra resaca.
La mayor parte de nuestra recuperación nos la pasamos en el sofá viendo televisión y
rehidratándonos. Consumimos alimentos que nuestros estómagos podían tolerar,
como gelatina y tazas de pudín.

Nuestra rutina no ha cambiado mucho desde entonces. Pero las cosas entre los
dos definitivamente han cambiado desde aquella noche. Como cuando vemos la
televisión, lo hacemos acurrucados el uno con el otro. Cuando nos duchamos, nos
duchamos juntos. Cuando dormimos, es en su cama, juntos. Y no se siente raro o
extraño, sino perfecto y correcto.

Lo peor de todo es que ni siquiera puedo culpar a nuestra obvia atracción por el
sexo. Porque desde que me folló en diecisiete formas la noche de domingo que
salimos, no me ha tocado. Bueno, no es tan así. No es que yo no desee que me toque,
pero ambos parecemos que estamos satisfechos con la intimidad que viene de
acurrucarse, ducharse y dormir juntos.

Además, ayer fue el primer día que pude caminar sin hacer muecas de dolor. Mi
coño dolorido se sentía maltrecho. El clítoris hinchado y en carne viva. Los muslos
amoratados. Los cachetes del culo doloridos por su duro golpeteo cuando me folló
de rodillas. Los senos sensibles por la rudeza del amasado y la succión. Pero, maldita
sea, ame cada segundo de ello y mi cuerpo se inflama con cada doloroso recuerdo.

Ese primer días, cuando solté el aliento siseando mientras me arrastraba fuera de
la cama y me dirigía lenta y dolorosamente al baño, pensé que sonreiría satisfecho.
Estaba dispuesta a mostrarle el dedo y decirle que se fuera a la mierda, pero no se
veía arrogante. Parecía preocupado. Un poco arrepentido. Y mi pecho se había
apretado ante su preocupación.

227
Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Yo le había asegurado que estaba bien. Pero él me había hecho detenerme en el


dormitorio y me había sujetado a prudente distancia. Sus cejas se habían fruncido y
sus ojos preocupados viajaron a través de cada centímetro de mi cuerpo desnudo, los
rabillos frunciéndose cada vez que examinaban detalladamente una contusión. A la
larga, me miró a los ojos. Se quedó mirándome durante un largo momento, entonces,
tomó mis mejillas y me besó en la cabeza. Y a partir de ese día, me ha tratado como si
fuera algo precioso.

Ahora estoy aterrada de esta mierda pasando en mi pecho. Este maldito corazón
mío que se agita cada vez que él sonríe. Se infla cuando entra en la habitación y se
desinfla un poco cuando no está por ahí. El bastardo da un vuelco cuando él me
llama cariño. Anhela escucharlo en lugar del sarcástico encanto que usa cuando está
siendo un idiota.

Sí. Este corazón mío está jodiendo mis emociones. Desbaratando mis planes. Me
está obligando a sentir cosas por el Devil´s Renegades Jinx...

No mi chico del sueño.

—FELIZ DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS—dice Jinx, lanzando un espeluznante


pollo de goma hacia mí. Estuve a punto de derramar mi whisky escocés tratando de
agarrar la maldita cosa.

—¿Es Acción de Gracias?

—Fue el jueves.

—¿Qué día es hoy?

Me lanza una mirada que dice que debería saber eso. Como si hubiera un puto
calendario colgado en la pared. O tuviera un teléfono al que pudiera darle una
mirada para verificar la fecha.

—Es sábado. Vístete. La fiesta anual del club es esta noche. —Él suena tan
excitado por ir como yo me siento.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

Otra semana ha pasado estando solos, él y yo. Follando cuando queremos.


Durmiendo cuando queremos. Hablando cuando nos da la gana. Haciendo caso
omiso del otro cuando no. Lo último que quiero es estar encerrada en una casa con
un montón de personas que no me gustan y que comparten el mismo sentimiento
por mí.

—Eh… —Me encojo de hombros—. Pasaré. Además, este show es muy, muy
bueno. —Tomo el espeluznante pollo con la punta de los dedos y lo lanzo a través
del cuarto, entonces me acomodo de nuevo en el sofá, dándole play.

Jinx, está todo medio desnudo, sexy como la puta gloria y tapando la televisión
con su gran cuerpo.

—Tú vas a ir.

Le doy una mirada dura.

—No… no lo haré.

Ignorándome, me apaga la televisión, entonces se pasea lento hacia mí. Mi


respiración se atasca. Mis bragas se humedecen. Mi corazón hace esa rara mierda que
ha estado haciendo últimamente.

—Si tienes hambre... —Me voy apagando y me lamo los labios cuando él separa
mis piernas y se arrodilla entre ellas. Subiéndome la camiseta hasta el estómago,
arrastra un dedo por el borde de mis bragas. Cuando esos brillantes ojos grises me
miran furtivamente, casi me corro.

—Tan deliciosa como eres, cariño, un hombre tiene que comer comida de verdad
de vez en cuando. —Cariño... eso… me atrapa. Y él lo ha estado diciendo mucho aquí
últimamente. Y he estado desfalleciendo como una loca cada vez que lo hace.

—Entonces cocinaré para ti.

Él levanta una ceja.

—¿Tú cocinas?

—No... pero puedo resolverlo. —Mis caderas se bambolean. Él sonríe.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

—Dime por qué realmente no quieres ir. —Gira la cabeza y coloca un beso en mi
muslo derecho, luego en el izquierdo.

—Tú sabe por qué—respiro, ya con los ojos cerrados. Lista para que él haga lo
que siempre hace, devorarme, dejándome mojada, saciada y flotando.

—Realmente no lo sé. —Maldita su voz seria…

Abriendo un ojo, lo miro ferozmente lo mejor que puedo.

—A ellos yo no les gusto. A mí no me gustan ellos. ¿Por qué demonios querría


pasar mi día de fiesta con ellos? —Recostándome, hundo los talones en sus costillas,
instándole a acercarse—. Cuando me podría quedar aquí contigo y hacer algo mucho
más excitante.

—Bueno, yo voy así que eso no es posible.

—Puedes quedarte— le retruco. Se ríe entre dientes. Profundo en su pecho. El


eco vibrando en mi coño que está tan cerca de su boca, que puedo sentir su aliento en
mí.

—Lo siento, encanto. —Lo siento, encanto… puf—. Tengo que ir. Lo que significa
que tú también. Levántate. Nos vamos en veinte.

Entrecierro los ojos.

—Yo. No .Voy.

Sacando alguna mierda de Chuck Norris, él me voltea sobre mi estómago y me


da una dura nalgada. Entonces está encima mío. Su polla clavándose en mi culo
todavía escociendo. Sus labios en mi oído.

—¿Qué tal esto—susurra, frotando sus caderas contra mí—. Cenaremos con
ellos... —Su lengua traza la concha de mi oído. Me estremezco debajo de él—. Y tú
serás mi postre.

Hecho.

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CAPÍTULO 36

JINX

Estoy sentado en la mesa fumándome un cigarrillo. Parece que siempre estoy


esperando a Winter por alguna razón.

En la ducha, tengo que esperar a que se afeite las piernas antes de que pueda
enjuagar el jabón de mierda que me hacer arder los ojos, porque necesita el agua
caliente y se niega a ducharse sola.

Por la mañana, tengo que esperar a que se despierte antes de que pueda tomar el
desayuno, porque le gusta comer conmigo.

Por la noche, tengo que esperar a que ella tenga sueño antes de ir a la cama,
porque no le gusta trasnochar sola.

Cuando follamos, tengo que esperar a que se corra al menos tres veces antes de
poder hacerlo, esa es mi preferencia, pero aun así. Estoy esperando. Todo el tiempo.
Esa no es la parte más molesta, tampoco. A mí, de hecho, me gusta. Eso es lo que es
tan jodidamente loco.

Me gusta que me necesite. Que mi día consista y gire en torno de nada más que
ella. Que cada-maldita-cosa que hago, la hago pensando en ella. Con los Ten fuera
del estado y con los que vigilan a Caín confirmando que todavía está en Las Vegas,
he sido capaz de bajar la guardia. Así que durante las últimas dos semanas, hemos
estado actuando como una pareja en su luna de miel, escondidos en una escapada
romántica en el sur de Mississippi sin importarnos el mundo. Es inquietante. Pero
mierda, supongo que eso me gusta también.

Ella me había preguntado si iríamos en la moto. Cuando le dije que no, parecía
un poco disgustada. Negó con la cabeza. Entonces dijo:

—Tú eres el único maldito motero que conozco que no conduce una moto. —
Ahora quiero demostrárselo. Subirla en mi Harley, conducir hacia la puesta de sol,

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parando por el combustible, para follarla en mi asiento para las perras y luego seguir
hacia el sur. Solo yo. Sólo ella.

Estoy perdiendo mi maldita mente.

—¿Estás listo? Tengo hambre.

—Hace rato que estoy listo—chasqueo, manteniéndome de espaldas a ella.


Haciéndola esperar a que termine el cigarrillo. Nunca he esperado a una perra. No sé
lo que hace que ésta sea tan especial.

Un movimiento atrapa mi vista mientras apago el cigarrillo. Cuando levanto la


mirada, lo que encuentro disipa mi cólera de inmediato, reemplazándola por un
deseo primitivo y rabioso de follarla como una bestia hasta que esté gritando mi
nombre mientras se corre a mi alrededor.

Está desnuda.

Toda largas piernas y brazos tatuados.

Coño desnudo y grandes tetas falsas.

Cabello rizado.

La cara perfectamente maquillada.

Los brillantes ojos verdes entornados.

Los labios pintados de rosa y entreabiertos. Su lengua sale para lamer su labio
inferior. Son llenos. Carnosos. Pero quiero que estén hinchados por ser besados
demasiado fuerte. Su lápiz labial embadurnado. Su boca alrededor de mi polla.
Escucharla gritar mi nombre. Mierda.

—A veces—dice ella, los pies descalzos pisando silenciosamente en el suelo


mientras cierra la distancia entre nosotros—. Me gusta comer el postre antes de la
cena.

—¿Seh?

Todavía está asintiendo con la cabeza cuando extiendo el brazo y lo envuelvo


alrededor de su cintura, tirándola encima de mi regazo. Ella se sienta a horcajadas

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sobre mis muslos y gime cuando siente mi polla ya dura por ella. La hija de puta
tuvo una erección ante la sola idea de tenerla. Como si no la hubiese follado un
centenar de veces ya.

—Te deseo—digo entre dientes, con las manos en su cintura y los pulgares
haciendo círculos en la piel justo debajo de sus pechos. Ella se retuerce en mi regazo
y tengo que atragantarme con las siguientes palabras—. Pero no tenemos tiempo.

Deberíamos habernos ido hacía treinta minutos. Si no tuviera iglesia, no me


importaría. Pero me importa. Y no puedo llegar tarde. Bueno... puedo, pero entonces
tendré que pagar una multa. Un cargo. Un maldito cargo de cinco mil dólares por
llegar tarde sin una excusa legítima. Y un coño, no es una excusa legítima.

Winter se desliza fuera de mi regazo. Estoy pensando que lo entendió y no va a


discutir. Entonces se deja caer sobre sus rodillas y separa las mías. Escabulle su
cuerpo entre mis muslos y comienza a trabajar con el botón de mis pantalones
vaqueros.

Gimo al verla en el suelo. Lamiéndose esos labios. Salivando por mi verga.


Hambrienta por tenerme en su boca. Nunca he tenido una mamada de cinco mil
dólares. Esta sería mi primera vez, si lo consiento. No debería consentirlo. Pero no
puedo encontrar la voluntad para decirle que no. En el momento en que me libera de
mis vaqueros y tiene su mano cerrada con fuerza alrededor de mi polla, estoy
acabado.

Mis dedos se trenzan en su pelo largo y rubio. Aprieto mis manos alrededor de
su cráneo. Guiándola. Aplicando un poco de presión para animarla a tomarme
profundamente. Ella no me defrauda. Sus ojos se entornan. Gime. Sus dedos se
deslizan entre sus piernas, jugando con su coño. Mete su otra mano en mis
pantalones vaqueros y acuna mis pelotas.

—Joder... cariño—siseo entre dientes. Ella gimotea, amando cuando la llamo


cariño. Yo la llamaría cualquier cosa. Con tal que mantenga esa sedosa, húmeda y
caliente boca alrededor de mi verga. Esa lengua lamiendo mi vara. Esas mejillas
rosadas ahuecadas. Los ojos bien abiertos y llorosos mirando hacia mí.

Mis pelotas crecen en su mano. Ella la cierra lo suficientemente fuerte como para
que mis piernas se pongan rígidas. Entonces, con sus labios en mi cremallera y mi

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verga bajando por su garganta, traga, apretando mi polla con los músculos en la
parte posterior de su garganta.

Con mis caderas sacudiéndose con fuerza, la columna vertebral hormigueando y


mi maldito pecho en llamas... me corro con tanta fuerza que veo manchas. Mi cabeza
da vueltas. Mi corazón late fuertemente. Estoy malditamente jadeando. Y ella todavía
está chupando. Masajeando. Tragando hasta la última gota. Esta maldita chica... joder.

Cuando mis ojos se abren parpadeantes, la encuentran inmediatamente.


Infiernos, tienen que hacerlo. Ella es la única cosa que veo cuando está cerca. Todo lo
demás es una nebulosa. Una nebulosa oscura. Eclipsada por su presencia. No sólo su
belleza, sino todo el puto paquete que es Winter Tews.

Apretando mi mano en su pelo, tengo que retirar mi verga a la fuerza. Ella gime
en desaprobación. Su cuerpo está meciéndose contra sus dedos. Sus mejillas
ruborizadas. Sus ojos están malditamente verdes y enrojecidos. Sus labios aún tan
perfectamente rosa, como lo estaban la primera vez que los separó.

—Mi turno—digo con voz ronca.

Con mi puño apretado en su cabello, le doy un tirón. Cuando se planta sobre sus
pies, envuelvo mis manos alrededor de su delgada cintura y la siento en la mesa
delante de mí. Empujando la silla hacia atrás, lanzo sus piernas sobre mis hombros,
agarro su culo perfecto en mis manos, tiro de ella hasta el borde y sumerjo mi cabeza
entre sus muslos.

—Observa. —Sus ojos se abren parpadeantes ante mi orden.

Apoyándose en sus codos, me observa mientras me giro la gorra y me acerco


lentamente, sus piernas separándose aún más para dar cabida a mis anchos hombros.

—El puto coño más bonito—murmuro, mis ojos bebiéndose su carne húmeda y
rosada. Sus labios suaves y depilados. El clítoris inflamado y mirándome a
hurtadillas desde debajo de su capucha.

Coloco los pulgares a ambos lados de la pequeña protuberancia y lo expongo por


completo. Me encanta lo cerca que estoy de ella. Cómo puedo ver todo. Cómo se
tiñen de rosado sus mejillas con la vergüenza de que esté viéndola así. Cómo inspira
y luego exhala un susurrado:

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—Por favor.

Separando los labios, cierro mi boca sobre su clítoris expuesto. Sabiendo lo


trabajado y sensible que está, mantengo mi toque suave. Mi lengua húmeda hacer
círculos ligeros como plumas en su clítoris. Cuando lo chupo suavemente, sus
piernas tienen espasmos y ella lanza un grito de placer-dolor.

Mis ojos se levantan para encontrarse con los suyos. Están entornados. Enfocados
en mí. La boca relajada. El pelo dorado desordenado sobre los hombros. Los codos
temblorosos de soportar su peso. El vientre plano subiendo y bajando con trabajosas
respiraciones. Ella es malditamente hermosa.

Hundo un dedo en su coño empapado. Doblo la punta y observo su cabeza caer


hacia atrás mientras grita. Su coño aprieta mi dedo. Los jugos me empapan. Lo saco y
arrastro la humedad sobre su culo. Ella se tensa y yo hago una pausa.

Cuando ella no levanta la mirada o se relaja, aplasto la lengua contra su clítoris y


presiono con fuerza. Eso instantáneamente hace que su cuerpo se afloje y yo
aprovecho. Empujo la punta del dedo más allá de la barrera apretada, no me detengo
hasta que meto los nudillos profundamente en su culo.

Ella se tensa de nuevo, pero yo sólo sigo trabajándola con la lengua hasta que
poco a poco se derrite a mi alrededor. Entonces, mientras mi lengua trabaja su
clítoris, bombeo mi dedo dentro y fuera de ella. No demasiado profundo, lo
suficiente como para darle toda la sensación que posiblemente ella pueda soportar.

Segundos más tarde, sé que está cerca. Levanta la cabeza. La mirada se centra en
mí. Le doy un fuerte lametazo en el clítoris y ella explota. Grita. Las uñas arañan la
mesa de madera debajo de ella. Las caderas se elevan para encontrar mi cara. Y se
refriega contra mi boca. Aprieta las piernas alrededor de mi cabeza. Su culo poco a
poco baja, forzando mi dedo más profundo.

No paro hasta que su fuerza se agota y se desploma. Su espalda golpea la mesa y


su respiración tiene un zumbido de inconfundible placer.

Depositando una estela de besos por sus piernas flácidas, las quito de mi cuello
poco a poco. Reclinándome en mi asiento, me tomo un momento para simplemente
mirarla. Apreciar cada centímetro de su cuerpo desnudo. Desde sus duros pezones

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rosados, a los dedos de los pies pintados de color rosa. Pero un momento es todo lo
que tengo.

Entonces estoy de pie. Alzándola. Llevando su cuerpo saciado a mi habitación.


Plantándola delante de la ropa que está tendida sobre mi cama. Apartando su cabello
del hombro. Beso su cuello y la dejo para que se vista. Haciendo mi camino a mi caja
fuerte. Saco los cinco mil dólares por el coño más caro que jamás he comido.

Y no me importa una mierda.

Porque cada puto centavo valió la pena.

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CAPÍTULO 37

WINTER

La casa de Regg y Red se encuentra en el medio de la nada.


Literalmente.

No hay señales en las estrechas carreteras que nos conduzcan hasta allí. No hay
otras casas. No hay señales de vida aparte de unas cuantas vacas perdidas
ensuciando la interminable campiña.

Hemos estado viajando durante más de una hora cuando finalmente doblamos
en un estrecho camino de acceso. Al final se encuentra una hermosa casa antigua,
estilo victoriano de tres plantas que se parece a una imagen arrancada de las páginas
de The Amityville Horror.

Las motos están alineadas en el patio delantero. Un enorme porche rodea la


planta baja. A la distancia, puedo ver fila tras fila de criaderos de pollo, un antiguo
granero y luego nada excepto pinos. Podría resultarme tranquilizador bajo diferentes
circunstancias.

—Vamos, encanto—dice Jinx, agarrando la pequeña bolsa negra que había traído
de la casa y saliendo del coche. Con una respiración profunda, lo sigo e inhalo el aire
frío y fresco, contaminado por el apenas perceptible olor de la mierda de pollo.

—Uf. ¿Cómo soportan esto?—le pregunto, colocando el puño de mi suéter


encima de mi nariz.

Jinx detiene su paso para darse vuelta y chequear la suela de mis botas,
asegurándose de que no pisé nada.

—Regg dice que huele a dinero. —Miro hacia arriba para encontrar sus ojos
mirándome de pies a cabeza.

—¿Qué?—contesto bruscamente, siguiendo su mirada por mi suéter azul Tiffany


extra grande que cuelga hasta la mitad de mis muslos. Luego, por las brillante

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leggings de color crema antes observar mis botas altas de color marrón hasta la
rodilla. No veo nada.

—Nada—susurra Jinx, tiene una cálida sonrisa en los labios cuando me toma de
la mano—. Te ves bien, cariño. Eso es todo.

Antes de que pueda responder, tira de mi mano y yo lo sigo por las escaleras
hasta el porche, encontrando mis agallas de mujer en el momento en que llegamos a
la puerta. Definitivamente voy a necesitarlas con esta multitud. Las mujeres me
odian. A los hombres no les gusto mucho tampoco. Y un agujero de temor y nervios
tienen mi estómago apretado por la ansiedad.

Jinx entra sin llamar e inmediatamente soy golpeada por el aroma de algo
delicioso. Lo que sea que se está cocinando en la cocina, me tiene haciendo agua la
boca mientras atravesamos el vestíbulo y subimos un tramo de escaleras de madera
pulidas.

Las paredes son de madera blanca gastada, con fotos y pinturas esparcidas. A
casi cinco metros de altura, el cielorraso se extiende sobre nosotros. La barandilla
tiene envuelta una guirnalda decorada y luces de Navidad. Por un momento, me
recuerda a mi casa. La casa que tenía cuando era una niña antes de que mis padres
murieran. La última vez que recuerdo haber sido realmente feliz. Entonces mi frente
se arruga cuando me doy cuenta de que eso no es del todo cierto.

Porque cuando pienso en la felicidad ahora, pienso en Jinx. En el último par de


semanas que hemos pasado juntos en completo aislamiento. De cómo
inconscientemente me agarró la mano en el coche. Besó mis dedos. Lo cómodo que
fue el silencio y lo feliz que me hizo sentir.

Feliz.

Yo, Winter Tews, soy... feliz.

Entonces, escucho el sonido de la charla de las mujeres y el recuerdo se


desvanece cuando la realidad sale a la superficie.

Tiro del brazo de Jinx haciéndole detenerse.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

—¡No me dejes con las perras!—siseo en un susurro. Una mirada divertida


asoma por su cara mientras me mira levantando una ceja.

—¿Estás asustada?

Mi columna se pone rígida.

—Mierda, no. Pero no estoy exactamente con ganas de hornear galletas y tener
mierda con ellas tampoco. —Él sonríe a eso.

—Nunca se sabe... —Me guiña el ojo—. Puede ser que incluso aprendas algo. —
Lo miro con los ojos entrecerrados y arrebato mi mano de la suya. No me di cuenta
que podía ir, de gustarme mucho a odiarlo tan rápido.

Sin ninguna otra opción, camino detrás de él, dando pisadas innecesariamente
fuertes. Para cuando llegamos a la parte superior de la escalera que se abre a un gran
cuarto en el primer piso, estoy poniendo mi mejor cara de perra. Columna recta.
Hombros rígidos. Ojos que evalúan la habitación que está provista de unos pocos
muebles, incluyendo la mesa para jugar a las cartas en el medio de la sala, rodeada
por las tres mujeres, las mismas tres mujeres con las que me había enfrentado hacía
unas semanas. Grandioso.

Jinx las saluda con un movimiento de la barbilla y luego se vuelve hacia mí y


dice sonriendo con sarcasmo.

—Que te diviertas, encanto.

—Come mierda—mascullo. Mis palabras le dan risa mientras pasa a mi lado


rozándome y vuelve a bajar las escaleras. Escucho cada pisotón de sus pesadas botas.
Mantengo mis ojos en todo el mundo, pero en nadie en particular, mientras todas
ellas se vuelven a mirarme.

Las observo con detenimiento. Red y sus cabellos de fuego. Con polvo de harina
en su mejilla izquierda. Una dura actitud que se ve traicionada por sus cálidos ojos
color avellana. Dallas con su gran apariencia de supermodelo. Su aura de
superioridad. La confianza que posee y muestra. Entonces está Delilah. Ella luce
feliz. Tal vez no en este momento, pero la historia en sus ojos lo dice todo.
Finalmente se siente valorada. Ella conoce su valor. De las tres, es la más parecida a
mí, pero todavía hay un mundo de diferencia entre nosotras. Y no puedo evitar sentir

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una punzada de celos por esta ex puta del club que tiene una paz consigo misma que
yo nunca conoceré.

Cuando las pisadas cesan y una puerta se cierra en alguna parte de la planta baja,
Red habla.

—¿Tú juegas?—me pregunta con tono aburrido. La cabeza inclinada. La ceja


levantada. Sus ojos me estudian la ropa. El cabello. La cara. La postura. Entonces,
finalmente, se encuentra con mi mirada—. Es póker con tres cartas. A la perdedora le
corresponde la olla.

Echo un vistazo a la pila de dinero y objetos personales en el centro de la mesa.


Un pensamiento viene mi mente y me encojo de hombros.

—Lo intentaré.

Dallas, viéndose excesivamente confiada, patea una silla.

—Toma asiento.

Tomando la silla ofrecida, levanto una ceja a Red que me ofrece un vaso de
whisky escocés. Los pelos de la nuca se me levantan cuando noto que es mi favorito.
No hay duda de que la información que tiene Dallas la recibió de su asistente de
vuelo, Shira. No debería morder la carnada, pero asiento con la cabeza de todos
modos. ¿Porque a quién quiero engañar? Es whisky escocés.

Red sirve un vaso y lo acepto, tomando un sorbo mientras cruzo mis piernas y
me recuesto. Con todos los ojos en mí, saco un fajo de billetes metido en mi bota.
Hago un espectáculo de quitar la banda elástica y lanzo los billetes.

Parte de este dinero se lo había sacado a desconocidos cuando Jinx y yo salimos


la otra noche. El resto es lo que me robé de sus carteras cuando recién había llegado,
la última vez que las vi. Por las dagas que me están disparando, ellas lo saben
también.

—¿Disfrutas de tomar mierda que no te pertenece?— me dice Delilah, con los


brazos cruzados sobre el pecho mientras me mira furiosamente.

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—Sí—admito, encontrándome con su dura mirada. Ella lo está tomando como


algo personal, si bien no fue su dinero el que robé. Esto me dice mucho acerca de ella.
Mi mejor conjetura es que ha peleado por dinero antes. Y mi indiferencia sobre robar
la enoja muchísimo.

Por alguna razón, su rabia sacude mi conciencia y me encuentro desprendiendo


tres billetes de cien dólares y lanzándolos sobre la mesa.

—La emoción es tomarlo. No conservarlo.

—¿Entonces eso hace que esté todo bien?— se burla Delilah, negando con la
cabeza. Su rabia va en aumento.

—Yo no he dicho eso.

—¿Qué acerca de exponer nuestros asuntos delante de todo el club para que
escucharan? ¿Te pareció que estaba bien?

Mis labios se cierran para evitar decir cualquier cosa. Quiero decirle que se vaya
a la mierda, pero la lastimé esa noche. A diferencia de la situación de Red y de la de
Dallas, lo de Delilah no era algo que muchas personas conocían. Bueno, al menos no
los hermanos. Las putas sabemos todo, especialmente la una de la otra. Si los
hombres fueran inteligentes, no les permitirían entrar en el clubhouse en absoluto.

Por ejemplo, Labios-Flojos Lindsay. Era una clubwhore de Lake Charles que se
mudó a Las Vegas no hacía mucho tiempo. Tratando de encontrar un lugar fácil
donde embaucar a la gente, llegó al MC. Rápidamente me hice amiga de ella, por
pedido de Cain, para que pudiese conseguir un poco más de información sobre los
Devil´s. Así fue como supe esa mierda sobre Red y también sobre Dallas. Pero lo que
me dijo sobre Delilah fue mucho más inquietante.

Delilah solía ser una puta del dolor. Creía que merecía ser lastimada para pagar
por sus “pecados”. Ella dejaba que su hermano la moliera a palos sólo para sentir
cierta especie de normalidad. Era realmente mierda jodida.

Luego encontró a Bryce. Él la ayudó de una forma diferente. Le dio dolor de una
manera controlada mediante el uso de técnicas de BDSM. Nalgadas, control del
orgasmo y todas esas cosas retorcidas. Pero mencionar a su hermano fue sin duda un

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disparador. Y a juzgar por la forma en que se está moviendo en el asiento, es algo por
lo que su culo ha pagado.

La culpa es un sentimiento que he aprendido a ignorar en mi ocupación. Pero en


este momento, simplemente no puedo ignorarla. No debería haberle dicho esas cosas.
Estuvo mal. Aunque creyera que era mejor al final para todas ellas si me odiaran y de
alguna manera eso podría ayudarme a lograr que el club me dejara ir, aun así estuvo
mal.

—No debería haber dicho eso, Delilah—le digo y mis palabras son sinceras—. Y
lamento mucho lo que hice. —Ella asiente con la cabeza. Su cara se relaja. La ira y la
tristeza desaparecen parcialmente de sus ojos.

—¿Qué mierda acerca de mí? — Desvío mi atención a Red—. Les dijiste a todos
que era una adicta a la heroína.

—Y que yo maté gente—añade Dallas en un susurro. Pongo los ojos en blanco.


Como si no decirlo en voz alta vaya a cambiar algo.

Alcanzando el paquete de cigarrillos arrojado en la pila en el centro de la mesa,


lo recupero y pongo un billete de veinte en su lugar. Encendiendo uno, inhalo
profundamente soplando el humo encima de mi cabeza. No le había preguntado a
Red si fumaba en su casa. Pedir permiso y todo eso...

—¿Entonces?— dice Red—. ¿No vas a disculparte con nosotras?

—¿Por qué?

Dallas se pone tensa y habla con los dientes apretados.

—Por habernos llamado como lo hiciste. Y por robar nuestra mierda.

Señalo el dinero que tiré sobre el tapete.

—Te lo acabo de devolver.

Hay una patada bajo la mesa. A juzgar por el intercambio de miradas, fue de Red
a Dallas. Sutil. La invitación... el whisky escocés... de repente tengo la sensación de
que están jugando conmigo. Y hay otra razón para que me invitaran a sentarme en la
mesa aparte de ganarles en el póker.

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—Sí—dice Dallas, sus nervios son evidente en el tono de su voz—. Tú devolviste


el dinero. ¿Pero qué sobre lo que dijiste…?

—¿Qué pasa con eso?

—Sé lo que puedes hacer para compensarnos.

—¿Quién dijo que quería compensarte? —contrarresto, inclinando mi cabeza y


desafiándola con la mirada.

Ella mira a Red, luego a Delilah, antes de volver a mirarme. Respirando


profundamente, admite:

—Necesito algo. —Y ahí está el verdadero motivo del porque estoy aquí—. Ya que eres
tan buena tomando cosas que no son tuyas, pensé que tal vez podrías ayudarme.

—No. —Mi rápida respuesta las confunde. No me explayo, solo fumo, bebo y me
pregunto si alguna vez vamos a jugar a las cartas porque realmente podría utilizar
ese dinero extra.

—Te lo estoy pidiendo amablemente.

Sonrío a Dallas.

—Y yo amablemente te estoy diciendo que no.

El silencio es espeso. La tensión palpable. ¿Con quién mierda se creen que se


están metiendo estas chicas? No soy una puta común. No soy fácilmente de intimidar
por las damas o tampoco finjo ser amable con ellas con la esperanza que un día me
pueda ganar su respeto. No necesito su aprobación. No tengo deseos de ser una de
ellas. Así que si quieren mi ayuda, van a necesitar una maldita buena razón. Y
necesito estar de excelente ánimo. Y no lo estoy.

—Tú no eres la única que hizo su investigación, sabes.

Mi vaso está inmóvil en mis labios mientras miro a Delilah por encima del borde
sonriendo con sorna. Ella podría haber valorado mi disculpa, pero esta chica vive con
el código del “Ojo por Ojo”. Y sé que está deseosa de venganza.

—¿Es en serio?—pregunto sin emoción.

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Su linda cabeza asiente.

—Lo que no sé es si, como yo, eres una puta del dolor, o si él te golpea de manera
regular por una razón diferente.

Tengo que luchar para contener la risa. ¿Así que ella piensa que con eso me tiene?
Soy propiedad del infame Caín Malcovich, conocido por su mal genio y demoníaca
forma de vida. Que él golpea a la perra que tiene a su lado, no era ningún
descubrimiento. Todo el mundo sabía de mi abuso. Quizás no estaban al tanto de la
magnitud de eso, pero sabían que él me ponía las manos encima.

—Tal vez es un poco de ambos—le ofrezco, lanzándole una fácil sonrisa—. Todas
tenemos nuestra propia manera de hacerle frente a la mierda que nos da la vida.
¿Verdad? —No voy más allá, pero si ella no corta con esta mierda, no tengo ningún
problema en herir sus sentimientos de nuevo.

Inclinándose hacia adelante, Delilah apoya los codos sobre la mesa y junta las
manos. Sus fríos ojos se encuentran con los míos.

—Te voy a conceder una cortesía que tú nunca me diste. —Ella hace un gesto
hacia Red y Dallas que me están vigilando estrechamente, la confusión estropea sus
caras—. Ellas saben algunas de las cosas. Pero no tienen la menor idea acerca de la
verdadera mierda.

Ella sabe sobre el tatuaje.

Me congelo. Mierda. ¿Qué más sabe?

—¿Me estás chantajeando, Delilah?—pregunto, esperando que mi expresión


tranquila y la actitud fría sean convincentes.

—No me gusta esa palabra en particular, pero sí. —Ella asiente una vez—.
Ayuda a Dallas, o diré todo lo que sé. No sólo a las personas en esta habitación, sino
a todo el club. No dudaré en hacerte a ti lo que tan fácilmente me hiciste a mí.

Tomo un sorbo de whisky escocés. Enciendo otro cigarrillo. Esta pequeña perra
es otra cosa. No estoy segura de todo lo que sabe o si ella se la agarró conmigo. Por
debajo de su duro exterior sigue siendo esa chica perdida y conflictiva que es una

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víctima de la oscuridad. Pero cualquier cosa que Dallas quiera de mí, no puede ser
tan extremo para que valga la pena el riesgo.

—¿Qué es lo que quieres?— le pregunto a Dallas, manteniendo mis ojos en


Delilah. Ella se hunde un poco aliviada por mi pregunta. Yo casi sonrío
burlonamente. Ella no me delataría. Las zorras antes de los chalecos. Ella podría usar
ese parche de dama ahora, pero nunca se le olvidará de dónde vino.

—Necesito el libro de Luke que está dentro de su chaleco.

Mi cabeza se vuelve bruscamente hacia Dallas.

—¿Qué?

—El libro de Luke—me repite—. Necesito que me lo consigas. Esta noche.

Yo exhalo con una risa sin humor. Esta dama me estaba pidiendo que me robara
el libro. El que tiene toda la información de contacto de cada aliado y enemigo,
conocidos y desconocidos que tiene el club. Todos los presidentes de un MC tienen
uno. Y lo protegen con su vida.

—Guau—mascullo, sacudiendo la cabeza con incredulidad en dirección de


Dallas—. ¿De verdad crees que soy tan estúpida?

—Si alguien puede conseguirlo, eres tú.

—Corta la mierda, Dallas. —Ella se echa hacia atrás ante mi tono agresivo—. Ese
libro es tan confidencial como el puto Daily Brief6. Entonces, ¿qué podrías tú, una
dama, querer con eso? ¿Y por qué mierda quieres que alguien como yo… la cutslut
del enemigo de tu marido, que ha sido expulsada de este club, lo consiga?

Sin mirarme a los ojos, responde:

—Sólo lo necesito. Es importante.

Sonrío con sarcasmo.

6
Es un documento ultra secreto producido por el Director nacional de Inteligencia y
entregado cada mañana al Presidente de los Estados Unidos.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Vas a tener que hacerlo mejor que eso, dulzura. Porque a mí me suena como
que me estás poniendo una trampa.

—No es una trampa—dice bruscamente Red. Poco a poco, vuelvo la atención a


ella—. Necesitamos algunas respuestas acerca de una situación en la que una de
nuestras hermanas está involucrada. Sólo hay una persona que nos puede dar esas
respuestas y la única información de contacto conocida de él está en ese libro.

Confundida, hago la pregunta obvia.

—¿Por qué no se lo pides a Luke? Si ella es tu hermana, también es la de él. Y a


juzgar por mi propia experiencia personal, al bastardo le encanta meterse en la
mierda de los demás.

—Porque la situación es delicada. Ella lo quiere manejar por su cuenta. —Red me


mira a los ojos—. Pareces el tipo de chica que puede apreciar eso.

Tiene razón. Lo soy. Sin embargo ésta es su hermana, y entiendo su deseo de


manejar esto por su cuenta. Si Luke se involucrara, sin duda se convertiría en un
asunto del club. Siempre lo joden de un modo extremo, toman algo sencillo y lo
sacan de proporción sólo para demostrar su gran fuerza. Para demostrar que pueden.

Lo que me están pidiendo que haga se puede hacer, pero si me atrapan, el tiro
por la culata será dañino. Pierce... Jinx van a enloquecer por esto. Pierce me odiará,
incluso más de lo que ya lo hace y Jinx, Jinx... bueno... no le gustaré más.

Mi estómago se aprieta de miedo ante la idea y me encuentro con los ojos de


Dallas, lista para decirle que no. Que tendrá que encontrar otra manera. Pero al ver
mi expresión, ella se desploma visiblemente. El brillo de sus ojos se apaga. La sangre
se drena de su rostro. No le debo nada, pero me encuentro con que estoy afectada
por su reacción.

—Esta hermana... —empiezo, mi voz baja—. ¿Quién es?

Dallas se queda en silencio un momento antes de admitir:

—Maddie. Ella no es sólo mi hermana del club. Es de sangre.

—¿Dónde está ahora?

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Lejos. —La forma en que lo dice me hace saber que no voy a obtener nada más
que eso.

Antes de que pueda pensármelo mejor, estoy hablando.

—Está bien. —La esperanza florece en su rostro. Sostengo la mano en alto—.


Pero voy a necesitar algo de ayuda. Y tal vez no te vaya a gustar.

—Cualquier cosa. Haré lo que sea —añade rápidamente. Maldición... esto


realmente es importante para ella.

—De acuerdo. —Vacío mi vaso y trato de prepararme mentalmente para lo que


está a punto de desencadenarse—. Porque eres el cebo.

TODO EL MUNDO ESTÁ AMONTONADO dentro de la pequeña y ajetreada


cocina, esperando la comida. Sirviendo bebidas. Hablando. Riéndose. Prestándome
poca atención, mientras estudio cuidadosamente cada uno de los cuerpos y me
preparo para la madre de todos los robos. ¿La mejor parte? Ni siquiera voy a robar el
libro de Luke. Él va a dármelo. Bueno, a Red de todas formas.

Dallas, Red y Delilah no tienen idea de lo que estoy a punto de hacer. Cuando me
preguntaron por el plan, sólo les dije que lo descubrirían. Eso no les cayó bien pero
estuvieron de acuerdo. Era lo mejor y hasta ahora, las cosas estaban marchando a mi
favor. Siempre y cuando me mantuviese alejada de Jinx.

Él ha sospechado de mí desde que bajé las escaleras. Cuando me preguntó cómo


me había ido y le respondí,

—Genial—me lanzó una mirada inquisitiva. Cuando le dije que iba a ayudar a
las perras en la cocina, me atravesó con una mirada interrogante. Y cuando traté de
alejarme de él, me tomó por el codo y me dio una baja advertencia.

—Lo que sea que estás haciendo... no lo hagas.

Sí, sí, sí... guardarlo para alguien que escuche.

Estamos de pie en una línea casi perfecta para conseguir comida. Dallas está
delante de mí. Luke delante de ella. Red directamente a nuestra izquierda. Delilah a

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

su derecha. Jinx está en la parte de atrás de la línea, pero juro que lo siento
observando cada puto movimiento que hago. Sabiendo que necesito hacer esto antes
de que sospeche más, decido que es hora de poner las cosas en movimiento.

Empujo a Dallas con fuerza y ella choca contra la espalda de Luke, el contenido
completo de su plato lleno cae sobre el chaleco de Luke justo antes de que caiga al
suelo y se rompa. Unas pegajosas batatas y maíz grasoso gotean por la imagen de la
Parca en su espalda. Él se saca inmediatamente el chaleco y lo gira para mirar el
daño. Pero cuando atrapa a Dallas mirándome furiosa, su confusión mezclada con
ira, le pasa el chaleco a Red y se vuelve hacia nosotras.

Perfecto.

—No creíste que te ayudaría, ¿verdad? —Me burlo con voz fría. Sus mejillas
enrojecen cuando la confusión se disipa y su temperamento aflora—. Ayy...— Le
muestro un simulado ceño fruncido—. Lo hiciste.

—Tú, perra—sisea, dando un paso más cerca de mí. Ella estira el cuello para
mirarme a los ojos. Mi cuerpo se tensa preparándose para sus palabras. Mis puños se
aprietan. La adrenalina bombea. Ella va a tratar de decir algo para lastimarme. Y
estoy lista.

Entonces, una fugaz mirada de reconocimiento destella en sus ojos. Es seguida


rápidamente por una malvada mirada y una siniestra sonrisa. Antes de que sepa lo
que ha pasado, planta sus diminutas manos en mi pecho y me da un empujón.
Todavía estoy encontrando el equilibrio cuando mi visión se vuelve negra al mismo
tiempo que un fuerte dolor atraviesa mi cabeza.

Ella me golpeó.

La perra me golpeó.

Me dio un puñetazo justo en el puto ojo.

Estoy muy sorprendida por su ataque sorpresa, todo lo que puedo hacer es
sostenerme el lado de la cara con la mano y mirarla fijamente.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Esto—dice ella, sin resuello y jadeante, más por la descarga de adrenalina que
por cualquier otra cosa, mientras me señala con el dedo—, es por hablar mierda de
mis hermanas.

La habitación está en completo silencio.

Todos los ojos en nosotras.

Jinx a mi izquierda, listo para intervenir.

Luke junto a él, con la polla dura como piedra.

Dallas inclina la cabeza hacia un lado y me lanza una mirada. Preguntándome


silenciosamente si estamos bien.

No me importa un carajo si lastimé sus sentimientos cuando lo dije en voz alta.


No me importa si ella me odia. Pero Dallas no me pego por lo que le hice a ella. Me
golpeó por el dolor que les causé a sus hermanas. Tengo que estar de acuerdo con la
perra por eso.

Sonriendo burlonamente, le doy un solo movimiento de cabeza. Entonces camino


a través de la turba hasta el congelador, me tomo mi tiempo agarrando una bolsa de
guisantes congelados, luego, me dirijo al porche, metiéndome debajo del brazo la
botella de whisky escocés que había traído del primer piso.

Dallas y yo no somos amigas.

No somos familia.

Yo sigo siendo una cutslut.

Ella sigue siendo una dama.

Pero si mi hermano alguna vez me ha enseñado algo, es esto, el respeto se gana.

Y Dallas Carmical definitivamente, había ganado el mío.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 38

JINX

Ella hizo algo. Tengo la absoluta certeza.


La distracción. La pelea. Ella no arrancándole la cabeza a Dallas después de que
la golpeó. Por no hablar de que ha estado sonriendo para sí misma todo el camino a
casa. Sí... algo pasó. Lo supe en el momento en que la vi concentrada y conspirando
en lugar de enojada y molesta cuando entró en esa cocina.

—¿Qué hiciste?—le pregunto, mis ojos desviándose del camino para observarla.
Sin embargo, ella nunca se encuentra con mi mirada.

—No hice nada.

—Mierdas.

Sus hombros se elevan en un encogimiento indiferente.

—Tú estabas ahí. Observándome como un halcón. Si hubiera hecho algo, lo


habrías visto.

Tiene razón. Necesito ser abierto de mente para pensar esto. Ella sabía que la
estaría observando. Sabía que no podía salirse con la suya haciendo nada por sí
misma. Lo que significa…

Clavando los frenos, tiro el coche al lado de la carretera. Ella se agarra del tablero
y me lanza una mirada furiosa.

—¿Qué ca…

—El libro de Luke—espeto, interrumpiéndola—. ¿Dónde está?

—¿Cómo diablos se supone que voy a saber eso? —Ella se ve sinceramente


confundida. Pero más allá de la actuación, la expresión facial desconcertada, los ojos
muy abiertos, hay un atisbo de pánico. Cualquier otra persona se lo perdería. Yo no
me pierdo nada.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Tienes una oportunidad para confesar todo, Si no lo haces, llamaré a Luke. Y


así que ayúdame Winter, o habrá una severa pena si me estás mintiendo.

Tensándose, ella entrecierra sus ojos en mí.

—Como he dicho, no sé dónde está su libro.

No puedo salvarla una vez que lo llame. Pero Winter no está cambiando de
opinión Está actuando como si ni siquiera supiese que libro es. Y ella está
malditamente mintiendo. En algunas cosas puedo mantener la boca cerrada. Ésta no
es una de esas cosas. Ese libro es como el Santo Grial. Si ella lo tiene, o tiene
información de él, podría perjudicar al club. No puedo dejar que eso ocurra.

Marcando el número de Luke, le doy una última mirada de advertencia. Ella


pone los ojos en blanco y se reclina en el asiento, sellando su destino. Aprieto enviar
y espero a que Luke responda. La tensión se acumula mientras el teléfono llama. Mi
ansiedad está aumentando.

—¿Sí? —Joder… respondió.

—Revisa tus bolsillos—gruño, mis ojos en Winter que se cruza de brazos y


levanta una ceja hacia mí.

—¿Qué?

—Tus putos bolsillos, Luke. ¿Perdiste algo? —Contengo la respiración mientras


espero a que él los revise. Con cada sonido de movimiento, mi corazón late más
pesado.

Hay una pausa y luego,

—¡Esa perra! —El rugido de Luke resuena a través de los altavoces del vehículo.

Incapaz de detenerme, estiro la mano y cierro el puño en su suéter tirando de ella


a través de la consola hasta que estamos cara a cara. Ella levanta las manos en señal
de rendición, esa puta sonrisita aún en los labios.

—¿Dónde... está...?— le gruño con los dientes apretados. La mandíbula


contraída. La rabia evidente.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Está en el congelador—dice con una gran sonrisa.

—Revisa el congelador.

—Mierda ya la oí—escupe Luke.

Ella está radiante ahora. Refrenando una carcajada. En absoluto afectada por mi
cólera. Mi letal puta mirada. El sonido de las fuertes pisadas de Luke mientras
atraviesa la casa, sonando lo suficientemente fuertes como para sacudir las
ventanillas en mi coche.

Él abre el congelador.

Masculla:

—Pequeña mierda ladrona.

Lo cierra de golpe.

—Está aquí. También está la del Candidato.

Yo frunzo el ceño, la confusión supera mi cólera. El Candidato no tenía un libro.

—¿Qué?

—¿Cómo diablos hizo eso sin que me diera cuenta? ¿Y cuándo estuvo cerca del
Candidato?—pregunta Luke, más divertido que enfadado—. ¿Tienes la tuya?

—¿De qué mierda estás…

—No te preocupes, cariño— susurra Winter, metiendo la mano en su bota y


sacando la billetera—. La tengo.

Luke está mascullando algo acerca de cómo toda su mierda parece estar allí.
Realmente ya no estoy escuchando. Solo cuelgo y la miro. Al darme cuenta de que
todavía empuño su sweater en la mano, la suelto y ella se desliza hacia atrás en su
asiento.

—No hay necesidad de disculparse por exagerar—dice ella, abriendo mi billetera


y sacando un billete de cien dólares—. Esto será suficiente. —Lo mete en el sujetador,

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

y me lanza una sonrisa—. ¿Estás bien ahora? ¿O debería esperar una azotaina cuando
lleguemos a casa?

Estuve cerca de perder mi mierda con ella. Pensé que había robado algo mucho
más valioso que una maldita billetera. Estaba tan seguro, que la había atrapado. Puse
mis manos sobre ella de una manera en que ningún hombre jamás debería tocar a
una mujer. Ella no está herida, pero eso no me hace sentir un poco menos capullo.

Pero no soy la clase de hombre que se disculpa. Tampoco soy de la clase que
zurra a las mujeres. Ahora estoy pensando que tal vez quiero ser de ese tipo. Así que
mientras salgo a la carretera, decido que voy a disculparme con ella, después de que
azote su culo y la haga correrse con tal fuerza que pierde la conciencia... en el
momento justo en que diga las palabras.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 39

WINTER

Estoy agotada.
Saciada.

Dichosamente felizmente.

Ya sabes... todas esas cosas asombrosas que estás cuando acabas de ser follada
duro. Besada dulcemente. Abrazada tiernamente... mierdas de una buena novela
romántica.

Así estoy yo.

Tendida en el suelo del dormitorio.

Dudosa de cómo llegué aquí.

Sin que me importe una mierda.

Centrada en la mandíbula desaliñada que me acaricia el cuello. En la mano


áspera que se desliza arriba y abajo por mi cadera. En ese enorme brazo que me hace
de almohada debajo de mi cabeza.

—Hay una fiesta del club este fin de semana—me dice Jinx, su boca está cerca de
mi oído—. Comienza en el bar, luego todo el mundo viene aquí para el after party. —
Suprimo un gemido.

Él alza la cabeza para mirarme. Levantando una ceja, me estudia con esos ojos
grises entornados.

—¿Te vas a portar bien? ¿O tengo que encontrar una jaula en donde encerrarte?
—Sé que se está refiriendo a mi pelea de mierda con Dallas. Es la primera vez que la
menciona desde que dejamos la casa de Regg hacía tres días.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Sabía que Jinx nunca podría descubrir que ayudé a robar el diario de Luke. Así
que decidí robar algo menos importante, porque él me estaba vigilando muy de
cerca. Fue demasiado fácil sacarle la billetera de sus pantalones anchos. Luego, la del
candidato. Y fue Dallas la que había robado a Luke y me la pasó a mí. La escondí en
la manga del suéter. Entonces las dejé en el congelador cuando conseguí los
guisantes congelados para el ojo y ahora todo el mundo cree que sólo era una broma.
No la chica que ha cometido un pecado imperdonable, como robar “el libro”.

Pero él había exagerado. Atrapado. No estaba enojada. Todavía no lo estoy.


Estoy bastante segura que siente culpa por perder su mierda y empuñar mi sweater,
razón por la que ha evitado el tema hasta ahora. Y ya que estoy tratando con algo de
culpa de mi parte, no puedo aprovecharme de lo que hizo en su contra.

—Dallas y yo estamos bien. Es Luke quien creo que sigue enojado conmigo.

Jinx sonríe, sus ojos caen a mis labios y luego los traza con la punta de su dedo.

—Él no está enojado. Su orgullo está herido, pero lo superará. —Reflexivo,


arrastra el dedo hasta la contusión decolorada al costado de mi ojo—. Dices que las
dos están bien. No estoy tan seguro de creer eso.

Giro mi cabeza, así estoy mirando al techo y me encojo de hombros.

—Cree lo que quieras. No estoy mintiendo. Ella me golpeó. Me lo merecía. En lo


que a mí respecta, la mierda está acabada.

—¿Qué mierda?

Le lanzo una mirada de reojo.

—Saqué sus trapos sucios.

—Sin embargo no es por eso que te golpeó, ¿verdad? —Es un hijo de puta
inteligente—. Tú le dijiste que no la ayudarías. Eso es lo que la molestó. —También uno
observador—. ¿Por qué fue eso?

Podría decírselo. Pero hay un código para perras, que todas las mujeres dentro
del MC respetan. Es tácito, pero se da por sobre-entendido. No importa si te gusta la
mujer o no. No se delatan una a otra a los hombres. Incluso lo más pequeño e

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

insignificante puede ser sacado de contexto. ¿Pero algo como esto? ¿Robar el libro?
Esa mierda iniciará una maldita guerra.

—Nada en realidad. Ella pensó que yo le debía una disculpa. Quería que hiciera
algo para compensarlas por sacar sus trapos sucios. Era pura mierda. Sólo una
prueba para ver si lo haría. No lo hice. —No es por completo una mentira.

—¿Qué quería que hicieras?

Yo sonrío.

—No te gustaría saberlo.

—Sí. Me gustaría.

Suelto el aliento, me desenredo de debajo de él y me pongo de pie.

—Lo siento, encanto. Hay cosas que no son de tu incumbencia. —Incluso si lo


fueran, no se lo diría. Hay algo satisfactorio y reconfortante en tener este secreto con
Dallas. Me hace sentir que, por primera vez, tengo un lugar en esta vida. Un lugar
respetado.

Rodando sobre su espalda, cruza los brazos detrás de la cabeza, me mira


mientras me elevo sobre su delicioso cuerpo desnudo. Una sonrisa torcida juega en
sus atractivos y pecaminosos labios.

—Puedo follarte hasta sacarte la verdad.

No. Él no podría. Pero aún así mi cuerpo se calienta ante su promesa. Quiero más
de él. No puedo obtener lo suficiente. Así que le hago una oferta que sé que él no
podrá rechazar y yo no voy a lamentar.

—Eres más que bienvenido a intentarlo.

PASAR el resto de mi vida con Caín había sido mi mayor temor cuando llegué
aquí. Ahora, seis semanas después, mi mayor temor es una vida sin Jinx. Tal vez por
eso es que si bien el reloj no se detiene y me quedan menos de dos semanas para irme
de aquí, no puedo encontrar la voluntad para escapar.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Debería haberme ido hace algún tiempo, o al menos tenido algún tipo de plan en
su lugar. Pero cada vez que intento concentrarme en escapar, Jinx me mira. Como me
está mirando ahora. Haciendo que mi temperatura se eleve a niveles peligrosos.

Es la noche de la fiesta del club. Él está llevando puesto su chaleco. Los


pantalones vaqueros cuelgan bajos. Una Henley blanca de manga larga. Su gorra
puesta al revés. La cadena alrededor de su cuello es de plata, con un colgante en
forma de diamante con el número trece grabado en relieve y letras destacadas. Así
como yo me lo estoy bebiendo, Jinx me está devorando.

Comienza por mis tacones rosados. Se desplaza hacia arriba por mis piernas
desnudas. Hace una pausa en el dobladillo de mi brillante vestido dorado que es
peligrosamente corto. Sube hasta el escote que llega debajo de mis pechos. A través
de mi clavícula. A mis labios a juego con mis tacones. Entonces, finalmente, se
encuentra con mis ojos.

Cuando él sostiene mi mirada sin parpadear durante más tiempo de lo que me


hace sentir cómoda, me muevo sobre mis pies y aparto un mechón de pelo de díscolo
de mi cara.

—¿Qué pasa?—pregunto, casi inocentemente.

Mordiéndose el labio inferior, me examina de pies a cabeza una vez más y mueve
la cabeza lentamente.

—Ninguna maldita cosa.

Mis pensamientos se vuelven locos ante la posesividad en su tono. Su mirada.


Lamo mis labios. Reprimo un gemido. Pensando en todos los lugares en los que me
va a tocar esta noche. Besarme. Lamerme. Follarme. ¿Por qué puta tenemos que ir a ese
maldito club? ¿Y por qué mierda ellos tienen que volver aquí?

Está en frente de mí ahora. Sus nudillos acarician un costado de mi pecho. Sus


labios presionando suavemente contra la comisura del mío. Su aroma, esa cara,
masculina, e embriagadora colonia mezclada con su esencia, impregna mis sentidos.
Haciéndome sentir borracha. Mareada. Mojada.

—No quiero ir—susurro, apenas ahogando un gemido.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Tomando mi mano en la suya, me frota los nudillos con el pulgar. Me pega a su


costado mientras se mueve hacia la puerta. Sus pasos son fluidos. Sus ojos enfocados.
Su voz renuente y apesadumbrada mientras masculla en voz baja.

—Lo sé cariño. Maldición lo sé.

LA DISCOTECA ESTÁ LLENA DE GENTE. La música está fuerte. Las bebidas


fluyen. La atmosfera es eléctrica. Y todo en lo que puedo pensar es que quiero hacerle
pedazos la cara a cada perra que le da a Jinx un vistazo a medida que avanzamos.
Cuando le echo una mirada furtiva, estoy bastante segura de que está pensando lo
mismo, sobre todos los hombres que abiertamente me están comiendo con los ojos.

La mandíbula tensa. Los dientes apretados. Su rabia apenas contenida es


evidente en las venas gruesas que laten en su cuello. Cuando un hombre dice algo
sobre mis piernas estando alrededor de su cuello, juro que escucho a Jinx gruñir. Y
sólo eso me vuelve mucho más posesiva con él. Mucho más caliente. Más cachonda.

Aunque el lugar está abarrotado, la gente parece que se aparta de nuestro camino
a medida que atravesamos la habitación hacia el sector VIP que está acordonado en
la parte de atrás. Estoy acostumbrada a esto, a esta aura de poder que exige respeto.
Sólo que esta vez, siento mariposas sabiendo que, en este momento, pertenezco al
hombre que tiene mi mano firmemente entrelazada con la suya.

—¡Maldición, ahí estás!—grita Dallas, tirando del dobladillo de su vestido negro


ajustado mientras se baja del taburete. El candidato que desabrocha la cuerda de
terciopelo para dejarnos entrar, palidece cuando Dallas casi pierde el equilibrio.
Cuando se endereza, deja escapar un suspiro de alivio.

—¿Estás bien?—me pregunta Jinx con la boca en mi oído. Escalofríos. Malditos


escalofríos de mierda. Asiento con la cabeza porque al parecer no puedo encontrar la
voz—. Voy a traerte una copa—dice, dando a mi mano un apretón antes de soltarla.
Me vuelvo y lo veo caminar de regreso a través de la multitud, mi cuerpo al instante
siente su falta el calor.

—¡Nunca pensé que vendrías! —Miro hacia abajo a la pequeña forma de Dallas y
sonrío con sarcasmo. Ella está bastante mareada. Y son apenas las diez.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Agarrando mi brazo, me tira más allá de los mullidos sofás y de las parpadeantes
mesas de neón a un pequeño grupo de mujeres, todas damas de los Devil ´s o de
clubes amigos.

—Winter, éste es todo el mundo. Todo el mundo, ésta es Winter. —Algunas me


dan una caída de cabeza a modo de saludo por la presentación de Dallas, pero la
mayoría de ellas me ignora, atrapadas en algunos chismes de mierda o hablando de
alguna polla flacuchenta que ninguna de ellas tendrá permitido follar, porque estas
mujeres pertenecen al club.

—¿Cómo está tu ojo?—pregunta Dallas, gritándome por encima de la música, sin


duda con la esperanza de que otros lo escuchen. Y pregunten. Y ella conseguirá
contar la historia de cómo me dio un puñetazo en el ojo. Lo que sea que la haga
sentirse mejor.

—Está bien. Gracias. —Me las arreglo para darle una sonrisa, que se ensancha
cuando siento una mano en la espalda y un familiar cóctel me es ofrecido.

—Martini de zarzamora. Exclusivo para ti. —Me vuelvo y el brazo de Jinx


instintivamente envuelve mi cintura. Tomando la copa, le guiño el ojo por encima del
borde—. ¿Alguna sorpresa en éste?

Él sonríe.

—No, hermosa. Sólo un montón de alcohol. Lo vas a necesitar. —Él arquea la ceja
hacia Dallas que canta junto con la canción, “Shots”. Mientras tanto, todavía estoy
tambaleante porque me llamó hermosa. Y para ocultar el efecto que la palabra tiene
en mí, me tomo un buen trago de mi bebida. Está perfecta.

—Cuando necesites otro, hazle saber. —Él señala con el dedo a uno de los
candidatos que me mira y me hace una inclinación de cabeza.

Frunzo el ceño.

—¿A dónde vas?

—Te traje a una fiesta, encanto, pero en realidad yo tengo un puto trabajo. —
Incluso a través de su tono lúdico, puedo oír el toque de decepción—. Luke me
necesita en la parte de atrás. Comprobaré como estás en un rato. Diviértete. —Sus

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Serie Devil´s Renegade MC 3

ojos se entrecierran un poco y su voz se endurece ligeramente—. Simplemente no


hagas nada para molestarme.

Sonrío ante eso.

—¿Como qué? ¿Huir?

—Exactamente—masculla, clavándome una última vez con su dura mirada antes


de desaparecer entre la multitud.

¿Huir? ¿En esta excesivamente protegida puta mierda? No conseguiría ir más


allá de la puerta. Pero hay algo de diversión en hacer eso que no se supone que
hagas. Como emborracharme. Bailar hasta agotarse. Robarles la mierda a todos.

—¡Oye! —Le grito al candidato. Él me hace un gesto con la barbilla y yo levanto


mi copa—. Que sea doble.

JINX MINTIÓ. Hay algo especial en esta bebida. Tiene que haberlo. Porque estoy
jodida como una rata de laboratorio. Concedido, he estado bebiendo dobles durante
las últimas dos horas. ¡Pero soy una profesional! Debería ser capaz de manejar mi
mierda.

Cuando mi mareo comenzó a surtir efecto, la necesidad de robar algo se


intensificó. Y con la misma rapidez, me aburrí. Era la misma mierda, llaves para un
Chevy. Billeteras con poco o ningún dinero en efectivo. Encendedores Bic. Bálsamo
para labios. Y tenía más cigarrillos que los que se fumaron en Vietnam.

Así que empecé a entrenar a Dallas y Red para robar de los bolsillos. Eso fue más
divertido. Sobre todo cuando fueron atrapadas. Ellas juraron su inocencia al club y
pudimos ver como las víctimas fueron llevadas hasta la salida de una manera no tan
agradable.

—Beno... —hablando con dificultad, lanzo un brazo sobre el hombro de Dallas—.


¿Lo conseguiste?

Ella se deja caer derrotada y mira al hombre en la pista de baile que todavía tiene
su billetera.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—No... el hijo de puta me atrapó.

Me vuelvo a Red cuyo demoledor vestido de cuero hace que mis pezones se
pongan duros.

—¿Que heycntigo? —Red tiende su puño, lo abre y un juego de llaves cuelgan de


su dedo medio. Todas aplaudimos.

—ME DUELEN LOS PIES. —gimo, contemplando la posibilidad de sacarme los


hijos de puta como casi todas las demás mujeres en el club ya habían hecho. Echo
otro vistazo anhelante a los sofás que han estado llenos desde que estoy aquí.

—¿Quieres sentarte?—me pregunta Red, sin esperar mi respuesta camina como


una topadora abriéndose camino a través de un par de chicas y lanzando dagas a la
gente sentada en el sillón más cercano a nosotras. Cuando eso no funciona, llama a
los refuerzos. Enseguida, un miembro les está ofreciendo algún tipo de cupón a las
personas que en forma rápida sacan sus culos de ahí.

Nos lanzamos en picada e inmediatamente caemos sobre los cojines, apoyando


los pies sobre la mesa brillante delante de nosotras que cambia de color cada pocos
segundos, morado, azul, verde. Una camarera nos alcanza un vaso de agua helada a
cada una y la aceptamos ávidamente. Levanto la mirada a la cámara agradeciendo,
sabiendo que Luke y probablemente Jinx están viendo.

Mirando a mi alrededor, noto que Delilah no está. En realidad, no la he visto en


mucho tiempo.

—¿Dónde está Delilah?

—Son pasada la medianoche, lo que significa que es domingo, lo que significa


que está en algún lugar con Bryce, consiguiendo unos buenos azotes en su culo—me
explica Dallas. Todas asentimos comprendiendo. Y me da un poco de envidia—.
Hey... —La cabeza de Dallas gira hacia un costado para mirarme a la cara—. Estoy
muy contenta de que hayas venido. Es decir, no sólo esta noche. Pero… tú sabes.

La miro a sus ojos.

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—No tenía otra opción.

—Sí, pero aun así estoy contenta. Me gustas. No sólo porque me conseguiste el
libro. Gracias por eso, por cierto. —Asiento con la cabeza una vez. Ella me había
dicho que Maddie había encontrado lo que estaba buscando y logró resolver la
problemática antes de que se convirtiera en un verdadero problema. Por lo menos he
hecho algo que valió la pena desde que he estado aquí.

—Estoy de acuerdo. —Red asoma la cabeza por Dallas y me lanza una sonrisa
genuina. Borracha, pero genuina—. Pierce te hizo parecer como que eras una
completa idiota. Demonios, nos hizo odiarte antes de que llegaras aquí.

Tragando el resto de mi agua, trato de no pensar demasiado en lo que dijo, pero


Red tiene diarrea en la boca esta noche.

—Dijo que no se podía confiar en ti.

—Y que eras una maldita egoísta que no te preocupabas por nadie más que por ti
misma. —Al parecer, Dallas también tiene diarrea en la boca—. Que no eras nada más
que una puta buscando una polla para ayudarte a obtener lo que querías.

Mi sangre se enfría.

—Una vulgar puta de corazón frío—aclara Red.

Mi estómago se hunde.

Dallas continúa.

—Que te ibas a follar a nuestros hombres a la primera oportunidad.

Mis ojos pican.

Ellas continuaron. Diciéndome las mierdas que mi hermano les dijo sobre mí. Se
están riendo. Sin darse cuenta de que me están rompiendo en pedazos.
Probablemente porque me río con ellas para ocultar el dolor. Cuando una de ellas
dice que me odiaba por ser una carga para ellos como lo fui para él, decidí que
habido tenido suficiente.

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—Tengo que hacer pis—miento y me pongo de pie tan rápido que tengo
sujetarme a algo para no perder el equilibrio. Mi mano se posa en el hombro de una
chica que me ofrece una sonrisa y una mirada de complicidad. Pero ella no lo sabe.
No tiene ni puta idea.

Sin darse cuenta de la agitación que siento, Dallas y Red continúan su excitado
parloteo y vienen detrás de mí. Le saco un cóctel a una camarera que pasa mientras
permanecemos cerca de las cuerdas y esperamos por un miembro para que nos
acompañe. Antes de que pueda protestar, me lo he bebido y devuelto el vaso vacío
con una mirada que la desafía a decir algo. Ella no lo hace. Aunque desearía que lo
hiciese. Haría casi cualquier cosa para distraer mi mente y mi corazón de Pierce.

Mi sangre.

Mi hermano.

Mi enemigo.

Su odio hacia mí. Su amargura. Su maliciosa intención. Seguro que él había dicho
algunas mierdas crueles antes. Pero, ¿cómo podía obligarme a ser prisionera de la
misma gente que también me condenaba? ¿Lo había agraviado tanto como para
merecerme este nivel de crueldad?

Puedo sentir el atronar de mis emociones atravesándome, las que conducen a mi


inevitable caída que, indudablemente, me destrozará. No quiero llorar aquí. No
quiero mostrar mi debilidad. Exponer mi corazón roto. Pero me estoy muriendo por
dentro. Y pronto todo el mundo lo sabrá, porque no estoy segura de que tenga la
fuerza para refrenarlo.

Lo que tengo que hacer es recuperar la sobriedad. Irme al diablo de aquí.


Detenerme para ahogar mis penas en whisky escocés, sacarme estos putos tacones y
escapar. Por el camino, he perdido de vista lo que soy. Por qué estoy aquí. Lo que he
hecho y lo que queda por hacer.

Me he permitido acercarme demasiado a estas personas. Me he hecho amiga de


Dallas y Red, a quienes había jurado mantener a distancia. Esta noche, estoy de fiesta
con los Devil´s Renegades, un club del que no solo fui expulsada, sino que me está
reteniendo en contra de mi voluntad. Ellos estarán regresando a la casa del club esta

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noche. Un lugar que se supone sea mi prisión, pero de alguna manera se ha


convertido en mi santuario. Y entonces, allí está...

—Hey, cariño. —Jinx.

Él está aquí.

Delante de mí.

Interrumpiendo mis pensamientos.

Mirándome con el ceño ligeramente fruncido.

Sabiendo que algo está mal.

Y yo no tengo que decirle absolutamente nada.

Al igual que mi chico del sueño...

Casi lo pierdo. El deseo de ser esa chica que prometí que nunca más sería es casi
abrumadora. No quiero huir. Quiero correr hacia él. Quiero que me sostenga. Que
me abrace. En silencio y con fuerza. Por una vez. Sólo por un momento. Sólo esta
noche, quiero ser la chica que se cae. Y quiero que él sea el hombre que me atrape.

—Nos vamos—dice, y todo mi cuerpo se comba de alivio. Mantiene sus ojos en


mí y le dice al candidato—. Dile a Luke me puede llamar a mi celular. —Entonces su
mano se encuentra en la parte baja de mi espalda y está guiándome suavemente
hacia la salida.

Todo el mundo es un borrón mientras pasamos a través de la multitud. Parpadeo


furiosamente para aclarar mi visión, no estoy segura si se trata de lágrimas o alcohol.
En el momento en que estamos fuera, estoy bastante segura de que es el alcohol. Jinx
tiene que sostenerme más fuerte para evitar que me caiga. ¿Qué demonios pasa con
el aire fresco?

Después de un minuto de estar simplemente de pie, tratando de no caer de cara a


la acera, finalmente encuentro mi equilibrio. Con una mano en la cadera, Jinx se
arrodilla a mis pies y comienza a quitarme los tacones. Agarrando su hombro, miro
hacia abajo y balbuceo:

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—Tú no tienes que irte.

—Cállate. —La orden es firme, pero no dura mientras se endereza con los
tacones colgando de los dedos—. ¿Puedes caminar? No quiero tener que llevarte con
ese vestido. —Sigo su mirada hacia mi vestido corto que revelará más que sólo mis
piernas si me alza.

Mirando a la larga fila de personas esperando para entrar, los que


definitivamente van a ver mi culo si me lleva, niego con la cabeza.

—Puedo caminar.

Él asiente y me mantiene cerca de él mientras nos dirigimos a la parte posterior


del estacionamiento donde está su coche. Su paso es decidido, sin embargo, mantiene
un ritmo suficientemente lento como que no tenga que luchar para seguirle el ritmo.
Inhalo profundamente el aire frío y pronto mi cuerpo que hacía sólo unos minutos
estaba caliente por el baile, ahora tiembla por la temperatura glacial.

Jinx me ayuda a subir al coche que ya está encendido. Está tan cálido aquí, pero
dejó mi ventana abierta por miedo de que si no consiga aire fresco, creo que voy a
morir. O peor, a vomitar. Metiendo las piernas debajo de mí, me hundo en el asiento
y apoyo la cabeza en la puerta.

—Yo n-no quiero verlos esta n-noche—tartamudeo en el momento en que Jinx


está en el asiento del conductor—. ¿Podemos i-ir a otro lugar? ¿Un motel?

—Ya está hecho, cariño—dice, frotando su mano caliente hacia arriba y abajo de
mi muslo mientras nos conduce lejos del club. De la fiesta. De las chicas. De las
palabras de Pierce... Todo porque él me miró y supo que tenía que irme.

Él es mi chico del sueño. O por lo menos ha actuado mucho como él durante las
últimas semanas. Dudo que tenga un scooter, pero nunca lo he visto montar una
Harley. Él ha demostrado que es diferente lo que también lo hace especial. No
siempre viste de negro. Sostiene mi mano. Besa mis dedos sin pensar. Mis labios
apasionadamente. En todos los demás lugares acaloradamente.

He visto la puesta de sol con él. Contemplamos el amanecer. Nos hemos reído.
Hemos bebido. Hemos bailado a “Josephine”. Me siento a su lado. Camino a su lado.

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Me tumbo a su lado. Me quedo dormida en sus brazos. Él me escucha cuando hablo.


Nunca me ha llamado estúpida. Nunca me dijo que era menos.

Nunca pensé que momentos como estos me iban a pasar a mí. Sin embargo, así
es. Nunca pensé que mi chico del sueño existía. Estaba segura de que mi fantasía era
sólo un cuento de hadas. Que nunca podría amar de nuevo. En especial, no a un
hombre que llevaba un parche. Ahora... no estoy tan segura.

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CAPÍTULO 40

JINX

Una puta mirada.


Sólo fue necesaria una mirada a esos hipnóticos ojos verdes de ella y sabía que
algo estaba mal. Desconocía las razones. No me importaban. Todo lo que sabía era
que tenía que sacarla de allí. Así que lo hice.

No me importó que Luke me necesitara. Que mis hermanos dependían de mí.


Ese salir caminando con ella me obligó a retroceder a cuando di mi palabra de que yo
estaría allí, contra viento y marea. Pero no consideré a Winter. No tenía intención de
verla así de rota. Destrozada. Luciendo completamente normal para todos los demás.
Sin embargo, completamente desolada para mí.

Quien sea que la lastimó, o lo que fuera que le sucedió, ocurrió en ese bar. Con
mi club. Y ese pensamiento me sacudió hasta la médula. Así que me la llevé. Reservé
una habitación para nosotros. Llevé su cuerpo inconsciente al interior. La desnudé,
acostándola a mi lado. Sabía que eso era lo correcto. Pensé que eso acabaría por la
mañana. Que estaría olvidado una vez que se despertara. Pero antes de que
terminara la noche, ella revelaría los secretos de su miseria. Y la verdad me tenía
cuestionándome no sólo a mi hermano, sino también mi parche.

—¿Por qué me odia? —Había llorado. En su sueño. En mis putos brazos. Nunca
ha habido una pregunta para la que no hubiese tenido una respuesta, hasta ese
momento.

Tuve que usar un poco de persuasión para conseguir que Luke averiguase de su
dama lo que había sucedido justo unos momentos antes de irnos. Él también estaba
ansioso por saberlo. Así que interrogó a su esposa. A la mujer de su vicepresidente.
Lo que supo lo enojó. He hizo que mi maldita sangre hirviera.

Había oído a Pierce decir un montón de ofensivas mierdas sobre Winter. Y para
ser justo, yo había dicho mi parte también. Pero ver la forma en la que ella se

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quebró… observarla desmoronarse así... me hizo algo. Todavía estoy tambaleando,


cinco días después.

Aún no he llamado a Pierce, por miedo de lo que le pueda decir. Winter todavía
no había tocado el tema, por miedo a revivirlo, supongo. Al principio, pensé que tal
vez no recordara. Pero eso fue sólo una falsa esperanza. Ella lo recuerda todo. Y eso
la ha cambiado. Está diferente. Distante. No es como era entre nosotros. Detesto esto
más de lo que debería.

Por primera vez en la historia, estoy considerando romper con mi estatuto. Me


encuentro con ganas de hacer todo lo posible para darle a esta maldita mujer algo
parecido a la paz en su vida, esta mujer que ha sido etiquetada como una enemiga.
Una mujer a la que debería odiar. Negarme a ayudarla. Mantenerla durante unos
días más, recuperar lo que me robó y marcharme de una puta vez. El problema es
que estoy de su lado.

Es por eso que voy a llevarla a casa.

A Cumming, Georgia.

Para que conozca a mi familia.

Mis padres.

Mis hermanos.

En un momento estábamos sentados en el sofá, al siguiente le estaba pidiendo


que pasara el fin de semana conmigo en casa de mis padres. No preguntó por qué.
No se quejó. Creo que estaba demasiado entumecida en ese momento para sentir
algo. Pero yo estaba mareado por alguna maldita razón.

Tengo que haber perdido la puta cabeza.

O AL MENOS sigo tratando de convencerme de que lo hice. La verdad es que no


estoy ansioso de que ellos se conozcan. No estoy nervioso por lo que ella vaya a
pensar de mi familia o lo que ellos pensarán de ella. Yo la quiero conmigo. De mi

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brazo cuando entremos. A mi lado en la mesa del comedor de mis padres. En mi


antigua habitación. En mi puta cama.

La estoy viendo dormir profundamente en el asiento de al lado. Ella es una


hermosa visión. El cabello revuelto en su cabeza. Labios rosados. Chaqueta de cuero.
Pantalones ajustados. Descalza con sus pies en mi salpicadero. Rodillas encogidas. El
cuerpo doblado y vuelto hacia mí.

Incapaz de resistirme, tiendo mi mano y tomo la suya que yace tranquila sobre el
estómago. Su piel se siente suave debajo de la yema de mi dedo pulgar cuando
acaricio los nudillos. Presiono la punta de los dedos en la palma de su mano y ella
instintivamente curva su pequeña mano rodeándolos.

Estoy pensando mierda. Mierda que no necesito estar pensando. Y estoy más que
aliviado cuando el sonido del teléfono suena a través de los altavoces. El nombre de
Pierce destella en la pantalla y pulso el botón en el volante para contestar. Sabiendo
que si alguien puede sacudirme estos sentimientos y pensamientos, es el hermano de
Winter.

—Espera—digo a modo de saludo, sacando mi mano de la de Winter de modo


que pueda tomar la llamada en mi celular. Ella toma mi muñeca. Entrelaza sus dedos
con los míos y niega con la cabeza. Sus ojos somnolientos van de la pantalla a mí—.
¿Sí?

—¿Dónde mierda estás? —El tono de Pierce me enfurece. Él no es mi puto


guardián. Tampoco lo es de Winter. Pero le puedo decir eso.

Controlando mi temperamento, fijo los ojos en la carretera.

—Estoy a treinta y dos kilómetros al sur de Cumming. —Puedo sentir la sonrisa


de Winter.

—Bueno, estamos a cuatro días de sellar el trato de esta mierda. Por lo que
definitivamente ella va a poner a funcionar su cabeza para huir. Vigílala, Jinx. No la
dejes fuera de tu puta vista.

—Ella está sentada aquí, sabes—dice Winter, con los ojos cerrados cuando la
miro. No estoy seguro si lo hace para tratar de ocultar su emoción o si está tan
acostumbrada a ser de la que se habla, que está aburrida de eso.

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Hay una larga pausa por parte de Pierce luego un cortado:

—Winter.

—¿Cuál es el problema, Pierce? Actúas como si tuvieses miedo de hablar


conmigo ahora. Infierno, tenías mucho que decir cuando me amordazaste y me
tiraste en un avión hace ocho semanas. —La sonrisa en su rostro no oculta la tristeza
de sus ojos.

—Bueno... guisante de olor... no habría hablado contigo en absoluto si dos años


atrás, hubieses mantenido tus malditos dedos pegajosos para ti misma y fuera de mi
caja fuerte—dice, su malicia es palpable. Él no suena para nada como el hombre
desesperado que me llamó en el avión. No es que pensé que lo haría. Es demasiado
terco y orgulloso para mostrar alguna debilidad hacia ella. Y ella es igual cuando se
trata de él.

—No te preocupes, hermano—dice bruscamente, entrecerrando los ojos mientras


se queda mirando la pantalla como si lo estuviera mirando directamente a él—.
Tendrás tu puto dinero. Entonces, no tendrás que preocuparte por volver a verme
otra vez.

—Putas gracias por eso... Jinx—gruñe mi nombre—. Vigílala.

La comunicación está muerta y los dos estamos en silencio. Ambos nos perdemos
en nuestros propios pensamientos. Ella mirando por la ventanilla. Yo mirando la
carretera tratando de no mirarla. Por el rabillo del ojo, puedo ver su pecho subiendo
y bajando mientras trata de calmarse. Cuando arrastra una respiración profunda y
entrecortada, sé que la emoción que está tratando de controlar no es solamente furia.

Recuerdo la mierda que Luke me contó sobre lo que le dijeron las chicas. Luego
más atrás cuando Winter me contó de cómo las palabras de Pierce la habían
lastimado el día en que se la llevó. Cómo la habían marcado. Cómo la vida con Caín
no era ni de cerca tan dolorosa como lo que Pierce había dicho.

Desde el inicio, el credo del Club ha sido que tu hermano siempre tiene la razón.
Incluso cuando se equivoca, tiene razón. Pero no esta vez. No puedo ponerme de su
lado en esto. La está lastimando. Y maldición, no me gusta eso.

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No me importa si ella se lo merece. Si Winter se lo devuelve multiplicado por


diez. Ante todo es un hombre. Y su hermano por encima de todo. Es su obligación
solucionar esto. Salir de cualquier mierda con la que esté lidiando y arreglar lo que
está jodido entre ellos. Al diablo con el orgullo. No tiene un lugar en el Club,
entonces ¿por qué mierda debería desempeñar un papel en su relación?

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CAPÍTULO 41

WINTER

—¡ Mi bebé!
Levanto una ceja a Jinx que pone los ojos en blanco mientras me mira por encima
del hombro de su madre. Sus brazos están cerrados alrededor del cuello de su hijo.
Su gran cuerpo ligeramente doblado de manera que ella pueda alcanzarlo Con un
brazo alrededor de su cintura, él agarra la manija de nuestra pequeña maleta con la
otra mano. Cuando ella no lo deja ir, se rinde y la suelta para envolver su otro brazo
alrededor de ella. A pesar de que actúa molesto, puedo ver que está disfrutando de
esto.

—Mamá... quiero que conozcas a alguien. —Eso la hace salir del hechizo en
el que se encuentra y lo libera rápidamente para volverse hacia mí.

Es una cosita pequeña. La parte superior de su cabeza apenas alcanza el centro


del pecho de Jinx. Sus ojos marrones son cálidos, con pequeñas arrugas a los
costados. Ella se quita los guantes de jardinería y luego se arregla el sombrero torcido
para el sol, revelando su pelo castaño claro veteado con canas.

—Bueno, que me condenen—dice ella, su incredulidad es evidente a medida que


me mira de arriba abajo como si yo no fuese real—. Es una chica.

—Mierda mamá, lo haces sonar como si fuera raro o algo así.

—Mierda Jinx, es la primera vez que has traído una chica a casa desde la escuela
secundaria. —Estoy impresionada de su lenguaje que suena aún más extraño, puesto
que lo dice con un muy dulce tono sureño. Pero, extrañamente, me gusta un poco
más por eso.

Desde que Jinx me dijo que me iba a llevar a conocer a su familia, he sido un
manojo de nervios. Habría tratado de rehusarme, pero él no lo permitiría. Me
manipuló con la frase “Extraño a mi familia” y me derrumbé. Daría lo que fuera por

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ver a mis padres otra vez. No le negaría ese derecho, tampoco. Además, estar de
brazos cruzados en la sede del club deprimida no era realmente grandioso.

Pero no tengo aspecto… familiar. Especialmente como los del sur que viven en
Bible Belt 7y dicen palabras como querida y bendito sea tu corazón. ¿Pero su madre? Sí,
ella no parece ser uno de esos cristianos recalcitrantes que me condenará al infierno
por tener tatuajes. En realidad, ella parece bastante impresionante.

—Hola—le digo, encontrando mi voz y extendiendo la mano, porque eso es lo


que hacen en el sur, ¿verdad?—. Soy Winter.

Ella toma mi mano, sacudiéndola lentamente.

—Winter... que nombre tan bonito. —Con una genuina sonrisa en sus labios, me
tira contra su pecho en un cálido abrazo. Miro a Jinx, que está luchando contra una
sonrisa, con los ojos completamente abiertos. No queriendo ser grosera, le palmeo el
centro de la espalda con torpeza.

—Soy Lynn—dice ella, dando un paso atrás y sosteniéndome con el brazo


extendido mientras me examina una vez más—. Eres hermosa. Y alta. Y Jinxton va a
estar ocupadísimo manteniendo a Clayton y Payton lejos de ti.

—¿Clayton y Payton?

—Sus hermanos menores. Están dentro. Vamos, te voy a presentar. —Enlazando


su brazo con el mío, prácticamente me arrastra a través de la puerta. Miro hacia atrás
a Jinx que nos sigue.

—Voy a subir esto. Vuelvo dentro de poco—dice, haciendo caso omiso de mi


mirada suplicante mientras empieza a subir las escaleras, dejándome sola con su
madre, que me conduce en dirección opuesta.

La casa es como un retroceso a los años setenta. Toda de paneles de madera y


alfombra de pelo largo. Muebles y TV antiguos. Los marcos con fotos de sus hijos
cubren todas las paredes de la sala de estar, van desde pequeños hasta la

7
Es la zona de EEUU compuesta por los estados sureños, dónde la religión católica y
protestante es altamente significativa.

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universidad. Huele a galletas y se siente cálida y acogedora. Es el tipo de lugar que te


hace querer quitarte los zapatos y acurrucarte en el sofá.

Entramos en la cocina y ella me suelta el brazo. Me sorprende descubrir que la


cocina todavía tiene todos los artefactos originales. Es decir, deben serlo. A menos
que todavía fabriquen estufas, refrigeradores y fregaderos de color verde oliva.

—¡Babe!—grita Lynn, corriendo alrededor de armarios y cajones abiertos de la


cocina—. ¡Jinxton está aquí! ¡Tiene una chica con él!

—¡Mierda, cierra la boca! —Yo giro velozmente mi cabeza buscando la voz


profunda y atronadora que resuena desde la otra habitación. Pero la cocina está
cerrada y no puedo ver nada a través de la puerta abierta, excepto un comedor.

Entonces, un vaso es puesto en mi mano y soy prácticamente empujada a un


taburete, bajo la mirada a la mesada para encontrar un perfectamente acomodado
plato de dulces y bocadillos ubicado delante de mí.

Le doy a una Lynn radiante una sonrisa nerviosa.

—Gracias—digo, levantando el vaso de vidrio en mi mano. Miro hacia abajo y


supongo que es té dulce. Tomando un pequeño sorbo, casi gimo y engullo la mitad
del vaso.

—Bueno, ¿eh?—me pregunta, señalando a sabiendas.

—Sí. Delicioso.

—Demonios, realmente es una chica. —La habitación parece reducirse de tamaño


cuando un hombre que se parece a una versión mayor de Jinx atraviesa la puerta. Va
hacia el fregadero para lavarse las manos, y su mirada es tan incrédula como la de
Lynn y sus ojos son del mismo tono de gris de Jinx.

Fuertes pisadas suenan por encima de mi cabeza. Miro para arriba, pero el
sonido se ha trasladado a las escaleras. Segundos más tarde, siento una presencia
detrás de mí.

—¿Quién mierda es esta hermosa cosa? —Me vuelvo hacia la voz del muchacho
con el cuerpo de un atleta que está parado a mi lado. Se deja caer en un taburete,

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apoyándose en la mesada y me mira de arriba abajo con apreciación. Esos ojos. Del
mismo color que los de Jinx y su padre. Pero su pelo es rubio. Alborotado. Los labios
en una amplia y torcida sonrisa que revela hoyuelos. Es como Barbie Ken.

—Ella es Winter—me presenta Lynn—. Jinxton la trajo.

—¿Mierda nuestro Jinx? ¿Trayendo una chica?

Levanto la barbilla y me encuentro con otro par de ojos grises a mi izquierda.


Entonces vuelvo a mirar al hombre a mi derecha. Y lo corroboro. El que está de pie
me da un guiño.

—Somos gemelos. —Sí. Son gemelos idénticos, obviamente. No sé cómo alguien


puede distinguirlos.

—Mierda la van a aterrorizar—dice el padre, inclinándose sobre la mesada para


ofrecerme su mano—. Soy Lyle. —Mi mano temblorosa revela mis nervios cuando la
coloco en la suya, enorme y callosa. Su cálida sonrisa me relaja un poco—. No te
pongas nerviosa, Winter. Viniste con el único que muerde.

Con un guiño, se aleja para ir junto a Lynn que está apoyada en el refrigerador
observándome. Su sonrisa es amplia. Ella se ve tan feliz. Hay una ternura en sus ojos
que me hace sentir incómoda. Ella piensa que estamos juntos. Aunque no quiero
hacerle daño, tampoco quiero que tenga una idea equivocada. Comienzo a decirle
que Jinx y yo somos sólo amigos, pero los ardientes gemelos de ojos grises se han
movido más cerca.

—Soy Clayton—dice el de la izquierda, estirando el brazo a mi alrededor para


agarrar algo del plato Señala al tipo a mi derecha—. Ese es Payton. —Asiento con la
cabeza a Payton y le hago un pequeño gesto con la mano. Sus ojos caen a mis labios y
se lame los suyos.

—Tú nos puedes diferenciar por nuestro cabello—dice Clayton, exigiendo mi


atención de nuevo. Me doy prisa para volver la mirada a él y apartarla del que se está
lamiendo los labios; el pequeño diablo de mi derecha—. El mío está rasurado en los
lados. —Se pasa la mano por su pelo corto por encima de la oreja—. El de Payton no.

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—Encantada de conocerte. —Echo un vistazo alrededor de la habitación con la


esperanza de encontrar a Jinx. ¿Dónde diablos está?—. A todos ustedes—agrego,
asintiendo hacia sus padres—. Creo que a estas alturas ya saben, soy Winter.

—Tú deberías ser Summer8—dice Payton, mirando descaradamente a mi


escote—. Porque eres caliente como la mierda.

—¡Payton Murphy Charleston Marks!—dice bruscamente Lynn, su tono de voz


es helado y amonestador.

Los ojos de Payton perezosamente se levantan hacia los míos.

—Lo siento, mamá—dice, entonces articula para mí—. No, no lo siento.

—Les dije, idiotas, que permanezcan lo más lejos de la cocina posible. —Mi
cuerpo hormiguea. El calor me envuelve. Solo con el sonido de su voz. Similar a la
voz del hermano y del padre, sin embargo, claramente diferente.

Lyle es atractivo para ser un hombre mayor. Clayton y Payton son lindos, incluso
sexys. Pero ninguno de ellos puede comparase con Jinx. Es tan hombre. Tan
masculino. Tan dominante. Tiene esa señal de peligro en él. Esa aura de poder.
Aunque ninguno de los chicos parece estar falto de confianza, Jinx la exuda de una
forma que no es engreída, sino más depredadora.

Observo mientras abraza a su padre. Sonríe con ternura a su madre. Mira


ferozmente a sus hermanos. Me mira y me guiña el ojo. En un instante soy un mar de
lava.

—Muévete—gruñe, dándole un codazo a Clayton para alejarlo de mí y


despidiendo a Payton con una mirada antes de reclamar su asiento—. Maldito Dios
parecen un montón de buitres

—¡Ey!—grita Lynn—. ¡Cuida tu lenguaje! No decimos el nombre del Señor en


vano en esta casa. Mierda, lo sabes bien.

A estas personas seguro les encanta la palabra mierda.

Obviamente leyendo mi mente, Jinx me sonríe burlonamente y murmura:

8
Winter en inglés es invierno, Summer verano.

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—Lo siento, mamá. —¿Qué pasa con este hombre llamando a su madre, mamá,
que hace que mi corazón se derrita?

—Vamos, muchachos—dice Lyle, arreando a los dos sapos cachondos fuera de la


cocina—. Vamos a darles un poco de espacio. —Él mira hacia atrás sobre su hombro
a Lynn que no se ha movido—. Tú también, esposa. Deja de imaginarte nietos y
vamos.

Ella lo sigue obedientemente al igual que los gemelos y pronto estamos Jinx y yo
solos. Mirándonos el uno al otro. Un poco sonriendo. Un poco procesando.

—Mi familia está un poco loca. Mi madre una empedernida romántica


impaciente. Mi padre es un diácono de la Iglesia. Mis hermanos están obsesionados
con los coños y todos piensan que la palabra mierda da suerte. La selección es dentro
de seis meses y ellos creen que si dicen mierda y rezan lo suficiente, van a
seleccionar a los gemelos.

Es lo más ridículamente increíble que he oído en mi vida.

—¿Qué opinas... Jinxton?

—¿Acerca de? ¿Ellos consiguiendo ser seleccionados o si mierda es una palabra


de suerte?

Sonrío abiertamente.

—Ambas.

—Ellos quedarán seleccionados. No, la única razón es que son verdaderamente


muy buenos.

—¿Y la suerte?

Se encoge de hombros.

—Creo que si ocurre algo bueno, van a creer que fue todo por decir sus
palabrotas y orar. Y si algo bueno no sucede, entonces maldecirán más y rezarán con
más fuerza.

—¿Por qué piensan que eso da suerte?

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—Comenzó con mi madre. En toda mi vida jamás la había oído maldecir. Ella
jura que nunca lo había hecho antes hasta que estuvo en un partido de la temporada
pasada. Era un partido de fútbol universitario y estaban perdiendo así que esa
palabra era dicha por las personas que la rodeaban en cada aliento. Estaba en su
cabeza. En la última jugada del partido, ella derramó café sobre su camisa, gritó
“mierda”, en el mismo momento que Clayton cortó un pase y corrió, esquivando
contrincantes setenta yardas para ganar el juego.

—¿En serio? —Echo la cabeza hacia atrás riéndome.

—Oh, se pone mejor—dice él, apoyando el brazo en la parte posterior de mi


banqueta y acercándome a él—. Probablemente se lo habría atribuido a una
coincidencia, pero a la semana siguiente, pasó la misma mierda. Sólo que esta vez,
fue Payton.

Mis ojos se entrecierran.

—¿Me estás tomando el pelo?

Se ríe de eso.

—No, cariño. No te estoy tomando el pelo. No se puede hacer eso con esta
mierda. Fourth Quarter. Dieciocho segundos en el reloj. Fourth down9. Línea de
cuarenta yardas. Payton consigue la pelota. Está buscando pasar y no puede
encontrar una abertura. El defensor que ya le había arreado el culo tres veces se está
acercando. Mamá, asustada como la mierda de que él vaya a ser golpeado duramente
en la cabeza, se descontrola y grita, “¡mierda, deshazte de la pelota, Pay!' El defensor
tropieza con sus propios pies. Se lleva consigo a dos tipos más en el proceso. Se abre
un agujero en la línea y Payton pasa. Él logra hacer un touchdown que gana el juego.

Él está sonriéndome. Moviendo la cabeza con incredulidad, como si no estuviese


aun totalmente convencido de que eso fuese posible. Estoy sin palabras. Es la mejor
historia que he oído en mi vida.

9
El "fourth down" es la cuarta y última oportunidad que tienen, antes de cederle el
balón al contrario o perder definitivamente el juego.

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—Entonces, Winter—dice, metiendo un mechón de mi pelo detrás de la oreja. La


voz es suave. Los labios todavía sonriendo. Los ojos grises acariciando mi cara—.
Ahora que has escuchado la historia, ¿Crees que da suerte?

Sonriéndole, asiento con la cabeza.

—Absoluta-mierda-mente.

EL CUARTO DE JINX es exactamente tal cual lo había imaginado.

Posters de atletas, mujeres en bikinis, varios estantes movibles que exhiben


trofeos y medallas que cubren las paredes. Su cama tamaño queen está hecha, el
edredón azul marino a juego con la alfombra de pelo largo azul. Un aparador de
madera muestra un balón de fútbol firmado por alguien de importancia. Hay una
mesa de noche con una lámpara. Un despertador. Y un bate de béisbol apoyado
contra la esquina de la cama.

No hay desorden. Sin polvo. Y absolutamente todo parece tener un lugar.


Imagino que siempre fue tan quisquilloso sobre esa mierda como lo es ahora.

—Esto es lindo—le digo, cuando me doy vuelta y lo encuentro mirándome.

—Mis padres pueden o no estar cómodos con nosotros durmiendo juntos. Pero si
no lo están, tú puedes dormir aquí y yo voy a dormir en el sofá.

—¿Tus hermanos se quedan aquí también?

Sus labios se aprietan.

—Sí. Y estarán abajo conmigo.

Sonriendo, me acerco meneándome a él y paso mis manos por su pecho.

—¿Preocupado de que quiera un pequeño ménage con los gemelos de


Hollywood?

—No eres tú la que me preocupa—murmura, sus manos en mi cintura. Bajando


la cabeza, presiona un beso suave, pero breve en mis labios. Apoya su frente contra
la mía y dice—: Gracias por venir.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

—No me diste elección, ¿recuerdas? —Él prácticamente había dicho que yo iba.
No estando de humor para discutir, había aceptado sabiendo que no tenía otra
opción. Me alegro de estar aquí, sin embargo. Pero no se lo digo. En lugar de ello,
digo—. Puedo decir que tu madre necesitaba esto.

—Mi mamá piensa que somos una pareja.

—¿Qué creíste que pensaría?

Sus labios se tuercen.

—Supongo que no había previsto tanto. Infierno, ni siquiera sé lo que somos. —


Con voz ronca, me pregunta—: ¿Qué somos, Winter?

Jugueteo nerviosamente con el borde de su camisa negra, luchando contra el


impulso de pasar mis manos por debajo y tocar los músculos calientes y duros que
hay allí.

—Somos amigos.

Él levanta una ceja.

—Los amigos no follan como follamos. —Cierto—. Los amigos no duermen


desnudos juntos. No terminan todas las noches juntos... comienzan todos los días
juntos. Así que no, encanto. Nosotros no somos amigos. —Bueno... cuando lo dices así...

Pero no soy de él. Él no es mío. Ésta no es una relación. Somos dos personas que
pasan tiempo juntos. Unidos por una jodida circunstancia. Hemos estado viviendo
juntos y solos durante casi dos meses. Por supuesto que estaríamos cerca. Pero no
estamos... juntos.

—¿Qué piensas tú que somos? —le pregunto, mis nervios son evidentes. Mi
pulso está acelerado. Mi corazón se salta un latido cuando me doy cuenta que, sea lo
que esto sea, sea lo que nosotros seamos, es sólo temporal. Quiero una vida que no
implique un MC. Él es el tipo de hombre que no renunciará a eso. Y ya me duele la
idea de dejarlo.

—Más—dice con sencillez—. Más que amigos, cariño.

—¿Y cuándo te hayas ido? Entonces, ¿qué seremos?

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—¿Quieres que me vaya?

Dejo caer la mirada.

—No importa lo que yo quiera.

Inclinando mi cabeza hacia atrás, me obliga a mirarlo. Sus ojos grises son tiernos.

—Lo que tú quieras es lo único que importa.

Sus palabras me derriten. ¿Cuándo le había importado a alguien lo que yo


quería? ¿Siquiera preguntado? Y nunca tuve a nadie pensando que lo que yo quería
importaba.

Hasta ahora.

Hasta este hombre.

Hasta Jinx.

El hombre que yo... el hombre que yo creo... el hombre que estoy muy segura…
yo…

—¡Tú perra! —La puerta se abre de golpe y me alejo bruscamente de Jinx, justo
cuando Clayton entra. Nuestro momento se rompe. Mis pensamientos se aclaran.
Miro a Clayton. Pero puede sentir los ojos de Jinx en mí incluso cuando Clayton se
acerca y tira su brazo alrededor de él—. Vamos, hermano mayor. Vamos a ver si
todavía lo consigues.

Elevo la ceja como preguntando. Jinx sonríe burlonamente.

—Tú sabes que todavía lo consigo.

—Um... —comienza Clayton—. No... no lo sé. No vi tu culo en meses. Parece que


estás más gordo, también. —Él palmea la pared de músculos que es el estómago de
Jinx.

—Jinx—dice Payton de la puerta. Todos nos volvemos a mirarlo mientras se


apoya pesadamente en el marco. Sonriendo de manera arrogante. Sus ojos clavados
en mí. Es tan alto como Jinx, pero no tan musculoso. Definitivamente el cuerpo de un
mariscal de campo—. Mama te quiere.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Estoy aquí, Pay—retumba la voz de Jinx.

—Lo sé. Pero es mejor mirarla a ella. —Él inclina su barbilla hacia mí—. ¿Quieres
ponerte algo sexy y alentarme, cariño?

—Ella está fuera de tu liga, niño bonito. —Jinx me sonríe mientras me rodea la
cintura con el brazo y me acerca a su lado—. Confía en mí... no podrías manejar la
situación.

Tanto Jinx como yo lo miramos negando con la cabeza. Él es lindo, pero yo lo


quebraría. Lo arruinaría para cualquier otra mujer. No soy como esas chicas de la
universidad con las que folla. Soy un verdadero asunto. Podría hacerlo correrse en
los pantalones sólo jugando con mis tetas.

—Oh, ¿tú crees que no puedo?

—Lo siento, dulzura—suspiro, encogiéndome de hombros—. Quizás en unos


años.

—Mi polla es más grande que la suya. —Me río de eso. Entonces me pongo seria
cuando noto que nadie se está riendo.

—Eso es cierto—dice Jinx un poco derrotado.

No hay manera. Miro con atención la entrepierna de Payton, me muevo hacia


abajo por el muslo, preguntándome dónde mierda guarda ese gran bastardo.

—Lo ato a mi pierna. —Él me da un guiño y se lame los labios. Tiene cara de
suficiencia. Me sonrojo furiosamente y una sonrisa lobuna se extiende a través de sus
mejillas. Entonces está bajando a toda velocidad por las escaleras, tratando de
escapar de Jinx. Pero no antes de ofrecer.

—¿Quieres tocar?

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 42

WINTER

— Azul cuarenta y dos... ¿qué podría hacerte... rojo veintisiete... para que
pensaras que estás en el cielo... preparados... y te pusieras realmente mojada…

—¡Lanzarías la puta pelota!—ruge Jinx.

Payton me guiña el ojo desde su posición detrás de Clayton.

Me río, negando con la cabeza al pequeño idiota cachondo cuya charla sucia
tiene a su madre amenazándolo con una vara. Lo que sea que esa puta amenaza
signifique.

—¡Hut10!

Clayton lanza la pelota. Payton la atrapa fácilmente. Retrocede tres pasos. Luego,
con una gracia tan fluida y precisa como cualquier profesional, la lanza a través del
aire. Mis ojos se mueven a Jinx que está corriendo a toda velocidad por el enorme
césped. Con esos calientes pantalones cortos, puedo distinguir los músculos en sus
piernas, flexionándose y contrayéndose mientras acelera el paso.

Con la cabeza levantada y mirando por encima del hombro, observa como la
pelota comienza a caer del cielo. Entonces, extendiendo un brazo fuerte, largo y
tatuado, la atrapa sólo con las puntas de los dedos. La tira hacia su pecho, frena, se
da vuelta y regresa, trotando directamente hacia mí.

Estoy sentada al lado de su madre en una silla de jardín. A su derecha está su


padre. Y quiero besar a los dos por crear al espécimen perfecto y sin defectos que es
Jinxton Marks.

A medida que se acerca, me centro en su pecho desnudo y tatuado que sube y


baja con su profunda respiración. Ambos parecemos ignorar a todos mientras nos

10
Es lo que dice el mariscal de campo al inicio de la jugada.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

miramos. Estoy boquiabierta. Él está sonriendo. Como lo hemos estado haciéndolo


durante los últimos cuarenta y cinco minutos que hemos estado aquí.

—¿Eso es lo mejor que tienes?—le pregunta, lanzando la pelota a Payton


mientras completa su trote hacia mí.

—Tú pedazo de cabrón—grita Payton—. No hay manera de que puedas ser


capaz de correr tan rápido.

Me alcanza, me levanta en sus brazos y se deja caer en mi silla, plantándome


sobre sus duros muslos. Todavía estoy tambaleándome cuando él toma la botella de
agua de mis dedos y la engulle. Puedo oler su sudor. Deseo lamerlo. Deseo frotar mi
coño contra su duro muslo.

Mierda, Winter.

—Voy a terminar la cena—anuncia Lynn, se levanta y besa a Jinx en la cabeza


antes de revolver su cabello sudoroso.

—Muéstrale a Winter el lago... puta—agrega, como si acabara de darse cuenta


que no ha dicho la palabra desde hace tiempo.

—Esa es propiedad privada, mamá. —Jinx entorna los ojos juguetonamente—.


¿Me estás pidiendo que infrinja la ley?

—No, hijo, te estoy diciendo que le muestres el puto lago a Winter. Es sólo
propiedad privada si tienen un cartel.

—¡Mi mamá es una puta forajida!—grita Clayton, lanzando el pequeño cuerpo


de su madre por encima del hombro como si no pesara nada.

—¡Bájame maldito Neandertal!

—Puto Neandertal, mamá. Concéntrate.

—Bien... bájame puto Neandertal.

—Entonces—dice Jinx, alejándome del caos que está entrando en la casa—.


¿Quieres infringir la ley y violar la propiedad privada para ver una masa de agua
que no nos pertenece?

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Me río porque es divertido. Porque es un poco extraño. Pero sobre todo, me río
porque estoy feliz.

—Me encantaría.

—GUAU—digo con sólo una pizca de sarcasmo en mi voz.

Jinx niega con la cabeza y lanza una piedra en el agua.

—Lo sé.

En verdad, el lago no es todo lo que su madre me hizo creer que sería. Es


bastante pequeño. Como el lago más pequeño de la historia. Seco en algunos lugares.
Los bancos llenos de hierbas malas Y el muelle en el que estamos sentados parece
que podría colapsar en cualquier momento.

Pero no consigo ver una gran cantidad de sitios como éste de dónde vengo. Las
Vegas es, en su mayor parte, un desierto árido o luces intermitentes. Aquí, es sereno.
Silencioso. Pacífico. Bonito. Estoy feliz de que me trajera. Además, nunca he montado
en un carrito de golf antes y sólo por eso valió la pena el viaje.

—Me gusta tu familia—digo, apoyando la cabeza en su hombro. Está frío aquí


afuera, pero su cuerpo me calienta de inmediato.

—Están malditamente locos. Son muy supersticiosos. Un poco de la vieja escuela,


pero buena gente.

—Cuando dices de la vieja escuela, debes estar hablando sobre esa alfombra de
pelo largo—bromeo.

Él ríe.

—Sin duda. El lema de mamá es, “si no está roto, no lo arregles”. Papá tiene que
amenazar con auténticas barbaridades sólo para que ella se modernice. Pero creo que
a él le gusta. Les recuerda los viejos tiempos. Cuando los gemelos y yo estábamos
dando vueltas en casa.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Esos gemelos... —digo quedándome en silencio, incapaz de encontrar las


palabras para describirlos.

—Clayton es dos minutos mayor. Y por eso es mucho más maduro que Payton.
Los dos son fuertes, odiosos, arrogantes y cachondos. Pero maldición son talentosos...
—Una mirada misteriosa cruza los ojos de Jinx mientras mira fijamente hacia el
agua—. Son increíbles, cariño. ¿Inteligentes? No dejes que la idiotez de ese par te
engañe. Ambos son brillantes.

—Puedo ver eso. —No puta, no puedo... Pero si Jinx lo cree, entonces eso es lo
suficientemente bueno para mí.

—Yo debería querer lo que ellos tienen. Lo que mis padres tienen —dice soltando
una risa mientras se pasa la mano por el pelo—. Pero lo odiaba. Odiaba ser perfecto.
Entrar en la tienda de comestibles y que las personas me palmearan la espalda. Esas
mismas personas sentadas junto a mí en la iglesia el domingo. Entonces chismeando
sobre mí el lunes. Diciendo que no soy todo lo bueno que parezco. Que la perfecta
familia Marks de cinco un día caerá. Y cómo no pueden esperar a que suceda.

Él no está triste. Sólo es objetivo. Y a pesar de que esta conversación es seria, no


puedo ocultar mi sonrisa ante su acento ahora que está en casa. Se da cuenta y sonríe,
sus ojos cayendo de los míos a los labios.

—¿Qué?

—Nada, dulzura—digo arrastrando las palabras con acento sureño.

Él pone lo ojos en blanco.

—Cállate.

—Así que dejaste tu mundo perfecto y cruzaste al lado oscuro.

—Algo así. Me marché. Y por primera vez en mi vida, no supe quién era. Cómo
actuar. No pasó mucho tiempo para que me metiese en problemas. Me negué a
traerles esa mierda a mis padres, así que salí de ella por mis propios medios.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Como soy bueno con los números, me volqué a las apuestas Al poco tiempo, se
me acercó una persona que me mostró cómo llevarlo al siguiente nivel. Hacer algo de
dinero en serio. Mandar a la mierda los casinos.

Él me mira. Y tengo la extraña sensación de que está queriendo que adivine


quién era esa personas. No tengo que adivinar. Ya lo sé.

—Pierce. —Él asiente una vez.

—Me presentó a algunas personas. Debido a eso, nos hicimos cercanos. Encontré
que extrañaba el poder que tenía en casa. La forma en que las personas me
admiraban. Cómo luchaban para hablar conmigo. Ellos se sentían intimidados por
mi habilidad y mi inevitable fama. Nunca pensé que iba a extrañarlo, pero maldición
lo hice.

—Rondando el MC, me di cuenta de que poseían el mismo tipo de poder.


También echaba de menos a mis hermanos. A mi papá. Nuestro vínculo. La relación
dentro del MC era similar. Así que me convertí en candidato. Después obtuve el
parche, mis conexiones crecieron y me sumergí en una mierda más profunda.
Cuando las cosas se pusieron sangrientas y mis apuestas se volvieron peligrosas,
supe que necesitaba salir del negocio de corredor de apuestas.

—Cuando regresé a casa, tenía un amigo que trabajaba para una empresa de
energía. Me dijo que ellos nunca podían encontrar suficiente seguridad, por lo que la
demanda de la misma era alta y la paga buena. Necesitaba capital inicial, así que
obtuve el dinero de la mejor manera que sabía. Haciendo algo en lo que era hábil. Así
que corrí el riesgo… aposté en grande… cobré…

—Y te largarte—termino yo con mi sonrisa de orgullo. Vacila mientas me da una


mirada distante y niega con la cabeza.

—No. Me jodieron.

Todo mi cuerpo se pone rígido. Mi corazón cae en picada. Mis tripas enloquecen.
Yo soy la que lo jodió. El dinero que robé era su capital inicial. Su nuevo comienzo.
Me siento enferma.

—Jinx…

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—No, Winter—dice, un poco exasperado—. No quiero ir allí. Ahora no.

El problema con esto es que ya estamos allí. He arruinado nuestro viaje. Este día
perfecto. Posiblemente todo.

—¿Qué hiciste? ¿Cómo obtuviste el dinero para tu puesta en marcha?

—De la manera antigua. —Me guiña u ojo—. Lo robé.

Antes de que pueda decidir si está mintiendo o no, se pone de pie y me agarra
del brazo. Cuando me mira, tengo que tragar saliva antes de que pueda hablar.

—Si sirve, lo siento mucho.

Metiendo un mechón de pelo detrás de la oreja, vaga por mi cara con sus ojos
antes de optar por los míos. No hay ira. No hay tristeza. Nada. Esas canicas de plata
lucen completamente impasibles. Cuando los labios tiemblan, la presión en mi pecho
se aligera.

—Hace ocho semanas, te habría dicho que te fueras a la mierda. Pero ahora que
sé lo que sé, estoy bien con eso. Necesitabas ese maldito dinero muchísimo más que
yo. Si sirve—añade, devolviéndome las palabras—, siento mucho que no te resultara.

Pero por primera vez en la historia, me alegro de que no lo hiciera. Porque si lo


hubiera hecho, no estaría donde estoy ahora. Y ese pensamiento me entristece más
que los últimos dos años de mi vida.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 43

WINTER

S
— eñor, hágase según tu voluntad—continúa Lynn, bendiciendo el banquete
que se extiende en la mesa delante de nosotros como lo ha estado haciendo siempre
en el pasado. Es tan extraño escuchar a una mujer abrir su corazón a Dios sólo
momentos después de decirle a todo el mundo—. Cierren la puta boca así puedo
bendecir los alimentos.

Levanto mis ojos a Jinx que está sentado frente a mí, con la cabeza devotamente
inclinada. Sintiendo mi mirada, sus párpados se levantan y esos impactantes ojos
grises me aprisionan. Me observa a lo largo del resto de la oración, ambos luchamos
por contener nuestras sonrisas. Cuando su madre le pide a Dios que por favor
bendiga a Jinx y a su nueva acompañante cuyo título todavía tiene que ser revelado,
él pierde la batalla y las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba. Momentos,
después le pide a Dios perdón por sus muchos, muchos, muchos, muchos pecados, y
finalmente dice:

—Amén.

—Amén—todo el mundo dice al unísono. Casi inmediatamente, las


palabrotas comienzan.

—Pásame el puto pavo.

—Dame eso, puto egoísta.

—Nadie hace el puto aderezo como mamá.

—Seguro estoy contento de que Jinx faltara al día de Acción de Gracias—dice


Clayton, sentado a mi izquierda—. Ahora tenemos la oportunidad de comer dos
veces. —Siento una punzada de culpa de que Jinx faltara a los días de descanso con
su familia.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Me perdí Semana Santa, también—añade rápidamente Jinx, su mirada en mí,


como para reconfortarme, que no fue por mi culpa. Sonrío en agradecimiento, pero
en realidad eso no alivia mi conciencia.

—Bueno, en la Pascua, no nos dieron una segunda oportunidad. Acabamos con


malditos sándwiches —dice Payton, mirando ferozmente a Jinx que se sienta junto a
él.

Lynn se aclara la garganta y gira sus ojos hacia mí, con una sonrisa brillante en la
cara.

—¿Qué hay de ti, Winter? ¿Fuiste a casa para el día de Acción de Gracias?

Clayton me da un codazo.

—Sí... ¿dónde vives, por cierto?

—Seguro que no suenas del sur—se ríe Lyle.

Es inocente. Lo sé. Pero no puedo fingir una sonrisa para ellos. No puedo
mentirles a pesar de que está en la punta de la lengua. Tampoco les puedo decir la
verdad. Y, mierda, no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas.

Antes de que pueda avergonzarme o a Jinx aún más, me paro y rápidamente


salgo con un “Disculpen”. Rezo para que se reanude el sonido de la charla o el ruido
metálico de los tenedores. Pero no escucho nada. Y puedo sentir cada par de ojos
quemando en mi nuca cuando salgo de la habitación y escapo por las escaleras.

Dentro del dormitorio de Jinx, me paseo por la habitación, alternando las manos
sobre mis caderas, borrando las lágrimas de mis mejillas hasta que finalmente cruzo
los brazos sobre el pecho.

¡Tan… estúpida! ¿Por qué no les mentiste? ¿Por qué no te controlaste? ¿Quién eres tú y
qué has hecho con Winter Tews?

En el momento en que escucho cerrarse la puerta detrás de mí con un clic, sé que


es Jinx. Girando para mirarlo a la cara, ahogo un sollozo y logro decir:

—Lo siento.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Él está de pie con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones cortos.
Descalzo. El pelo desordenado. La cabeza inclinada. Sus ojos me queman. Es el
hombre inexpresivo. Con la estoica cara de Jinx que conocí hace semanas. Quiero
darle las gracias por ocultar la lástima. La preocupación. No quiero eso. No de él.

—Nunca he tenido eso—digo, haciendo un gesto hacia el comedor antes de darle


la espalda para mirar por la ventana. El sol se ha puesto, pero todavía se puede
distinguir la silueta de los árboles que bordean el enorme patio—. Es decir, lo hice
cuando era una niña, pero con cada año que pasa, esos recuerdos parecen
desvanecerse cada vez más.

Cerrando los ojos, trato de imaginar como era. Sentarse alrededor de una mesa
con mi familia. Mi madre en una punta. Mi padre en la otra. Pierce frente a mí.
Ambos sonriendo. Riendo. Felices. Diciéndole al otro que le pase el puto pavo.

—A veces, me olvido de que hay normalidad fuera de mi vida hecha mierda.


Que hay familias que se sientan a cenar juntas. Que hay casas que no están a cargo de
hombres de cuero y no huelen a coño barato y a hierba. Que la rivalidad entre
hermanos no termina en guerra y en derramamiento de sangre. Que hay personas
que se aman porque quieren... no porque hay algún estatuto que dice que deben
hacerlo.

Sentada en el final de su cama, con los hombros caídos, levanto mis ojos a él,
aliviada al descubrir que permanece impasible.

—Una vez me preguntaste qué quería. —Agitando la mano alrededor de la


habitación, le doy una triste sonrisa acuosa—. Esto. Quiero esto, Jinx. Normalidad.

Unos ojos suaves y cálidos me observan. Esperando pacientemente a que


continúe. Pero no hay nada más que decir. Quiero algo que no puedo tener. No con
él. No con Pierce. Definitivamente no con Cain. No en esta vida. O nunca.

Sin palabras, camina hacia mí. Su mirada procesando. Observando. Estudiando.


Evaluándome con una intensidad que no me hace sentir incómoda, sino que al
contrario me tiene con la sensación de que, poco a poco, me estoy desmoronando
bajo su mirada.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Cuando está de pie frente a mí, agarra mis manos. Me tira hacia arriba. Envuelvo
mis brazos alrededor de él. Mi cuerpo se amolda al suyo. Mi cabeza se acuna en su
cuello. Mis dedos agarran su cabello. Absorbiendo todo su calor. Su fuerza. Su
consuelo.

Acuna la parte posterior de mi cabeza en su enorme mano. Me sostiene cerca. Su


otro brazo alrededor de mi cintura. Me mantiene junto a él cuando se sienta en la
cama. Se acuesta. Y me pone encima de él. Sólo me deja yacer sobre su pecho y
llorar.

Todo esto es demasiado. Los recuerdos. El dolor. Cain. Pierce. Jinx... los
pensamientos de él son los peores. Los más dañinos. ¿Dónde estaré cuando no esté
con él? ¿Quién seré? Dije que quiero normalidad. ¿O es que sólo lo quiero a él? ¿Qué
es lo que tenemos?

Lloro por todo. Dejo salir todo. Desmoronándome. Destrozada. Rota. Tal cual
supe que ocurriría durante todo este tiempo. ¿Cómo puedo no hacerlo cuando tengo
a este hombre debajo de mí? Acariciando mi pelo. Manteniendo a salvo. Haciéndome
sentir jodidamente bien, incluso cuando estoy tan triste.

Las lágrimas se han secado. Mi respiración es pareja. No estoy segura de cuánto


tiempo ha pasado, pero no parece tener mucho sentido en momentos como éste. El
pacífico silencio es muy cómodo mientras sigo el rastro de las manchas de mis
lágrimas en la camisa de Jinx. La que amo, una de color rojo con los brazos y el cuello
cortado. La que hace gala de sus tatuajes. De sus músculos. De su belleza.

—Quiero mostrarte algo—dice. Asiento con la cabeza y nos arrastra fuera de la


cama. Sosteniendo mi mano, salimos de la habitación. La música se filtra en mis
oídos a medida que descendemos por las escaleras. Algo de blues. Suave. Hermosa.

La música se hace más fuerte a medida que atravesamos la cocina. Pasamos por
el comedor que ahora está vacío, la mesa despejada. Tengo poco tiempo para
sentirme mal por lo que pasó antes de que me arrastre a través de las puertas
corredizas de vidrio que conducen al patio trasero.

Allí, un sinfín de filamentos de bombillas en miniatura se encadenan por encima


de nosotros. Llamas anaranjadas de fuego danzan y arden desde un pozo en el centro
del porche de hormigón. Y alrededor de ese fuego, está sentada su familia. Sus

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

padres se sientan juntos en un sillón para dos con una copa vino en la mano. El brazo
de Lyle está detrás de Lynn. La cabeza de ella apoyada en su hombro. Ellos nos
ofrecen una sonrisa. Les hago un pequeña gesto de hola con la mano antes de volver
mi atención a los gemelos.

Payton no se da cuenta de nosotros y sigue tocando una dulce melodía en su


guitarra. Clayton se sienta frente a él, una guitarra en su regazo y una especie de
pandereta unida al pie. Los gemelos cantan en perfecta armonía. Nunca he
escuchado la canción, pero estoy inmediatamente enamorada de ella.

—Baila conmigo—dice Jinx con voz áspera, sus labios en mi oído. Sin esperar mi
respuesta, me vuelve en sus brazos. Coloco las manos alrededor de su cuello y él
pone las suyas en mi cintura. Me acerca y se inclina hacia abajo para apoyar su frente
contra la mía.

Cerrando los ojos, respiro su aroma. Lo sigo, balanceándose en sus brazos con la
canción. Cuando los abro, está mirándome. Por el rabillo del ojo, puedo ver que sus
padres se nos han unido. Los gemelos se dejan llevar sin esfuerzo al primer verso de
nuevo, repitiendo la canción sin romper la melodía.

—Hacen esto cada noche—dice Jinx para que solo yo pueda oírlo—. Cuando
todo el mundo está en casa, este lugar es un completo caos. Las discusiones. Las
bromas. El orar. Las palabrotas... —Sonríe ante eso—. Los gemelos siempre están
peleando. Los tres siempre estamos tratando de superarnos el uno al otro. Mamá
constantemente está tratando de que hagamos las paces. Papá finge como que no oye
una mierda entonces se enfurece cuando mamá está abrumada . ¿Pero esto?

Se tira hacia atrás y mira a su alrededor. Sigo su mirada hacia los hermanos
congeniando. Sus padres perdidos en su momento privado. Nosotros bailando. Los
únicos sonidos son las letras. La música. El crepitar del fuego.

—Esto es todo. Es el lugar donde nos reunimos. Nos mantiene humildes. Nos
permite recordar lo que es importante en la vida. Lo bendecidos que somos. —
Envolviendo una mano alrededor de mi nuca, me da una mirada tan profunda, que
juro que mi corazón deja de latir.

—Lo que tú quieres es mucho más que normal. Porque esto es malditamente
extraordinario. Es especial. No puedo darte esta vida, Winter. Pero puedo hacer que

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te sea posible iniciar tu propia vida . Te daré lo que Pierce te negó. Lo que Caín te
prometió. Si eso es realmente lo que quieres, te ayudaré a desaparecer. Te dejaré en
libertad.

Frunzo el ceño. Lo miro confundida. Esto va en contra de todo lo que él cree. Le


estaría dando la espalda a su hermano. A su club. Tragando saliva, obligo a salir a
las palabras temblorosas.

—¿Por qué? ¿P-por qué harías eso?

Acariciando mi mandíbula con el pulgar, me da una pequeña sonrisa que


contradice la tristeza en sus ojos.

—Porque nadie se merece una vida extraordinaria más que tú.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 44

WINTER

Él me prometió la libertad.
Libertad.

Libertad.

Sigo diciendo la palabra, pero siento que no tengo ni idea de lo que eso significa. Quería
preguntarle, pero nuestro momento fue interrumpido. Acabé bailando con su padre. Él con
su madre. Entonces todos estábamos en la cocina, Jinx y yo comiendo las sobras. Los padres
reviviendo momentos de los días de gloria de Jinx. Los gemelos jurando que ellos eran
mejores.

Fue alrededor de la medianoche, cuando todo el mundo empezó a irse a la cama. Estaba
ansiosa mientras subía las escaleras. Lista para continuar nuestra conversación del patio.
Conseguir que Jinx me diga en detalle lo que entiende por concederme mi libertad. Por
ayudarme a desaparecer. Pero su madre dejó bien claro que él iba a pasar la noche en el sofá.

A ella no le importaba que fuéramos los dos adultos en una relación consentida. Ella
había orado demasiado fervientemente para que el Señor la castigara si nos permitía dormir
en la misma habitación. Temía que él la miraría con ira por permitir nuestro pecado. O por lo
menos eso es lo que dijo.

Miro el reloj y veo que son pasadas las dos de la mañana. Jinx probablemente esté
durmiendo. Pero no puedo estar tendida aquí ni un momento más sin saber. Así, que echo
una última mirada al reloj, salgo de la cama y de puntillas bajo por las escaleras.

Está oscuro en la sala de estar. Los cuerpos están esparcidos por todo el suelo. Jinx había
exigido que los gemelos se quedaran aquí abajo con él. Y puesto que todos ellos eran
demasiado altos para dormir en el sofá, habían puesto un colchón de aire extra grande en el
suelo.

Entrecerrando los ojos en la oscuridad, intento de localizar cuál es Jinx. Sabiendo que no
va a estar en el medio, comienzo en la parte más cercana al sofá. Cuando me inclino hacia

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abajo para poder mirar más de cerca, tres pares de ojos grises se encuentran con los míos.
Casi grito por lo brillantes que son en la oscuridad. Putos vampiros.

—Si ella está aquí para una violación colectiva, voy a tener que ir último—dice Payton,
su voz era un susurro ronco—. Porque la arruinaré para todos ustedes, ¡Ayy! ¡Joder, Jinx!

—Si sigues hablando mierda, vas a tener que aprender a lanzar con ese hijo de puta,
porque yo voy a romperte tus brazos—amenaza Jinx y su tono de voz hace que el pelo en la
nuca se erice.

—¿Qué tal si ambos cierran la puta boca antes de que mamá venga aquí?—susurra casi a
los gritos Clayton. Reprimo una risita ante estos tres hombres adultos, asustados de su
madre de un metro sesenta centímetros.

—¿Quién puta te preguntó, aliento a mierda?—escupe Payton, y así se inicia la


discusión. Estoy sorprendida de encontrar que Jinx está en medio de ellos y estoy bastante
segura de que es debido a que ha estado actuando de árbitro durante toda la noche.

—... Maldición... ¡pueden parar los dos!

—¡Chicos… !

La voz de Lynn está acompañada por el sonido de una puerta abriéndose el cual es
seguido rápidamente por sus zapatillas deslizándose por el suelo. Entro en pánico. Miro a mi
izquierda. A mi derecha. Los cabrones en el suelo están jugando a hacerse los muertos. Sin
otra opción, me sumerjo bajo las mantas.

Al tirar el cobertor sobre la cabeza, me encuentro cara a cara con Jinx.

—¿Qué mierda haces aquí?—me pregunta, su voz es apenas un susurro.

—¿Qué es lo… —me interrumpo cuando Jinx me empuja sobre mi espalda y tira la
mitad de su cuerpo encima del mío. Apenas puedo respirar. Cuando la luz se enciende, no
respiro en absoluto.

—¿Está todo bien?— pregunta Lynn y percibo una pizca de preocupación en su voz. Las
respuestas vienen en un coro de barboteos que incluyen, sí, mamá, todo está bien, y Clayton se
tiró un pedo.

—¡No lo hice!

Hijo de puta suenan como niños pequeños. Sin embargo... estoy sonriendo a través de mi
pánico.

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—La misma mierda de siempre, mamá—dice Jinx, su voz como la miel—. Lo tengo
controlado. Regresa a la cama.

El minuto de silencio más largo de mi vida, entonces:

—Si ustedes malditos idiotas la despiertan, voy a golpearlos hasta que salga el sol. Ella
ha tenido un día difícil. Lo último que necesita es despertarse sobresaltada, asustarse y venir
aquí a esta habitación, oliendo a pedo... Les juro muchachos…

—Entendido, mamá—interviene Payton—. Nadie va a despertar a la bella durmiente


allá arriba. —Siento una mano en la cadera que no pertenece a Jinx. Estoy desesperada por
aire. Desesperada por quitar la mano de Payton antes de que Jinx se la rompa cuando
Clayton decide poner su granito de arena.

—Y si ella se asusta y baja las escaleras, estoy seguro de que podemos hacer espacio para
ella debajo de las mantas ya que, obviamente, tenemos mucho de eso. —Él empuja contra
Jinx que debe estar tendido medio sobre él también. Mi cuerpo es empujado más hacia
Payton y cierro los ojos. Mejor que sea su brazo...

—Jinx, dale a tu hermano un poco de espacio. Deja de ser un puto cerdo acaparador de
la cama.

—Sí, Jinx. —Puedo oír la sonrisa en la voz de Payton. Y percibir el descenso de la


temperatura con la mirada furiosa de Jinx—. Muévete para aquí. Tengo un montón de
espacio.

—Estoy bien—gruñe Jinx.

—Chicos... no me hagan venir aquí de nuevo. Y hablo en serio. No la despierten.

Ellos mascullan su conformidad y la luz se apaga. Hay un sonido de arrastre de


zapatillas. Y una puerta que se cierra. Entonces finalmente soy capaz de respirar cuando el
tanque que es Jinx sale de encima de mi pecho. Él levanta las mantas de encima de mi cabeza
e inspiro profundamente. Y luego me detengo y arrugo la nariz.

—Maldición... huele como a pedo aquí.

—Bienvenidos a nuestra fiesta de pijamas, cariño. Acaba de ganar el campeonato de la


tortuga—se burla Jinx.

—Eso consiste en tirarte un pedo bajo las mantas…

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3
—Sé lo que es, Clay—le suelto, alejándome de Payton y acurrucándome contra Jinx.
Pateo la pierna de Payton, tratando de desenredarla de la mía. Después de varios intentos
fallidos, dejo escapar un suspiro y me encuentro con la mirada fija de Jinx—. Dile a tu
hermano que mueva la pierna.

—¿Qué te hace pensar que es mi pierna? —Esta vez, Jinx en lugar de atacar ante
comentario de su pervertido hermano, se ríe. El estruendo profundo en su pecho puedo
sentirlo en todo mi cuerpo.

—Chicos—comienza Jinx con un tono sincero—. ¿Les importaría darnos un poco de


privacidad?

—Sí, hermano.

—No hay problema.

Estoy más que sorprendida por sus respuestas. Entonces hay algo de movimiento
alrededor. Segundos más tarde, puedo oír el sonido apenas audible de la música que sale de
los auriculares de los dos. Tengo algo sarcástico que decir, pero Jinx habla antes de que
pueda.

—Hola, cariño. —Dios... esa voz. Tan profunda. Tan masculina. Tan…¡centrada!

—Hola…

—Entonces, ¿qué te trae por aquí a las dos de la mañana? ¿Me extrañas?

Suspiro. Lo extrañé. Pero no es por eso que estoy aquí.

—Tengo curiosidad.

—¿Sobre qué?

—Sobre lo que dijiste. Tu promesa. —Él asiente con la cabeza lentamente—. ¿Lo decías
en serio? ¿Es posible? ¿Por qué harías eso? Es decir, tú has dicho por qué... —me caliento
ante el recordatorio. Porque te mereces una vida extraordinaria... Maldición. Tranquilo, corazón—.
Pero quiero saber por qué estás dispuesto a traicionar a tu club.

—Esas son un montón de preguntas—bromea. Su mano saca el pelo de mi cara y me


besa la cabeza—. Sí, lo dije en serio. Si es posible. Lo estoy haciendo porque es importante
para mí que seas feliz. Y no voy a traicionar a mi club. Fuiste expulsada. Así que en realidad,
el hacerte desaparecer, será ayudarlos.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3
Sólo oí una parte de eso. La parte en la que dijo que mi felicidad es importante para él.

—Te dije que no te enamoraras de mí—le susurro, las palabras salen antes de que pueda
detenerlas.

Él sonríe.

—Por suerte para ti, no lo hice.

—¿Qué significa eso?

—Eso significa que si lo hubiese hecho, entonces no te dejará ir.

Oh.

¿Por qué eso duele? Debería estar feliz de que me esté ayudando. Feliz de que no me
ame. Pero, de repente, siento que esta libertad que me está prometiendo no es tan gratificante
como su amor.

Idiota.

Aparto los pensamientos de amor y felices para siempre.

—Dime cómo funcionará. Lo que vas a hacer.

—Cobraré algunos favores. Te conseguiré una nueva identidad. Me aseguraré de que no


tengas ningún problema para llegar a donde quiere ir. Y si me necesitas, te ayudaré a
instalarte cuando llegues allí.

Trago el nudo en la garganta y me esfuerzo por hacer la siguiente pregunta.

—¿Q-qué pasa con Cain?

—Eso depende de ti. Puedo matarlo o puedo vigilarlo y asegurarme de que no se acerca
a ti.

—Sí... ¿pero por cuánto tiempo? Él nunca va a dejar de buscarme.

—Durante todo el tiempo que sea necesario. O bien, como dije, puedo matarlo.

Eso no funcionaría. Eso, con seguridad, sería iniciar una guerra. Que es exactamente lo
que he estado tratando de evitar.

—No quiero que lo mates—le susurro con pesar.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3
—Entonces lo vigilaré. Estás pensando demasiado todo esto, cariño. En realidad no es
tan difícil. Si deseas eso, haré que suceda.

—¿Cuándo?

—Tan pronto como la reunión con los abogados haya terminado.

Se me cae el estómago y cierro los ojos para ocultar mi decepción. Por supuesto, Jinx no
desiste.

—Tienes que hacerle frente, Winter. Incluso si no lo deseas. —Está hablando de Pierce.
Pero mi angustia es causada por algo completamente diferente.

Presionando la cabeza contra su pecho, envuelvo mi brazo alrededor de su cintura. Él


me acerca más y besa mi pelo.

—No quiero volver a la cama—admito.

—Entonces no lo hagas.

—Tu madre te mataría.

—Por alguna mierda vale la pena morir.

Ahí va mi corazón otra vez.

Me relajo encima de él. El sueño se aproxima rápidamente. Su respiración es profunda.


El cuerpo relajado. Una señal de que está profundamente dormido.

—Extrañaré lo nuestro—susurro a la oscuridad.

Me estoy quedando dormida. Pero juro que lo oigo contestar:

—Ídem.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 45

JINX

Soy mentiroso.
Es algo que nunca he querido ser. Algo que me he enorgullecido de evitar. No
miento. Nunca. O al menos no mentía.

Algo dentro de mí cambió en el momento en que entramos por la puerta de la


casa de mis padres. Yo estaba feliz de estar en casa. Ver a mis padres. A mi familia.
Pero era más que eso. Más fuerte. Y sabía que era porque Winter estaba conmigo.

Verla en la cocina con mi madre me tenía pensando locuras. Como en


matrimonio, niños y toda esa mierda.

Oír a mi padre decirme, Es una joya, después de enterarse de que Winter sabía
una cosa o dos acerca de los muscle cars 11americanos, me hizo pensar en mudarme a
una pequeña casa sobre esa misma calle. Con una cerca blanca, un perro y mierda.

Tenerla a mi lado en la mesa del comedor, en el patio, en el lago, en un puto


colchón de aire desinflado, junto a mis hermanos que ya habían amenazado con
matarme si alguna vez le hacía daño, me tenía pensando en un para siempre, un para
siempre con ella. Lleno de felicidad, gatitos, arco iris, sol y mierda.

Soy un mentiroso.

Ella quiere normalidad. Quiere lo que la vida daba por sentado. Quiere
matrimonio. Niños. La pequeña casa. La cerca blanca. Un perro. Un para siempre.
Felicidad. Los arco iris y el sol y toda la mierda que viene con eso. Ella se lo merece.
Y ahora me ha hecho pensar que yo podría querer todas esas cosas, también.

11
Son autos de mucha potencia. Como les gustan a ellos. Por ejemplo el Mustang. De
allí que la traducción literal seria autos de músculo.

301
Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Pero he vivido la vida normal. No era para mí. Así que renuncié a todo por algo
más grande. Algo que pensé que era mejor. Algo que nunca he lamentado. Algo que
nunca lamentaré. Porque me llevó a ella, a esta chica. Winter Tews. Que es… todo.

Soy un mentiroso.

Voy a darle lo que quiere. Voy a dejarla en libertad. Abrirle los grilletes del MC a
la que ha estado atado toda su vida. Ella piensa que lo estoy haciendo porque no la
amo. Porque eso es lo que le dije. Y sé que lo creyó porque esa mirada en sus ojos me
hizo pedazos.

Pero, como he dicho, soy un mentiroso.

No estoy dejándola ir porque no la amo...

Estoy dejándola ir porque la amo.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 46

WINTER

Desperté en el colchón de aire desinflado sola. Bostezando en voz alta, me estiro


y hago crujir el cuello para encontrar a Lynn sentada en el sofá mirándome. Ella
todavía está en bata. Con las piernas cruzadas. Una pantufla colgando de su pie
izquierdo mientras hace rebotar la rodilla.

—Estaba observándote dormir—dice ella, de hecho—. ¿Eso es raro?

Asiento con la cabeza.

—Un poco.

—Mmm. —Espero que continúe, pero ella sólo sigue mirándome. Finalmente,
sonríe—. ¿Café?

—Por favor. —Tratando denodadamente de salir del suelo tan elegantemente


como ella se levanta del sofá, me pongo de rodillas y lucho por pararme.

Ella mira mis pantalones cortos y mi camiseta, parece aprobarlo entonces hace un
gesto con su cabeza hacia la cocina.

—Haré una jarra fresca.

—Suena bien. —Me aclaro la garganta y señalo el cuarto de baño—. ¿Está Jinx en
problemas?—le pregunto. Ella no dice nada—. Bueno… voy a...

—Por supuesto.

Dejando caer la cabeza, me muevo rápidamente hacia el baño.


Preguntándome porqué me siento tan inquieta por ella mirándome, o porque no me
importa una mierda que lo haga. Después de lavarme la cara y cepillarme los dientes,
me siento un poco más normal. En realidad, me siento muy bien. Es decir, justo hasta
el momento en que señala el taburete y me dice:

—Siéntate.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Tengo la extraña sensación de que estoy a punto de conseguir la charla. ¿Y dónde


diablos esta Jinx?

—Los chicos se fueron a correr—dice, respondiendo a mi tácita pregunta cuando


me entrega el café.

—Oh. —Es lo mejor que tengo.

—Él es una tormenta, tú lo sabes.

Frunciendo el ceño, detengo la taza ante mis labios.

—¿Disculpe?

—Jinx. Es una tormenta. Imprevisible. Incontrolable. Capaz de traer destrucción


total, a no ser que te le anticipes. —Una mirada lejana brilla en sus ojos durante un
breve momento, entonces se sonríe—. ¿Conoces esa sensación que tienes justo antes
de que empiece a llover? El olor de la lluvia en el aire... El sonido de eso sobre un
tejado de cinc... La idea de acurrucarte con un buen libro en un cómodo sofá con una
manta caliente... Yo encuentro esas cosas pacíficas. ¿Y tú?

—Supongo… —¿Qué mierda pasa?

—Pero entonces oyes el primer estruendo de un trueno. Ves el rayo a lo lejos. Lo


siguiente que sabes, es que estás jodida y no hay electricidad. Estás luchando
tratando de encontrar velas y linternas. Preocupada de que el maldito árbol vaya a
caer en el techo. O que un tornado vaya a destrozar tu casa.

—¿Es ésta una metáfora o algo así?— pregunto, comenzando a sentirme un poco
nerviosa—. Porque no estoy entendiendo.

Alcanzando mi mano por encima del mostrador, la agarra y me da esa dulce


sonrisa suya.

—Hay un poco de miedo con cada tormenta. Una gran cantidad de misterio. Y tú
nunca podrías apreciar la belleza del sol sin la devastación de una tormenta.

—Así que está diciendo que si Jinx no lo hace mierda, entonces podríamos no ser
capaces de apreciar las cosas cuando no estén hechas mierda.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Echando la cabeza hacia atrás, deja escapar una carcajada. Pero a medida que
pasan los segundos, su risa se extingue y entonces se pone completamente seria.

—Mierda... eso sonó un poco así, ¿eh?

Asiento con la cabeza.

—Sí. Un poco.

—Bueno, eso no es lo que quiero decir. —Ella sonríe y niega con la cabeza—. La
puta madre del año aquí mismo. Lo que estoy tratando de decir es que Jinx es fuerte.
Poderoso. Es una fuerza. Él puede traer tanta felicidad... —Ella se interrumpe y
puedo decir que está buscando las palabras correctas.

—Como un agricultor que necesita la lluvia—ofrezco—. Porque es una tormenta.

Ella me señala con el dedo.

—Exactamente.

—Pero también puede hacer mierda su propiedad, matar sus cultivos y atravesar
un árbol en su casa.

—Sí.

—Pero aun así, el agricultor puede cobrar el seguro y probablemente salir de la


granja todos juntos, ya que ser agricultor apesta y nadie quiere hacer esa mierda de
todos modos, pero son demasiado responsables para abandonarla… hasta que esa
enorme tormenta viene, arroja sus mierdas lejos y les da ese empujón porque...

Tiendo mi mano para que lo acabe. No me defrauda.

—Porque ser agricultor es una putada.

—Sí.

Ella me mira con asombro fingido.

—Sabía que lo entenderías.

—¿Cómo no podría?—pregunto, animadamente—. Usted lo explicó tan bien.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Puliendo las uñas en su bata, baja la vista hacia ellas y se encoge de hombros.

—Es lo que hago.

Riendo, finalmente tomo un sorbo de mi café. Es perfecto. Casi tan bueno como
el whisky escocés. Y esta conversación es perfecta. Y Jinx es perfecto. Y me siento
perfecta. Y realmente espero poder pasar el resto del fin de semana con estas
personas. En su hogar. Con Jinx. Porque en unos pocos días, esta sensación perfecta
que tengo sólo será un recuerdo. Ellos también lo serán.

Lo mismo ocurrirá con él...

—¿UNA PUTA TORMENTA?

Me rio de la incrédula expresión de Jinx y asiento con la cabeza.

—Una, tormenta imprevisible, incontrolable, no menos.

Después de que los chicos regresaron de su carrera, me ofrecí a ayudar a Lynn a


preparar el desayuno. Rompí dos platos, quemé un cartón de huevos y prendí fuego
un paño de cocina antes de que ella me exigiera que tomara asiento. Pero a la hora
del almuerzo, hice unos bocadillos de jamón increíbles que me hicieron ganar un
aplauso y una ovación de pie. En la cena, sólo serví el vino. Me bebí la mayor parte
de ello también. Ahora, estamos de vuelta en el lago que sin duda podría beneficiarse
de una tormenta. La idea me hace sonreír.

—Ahí está esa sonrisa feliz de nuevo—dice Jinx, trazando mis labios con el
pulgar—. Mamá dice que hay algo mágico en este lugar. Estoy empezando a creerlo.

—¿Sí? Yo también. —Miro hacia atrás hacia el agua poco profunda. Bajo los ojos
al muelle desvencijado. A lo largo de los bordes de maleza—. Creo que podría ser la
cosa más perfecta que jamás he visto. ¿Que hay contigo?

Jinx simplemente niega con la cabeza. Sus ojos clavados en mí. Su voz es apenas
un susurro cuando dice.

—Ni siquiera cerca.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

YO SABÍA que los arreglos para dormir iban a ser los mismos en el momento en
que entramos en la casa.

Sobre el suelo en la sala de estar, había un flamante colchón de aire de tamaño


king y un colchón de aire tamaño doble ya inflados, dándoles a los chicos una cama
de una plaza y media para dormir. De pie junto a ellos con una aguda mirada estaba
Lynn que simplemente asintió con la cabeza hacia el suelo y dijo:

—Chicos.

—Winter, azúcar—comenzó Payton. Mi sonrisa ya se estaba formando, sabiendo


que iba a decir algo totalmente inadecuado y muy chistoso—. Si quieres acurrucarte,
házmelo saber e iré a tu lado. No tiene sentido que yo tenga que estropear la fea
carota de Jinx cuando él trate de que robarte y alejarte de mí.

—Es dulce lo que ofreces, Pay—dije con tono serio—. Pero será agradable dormir
solita esta noche. Creo que he tenido todo el acurrucarme que puedo manejar.

No hablaba en serio.

Estaba mintiendo.

Porque son pasadas las dos de la mañana y de nuevo estoy de puntillas bajando
por las escaleras. Reconozco la forma grande de Jinx en el medio. Sus brazos tatuados
por fuera de las mantas y a la vista de mis codiciosos ojos. Como si él hubiera
previsto que vendría, o alguien, hay una pequeña lámpara de noche echando un
débil resplandor sobre toda la habitación.

Sin palabras, me deslizo debajo de las mantas. Mi cabeza cae sobre el hombro de
Jinx. Mis brazos rodean su cintura. Los de él rodean la mía. Nuestras piernas se
enredaron. Y esa mano extraña que se está volviendo más y más reconocible se curva
alrededor de mi cadera.

—¡Payton!—le susurro fuerte.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Déjame tocarteeeeeeeee...—llora Payton en un tono espeluznante. Clayton


comienza a hacer esos extraños ruidos guturales de esa película de misterio con el
niño muerto. Jinx se ríe. Yo sólo niego con la cabeza.

—Tú sabes que mamá va a matarnos, ¿verdad?—pregunta Jinx, presionando sus


labios en mi pelo.

Yo suspiro. Desmayada. Me acurruco más cerca de él y admito:

—Por algunas cosas vale la pena morir.

HOY NOS VAMOS…

Fue lo primero que pensé cuando me desperté esta mañana. Eso se desvaneció
rápidamente cuando me encontré con que los chicos se habían ido y Lynn está
observándome dormir… de nuevo.

Me reuní con ella en la cocina para tomar un café, donde trató de sacar una
metáfora diferente para describir a Jinx. También fue un fracaso épico que acabó con
nosotras dos riéndonos. Por último, sólo le dije lo que pienso que ella había estado
esperando que dijera todo el tiempo.

—Creo que es perfecto.

Porque lo creía.

Lo creo.

Ella lloró. Nos abrazamos. Fue una auténtica mierda sensiblera del tipo Brady
Bunch, Full House12, Hallmark tarjeta. Pero me gustó.

Cuando nos despedimos, Lynn me abrazó de nuevo. Lyle fue brusco. Clayton fue
demasiado dramático. Payton acunó una nalga de mi culo y yo lo dejé pasar.

12
The Brady Bunch y Full House son series de televisión sitcom estadounidense. Padre con tres hijos
varones, madre con tres hijas mujeres, el casamiento de ellos y las peripecias de una familia de seis
hijos. Padre viudo para criar tres hijas.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Jinx se ofreció a llevarme al lago mágico por última vez. Lo rechacé. No porque
yo no quisiera ir, sino porque temía que si lo hiciera, lloraría. Él me dijo que lo vería
de nuevo. No respondí. Pero creo que los dos sabíamos que no lo haría.

Durante todo el viaje a casa, me concentré en bloquear mis emociones. Erigir mis
paredes. Preparándome para mañana, el gran día. El final de mi cautiverio. El día
que vería a Pierce. Me reuniría con un abogado. Devolvería a Jinx lo que le robé.
Diría adiós y comenzaría mi nueva vida de libertad, algo sobre lo que no me estaba
permitiendo hacerme demasiada ilusión.

Jinx afirmó que tenía todo planeado. Él planeaba esconderme por unos pocos
días después de la reunión de mañana. En algún lugar seguro. A salvo. Una vez que
él tuviera mi nueva identidad, me pondría en un avión a donde quisiera ir. Incluso se
ofreció a ir conmigo y ayudarme a instalarme si quería, prácticamente insistió en eso.

No he dicho nada.

Porque Jinx está olvidando el detalle más importante en su oh-tan-bien pensado


plan.

Caín Malcolvich.

Todavía puede mostrar su cara, porque sé que está en algún lugar cercano. Juro
que puedo sentir su maldad en mis huesos. Él vendrá por mí. Como siempre supe
que lo haría. Y si exige que me vaya con él, lo haré.

No voy a envenenar a Pierce con mis problemas.

No agobiaré a Jinx.

No haces eso a las personas que amas. Y Dios, yo los amo. A ambos. A Pierce lo
amo desde que tengo uso de razón. Jinx robó mi corazón en la parte trasera de
aquella camioneta dos meses atrás. Cuando besó la palma de mi mano. Cuando me
demostró ternura cuando todo lo que siempre había sentido era dolor. No lo supe en
ese momento, pero estoy seguro de eso ahora.

Estoy enamorada de Jinxton Marks.

Y tan bueno como se siente eso, duele muchísimo.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Ahora, estamos en la cama. De vuelta en la sede del club. En casa. Y no puedo


imaginar la idea de irme a dormir sin él. De despertar sola. Todo lo que quiero es
tocarlo. Sé que si lo hago, sólo hará el irme mucho más difícil. Pero estoy cansada de
negarme. Mi mente. Mi cuerpo. Mi corazón.

—Tú lo sabes—dice Jinx, su voz cortando a través del silencio, y haciéndome


tensarme—. Todo lo que tiene que hacer es pedirlo. —¿Cómo lo hizo...?—. En los
últimos minutos, has estado frotando tu coño contra mi cadera cada cuatro segundos
y medios. —Oh ... así es como...

Busco el rostro que no puedo distinguir en la oscuridad.

—¿Cuatro segundos y medio? Eso es bastante preciso.

—He estado contando.

—Si sabías lo que quería, ¿por qué me haces pedirlo? ¿Por qué no sólo me lo das?

—Porque me gusta cuando ruegas. —Su tono podría ser juguetón, pero él habla
en serio. Igual que mi necesidad. Así que no dudo ni un momento más.

—Quiero que me hagas el amor.

Él guarda silencio unos largos momentos antes de hablar.

—Lo dices como si esto fuese un adiós.

—Nunca se sabe—murmuro, preguntándome si realmente esto es un adiós. Si


ésta es nuestra última noche juntos. O si el destino de hecho podría no ser tan
jodidamente duro conmigo y dame el futuro que quiero.

—Sí—dice, rodando encima de mí e inmovilizándome los brazos por encima de


la cabeza—. Creo que tienes razón. —Es la única cosa que dice. Entonces me está
besando. Frotando las caderas contra mí. Excitándome hasta que le ruego antes de
que él ceda y me dé lo que quiero.

Me arranca las bragas. Mis piernas sobre sus hombros. Sus manos por debajo de
mi culo y me eleva. Su polla se desliza entre los labios húmedos e hinchados de mi
coño. Una vez... dos veces... está dentro de mí. Avanza poco a poco. Me llena. Me
completa.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Hacemos el amor, como lo pedí. Apasionado. Sin prisas. Amor dulce y sensual.
Nuestro beso solo se interrumpe cuando pregunta:

—¿Estás bien?

O cuando exige:

—Separa más las piernas así puedo ver ese bonito coño.

O cuando dice:

—Se siente bien, cariño. Eres la puta perfección.

La perfección, no estoy ni cerca. Sin embargo, mi corazón se inflama cuando lo


dice. Mi cuerpo responde. Me corro duro alrededor de él. Él se corre conmigo. No
soy de las que se refieren a un orgasmo como hermoso, pero éste lo es. O al menos no
puedo pensar en una mejor palabra para describirlo.

Lloro hasta quedarme dormida en sus brazos. Silenciosas lágrimas de culpa.


Tristeza. Dolor. Remordimiento. Cada una derramada con una emoción diferente. La
última tan desgarradora como la primera. Y todas y cada una de ellas por Jinx.

El hombre que amo.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

CAPÍTULO 47

WINTER

Me levanté temprano.
Me he duchado, vestido, consumido dos tazas de café y fumado la mitad de un
paquete de cigarrillos antes de que Jinx se me una en el sofá.

No se sienta a mi lado. En lugar de eso, se sienta frente a mí pero en diagonal.


Completamente vestido. Un café en la mano. La expresión estoica y la voz neutra
cuando anuncia:

—Pierce está aquí.

Asiento con la cabeza. Mi reacción no deja salir nada. Estoy calmada. Compuesta.
Tengo mis emociones bajo control. He tenido toda la mañana para prepararme para
este momento. Estoy lista.

Se abre la puerta.

Se cierra.

Siento ruidos de pasos.

Pierce aparece delante mío. Vestido como el hombre de negocios que es durante
el día. Zapatos negros brillantes. Perfectos pantalones grises hechos a medida.
Impecable camisa blanca. Las mangas enrolladas en sus fuertes antebrazos. Un Rolex
en su muñeca. El rebelde cabello oscuro con un corte estilo desordenado y el largo
justo para rozar la parte superior del cuello de la camisa, excesivamente almidonado.
Está recién afeitado. La expresión fría. Los ojos azules evaluadores.

Para las mujeres, es un sueño. Para sus enemigos, una pesadilla. A los ojos de sus
hermanos, él es un líder. A los ojos de sus socios, una fuerza. Pero todo lo que yo veo
cuando lo miro es un recuerdo lejano. Él es como un extraño para mí. Y todo lo que
siento es pena. Porque nunca será nada más.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Winter—saluda. Formal. Cortés. Distante.

Respondo de la misma manera.

—Pierce.

Su mirada me repasa rápidamente. Observando el atuendo que sé que es lo que


quería que usara para esta ocasión. Una blusa de seda blanca. Una discreta falda tubo
negra hasta la rodilla. Cuando llega a mis altos tacones rojos, frunce el ceño. Él quería
que usara otros que me había proporcionado de color negro con tacón fino y mucho
más bajos. Pero no dice nada.

—Si no te importa, Jinx. Me gustaría un momento a solas con mi hermana.

Puedo sentir los ojos de Jinx en mí. Casi escuchar su pregunta no formulada.
Pero mantengo mi mirada entrenada en Pierce. No necesito a mi hermano
haciéndose la idea de que estoy enamorada de Jinx. Ni que él tiene algún tipo de
sentimientos por mí. Eso sólo complicará las cosas.

Después de varios segundos, Jinx nos deja. Pierce toma asiento, estira el brazo
sobre el respaldo del sofá y apoya el tobillo derecho en la rodilla izquierda. Sus
dedos se enroscan alrededor de su pierna y noto que lleva puesto el anillo de mi
padre, el que se suponía que era mío. Lo ignoro, asumiendo que lo está usando sólo
para meterse debajo de mi piel.

—Te ves bien—dice, su estado de ánimo amigable. La postura relajada.

Hago un gesto hacia él con el dedo.

—Ralph Lauren te queda bien.

Sus labios se crispan.

—Es Armani.

Yo jadeo.

—Guau. El negocio debe andar bien.

—Siempre.

313
Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Yo estaba segura de eso.

Pierce había invertido todo el dinero del acuerdo que recibimos por el accidente
de nuestros padres en algunas propiedades inmobiliarias frente al mar cuando el
mercado era una mierda. Ahora posee el único condominio de gran nivel en La Jolla
Beach en San Diego, junto con varias otras propiedades en Mission Bay. Él es la
prueba de que los estereotipos son una mierda, especialmente cuando se refiere a los
moteros.

—Entonces... —digo apagándome y lo miro expectante. Endureciendo mi


columna para lo que está por venir.

Se encoge de hombros.

—¿Qué?

—Querías un minuto. Lo tienes. ¿Qué quieres decir?

—Nada. Sólo pensé que podríamos hablar.

Me río.

—Hablar. —Negando con la cabeza, alcanzo el botellón que está cerca y me sirvo
un vaso de whisky escocés. Sabía que lo necesitaría. No esperaba que fuera tan
pronto. Tomando un sorbo, me encuentro con su mirada—. Tú no quieres hablar
conmigo.

—Si no lo quisiera, no estaría aquí.

—Bien—le digo, tomando otro trago—. Habla.

—¿Cómo estás?

—Estupenda.

—¿Jinx te trató bien?

—Él fue el perfecto caballero.

—¿Y el club? ¿Ellos se portaron bien contigo?

—No podría haber pedido mejores anfitriones.

314
Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

Pierce suelta un suspiro de exasperación.

—Estoy tratando, Winter.

—Yo también. Estoy respondiendo a todas tus preguntas, ¿verdad?

—Sólo con lo que tú crees que quiero oír.

Finjo una conmoción.

—Oh... ¿quieres saber la verdad? —Sus labios se aprietan y él asiente con la


cabeza una vez—. La verdad... mmm... déjame ver. —Golpeo ligeramente mi barbilla
con un dedo como si estuviera pensando mucho—. Bueno, me preguntaste cómo
estoy. Realmente no mentí. Estoy genial. Teniendo en cuenta que todo esto terminará
muy pronto. Preguntaste por Jinx, tampoco mentí sobre eso. A excepción de la
primera semana, cuando me ató a una cama durante siete días seguidos, trató de
matarme de hambre y me obligó a permanecer fuera en el frío durante varias horas al
día.

—¿Qué?— me pregunta Pierce, su voz tiene un toque de incredulidad y una


pizca de ira.

—Vamos, hermano mayor. —Niego con la cabeza—. Tú no pensaste que sería


amable conmigo, ¿verdad? ¿Que me trataría como a una reina? De hecho, recuerdo
que le decías que tenía que estar atada, incómoda y sola, pero segura. ¿Correcto?

—No me refería a eso de manera literal. Esperaba que te cuidara y te tratara con
respeto.

—¿Qué hay acerca del club? ¿Esperabas lo mismo de ellos?

—Por supuesto—dice, su tono de voz es suave. Su expresión aún más suave. Casi
inocente. Eso sólo me enfurece aún más.

Apoyando bruscamente mi vaso contra la mesita, me inclino más cerca de él.

—Bueno, entonces ¿por qué mierda les dijiste que no era más que una puta
barata? ¿Alguien en quien no se podía confiar? Una puta carga...—Tengo que apartar
la mirada de él por un momento después de atragantarme con mis palabras. Cuando
vuelvo nuevamente a mirarlo, está pensativo.

315
Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Yo estaba enojado. Estaba equivocado. Me disculpo.

Y lo pierdo.

—¡Que te follen por el culo, a ti y tus disculpas!!!!! —grito, enviando el botellón y


el vaso al suelo con el barrido de la mano. Hay algo agradable cuando escucho que se
rompen. Quiero arrojar algo más. De alguna manera, me contengo y me conformo
con sólo marcharme, triturando los cristales rotos con mis pisadas.

—Winter, por favor. —Pierce está de repente detrás de mí, con la mano envuelta
alrededor de mi muñeca. No lucho contra él. No creo que tenga la energía o la
voluntad—. Sé que te alejé a la fuerza. —Me agarroto, atónita ante su admisión—.
Tengo un problema con el control. Lo necesito. Mi cerebro no funciona bien sin él.
Nunca quise hacerte daño o impedirte vivir tu vida. Pero lo hice. Y lo siento.

Me vuelvo hacia él. Por primera vez en mi vida, veo a mi fuerte, y poderoso
hermano completamente derrotado. Es desgarrador. Me destroza. Odio verlo así.
Quiero de regreso al Pierce de los Devil´s Renegades. No a este derrotado hombre
delante de mí.

—Deberíamos irnos—susurro, incapaz de mirarlo un momento más.

Salgo del agarre de sus manos y él me libera fácilmente. Encuentro a Jinx de pie
junto a la puerta, sus cejas fruncidas sobre sus ojos grises. Confundido. Enojado.
Compasivo. Evito mirarlo y paso a través de la puerta, sabiendo que la mierda que
estoy sintiendo es sólo el comienzo de lo que experimentaré en el día de hoy.

Afuera, los Devil´s Renegades de la sección Hattiesburg están sentados


pacientemente en sus motos. Cascos negros integrales ocultan sus identidades. Pero
reconozco a Luke por el parche de Presidente que lleva con orgullo en la parte
delantera de su chaleco. Levanta la barbilla hacia mí. Le ofrezco un pequeño saludo,
notando la monstruosa máquina negra junto a él. El asiento está vacío e
inmediatamente sé a quién le pertenece.

Me detengo delante del SUV de Pierce y veo como Jinx atraviesa con resueltas
zancadas la acera hacia su moto. Está completamente vestido de cuero. Se coloca el
casco pero su visor está levantado así que puedo ver sus ojos. Después de montarse a

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horcajadas en el asiento, él se encuentra con mi mirada mientras se pone los guantes.


Mis labios se crispan. Entonces me muestra el dedo, mi cara se parte en una sonrisa.

Supongo que, realmente es un motero…

Pierce carraspea y noto que está sosteniendo la puerta abierta para mí. Me
agacho a su alrededor y me deslizo en el interior demasiado ocupada viendo a Jinx
en toda su gloria, vestido íntegramente de cuero, para importarme que mi hermano
me esté colocando el cinturón de seguridad como si fuera una niña, otra de sus
extrañas y sobreprotectoras medidas. Como si yo fuese demasiado tonta para
abrocharme mi maldito cinturón de seguridad.

Las ventanas tiemblan por las vibraciones de las Harley poniéndose en marcha.
Una oleada de excitación me recorre. Rápidamente muere cuando me doy cuenta de
que no volveré a sentir el viento en mi pelo o mi cuerpo presionado contra el de Jinx
en la parte trasera de su moto.

Con un guiño, él cierra la visera de su casco y con gracia guía la enorme máquina
en línea con las otras. Pierce y yo salimos detrás de ellos, pasando a varios más que
esperan por nosotros antes de poder unirse a la formación.

El coche está en silencio. Tanto Pierce como yo nos perdemos en nuestros


pensamientos. Afuera, la escolta de las motos es ruidosa. Sin embargo, de alguna
manera, es calmante. Pero en el momento en que llegamos, los nervios comienzan a
sacar lo mejor de mí. Me las arreglo para tomármelo con calma mientras Pierce me
lleva dentro. Ignoro a Jinx y a su mirada inquisitiva mientras nos sigue, dejando al
resto de los moteros en el estacionamiento, custodiando los alrededores en busca de
amenazas por parte de Cain.

Este pequeño bufete de abogados en el que estamos no es el mismo con el que


hemos negociado en el pasado. Pero el dinero manda. Y con la cantidad correcta de
efectivo, tú puedes conseguir casi cualquier cosa. Como que el más prestigioso
abogado en la costa oeste vuele más de tres mil kilómetros sólo para que hacer firmar
unos putos papeles.

Pierce tiene ese tipo de efectivo. Y es lo suficientemente arrogante como para


gastarlo. Es por eso que tengo que reprimir mi sonrisa cuando le gruñe a la joven
que está desordenando los papeles en un escritorio.

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—¿Dónde está Clinton? —ladra Pierce.

—El señor Clinton tuvo que encargarse de una emergencia familiar por lo que no
estará aquí hoy—dice ella, sin molestarse en levantar los ojos. Eso sólo enfurece más
a Pierce.

—Entonces, ¿a quién mierda le pagué quince mil dólares para que volara hasta
aquí?

—Esa sería yo, señor Tews. —Ella mira hacia arriba y se congela. Casi pongo los
ojos en blanco al ver la expresión en su rostro mientras parpadea furiosamente para
asegurarse de que Pierce es en verdad de carne y hueso.

—¿Y usted es?—pregunta con tono cortante. Su mano gesticulando con


impaciencia para que continúe.

—Gianna. Gianna Marcel.

—¿Es una secretaria, señora Marcel?

A ella se le ponen los pelos de punta por su comentario. Sus bonitos labios se
aprietan.

—Soy abogada, señor Tews. Y es señorita Marcel.

Pierce se aclara la garganta.

—Mis disculpas, señorita Marcel. ¿Asumo que será la que se encargue de todo
hoy?

—Correcto. Pero primero, necesito hablar con la señorita Tews a solas.

Comienzo a seguirla, pero Pierce me detiene con su mano en mi codo. Con ojos
entrecerrados, dispara a Gianna una mirada de sospecha.

—¿Para qué?

—Con el debido respeto, señor Tews—Ella comienza, sacándose las gafas y


cuadrando los hombros—, eso no es asunto suyo. Winter es el cliente aquí. Su
nombre es el único nombre en esta cuenta, sin embargo, usted es el único que ha
llamado a nuestra oficina y formulado todas las exigencias. No estoy segura de cuál

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es su relación con Clinton, ni me importa. Pero en el día de hoy, Winter es mi cliente


y me gustaría hablar un momento a solas con ella acerca de su fideicomiso y los
arreglos que se han hecho. Así que si nos disculpa.

Ella da un paso a su alrededor y abre la puerta. Le doy una sonrisa de


satisfacción a un muy cabreado Pierce, ignoro a Jinx, una vez más, y la sigo.

Mientras caminamos por el largo pasillo hacia otra oficina privada, siento un
terror intenso en la boca del estómago. Mis manos están de repente empapadas en
sudor. Mi pulso está acelerado. Cada pelo de mi cuerpo está erizado.

Él está aquí.

La comprensión llega demasiado tarde. Gianna ha abierto la puerta a mi destino.


Ella se inclina y me susurra algo sobre estar de regreso en pocos minutos. Su voz
suena lejana. Pero el clic de la puerta detrás de ella suena tan fuerte que me
sobresalto.

Entonces estoy sola. Con él. De pie cara a cara con mi propio infierno personal.
Viendo como el mismo diablo me acerca lentamente hacia mí. Disfrazado con un
traje. Ostentando una sonrisa encantadora. Luciendo un corte de pelo reciente y la
cara afeitada. Pero todavía hay un brillo cruel en los ojos azul hielo.

Se detiene frente a mí. Su perfume llena mis fosas nasales. Muchas mujeres
encontrarían el aroma de su colonia de diseñador deliciosa, intoxicante. Me resulta
repulsiva. No huele a madera y fragancia marina como lo haría en cualquier otra
persona. Huele a dolor. Odio. Poder. Maldad.

Me estremezco cuando sube lentamente su mano por mi brazo. No de deseo o


por el descenso de la temperatura que resulta de su presencia, sino de puro terror. Él
continúa hasta que su mano está envuelta posesivamente alrededor de mi garganta,
lo suficientemente apretada como para hundirme la tráquea. Pero lo suficientemente
floja como para que yo todavía respire y hable.

Sus labios están en los míos, castigadores y duros. No le devuelvo el beso, pero
no me aparto. Cuando gruñe advirtiéndome, abro la boca para él. Dejo que me
reclame. Trato de ignorar las náuseas. Hago retroceder el miedo. Porque conozco este

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beso. No es un beso de amor. Un beso que dice que me echa de menos. No, esto es,
una promesa.

Finalmente se aleja dejándonos a los dos un poco jadeantes. Tiene un gesto de


mofa en el rostro cuando baja los ojos hacia mí, obviamente molesto.

—¿A quién le perteneces, cutslut?

Una mujer fuerte le diría que se fuera a la mierda. Una débil pediría ayuda a
gritos. No soy ninguna de ellas. Estoy entumecida. Sin esfuerzo alguno vuelvo a
sumergirse en mi papel como su propiedad. Debido a que he tomado una decisión
antes de llegar aquí. Una decisión desinteresada. Estúpida, pero desinteresada.

Así que sin más vacilaciones, lo miro y digo:

—Tuya, Cain. Te pertenezco.

Cuando Gianna vuelve a entrar en la habitación unos minutos más tarde, Caín
me libera al instante. Él le dispara una sonrisa encantadora antes de sacar su celular y
cruzar la habitación para hacer una llamada.

Rápidamente enderezo mi ropa y parezco que estoy compuesta cuando me giro


hacia ella. Pero por dentro, estoy gritando.

Gritándole a Caín por años de miseria.

A Gianna por dejarme a solas con él.

A Pierce por empujarme lejos durante todos estos años.

A Jinx por hacer que me enamorara de él, lo que hace que este momento sea
mucho más difícil.

—¿Winter?

Levanto la cabeza de golpe para ver Gianna frunciendo el ceño, los papeles que
está organizando en el escritorio son olvidados cuando sus ojos miran de mí a Cain.
Él está de pie junto a la ventana. Mirándome. Su teléfono todavía pegado al oído.

Tragando saliva, me obligo a sonreír y encuentro los ojos muy abiertos y


preocupados de Gianna. Tal vez no me vea tan compuesta después de todo.

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—Lo siento... es un día largo. —Echo un vistazo a los papeles y agarro un


bolígrafo—. ¿Dónde firmo?

—Winter...—dice ella, con voz temblorosa justo por encima de un susurro. Puedo
escuchar la disculpa en su tono. Es sólo confirma mis sospechas de que ella está
involucrada de alguna manera en todo esto. Aunque dudo que conozca el alcance de
lo que realmente se estaba metiendo.

Le disparé una mirada cansada.

—Sólo quiero firmar los malditos papeles, Gianna. ¿Ok?

Después de un momento, ella vuelve la mirada hacia Caín y asiente con la


cabeza.

—Ok.

Página tras página, garabateo mi nombre sobre la línea. Una tarea sencilla,
teniendo en cuenta que estoy a punto de heredar dos millones de dólares
simplemente por mover la muñeca un par de veces. Pero al momento de llegar al
cheque de caja por trescientos mil dólares, me siento agotada.

—¿Qué diablos es esto?—pregunta Cain, colocando un largo dedo sobre el


cheque y arrastrándolo a través del escritorio.

—Pierce tuvo que haberlo arreglado. Es el dinero que le debo—digo con tono
aburrido.

Caín suelta un resoplido disgustado.

—Ya no más. —Él arruga el cheque sin firmar en la mano antes de meterlo en el
bolsillo—. Como yo lo veo, él me debe. —Su mirada siniestra se endurece—. Dado
que tomó mi propiedad sin mi permiso y la mantuvo alejada de mí durante dos
malditos meses.

Su propiedad.

No soy su mujer.

No soy su dama.

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Diablos, ni siquiera su cutslut.

Su propiedad.

Pierce la había mantenido durante dos meses.

Siempre he oído que tenías que tocar fondo antes de encontrar la fuerza para
volver a subir. Bien, finalmente, debo haber encontrado el pozo más oscuro de mi
existencia. Porque aunque estoy cansada... tan cansada de vivir esta vida, que de
repente, por primera vez en seis años, tengo la voluntad de hacer algo al respecto.

Caín está concentrado en los documentos esparcidos sobre la mesa. Cuando


Gianna le dice que la información es privada, la silencia con una mirada. Se pone de
pie atemorizada y callada mientras él se inclina más cerca, examinando la letra chica
en cada página. Aprendiendo de memoria cada número de cuenta y la cantidad de
dólares.

Mientras tanto, estoy mirando el bulto en la parte baja de la espalda debajo de la


chaqueta de su traje, visualizando el arma que he visto tantas veces antes.
Imaginando cómo se sentirá la culata de acero en la mano. Lo pesado que será. Si
necesitaré las dos manos para sostenerla o sólo una. Si voy a matar a Caín
rápidamente con un solo disparo, o si descargaré todo el cargador antes de que su
cuerpo sin vida se desplome en el suelo y él desaparezca de mi vida para siempre.

Hoy vine aquí preparada para cumplir con mi destino. Para irme
voluntariamente con Caín con el fin de evitar el derramamiento de sangre. Haría
cualquier cosa para mantener a mi hermano vivo. Para mantener vivo a Jinx. Pero,
¿qué hay de mí? Si ellos encontraban mi vida lo suficientemente digna para el
sacrificio, ¿por qué yo no podía?

He estado tan absorbida en mantener a todos los demás fuera de mi vida que
nunca consideré defenderme. Hasta este momento. Y a pesar de la adrenalina
corriendo por mis venas, una sensación de paz me rodea.

Tantas veces, he considerado esto, tomar su arma. Dispararle en el pie. O en la


cara. Pero siempre ha habido alguien en la habitación o justo del lado de afuera de la
puerta. En este momento, estamos sólo Gianna, él y yo. Es la oportunidad perfecta y
probablemente la única que conseguiré jamás.

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Hoy estoy recuperando mi vida. Y si termino perdiéndola en el proceso, estoy


bien con eso. Porque la muerte es mejor que esto. Mejor que ser una prisionera. Un
pedazo de propiedad. Refiriéndose a mí como “la” o “eso”.

A la mierda eso.

A la mierda la.

A la mierda la vida.

A la mierda la muerte.

En el día de hoy, de una manera u otra, voy a ser libre de Caín. Por mis propios
medios. Sin la ayuda de un club de moteros, mi hermano mayor o mi chico del
sueño.

Mi nombre es Winter Tews.

No soy una maldita cutslut.

No soy tu puta propiedad.

Soy sólo una chica que encontró sus bolas. Mostrándole su dedo medio al
mundo. Agarrándose la entrepierna y gritando al universo:

—Chúpame la verga.

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CAPÍTULO 48

WINTER

—¿ Me acabas de decir que te chupe la verga?—pregunta Caín, con los ojos más
allá del arma en mi mano para mirarme de esa forma característica suya que solía
hacerme sentir estúpida. Pero ya no más. Porque en este momento, me siento como
una puta ninja. Me siento así desde que agarré su arma y me volví hacia él hacía
unos treinta segundos.

—Sí. Así es. Ahora muévete.

Lentamente, él levanta las manos y retrocede.

—Está bien, cariño. Sólo cálmate. —Casi me rio por su intento de atraerme con su
encanto. Pero llega más o menos unos cinco años demasiado tarde para eso.

—Estoy fuera, Caín—le digo, con voz tranquila a pesar de lo excitada que estoy.
Nunca me he sentido tan viva. Este poder. No es extraño que los hombres de mi vida
amen ser unos cretinos. Se siente bien.

—¿Fuera?—me pregunta con tono risueño.

—Sí. Fuera. Es decir que, he terminado. Quiero que me dejes en paz. No soy
tuya. No más.

Esa mirada encantadora y suave se desvanece y es sustituida por una de dureza


marca Caín que conozco.

—¿Quién mierda…

El sonido de una bala cortando el aire lo interrumpe. Me toma un momento


darme cuenta de que fui yo quien disparó. El mismo momento que le tomó a Caín
darse cuenta de que le habían disparado. Me quedo con los ojos muy abiertos viendo
la sangre que lentamente está manchando un lado de la chaqueta.

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Me mira con incredulidad, entonces retrocede tropezando contra un estante y se


desploma lentamente en el suelo, agarrándose con fuerza el costado. Su rostro está
pálido. La respiración entrecortada. Verlo así debería hacerme sentir segura. En
lugar de eso, estoy temblando porque el miedo lentamente se apodera de mí. Se me
revuelve el estómago y me siento enferma.

Le disparé.

Las puertas se abren bruscamente y Jinx irrumpe en el cuarto con Pierce


pisándole los talones. Ambos me miran. Luego a Caín. De vuelta a mí. Busco
frenéticamente en sus caras, no estoy segura que estoy buscando. Cuando me
encuentro con los ojos de Pierce, no puedo apartar la mirada.

—Pásame la pistola, Winter. —Él está tan tranquilo. Tan controlado. Pero yo
estoy sosteniendo el arma. Tengo el control. Niego con la cabeza. Él me ignora y da
un paso más cerca—. Está bien, guisante de olor.

Guisante de olor.

Mi apodo de la infancia.

Las lágrimas nublan mis ojos, pero parpadeo para apartarlas.

—Le disparé.

Pierce asiente con la cabeza.

—Lo sé.

—Yo. Lo hice por mi cuenta.

—Lo sé, cariño. Ahora dame el arma.

Él no espera a que se la entregue. Con un movimiento fluido, me toma de la


muñeca y me quita fácilmente la pistola de entre mis dedos temblorosos. Se la lanza a
Jinx. Entonces, sus brazos me están abrazando. Mi cabeza está en su pecho. Su mano
acuna mi cráneo. Sus labios besan mi pelo.

—Shh...—me tranquiliza. Y me doy cuenta que estoy llorando. Me estoy


derrumbando por la ráfaga de adrenalina. Entrando en pánico por lo que he hecho.

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Intentando y no pudiendo hacerle frente a la tormenta de emociones que siento al


estar en los brazos de mi hermano.

Siento que tengo diez años de nuevo. Sólo una niñita perdida, sin padres. En ese
momento, comprendí la naturaleza controladora de Pierce. Y en este momento,
simplemente no me importa. Se siente bien dejarle llevar el peso de mis problemas.
Sentirse protegida. Solo llorar y dejar que otro trate con toda la mierda.

Después de años de disputas. Después de todas las palabras odiosas. De la


traición. De las mentiras. Estoy justo donde debería estar. No quiero permanecer aquí
para siempre. Todavía quiero mi libertad. Pero en este momento, necesito que Pierce
sea Pierce. Y simplemente necesito ser su hermana pequeña.

Winter—dice Pierce, un rato después. Él trata de alejarme de su pecho, pero me


aferro con más fuerza—. La policía está aquí—susurra en mi pelo—. Sólo diles la
verdad, ¿entendido? —Asiento y él me besa en la cabeza—. Buena chica.

Cuando Pierce tiene el control, está relajado. Centrado. Él exuda poder. Bajo
cualquier otra circunstancia, podría encontrarlo fascinante, verlo dar órdenes y ladrar
instrucciones como si él estuviese a cargo en lugar de la policía. Pero todo en lo que
puedo pensar es en los paramédicos revoloteando alrededor del cuerpo a través del
cuarto.

¿Está muerto?

¿Vivo?

¿Soy una asesina?

—Ve con Jinx—dice Pierce, girándome hacia Jinx.

Con su brazo sobre mis hombros, Jinx me guía por la habitación. Yo respiro su
aroma y de inmediato me siento mejor. Mientras Pierce tiene el poder de hacerme
sentir vulnerable y dependiente de él, Jinx hace que me sienta fuerte. Como que
puedo conquistar cualquier cosa.

Lo amo.

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La policía me hace las mismas preguntas una y otra vez. No miento. Después de
mi historia y las de Pierce, Jinx y Gianna, todas en la misma línea, ellos están
convencidos de que Caín recibió un disparo en defensa propia y somos autorizados a
irnos.

Tres horas más tarde, estamos de vuelta en la casa club. Jinx y yo estamos
sentados uno junto al otro en el sofá. Mi cabeza está en su hombro. Sus dedos
acariciando distraídamente mi brazo. Pierce se pasea mientras habla por teléfono con
un detective consiguiendo más respuestas, algo que ha estado haciendo desde que
llegamos aquí. Quedé impresionada con su habilidad para averiguar la mierda con
sólo bajar el tono de su voz.

Fue Gianna la que había contactado a la policía. Había escapado de la habitación


después de que le quité el arma a Caín, se atrincheró en una oficina y marcó 9-1-1.
Ella también había sido la que le dijo a Caín acerca de donde se iba a llevar a cabo la
reunión, le permitió entrar por la puerta trasera del edificio, y arregló el tiempo a
solas entre él y yo.

No estaba enojada con Gianna. Sabía lo manipulador que Caín podría ser. Pero
estaría mintiendo si dijera que no me hacía sentir mejor saber que le había prometido
un dinero que ella nunca tendría. Y que se había meado encima después de escuchar
el disparo.

Mis pensamientos son interrumpidos de golpe con el nuevo anuncio de Pierce.

—Él va a vivir. —Suena decepcionado. Jinx gruñe su desaprobación. Yo, por el


contrario, me siento aliviada. No había matado a nadie.

—Él tiene algunas órdenes pendientes en el condado de Clark. Una vez que
pueda viajar, estarán recogiendo su culo y lo encerrarán por un tiempo. —Pierce deja
caer una mirada sobre mí—. No vamos a tener ningún problema con su club
tampoco. Por lo que sé, están más aliviados que otra cosa.

Asiento con la cabeza. Aun asimilando todo. Tratando de procesar que estoy
aquí. Viva. Que le disparé a Caín. Que aún está vivo. Soy libre. Libre.

—Nuestro vuelo sale a primera hora de la mañana—dice Pierce, llenando un


vaso de whisky escocés. Bueno. Así que tal vez no soy libre.

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—No voy a San Diego contigo. —Parezco más segura de lo que me siento.

Pierce ni siquiera se molesta en mirarme.

—Sí. Vendrás.

—No… no lo haré.

—Hasta que esto se calme y esté seguro de que Madness no va a hacer nada
estúpido como tomar represalias, te quedarás conmigo en San Diego.

—Acabas de decir…

—Quiero estar seguro. No arriesgaré tu vida por la palabra de alguien.

—Lo que deseas es controlarme. —Él no lo niega—. Puedo cuidarme, Pierce.

Él pone los ojos en blanco y relaja el cuello.

—No seas ridícula, Winter. El hecho de que le disparaste a un hombre no


significa que puedas encargarte de un club entero de moteros.

Respingo ante sus palabras. Jinx se endurece a mi lado.

—Pierce—le advierte.

Pierce dispara su mirada a Jinx. Toma nota de nosotros dos sentados juntos en el
sofá. Mi cabeza en el hombro de Jinx.

—No te seguiré el juego en esto, hermano. Ella no es de tu incumbencia.

—¡Estoy sentada. Justo. Aquí!—grito, perdiendo mi mierda—. No soy de tu


incumbencia tampoco. Deja de tratarme como a una niña.

Pierce levanta las cejas con diversión.

—Deja de actuar como una.

—Maldito monstruo del control—murmuro, me levanto y salgo dando pisotones


como la niña caprichosa que no soy.

—El vuelo es el de las seis, guisante de olor—dice a mis espaldas.

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Le muestro el dedo.

—Ve a que te den. —Entonces pienso para mis adentros…

No estaré aquí.

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CAPÍTULO 49

JINX

Cuando escucho el portazo en el dormitorio de Winter, desvío la atención hacia


Pierce.

—Lo estás haciendo de nuevo—digo, machándolo con los ojos. Él no se muestra


ni un poco preocupado.

—¿Haciendo qué?

—Siendo un idiota.

Se ríe y levanta su copa hacia mí.

—Brindo por eso, Jinx. No todos nosotros pasamos a ser el héroe en esta historia.

—Vas a obligarla a alejarse. De nuevo.

Pierce niega con la cabeza.

—No. No esta vez.

Levanto una ceja.

—¿Estás seguro de eso?

—Sí. Porque no la voy a dejar salir de mi puta vista.

Yo sólo miro fijamente, preguntándome cómo un hombre tan inteligente como él


puede ser tan estúpido cuando se trata de mujeres. Sé que necesita tener el control.
Que de alguna manera está arraigado en él. ¿Pero por qué puta no encuentra a una
mujer que disfrute de esa mierda? Que quiera que se le diga qué hacer. Y dejar a
gente como Winter, que merecen un puto espacio, en paz.

Una parte de mí murió un poco cuando escuché el disparo. No sólo porque temía
haber perdido a la mujer que amo, sino por la expresión en el rostro de Pierce. Estaba
completamente roto. En ese momento, envejeció diez años. No quiero volver a ver

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jamás esa expresión. Pero algunas mierdas va a tener que entenderlas por su cuenta.
He tratado de ayudarlo, pero no estoy llegando a ninguna parte.

Gracias a él, iba a dejarla ir. Iba a perder a la mujer que amo porque su hermano
estaba decidido a controlar su vida. Ella quería libertad. Yo iba a dársela. Incluso si
eso me arrancaba mi puto corazón.

Sacrificio.

Porque soy un héroe y mierda.

Pero como también soy egoísta, ella no va a ninguna parte. No porque quiera
controlarla como Pierce, sino porque sé lo que ella realmente quiere, estar con el
hombre que ama. Y ese hijo de puta soy yo. Sin embargo, le daré la elección, siempre,
aunque estoy bastante seguro de que me escogerá. Como he dicho, conozco a mi
chica.

Mi chica.

Mierda eso se siente bien.

—Winter robó ese dinero para comprarse una nueva vida lejos de Caín—
comienzo, listo para sacarme esta mierda de encima así puedo estar con ella.

La espalda de Pierce se pone rígida. Espero a que dé la vuelta y me mire antes de


continuar.

—La atrapó. Le tatuó su parche en la espalda. Casi la mató a golpes. Fue retenida
contra su voluntad durante dos años. Obligada a hacer mierda con los hombres para
el beneficio personal de él. Humillada a diario. Tratada como un objeto en lugar de
una persona. —Hago una pausa para recuperar el aliento. Tratando de dominar mi
rabia.

Pierce esconde bien su reacción. Pero la piel de los nudillos es de color blanco
hueso mientras aprieta el vaso en la mano.

—Hoy por fin se alejó de ese sádico hijo de puta. Le hizo frente. Todo por su
cuenta, porque ella sabía que si te pedía ayuda, se la darías sin hacer ninguna

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pregunta. Ella no quería involucrarte. Estaba aterrorizada porque Madness tomaría


represalias y algo malo te sucedería.

—¿Recuerdas cómo te sentiste la primera vez que mataste a alguien? —Hago la


mímica del disparo con el pulgar y el índice—. Bueno, ella llegó a estar cerca de
matar a un hombre de hoy... en su puto cumpleaños. Algo de lo que ni siquiera te has
dado por enterado.

Me levanto y cierro la distancia hasta que mis botas toquen la punta de sus putos
zapatos brillantes. Él se esfuerza por aferrarse a su orgullo mientras me mira con
ferocidad y pregunta:

—¿Entonces se supone que la deje ir para que pueda terminar con otro pedazo de
mierda? Quiero más para ella. Siempre lo quise.

Niego con la cabeza.

—Esta mierda no se trata de ti.

—Bueno, ¿Qué puta me estás pidiendo, Jinx?—me pregunta, su temperamento


aumentando.

—¿Pidiendo? —Le disparo una fría sonrisa—. No te estoy pidiendo una mierda,
hermano. Te lo estoy diciendo. Aflójale la puta correa.

Algo en mi expresión lo tiene abriendo los ojos ampliamente.

—Eres un hijo de puta—susurra con incredulidad—. ¿Estás enamorado de ella?

No queriendo escuchar su sermón sobre su repentina revelación, me doy media


vuelta y marcho. Pero no antes de decirle la verdad.

—Puedes estar malditamente seguro que lo estoy.

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CAPÍTULO 50

WINTER

— Estoy llevando esto... y esto... —me digo a mí misma, metiendo mierdas al


azar en una bolsa de lona que encontré en el armario. Me estoy yendo de aquí como
alma que lleva el diablo. Incluso si tengo que darle un culatazo a Pierce para hacerlo.
He empuñado un arma. Disparado a un hombre. Puedo manejarlo.

—Hola, cariño.

Cariño.

Todavía me pone.

Como si alguien accionara un interruptor, toda mi ira se disipa. Dios, amo a este
hombre. Ahora voy a dejarlo. Como una idiota. Pero si me quedo aquí, Pierce no me
dejará en paz. Y voy a terminar teniendo resentimiento hacia Jinx por ser tan
increíble y por hacer que me enamorara de él.

Soltando el aire, me obligo a sonreír y me doy vuelta para enfrentarlo. Esa


sonrisa se convierte en una amplia sonrisa cuando veo la expresión de disgusto en su
rostro mientras observa el daño hecho en su armario.

—Estaba juntando algunas cosas— digo, tratando de contener la risa.

—¿No podías hacer esa mierda sin hacer... —dice y hace gestos con la mano
alrededor del pequeño espacio—, esto?

Sus ojos están en mí, entonces los arrastra de arriba abajo por mi cuerpo.

—¿En serio?

—¿Qué? ¡Hace un lindo vestido! —Me había puesto una de sus camisas. Como
accesorio, un fino cinturón de color rosa en la cintura. Unas Converse rosadas en los
pies y el pelo atado en lo alto de mi cabeza. Diablos, pensé que me veía bien.

—Deja de usar mi mierda.

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—¿Has venido aquí a fastidiarme?

—No. —Se aclara la garganta—. Vine aquí para darte esto. —Saca un sobre del
bolsillo interior de su chaleco—. Feliz cumpleaños.

Mi cumpleaños... ¿cómo se me había olvidado?

Curiosa por mi presente, lo miro antes de tomar el sobre. Percibo una bocanada
de algo masculino. Llevándolo a mi nariz, lo olfateo.

—Huele bien.

Jinx pone los ojos en blanco.

—Sólo ábrelo. —No estoy segura de por qué está tan malditamente molesto. Lo
olfateo de nuevo sólo para molestarlo. Es una especie de colonia de hombre. Aunque
definitivamente no es la de Jinx. El olor me es familiar, pero no puedo ubicarlo.

Deslizando el dedo por debajo de la solapa, lo abro y encuentro varias cosas en el


interior. Lo primero es un billete de avión a Barbados. Para esta noche. Miro a Jinx
con incredulidad. Sé que dijo que me ayudaría, pero nunca creí...

Él asiente con la cabeza hacia el billete.

—Tengo un amigo allí. Él y su mujer estarán allí para recogerte y ayudarte a


aclimatarte. —Me estudia por un momento antes de levantar la barbilla—.
Continúa—dice, en voz baja. Casi triste.

Bajo la mirada a los otros artículos. La llave de una casa. La información de una
cuenta bancaria. Un pasaporte... Lo abro para ver mi foto, entonces sonrío por el
nombre debajo de ella.

—¿Summer Payton? —Sonrío abiertamente a un Jinx molesto—. ¿Payton hace


pasaportes falsos?

—Él y Clay. Ellos jugaron a piedra papel y tijeras por tu apellido. —Da un ligero
golpecito al documento con el dedo—. Ya ves quién ganó.

Olfateo el sobre de nuevo. Sí. Es la colonia de Payton. Era difícil para mí


olvidarlo después de tenerlo dos noches seguidas haciéndome cucharita.

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Serie Devil´s Renegade MC 3

—Pensé que eran buenos chicos—bromeo.

—Lo son. Pero no son santos, encanto.

Encanto.

Mis ojos arden.

—¿Qué hay acerca de ti…? ¿De nosotros?—le pregunto. La tristeza está llenando
mi voz. Mis tripas. Mi corazón.

—Te dije que no te enamoraras de mí, Winter—dice en voz baja.

—No lo hice—miento. Debido a que mi orgullo no me permitirá decir lo


contrario.

—Pura mierda.

Sonrió burlonamente.

—¿Qué? ¿Crees que estoy enamorada de ti?

—Sé que lo estás.

—¿Cómo?

—Porque estaría maldito si no me hubiese enamorado de ti también.

Lo miro con los ojos muy abiertos mientras él cierra la distancia. Mete un mechón
de pelo detrás de mi oreja. Estudia mis ojos. Deja caer su mirada hacia mi boca y
frota el pulgar por mi labio inferior.

—Tú dijiste que querías que tu chico del sueño vistiese algo que no fuese
solamente negro—dice y sus ojos grises se reúnen con los míos—. Bueno, soy dueño
de trece camisas de diferentes colores. Tengo seis pares de chanclas. Me gusta
sostenerte cuando te beso. Me gusta tomarte de la mano. Serviré tu vaso de whisky
escocés, si eso es lo que quieres, y puedes tener el mando a distancia. —Hace una
pausa y la comisura de los labios se curvan un poco hacia arriba—. Respira, cariño.

Respiro profundamente ante su orden. Entonces vuelvo a respirar. Mi corazón


late furiosamente en mi pecho. Estoy de pie sobre rodillas temblorosas. Tratando de

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

concentrarme en respirar. De no desmayarme. Él pasa suavemente los dedos por mi


mejilla. Mi mandíbula. Luego nuevamente por mi labio.

—Soy un paquete, Winter—dice él, frunciendo el ceño—. Mi club es una parte de


mí. Pero no lo es todo para mí. Hay suficiente espacio para un desafío. —Él sonríe
ante eso—. Nunca voy a quitarte tus decisiones. No te voy a tratar como si fueses
menos o decirte cómo vivir tu vida o tomar decisiones por ti. No dejaré que cualquier
otro hijo de puta te trate de esa manera, tampoco. Ni siquiera mis hermanos... ni
siquiera el tuyo.

Pierce.

Es la razón por la que estoy escapando ahora que Caín está fuera de juego. ¿Pero
no es estar escapando de él tan cobarde como dejar que me controle? Y si algún
hombre puede hacerle frente a Pierce y ponerlo en su lugar, es Jinx.

—Así que aquí estoy—dice, en su aburrido tono burlón—. Tu puto chico del
sueño. Tu cuento de hadas. Tu felices para siempre. De pie ante mi armario
destruido, confesándote mi amor como un maldito héroe de novela.

Da un paso atrás y se pasa la mano por el pelo. Nunca lo he visto nervioso.

—Te estoy ofreciendo una vida conmigo, Winter. —Señala con la cabeza el
pasaporte que estoy aferrando en mi mano—, o una completa oportunidad para otra
vida. Es tu decisión.

Algo en su tono me dice que no es realmente una decisión. Puedo irme, pero sé
que me seguirá. Es el tipo de hombre que consigue lo que quiere. No importa lo que
tenga que atravesar para lograrlo.

Podría decirle que me quiero ir. Obligarlo a abandonar a su familia. Su club.


Toda su vida sólo para hacer una nueva conmigo. Pero cuando amas a alguien, no
siempre se trata de ti. Y me niego a sufrir o permitir que Jinx sufra sólo porque mi
hermano es un idiota.

Aunque hay una cosa que quiero pedir…

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

—Scooter13—le digo, con cara seria.

—¿Qué?

—Scooter. Tú tienes que montar un scooter.

Él niega con la cabeza.

—No montaré un maldito scooter.

Hago un puchero.

—¿Ni siquiera por mí?

—Nop.

—Pero tú dijiste que harías cualquier cosa por mí.

Sus cejas se levantan.

—Yo no he dicho eso.

—Pero yo soy tu chica de ensueño—me quejo.

—No dije esa mierda tampoco. Dije que te amo. Lo que se traduce en: te voy a
amar hasta que una perra mejor venga.

—Dilo otra vez.

—Te voy a amar hasta que una perra mejor venga—repite. Entrecierro mis ojos.
Él sonríe—. Te amo, cariño.

Sonrío como una idiota. Él me observa con diversión. Está esperando que le diga
que lo amo también. Va a tener que esperar. Quiero vivir este momento sólo un poco
más de tiempo. Después de todo, es mi puto cuento de hadas.

No se trata de ser Cenicienta y su extraño pie que es diferente de todos los demás
pies en el reino.

13
Scooter, vespa, moto pequeña, escúter. En cada país la llaman de una manera
diferente. Pero se trata de una moto pequeñísima, de muy pocas cilindradas.

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Kim Jones – Cutslut
Serie Devil´s Renegade MC 3

No se trata de ser Rapunzel y su súper fuertes músculos del cuello que puede
soportar el peso de un hombre adulto.

No se trata de ser Blancanieves y sus siete enanos, aunque estoy más cerca de
ella que de las demás.

Esta historia es acerca de mí, Winter Tews.

Pon la música.

Enciende los fuegos artificiales.

Sirve el whisky escocés.

Porque esta mierda está realmente sucediendo.

Éste es el final de un cuento de hadas que nunca imaginé que podría ser el mío.

Doy a Jinx una mirada suplicante.

—¿Una vez más?

—Por el amor de Dios—suelta exasperado.

Acuna mi cara entre sus manos. Me besa a lo loco. No nos separamos hasta que
estoy sin aliento. Entonces repite.

—Te amo.

Sólo tengo una cosa que decir.

—Ídem.

Y vivimos felices para siempre.

Fin
Traducido por Patricia Maria.

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